Tema de apertura.- Ángel Cruel
Broken Wings
Capítulo 2º
La sagrada urna, adornada con hermosos dibujos griegos, brilla tenuemente en la oscuridad de las entrañas de la habitación. El dorado brillo procedente del interior del hermético recipiente aumenta y disminuye a intervalos regulares, como si la luz que se haya encerrada en el luchase por salir.
Sus pasos son suaves y ágiles mientras su cuerpo se mueve con una gracia divina tal, que asemeja al vuelo de un pequeño y esbelto ruiseñor que surca la inmensidad de la bóveda celeste. Sin perder ni por un instante un solo ápice de su elegancia natural, se acerca a la urna y la observa con una sonrisa confiada bailando en su rostro. Una mano blanca y fina acaricia suavemente el recipiente obteniendo a cambio que la luz dorada se intensifique y la urna tiemble ligeramente; una carcajada clara y cristalina surge de su cuello de cisne estallando en el eco de la habitación.
-Así que los dorados han comenzado a despertar, -su voz es fina y sedosa a la par que relajante y sus ojos brillan con la ansiedad del deseo.- ¿De verdad crees que podrán hacer algo? No voy a quedarme cruzada de brazos, y lo sabes, si tú los empiezas a reunir. Yo empezaré a exterminarles por el bien de la humanidad.
La luz dorada de la urna sagrada aumenta aun más si cabe en intensidad iluminando por completo las columnas y paredes de la habitación mientras un nuevo temblor sacude el recipiente. La mujer retrocede apenas unos pasos y dirige otra mirada de superioridad al recipiente.
-No podrás salir de aquí y tus queridos dorados morirán antes de haber nacido.
***
Apenas puede reprimir un bostezo mientras sus párpados parecen empecinarse en adquirir un peso superior al que él puede soportar; su nublada mente por el sueño y el hastío consigue hacer que sus ojos se aparten de la visión del profesor hasta enfocarse en el chico que está sentado a su lado. Con el ligero asombro que su estado le permite tener, observa como la mano de su compañero vuela sobre el cuaderno dejando a su paso un rastro de tinta en forma de apuntes. Son ocasiones como esta las que hacen que se cuestione su objetivo, su razón para estar en ese lugar; cierra los ojos y deja que su mente vague en los recuerdos y pensamientos de antaño. Desde pequeño sintió que algo lo "llamaba" y sin embargo también sentía que su momento no acababa de llegar; una parte de su mente le decía una y otra vez que él estaba destinado a algo más grande e importante que todo aquello. Sin embargo con el paso de los años la voz había callado hasta convertirse en lo que ahora es, un simple eco del pasado casi olvidado.
El sonido de la campana inunda el lugar dando por terminada la jornada laboral; ambos muchachos salen aliviados de que la "tortura" haya llegado a su fin y encaminan sus pasos a la calle saliendo del instituto. Caminan en silencio hasta que finalmente uno de los dos rompe el silencio, el joven que aún sujeta en sus manos el cuaderno lleno de apuntes dirige una mirada triste y melancólica a su compañero mientras su boca convierte en palabras sus pensamientos.
-Te envidio.
Solo son dos palabras tan simples pero a la vez tan complejas y tan llenas de sentimiento que él solo puede sorprenderse sobremanera ante tal afirmación. Su mente se muestra incapaz de procesar la información, ¿cómo es posible que eso ocurra? Es él el que debería sentir envidia ya que es su compañero el de los grandes éxitos, el de la gran capacidad de estudio, el de brillante futuro.
-¿Qué dices? -Responde incrédulo tan pronto como recupera el sentido.- Soy yo el que debería envidiarte a ti, ¿no me has visto ahora en clase? ¡Estaba durmiéndome! Soy incapaz de prestar una mínima atención al profesor, así no llegaré a ningún lado.
-Tales. -Ambos muchachos se paran en mitad de la bulliciosa calle; a esas horas de la tarde la ciudad de Roma se convertía siempre en un hervidero de gente ya fuesen turistas o residentes que apresuraban sus pasos hacia su siguiente destino en la ruta que seguían.- Nos conocemos desde siempre y lo sabemos todo el uno del otro, ¿crees que puedes engañarme? Sé que no lo has olvidado.
