Capítulo 2
- No! No pienso dejar que mi hija vaya a tierras extrañas!- gritó Lirian apartándose de su marido, lágrimas en sus ojos
- No son tierras extrañas... Por favor, cariño, escúchame. Es por el bien de...
- Por el bien de Listel?! En su estado crees que soportará el viaje?? Crees que llegará con vida?!!!!
- El Señor de Rivendel...
- Al cuerno con el Último Hogar!! Nuestra hija se consume, Nastel!! Y quiero estar con ella el día que parta hacia las Salas de Mandos...
- Cariño... Sabes tan bien como yo que pasarán algunos años más hasta que Listel se consuma para siempre... Aquí, cerca del Mar y de los Bosques, hay demasiados recuerdos dolorosos para ella. Si consiguiéramos apartarla de ellos, aunque sólo fuera unos meses, quizás recuperaría algo de su juventud...
Lirian miró a su marido no muy convencida de sus palabras
- ¿Y si no la cuidan bien? Listel es demasiado frágil y necesita...
- El poder de Rivendel la sanará. Quizás incluso olvide a Arenor y...
- ¡¡No pronuncies ese nombre!!- gritó la madre de repente- Si algún día encuentro a ese joven...!!
Nastel sonrió y abrazó a su mujer.
- Ssshhh... cariño, no grites.- susurró- Listel aún no se ha despertado
- Es nuestra única hija, Nastel... El único regalo que nos han dado los Valar...- susurró la mujer llorando
- Lo sé, cielo, lo sé... Pero quiero que sea feliz... El destino no está siendo clemente con ella aquí, en estas tierras... Alejémosla del sufrimiento que la consume... Sé que es fuerte... sé que saldrá adelante...
- Yo no estoy tan segura de que sobreviva. No queda esperanza o fe en ella... Listel es débil ahora...
Nastel sonrió y miró a su esposa a los ojos
- La gran Lirian Nenmacil duda de que su hija no ha heredado la fuerza que una vez hizo gloriosa a su madre?
- Nastel...
- Cuando te conocí no creías que nada fuera imposible... Tú decías que hasta en la muerte uno debe mantener esperanza... creer en su fuerza, creer en el destino...
- Pero eso fue hace tiempo, cuando aún era joven... Ha pasado el tiempo y he visto crecer gloriosa a mi hija... y ahora, la veo desvanecerse en prolongada y sin fin cadencia... Si yo pierdo la esperanza ante eso, ¿no crees que ella, la que sufre más que nadie, la habrá perdido ya hace tiempo?
- Lirian, amor mío... ¿alguna vez te has planteado qué es lo que la mantiene aún con vida?
El tono grave de las palabras de su marido la sorprendió un poco
- A mi mente sólo ha venido la idea de que de alguna manera ella blasfemara en contra de Mandos, pero... se me hace tan difícil de creer...
- A la mía sólo ha venido el pensamiento de que en el fondo, ella confía en que Arenor regresará. Por eso lo va a esperar todos los atardeceres, por ello se niega a abandonar estas tierras... Aún tiene esperanza, aún tiene fe...
- Pero...
- Confía en mí, como antaño confiaste... El Último Hogar curará sus heridas
- No quiero perderla, Nastel...
- No vas a perderla, mi vida... Vas a encontrarla.
- ¿Al Último Hogar?- preguntó sorprendida
- Hemos estado hablando, y creemos que cambiar de ambiente un tiempo te vendrá bien- respondió Nastel tomando asiento enfrente de su hija
Lirian estaba preparando el desayuno de Listel. La casa estaba en paz, y los rayos del mediodía entraban por la ventana de la cocina. A lo lejos, el mar estaba en calma.
- Además, el Señor Elrond...
La joven hizo un gesto con la mano, no deseaba oír más. Sus ojos, inexpresivos.
- Si he de ir a Rivendel, a Rivendel iré. No es necesario que me deis más razones. Sois mis padres: si habéis decidido que es lo mejor para mí. Así será... Además,- continuó con una pequeña y triste sonrisa- necesitáis un descanso. Lleváis mucho tiempo cuidando de mí, y precisáis de tiempo para vosotros.
- No cariño, no pienses que vas a ir a...- comenzó Lirian, pero la joven la cortó
- Sé que no es porque queréis apartarme, nana.
