AHORA... Y SIEMPRE-
POR: AIRILEE
CAPÍTULO 3: REACCIÓN
Cuando al día siguiente llegó la hora de levantarse, a Ginny le pareció que llevaba durmiendo sólo un par de minutos.
De mala gana, se incorporó somñolienta, lamentando dejar su tibia cama para ir a congelarse en la cabaña de Harid. Buscó a tientas la ropa, que había dejado amontonada al pie de la cama. Una vez que estuvo lista, se puso la capa y abandonó el dormitorio para chicas de la casa Gryffindor. En la sala común, el reloj que estaba sobre la chimenea anunciaba que eran las cinco menos cuarto. El sol aún no había despuntado.
Salió de la torre y avanzó por los oscuros corredores, bajó unas cuantas escaleras y llegó al vestíbulo. No vio a Malfoy por ninguna parte. Abrió la puerta de entrada y salió al exterior. Hacía un frío terrible. Ni siquiera los equipos de Quidditch estaban entrenando, y eso que ellos solían levantarse al alba para las prácticas. Apuró el paso para llegar a la cabaña de Hagrid.
No necesitó llamar a la puerta, porque la gran silueta de Hagrid se hallaba junto a la entrada, regando las flores y canturreando ( o al menos eso creyó Ginny que hacía) una alegre melodía.
-Buenos días, Hagrid- saludó Ginny, tiritando. Fang, el gran dogo negro de Hagrid, restregaba su cabeza contra la pierna de Ginny. La chica le acarició la cabeza.
-¡Ginny!- Hagrid apoyó la gran regadera que estaba usando en el húmedo césped.- ¡Que sorpresa me has dado, jovencita!- frunció el ceño- A la profesora McGonagall le costó convencerme de que debía darte un castigo a tí... ¡Y con ese Malfoy! ¡Ese...
-Cuida la boca, Hagrid... o volverás a visitar Azkaban por andar faltándole el respeto a alumnos de familias destacadas...
Draco Malfoy acababa de llegar a la cabaña. Vestido íntegramente de verde, para hacerle honor a su casa, permanecía cruzado de brazos con actitud arrogante. Sus fríos ojos grises permanecían clavados en el guardabosques de Hogwarts, ignorando por completo a Ginny.
-Será mejor que te des prisa y nos digas cual es el castigo- dijo, petulante.- Tengo práctica de Quidditch en una hora y no pienso llegar tarde.
Hagrid lo miró frunciendo el ceño. Malfoy era como una piedra que se queda trabada en la garganta y uno nunca termina de digerir. Una completa molestia.
-Bien.-carraspeó Hagrid, mirando repetidamente a ambos jóvenes.- Síganme, por aquí, vamos.- Hagrid los llevó a la parte trasera de la cabaña. Malfoy miraba curioso, preguntándose cual sería el castigo. Allí no había nada excepto la nieve.- Mira por donde pisas, Malfoy, no quiero que se muera ninguna... ¿Ven esos pequeños montículos de nieve?- preguntó Hagrid, señalándolos. Ellos asintieron.- Debajo de ellos se encuentran mis queridas plantitas que usaré para la próxima clase de Cuidado de Criaturas Mágicas...
-¿Eso es todo?- dijo Malfoy, cruzándose de brazos.-¿Sólo tenemos que sacar la nieve?
-Considérate afortunado, Malfoy- le dijo Hagrid en tono amenazador.- McGonagall no les dió un castigo mas duro porque...- se calló un momento. Le convenía no meter la pata o...- Sí, eso es lo que tienen que hacer- dijo al fin. Metió su gigantesca mano en uno de sus bolsillos y sacó dos pares de guantes de piel de dragón.- Las pobrecitas van a morirse si no las desentierran rápido... -Les arrojó los guantes, que tanto Ginny como Malfoy empezaron a colocarse.- Tengan cuidado, no las agarren del tallo o les pellizquen las hojas, son muy irritables; y les aseguro que no les agradará si les dan un mordiscón, tienen veneno...- dijo Hagrid tan tranquilo como si dijera lo lindo que estaba el día- Sus manos se hincharán como dos globos... allí tienen unas palas, pero deben hacerlo con cuidado, no quiero que se muera ninguna.
Hagrid se alejó caminando lentamente, mientras volvía a tararear desafinadamente la misma melodía que cantaba hace un rato. Ginny y Malfoy se quedaron mirando fijamente el suelo, sin dirigirse la palabra.
Ginny se arrodilló junto a un pequeño montículo y empezó a escarbar con las manos, cuidadosamente. Se encontró con una hermosa planta de color rosado, que pareció desperezarse. La plantita se enderezó y su color chillón resaltaba en el pálido de la nieve. Era una especie de planta carnívora. Ahora entendía lo que dijo Hagrid, en los pétalos tenía unas pequeñas espinas que parecían colmillos.
-No es tan dífícil...- comentó Ginny, mientras Draco permanecía aún de pie sin hacer nada.- Si nos damos prisa terminaremos antes de una hora...eso si es que tienes ganas de colaborar...
-¡Cállate, Weasley!- se quejó Malfoy, pero al mismo tiempo se arrodilló junto al puñado de nieve que estaba más próximo al de Ginny y empezó a removerlo.
Trabajaron en silencio durante un cuarto de hora, aproximadamente. Ginny le echaba de vez en cuando alguna que otra mirada a Malfoy, pero él no parecía enterarse. Estaba distante y concentrado en su trabajo. La nieve comenzó a llenarse de flores rosadas, ya habían rescatado la mitad.
-Uff... esta es remolona... o se ha muerto...- Ginny seguía quitando nieve, pero la plantita no se movía.-¿Qué hago, Draco?
-¡Y yo que sé!- respondió él, malhumorado.- Estas porquerías de Hagrid...- se acercó a Ginny.- ¿Porqué no pruebas moverla con esto?- le tendió una ramita que había encontrado por ahí. Ginny lo hizo, pero la planta seguía como si nada.- Déjame probar...- pidió, frunciendo el ceño.- ¿Por qué nos preocupamos por un vegetal inservible? La nieve la mató y ya...- se arrodilló junto a Ginny y comenzó a remover la nieve con el palito de madera.- Está muerta...- sentenció alegre. Se quitó los guantes de dragón. Eran incómodos y entorpecían la tarea.
Metió la mano en la nieve para arrancarla, pero dio un grito de dolor cuando las espinas de la planta se le clavaron en la mano.
-¡Mierda!- exclamó furioso. Daba la impresión de que se hubiera pinchado con miles de agujas. La sangre goteaba sobre la nieve blanca. La plantita se enderezó al instante.-¡¡Porquería!!- le gritó Malfoy, dando un puntapié en el suelo.
-¡Draco! - Ginny intentó agarrarle la mano, pero él se negó.- Déjame ver...- pidió.
De mala gana, y mirándola con recelo, Malfoy tendió la mano. Ginny la tomó entre las suyas e intentó limpiarle la sangre con la capa. Malfoy la miraba con detenimiento. Ginny tomó un puñado de nieve y se lo puso a Malfoy sobre la palma de la mano.
-Esto calmará un poco el dolor- le dijo, aún sosteniendo la mano del chico.- Pero no sé si te ha pasado veneno.
El Slytherin se sentó a un costado, junto a la cabaña de Hagrid. Ginny sacó un pañuelo del bolsillo de la capa y se lo dio. Draco se aplicó un improvisado vendaje sobre la mano herida.
Ginny terminó de desenterrar las plantas, mientras Malfoy observaba todos sus movimientos desde donde estaba sentado.
-¡Listo!- exclamó Ginny, dejándose caer junto a Malfoy.-¿Cómo sigue tu mano?
-Mejor...- dijo él, mostrándosela. Afortunadamente, a Draco no se le había hinchado la mano como un globo, como les había advertido Hagrid.
-Mira... los equipos de Quidditch se dirigen al campo...- anunció Ginny. A unos metros de ellos varios grupos de personas vestidas con túnicas verdes y escarlatas bajaban la colina hacia el campo de juego.- Slytherin y Gryffindor...
-No voy a poder practicar hoy- dijo Draco. En su voz no había asomo de bronca, sino que hablaba con la más completa calma.
-¿No vas a avisarles?-preguntó Ginny. Draco hizo un movimiento negativo con la cabeza. El sol ya se alzaba en el cielo y a pesar del frío, estaba despejado. -Bueno... ya no queda nada por hacer...
-No -asintió Malfoy, con la mirada perdida en el bosque, que estaba próximo a ellos.
-Será mejor que vayamos a desayunar...
