¡Hola! Ante todo perdón por la tardanza, pero es que he estado con los exámenes y no he podido seguir escribiendo hasta hace poquito. Éste es el último capítulo, así que de algo os recompensará la tardanza ¿no? No tendréis que esperar más. Ahora respondo reviews:
* mep1: Hola niña ^_^. Sé que el hecho de que sea un Sirius/Ginny impone, y mucho, pero a mí me pareció todo un reto el hacerlo y en serio, me he divertido mucho al escribirlo. Olvidarte ya está en camino y Todo igual, que también es el último capítulo ya. Lo del review no fue nada, en serio que me gustó, y gracias a ti por escribir tan bien. Besos.
* kmila: ¿Y el pacto musa? Bueno te perdono porque leíste el capítulo y te gustó, aunque de verdad tú sabes lo que me costó. De todos modos muchas gracias porque esto sin ti no hubiese sido lo mismo. Por cierto, el capítulo es para ti. Yo también te quiero loca. Y a ver ese capítulo ya Alikma¡¡
* Agus y Moony : Ey¡¡ Me ayudaste mucho porque ya soy miembro de la orden siriusiana ole¡¡¡ Es que somos las mejores jajajajaja. Me alegro de que te gustara, perdón por la tardanza ¿si? Besitos¡¡¡
* Jenny Anderson : Hola¡¡¡ A mí sí que me gustan tus fics, lo que pasa es que últimamente no he tenido tiempo para leer. Todas tus dudas se resuelven ahora, aunque si Draco deja a mi Siri Pooh malherido lo mato... o me lo llevo a mi casita :P. Besos¡¡¡
* MEIKO : El libro es tuyo cuando quieras, y me alegro que te gustase Cactus, no sé qué haría sin tu apoyo¡¡¡ Éste capítulo dedicado a ti también, por buena amiga. Te quiero¡¡¡ Por cierto, ¿corre sangre...?
* PENELOPE BLACK: Pues ahora te pondrá el mensaje que llega el capítulo tres y último. Picante es, pero digamos que me gusta hacer fics diferentes, y éste es un invento. Besitos¡¡¡
* Aicha: Loca¡¡¡¡ Los postdata te los podrías haber ahorrado¡¡ Qué vergüenza al leerlos¡¡¡ Que no soy tan buena¡¡¡ Aunque debo de decir que me subes bastante la moral... todo hay que decirlo. Y ahora lee, que espero que te guste. Besos¡¡¡
* Jeru: Oye me tienes que hablar de esa historia paralela a la mía ¿eh? Busca mi hotmail y me agregas, que estaré encantada de hablar contigo. Por cierto al Draco/Ginny le gana el Draco/Herm¡¡¡ Besos¡¡¡ :P
* Yussi : ¿En serio?
* Patricya Weasley : Gracias por el halago y sigo. Besitos¡¡¡
* Bere Radcliffe: A mí Sirius me encanta, y si ya me encantó n el tercer libro en el quinto ni te digo, pero no cuento por si no leíste. Las escenas se hacen lo que se puede, muchas horas y a ver qué sale. Espero que éste te guste igual. Besos¡¡
* PATTY : No es maquiavélica¡¡¡ Es... Picante :P. Gracias por todo, en serio. Besitos¡¡¡
* Arwen chan : Subió la temperatura ¿eh? Jajajajajaja. Tus fics son buenos, en serio, ya leí, pero es que no tengo tiempo para nada¡¡¡¡ Yo seguiré leyendo. Besos¡¡ Gracias¡¡
* Mirelle: Bien mas fans de Sirius¡¡¡ Oye pero que quede claro que él es mío ¿eh? No vale arrebatarme el novio... Besos¡¡¡
* Denisse : Draco se va a poner multicolor Jajajajaja, sino mira el capítulo. Besos¡¡
* Igni: Gracias por lo de obra maestra, si, si lo sigo. Gracias¡¡¡
* Lucía: Hola¡¡¡ El relato de Pérez – Reverte se llama "Un asunto de Honor" y tiene su versión en película llamada "Cachito". Deberías leerlo, es el mejor escritor español en estos momentos. Besos¡¡ Y Gracias¡¡¡
FIC & FIN DEDICADO A MEIKO Y KMILA, POR TODO LO QUE HEMOS PASADO JUNTAS. ¡OS QUIERO!
