CAPÍTULO 4: LA MELANCOLÍA DE SHUN
Shun despertó con una horrible jaqueca. Todo el cuerpo le dolía. Abrió los ojos y vio todo borroso. Parpadeó. Dos puntos rojos en un fondo color piel. Que raro. Parpadeó otra vez. El rostro aliviado y, al mismo tiempo, triste de Mu apareció frente a él.
-No sabes lo mucho que me tranquiliza que despertaras, Caballero- le dijo.
-¡Shun!- dijo Seiya atrás de Mu- que alegría-.
Todos lo miraban con alivio, como si hubiera estado a punto de morir o algo parecido. Shun intentó sonreír, pero la mirada triste de Mu...
Shun lo recordó todo. Las mujeres-ave llegaron en medio de la noche. Cantaban dulcemente una canción cuya letra era solo una palabra: Perséfone. Y a pesar de su horrible aspecto, la magia de las voces siniestras hechizó el cuerpo de Shun...lo obligaron a abrir la ventana de la habitación...las nueve entraron...tomaron a la joven diosa...La desesperación que sintió al verlas llevándosela hizo que el hechizo se rompiera. Luchó contra ellas. Derribó a tres. Dos de ellas se aferraban a Perséfone, mientras las cuatro que restaban atacaron a Shun con sus garras, como si fueran electrodos. Sentía las quemaduras de la electricidad que corría por su cuerpo. Gritó, para que sus amigos lo ayudaran...para evitar que se la llevaran... Vio a sus amigos y a su hermano que llegaron a luchar...pero era demasiado tarde. Luego, la más grande había llamado a su diosa...pero no podía ser...Erika...y ella había dicho que sí....
Una lágrima resbaló por su mejilla y llegó hasta su cuello.
-Oh, Shun- dijo Hyoga- acabas de recordar- Shun asintió.
-Shun- dijo Mu- Erika fue la niña que Kiddo me envió para que la enseñara a protegerse; la reencarnación de la diosa Perséfone. Mira- dijo corriendo la cortina. Una exclamación de admiración escapó de sus labios. Una terrible tormenta de nieve caía.- la ausencia de ella provoca el invierno...-.
-¿Ella está...?- comenzó Shun a preguntar, pero las palabras se quebraban en su garganta.
-Está con vida, pero muy lejos de aquí, a donde ningún otro vivo puede entrar. Las sirenas la llevaron ahí-.
-Shiryu dijo que esas mujeres eran sirenas- dijo Seiya- ¿que es eso, Mu?-
-En los tiempos mitológicos, las sirenas eran ninfas- dijo Mu- Eran 9 ninfas encargadas de acompañar a la joven diosa Perséfone, mientras ella paseaba en el jardín. Un dios se enamoró de ella y llegó a su jardín. Se la llevó a su mundo para hacerla su reina. La madre de Perséfone convirtió a las ninfas en sirenas: mujeres con cuerpo de ave, para que buscaran a su hija. Pero las malvadas sirenas se unieron al dios que la tenía prisionera. El invierno llegó al mundo-.
- Mi maestro me contó que nueve diosas, las Musas, combatieron y vencieron a las sirenas, y las obligaron a vivir en una isla- dijo Shiryu- donde se dedicaron a cantar para atraer marinos y hacerlos chocar contra las rocas. Su poder más terrible está en su voz. ...-.
-¿Y qué sucedió con Perséfone?- preguntó Hyoga.
-Se casó con el dios- dijo Mu- pasaba un tiempo con él, en invierno; y un tiempo en la tierra, para que existiera la primavera-.
-¿Quién?- preguntó Shun- ¿con qué dios?-
-Hades- respondió tristemente Mu. Todos se sorprendieron.
-Pero mi maestro dijo que Atena lo había vencido y sellado su alma hace años...- dijo Shiryu.
-Sí, lo sé. Todo esto es muy sospechoso. Pero la presencia de las sirenas solo significa una cosa: Algo extraño está sucediendo en el reino de los muertos, por eso está Atena protegida por los caballeros dorados...-
-¿Y qué haremos ahora?- dijo Seiya.
