Capítulo-2

Estudio

"¿Es que nunca voy a tener una buena oportunidad en la vida? ¿Estaré condenado a rendir vasallaje al verdugo de mi pueblo y causante de mi deshonor como Príncipe? ¿Tendré que estar rebajado a ser tu esclavo y soportar todas las idioteces que se te ocurran a ti a y a los tuyos??"


Si hay algo que destaque más las diferencias entre los saiyans y el resto de los pueblos humanoides del universo, aparte de su cola y la capacidad de trasformarse con la Luna llena, son sus cabellos. Los cabellos de los saiyans, de aspecto enhiesto e hirsuto, asemejándose más a un montón de crestas de pelo que surgen de la cabeza de sus dueños, no sufre los efectos de la gravedad (1)-cualidad muy útil sin duda cuando la especie procedía de un planeta con una gravedad tan elevada como casi 10gs-; mantiene el mismo aspecto durante toda la vida de su dueño creciendo solo al ritmo del desarrollo físico de este de forma que siempre presenta el mismo aspecto y longitud durante toda su vida. Además, es fóbico a la energía del cuerpo, de forma que tiende a volverse aún más enhiesto y puntiagudo cuando su dueño acumula gran cantidad de energía; y en los varones de la especie siempre es invariablemente negro, mientras que las hembras de la especie si podía adoptar otros colores de la gama de los castaños, pero nunca rubio o/y pelirrojo. Sin embargo los varones saiyans de alto rango sufrían durante algunos periodos de su vida un cambio en este tono adoptando un tinte castaño rojizo. Esto solía ocurrir cuando su dueño pasaba por las distintas etapas de su desarrollo como la adolescencia o la madurez, y eran por lo tanto un exponente de su creciente poder, de la misma forma que el desarrollo del vello facial que solo los varones saiyans de alto rango sufrían, y solo cuando alcanzaban su plena madurez hacia los 50 años de edad.

Y esa era una de las cosas que le estaba empezando a ocurrir a Vegeta; varios mechones de sus cabellos se estaban empezando a teñir de castaño hacia el final de las puntas, al igual que le ocurrió durante la adolescencia, signo evidente de que se acercaba a la treintena tras el paso de la veintena. Pero Vegeta , en vez de aceptar este cambio físico con naturalidad, hizo que su humor empeorase en contra de lo que Nappa pensaba que iba pasar cuando tras varios días de estar allí al cargo de las minas de eliscón, les llegó una llamada del planeta Frezzer Nº-38 para que volvieran.

Sin muchas complicaciones ambos embarcaron en sus cápsulas espaciales semejantes a pelotas de tenis y partieron de vuelta al plantea Nº-38 llegando allí en algo menos de una semana de viaje. Nappa no sabía que esperar realmente al volver allí tan precipitadamente cuando la jugada de Zarbón parecía tener la intención de condenarles a una especie de "destierro" por mucho tiempo, cuando al final ese tiempo de pretendida humillación no había llegado a un mes. Lo que si se esperaba es que el humor de Vegeta fuese a mejor por volver a "entrar en acción", pero en vez de eso, el acostumbrado despotismo y mal humor de su Príncipe fue a mayores.

Y no era para menos, porque el motivo de hacerles volver tan rápidamente de Soran-7 no era otro que el de la obligación de asistir a...

Cuando las cápsulas de los dos saiyans llegaron al Planeta Freezer N-38, aterrizaron sobre una especie de gigantescas camas elásticas que con ese amortiguaron el aterrizaje. Normalmente las tropas de Freezer, y él mismo, viajaban en enormes naves en forma de disco por las que se accedía al interior; allí las salas, puestos y secciones estaban dispuestas de una forma semejante a las porciones de una tarta, y se accedía a ellas por dos largos pasillos que circundaban todo el vehículo, uno desde el perímetro exterior y otro desde el interior. La entrada estaba ubicada en lo alto del centro de la nave, como una especie de enorme escotilla superior, de modo que nadie que no pudiera volar podía acceder a su interior. Sin embargo, al no ser que el propio Freezer tuviera que viajar a algún sitio, o mandar un destacamento de tropas muy grande, esas naves apenas eran utilizadas para misiones de asalto. Por el contrario Freezer y sus generales, cuando tenían alguna misión para su ejército, mandaban pequeños escuadrones de sus soldados mercenarios en las mencionadas cápsulas en forma de pelota de tenis. Estas tenían una capacidad para uno, o como máximo dos (dependiendo de la envergadura de su ocupante) soldados, y al contrario que las naves nodriza que no solían emplear ese procedimiento, estaban provistas de un sistema de hibernación con el que el soldado soportaba sus muchas veces largos viajes; por el contrario, carecían de tren de aterrizaje o cualquier otro sistema de amortiguación suspendida, salvo la deceleración, así que cada vez que aterrizaban sobre una superficie no preparada para ello, producían un gran cráter al chocar violentamente contra el suelo. Y era por eso por lo que todas las bases de Freezer tenían una serie de enormes camas elásticas que se utilizaban como pistas de aterrizaje.

Algunas veces Vegeta se cuestionaba el porqué de semejante sistema, pero solo llegaba a dos conclusiones: que las cápsulas eran así simplemente porque eran demasiado pequeñas como para colocarles un tren de aterrizaje, ya que todo el espacio disponible se iba en los sistemas vitales y de navegación; y la otra era porque viajar en semejantes condiciones, aunque los soldados acaban acostumbrándose, siempre resultaba incómodo, y cuando salían estaban de tan mal humor que estaban dispuestos a aniquilar a quien hiciera falta. En cualquier caso no dejaba de ser una forma de humillar a sus tropas.

Sea como fuere ambas cápsulas aterrizaron sobre las enormes superficies elásticas sin ningún problema, y al poco tiempo las puertas herméticas se despresurizaron dejando escapar con un siseo el aire que las mantenía herméticamente cerradas, para luego, con un chasquido metálico, abrirse por completo.

Vegeta se incorporó lentamente de su asiento y salió de la cápsula ayudándose con las manos; entonces alzó la vista y se encontró con el comité de bienvenida: un par de soldados de baja clase con sendos cascos, scouters y las habituales armaduras negras, estaban ya aguardándole allí según era el procedimiento habitual de salir a recibir a los soldados que volvían de alguna misión o simplemente se desplazaban de una base a otra. Entonces reparó en que el tercero de sus compañeros salía con paso presuroso por la puerta del embarcadero y se les acercaba para recibirles. Vegeta frunció ligeramente el ceño: si Raditz estaba allí era porque, o bien él acababa de llegar y no pudo estar allí antes a recibirle (que era una posibilidad), o bien no había abandonado la base y no se había enterado antes de que su Príncipe ya venía (que era otra posibilidad más que probable).

- Sr. Vegeta, Sr. Nappa... Les estábamos esperando- dijeron los dos soldados una vez el tercer saiyan les hubo alcanzado y les lanzara una breve pero dura mirada.

Entonces Raditz detuvo la vista brevemente sobre Vegeta durante un breve instante y su cara adoptó una mueca de sorpresa: el súbito cambio de color del cabello de Vegeta le había sorprendido. Sin embargo fue el único en ejecutar una breve pero respetuosa reverencia que disimuló su asombro; para ninguno de los otros dos soldados Vegeta era alguien más que otro de los miembros de cierta graduación por debajo de los generales de Freezer, su título no les importaba así que nunca le llamarían por él... aunque también es verdad que hasta que Raditz no les alcanzó y les advirtió con la mirada, no le saludaron ni a él ni a su compañero, no querían tener problemas más tarde con ese saiyan.

Nappa emergió de su cápsula con más lentitud debido a su enorme envergadura y miró con reconocimiento a su compañero, pero expectante de lo que Vegeta dijese u ordenase.

-...Vegeta, mi Príncipe- aventuró entonces el melenudo saiyan- ...Freezer y el resto de sus tropas nos esperan en la sala de guerra principal.-

-¿Todos sus generales?-preguntó Vegeta un tanto sorprendido por aquello.

-Sí...- afirmó su subordinado con cierta incredulidad- Eso parece...-

Vegeta chasqueó la lengua con el ceño aún más fruncido y arrancó el paso; Nappa y Raditz, casi inconscientemente esperaron a que el tomara la delantera, luego le siguieron de cerca hacia el interior de la base y para disgusto de los tres saiyans, los dos guardias que salieron a recibirlos, les imitaron

Mientras caminaba por los largos pasillos de la base hacia la sala de Guerra principal seguido de cerca por a la vez sus dos compañeros y subalternos, Vegeta, aunque molesto por la intromisión de los dos soldados que les escoltaban, pensaba en lo que estaba pasando..., después de todo ese par de memo-soldados no tenían ninguna capacidad telepática. No tenía una idea clara de la razón por la que ese "agarra-rabos" presumido y narcisista de Zarbón les había hecho llamar tan precipitadamente, ni de lo que se iba a encontrar una vez que llegara de vuelta a la base Nº-38 de una forma tan precipitada. En su interior sospechaba que aquello no era más que un nuevo capricho de Zarbón o algún otro general de alto rango que, y no era para menos, quisiese aprovechar su momentánea pérdida de la confianza que Freezer tenía en él para sacar provecho propio; pero nada de eso encajaba con la urgencia de la llamada de Zarbón. Entonces, ¿Qué era? Miró de reojo a Raditz esperando que él, como era casi un hecho habitual, se hubiese enterado de algo y que intentase comunicárselo sin que los dos guardias que les seguían se enteraran, pero en su expresión, aparte del acostumbrado ceño fruncido, no había nada que le revelase algo, es más, incluso había perdido su típica sonrisa cínica, parecía estar tan desconcertado como él mismo, o si no era eso, tan concentrado en mantener la frialdad profesional que no demostraba nada. No, desafortunadamente esta vez parecía que no podría contar con su ayuda; así que torció el gesto y continuó caminando por el pasillo que esta vez se le antojaba demasiado largo.