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Capítulo 3: PicanteHabía notando el calor de la chimenea hacía tan solo unos segundos, también el roce de sus pieles, el tacto de aquellos labios, y las pecas que había contado hasta saciarse... pero todo había cambiado con la llegada de Malfoy. Ahora un frío intenso se apoderaba de su cuerpo, extendiéndose desde la espina dorsal a las extremidades a toda velocidad. Bajo él estaba Ginny, que respiraba con dificultad por el nerviosismo y la situación. Malfoy por su parte no les quitaba ojo de encima. Tenía una mano en la cintura, y puso en la mesa una bolsa pequeña de terciopelo negra sin dejar de apuntar con la varita, desafiante.
- Si mueves un solo músculo no sales vivo – le amenazaba, pasando sus ojos grises del chico a la pelirroja.
- ¿Cómo nos encontraste? – preguntó Ginny, llena de ira y odio hacia Draco. El rubio sonrió con aire de suficiencia, sacando de su túnica algo que parecía una cerveza de mantequilla.
- Cuando cambias una mercancía por otra... – abrió la botella y bebió un poco, sin apartar sus fríos ojos de la pareja, dejándola después del trago al lado de la bolsa que había depositado minutos atrás – No debes dejar la que sobra tirada en cualquier lado, porque te pueden descubrir.
Hizo un gesto con la varita para que se levantaran del suelo. Ginny y Sirius recogieron las cosas rápidamente y se pusieron sus ropas, ante la atenta vigilancia de Malfoy.
Aquello parecía el final de todo, de la vida y de lo ocurrido. El moreno miró un momento a la niña, que de nuevo llevaba aquel trajecito suelto a las caderas, sus ojos marrones muy abiertos y el cuerpo tembloroso y blandito lleno de pecas. Y luego observó a Malfoy, que asistía a todo con una mueca de disgusto en su rostro afilado. Entonces pensó en lo que le pasaría a ella si se la llevaban, lo que sufriría cuando Snape la tuviera entre sus brazos o las noches en el maldito burdel haciendo lo que hacía Fleur y que ni quería imaginar. Una ira nueva comenzó a invadir su cuerpo, una ira que se convirtió en frustración cuando veía que no tenía nada que hacer, que los malos estaba ahí, frente a ellos, y que venían bien armados.
Draco anduvo hasta ellos, quedándose a pocos centímetros de distancia y pasando la varita distraída por los bajos del vestido de Ginny, que temblaba al sentir el contacto de la madera.
- Nunca te toqué porque Fleur me convenció de que serías un buen partido – le dijo con fingida inocencia, haciendo una mueca divertida mientras se alzaba de hombros – Mucho dinero a cambio de tu miserable virginidad, un lujazo ¿y ahora maldita? Mírate: Te has acostado con el primero que se cruzó en tu camino. – Ginny miró al suelo, fijando la vista en algo lejano. Luego alzó el rostro, altivo y desafiante con una sonrisa dibujada.
- ¿Celoso Malfoy? – preguntó con malicia la pelirroja, haciendo que Draco la mirara fijamente con aquel gris que la helaba desde la entrañas hasta el más escondido rincón de su piel. Se acercó a ella, sintiendo la respiración agitada del rubio que tenía las aletas de la nariz dilatadas.
- No tientes a tu suerte Ginny, no lo hagas – y le asestó un golpe en la cara que la tumbó en el suelo.
Sirius hizo ademán de irse hacia el rubio pero él lo volvió a señalar con la varita, desafiante.
- Ni se te ocurra – le dijo con ira, mirando complacido como la pelirroja se removía en el suelo. Tenía el cabello desordenado, y algunos mechones le caían sobre el rostro pecoso, ocultando el resultado de lo que él creía una hazaña. Por su parte Sirius lo observaba con rencor, los puños cerrados y mascullando entre dientes palabras de odio hacia Draco.
