Los personajes de Saitn Seiya le pertenecen a Masami Kurumada, los demonios a Hades y el resto...

SEDUCCION INFERNAL

Capitulo 1. La propuesta.


Habia pasado un mes desde la batalla de las Doce Casas y la vida en el Santuario seguia su curso. Las reconstrucciones del recinto casi habian acabado y todas las casas estaban ya como si nada hubiera pasado, si no fuera por el pequeño detalle de que la mitad de los dorados estaban muertos.

Las amazonas del Zorro y de los Hielos Eternos se encontraban charlando con Milo en su casa, tratando de convencer a la primera de que no se marchara del recinto. Desde la muerte de Kamus la amazona no habia sido la misma y ya habia hablado con Athenea sobre su probable marcha.

- ¿Tu estas segura de que quieres eso? - la amazona miro largamente a su maestro.

- Si... ¡no puedo seguir aqui! ¡Todo me trae malos recuerdos!

- Pero... ¡Vulpix! ¡Eso no es solucion! Huir de aqui no va disminuir el dolor... - la amazona del Zorro callo a su amiga con un gesto.

- ¡Basta! ¡No quiero seguir hablando del tema! ¡Me ire! ¡Y no podeis impedirmelo! - Vulpix se encerro en su antigua habitacion y se tiro en su cama, llorando. ¿Por que no podian entenderlo? Ella no podria ser feliz si seguia en ese lugar que tantos recuerdos le traia. Todo le recordaba a el. Una nube de azufre y humo negro, seguido de un pequeño estallido la puso alerta. Ante ella aparecieron Nesbiros, el sirviente de su amiga Kitiara y Leviathan, el demonio hermanastro de Astaroth. Nesbiros la miro con cara de culpabilidad.

- Lo siento señorita Vulpecula... me obligo... - murmuro el demonio compunjido. Vulpix se incorporo y se quedo sentada en su cama.

- No tiene importancia, Nes... puedes irte. - el demonio desaparecio dejando solos a Leviathan y a Vulpix. Esta lo miro agriamente. - ¿A que has venido, Lev? No estoy de humor para tus visitas. - el demonio vio como ella se secaba disimuladamente las lagrimas.

- ¿Lloras por ese mortal del que estabas enamorada? - le pregunto friamente. Vulpix alzo sus ojos hacia el, furiosa.

- ¡Eso no es asunto tuyo!

- Me temo que si, querida. Te recuerdo que llevas en tu cuerpo la marca que demuestra que eres mi prometida. Lo que te pase a ti, me incumbe. - la amazona miro el tatuaje que llevaba en su muñeca. Aquella era la marca de la que hablaba Leviathan. Se la puso una noche en la que ella sucumbio a la tentacion. Vulpix se habia enfadado mucho con el por ese motivo y lo habia mantenido alejado de ella. Luego se habia volcado totalmente en su relacion con Kamus. Pero ahora el habia muerto... Las lagrimas acudieron a sus ojos nuevamente.

- ¡Vete, Lev! - le chillo, ocultando su rostro en la almohada y comenzando a sollozar entrecortadamente. El demonio se sento en la cama, junto a ella y comenzo a acariciarle el cabello.

- Se que deseas marcharte de aqui y olvidar... yo podria ayudarte en eso... - Vulpix volvio sus ojos llenos de lagrimas hacia el demonio.

- ¿A que te refieres? - Leviathan sonrio imperceptiblemente.

- Ven conmigo a mi castillo... yo te hare olvidar tu dolor...

- Yo... no puedo hacer eso.

- Pense que querias irte de aqui.

- ¡Pero no a tu castillo! Yo... estoy muy confundida... - Leviathan la tomo de la barbilla y la beso levemente en los labios. Luego se levanto y comenzo a desaparecer en una nube de humo.

- Tienes hasta la noche para pensarlo, pequeña... Volvere para conocer tu respuesta... Piensalo bien... - el demonio desaparecio, dejando sola a la amazona con sus pensamientos.

El dia paso rapidamente y llego la noche. Vulpix no habia salido de su habitacion desde que discutiera con Milo y Kitiara y estos empezaban a preocuparse por ella. Kitiara llamo repetidamente a su puerta sin conseguir respuesta alguna, por lo que Milo decidio echar la puerta abajo. Pero para sorpresa de ambos la habitacion estaba vacia. No habia ni rastro de la amazona, ni de sus cosas. Alarmados, los dos caballeros se miraron entre si.

- ¿A donde ha podido ir?

Lejos de ahi, en el inframundo, Nesbiros habia llevado a Vulpix hasta el castillo de Leviathan. Este estaba sentado en una especie de trono, rodeado de diablesas. Vulpix arqueo una ceja al verlo. Leviathan hizo un gesto a las diablesas y estas se marcharon, no sin antes fulminar con la mirada a la amazona. El demonio sonrio satisfecho a la chica.

- Veo que aceptaste mi propuesta. - la amazona tuvo que aceptar en su interior que Leviathan seguia produciendole esa extraña sensacion de estar a su merced. Bastaba con que el la mirara fijamente con esos ojos gatunos de color violeta y ella se sentia como en un trance, incapaz de luchar contra sus deseos. - Ven... acercate... - le ordeno en un susurro apagado. Nesbiros vio como la chica se acercaba hasta el demonio y lo besaba, entregandose a el. El sirviente nego apenado con la cabeza.

- A la señora Astaroth no le va a gustar esto...


CONTINUARA...