Una segunda oportunidad de...
Capítulo III: "Una segunda oportunidad de..."
Totalmente concentrada en su lectura, pretendía de alguna manera no ser molestada y por eso mismo había aceptado ir con ella en lugar de contar con la usual compañía de Ron y Harry. Pero sucedía que al final de cuentas, acababa por desconcentrarse aún más. Con nerviosismo Ginny leía y releía una y otra vez sus pergaminos y hacía una que otra anotación de último momento.
Los primeros minutos estuvieron aceptables, era lógico que se pusiera tan nerviosa antes de un exámen, pero ahora comenzaba a hastiarla con tanta tensión. Para colmar su paciencia, comenzó un incesable golpeteo con su pie izquierdo contra el piso de la biblioteca. Carraspeó, para llamar la atención de la pelirroja. El golpeteo acabó.
- Bien, comprendo que estés nerviosa y todo eso Ginny pero... comienzas a ponerme nerviosa a mí también.
- Disculpa Hermione, y gracias por ayudarme cuando revisaste mis notas, en serio.- dijo en forma precipitada.
- Ehmp, pero si no necesitas mi ayuda, siempre fuiste una buena alumna. Si solo te aplicaras en pociones a lo largo del año tanto como lo haz hecho toda esta semana, te iría mucho mejor.- comentó con una cálida sonrisa, que tranquilizo bastante a la pelirroja.
- Sí, puede ser pero tengo miedo, ya sabes como es Snape, para él nada es suficiente y no puedo darme el lujo de reprobar otra vez, mis padres me matarían.
- ¡Vamos Gin! No te asustes tanto, basta con que des tu mejor esfuerzo, además no puedes subestimarlo, Snape es muy impredecible cuando quiere.
- Eso me da más temor aún...
- Y además te ha dado una segunda oportunidad, ¡Todavía no puedo creérmelo! No he sabido que haya dado segundas oportunidades antes, ni siquiera a los Slytherin, puede que sea bastante descarado al favorecer a su casa, pero aún así él es tan o más exigente con ellos que nos los demás. Creo que quiere sacar buenos estudiantes de entre sus favoritos.
- Uhm, puede ser. ¿Qué hora es?- preguntó, regresando a su pose de tensión.
- Ya casi es hora, te digo que tienes mala cara, no me hiciste caso cuando te dije que desayunaras. Tienes el estómago vacío, ¿o me equivoco?
Ginny negó con la cabeza.
- Tuve un sueño donde por los nervios comía tanto que luego vomitaba sobre Snape.- juró con una semi sonrisa descompuesta en el rostro. Hermione lo tomó como una gracia y rompió a reír.
- ¿Es en serio?- volvió a asentir con más rapidez y con una palidez enfermiza más acentuada. Hermione dejó el libro que leía sobre la mesa, y se puso de pie, colocándose detrás de Ginny para frotarle los hombros.
- Gracias, necesito apoyo moral.
- No hay problema, te haz peinado mal, ¿te molesta si te peino otra vez?- consultó, pero mientras tanto ya iba soltando el cabello que hasta entonces Ginny traía atado en una cola baja.
Era miércoles, habían entrenamiento de Quidditch, por eso mismo no había muchas mujeres en la biblioteca a esa hora. La mayoría de las niñas menores que ella se paseaba todo el entrenamiento sentada en las gradas del campo suspirando por sus amores imposibles (cabe destacar que su buena amiga Luna no perdía la oportunidad de ver el entrenamiento de Gryffindor -n/a: ¿por qué seeraaaa???-). Detestable pensar que, aunque nunca había hecho eso, ella pudo considerarse como una más de ellas en tiempo no tan pasado.
A decir verdad, tampoco habían muchos hombres, solo unos pocos como Neville (que intentaba estudiar encantamientos él solo) ubicado en una mesa cercana a madam Pince. Y otra persona conocida, sentada en una mesa ella sola, y aparentemente muy concentrada en sus tareas, se encontraba esa chica de Slytherin que la había ayudado antes, en pociones, aún no tenía muy claro sus intenciones, por un lado parecía que ella realmente había querido ayudarle, pero por otro, era una Slytherin y no descartaba la posibilidad de algo premeditado por la misma para hacerla quedar mal ante todos y Snape.
- Mione, ¿conoces a esa chica?- señaló discretamente hacia la mesa junto a la ventana con más luminosidad en toda la biblioteca.- Uhmm... solo de vista, ¿No es una Slytherin?- Ginny asintió.- ¿Por qué preguntas?
- No, por nada...- pegó un pequeño brinco en su asiento al escuchar sonar el timbre. Ya era hora.
- Bien, mejor ve, y buena suerte.
- ¡No! Espera Hermione, no he repasado...- exclamó, poniéndose de pie en un salto brusco.
- Te peiné en una trenza, ¿te gusta?
- No tengo tiempo, me voy.- agarró unos pocos pergaminos y salió corriendo, ante la reprobadora mirada de madam Pince, y una advertencia verbal que pasó por alto como ya un par de veces anteriores.
Usualmente no se permitía correr en los pasillos, los prefectos solían pararlos y quitarles puntos, pero no había ninguno a la vista y no quería llegar tarde así que aumentó su velocidad.
Con esa aceleración llegó mucho antes de lo esperado a las mazmorras, donde tomaban pociones, golpeó la puerta, y desde adentro la voz de su extraño ex- mortífago profesor le indicó que entrara.
El salón de veía un tanto desordenado, era bastante evidente que todo un grupo de alumnos acababa de salir de clase. Pensó que había llegado muy temprano, pero Snape (que ya la esperaba con todo un caldero y ingredientes listos sobre su escritorio) no se lo reclamó, así que sintió que estaba bien.
- Ah, profesor...
- Adelante Weasley, solo tiene un par de minutos antes de que Filch venga a hacer su trabajo.- claro, era costumbre que el celador y su extraña mascota (por no decir fea y desquiciada) hicieran la limpieza de los salones de clase una vez acabado el día, y generalmente el de pociones era uno de los primeros (a decir verdad era el segundo, McGonagall consideraba que su salón quedaba en peor estado como para esperar o secundar).
Caminó con lentitud, dejó sus notas sobre un asiento vacío y de dirigió hacia donde Snape estaba.
Las indicaciones fueron más o menos rápidas debía preparar la misma poción de la gloria pero usando un método para que su efecto sea controlado según las dosis. Era complicado, pero ya no sintió tantos nervios porque sabía como hacerlo.
Mientras ella cortaba raíces y demás, Snape se mantuvo detrás de él vigilando sigilosamente ningún tipo de trampas ni equivocaciones fatales. Para su suerte, no las hubo.
Más o menos treinta minutos después ya había acabado.
- Señor ya... ya acabé la poción. - dijo, esperando con nerviosismo la reacción del maestro.
La hizo a un lado, y miró con detenimiento el caldero. Ocultando sus manos detrás de su túnica, cruzó los dedos, por favor !!!
- Está bien. Puede irse Weasley.- hizo un ademán con su mano indicándole que se fuera cuanto antes.
- Estem... ¿estoy aprobada?- quiso saber antes de cerrar la puerta. Snape asintió con un gesto imperceptible.
Ginny sonrió sin contenerse.
- ¿Con nota máxima?- la mirada de Snape se endureció más de lo que había visto hasta entonces.
- En sus mejores sueños señorita Weasley.- Ginny sonrió más aún, bien, el viejo Snape no había cambiado del todo.
Cerró la puerta y salió corriendo por el pasillo. Estaba feliz, más aliviada, no había salido con nota excepcional pero había pasado. Y ahora no debía preocuparse por Snape hasta el próximo exámen que sería después de navidad. Tenía que avisarle a Hermione, ella le había ayudado mucho a estudiar, pero estaba consiente de que no todo había sido gracias a ella.
Había alguien a quién no había tomado en cuenta, el principal responsable de su segunda oportunidad. Malfoy, debía verlo para agradecerle su ayuda. No lo había visto mucho desde el partido, ya que se había pasado en la biblioteca estudiando todo el tiempo que tenía disponible, incluso el de las comidas. Pero ahora que se había librado de todo, quería verle, necesitaba hacerlo.
¿Pero dónde encontrarlo a esas horas del día? Era miércoles, seguramente entrenando con el equipo de Quidditch, sin embargo ya estaba oscureciendo, el entrenamiento habría acabado. De forma que solo podía encontrarlo en un lugar posible. Solo esperaba estar a tiempo.
Llegó hasta uno de los pasillos, el más transitado por los Slytherin porque solo llevaba hasta su sala común (sí, de hecho sabía donde quedaba gracias a Harry y a su hermano). Se escondió junto a una armadura de yelmo dorado, donde solo debía rogar haber llegado antes que él.
Los rumores de voces altaneras y presumidas llegaron por el extremo opuesto a la puerta de entrada a la sala común. Todo un grupo de Slytherin, por lo visto el entrenamiento había acabado recientemente porque desde el campo es de donde parecían llegar. Encabezando el grupo estaba Alec Randall, un muchacho de sexto, guardián del equipo, que llegaba pavoneándose con Rosie McDougal colgada de su brazo. Por poco y Ginny vomita al verlos, tan arrogantes que parecían chiste.Por detrás llegaron más Slytherins que no conocía, y luego los de séptimo, Pansy Parkinson y su grupo de bobas que usualmente iban a las prácticas, se contorneaban por el pasillo, riendo tontamente y comentando idioteces seguramente. Ellas iban muy pegadas a dos muchachos altos, enseguida Ginny los reconoció como Blaise Zabini y Draco Malfoy. Estos dos últimos, ajenos a la existencia de Pansy y sus bobas, venía charlando de algo seriamente. Al menos era lo que el entrecejo fruncido del rubio le indicaban.
Al verlo casi saltó de júbilo, aunque luego sintió frío en las rodillas que habían comenzado a temblar. Ahora cómo hacerse notar, esperó que Pansy y las otras pasaran y le dieran la espalda para no ser descubierta, pensó en dejarse ver por Draco, pero así también Blaise la descubriría.
