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Capítulo 18

El Baile - Primera Parte

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Como siempre, los personajes de Slayers pertenecen a su creador, no me estoy adjudicando propiedad alguna sobe ellos y esto lo hago sólo por diversión.

Después de tanto tiempo aquí estamos de vuelta. Casi medio mes... uffff.

Gracias a Lis-chan, Gipsy-chan, MGA_FGA, Wolf Greywords, Karoru Metallium, Fany, Xiomara M, y Vanshie por sus reviews. Star_Ariala, ¿dónde estás Fi- chan? Espero que estes muy bien.

Mas X/F para los que lo pidieron, pero recuerden que sin los demás personajes no puede progresar mucho la trama, al fin y al cabo la intención es que Xellos finalmente se deshaga del collar ¿no? ¿y cómo podría ser eso posible si de alguna forma no se encuentra al responsable? y ese no es el Ministro...

Debo aclararles que Xellos no tiene un tic nervioso con los anillos... simplemente está siguiendo inconscientemente una órden que le fue dada. "Cuando veas nuevamente al Ministro tocarás la piedra de la sortija de inmediato, eso es una órden." (Cap. 12)

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Enzeru se paseó lentamente por su recámara. Hacía una hora que estaba preparado para ir al baile. Lo único que lamentaba era que había tenido que pedirle al barbero real que le cortara un poco el cabello para así quitar el daño que los hechizos de Filia y sus amigos le habían provocado. Estaba cansado, no sólo había recibido los hechizos que bien se merecía aquel hombre que tomaba control de su cuerpo. También estaba cansado de ser una muñeca a su merced. Suspiró ligeramente mientras volvía a sacudir las mangas de su camisa.

El no podría convencer a Filia de amarlo si él mismo no podía amarla y menos en escasos dos días. Pero estaba en juego la suerte de su amada Enjeru, por ella sería capaz de cualquier cosa, aunque luego supiera que jamás sería digno de su amor. Por lo tanto había decidido que se jugaría su carta más segura.

El Ministro no lo había escogido al azar, el muy maldito sabía de los poderes especiales de Enzeru. Esos poderes que por tanto tiempo había tenido que ocultar por temor a ser condenado por su verdadera naturaleza en un mundo diferente al suyo. Enzeru pertenecía a una raza especial de criaturas sumamente hermosas y capaces de seducir el alma más pura con una sola mirada. Eran llamados sirenas, las ondinas del océano.

Con paso decidido se acercó a la puerta y salió en busca de la princesa Filia.

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Filia estaba sumamente nerviosa. Era la primera vez que estaría en público sin Xellos. En su lugar estaría el príncipe Monuke. Se arregló los finos guantes hasta más arriba de los codos. Sus cabellos habían sido arreglados en un complicado peinado de rizos y adornos cuajados de zafiros para resaltar el color de sus ojos y su aspecto angelical. Como le había pedido al sastre, su traje no parecía un algodón gigante, era de un color azul pálido en la parte superior e iba subiendo de tono hasta llegar a un azul real mientras más bajaba el traje. Tenía unas cuentas azules que le adornaban el busto y el talle hasta perderse en la amplia falda.

Cuando salió de su recámara y cerró la puerta le envió una mirada a la puerta contigua. Con seguridad Xellos estaría arreglándose y necesitaría que alguien le ayudara a peinar sus cabellos. Con paso lento se acercó a la puerta. Justo iba a tocar cuando una voz conocida llamó su atención.

"¿Princesa Filia?"

"¿Sí, Monuke-san?" Dijo Filia al tiempo que volteaba. El joven hizo una cortés reverencia y fijó sus ojos en los de la princesa con intensidad.

"¿Me permite acompañarla hasta el salón?" Una sensación extraña le cruzó el pecho a la princesa, como electricidad.

"Hai." Filia cerró los ojos con fuerza cuando le extendió el brazo al príncipe de Giman y él lo tomó con delicadeza y la dirigió pasillo abajo.

Al otro lado Xellos recostó su cabeza en la madera de la puerta. Había sentido a Filia justo afuera, su forma de sentir era inconfundible. Había estado a punto de entrar y de repente la decepción la había embargado. Su agudo sentido del oído había reconocido la voz. Sus negros cabellos tomaron un leve color púrpura mientras una obscura aura lo rodeaba momentáneamente.

Al cabo de un rato logró calmarse un poco, tenía que arreglarse si deseaba ir al baile y sí que iría. Se volvió hacia donde estaban las ropas que el sastre le había preparado para la ocasión. Sus ropas para el baile eran de un azul muy obscuro y de haber tenido la oportunidad de ver a la princesa se hubiera sorprendido de que ambas ropas combinaban a la perfección.