-¿Puedo hablar contigo, Weasley?- pidió Malfoy, fríamente. Ginny lo miró sorprendida.-En el bosque...
-Bueno...-accedió al ver la dura mirada de Malfoy, que no aceptaba interrogaciones de ningun tipo. Draco se puso de pie y comenzó a dirigirse a la arboleda. Ginny lo siguió rápidamente.
-Aquí esta bien...- dijo Malfoy, deténiendose. Ginny lo miraba expectante. Draco echó una mirada alrededor y después clavó sus ojos de acero en la pelirroja.-Weasley... todo esto es tu culpa, ¿sabes? si no hubieras aparecido aquel día en el claro...
-¿Qué estás diciendo?
Draco sacudió la cabeza y soltó una carcajada, mientras se acercaba a Ginny. Ella retrocedió, confundida ante la actitud del Slytherin, pero su espalda chocó contra el grueso tronco de un árbol. Él se paró a unos escasos centímetros de ella, y apoyó sus dos brazos, pasándolos por encima de los hombros de Ginny, sobre el árbol. Estaba atrapada, en el bosque....con un Malfoy muy extraño...
-Draco, me parece que...- Ginny comenzó a empujarlo hacia atrás, pero él no se movió. Seguía mirándola con esos ojos grises que le aceleraban el corazón. Sintió que las manos le empezaban a sudar y que el cuerpo no le respondía. Malfoy seguía acercándose cada vez mas a ella, y ya no tenía fuerzas para resistirse.
-Weasley...-murmuró con voz ronca.-Maldita sea, Weasley... - Casi antes de que Ginny se diera cuenta, Draco Malfoy trascendió los escasos centímetros que les separaban y unió sus labios a los de Ginny. Los ojos de Ginny casi se le salen de las órbitas de la sorpresa, pero no reaccionó.
Malfoy colocó su mano en la nuca de Ginny y la atraía hacia él, volviendo el beso mas exigente.
-Mal..foy...no..-jadeó Ginny, intentando separarse del rubio. Malfoy hizo ademán de besarla, pero ella lo empujó hacia atrás con fuerza. Draco retrocedió unos pasos.- Yo...
Se acomodó la túnica, sorojada. No tenía el valor suficiente para mirar a Malfoy a los ojos. Comenzó a desandar lentamente el camino hacia el castillo, ya era tarde para desayunar, pero no importaba. Estaba a mitad de camino cuando se detuvo. Echó una mirada a su alrededor, la nieve extendía su manto blanco por todos los terrenos. No había nadie ahí afuera.
Aspiró una bocanada de aire y dio media vuelta, echándose a correr en dirección al bosque.
No sabía porque, pero si sabía que era lo que quería. Después de todo ella misma lo había estado deseando inconscientemente.
Pasó entre los árboles y llegó al claro. Draco aún permanecía de pie en donde lo había dejado antes, y aún tenía la expresión de desconcierto en la cara.
-Eres una idiota, Weasley...-murmuró.
Ella sonrió. Se acercó lentamente a Malfoy y le echó los brazos al cuello. El chico la miró sorprendido, pero le rodeó la cintura con las manos.
-Tengo nombre, Draco...- susurró Ginny, acercándose cada vez más a él.
-Como quieras, Ginny...-dijo él, besandola suavemente. Ginny le respondió con efusividad, y lo abrazó con más fuerza, como si no quisiera dejarlo ir...
-¿Por qué, Draco?- preguntó Ginny, con la cabeza enterrada en el pecho del chico. Él la miró sin comprender.- ¿Cómo te diste cuenta de que sentías esto por mí? ¿No es una broma, verdad? Mira que...
Malfoy soltó un suspiro prolongado.
-No es una broma, Ginny...- dijo quedamente.- Te lo juro.
Ginny lo miró, dudosa. Malfoy la rodeó con el brazo y sus dudas fueron desapareciendo.
-Pero tu dijiste que lo único que teníamos en común era lo blanco del ojo...-le recordó Ginny, con cierta amargura.
-Es verdad... pero acabo de descubrir que tenemos más cosas en común... nos une una atracción mutua...- dijo sonriendo.- Es como aquel refrán que dice "nunca digas nunca"; yo siempre dije que jamás sería amigo de un sangre impura o de algún pobretón como los Weasley.- Ginny se separó de él, molesta.- No estoy insultando a tu familia- aclaró él.- Te estoy recordando lo que decía... y como ves, las cosas que uno niega siempre suceden... Hay que tragarse sus propias palabras...
Ginny lo miró fijamente a sus ojos grisáceos. Draco parecía decir la verdad... sonaba tan sincero... aún así...
-Pero tú... vas a irte...
-Lo sé...- admitió él, con voz ronca.- ¿Pero no puedes estar conmigo hasta ese entonces?
Consiente de que después iba a ser peor, y que la razón le decía que responda con una negativa a esa pregunta engañosa, Ginny Weasley aceptó dandole un suave beso en la comisura de los labios.
El corazón le latía violentamente en el pecho, pero ella lo ignoraba. O al menos, fingía ignorarlo.
Acababa de comprar un pasaje sin regreso.
***
Los días siguientes fueron una auténtica tortura. Las miradas que ambos cruzaban en los pasillos dolían mil veces más que no tenerlo junto a ella.
Era verdad que a Malfoy le gustaba , pero ni siquiera todo el amor del mundo iba a hacerlo admitir su relación con Ginny frente a todo el colegio.
A ella le molestó al principio, pero luego decidió que así estaba mejor. No tendría a Ron importunándola constantemente, ni a sus amigas armando un escándalo por ser Draco de la casa Slytherin.
Pero Pansy Parkinson, tambien de Slytherin, los había descubierto un día besándose en un aula vacía del segundo piso, y desde entonces no hacía más que pasarse las horas con Draco, siguiéndolo a todas partes.
Sonreía malvadamente cuando veía a Ginny en los pasillos, y a la pelirroja le hervía la sangre de impotencia.
El día de Navidad, como todos los años, se celebró la tradicional cena y además, como aquel año se habían apuntado bastantes alumnos para permanecer en Hogwarts durante las festividades, Dumbledore organizó un baile.
El Gran Salón estaba decorado estupendamente, con dos gigantescos árboles de navidad en cada costado de la habitación. El cielo raso se mostraba encapotado, pero uno apenas reparaba en eso, ya que quedaba opacado por los hermosos decorados.
Las mesas habían sido cambiadas de su posición habitual, en un intento de los profesores por favorecer las relaciones entre los alumnos de las distintas casas. En lo alto, unas diminutas hadas revoloteaban arrojando pequeñas florecitas blancas (que simulaban ser nieve) y hojitas de muérdago.
La música era movida, y hacía que uno se sintiese deseoso por salir a la pista. El conjunto musical "Varitas rebeldes" estaba teniendo mucho éxito.
-¡¡Ahh, cerveza de manteca!!- exclamó Ron, atiborrándose de jarras con dicha bebida, y bebiendose una de un trago. Hermione lo miro con desaprobación, a su parecer, Ron ya había bebido bastante. Harry se encogió de hombros al ver la mirada reprobatoria de Hermione y le recordó:
-Es navidad, Hermione...
-No es excusa...-protestó la chica.-Creo que es mi deber como prefecta regular el consumo de bebidas...
-No es alcohólica- la interrumpió Harry.
-No, te equivocas...- le aclaró ella.- Tiene una mínima cantidad de alcohol, casi imperceptible, pero si uno bebe en grandes cantidades, me temo que deja de ser imperceptible para...
Harry la tomó del brazo y se puso de pie.
-Vamos a bailar, Hermione...- pidió, sonriendo.- Olvídate por una noche de todas sus obligaciones...
Hermione pareció meditarse la propuesta por unos instantes. Le echó una mirada a Ron, y luego volvió a fijarse en Harry, que permanecía de pie frente a ella. Finalmente dijo:
-Creo que puede sobrevivir otro rato más...-dijo en referencia a Ron.- Esta canción me gusta mucho...
Y se alejaron hacia la pista de baile, abriéndose paso entre la gran masa de estudiantes concentrados sobre la pista. Eran muy pocos los que permanecían sentados.
Ron era feliz bebiendose la cerveza, comiendo chocolate y hablando con una estudiante de tercero de Ravenclaw que, al parecer, estaba maravillada de no tener que quedarse sola mientras sus compañeras bailaban.
Unos asientos más alla del de Ron, Ginny suspiró. Con el mentón sobre la mano, miraba fijamente a las parejas que se divertían al compás de la música. Tomó un pedazo de budín de frutas que había sobre la mesa y empezó a comerlo, sin ganas.