Finalmente los tres saiyans y los dos guardias que los acompañaban se detuvieron ante la puerta de la Sala de Guerra principal donde se detuvieron aguardando a que se abrieran.

***

La Sala de Guerra principal de la base era similar a todas las de las demás bases, es decir, un enorme espacio con forma de teatro y con una especie de escenario elevado al fondo en cuyo fondo solía haber una serie de pantallas. El techo era abovedado siguiendo a usual estructura de secciones típica de la arquitectura del imperio de Freezer, y el suelo también mantenía la también típica apariencia de estar construido en base a una lechada con pedazos de piedra u otros materiales sólidos y resistentes, dándole una apariencia similar a un enorme terrazo que cubría toda la superficie, y estaba jalonado con señales de amarillo fosforescente que delimitaban la distribución de las tropas y su circulación, como si de una especie de autopista se tratara. En definitiva, nada extraordinario o diferente respecto al resto de las instalaciones funcionales de la base.

Lo que si fue una sorpresa para Vegeta una vez que entró allí fue el encontrarse con que efectivamente el grueso de las tropas de Freezer también estaba, tal y como Raditz le había dicho cuando aterrizaron, y entonces supo qué era aquella reunión: era el Consejo de Evaluación que una vez cada cierto tiempo (variable según hubiese sido el resultado de los planes de Freezer) se reunía para evaluar las actividades y el comportamiento de el ejército, pues si bien era cierto que los principales generales y el propio Freezer solían encargarse de dirigir las situaciones según se necesitara, también había que coordinarlas con el resto de sus tropas siguiendo un plan. Y en ese momento debía ser algo importante pues hacía solo unos meses que se habían reunido por última vez.

Vegeta resopló para sus adentro cuando se encontró con le motivo de la llamada de Zarbón, en su interior tenía la sensación de que el tema de sus misiones "fracasadas" o "mal ejecutadas" iban a ser un punto importante de conversación entre Freezer y sus generales. Aquella sensación se acrecentó cuando vio entre la multitud de escuadrones y soldados de cierta relevancia, que Dodoria se encontraba aguardando en la tarima central cerca del puesto que ocuparía Freezer una vez que viniera a presidir el acto; naturalmente Dodoria no cuestionaría a Freezer, pero no perdería la oportunidad de ajustar cuentas con quien hiciera la menor irreverencia al Maestro, él siempre actuaba con intención de buscar la menor excusa para una pelea. Para empeorar las cosas allí también estaba Kiwi, justo detrás del otro miembro de su especie que capitaneaba su escuadrón, y que a primera vista no se diferenciaba nada de él salvo por llevar una capa granate como la que Vegeta solía usar cuando apareció por primera vez en el ejército de Freezer. Kiwi se giró al oír como la puerta se abría y lanzó a Príncipe saiyan una dura mirada de reojo: sea lo que fuera que Zarbón les había ordenado hacía un mes no les había apartado de ser llamados al Consejo y eso le molestaba pues significaba que Freezer seguía confiando en él. Sin que realmente Vegeta se alegrara por estar allí, si lo hizo ver el hecho de eso molestara a Kiwi, y esbozó su habitual sonrisa maliciosa.

Sin embargo los pensamientos del Príncipe saiyan fueron sustituidos casi de inmediato por la aparición del objeto de todos sus odios y ambiciones que logró acallar toda clase de cuchicheo que hubiera allí en ese momento: Freezer entró en la enorme sala en su trono deslizador seguido de cerca por Zarbón... era evidente que ese estúpido vanidoso siempre besaría el suelo por el que Freezer, y que nunca le llevaría la contraria, sino que literalmente le serviría hasta la muerte. Vegeta odiaba a Zarbón tanto por las humillaciones que le causaba como su irracional, porque no había otra forma de llamarlo, servidumbre hacia el Maestro y su pedante narcisismo.

Freezer se deslizó con su trono volador hasta el centro del escenario y allí se giró hacia su "público" siendo custodiado, como era lo habitual, por Zarbón y Dodoria quienes imitaron su gesto; entonces todas las tropas allí congregadas adoptaron casi de inmediato, una postura marcial que encubría su nerviosismo y aguardaron expectantes a ver qué decía el Maestro quien escaneaba con la mirada a los allí congregados.

-Hum. Me alegra ver que todos habéis venido. –anunció en tono grave pero sin alzar la voz. Freezer nunca gritaba ni despotricaba, él tenía "clase" y no se comportaría como una verdulera para hacerse oír al no ser que la situación de verdad lo reclamase.

-¡Sí, Señor! –respondieron sus tropas al unísono de forma autómata.

Freezer volvió a sonreír complacido.

-Bien... Os he hecho llamar a todos porque mis generales de confianza aquí presentes – explicó con un significativo gesto a sus dos compañeros- ... me sugirieron que tal vez fuese necesaria una revisión de proyectos y una reconversión en las tropas. Y yo me mostré de acuerdo con la idea debido a los acontecimientos de los últimos meses. –

Al oír lo que Freezer decía, muchos de los presentes tragaron saliva involuntariamente: tras las educadas palabras del Maestro, se escondía muy posiblemente un reajuste del personal que hubiese roto con la confianza de su Señor, y eso incluía ejecuciones en toda regla delante de todo el mundo y sin posibilidad de defensa, y ninguno de ellos tenía la conciencia totalmente tranquila en ese aspecto. Las reglas en el numeroso ejército de Freezer eran muy sencillas: luchar por un puesto de favor y apropiarte de todo lo que pudieras mientras servías fielmente al Maestro, pero nunca intentar sobrepasarte en la confianza que Freezer había depositado en ti ni desobedecerle; si lo hacías, podías estar seguro de que Freezer no dudaría en extender un dedo y... se acabó. Vegeta también lo sabía, al igual que sus dos compañeros, la servidumbre o lo que es lo mismo, la lealtad al dinero y a Freezer era lo único importante, cualquier honor y código de guerrero allí era inútil.

Freezer era consciente del efecto de sus palabras, sabía que alguno iba a caer ese día. Y el ver sus rostros palidecer antes de su "cese" era una especie de placer sublime: él rompería cualquier esperanza del infiel o traidor y gozaría con ello, con ver como su futura víctima veía desaparecer toda sus esperanzas y morir como lo que era, un miserable... Sin embargo entonces ocurrió algo que ni el Maestro ni el resto de los presentes esperaba y que acabó súbitamente con sus íntimos pensamientos del placer de la destrucción: de repente se oyeron una especie de pasos acompasados que producían una especie de ritmo teatral... y entonces Gynew, el capitán de las Fuerzas Especiales de Asalto entró en la sala y se situó junto a Freezer apartando a Zarbón literalmente de un codazo que casi le hizo caer.

-¡¡Un momento!!- pidió alzando la voz con su voz ronca y agitando las manos, atrayendo así la atención de todos los presentes.

-¿¡Qué signific...!??-exigió saber el desconcertado Zarbón molesto por el comportamiento de Gynew.

-Maestro...Permítame que mi escuadrón y yo ejecutemos una pequeña danza que hemos estado practicando para rendirle obediencia y lealtad. –explicó enorme tipo de cráneo venosos ignorando deliberadamente a Zarbón mientras ejecutaba una reverencia tan pomposa como cargada de respeto-

Zarbón miró con mal disimulado odio al capitán de la Fuerzas Especiales: era cierto que Gynew, ese enorme tipo de piel de tono violáceo, cara alargada y huesuda con un horrible cráneo venoso del que surgían dos cuernos semejantes a los de Freezer, era el muy leal capitán de las muy leales Fuerzas Especiales, pero secretamente Zarbón no albergaba muchas simpatías por él. Cuando Freezer recurría a sus fuerzas era porque juzgaba que sus "generales de confianza" eran insuficientes o ineficaces... lo que equivalía a perder puntos de confianza de cara a Freezer, y eso molestaba a su azulino lugarteniente. Por otra parte Gynew también se vanagloriaba de ser el miembro del ejército de Freezer que más sabía acerca de Freezer y quien mejor le conocía, y eso para Zarbón, era casi una provocación abierta pues él era su Lugarteniente de confianza, él sabía que el aspecto con el que Freezer solía mostrarse a los demás –cráneo con cuernos, piel rosada, etc...- no era su aspecto definitivo, y también era él quien más y mejor le aconsejaba acerca de los procedimientos a seguir. Entonces, ¿quién demonios se creía ese fantoche cornudo para irrumpir en una reunión del Consejo de esa forma y encima, apartarle a empujones??

