Día de los Inocentes.
Shaman King pertenece a Hiroyuki Takei; lo demás es mío...
1.- Los planes de Horo Horo.
-¡25 de Noviembre! -exclamó con gozosa malicia Horo Horo aquella noche otoñal, mientras tachaba en el calendario el día antes mencionado, y mirando con emoción contenida el día siguiente, encerrado en un gran círculo rojo con la leyenda "Día de los Inocentes" a un lado.
-Hermano, ¿porqué te alegra tanto? -preguntó Pilika tratando de adivinar los pocos pensamientos de su hermano mayor.
-Aaaaaaah, es que mañana iremos a casa de Yoh y sucederán unas cuantas cosas -respondió el ainu guiñándole un ojo maliciosamente.
-Horo Horo...¿no crees que ya estás grande para hacer tus bromas? -Pilika suspiro pesadamente- Además, todo el mundo sabe que tu en esa cuestión eres muy peligroso...¿No recuerdas lo que pasó el año pasado con el tinte de mamá? No se le hizo muy gracioso tener el pelo morado por una semana -recordó la chica dejando escapar una pequeña risa. El shaman guardó silencio, demasiado concentrado en pasar lista a su bagaje de cosas útiles para mañana, y no en el rostro de su madre persiguiéndolo por toda la aldea con un lindo violeta en el pelo.
-Mmm, no te preocupes -musitó guardando las cosas.
-Está bien, siempre y cuando no le pase nada a Ren -la chica calló súbitamente, tapándose la boca y sonrojándose- Es decir... -agregó levantándose de la pequeña mesa en la que estaban reunidos- No le hagas daño a nadie -dijo mientras se iba a dormir.
-No, solo serán unas cuantas bromitas -repuso el chico repasando mentalmente lo que iba a hacer el día siguiente. Pasada media hora, el también se fue a dormir, no sin antes emitir una pequeña risa.
-No saben lo que les espera...
~_~_~_~_~
-¡Ya llegamos! -exclamaron al unísono Horo Horo y Pilika entrando a la pensión Asakura. Del interior varias voces los saludaron, así que los hermanos se dirigieron a la habitación que daba al jardín, que era la sala de estar. Ahí, en torno a una mesa baja se encontraban Yoh, Ren, Manta, Tamao y Anna; los dos primeros sentados ante la mesa (viéndose frente a frente), mientras que Manta estaba de pie al igual que las chicas, todos mirando una caja que estaba en el centro de la mesa.
-Son unos platos muy bonitos -dijo Ren asomándose a la caja.- ¿Para qué los compraste Anna?
-La vajilla ya estaba muy maltratada además de unos cuantos platos rotos, así que pensé que sería bueno cambiarla por algo mejor -respondió la muchacha mientras Tamamura asentía entusiasmada.- Así que -agregó cruzándose de brazos, un brillo autoritario cruzando su mirada- Son unos platos que costaron una fortuna por ser antiguos, por lo que no quiero que nadie rompa ni siquiera una pieza...-dijo seriamente mirando a todos- ¿Entendido? De lo contrario sufrirán las consecuencias...-agregó duramente.
-Sí Anna -le respondieron 3 voces masculinas.
-No te preocupes Anna -intervino el shaman del norte apareciendo en escena- Te prometo que no les pasará nada a estos platos -dijo sacando uno de la caja, ante la mirada de los demás; era un bonito plato grande, de porcelana muy fina, con un decorado de unas pequeñas lilas con violetas en los bordes- Aunque les haga esto -y empezó a pasarse el plato de una mano a otro, lanzándolo al aire, dándole vueltas, mil y un malabares con la pieza. Los que estaban ahí miraban fascinados y atemorizados lo que ocurría.
-Horo Horo...- gruñó la sacerdotisa cerrando los puños, su aura brillando malignamente.
-Y no les pasa nada -seguía diciendo el muchacho alzando al aire por enésima vez el plato, solo que esta vez su mano no alcanzó a sujetarlo. Varios pares de oídos escucharon el grito del ainu, y varios pares de ojos vieron con alivio que Manta (que estaba al lado del chico) lograba agarrar el plato, surgiendo un suspiro de alivio general.
-Eso estuvo cerca -susurró el rubio nerviosamente colocando el plato en la caja.
-¿Si verdad? -respondió Horo Horo tratando de aligerar la tensión que crecía poco a poco en el ambiente, riendo nerviosamente.- Lo bueno es que no pasó a mayores ¿verdad Anna? -le preguntó a la sacerdotisa, su aura todavía brillando.
-Horo Horo...-dijo.
-¿Sí? -pregunto este, grandes gotas de sudor en su frente.
-¡Pagarás las consecuencias! -exclamó la chica empleando al instante una de sus súper patadas con el shaman, dejándolo en medio minuto en el piso con varios golpes. Los demás guardaron silencio cuando Kyouyama terminó.
-Ya saben -dijo refiriéndose al pobre Horo Horo- Con la vajilla no se juega -agregó amenazadoramente.- Tamao...
-¿Si señorita Anna?
-Lleva la vajilla al armario grande -ordenó. La chica de pelo rosa asintió y tomo la caja; al salir del comedor le dirigió una mirada lastimera al muchacho maltrecho.
-¡Pobre joven Horo Horo! -suspiró conmovida viéndolo inconsciente (o al menos eso creían). La joven continuo avanzando, pero no bien había avanzando un paso...
-¡Estoy bien! -exclamó una voz potentemente a la vez que el ainu se ponía en pie de un salto, cosa que nadie se esperaba.
¡CRASH!
-¡Joven Horo Horo!
-¡Hermano! -exclamó Pilika temiendo lo peor.
Tanto Manta como Yoh y el chico chino se taparon instintivamente los oídos y cerraron los ojos al ver como la caja con los platos caía al suelo, provocando un estallido de platos rotos. Los chicos esperaron por unos segundos, tras lo cual abrieron ligeramente los ojos, viendo lo que sucedía. La caja había caído estrepitosamente al suelo, dejando ver pedazos de la loza fina. A su lado, Tamao sollozaba sin poder controlarse.
-¡Lo siento mucho señorita Anna! -gimió tapándose la cara para no ver el desastre que había a sus pies- ¡Por favor perdóneme!
La rubia contempló fríamente lo sucedido y avanzó hacia Tamamura, inclinándose hasta quedar a su altura.
-No te preocupes -le dijo tranquilamente.
-¿En serio señorita Anna?
-Nadie se esperaba semejante estupidez -en este punto Anna miró a Horo Horo fríamente- Enseguida iremos a Tokio a comprar una vajilla nueva para antes de la cena -agregó levantándose- Andando...
-Si señorita Anna -respondió Tamao sonriendo entre las lágrimas.
-Yo las acompaño -dijo Pilika en lo que la itako buscaba su bolso.