-¡Gin! ¡Te estaba buscando!
Un chico rubio y menudo se dejó caer junto a ella. Ginny apenas lo miró.
-Hola, Colin...-dijo con desgano. Ella esperaba a OTRO rubio. (el cual daba la casualidad que estaba muy cómodo tres mesas mas allá, hablando con Crabbe y Goyle)
-¿Quieres...? ¿Te gustaría bailar?- preguntó entre entusiasmado y nervioso.
-Gracias, Colin, pero creo que no bailaré esta noche...- Ginny le dió otro mordisco al budín. Colin volvió a mirarla con la misma expresión de decepción que había puesto el otro día en la torre, cuando Ginny quiso ir a caminar sola.
-¿Segura...?- preguntó, intentando hacerla cambiar de opinión.- ¡Mira que bien se lo están pasando todos! Es un desperdicio que una chica tan bonita como tú se quede aquí sentada sola...
Ginny lo miró sin saber que responder. ¿Porqué se estaba arruinando la noche de Navidad, lamentándose quien sabe por que motivo? ¿Es que acaso era tan estúpida de llegar a pensar en la posibilidad de que Draco Malfoy viniera a buscarla para bailar? ¡Eso sólo pasaba en sus locos sueños!
Aun así...
-Estoy segura de que quiero quedarme aquí- le dijo al decepcionado chico, tratando de ser lo más amable posible.- Pero creo que esa chica de Hufflepuff no te rechazaría un baile...
Colin se despidió de ella y se alejó hacia otra mesa. Ginny volvió a concentrarse en sus pensamientos, molesta. ¿Porqué no disfrutaba este hermoso baile? ¿Porqué no fue a bailar con Colin, si éste sólo era su amigo? ¿Qué? ¿Tenía miedo de él que se pusiera celoso? ¡Si el muy asqueroso ni siquiera era capaz de venir a desearle una feliz navidad! ¡¡Y después se aparecía tranquilamente, mirándola con esos ojos grises, con una excusa perfecta y ella se lo perdonaba todo!!
-Oye, vámonos de aquí...
Ginny se sobresaltó. Draco Malfoy la tenía aferrada por el brazo y tiró de ella con tanta fuerza que la obligó a levantarse del asiento.
-¿Qué crees que haces?- preguntó Ginny, intentando disimular que estaba contenta por la aparición de su rubio.- Nos van a ver... y eso es malo para tu reputación, como me explicaste tan cariñosamente el otro día...
-Nadie nos está vigilando...- dijo Draco, autosuficiente. Acababan de salir por la entrada del Gran Salón y comenzaron a caminar por un corredor en el que se abrían dos bifurcaciones. Draco tomó la de la derecha.
-Nos van a buscar...- dijo Ginny, caminando rápidamente a la par de Malfoy, quien aún la tenía aferrada por el brazo.
-Nadie nos va a buscar, Ginny- suspiró Malfoy. Su boca se curvó en una sonrisa maliciosa.- ¡Ah, claro! ¡El Creevey ese sí va a enterarse de que faltas tú! ¡Si está todo el día lamiéndote la suela de los zapatos y babeándose en cuanto te ve! ¡Ese...
-¡Estás celoso..!- exclamó Ginny, regocijándose ante el giro que acababa de tomar la conversación.- Te molesta que Colin...
-¿Lo llamas Colin?- se burló Malfoy con una mueca. Apuró aún más el paso.
-Sí, Colin- dijo Ginny, haciendo énfasis en esto último.- Sólo es un buen amigo mío...
-Ja, eso crees tú...- dijo él sarcásticamente. Se detuvo ante una pesada puerta de madera. Ginny miró alrededor, estaba tan concentrada discutiendo con Draco que no sabía en donde se encontraban.
Draco soltó el brazo de la pelirroja y sacó la varita de la túnica. La puerta estaba cerrada con llave.
-¿Que vas a hacer?- preguntó Ginny, echándose para atrás.
-¡Alohomora!- susurró Draco, apuntando la varita en dirección a la puerta. Se oyó un ligero ¡click!, que les indicó que la cerradura se acababa de destrabar. Draco no había echo más que poner la mano en la gruesa puerta para abrirla, cuando oyeron una voz a sus espaldas.
-Así que es verdad...
Draco y Ginny se miraron desconcertados. En el oscuro corredor no alcanzaban a ver de quien se trataba. Lo que sí sabían es que era una chica.
-No pensé que pudieras caer tan bajo, Malfoy...- dijo la chica, recelosa.
Draco apuntó hacia las sombras con la varita.
-Guarda eso...- dijo la joven.- No lo necesitarás...
La desconocida avanzó unos pasos, hasta que la luz de las antorchas perfiló su rostro. Era Pansy Parkinson.
-Pansy...-murmuró Draco entre dientes. Ginny puso una expresión de desagrado.
-No era una apuesta, ¿no, Draco?- siseó, acercándose a ellos con los brazos cruzados sobre el pecho.- Aquel día, cuando los encontré besandose en esa aula vacía, no estabas cumpliendo una apuesta, como me dijiste... lo estabas disfrutando... ¡Te gusta... ÉSA!
-¡Muérete, Parkinson!- gritó Ginny, furiosa. ¿¡Quién diablos se creía que era para llamarla "esa", como si fuera una cosa inútil e inferior!?
Draco estiró su brazo delante de Ginny, para impedir que se abalanzara contra Pansy Parkinson. Luego, lo corrió hacia atrás, haciendo que Ginny quedara detrás suyo.
-¡Tú, Draco Malfoy...- continuó Pansy, haciendo caso omiso de los insultos que profería Ginny.-... Y una Weasley! No encuentro una palabra para definir lo bajo que has caído... Te merecías algo mejor... pero claro, si tienes el gusto estropeado...
-¿¿Qué estás diciendo, idiota??- exclamó Ginny, furiosa. Unos mechones de pelo rojo le cayeron sobre la cara.- ¡¡Draco!!
Malfoy la miró fijamente y Ginny cesó en sus intentos por atacar a la Slytherin. Luego volvió su mirada hacia Pansy y Ginny notó que nunca le había visto la expresión tan fría, ni siquiera cuando Harry lo humilló en el partido de Quidditch...
-Pansy...- dijo secamente.- Mis asuntos no son de tu incumbencia, lárgate.
-¡¡Oh!! ¿Van a entrar a darse besitos?
-¡¡Que te largues!!- bramó Draco, controlándose para no utilizar la varita.
-Al profesor Snape no le va a gustar enterarse que dos alumnos estan solos en un aula vacía... haciendo "cosas"- dijo Pansy, petulante.
-¿¿Qué mierda quieres que haga para que me dejes en paz?- estalló el Slytherin, avanzando peligrosamente hacia Pansy Parkinson.- ¿Quieres saber si me gusta ella? ¡¡La respuesta es sí!! ¡¡Ella... una Weasley, una pobretona, amiga de los sangre impura... pero es a quien yo elijo!! ¡¡la amo!! ¿me oyes? ¡¡Largate de aquí, y ten cuidado con las palabras que escoges frente a Snape, porque vas a pasarla mal!!
Pansy Parkinson pareció quedarse sin palabras, porque durante una fracción de segundo permaneció callada y con los ojos muy abiertos, como tratando de digerir las palabras que acababa de pronunciar Malfoy.
Ginny también miraba sorprendida al alto rubio que tenía delante suyo. Nunca hubiera pensado que esas palabras irían a salir de la boca de un Malfoy. Sin embargo, Draco aún estaba alterado. Tenía la respiración agitada, y aún apretaba fuertemente los puños, como deseoso de descargar su ira con algo.
-Como quieras, Malfoy...- dijo Pansy al fin. Todavía tenía los brazos rígidamente cruzados sobre el pecho.- Tu eres el que se pudre junto a esa basura...
Y dio media vuelta teatralmente antes de comenzar a internarse en la oscuridad. Draco alzó la varita en dirección a ella, furioso, pero Ginny le hizo bajar el brazo, haciéndole ver que no era conveniente meterse en más problemas.
Con un suspiro de resignación, Draco entró al aula con Ginny siguiéndolo detrás.
-Lumos!- susurró Draco apenas entraron. A juzgar por los gigantescos mapas astrológicos y las representaciones del sistema solar, aquella era un aula de Astronomía. Draco se acerco a una antorcha que había en un rincón y logró encender un pequeño fuego, que fue suficiente para no tropezar en la oscuridad. (aunque dudo mucho, ejem, que les importara la luz en esa aula vacía...jeje ^_^U)
-Fue... muy bonito eso... que dijiste ahí afuera...- dijo Ginny suavemente, entrecruzando sus dedos con los de Malfoy.- Yo no pensé...