Por supuesto que no lo había olvidado se dijo Tales, lo había intentado pero le era imposible, no importaba cuanto insistiese su parte racional o el resto del mundo. Aquella sensación se negaba a desaparecer por completo, tal vez ya no le llamase con voz apremiante y convincente, pero no desistía en su empeño de hacerle creer, de hacerle saber que él.
-Has nacido para algo más importante que esto, -la sentencia cayó firme e inquebrantable.- De niños me lo decías a todas horas y lo cierto es que, de alguna manera, yo también lo he notado.
-¿Y por qué hace eso que me envidies?
-A decir verdad, no estoy seguro, pero siento que hay algo para lo cual he llegado tarde y en lo que tú te has llevado el premio. Por eso te envidio.
-¿Por una tonta sensación? Rafael, te creía más inteligente que eso, una sensación no es importante, puede ser fruto de cualquier cosa y no pasa de ser intrascendental.
Tan pronto como ejecuta su sentencia se da cuenta de su error, nunca antes había sentido nada como eso, era como si algo se abrazase con fuerza a él haciéndole sentir pleno y completo. De repente todas las carencias que había podido apreciar en su alma quedan sanadas y olvidadas; la mente de Tales se pierde en esa calidez y en la confortable sensación que inunda su alma deseando por momentos quedarse así para siempre, para toda la eternidad. Y de pronto su alma clama por más de esa sensación, se siente lleno pero a la vez nota que le falta algo importante y el deseo de conocer la fuente de esas maravillosas sensaciones que inundan su alma estalla en su mente.
***
No sin cierto asombro, Rafael ve a Tales salir corriendo sin siquiera despedirse, y no le importa, ya que al igual que su amigo él también ha sentido "algo" aunque obviamente no de la misma manera que Tales. Con un suspiro apesadumbrado, Rafael mira los libros de estudios de Tales que yacen olvidados en el suelo y no puede si no sentir lástima por ellos ya que, al igual que él mismo, han sido abandonados por el muchacho que ahora corre en pos de su destino.
Y a pesar de que se alegra de que su amigo por fin cumpla sus sueños, se lamenta enormemente por su propio destino ya que sabe que nunca más será ya el complemento de Tales. Se acabaron las charlas hasta tarde y las miradas que les bastaban para comunicarse mil y una palabras antes que con sus bocas. Ahora que su momento ha llegado, Tales avanza hacia algo más importante que la vida que ha llevado hasta ahora, allí encontrará un alma que le complemente mucho más de lo que Rafael pudiese haber soñado nunca. Solo unos segundos escasos separaban los nacimientos de ambos muchachos que habían estado juntos desde entonces, sin separarse nunca, siempre juntos y unidos; como hermanos.
Con gesto triste Rafael recoge los libros de Tales y continúa su camino. Tal vez ya nunca vuelva a ver a su "hermano" pero aún puede hacer algo por él por lo que decide ir a su casa y prepararle las maletas, consciente de que una vez Tales halle su destino querrá irse con él lo antes posible.
***
-Capricornio.- un susurro apenas, roto por el bullicio de las calles de la ciudad pero aún así claramente audible para ellos dos.
Ambos la sienten, la maravillosa dicha que la conexión de sus destinos y sus almas les ofrece; aun cuando uno de ellos no sepa muy bien qué es lo que acontece en su vida en estos momentos, aun cuando la otra apenas es capaz de pensar claramente en medio de la dicha, la sorpresa y la melancolía que la inundan. Permanecen de pie, frente a frente, cada uno a la espera de un movimiento del otro; uno por desconocimiento de lo que ocurre, la otra por inseguridad. Y así el mundo podría llegar a su fin que a ellos no les importaría inmersos como están en sus pensamientos y sensaciones como si el mundo ya no existiese y solo quedasen ellos dos.
