SEDUCCION
INFERNAL
Capitulo
5. El Jardin Salvaje.
Vulpix
paseaba nerviosa por el castillo. Leviathan habia pasado toda la mañana
y gran parte de la tarde en su despacho atendiendo sus asuntos demoniacos,
pero ya anochecia y la amazona sabia que pronto iria a buscarla y entonces...
Sacudio su cabeza confusa. Ese demonio la hacia sentir debil y vulnerable
cuando estaba en sus brazos y esa era una sensacion que no le agradaba
del todo. Detestaba la forma de perder el control que tenia cuando el la
besaba. Se sentia a su merced y eso no le gustaba. Si, ciertamente el la
hacia disfrutar al maximo de esas noches pero... la forma en que intentaba
cada vez mas intensamente de someterla... de obligarla tan sutilmente a
hacer su voluntad... a que le suplicara... eso lo odiaba. Por eso, esa
noche la amazona buscaba un sitio en donde el no la encontrara. La biblioteca
no podia ser, ya la habia descubierto ahi el otro dia. La furia y la vergüenza
por haber sido descubierta bailando se reflejaron en su rostro, levemente
enrojecido ahora. ¿Como habia osado espiarla de esa manera y luego burlarse
de ella? Cuando se dio cuenta habia llegado a una zona del castillo que
no conocia. Durante aquella larga semana lo habia recorrido de arriba a
abajo, pero nunca habia visto esa puerta. Era aun mas grande y con mas
grabados que la de la biblioteca. La abrio con cuidado y se asomo. Un enorme
jardin lleno de plantas extrañas y exoticas se extendia hasta perderse
en el horizonte. Llena de curiosidad, entro.
Leviathan
termino de revisar los ultimos papeles y se froto los ojos cansado. Eso
de ser uno de los jueces principales del infierno podia llegar a ser agotador.
Por eso solto un suspiro desesperado al oir a alguien golpeando suavemente
en su puerta. Con un deje de fastidio dio permiso para entrar a uno de
sus sirvientes, que era quien habia llamado. Arqueo una ceja y miro interrogante
al demonio. Este parecia algo preocupado e intimidado por la presencia
de su señor.
-
Y... ¿bien? - pregunto molesto Leviathan al ver que su sirviente no se
atrevia a darle las noticias, que, supuso Leviathan, debian ser malas para
que el sirviente tuviera tanto miedo.
-
Mi señor... me temo que la humana ha desaparecido... - Leviathan aguanto
la respiracion con furia al oir semejante declaracion.
-
¿Que? - pregunto en un susurro ronco que denotaba su colera. El sirviente
se encogio visiblemente.
-
La hemos buscado por todo el castillo, mi señor, pero no aparece. No sabemos
donde puede estar. - Leviathan se levanto de su asiento sin mediar palabra
y salio del despacho. ¿Como osaba esa humana impertinente a huir de el?
¿Como? Rastreo la zona buscando rastros de alguna teletransportacion.
Nada. Entonces no habia salido del castillo, pero... ¿Donde se encontraba
entonces? Otro sirviente llego corriendo al lado de su señor muy preocupado.
-
¡Mi señor! - murmuro el demonio, consiguiendo que Leviathan se parara
un segundo para escucharle. - La puerta del Jardin Salvaje ... señor...
esta abierta... ¡alguien ha entrado!
-
No puede ser... - susurro Leviathan antes de salir corriendo por uno de
los pasillos.
Vulpix
se encontraba desorientada en aquel inmenso jardin. Hacia un buen rato
que andaba por el, casi habia perdido la nocion del tiempo. Y ahora se
sentia perdida. Asustada, busco con la mirada una salida, sin encontrarla.
Un escalofrio recorrio su cuerpo. Noto ojos vigilandola estrechamente.
Sin darse cuenta tomo una posicion de ataque y convoco a su cosmos. Algo
venia... y no con muy buenas intenciones. Pronto se vio rodeada por un
grupo de criaturas horribles, de ojos color sangre, medio monstruos, medio
demonios. Sintio como su piel se erizaba. Miedo... eso era lo que sentia...
y hacia mucho tiempo que ella no sentia miedo. Las criaturas comenzaron
a atacarla, le lanzaban golpes con sus garras sucias y trataban de morderla.
Vulpix se deshizo de un buen numero de monstruos con uno de sus ataques
e hizo retroceder al resto con su cosmos. Pero estos planeaban algo...
Aunque no le dio tiempo a averiguarlo, porque un golpe en su nuca le hizo
perder el equilibrio. Sus ojos se nublaron y todo comenzo a volverse negro.
Esperaba sentir en cualquier momento el duro suelo, pero lo unico que sintio
fueron unos fuertes brazos sosteniendola y un aura muy poderosa que espanto
a todos los monstruos.
Leviathan
observo a la humana que sostenia en sus brazos. La cargo con cuidado y
la llevo hasta el dormitorio, depositandola suavemente en la cama. Reviso
con atencion su cuerpo mientras la desnudaba lentamente, comprobando que
no tenia ninguna herida grave. Solo el golpe en la cabeza y algun que otro
arañazo sin importancia. Le habia sorprendido que hubiera conseguido mantener
a raya a esos monstruos hasta su llegada. Sabia que tenia poder, pero no
sospechaba que tanto. Eso le hizo sonreir. La vio abrir los ojos, parpadeando
confusa. Cuando lo vio, sonrio con amargura.
-
Hasta ahi me vas a encontrar... - el la cogio de la barbilla, obligandola
a mirarle a los ojos.
-
Eres mia... no puedes huir de mi... - le susurro al oido, antes de comenzar
a besarla en el cuello. Ella se revolvio, pero los fuertes brazos del demonio
la retuvieron, manteniendola bajo su cuerpo. - Shist... yo se lo que tu
deseas... - la voz del demonio era todo sensualidad. Vulpix no pudo evitar
sentir como su cuerpo iba respondiendo a los besos y las caricias de Leviathan.
Cuando queria, el demonio era algo irresistible.
-
¿Y que es lo que yo deseo? - le pregunto la amazona en un susurro apagado,
tan debil que solo el demonio pudo oir.
-
A mi...
CONTINUARA...