-Nada- respondió Mu- Atena les ordena que se alejen del Santuario, y que no vayan en busca de problemas...-
-En busca de Perséfone, quieres decir...- murmuró Shun.
-Ni hablar- dijo Seiya, levantando su puño- Saori nos ordenó que la protegiéramos, así que tenemos que ir a ayudarla-
-No tiene caballeros que la defiendan- agregó Hyoga.
-Lo sé- dijo Mu entristecido- ya les dije que nadie puede entrar al reino de los muertos si está con vida, y si muere- agregó levantando la vista- estará sometido completamente a la voluntad de Hades-
-¿Y como la llevaron viva al reino de los muertos?- preguntó Shiryu.
-Ya se los dije -dijo Mu pacientemente- Hades permitió que entrara con vida porque necesita... ¿qué haces, Shun?-.
Shun se estaba levantando, pero un terrible mareo impidió siquiera que se sentara en la cama, y sus compañeros lo obligaron a acostarse de nuevo.
-Estás muy débil, no deberías levantarte.- dijo Mu- Atena los necesita en este momento. No crean que son los únicos que se preocupan por ella, porque...-se interrumpió- Algo malo está sucediendo, y debemos estar todos preparados para lo que sea que venga. Shun- dio volviéndose a él- no te aflijas. Hades sabe muy bien que su vida depende de la de Perséfone, aunque ella no lo ame. No la obligará ni la lastimará...solo la tendrá con él -una lágrima recorrió el rostro de Mu, mientras todos lo miraban intrigados ¿por qué llora?- Lo siento -dijo mientras pasaba la mano por su rostro para secarlo- debo irme ya. Que los dioses los protejan...-
****
Pasaron varios meses. Shun se sentía más deprimido que nunca. No solo había perdido a la mujer que amaba por segunda vez... Ahora estaba solo en la fundación:
Shiryu por fin se había marchado a los Cinco Picos de China para volver a intentar recobrar la vista con su maestro y Shunrei Seiya estaba vagando por Atenas, pues no quería estar ya tan alejado de Saori...sobre todo después de lo que sucedió con Perséfone. Hyoga se había retirado a Siberia, seguramente a visitar a su mamá, en el fondo del lago congelado, en el interior del barco... Ikki...no sabía donde estaba...siempre aparecía y desaparecía a su antojo...
Shun estaba en su cama...se levantó y corrió la cortina...la tormenta de nieve ya había cedido...el mundo se había acostumbrado a la ausencia de Perséfone...
La noche estaba tan hermosa como...como los cabellos de Erika...
Shun se recargó en la orilla de la ventana...algo salió de su camisa, que colgaba de su cuello... el amuleto de su madre... Shun lo miró. Se lo quitó y lo tomó entre sus manos...y recordó otro momento de su infancia...
*************************************************************************
Erika, con sus cabellos negros más cortos que los de él, despeinada, y su cara sucia de tierra y sudor, miraba la noche junto con él, y le sonreía.
-Me gustan las estrellas...-
-Mira, yo tengo una- dijo Shun- me la regaló mi madre...-
-Es muy bella, Shun, pero...-
-¿Qué pasa?-
-Nada, se me hacía conocida...-
*************************************************************************
Erika...no podía sacarla de su cabeza...¿dónde estaría ahora? ¿era cierto lo que Mu había dicho, que estaría a salvo?
Llamaron a la puerta... ¿quién podía ser a estas horas? Desganado, bajó las escaleras y colocó la mano en la perilla de la puerta... recordó que la había visto aparecer por esa misma puerta hacía varios meses...se quedó pensativo hasta que una serie de golpes a la puerta lo apremió a que la abriera... un joven apareció... Shun lo reconoció de inmediato... era David, el hermano de Erika.
-Shun- dijo- nunca tuve oportunidad de agradecerte lo que hiciste por mi hermana... no solo ahora, sino cuando eran niños... ella hablaba mucho de ti, y..., bueno, ella quería que tuvieras esto...- dijo sacando un pequeño anillo de su bolsillo. Era tan pequeño que apenas cabía en el meñique de Shun. Cuando lo acercó para verlo bien, tenía la forma de una estrella rodeada por un círculo... era igual que...David dio la media vuelta y salió...