Pero no pudo mas que aguantarse y apretar los dientes –no demasiado, no le fueran a salir arrugas en su rostro perfecto-, mientras veía cómo Gynew hacía su petición a Freezer.

El maestro escuchó atentamente a Gynew con su acostumbrado gesto de labios apretados.

-...Mis hombres y yo hemos preparado una pequeña actuación para honrar su presencia en el Consejo. –explicó el Capitán con una nueva reverencia.

-¿Una actuación dices?- preguntó Freezer con un deje de duda.

-Sí, Maestro, Ahora podréis verla.- explicó dándose la vuelta hacia el lugar por donde había entrado- ¡Adelante!- arengó con un brazo.

En ese momento el resto de las tropas presentes tomaron un gesto de resignación al comprender lo que muy probablemente iba a pasar, y Vegeta entre ellos, apretó los dientes con disgusto mientras su cola se retorcía al rededor de su cintura: el también odiaba aquellos estúpidos y sus numeritos. Entonces captó por el rabillo del ojo la expresión de asombro de Raditz y oír vagamente como murmuraba "Entonces era eso..."

-¡Euuuh, Gynew...! –intentó detenerle Freezer.

Pero ya era demasiado tarde: Gurdo, Recón, Jess y Bata en ese orden entraron en el Salón en fila india con los brazos cruzados tras de si y desfilando. Por su parte Gynew no se hizo de rogar y comenzó su interpretación pese al evidente gesto de negación de Freezer.

-¡Y ahora queridos compañeros, leales seguidores del extraordinario Lord Freezer, permitidnos homenajear a nuestro adorado Maestro con una pequeña actuación mía y de mi escuadrón!- anunció pomposamente con grandes gestos y piruetas.

Zarbón, más avispado que Gynew, captó el gesto de negativa de Freezer: evidentemente el Maestro no ejecutaría a su más leal Capitán por ser un payaso en ciertos aspectos, pero aún así, le invadió una profunda vergüenza y sus mejillas se tiñeron de rojo. Zarbón vio entonces su oportunidad:

-Maestro, ¿Queréis que detenga al Capitán Gynew?-se ofreció con ganas.

-N...No hace falta, Zarbón. –contesto este aturdido.

Su azulino lugarteniente parpadeó: ¿qué le pasaba al Maestro si parecía más avergonzado que otra cosa?

-¿Estáis seguro?-

-Sí, Lugarteniente.-

Zarbón captó la urgencia de su orden pero no pudo evitar mirar largamente a Freezer, seguía sin comprender qué había de necesario en soportar los ridículos bailes de las Fuerzas Especiales.

Mientras tanto, ante las estupefactas y también llenas de rencor y resignación, miradas del resto de las tropas presentes, los Cinco Miembros de las Fuerzas Especiales ejecutaban una serie de bailes estúpidos y pomposos completados con posturitas coreográficas –sobre todo a cargo de Recón- y una completa sesión de zapateado que haría sentir vergüenza ajena a un bailarín de claque o flamenco, todo esto acompañado de gritos de guerra, bramidos, golpes de hombro y máximas tipo "Juntos como los dedos de una mano", "Fuerza animal, infernal, pura...", "Viva el Maestro Freezer"… y otra serie de discursos de índole similar que hacían producían resultados muy diferentes según a qué lado del escenario se encontrara uno.

Por un lado Freezer les contemplaba con una mezcla de orgullo, debido a la profunda adoración que sus Fuerzas Especiales le procesaban; mientras que por otro le producían un evidente azoramiento que a los que nunca habían tenido ocasión de verlo, les había sorprendido ver cómo Freezer, Maestro del Universo conocido, se ruborizaba visiblemente y se cubría con gotitas de sudor por puro nerviosismo. Por otra parte Dodoria les contemplaba con un gesto adusto y los brazos cruzados, daba la sensación de que si hubiese podido, se habría peleado con ellos allí y ahora. Y lo mismo se puede decir de Zarbón, que aunque lo hubo intentado, no pudo mas que callarse y mirar.

Al otro lado del escenario la situación era mucho peor: los apanuman no podían borrar la expresión de asombro de sus chatos rostros que remataban sus cráneos alargados, pero se esforzaban como podían en disimularlo. Otro tanto se puede decir de los hombres del escuadrón de Kiwi que luchaban por evitar que sus muecas de desprecio se vieran reflejadas en sus caras de ojos hundidos y labios gruesos: ellos obedecían a Freezer ciegamente, pero también le odiaban por los mismos motivos que los saiyans; ellos también eran los últimos de su especie. El resto de los soldados menores observaba el espectáculo como si fuera una rutina más dentro de su trabajo de administrar y hacerse cargo las bases, así que aguantaban estoicamente a que el ridículo baile de los soldados de elite de Freezer acabara lo antes posible.

Vegeta solo podía exhalar un gruñido gutural al tener que sufrir semejante espectáculo: odiaba tanto a Freezer como a sus soldados por cosas incluso como esa, tener que servir y obedecer a semejantes idiotas era algo superior a sus fuerzas, pero luchó por permanecer indiferente. Algún día…

Entonces los Gynew concluyeron su actuación formando una pose escenificada alrededor de Freezer pareciéndose entonces aquello a una especie de imagen religiosa de adoración. El público les miró sin saber qué hacer durante unos instantes hasta que algunos de ellos captaron la mirada de desaprobación de los Gynew, en especial la de su capitán que durante un breve instante pareció mirar a alguien en concreto y su rostro adoptó una mueca de disgusto. Entonces comenzaron con lo que se supone que debían hacer: con una rapidez sorprendente, el sonido de los aplausos se fue extendiendo por toda la sala hasta ser casi ensordecedor y así duró hasta que los 5 soldados relajaron su postura y se cuadraron a ambos lados de Freezer con las piernas ligeramente separadas y las manos cruzadas tras la espalda, una muda señal de que su actuación ya había concluido.

-Gracias por la actuación, Gynew.- dijo Freezer cortésmente pero en tono frío.

Zarbón no supo si realmente estaba agradecido pro semejante pantomima o lo decía por pura cortesía; el Maestro no estaría dispuesto a prescindir del que tal vez el mejor de sus hombres, pensó para si su azulino lugarteniente.

- Siempre a su servicio, Maestro Freezer. –respondió el capitán complacido. Entonces lanzó una mirada de soslayo al gentío de la sala- …Pero también me gustaría hacer un pequeño comentario si me lo permite, Maestro.-

-¿De qué se trata?- preguntó con genuina curiosidad. De alguna forma Freezer supo que no era algo acerca de otra actuación.

Gynew se irguió y miró más descaradamente a los soldados de la otro lado de la sala; alguno de ellos tragaron saliva: aunque tal vez el que más sensato de su escuadrón, Gynew no era especialmente avispado, pero podía saber algo que podría acarrear problemas a soldados culpables de asuntos feos que no debían hacerse públicos. Pero lo que Gynew dijo para alivio de muchos, no tuvo nada que ver con aquello.

- … Me ha parecido creer que algunos soldados de sus tropas no estaban conformes con nuestra muestra de adoración hacia usted. -

- ¡Ah, si?-

Gynew asistió y el resto de las tropas de Freezer volvieron a tragar saliva en algo que ya casi era una costumbre: a nadie el agradaban esos espectáculos, pero si Gynew había señalado eso, se podían encontrar igualmente con otro ajuste de personal.

- ¿Quién?

- Me refiero principalmente al líder del Escuadrón saiyan, Maestro- reveló –…Vegeta no está conforme con las muestras de respeto hacia usted.-

Súbitamente todas las miradas se volvieron hacia Vegeta; en apenas un par de segundo todo el grueso de las tropas de Freezer y él mismo le habían convertido en el centro de su atención. Vegeta tembló involuntariamente durante unos segundos hasta que logró recuperar la compostura, y entonces apretó los puños, ¿por qué de todos los soldados de Freezer que se encontraban a disgusto con aquello, Gynew tenía que haberse fijado precisamente en él? Nappa y Raditz miraron a su Príncipe como queriendo protegerlo de aquello, pero sin un éxito real.

A pesar de la distancia, Vegeta sintió la mirada acusadora de Gynew y la igualmente inquisitiva de Freezer. Sin saber realmente cómo, se había metido en un lío. ¿Qué era lo que se proponía ese idiota carnudo de Gynew realmente? ¿Por qué venía ahora con ese cuento?

-Vegeta, acércate, por favor.- ordenó Freezer con suavidad.

El rabo del saiyan tembló y se enroscó con más fuerza al rededor de su cintura, pero el rostro de Vegeta permaneció impasible, como siempre su ideal de "ser fuerte ante todo y ante todos" hizo su trabajo en él.

Sin ninguna protesta, Vegeta abandonó su puesto y avanzó hacia Freezer con paso firme ante el silencio y la expectación general sin que se viera en él ningún atisbo de duda o temor, subió la tarima y se situó ante Freezer para luego arrodillarse ante él. Todos sus allegados, tanto enemigos como sus dos compañeros saiyans, sabían lo mal que lo debía estar pasando realmente.

- Maestro Freezer… -dijo a modo de saludo en tono humilde.

- Levántate que te vea, Vegeta. –ordenó Freezer con un gesto de la mano.