-Pero Anna -dijo Yoh- Esa vajilla costó una fortuna...¿cómo vas a pagar la nueva? -preguntó.
-Correrá por cuenta de Horo Horo -contestó la muchacha avanzando hacia el ainu.- Horo Horo...
-Anna, por favor, solo fue una pequeña broma; no pensé que fuera a pasar esto...perdóname ¿si? -dijo el chico poniéndose de rodillas mientras buscaba ganar tiempo a su favor, pero fue demasiado tarde.
-¡TE DIJE QUE NO JUGARÁS CON LA VAJILLA! -exclamó Kyouyama más enojada que antes, ahora usando una de sus famosas técnicas secretas con el shaman. Todos vieron como Horo Horo salía volando medio metro por encima de varias cabezas aterrizando dolorosamente contra una pared.
-Pobre...-murmuraron en voz muy baja los chicos.
-Ya nos vamos -dijo la rubia como si lo que acabara de hacer no fuera tan distinto de arrojar una pelota- Volveremos en dos horas, así que quiero la cena lista cuando lleguemos -agregó dirigiéndose a su prometido.
-Claro Anna. Cuídense.
-Hasta luego -se despidió Anna saliendo de la sala seguida de Pilika y Tamamura.
Los chicos asintieron, volteando a ver a Horo Horo, que a duras penas se ponía en pie, haciendo gala de un ojo morado y el labio roto.
-Ahora si te pasaste -le dijo Manta empezando a recoger la vajilla rota para que nadie se lastimara con los fragmentos- Nunca había visto a Anna tan enojada. Te lo ganaste a pulso Horo Horo.
-Ni yo... -respondieron los otros chicos.
-Vamos -repuso el chico animado (aún después de todo lo que le había pasado)- Solo fue un pequeño accidente, a todos les pasa. Trataré de enmendar mi error ayudando en la cena -dijo empezando a buscar en su chamarra- Por aquí traje unas cosas para la cena -agregó.
-Entonces ve y déjalas en la cocina -pidió Yoh amablemente mientras Ren encendía la televisión, visiblemente aburrido.
-Esperemos que pase algo más interesante fuera de este lugar -musitó pesadamente, en lo que el ainu se dirigía a la cocina, pero en vez de ir hacia allá avanzó por el corredor de la planta baja, buscando un lugar en especial.
-¡Aquí! -exclamó tratando de bajar la voz al descorrer la puerta- Esta debe de ser la habitación de Tamao -dijo mirando el lugar que permanecía muy limpio y ordenado, solo con unos cuantos sencillos adornos, un armario para la ropa, el futón impecablemente doblado y la tabla de adivinación en una esquina. Para alivio del muchacho, ni Konchi y Ponchi se encontraban ahí. Sonriendo, Horo Horo colocó a lado de la tabla un pequeño pedazo de papel y salió silenciosamente, esta vez caminando hacia la puerta de entrada sin que nadie lo viera. El chico rebuscó en su chamarra (me pregunto que tanto traerá ahí) hasta encontrar el grueso fajo de correspondencia para la pensión Asakura, el mismo que había tomado de la puerta al llegar, bajo la inquisitiva e interrogativa mirada de su hermana menor. Tranquilamente sacó de su bolsillo una carta que a simple vista parecía normal, metiéndola entre toda la demás correspondencia y colocando esta bajo la puerta, como si recién hubiera llegado.
-De seguro que en esto de las bromas ni Chocolove me ganaba -dijo el shaman maliciosamente entrando a la cocina. Buscando de nuevo en su chamarra, poco a poco fue colocando en la mesa que había un frasco blanco en el que se leía "Pegamento blanco", una bolsa que contenía algo parecido a la carne, un sobre rojo pequeño y otra bolsa que contenía muchas bolas pequeñas de plástico.- Veamos si está todo -susurró metiendo las cosas al refrigerador- El frasco de mayonesa -empezó quitándole al frasco su etiqueta- el caucho que simula la carne, el condimento súper extra picante y las pequeñas bolitas para el arroz...Si, todo marcha a la perfección -rió saliendo del lugar hacia la sala, no sin antes hacerle una pequeña visita al tarro de las galletas. Después volvió a reunirse con sus amigos, trayéndose de paso unas cuantas galletas y sentándose a la mesa, haciendo un pequeño reguero de migajas.
-Tendrás que limpiar eso -le dijo Manta, a lo que el chico asintió, ocupado como estaba en comer. Discretamente bajó su mano, como si intentará jugar con el pequeño segmento de hilo que salía del almohadón en el que se encontraba sentado Yoh.
-Las galletas que prepara Tamao ¡son deliciosas! -exclamó disimuladamente a la vez que bajo la mesa con su mano libre tocaba la mesa, simulando golpes en la puerta.
-¿Quién será? -preguntó Oyamada saliendo de la sala hacia la mesa.
-Tal vez sea el cartero -dijo Yoh estirándose. Esta mañana no recibimos ninguna carta; quizás vino a dejarlas. -El shaman del hielo asintió (me pregunto como pudieron caer en una de las bromas más antiguas y simples...) mientras su amigo regresaba con el acostumbrado fajo de sobres.
-Que extraño -musitó depositando las cartas en la mesa- O el cartero se fue muy rápido o las cartas llegaron solas tocando la puerta. Un gota de sudor resbaló por la frente del hermano de Pilika, pero la alejó rápidamente.
-Mejor ya ve que es y luego investigas el misterio -dijo tratando de no sonar impaciente.
-Tiene razón -contestó el rubio empezando a clasificar las cartas- Publicidad, cuentas, cuentas, promociones, más publicidad, cuentas, cuentas, una carta de la señora Kino para Anna (Yoh suspiró pesadamente, de seguro eran más estrategias para su entrenamiento), publicidad, una carta de Harvard para mi, cuentas...¡una carta de Harvard para mi! -exclamó incrédulo tomando el sobre entre sus manos temblorosas.
-Momento -interrumpió Ren- ¿Cómo pudo llegar una carta para ti a la casa de Yoh? -Ahora eran más la gotas que se acumulaban en la frente de Horo Horo.
-Es cierto -dijo Manta examinando el sobre- Tiene mi dirección pero llegó hasta aquí...-murmuró formándose una atmósfera de misterio.
-Bueno -habló Yoh sonriendo- El cartero de seguro ya debe saber que visitas mucho este lugar y es muy probable que haya dejado la carta aquí para que no te tomarás la molestia de leerla hasta tu casa porque se ve que es algo importante.
-Si; el señor Miroto es una persona muy amable conmigo.
-Pues aun así que entrometido -replicó el chino. Las gotas de sudor del ainu ya se habían evaporado.