"Mírala," se dice a si mismo mientras sus ojos negros recorren la figura que está frente a él. "Tan solo mírala que de seguro que esta será la visión más maravillosa de lo que te resta de vida." Su mirada se detiene en la frente de la joven donde dos marcas finas y claras se dejan ver; posteriormente se fija en la ropa que viste una armadura dorada que brilla esplendorosamente otorgándole un aspecto casi divino a sus ojos. "¿Quién es? ¿Qué es? ¿Por qué me siento como si hubiese llegado a dónde quiera que estuviese viajando?"
-¿Qué me estas haciendo? -No planeaba comenzar así pero su lengua parece haber decidido hacer a la joven partícipe de sus pensamientos, aun cuando estos fuesen exclusivamente privados.- Jamás me había sentido así, ¿quién eres? Necesito saberlo.
-Soy Söra, -su voz flota dulcemente hasta los oídos de él.- Y también soy Aries; he venido a buscarte puesto que tú eres el destinado de Capricornio, ambos somos compañeros con un mismo futuro y destino por eso has venido a mí. Nos llamamos y atraemos mutuamente en pro de cumplir nuestra sagrada misión.
Es una sensación tan maravillosa, pero empieza a sentirse mareado y siente que ya no puede seguir sumergiéndose en ella o se ahogará; Söra también lo siente y repliega su energía, su cosmos permitiendo así a Tales recuperarse. Ahora que la sensación ha desaparecido, él se sorprende a si mismo observando a una joven corriente que luce una cinta en la frente y ropas normales; por un momento teme haber sufrido una alucinación, haber soñado despierto, un nuevo engaño producto de aquella maldita voz que intentaba enloquecerlo y hacerle creer en cosas imposibles. Los ojos de él observan vidriosos a los de ella, analizándolos con cuidado y detalle no dejando escapar el más ligero brillo o cambio que se produzca en ellos y entonces comprende que no ha sido un sueño pues en el fondo de esos ojos rojos puede ver la figura que había visto hace tan solo unos segundos. Y entonces entiende que esa figura dorada y majestuosa reside en el interior de ella y se pregunta a si mismo si acaso ella no habrá sufrido también una "visión" similar.
***
El pequeño apartamento céntrico permanece lleno de oscuridad y silencio hasta que el atronador sonido de unas llaves abriendo la puerta destruye la armonía y la calma de la residencia. Con gesto cansado, Rafael entra en el piso y enciende las luces, camina cabizbajo puesto que desde que Tales se fue se ha sentido a si mismo envejecer de repente. Demasiados años permitiendo que el muchacho de cabellos negros se convirtiese en el centro de su universo, demasiados años intentando complementar a quien no lo necesitaba ya que solo era cuestión de tiempo que háyase su auténtico complemento. Mientras dirige sus pasos a la habitación de su amigo el amargo pensamiento de haber malgastado todos esos años pasados cruza por su mente, pero lo deshecha con la misma rapidez con la que llega; tal vez otros se lamentasen de haber pasado todo ese tiempo viviendo para alguien que en el fondo no lo necesitaba, pero Rafael no pertenece a ese grupo, nunca lo ha hecho y no comenzará ahora.
Una sonrisa viaja por su rostro mientras recuerda cada uno de los momentos que ha vivido junto a Tales, ¿cómo podría arrepentirse de esos momentos siendo como son los más felices de su vida? Lo único que siente que puede reprocharse, lo único de lo que se lamenta es de que su último acto de amistad para con el que fue el centro de su vida, sea hacerle una triste maleta algo a su parecer demasiado burdo para alguien a quien le espera, sin duda, un futuro lleno de gloria. Entra en el dormitorio y enciende la luz, con la cabeza aún gacha, e inmerso como está en sus pensamientos no se percata de la otra persona que permanece de pie en la habitación con él.
-¿Eres Capricornio? -Una voz metálica y sin emociones nace de la garganta del hombre que con ojos carentes de brillo vigila cada movimiento del joven que está ante él.