Comenzaba a impacientarse, hasta que para su sorpresa algo pasó.
- Espera Zabini, tengo que hacer algo antes. - pronunció Malfoy, deteniéndose muy cerca de su escondite.
- ¿Eh?- se detuvo el otro muchacho, de cabello castaño y enigmáticos ojos verdes.- ¿Qué cosa?
- Solo un asunto, nada que te interese. - insistió Draco con algo de fastidio. Pero su compañero no cedía.
- ¿Qué asunto? ¿No me lo puedes decir?
- ¿Desde cuándo tengo que rendirte cuenta de mis actos Zabini? Vete de una vez, ¿quieres?
- Está bien, que carácter, estabas contento hoy en la práctica y de repente...- la mirada gris se le dirigió más afilada y amenazante.- Ok, ok, ya me voy.- Era clara la advertencia, no molestes y vete de aquí.
Con un vago ademán a modo de despedida, Blaise lo saludó y corrió para alcanzar a los demás del grupo, que ya habían ingresado a la sala común. Malfoy se quedó ahí, de pie, vigilando como Zabini ya se iba, con ambas manos en los bolsillos de pantalón de su uniforme.
- ¿Querías verme?- preguntó, alzando la voz, pero sin ver hacia la estatua por donde la chica salió enseguida.
- ¿Cómo sabías que estaba aquí?- dijo con más que nada alivio en su voz. Al salir, él la miró y sonrió como si fuese una pregunta sobre todo obvia la que acababa de hacerle.
- Imposible no hacerlo, tu cabello es la cosa más llamativa en todo Hogwarts. - Ginny se ruborizó porque él tenía razón, ella y sus pecas eran muy populares en el colegio, no conocía a nadie más con aquellas cualidades.
- Quiero decirte algo...- Draco asintió comprendiendo enseguida. Miró hacia ambos lados, y luego le hizo una seña con la cabeza para que lo siguiera. Regresando por el mismo camino, tomaron un nuevo pasillo hacia la mano derecha, que acababa casi enseguida y que solo contaba con una puerta más vieja que las comúnmente vistas en el castillo.
Él se acercó a inspeccionar primero, visto que no había nadie le permitió entrar. Ginny pasó primero, se trataba de un aula vieja que ella nunca antes había visto. De hecho eso no la sorprendía, seguramente habrían muchas más aulas que no eran de su conocimiento así que no era la gran cosa. Estaba un poco sucia, sobre todo los pisos que con cada paso nuevo que daba marcaba una bien vistosa huella, y los muebles permanecían cubiertos con mantas blancas tornadas en grises por el polvo.
Oyó la puerta trabarse tras suyo, y comprendió que no había vuelta atrás, se encontraba literalmente encerrada con Malfoy. Viró para verlo. Él estaba inmutable, pero con una ligera sonrisa (muy ligera en realidad, cualquiera diría que estaba serio) y sus ojos con un brillo bastante especial oscilando en ellos.
- ¿Y bien?- preguntó él. Ginny sonrió con nerviosismo, era entonces cuando ella debía hablar.
- Sí... este... pues verás... tu... estem yo...
- ¿Vas a seguir vacilando otros diez minutos más o finalmente sí me dirás lo que quieres?- preguntó, con una pizca de humor en su voz. Por dios, estaba haciendo el ridículo.
- Gracias.- largó de repente. Eso sí lo había tomado por sorpresa, enarcó sus cejas sin comprender bien a qué se refería.- ¿Fuiste tu verdad? Hiciste que Snape me diera una segunda oportunidad para el examen, y me fue bien está vez. Yo solo quería agradecerte.
- Ah... - aceptó, con aspecto decepcionado. - ¿Eso era todo? Está bien.- dijo desganado.
- ¿Es que... esperabas algo más?- preguntó Ginny, acercándose un poco más a él.
- No, no... solo... no nada.- dijo, y buscó la perilla de la puerta. Con una curiosidad ingenua Ginny se acercó más.
- Espera, espera, dime... Por favor.
- Es solo, que me pareció una forma bastante vaga para agradecerme.- entrecerró sus ojos, para mirarla en forma más objetiva, esperando una reacción. Ginny sonrió comprendiendo a qué se refería, no era nada lerdo.
La pelirroja se acercó más, tuvo que ponerse de puntitas de pie para alcanzarlo pero finalmente lo hizo, encerró sus manos al rededor de su cuello y buscó sus labios, que primeramente solo se rozaron con sus suyos. El exhaló, dejando escapar una inaudible y corta risita. Y pronto sus brazos se enredaron en la estrecha cintura de la chica, atrayéndola más hacia él.
Como de costumbre para ella era divinamente increíble. Lo que solo comenzaba con besos cortos e inocentes, continuaba en mordidas de labios, besos más profundos y apasionados, cargados de energía y muchas ganas. Él la abrazó más fuerte, y todo comenzó a subir de intensidad peligrosamente, perdiendo el equilibrio tambalearon hasta encontrar la pared con la espalda de Ginny. Era bastante riesgoso que él la tuviera arrinconada así.
Por falta de aire más que pudor se separó de él. Sus respiraciones entrecortadas se juntaban en el peligroso estrecho de apenas milímetros que impedían que sus labios estuvieran en contacto.
- ¿Está mejor?- preguntó Ginny.
- Mucho.- y la envistió nuevamente.
* * *
En la noche, antes de la cena, la puerta de entrada a la sala común se abrió nuevamente. En el centro de la misma, junto al calor de un pequeño fuego fabricado por los estudiantes, unos cuantos de ellos de séptimo año charlaban animosamente, y de ves en cuado uno que otro hacía una broma grosera que los hacía reír con fuerza. Tan solo había tres mujeres en el grupo de no más de doce personas, Pansy Parkinson entre ellas.
Draco entró y enseguida lo vieron, casi con monotonía caminó hasta ellos y buscó sentarse junto a Blaise, que estaba un poco más alejado de los demás. Cayó pesadamente sobre una de las sillas talladas, exhaló con fuerza al sentarse.
- ¿Ya está? Supongo que ya resolviste ese "asuntito" tuyo. Que será, que será... ¿me vas a dejar con la intriga?- preguntó Blaise.
- Por el momento.
- Aunque por tu estado puedo adivinarlo, cabello despeinado, respiración agitada, todavía te salta el pecho, mejillas... ligeramente sonrosadas, o has estado haciendo ejercicio, lo que francamente no creo, o tuviste un arrumaco a mis espaldas. ¿Es eso no?
- No me digas, que perspicaz Zabini.- manifestó con sarcasmo.
- ¿Pero por qué habrías de esconderlo?- se frotó la barbilla.- Será!! Ya lo tengo- chasqueó la lengua.- Es una de segundo y por eso no quieres que lo sepamos.
- ¿Qué cosa dices?
- Sí, nunca estuviste deacuerdo con que algunos de los chicos más grande se acostaran con las menorcitas, te parecía que se pasaban, y por eso ahora lo ocultas. No te gusta contradecirte y que tu palabra pierda efecto, ¿no es verdad?
- Hablas de más Zabini- se rió con languidez- Y según tu, ¿con quién estoy andando?
- Uhmm... buena pregunta, ¿será Lisa Cobhar? A decir verdad también yo le tenía muchas ganas pero ya que...
- No, no es ella. Mejor no hables. ¿Qué están haciendo? No me digas que ya hay otra vez... Blaise asintió sonriente. - Las chicas lo consiguieron, ¿por qué crees que los demás muchachos están dejando que se queden a oír la plática?
- Mierda, y pensé que ya estaría en paz.
- ¿No quieres Draco?- ofreció Marie, mucho más dispuesta a darle que a Blaise.
- No.- denegó el ofrecimiento seriamente.
- Si quieres más tarde puedes ir a mi habitación, todavía tenemos mucha.
- ¿Es mi imaginación o Marie se te insinuó?- se burló Blaise al oído del muchacho rubio.- Suertudo.
- Deberían pararle a las pociones ilegales, no sé como hicieron para ingeniárselas y traer más, pero si Dumbledore y Snape los atrapan esta vez las consecuencias serán graves.
- ¡Rodarán cabezas!- festejó a modo de burla, Zabini. En sus ojos enrojecidos ya se podía leer el efecto que estaba haciendo lo recientemente ingerido.
- Ya me costó el puesto de prefecto, ahora puede ser la expulsión. No quiero arriesgarme a eso por una idiotez.- ¿Qué? ¿Por qué te quieres mantener limpio Dragoncito? Si recuerdo que antes que tu querido padrinito nos encontrara te gustaba tanto como a nosotros. - notablemente enfadado por lo que había dicho, Draco lo tomó por el cuello de su camisa con fuerza.
- Ya te he dicho que no se lo digas a nadie.- lo soltó con un empujón.- No se puede hablar contigo en ese estado. ¡Y no me llames Dragoncito!
- Es cierto, no quieres que sepan que Snape es tu padrino, yo en tu lugar lo aprovecharía mejor. ¿En verdad no quieres?- le acercó un poco de la sustancia azulada.
- Al diablo Zabini, de ahora en más necesitaré pensar claro y no que mis neuronas mueran de a
miles por segundo. Sabes mejor que yo lo que nos espera.- agravó más su voz y Zabini se puso serio.
- ¿Dices del señor oscuro? Ah, mi papá me mandó una carta hace un par de días, las cosas de ponen buenas.- se frotó ambas manos.
- Según desde qué bando estés hablado Zabini, por lo pronto no quiero ser el sirviente de nadie.- comentó con la mirada perdida.
- ¿Piensas oponerte a lo que tu padre diga? - abrió los ojos con sorpresa, Draco no le contestó nada.
* * *
El invierno se pronunciaba más, las capas de nieve habían cubierto por completo el terreno exterior del castillo, las prácticas de quidditch se encontraban suspendida por el frío, y aunque aún estaba permitido, muy pocos se arriesgaban a salir. Para entonces, la mayoría de los alumnos optaba por salir de clases e ir directamente a su sala común, donde se estaba mucho más cómodo y abrigado que en cualquier otro lugar del castillo.
