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Capítulo 21
Encuentros Cercanos
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Slayers no me pertenece, los personajes no me pertenecen, los caracteres no me pertenecen. Las babosadas sí.
Gracias por sus reviews a... Zelas M., Fany Metallium (claro que me puedes decir Suisei, conmigo no prob, generalmente me dicen Lady que es más fácil, el nick de suisei significa cometa, por eso me gusta tanto), Lis-chan (arriba la page!), Drake Bad Girl (Fi-chan!!!, saluditos a Raúl, saluditos a tu hermano, me da verguenza reconocer que olvidé el nombre, como siempre le decías tu namagomi personal, claro que en el buen sentido de la palabra), Vanshie (mujer cuándo te voy a encontrar?), Wolf Greywords (como diría el conejito de Quick, qué triste cuando se acaba, yo quelo más historia!!!!) y a Zelda (Yo también tengo muchos peluches de animales, 11 unicornios, 2 Kello Kitty giantes, 2 HK medianas, 12 HK conmemorativas de diferentes paises y 4 conmemorativas de bodas, 2 serpientes, 1 pinguino azul, 1 care bear y si mis pantuflas extra grandes de peluche en color azul cuentan... ejem, nada más con el testigo.)
Para Zelas M., gracias por tu opinión, soy muy adepta a los AU, por eso la ambientanción. Con respecto al atrevimiento pues... creo que por el momento hay suficiente atrevimiento en Zel y Amelia. La intención principal de la historia es ver cómo Filia y Xellos se van descubriendo, primeramente como amigos y luego como algo más. Ya sé que todos quisieramos verlos ya juntitos y acaramelados, pero no todas las relaciones funcionan de esa forma. Por ejemplo la relación de Lina y Gourry, ambos están enamorados el uno del otro pero son incapaces de confesárselo aún. Zelgadis y Amelia son una pareja algo avispada, son la relación más estable de las tres. Filia y Xellos son ambos príncipes muy mimados por sus padres, Xellos es algo arrogante y Filia ni se diga... tiene más fallas de carácter que nada. Pienso que les falta un poco más por aprender, aún les falta crecer en ese sentido. Espero que me tengan paciencia por querer desarrollar la historia de esa forma pero no se preocupen... ya está a punto de llegar la acción.
*******
Xellos fue despertando lentamente a los sonidos de su habitación, en especial a la voz de Zelgadis y una constante quemazón en las mejillas. Cuando estuvo más despierto descubrió que la quemazón se debía a los constantes intentos de Zelgadis por despertarlo dándole leves palmadas. Finalmente se lo sacudió de encima con un gesto falto de coordinación.
"¿Xellos? ¿Qué sucedió?"
"No lo recuerdo. ¿Sucedió algo importante? Al menos no te rosticé." Dijo aliviado.
"No, no lo hiciste, pero parece que te estabas comunicando con alguien. Mentalmente digo."
"No... no puedo recordar nada de eso. Zel... ¿puedo pedirte un favor?" Musitó con el semblante lleno de seriedad.
"Claro."
"No le digas nada a Filia, por favor."
"Va a ser muy dificil ocultárselo a Filia. Lina y Gourry también lo saben, si a estas alturas Lina no le ha dicho nada serías muy afortunado." Dijo su amigo apresurado.
"Pero si Filia no lo sabe, prometeme que no se lo dirás. Por favor." Le rogó nuevamente y con algo de vehemencia.
"Lo prometo." Dijo finalmente Zelgadis.
"Gracias."
"Será mejor que te deje descansar. Buenas noches Xel." Su amigo se levantó de la cama y bajó suavemente el pábilo de las lámparas antes de salir.
"Buenas noches Zel."
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A la mañana siguiente los cinco jovenes estaban desayunando cuando recibieron una noticia un tanto extraña. El príncipe Monuke había partido durante las horas de la madrugada. Según el recado que había dejado para Filia, le explicaba que le había llegado una nota urgente de parte de su padre y había salido lo más pronto posible a atender el asunto. Sin embargo prometía regresar una semana antes de su próximo cumpleaños cuando celebrarían el compromiso. "¡¡Kuso!! Y yo que le tenía una sorpresa preparada." Gimoteó Lina con coraje.
"No te preocupes Lina, tendrás todo un año para dársela." Sugirió Gourry con una sonrisa mientras llenaba su boca con un enorme pedazo de panqueque chorreando de miel y mantequilla.
"Seguro." La peliroja sonrió y procedió a llenar su boca de la misma forma mientras trataba de esbozar una sonrisa con los cachetes atiborrados.
A pesar de la buena noticia, Filia continuó pinchando sus panqueques con el tenedor. Zelgadis apenas parpadeó cuando Amelia imitó a sus compañeros comelones, tan sólo se dirigió a Filia en tono algo bajo.
"Filia, ¿por qué no le avisas a Xellos que baje a desayunar con nostros?" A pesar del susurro Lina logró escuchar y le echó una mirada furtiva a la rubia.
"No creo que sea buena idea Zel."
"¿Por qué no?"
"Tú lo escuchaste Zel. Está cansado de mí. Creo que sería mejor si tú fueras y lo invitaras a bajar. O mejor aún, puedes subir y acompañarlo... si no te molesta, claro está."