-¿Y qué es lo que dice? -preguntó, a lo que Oyamada prontamente rasgó el sobre, extrajo el contenido y empezó a leer, primero con una sonrisa de satisfacción en la cara, más conforme seguía avanzando en la lectura, su rostro palidecía.
-¡Han negado el fideicomiso de mi padre! -exclamó desesperado al terminar de leer. Los demás se acercaron al muchacho, mientras que Ren tomaba la carta, que constaba sencillamente de la fecha (curiosamente era la de ese día), el nombre de Manta y las palabras "le informamos que su fideicomiso ha sido negado. Gracias. Atte: Harvard" Con algo de sospecha Tao dejó la carta en la mesa, mientras que Manta, la cabeza apoyada entre sus brazos en la mesa, murmuraba cosas que difícilmente se entendían.
-Ánimo Manta -dijo Yoh- Todo va a salir bien, ya lo verás. Hay muchas universidades en Estados Unidos, no tienes por qué preocuparte.
-¡Pero es Harvard! ¿No lo recuerdas? Una de las mejores escuelas del mundo, he estado hablándoles de eso y el fideicomiso por semanas...no entiendo porque me negaron el fideicomiso...¡Adiós a una exitosa carrera! -reclamó el joven deprimido.
-¿No habría sido mejor que te hubieran llamado? -preguntó Ren.- Así te habrían explicado mejor la situación y porque no aceptaron tu fideicomiso...
-No -dijo Manta- Si en Harvard dicen que no es no...y se acabó. -puntualizó entristeciéndose más.
-Yo sé lo que necesitas -dijo Horo Horo alegremente- ¡No hay nada que te levante el ánimo como una...!
-¿Cerveza?
-¡Nooo! Yo me refería a una galleta gigante hecha por Tamao -respondió el ainu radiante de felicidad.
-Eso me recuerda que tengo que preparar la cena -comentó Asakura levantándose lentamente, con algo de pereza- Horo Horo ¿qué alimentos trajiste?
-Carne, un poco de arroz, un súper condimento para curry y crema para este...
-¿El curry va con crema? -preguntó Tao despegando la vista del televisor.
-No exactamente, pero este es el ¡¡¡súper curry de Horo Horo!!!
-Necesito una cerveza...
-¿Curry con crema? Es lo más absurdo que he oído...
-Lo que pasa es que no lo has probado con crema, así que no sabes lo delicioso que es...
-Pues a mi no me gusta el curry...
-¡Ay, pero como te gusta hacer enojar a la gente! Ahora te lo vas a comer quieras o no ¡con crema!
-Basta, no discutan que hay que preparar la cena -dijo Yoh arrastrando a sus amigos hacia la cocina -El tiempo pasa muy rápido y en cualquier momento va a llegar Anna, ¡así que a preparar el curry con crema! -agregó, dejando a Manta en la sala.
-Cerveza...-musitó levantándose en busca del tan preciado líquido, mientras sus amigos empezaban a cocinar.
-Horo Horo, pon el arroz en la olla -pidió Yoh, enfrascado en la lucha contra la carne que su amigo había traído, tratando de cortarla. El ainu asintió vertiendo las bolas de plástico a la olla, complementándolas con arroz verdadero, dejando escapar una risita.
Por su parte Tao solo observaba, cuchillo en mano intentando cortar las verduras para el curry. Tras unos momentos de reflexión ante las patatas y las zanahorias, empezó a desesperarse.
-Esto no se ve nada bien -dijo irritado mientras sacaba su lanza- ¡Ataque de la cuchilla dorada! -exclamó.
-Aaaaaah!!!! -gritaron sus amigos retrocediendo hasta el otro extremo del lugar entre pequeñas nubes de humo, que cuando se disiparon mostraron a Ren con una sonrisa de satisfacción, las verduras cortadas en trozos idénticos (y de paso, ningún daño material).
-Sorprendente -musitó Asakura mientras su amigo echaba los trozos a una olla, en la que ya estaba la carne con un poco de caldo...
-Ahora falta el ingrediente principal -dijo Horo Horo tomando el sobre de condimento para el curry de la mesa- ¡Sabor! -exclamó vertiendo el polvo sobre la carne y las verduras.
-¿"Tabasco"? -preguntó el chino mirando el empaque.
-Es una nueva marca -respondió el shaman del norte ligeramente nervioso. Su amigo asintió no muy convencido, a la vez que por el corredor aparecía Manta, arrastrando una caja (osease un six de cervezas -o chelas, como le decimos aquí en México XDDDD-)
-¿Qué es eso? -preguntó Asakura al chico.
-Lo único que puede hacer que me olvide de Harvard -le respondió de mal talante- ¡Y son mías, mías, no le voy a dar a nadie! -gritó histérico desapareciendo por el corredor, dejando a los demás asombrados.
-Oye Horo Horo ¿y... dónde va la crema? -preguntó Yoh segundos después.
-Ah si es cierto -respondió el muchacho tomando el frasco de "crema", vertiéndola toda sobre el curry, mezclándolo con singular alegría.- Ahora solo hay que dejar cocer ¡y listo! -exclamó reprimiendo unas ganas locas de reírse.
~_~_~_~_~
-¡Hermano, ya llegamos! -exclamó Pilika abriendo la puerta de la pensión Asakura, seguida de Anna y Tamao, que traían la nueva vajilla.
-¿En dónde están todos? -preguntó la sacerdotisa mirando a su alrededor y comenzando a irritarse.
-Iré a ver -dijo Tamamura avanzando hacia la sala- ¡Joven Manta!
Kyouyama y la hermana de Horo Horo se dirigieron a aquel lugar del que provenía el grito de la muchacha, y grande fue su sorpresa al encontrarse a Manta sentado y rodeado de un par de botellas de cerveza, al parecer profundamente dormido.
-¿Manta? ¿Qué te paso? -preguntó Pilika mirando al joven de cerca, cuando las demás oyeron unas voces que se acercaban rápidamente.
-Solo nos faltan dos botellas más que esconder de Anna y no se dará cuenta...
-¿Tu crees? Ella se da cuenta de muchas cosas...¿Cómo le vamos a explicar que Manta está ebrio?
-Le decimos que a la hora de cocinar Horo Horo lo golpeó accidentalmente con la olla del arroz y quedó inconsciente, por lo que tuvimos que subirlo a que descansara.
-Suena bien; así se encubre el puñetazo que le diste cuando empezó a cantar y casi tira el arroz... ¿tu qué opinas Horo Horo?
-Bueno, es lo mejor que pudo salir de la mente de un Taaaaaaaaaah!!!!! -gritó el shaman del hielo al tropezar con la inquisitiva mirada de su hermana menor.
-¿Y bien? -inquirió...
-¡Hola hermanita! Vaya, llegaron muy temprano -se apresuró a decir el muchacho- Espero que les haya ido muy bien en su viaje a Tokio...¿se divirtieron mucho?