Miró el reloj en su muñeca izquierda, ese viejo cacharro cada vez andaba peor, no era para nada confiable, se paraba de a veces y tenías que darle unos golpecitos para que andara de nuevo. El tiempo transcurría muy lento, demasiado para ella. ¿Cuánto más debería esperar?
- Deja en paz ese reloj, por mucho que lo mires el tiempo irá más rápido, por lo contrario, parecerá que no transcurre nunca. - dijo Hermione, que sentada frente al fuego leía un nuevo libro algo pequeño para los que usualmente solía tener.
- Ya sé, ¿estás estudiando? - preguntó Ginny, acercándose y tomando asiento junto ella.
- Por quién me tomas, esta vez solo leo una novela. ¿Por qué no lees algo para matar el tiempo?- Ginny negó con la cabeza.
- Nahh.. me gusta leer pero eso me tensiona más, no sirve de mucho. ¿Es una novela romántica? "Dónde busqué un corazón"- leyó el título.- Ja, muy empalagoso.
- No tanto, lo tenía olvidado en mi baúl, tu hermano me lo regaló cuando cumplí quince y nunca había tenido mucho tiempo para leerlo. Pero está bueno.
-Uhm...
- Si estás tan aburrida cómo es que no estás con Luna.-recomendó sin interrumpir su lectura.
- Estuve con ella hace un rato, pero tuvo que irse a su club de encantamientos... ya sabes- miró nuevamente su reloj, no había pasado más de tres minutos.
- ¿Y se puede saber qué esperas? Te veo extraña, algo alegre, ¿no será que tienes un novio y no nos has dicho nada? - le pellizcó una mejilla juguetonamente.
- No, ¡qué dices Mione! para nada...- bajó la mirada buscando consuelo en sus zapatos por única vez, tenía tantas ganas de contárselo a alguien que si insistía más iba a hacerlo, aunque pensándolo nuevamente, Hermione no la comprendería. Y Luna ya estaba sospechando algo al igual que ella, no sabía con certeza cuanto más podría ocultarlo.- ¿Harry y Ron no han venido aún?
- Tenían adivinaciones, pero ya se están tardando...- admitió.- ¿No son esas Lavender y Parvati? -señaló la pelirroja hacia uno de los extremos de la sala común, dos chicas entablando una acalorada conversación con otras chicas más.- ¿No comparten clases con ellos?
- Que raro entonces...
El retrato de la señora gorda que cubría la entrada a la sala común de Gryffindor se abrió, dejando entrar a Dean, Ron y Harry, este último no tenía muy buen rostro, se veía algo pálido y sudoroso.
- ¿Qué le sucede a Harry?- preguntó Ginny al percatarse, Hermione dejó su libro y ayudó a Ron para sentar a Harry en un lugar caliente junto a fuego.
- ¿Qué pasó Ron? - preguntó Hermione, bastante preocupada por su amigo.
- Venimos de la enfermería, a final de nuestra clase de adivinación Harry tuvo un accidente...- Ron miró a su amigo, inseguro de sí debía seguir hablando o no.
- Mi cicatriz me dolió de nuevo.- aseguró el moreno con voz profunda, Ginny, que no estaba segura de lo que eso significaba se volvió para preguntar, por el rostro de Hermione sabía que eso no era nada bueno. Estaba enterada de las veces que Harry se había desmayado o convulsionado en clases por dolores extraños pero no sabía a que atribuirlos.
- ¿Y estás bien?- preguntó, Harry y Ron la miraron como si no se hubieran dado cuenta de su presencia hasta entonces.
- Sí... solo que esperaba que mi cicatriz no molestara tan pronto, no es una buena señal... - admitió claramente perturbado.-
- Debemos ir y decirle a Dumbledore.
- Ron tiene razón Harry, vamos ya mismo a decírselo. - coincidió Hermione muy decidida.
La alarma del reloj de Ginny comenzó a sonar, detuvo el sonido, ya era la hora.
- Ve Ginny, ¿no habías estado esperando? - dijo Hermione al notar que la pelirroja dudaba de marcharse.
- Pero...- se mordió el labio.- No puedo dejarlos en algo así...
- Ginny no dejes que esto afecte tus cosas, es suficiente conque tenga que arrastrar a Hermione y Ron en esto. - finalmente Harry la convenció, no con sus palabras, sino con su semi sonrisa y mirada intensa. Era sin duda un muchacho muy fuerte para tener solo diecisiete años, admirable.
- Está bien, cuídate Harry.- se acercó y le dio un beso en la mejilla antes de marcharse.
_---------_--------------_---------_---------------_---------------_-------- ----------_------
Empujó la puerta pesada, cada vez daba más trabajo abrirla.
- Como supuestamente nadie viene a esta aula no la mantienen, que no te extrañe que en un par de semanas sea imposible entrar otra vez. ¿Por qué tardaste?- dijo a modo de saludo el muchacho, de pie junto a una amplia ventana de vidrio. Él la había estado esperando como de costumbre, por más que tratara no llegaría antes a sus encuentros.
- La sala común de Slytherin está apenas a unos metros de aquí, estamos en desventajas teniendo en cuenta que yo tengo que bajar corriendo desde la torre de Gryffindor, ¿no te haz puesto a pensar en eso?
El rubio asintió despreocupadamente.
- No deberías tardar más de quince minutos, pero te tardaste unos diez más... - dijo controlando con su reloj de pulsera.
- Mi reloj está mal- se aproximó a la ventana dando golpecitos en el mismo.- Demonios...- Draco sonrió y a modo de saludo le dio un beso en la mejilla.
- ¿Viste esto?- propinó golpecitos en el vidrio. Ginny se puso en puntitas de pie para ver mejor, una inconmensurable cantidad de nieve había cubierto la mayor parte de los exteriores, seguramente llegaría a ser un metro de nieve.- No entiendo por qué Dumbledore no lo quita con magia.
- Es más bello así, ¿no crees?- le sonrió con picardía, entrelazando sus brazos alrededor del cuello del muchacho con algo de nerviosismo, apenas si se estaba acostumbrando a su relación. Este la tomó por la cintura para tenerla más cerca.
- ¿Más que esta pelirroja? No lo creo.- la besó suavemente.-Aún así me molesta no poder jugar quidditch por esta tonta nieve.
- Ya no reproches tanto...- lo trajo hacia ella para seguir besándolo, separandose y retomando el contacto en su mejilla, subiendo por el lóbulo de su oreja.
- Me asusta...- balbuceó.
- ¿Qué cosa?- se detuvo instintivamente al oírlo, más la distancia entre ambos no se hizo
mayor. Draco la miró sorprendido, no había esperado ser oído.
- Esto, depender tanto de alguien.- la abrazó más fuerte y besó su cabeza.
- Uhm... a mí me gusta, pero puede ser que acabe por hacer mal...
Hubo silencio, la nieve comenzaba a precipitarse nuevamente en un espectáculo muy bello, casi tanto que parecía irreal, muy de ensueño, muy perfecto.
- Pero aún así vale la pena.- dijo Ginny con voz algo ronca, colgándose del dialogo anterior. Draco no comprendió enseguida, su rostro ceñudo así se lo informó, tuvo que hacer memoria para saber a qué se refería.
- Ah... es cierto.- acreditó con algo de banalidad, estaba muy ensimismado en sus pensamientos, muy distraído.
- ¿Te pasa algo malo? Noto que estás algo despistado, ¿te preocupa algo?- inquirió la pelirroja.
- ¿Uhm? No... bueno...- lentamente la giró para abrazarla por la espalda.- Intentaba recordar si alguna vez me sentí tan tranquilo a pesar de todo lo negativo que pudiera estar sucediendo.
- No sé si sentirme halagada o preocupada, ¿quieres decirme que algo malo te está sucediendo? Porque si es eso yo puedo...
- No creo que puedas ayudarme más que ahora...- musitó, apartándose un poco. Inesperadamente Ginny volteó hasta quedar frente a frente, algo en sus ojos le indicaban que las cosas no andaban muy bien del todo.
- ¿Me vas a explicar qué sucede?
- Recibí una carta de mi madre... - por la frialdad que veía en él al hablar de su madre y la amargura, inquirió que quizás algo muy malo sucedía, algo con respecto a ese asunto de que una guerra estaba cerca y el pequeño detalle de que sus padres eran declarados mortífagos.
- A Harry le dolió su cicatriz hoy.- comentó dudosa.- Eso significa que ya- sabes-quien está cerca o algo así. Dime si voy por el lado correcto y esto tiene que ver con lo que te preocupa.
El sonrió amargamente.
- Más lista que bonita, increíble.
- No exageres, solo adivino, ¿y qué es lo que dice esa carta?- preguntó con seriedad.
- No lo sé- admitió despreocupado.- No la he leído pero no es necesario, sé bien lo que esa carta dice.- ¿Puedo verla yo?
- La tengo en mi habitación.
- Puedes traerla entonces.
Draco lo meditó por un momento, instante en el que una nueva propuesta surcó su cabeza.
- Mejor vamos por ella.- dijo, sin esperar una respuesta o reacción la tomó por una brazo y la condujo hasta la salida, abriéndose paso por los oscuros pasillos de las mazmorras.- ¿Perdón?! Escuché un "vamos", o sea plural???
- Eso dije.
- ¡¿A dónde me llevas?!- intentó frenarlo, pero él era más alto, más fuerte, y la puerta de entrada a la sala común de Slytherin estaba a dos metros de sus narices.
- ¿No es obvio? Mortis - el trecho húmedo se abrió enseguida , y cuando menos lo esperó ya tenía un pie en la sala común enemiga. Él se veía divertido de ver como Ginny con su poca fuerza intentaba, en vano, resistirse.
- No me hagas estoooo!!- pidió con ojos suplicantes. El muchacho le pidió con la mirada que no se preocupara tanto, aunque lo que hacía parecía un suicidio, debía confiar en él.
- Listo.- la soltó.- No hay nadie Gin, casi todos están con Snape y la profesora Sprout en ese tonto taller de plantas y pociones medicinales para poder sumar puntos de nota en herbología, no se nos dan como a los hufflepuff supongo. No creo que vuelvan hasta tarde.