Por unos minutos el miedo inunda el alma de Rafael al darse cuenta de la presencia del hombre, y aunque ciertamente nació bajo el signo de Capricornio sabe que no es eso lo que le está preguntando y siente que a quien ese hombre realmente busca es a su amado Tales. La posibilidad de negar la pregunta apenas dura un segundo al ser consciente de que es su amigo el perseguido por ese extraño hombre; una ligera mirada de sus ojos verdes cae sobre las maletas de Tales que yacen en una esquina de la habitación y una sonrisa con una ácida mezcla de alegría y melancolía baila en su cara cuando vuelve su mirada para enfrentar al misterioso hombre.
-Sí.
***
No hay palabras que basten para saciar el dolor, ni el vacío, ni el odio. Apenas es consciente de la situación puesto que a sus ojos es demasiado irreal, demasiado falsa e imposible como para ser real. Jamás recordará ese momento en primera persona si no como un testigo ajeno a los acontecimientos, un fantasma no invitado que presencia la tragedia y el dolor del fin de la vida. No recordará el peso del cuerpo de Rafael entre sus brazos, ni la calidez de la sangre que brotaba de su cabeza, ni la frialdad ni la rigidez de sus miembros; tan solo recordará el dolor cuando su amigo no correspondió al abrazo, cuando entró en su habitación y vio aquella figura conocida tendida en el suelo carente de vida, y ni siquiera se sentirá protagonista de esos recuerdos.
El dolor es intenso y real, apuñala su corazón con crueldad, regocijándose en la amarga hiel que derrama en su alma; y aun así se ve todo tan irreal, parece fruto de uno de sus sueños, de una de sus pesadillas y desea con toda la fuerza de su alma el despertar, abrir los ojos y encontrarse en clase con el rostro sonriente de Rafael a su lado mientras el profesor le regaña por dormirse en clase. Sí, entonces todo estaría bien, todo estará bien, en cuanto logre despertar. Solo tiene que despertarse y allí estarán esos amistosos ojos verdes recibiéndole. Basta con que abra sus ojos para ver aquella maravillosa sonrisa y oír aquella voz que aún resuena en sus oídos.
-Siento que hay algo para lo cual he llegado tarde y en lo que tú te has llevado el premio. Por eso te envidio.
Si tan solo pudiese despertar.
Tema de cierre.- Fantasía
Broken Wings
Capítulo 2º
La sagrada urna, adornada con hermosos dibujos griegos, brilla tenuemente en la oscuridad de las entrañas de la habitación. El dorado brillo procedente del interior del hermético recipiente aumenta y disminuye a intervalos regulares, como si la luz que se haya encerrada en el luchase por salir.
Sus pasos son suaves y ágiles mientras su cuerpo se mueve con una gracia divina tal, que asemeja al vuelo de un pequeño y esbelto ruiseñor que surca la inmensidad de la bóveda celeste. Sin perder ni por un instante un solo ápice de su elegancia natural, se acerca a la urna y la observa con una sonrisa confiada bailando en su rostro. Una mano blanca y fina acaricia suavemente el recipiente obteniendo a cambio que la luz dorada se intensifique y la urna tiemble ligeramente; una carcajada clara y cristalina surge de su cuello de cisne estallando en el eco de la habitación.
-Así que los dorados han comenzado a despertar, -su voz es fina y sedosa a la par que relajante y sus ojos brillan con la ansiedad del deseo.- ¿De verdad crees que podrán hacer algo? No voy a quedarme cruzada de brazos, y lo sabes, si tú los empiezas a reunir. Yo empezaré a exterminarles por el bien de la humanidad.
La luz dorada de la urna sagrada aumenta aun más si cabe en intensidad iluminando por completo las columnas y paredes de la habitación mientras un nuevo temblor sacude el recipiente. La mujer retrocede apenas unos pasos y dirige otra mirada de superioridad al recipiente.
-No podrás salir de aquí y tus queridos dorados morirán antes de haber nacido.