"Filia, pienso que Xellos sólo estaba un poco incómodo con la presencia de Monuke-san."
"Pero tiene razón, mucha razón. No es justo que tenga que estar tras de mí todo el tiempo. ¡Maldito collar! Si yo pudiera..." La rubia se llevó las manos al rostro. Lina y Amelia dejaron de comer. "Si sólo pudiera..." No pudo terminar de hablar pues un obstinado sollozo le ahogó levemente.
"Filia, no te pongas así, ya verás que ahora podremos ayudar a Xellos." Dijo Lina decidida pero Zelgadis le dirigió una mirada extraña y se llevó un dedo a los labios haciéndola callar. "¿Por qué mejor no subimos todos y acompañamos a Xellos a desayunar."
"No creo que quiera verme." Sollozó más fuerte la princesa.
"No es cierto Filia, ya verás que se alegra de verte." Dijo con alegría Gourry, ignorando los acontecimientos de la noche anterior.
"¡Vamos!" Dijo la peliroja levantándose de la mesa y agarrando el plato del cual comía Gourry quien al instante se levantó para seguir su desayuno. Zelgadis y Amelia voltearon los ojos.
"Vamos Fi, ánda." Trató de animarla Amelia. Finalmente Filia se enjugó un poco las lágrimas con la servilleta y se dispuso a seguir a sus amigos.
No tardaron mucho en llegar y tocar a la puerta de Xellos. Amelia se había encargado de pasar por la cocina y obtener un plato de panqueques recién hechos y algo de miel, frutas y mantequilla. Zelgadis la seguía de cerca con un vaso y una jarra de leche, polvo de chocolate y crema.
Cuando entraron a la recámara de Xellos se sorprendieron de encontrarlo aún dormido. Por costumbre el joven solía levantarse temprano pero Zelgadis tenía una idea de lo que podía estarle pasando. Al escuchar el alborozo se despertó y se restregó los ojos pesadamente.
"Buenos días, Xellos-san, es hora de levantarse." Dijo Amelia con entusiasmo mientras colocaba la bandeja con los panqueques sobre una mesita de patas cortas y la colocaba justo en el regazo del joven acabado de levantar.
"Umhh... ¿qué es esto?"
"¡Pero qué falta de educación!" Exclamó Lina fingiéndose ofendida. "Buenos días para tí también Xellos, te hemos traído el desayuno."
"Pensé que estarían despidiendo al príncipe de Giman."
"¡Bahh! Esa serpiente cobarde se escapó temprano en la mañana hoy. Pero ya tendrá que regresar." Dijo decidida la peliroja. "Pero velo por el lado bueno. Ya no tendremos que estar con los nervios de punta por su culpa, al menos no por un tiempo." Zelgadis mientras tanto, colocó la leche y lo demás en la mesa cercana. Filia había tardado un poco en entrar a la habitación pero Xellos no tuvo que verla para saber que estaba allí ni para saber lo que sentía justo en esos momentos la princesa. Con un poco de lentitud comenzó a cortar sus panqueques mientras los demás principes comenzaron a charlar de cosas inanes y Filia se sentaba algo alejada y sin mirarlo.
Aquel sentimiento extraño que provenía de Filia no le permitía desayunar en paz. Se sentía algo culpable por las cosas que le había dicho a la joven la noche anterior. Sin embargo no había podido controlar su propia lengua. Debía haberse desquitado con el príncipe de Giman y no con Filia. A pesar de sentirla demasiado inmadura aún sabía que Filia tenía un buen corazón, uno muy grande con respecto a él. Suspiró mientras terminaba uno de los panqueques y se servía algo de leche. La incesante charla de Lina y Amelia opacaban los demás pensamientos.
"Bien, hoy es nuestro último día aquí en Tougen, ¿por qué no lo aprovechamos al máximo? Salgamos de estas tontas paredes de piedra." Anunció Lina con determinación. Los demás asintieron su proposición.
"Estoy de acuerdo." Chilló Amelia con su dedo en el aire. "¿Vienes con nosotros Xellos?" Le dijo la morena con alegría.
"Ahh... sólo denme unos minutos."
"Por supuesto. Te esperamos en el pasillo." Sin más comenzaron a salir. No bien lo habían dejado sólo se levantó y se escurrió al baño para su rutina matutina. Luego se vistió y se miró al espejo. Los eventos de la noche anterior no habían sido el mejor momento de su vida, eso podía admitir, pero justo en esos momentos no podía ignorar por más tiempo el punzante dolor que aún desde el pasillo llegaba hasta su ser. Era una tristeza fresca y reciente, y lo más que le carcomía era que él fuera el causante.
La noche anterior cuando había estado frente al príncipe de Giman había sentido el terror puro emanar de su forma y lo había percibido como una sensación placentera a pesar de estarse consumiendo por dentro. Otras veces se había sorprendido tratando de palpar las sensaciones de sus amigos, ya fueran alegrías o tristezas, iras o temores.
Comenzó a ponerse el símbolo que había aparecido la noche anterior en su gavetero y las demás joyas que solía usar, sus anillos, collares y demás. Extendió la mano y tomó el cepillo de sobre la superficie de madera. Lo observó unos momentos, como tratando de aclarar sus pensamientos. Suspiró apesadumbrado. Era un tonto. Hasta Gourry sabía mejor que él lo que sentía.
