Nota larga de la autora: He vuelto con un nuevo capítulo. Dios, me gustó tanto escribirlo....nada extraordinario, pero....Acaso Snape no puede tener un enfrentamiento alimenticio? O acaso no puede tener una familia unida? O mejor aun, Snape con lo pequeño-niño-cruel que es... no puede tener sentimientos? No es acaso humano?

Este fanfiction se está escribiendo solo. La verdad adoro que eso esté sucediendo. Cuando empecé a escribir esta historia tenía una idea muy bien formada, que gracias a Dios permanece. Tenía todo planeado, es más todo está sucediendo como lo planeé inicialmente, pero la historia en si se está escribiendo sola. Los hechos, diálogos... Dios es como si yo no estuviese escribiendo sino como si los personajes se apoderaran de mi manos y hablaran a través de ellas al momento de escribir en el computador. Es increíble esta sensación. Y el final...? Bueno, presiento que se acerca. No está a la vuelta de la esquina, pero definitivamente se acerca; será muy emocionante escribir las últimas palabras del final... ¿Acaso creían que no tenía una parte escrita del final...desde el puro principio?

"Capítulo XII"

A la mañana siguiente Snape se despertó mucho antes que sus amigos lo hicieran. Arrastrando su maleta por los corredores helados, llegó a  la entrada del castillo para encontrarse con Potter y Black conversando. Snape se posó al extremo opuesto de la entrada, esperando a la aparición de los carruajes. No pasó mucho tiempo cuando a lo lejos divisó tres manchas acercándose lentamente. Al poco tiempo los tres carruajes estaban parqueados frente al castillo.

Snape arrojó con rabia su maleta dentro del carruaje que le correspondió. Se subió y con brusquedad ordenó la partida. A los pocos minutos el carruaje llegó a Hogsmeade. Snape tomó su maleta y de nuevo arrastrándola, esta vez por la nieve de la calle que no había sido removida, se dirigió hasta la estación del tren. Allí el Expreso Hogwarts esperaba a sus pasajeros en medio de humo y ruido de invierno.

Pensando en que tenía que conseguir un tiquete, giró sobre sus talones para así dirigirse a la taquilla. Antes de moverse siquiera un milímetro, se sintió detenido por una mano poderosa sobre su hombro. Al girarse vio un hombre de barba café que lo miraba de arriba abajo con expresión de desprecio.

"Estudiante de Hogwarts?" preguntó el hombre con voz ronca.

"Sí" respondió Snape.

"No tiene que conseguir tiquete" dijo el hombre aun con su mano sobre el hombro helado de Snape. "Vaya y escoja un compartimiento...." tomando un respiro el hombre prosiguió con la misma expresión de desprecio "...anoche el Profesor Dumbledore nos envió una carta explicándonos  las circunstancias especiales"

Snape sintió que el hombre no tenía por qué explicarse.

"Suspendido... verdad?" dijo el barbudo con malicia, apretando el hombro de Snape. "Anda muchacho, ve y escoge un compartimiento" concluyó, llevando al estudiante del hombro hasta las escalas de un vagón.

Una vez el hombre desapareció en medio de la niebla de la mañana, Snape subió las escalas jalando con dificultad su maleta. Buscó por un compartimiento vacío, y no gastó mucho tiempo en la tarea al ver que el segundo de la derecha se encontraba desocupado.

Abrió la puerta y con ayuda de una patada logró que su maleta entrase también. Se sentó junto a la ventana, maldiciendo en su mente al sentir cómo el frío del asiento le recorría su trasero. Recostando su cabeza contra la ventana, sintió que el frío le aliviaba el dolor de cabeza que tenía. En verdad la noche anterior tanto la herida en su mano como en su cabeza eran de media gravedad, pero solo hasta ese momento se había percatado de eso.

Se quedó mirando sus alrededores, mientras su respiración empañaba la ventana.  Con el dorso de su mano sana la desempañó, pudiendo así ver la cantidad de personas que viajarían en el tren, seguramente muchas de ellas para estar en casa en la noche de navidad que se acercaba. La nieve que había caído por esos días daba la impresión que  Hogsmeade fuera un  pastel gigante cubierto de crema de vainilla. En esos momentos al sentir su estómago retorcerse, deseó inmensamente tener una buena taza de té acompañada de bizcochos; el desayuno que había tomado constó de jugo de calabaza y unas simples galletas de soda.

