El pequeño Val comía de su plato con una velocidad pasmosa para un niño de
tres años (tal vez ayudaba el que éste fuera un dragón antiguo). A su lado,
Reena y Gaudy devoraban con igual devoción la cocina de Filia que, aunque
no fuera lo más exquisito del mundo, les complacía lo suficiente como para
casi acabar con toda la comida de la ciudad.
Amelia y Zel, se pasaban la mayor parte del día conversando o yendo a los diferentes centros lúdicos de la ciudad. Parecía que se avenían mucho (aunque a la princesa de Saillune aún le daban de vez en cuando esos prontos justicieros tan comunes en ella), y, mientras comían, comentaban una obra de teatro que acababan de ver esa misma tarde.
Xellos, por su parte, se mantenía en "estado latente" mientras mostraba su plácida sonrisa. En realidad, estaba empezando a trazar un plan, como las arañas tejen su telaraña, y la mosca que debía caer, era la que, precisamente, regañaba a su hijo adoptivo. -¡¡Val!!-chilló Filia -¡¡No comas de esa manera que te va a sentar mal!! -¿Y ellos que? -replicó el niño -¡¡A ellos no les dices nada!! -Ellos ya son mayores -repuso Filia -Yo también -Tú no, aún eres pequeño -¿Y porqué? Filia se quedó un momento pensativa -¡¡Sore wa himitsu desu!!- Contestó ésta al fin y para gran sorpresa de Xellos. -¡¡Filia!!¡¡Esa frase es mía!! -¿Y qué? -preguntó retóricamente levantándose y dando por terminada la discusión (por parte de ambos lados).
Filia recogió una pila de platos en los cuales habían comido Reena y Gaudy (que por cierto aún no habían acabado), y se dirigió como buenamente pudo a la cocina.
Filia, por su parte, estaba bien harta. Encima de tener que llevar la tienda, tenia que pagar la comida, prepararla, cuidar de Val, limpiar la casa y soportar todo el día las impertinencias de Xellos sin que nadie le echara ni siquiera una manita. Y por si fuera poco, los antiguos súbditos de Val y ahora sus ayudantes, estaban entregando un pedido y no volverían en tres meses. No iba a poder soportarlo.
Para postres, ahora que tenía que fregar los platos, ese "asqueroso Namagomi" la había seguido, seguramente para meterse con ella de nuevo. -¿Qué quieres? -preguntó pesadamente. -No puedes copiar mi frase, eso es plagiar.-dijo el Mazoku con su habitual sonrisa. -¡¡¡ESTOY MUY HARTA DE TI Y DE TUS IMPERTINENCIAS, ASÍ QUE LARGATE NAMAGOMIIIII!!! -Explosión total. Todas las tensiones del día se habían acumulado y habían recaído sobre el demonio... el cual esquivó el mazo de la dragona con gran facilidad.
Lo que aconteció no fue agradable en absoluto. Filia tubo un brutal ataque de ira en el que casi cambió su actual forma humana por la de dragón sin dejar de dar mazazos contra todo lo que encontraba a su paso.
Estuvo así un buen rato hasta que, viendo que ninguno de sus golpes acertaba al objetivo deseado, decidió detenerse.
Asustada, miró un momento al comedor dónde, para su alivio, Val no se había enterado de lo ocurrido, así que no le habría dado ningún mal ejemplo. Y, volviendo a sus pensamientos, se dedicó a empezar a fregar los platos.
Xellos apareció de nuevo. Había borrado esa bobalicona sonrisa que siempre adornaba su cara. Era la hora de poner en práctica su plan.
Había observado mucho y muy bien el comportamiento humano que necesitaba representar para la idea que tenia en mente. Sabía qué significaba lo que iba a hacer. Sabía perfectamente las consecuencias si todo salía bien. Pensó cómo iba a comenzar. No sabía el efecto que iban a tener las palabras que iba a decir, ni sabía lo que podían provocar en un corazón. Pero ese juego (porque así lo veía él) se basaba en esas palabras. -Filia -llamó. -¿Qué quieres?-preguntó ella con claras muestras de impaciencia e irritación en la voz y sin dejar de mirar los platos que estaba fregando. Xellos abrió sus hermosos ojos amatistas. -He de decirte algo, así que ¿podrías dejar de hacer eso un momento? -No. ¿Qué quieres?-la impertinencia y la poca paciencia mancharon la voz de Filia -Sore wa himitsu desu -contestó él en broma. La reacción de Filia fue inmediata, se giró enfadada. -¿Pues si es un secreto para qué me interrumpes? Como sea una de tus impertinencias... -Pues... -empezó el demonio. Era extraño, pero las palabras se le quedaban en la garganta y no podían salir. -Dilo ya, no tengo todo el día. -Te quiero Filia.
Perfecto. Xellos había movido a la reina después de haber invadido el tablero con peones antes de que Filia moviera sus piezas. El efecto de las palabras "te quiero" era vital para que una reacción extraña aconteciera en la otra persona (ya fuera para bien cómo para mal), y así empezar con el entramado de esa telaraña.