Con paso lento se acercó a la puerta de la recámara, cepillo en mano. Luego de abrirla un poco asomó tímidamente la cabeza.
"Ehh... ¿Filia?" La aludida casi brincó en su lugar, recostada de la pared quedó de pie de inmediato.
"¿Sí?"
"Podrías..." Le dijo al tiempo que levantaba el cepillo. "Es que está muy largo." Dijo algo avergonzado. Filia se le quedó viendo unos largos momentos hasta que Lina, como quien no quiere la cosa, le dio un fuerte empujón en dirección a la puerta.
"Vaya, creo que estoy ansiosa por preparar los caballos, ¿por qué no vamos y ensillamos mientras Xellos termina?"
"Claro, claro." Dijeron algo sonrientes el resto y comenzaron a desfilar pasillo abajo. Filia se quedó unos segundos sin saber qué hacer y sin poder ver a Xellos a los ojos hasta que sintió algo en su mano. Al levantar la vista se percató que tenía el cepillo y que Xellos le esbozaba una pequeñísima sonrisa que sólo ella hubiera podido ver. Un tanto cohibida lo siguió al interior de la recámara. El joven colocó una silla frente al espejo, se sentó y esperó pacientemente hasta que Filia se acercó a sus espaldas. Bajó un poco la vista de modo que podía ver el reflejo de ella en el espejo por entre los mechones de cabello.
Con suaves movimientos Filia comenzó a cepillar los cabellos que tanto adoraba peinar. Eran muy suaves al tacto y al cepillarlos tenía la oportunidad de sentirlos. No eran demasiado largos, apenas habían pasado dos años desde que le prohibiera cortarlo, aún así, llegaba mucho más abajo de lo que pudiera esperarse dado que en un principio lo llevaba al hombro. Xellos le pasó un listón de seda negro y Filia lo puso entre sus labios para sujetarlo mientras comenzaba a recoger los cabellos. Fue inevitable que en el gesto sus dedos se enredaran en el collar y la joven sintió que su corazón se estremecía de impotencia, tristeza y muchas cosas más.
Xellos tuvo que levantar la vista al impacto de la oleada de sentimientos que provenían de Filia. Una nueva punzada de culpa le recordó lo que había pasado.
"¿Filia?"
"¿Sí?"
"Yo... siento lo que dije ayer. Es sólo que..."
"Yo sé lo que te sucede, no tienes que explicármelo." Xellos levantó una ceja curioso.
"¿Lo sabes?" Preguntó algo tenso.
"Yo... yo también me sentiría muy mal si fuera esclava de un collar mágico." Xellos suspiró aliviado. Por unos instantes había pensado que la princesa iba a decir algo que él mismo no se atrevía a aceptar. "Además... Monuke-san nos estaba sacando de nuestras casillas a todos."
"Claro." Respondió al tiempo que descansaba la cabeza en la mano.
"Estoy segura que una cabalgata al aire libre nos puede sentar bien a todos." Sonrió la princesa mientras ataba con cuidado el listón, absteniéndose de formar un lazo con las puntas y optando por un simple nudo. "Listo, ya podemos ir." La sonrisa esta vez fue un poco más amplia.
"Vamos entonces." Murmuró Xellos y comenzó a seguirla sintiendo como si en aquella corta conversación algo se hubiera perdido a mitad de camino.
*******
Youki llamó mentalmente a una de sus doncellas para saber cómo le iban las cosas. *Kimusume.*
/¿Sí mi señor?/
*¿Has descubierto algo?*
/Aún seguimos el carruaje pero nos acercamos a una especie de concentracón mágica./
*Tengan mucho cuidado y avísenme tan pronto sepan algo.*
/Sí mi señor./
Youki suspiró profundamente. Estaba algo preocupado. La noche anterior había enviado a sus doncellas a espiar al Primer Ministro. Habían visto cómo el hombre y el joven Enzeru subían al carruaje, por lo que les había ordenado seguirlo. De esa forma quizás encontrarían a la joven de la que tanto hablaba el joven ninfo.
De repente sus ojos se iluminaron y sonrió. Ahora que había pasado el baile tenía algo de tiempo libre y podría ver qué hacía su loba favorita. Se acercó a la ventana y en un instante desapareció. Cuando volvió a aparecer lo hizo muy cerca del campamento de los guerreros de Koubuchi. El cielo estaba levemente opacado por negras nubes que anunciaban que pronto llovería a cántaros.
Con sigilo se fue acercando al lugar y sin esperar comenzó a buscar la firma astral de la Emperatriz. Su sorpresa fue grande cuando la sintió, débil, muy débil, como si estuviera muy lejos de aquel lugar. Ladeó el rostro en la dirección que sus sentidos le indicaban y comenzó a caminar, desapareciendo segundos más tarde.
La marca se movía a velocidad precipitada y en dirección a Tougen. Maldijo coloridamente. La Emperatriz tenía algo más que una buena dirección. ¿Cómo era posible que hubiera encontrado el camino correcto? Su mente se entretuvo en las preguntas y cuando volvió a aparecer lo hizo justo en medio del camino. Podía sentir a la mujer, seguramente había acabado de pasar por allí. El salvaje relincho de un caballo lo hizo girar bruscamente para encontrarse de frente con la montura de Zellas.
