EL OMBLIGO DE HARRY
8. Contrareloj
- ¡Crucio!
Comenzó a retorcerse de dolor. Todo el cuerpo le dolía cuando la maldición cesó y la serpiente volvió a subir por sus pies. Lentamente, dejando una baba fría y pegajosa por todo su cuerpo.
Harry despertó escuchando la voz de Ernie en su oreja. Se incorporó rápidamente y miró a su alrededor. Había cinco o seis magos mirándole con preocupación.
- ¿Estás bien? -preguntó Hermione pasándole una mano por la frente –Estás sudando.
- Y te retorcías murmurando algo como "no mi lord" –dijo tímidamente un brujo anciano, que lo miraba con interés.
- ¡oh, eso! Era... pues, tenía una pesadilla con... con mi loro, que me quería morder... eso es, dije 'no mi loro'.
- ¿estás seguro que era una pesadilla? –preguntó Ernie.
- ¿qué mas podía ser estando yo dormido?
- Pero realmente parecías estar sufriendo –añadió Hermione.
Harry intentó poner cara de niño bueno. Sonrió como si nada hubiese pasado. Ernie comenzó a dispersar al grupo de curiosos que le rodeaban. Parecía que todos habían quedado satisfechos con la improvisada explicación. Sólo Hermione permanecó a su lado. Notó entonces que el autobús estaba parado.
Los dos bajaron lentamente del autobús, y esperaron a que se volviese a poner en marcha y desapareciese. El viajecito había sido tan movido que Hermione se tuvo que sentar un momento para recuperarse. Cuando se levantó, comprobó que Harry apenas se había movido.
- ¿estás bien?
- ¡claro! ¿porqué os preocupáis tanto por mi?
- Claro que me preocupo. Era por si volvía a ser como el sueño de esta mañana y no despertabas. Lo pasé mal. No te enfades.- contestó sin pestañear.
- ¿cómo me voy a enfadar? –dijo dulcemente- Si me miras con esa carita...
Hermione se acercó a él. Acarició su mejilla mientras él sonreía. Por unos instantes, pareció que el tiempo se detenía a su alrededor. Harry tomo su mano y suspiró.
Era completamente de noche. La casa de Ron no estaba de ningún modo como ellos pudieran recordarla, principalmente porque no se veía casi nada, y luego porque parecía haber sido construida de nuevo, esta vez en una única torre de un sólido y compacto hormigón. Lo único que seguía igual era el letrero que anunciara el nombre del lugar.
- mmm, valla –dijo Hermione- parece que esto ha cambiado.
- Debe ser porque estamos dormidos. Todo volverá a ser como siempre en cuanto entremos.
- Eso no va a ser nada fácil. Todos los Weasley están de vacaciones y no hay nadie en casa.-dijo ella angustiada.
- ¿no te acordaste de eso antes de elegir este destino? –Harry se acercó tanto a ella, que Hermione tuvo que dar un salto hacia atrás.
- ¡claro que me acordé! Pero ¿dónde querías que fuésemos? ¿A la casa de tus tíos en ruinas? –ella comenzó a gritar- ¿a mi casa donde no sabemos que ha pasado para que mis padres no estén? ¿al callejón diagón, cerrado por ser tan tarde? ¿al ministerio de magia para que nos quiten tu varita? Pero no… el señor don perfecto no fue capaz de decir nada y ahora me hecha toda la culpa.
- ¡no me dejaste hablar!
- ¡Harry madura y asume tus culpas! ¡¡Dos no van a Roma si uno no quiere!!
- ¡...mujeres! –replicó Harry sin saber mejor que decir.
- ¡valiente excusa! – Hermione se cruzó de brazos y frunció el ceño. Con una mirada congeladora a Harry, comenzó a caminar hasta donde se suponía estaría la entrada a la casa. Como era de esperar, las puertas y ventanas de la casa estaban cerradas. No parecía haber el menor signo de movimiento dentro.
-Al menos nadie pensará que somos tan estúpidos como para escondernos aquí... – dijo él siguiéndola. Hermione solo gruñó.
La mañana siguiente despertó a Hermione con los primeras luces del amanecer. A su lado, con la cabeza apoyada en su hombro, estaba Harry, dormido profundamente.
