Cachorreando…

Heero x Quatre, Duo x Quatre.

Heero irrumpió en la habitación de Quatre.

-Vi a Trowa irse… ¿Qué pasó?

-pasará la noche en el circo. –El niño se tendió de espaldas en la cama. –Es una lástima, pensé que pasaríamos nuestra primer noche juntos…-Se detiene al ver que Heero se sienta en la cama.

-Vaya, de lo que se pierde. –Heero le toca el pantalón desde la rodilla, sube por el muslo y se agarra de su entrepierna sin llegar a lastimarlo… Tanto.

-Heero, creí que ibas a estar con Duo…

-Si quieres lo invitamos.

-Heero, yo…

Heero Recorre a un quietecito niño, que lo mira aterrorizado. Recorre con ambas manos sedientas su torso, lo toma de los hombros, y lo besa. Quatre abre su boca para recibirlo antes del contacto. Heero se sube a la cama encima de Quatre, quien se aferra a su cintura.

-¡No! Espera, Heero… -Jadea ante las mordidas de aludido en su cuello.- Heero-chan, yo… yo no le puedo hacer esto a Trowa…

-¿qué quieres? ¿Pedirle permiso? Él no es tu dueño…

-Además no le importo… -Miró hacia un lado. Heero comprendió de golpe la razón de su carita triste. Cambió de táctica. Ésta noche su misión de hombre debía ser cumplida.

-Eso te dijo ese animal, qué inhumano. –besó su mejilla. –Pobre bebé.- acarició su pelo. –mira que hacerte llorar – besó su frente.- Es una bestia.-Susurró en su oído. –Lo abrazó sin dejar de acariciar su espalda, totalmente sobre él. Quatre se aferró al cuerpo de Heero con las uñas. Esto produjo extrañeza en el castaño, sintió que Quatre restregaba su mejilla contra la suya, y que estaba húmeda. Heero siguió el camino de ésas lágrimas con su lengua, bebiéndolas, sin dejar de restregarse por el cuerpo de Quatre. No sabía ya muy bien porqué no lo había tomado en ése lago de luz de luna, los múltiples golpes en la cabeza ya le producían verdaderos vacíos de memorias, pero no del todo. Desde el manejo del Zero, sus deseos se volvían inagotables, al punto que ya no se resistía a ellos. Sus movimientos se habían sincronizado. Se movían igual que si estuvieran con una mujer, pero sintiendo endurecerse a través del pantalón con exquisitos alicientes casi paseándose por la habitación. Heero comenzó a desabrochar la blusa del rubio, a besar otra vez, a recordar, almacenar y marcar aquellos datos preciosos irregistrables en la computadora. El olor, el movimiento, la saliva, el ruido de la respiración en su oído al chupar sus pezones… (una pregunta, ¿los hombres son sensibles en esa zona, es erógena tanto para hombres como para mujeres?) siguió bajando llevado por las caricias del chico en su cabeza, bajó llevando sus múltiples espasmos, provocando los gemidos del bebe. Heero estiró una mano para ponérsela sobre los labios, que encontró semi abiertos, y por donde introdujo sus dedos. Quatre recorría los brazos, el cuello de Heero (Era lo único que alcanzaba en aquella posición.) había subido las rodillas, Heero estaba en medio, bajándole el pantalón. Tocó sus caderas, sus nalgas las apretaba como si fueran otra cosa. Restregó su nariz contra la entrepierna de Quatre, empezó a chupar su miembro mientras acariciaba entre sus nalgas casi con frenesí.

Sintió húmeda sus manos, un movimiento de Quatre había sido distinto de los anteriores. Se miró los dedos, y los encontró con unas gotitas de sangre. Miró a Quatre, que se tapó la cara y miró hacia un lado. Heero se incorporó, lo volteó de un golpe. Miró su ano desgarrado. Suspiró.

-Así que igual lo hiciste con ese loco. –Quatre levantó su cabeza -Bueno, estás igual de loco, pero al menos cumpliste tu objetivo, soldado. –Miró a Heero, quien le palmeó una nalga. Estaba erecto. Se le notaba a través del pantalón. Se volteó, quedando enredadas las piernas. Heero estaba de rodillas sobre la cama con una expresión ausente, parecida a la que tenía Trowa. Igual Heero demostraba más apasionamiento que el otro.