-Espera!!- dijo Shun. David volteó- ¿dónde conseguiste...?-
-Fue un regalo de mi madre para ella- y se alejó caminando.
Shun entró y se dirigió a su habitación, más triste que nunca. Contempló el pequeño anillo que tenía entre sus manos... sacó el amuleto de su madre, que lo había guardado en el bolsillo, y lo miró...los comparó...eran totalmente iguales...excepto... 'tuyo para siempre'... 'tuya para siempre'... estrechó el anillo y amuleto contra su pecho, y guardó el primero en el bolsillo de su camisa.
Shun se llevó la mano derecha a la cabeza, como si le doliera...de ella aún colgaba el amuleto en forma de estrella...sus lágrimas corrieron por sus mejillas...ya estaba harto de llorar...pero... ¿por qué le sucedía esto a él? Había perdido a sus padres de pequeño...lo separaron de su amiga cuando niño... lo separaron de su hermano...su hermano volvió transformado, malvado...y cuando por fin se había reencontrado con el amor de su vida... ¡maldito destino!
Se acostó en la cama, boca arriba, sin cambiarse. Puso sus manos atrás de su cabeza, mientras miraba las estrellas a través de la ventana... la constelación de Andrómeda brillaba con más fuerza...como tratando de consolar a su caballero...Shun casi sentía a Erika acercar sus labios a los de él...cruzó los brazos... no, no debía acordarse de ello... tal vez una memoria feliz podría ayudar...algún sueño... pero también recordó que no había soñado desde aquel día en que 9 sirenas se habían llevado a una diosa de su lado...
El sol se había puesto desde hacía un rato...y Shun llevaba varios días sin dormir...
Sin poder imaginar otra cosa, Shun juntó sus manos y rezó:
-Perséfone, no se si está bien o mal amar a una diosa como te amo a ti. Desde que te fuiste mi vida ha estado vacía...pues no sé si estas bien o mal... Solo tengo una petición: si estás bien, mándame una señal-.
Shun cerró los ojos, y un dulce sueño lo envolvió...
*************************************************************************
...Shun entrenaba con todos los niños de la fundación. Seiya y los demás se estaban haciendo cada vez más fuertes, pero él... Tatsumi lo odiaba, tal vez por el incidente de que defendió a una niña...Aunque nadie parecía acordarse de eso y lo llamaban cobarde...excepto frente a Ikki...Tatsumi los llama para que tomen sus papeles, para saber a donde irán a entrenar... 'Isla de la Reina Muerte'... Ikki se ofreció a ir en su lugar, a pesar de que Shun le suplicó que no lo hiciera... El señor Kiddo apareció con Saori y una niña más pequeña que la acompañaba, y permitió que Ikki cambiara el lugar de su hermano. Ikki se fue... El señor Kiddo también salió, seguido por Saori y la niña, aunque volteó y le dedicó una sonrisa a Shun... tenía cabellos muy largos, rizados y negros, del mismo color que sus ojos... Shun la miró alejarse...
...Shun dormía en el cuarto de niños de la fundación. El cuarto que estaba casi vacío. Todos ya se habían ido, incluidos Hyoga, Shiryu y su hermano Ikki. Ya solo estaban Seiya y él. Se sentía triste y solo: su mejor amiga, Erika, se había ido por ser mujer hacía un par de años..., y su hermano se había embarcado a la isla de la Reina Muerte en su lugar... Seiya se iría al día siguiente a Grecia, y él sería llevado a la isla de Andrómeda...concilió un sueño intranquilo...
...Sin querer, y aún soñando, había abierto los ojos un poco... una niña de su edad estaba frente a él... con un vestido blanco, parecido a los que usa Saori, la nieta del señor Kiddo, aunque no tan fino ni tan amplio...Shun tenía mucho sueño, y no se atrevía a abrir totalmente los ojos...la niña le sonreía...