- Te arrepentirás de esto, Malfoy - los nudillos de sus manos estaban blancos y la cara contorsionada por la tensión del momento. El rubio soltó una carcajada diabólica, dándole un aspecto maquiavélico.
- ¡Pobre Sirius Black! – gritó, cogiendo a continuación a Ginny por el pelo y levantándola con violencia – Mira por lo que has arriesgado tu miserable vida – la pelirroja tenían los ojos muy abierto y respiraba por la boca con dificultad, de dónde salía un hilo fino de sangre. El moreno la observó con ternura, intentando decirle en silencio todo lo que sentía en aquello momentos. El rostro pálido de Draco se hundió en el cuello de Ginny, aspirando su aroma y riendo como un loco ante la mueca de asco de la chica y las miradas de odio de Sirius.
- La arriesgué por lo que más quiero. Y no me arrepiento de nada. – y al terminar de pronunciar las últimas palabras escuchó como la niña pronunciaba su nombre con los ojos marrones dilatados y el pecho subiendo y bajando en acelerados movimientos. Hasta asustada estaba guapa. Pareció que Malfoy le había leído el pensamiento
- ¿Es bonita verdad? – preguntó, apartando los mechones pelirrojo que le caían por la cara a la niña, sin esperar ninguna respuesta del moreno prosiguió –¿Sabes? Le devolveré los mil galeones a Snape, - señaló la bolsa de terciopelo negra que había encima de la mesa - y como castigo dejaré que la tenga cuantas veces quiera – la niña se removió entre sus brazos pero Draco la tenía bien sujeta por el cabello.
- ¡Eres un rastrero! – murmuró Sirius ante el rubio, que ni se inmutó ante el insulto – ¡Te mataré!.
Malfoy volvió a soltar una carcajada irónica.
- No digas cosas que no vas a cumplir, Black – escupió las palabras como si tuvieran veneno.
- Draco tiene razón Sirius, no digas mentiras – Ginny hablaba con los dientes apretados, y de repente se dio la vuelta, quedando frente a frente del rubio, que soltó una exclamación de angustia en cuanto se dio cuenta de la situación. Ginny estaba apuntándole con una varita al pecho sacada de la nada y Malfoy la miraba con la cara desencajada por el horror
- Aquí quién te va a matar soy yo – dijo la niña mientras hacía un movimiento seco con la varita - ¡Expelliarmus!
Draco fue lanzado hacia atrás y su varita fue a parar a la mano derecha de Ginny, que lo apuntaba ahora con ambas. Las manos le estaban temblando, pero no parecía asustada ni cohibida, sino todo lo contrario, por una vez Sirius vio en sus ojos marrones un odio incontrolado. El rubio por su parte se arrastraba por el suelo, dolorido por el ataque e incapaz de articular palabra alguna. Sirius se acercó a la pelirroja, sorprendido por los reflejos de la niña.
- ¿Desde cuando tenías la varita en tu posesión? – Ginny se encogió de hombros, con una sonrisa en sus labios y mirada centelleante.
- La vi mientras nos daba su charlita. – observó a Malfoy unos segundos, que negaba con la cabeza, su rostro reflejaba la ira y el miedo que sentía por las venas en aquellos momentos - Me las ingenié para que se enfadara y me pegara, fue entonces cuando aproveché para hacerme con ella.
- Traidora – gimió el rubio desde el suelo y ella lo miró desafiante, con los ojos marrones muy abiertos e inexpresivos – Fleur y yo te hemos educado, te dimos un techo y comida ¿así nos pagas maldita niña?
- ¡Tú nunca me diste nada! – gritó ella, con la furia reflejada en su mirada – Me teníais allí porque os convenía, porque era vuestro negocio y una mano de obra barata. – se acercó a Draco con las varitas alzadas en sendas manos – Cuántas veces me dejasteis sin comer, y cuántas otras encerrada con las ratas en el sótano del bar ¿y quieres que te deje vivir? ¿Crees que te lo mereces? – soltó una carcajada al aire desprovista de sentimiento alguno – No mereces ni la pena, Malfoy, ni la mísera pena...