"Este parece desocupado" escuchó Snape a su derecha. Girando la cabeza vio a Potter  y a sus talones, Black. Snape se quedó viéndolos fijamente hasta que Black, con una mirada herida le murmuró un ligero "Vamos" a Potter en el oído. No pasaron ni segundos cuando Potter se devolvió al compartimiento de Snape y, con la mayor cautela posible, cerró la compuerta de este.

'Gracias Potter....' pensó Snape con sarcasmo y acidez, mientras de nuevo giraba su mirada a la ventana. 

Alguien en el otro extremo de la estación había dado la orden de partida.  Snape sintió el familiar estruendo del tren antes de moverse. Sintió avanzar el tren, viendo por un buen rato cómo se alejaba la estación.

Hubo un ruido a su derecha y vio a una señora de edad deslizar la puerta para poder entrar. Primero entró ella y le echó un buen vistazo a Snape. Salió unos instantes, para luego entrar con una maleta gris y un bolso morado que hacía juego con su sombrero puntiagudo. Una vez adentro, la señora se sentó de frente a un amargado Snape. Él por su parte le echó una rápida ojeada a la bruja: tenía una túnica morada –la cual llevaba debajo de una capa peluda-, uñas largas, cabello lleno de canas, con contextura gruesa y cara amable, la  típica imagen de una abuela bruja. El joven volvió a apoyar su cabeza en la ventana en señal de aburrimiento.

Con ese mismo aburrimiento transcurrió casi todo el recorrido, despejando solo su mente cuando la señora rompía  esporádicamente en alguna canción ó himno irlandés. El único momento que estuvo realmente tuvo una especie de distracción y diversión, fue cuando una joven apareció con el glorioso carrito lleno de la más variada comida. Snape casi vació todo su bolsillo y la señora, tomando como desafío la comida comprada  por el joven, compró el doble de este, hincando el diente a todo bizcocho con la mayor satisfacción posible.

Snape viéndola con celos, tomó un panquecillo  relleno de mora  y se lo comió de un solo bocado. La señora en respuesta tomó un dulce y lo pasó casi entero. Él por su parte tomó una rana de chocolate y de un gran bocado le quitó medio cuerpo. La señora tomó un pastelito salado y se lo comió como si fuese el último alimento en el mundo. Pronto la comida fue desapareciendo hasta que Snape, lleno y sin poder comer más, se dejó tumbar pesadamente sobre su acolchonado asiento.

La señora lo miró con una medio sonrisa de victoria. El joven simplemente cerró sus ojos a manera de placidez. Intentó dormir pero le fue inútil, por lo que se mantuvo el resto del recorrido con los párpados cerrados y sus sentidos trabajando al máximo.

Un buen tiempo después sintió cómo la velocidad del tren disminuía. Con lentitud abrió los ojos y pudo ver a lo lejos la estación King Cross. Pasó saliva con amargura.

Mientras la estación se agrandaba, Snape intentaba buscar señal de su padre o algún familiar. Volteó a mirar a la señora y vio que estaba con los ojos cerrados, totalmente inmóvil. 'Habrá muerto de tanto comer?'' pensó, pero un fino hilo de saliva punto de caer de la boca de la anciana le indicaba que estaba más que viva.

Apenas el tren se detuvo, Snape tomó su maleta y salió lo más rápido posible del compartimiento, dejando a la anciana en medio de maletas y migajas de comida.

Al bajar del tren Snape no tuvo otra opción que sentarse a esperar por su padre. Pensó que si no iba a buscarlo entonces tendría que encontrar el medio para volver a casa. Los minutos se alargaron, mientras Snape veía gente ir y venir. De pronto pudo ver una figura alta que se acercaba a él. Al principio pensó que era su padre, y con ese simple hecho de pensarlo se encogió de brazos de forma cobarde. Pero una vez la figura estuvo frente a él, se dio cuenta para su alivio que no era su padre, sino su hermano.

"Hola Severus" dijo el hombre mayor, extendiéndole una mano.

"Hola.." dijo Snape tomando la mano que le ofrecía su hermano y apretándola con ligereza. "Qué haces acá?"