...Ella se puso de rodillas junto a la cama...y una paz invadió su corazón... la niña comenzó a pasar los dedos por los cabellos de Shun, que ya no se preguntó más y se quedó profundamente dormido... y solo sintió un pequeño beso en sus labios...
...Erika, vestida de blanco, le decía dulcemente: 'Ya no llores. No estoy tan lejos como crees. ¿Qué no puedes ver? Siempre he estado más cerca de lo que has creído, pero no me has reconocido. Te prometo que nos volveremos a ver muy pronto, si proteges a Atena...'
*************************************************************************
Shun despertó y sonrió.
-Gracias, Perséfone... ya no lloraré por ti...- y puso su mano sobre su corazón.
Shun se volteó en la cama...el sueño cambió...
...Shun era un bebé. Sonreía. Su hermano Ikki lo contemplaba. Shun estiraba sus bracitos para alcanzar a Ikki... Un rato después, Ikki ya no estaba, pero Shun no estaba solo... una niña, de cabellos negros y lisos lo contemplaba con ternura...
Se levantó y se dirigió hacia la ventana. Contempló las estrellas con calma. El amanecer estaba aún lejos...
Pero algo llamó su atención en el cielo...
-¡Algo sucede en el santuario!- pensó- ¡debo ir de inmediato!-.
*************************************************************************
Mientras tanto, en el Santuario...
Mu se encontraba en el santuario, vigilando la casa de Aries. También él contemplaba el cielo... y recordaba a Erika...
'-Mu, ¿por qué aquellas niñas tienen que usar máscaras?-
-Porque ellas serán caballeros femeninos. Así tienen que ser... todas las mujeres del santuario, en entrenamiento o no, tienen que usar máscaras...-
-¿Y porqué yo no?-
-Ya te dijo porqué. Tú eres un caso especial...-
-Porque soy la...- pero Mu la interrumpió negando con la cabeza.
-No lo digas en voz alta. Recuerda que nadie debe saberlo, ni siquiera el Patriarca. Ha estado actuando muy extraño, desde la muerte del caballero Aioros de Sagitario... de cualquier manera, tu no estás aquí para convertirte en caballero, sino para que aprendas a usar la telequinesis para defenderte...así que basta de preguntas y continúa...'
Mu suspiró tristemente.
*************************************************************************
'-He enviado a todos mis jóvenes a conseguir sus armaduras. Solo me quedan dos niñas. Debo quedarme con la mayor, pues la adopté como nieta. Tu ya sabes quien es ella, ¿verdad?-
-Si, señor Kiddo, no es necesario que lo repita-.
-En cuanto a la pequeña- continuó el señor Kiddo- debe aprender a defenderse, pues es su destino que no tenga caballeros que la protejan...- abrió la puerta y dos niñas entraron. La mayor era de piel blanca y cabellos lilas. La pequeña era morena, de cabellos y ojos negros- Erika - dijo el señor Kiddo- desde hoy irás a vivir con Mu, al santuario. Él será tu maestro y protector-.
-Señor- dijo Mu- le juro que le enseñaré todo lo que pueda ayudarle, y que la protegeré con mi vida...-'
*************************************************************************
Hacía ya varios años que Erika había llegado al santuario, a la casa de Aries, en secreto, para aprender a defenderse, pues era la reencarnación de una diosa, que estaba destinada a no tener caballeros que la protegieran, y a casarse con el malvado dios Hades. Cuando Mu se fue a Yamiel, se la llevó consigo para seguir protegiéndola, y Kiki se convirtió en el nuevo discípulo de Mu. Una noche en la que Mu no estaba, una mujer llegó y se llevó a Erika, sin que Kiki pudiera hacer nada para evitarlo. Mu confiaba que lo que le había enseñado serviría para que se defendiera, pero evidentemente su pequeña diosa había utilizado su mayor poder para proteger a otra diosa y a sus caballeros, dejándola vulnerable al ataque de las sirenas de Hades...