Filia estaba perpleja. Xellos había pronunciado unas palabras que no sabía que jamás oiría de la boca del demonio. Lo peor, no era que las dijera, sino que por el simple hecho de que salieran de entre esos labios, Filia había sentido cómo el corazón le daba un vuelco y que luego se aceleraba conforme los ojos del demonio se clavaban expectantes en los suyos. -Me... ¿me quieres para qué?-Filia había bajado la mirada. No podía soportar la presión que esos ojos amatistas ejercían sobre ella.
Xellos parecía sorprendido por la pregunta. Lo cierto es que no se podía creer lo que sus oídos acababan de escuchar. -¡Pues que te quiero!¡Te quiero Filia! No para nada en concreto, es que simplemente...
Paró de hablar. En esas circunstancias, era posible meter la pata sin darse cuenta, así que optó por dejar que Filia reaccionase.
Por su parte, Filia era un cúmulo de sensaciones que jamás había sentido. El corazón le latía con una fuerza impresionante, tanto, que pensaba que le iba a salir por la boca. La respiración se le aceleró también y un intenso calor le subió a la cara. No se atrevió a mirar a los ojos del Mazoku, por miedo a que adivinaran esa mezcla de nerviosismo, extraña alegría y algo más que no podía definir. El pulso se le aceleró un poco más y cerró fuertemente los ojos. -¿Estás bien labi... em... Filia?
Filia deseaba que eso no estuviera sucediendo, sólo quería pensar en algo para salir del paso, la declaración le había pillado por sorpresa y no le dejaba pensar. Pero por otro lado una inexplicable sensación de alegría le llenaba el corazón y le desconcertaba aún más. ¿Es que acaso no odiaba a ese asqueroso Namagomi?¿Es que no había él matado a cientos de los de su raza?¿Qué significaba aquello?. La mente de Filia acertó una idea que su corazón, por inexplicables motivos, se negaba a creer. "¿Y si está mintiendo?" pensó. No. Sí. Una lucha tenía lugar en su interior y de mientras esos ojos tan profundos y bellos, y a la vez tan malignos e inexpugnables, esperaban una respuesta y ejercían una presión que Filia no se creía capaz de soportar. -Deja que me lo piense -respondió al fin, mientras el rubor le daba un aire infantil. Miró a los ojos del demonio como muestra de estarse liberando de un conjuro que la tenía presa.
Xellos miró el rostro de Filia, y simplemente le pareció de una gran belleza, pero en su interior no había más lugar que para la mentira. -Bueno... -Cerró los ojos en un gesto de desolación ampliamente humana. Había que reconocer que habría sido un gran actor. Filia le dedicó una sonrisa nerviosa y enseguida regresó a la tarea de fregar los platos. Xellos la observó un segundo más para luego salir de la cocina sonriendo malignamente para sus adentros.
Amelia y Zel, se pasaban la mayor parte del día conversando o yendo a los diferentes centros lúdicos de la ciudad. Parecía que se avenían mucho (aunque a la princesa de Saillune aún le daban de vez en cuando esos prontos justicieros tan comunes en ella), y, mientras comían, comentaban una obra de teatro que acababan de ver esa misma tarde.
Xellos, por su parte, se mantenía en "estado latente" mientras mostraba su plácida sonrisa. En realidad, estaba empezando a trazar un plan, como las arañas tejen su telaraña, y la mosca que debía caer, era la que, precisamente, regañaba a su hijo adoptivo. -¡¡Val!!-chilló Filia -¡¡No comas de esa manera que te va a sentar mal!! -¿Y ellos que? -replicó el niño -¡¡A ellos no les dices nada!! -Ellos ya son mayores -repuso Filia -Yo también -Tú no, aún eres pequeño -¿Y porqué? Filia se quedó un momento pensativa -¡¡Sore wa himitsu desu!!- Contestó ésta al fin y para gran sorpresa de Xellos. -¡¡Filia!!¡¡Esa frase es mía!! -¿Y qué? -preguntó retóricamente levantándose y dando por terminada la discusión (por parte de ambos lados).
Filia recogió una pila de platos en los cuales habían comido Reena y Gaudy (que por cierto aún no habían acabado), y se dirigió como buenamente pudo a la cocina.
Filia, por su parte, estaba bien harta. Encima de tener que llevar la tienda, tenia que pagar la comida, prepararla, cuidar de Val, limpiar la casa y soportar todo el día las impertinencias de Xellos sin que nadie le echara ni siquiera una manita. Y por si fuera poco, los antiguos súbditos de Val y ahora sus ayudantes, estaban entregando un pedido y no volverían en tres meses. No iba a poder soportarlo.
Para postres, ahora que tenía que fregar los platos, ese "asqueroso Namagomi" la había seguido, seguramente para meterse con ella de nuevo. -¿Qué quieres? -preguntó pesadamente. -No puedes copiar mi frase, eso es plagiar.-dijo el Mazoku con su habitual sonrisa. -¡¡¡ESTOY MUY HARTA DE TI Y DE TUS IMPERTINENCIAS, ASÍ QUE LARGATE NAMAGOMIIIII!!! -Explosión total. Todas las tensiones del día se habían acumulado y habían recaído sobre el demonio... el cual esquivó el mazo de la dragona con gran facilidad.