-¿Qué le pasó a Manta hermano?
-¿Esto? -preguntó señalando al rubio- Es...es...¡es para una pintura! Es que Ren va a participar en un concurso y va a hacer el dibujo de un borracho y Manta se ofreció como modelo.
-Yoh...-dijo Anna mirando glacialmente a su prometido.
-¿Si...?
-Tenemos que hablar...-musitó severamente, a lo que el shaman puso cara de perrito triste y ambos salieron de la sala para hablar en privado.
-Yo subo a Manta -dijo rápidamente Tao para desaparecer de la furia de Pilika.
-Y yo sirvo la comida -murmuró Tamao desapareciendo velozmente con la vajilla entre sus manos. No le apetecía mucho ir a Tokio de nuevo. Los jóvenes del norte se quedaron en la sala...
-Horo Horo...¿es esto parte de tus bromas? -preguntó la chica seriamente.
-¡Claro que no! Bueno...-agregó mientras que hermana se cruzaba de brazos amenazadoramente- Es una consecuencia de una pequeña broma.
-¡Hermano! -exclamó la muchacha escandalizada.
-¿Qué? No esperaba que se tomara tan en serio eso del fideicomiso...
-Horo Horo...-suspiró la joven llevándose las manos a la cabeza- Eres terrible, sobre todo en este día...
~_~_~_~_~
-Aquí estarán a salvo los platos de cualquier discusión -dijo Tamao cerrando la puerta del armario. Momentáneamente en su mente pasó la idea de una Anna furiosa aventando platos por todos lados hacia su prometido por no haber entrenado adecuadamente.-Espero que no rompa estos -rió divertida entrando a su cuarto para dejar su bolsa. Un pequeño pedazo de papel junto a su tabla de adivinación llamó su atención. Curiosa, lo tomó entre sus manos y lo desdobló.
-"Querida Tamao -empezó a leer a la par que se ruborizaba- Nunca te lo he dicho porque soy tímido y en mi cabeza solo estaban los estudios, pero ahora me he dado cuenta de que en mi cabeza solo estás tú. Por favor, reúnete conmigo al terminar la comida en esta misma habitación, que tengo algo muy importante que decirte. Siempre tuyo..." -la joven aguantó la respiración- "¡Manta"! -exclamó sorprendida, sus ilusiones con el joven Yoh destrozadas- ¿El joven Manta? -repitió muy roja. ¿El joven Manta sentía algo por Tamao? La muchacha respiró profundamente, disipando sus preocupaciones (y su rubor). Todavía no debía anticiparse a las cosas, pues era muy posible que la requiriera para otro asunto...Además, era el joven Manta, el chico que siempre se portaba amable con ella, no tenía que pensar en algo más.
-No te ilusiones, lo mejor será aclarar las cosas con el joven Manta cuando despierte -se dijo a si misma saliendo de su cuarto; sin embargo, todavía apretaba fuertemente entre sus manos la nota.
~_~_~_~_~
-Itadakimasu!!! (traducción: recibo estos alimentos con humilde gratitud) -exclamó Horo Horo tomando rápidamente su cuenco de arroz, pero se detuvo al ver que nadie empezaba a comer. Con cuidado dejo el cuenco sobre la mesa- ¿Qué sucede? -preguntó escrutando los rostros de sus amigos; Pilika lo miraba sospechosamente, Ren hacia otro tanto con la comida, Tamao permanecía callada y algo roja, Yoh también permanecía callado (con cascaditas en los ojos, pues su pequeña charla con Anna y los castigos consecuentes le habían quitado el apetito), mientras que la itako miraba críticamente la comida, todavía un poco enojada.
-¿Esto sabe bien? -preguntaron a la vez la rubia, su hermana y el chino, mirando su curry.
-¡Claro que si! -dijo el hermano de Pilika tomando un gran bocado, masticándolo con una (excelentemente falsa) cara de alegría.- Mmmm!!! Delicioso -exclamó al terminar el bocado.- Anden, coman que se va a enfriar- Yoh asintió tratando de salvar la situación, tomando su cuenco de arroz, pero las expresiones en su cara no eran las mismas que las que su amigo había tenido.
-Sabe...raro -dijo, pero se apresuro a agregarle algo más para no hacer enojar a la sacerdotisa- Sin embargo, no está nada mal. Los demás miraron por un momento su plato, antes de decidirse a comer...
Desastrosa elección sin duda alguna...
-¿Verdad que está muy bueno? -preguntó media hora después con fingida alegría el ainu dejando su plato limpio. Las expresiones en el rostro de sus amigos no podrían haber sido más gratas; Tamao, tras haber picado un poco de arroz, escondió lo mejor que pudo del resto en una servilleta; Ren se apoderó de la tetera y la vació de un trago, gracias al súper condimento; Pilika fingía que comía unas cuantas verduras, tratando de quitarles el "curry"; Yoh se mantenía enfrascado en una lucha contra un pedazo de "carne", tratando de masticarla; y por último Anna, quien solo probo un bocado de arroz y una cucharada de curry, dejo el plato intacto y se limitó a tomar té, con un tono verdoso en su frente.
-Bueno...-dijo animadamente- ¿Quién quiere postre? -Ninguna mano se alzó, la única que se puso en pie fue Anna.
-Esta fue la cena más enfermiza y desagradable que jamás haya probado -afirmó irritada. Su prometido se levantó (sobre su almohadón, notaron los astutos ojos de Horo Horo) y trató de calmarla.
-Vamos Anna, solo lo dijiste porque probaste un poquito. Tienes que acostumbrarte al sabor.
-No quiero terminar en un hospital -repuso fríamente.
-¡La comida no te va a llevar a un hospital! -exclamó el chico riendo para alejar la tensión.
-Esta que prepararon sí: exijo ir a una cafetería para obtener algo decente, y después pensar en un castigo por haber estropeado el paladar de la futura esposa del Rey Shaman.
-Pero...
-Ahora -ordenó la rubia de mal humor. Yoh asintió pesadamente , pero antes de que alguno de los dos avanzará...
Sucedió en una caída estrepitosa; el almohadón bajo los pies de Yoh misteriosamente había salido volando bajo sus pies, yendo a dar hacia el otro extremo; el chico por su parte se había levantado unos centímetros del suelo, cayendo encima de su asombrada prometida, ninguno de los dos previendo la caída, sobre todo el asombrado Yoh, que no colocó a tiempo sus manos (u otra parte del cuerpo) para detener su inevitable caída sobre Anna, quedando entre el suelo y el shaman. Asombrada, la muchacha abrió los ojos, topándose con los de su prometido a una distancia muy cercana, sintiendo su peso sobre su cuerpo...y en aquella extraña caída los labios de ambos habían hecho contacto.