Era cierto, la sala común estaba completamente vacía a excepción por unos dos niños de primero que ni siquiera los habían visto llegar. Quizás era al ver todo tan vacío, o debido a que los muros y el techo eran de piedra, o solo por saber que ese era el punto de reunión de quien sabe cuantos Slytherin, porque ella sintió que la temperatura bajó más aún al entrar. Quizás no era solo su imaginación, Draco se acomodó enseguida su bufanda que hasta entonces solo había colgado inofensivamente de su cuello, la tomó por el mismo brazo y le hizo señas de que lo siguiera.Un nuevo pasillo les marcó el camino, este más angosto e iluminado por lámparas verdes que colgaban de cadenas, caminaron por el estrecho y doblaron hacia la izquierda, donde comenzaban las habitaciones de hombres. Casi en la quinta o sexta puerta, Draco la abrió para que ambos entrasen.
La habitación era bastante espaciosa, estaba prevista del mismo espacio que la habitación de su hermano Ron en la casa de Gryffindor, con la gran ventaja de que esta solo se veía dotada en una cama. ¿Los Slytherins además tenían esa ventaja de contar con piezas individuales? Malditos afortunados...
- ¿Esta es tu habitación? - preguntó Ginny, incrédula aún.- Digo... ¿es para ti solo?
- Claro, no esperarás que comparta mi cuarto con alguien más ¿o sí? - inquirió con una sonrisa burlona. Draco enseguida adivinó por su rostro molesto que de hecho ella si pensaba eso.- ¿No haz notado que la casa de Slytherin tiene menos alumnos que las otras? Que no se te haga raro el ver los cuartos individuales, los Ravenclaw también los tienen.
- No quiero saber cómo es que tu sabes eso...- Draco le sonrió abiertamente y con un deje de picardía en sus ojos grisáceos. Junto a la cama, un mueble algo antiguo y muy hermoso tallado en madera llamó su atención, Draco se acercó y de uno de los cajones sacó la carta, que como había especificado, estaba cerrada aún.
- ¿No hay problema si la leo?- consultó antes Ginny, el muchacho negó con la cabeza. Ginny retrocedio y se sentó en la cama, abriendo el sobre. - Que extraño... solo dice, "2 de Diciembre, prepara tus cosas." ¿Qué es lo que tu madre intenta decir con eso?- quiso saber, asustada.
- Que específica, es mañana... - dijo para sí, se volvió a ella.- Quiere decir que va a venir por mí mañana, va a sacarme del colegio por un tiempo para mi iniciación. Era lógico, no esperaba ver a mi padre... no lo he visto desde que está prófugo... el ministerio le pisa los talones y él vuelve a desaparecer...
- No tenía idea de ello, pensaba que estaba en contacto con ustedes, incluso Sirius encontraba el tiempo para comunicarse con Harry.
- No creo que el factor "tiempo" sea el problema, mi madre estará al tanto de sus cosas supongo... pero el nunca encontraría digno de sí dedicarme un minuto de tu "tiempo" para escribirme... Sin contar de que sería sospechoso, desde luego.
- Uhm...- murmuró Ginny con algo de pena.- Pero de todas formas, qué diablos quiere decir con eso de iniciación?? No... - abrió los ojos con alarma.- ¡No querrás decirme que vas a ser mortífago!
- Es lo que mi familia quiere y siempre ha querido. - replicó con tono lúgubre.
- No te pregunté eso.- se puso de pie y caminó hacia él.- Quiero saber qué piensas tu Draco, ¿quieres ser mortífago o no?
- No- respondió enseguida.- No quiero ser títere de nadie, pero mi ellos esperan que lo sea... no te preocupes, yo lo solucionaré, te prometo que aunque las cosas se pongan malas, aún así buscaré que estemos juntos.
- ¿Me lo prometes?- el muchacho se arqueó y le dio un beso en la frente.
- Te lo juro, y la palabra de un Malfoy vale más de lo que crees.
- No me importan los Malfoy, solo quiero tu palabra, la palabra de Draco que es en quien confío.
- La tienes. - Ginny sonrió, algo asustada, pero ambos estaban asustados, quién no lo estaba en esos días. Intentando aligerar las cosas echó un vistazo al rededor.
- Todo aquí está un poco desordenado, ¿los elfos no limpian?
- En la mañana... de todas formas esta habitación nunca está del todo limpia si eso quieres saber.- Cerró los libros en su cama y los apiló, mientras él los acomodaba Ginny volvió a tomar asiento en su cama.
- Se parece a las habitaciones de chicos de Gryffindor, pero Harry y Ron deben compartirla con tres chicos más (ya sabes... Neville, Seamus y Dean Thomas). La cama de Harry está por aquí, irónicamente en la misma dirección que la tuya.- sin embargo, y por mucho que ella riera, él no lo encontró tan divertido. Con un ruido fuerte terminó por acomodar el último libro.- No quiero saber cómo es que tu sabes donde está la cama de Potter, así que por favor omite detalles que luego me hagan querer matar a alguien.
- Eres celoso, ¿lo sabes?- sin respuesta alguna el chico se recostó en su propia cama, acomodando su cabeza en las piernas de Ginny.
- Tengo motivos suficiente, y más ahora que no estaré aquí por un tiempo.
Silencio. El rostro de la pelirroja había perdido su energía y vitalidad en forma casi instantánea.
- ¿Cuándo vas volver?- Draco negó con la cabeza. - Pero al menos ¿nos mantendremos en contacto verdad?- le preguntó, acariciándole el cabello.- Por supuesto.- Ginny sonrió, esperaba que así fuera.
* * *
Sintió gran turbación cuando un movimiento de su hombro causado por alguien más la obligaron abrir un ojo primero, luego el otro, y los volvió a cerrar para dormir. Ahora era una voz, claro que reconocía esa voz, cómo no hacerlo. Abrió ambos ojos al entrar en conciencia de lo que estaba pasando. Se sentó en la cama bruscamente.
- Dios...- lamentó con voz ronca.- Me quedé dormida...
- Es lo que trataba de explicarte.- reprochó Draco, aparentemente él también acababa de despertar, aún permanecía acostado junto a ella, con cara de sueño y el cabello ligeramente desordenado, se veía muy tierno e inofensivo de esa manera.
- Me tengo que ir, ¿es muy tarde?- chequeó su reloj, finalmente había pasado, se habia detenido del todo cerca de las dos de la mañana.
- No tanto, la sala común debe estar vacía aún, es mejor que te vayas ahora.- coincidieron que eso era lo mejor, se puso de pie y trató de acomodar su uniforme todo arrugado, tanto o más que el de Draco mismo, ¿cómo era posible que se quedara dormida en una habitación ajena? No recordaba en qué momento lo habría hecho, para su "fortuna" iba a ser la segunda vez que iba a clases con el uniforme y su túnica hecha un desastre total. No iba a ser agradable aguantar todas las bromas pesadas que le harían al respecto.
Al salir como él había prometido, la sala estaba más solitaria que en la tarde anterior, todavía quedaba ese mal sabor de boca que la estaba torturando, él se iría en un par de horas, y no había nada que hacer para impedirlo. Se le oprimió el corazón, tenía un muy mal presentimiento de todo aquello.
Llegaron a la puerta de salida, que bajo la misma contraseña se abrió.
- ¿Nos vamos a ver antes de que te vayas? Por favor, quiero despedirme de ti.- argumentó algo cohibida. Iba a darle una respuesta, pero movimiento y voces comenzaron a llegar desde la sala común, no debía dejar que nadie la viera.- Claro.- se agachó y entre una media sonrisa le dio un fugaz beso en los labios antes de que ella se fuera corriendo. Por alguna razón sintió que el corazón se había ido en ese pequeño beso.
* * *
- Ginny, ¿vas a desayunar?- preguntó Neville extrañado desde la mesa de Gryffindor, al ver que Ginny acababa de hacer presencia en ella. No se veía bien, estaba conciente de ello, a penas había tenido el tiempo suficiente como para cepillarse el cabello y arreglarse un poco la ropa, nada más.
- A decir verdad sí, estoy famélica.- cayó pesadamente en una silla junto a la de Longbottom. Neville sonrió por el comentario y volvió a su desayuno.- Neville, ¿no haz visto a mi hermano Ron, y a Hermione?... tampoco Harry está por aquí... ¿sucedió algo?- preguntó palideciendo casi por completo al ver en la expresión del chico que había acertado.
- ¿No te enteraste? Raro, casi todo el mundo lo sabe a estas alturas.
- ¿Qué pasó Neville? ¡Habla! ¿Harry y mi hermano están bien? O Hermione... ¿que pasó?- interrogó con los ojos acuosos y una expresión fría en sus facciones.
- Fue Harry, anoche... fue muy extraño a decir verdad. - hizo una pausa, al parecer, tratando de recordar claramente.- Nos hizo despertar a la medianoche con sus gritos, parecía tener pesadillas, algo sucedía con su cicatriz, le dolía mucho al parecer porque tenía ambas manos presionadas sobre frente.
Ginny abrió más sus ojos llorosos, despavorida.
-¿ El está bien, Neville?
- Eso creo, está en la enfermería. Ron y Hermione le hacen compañía desde anoche pe... ¿a donde vas Ginny?- preguntó cuando, a gran velocidad, la pelirroja desaparecía por la puerta del comedor.- ¡Ginny no vas a poder verlo! Seamus y yo... no pudimos.
Era caso perdido, la chica ya había despegado rumbo a la enfermería sin escuchar explicaciones ni advertencias. Tan testaruda como todos los Weasley.- ¡Ginny!- exclamó su hermano Ron al verla llegar corriendo, agitada se detuvo ante la puerta de la enfermería, cerrada; Ron se encontraba afuera en el pasillo, por lo visto no lo habrían dejado entrar, y su rostro fatigado le indicaban que estaría ahí desde la noche anterior.