Zellas abrió los ojos sorprendida y aunque trató de detener al animal no pudo evitarlo. Con un corto quejido el cuerpo del hombre fue impactado por el pecho y patas del animal que lo lanzó a varios metros. Cuando el cuerpo finalmente dejó de rodar Zellas ya había logrado controlar a su caballo. Debido a la agitada carrera el animal respiraba trabajosamente y una gruesa capa de espuma le cubría los belfos y parte del cuello.
La Emperatriz desmontó y sacó la espada, acercándose lentamente al hombre que yacía boca abajo sobre el camino. Lo tocó con la punta del arma, al no obtener reacción se acuclilló al lado, posando una mano sobre el cuello. No había pulso alguno. Un tanto histérica lo volteó boca arriba y fue recompensada por un leve quejido.
"Un demonio... no tiene pulso." Se repitió. Cuántas veces había despertado a Xellos mientras dormía siendo un infante porque no podía sentir su pulso o no podía verlo respirar. Claro que sabía que no eran invulnerables, pero seguramente sobreviviría el golpe. Un leve hilillo de sangre muy obscura resbaló de entre los labios del hombre lo que la preocupó un poco más de lo usual, a Xellos nunca lo había visto sangrar, si es que aquello era sangre. Sabía que no era humano, pero ¿acaso eso significaba que no poseía corazón o algún órgano vital? ¿Y qué si se equivocaba y realmente estaba herido? No podía saberlo con certeza.
Ya sabía en qué dirección se encontraba su hijo. En el momento en que estuviera más cerca quizás podría sentirlo más fuertemente. ¿Para qué detenerse ahora? Dudó unos instantes más, no lo necesitaba realmente y sin embargo... aquel hombre era de la misma raza que Xellos. Se necesitaba un milagro para que existiera otro demonio, era sabido que muchos padres terminaban la vida de sus propios hijos por el simple hecho de que tenían una que otra característica de aquella temible raza. Había sido un milagro que ella misma no matara a Xellos cuando lo encontró.
"¿No vas a preguntarme donde está tu hijo?" El susurro la sobresaltó, sin embargo los ojos de Youki no se abrieron.
"Ya tengo una idea de dónde está."
"¿Entonces por qué me preservas la vida?"
"Eres como él." Se le quedó por un buen rato. "¿Puedes levantarte?" La odiada sonrisa regresó al rostro de Youki y abrió los ojos levemente.
"Sólo necesito descansar un poco. Tu caballo es bastante fuerte y no estoy en la mejor condición." Dijo con un lento suspiro, cerrando los verdes írises. Zellas dejó escapar una especie de gruñido sarcástico.
"¿No estás en condición? Pensé que los demonios no necesitaban condición física."
"Yare, yare, necesitamos energía cuando la usamos y estar corriendo tras de tí y vigilando a tu hijo no es tarea fácil." Zellas se tensó visiblemente, dejando la media sonrisa. Con algo de brusquedad se levantó y sujetándolo por el cuello de la camisa lo levantó del camino, pero al ver que no podía sostenerse en pie se pasó un brazo por el hombro y lo sujetó por el torso, dirigiéndolo hacia el caballo que esperaba impaciente. Le permitió recostarse del animal mientras ajustaba nuevamente la silla de montar y buscaba algo en uno de los bolsos de cuero que tenía amarrados.
Youki la observó un poco mareado. No podía negar que la Emperatriz de Koubuchi era hermosa en toda su salvaje apariencia. Salió de su observación al sentir cómo la mujer le ataba las manos con fuerza. Sonrió a su pesar, un simple cordón de seda no iba a detenerlo, ¿cómo podía la bella Emperatriz subestimarlo? Con esa pregunta en mente su rostro se quedó serio, no creía tonta a la mujer.
"Es un cordón especial." Lo dijo más que preguntarlo. La sonrisa de Zellas confirmó sus temores. "Y yo que pensaba que hoy sería mi día libre." Suspiró resignado, recibiendo una mirada curiosa de Zellas. Justo en ese momento un relámpago quebró el cielo y unas leves gotitas de lluvia comenzaron a caer. "Genial." Murmuró volteando los ojos.
*******
¿Qué les pareció hasta aquí? Les aseguro que el próximo capítulo les va a encantar, se títula "El Compromiso", a qué no adivinan lo que va a suceder.
Desde ahora les advierto, viene el avance de tiempo, sino me tardo siglos en llegar a la parte que quiero. El tiempo pasa volando. Y ya saben, dudas, preguntas, críticas, flamas, comentarios, todo es bienvenido.
Se me cuidan mucho todos y Ja ne!
Mención especial para Alpha Jack... espero que ahora puedas leer la historia y dejarme una opinión.
Por cierto... los panqueques son "pancakes", pero aquí en Puerto Rico simplemente les decimos pancakes en inglés, si alguien se sabe una mejor traducción por favor, que me la envíe, porque cuando le pregunté a mis compañeras de trabajo si sabían me miraron con cara de *de qué mata de plátanos te caíste?*.
