Todo había empezado con los planes de su ama.

En realidad Xellos estaba pensando en los maravillosos helados de Saillune cuando la voz de Zelas Metallium, el ama de las Bestias, le sacó de esos deliciosos recuerdos. - Xellos, querido, ¿Me estás escuchando? Lo que trato de encargarte es muy importante para mis planes. Trataba de decirte... -Sí ama, he entendido. Pero deme tiempo... esto no va a resultar fácil.- Y sin dejar que su ama le objetara nada ni confirmara que lo había oído todo bien, desapareció de la guarida de ésta sin dejar rastro, para aparecer justo enfrente de la casa y, a la vez, tienda de cerámicas de Filia Ul Copt.

Según había entendido de su ama, para llevar a cabo su plan, debía esperar a que Reena Inverse muriera (ya que era evidente que enfrentarse a ella era, más bien, contraproducente) pero de todos modos, debía matar a Filia.

Obviamente, Xellos podía acabar con ella con sólo chasquear los dedos. Pero de esa manera podía ganarse la desconfianza y, lo que le daba más miedo, el odio de Reena y de los demás miembros del grupo (ahora disuelto), sin contar al caballero de Cephied.

Así pues, y a pesar de que el Mazoku nada tenía en contra de la dragona, decidió hacer las cosas a su manera.

Entró en la tienda, y enseguida, encontró a su "objetivo" muy ilusionada acabando de colocar un jarrón rosa en una estantería. Filia se giró hacia él con una sonrisa en los labios... que eliminó totalmente de su rostro, cambiándola por una expresión entre asco y odio (acompañada por un pequeño tic en la ceja) al mismo tiempo que decía entre dientes: -¡Ah! Eres tú.

Xellos, esbozando su peculiar sonrisa miró a Filia curiosamente al tiempo que arqueaba una ceja. -Vaya, vaya... ¿Es que acaso esperabas a alguien en especial, labios de lagartija? -¡¡Amelia!! ¡¡Ya has...!! ¡Ah! ¡Hola Xellos! No sabía que Filia también te hubiera invitado a ti- Era Gaudy Gabriev. Y dónde estuviera Gaudy también se podía encontrar a cierto ser humano poco recomendable para los ladrones. Xellos palideció. Había abierto sus ojos amatista de la sorpresa. -¿Has visto Reena?- Continuó Gaudy.

La presencia de Reena y Gaudy lo cambiaba todo, a partir de ese momento debería andar con pies de plomo.

-Pero qué tonto eres Gaudy -inquirió ésta -¿No ves que no le ha invitado?- y dirigiéndose al demonio preguntó, como si ya esperara la respuesta -¿A qué has venido Xellos? -Sore wa himitsu desu -contestó éste ya repuesto de su sobresalto inicial.

Xellos reparó en que, tanto El espadachín como la hechicera habían cambiado físicamente, sobre todo ella, que había crecido (un poco) y ahora parecía algo más adulta.

Filia, por el contrario, no había cambiado en absoluto ya que, y al igual que él, al no ser humana, parecía que los años no pasaran por ella.

-¡Ya basta! ¡Maldito Namagomi! ¡¡Dime ahora mismo a qué has venido!!- Dijo por fin ésta acercándose a él y señalándole con su mazo a modo de amenaza. -Pues venía a visitarte, labios de lagartija. Esperaba que el tener a un niño al que cuidar te hubiera hecho madurar un poco, pero ya veo que ni con eso cambiarás.

Miradas gélidas por parte de ambos equipos. Un tanto a cero a favor de Xellos.

Una figura entró en escena. Zelgadis también estaba presente. Al parecer, la quimera no había encontrado una cura para su problema y parecía haber traído malas consecuencias para su carácter, siendo más introvertido que hacía tres años, cuando se habían separado.

Xellos se sorprendió, era como si Filia hubiera leído sus pensamientos y los hubiera invitado a todos para que él no pudiese cumplir las órdenes de su ama.

-Vaya, vaya. Así que tú también estás aquí- Zelgadis también odiaba a Xellos y ni siquiera le dirigió un pequeño saludo. Era obvio, que el demonio no era bienvenido y eso era precisamente lo que más le gustaba, pues de los sentimientos negativos que emanaban esas dos almas, se alimentaba y regocijaba dando la sensación de no darse por aludido, hecho que aumentaba más el mal ambiente.

-Verás, Xellos, Filia nos ha invitado para celebrar el que hace tres años derrotamos a Estrella Oscura.-Explicó Reena. -Los humanos sois realmente curiosos... os empeñáis en celebrar cosas cuando éstas ya han pasado hace tiempo.-Repuso el Mazoku. -¡A mí no me mires! Fue todo idea de Filia.-respondió la hechicera con una leve sonrisa. -Sí, y no recuerdo haberte invitado, Namagomi. -Ya sabes que no me hace falta invitación para... -¡¡Pues para entrar a mi casa sí!!¡¡ Así que ve despidiéndote!!

Un tanto a favor de Filia y empate a uno. El mal ambiente aumentaba, pero si esto continuaba, Xellos iba a tener que olvidarse de las órdenes de su ama.

En ese instante, entraron en la tienda unos soldados (cómo los de una comitiva real) escoltando a una bella joven de largos cabellos negros, que parecía uno o dos años menor que Reena (A pesar de estar mucho más desarrollada).

La muchacha, sonrojada, pero con decisión ordenó a sus fornidos escoltas que podían regresar a Saillune.

Todos (excepto, claro está, el demonio) se abalanzaron sobre ella haciendo preguntas y prácticamente chillándole a Amelia Wil Tesla Saillune.