- Ron..ahg... cómo... ahg... está... Harry??- preguntó con agitación, la respiración entrecortada era exagerada, parecía que sus pulmones saldrían por su boca de un instante a otro.
Ron la tomó por lo hombros para tranquilizarla, y la miró fijamente.
- Ya... gracias. ¡Qué pasó con Harry! ¿Dónde está Hermione?
- Adentro, Harry está bien, no fue nada serio. Dumbledore acaba de irse, dice que esas pesadillas son como las de siempre, solo que provocan mucho cansancio a Harry. Madam Pomfrey le dio una poción para dormir sin soñar... ya sabes- se encogió de hombros con el rostro triste- para que logre descansar un poco. Hermione está adentro, lo acompañó toda la noche. Yo tuve que quedarme afuera, ¿pero donde estabas tu? Fui a tu cuarto y no te encontré.
- Est... en... la biblioteca.- inventó rápidamente- Me dormí estudiando.
- Con razón te ves tan mal...- comentó.
- Tu no te ves mucho mejor Ronald Weasley.- rebatió con sorna. Ron solo asintió tajantemente.
- Como sea... estas pesadillas son de las peores, dijo Dumbledore.
- ¿De la peores? ¿Y cuáles son esas?
- Para Harry lo son, ha soñado una y otra vez sobre la muerte de sus padres, cada vez es más vívido, anoche se sobrepasó.
- Pobre Harry... debe ser muy duro para él, ver como ese maldito mató a sus padres.
- Además...- presionó los puños con furia creciente.
- ¿Además qué Ron?
- Esos malditos Slytherin, esta mañana he visto que se iban unos cuantos de último curso, se rumorea que ya-sabes.-quien los ha llamado para una especie de iniciación como mortífagos... ¿puedes creerlo? Y Dumbledore los ha dejado irse, todos han puesto un pretexto más tonto que el anterior, por supuesto que Dumbledore se dio cuenta pero no entiendo por qué no hizo nada.
- ¿Slytherins? ¿De quienes precisamente estás hablando Ron? - preguntó con voz trémula y confusa. Por suerte Ron no se dio cuenta de su nerviosismo y cambio de actitud tan repentina.
- Zabini, Crabbe, Goyle, Nott los más obvios... y Malfoy por supuesto, lo he visto marcharse hace un rato.
- ¿Dices que ya se fue?- inquirió turbada, entonces su hermano sí se percató de que algo andaba mal.
- Sí... ¿pero por qué te preocupas tanto? Era bastante obvio en Malfoy, ¿o acaso esperabas
que de pronto se hiciera uno de los buenos?- comenzó a levantar la voz.- Todos en esa familia son así, no sé si sabías que Bellatrix Lestrange es su tía...
- Ron no me grites...- pidió con la mirada fija en el aire.- Y Percy resultó ser un maldito bastardo pero no por eso yo también lo soy...
El ya se había marchado, y sin decir adiós.
Nota: quizás este romance se está desarrollando muy rápido, quién sabe... pero si lo retrazo más no lograré enfocarme en la parte más impactante de la historia, ¿me comprenden? De todas formas no estoy satisfecha.
Como sea, espero que les haya gustado, amo a Draco y quiero mucho a Ginny por eso estoy tratando de que esta historia contenga reflejado todo mi cariño hacia estos personajes.
Dedico este capitulo a mis dos mejores amigas, Mariana y Ada Luz, gracias chicas por apoyarme en todo momento, son una gran inspiración para mi.
Capítulo III: "Una segunda oportunidad de..."
Totalmente concentrada en su lectura, pretendía de alguna manera no ser molestada y por eso mismo había aceptado ir con ella en lugar de contar con la usual compañía de Ron y Harry. Pero sucedía que al final de cuentas, acababa por desconcentrarse aún más. Con nerviosismo Ginny leía y releía una y otra vez sus pergaminos y hacía una que otra anotación de último momento.
Los primeros minutos estuvieron aceptables, era lógico que se pusiera tan nerviosa antes de un exámen, pero ahora comenzaba a hastiarla con tanta tensión. Para colmar su paciencia, comenzó un incesable golpeteo con su pie izquierdo contra el piso de la biblioteca. Carraspeó, para llamar la atención de la pelirroja. El golpeteo acabó.
- Bien, comprendo que estés nerviosa y todo eso Ginny pero... comienzas a ponerme nerviosa a mí también.
- Disculpa Hermione, y gracias por ayudarme cuando revisaste mis notas, en serio.- dijo en forma precipitada.
- Ehmp, pero si no necesitas mi ayuda, siempre fuiste una buena alumna. Si solo te aplicaras en pociones a lo largo del año tanto como lo haz hecho toda esta semana, te iría mucho mejor.- comentó con una cálida sonrisa, que tranquilizo bastante a la pelirroja.
- Sí, puede ser pero tengo miedo, ya sabes como es Snape, para él nada es suficiente y no puedo darme el lujo de reprobar otra vez, mis padres me matarían.
- ¡Vamos Gin! No te asustes tanto, basta con que des tu mejor esfuerzo, además no puedes subestimarlo, Snape es muy impredecible cuando quiere.
- Eso me da más temor aún...
- Y además te ha dado una segunda oportunidad, ¡Todavía no puedo creérmelo! No he sabido que haya dado segundas oportunidades antes, ni siquiera a los Slytherin, puede que sea bastante descarado al favorecer a su casa, pero aún así él es tan o más exigente con ellos que nos los demás. Creo que quiere sacar buenos estudiantes de entre sus favoritos.
- Uhm, puede ser. ¿Qué hora es?- preguntó, regresando a su pose de tensión.
- Ya casi es hora, te digo que tienes mala cara, no me hiciste caso cuando te dije que desayunaras. Tienes el estómago vacío, ¿o me equivoco?
Ginny negó con la cabeza.
- Tuve un sueño donde por los nervios comía tanto que luego vomitaba sobre Snape.- juró con una semi sonrisa descompuesta en el rostro. Hermione lo tomó como una gracia y rompió a reír.
- ¿Es en serio?- volvió a asentir con más rapidez y con una palidez enfermiza más acentuada. Hermione dejó el libro que leía sobre la mesa, y se puso de pie, colocándose detrás de Ginny para frotarle los hombros.
- Gracias, necesito apoyo moral.
- No hay problema, te haz peinado mal, ¿te molesta si te peino otra vez?- consultó, pero mientras tanto ya iba soltando el cabello que hasta entonces Ginny traía atado en una cola baja.
Era miércoles, habían entrenamiento de Quidditch, por eso mismo no había muchas mujeres en la biblioteca a esa hora. La mayoría de las niñas menores que ella se paseaba todo el entrenamiento sentada en las gradas del campo suspirando por sus amores imposibles (cabe destacar que su buena amiga Luna no perdía la oportunidad de ver el entrenamiento de Gryffindor -n/a: ¿por qué seeraaaa???-). Detestable pensar que, aunque nunca había hecho eso, ella pudo considerarse como una más de ellas en tiempo no tan pasado.
A decir verdad, tampoco habían muchos hombres, solo unos pocos como Neville (que intentaba estudiar encantamientos él solo) ubicado en una mesa cercana a madam Pince. Y otra persona conocida, sentada en una mesa ella sola, y aparentemente muy concentrada en sus tareas, se encontraba esa chica de Slytherin que la había ayudado antes, en pociones, aún no tenía muy claro sus intenciones, por un lado parecía que ella realmente había querido ayudarle, pero por otro, era una Slytherin y no descartaba la posibilidad de algo premeditado por la misma para hacerla quedar mal ante todos y Snape.
- Mione, ¿conoces a esa chica?- señaló discretamente hacia la mesa junto a la ventana con más luminosidad en toda la biblioteca.- Uhmm... solo de vista, ¿No es una Slytherin?- Ginny asintió.- ¿Por qué preguntas?
- No, por nada...- pegó un pequeño brinco en su asiento al escuchar sonar el timbre. Ya era hora.
- Bien, mejor ve, y buena suerte.
- ¡No! Espera Hermione, no he repasado...- exclamó, poniéndose de pie en un salto brusco.
- Te peiné en una trenza, ¿te gusta?
- No tengo tiempo, me voy.- agarró unos pocos pergaminos y salió corriendo, ante la reprobadora mirada de madam Pince, y una advertencia verbal que pasó por alto como ya un par de veces anteriores.
Usualmente no se permitía correr en los pasillos, los prefectos solían pararlos y quitarles puntos, pero no había ninguno a la vista y no quería llegar tarde así que aumentó su velocidad.
Con esa aceleración llegó mucho antes de lo esperado a las mazmorras, donde tomaban pociones, golpeó la puerta, y desde adentro la voz de su extraño ex- mortífago profesor le indicó que entrara.
El salón de veía un tanto desordenado, era bastante evidente que todo un grupo de alumnos acababa de salir de clase. Pensó que había llegado muy temprano, pero Snape (que ya la esperaba con todo un caldero y ingredientes listos sobre su escritorio) no se lo reclamó, así que sintió que estaba bien.
- Ah, profesor...
- Adelante Weasley, solo tiene un par de minutos antes de que Filch venga a hacer su trabajo.- claro, era costumbre que el celador y su extraña mascota (por no decir fea y desquiciada) hicieran la limpieza de los salones de clase una vez acabado el día, y generalmente el de pociones era uno de los primeros (a decir verdad era el segundo, McGonagall consideraba que su salón quedaba en peor estado como para esperar o secundar).
Caminó con lentitud, dejó sus notas sobre un asiento vacío y de dirigió hacia donde Snape estaba.
Las indicaciones fueron más o menos rápidas debía preparar la misma poción de la gloria pero usando un método para que su efecto sea controlado según las dosis. Era complicado, pero ya no sintió tantos nervios porque sabía como hacerlo.
Mientras ella cortaba raíces y demás, Snape se mantuvo detrás de él vigilando sigilosamente ningún tipo de trampas ni equivocaciones fatales. Para su suerte, no las hubo.
Más o menos treinta minutos después ya había acabado.
- Señor ya... ya acabé la poción. - dijo, esperando con nerviosismo la reacción del maestro.