La expresión de Draco volvió a ensombrecerse, y sus ojos se tornaron fríos como el hielo. Se soltó de Ginny y se alejó unos pasos.
-¡Mierda, Ginny!- gritó. Su voz resonó en la enorme sala vacía.- ¿Acaso fuiste tan tonta de pensar que no te quería?
-Draco, yo no...- quiso aclarar Ginny, pero él no la dejó continuar.
-No soy del todo insensible, ¿sabes?- su voz llegó cargada de una profunda amargura. Ginny lo miró tiernamente con sus ojos azules. Ése era el Draco que ella amaba.
-Me olvidé de agregar una cosa cuando estábamos allá afuera, con Pansy...- murmuró Ginny, abrázandolo.
-¿Qué?- inquirió él, correspondiéndole al abrazo.
-Yo también te amo...
Sin que Ginny pudiera verlo, Draco sonrió. Luego, tomó delicadamente a Ginny por la barbilla y la atrajo hacia sí.
Primero fue un toque de labios, casi infantil, seguido de unas sinceras sonrisas. Después, se tornó más profundo, más personal. Esperaban tanto para estar juntos, que en esos escasos momentos se desataba toda la pasión. Los besos eran invasivos y húmedos; las manos, incontrolables.
Deseosos por descubrir cada centímetro de la persona amada, se entregaron sin reservas a un juego evidentemente peligroso.
Una vez comenzado, se hacía díficil parar, sobre todo cuando el deseo sobrepasaba por mucho a la prudente voz de la razón.
***
Enero estrenó sus primeras semanas con una fuerte tormenta de nieve, que obligó a todos a permanecer encerrados en el castillo, y a que se cancelaran las clases que debían hacerse al aire libre.
Aún con más tiempo libre del habitual, Ginny y Draco hacía días que no lograban encontrar un momento para verse a solas.
Al principio, se veían casi todas las tardes en el bosque, luego, con la llegada del frío invierno, esa opción quedó descartada.
Y ahora, todo el mundo estaba rondando por el castillo y era muy probable que los vieran, cosa a la que tanto Malfoy como ella se oponían tajantemente. No era verguenza ni mucho menos. Era tranquilidad, simplemente. La tranquilidad de guardar su intimidad para ellos dos y no para ser objeto de burla de los estudiantes.
Ginny estaba caminando por un corredor del segundo piso, junto a Colin Creevey cuando lo que vio hizo que se pusiera tan pálida como un fantasma.
-¿Estás bien, Gin?- le preguntó Colin, cuando ella se detuvo y empalideció. Pero Ginny no lo escuchaba. Lo que veía la asustaba aún más.
Allí, caminando a sus anchas por el amplio corredor estaba Lucius Malfoy. Con su larga cabellera platinada y su costosa capa de terciopelo negro ondeándole detrás, tenía en su rostro una expresión de infinita felicidad. Y entonces, volvieron a su cabeza las palabras de la carta...
"En un mes, es decir, a fines de enero, te sacaré del colegio. Mientras tanto, cuenta con impaciencia los días."
Se llevó las manos a la boca, para ahogar un grito. Ya estaban a mitad de la segunda semana de enero...
Sentía que toda la fuerza se había ido de su cuerpo, y dudaba de que sus rodillas pudieran sostenerla mucho tiempo más. No podía ser... no ahora...
Sin estar plenamente consiente de lo que hacía echó a correr por el pasillo, dejando a Colin asombrado y confuso. Corrió sin parar hasta que el costado le ardió de dolor. Pero finalmente llegó a la entrada de la casa Slytherin. Ella ya la conocía, pero no sabía la actual contraseña.
-¡¡Ábrete!!- suplicó, golpeando con los puños el muro gris. Las lágrimas empezaron a caer de sus ojos. Sentía que el pecho iba a estallarle de dolor.- ¡¡Ábrete!!
Cayó de rodillas, impotente. Siguió golpeando la maciza piedra, pero era inútil, necesitaba la contraseña.
-¡¡Es urgente!!- sollozó, pero no tenía sentido hablarle a un trozo de pared. Aún sabiéndolo, no desistió. Los puños comenzaron a arderle a causa de las raspaduras.- ¡¡Por favor...!!
-¿Qué diablos haces, Weasley?
Ginny se sobresaltó y miró por encima de su hombro. Crabbe y Goyle la miraban con desconcierto.
-¡Ustedes!- exclamó Ginny, sintiendo renovadas esperanzas.- ¡Necesito ver a Malfoy!
-¿Te volviste loca, Weasley?- preguntó Crabbe, riéndose.- Draco se va a divertir mucho con esto... ¿no crees, Goyle? Además, ¿cómo sabes la entrada a nuestra casa? A Snape no le va a hacer gracia...
-¡¡Snape me importa un bledo!!- gritó Ginny, furiosa.-¡¡Llamen a Malfoy!!
Crabbe y Goyle se miraron entre sí, indecisos. Finalmente, Goyle dijo:
-No vamos a decir la contraseña contigo presente...
-¡Ah, vamos! Me taparé las orejas y les prometo que no escucharé nada, pero llamen a Malfoy...- pidió. Crabbe y Goyle aun permanecían indecisos, así que Ginny agregó.- Si lo hacen les conseguiré más raciones de esos pasteles de chocolate que había en Navidad...
Contentos con obtener algo a cambio, y vigilando constantemente que Ginny tuviera bien tapadas las orejas, los dos chicos entraron a la sala de Slytherin. Unos minutos después, la roca volvió a abrirse y Draco salió con expresión preocupada.
-¡¡Ginny!! ¿Que suce...
-¡¡Draco!!- sollozó ella, echándole los brazos al cuello.- ¡Tu padre! ¡Esta aquí!
Malfoy entornó los ojos y estrechó a Ginny con más fuerza. Era inevitable, por mucho que lo negaran, era inevitable que llegaría ese día temido.
-¡No puedo hacerlo!- gimió Ginny.- ¡No puedo estar sin tí!
-Podrás, Ginny... Hallarás la manera...- dijo él, apesadumbrado. Se había prometido a sí mismo afrontar como un hombre esa situación, pero ahora estaba quebrándose. No previó que llegaría a compenetrarse tanto con la joven Weasley.- Además, sabes que siempre estaremos juntos, ¿lo recuerdas?
-Pero no sé si quiero que sea así...
-Ginny, cuando empezamos esto... sabíamos de antemano el final... sabías en lo que te estabas metiendo...- le recordó Draco, entre besos entrecortados.
-¡Pero no pensé que iba a dolerme así!- exclamó, aferrándose desesperada a la túnica de Draco.
-Lo siento...- murmuró él.- lo siento, Ginny...
-Draco no...- sollozó cuando él comenzó a separarse de ella.- No me dejes...
-Vuelve a la sala Gryffindor...- pidió Malfoy. Las lágrimas surcaban el bello rostro de Ginny.- No hagas las cosas más duras de lo que son... por favor...
-Yo...- comenzó a decir Ginny, pero no podía seguir. Daba la sensación de que el aire hubiera desaparecido, porque le costaba horrores respirar y razonar .- te amo, Draco...
Draco se acercó a ella para fundirse en un último beso. Luego de unos instantes, se separaron agitados y llorosos. Haciendo un acopio de valor para mantenerse en pie y sereno, Draco se recostó contra la dura roca. Cerró los ojos y soltó un prolongado suspiro.
-Lárgate...- dijo al fin, fríamente.-Vete de aquí.
-Draco...
-¡Vete, Weasley!¡Vete!
Sin poder contener las lágrimas y la bronca, Ginny echó a correr por el pasillo al tiempo que oía la voz de Lucius Malfoy felicitar a Draco por ser el día de su integración al grupo de mortífagos.
No alcanzó a verlo cuando abandonó el castillo, porque no tenía siquiera las fuerzas suficientes para llegar a la ventana. Desplomada junto a una gárgola gris, Ginny Weasley derramó sus lágrimas por su amor perdido, su anhelo imposible... y su sueño echo trizas...
^_^FIN DEL CAPÍTULO 3 ^_^
Holas... que final más triste, ¿verdad?
Pero aún no se acaba que falta un capítulo más... (igual no se hagan demasiadas ilusiones...)
Espero que les haya gustado y que me dejen reviews, o, si quieren pueden enviarme un mail a : annin@uol. com. ar
Saludos especiales a Arwen-chan, quien me dejó el primer review ¡muchas gracias!
Eso es todo por ahora,
nos leemos pronto.
AiriLeE
Los personajes utilizados son propiedad de J.K.Rowling......