Vegeta hizo lo que le ordenó y le miró a los ojos sin bacilar, él no era ningún cobarde, siempre encaraba a sus enemigos.

Freezer pareció complacido por su reacción.

- Dime Vegeta… -comenzó a Decir- ¿Es cierto eso que dice el Capitán Gynew, aquí presente? –preguntó con una breve mirada de soslayo hacia le capitán

- En absoluto, Maestro Freezer. –contestó presto Vegeta sin ningún atisbo de duda o miedo- Yo nunca he estado disconforme con las Muestras de respeto hacia usted de parte de todos nosotros. Es algo que todos estamos en la obligación de hacer, además-

Vegeta si que se odiaba por decir aquello, pero no tenía otra posibilidad.

- ¿No me estas engañando? –interrogó- ¿Sabes qué es lo que te espera si no me tienes respeto?

- Sí, Maestro Freezer. –asintió Vegeta bajando la cabeza con humildad- Lo que mercería. –añadió volviéndola a alzar.

Freezer, complacido, esbozó una breve sonrisa y se volvió hacia su capitán mientras que el resto de sus principales hombres que habían observado la escena con casi curiosidad.

- ¿Y bien, Capitán Gynew? –preguntó- Yo no creo que Vegeta esté disconforme con que se me respete. Ya lo habéis podido ver.-

Gynew vaciló, sabía que Freezer hacía eso porque quería ignorara el odio de Vegeta, pero al mismo tiempo sabía lo peligroso que era contradecirlo, así que sabiamente eligió negar lo que había antes había afirmado.

- Siento mucho haberme equivocado, Maestro Freezer, fueron imaginaciones mías. –se disculpó bajando la mirada- No volverá a ocurrir.-

Pero su disculpa fue ahogada por un repentino grito de voz chillona.

- ¡¡Está mintiendo!!-

En ese momento todos se volvieron hacia Gurdo; Vegeta miró con impotente odio cómo el enano cuatro ojos se acercaba con paso presuroso hacia Freezer y le señalaba acusadoramente

-¡Por favor Maestro Freezer! ¡No creáis las mentiras de ese mono!-

- ¡No cuestiones al Maestro Freezer, Gurdo! –le ordenó Gynew alzando la voz.

- ¿Por qué?, ¿por qué os creéis sus mentiras? –insistió el desgarbado hombrecillo de cuatro ojos- ¡Los dos sabéis perfectamente que ese mono sin pelo está mintiendo!-

Vegeta empezó a ponerse nervioso; ese enano mal-oliente le podía poner en un serio apuro. Lo que Kiwi no había conseguido hasta el momento, podía hacerlo él ahora.

Sin embargo Freezer reaccionó con total tranquilidad y de un modo también totalmente inesperado.

- ¿Dices que Vegeta está mintiéndome?- preguntó con suavidad- Dime Zarbón, ¿sabes tú algo al respecto? ¿Era eso lo que querías decirme?-

Zarbón, que hasta el momento había permanecido cautelosamente al margen, dio un respingo sorprendido y miró nerviosamente a Freezer para luego apresurarse a mirar sus notas.

- …No, Maestro. –contestó dubitativo con solo una ligera idea de lo que Freezer quería oír.-… Lo que muestran mis informes son una serie de irregularidades en las actividades del Comandante-Jefe de la base Nº-67.-

-Bien, bien…-contestó Freezer sonriendo con crueldad, y entonces se volvió hacia su segundo hombre- Dodoria…-

-¡Que se presente el Comandante de la base Nº-67!- ordenó Dodoria con su voz gangosa.

Tanto Gynew como Gurdo y Vegeta dieron un bote sorprendido por el rápido cambio en los acontecimientos y observaron sorprendidos lo que ocurría. Un individuo de cierto poder y armadura blanca, se acercaba tembloroso al estrado principal. Freezer aparecía haber perdido todo interés en lo que concernía a Vegeta.

-Ma… Maestro Freezer. –saludó el Comandante.-

El cornudo Maestro le observó con los labios apretados y miró de reojo a Zarbón en espera de que hablara. Zarbón tardó unos segundos en reaccionar y entonces comenzó a leer en voz alta.

-…Comandante del planeta Freezer Nº-67… Misiones realizadas en los últimos meses, 25… Éxitos en esas misiones, 14… Fallidas, 7… Dudosas, 2.

- ¿Y bien? –le preguntó Freezer tras haber escuchado a Zarbón- ¿Qué tienes que decir, Comandante?

El comandante tragó saliva, como de costumbre.

- ¿De… decir? Esos datos son correctos, son los resultados de las misiones que me fueron asignadas… -se defendió.

- Cierto, según el programa, yo te asigné esas 25 misiones.-afirmó Freezer- Pero… esos datos son incorrectos.-

-¿In… incorrectos?-

Freezer asintió.

-Según otras fuentes, las misiones fallidas eran 2 y no 7.-

- Eso debe ser un error, Maestro… un simple error de escritura.-

-¿De veras? –Freezer parecía relamerse los labios como un gato antes de lanzarse a la comida.

- No…no creo que tenga mayor importancia, Maestro. Es tan solo una errata.-

-¿Seguro?-

El Comandante asintió.

- Hubo 7 misiones fallidas que, afortunadamente creo que están en camino de resolverse.-

- ¿Crees? ¿Tú crees que van a resolverse?-

- ¡Por supuesto, Maestro Freezer!- contestó el infeliz con vehemencia.-¡Puede confiar plenamente en la competencia de mis hombres y mía!-

- Pues te diré lo que yo creo...- sonrió el Tirano- Creo que esas misiones YA están resueltas.-

-¿Q… qué?-

- Y también creo que estaban resueltas desde el principio.-afirmó rotundamente.

- ¡No, no es así, Maestro! ¡Esos planetas no fueron…!-

- ¡Cállate; solo estás mintiendo!- ordenó Freezer de repente con voz firme- Mis generales de confianza fueron a investigar esos planetas… -comenzó a explicar y según lo hacía, el Comandante fue palideciendo visiblemente- … ¿Sabes cuál fue su sorpresa cuando vieron que esos mundos ya habían sido purgados y estaban empezando a ser ocupados por sus nuevos habitantes o siendo explotados?- el Comandante no sabía qué hacer y retrocedió unos pasos involuntariamente- Es algo muy extraño si esas misiones resultaron fallidas, ¿no crees?-

- Ma… maestro. –balbuceó.

- Y te diré más.- sonrió Freezer con descarada malicia – Creo que simplemente te quedaste con esos siete planetas y los reportaste como misiones fallidas para luego usarlos en tu propio beneficio, mientras que usaste las dos que fallaron para simular las que tú dices que estaban fallidas usando los informes sobre las condiciones de esos dos planetas y alterándolas un poco hasta conseguir 7.-

El Comandante retrocedió unos pasos hasta el borde de la tarima donde estuvo a punto de perder pie. Entonces la sonrisa de Freezer se hizo aún más amplia y comenzó a alzar un dedo.

-¡Ma… Maestro, esos informes no son ciertos, sus hombres de confianza mienten!-

- No, ellos no mienten. –una luz rosada empezó a formarse en la punta de su dedo índice y el ya sentenciado Comandante retrocedió hasta caer desde lo alto de la tarima- …Porque precisamente son mis hombres de confianza y sé que en realidad tú querías aprovecharte de la riqueza de esos planetas a mi costa, ¿verdad?-

-Fa… falso- balbuceó, pero le faltaba toda convicción.

- No, cierto. –

Y diciendo esto un rayo de luz rosada salió disparada de su dedo con mortal puntería.

Fue un breve destello, pero tanto Vegeta, como los Gynew y el resto de los soldados allí congregados vieron un muy breve relampagazo que iluminó toda la sala de un color rosa furioso, para luego desaparecer y ver cómo el hasta hace un momento Comandante de la base Nº-67 yacía ya muerto en el suelo. Una gota de sudor recorrió la frente de Vegeta, ese Comandante había sido prácticamente tan fuerte como él, pero a Freezer le había bastado con alzar un dedo para acabar con su miserable vida, una como la que podía ser la suya ahora mismo. Y todo por culpa de Gurdo y Gynew.

-¿Lo habéis entendido? –preguntó Freezer volviéndose hacia sus tropas- No quiero ladrones que se aprovechen de su rango y confianza en este ejército. ¿Está claro?-

-¡Si, Maestro! –contestaron todos al unísono con sorprendente eficacia.

Freezer sonrió complacido.

Entonces volvió atención a Vegeta, a quien había ignorado hasta ese momento, y dijo para gran sorpresa de este.

- Estas perdonado, Vegeta. -

- ¿Qué!?-

- Tú no eres un ladrón como ese desgraciado que ha abusado de mi confianza; tienes mi total confianza de nuevo, Vegeta. –contestó- Puedes volver a tu puesto con tus hombres.-

Vegeta estaba aturdido por lo que acababa de oír y aún no se lo creía, pero se recompuso rápidamente y ejecutó una respetuosa reverencia.

- Gracias, Maestro Freezer-

Y diciendo esto, giró sobre sus talones y saltó desde lo alto de la tarima para ir a pisar sobre le cadáver del comandante con total impunidad, y luego dirigirse junto a sus dos congéneres. Gurdo trató de detenerle sin que nadie se percatara de ello realmente, salvo su Capitán que le detuvo con la mano y negó con la cabeza.