La hizo a un lado, y miró con detenimiento el caldero. Ocultando sus manos detrás de su túnica, cruzó los dedos, por favor !!!
- Está bien. Puede irse Weasley.- hizo un ademán con su mano indicándole que se fuera cuanto antes.
- Estem... ¿estoy aprobada?- quiso saber antes de cerrar la puerta. Snape asintió con un gesto imperceptible.
Ginny sonrió sin contenerse.
- ¿Con nota máxima?- la mirada de Snape se endureció más de lo que había visto hasta entonces.
- En sus mejores sueños señorita Weasley.- Ginny sonrió más aún, bien, el viejo Snape no había cambiado del todo.
Cerró la puerta y salió corriendo por el pasillo. Estaba feliz, más aliviada, no había salido con nota excepcional pero había pasado. Y ahora no debía preocuparse por Snape hasta el próximo exámen que sería después de navidad. Tenía que avisarle a Hermione, ella le había ayudado mucho a estudiar, pero estaba consiente de que no todo había sido gracias a ella.
Había alguien a quién no había tomado en cuenta, el principal responsable de su segunda oportunidad. Malfoy, debía verlo para agradecerle su ayuda. No lo había visto mucho desde el partido, ya que se había pasado en la biblioteca estudiando todo el tiempo que tenía disponible, incluso el de las comidas. Pero ahora que se había librado de todo, quería verle, necesitaba hacerlo.
¿Pero dónde encontrarlo a esas horas del día? Era miércoles, seguramente entrenando con el equipo de Quidditch, sin embargo ya estaba oscureciendo, el entrenamiento habría acabado. De forma que solo podía encontrarlo en un lugar posible. Solo esperaba estar a tiempo.
Llegó hasta uno de los pasillos, el más transitado por los Slytherin porque solo llevaba hasta su sala común (sí, de hecho sabía donde quedaba gracias a Harry y a su hermano). Se escondió junto a una armadura de yelmo dorado, donde solo debía rogar haber llegado antes que él.
Los rumores de voces altaneras y presumidas llegaron por el extremo opuesto a la puerta de entrada a la sala común. Todo un grupo de Slytherin, por lo visto el entrenamiento había acabado recientemente porque desde el campo es de donde parecían llegar. Encabezando el grupo estaba Alec Randall, un muchacho de sexto, guardián del equipo, que llegaba pavoneándose con Rosie McDougal colgada de su brazo. Por poco y Ginny vomita al verlos, tan arrogantes que parecían chiste.Por detrás llegaron más Slytherins que no conocía, y luego los de séptimo, Pansy Parkinson y su grupo de bobas que usualmente iban a las prácticas, se contorneaban por el pasillo, riendo tontamente y comentando idioteces seguramente. Ellas iban muy pegadas a dos muchachos altos, enseguida Ginny los reconoció como Blaise Zabini y Draco Malfoy. Estos dos últimos, ajenos a la existencia de Pansy y sus bobas, venía charlando de algo seriamente. Al menos era lo que el entrecejo fruncido del rubio le indicaban.
Al verlo casi saltó de júbilo, aunque luego sintió frío en las rodillas que habían comenzado a temblar. Ahora cómo hacerse notar, esperó que Pansy y las otras pasaran y le dieran la espalda para no ser descubierta, pensó en dejarse ver por Draco, pero así también Blaise la descubriría.
Comenzaba a impacientarse, hasta que para su sorpresa algo pasó.
- Espera Zabini, tengo que hacer algo antes. - pronunció Malfoy, deteniéndose muy cerca de su escondite.
- ¿Eh?- se detuvo el otro muchacho, de cabello castaño y enigmáticos ojos verdes.- ¿Qué cosa?
- Solo un asunto, nada que te interese. - insistió Draco con algo de fastidio. Pero su compañero no cedía.
- ¿Qué asunto? ¿No me lo puedes decir?
- ¿Desde cuándo tengo que rendirte cuenta de mis actos Zabini? Vete de una vez, ¿quieres?
- Está bien, que carácter, estabas contento hoy en la práctica y de repente...- la mirada gris se le dirigió más afilada y amenazante.- Ok, ok, ya me voy.- Era clara la advertencia, no molestes y vete de aquí.
Con un vago ademán a modo de despedida, Blaise lo saludó y corrió para alcanzar a los demás del grupo, que ya habían ingresado a la sala común. Malfoy se quedó ahí, de pie, vigilando como Zabini ya se iba, con ambas manos en los bolsillos de pantalón de su uniforme.
- ¿Querías verme?- preguntó, alzando la voz, pero sin ver hacia la estatua por donde la chica salió enseguida.
- ¿Cómo sabías que estaba aquí?- dijo con más que nada alivio en su voz. Al salir, él la miró y sonrió como si fuese una pregunta sobre todo obvia la que acababa de hacerle.
- Imposible no hacerlo, tu cabello es la cosa más llamativa en todo Hogwarts. - Ginny se ruborizó porque él tenía razón, ella y sus pecas eran muy populares en el colegio, no conocía a nadie más con aquellas cualidades.
- Quiero decirte algo...- Draco asintió comprendiendo enseguida. Miró hacia ambos lados, y luego le hizo una seña con la cabeza para que lo siguiera. Regresando por el mismo camino, tomaron un nuevo pasillo hacia la mano derecha, que acababa casi enseguida y que solo contaba con una puerta más vieja que las comúnmente vistas en el castillo.
Él se acercó a inspeccionar primero, visto que no había nadie le permitió entrar. Ginny pasó primero, se trataba de un aula vieja que ella nunca antes había visto. De hecho eso no la sorprendía, seguramente habrían muchas más aulas que no eran de su conocimiento así que no era la gran cosa. Estaba un poco sucia, sobre todo los pisos que con cada paso nuevo que daba marcaba una bien vistosa huella, y los muebles permanecían cubiertos con mantas blancas tornadas en grises por el polvo.
Oyó la puerta trabarse tras suyo, y comprendió que no había vuelta atrás, se encontraba literalmente encerrada con Malfoy. Viró para verlo. Él estaba inmutable, pero con una ligera sonrisa (muy ligera en realidad, cualquiera diría que estaba serio) y sus ojos con un brillo bastante especial oscilando en ellos.
- ¿Y bien?- preguntó él. Ginny sonrió con nerviosismo, era entonces cuando ella debía hablar.
- Sí... este... pues verás... tu... estem yo...
- ¿Vas a seguir vacilando otros diez minutos más o finalmente sí me dirás lo que quieres?- preguntó, con una pizca de humor en su voz. Por dios, estaba haciendo el ridículo.
- Gracias.- largó de repente. Eso sí lo había tomado por sorpresa, enarcó sus cejas sin comprender bien a qué se refería.- ¿Fuiste tu verdad? Hiciste que Snape me diera una segunda oportunidad para el examen, y me fue bien está vez. Yo solo quería agradecerte.
- Ah... - aceptó, con aspecto decepcionado. - ¿Eso era todo? Está bien.- dijo desganado.
- ¿Es que... esperabas algo más?- preguntó Ginny, acercándose un poco más a él.
- No, no... solo... no nada.- dijo, y buscó la perilla de la puerta. Con una curiosidad ingenua Ginny se acercó más.
- Espera, espera, dime... Por favor.
- Es solo, que me pareció una forma bastante vaga para agradecerme.- entrecerró sus ojos, para mirarla en forma más objetiva, esperando una reacción. Ginny sonrió comprendiendo a qué se refería, no era nada lerdo.
La pelirroja se acercó más, tuvo que ponerse de puntitas de pie para alcanzarlo pero finalmente lo hizo, encerró sus manos al rededor de su cuello y buscó sus labios, que primeramente solo se rozaron con sus suyos. El exhaló, dejando escapar una inaudible y corta risita. Y pronto sus brazos se enredaron en la estrecha cintura de la chica, atrayéndola más hacia él.
Como de costumbre para ella era divinamente increíble. Lo que solo comenzaba con besos cortos e inocentes, continuaba en mordidas de labios, besos más profundos y apasionados, cargados de energía y muchas ganas. Él la abrazó más fuerte, y todo comenzó a subir de intensidad peligrosamente, perdiendo el equilibrio tambalearon hasta encontrar la pared con la espalda de Ginny. Era bastante riesgoso que él la tuviera arrinconada así.
Por falta de aire más que pudor se separó de él. Sus respiraciones entrecortadas se juntaban en el peligroso estrecho de apenas milímetros que impedían que sus labios estuvieran en contacto.
- ¿Está mejor?- preguntó Ginny.
- Mucho.- y la envistió nuevamente.
* * *
En la noche, antes de la cena, la puerta de entrada a la sala común se abrió nuevamente. En el centro de la misma, junto al calor de un pequeño fuego fabricado por los estudiantes, unos cuantos de ellos de séptimo año charlaban animosamente, y de ves en cuado uno que otro hacía una broma grosera que los hacía reír con fuerza. Tan solo había tres mujeres en el grupo de no más de doce personas, Pansy Parkinson entre ellas.
Draco entró y enseguida lo vieron, casi con monotonía caminó hasta ellos y buscó sentarse junto a Blaise, que estaba un poco más alejado de los demás. Cayó pesadamente sobre una de las sillas talladas, exhaló con fuerza al sentarse.
- ¿Ya está? Supongo que ya resolviste ese "asuntito" tuyo. Que será, que será... ¿me vas a dejar con la intriga?- preguntó Blaise.
- Por el momento.
- Aunque por tu estado puedo adivinarlo, cabello despeinado, respiración agitada, todavía te salta el pecho, mejillas... ligeramente sonrosadas, o has estado haciendo ejercicio, lo que francamente no creo, o tuviste un arrumaco a mis espaldas. ¿Es eso no?
- No me digas, que perspicaz Zabini.- manifestó con sarcasmo.
- ¿Pero por qué habrías de esconderlo?- se frotó la barbilla.- Será!! Ya lo tengo- chasqueó la lengua.- Es una de segundo y por eso no quieres que lo sepamos.
- ¿Qué cosa dices?