Continuará...
Shaman King pertenece a Hiroyuki Takei; lo demás es mío...
1.- Los planes de Horo Horo.
-¡25 de Noviembre! -exclamó con gozosa malicia Horo Horo aquella noche otoñal, mientras tachaba en el calendario el día antes mencionado, y mirando con emoción contenida el día siguiente, encerrado en un gran círculo rojo con la leyenda "Día de los Inocentes" a un lado.
-Hermano, ¿porqué te alegra tanto? -preguntó Pilika tratando de adivinar los pocos pensamientos de su hermano mayor.
-Aaaaaaah, es que mañana iremos a casa de Yoh y sucederán unas cuantas cosas -respondió el ainu guiñándole un ojo maliciosamente.
-Horo Horo...¿no crees que ya estás grande para hacer tus bromas? -Pilika suspiro pesadamente- Además, todo el mundo sabe que tu en esa cuestión eres muy peligroso...¿No recuerdas lo que pasó el año pasado con el tinte de mamá? No se le hizo muy gracioso tener el pelo morado por una semana -recordó la chica dejando escapar una pequeña risa. El shaman guardó silencio, demasiado concentrado en pasar lista a su bagaje de cosas útiles para mañana, y no en el rostro de su madre persiguiéndolo por toda la aldea con un lindo violeta en el pelo.
-Mmm, no te preocupes -musitó guardando las cosas.
-Está bien, siempre y cuando no le pase nada a Ren -la chica calló súbitamente, tapándose la boca y sonrojándose- Es decir... -agregó levantándose de la pequeña mesa en la que estaban reunidos- No le hagas daño a nadie -dijo mientras se iba a dormir.
-No, solo serán unas cuantas bromitas -repuso el chico repasando mentalmente lo que iba a hacer el día siguiente. Pasada media hora, el también se fue a dormir, no sin antes emitir una pequeña risa.
-No saben lo que les espera...
~_~_~_~_~
-¡Ya llegamos! -exclamaron al unísono Horo Horo y Pilika entrando a la pensión Asakura. Del interior varias voces los saludaron, así que los hermanos se dirigieron a la habitación que daba al jardín, que era la sala de estar. Ahí, en torno a una mesa baja se encontraban Yoh, Ren, Manta, Tamao y Anna; los dos primeros sentados ante la mesa (viéndose frente a frente), mientras que Manta estaba de pie al igual que las chicas, todos mirando una caja que estaba en el centro de la mesa.
-Son unos platos muy bonitos -dijo Ren asomándose a la caja.- ¿Para qué los compraste Anna?
-La vajilla ya estaba muy maltratada además de unos cuantos platos rotos, así que pensé que sería bueno cambiarla por algo mejor -respondió la muchacha mientras Tamamura asentía entusiasmada.- Así que -agregó cruzándose de brazos, un brillo autoritario cruzando su mirada- Son unos platos que costaron una fortuna por ser antiguos, por lo que no quiero que nadie rompa ni siquiera una pieza...-dijo seriamente mirando a todos- ¿Entendido? De lo contrario sufrirán las consecuencias...-agregó duramente.
-Sí Anna -le respondieron 3 voces masculinas.
-No te preocupes Anna -intervino el shaman del norte apareciendo en escena- Te prometo que no les pasará nada a estos platos -dijo sacando uno de la caja, ante la mirada de los demás; era un bonito plato grande, de porcelana muy fina, con un decorado de unas pequeñas lilas con violetas en los bordes- Aunque les haga esto -y empezó a pasarse el plato de una mano a otro, lanzándolo al aire, dándole vueltas, mil y un malabares con la pieza. Los que estaban ahí miraban fascinados y atemorizados lo que ocurría.
-Horo Horo...- gruñó la sacerdotisa cerrando los puños, su aura brillando malignamente.
-Y no les pasa nada -seguía diciendo el muchacho alzando al aire por enésima vez el plato, solo que esta vez su mano no alcanzó a sujetarlo. Varios pares de oídos escucharon el grito del ainu, y varios pares de ojos vieron con alivio que Manta (que estaba al lado del chico) lograba agarrar el plato, surgiendo un suspiro de alivio general.
-Eso estuvo cerca -susurró el rubio nerviosamente colocando el plato en la caja.
-¿Si verdad? -respondió Horo Horo tratando de aligerar la tensión que crecía poco a poco en el ambiente, riendo nerviosamente.- Lo bueno es que no pasó a mayores ¿verdad Anna? -le preguntó a la sacerdotisa, su aura todavía brillando.
-Horo Horo...-dijo.
-¿Sí? -pregunto este, grandes gotas de sudor en su frente.
-¡Pagarás las consecuencias! -exclamó la chica empleando al instante una de sus súper patadas con el shaman, dejándolo en medio minuto en el piso con varios golpes. Los demás guardaron silencio cuando Kyouyama terminó.
-Ya saben -dijo refiriéndose al pobre Horo Horo- Con la vajilla no se juega -agregó amenazadoramente.- Tamao...
-¿Si señorita Anna?
-Lleva la vajilla al armario grande -ordenó. La chica de pelo rosa asintió y tomo la caja; al salir del comedor le dirigió una mirada lastimera al muchacho maltrecho.
-¡Pobre joven Horo Horo! -suspiró conmovida viéndolo inconsciente (o al menos eso creían). La joven continuo avanzando, pero no bien había avanzando un paso...
-¡Estoy bien! -exclamó una voz potentemente a la vez que el ainu se ponía en pie de un salto, cosa que nadie se esperaba.
¡CRASH!
-¡Joven Horo Horo!
-¡Hermano! -exclamó Pilika temiendo lo peor.
Tanto Manta como Yoh y el chico chino se taparon instintivamente los oídos y cerraron los ojos al ver como la caja con los platos caía al suelo, provocando un estallido de platos rotos. Los chicos esperaron por unos segundos, tras lo cual abrieron ligeramente los ojos, viendo lo que sucedía. La caja había caído estrepitosamente al suelo, dejando ver pedazos de la loza fina. A su lado, Tamao sollozaba sin poder controlarse.
-¡Lo siento mucho señorita Anna! -gimió tapándose la cara para no ver el desastre que había a sus pies- ¡Por favor perdóneme!
La rubia contempló fríamente lo sucedido y avanzó hacia Tamamura, inclinándose hasta quedar a su altura.
-No te preocupes -le dijo tranquilamente.
-¿En serio señorita Anna?
-Nadie se esperaba semejante estupidez -en este punto Anna miró a Horo Horo fríamente- Enseguida iremos a Tokio a comprar una vajilla nueva para antes de la cena -agregó levantándose- Andando...
-Si señorita Anna -respondió Tamao sonriendo entre las lágrimas.