Capítulo 21
Encuentros Cercanos
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Slayers no me pertenece, los personajes no me pertenecen, los caracteres no me pertenecen. Las babosadas sí.
Gracias por sus reviews a... Zelas M., Fany Metallium (claro que me puedes decir Suisei, conmigo no prob, generalmente me dicen Lady que es más fácil, el nick de suisei significa cometa, por eso me gusta tanto), Lis-chan (arriba la page!), Drake Bad Girl (Fi-chan!!!, saluditos a Raúl, saluditos a tu hermano, me da verguenza reconocer que olvidé el nombre, como siempre le decías tu namagomi personal, claro que en el buen sentido de la palabra), Vanshie (mujer cuándo te voy a encontrar?), Wolf Greywords (como diría el conejito de Quick, qué triste cuando se acaba, yo quelo más historia!!!!) y a Zelda (Yo también tengo muchos peluches de animales, 11 unicornios, 2 Kello Kitty giantes, 2 HK medianas, 12 HK conmemorativas de diferentes paises y 4 conmemorativas de bodas, 2 serpientes, 1 pinguino azul, 1 care bear y si mis pantuflas extra grandes de peluche en color azul cuentan... ejem, nada más con el testigo.)
Para Zelas M., gracias por tu opinión, soy muy adepta a los AU, por eso la ambientanción. Con respecto al atrevimiento pues... creo que por el momento hay suficiente atrevimiento en Zel y Amelia. La intención principal de la historia es ver cómo Filia y Xellos se van descubriendo, primeramente como amigos y luego como algo más. Ya sé que todos quisieramos verlos ya juntitos y acaramelados, pero no todas las relaciones funcionan de esa forma. Por ejemplo la relación de Lina y Gourry, ambos están enamorados el uno del otro pero son incapaces de confesárselo aún. Zelgadis y Amelia son una pareja algo avispada, son la relación más estable de las tres. Filia y Xellos son ambos príncipes muy mimados por sus padres, Xellos es algo arrogante y Filia ni se diga... tiene más fallas de carácter que nada. Pienso que les falta un poco más por aprender, aún les falta crecer en ese sentido. Espero que me tengan paciencia por querer desarrollar la historia de esa forma pero no se preocupen... ya está a punto de llegar la acción.
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Xellos fue despertando lentamente a los sonidos de su habitación, en especial a la voz de Zelgadis y una constante quemazón en las mejillas. Cuando estuvo más despierto descubrió que la quemazón se debía a los constantes intentos de Zelgadis por despertarlo dándole leves palmadas. Finalmente se lo sacudió de encima con un gesto falto de coordinación.
"¿Xellos? ¿Qué sucedió?"
"No lo recuerdo. ¿Sucedió algo importante? Al menos no te rosticé." Dijo aliviado.
"No, no lo hiciste, pero parece que te estabas comunicando con alguien. Mentalmente digo."
"No... no puedo recordar nada de eso. Zel... ¿puedo pedirte un favor?" Musitó con el semblante lleno de seriedad.
"Claro."
"No le digas nada a Filia, por favor."
"Va a ser muy dificil ocultárselo a Filia. Lina y Gourry también lo saben, si a estas alturas Lina no le ha dicho nada serías muy afortunado." Dijo su amigo apresurado.
"Pero si Filia no lo sabe, prometeme que no se lo dirás. Por favor." Le rogó nuevamente y con algo de vehemencia.
"Lo prometo." Dijo finalmente Zelgadis.
"Gracias."
"Será mejor que te deje descansar. Buenas noches Xel." Su amigo se levantó de la cama y bajó suavemente el pábilo de las lámparas antes de salir.
"Buenas noches Zel."
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A la mañana siguiente los cinco jovenes estaban desayunando cuando recibieron una noticia un tanto extraña. El príncipe Monuke había partido durante las horas de la madrugada. Según el recado que había dejado para Filia, le explicaba que le había llegado una nota urgente de parte de su padre y había salido lo más pronto posible a atender el asunto. Sin embargo prometía regresar una semana antes de su próximo cumpleaños cuando celebrarían el compromiso. "¡¡Kuso!! Y yo que le tenía una sorpresa preparada." Gimoteó Lina con coraje.
"No te preocupes Lina, tendrás todo un año para dársela." Sugirió Gourry con una sonrisa mientras llenaba su boca con un enorme pedazo de panqueque chorreando de miel y mantequilla.
"Seguro." La peliroja sonrió y procedió a llenar su boca de la misma forma mientras trataba de esbozar una sonrisa con los cachetes atiborrados.
A pesar de la buena noticia, Filia continuó pinchando sus panqueques con el tenedor. Zelgadis apenas parpadeó cuando Amelia imitó a sus compañeros comelones, tan sólo se dirigió a Filia en tono algo bajo.
"Filia, ¿por qué no le avisas a Xellos que baje a desayunar con nostros?" A pesar del susurro Lina logró escuchar y le echó una mirada furtiva a la rubia.
"No creo que sea buena idea Zel."
"¿Por qué no?"
"Tú lo escuchaste Zel. Está cansado de mí. Creo que sería mejor si tú fueras y lo invitaras a bajar. O mejor aún, puedes subir y acompañarlo... si no te molesta, claro está."