Sirius la sujetó con delicadeza de un brazo, temeroso de que hiciese alguna locura.
- Ginny... – ella se zafó con violencia, mirándolo con aquellos ojos oscuros que estaban cristalinos
- ¡No! – le gritó, haciendo que el corazón de Sirius se encogiera al verla de aquella manera, con una sed de venganza hacia Draco Malfoy desconocida – Me ha tenido años esclavizada, a su maldita merced...
- Ginny tranquila – le susurró Sirius con paciencia, pero ella solo negaba con la cabeza. De repente se echó a llorar como una niña pequeña, apoyando la cabeza en el pecho del moreno, que la notaba temblar contra su piel. La veía tan inocente, con las lágrimas multiplicando aquel mundo de pecas que inundaba su carita.
- Tú no lo entiendes – le dijo entre sollozos, haciendo que el corazón del chico se paralizara – Tú... no lo entiendes.
Pero lo entendía, claro que lo entendía. Cómo no saber lo que pasaba por aquellos momentos en la cabeza de Ginny cuando él había estado en el burdel donde creció, donde supuso que la niña vio tanto y tan pronto, cuando en vez de jugar a muñecas jugaba entre borrachos y magos tenebrosos, con un malo malvado llamado Malfoy que la encerraba en la fortaleza que sería el burdel a tan temprana edad para ella.
Observó a Draco en el suelo, respirando con furia y los dientes apretados, esperando cualquier error para poderlos asaltar de nuevo. Su pelo rubio caía a mechones desordenados en el rostro afilado, y su sonrisa burlesca había sido cambiada por una seriedad que hasta en la distancia resultaba escalofriante. Deslizó una de sus manos por los brazos desnudos de Ginny y sin mucho esfuerzo pudo hacerse con su varita. Mientras apuntaba a Malfoy, recitó un hechizo que sabía de memoria y al instante aparecieron unas cuerdas que agarraron al rubio sin que él se rebelara ante lo que sucedía.
- ¿Y ahora qué? – preguntó la pelirroja, desganada y aún apoyada en el pecho de Sirius, sintiendo el moreno las lágrimas secas en su piel y la carne tibia contra la suya. La abrazó con dulzura, acariciándole la espalda y tocando con sus yemas la tela húmeda del vestido. Miró por la ventana. Fuera el cielo se teñía de un gris que anunciaba el alba, y respiró profundamente cuando se dio cuenta de que todo había acabado por fin.
- Nos vamos – respondió con seguridad – Tu, yo y mi moto – convocó una bolsa de viaje y comenzó a meter lo más necesario en ella – Nos vamos... en éste instante...
Ginny no hacía nada, solo se abrazaba a sí misma sentada en el sofá, mirando la chimenea donde aún quedaba los restos de una hoguera abundante. Draco sin embargo parecía tranquilo, sereno y no mostraba ningún signo de rabia o furia. Reía en silencio y de vez en cuando chasqueaba la lengua para llamar la atención de alguno de los inquilinos sin conseguirlo.
Sirius memorizaba en su cabeza todo lo que llevaba en la bolsa, intentando mantener alguno de sus sentidos puesto en lo que demonios estuviera haciendo. Miró de reojo a Malfoy, que tenía ladeada la cabeza mientras negaba con la cabeza sin decir nada, inmerso en pensamientos. Luego sus ojos azules se posaron en Ginny, que descansaba frente a la chimenea. Tenía restos de lágrimas en el rostro y temblaba levemente. Sirius se acercó a ella y le puso una mano en el hombro pecoso y descubierto. La pelirroja le sonrió distraída y se acurrucó más entre los cojines.
- ¿Estás bien? – le susurró cerca del oído, pasándole un brazo por la cintura para atraerla a su cuerpo. A pesar de la humedad del vestido podía sentir su carne tibia bajo la tela, y no pudo reprimir el deseo de besar con delicadeza el hombro descubierto, rozándole los mechones rojos la mejilla.
