CAPITULO 7: LA FUERZA DEL DESTINO

Shun se levantó y miró a las sirenas. Eran las mismas mujeres con armadura alada y máscaras negras que habían entrado a la fundación hacía varias semanas. Las nueve estaban entre Erika y los demás, y no se veían dispuestas a moverse.

-Oh, no, no otra vez...- dijo Shun.

-Ahora que Hades ha sido vencido, Perséfone debe morir también...- dijo la jefa de las sirenas.

-¿Qué?-gritó Shun enfadado- eso no es verdad... Hades no les pudo ordenar eso-

-Lo sabemos- dijo maliciosamente la sirena- Hades nos ordenó que cuidáramos su vida aunque él fuera vencido. Pero ahora ya no tenemos que seguir sus órdenes, y si para volver a ser ninfas debemos matarla, lo haremos-.

-No lo permitiré- dijo Shun. Las sirenas se echaron a reír.

-¿Acaso planeas pelear tú solo contra las 9?- dijo la jefa.

-No solo-dijo Hyoga.

-Nosotros también ayudaremos- dijo Shiryu. Ikki se cruzó de brazos y afirmó con la cabeza.

Atrás de las sirenas, Erika sonrió.

-'Gracias, Shun...'-pensó-'...esta vez yo también puedo ayudarte, Shun'-, y de pronto, un muro de cristal separó al cuerpo de Seiya, sostenido por Atena, de la batalla. Shun miró a Erika.

El cosmo de los cuatro caballeros de bronce estaba empezando a arder...

-¡Dragón Naciente!-dijo Shiryu.

-¡Polvo de Diamantes!- gritó Hyoga.

-¡Ave Fénix!- dijo Ikki.

-¡Cadena de Andrómeda!- gritó Shun.

-¡Revolución de Estrellas!- dijo una voz atrás de los cuatro caballeros de Bronce, quieres voltearon al reconocerla. Era Mu.

-¡¿Mu!?- dijo Shun- ¿tú no estabas...?-.

Mu sonrió y miró hacia Erika. Shun hizo lo mismo. El anillo de Estrella en su dedo estaba brillando.

Tres sirenas cayeron al suelo sin vida tras el ataque de los caballeros de Bronce y el caballero dorado.

-Tres, y faltan seis- dijo Ikki.

Cuando el anillo de Estrella volvió a brillar cuatro veces, aparecieron Adebarán, Saga, Kanon y Máscara Mortal.

-¿Qué?- dijo una sirena- ¡está usando el poder del anillo!- y las demás sirenas parecían haber perdido todo su valor en un segundo.

Todos estaban asombrados. Las sombras de los caballeros dorados estaban volviendo a la vida. Tras varios destellos del anillo, aparecieron Aioria, Shaka, Dokho, Milo, Aioros, Shura, Camus y Afrodita.

-No peleas solo, Shun- dijo Milo.

-Tampoco los caballeros de Bronce pelean solos- dijo Aioria.

-Es tiempo que los caballeros dorados también combatamos- dijo Mu.

-¡Revolución de Estrellas!-

-¡Gran Cuerno!-

-¡Explosión de Galaxias!-

-¡Ondas infernales!-

-¡Relámpago de Poder!-

-¡Capitulación del Demonio!-

-¡Dragón Naciente!-

-¡Aguja Escarlata!-

-¡Relámpago de Poder!-

-¡Excalibur!-

-¡Polvo de Diamantes!-

-¡Rosas Pirañas!-

Hubo una fuerte explosión producida por los ataques de los caballeros dorados. Cuando desapareció, solo quedaba con vida la jefa de las sirenas.

-¡Maldición!- decía. Trató de tomar a Erika pero ella se protegió con el muro de cristal.

-Ni lo sueñes, maldita, no lo volverán a hacer- dijo Erika sonriendo. Shun dio un paso adelante.

-Deja a Erika en paz-dijo- yo seré quien te derrote-.

Ikki miró extrañado el comportamiento de su hermano, que nunca quería pelear, siempre tratando de no lastimar a nadie. Pero esta vez era diferente.

-'Ya la he perdido dos veces'-pensaba Shun- 'no lo volveré a hacer'-.

La sirena se echó a reir.

-Tonto, te destruiré- dijo- te venceré como la última vez- desplegó sus alas y se elevó, volando directamente hacia Shun.

-¡Garras malignas!-

-¡Cadena de Andrómeda!-

La cadena golpeó a la sirena, pero ésta se levantó y se volvió a elevar. Golpeó a Shun antes de que él pudiera atacar de nuevo. Con sus garras, tomó a Shun por el cuello y le administró su carga eléctrica. Shun gritaba de dolor...pero su cosmo comenzó a arder hasta el infinito...