POR: AIRILEE
CAPÍTULO 3: REACCIÓN
Cuando al día siguiente llegó la hora de levantarse, a Ginny le pareció que llevaba durmiendo sólo un par de minutos.
De mala gana, se incorporó somñolienta, lamentando dejar su tibia cama para ir a congelarse en la cabaña de Harid. Buscó a tientas la ropa, que había dejado amontonada al pie de la cama. Una vez que estuvo lista, se puso la capa y abandonó el dormitorio para chicas de la casa Gryffindor. En la sala común, el reloj que estaba sobre la chimenea anunciaba que eran las cinco menos cuarto. El sol aún no había despuntado.
Salió de la torre y avanzó por los oscuros corredores, bajó unas cuantas escaleras y llegó al vestíbulo. No vio a Malfoy por ninguna parte. Abrió la puerta de entrada y salió al exterior. Hacía un frío terrible. Ni siquiera los equipos de Quidditch estaban entrenando, y eso que ellos solían levantarse al alba para las prácticas. Apuró el paso para llegar a la cabaña de Hagrid.
No necesitó llamar a la puerta, porque la gran silueta de Hagrid se hallaba junto a la entrada, regando las flores y canturreando ( o al menos eso creyó Ginny que hacía) una alegre melodía.
-Buenos días, Hagrid- saludó Ginny, tiritando. Fang, el gran dogo negro de Hagrid, restregaba su cabeza contra la pierna de Ginny. La chica le acarició la cabeza.
-¡Ginny!- Hagrid apoyó la gran regadera que estaba usando en el húmedo césped.- ¡Que sorpresa me has dado, jovencita!- frunció el ceño- A la profesora McGonagall le costó convencerme de que debía darte un castigo a tí... ¡Y con ese Malfoy! ¡Ese...
-Cuida la boca, Hagrid... o volverás a visitar Azkaban por andar faltándole el respeto a alumnos de familias destacadas...
Draco Malfoy acababa de llegar a la cabaña. Vestido íntegramente de verde, para hacerle honor a su casa, permanecía cruzado de brazos con actitud arrogante. Sus fríos ojos grises permanecían clavados en el guardabosques de Hogwarts, ignorando por completo a Ginny.
-Será mejor que te des prisa y nos digas cual es el castigo- dijo, petulante.- Tengo práctica de Quidditch en una hora y no pienso llegar tarde.
Hagrid lo miró frunciendo el ceño. Malfoy era como una piedra que se queda trabada en la garganta y uno nunca termina de digerir. Una completa molestia.
-Bien.-carraspeó Hagrid, mirando repetidamente a ambos jóvenes.- Síganme, por aquí, vamos.- Hagrid los llevó a la parte trasera de la cabaña. Malfoy miraba curioso, preguntándose cual sería el castigo. Allí no había nada excepto la nieve.- Mira por donde pisas, Malfoy, no quiero que se muera ninguna... ¿Ven esos pequeños montículos de nieve?- preguntó Hagrid, señalándolos. Ellos asintieron.- Debajo de ellos se encuentran mis queridas plantitas que usaré para la próxima clase de Cuidado de Criaturas Mágicas...
-¿Eso es todo?- dijo Malfoy, cruzándose de brazos.-¿Sólo tenemos que sacar la nieve?
-Considérate afortunado, Malfoy- le dijo Hagrid en tono amenazador.- McGonagall no les dió un castigo mas duro porque...- se calló un momento. Le convenía no meter la pata o...- Sí, eso es lo que tienen que hacer- dijo al fin. Metió su gigantesca mano en uno de sus bolsillos y sacó dos pares de guantes de piel de dragón.- Las pobrecitas van a morirse si no las desentierran rápido... -Les arrojó los guantes, que tanto Ginny como Malfoy empezaron a colocarse.- Tengan cuidado, no las agarren del tallo o les pellizquen las hojas, son muy irritables; y les aseguro que no les agradará si les dan un mordiscón, tienen veneno...- dijo Hagrid tan tranquilo como si dijera lo lindo que estaba el día- Sus manos se hincharán como dos globos... allí tienen unas palas, pero deben hacerlo con cuidado, no quiero que se muera ninguna.
Hagrid se alejó caminando lentamente, mientras volvía a tararear desafinadamente la misma melodía que cantaba hace un rato. Ginny y Malfoy se quedaron mirando fijamente el suelo, sin dirigirse la palabra.
Ginny se arrodilló junto a un pequeño montículo y empezó a escarbar con las manos, cuidadosamente. Se encontró con una hermosa planta de color rosado, que pareció desperezarse. La plantita se enderezó y su color chillón resaltaba en el pálido de la nieve. Era una especie de planta carnívora. Ahora entendía lo que dijo Hagrid, en los pétalos tenía unas pequeñas espinas que parecían colmillos.
-No es tan dífícil...- comentó Ginny, mientras Draco permanecía aún de pie sin hacer nada.- Si nos damos prisa terminaremos antes de una hora...eso si es que tienes ganas de colaborar...
-¡Cállate, Weasley!- se quejó Malfoy, pero al mismo tiempo se arrodilló junto al puñado de nieve que estaba más próximo al de Ginny y empezó a removerlo.
Trabajaron en silencio durante un cuarto de hora, aproximadamente. Ginny le echaba de vez en cuando alguna que otra mirada a Malfoy, pero él no parecía enterarse. Estaba distante y concentrado en su trabajo. La nieve comenzó a llenarse de flores rosadas, ya habían rescatado la mitad.
-Uff... esta es remolona... o se ha muerto...- Ginny seguía quitando nieve, pero la plantita no se movía.-¿Qué hago, Draco?
-¡Y yo que sé!- respondió él, malhumorado.- Estas porquerías de Hagrid...- se acercó a Ginny.- ¿Porqué no pruebas moverla con esto?- le tendió una ramita que había encontrado por ahí. Ginny lo hizo, pero la planta seguía como si nada.- Déjame probar...- pidió, frunciendo el ceño.- ¿Por qué nos preocupamos por un vegetal inservible? La nieve la mató y ya...- se arrodilló junto a Ginny y comenzó a remover la nieve con el palito de madera.- Está muerta...- sentenció alegre. Se quitó los guantes de dragón. Eran incómodos y entorpecían la tarea.
Metió la mano en la nieve para arrancarla, pero dio un grito de dolor cuando las espinas de la planta se le clavaron en la mano.
-¡Mierda!- exclamó furioso. Daba la impresión de que se hubiera pinchado con miles de agujas. La sangre goteaba sobre la nieve blanca. La plantita se enderezó al instante.-¡¡Porquería!!- le gritó Malfoy, dando un puntapié en el suelo.
-¡Draco! - Ginny intentó agarrarle la mano, pero él se negó.- Déjame ver...- pidió.
De mala gana, y mirándola con recelo, Malfoy tendió la mano. Ginny la tomó entre las suyas e intentó limpiarle la sangre con la capa. Malfoy la miraba con detenimiento. Ginny tomó un puñado de nieve y se lo puso a Malfoy sobre la palma de la mano.
-Esto calmará un poco el dolor- le dijo, aún sosteniendo la mano del chico.- Pero no sé si te ha pasado veneno.
El Slytherin se sentó a un costado, junto a la cabaña de Hagrid. Ginny sacó un pañuelo del bolsillo de la capa y se lo dio. Draco se aplicó un improvisado vendaje sobre la mano herida.
Ginny terminó de desenterrar las plantas, mientras Malfoy observaba todos sus movimientos desde donde estaba sentado.
-¡Listo!- exclamó Ginny, dejándose caer junto a Malfoy.-¿Cómo sigue tu mano?
-Mejor...- dijo él, mostrándosela. Afortunadamente, a Draco no se le había hinchado la mano como un globo, como les había advertido Hagrid.
-Mira... los equipos de Quidditch se dirigen al campo...- anunció Ginny. A unos metros de ellos varios grupos de personas vestidas con túnicas verdes y escarlatas bajaban la colina hacia el campo de juego.- Slytherin y Gryffindor...
-No voy a poder practicar hoy- dijo Draco. En su voz no había asomo de bronca, sino que hablaba con la más completa calma.
-¿No vas a avisarles?-preguntó Ginny. Draco hizo un movimiento negativo con la cabeza. El sol ya se alzaba en el cielo y a pesar del frío, estaba despejado. -Bueno... ya no queda nada por hacer...
-No -asintió Malfoy, con la mirada perdida en el bosque, que estaba próximo a ellos.
-Será mejor que vayamos a desayunar...