"Filia, pienso que Xellos sólo estaba un poco incómodo con la presencia de Monuke-san."
"Pero tiene razón, mucha razón. No es justo que tenga que estar tras de mí todo el tiempo. ¡Maldito collar! Si yo pudiera..." La rubia se llevó las manos al rostro. Lina y Amelia dejaron de comer. "Si sólo pudiera..." No pudo terminar de hablar pues un obstinado sollozo le ahogó levemente.
"Filia, no te pongas así, ya verás que ahora podremos ayudar a Xellos." Dijo Lina decidida pero Zelgadis le dirigió una mirada extraña y se llevó un dedo a los labios haciéndola callar. "¿Por qué mejor no subimos todos y acompañamos a Xellos a desayunar."
"No creo que quiera verme." Sollozó más fuerte la princesa.
"No es cierto Filia, ya verás que se alegra de verte." Dijo con alegría Gourry, ignorando los acontecimientos de la noche anterior.
"¡Vamos!" Dijo la peliroja levantándose de la mesa y agarrando el plato del cual comía Gourry quien al instante se levantó para seguir su desayuno. Zelgadis y Amelia voltearon los ojos.
"Vamos Fi, ánda." Trató de animarla Amelia. Finalmente Filia se enjugó un poco las lágrimas con la servilleta y se dispuso a seguir a sus amigos.
No tardaron mucho en llegar y tocar a la puerta de Xellos. Amelia se había encargado de pasar por la cocina y obtener un plato de panqueques recién hechos y algo de miel, frutas y mantequilla. Zelgadis la seguía de cerca con un vaso y una jarra de leche, polvo de chocolate y crema.
Cuando entraron a la recámara de Xellos se sorprendieron de encontrarlo aún dormido. Por costumbre el joven solía levantarse temprano pero Zelgadis tenía una idea de lo que podía estarle pasando. Al escuchar el alborozo se despertó y se restregó los ojos pesadamente.
"Buenos días, Xellos-san, es hora de levantarse." Dijo Amelia con entusiasmo mientras colocaba la bandeja con los panqueques sobre una mesita de patas cortas y la colocaba justo en el regazo del joven acabado de levantar.
"Umhh... ¿qué es esto?"
"¡Pero qué falta de educación!" Exclamó Lina fingiéndose ofendida. "Buenos días para tí también Xellos, te hemos traído el desayuno."
"Pensé que estarían despidiendo al príncipe de Giman."
"¡Bahh! Esa serpiente cobarde se escapó temprano en la mañana hoy. Pero ya tendrá que regresar." Dijo decidida la peliroja. "Pero velo por el lado bueno. Ya no tendremos que estar con los nervios de punta por su culpa, al menos no por un tiempo." Zelgadis mientras tanto, colocó la leche y lo demás en la mesa cercana. Filia había tardado un poco en entrar a la habitación pero Xellos no tuvo que verla para saber que estaba allí ni para saber lo que sentía justo en esos momentos la princesa. Con un poco de lentitud comenzó a cortar sus panqueques mientras los demás principes comenzaron a charlar de cosas inanes y Filia se sentaba algo alejada y sin mirarlo.
Aquel sentimiento extraño que provenía de Filia no le permitía desayunar en paz. Se sentía algo culpable por las cosas que le había dicho a la joven la noche anterior. Sin embargo no había podido controlar su propia lengua. Debía haberse desquitado con el príncipe de Giman y no con Filia. A pesar de sentirla demasiado inmadura aún sabía que Filia tenía un buen corazón, uno muy grande con respecto a él. Suspiró mientras terminaba uno de los panqueques y se servía algo de leche. La incesante charla de Lina y Amelia opacaban los demás pensamientos.
"Bien, hoy es nuestro último día aquí en Tougen, ¿por qué no lo aprovechamos al máximo? Salgamos de estas tontas paredes de piedra." Anunció Lina con determinación. Los demás asintieron su proposición.
"Estoy de acuerdo." Chilló Amelia con su dedo en el aire. "¿Vienes con nosotros Xellos?" Le dijo la morena con alegría.
"Ahh... sólo denme unos minutos."
"Por supuesto. Te esperamos en el pasillo." Sin más comenzaron a salir. No bien lo habían dejado sólo se levantó y se escurrió al baño para su rutina matutina. Luego se vistió y se miró al espejo. Los eventos de la noche anterior no habían sido el mejor momento de su vida, eso podía admitir, pero justo en esos momentos no podía ignorar por más tiempo el punzante dolor que aún desde el pasillo llegaba hasta su ser. Era una tristeza fresca y reciente, y lo más que le carcomía era que él fuera el causante.
La noche anterior cuando había estado frente al príncipe de Giman había sentido el terror puro emanar de su forma y lo había percibido como una sensación placentera a pesar de estarse consumiendo por dentro. Otras veces se había sorprendido tratando de palpar las sensaciones de sus amigos, ya fueran alegrías o tristezas, iras o temores.
Comenzó a ponerse el símbolo que había aparecido la noche anterior en su gavetero y las demás joyas que solía usar, sus anillos, collares y demás. Extendió la mano y tomó el cepillo de sobre la superficie de madera. Lo observó unos momentos, como tratando de aclarar sus pensamientos. Suspiró apesadumbrado. Era un tonto. Hasta Gourry sabía mejor que él lo que sentía.