A pesar de su mal humor, Vegeta volvía a sonreír.

***

Horas más tarde, cuando la reunión hubo acabado, los tres saiyans se volvieron a reunir a solas en unos aposentos privados para ellos de la base, o más bien aposentos privados de Vegeta que, al ser de alto rango, tenía derecho a ciertas comodidades.

Por su parte los dos saiyans, que habían salido de la reunión sin ningún contratiempo, observaban con cautela a su Príncipe: ambos sabían perfectamente el peligro que había corrido este cuando Freezer lo hizo llamar al estrado por culpa de Gynew, y al mismo que Gurdo le acusara. Tanto para Raditz como para Nappa, los Gynew era una panda de gilimemos con aires de artistas del espectáculo fracasados, pero unos serios oponentes de cara a su supervivencia: con Kiwi, Vegeta todavía podía enfrentarse, pero ellos era los siguientes a Freezer en escalafón de poder dentro de aquel ejército, y no había nadie salvo el propio Freezer, que pudiera hacerles frente.

-¡Maldito Gurdo!- exclamó Vegeta con odio en su lengua natal- ¡Por su culpa he estado a punto de que Freezer…!- incluso Vegeta tenía miedo de esa posibilidad- Al menos se ha acordado a tiempo de ese Comandante idiota de la base Nº-67.-

Raditz miró con cautela a su Príncipe; él si creía que Freezer podía castigara Vegeta, como había pasado ya en otras ocasiones, pero no matarlo. Para Freezer, el Príncipe saiyan era demasiado valioso, y ni él ni Nappa tenían esa suerte.

-¡No lo entiendo!- maldijo Vegeta mientras se paseaba de arriba abajo por la sala- ¡Gynew es muy poderoso, e incluso Jess y Reecon pueden ser realmente peligrosos!... ¿Pero Gurdo? ¡Ese enano mal-oliente no debería ser un miembro de las Fuerzas Especiales! ¡Es ridículo! ¿¡Por qué le hacen tanto caso!?- bramó furioso

-…Quizás sea porque Gurdo tiene algún poder que le permita ser miembro del comando Gynew. –aventuró el melenudo saiyan sabedor del riesgo que corría por interrumpir los rezos y maldiciones de su Príncipe.

Vegeta se detuvo en seco y se giró enérgicamente hacia su vasallo.

-¿Qué dices??- exigió saber.

-… No puedo confirmarlo. –empezó a decir cautelosamente Raditz-… Pero hace poco pude escuchar una conversación entre los Gynew sin que se dieran cuenta, y…-

Nappa parpadeó sin dejar de mirar a su compañero un tanto sorprendido. Estaba claro que Raditz era un superviviente, alguien que lograba salir adelante más que por su poder, por su casi increíble capacidad de estar en el sitio justo en el momento oportuno. ¿Acaso era una forma de suerte?

- ¿Y qué?- arengó Vegeta.

- …Puede que sea solo un rumor, pero les oí decir que Gurdo posee el poder de detener el tiempo.- explicó.

Sus dos compañeros dieron un bote al oír aquello.

-¿¡Cómo!?- exclamó Vegeta ahogando la propia exclamación de Nappa.

- Eso es lo que oí…- contestó Raditz con cautela por temor hacia su Príncipe.

Sin embargo Vegeta se limitó a darse la vuelta y dar la espalada a sus dos compañeros.

-… Si ese maloliente de Gurdo puede realmente detener el tiempo, eso explicaría muchas cosas. – concluyó en un tono ya más relajado mientras cruzaba los brazos. Sonrió con malicia- Así que ese cuatro ojos apestoso puede detener el tiempo a voluntad… ¡Menuda sorpresa!-

-Eso explicaría la edad de Freezer…-bromeó el melenudo saiyan.

-¡Ahorra tus comentarios ingeniosos, Raditz!- ordenó el Príncipe mirando atrás, entonces clavó la vista en él- … ¿Cómo lo has sabido?

-¿Qué?-

-¿Cómo supiste que Gurdo puede detener el tiempo?-preguntó de nuevo con impaciencia.

-Se lo oí decir al resto de las tropas cuando me destinaron a los archivos-contestó por fin al comprender.

Pero Vegeta no lo veía tan claro.

-¿Se lo oíste decir? ¿Cómo?-

-Aquí en la base, cuando iba a los archivos. Estaban escondidos en un pasillo practicando sus poses…-explicó el melenudo saiyan sin entender a dónde quería su Príncipe.

-¿¡Qué!? ¿Esos idiotas estaban en la base practicando??-

-Sí, eso vi que estaban haciendo-explicó confundido- …Supongo que para la actuación del Consejo de Evaluación que han hecho. También les oí hablar de ti cuando…-

El saiyan de largos cabellos no pudo acabar de hablar, en un breve instante, ni Raditz ni Nappa apenas pudieron verlo, pero Vegeta apretó los puños y agachó la mirada con el ceño aún más fruncido, entonces alzó la vista de golpe y sin ningún tipo de aviso, lanzo un puño contra Raditz que le pilló totalmente desprevenido impactando contra su mandíbula y casi le hizo caer hacia un lado. Nappa miró lo que ocurría sin comprender

-¡¡Estúpido!! –bramó Vegeta mientras volvía a golpear a Raditz en el estómago sin que le hubiese dado tiempo a recuperarse - ¿¿¡¡Por qué no me informaste antes!!???-

El guerrero de largos cabellos se inclinó doblado hacia delante mientras se agarraba el estómago luchando contra el dolor de ambos golpes y por recuperar el aire. Aún confundo por lo rápido que había pasado todo, alzó el rostro temblorosamente mientras volvía a inspirar profundamente para poder hablar.

-Mi... mi Prín...cipe, yo... yo no...-balbuceó con voz débil.

-¡Yo no, ¿qué!eh!?... –contestó Vegeta.

Sin ningún miramiento le sacudió un guantazo que le envió contra la pared del fondo de la sala donde estaban los tres en ese momento. Raditz chocó contra ella violentamente: la diferencia de poder entre ambos era tan grande que para Vegeta tan solo había sido un simple golpe, pero fue suficiente como para mandar despedido al saiyan de largos cabellos y que este, tras estamparse contra el muro dejándolo agrietado, cayera al suelo escupiendo sangre mientras su pequeño Príncipe se caminaba hacia él lentamente.

-¿¡No dirás que no lo sabías!!?-se mofó agarrando le por el pelo para alzarle la cara y obligarle a mirarle una vez se situó a su lado- ¿¿No sabías qué era lo que tramaban esos cinco idiotas y Freezer sobre mi??¿¿Has estado todo este tiempo encerado en esta base y se te ha reblandecido aún más el cerebro??... ¡¡No sirves para nada!!- sentenció mientras le zarandeaba sin ningún esfuerzo.

Con tan solo un par de golpes de su Príncipe, Raditz estaba tan conmocionado que apenas podía enfocar la vista, y las furiosas sacudidas de este tuvieron un efecto aún peor: el guerrero saiyan no puedo evitar escupir una boqueada más de sangre que fue a salpicar la armadura blanca de Vegeta.

Una vena de la frente del Príncipe se hinchó y tembló ligeramente la ver como su armadura se teñía con una mancha carmesí.

-¡YAAAAAAH!- gritó volviendo a mandarle despedido contra otra pared donde el proceso volvió a repetirse. -¡¡No solo eres un inútil, sino que también débil y patético!!! - se dirigió a grandes zancadas hacia donde yacía Raditz cerca de la inconciencia. Entonces Vegeta reparó en que el rabo de su vasallo había perdido el control y se había desenroscado de su cintura extendiéndose hacia un lado- ¿¡De qué eres capaz de darte cuenta!? –Rugió en un tono cercano a la burla- ¿¡De ESTO!?- y con esa afirmación pisoteó violentamente la cola de Raditz. Al hacerlo, Vegeta se lamió los labios con evidente saña en el acostumbrado gesto que solía usar cuando atacaba cruelmente a los más débiles que él.

-¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARGH!!!!-

El aullido de dolor que Raditz soltó en ese momento parecía imposible viendo el estado en que se encontraba. Su cuerpo se sacudió con violentos espasmos mientras escupía sangre a borbotones como resultado del profundo debilitamiento que sufría por el martirio de su cola y la paliza que Vegeta le había propinado previamente. Vegeta volvió a pisarle la cola restregando el pie contra el suelo, como si estuviera matando un insecto y, con semejante tratamiento, Raditz parecía estar al borde del colapso.

Nappa contempló el espectáculo con horror; no había ninguna otra tortura que un saiyan temiera más que el martirio de su cola, y una ira semejante de Vegeta contra el melenudo saiyan era injustificada, Raditz no había tenido ni la menor oportunidad de advertir a Vegeta de lo que sabía. Es más, Nappa también consideraba que ese gesto era indigno del Príncipe Vegeta: solo los cobardes y los débiles atacan a un saiyan martirizando su rabo.

-Ve… getaaa, mi Prín... cip... pe. –suplicó Raditz débilmente y con los ojos empañados de lágrimas de dolor.