- Aún no me creo nada lo que ha pasado – sus ojos marrones estaban fijos en la hoguera inexistente y Sirius la sintió lejos de allí, tan lejos que era difícil de alcanzar.
- Bueno, no pienses en eso ahora – respondió el chico, frunciendo un poco el cejo cuando le echó un breve vistazo a Draco, que sonreía con malicia atado en el suelo.
- ¡Pobre parejita! ¿De verdad creéis que os voy a dejar marchar tan fácilmente? – rió abiertamente y bufó, más lleno de diversión que de rabia. – No pararé hasta tenerla de nuevo Black – sus ojos centellearon de rabia e indignación - ¿Entiendes? Nunca te librarás de mi ¡Nunca!.
Sirius se levantó del sofá de un salto y se dirigió hacia Draco empuñando la varita. Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa, pero Ginny se lo impidió interponiéndose en su camino.
- No hagas nada de lo que después te arrepientas – le dijo pasando sus ojos oscuros de Malfoy a Sirius.
- ¡Ginny mírale! ¡No va a parar hasta que termine con nosotros! – La pelirroja posó sus manos en el pecho del chico y lo besó con ternura, demorándose un poco en morderlos y lamerlos. Al separarse Sirius pudo ver que una lágrima correr silenciosa y una voz desesperada salió de sus labios.
- Déjalo... sólo déjalo – El moreno asintió con la cabeza, confundido ante aquella actitud y la otra. No comprendía el porqué del cambio, ni siquiera la causa de las lágrimas. Ginny mientras tanto se había acercado a la mesa para coger la bolsa de viaje.
- ¿Nos vamos? – sin esperar respuesta enlazó una de sus manos a la de Sirius y juntos se encaminaron hacia la puerta, escuchando a sus espaldas los gritos de Draco.
- ¡Maldita Niña estúpida!¡Vete que ya te encontraré!¡Y acabarás en el burdel donde naciste, donde te criaste y donde te pudrirás año tras año hasta que mueras!
Sirius intentó dar un paso para salir al exterior, donde el alba ya dejaba salir los rayos de sol pero Ginny estaba quieta en el umbral de la entrada. Quieta, muy quieta, mirando al infinito con esos ojos marrones que observaban todos con interés y sabiduría. Levantó la vista y miró a Sirius, y con una sonrisa en los labios lo besó para apartarse con violencia cuando se apoderó de la varita. Con paso decidido se acercó hasta Draco, que al ver el objeto tenía sus ojos grises muy abiertos, dejando ver un pánico que lo embargaba.
- Ginny no serás... ca...capaz de... – balbuceó – ...Ginny por favor no... – la pelirroja negó con la cabeza, mientras Sirius miraba toda la escena desde la puerta sin moverse.
- Te lo mereces – respondió la niña tajante, empuñando con fuerza la varita. Y pocos segundos después pronunció con voz segura las palabras que cambiaron todo para siempre.
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Respiró hondo, muy hondo, admirando el bello paisaje que se mostraba ante ella. Los árboles danzaban al compás del viento y las flores tenían gotas de rocío descansando en sus hojas. Una ráfaga de viento la hizo estremecer y ajustarse mejor la capa de viaje oscura que caía de cualquier forma de sus hombros.
- ¿Lista para la expedición? – Sirius sonreía a su lado como si de un niño pequeño se tratara. Cargaba una bolsa al hombro y otra de menor tamaño la llevaba en la otra mano. Ambos se montaron en la moto después de descargar los bártulos en el asiento del copiloto (N/A: Ya dije que me imagino una moto antigua). El moreno carraspeó exagerando y giró a medias su melena negra, dejando ver sus ojos azules por encima del hombro.
- ¿A dónde la llevo, Madame? – Ginny se agarró a su cintura, estrechándolo hasta quedar su boca a pocos centímetros del oído del chico.
- El mar – susurró – Siempre quise ver el mar.