Se hizo un pequeño silencio. Nastel estaba un poco confundido. Hubiera esperado tener una larga charla tratando de convencer a su hija. Hubiera esperado cabezonería por parte de ella, por no querer separarse del atardecer ni del mar ni de los bosques... Sin embargo, asumió la decisión sin más. Como una orden... con dejadez...
- ¿Cuándo he de partir?- preguntó la joven para después meter una cereza en su boca
- Cuando estés preparada, y quieras... No te vamos a obligar a que-
- Entonces partiré mañana- cortó a su padre sacando el hueso de la fruta de su boca
- ¿¡Mañana?! - exclamó Lirian- No puedes partir mañana. Tiene que llegar aún una escolta de Rivendell para...
Fue entonces cuando los ojos de Listel se llenaron de miedo
- ¿Una escolta?
- Sí, claro... No pretenderás ir sola en tu estado...
- No necesito ninguna escolta
El tono de Listel se volvió de repente, casi agresivo. Y eso, alertó a Nastel.
- Las Tierras están plagadas de Orcos. Corren rumores de que el mal se multiplica. Las Sombras del Gran Bosque Verde se han vuelto más alargadas. Se dice que la magia oscura comienza a frecuentar los caminos de los comerciantes. Es peligroso andar sólo por estas tierras...
- Padre, no necesito una guardia. Sé manejarme con un arco, sé manejarme con una lanza... Puedo ir sola a Rivendel! No necesito la ayuda de nadie!- terminó gritando, débilmente
Su respiración era acelerada y precipitada. Era evidente que aquel enfado repentino, no lo iba a poder soportar por mucho tiempo... su estado de salud no lo permitiría
- Escúchame, jovencita! - llamó su padre, en tono amenazador
- ¡No, padre! No pienso escuchar, mañana partiré yo sola a...
- ¡¡No irás a ningún lado!!- gritó Lirian, de repente
Ambos, padre e hija, se volvieron a ella, sorprendidos. La mujer miraba a su hija fijamente
- Si fueras sola, tu destino no sería Rivendel. Lo sé. Piensas ir a buscarle, lo veo en tus ojos. Acepta hija mía, que Arenor murió. Murió hace más de un milenio.
La joven agachó la mirada, avergonzada, al sentirse descubierta.
- Si no puedo tenerle, madre... si no puedo encontrarle... al menos moriré sabiendo que no me quedé de brazos cruzados, esperando como si fuera una doncella de palacio esperando a que su caballero regresara de las cruzadas... Necesito buscar, nana... Saber por qué me he mantenido con vida tanto tiempo... Sé que aún está vivo, lo sé... pero...
- Listel, escúchame. No volverá. Aún de haber sobrevivido a la Guerra, nadie podría salir adelante, con heridas mortales y perdido en la Ciénaga de los Muertos
- Nana...
Lirian suspiró y cerró los ojos.
- Irás a buscarle. Aunque llegues a Rivendel, irás a buscarle. Nadie podrá retenerte allí. Conozco ese sentimiento. Al igual que yo, no hay cadenas que te puedan atar si tu mente duerme en otras tierras...
Abrió los ojos nuevamente, y miró a su marido con ellos llenos de lágrimas, el asintió, y sonrió tristemente. Luego miró a su hija otra vez.
- Irás al Último Hogar
- Pero Nana...- suplicó la joven
- Estarás allí hasta que tu estado de salud, te permita sobrevivir al camino.- siguió su padre con una triste sonrisa - Con todo mi corazón desearía poder retenerte aquí, con nosotros para siempre pero... Bueno, supongo que no hay más que decidir. La escolta no tardará en llegar... un par de días como mucho... hace ya dos semanas que partieron de Rivendel...
- Oh, Ada... Nana...- comenzó Listel, pero las palabras ser ahogaron en su garganta.
Se levantó y abrazó a su padre, y a su madre, llorando de felicidad, una sonrisa en sus labios.
Y fue aquella, la primera sonrisa que Listel regaló al mundo, después de un milenio lleno de sombras.
============================== (continuará)
NdA: gracias a todos aquellos que han escrito reviews. de verdad que lo agradezco mucho. Ni siquiera esperaba recibir alguno... Gracias otra vez. Y espero que os halla gustado este capi (sé que esto está un poco parado ahora... pero en un par de capítulos todo se pondrá más movidito. prometido -_^)
~Ireth