-¡Oh, ya veo que de esto si has sido capaz de darte cuenta. –se mofó.

-Vegeta-sama, por favor... –dijo Nappa en tono dubitativo sin saber qué decir exactamente. El hombrecillo de rutilante cabellera enhiesta le miró de reojo pidiéndole explicaciones a su lacayo con la mirada por interrumpir su "interrogatorio"- Vegeta, mi Príncipe… No creo que sea necesario torturar a Raditz de esa forma… –Vegeta frunció el ceño con disgusto-... Es cierto que Raditz es débil, pero... pero tampoco quedamos tantos saiyans vivos y así le vais a matar. –concluyó dando una buena respuesta sin tener que mencionar nada acerca de la falta de nobleza de su Príncipe.

Vegeta pareció pensárselo durante un instante y al final acabó por apartar su pié del rabo de Raditz; el melenudo saiyan sufrió una última sacudida y pareció calmarse.

-Esta bien.-dijo por fin el pequeño príncipe girando sobre sus talones- Dejaré tranquilo a ese patético intento de guerrero saiyan. Así no conseguiré nada.- Se dio la vuelta un instante para escupir sobre él con desprecio y caminó con arrogancia hacia la puerta, entonces, justo antes de abrirla, se detuvo y volvió a mirar de reojo a Nappa. –Ocúpate tú de él.- ordenó con total tranquilidad.

Y diciendo esto, las tres hojas corredizas de la puerta se abrieron y el príncipe saiyan saló al pasillo como si nada hubiera pasado.

Nappa observó marchar al pequeño y cruel hombre al que debía toda su fidelidad y esperanzas a pesar de su, en muchas ocasiones, falta de honor. Cuando las puertas se hubieron cerrado de nuevo, se giró hacia Raditz que aún seguía sacudiéndose en temblorosos espasmos; un charco rojo carmesí se estaba empezando formar alrededor de su cabeza. El enorme guerrero calvo se arrodilló junto al malherido saiyan, le giró por el hombro y le examinó con cuidado: los ojos de Raditz estaban totalmente desenfocados y su barbilla y pecho manchados de sangre mientras que su armadura negra aparecía agrietada por varias partes; estaba tan debilitado que no podía ni levantarse, de hecho apenas lograba seguir respirando con costosos jadeos.

-Será mejor llevarte al departamento médico.- dijo con fría profesionalidad mientras le cargaba sobre un hombro.- Te recuperarás por completo en un tanque.-

Y diciendo esto le llevó a rastras sobre un hombro hacia el ala médica de la base, pues Raditz estaba en tal mal estado que le resultaba imposible caminar y arrastraba los pies penosamente sobre el suelo, mientras que su poblada melena negra y su cola caían flácidas a su lado.

-Cuando salgas de esta, con suerte te harás más fuerte.-añadió el guerrero calvo.

-J.. je, me.. jor.. Ahora... Sí.-balbuceó débilmente; al hacerlo la sangre volvió a gotear de su boca dejando un rastro por el suelo.

-No hables. Te harás más fuerte, pero no te servirá de nada si ahora pierdes todas tus fuerzas.-le ordenó en un tono cercano a una genuina preocupación.

Raditz estaba en muy mal estado, pero seguí consciente de todo lo que ocurría a su al rededor, y aún en ese momento, pudo esbozar una débil sonrisa: a Vegeta él no le importaba nada, solo veía su lado útil... pero al menos Nappa sí se preocupaba por que al menos siguiera vivo. (2)

***

El pasillo a lo largo del que Vegeta caminaba debía de sufrir algún problema de iluminación pues apenas unas cuantas luces lo alumbraban, pero eso al príncipe saiyan, gracias la aguda visión propia de su especie, le daba igual y seguía caminando con su habitual arrogancia. Esa arrogancia que le hacía parecer más alto y tener más presencia física de la que solo alcanzaba por su baja estatura.

Sumergido en ciertos pensamientos acerca de la incompetencia de los miembros de mantenimiento, parecía querer calmarse después de su justificada reprimenda al inútil de Raditz; al menos después de la paliza que le había propinado (si se puede llamar "paliza" solo a un par de golpes y un pisotón en la cola), le haría que se volviera más fuerte. Por supuesto no estaba entre los objetivos de Vegeta que el último de sus lacayos le fuera a superara algún día en fuerza gracias a sus reprimendas, pero al menos lo que tenía de tonto lo ganaría en fuerza, igual que ocurría con Nappa. Para Vegeta ellos dos tan solo eran un tonto y un idiota listos para ser usados y desechados cuando le fallaran.

Fue entonces cuando detuvo el paso en seco al divisar una grotesca y desagradable figura familiar en el oscuro pasillo. Cuatro grandes ojos junto con un desagradable y conocido olor aparecieron ante él, y casi de inmediato unas malsonantes risitas. Vegeta detuvo el paso en seco y su mirada volvió a endurecerse mientras que su nariz se arrugaba con disgusto.

-¡Je, je, je!- volvieron a resonar las risitas y entonces apreció por el pasillo el más débil de los miembros del Comando Gynew, Gurdo- ¡Vaya, Vegeta.. ¿A dónde vas tú tan solo?, ¿es que aspiras a algo más dejando atrás a tu mini-corte y sales corriendo?- preguntó el pequeño guerrero de cuatro ojos- Es raro verte apartado de tus dos vasallos... –añadió.

A Vegeta no le hacía ninguna gracia encontrarse de esa forma con Gurdo. Es cierto que de todos los Gynews, ese pequeño hombrecillo cabezón de piel verdosa y de cuatro ojos, dos de ellos muy grandes y situados a ambos lados de su cabeza, era el más débil del escuadrón de elite de Freezer, pero Gurdo seguía siendo más poderoso que Vegeta y tan molesto o más que Kiwi, como ya había probado en el Consejo. La diferencia es que Vegeta sí podía humillar fácilmente a Gurdo con sus palabras.

-¡Apártate de mi camino, Gurdo!- ordenó sin responder a sus comentarios- ¡No te metas en mis asuntos!- y diciendo esto, Vegeta siguió su camino intentando esquivar al Gynew. No tenía ninguna gana de responder a sus provocaciones.

-¿Tus asuntos? –se mofó gurdo mirándole con uno de sus ojos laterales- ¿Qué asuntos son esos? ¿Es que son tan importantes? ¿... O es que pretendes llegar a ser algo más de lo que eres ahora?-

Vegeta volvió a detenerse y su expresión se volvió preocupada- ¿Qué había querido decir Gurdo con "eso"? El Príncipe saiyan sospechaba claramente desde hacía mucho tiempo que Gurdo estaba al tanto de su falta de fidelidad hacia Freezer y que si seguía con él era porque, por un lado no tenía más remedio, y por otro porque favorecía a sus propios intereses. De hecho si había lago que Vegeta odiase de muchos de sus "compañeros", era que ellos sí seguían a Freezer de forma desinteresada, y que de hecho le admiraban: los Gynew eran parte de ese grupo… y Gurdo era uno de ellos. Era pues, obvio, que parte del odio que Gurdo procesaba hacia él era por pura desconfianza hacia Vegeta por lo que pudiera hacer a Freezer y su ejército cuando el saiyan era uno de sus favoritos, por esa razón él y Gynew le habían denunciado frente a Freezer en el consejo. Y Vegeta no estaba dispuesto de ninguna manera a que Gurdo rindiera más cuentas a Freezer sobre sus supuesta insubordinación, e incluso rebeldía o traición.

- Mi asuntos son los de un saiyan, igual que los bombones son cosa de los Gynew. –contestó frivolizando sobre el tema.

- Je, je, je… Estúpido Príncipe saiyan. –se mofó Gurdo consiguiendo que Vegeta le mirara de reojo con evidente expresión asesina en la mirada- Tal vez tu rango signifique algo para ti y tu pueblo...- hizo una pausa- ¡Pero para nosotros y para Freezer eso no es nada!- la expresión de odio de Vegeta fue aún más evidente- Te lo digo con total franqueza, Vegeta... Tal vez seas el favorito de Freezer aparte de nosotros y sus principales generales, y que por eso hay decidido perdonarte antes, en el Consejo... Pero TÚ no eres más que un simple Guerrero del Espacio, un saiyan. Nunca podrás llegar a ser más que nosotros y que Freezer. –afirmó Gurdo con total rotundez.- ...Y por supuesto siempre nos deberás obediencia y respeto.-

Realmente Vegeta odiaba a aquel enano; no tanto como a Freezer, pero le odiaba... y su orgullo no le permitía molestarse por ver lo que alguien como ese cuatro ojos pudiera decirle. Sin previo aviso, puso los brazos en jarras y comenzó a reírse por lo bajo.

-No dudo de la inteligencia de Freezer... –dijo el Príncipe saiyan con tranquilidad, y sorprendentemente, con total franqueza- .. Pero lo que sigo sin comprender es, ¿por qué Freezer mantiene entre sus filas alguien tan patético como tú y encima le tiene por un guerrero de elite? –por supuesto Vegeta lo sabía casi a ciencia cierta pues el debilucho de Raditz ya le había informado de su descubrimiento, pero su supuesta ignorancia de la verdad ahora le servía para humillar a Gurdo.