-¿Qué?- dijo la sirena- ¿por qué no ha perdido la conciencia, como la última vez...?-

Shun la atacó con toda la fuerza de su cosmo. La sirena cayó al suelo y ya no se levantó. Estaba muerta.

Shun y Erika se miraron y se sonrieron. Pero...

Atena miraba lo que acababa de suceder. Pero aún no podía dejar de llorar, pues Seiya acababa de morir... Y aún las diosas sienten tristeza.

Erika se arrodilló junto a Seiya, y volvió la vista a Shun, que había comenzado a dejar correr sus lágrimas de nuevo...

-Era tu mejor amigo, ¿verdad, Shun?- dijo Erika con tristeza. Shun respondió moviendo su cabeza.

-Seiya- dijo Erika volviendo la vista a donde se encontraba el cuerpo del caballero de Bronce- sé que tú diste tu vida por Atena...- tocó su anillo de Estrella, que brilló otra vez- Hades me concedió devolver a vida a cualquier caballero que yo quiera... así que despierta, Seiya...-

El cuerpo de Seiya se sacudió ligeramente, pero volvió a quedar inmóvil. Saori dejó que sus lágrimas siguieran corriendo, al ver que su última esperanza de que Seiya vuelva a la vida parecía inútil, y sumergió su cabeza en sus brazos.

-Ahora entiendo- dijo Erika- mi anillo perderá su poder si devuelvo a la vida a un caballero que el mismo Hades mató. Pero correré el riesgo, pues ya no me sirve de nada...- puso su mano sobre el corazón de Seiya- despierta, Seiya-.

El anillo desapareció en una nube blanca. Seiya abrió los ojos y sonrió.

-Seiya- dijeron Ikki, Hyoga y Shiryu al mismo tiempo, que hizo que Saori levantara la vista.

-Siento haberte hecho perder tu anillo-dijo Seiya.

-No te preocupes- dijo Erika- se la debo a Saori. Ella me cuidó cuando éramos niñas, y me acompañaba a espiar a los niños...-dijo mientras Saori la miraba llorando, esta vez de felicidad.

-Gracias.- dijo Saori.

Shun tomó las manos de Erika, y la ayudó a levantarse. Estaban de pie, uno frente al otro. Se sonrieron. Entonces...un murmullo de asombro... Seiya y Saori se estaban besando. Todos los caballeros los miraban asombrados.

-Wow- dijo Hyoga, mientras Shiryu miraba con la boca abierta e Ikki cruzaba los brazos, dirigiendo la mirada a otra parte para sonreír.

-Shun- dijo Mu, ignorando a Seiya y Saori- esa niña es mi tesoro. Más te vale que la cuides muy bien, o te mataré-.

Shun sonrió nervioso y se sonrojó.

-Vámonos- dijo Shun- volvamos a la tierra...ya pasaremos la eternidad aquí...-

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Unas horas más tarde, estaban enfrente del edificio de la fundación Kiddo.

-Todo empezó aquí- dijo Saori- ahora puedo volver...- y, tomando a Seiya de la mano, entró a la mansión.

-Ya estamos a salvo- dijo Hyoga.

-Sí, y hasta parece como si acabara de comenzar el verano- dijo Shiryu. Era verdad: sin Hades, la tierra se veía más bella que el jardín de Saras, en la casa de Virgo. Hyoga suspiró.

-Creo que esta vez no volveré a Siberia. Iré a Asgard-.

-Yo volveré a China, a los Cinco Viejos Picos, pues Shunrei me está esperando ahí-.

-Yo vagaré como siempre- dijo Ikki. Mu sonrió.

-Pues bien. Los caballeros dorados podemos ir a donde queramos, ya que el Santuario ya no existe y tardarán años en reconstruirlo. Seiya se quedará aquí, supongo, por un buen tiempo. Y Shun se va a quedar con mi tesoro-.

-Estoy seguro de que Shun cuidará muy bien a Erika- dijo Ikki- no te preocupes, Mu-.

-Lo sé- Mu sonrió.

-Por cierto, ¿dónde están esos dos?- preguntó Ikki

Con un gesto, Mu le indicó un árbol en el jardín. Los dos jóvenes estaban bajo el árbol, sumergidos en un beso profundo.

En cierto modo, ese era el destino de los dos. Era el destino de Shun ser Hades. El de Erika era ser su diosa. El destino se cumplió.

"TAN TERRIBLE Y CAPRICHOSO ES EL DESTINO, QUE NI LOS DIOSES SE PUEDEN SUSTRAER DE ÉL..."