-¿Puedo hablar contigo, Weasley?- pidió Malfoy, fríamente. Ginny lo miró sorprendida.-En el bosque...
-Bueno...-accedió al ver la dura mirada de Malfoy, que no aceptaba interrogaciones de ningun tipo. Draco se puso de pie y comenzó a dirigirse a la arboleda. Ginny lo siguió rápidamente.
-Aquí esta bien...- dijo Malfoy, deténiendose. Ginny lo miraba expectante. Draco echó una mirada alrededor y después clavó sus ojos de acero en la pelirroja.-Weasley... todo esto es tu culpa, ¿sabes? si no hubieras aparecido aquel día en el claro...
-¿Qué estás diciendo?
Draco sacudió la cabeza y soltó una carcajada, mientras se acercaba a Ginny. Ella retrocedió, confundida ante la actitud del Slytherin, pero su espalda chocó contra el grueso tronco de un árbol. Él se paró a unos escasos centímetros de ella, y apoyó sus dos brazos, pasándolos por encima de los hombros de Ginny, sobre el árbol. Estaba atrapada, en el bosque....con un Malfoy muy extraño...
-Draco, me parece que...- Ginny comenzó a empujarlo hacia atrás, pero él no se movió. Seguía mirándola con esos ojos grises que le aceleraban el corazón. Sintió que las manos le empezaban a sudar y que el cuerpo no le respondía. Malfoy seguía acercándose cada vez mas a ella, y ya no tenía fuerzas para resistirse.
-Weasley...-murmuró con voz ronca.-Maldita sea, Weasley... - Casi antes de que Ginny se diera cuenta, Draco Malfoy trascendió los escasos centímetros que les separaban y unió sus labios a los de Ginny. Los ojos de Ginny casi se le salen de las órbitas de la sorpresa, pero no reaccionó.
Malfoy colocó su mano en la nuca de Ginny y la atraía hacia él, volviendo el beso mas exigente.
-Mal..foy...no..-jadeó Ginny, intentando separarse del rubio. Malfoy hizo ademán de besarla, pero ella lo empujó hacia atrás con fuerza. Draco retrocedió unos pasos.- Yo...
Se acomodó la túnica, sorojada. No tenía el valor suficiente para mirar a Malfoy a los ojos. Comenzó a desandar lentamente el camino hacia el castillo, ya era tarde para desayunar, pero no importaba. Estaba a mitad de camino cuando se detuvo. Echó una mirada a su alrededor, la nieve extendía su manto blanco por todos los terrenos. No había nadie ahí afuera.
Aspiró una bocanada de aire y dio media vuelta, echándose a correr en dirección al bosque.
No sabía porque, pero si sabía que era lo que quería. Después de todo ella misma lo había estado deseando inconscientemente.
Pasó entre los árboles y llegó al claro. Draco aún permanecía de pie en donde lo había dejado antes, y aún tenía la expresión de desconcierto en la cara.
-Eres una idiota, Weasley...-murmuró.
Ella sonrió. Se acercó lentamente a Malfoy y le echó los brazos al cuello. El chico la miró sorprendido, pero le rodeó la cintura con las manos.
-Tengo nombre, Draco...- susurró Ginny, acercándose cada vez más a él.
-Como quieras, Ginny...-dijo él, besandola suavemente. Ginny le respondió con efusividad, y lo abrazó con más fuerza, como si no quisiera dejarlo ir...
-¿Por qué, Draco?- preguntó Ginny, con la cabeza enterrada en el pecho del chico. Él la miró sin comprender.- ¿Cómo te diste cuenta de que sentías esto por mí? ¿No es una broma, verdad? Mira que...
Malfoy soltó un suspiro prolongado.
-No es una broma, Ginny...- dijo quedamente.- Te lo juro.
Ginny lo miró, dudosa. Malfoy la rodeó con el brazo y sus dudas fueron desapareciendo.
-Pero tu dijiste que lo único que teníamos en común era lo blanco del ojo...-le recordó Ginny, con cierta amargura.
-Es verdad... pero acabo de descubrir que tenemos más cosas en común... nos une una atracción mutua...- dijo sonriendo.- Es como aquel refrán que dice "nunca digas nunca"; yo siempre dije que jamás sería amigo de un sangre impura o de algún pobretón como los Weasley.- Ginny se separó de él, molesta.- No estoy insultando a tu familia- aclaró él.- Te estoy recordando lo que decía... y como ves, las cosas que uno niega siempre suceden... Hay que tragarse sus propias palabras...
Ginny lo miró fijamente a sus ojos grisáceos. Draco parecía decir la verdad... sonaba tan sincero... aún así...
-Pero tú... vas a irte...
-Lo sé...- admitió él, con voz ronca.- ¿Pero no puedes estar conmigo hasta ese entonces?
Consiente de que después iba a ser peor, y que la razón le decía que responda con una negativa a esa pregunta engañosa, Ginny Weasley aceptó dandole un suave beso en la comisura de los labios.
El corazón le latía violentamente en el pecho, pero ella lo ignoraba. O al menos, fingía ignorarlo.
Acababa de comprar un pasaje sin regreso.
***
Los días siguientes fueron una auténtica tortura. Las miradas que ambos cruzaban en los pasillos dolían mil veces más que no tenerlo junto a ella.
Era verdad que a Malfoy le gustaba , pero ni siquiera todo el amor del mundo iba a hacerlo admitir su relación con Ginny frente a todo el colegio.
A ella le molestó al principio, pero luego decidió que así estaba mejor. No tendría a Ron importunándola constantemente, ni a sus amigas armando un escándalo por ser Draco de la casa Slytherin.
Pero Pansy Parkinson, tambien de Slytherin, los había descubierto un día besándose en un aula vacía del segundo piso, y desde entonces no hacía más que pasarse las horas con Draco, siguiéndolo a todas partes.
Sonreía malvadamente cuando veía a Ginny en los pasillos, y a la pelirroja le hervía la sangre de impotencia.
El día de Navidad, como todos los años, se celebró la tradicional cena y además, como aquel año se habían apuntado bastantes alumnos para permanecer en Hogwarts durante las festividades, Dumbledore organizó un baile.
El Gran Salón estaba decorado estupendamente, con dos gigantescos árboles de navidad en cada costado de la habitación. El cielo raso se mostraba encapotado, pero uno apenas reparaba en eso, ya que quedaba opacado por los hermosos decorados.
Las mesas habían sido cambiadas de su posición habitual, en un intento de los profesores por favorecer las relaciones entre los alumnos de las distintas casas. En lo alto, unas diminutas hadas revoloteaban arrojando pequeñas florecitas blancas (que simulaban ser nieve) y hojitas de muérdago.
La música era movida, y hacía que uno se sintiese deseoso por salir a la pista. El conjunto musical "Varitas rebeldes" estaba teniendo mucho éxito.
-¡¡Ahh, cerveza de manteca!!- exclamó Ron, atiborrándose de jarras con dicha bebida, y bebiendose una de un trago. Hermione lo miro con desaprobación, a su parecer, Ron ya había bebido bastante. Harry se encogió de hombros al ver la mirada reprobatoria de Hermione y le recordó:
-Es navidad, Hermione...
-No es excusa...-protestó la chica.-Creo que es mi deber como prefecta regular el consumo de bebidas...
-No es alcohólica- la interrumpió Harry.
-No, te equivocas...- le aclaró ella.- Tiene una mínima cantidad de alcohol, casi imperceptible, pero si uno bebe en grandes cantidades, me temo que deja de ser imperceptible para...
Harry la tomó del brazo y se puso de pie.
-Vamos a bailar, Hermione...- pidió, sonriendo.- Olvídate por una noche de todas sus obligaciones...
Hermione pareció meditarse la propuesta por unos instantes. Le echó una mirada a Ron, y luego volvió a fijarse en Harry, que permanecía de pie frente a ella. Finalmente dijo:
-Creo que puede sobrevivir otro rato más...-dijo en referencia a Ron.- Esta canción me gusta mucho...
Y se alejaron hacia la pista de baile, abriéndose paso entre la gran masa de estudiantes concentrados sobre la pista. Eran muy pocos los que permanecían sentados.
Ron era feliz bebiendose la cerveza, comiendo chocolate y hablando con una estudiante de tercero de Ravenclaw que, al parecer, estaba maravillada de no tener que quedarse sola mientras sus compañeras bailaban.
Unos asientos más alla del de Ron, Ginny suspiró. Con el mentón sobre la mano, miraba fijamente a las parejas que se divertían al compás de la música. Tomó un pedazo de budín de frutas que había sobre la mesa y empezó a comerlo, sin ganas.
-¡Gin! ¡Te estaba buscando!