Se cepilló el cabello y comenzó a ponerse los anillos uno por uno. Cuando tocó el turno de colocarse el emblema de Tougen no lo pudo encontrar por ninguna parte. En cambio encontró un medallón de plata representando una loba seguida de su manada. Palpó el relieve con suavidad mientras en su interior sentía que le era conocido. Un poco indeciso se lo colocó en el cuello y se observó en el espejo. Por primera vez en mucho tiempo la imagen que vio al espejo le pareció conocida, si no fuera por sus cabellos largos claro está. Con molestia los recogió en una coleta baja, asegurándola con el cordón de cuero negro. Le había dado algo de trabajo pues no tenía mucha experiencia atando sus propios cabellos, siempre había sido la princesa la que lo había ayudado.

Levantó la barbilla desafiante y observó la imagen hacer lo propio. Esta vez no iba a permitir que ningún príncipe desconocido lo humillara aunque él no fuese más que un simple esclavo del collar.

De haber sabido lo que le destino le tenía deparado se habría quedado en su habitación.

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Cuando Xellos bajó al salón de baile hubo uno momento de silencio. Practicamente todos los presentes se habían detenido para observar al recién llegado que suponían era uno de los príncipes invitados al evento. Al momento de divisar a Filia un extraño sentimiento le apretó el pecho. La princesa bailaba muy tranquilamente con el príncipe Monuke, como si ambos tuvieran el compás perfecto. Monuke la hacía girar con suavidad y gracia, haciendo que la princesa fuera el centro de atención de todos los que bailaban.

Como siempre Amelia y Zelgadis bailaban juntos mientras que Lina y Gourry estaban sentados en una de las mesas. Hacia ellos se dirigió para el menos no estar solo entre todos aquellos nobles del palacio.

"¡Xellos!" Lina casi se ahogó con lo que bebía cuando lo reconoció. Al principio y por el porte había pensado que era uno de los nobles invitados.

"¿Sorprendida de verme?" Esbozó una falsa sonrisa que no le llegó a los ojos tratando de que sus amigos no se percataran de su malestar.

"No te reconocí. Te ves... diferente." Dijo sin poder disimular que lo observaba de arriba a abajo recibiendo por ende un codazo de Gourry. Lina le devolvió una mirada aturdida al rubio, quien tenía una expresión indescifrable para ella. "Hey."

"Me preguntaba si podía acompañarlos un rato."

"Claro que sí." Le dijo el rubio al tiempo que le hacía un espacio a su lado.

La música duró lo que a Xellos le pareció una eternidad y cuando finalmente terminó, para su decepción, Filia no se acercó a la mesa donde estaban sus amigos, sino que continuó colgada del brazo de Monuke. Zelgadis y Amelia se acercaron a la mesa.

"Xellos-san, qué alegría verte aquí." Exclamó Amelia. "Pensamos que no bajarías al baile."

"Creo que no debí hacerlo de todas formas." Dijo dándole una mirada enojada a la pareja que aún continuaba bailando.

Filia por su parte, se sentía muy extraña en los brazos del príncipe de Giman. Le parecía que sus pies no tocaban la tierra cada vez que el joven esbozaba una dulce sonrisa en su dirección. Claro que no era nada comparado con lo que sentía cuando Xellos la abrazaba, pero por más que lo intentaba no podía safarse de aquellos brazos. Era como un hechizo que le hacía sentir el deseo de quedarse allí. Ni siquiera había podido observar a su alrededor, como si sólo el príncipe de Giman existiera en esos momentos.

La música de la pieza terminó, dando lugar a otra un poco más rápida donde las parejas se intercambiaban durante las estrofas más rítmicas. Lina que hacía rato estaba observando la dinámica entre su amiga Filia y el príncipe de Giman se puso de pie. Amelia y Zelgadis ya habían regresado al centro del salón.

"Xellos, ¿no me invitas a bailar?" Le dijo con media sonrisa al tiempo que observaba de reojo a Gourry. El rubio la vio extrañado hasta que Lina le dio una guiñada y le hizo un gesto hacia la pareja de Filia y Monuke. El rubio sonrió de repente al entender las intenciones de la peliroja.

"Claro Xel, por qué no sacas a Lina." El dijo al tiempo que le daba un buen codazo y un empujón.

"¡Hey!"

"No tienes que ser tan tímido." Le dijo Lina al tiempo que lo tomaba del brazo y lo arrastraba hasta el centro del salón.

"Lina, preferiría regresar a la mesa."

"Pamplinas Xellos, ahora baila, es una órden." Xellos abrió los ojos desmesuradamente. Su cuerpo obedeció de inmediato y no pudo más que gruñir su descontento.

"Con los amigos que me gasto quién necesita enemigos." Le dijo entre dientes.

"¡Ohh vamos! Después me lo vas a agradecer." Sonrió sin remordimiento la peliroja y comenzó a seguir los pasos del joven que la dirigía con suma habilidad y gracia. Las notas de la canción comenzaron su vertiginosa carrera y las parejas dieron varias vueltas antes de separarse y cambiarse a la persona más cercana. Con esa primera vuelta Amelia fue a parar a los brazos de Xellos mientras que Lina quedaba en los de Zelgadis. Otros vaivénes y vueltas y Filia quedó en los brazos de Xellos mientras que Amelia quedaba en los de Monuke y Lina quedaba en los de otro noble.

