¡Cachorreo hasta el colegio!

Duo se había sorprendido de ver a Heero así, borracho, desnudo en aquel sillón, mirándolos. A Quatre le pareció que debía ser por algo. Se levantó, tomó la botella que tenía Heero, y bebió un largo trago. Se la pasó a Duo, que imitó la operación de puro mono. Se tendieron los tres en la alfombra, sin rozarse. El olor a sudor, a sexo, a preservativos usados, a licor invadió la habitación. Como para espantar los malos espíritus, Duo encendió un cigarrillo. Las rondas del cigarro terminaron por volverse rítmica. Hablaban estupideces por mientras.

-Así que esta era tu idea de orgía báquica.

-Así es, amigo.

Tocaron la puerta. El único que permanecía alerta era Duo, aunque no tanto.

-Abran chicos, soy yo, Trowa, y les trigo una sorpresa.

El trenzado como pudo, se levantó a abrir.

-Bueno, y qué sucedió –preguntó Wufei.

-Oye, qué haces aquí, creímos que no vendrías.

-Trowa me fue a buscar al aeropuerto.

-¿Es que no sabes? Ahora somos pareja.- Trowa se pegó al cuello de Wufei. Heero lo miró queriendo matarlo. A través del humo mental y del cuarto, los miraba. Ellos no veían su mirada decidida a sacrificarlos. Sólo veían su cuerpo, un manjar preciso para ser devorado por las más terribles bestia, sólo aquellas que fueran las mas fuertes. Heero sólo quería matarse. Miró al rubio, y notó lágrimas por sus mejillas. Y recordó las palabras oídas por la radio. "yo amo a Trowa". Al final era un enemigo mucho más antiguo y poderoso quien le había ganado no el corazón, le había ganado el pene y el culo de Trowa.

La pareja recién llegada se unió en el acto. Bebieron, y se desvistieron mutuamente. Se besaban mientras Duo y Quatre los observaban y comentaban. Heero, a pesar de todo el ambiente, lo encontró lo más enfermo que podía existir. Odió ése olor, odió sus caras de placer, de celos, de vacío. Vacío. vacío. Por eso Hueco, por eso Yaoi significaba vacío. Porque quienes lo vivían y creaban estaban en su suprema etapa de adolescencia ambigua. En suprema decadencia. Venía muy bien el poema de Rimbaud: todavía te hallas en tentación de San Antonio… seres prefectos se ofrecerán a tus experiencias… cuándo salgas, en qué se habrá convertido el mundo… en todo caso, en nada de las apariencias actuales…

-Vamos, Heero –le intentó animar Duo – Intégrate, es sólo un juego.

"Sólo un juego" pensó. Un juego asqueroso e indecente que quiero jugar. Se adelantó, y apartó a Wufei, que se hizo a un lado, sonriendo. Empezó a besar a Trowa, agarrado sólo de su hombro. Sintió la burla perfecta de Duo. Sintió las manos que comenzaron a recorrer su cuerpo. Debía ser Duo quién le tocaba el pene, sea como sea, Duo excitaba mucho con eso, sabía masturbar demasiado bien. Se puso por debajo, y empezó a lamer primero un pene, el de Heero, y luego el de Trowa, los lamía por turnos mientras los sentía endurecerse entre sus manos. Quatre y Wufei los acariciaba, besaban y chupaban por el poto, la raja. Quatre se ocupaba de Heero, y Wufei de Trowa, pero se aburrieron y se fueron a un lado. Se tocaban desesperadamente, sin pensar, sin sentir. Heero ya estaba por terminar. Duo se hizo a un lado, y Heero aprovechó para tirarse arriba de Trowa. Se restregó con éste un rato, besándolo. Trowa lo apartó de repente, con una pregunta de qué estás haciendo en los ojos. Heero le besó el ombligo. Heero le tragó el pene. Heero comenzó a hacer sexo oral. Furiosamente. Desesperadamente. Parecía que quería comerse la tula de Trowa para que nadie más la tocara nunca. Para que a nadie más le atravesara nunca, ni nadie la besara nunca. Heero terminó. Bebió la cosa pegajosa ésa de Trowa, y vomitó sobre su blanco y antes besado ombligo.

Como estaba de cuatro patas, Duo no perdió la ocasión, y se le puso por detrás a Heero. Al tiempo que se movía lo masturbaba. Como siempre. Como ya nunca. Wufei hacía lo mismo por su lado con Quatre. Ya estaban por terminar, y los gemidos de Wufei aumentaron repentinamente cuando su amante lo abrazó por detrás, penetrándolo. Trowa había ido al baño, y vuelto donde el chino. Terminó pronto. Trowa sacó a Wufei, y se puso a hacerlo con Quatre, todo cuidadosamente después de cambiar preservativo. Los iban tirando en otro sitio. Wufei forró el pene de Quatre, e hizo que éste lo penetrara. El trío se movía a un ritmo desmesurado y descuadrado. Como si no se pusieran de acuerdo. Heero terminó. Se separó de Duo, y puso un CD de Nirvana. Algo de Wiskas. La canción decía algo como "I'm so happy, cause you say you are my friend." I love you! I Miss you, I Kill you, y el resto no lo entendía. La verdad, era malo en inglés. Cambió a otro que se llamaba Ciberya mix. Lo dejó tocando. La música daba justo con el ambiente que había. Perversión. El trío terminó. Se tendieron en el suelo a descansar.

-¿Qué pasa, amigo? –Duo le pasó la botella- ¿No te estás divirtiendo?-Le acarició el rostro.