Lo que aconteció no fue agradable en absoluto. Filia tubo un brutal ataque de ira en el que casi cambió su actual forma humana por la de dragón sin dejar de dar mazazos contra todo lo que encontraba a su paso.
Estuvo así un buen rato hasta que, viendo que ninguno de sus golpes acertaba al objetivo deseado, decidió detenerse.
Asustada, miró un momento al comedor dónde, para su alivio, Val no se había enterado de lo ocurrido, así que no le habría dado ningún mal ejemplo. Y, volviendo a sus pensamientos, se dedicó a empezar a fregar los platos.
Xellos apareció de nuevo. Había borrado esa bobalicona sonrisa que siempre adornaba su cara. Era la hora de poner en práctica su plan.
Había observado mucho y muy bien el comportamiento humano que necesitaba representar para la idea que tenia en mente. Sabía qué significaba lo que iba a hacer. Sabía perfectamente las consecuencias si todo salía bien. Pensó cómo iba a comenzar. No sabía el efecto que iban a tener las palabras que iba a decir, ni sabía lo que podían provocar en un corazón. Pero ese juego (porque así lo veía él) se basaba en esas palabras. -Filia -llamó. -¿Qué quieres?-preguntó ella con claras muestras de impaciencia e irritación en la voz y sin dejar de mirar los platos que estaba fregando. Xellos abrió sus hermosos ojos amatistas. -He de decirte algo, así que ¿podrías dejar de hacer eso un momento? -No. ¿Qué quieres?-la impertinencia y la poca paciencia mancharon la voz de Filia -Sore wa himitsu desu -contestó él en broma. La reacción de Filia fue inmediata, se giró enfadada. -¿Pues si es un secreto para qué me interrumpes? Como sea una de tus impertinencias... -Pues... -empezó el demonio. Era extraño, pero las palabras se le quedaban en la garganta y no podían salir. -Dilo ya, no tengo todo el día. -Te quiero Filia.
Perfecto. Xellos había movido a la reina después de haber invadido el tablero con peones antes de que Filia moviera sus piezas. El efecto de las palabras "te quiero" era vital para que una reacción extraña aconteciera en la otra persona (ya fuera para bien cómo para mal), y así empezar con el entramado de esa telaraña.
Filia estaba perpleja. Xellos había pronunciado unas palabras que no sabía que jamás oiría de la boca del demonio. Lo peor, no era que las dijera, sino que por el simple hecho de que salieran de entre esos labios, Filia había sentido cómo el corazón le daba un vuelco y que luego se aceleraba conforme los ojos del demonio se clavaban expectantes en los suyos. -Me... ¿me quieres para qué?-Filia había bajado la mirada. No podía soportar la presión que esos ojos amatistas ejercían sobre ella.
Xellos parecía sorprendido por la pregunta. Lo cierto es que no se podía creer lo que sus oídos acababan de escuchar. -¡Pues que te quiero!¡Te quiero Filia! No para nada en concreto, es que simplemente...
Paró de hablar. En esas circunstancias, era posible meter la pata sin darse cuenta, así que optó por dejar que Filia reaccionase.
Por su parte, Filia era un cúmulo de sensaciones que jamás había sentido. El corazón le latía con una fuerza impresionante, tanto, que pensaba que le iba a salir por la boca. La respiración se le aceleró también y un intenso calor le subió a la cara. No se atrevió a mirar a los ojos del Mazoku, por miedo a que adivinaran esa mezcla de nerviosismo, extraña alegría y algo más que no podía definir. El pulso se le aceleró un poco más y cerró fuertemente los ojos. -¿Estás bien labi... em... Filia?
Filia deseaba que eso no estuviera sucediendo, sólo quería pensar en algo para salir del paso, la declaración le había pillado por sorpresa y no le dejaba pensar. Pero por otro lado una inexplicable sensación de alegría le llenaba el corazón y le desconcertaba aún más. ¿Es que acaso no odiaba a ese asqueroso Namagomi?¿Es que no había él matado a cientos de los de su raza?¿Qué significaba aquello?. La mente de Filia acertó una idea que su corazón, por inexplicables motivos, se negaba a creer. "¿Y si está mintiendo?" pensó. No. Sí. Una lucha tenía lugar en su interior y de mientras esos ojos tan profundos y bellos, y a la vez tan malignos e inexpugnables, esperaban una respuesta y ejercían una presión que Filia no se creía capaz de soportar. -Deja que me lo piense -respondió al fin, mientras el rubor le daba un aire infantil. Miró a los ojos del demonio como muestra de estarse liberando de un conjuro que la tenía presa.
Xellos miró el rostro de Filia, y simplemente le pareció de una gran belleza, pero en su interior no había más lugar que para la mentira. -Bueno... -Cerró los ojos en un gesto de desolación ampliamente humana. Había que reconocer que habría sido un gran actor. Filia le dedicó una sonrisa nerviosa y enseguida regresó a la tarea de fregar los platos. Xellos la observó un segundo más para luego salir de la cocina sonriendo malignamente para sus adentros.