Mu miraba el cielo con melancolía, un cielo tan claro que podía distinguir cada una de las estrellas, cuando recibió una visita inesperada...
CONTINUARÁ...
Shun despertó con una horrible jaqueca. Todo el cuerpo le dolía. Abrió los ojos y vio todo borroso. Parpadeó. Dos puntos rojos en un fondo color piel. Que raro. Parpadeó otra vez. El rostro aliviado y, al mismo tiempo, triste de Mu apareció frente a él.
-No sabes lo mucho que me tranquiliza que despertaras, Caballero- le dijo.
-¡Shun!- dijo Seiya atrás de Mu- que alegría-.
Todos lo miraban con alivio, como si hubiera estado a punto de morir o algo parecido. Shun intentó sonreír, pero la mirada triste de Mu...
Shun lo recordó todo. Las mujeres-ave llegaron en medio de la noche. Cantaban dulcemente una canción cuya letra era solo una palabra: Perséfone. Y a pesar de su horrible aspecto, la magia de las voces siniestras hechizó el cuerpo de Shun...lo obligaron a abrir la ventana de la habitación...las nueve entraron...tomaron a la joven diosa...La desesperación que sintió al verlas llevándosela hizo que el hechizo se rompiera. Luchó contra ellas. Derribó a tres. Dos de ellas se aferraban a Perséfone, mientras las cuatro que restaban atacaron a Shun con sus garras, como si fueran electrodos. Sentía las quemaduras de la electricidad que corría por su cuerpo. Gritó, para que sus amigos lo ayudaran...para evitar que se la llevaran... Vio a sus amigos y a su hermano que llegaron a luchar...pero era demasiado tarde. Luego, la más grande había llamado a su diosa...pero no podía ser...Erika...y ella había dicho que sí....
Una lágrima resbaló por su mejilla y llegó hasta su cuello.
-Oh, Shun- dijo Hyoga- acabas de recordar- Shun asintió.
-Shun- dijo Mu- Erika fue la niña que Kiddo me envió para que la enseñara a protegerse; la reencarnación de la diosa Perséfone. Mira- dijo corriendo la cortina. Una exclamación de admiración escapó de sus labios. Una terrible tormenta de nieve caía.- la ausencia de ella provoca el invierno...-.
-¿Ella está...?- comenzó Shun a preguntar, pero las palabras se quebraban en su garganta.
-Está con vida, pero muy lejos de aquí, a donde ningún otro vivo puede entrar. Las sirenas la llevaron ahí-.
-Shiryu dijo que esas mujeres eran sirenas- dijo Seiya- ¿que es eso, Mu?-
-En los tiempos mitológicos, las sirenas eran ninfas- dijo Mu- Eran 9 ninfas encargadas de acompañar a la joven diosa Perséfone, mientras ella paseaba en el jardín. Un dios se enamoró de ella y llegó a su jardín. Se la llevó a su mundo para hacerla su reina. La madre de Perséfone convirtió a las ninfas en sirenas: mujeres con cuerpo de ave, para que buscaran a su hija. Pero las malvadas sirenas se unieron al dios que la tenía prisionera. El invierno llegó al mundo-.
- Mi maestro me contó que nueve diosas, las Musas, combatieron y vencieron a las sirenas, y las obligaron a vivir en una isla- dijo Shiryu- donde se dedicaron a cantar para atraer marinos y hacerlos chocar contra las rocas. Su poder más terrible está en su voz. ...-.
-¿Y qué sucedió con Perséfone?- preguntó Hyoga.
-Se casó con el dios- dijo Mu- pasaba un tiempo con él, en invierno; y un tiempo en la tierra, para que existiera la primavera-.
-¿Quién?- preguntó Shun- ¿con qué dios?-
-Hades- respondió tristemente Mu. Todos se sorprendieron.
-Pero mi maestro dijo que Atena lo había vencido y sellado su alma hace años...- dijo Shiryu.
-Sí, lo sé. Todo esto es muy sospechoso. Pero la presencia de las sirenas solo significa una cosa: Algo extraño está sucediendo en el reino de los muertos, por eso está Atena protegida por los caballeros dorados...-
-¿Y qué haremos ahora?- dijo Seiya.