"Bueno, me estoy quedando con papá y mamá por un mes" respondió retirando un mechón negro de su cara con su otra mano.

Snape examinó a su hermano; era una versión de él mismo con unos años más encima, como una especie de proyección física que tendría en cuenta en un futuro. Además de esto llevaba ropa muggle formal debajo de su capa. Su pelo estaba tan corto, bien peinado y ajustado, con tal grado de pulcritud que daba hasta asco verlo. Sus ojos eran igual de oscuros a los de él, pero a la vez su piel era un poco más oscura, parecida a la de su madre. Y pensando en su madre....

"Donde está mamá?" preguntó Snape sin moverse de la banca.

"Oh no pudo venir, trabaja hasta esta semana" dijo el hermano sonriendo.

Snape simplemente asintió y tomando su maleta, se levantó de la banca. "Vamos...."

"Deja que te ayude con eso" dijo su  hermano arrebatándole la maleta.

Ambos hermanos caminaron hasta la salida de King Cross. Una vez en las calles de Londres, Snape notó cómo su hermano con ayuda de una seña detenía un carro negro. Era acaso uno de esos taxi muggle elegantes y caros? Su hermano simplemente no se sentía con el ánimo suficiente para viajar por un método mágico. 'Genial....'  pensó Snape fusilando con la mirada a su  hermano quien ya había ingresado al taxi.

*****

Al llegar a casa lo primero que encontró Snape fue una pila enorme de papeles.

"Eso llegó ayer en la noche. Dumbledore los mandó. Tienes mucho trabajo que hacer Severus" dijo su hermano arqueando las cejas de forma satisfactoria.

"Sí ya lo sé, Niall " Snape prácticamente escupió el nombre al responder.

Niall hizo un sonido de disgusto con su garganta.

El joven mago volvió a mirar la pila de papeles. En verdad era enorme. Se preguntó si Potter y Black recibirían la misma cantidad que él; a lo mejor Black por ser el autor de la broma recibió el triple de trabajo que él, después de todo se lo merecía.

Lo que restaba de la tarde Snape lo pasó encerrado en su habitación. Generalmente cuando se viajaba a Hogwarts tardaba un día, pero debidoa que el tren partió más temprano de lo acostumbrado, Snape tuve la tarde para desempacar y amontonar los papeles en un pequeño escritorio que tenía frente a su cama. Alrededor de las siete de la noche alguien golpeó con suavidad la puerta.

"Adelante" dijo Snape quien se encontraba tumbado en la cama, leyendo un artículo de "El Profeta"

"Hola hijo" dijo una mujer desde la entrada, apoyada en la puerta ligeramente.

"Mamá, hace cuánto llegaste?" preguntó el joven levantando la mirada del papel.

"Hace poco... Niall me contó que estabas en tu habitación, así que vine a saludar" respondió la mujer mirando por fuera de la habitación a la vez que guiñaba el ojo. Snape supuso que Niall estaba del otro lado de la pared con alguna expresión estúpida de supuesta picardía.

La mujer volviendo la mirada, cerró la puerta tras de si. Avanzó hacia  su hijo y sin quitarle la mirada de encima, se sentó en la cama con delicadeza.  Snape por su parte dejo el papel a un lado y con buena gana se abalanzó sobre su madre, abrazándola con elegancia.

"Oh hijo..." dijo la mujer acariciando el cabello del joven. Tomándolo por los hombros lo alejó un poco de ella. "Severus, quiero que sepas que no estoy enojada contigo" continuó mirándolo con ternura al mismo tiempo que le ofrecía una sonrisa triste.

"Lo sé" respondió Snape de forma cortante sin devolver la sonrisa.

"Tú padre estará enojado unos días, pero ya se le pasará... tú heredaste su mismo temperamento, sabías eso?"

"Lo sé" volvió a decir Snape tomando el papel que estaba leyendo anteriormente.

Hubo un silencio incómodo. "Bueno" habló finalmente la mujer "la cena estará lista en una hora"

"Está bien" dijo Snape recordando todo lo que había comido en el tren.

"Te espero" dijo su madre levantándose de la cama con un movimiento suave. Acercándose a Snape posó un beso pequeño sobre su frente. Al acercarse su madre, él pudo notar sus arrugas en el cuello y párpados.  Aun cuando estaba envejeciendo, a Snape le parecía que su madre era una mujer hermosa. Y pensando en su madre, algo como una sonrisa intentó formarse en sus labios.

