I know something about love…

Por: Ariadna.

Segunda Semana: Día 10: Mimi.

Nunca me ha gustado escuchar conversaciones ajenas.

En serio, no me gusta.

...

Bueno, tal vez un poco. ¡Pero sólo un poco!

Y esa es la medida normal, ¿No es así?

Como sea, no es a propósito.

En este caso, por ejemplo, simplemente había regresado a la casa por un chaleco, ya que aunque dejó de llover sigue haciendo mucho frío. ¿El problema? Hikari y Ken estaban en medio de lo que parece una conversación privada en la habitación donde tengo mi ropa. No quise ni interrumpir ni inmiscuirme.

No es mi culpa que las paredes sean tan delgadas que se pueda oír todo... Y que la puerta esté entreabierta...

-¿Estás hablando en serio? – la voz levemente alterada de Hikari fue lo primero en llamar mi atención.

-Creo que es lo mejor. – replicó Ken, su voz más reconocible pues estaba tranquilo. – Sé que sientes lo mismo.

Un momento de silencio y Hikari pareció respirar profundo para calmarse.

-Comprendo. – dijo al fin, ahora en un hilo de voz.

¿Estará bien? Tengo la tendencia de preocuparme por ella sobremanera este último tiempo...

-¿No podemos esperar a regresar a Odaiba? – pidió ella.

-¿Por qué? – replicó él.  – Estaríamos mintiéndole a los demás.

-Si, pero... – soltó un respingo. – Quiero tener la oportunidad de evitar hablar del tema con Miyako, Sora y Mimi. ¡Especialmente Mimi!

Fruncí el ceño. ¿Qué tiene de malo que me entere de lo que sea que estén hablando? Me duele que Hikari no confíe en mi. Sé guardar muy bien un secreto.

...

Bueno, tal vez no tanto.

Pero cuando revelé esa vez que Sora y Taichi comenzaron su noviazgo fue porque pensé que todos sabían. Viviendo yo lejos me supongo que para cuando me llegan las noticias todo el mundo está enterado...

Y Jou me había prometido decirle a todos de su homosexualidad cuando se me escapó de los labios...

Y tampoco fue mi culpa el haber encontrado en una posición comprometedora a Yamato y Koushirou en esa ocasión. Y fue tan sorprendente que tenía que contarle al menos a Sora y Miyako. Si ellas les dijeron a los demás estaba fuera de mis manos...

...

Ok, tal vez no soy para nada buena guardando secretos después de todo.

-¿Quieres esperar a que Mimi vuelva a Estados Unidos para no tener que lidiar con ella? – interrogó Ken, dudoso. – No lo entiendo.

Yo tampoco, pensé para mi.

-Es una amiga menos con la cual hablar respecto a esto. – Hikari respondió, seca.

-No será fácil para mi tampoco. – él dijo.

-Lo sé, por eso insisto en que esperemos. Mi hermano te matará.

Uf, ¿Qué está pasando aquí? Digo, si Taichi no lo mató al momento de enterarse que él y Hikari eran novios, no veo qué puede ser tan malo...

Es gracioso eso. Hasta Daisuke sintió miedo de acercarse a Hikari en su momento por culpa del puño amenazador del hermano mayor... Taichi es así, muy macho cuando hay que tratar con hombres, pero cuando se trata de chicas... Se derrite enseguida. Si yo fuera a cortejar a su hermanita, no se le ocurriría ni siquiera alzar su voz.

... ¿¿Pero qué tonterías estoy pensando??

Ah, de vuelta a la conversación...

-Taichi conoce mejor mis sentimientos que yo mismo. – explicó Ken.

Hikari suspiró.

-¿No hay forma de hacerte cambiar de opinión?

-Sabes que te quiero mucho, Hikari. – habló él. – Pero...

-Si, ya sé. – su mal humor se sintió claramente. – Tienes razón, dejémoslo así.

No sé muy bien porqué, pero cuando Ken salió de la habitación no atiné a esconderme. Creo que no sentí la necesidad de hacerlo...

Cruzamos miradas por unos segundos, dedicándome él una tímida sonrisa. Luego caminó por mi lado y siguió su paso.

Entré al cuarto para encontrar a Hikari de espaldas a mi.

Por primera vez en mi vida no supe qué decir.

Y de pronto escuché sus sollozos.

Hikari... ¿Lloraba?

No supe si ir por Ken, Taichi o Sora, o quien fuera... No estoy acostumbrada a tratar con el llanto, que no sea el mío al menos. La semana pasada me avergoncé de mi misma por no saber apoyar a Miyako por el asunto de Michael, por eso me empeñé tanto en emparejarlos después.

Pero esto...

Di un paso hacia atrás y ella finalmente me escuchó. Al girarse pude ver que sus ojos aún no estaban rojos, pero si había en ellos muchas lágrimas a punto de caer.

-¿Por qué...? – murmuró ella, antes de caer de rodillas y cubrirse la cara con las manos. - ¿Por qué, de todos, tienes que ser tú quien me vea así?

En vez de decidirme a interrogarla para saber cuál rayos era su problema conmigo, me acerqué y la abracé.

La abracé para darle a entender que ella me importaba a pesar de eso, y que si quería llorar lo hiciera con todas sus fuerzas.

Y así fue.

Lloró durante media hora antes de calmarse, y después quedarse dormida en mis brazos.

Debo decir, se veía angelical así...

...

Y me decidí. Cuando despertara le diría de mis sentimientos.

De mis sentimientos por las mujeres en general y por ella en particular.

Haría caso de la canción que siempre tarareo, que por algo es mi favorita. Habla de atreverse y arriesgarse por lo que uno quiere... A ver si así obtengo algo de suerte...

Cuando ella despierte...

Fin del décimo Archivo.