Y naturalmente Gurdo saltó con facilidad, tal y como Vegeta deseaba que ocurriera; él sabía muy bien que Gurdo no podía soportar la idea de que Freezer tuviera casi en más en cuenta a Vegeta que a él siendo un Gynew. El pequeño cuatro ojos miró con furia la Príncipe saiyan y se acercó unos pasos a él pero no consiguió hacer que Vegeta retrocediera.

-¡¡Retira eso que has dicho ahora mismo!!-ordenó con su voz chillona.

- ¡Oh, por favor: no te acerques a mí! ¡Hueles mal!-exclamó mientras sacudía ambas manos con un gesto teatral y sonreía con malicia.

De todas las burlas que Vegeta le hacía, a Gurdo no había ninguna otra que le reventara más que ese Príncipe cretino le dijera que olía mal, así que con un bramido, ya no pudo aguantarse mas y levantó ambas manos hacia arriba con intención de atacarle. Al verlo, Vegeta retrocedió por temor unos pasos casi inconscientemente: por mucho que odiase a Gurdo y este fuese tan sensible a sus comentarios, lo cierto es que el enano cuatro ojos y maloliente seguía siendo más fuerte que él y le podía meter en un serio apuro.

La luz dorada de la energía del ataque de Gurdo resplandeció en medio del pasillo ante el casi asustado Vegeta, pero de repente palideció al entrar en juego una luz más. Con un chasquido una bola de energía cruzó el oscuro pasillo y fue a chocar contra la espalda del Gynew, quien perdió el equilibrio y debido a su rechoncha constitución, salió literalmente rodando hacia delante. Vegeta logró apartarse a tiempo para que ni la repentina luz ni el rodante Gurdo le atropellaran, pero se quedó estupefacto mirando lo ocurrido. ¿Qué había pasado? Entonces se giró hacia le pasillo cuando oyó un zumbido odiosamente familiar.

-¡Ya basta de tonterías!-ordenó Freezer mientras se les acercaba por el pasillo en su trono deslizador- ¿Es que nunca vais a aprender que esto no es un circo!?-les reprendió, y no era para menos: cada vez que se daba la vuelta Vegeta estaba enfrascado en alguna trifulca con algún otro miembro de su ejército, especialmente con Gurdo y Kiwi. En principio al tirano no le importaba quién tuviese razón en esas peleas, pero la desobediencia y las irreverencias le ponían enfermo, así que siempre que había alguna delante de sus narices, les ponía fin de inmediato con sorprendente eficacia: ¿quién se iba a atrever a llevarle al contraria? No había ninguna duda de que había sido él quien atacó a Gurdo en el último momento, según descubrió el asombrado por ello Vegeta.

Freezer se acercó lentamente a Vegeta pero sin descender de su posición, de forma que le miraba desde lo alto.

-Acabo de estudiar un informe de un planeta que tal vez sea de interés. –le explicó como si nada hubiera pasado- Y quiero que te encargues tú de él, Vegeta.-ordenó.

El Príncipe saiyan juntó los pies y ejecutó una respetuosa reverencia a Freezer.

-Sí, Maestro Freezer. Como tú ordenes.-contestó- Yo y mis hombres partiremos en cuanto se nos facilite el plan de ataque.-

-No- contestó Freezer y Vegeta le miró sorprendido- Partirás tú solo ahora mismo. Aquí tienes el plan de ataque- y diciendo esto le tendió un chip de datos que Vegeta recogió confundido.

- ¿Yo solo?- no pudo evitar preguntarlo.

Freezer asintió.

-Uno de tus hombres está en la sala médica, ¿no?-dijo-Además, es un trabajo para el que te bastas tú solo-

La cara de Vegeta no pudo evitar adoptar una expresión de asombro: después de lo ocurrido tras su última misión formal, ¿Freezer le decía que tenía plena confianza en él?? Realmente le había perdonado. Sin embargo el hombrecillo cornudo le miraba expectante sin decir nada y con su habitual gesto de labios apretados.

- Entonces cumpliré sus órdenes de inmediato, Maestro Freezer.- contestó Vegeta sin más dilaciones mientras volvía a ejecutar sus respetuosa reverencia.

Freezer volvió a asentir levemente, entonces giró su trono y se marchó de allí pasando literalmente por encima de Gurdo con total tranquilidad, pues todavía permanecía arrollado por efecto del ataque, aunque Freezer había dado por concluido el asunto como si nada hubiera pasado.

Vegeta le vio marchar y, una vez Freezer se hubo alejado lo suficiente, se acercó a Gurdo con aire triunfal: para él ese asunto todavía no había concluido.

-Adiós, Gurdo- exclamó en tono burlón- Creo que Freezer me ha reclamado por encima de ti ya dos veces. –se mofó.

Gurdo le miró con los ojos inyectados de furia por el odio e incapaz de moverse; no había habido ninguna duda de parte de quién había estado Freezer todo el tiempo y eso era algo tan inadmisible como odioso.

-Maldito...- murmuró todavía atontado por el golpe.

-Por supuesto. –contestó Vegeta- Pero menos que tú.- entonces soltó una estrepitosa carcajada maligna, giró sobre sus talones y marchó de allí a la carrera en dirección al puerto mientras sus risotadas resonaban por el pasillo.

Gurdo le miró marchar totalmente impotente. (3) Vegeta no solo había estado por encima de él durante su encuentro con Freezer, sino que además, volvía a recuperar suficiente confianza de parte del Maestro como ¡para que le encargara una misión a él solo!

***

Mientras tanto Nappa había conseguido llevar la maltrecho Raditz a la sala médica donde sus encargados, los médicos, se hicieran cargo de él inmediatamente. Nappa les observó hacer mientras, tras un primer examen de su estado y posibles traumas, colocaban a su compañero en el tanque de recuperación y procedían a colocarle toda clase de cables a lo largo de las sienes y de cuerpo, cubierto de cicatrices, tanto por los combates en los que había luchado, como por las palizas del resto de los soldados de Freezer. Luego le sumergieron en el líquido verdoso regenerador con el que trataban las heridas de sus soldados.

En principio esos tanque estaban diseñados para curar a cualquier clase de herida o trauma de cualquier especie que formara aparte del ejercito de Freezer, pero había que saber programarlos para su uso empezando por elegir el tipo de metabolismo del individuo que se iba a tratar: no era lo mismo tratar a un saiyan que a un tipo de la especie de Kiwi. Es por eso también por lo que todos los soldados, aun no siendo su deber estudiar los procesos médicos, sí debían saber al menos programar las máquinas para tratar a su propia especie (4), pero si podía Nappa prefería dejar hacer a los médicos.

La mayor parte de los médicos que servían en el ejército de Freezer eran todos de una especia de baja estatura y endeble aspecto (sobre todo si se compara con sus soldados), de piel castaña y un lejano parecido a una especie de pájaro desemplumado, que vestían con túnicas blancas y pecheras similares a las armaduras de sus soldados. Estos, aparte de la considerable diferencia en la capacidad de combate, eran muy competentes, pero también afables y tranquilos, demostrando muchas veces una genuina preocupación por el bienestar de sus compañeros soldados, algo sin duda sorprendente en un ambiente como aquel. Era por eso por lo que Nappa se fiaba totalmente de ellos y prefería dejarles actuar mientras que él se limitaba a observar. Lo mismo se puede decir de Raditz, que si bien tampoco se encontraba en condiciones de rechistar, también confiaba en los médicos porque ellos sí se preocuparían por que se recuperara.

-¿Qué le ha pasado?-preguntó un enfermero, este de aspecto humanoide cuando ya hubieron sumergido a Raditz en el líquido regenerador- Creí que vuestro escuadrón ahora no estaba efectuando ninguna misión de riesgo y tu compañero parece que está mal más por haber sufrido un "sock" por perdida de energía vital que por las heridas de un combate.-

Nappa miró brevemente de reojo al enfermero antes de volver la vista a su compañero que ahora permanecía como dormido en el tanque. No quería responder que Raditz estaba así por culpa de Vegeta, le daba casi vergüenza admitir que su Príncipe había actuado de esa forma pisoteando el rabo de un saiyan.

-Nada. Solo que se ha encontrado con quien no debía.- contestó sin pretender dar muchos detalles.

El medico pájaro que estaba programando la máquina se giró hacia el enorme guerrero calvo y le miró con gesto de reproche.

-¡Ya veo!... Vosotros los soldados no tenéis nada mejor de qué preocuparos, ¿verdad?- reprendió con suavidad pero tono firme- Nosotros ya tenemos bastante trabajo con intentar salvaros la vida cada vez que volvéis de alguna misión, como para que encima tengamos que atenderos por culpa de vuestras trifulcas.- al decir esto el enfermero asintió casi imperceptiblemente sin que Nappa supiera qué responder realmente. –A veces me pregunto qué ganamos preocupándonos tanto por vuestro bienestar- suspiró volviendo la vista los mandos.

