Capítulo 1
Era 15 de septiembre y como todos los años, Renata y César empezaban el curso
en su instituto de magia "Melín el Mago" (N/A: Tengo derecho a no tener
imaginación para los nombres XD).
No se sabía dónde quedaba exactamente el colegio. Todos los años los
estudiantes iban a la estación de Atocha, al andén 10 y 5/18 (leído: andén
diez y cinco dieciochoavos) y se montaban en un tren de alta velocidad mágica,
o sea, en el AVM. Aquel año, la madre de Renata le había hecho una maleta que
parecía que no iba a volver. A César le había pasado algo igual, sólo que a
él además le habían metido yogures para el camino.
A la escuela "Merlín el Mago de Magia, Hechicería y Otras Cosas" no se podían
llevar animales. Renata y César entraron en uno de los compartimentos que iban
vacíos, acomodaron sus maletas y se sentaron. A poco tiempo el tren salía de la
estación. Pronto abrieron la puerta del compartimiento dos chicas: Ana y Kerry.
"HOMBREEE RENAAA, CESÍÍÍÍÍTAAR QUE TAL EL VERANITO"
Y se sentaron con ellos sin pedir permiso. César se puso a mirar por la ventana
y contar los postes de la luz mientras Ana, Kerry y Renata se ponían al día.
Así estuvieron cotilleando hasta que pasó el carrito de las chuches. Los 4 se
miraron... sacaron de sus bolsillos todo lo que tenían y justo les dio 1€, que
era justo para una bolsa de ruffles pequeñas para los cuatro.
Al llegar, lo primero que había era una puerta verde oxidada por el paso del
tiempo y la falta de ponerle otra manita de pintura. Nada más entrar admiraron
ese panorama tan bonito y que tantos recuerdos les traía . A un lado, la cancha
de baloncesto con las cestas oxidadas y sin red, al otro la casa vacía en la
que hacía la "minidisco" en Junio y en medio, la estatua de Merlín con
Excalibur, que se hallaba en perfecto estado. Siguieron caminando hasta el
puente donde se separaban las cuatro casas: la Roja, la Azul, la Amarilla y la
Verde
César, Ana, Kerry y Renata se fueron a la parte de arriba, donde estaba las
casas de los azules. Había 7 casas, una para los de cada año. Al entrar estaba
lo de siempre. Primero la entrada, a un lado las escaleras y al otro las
duchas. Al subir las escaleras llegaron a los dos cuartos, uno el de chicos y
otro el de chicas. Al entrar en los cuartos se veían las literas del año pum y
los colchones potrosos. Dejaron sus mochilas (con las que cargaron desde el
principio porque en el insti no les llevaban las maletas) y salieron de allí
hacia el comedor.
El comedor era una casa alargada de un solo piso en el que había muchas mesas
y una pequeña en la que se sentaba el profesorado. Ocuparon sus sitios y esperaron
a la ceremonia de selección de los de primer curso. La ceremonia consistía en
que la Espe, la repelente profesora de Transformaciones, tiraba un rayito de
luz a los alumnos y según del color que saliera el humo al tocarlos se les
colocaba en una casa o en otra. El color que saliese dependía de sus
cualidades.
Estaban los Rojos que eran los pijos y los repelentes y su jefe de casa era la
Chepu, la temida profesora de pociones.
Los Azules eran valientes, pero a su vez pasotas y vagos y más te valía no se
enemigo suyo; su jefe de casa era la Espe, la idiota de Transformaciones
Los Verdes que eran los empollones por excelencia, no había nada que no
supieran, el resto de las casas les tenían boicoteados por empollones; su jefe
de casa era la Pulgarcito, profesora de astronomía.
Y los Amarillos que eran los trabajadores, pero a su vez torpes, con lo cual
todo el trabajo que hacían no les servía de nada porque lo estropeaban; su
sufrido jefe de casa era Diego el profesor de Estudios Muggles
Pronto se vio a la hilera de nuevos estudiantes y Espe empezó a llamar:
"Torres, Manuel" el niño se acercó y el humo salió Amarillo.
Quedaba clarísimo a donde tenia que ir.
"Moreno, Marcos" el humo salió azul.
Y así interminablemente, cada año les parecía más larga la selección. Todos
estaban aburridos asà que se dedicaban a dar collejas a los niños que pasaban
cerca de ellos.
Tras esto tenían toda la tarde libre para hacer lo que quisieran. Los chicos
pidieron un balón de fútbol, pero se había pinchado con la espada de la
estatua de Merlín. Las chicas pidieron coca-colas y trina para sentarse y
contarse sus movidas, pero las coca colas y los trinas se los habían bebido los
profesores en la party que habían tenido antes de que empezara el curso. Así
que los chicos tuvieron que conformarse con jugar al pillapilla y las chicas se
conformaron con agua del grifo.