El resto del día fue parecido. Interrogándose entre ellos descubrieron que Reena y Gaudy habían estado viajando para encontrar una espada mágica para él. Pero al fin habían encontrado una de lo más normalita en un templo sagrado.

Zelgadis había vagado por el mundo exterior intentando recuperar su apariencia humana pero había sido en vano.

Amelia... bueno, ella ahora era la encargada de castigar a los malvados de su reino (haciéndoles repetir durante su condena "La justicia ha de triunfar sobre la tierra", toda una tortura ¿no?).

Y Filia por su parte, había estado cuidando del pequeño Val, (a quien conocieron después de la llegada de la princesa) y vendiendo su apreciada cerámica.

En cuanto a Xellos... era inútil preguntarlo pues a la que lo hacían, éste respondía que era un secreto (aunque en realidad se había pasado gran parte del tiempo haciendo turismo).

El plan inicial de éste último se había esfumado cómo el humo al ver que todos los miembros del grupo se encontraban con Filia. No tenía ni idea de cómo acercarse a ella sin llamar la atención, ya que, en cuanto lo hacía empezaban a discutir.

Además para desgracia del demonio, Reena hizo prometer a Zel y a Amelia que se irían dentro de dos meses, como mínimo (con lo cual a Filia casi le da algo...).

Un día, pero, sucedió algo realmente "curioso". Xellos, bajaba de la buhardilla (que era un dormitorio improvisado con mala intención de Filia) cuando en el salón descubrió a Reena sentada en las rodillas de Gaudy y apoyada en el pecho de éste. -Reena... ¿Me quieres?- preguntó éste. Xellos espiaba parcialmente escondido en la escalera que daba al salón- comedor, dónde, sentados en un sillón se encontraba la pareja. Xellos, abrió sus hermosos ojos y prestó atención.

-Claro que te quiero Gaudy- decía esta -¿Qué pasa?¿No confías en mi?- Un tono de irritación manchó la voz de Reena. Máxima atención de Xellos al escuchar la palabra "confiar", algo se estaba empezando a formar en el interior de su retorcido cerebro. -Sí que confío en ti Reena, es sólo que no lo demuestras nunca. -Ya sabes que no soy de ésas... -Tienes razón... -De pronto, y para sorpresa del espía, los labios de la pareja se juntaron en un prolongado, cálido y emotivo beso. Xellos, ya sabía a qué sabían los besos, y el lenguaje de éstos lo conocía muy bien. Sin embargo algo no le cuadraba. Un detalle se le escapaba a esa situación. ¿Qué significaba todo eso?. Era algo a lo que no alcanzaba su imaginación.

De repente notó que la pareja le miraba atónita. Y de un salto Reena se puso de pié dando tal empujón a Gaudy que lo tiró al suelo (con sofá incluido) mientras reía nerviosamente. -Jajaja... Este... Xellos... ¿Desde cuándo estás ahí?- preguntó con nerviosismo -Pues... Mira, acabo de bajar. ¿Es que he interrumpido algo, tal vez?- El sarcasmo de su voz le indicó a Reena que lo había visto todo. -Más rojo que la... - para desgracia del Mazoku, Reena empezó a conjurar su hechizo -Reena recuerda que estamos en casa de Filia, no querrás que se enfade contigo ¿no?

Por suerte para Xellos, Reena paró en seco, pero le lanzó una mirada que quería significar: "Cómo digas algo te mato".

Xellos estaba sorprendido por la escena aún cuando Gaudy se fue. -Reena.- Llamó el Mazoku. -¿Qué quieres ahora? -Es que no entiendo muy bien qué estaba pasando aquí...-Empezó, pero pronto se vio imposibilitado del don de hablar. Más que nada porque el brazo de Reena le rodeaba el cuello y, entre otras cosas no podía respirar. -¡¿ENCIMA DE CHAFARDERO PIDES EXPLICACIONES!? -N-no... es... que... no entiendo... una cosa... Reena por favor.

Cuando por fin Reena le soltó, estaba sin resuello y a duras penas preguntó -Lo que no entiendo es qué quieres decir cuando dices que le quieres. -Resopló. -¿Pero cómo se puede ser tan bobo? -Inquirió Reena. -Entiéndelo, yo no tengo ésa clase de sentimientos...-Reena cambió la expresión de su rostro. Parecía estar pensando en una respuesta convincente y, a la vez clara para que el demonio lo pudiera entender. -Vamos a veeeer... -dijo llevándose un dedo a la frente.-Eso quiere decir que... cuando tú estás enamorado... -el demonio asentía a cada palabra. -¡Bah! Es inútil -No, vamos Reena, explícamelo. -Es cómo... es que... a ver.-La muchacha hacía grandes esfuerzos por expresarse.-Verás Xellos, ¿A que tú harías lo que fuera por ti?¿Para tu beneficio?-El Mazoku asintió.- Pues algo parecido, sólo que en vez de tu propio beneficio lo harías para el beneficio de la otra persona sin esperar ningún beneficio a cambio, excepto amor y lealtad por su parte.- concluyó.

Xellos se quedó pensativo un momento, tratando de asimilar las palabras de Reena. Definitivamente no lo entendía. Hacer lo que sea por una persona sin esperar nada a cambio... Le pareció que los humanos eran más complejos que nunca. No lograba entender tales pensamientos, lo que le provocaba una curiosidad que lo superaba todo. -¿Y que pasa si esa persona no te da amor?-preguntó al fin. Reena le miró con el semblante grabe, como si temiera que, a causa de la respuesta, el mundo se destruyese. -Que te duele.

Xellos no entendió del todo dónde dolía ni el porqué de las consecuencias que ese dolor podía provocar, pero la respuesta le pareció exquisita y su mente empezó a hilar una trampa que sólo podía acabar con desgracia.

Continuará...