- Sí, nunca estuviste deacuerdo con que algunos de los chicos más grande se acostaran con las menorcitas, te parecía que se pasaban, y por eso ahora lo ocultas. No te gusta contradecirte y que tu palabra pierda efecto, ¿no es verdad?
- Hablas de más Zabini- se rió con languidez- Y según tu, ¿con quién estoy andando?
- Uhmm... buena pregunta, ¿será Lisa Cobhar? A decir verdad también yo le tenía muchas ganas pero ya que...
- No, no es ella. Mejor no hables. ¿Qué están haciendo? No me digas que ya hay otra vez... Blaise asintió sonriente. - Las chicas lo consiguieron, ¿por qué crees que los demás muchachos están dejando que se queden a oír la plática?
- Mierda, y pensé que ya estaría en paz.
- ¿No quieres Draco?- ofreció Marie, mucho más dispuesta a darle que a Blaise.
- No.- denegó el ofrecimiento seriamente.
- Si quieres más tarde puedes ir a mi habitación, todavía tenemos mucha.
- ¿Es mi imaginación o Marie se te insinuó?- se burló Blaise al oído del muchacho rubio.- Suertudo.
- Deberían pararle a las pociones ilegales, no sé como hicieron para ingeniárselas y traer más, pero si Dumbledore y Snape los atrapan esta vez las consecuencias serán graves.
- ¡Rodarán cabezas!- festejó a modo de burla, Zabini. En sus ojos enrojecidos ya se podía leer el efecto que estaba haciendo lo recientemente ingerido.
- Ya me costó el puesto de prefecto, ahora puede ser la expulsión. No quiero arriesgarme a eso por una idiotez.- ¿Qué? ¿Por qué te quieres mantener limpio Dragoncito? Si recuerdo que antes que tu querido padrinito nos encontrara te gustaba tanto como a nosotros. - notablemente enfadado por lo que había dicho, Draco lo tomó por el cuello de su camisa con fuerza.
- Ya te he dicho que no se lo digas a nadie.- lo soltó con un empujón.- No se puede hablar contigo en ese estado. ¡Y no me llames Dragoncito!
- Es cierto, no quieres que sepan que Snape es tu padrino, yo en tu lugar lo aprovecharía mejor. ¿En verdad no quieres?- le acercó un poco de la sustancia azulada.
- Al diablo Zabini, de ahora en más necesitaré pensar claro y no que mis neuronas mueran de a
miles por segundo. Sabes mejor que yo lo que nos espera.- agravó más su voz y Zabini se puso serio.
- ¿Dices del señor oscuro? Ah, mi papá me mandó una carta hace un par de días, las cosas de ponen buenas.- se frotó ambas manos.
- Según desde qué bando estés hablado Zabini, por lo pronto no quiero ser el sirviente de nadie.- comentó con la mirada perdida.
- ¿Piensas oponerte a lo que tu padre diga? - abrió los ojos con sorpresa, Draco no le contestó nada.
* * *
El invierno se pronunciaba más, las capas de nieve habían cubierto por completo el terreno exterior del castillo, las prácticas de quidditch se encontraban suspendida por el frío, y aunque aún estaba permitido, muy pocos se arriesgaban a salir. Para entonces, la mayoría de los alumnos optaba por salir de clases e ir directamente a su sala común, donde se estaba mucho más cómodo y abrigado que en cualquier otro lugar del castillo.
Miró el reloj en su muñeca izquierda, ese viejo cacharro cada vez andaba peor, no era para nada confiable, se paraba de a veces y tenías que darle unos golpecitos para que andara de nuevo. El tiempo transcurría muy lento, demasiado para ella. ¿Cuánto más debería esperar?
- Deja en paz ese reloj, por mucho que lo mires el tiempo irá más rápido, por lo contrario, parecerá que no transcurre nunca. - dijo Hermione, que sentada frente al fuego leía un nuevo libro algo pequeño para los que usualmente solía tener.
- Ya sé, ¿estás estudiando? - preguntó Ginny, acercándose y tomando asiento junto ella.
- Por quién me tomas, esta vez solo leo una novela. ¿Por qué no lees algo para matar el tiempo?- Ginny negó con la cabeza.
- Nahh.. me gusta leer pero eso me tensiona más, no sirve de mucho. ¿Es una novela romántica? "Dónde busqué un corazón"- leyó el título.- Ja, muy empalagoso.
- No tanto, lo tenía olvidado en mi baúl, tu hermano me lo regaló cuando cumplí quince y nunca había tenido mucho tiempo para leerlo. Pero está bueno.
-Uhm...
- Si estás tan aburrida cómo es que no estás con Luna.-recomendó sin interrumpir su lectura.
- Estuve con ella hace un rato, pero tuvo que irse a su club de encantamientos... ya sabes- miró nuevamente su reloj, no había pasado más de tres minutos.
- ¿Y se puede saber qué esperas? Te veo extraña, algo alegre, ¿no será que tienes un novio y no nos has dicho nada? - le pellizcó una mejilla juguetonamente.
- No, ¡qué dices Mione! para nada...- bajó la mirada buscando consuelo en sus zapatos por única vez, tenía tantas ganas de contárselo a alguien que si insistía más iba a hacerlo, aunque pensándolo nuevamente, Hermione no la comprendería. Y Luna ya estaba sospechando algo al igual que ella, no sabía con certeza cuanto más podría ocultarlo.- ¿Harry y Ron no han venido aún?
- Tenían adivinaciones, pero ya se están tardando...- admitió.- ¿No son esas Lavender y Parvati? -señaló la pelirroja hacia uno de los extremos de la sala común, dos chicas entablando una acalorada conversación con otras chicas más.- ¿No comparten clases con ellos?
- Que raro entonces...
El retrato de la señora gorda que cubría la entrada a la sala común de Gryffindor se abrió, dejando entrar a Dean, Ron y Harry, este último no tenía muy buen rostro, se veía algo pálido y sudoroso.
- ¿Qué le sucede a Harry?- preguntó Ginny al percatarse, Hermione dejó su libro y ayudó a Ron para sentar a Harry en un lugar caliente junto a fuego.
- ¿Qué pasó Ron? - preguntó Hermione, bastante preocupada por su amigo.
- Venimos de la enfermería, a final de nuestra clase de adivinación Harry tuvo un accidente...- Ron miró a su amigo, inseguro de sí debía seguir hablando o no.
- Mi cicatriz me dolió de nuevo.- aseguró el moreno con voz profunda, Ginny, que no estaba segura de lo que eso significaba se volvió para preguntar, por el rostro de Hermione sabía que eso no era nada bueno. Estaba enterada de las veces que Harry se había desmayado o convulsionado en clases por dolores extraños pero no sabía a que atribuirlos.
- ¿Y estás bien?- preguntó, Harry y Ron la miraron como si no se hubieran dado cuenta de su presencia hasta entonces.
- Sí... solo que esperaba que mi cicatriz no molestara tan pronto, no es una buena señal... - admitió claramente perturbado.-
- Debemos ir y decirle a Dumbledore.
- Ron tiene razón Harry, vamos ya mismo a decírselo. - coincidió Hermione muy decidida.
La alarma del reloj de Ginny comenzó a sonar, detuvo el sonido, ya era la hora.
- Ve Ginny, ¿no habías estado esperando? - dijo Hermione al notar que la pelirroja dudaba de marcharse.
- Pero...- se mordió el labio.- No puedo dejarlos en algo así...
- Ginny no dejes que esto afecte tus cosas, es suficiente conque tenga que arrastrar a Hermione y Ron en esto. - finalmente Harry la convenció, no con sus palabras, sino con su semi sonrisa y mirada intensa. Era sin duda un muchacho muy fuerte para tener solo diecisiete años, admirable.
- Está bien, cuídate Harry.- se acercó y le dio un beso en la mejilla antes de marcharse.
_---------_--------------_---------_---------------_---------------_-------- ----------_------
Empujó la puerta pesada, cada vez daba más trabajo abrirla.
- Como supuestamente nadie viene a esta aula no la mantienen, que no te extrañe que en un par de semanas sea imposible entrar otra vez. ¿Por qué tardaste?- dijo a modo de saludo el muchacho, de pie junto a una amplia ventana de vidrio. Él la había estado esperando como de costumbre, por más que tratara no llegaría antes a sus encuentros.
- La sala común de Slytherin está apenas a unos metros de aquí, estamos en desventajas teniendo en cuenta que yo tengo que bajar corriendo desde la torre de Gryffindor, ¿no te haz puesto a pensar en eso?
El rubio asintió despreocupadamente.
- No deberías tardar más de quince minutos, pero te tardaste unos diez más... - dijo controlando con su reloj de pulsera.
- Mi reloj está mal- se aproximó a la ventana dando golpecitos en el mismo.- Demonios...- Draco sonrió y a modo de saludo le dio un beso en la mejilla.
- ¿Viste esto?- propinó golpecitos en el vidrio. Ginny se puso en puntitas de pie para ver mejor, una inconmensurable cantidad de nieve había cubierto la mayor parte de los exteriores, seguramente llegaría a ser un metro de nieve.- No entiendo por qué Dumbledore no lo quita con magia.
- Es más bello así, ¿no crees?- le sonrió con picardía, entrelazando sus brazos alrededor del cuello del muchacho con algo de nerviosismo, apenas si se estaba acostumbrando a su relación. Este la tomó por la cintura para tenerla más cerca.
- ¿Más que esta pelirroja? No lo creo.- la besó suavemente.-Aún así me molesta no poder jugar quidditch por esta tonta nieve.
- Ya no reproches tanto...- lo trajo hacia ella para seguir besándolo, separandose y retomando el contacto en su mejilla, subiendo por el lóbulo de su oreja.
- Me asusta...- balbuceó.
- ¿Qué cosa?- se detuvo instintivamente al oírlo, más la distancia entre ambos no se hizo
mayor. Draco la miró sorprendido, no había esperado ser oído.
- Esto, depender tanto de alguien.- la abrazó más fuerte y besó su cabeza.