Con paso lento se acercó a la puerta de la recámara, cepillo en mano. Luego de abrirla un poco asomó tímidamente la cabeza.
"Ehh... ¿Filia?" La aludida casi brincó en su lugar, recostada de la pared quedó de pie de inmediato.
"¿Sí?"
"Podrías..." Le dijo al tiempo que levantaba el cepillo. "Es que está muy largo." Dijo algo avergonzado. Filia se le quedó viendo unos largos momentos hasta que Lina, como quien no quiere la cosa, le dio un fuerte empujón en dirección a la puerta.
"Vaya, creo que estoy ansiosa por preparar los caballos, ¿por qué no vamos y ensillamos mientras Xellos termina?"
"Claro, claro." Dijeron algo sonrientes el resto y comenzaron a desfilar pasillo abajo. Filia se quedó unos segundos sin saber qué hacer y sin poder ver a Xellos a los ojos hasta que sintió algo en su mano. Al levantar la vista se percató que tenía el cepillo y que Xellos le esbozaba una pequeñísima sonrisa que sólo ella hubiera podido ver. Un tanto cohibida lo siguió al interior de la recámara. El joven colocó una silla frente al espejo, se sentó y esperó pacientemente hasta que Filia se acercó a sus espaldas. Bajó un poco la vista de modo que podía ver el reflejo de ella en el espejo por entre los mechones de cabello.
Con suaves movimientos Filia comenzó a cepillar los cabellos que tanto adoraba peinar. Eran muy suaves al tacto y al cepillarlos tenía la oportunidad de sentirlos. No eran demasiado largos, apenas habían pasado dos años desde que le prohibiera cortarlo, aún así, llegaba mucho más abajo de lo que pudiera esperarse dado que en un principio lo llevaba al hombro. Xellos le pasó un listón de seda negro y Filia lo puso entre sus labios para sujetarlo mientras comenzaba a recoger los cabellos. Fue inevitable que en el gesto sus dedos se enredaran en el collar y la joven sintió que su corazón se estremecía de impotencia, tristeza y muchas cosas más.
Xellos tuvo que levantar la vista al impacto de la oleada de sentimientos que provenían de Filia. Una nueva punzada de culpa le recordó lo que había pasado.
"¿Filia?"
"¿Sí?"
"Yo... siento lo que dije ayer. Es sólo que..."
"Yo sé lo que te sucede, no tienes que explicármelo." Xellos levantó una ceja curioso.
"¿Lo sabes?" Preguntó algo tenso.
"Yo... yo también me sentiría muy mal si fuera esclava de un collar mágico." Xellos suspiró aliviado. Por unos instantes había pensado que la princesa iba a decir algo que él mismo no se atrevía a aceptar. "Además... Monuke-san nos estaba sacando de nuestras casillas a todos."
"Claro." Respondió al tiempo que descansaba la cabeza en la mano.
"Estoy segura que una cabalgata al aire libre nos puede sentar bien a todos." Sonrió la princesa mientras ataba con cuidado el listón, absteniéndose de formar un lazo con las puntas y optando por un simple nudo. "Listo, ya podemos ir." La sonrisa esta vez fue un poco más amplia.
"Vamos entonces." Murmuró Xellos y comenzó a seguirla sintiendo como si en aquella corta conversación algo se hubiera perdido a mitad de camino.
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Youki llamó mentalmente a una de sus doncellas para saber cómo le iban las cosas. *Kimusume.*
/¿Sí mi señor?/
*¿Has descubierto algo?*
/Aún seguimos el carruaje pero nos acercamos a una especie de concentracón mágica./
*Tengan mucho cuidado y avísenme tan pronto sepan algo.*
/Sí mi señor./
Youki suspiró profundamente. Estaba algo preocupado. La noche anterior había enviado a sus doncellas a espiar al Primer Ministro. Habían visto cómo el hombre y el joven Enzeru subían al carruaje, por lo que les había ordenado seguirlo. De esa forma quizás encontrarían a la joven de la que tanto hablaba el joven ninfo.
De repente sus ojos se iluminaron y sonrió. Ahora que había pasado el baile tenía algo de tiempo libre y podría ver qué hacía su loba favorita. Se acercó a la ventana y en un instante desapareció. Cuando volvió a aparecer lo hizo muy cerca del campamento de los guerreros de Koubuchi. El cielo estaba levemente opacado por negras nubes que anunciaban que pronto llovería a cántaros.
Con sigilo se fue acercando al lugar y sin esperar comenzó a buscar la firma astral de la Emperatriz. Su sorpresa fue grande cuando la sintió, débil, muy débil, como si estuviera muy lejos de aquel lugar. Ladeó el rostro en la dirección que sus sentidos le indicaban y comenzó a caminar, desapareciendo segundos más tarde.
La marca se movía a velocidad precipitada y en dirección a Tougen. Maldijo coloridamente. La Emperatriz tenía algo más que una buena dirección. ¿Cómo era posible que hubiera encontrado el camino correcto? Su mente se entretuvo en las preguntas y cuando volvió a aparecer lo hizo justo en medio del camino. Podía sentir a la mujer, seguramente había acabado de pasar por allí. El salvaje relincho de un caballo lo hizo girar bruscamente para encontrarse de frente con la montura de Zellas.