Sirius hizo un gesto con la mano, en señal militar.
- ¡Sí señora! – y la moto arrancó de manera estruendosa, suspendiéndose en el aire antes de realizar una caída en picado y volver a volar alto, muy alto, donde Ginny veía las casas que parecían de juguete.
El viento le azotaba el cabello pelirrojo, haciéndole cosquillas en el rostro. Y rió, rió como no lo había hecho en horas, tal vez desde que había comenzado toda esa aventura. Y en esa risa que duró por segundos ( y tal vez minutos) descargó todo lo que llevaba por dentro: La ira, el amor, la ternura, furia, consuelo, tristeza... Por un momento pensó en Draco Malfoy, pero el recuerdo se fue cuando una ráfaga de viento hizo que la moto tuviera que bajar un par de metros.
- Tardaremos en llegar- gritó Sirius por encima del hombro - ¿Por qué no duermes un poco... si puedes?
Ginny asintió, pegando su rostro a la espalda del muchacho y cerrando sus ojos. Dejándose llevar y llevar... y llevar... hasta que se adentró en el más intranquilo de los sueños.
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Cuando Sirius vio la cara de Ginny al contemplar el mar desde sus ojos marrones decidió que había merecido la pena perder la vida con tal de observar ese rostro una vez más. Sus ojos marrones enmarcados por las cejas pelirrojas, y el cabello del mismo color azotándose por el viento.
-¡El Mar! – gritó descalzándose los zapatos y metiendo sus pies en el agua salada.
Sus brazos pecosos se sumergían para dejar que cayera sobre su cuello y carita, echando miradas de vez en cuando a Sirius, que esperaba en la orilla con las manos en los bolsillos. Su cuerpo saltaba cuando las olas llegaban con demasiada fuerza, empapándole los muslos y el vestido, que se pegaba a la piel entre pliegues.
Y entonces Sirius descubrió que no hacía falta nada más en su vida para ser feliz, solo la presencia de esa niña, de su sonrisa y su mirada, de la piel cálida que lo envolvía y aquellos ojos que lo desnudaban al instante de que tuvieran contacto, como si fuera el libro más sabio que existiera. Aquella mirada que lo embargaba y que nunca había tenido necesidad de poseer hasta aquella noche, horas atrás que pasaron juntos y que el tiempo paró para ellos. Porque uno y uno eran dos, y solo dos, y era lo único que necesitaba.
Su vida... simplemente era su vida.
La vio venir corriendo hasta él, para arrastrarlo hasta el agua fría. Su piel bajo el sol mañanero se tornaba más pecosa y en un tono rosáceo hermoso, que le daba aspecto de que al tacto sería como la de un bebé. Una ola les cogió de improvisto y los mojó entero, sintiendo su melena negra pegada al rostro y a Ginny abrazada a su cintura, sin desdibujar ni por un segundo aquella dulce sonrisa de su cara. Luego fijó su vista en el mar, apartándose los mechones rojos mientras Sirius observaba como las gotas se perdían en los huecos de la piel y el vestido.
- Creo que me he enamorado de ti.
Lo dijo así, tranquila y serena, con el sonido del mar al morir en la orilla de fondo. Y frente a él no vio a la niña inocente que había salvado del malo malísimo de la historia, sino a una mujer hecha y derecha, con un pasado que se podría borrar con facilidad y un futuro que pasaría a su lado. Y por primera vez Sirius descubrió que el "tu y yo" existía también para ellos dos.
- Pues yo también te quiero – al escuchar esas palabras Ginny lo miró con sus ojos muy abiertos, atentos a cada movimiento o reacción.
- Ah, qué bien entonces ¿no?
- Sí... – respondió aturdido – Supongo que sí.
La pelirroja le sonrió una última vez antes de correr hacia la moto y sacar de una de las bolsas una urna transparente. La llevó hasta la orilla donde estaba Sirius esperándola. Dentro descansaba una rata blanca, y pequeña que corría de un lado a otro con aspecto de desesperada.