- ¡siempre acabamos igual! –susurró.
Estaban tumbados en una hamaca que habían encontrado en el patio trasero de la madriguera. A la luz, todo parecía tan diferente a sus recuerdos como lo habían visto la noche anterior.
Se levantó tratando de no despertar a su amigo y echó un vistazo a su alrededor. Lo único que podría recordarle a los Weasley era un viejo abrigo con los colores de los Chuddley Cannons que estaba tendido. Debía ser de Ron. Le echaba mucho de menos.
Volviendo a mirar a Harry vio que tenía algo en su mano izquierda. La mano no estaba apretada, así que Hermione pudo coger fácilmente lo que sostenía Harry: El recuerdo. Por su cabeza pasaron mil ideas descabelladas. Si, era lo que ella había perdido en casa de la señora Figg. Claro que podía probar a ver si ella lo tenía. Quizá, en algún recuerdo de la vecina de Harry podría ver lo que pasó después de que ellos se fueran del numero 4. Ella podía haber visto un perro negro, o a alguien que los estuviese buscando...
Pero no había usado nunca un recuerdo. El suyo lo tuvo en sus manos poco tiempo, porque enseguida se lo guardó en el bolsillo del pantalón. Y lo había perdido. Tampoco era seguro que la mujer lo hubiese encontrado.
Se sentó en uno de los primeros escalones del porche de los Weasley. El pequeño recuerdo parecía mirarla con interés. Sin que ella lo esperase, el recuerdo cerró los ojos y comenzó a moverse, dando pequeños botes en su mano. Hermione cerró el puño para que no se escapase. Fue como si entrase en un túnel. Todo a su alrededor giraba tan rápido que solo podía ver manchas circulares de colores.
Cuando cesó, notó que estaba en la cabeza de alguien que miraba el suelo. Una voz hizo que el otro portador levantase la vista hasta algo que dejó muda a Hermione.
Era una figura alta y delgada, casi esquelética, pero de un ligero tono verdoso en su piel. La cabeza, también alargada, miraba con ojos semejantes a los de un gato, y cierto matiz de ironía. No tenía nariz y la boca a penas era un surco debajo de ella, sin labios ni expresión. Una risa escalofriante resonaba en las paredes de lo que parecía una cueva.
- Entonces pretendes decirme - La fría y aguda voz casi susurraba- que viste al joven Potter y su novia en un parque...
- S...s-si.
- ¡¿y crees que la vida amorosa de Potter me interesa?! –elevó tanto el sonido de su voz que la copa de cristal que tenía en sus manos se hizo trocitos.
Hermione no podía ver la cara de quien se supone tenía el otro recuerdo, pero notaba que estaba temblando. Incluso ella misma se sentía terriblemente asustada.
- yo... mi lord, no quería decir que... podía no ser su novia...
- ¡¡¿qué dices?!! –el señor oscuro se levantó de golpe.
- Bueno, pensé que lo interesante es que estaban solos...
Bajó la vista y sintió una punzada de dolor en el estómago. Luego una mano congelada le tomo por el cuello y le lanzó contra la pared.
- Me refería a que están perdidos... -la voz llorosa dudaba- solos y asustados. Podemos saber todo lo que hacen y dónde van. Podemos encontrarlos fácilmente con... esto.
Hermione tiró el recuerdo al suelo y corrió hacia Harry.
- ¡despierta! ¡nos han encontrado! ¡tenemos que irnos!
**¡he vuelto! Aquí tenéis otra dosis de lo que sucede en mi retorcido cerebro. Quizá he puesto a Voldie demasiado bueno, lo sé, pero es mi naturaleza de humanizar a todo el mundo.
Hay un montón de preguntas que no he respondido. Es solo cuestión de tiempo, no desesperéis. Esta vez no voy a plantear ninguna, así que si tenéis dudas, sólo tenéis que preguntar.
Se admiten apuestas, propuestas y palabras de ánimo XD* Es Rowling quien inventó todo este mundo, ni se os ocurra culparme a mi por las consecuencias. Voldie se me ha enfadado porque dice que no le gustan los gatos, que lo suyo son las serpientes. Tambien se queja de que le describa a sí, porque el prefiere su aspecto de Tom. Intentaré convencerle para que salga en el siguiente capítulo.