Un chico rubio y menudo se dejó caer junto a ella. Ginny apenas lo miró.
-Hola, Colin...-dijo con desgano. Ella esperaba a OTRO rubio. (el cual daba la casualidad que estaba muy cómodo tres mesas mas allá, hablando con Crabbe y Goyle)
-¿Quieres...? ¿Te gustaría bailar?- preguntó entre entusiasmado y nervioso.
-Gracias, Colin, pero creo que no bailaré esta noche...- Ginny le dió otro mordisco al budín. Colin volvió a mirarla con la misma expresión de decepción que había puesto el otro día en la torre, cuando Ginny quiso ir a caminar sola.
-¿Segura...?- preguntó, intentando hacerla cambiar de opinión.- ¡Mira que bien se lo están pasando todos! Es un desperdicio que una chica tan bonita como tú se quede aquí sentada sola...
Ginny lo miró sin saber que responder. ¿Porqué se estaba arruinando la noche de Navidad, lamentándose quien sabe por que motivo? ¿Es que acaso era tan estúpida de llegar a pensar en la posibilidad de que Draco Malfoy viniera a buscarla para bailar? ¡Eso sólo pasaba en sus locos sueños!
Aun así...
-Estoy segura de que quiero quedarme aquí- le dijo al decepcionado chico, tratando de ser lo más amable posible.- Pero creo que esa chica de Hufflepuff no te rechazaría un baile...
Colin se despidió de ella y se alejó hacia otra mesa. Ginny volvió a concentrarse en sus pensamientos, molesta. ¿Porqué no disfrutaba este hermoso baile? ¿Porqué no fue a bailar con Colin, si éste sólo era su amigo? ¿Qué? ¿Tenía miedo de él que se pusiera celoso? ¡Si el muy asqueroso ni siquiera era capaz de venir a desearle una feliz navidad! ¡¡Y después se aparecía tranquilamente, mirándola con esos ojos grises, con una excusa perfecta y ella se lo perdonaba todo!!
-Oye, vámonos de aquí...
Ginny se sobresaltó. Draco Malfoy la tenía aferrada por el brazo y tiró de ella con tanta fuerza que la obligó a levantarse del asiento.
-¿Qué crees que haces?- preguntó Ginny, intentando disimular que estaba contenta por la aparición de su rubio.- Nos van a ver... y eso es malo para tu reputación, como me explicaste tan cariñosamente el otro día...
-Nadie nos está vigilando...- dijo Draco, autosuficiente. Acababan de salir por la entrada del Gran Salón y comenzaron a caminar por un corredor en el que se abrían dos bifurcaciones. Draco tomó la de la derecha.
-Nos van a buscar...- dijo Ginny, caminando rápidamente a la par de Malfoy, quien aún la tenía aferrada por el brazo.
-Nadie nos va a buscar, Ginny- suspiró Malfoy. Su boca se curvó en una sonrisa maliciosa.- ¡Ah, claro! ¡El Creevey ese sí va a enterarse de que faltas tú! ¡Si está todo el día lamiéndote la suela de los zapatos y babeándose en cuanto te ve! ¡Ese...
-¡Estás celoso..!- exclamó Ginny, regocijándose ante el giro que acababa de tomar la conversación.- Te molesta que Colin...
-¿Lo llamas Colin?- se burló Malfoy con una mueca. Apuró aún más el paso.
-Sí, Colin- dijo Ginny, haciendo énfasis en esto último.- Sólo es un buen amigo mío...
-Ja, eso crees tú...- dijo él sarcásticamente. Se detuvo ante una pesada puerta de madera. Ginny miró alrededor, estaba tan concentrada discutiendo con Draco que no sabía en donde se encontraban.
Draco soltó el brazo de la pelirroja y sacó la varita de la túnica. La puerta estaba cerrada con llave.
-¿Que vas a hacer?- preguntó Ginny, echándose para atrás.
-¡Alohomora!- susurró Draco, apuntando la varita en dirección a la puerta. Se oyó un ligero ¡click!, que les indicó que la cerradura se acababa de destrabar. Draco no había echo más que poner la mano en la gruesa puerta para abrirla, cuando oyeron una voz a sus espaldas.
-Así que es verdad...
Draco y Ginny se miraron desconcertados. En el oscuro corredor no alcanzaban a ver de quien se trataba. Lo que sí sabían es que era una chica.
-No pensé que pudieras caer tan bajo, Malfoy...- dijo la chica, recelosa.
Draco apuntó hacia las sombras con la varita.
-Guarda eso...- dijo la joven.- No lo necesitarás...
La desconocida avanzó unos pasos, hasta que la luz de las antorchas perfiló su rostro. Era Pansy Parkinson.
-Pansy...-murmuró Draco entre dientes. Ginny puso una expresión de desagrado.
-No era una apuesta, ¿no, Draco?- siseó, acercándose a ellos con los brazos cruzados sobre el pecho.- Aquel día, cuando los encontré besandose en esa aula vacía, no estabas cumpliendo una apuesta, como me dijiste... lo estabas disfrutando... ¡Te gusta... ÉSA!
-¡Muérete, Parkinson!- gritó Ginny, furiosa. ¿¡Quién diablos se creía que era para llamarla "esa", como si fuera una cosa inútil e inferior!?
Draco estiró su brazo delante de Ginny, para impedir que se abalanzara contra Pansy Parkinson. Luego, lo corrió hacia atrás, haciendo que Ginny quedara detrás suyo.
-¡Tú, Draco Malfoy...- continuó Pansy, haciendo caso omiso de los insultos que profería Ginny.-... Y una Weasley! No encuentro una palabra para definir lo bajo que has caído... Te merecías algo mejor... pero claro, si tienes el gusto estropeado...
-¿¿Qué estás diciendo, idiota??- exclamó Ginny, furiosa. Unos mechones de pelo rojo le cayeron sobre la cara.- ¡¡Draco!!
Malfoy la miró fijamente y Ginny cesó en sus intentos por atacar a la Slytherin. Luego volvió su mirada hacia Pansy y Ginny notó que nunca le había visto la expresión tan fría, ni siquiera cuando Harry lo humilló en el partido de Quidditch...
-Pansy...- dijo secamente.- Mis asuntos no son de tu incumbencia, lárgate.
-¡¡Oh!! ¿Van a entrar a darse besitos?
-¡¡Que te largues!!- bramó Draco, controlándose para no utilizar la varita.
-Al profesor Snape no le va a gustar enterarse que dos alumnos estan solos en un aula vacía... haciendo "cosas"- dijo Pansy, petulante.
-¿¿Qué mierda quieres que haga para que me dejes en paz?- estalló el Slytherin, avanzando peligrosamente hacia Pansy Parkinson.- ¿Quieres saber si me gusta ella? ¡¡La respuesta es sí!! ¡¡Ella... una Weasley, una pobretona, amiga de los sangre impura... pero es a quien yo elijo!! ¡¡la amo!! ¿me oyes? ¡¡Largate de aquí, y ten cuidado con las palabras que escoges frente a Snape, porque vas a pasarla mal!!
Pansy Parkinson pareció quedarse sin palabras, porque durante una fracción de segundo permaneció callada y con los ojos muy abiertos, como tratando de digerir las palabras que acababa de pronunciar Malfoy.
Ginny también miraba sorprendida al alto rubio que tenía delante suyo. Nunca hubiera pensado que esas palabras irían a salir de la boca de un Malfoy. Sin embargo, Draco aún estaba alterado. Tenía la respiración agitada, y aún apretaba fuertemente los puños, como deseoso de descargar su ira con algo.
-Como quieras, Malfoy...- dijo Pansy al fin. Todavía tenía los brazos rígidamente cruzados sobre el pecho.- Tu eres el que se pudre junto a esa basura...
Y dio media vuelta teatralmente antes de comenzar a internarse en la oscuridad. Draco alzó la varita en dirección a ella, furioso, pero Ginny le hizo bajar el brazo, haciéndole ver que no era conveniente meterse en más problemas.
Con un suspiro de resignación, Draco entró al aula con Ginny siguiéndolo detrás.
-Lumos!- susurró Draco apenas entraron. A juzgar por los gigantescos mapas astrológicos y las representaciones del sistema solar, aquella era un aula de Astronomía. Draco se acerco a una antorcha que había en un rincón y logró encender un pequeño fuego, que fue suficiente para no tropezar en la oscuridad. (aunque dudo mucho, ejem, que les importara la luz en esa aula vacía...jeje ^_^U)
-Fue... muy bonito eso... que dijiste ahí afuera...- dijo Ginny suavemente, entrecruzando sus dedos con los de Malfoy.- Yo no pensé...