Zellas abrió los ojos sorprendida y aunque trató de detener al animal no pudo evitarlo. Con un corto quejido el cuerpo del hombre fue impactado por el pecho y patas del animal que lo lanzó a varios metros. Cuando el cuerpo finalmente dejó de rodar Zellas ya había logrado controlar a su caballo. Debido a la agitada carrera el animal respiraba trabajosamente y una gruesa capa de espuma le cubría los belfos y parte del cuello.
La Emperatriz desmontó y sacó la espada, acercándose lentamente al hombre que yacía boca abajo sobre el camino. Lo tocó con la punta del arma, al no obtener reacción se acuclilló al lado, posando una mano sobre el cuello. No había pulso alguno. Un tanto histérica lo volteó boca arriba y fue recompensada por un leve quejido.
"Un demonio... no tiene pulso." Se repitió. Cuántas veces había despertado a Xellos mientras dormía siendo un infante porque no podía sentir su pulso o no podía verlo respirar. Claro que sabía que no eran invulnerables, pero seguramente sobreviviría el golpe. Un leve hilillo de sangre muy obscura resbaló de entre los labios del hombre lo que la preocupó un poco más de lo usual, a Xellos nunca lo había visto sangrar, si es que aquello era sangre. Sabía que no era humano, pero ¿acaso eso significaba que no poseía corazón o algún órgano vital? ¿Y qué si se equivocaba y realmente estaba herido? No podía saberlo con certeza.
Ya sabía en qué dirección se encontraba su hijo. En el momento en que estuviera más cerca quizás podría sentirlo más fuertemente. ¿Para qué detenerse ahora? Dudó unos instantes más, no lo necesitaba realmente y sin embargo... aquel hombre era de la misma raza que Xellos. Se necesitaba un milagro para que existiera otro demonio, era sabido que muchos padres terminaban la vida de sus propios hijos por el simple hecho de que tenían una que otra característica de aquella temible raza. Había sido un milagro que ella misma no matara a Xellos cuando lo encontró.
"¿No vas a preguntarme donde está tu hijo?" El susurro la sobresaltó, sin embargo los ojos de Youki no se abrieron.
"Ya tengo una idea de dónde está."
"¿Entonces por qué me preservas la vida?"
"Eres como él." Se le quedó por un buen rato. "¿Puedes levantarte?" La odiada sonrisa regresó al rostro de Youki y abrió los ojos levemente.
"Sólo necesito descansar un poco. Tu caballo es bastante fuerte y no estoy en la mejor condición." Dijo con un lento suspiro, cerrando los verdes írises. Zellas dejó escapar una especie de gruñido sarcástico.
"¿No estás en condición? Pensé que los demonios no necesitaban condición física."
"Yare, yare, necesitamos energía cuando la usamos y estar corriendo tras de tí y vigilando a tu hijo no es tarea fácil." Zellas se tensó visiblemente, dejando la media sonrisa. Con algo de brusquedad se levantó y sujetándolo por el cuello de la camisa lo levantó del camino, pero al ver que no podía sostenerse en pie se pasó un brazo por el hombro y lo sujetó por el torso, dirigiéndolo hacia el caballo que esperaba impaciente. Le permitió recostarse del animal mientras ajustaba nuevamente la silla de montar y buscaba algo en uno de los bolsos de cuero que tenía amarrados.
Youki la observó un poco mareado. No podía negar que la Emperatriz de Koubuchi era hermosa en toda su salvaje apariencia. Salió de su observación al sentir cómo la mujer le ataba las manos con fuerza. Sonrió a su pesar, un simple cordón de seda no iba a detenerlo, ¿cómo podía la bella Emperatriz subestimarlo? Con esa pregunta en mente su rostro se quedó serio, no creía tonta a la mujer.
"Es un cordón especial." Lo dijo más que preguntarlo. La sonrisa de Zellas confirmó sus temores. "Y yo que pensaba que hoy sería mi día libre." Suspiró resignado, recibiendo una mirada curiosa de Zellas. Justo en ese momento un relámpago quebró el cielo y unas leves gotitas de lluvia comenzaron a caer. "Genial." Murmuró volteando los ojos.
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¿Qué les pareció hasta aquí? Les aseguro que el próximo capítulo les va a encantar, se títula "El Compromiso", a qué no adivinan lo que va a suceder.
Desde ahora les advierto, viene el avance de tiempo, sino me tardo siglos en llegar a la parte que quiero. El tiempo pasa volando. Y ya saben, dudas, preguntas, críticas, flamas, comentarios, todo es bienvenido.
Se me cuidan mucho todos y Ja ne!
Mención especial para Alpha Jack... espero que ahora puedas leer la historia y dejarme una opinión.
Por cierto... los panqueques son "pancakes", pero aquí en Puerto Rico simplemente les decimos pancakes en inglés, si alguien se sabe una mejor traducción por favor, que me la envíe, porque cuando le pregunté a mis compañeras de trabajo si sabían me miraron con cara de *de qué mata de plátanos te caíste?*.