La hora de la cena transcurrió con lentitud pero tranquilidad, tal vez por el hecho que el papá de Snape no había llegado del trabajo. La madre de Snape habló de su trabajo, al mismo tiempo que le preguntaba a Niall cómo hacía para 'sobrevivir' en el mundo muggle. De vez en cuando la mujer le dedicaba miradas amorosas a su hijo menor.

Al día siguiente Snape se despertó con pesadez. Frotó un poco sus párpados con el dorso de sus manos; al abrirlos recordó de súbito que se hallaba en su casa, enseguida viniéndole a la vista la pila de papeles. Refunfuñó un rato hasta que se levantó completamente de la cama.

Cuando bajó a tomar su desayuno se encontró con un no menos que flojo hermano mayor tumbado en la silla del comedor, una mano en su barriga y la otra sobre la mesa. Aparentemente había recién terminado de desayunar.

"Buenos días, Severus" le dijo Niall sin moverse un centímetro.

"Hola" respondió Snape, aun sin poderse acostumbrar a los tan buenos modales de su hermano.

"¿Qué tal dormiste?" preguntó Niall con expresión soñolienta.

"Bien... ¿Y mamá?" dijo el joven mirando a su alrededor.

"Ya se fue para el trabajo" respondió su hermano, con un movimiento de cabeza indicándole a Snape  que se sentara junto a él; este último obedeció y se sentó lentamente. Niall se reclinó sobre la mesa y se dirigió a su hermano en un murmuro:

"Mamá me dejo encargado de la casa.... y de ti, por lo que tienes que hacer todo el trabajo que te mandaron" Snape forzó una expresión de enfado "Sin embargo, sé lo aburrido que es hacer ese tipo de trabajos " Niall pausó, seguramente recordando sus días de colegio ".. pero verás, no puedo dejarte con toda esa responsabilidad, por lo que he decidido ayudarte... no hay nada como el trabajo escolar...."

Snape consideró en darle las gracias, pero tratándose de su hermano nada bueno se podía esperar. "¿Por qué me quieres ayudar? ¿Por qué el misterio? Y estás murmurando..."

"Sí Severus, algún elfo doméstico nos puede oír" respondió su hermano girando sus ojos de un lado a otro.

"Bueno Niall... ¿Qué quieres? Tu ayuda veo que no es gratis" respondió Snape dando por obvio que los Slytherin no eran amables por nada.

"Ay Severus... ¿Cómo dices esas cosas?" dijo su hermano, pero viendo las cejas arqueadas de Snape respondió: "Está bien... verás hay una chica en el buffete donde trabajo.... Dios tiene dinero como nadie.... es americana, del Instituto de Salem... quien iba a  imaginarlo, una abogada... "añadió para si mismo sin darse cuenta que Snape ya sabía de qué se trataba el asunto ".. y pues necesito un favor de tu parte, una poción..."

A este punto Snape exclamó alarmado: "¿Quieres una poción de amor? Dios Niall... ¡Qué bajo has caído!"

"Sshh.... Severus.... baja la voz..." dijo Niall apresurado, agitando las manos en señal de alarma. "Sí, sí.... es una poción de amor.... por favor Severus, prepárame una... por favor...."

Snape lo consideró por unos momentos, y con un aire de sabihondez dijo "No puedes comprar el amor, menos forjarlo a que nazca...."

Niall lo miró por un momento con expresión serena y con una sonrisa torcida le dijo con lentitud "Severus.... estás enamorado?"

"¿Qué? ¡Claro que no!" Snape respondió rápidamente. "¡¿Qué te hace pensar eso?!". Justo en ese momento un plato de comida apareció frente a Snape, con una canasta con pan y frutas y un vaso de plata.

"Bueno te dejo desayunar" dijo Niall levantándose de la mesa con una risita tonta en el rostro.