La música continuó tranquilamente y Amelia se halló un tanto incómoda en los brazos del príncipe Monuke. Con la mirada buscó a su querido Zelgadis pero no lo pudo divisar al momento.

"¿Sucede algo princesa Amelia?" Le preguntó con suavidad Monuke mientras la hacía girar.

"Ah... no, nada Monuke-san." Le respondió algo nerviosa. Monuke frunció levemente el ceño, la pequeña princesa de Jingi no parecía afectada por sus encantos que en ese momento mostraba al máximo. La vio buscar nerviosamente con la mirada por todo el salón y finalmente entendió lo que sucedía. La princesa Amelia debía estar profundamente enamorada del príncipe Zelgadis y viceversa. No sólo eso, ambos vivían ese amor sin restricciones y con un compromiso real que impedía que cualquier persona o situación se interpusiera entre ambos. Sonrió con tristeza, el verdadero amor podía anular cualquier hechizo o conjuro mágico.

"No te preocupes Amelia-san, estoy seguro que Zelgadis-san encontrará la forma de recuperar su puesto en la próxima vuelta." Le con una pequeña sonrisa. La princesa le devolvió una enorme sonrisa y Enzeru sintió que el corazón le dolía. Aquella era la misma expresión que Enjeru solía devolverle a él.

Vuelta, vuelta y cambio. Amelia se encontró nuevamente en los brazos de Zelgadis mientras que Lina iba a parar a los de Monuke y Filia a los de Xellos.

Lina levantó la vista y sonrió con malignidad y Monuke no pudo menos que estremecerse ante aquella mirada de fuego. Si había alguien en todo el salón que le podía provocar pavor además del Ministro era la princesa de Herufaia. Esa noche la chica llevaba un vestido de corpiño ceñido que hacía resaltar sus leves formas de manera sensual. El vestido rojo sangre con hilos de oro llamaba la atención a donde quiera que la joven se movía. A pesar de todo Monuke puso su mejor sonrisa y permitió que su magia la envolviera, porque no existía forma en que él pudiera escapar del abrazo de Lina si no era seduciéndola con su magia.

Lina entrecerró los ojos, la vista levemente cargada y Monuke se dio cuenta demasiado tarde de lo que acababa de suceder. Mientras que Amelia estaba dedicada totalmente a su prometido, Lina ni siquiera estaba segura de sus sentimientos. Pero toda la confusión y soledad de su corazón la compensaban una pasión desmedida.

La princesa de Herufaia pasó una mano a la nuca del príncipe de Giman y su cuerpo se moldeó a la perfección al del joven que respondió de inmediato a la insinuación del cuerpo de la joven. Le pareció que dejaba de respirar mientras aquella delicada y letal mano acariciaba su nuca. Claro que Enzeru poseía el poder de seducir a la princesa, pero eso no significaba que supiera manejar a una joven con el fuego insumiso de la peliroja. Miró a todos lados y sus pálidos ojos se posaron sobre una escena aún más aterradora... la mirada del príncipe Gourry.

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Los azules ojos de la princesa Filia parecían perdidos cuando Xellos la tomó de la cintura y la acercó. El perfume del joven y su calor la hicieron volver en sí poco a poco. "¿Xellos?" Dijo casi sin aire cuando se percató que estaba bailando con el joven. "¿Cómo llegué aquí?" Le dijo aturdida.

"Es gracioso que lo preguntes Filia. Yo tampoco sé cómo llegué hasta aquí." Le dijo Xellos con seriedad. Filia no supo a qué se debía el comentario pero agradeció encontrarse en los brazos de Xellos. La sensación de hacía unos momentos atrás estaba desapareciendo y por instinto se aferró al joven. Por un instante a Xellos le pareció que el alma de Filia lo llamaba con una intensidad y fervor que sobrepasaban todo lo que una vez había sentido de ella, por un instante el alma de Xellos quizo corresponder con la misma intensidad y fervor...

Vuelta, vuelta y cambio. Y la princesa Filia se escurrió de entre sus brazos a los brazos de Monuke nuevamente.

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Les prometo publicar el próximo cap esta misma semana. Tengo mucho que desarrollar y en verdad estoy ansiosa por llegar a ciertas partes de la historia.

Wolf se me adelantó a publicar, ¡chispas! Ahora espero por Karoru y por varias escritoras más que espero también suban pronto sus caps, así que pendientes que las estoy vigilando.

Por cierto Wolf, ¿qué sucede con los alfa de dos manadas si no se aburren de pelear? Me gustaría saber tu opinión al respecto.

En fin, hasta prontito, ja ne minna-san, cuidense mucho.