-Nada- respondió Mu- Atena les ordena que se alejen del Santuario, y que no vayan en busca de problemas...-
-En busca de Perséfone, quieres decir...- murmuró Shun.
-Ni hablar- dijo Seiya, levantando su puño- Saori nos ordenó que la protegiéramos, así que tenemos que ir a ayudarla-
-No tiene caballeros que la defiendan- agregó Hyoga.
-Lo sé- dijo Mu entristecido- ya les dije que nadie puede entrar al reino de los muertos si está con vida, y si muere- agregó levantando la vista- estará sometido completamente a la voluntad de Hades-
-¿Y como la llevaron viva al reino de los muertos?- preguntó Shiryu.
-Ya se los dije -dijo Mu pacientemente- Hades permitió que entrara con vida porque necesita... ¿qué haces, Shun?-.
Shun se estaba levantando, pero un terrible mareo impidió siquiera que se sentara en la cama, y sus compañeros lo obligaron a acostarse de nuevo.
-Estás muy débil, no deberías levantarte.- dijo Mu- Atena los necesita en este momento. No crean que son los únicos que se preocupan por ella, porque...-se interrumpió- Algo malo está sucediendo, y debemos estar todos preparados para lo que sea que venga. Shun- dio volviéndose a él- no te aflijas. Hades sabe muy bien que su vida depende de la de Perséfone, aunque ella no lo ame. No la obligará ni la lastimará...solo la tendrá con él -una lágrima recorrió el rostro de Mu, mientras todos lo miraban intrigados ¿por qué llora?- Lo siento -dijo mientras pasaba la mano por su rostro para secarlo- debo irme ya. Que los dioses los protejan...-
****
Pasaron varios meses. Shun se sentía más deprimido que nunca. No solo había perdido a la mujer que amaba por segunda vez... Ahora estaba solo en la fundación:
Shiryu por fin se había marchado a los Cinco Picos de China para volver a intentar recobrar la vista con su maestro y Shunrei Seiya estaba vagando por Atenas, pues no quería estar ya tan alejado de Saori...sobre todo después de lo que sucedió con Perséfone. Hyoga se había retirado a Siberia, seguramente a visitar a su mamá, en el fondo del lago congelado, en el interior del barco... Ikki...no sabía donde estaba...siempre aparecía y desaparecía a su antojo...
Shun estaba en su cama...se levantó y corrió la cortina...la tormenta de nieve ya había cedido...el mundo se había acostumbrado a la ausencia de Perséfone...
La noche estaba tan hermosa como...como los cabellos de Erika...
Shun se recargó en la orilla de la ventana...algo salió de su camisa, que colgaba de su cuello... el amuleto de su madre... Shun lo miró. Se lo quitó y lo tomó entre sus manos...y recordó otro momento de su infancia...
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Erika, con sus cabellos negros más cortos que los de él, despeinada, y su cara sucia de tierra y sudor, miraba la noche junto con él, y le sonreía.
-Me gustan las estrellas...-
-Mira, yo tengo una- dijo Shun- me la regaló mi madre...-
-Es muy bella, Shun, pero...-
-¿Qué pasa?-
-Nada, se me hacía conocida...-
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Erika...no podía sacarla de su cabeza...¿dónde estaría ahora? ¿era cierto lo que Mu había dicho, que estaría a salvo?
Llamaron a la puerta... ¿quién podía ser a estas horas? Desganado, bajó las escaleras y colocó la mano en la perilla de la puerta... recordó que la había visto aparecer por esa misma puerta hacía varios meses...se quedó pensativo hasta que una serie de golpes a la puerta lo apremió a que la abriera... un joven apareció... Shun lo reconoció de inmediato... era David, el hermano de Erika.
-Shun- dijo- nunca tuve oportunidad de agradecerte lo que hiciste por mi hermana... no solo ahora, sino cuando eran niños... ella hablaba mucho de ti, y..., bueno, ella quería que tuvieras esto...- dijo sacando un pequeño anillo de su bolsillo. Era tan pequeño que apenas cabía en el meñique de Shun. Cuando lo acercó para verlo bien, tenía la forma de una estrella rodeada por un círculo... era igual que...David dio la media vuelta y salió...