- ¿Lo escuchas Malfoy? Nos queremos. Él y yo – le dijo Ginny al animalito, que con sus ojos grises la observaba furioso, enseñando sus grandes paletas – Y seremos felices comiendo perdices, como en los cuentos muggles.
Sirius frunció el ceño, divertido.
- A mí no me gustan las perdices – la niña se encogió de hombros, volviendo su vista otra vez a la rata blanca.
- Es una metáfora, puedes comer lo que quieras – el hombre veía a la rata rasgar los papeles de periódico con furia mientras lanzaba grititos.
- No sé como se te ocurrió convertirlo en rata – golpeó varias veces el cristal, intentando llamar la atención del animal, pero éste le volvió la espalda orgulloso, mientras se metía en un pequeño nido a dormir. – Éste sigue siendo tan Malfoy como antes.
- Pero es un Draco que no nos dará problemas – aclaró Ginny. Luego paso su mirada de la urna a Sirius para luego observar la moto, que estaba aparcada a pocos metros de distancia - ¿Tenemos dinero suficiente para dormir en algún lado?
- Tenemos más que eso – exclamó Sirius, sacando de su bolsillo una pequeña bolsa de terciopelo negra. El bicho de nuevo comenzó a chillar, acalorado, y el moreno vio como su nariz se teñía de rosa. Ginny parpadeó un instante sin saber qué decir.
- Bonita bolsa – respondió por fin - ¿qué es?
- El final feliz de la historia – respondió Sirius, abriendo la bolsa con cuidado. Los galeones dorados cayeron como cascadas entre las manos del moreno y la pelirroja, que reía entre sorprendida y entusiasmada.
- ¡Aquí hay mucho dinero! – gritaba sin poder creer lo que veía.
- Exactamente mil galeones. Draco los llevó a la casa y los cogí prestado – hizo una mueca con la boca, y prosiguió - Los usaremos para montar un negocio – la niña frunció el ceño ante aquella revelación.
- ¿Un negocio? ¿Tú y yo? – Sirius asintió, notando como el calorcito le subía por el cuerpo al escuchar ese "tu y yo" tan bonito en sus labios. Levantó las manos en un gesto de abarcar toda la playa, asintiendo de nuevo, satisfecho.
- Un bar, aquí, en el mar – echó a andar seguido por la pelirroja, que soltó la urna en la arena – Podríamos ocuparnos de él y descansar en los inviernos... se coge dinero. Aunque es duro... pero seremos capaces.
- ¿Seguro?
- Seguro
Se giró para ver donde se encontraba y pudo ver con satisfacción que solo lo separaban de su cuerpo centímetros escasos que eran fáciles de cubrir. La acercó enlazándola por la cintura, besándola suavemente en los labios, sintiendo cada palpitar de su pecho, de sus venas y de su sangre. El pum - pum acelerado de cuando alguien está enamorado. De cuando ÉL estaba enamorado. Y solo era ella, solo con ella.
- Picante – dijo Ginny, notando el aliento entre sus labios. La olas rompían a sus pies y el sol los bañaba con sus cálidos rayos de la mañana ya avanzada.
- Te quiero – concluyó él, pero ella solo volvió a sonreír contra su boca repitiendo una y otra vez la misma palabra, sintiendo Sirius que cada una era un ladrillo de su nueva casa. De su nueva vida.
- Picante, picante, picante, picante...
- ¿Qué dijiste? – ambos sonrieron y ahogando la palabra en sus labios lo repitió.
- Picante...
FIN
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Agradecer ante todo el tiempo que habéis perdido leyendo la historia, y también espero que os guste el final, porque me ha costado lo suyo el hacerlo. Dar las gracias especialmente a Camila, mi musa personal, que me ayuda cuando mi inspiración flaquea. Y a Meiko, mi mejor amiga, que aunque estés lejitos te sigo queriendo igual o más que siempre, recuerda eso. También a todos aquellos que dejasteis reviews o que solo leéis la historia. De verdad muchas gracias por todo vuestro apoyo.
Besos.
Shashira