Los siguientes días Snape se la pasó entre la pequeña biblioteca de la casa, su habitación, el cuarto de estudios y el comedor. En las noches iba al sótano donde su madre tenía un pequeño laboratorio de pociones; allí en medio de un silencio profundo podía trabajar en la poción para Niall. La poción era bastante simple  y el efecto era ligero, ya que al usar una poción de mayor impacto podría traer serias consecuencias. Entre más esfuerzo Snape le ponía a la preparación de la poción, más ayuda le brindaba Niall a su hermano con su trabajo. Fue una suerte que su hermano estuviese por esos días, los talleres que Dumbledore le asignó de castigo tenía desde Transformaciones hasta Encantamientos; todo tipo de preguntas de todas las asignaturas.

Las dos semanas de suspensión estaban seguidas por las dos semanas de Navidad, por lo que Snape tuvo una especie de vacaciones adelantadas pero con tareas escolares. Para sus suertes, los hermanos lograron terminar sus labores un par de días antes de Navidad.

En la noche de Navidad la familia Snape se reunió en el comedor principal. Tuvieron una cena agradable y elegante con cualquier cantidad de delicias inglesas: lomo de cerdo relleno cubierto con la mejor salsa agridulce escocesa, patatas cocidas, ensalada  y para beber  vino tinto o rompope, una bebida a base de leche, ron y huevos. En medio de la cena, el padre hizo un pequeño brindis por su familia. De postre comieron un exquisito y tradicional Pió V. Alrededor de la media noche se fueron todos a dormir, Snape quedando con un sentimiento de vago contento en su estómago.

Como Snape ya no tenía trabajo por hacer, podía entretenerse en otras actividades. Su madre había tomado unos días de vacaciones, por lo que ella se la  pasó al lado de Snape casi todo el tiempo; a la vez sentía cómo los días literalmente volaban justo cuando su estancia en casa se estaba volviendo amena. Fue en casi un parpadeo que se encontró con el día de regresar a Hogwarts.

Su madre y su hermano lo acompañaron hasta la estación viajando por polvos Floo. Al llegar caminaron con rapidez por el frío pavimento de la estación. Antes de subir, la madre le entregó un paquete conteniendo unos pastelillos hechos en casa.

"Gracias mamá" respondió Snape mirándola fijamente a los ojos.

"Adiós Severus" dijo su hermano estrechando su mano, obligándolo a quitarle la mirada de encima a su madre.

"Adiós Niall" dijo Snape sintiendo la mano  helada de su  hermano contra la de él.

"Pórtate bien Severus" dijo su madre atrayendo su atención de nuevo a si mismo. Con un movimiento elegante se inclinó hacia su hijo, abrazándolo con una inmensa ternura. El joven le devolvió el abrazo  y le besó con timidez en la mejilla.

Tomando su maleta con su mano derecha y en la otra los pastelillos, Snape se subió al tren con pesadez. Escogió un compartimiento vacío que luego para su suerte no se llenó. Iba un tanto distraído; no le importó si se encontraba con Potter o Black en el tren. Cuando el tren avanzó Snape trató de buscar con la mirada a su madre y a su hermano. Al no verlos, desistió y acomodó su cabeza contra la ventana.  Bajando la mirada vio una nota que sobresalía del paquete de pastelillos. Al abrirla pudo reconocer la escritura de su madre.

"Querido Severus:

Espero que te agraden estos pastelillos, los hice con mucho amor. Hijo, quiero que sepas que no pude soportar la idea de perderte: cuando Dumbledore escribió para informarnos de tu suspensión y la causa, me produjo un gran impacto. Fue muy explícito. Severus, por esa tontería pudiste haber muerto. Muerto. No sabes cuanto sufrí al imaginarte en tal situación. No quiero que te sientas culpable... cariño, solo quiero que sepas que eres muy importante para tu padre, tu hermano y para mi. Pórtate bien.

Te quiere,

Mamá."

Snape levantó su mirada a la ventana y luchó contra el ardor que se acumuló al borde de sus ojos.

Recordando la suspensión, la forma cómo se enteró de la licantropía de Lupin, todo había pasado hacía tanto tiempo, pero todavía permanecía fresco en su memoria. Alzó la mirada y al final del corredor vio a Lupin charlando animadamente con Fawcett,  una estudiante de Ravenclaw. Sonrió con ironía para si mismo de solo saber que ahora él de alguna forma le ayudaba a aliviar el dolor que sentía Lupin cada mes.

Gracias por leer! ^___^