-Yo las acompaño -dijo Pilika en lo que la itako buscaba su bolso.
-Pero Anna -dijo Yoh- Esa vajilla costó una fortuna...¿cómo vas a pagar la nueva? -preguntó.
-Correrá por cuenta de Horo Horo -contestó la muchacha avanzando hacia el ainu.- Horo Horo...
-Anna, por favor, solo fue una pequeña broma; no pensé que fuera a pasar esto...perdóname ¿si? -dijo el chico poniéndose de rodillas mientras buscaba ganar tiempo a su favor, pero fue demasiado tarde.
-¡TE DIJE QUE NO JUGARÁS CON LA VAJILLA! -exclamó Kyouyama más enojada que antes, ahora usando una de sus famosas técnicas secretas con el shaman. Todos vieron como Horo Horo salía volando medio metro por encima de varias cabezas aterrizando dolorosamente contra una pared.
-Pobre...-murmuraron en voz muy baja los chicos.
-Ya nos vamos -dijo la rubia como si lo que acabara de hacer no fuera tan distinto de arrojar una pelota- Volveremos en dos horas, así que quiero la cena lista cuando lleguemos -agregó dirigiéndose a su prometido.
-Claro Anna. Cuídense.
-Hasta luego -se despidió Anna saliendo de la sala seguida de Pilika y Tamamura.
Los chicos asintieron, volteando a ver a Horo Horo, que a duras penas se ponía en pie, haciendo gala de un ojo morado y el labio roto.
-Ahora si te pasaste -le dijo Manta empezando a recoger la vajilla rota para que nadie se lastimara con los fragmentos- Nunca había visto a Anna tan enojada. Te lo ganaste a pulso Horo Horo.
-Ni yo... -respondieron los otros chicos.
-Vamos -repuso el chico animado (aún después de todo lo que le había pasado)- Solo fue un pequeño accidente, a todos les pasa. Trataré de enmendar mi error ayudando en la cena -dijo empezando a buscar en su chamarra- Por aquí traje unas cosas para la cena -agregó.
-Entonces ve y déjalas en la cocina -pidió Yoh amablemente mientras Ren encendía la televisión, visiblemente aburrido.
-Esperemos que pase algo más interesante fuera de este lugar -musitó pesadamente, en lo que el ainu se dirigía a la cocina, pero en vez de ir hacia allá avanzó por el corredor de la planta baja, buscando un lugar en especial.
-¡Aquí! -exclamó tratando de bajar la voz al descorrer la puerta- Esta debe de ser la habitación de Tamao -dijo mirando el lugar que permanecía muy limpio y ordenado, solo con unos cuantos sencillos adornos, un armario para la ropa, el futón impecablemente doblado y la tabla de adivinación en una esquina. Para alivio del muchacho, ni Konchi y Ponchi se encontraban ahí. Sonriendo, Horo Horo colocó a lado de la tabla un pequeño pedazo de papel y salió silenciosamente, esta vez caminando hacia la puerta de entrada sin que nadie lo viera. El chico rebuscó en su chamarra (me pregunto que tanto traerá ahí) hasta encontrar el grueso fajo de correspondencia para la pensión Asakura, el mismo que había tomado de la puerta al llegar, bajo la inquisitiva e interrogativa mirada de su hermana menor. Tranquilamente sacó de su bolsillo una carta que a simple vista parecía normal, metiéndola entre toda la demás correspondencia y colocando esta bajo la puerta, como si recién hubiera llegado.
-De seguro que en esto de las bromas ni Chocolove me ganaba -dijo el shaman maliciosamente entrando a la cocina. Buscando de nuevo en su chamarra, poco a poco fue colocando en la mesa que había un frasco blanco en el que se leía "Pegamento blanco", una bolsa que contenía algo parecido a la carne, un sobre rojo pequeño y otra bolsa que contenía muchas bolas pequeñas de plástico.- Veamos si está todo -susurró metiendo las cosas al refrigerador- El frasco de mayonesa -empezó quitándole al frasco su etiqueta- el caucho que simula la carne, el condimento súper extra picante y las pequeñas bolitas para el arroz...Si, todo marcha a la perfección -rió saliendo del lugar hacia la sala, no sin antes hacerle una pequeña visita al tarro de las galletas. Después volvió a reunirse con sus amigos, trayéndose de paso unas cuantas galletas y sentándose a la mesa, haciendo un pequeño reguero de migajas.
-Tendrás que limpiar eso -le dijo Manta, a lo que el chico asintió, ocupado como estaba en comer. Discretamente bajó su mano, como si intentará jugar con el pequeño segmento de hilo que salía del almohadón en el que se encontraba sentado Yoh.
-Las galletas que prepara Tamao ¡son deliciosas! -exclamó disimuladamente a la vez que bajo la mesa con su mano libre tocaba la mesa, simulando golpes en la puerta.
-¿Quién será? -preguntó Oyamada saliendo de la sala hacia la mesa.
-Tal vez sea el cartero -dijo Yoh estirándose. Esta mañana no recibimos ninguna carta; quizás vino a dejarlas. -El shaman del hielo asintió (me pregunto como pudieron caer en una de las bromas más antiguas y simples...) mientras su amigo regresaba con el acostumbrado fajo de sobres.
-Que extraño -musitó depositando las cartas en la mesa- O el cartero se fue muy rápido o las cartas llegaron solas tocando la puerta. Un gota de sudor resbaló por la frente del hermano de Pilika, pero la alejó rápidamente.
-Mejor ya ve que es y luego investigas el misterio -dijo tratando de no sonar impaciente.
-Tiene razón -contestó el rubio empezando a clasificar las cartas- Publicidad, cuentas, cuentas, promociones, más publicidad, cuentas, cuentas, una carta de la señora Kino para Anna (Yoh suspiró pesadamente, de seguro eran más estrategias para su entrenamiento), publicidad, una carta de Harvard para mi, cuentas...¡una carta de Harvard para mi! -exclamó incrédulo tomando el sobre entre sus manos temblorosas.
-Momento -interrumpió Ren- ¿Cómo pudo llegar una carta para ti a la casa de Yoh? -Ahora eran más la gotas que se acumulaban en la frente de Horo Horo.
-Es cierto -dijo Manta examinando el sobre- Tiene mi dirección pero llegó hasta aquí...-murmuró formándose una atmósfera de misterio.
-Bueno -habló Yoh sonriendo- El cartero de seguro ya debe saber que visitas mucho este lugar y es muy probable que haya dejado la carta aquí para que no te tomarás la molestia de leerla hasta tu casa porque se ve que es algo importante.
-Si; el señor Miroto es una persona muy amable conmigo.
-Pues aun así que entrometido -replicó el chino. Las gotas de sudor del ainu ya se habían evaporado.