-Espera!!- dijo Shun. David volteó- ¿dónde conseguiste...?-
-Fue un regalo de mi madre para ella- y se alejó caminando.
Shun entró y se dirigió a su habitación, más triste que nunca. Contempló el pequeño anillo que tenía entre sus manos... sacó el amuleto de su madre, que lo había guardado en el bolsillo, y lo miró...los comparó...eran totalmente iguales...excepto... 'tuyo para siempre'... 'tuya para siempre'... estrechó el anillo y amuleto contra su pecho, y guardó el primero en el bolsillo de su camisa.
Shun se llevó la mano derecha a la cabeza, como si le doliera...de ella aún colgaba el amuleto en forma de estrella...sus lágrimas corrieron por sus mejillas...ya estaba harto de llorar...pero... ¿por qué le sucedía esto a él? Había perdido a sus padres de pequeño...lo separaron de su amiga cuando niño... lo separaron de su hermano...su hermano volvió transformado, malvado...y cuando por fin se había reencontrado con el amor de su vida... ¡maldito destino!
Se acostó en la cama, boca arriba, sin cambiarse. Puso sus manos atrás de su cabeza, mientras miraba las estrellas a través de la ventana... la constelación de Andrómeda brillaba con más fuerza...como tratando de consolar a su caballero...Shun casi sentía a Erika acercar sus labios a los de él...cruzó los brazos... no, no debía acordarse de ello... tal vez una memoria feliz podría ayudar...algún sueño... pero también recordó que no había soñado desde aquel día en que 9 sirenas se habían llevado a una diosa de su lado...
El sol se había puesto desde hacía un rato...y Shun llevaba varios días sin dormir...
Sin poder imaginar otra cosa, Shun juntó sus manos y rezó:
-Perséfone, no se si está bien o mal amar a una diosa como te amo a ti. Desde que te fuiste mi vida ha estado vacía...pues no sé si estas bien o mal... Solo tengo una petición: si estás bien, mándame una señal-.
Shun cerró los ojos, y un dulce sueño lo envolvió...
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...Shun entrenaba con todos los niños de la fundación. Seiya y los demás se estaban haciendo cada vez más fuertes, pero él... Tatsumi lo odiaba, tal vez por el incidente de que defendió a una niña...Aunque nadie parecía acordarse de eso y lo llamaban cobarde...excepto frente a Ikki...Tatsumi los llama para que tomen sus papeles, para saber a donde irán a entrenar... 'Isla de la Reina Muerte'... Ikki se ofreció a ir en su lugar, a pesar de que Shun le suplicó que no lo hiciera... El señor Kiddo apareció con Saori y una niña más pequeña que la acompañaba, y permitió que Ikki cambiara el lugar de su hermano. Ikki se fue... El señor Kiddo también salió, seguido por Saori y la niña, aunque volteó y le dedicó una sonrisa a Shun... tenía cabellos muy largos, rizados y negros, del mismo color que sus ojos... Shun la miró alejarse...
...Shun dormía en el cuarto de niños de la fundación. El cuarto que estaba casi vacío. Todos ya se habían ido, incluidos Hyoga, Shiryu y su hermano Ikki. Ya solo estaban Seiya y él. Se sentía triste y solo: su mejor amiga, Erika, se había ido por ser mujer hacía un par de años..., y su hermano se había embarcado a la isla de la Reina Muerte en su lugar... Seiya se iría al día siguiente a Grecia, y él sería llevado a la isla de Andrómeda...concilió un sueño intranquilo...
...Sin querer, y aún soñando, había abierto los ojos un poco... una niña de su edad estaba frente a él... con un vestido blanco, parecido a los que usa Saori, la nieta del señor Kiddo, aunque no tan fino ni tan amplio...Shun tenía mucho sueño, y no se atrevía a abrir totalmente los ojos...la niña le sonreía...