***
Apenas puede reprimir un bostezo mientras sus párpados parecen empecinarse en adquirir un peso superior al que él puede soportar; su nublada mente por el sueño y el hastío consigue hacer que sus ojos se aparten de la visión del profesor hasta enfocarse en el chico que está sentado a su lado. Con el ligero asombro que su estado le permite tener, observa como la mano de su compañero vuela sobre el cuaderno dejando a su paso un rastro de tinta en forma de apuntes. Son ocasiones como esta las que hacen que se cuestione su objetivo, su razón para estar en ese lugar; cierra los ojos y deja que su mente vague en los recuerdos y pensamientos de antaño. Desde pequeño sintió que algo lo "llamaba" y sin embargo también sentía que su momento no acababa de llegar; una parte de su mente le decía una y otra vez que él estaba destinado a algo más grande e importante que todo aquello. Sin embargo con el paso de los años la voz había callado hasta convertirse en lo que ahora es, un simple eco del pasado casi olvidado.
El sonido de la campana inunda el lugar dando por terminada la jornada laboral; ambos muchachos salen aliviados de que la "tortura" haya llegado a su fin y encaminan sus pasos a la calle saliendo del instituto. Caminan en silencio hasta que finalmente uno de los dos rompe el silencio, el joven que aún sujeta en sus manos el cuaderno lleno de apuntes dirige una mirada triste y melancólica a su compañero mientras su boca convierte en palabras sus pensamientos.
-Te envidio.
Solo son dos palabras tan simples pero a la vez tan complejas y tan llenas de sentimiento que él solo puede sorprenderse sobremanera ante tal afirmación. Su mente se muestra incapaz de procesar la información, ¿cómo es posible que eso ocurra? Es él el que debería sentir envidia ya que es su compañero el de los grandes éxitos, el de la gran capacidad de estudio, el de brillante futuro.
-¿Qué dices? -Responde incrédulo tan pronto como recupera el sentido.- Soy yo el que debería envidiarte a ti, ¿no me has visto ahora en clase? ¡Estaba durmiéndome! Soy incapaz de prestar una mínima atención al profesor, así no llegaré a ningún lado.
-Tales. -Ambos muchachos se paran en mitad de la bulliciosa calle; a esas horas de la tarde la ciudad de Roma se convertía siempre en un hervidero de gente ya fuesen turistas o residentes que apresuraban sus pasos hacia su siguiente destino en la ruta que seguían.- Nos conocemos desde siempre y lo sabemos todo el uno del otro, ¿crees que puedes engañarme? Sé que no lo has olvidado.
Por supuesto que no lo había olvidado se dijo Tales, lo había intentado pero le era imposible, no importaba cuanto insistiese su parte racional o el resto del mundo. Aquella sensación se negaba a desaparecer por completo, tal vez ya no le llamase con voz apremiante y convincente, pero no desistía en su empeño de hacerle creer, de hacerle saber que él.
-Has nacido para algo más importante que esto, -la sentencia cayó firme e inquebrantable.- De niños me lo decías a todas horas y lo cierto es que, de alguna manera, yo también lo he notado.
-¿Y por qué hace eso que me envidies?
-A decir verdad, no estoy seguro, pero siento que hay algo para lo cual he llegado tarde y en lo que tú te has llevado el premio. Por eso te envidio.
-¿Por una tonta sensación? Rafael, te creía más inteligente que eso, una sensación no es importante, puede ser fruto de cualquier cosa y no pasa de ser intrascendental.
Tan pronto como ejecuta su sentencia se da cuenta de su error, nunca antes había sentido nada como eso, era como si algo se abrazase con fuerza a él haciéndole sentir pleno y completo. De repente todas las carencias que había podido apreciar en su alma quedan sanadas y olvidadas; la mente de Tales se pierde en esa calidez y en la confortable sensación que inunda su alma deseando por momentos quedarse así para siempre, para toda la eternidad. Y de pronto su alma clama por más de esa sensación, se siente lleno pero a la vez nota que le falta algo importante y el deseo de conocer la fuente de esas maravillosas sensaciones que inundan su alma estalla en su mente.
***
No sin cierto asombro, Rafael ve a Tales salir corriendo sin siquiera despedirse, y no le importa, ya que al igual que su amigo él también ha sentido "algo" aunque obviamente no de la misma manera que Tales. Con un suspiro apesadumbrado, Rafael mira los libros de estudios de Tales que yacen olvidados en el suelo y no puede si no sentir lástima por ellos ya que, al igual que él mismo, han sido abandonados por el muchacho que ahora corre en pos de su destino.