La expresión de Draco volvió a ensombrecerse, y sus ojos se tornaron fríos como el hielo. Se soltó de Ginny y se alejó unos pasos.
-¡Mierda, Ginny!- gritó. Su voz resonó en la enorme sala vacía.- ¿Acaso fuiste tan tonta de pensar que no te quería?
-Draco, yo no...- quiso aclarar Ginny, pero él no la dejó continuar.
-No soy del todo insensible, ¿sabes?- su voz llegó cargada de una profunda amargura. Ginny lo miró tiernamente con sus ojos azules. Ése era el Draco que ella amaba.
-Me olvidé de agregar una cosa cuando estábamos allá afuera, con Pansy...- murmuró Ginny, abrázandolo.
-¿Qué?- inquirió él, correspondiéndole al abrazo.
-Yo también te amo...
Sin que Ginny pudiera verlo, Draco sonrió. Luego, tomó delicadamente a Ginny por la barbilla y la atrajo hacia sí.
Primero fue un toque de labios, casi infantil, seguido de unas sinceras sonrisas. Después, se tornó más profundo, más personal. Esperaban tanto para estar juntos, que en esos escasos momentos se desataba toda la pasión. Los besos eran invasivos y húmedos; las manos, incontrolables.
Deseosos por descubrir cada centímetro de la persona amada, se entregaron sin reservas a un juego evidentemente peligroso.
Una vez comenzado, se hacía díficil parar, sobre todo cuando el deseo sobrepasaba por mucho a la prudente voz de la razón.
***
Enero estrenó sus primeras semanas con una fuerte tormenta de nieve, que obligó a todos a permanecer encerrados en el castillo, y a que se cancelaran las clases que debían hacerse al aire libre.
Aún con más tiempo libre del habitual, Ginny y Draco hacía días que no lograban encontrar un momento para verse a solas.
Al principio, se veían casi todas las tardes en el bosque, luego, con la llegada del frío invierno, esa opción quedó descartada.
Y ahora, todo el mundo estaba rondando por el castillo y era muy probable que los vieran, cosa a la que tanto Malfoy como ella se oponían tajantemente. No era verguenza ni mucho menos. Era tranquilidad, simplemente. La tranquilidad de guardar su intimidad para ellos dos y no para ser objeto de burla de los estudiantes.
Ginny estaba caminando por un corredor del segundo piso, junto a Colin Creevey cuando lo que vio hizo que se pusiera tan pálida como un fantasma.
-¿Estás bien, Gin?- le preguntó Colin, cuando ella se detuvo y empalideció. Pero Ginny no lo escuchaba. Lo que veía la asustaba aún más.
Allí, caminando a sus anchas por el amplio corredor estaba Lucius Malfoy. Con su larga cabellera platinada y su costosa capa de terciopelo negro ondeándole detrás, tenía en su rostro una expresión de infinita felicidad. Y entonces, volvieron a su cabeza las palabras de la carta...
"En un mes, es decir, a fines de enero, te sacaré del colegio. Mientras tanto, cuenta con impaciencia los días."
Se llevó las manos a la boca, para ahogar un grito. Ya estaban a mitad de la segunda semana de enero...
Sentía que toda la fuerza se había ido de su cuerpo, y dudaba de que sus rodillas pudieran sostenerla mucho tiempo más. No podía ser... no ahora...
Sin estar plenamente consiente de lo que hacía echó a correr por el pasillo, dejando a Colin asombrado y confuso. Corrió sin parar hasta que el costado le ardió de dolor. Pero finalmente llegó a la entrada de la casa Slytherin. Ella ya la conocía, pero no sabía la actual contraseña.
-¡¡Ábrete!!- suplicó, golpeando con los puños el muro gris. Las lágrimas empezaron a caer de sus ojos. Sentía que el pecho iba a estallarle de dolor.- ¡¡Ábrete!!
Cayó de rodillas, impotente. Siguió golpeando la maciza piedra, pero era inútil, necesitaba la contraseña.
-¡¡Es urgente!!- sollozó, pero no tenía sentido hablarle a un trozo de pared. Aún sabiéndolo, no desistió. Los puños comenzaron a arderle a causa de las raspaduras.- ¡¡Por favor...!!
-¿Qué diablos haces, Weasley?
Ginny se sobresaltó y miró por encima de su hombro. Crabbe y Goyle la miraban con desconcierto.
-¡Ustedes!- exclamó Ginny, sintiendo renovadas esperanzas.- ¡Necesito ver a Malfoy!
-¿Te volviste loca, Weasley?- preguntó Crabbe, riéndose.- Draco se va a divertir mucho con esto... ¿no crees, Goyle? Además, ¿cómo sabes la entrada a nuestra casa? A Snape no le va a hacer gracia...
-¡¡Snape me importa un bledo!!- gritó Ginny, furiosa.-¡¡Llamen a Malfoy!!
Crabbe y Goyle se miraron entre sí, indecisos. Finalmente, Goyle dijo:
-No vamos a decir la contraseña contigo presente...
-¡Ah, vamos! Me taparé las orejas y les prometo que no escucharé nada, pero llamen a Malfoy...- pidió. Crabbe y Goyle aun permanecían indecisos, así que Ginny agregó.- Si lo hacen les conseguiré más raciones de esos pasteles de chocolate que había en Navidad...
Contentos con obtener algo a cambio, y vigilando constantemente que Ginny tuviera bien tapadas las orejas, los dos chicos entraron a la sala de Slytherin. Unos minutos después, la roca volvió a abrirse y Draco salió con expresión preocupada.
-¡¡Ginny!! ¿Que suce...
-¡¡Draco!!- sollozó ella, echándole los brazos al cuello.- ¡Tu padre! ¡Esta aquí!
Malfoy entornó los ojos y estrechó a Ginny con más fuerza. Era inevitable, por mucho que lo negaran, era inevitable que llegaría ese día temido.
-¡No puedo hacerlo!- gimió Ginny.- ¡No puedo estar sin tí!
-Podrás, Ginny... Hallarás la manera...- dijo él, apesadumbrado. Se había prometido a sí mismo afrontar como un hombre esa situación, pero ahora estaba quebrándose. No previó que llegaría a compenetrarse tanto con la joven Weasley.- Además, sabes que siempre estaremos juntos, ¿lo recuerdas?
-Pero no sé si quiero que sea así...
-Ginny, cuando empezamos esto... sabíamos de antemano el final... sabías en lo que te estabas metiendo...- le recordó Draco, entre besos entrecortados.
-¡Pero no pensé que iba a dolerme así!- exclamó, aferrándose desesperada a la túnica de Draco.
-Lo siento...- murmuró él.- lo siento, Ginny...
-Draco no...- sollozó cuando él comenzó a separarse de ella.- No me dejes...
-Vuelve a la sala Gryffindor...- pidió Malfoy. Las lágrimas surcaban el bello rostro de Ginny.- No hagas las cosas más duras de lo que son... por favor...
-Yo...- comenzó a decir Ginny, pero no podía seguir. Daba la sensación de que el aire hubiera desaparecido, porque le costaba horrores respirar y razonar .- te amo, Draco...
Draco se acercó a ella para fundirse en un último beso. Luego de unos instantes, se separaron agitados y llorosos. Haciendo un acopio de valor para mantenerse en pie y sereno, Draco se recostó contra la dura roca. Cerró los ojos y soltó un prolongado suspiro.
-Lárgate...- dijo al fin, fríamente.-Vete de aquí.
-Draco...
-¡Vete, Weasley!¡Vete!
Sin poder contener las lágrimas y la bronca, Ginny echó a correr por el pasillo al tiempo que oía la voz de Lucius Malfoy felicitar a Draco por ser el día de su integración al grupo de mortífagos.
No alcanzó a verlo cuando abandonó el castillo, porque no tenía siquiera las fuerzas suficientes para llegar a la ventana. Desplomada junto a una gárgola gris, Ginny Weasley derramó sus lágrimas por su amor perdido, su anhelo imposible... y su sueño echo trizas...
^_^FIN DEL CAPÍTULO 3 ^_^
Holas... que final más triste, ¿verdad?
Pero aún no se acaba que falta un capítulo más... (igual no se hagan demasiadas ilusiones...)
Espero que les haya gustado y que me dejen reviews, o, si quieren pueden enviarme un mail a : annin@uol. com. ar
Saludos especiales a Arwen-chan, quien me dejó el primer review ¡muchas gracias!
Eso es todo por ahora,
nos leemos pronto.
AiriLeE
Los personajes utilizados son propiedad de J.K.Rowling......