Nappa abrió la boca para decir algo cuando de repente un nuevo soldado entró en la enfermería atrayendo la atención de todos y con cierto disgusto por parte del saiyan. Era un tipo grande y rechoncho, de piel rosada, labios gruesos y estriados al igual que sus párpados, pero al contrario que el resto de su cuerpo, estos eran de tono violáceo. Sus manos tenían tres dedos con uñas semejantes a garras negras y sus antebrazos, al igual que su cráneo, estaba salpicado de grandes prominencias semejantes a espinas romas. Era paticorto y vestía una inusual armadura de tono azul oscuro en vez de blanco teniendo en cuenta su rango. Al verlo entrar, todos los presentes efectuaron una reverencia en cuanto lo reconocieron.

-¡Comandante Dodoria!- exclamaron los tres al unísono y modo de saludo pero con cierto deje de sorpresa.

Dodoria miró alrededor para descubrir que efectivamente Nappa estaba allí mientras que Raditz, ajeno a todo ello, se encontraba a falta de una palabra mejor, flotando en el líquido regenerador del tanque.

-¡Gueeee!-exclamó en tono de desagrado- Así que estabais aquí.- añadió con su desagradable voz gangosa sin responder al saludo ni dar más explicaciones.

Nappa supo que se refería a él, y posiblemente a Raditz.

-No sabíamos que nos buscaba, Comandante Dodoria.- explicó Nappa en un tono extrañamente respetuoso si se tienen en cuenta sus habituales rudos modales. Aunque Vegeta tuviera que recordárselo de vez en cuando, Nappa sabía muy bien que su postura era de inferioridad de cara a la mayoría de los generales de Freezer.

Dodoria asintió haciendo temblar sus abultados carrillos.

-Sí. El Maestro Freezer quería encargaros un nuevo trabajo, pero no respondíais a mi llamada.- hizo una pausa- Así que me ordenó que fuera yo a buscaros en persona, pero no esperaba encontraros aquí- daba la impresión de que esperaba algo más, como una buena excusa para una reprimenda, y que si era violenta, mejor.

-Se puede saber qué ha pasado.- exigió saber mirándoles de uno en uno –Necesito una buena explicación para justificarme ante el Maestro Freezer, como imagino que supondréis- explicó en tono de amenaza. Dodoria siempre hablaba así.

Nappa lanzó una breve mirada de soslayo a los médicos y al convaleciente Raditz, que aparentemente permanecía ajeno a todo lo que ocurría en la sala médica en ese momento; y luego volvió a dirigirse al rechoncho general de piel rosada con el mismo tono humilde con el que hablaba.

-Ninguno sabíamos que el Maestro Freezer nos reclamaba. –se excusó- Y en cuanto a Raditz, él está convaleciente, como podéis ver. – explicó con un gesto de los ojos.

Dodoria miró con dureza el tanque donde el saiyan de largos cabellos aún flotaba y luego a los médicos.

-No está en condiciones de salir y menos de luchar, Comandante Dodoria. –explicó el médico jefe.

-Ya veo, vosotros sí que sabéis divertiros... ¿A cuánto asciende la fuerza de tu compañero, saiyan?-preguntó el orondo comandante a Nappa sin previo aviso.

El enorme y calvo saiyan parpadeó con sorpresa por semejante pregunta.

-Apenas llega a las 1000 unidades, Comandante- contestó

Dodoria se echó a reír con sus gangosas risotadas y sus carillos y panza se sacudieron al ritmo de estas.

- ¿1000 unidades?¡ Qué patético!- exclamó- ¡No me extraña que ese mono esté aquí!.-

Aunque Nappa no sabía si tomarse aquello como una pretendida excusa por su falta al deber, esta vez solo torció el gesto imperceptiblemente por ese comentario, no quería acabar en otro tanque él también.

Dodoria se secó los ojos y le miró con malicia.

-¿Y la tuya?-preguntó

-Unas 4000 unidades -

-Bien, en ese caso, creo que no hay nada más de qué preocuparse. – exclamó en un tono que sonaba a algo parecido a aguantarse la risa- Como sospechaba vosotros dos no servís para la misión que Freezer os quería encomendar. –

El saiyan calvo miró confundido a Dodoria mientras este se giraba para salir de la enfermería.

-¿Qué!?-exclamó.

-Vuestro Príncipe es el único que podrá hacerlo- explicó al llegar a la puerta que se abrió con un suave resoplido- ...Entre nosotros: no me extraña que Vegeta sea el saiyan favorito del Maestro. –sonrió maliciosamente desde la puerta- Y ahora debo comunicarle al Maestro Freezer lo que ha ocurrido. Tal vez no quiera castigaros por vuestro comportamiento indisciplinado.- y diciendo esto salió al pasillo y se marchó.

Una vez que el voluminoso comandante Dodoria se hubo marchado, Nappa perdió su forzada compostura y estampó un puño contra una de las paredes de la sala médica donde estaba consiguiendo agrietarla y que muchos instrumentos cayeran al suelo sacudidos por el golpe.

-¡¡Cuidado!!-advirtió el jefe medico- ¡¡Esto es la enfermería, no un campo de entrenamiento!!-

-¡¡Maldito Bastardo!!- maldijo Nappa ignorando al hombre-pájaro-¡Algún día no seguirás siendo más fuerte que nosotros y...!-se calló de golpe al darse cuenta de que no estaba solo. –Lo siento...-se disculpó. Nappa solo se disculpaba ante aquellos que respetaba, o sea, Vegeta y los médicos.

Estos, aunque con el gesto torcido, le miraron con aprobación y volvieron a sus ocupaciones. Por su parte el enorme y calvo saiyan se dirigió hacia le tanque donde Raditz permanecía como dormido y se apoyó sobre él.

-Compañero...- dijo en voz baja usando su lengua natal- Creo que como aquí no pase algo pronto, estaremos así durante treinta años más.- exclamó con un suspiro y vio como una boqueada de burbujas salían a borbotones de la boca del saiyan melenudo, como si fueran una respuesta a sus quejas –Por el momento recupérate y hazte más fuerte.-

"¡30 Años!" exclamó Raditz al oír a un muy lejano Nappa " Tres décadas sirviendo a ese tirano asesino de nuestro pueblo para luego morir olvidados en algún combate purgando un planeta" imágenes y recuerdos de niñez sobre un glorioso pasado se vieron mezclados con su situación actual, convaleciente en un tanque porque su Príncipe había pagado su humillación con él . Los saiyans estaban malditos, tanto ellos por acabar siendo las mascotas-esclavo de Freezer, como el resto de su pueblo por haber sido aniquilado de un solo golpe... Y lo peor de todo es que lo único que les quedaba para poder seguir teniendo el orgullo de ser saiyans, Vegeta, su Príncipe, el más grande de todos ellos quien con toda probabilidad sería el Super-saiyan de leyenda, no había acabado siendo otra cosa que la mascota del que bajo esa apariencia de sofisticación, era un maldito loco homicida y destructor como Freezer. Y como todas las mascotas, se parecía a su dueño: aunque Nappa no quisiera creerlo, o no pareciera que así fuese, a ojos de Raditz, Vegeta había abandonado todo su honor de guerrero saiyan, toda preocupación por su extinguido pueblo, todo respeto y honor de guerrero... Vegeta no lloraba ni a sus padres, ni a su mundo ni a su pueblo: solo lloraba su humillación, su odio insatisfecho hacia Freezer por ser su esclavo y no su señor. En una palabra: odiaba NO ser Freezer... Vegeta se había convertido en otro Freezer, y su único empeño era ocupar su lugar. Los tres estaban malditos, por supuesto, pero Vegeta lo estaba por haberse convertido en lo que Freezer era, y ellos por no existir mas que para servir a los dos... Y, ¿hasta cuando? De nuevo tuvo la sensación de que algo se le escapaba, algo que podía cambiar el destino de su sentenciado pueblo, le inundó "Me niego a acabar así; haré todo lo que pueda por cambiar nuestro destino"

***

Horas más tarde Raditz emergió completamente empapado del tanque, pero también recuperado y habiendo ganado, aparte de un molesto olor a medicamento en su poblada melena, una fuerza que había ascendido entre las 1200 y 1500 unidades. No era mucho, pero mejor que nada sí. Sin embargo poco le sirvió pues Nappa y él descubrieron que Vegeta ya se había marchado solo a esa misión que Freezer le encomendó y que ellos dos no podrían acompañarle sino permanecer en la base hasta nueva orden sin poder hacer otra cosa hasta que su Príncipe volviera.


(1) Se puede ver claramente que los cabellos de los saiyans no sufren los efectos de la gravedad cuando tanto Goku como Vegeta, entrando a esas gravedades tan elevadas, sus cabellos siguen tan enhiestos como siempre mientras que un simple tornillo aparece aplastado por su propio peso.

(2)En la serie/manga se puede ver perfectamente que Nappa era le único que tenía intención de resucitar a Radix (aunque Vegeta le dijo que no), también que cuidó de su Príncipe desde pequeño y que se escandalizó cuando Vegeta mató al Saibaman "por inútil". Es obvio que se preocupaba por sus compañeros por muy brutal que fuera.

(3)Esta escena está sacada del capítulo-62 de DBZ. Una vez más un flashback apropiado para esta historia ^^.

(4) En la serie/manga se ve cómo Vegeta sabía como programar el tanque de curación para tratar a Goku, aún no siendo él un médico. Se supone que al menos sí debía saber cómo utilizarlo para curar a otro saiyan.