Y a pesar de que se alegra de que su amigo por fin cumpla sus sueños, se lamenta enormemente por su propio destino ya que sabe que nunca más será ya el complemento de Tales. Se acabaron las charlas hasta tarde y las miradas que les bastaban para comunicarse mil y una palabras antes que con sus bocas. Ahora que su momento ha llegado, Tales avanza hacia algo más importante que la vida que ha llevado hasta ahora, allí encontrará un alma que le complemente mucho más de lo que Rafael pudiese haber soñado nunca. Solo unos segundos escasos separaban los nacimientos de ambos muchachos que habían estado juntos desde entonces, sin separarse nunca, siempre juntos y unidos; como hermanos.
Con gesto triste Rafael recoge los libros de Tales y continúa su camino. Tal vez ya nunca vuelva a ver a su "hermano" pero aún puede hacer algo por él por lo que decide ir a su casa y prepararle las maletas, consciente de que una vez Tales halle su destino querrá irse con él lo antes posible.
***
-Capricornio.- un susurro apenas, roto por el bullicio de las calles de la ciudad pero aún así claramente audible para ellos dos.
Ambos la sienten, la maravillosa dicha que la conexión de sus destinos y sus almas les ofrece; aun cuando uno de ellos no sepa muy bien qué es lo que acontece en su vida en estos momentos, aun cuando la otra apenas es capaz de pensar claramente en medio de la dicha, la sorpresa y la melancolía que la inundan. Permanecen de pie, frente a frente, cada uno a la espera de un movimiento del otro; uno por desconocimiento de lo que ocurre, la otra por inseguridad. Y así el mundo podría llegar a su fin que a ellos no les importaría inmersos como están en sus pensamientos y sensaciones como si el mundo ya no existiese y solo quedasen ellos dos.
"Mírala," se dice a si mismo mientras sus ojos negros recorren la figura que está frente a él. "Tan solo mírala que de seguro que esta será la visión más maravillosa de lo que te resta de vida." Su mirada se detiene en la frente de la joven donde dos marcas finas y claras se dejan ver; posteriormente se fija en la ropa que viste una armadura dorada que brilla esplendorosamente otorgándole un aspecto casi divino a sus ojos. "¿Quién es? ¿Qué es? ¿Por qué me siento como si hubiese llegado a dónde quiera que estuviese viajando?"
-¿Qué me estas haciendo? -No planeaba comenzar así pero su lengua parece haber decidido hacer a la joven partícipe de sus pensamientos, aun cuando estos fuesen exclusivamente privados.- Jamás me había sentido así, ¿quién eres? Necesito saberlo.
-Soy Söra, -su voz flota dulcemente hasta los oídos de él.- Y también soy Aries; he venido a buscarte puesto que tú eres el destinado de Capricornio, ambos somos compañeros con un mismo futuro y destino por eso has venido a mí. Nos llamamos y atraemos mutuamente en pro de cumplir nuestra sagrada misión.
Es una sensación tan maravillosa, pero empieza a sentirse mareado y siente que ya no puede seguir sumergiéndose en ella o se ahogará; Söra también lo siente y repliega su energía, su cosmos permitiendo así a Tales recuperarse. Ahora que la sensación ha desaparecido, él se sorprende a si mismo observando a una joven corriente que luce una cinta en la frente y ropas normales; por un momento teme haber sufrido una alucinación, haber soñado despierto, un nuevo engaño producto de aquella maldita voz que intentaba enloquecerlo y hacerle creer en cosas imposibles. Los ojos de él observan vidriosos a los de ella, analizándolos con cuidado y detalle no dejando escapar el más ligero brillo o cambio que se produzca en ellos y entonces comprende que no ha sido un sueño pues en el fondo de esos ojos rojos puede ver la figura que había visto hace tan solo unos segundos. Y entonces entiende que esa figura dorada y majestuosa reside en el interior de ella y se pregunta a si mismo si acaso ella no habrá sufrido también una "visión" similar.