-Heero…

-Qué.

-¿Aún me deseas? ¿Aún deseas poseerme?

-sé que en este momento te debes estar odiando a ti mismo. Y…

-Y…

-Bueno, ya. Te tomaré aunque no quieras. Te va a doler.

Se tiró encima del niño, que empezó a forcejear por no ser besado ni tocado. Heero parecía divertirse con el juego. Más parecía una lucha, y Quatre ya rogaba por que algo los interrumpiera.

-Heero, Heero, por favor detente, detente, por favor, espera, mira yo… no estoy listo para…

-Oh, cállate –lo abofeteó Heero. Al niño se le llenaron los ojos de lágrimas. Nunca nadie antes lo había abofeteado. –Aquí abajo no piensan lo mismo.-apuntó al pene de Quatre, que lucía más parado que otra cosa. El bebé se sonrojó. Heero se cruzó de brazos con un suspiro de enojo. –Me voy a dormir con Duo.

-¡No Heero, espera, Yo! ¡Yo! ¡Espera!- Gritó mientras se subía los pantalones y se abrazaba a la cintura del soldado. ¿Qué iba a decirle? Le besó el cuello, y sintió el movimiento involuntario producido en la cintura de Heero. Bajó sus manos al erecto ser que lo esperaba. –yo…

-Comprendo. Ya sé el procedimiento apropiado para éstos casos.

Tomó al niño en brazos, y lo condujo a la cama. Lo tiró atravesado boca abajo, de modo que quedara lo más expuesto posible. Se sacó el cinturón. Quatre no atinaba a entender lo que pasaba. Amarró las manos del árabe al práctico para ese propósito adorno que había entre la cama y la pared, y le bajó los pantalones casi como un rasguño. Puso su pene en la entrada del ano, y empezó a entrar. Era un poco más apretado que Duo, y costaba más, pero lo hacía más excitante. Mientras se movía adelante y atrás con un ritmo acelerado como sus propósitos, como sus corazonadas, invadía con sus manos el pecho, la espalda, las piernas de Quatre. No mucho, el placer lo distraía. Tomó el pene de su anfitrión entre sus manos, y lo apretó, impidiéndole terminar. Entraba y salía con dificultad, pero el efecto era genial. Quatre gemía como no se imaginan. No lloraba, pero el dolor era intenso. Heero le masajeó con el objeto de terminar juntos. Igual Quatre había sentido dolor. Heero terminó, y se tendió como muerto y jugando en la alfombra.

-Heero.

-Mh.

-Sácame de aquí.

-Te puedes soltar fácilmente. Inténtalo. -Era cierto. –fue porque no querías soltarte.

-Me dolió. –Su mohín parecía el de un conejito masturbado y molesto por ello.

-por supuesto, no me dejabas tocarte lo suficiente, mira, en Level C lo explican, 'Sólo relaja tu cuerpo y pronuncia mi nombre'

-Otra cosa, ¿No te da miedo contagiarte de algo?

-¿qué cosa?

-Es que mira, hay enfermedades que se transmiten cuando te tiras a alguien – A Quatre le encantó su sentido de superioridad al menos en algo. Su dejo de burla inquietó a Heero. Pero igual él no sabía mucho. Le dieron ganas de pegarle a Quatre. –Bla bla bla bla… (Siguió explicando) –Igual, él nunca se había preocupado de ésas cosas. Con Trowa y Duo sabía que era el primero. Con Relena, no se fijó mucho, entre la curadera, había que estar curado para acercarse a Relena, a Wufei nunca le preguntó, pero si estuvo casado… pero y cómo, si se suponía que tenía como catorce, quién manda a casase a esta edad… y parecía que Trowa y Wufei habían estado juntos antes, después de una pelea con Traize, y que el segundo estuvo con Traize, bueno, al menos Duo… Y Relena había sangrado, y había tenido que romper algo… pero Sec a lo mejor había estado con toda la tropa, además de Noein. Se preguntaba si lo habría hecho por lástima, porque parecía que sólo le gustaban los hombres, pero bueno, lo mejor seria hacerse un examen de sangre. Ah, y Quatre, había estado con Noein, lo que equivalía a… mejor no sacar la cuenta. –parece que te dejé pensativo, Heero.