-¿Y qué es lo que dice? -preguntó, a lo que Oyamada prontamente rasgó el sobre, extrajo el contenido y empezó a leer, primero con una sonrisa de satisfacción en la cara, más conforme seguía avanzando en la lectura, su rostro palidecía.
-¡Han negado el fideicomiso de mi padre! -exclamó desesperado al terminar de leer. Los demás se acercaron al muchacho, mientras que Ren tomaba la carta, que constaba sencillamente de la fecha (curiosamente era la de ese día), el nombre de Manta y las palabras "le informamos que su fideicomiso ha sido negado. Gracias. Atte: Harvard" Con algo de sospecha Tao dejó la carta en la mesa, mientras que Manta, la cabeza apoyada entre sus brazos en la mesa, murmuraba cosas que difícilmente se entendían.
-Ánimo Manta -dijo Yoh- Todo va a salir bien, ya lo verás. Hay muchas universidades en Estados Unidos, no tienes por qué preocuparte.
-¡Pero es Harvard! ¿No lo recuerdas? Una de las mejores escuelas del mundo, he estado hablándoles de eso y el fideicomiso por semanas...no entiendo porque me negaron el fideicomiso...¡Adiós a una exitosa carrera! -reclamó el joven deprimido.
-¿No habría sido mejor que te hubieran llamado? -preguntó Ren.- Así te habrían explicado mejor la situación y porque no aceptaron tu fideicomiso...
-No -dijo Manta- Si en Harvard dicen que no es no...y se acabó. -puntualizó entristeciéndose más.
-Yo sé lo que necesitas -dijo Horo Horo alegremente- ¡No hay nada que te levante el ánimo como una...!
-¿Cerveza?
-¡Nooo! Yo me refería a una galleta gigante hecha por Tamao -respondió el ainu radiante de felicidad.
-Eso me recuerda que tengo que preparar la cena -comentó Asakura levantándose lentamente, con algo de pereza- Horo Horo ¿qué alimentos trajiste?
-Carne, un poco de arroz, un súper condimento para curry y crema para este...
-¿El curry va con crema? -preguntó Tao despegando la vista del televisor.
-No exactamente, pero este es el ¡¡¡súper curry de Horo Horo!!!
-Necesito una cerveza...
-¿Curry con crema? Es lo más absurdo que he oído...
-Lo que pasa es que no lo has probado con crema, así que no sabes lo delicioso que es...
-Pues a mi no me gusta el curry...
-¡Ay, pero como te gusta hacer enojar a la gente! Ahora te lo vas a comer quieras o no ¡con crema!
-Basta, no discutan que hay que preparar la cena -dijo Yoh arrastrando a sus amigos hacia la cocina -El tiempo pasa muy rápido y en cualquier momento va a llegar Anna, ¡así que a preparar el curry con crema! -agregó, dejando a Manta en la sala.
-Cerveza...-musitó levantándose en busca del tan preciado líquido, mientras sus amigos empezaban a cocinar.
-Horo Horo, pon el arroz en la olla -pidió Yoh, enfrascado en la lucha contra la carne que su amigo había traído, tratando de cortarla. El ainu asintió vertiendo las bolas de plástico a la olla, complementándolas con arroz verdadero, dejando escapar una risita.
Por su parte Tao solo observaba, cuchillo en mano intentando cortar las verduras para el curry. Tras unos momentos de reflexión ante las patatas y las zanahorias, empezó a desesperarse.
-Esto no se ve nada bien -dijo irritado mientras sacaba su lanza- ¡Ataque de la cuchilla dorada! -exclamó.
-Aaaaaah!!!! -gritaron sus amigos retrocediendo hasta el otro extremo del lugar entre pequeñas nubes de humo, que cuando se disiparon mostraron a Ren con una sonrisa de satisfacción, las verduras cortadas en trozos idénticos (y de paso, ningún daño material).
-Sorprendente -musitó Asakura mientras su amigo echaba los trozos a una olla, en la que ya estaba la carne con un poco de caldo...
-Ahora falta el ingrediente principal -dijo Horo Horo tomando el sobre de condimento para el curry de la mesa- ¡Sabor! -exclamó vertiendo el polvo sobre la carne y las verduras.
-¿"Tabasco"? -preguntó el chino mirando el empaque.
-Es una nueva marca -respondió el shaman del norte ligeramente nervioso. Su amigo asintió no muy convencido, a la vez que por el corredor aparecía Manta, arrastrando una caja (osease un six de cervezas -o chelas, como le decimos aquí en México XDDDD-)
-¿Qué es eso? -preguntó Asakura al chico.
-Lo único que puede hacer que me olvide de Harvard -le respondió de mal talante- ¡Y son mías, mías, no le voy a dar a nadie! -gritó histérico desapareciendo por el corredor, dejando a los demás asombrados.
-Oye Horo Horo ¿y... dónde va la crema? -preguntó Yoh segundos después.
-Ah si es cierto -respondió el muchacho tomando el frasco de "crema", vertiéndola toda sobre el curry, mezclándolo con singular alegría.- Ahora solo hay que dejar cocer ¡y listo! -exclamó reprimiendo unas ganas locas de reírse.
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-¡Hermano, ya llegamos! -exclamó Pilika abriendo la puerta de la pensión Asakura, seguida de Anna y Tamao, que traían la nueva vajilla.
-¿En dónde están todos? -preguntó la sacerdotisa mirando a su alrededor y comenzando a irritarse.
-Iré a ver -dijo Tamamura avanzando hacia la sala- ¡Joven Manta!
Kyouyama y la hermana de Horo Horo se dirigieron a aquel lugar del que provenía el grito de la muchacha, y grande fue su sorpresa al encontrarse a Manta sentado y rodeado de un par de botellas de cerveza, al parecer profundamente dormido.
-¿Manta? ¿Qué te paso? -preguntó Pilika mirando al joven de cerca, cuando las demás oyeron unas voces que se acercaban rápidamente.
-Solo nos faltan dos botellas más que esconder de Anna y no se dará cuenta...
-¿Tu crees? Ella se da cuenta de muchas cosas...¿Cómo le vamos a explicar que Manta está ebrio?
-Le decimos que a la hora de cocinar Horo Horo lo golpeó accidentalmente con la olla del arroz y quedó inconsciente, por lo que tuvimos que subirlo a que descansara.
-Suena bien; así se encubre el puñetazo que le diste cuando empezó a cantar y casi tira el arroz... ¿tu qué opinas Horo Horo?
-Bueno, es lo mejor que pudo salir de la mente de un Taaaaaaaaaah!!!!! -gritó el shaman del hielo al tropezar con la inquisitiva mirada de su hermana menor.
-¿Y bien? -inquirió...
-¡Hola hermanita! Vaya, llegaron muy temprano -se apresuró a decir el muchacho- Espero que les haya ido muy bien en su viaje a Tokio...¿se divirtieron mucho?