***
El pequeño apartamento céntrico permanece lleno de oscuridad y silencio hasta que el atronador sonido de unas llaves abriendo la puerta destruye la armonía y la calma de la residencia. Con gesto cansado, Rafael entra en el piso y enciende las luces, camina cabizbajo puesto que desde que Tales se fue se ha sentido a si mismo envejecer de repente. Demasiados años permitiendo que el muchacho de cabellos negros se convirtiese en el centro de su universo, demasiados años intentando complementar a quien no lo necesitaba ya que solo era cuestión de tiempo que háyase su auténtico complemento. Mientras dirige sus pasos a la habitación de su amigo el amargo pensamiento de haber malgastado todos esos años pasados cruza por su mente, pero lo deshecha con la misma rapidez con la que llega; tal vez otros se lamentasen de haber pasado todo ese tiempo viviendo para alguien que en el fondo no lo necesitaba, pero Rafael no pertenece a ese grupo, nunca lo ha hecho y no comenzará ahora.
Una sonrisa viaja por su rostro mientras recuerda cada uno de los momentos que ha vivido junto a Tales, ¿cómo podría arrepentirse de esos momentos siendo como son los más felices de su vida? Lo único que siente que puede reprocharse, lo único de lo que se lamenta es de que su último acto de amistad para con el que fue el centro de su vida, sea hacerle una triste maleta algo a su parecer demasiado burdo para alguien a quien le espera, sin duda, un futuro lleno de gloria. Entra en el dormitorio y enciende la luz, con la cabeza aún gacha, e inmerso como está en sus pensamientos no se percata de la otra persona que permanece de pie en la habitación con él.
-¿Eres Capricornio? -Una voz metálica y sin emociones nace de la garganta del hombre que con ojos carentes de brillo vigila cada movimiento del joven que está ante él.
Por unos minutos el miedo inunda el alma de Rafael al darse cuenta de la presencia del hombre, y aunque ciertamente nació bajo el signo de Capricornio sabe que no es eso lo que le está preguntando y siente que a quien ese hombre realmente busca es a su amado Tales. La posibilidad de negar la pregunta apenas dura un segundo al ser consciente de que es su amigo el perseguido por ese extraño hombre; una ligera mirada de sus ojos verdes cae sobre las maletas de Tales que yacen en una esquina de la habitación y una sonrisa con una ácida mezcla de alegría y melancolía baila en su cara cuando vuelve su mirada para enfrentar al misterioso hombre.
-Sí.
***
No hay palabras que basten para saciar el dolor, ni el vacío, ni el odio. Apenas es consciente de la situación puesto que a sus ojos es demasiado irreal, demasiado falsa e imposible como para ser real. Jamás recordará ese momento en primera persona si no como un testigo ajeno a los acontecimientos, un fantasma no invitado que presencia la tragedia y el dolor del fin de la vida. No recordará el peso del cuerpo de Rafael entre sus brazos, ni la calidez de la sangre que brotaba de su cabeza, ni la frialdad ni la rigidez de sus miembros; tan solo recordará el dolor cuando su amigo no correspondió al abrazo, cuando entró en su habitación y vio aquella figura conocida tendida en el suelo carente de vida, y ni siquiera se sentirá protagonista de esos recuerdos.
El dolor es intenso y real, apuñala su corazón con crueldad, regocijándose en la amarga hiel que derrama en su alma; y aun así se ve todo tan irreal, parece fruto de uno de sus sueños, de una de sus pesadillas y desea con toda la fuerza de su alma el despertar, abrir los ojos y encontrarse en clase con el rostro sonriente de Rafael a su lado mientras el profesor le regaña por dormirse en clase. Sí, entonces todo estaría bien, todo estará bien, en cuanto logre despertar. Solo tiene que despertarse y allí estarán esos amistosos ojos verdes recibiéndole. Basta con que abra sus ojos para ver aquella maravillosa sonrisa y oír aquella voz que aún resuena en sus oídos.
-Siento que hay algo para lo cual he llegado tarde y en lo que tú te has llevado el premio. Por eso te envidio.
Si tan solo pudiese despertar.
Tema de cierre.- Fantasía