...Ella se puso de rodillas junto a la cama...y una paz invadió su corazón... la niña comenzó a pasar los dedos por los cabellos de Shun, que ya no se preguntó más y se quedó profundamente dormido... y solo sintió un pequeño beso en sus labios...
...Erika, vestida de blanco, le decía dulcemente: 'Ya no llores. No estoy tan lejos como crees. ¿Qué no puedes ver? Siempre he estado más cerca de lo que has creído, pero no me has reconocido. Te prometo que nos volveremos a ver muy pronto, si proteges a Atena...'
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Shun despertó y sonrió.
-Gracias, Perséfone... ya no lloraré por ti...- y puso su mano sobre su corazón.
Shun se volteó en la cama...el sueño cambió...
...Shun era un bebé. Sonreía. Su hermano Ikki lo contemplaba. Shun estiraba sus bracitos para alcanzar a Ikki... Un rato después, Ikki ya no estaba, pero Shun no estaba solo... una niña, de cabellos negros y lisos lo contemplaba con ternura...
Se levantó y se dirigió hacia la ventana. Contempló las estrellas con calma. El amanecer estaba aún lejos...
Pero algo llamó su atención en el cielo...
-¡Algo sucede en el santuario!- pensó- ¡debo ir de inmediato!-.
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Mientras tanto, en el Santuario...
Mu se encontraba en el santuario, vigilando la casa de Aries. También él contemplaba el cielo... y recordaba a Erika...
'-Mu, ¿por qué aquellas niñas tienen que usar máscaras?-
-Porque ellas serán caballeros femeninos. Así tienen que ser... todas las mujeres del santuario, en entrenamiento o no, tienen que usar máscaras...-
-¿Y porqué yo no?-
-Ya te dijo porqué. Tú eres un caso especial...-
-Porque soy la...- pero Mu la interrumpió negando con la cabeza.
-No lo digas en voz alta. Recuerda que nadie debe saberlo, ni siquiera el Patriarca. Ha estado actuando muy extraño, desde la muerte del caballero Aioros de Sagitario... de cualquier manera, tu no estás aquí para convertirte en caballero, sino para que aprendas a usar la telequinesis para defenderte...así que basta de preguntas y continúa...'
Mu suspiró tristemente.
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'-He enviado a todos mis jóvenes a conseguir sus armaduras. Solo me quedan dos niñas. Debo quedarme con la mayor, pues la adopté como nieta. Tu ya sabes quien es ella, ¿verdad?-
-Si, señor Kiddo, no es necesario que lo repita-.
-En cuanto a la pequeña- continuó el señor Kiddo- debe aprender a defenderse, pues es su destino que no tenga caballeros que la protejan...- abrió la puerta y dos niñas entraron. La mayor era de piel blanca y cabellos lilas. La pequeña era morena, de cabellos y ojos negros- Erika - dijo el señor Kiddo- desde hoy irás a vivir con Mu, al santuario. Él será tu maestro y protector-.
-Señor- dijo Mu- le juro que le enseñaré todo lo que pueda ayudarle, y que la protegeré con mi vida...-'
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Hacía ya varios años que Erika había llegado al santuario, a la casa de Aries, en secreto, para aprender a defenderse, pues era la reencarnación de una diosa, que estaba destinada a no tener caballeros que la protegieran, y a casarse con el malvado dios Hades. Cuando Mu se fue a Yamiel, se la llevó consigo para seguir protegiéndola, y Kiki se convirtió en el nuevo discípulo de Mu. Una noche en la que Mu no estaba, una mujer llegó y se llevó a Erika, sin que Kiki pudiera hacer nada para evitarlo. Mu confiaba que lo que le había enseñado serviría para que se defendiera, pero evidentemente su pequeña diosa había utilizado su mayor poder para proteger a otra diosa y a sus caballeros, dejándola vulnerable al ataque de las sirenas de Hades...
Mu miraba el cielo con melancolía, un cielo tan claro que podía distinguir cada una de las estrellas, cuando recibió una visita inesperada...
CONTINUARÁ...