Heero bebió otro trago. La sangre se le desheló. Miró a Duo a los ojos con ésa mirada de siempre acentuada. Le acarició el pelo, y la cara de Duo cambió de ésa estúpida sonrisa de siempre a un gesto distinto. Siguió tocando su cara, su pelo. Le soltó cuidadosamente la trenza. Duo se había acostado sobre las piernas del castaño, que le acariciaba el rostro y el pelo sin cesar.

-Finalmente, es esto todo lo que quería de ti. Te quiero, Heero.

Los chicos miraron el rostro vacío de Heero.

-¡Oye! También me dijiste eso a mí. –Trowa intentando iluminar la situación que se tornaba tanto más oscura cada vez.

-A ti también te quiero, Trowa.

Éstas palabras parecieron sacudir a Heero, que miró a Wufei sonriendo. –Te toca.

Dejó bruscamente a Duo. Se acercó al Chino, y lo tumbó de espaldas. Éste se dejó tumbar. Ni se quejó al sentir que Heero lo penetraba fuertemente. Se movía furioso.

-Me habían dicho que hacías buenos acompañamientos –comentó Wufei. –perece que no era tan cierto.

A Heero le ardió la vena. Había un cinturón de cuero cerca. Lo cogió casi sin pensar, lo dobló, y azotó al chino en la espalda. Éste dio un grito de sorpresa, y a Heero le gusto tener a alguien gritando. Le dio un segundo golpe, y un tercero, e iba a dar el cuarto, pero se detuvo, y gritó

-¡Di mi nombre, Wufei! ¡Vamos, grita mi nombre! –Y bajó el látigo.

-Heero –Recibió Wufei, -Heero- volvió a gritar tras cada azote propinado por su jinete entusiasmado, ambos parecían gozar mucho con la idea. los otros tres miraban el hecho, al principio iban a defender a Wufei, pero al verlos gozar tanto se empezaron a masturbar. Trowa se restregó contra el vientre blanco y terso de Quatre. Se restregaban los penes, y los dedos traspasaban anos ya adoloridos, y buscando más y más. La noche parecía inagotable. Se besaron. Duo se masturbaba solo. Tenía las piernas abiertas, y los ojos cerrados. Tenía las mejillas encendidas. Ambos, Trowa con Quatre y Duo solo, estaban a la sombra del maniático que golpeaba gritando salvajemente de placer, y al otro que gemía y gritaba como loco el nombre de su captor. Duo fue por de tras, y abrazó a Heero por la cintura. Heero se fue, y soltó a Wufei, que jadeó en la alfombra. Las manos de Duo suavizaron el más que recorrido cuerpo de Heero, besándole y mordiéndole el cuello. Hizo lo de siempre, besando alternativamente sus labios y su cuello, lo penetró por detrás mientras el chico acariciaba sus nalgas y su cabeza. Duo masturbaba a Heero. Ambos estaban como parados sobre sus rodillas. Trowa pone sus rodillas en los hombros de Quatre, dispuesto a entregarse. Éste se pone el preservativo, y toma suave, como él, las caderas de Trowa y las atrae hacia sí. Lo empieza a penetrar. Trowa se queja ante las embestidas. Quatre, suave como la seda, lo recorre, le besa las rodillas, lo masturba. Le empieza a lamer la punta, que es lo que alcanza curvándose. Wufei, ya descansado de su anterior turno, se acerca, y empieza él a lamer la de Trowa. Quatre no lo detiene, sino que empieza a masturbar a Wufei, le introduce dedos por el ano, y los mueve. No deja de moverse dentro de Trowa. Termina Trowa, unos segundos después Quatre. Heero y Duo recién se tiran al suelo, uno sobre el otro. Se besan mucho. Se restregan. De a poco calman el ritmo y las respiraciones. Quatre se tira sobre Trowa. Sólo Wufei queda solo. Hace de puente, apoyando su cabeza en el estómago de Trowa, Quatre le acaricia el pelo. Los pies los pone sobre Duo y Heero, quienes lo acarician también. Se duermen uno tras otro, casi al mismo tiempo.

Al amanecer los dolores se manifiestan. No sólo los de cabeza, bueno, no sólo en la cabeza. Digo, bueno, dolían las dos cabezas. La resaca y la orgía hacen que les retumbe la cabeza, y les arda el poto. Wufei era el más adolorido, la espalda dolía mucho. Tocaron la puerta, se alertaron.

-¡Amo Quatre! ¿Están sus amigos con usted?

-Sí, todos están aquí. –Miraba el grupo de chicos despeinados, desnudos, y recién despertando a la luz del sol que se filtraba por las cortinas. –Prepara un baño para todos en el baño principal.

-Un baño caliente está preparado para todos, señor.

-Muy bien. No se preocupen por limpiar cuando pasemos, nosotros lo haremos. Ten listo el desayuno para todos.

-Señor, es hora de almuerzo.

-Muy bien, entonces almuerzo.-Quatre se puso en pie y se estiró sólo para ser observado. – Vamos al baño. Abrió la puerta que daba a la estancia del lado, y entró, puso seguro. Los chicos lo habían seguido. Wufei había tardado pues puso en un tiesto todos los preservativos y sus envases. Duo se puso a contarlos. Se metió, pues, último en la tina.

-Vaya con las ideas de éste Duo. –Fue lo único que dijo Heero.

Los demás rieron, y comentaron que cuándo podrían repetir.

Vaya, cómo terminó mi fic, este giro fue totalmente inesperado para mi. Y no puedo decir que haya terminado. Me da lata que hayan quedado los parejas típicas, Duo x Heero, y Trowa x Quatre, pero es más bien un todos x todos. A lo mejor, a Relena se le ocurre hacer una fiesta, e invita no sólo a los pilotos, también a su hermano, a Noein, Dorothi, y todos aquellos que tienen relaciones… Damn. Continua, al parecer, cachorreo.