-¿Qué le pasó a Manta hermano?
-¿Esto? -preguntó señalando al rubio- Es...es...¡es para una pintura! Es que Ren va a participar en un concurso y va a hacer el dibujo de un borracho y Manta se ofreció como modelo.
-Yoh...-dijo Anna mirando glacialmente a su prometido.
-¿Si...?
-Tenemos que hablar...-musitó severamente, a lo que el shaman puso cara de perrito triste y ambos salieron de la sala para hablar en privado.
-Yo subo a Manta -dijo rápidamente Tao para desaparecer de la furia de Pilika.
-Y yo sirvo la comida -murmuró Tamao desapareciendo velozmente con la vajilla entre sus manos. No le apetecía mucho ir a Tokio de nuevo. Los jóvenes del norte se quedaron en la sala...
-Horo Horo...¿es esto parte de tus bromas? -preguntó la chica seriamente.
-¡Claro que no! Bueno...-agregó mientras que hermana se cruzaba de brazos amenazadoramente- Es una consecuencia de una pequeña broma.
-¡Hermano! -exclamó la muchacha escandalizada.
-¿Qué? No esperaba que se tomara tan en serio eso del fideicomiso...
-Horo Horo...-suspiró la joven llevándose las manos a la cabeza- Eres terrible, sobre todo en este día...
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-Aquí estarán a salvo los platos de cualquier discusión -dijo Tamao cerrando la puerta del armario. Momentáneamente en su mente pasó la idea de una Anna furiosa aventando platos por todos lados hacia su prometido por no haber entrenado adecuadamente.-Espero que no rompa estos -rió divertida entrando a su cuarto para dejar su bolsa. Un pequeño pedazo de papel junto a su tabla de adivinación llamó su atención. Curiosa, lo tomó entre sus manos y lo desdobló.
-"Querida Tamao -empezó a leer a la par que se ruborizaba- Nunca te lo he dicho porque soy tímido y en mi cabeza solo estaban los estudios, pero ahora me he dado cuenta de que en mi cabeza solo estás tú. Por favor, reúnete conmigo al terminar la comida en esta misma habitación, que tengo algo muy importante que decirte. Siempre tuyo..." -la joven aguantó la respiración- "¡Manta"! -exclamó sorprendida, sus ilusiones con el joven Yoh destrozadas- ¿El joven Manta? -repitió muy roja. ¿El joven Manta sentía algo por Tamao? La muchacha respiró profundamente, disipando sus preocupaciones (y su rubor). Todavía no debía anticiparse a las cosas, pues era muy posible que la requiriera para otro asunto...Además, era el joven Manta, el chico que siempre se portaba amable con ella, no tenía que pensar en algo más.
-No te ilusiones, lo mejor será aclarar las cosas con el joven Manta cuando despierte -se dijo a si misma saliendo de su cuarto; sin embargo, todavía apretaba fuertemente entre sus manos la nota.
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-Itadakimasu!!! (traducción: recibo estos alimentos con humilde gratitud) -exclamó Horo Horo tomando rápidamente su cuenco de arroz, pero se detuvo al ver que nadie empezaba a comer. Con cuidado dejo el cuenco sobre la mesa- ¿Qué sucede? -preguntó escrutando los rostros de sus amigos; Pilika lo miraba sospechosamente, Ren hacia otro tanto con la comida, Tamao permanecía callada y algo roja, Yoh también permanecía callado (con cascaditas en los ojos, pues su pequeña charla con Anna y los castigos consecuentes le habían quitado el apetito), mientras que la itako miraba críticamente la comida, todavía un poco enojada.
-¿Esto sabe bien? -preguntaron a la vez la rubia, su hermana y el chino, mirando su curry.
-¡Claro que si! -dijo el hermano de Pilika tomando un gran bocado, masticándolo con una (excelentemente falsa) cara de alegría.- Mmmm!!! Delicioso -exclamó al terminar el bocado.- Anden, coman que se va a enfriar- Yoh asintió tratando de salvar la situación, tomando su cuenco de arroz, pero las expresiones en su cara no eran las mismas que las que su amigo había tenido.
-Sabe...raro -dijo, pero se apresuro a agregarle algo más para no hacer enojar a la sacerdotisa- Sin embargo, no está nada mal. Los demás miraron por un momento su plato, antes de decidirse a comer...
Desastrosa elección sin duda alguna...
-¿Verdad que está muy bueno? -preguntó media hora después con fingida alegría el ainu dejando su plato limpio. Las expresiones en el rostro de sus amigos no podrían haber sido más gratas; Tamao, tras haber picado un poco de arroz, escondió lo mejor que pudo del resto en una servilleta; Ren se apoderó de la tetera y la vació de un trago, gracias al súper condimento; Pilika fingía que comía unas cuantas verduras, tratando de quitarles el "curry"; Yoh se mantenía enfrascado en una lucha contra un pedazo de "carne", tratando de masticarla; y por último Anna, quien solo probo un bocado de arroz y una cucharada de curry, dejo el plato intacto y se limitó a tomar té, con un tono verdoso en su frente.
-Bueno...-dijo animadamente- ¿Quién quiere postre? -Ninguna mano se alzó, la única que se puso en pie fue Anna.
-Esta fue la cena más enfermiza y desagradable que jamás haya probado -afirmó irritada. Su prometido se levantó (sobre su almohadón, notaron los astutos ojos de Horo Horo) y trató de calmarla.
-Vamos Anna, solo lo dijiste porque probaste un poquito. Tienes que acostumbrarte al sabor.
-No quiero terminar en un hospital -repuso fríamente.
-¡La comida no te va a llevar a un hospital! -exclamó el chico riendo para alejar la tensión.
-Esta que prepararon sí: exijo ir a una cafetería para obtener algo decente, y después pensar en un castigo por haber estropeado el paladar de la futura esposa del Rey Shaman.
-Pero...
-Ahora -ordenó la rubia de mal humor. Yoh asintió pesadamente , pero antes de que alguno de los dos avanzará...
Sucedió en una caída estrepitosa; el almohadón bajo los pies de Yoh misteriosamente había salido volando bajo sus pies, yendo a dar hacia el otro extremo; el chico por su parte se había levantado unos centímetros del suelo, cayendo encima de su asombrada prometida, ninguno de los dos previendo la caída, sobre todo el asombrado Yoh, que no colocó a tiempo sus manos (u otra parte del cuerpo) para detener su inevitable caída sobre Anna, quedando entre el suelo y el shaman. Asombrada, la muchacha abrió los ojos, topándose con los de su prometido a una distancia muy cercana, sintiendo su peso sobre su cuerpo...y en aquella extraña caída los labios de ambos habían hecho contacto.
Continuará...