Otra vez ese tonto tonito. Los débiles como él era mejor que no hablaran. Se le llenaron los ojos y los puños de sangre. El lema del Zero: 'Matar matar matar' se impuso. Lamentó tener que destruir ese rostro tan bello. Y se decidió a hacer la táctica de una pelirroja, se la había enseñado una vez. Empezó acercándose a su presa desprevenida, presa que esperaba caricias, y se arrojó a los puntos vitales controlados desde antes con suma precisión, los puntos más sensibles del cuerpo fueron golpeados y arañados y mordidos sin cuidado. Su ropa fue arrancada. Con ira, pero con gran precisión fue atacando al niño que no entendía su crimen, y que por los mordiscos en su lengua fue impedido de gritar. Terminó desnudo, jadeante. Los dos jadeaban. Uno sollozaba.

Tendidos sobre la alfombra, Heero comenzó a sentir los pequeños puntazos de la defensa de Quatre. No se había percatado de ellos hasta ése momento. Odió al chiquillo ése que le había quitado desde el principio a Trowa, que sólo podía estar con él como segunda cosa, sólo con Duo y con Relena se había sentido algo necesario, ahora el trenzado debía estar esperándolo… la imagen del pelo largo de Duo en vez de Quatre ante la luna llena llenó su mente. Se fue, dejando al pendejo llorar solo.

Se bañó y arregló un poco. Pero Duo no estaba en su cuarto. Caminó por el pasillo, y entró de nuevo al cuarto de Quatre, y un espectáculo lo asombró. Vio a los dos efebos de lo mejor sobre la alfombra, desnudos de lo lindo. Puso el pestillo, y gatuna mente se escurrió hasta un sillón. Se quitó la pijama, y se puso a masturbarse, excitado por los ruidos de los chicos al penetrarse mutuamente. Es una posición difícil de describir, Quatre recostado sobre la alfombra, abriendo y cerrando la boca en un gesto que recordaba a Relena, con las piernas abiertas. De espadas a él, Duo Maxwell, gozando a no más poder con la penetración del rubio. Como le quedaba el ano de rubio cerca, había aprovechado de penetrarlo a su vez al mismo tiempo.

A Heero nunca se le habría ocurrido una posición semejante. A lo mejor viendo más Yaoi, aprendería más. Al parecer se había quedado con lo mismo sin innovar mucho tiempo. Cada vez estaban más cerca del mismo clímax. Heero se masturbaba furiosamente, mordiendo su labio inferior, silenciosamente. Acabó Quatre, y el trenzado seguía moviéndose frenéticamente. Acabó cuando gritó, y se fue de nariz al suelo. Heero se tragó el gruñido. Se acomodó más para ver lo que harían a continuación. Sus respiraciones sonaban fatigadas, se tendieron. La posición incómoda, y el movimiento continuo seguro les había afectado. Duo se puso al lado de Quatre, y le tomó la mano. Jugaron con los dedos.

-Estoy seguro que Heero lo hizo por algo, debo haber dicho o hecho algo que lo molestó.

-no lo creo, -Respondió disgustado Duo. –Este tipo es así.

-Pero bueno- Quatre se sentó.- Yo…

-¡Heero! Interrumpió Duo al reconocer la sombra que en ése momento se empinaba una botella de licor encontrada. Se limpió groseramente con una muñeca.

-¿Qué?

-¿Cómo que qué, qué haces tú aquí?

-Yo, nada –hic- sólo los escucho y me masturbo. ¡Mira Quatre, el agua de la otra vez!

-oh, no –Susurró Quatre. –Cuando Heero bebe eso, se transforma en un maniaco sexual.

-Qué –A Duo se le abrieron así unos ojos- ¿Aún más?

Bueno, parece que esto me quedó más como una serie, un capítulo. Lo dejo en suspenso, odio leer uno así, pero no se seguirlo… por ahora. En todo caso, creí cerrado mi etapa Gundam pero ahora veo que no es así. Si quieren insultarme, apedrearme, les doy mi correo: jakito_kun@hotmail.com

Este fic continua en "Cahorreando hasta la escuela.