- Uhm... a mí me gusta, pero puede ser que acabe por hacer mal...
Hubo silencio, la nieve comenzaba a precipitarse nuevamente en un espectáculo muy bello, casi tanto que parecía irreal, muy de ensueño, muy perfecto.
- Pero aún así vale la pena.- dijo Ginny con voz algo ronca, colgándose del dialogo anterior. Draco no comprendió enseguida, su rostro ceñudo así se lo informó, tuvo que hacer memoria para saber a qué se refería.
- Ah... es cierto.- acreditó con algo de banalidad, estaba muy ensimismado en sus pensamientos, muy distraído.
- ¿Te pasa algo malo? Noto que estás algo despistado, ¿te preocupa algo?- inquirió la pelirroja.
- ¿Uhm? No... bueno...- lentamente la giró para abrazarla por la espalda.- Intentaba recordar si alguna vez me sentí tan tranquilo a pesar de todo lo negativo que pudiera estar sucediendo.
- No sé si sentirme halagada o preocupada, ¿quieres decirme que algo malo te está sucediendo? Porque si es eso yo puedo...
- No creo que puedas ayudarme más que ahora...- musitó, apartándose un poco. Inesperadamente Ginny volteó hasta quedar frente a frente, algo en sus ojos le indicaban que las cosas no andaban muy bien del todo.
- ¿Me vas a explicar qué sucede?
- Recibí una carta de mi madre... - por la frialdad que veía en él al hablar de su madre y la amargura, inquirió que quizás algo muy malo sucedía, algo con respecto a ese asunto de que una guerra estaba cerca y el pequeño detalle de que sus padres eran declarados mortífagos.
- A Harry le dolió su cicatriz hoy.- comentó dudosa.- Eso significa que ya- sabes-quien está cerca o algo así. Dime si voy por el lado correcto y esto tiene que ver con lo que te preocupa.
El sonrió amargamente.
- Más lista que bonita, increíble.
- No exageres, solo adivino, ¿y qué es lo que dice esa carta?- preguntó con seriedad.
- No lo sé- admitió despreocupado.- No la he leído pero no es necesario, sé bien lo que esa carta dice.- ¿Puedo verla yo?
- La tengo en mi habitación.
- Puedes traerla entonces.
Draco lo meditó por un momento, instante en el que una nueva propuesta surcó su cabeza.
- Mejor vamos por ella.- dijo, sin esperar una respuesta o reacción la tomó por una brazo y la condujo hasta la salida, abriéndose paso por los oscuros pasillos de las mazmorras.- ¿Perdón?! Escuché un "vamos", o sea plural???
- Eso dije.
- ¡¿A dónde me llevas?!- intentó frenarlo, pero él era más alto, más fuerte, y la puerta de entrada a la sala común de Slytherin estaba a dos metros de sus narices.
- ¿No es obvio? Mortis - el trecho húmedo se abrió enseguida , y cuando menos lo esperó ya tenía un pie en la sala común enemiga. Él se veía divertido de ver como Ginny con su poca fuerza intentaba, en vano, resistirse.
- No me hagas estoooo!!- pidió con ojos suplicantes. El muchacho le pidió con la mirada que no se preocupara tanto, aunque lo que hacía parecía un suicidio, debía confiar en él.
- Listo.- la soltó.- No hay nadie Gin, casi todos están con Snape y la profesora Sprout en ese tonto taller de plantas y pociones medicinales para poder sumar puntos de nota en herbología, no se nos dan como a los hufflepuff supongo. No creo que vuelvan hasta tarde.
Era cierto, la sala común estaba completamente vacía a excepción por unos dos niños de primero que ni siquiera los habían visto llegar. Quizás era al ver todo tan vacío, o debido a que los muros y el techo eran de piedra, o solo por saber que ese era el punto de reunión de quien sabe cuantos Slytherin, porque ella sintió que la temperatura bajó más aún al entrar. Quizás no era solo su imaginación, Draco se acomodó enseguida su bufanda que hasta entonces solo había colgado inofensivamente de su cuello, la tomó por el mismo brazo y le hizo señas de que lo siguiera.Un nuevo pasillo les marcó el camino, este más angosto e iluminado por lámparas verdes que colgaban de cadenas, caminaron por el estrecho y doblaron hacia la izquierda, donde comenzaban las habitaciones de hombres. Casi en la quinta o sexta puerta, Draco la abrió para que ambos entrasen.
La habitación era bastante espaciosa, estaba prevista del mismo espacio que la habitación de su hermano Ron en la casa de Gryffindor, con la gran ventaja de que esta solo se veía dotada en una cama. ¿Los Slytherins además tenían esa ventaja de contar con piezas individuales? Malditos afortunados...
- ¿Esta es tu habitación? - preguntó Ginny, incrédula aún.- Digo... ¿es para ti solo?
- Claro, no esperarás que comparta mi cuarto con alguien más ¿o sí? - inquirió con una sonrisa burlona. Draco enseguida adivinó por su rostro molesto que de hecho ella si pensaba eso.- ¿No haz notado que la casa de Slytherin tiene menos alumnos que las otras? Que no se te haga raro el ver los cuartos individuales, los Ravenclaw también los tienen.
- No quiero saber cómo es que tu sabes eso...- Draco le sonrió abiertamente y con un deje de picardía en sus ojos grisáceos. Junto a la cama, un mueble algo antiguo y muy hermoso tallado en madera llamó su atención, Draco se acercó y de uno de los cajones sacó la carta, que como había especificado, estaba cerrada aún.
- ¿No hay problema si la leo?- consultó antes Ginny, el muchacho negó con la cabeza. Ginny retrocedio y se sentó en la cama, abriendo el sobre. - Que extraño... solo dice, "2 de Diciembre, prepara tus cosas." ¿Qué es lo que tu madre intenta decir con eso?- quiso saber, asustada.
- Que específica, es mañana... - dijo para sí, se volvió a ella.- Quiere decir que va a venir por mí mañana, va a sacarme del colegio por un tiempo para mi iniciación. Era lógico, no esperaba ver a mi padre... no lo he visto desde que está prófugo... el ministerio le pisa los talones y él vuelve a desaparecer...
- No tenía idea de ello, pensaba que estaba en contacto con ustedes, incluso Sirius encontraba el tiempo para comunicarse con Harry.
- No creo que el factor "tiempo" sea el problema, mi madre estará al tanto de sus cosas supongo... pero el nunca encontraría digno de sí dedicarme un minuto de tu "tiempo" para escribirme... Sin contar de que sería sospechoso, desde luego.
- Uhm...- murmuró Ginny con algo de pena.- Pero de todas formas, qué diablos quiere decir con eso de iniciación?? No... - abrió los ojos con alarma.- ¡No querrás decirme que vas a ser mortífago!
- Es lo que mi familia quiere y siempre ha querido. - replicó con tono lúgubre.
- No te pregunté eso.- se puso de pie y caminó hacia él.- Quiero saber qué piensas tu Draco, ¿quieres ser mortífago o no?
- No- respondió enseguida.- No quiero ser títere de nadie, pero mi ellos esperan que lo sea... no te preocupes, yo lo solucionaré, te prometo que aunque las cosas se pongan malas, aún así buscaré que estemos juntos.
- ¿Me lo prometes?- el muchacho se arqueó y le dio un beso en la frente.
- Te lo juro, y la palabra de un Malfoy vale más de lo que crees.
- No me importan los Malfoy, solo quiero tu palabra, la palabra de Draco que es en quien confío.
- La tienes. - Ginny sonrió, algo asustada, pero ambos estaban asustados, quién no lo estaba en esos días. Intentando aligerar las cosas echó un vistazo al rededor.
- Todo aquí está un poco desordenado, ¿los elfos no limpian?
- En la mañana... de todas formas esta habitación nunca está del todo limpia si eso quieres saber.- Cerró los libros en su cama y los apiló, mientras él los acomodaba Ginny volvió a tomar asiento en su cama.
- Se parece a las habitaciones de chicos de Gryffindor, pero Harry y Ron deben compartirla con tres chicos más (ya sabes... Neville, Seamus y Dean Thomas). La cama de Harry está por aquí, irónicamente en la misma dirección que la tuya.- sin embargo, y por mucho que ella riera, él no lo encontró tan divertido. Con un ruido fuerte terminó por acomodar el último libro.- No quiero saber cómo es que tu sabes donde está la cama de Potter, así que por favor omite detalles que luego me hagan querer matar a alguien.
- Eres celoso, ¿lo sabes?- sin respuesta alguna el chico se recostó en su propia cama, acomodando su cabeza en las piernas de Ginny.
- Tengo motivos suficiente, y más ahora que no estaré aquí por un tiempo.
Silencio. El rostro de la pelirroja había perdido su energía y vitalidad en forma casi instantánea.
- ¿Cuándo vas volver?- Draco negó con la cabeza. - Pero al menos ¿nos mantendremos en contacto verdad?- le preguntó, acariciándole el cabello.- Por supuesto.- Ginny sonrió, esperaba que así fuera.
* * *
Sintió gran turbación cuando un movimiento de su hombro causado por alguien más la obligaron abrir un ojo primero, luego el otro, y los volvió a cerrar para dormir. Ahora era una voz, claro que reconocía esa voz, cómo no hacerlo. Abrió ambos ojos al entrar en conciencia de lo que estaba pasando. Se sentó en la cama bruscamente.
- Dios...- lamentó con voz ronca.- Me quedé dormida...
- Es lo que trataba de explicarte.- reprochó Draco, aparentemente él también acababa de despertar, aún permanecía acostado junto a ella, con cara de sueño y el cabello ligeramente desordenado, se veía muy tierno e inofensivo de esa manera.
- Me tengo que ir, ¿es muy tarde?- chequeó su reloj, finalmente había pasado, se habia detenido del todo cerca de las dos de la mañana.
- No tanto, la sala común debe estar vacía aún, es mejor que te vayas ahora.- coincidieron que eso era lo mejor, se puso de pie y trató de acomodar su uniforme todo arrugado, tanto o más que el de Draco mismo, ¿cómo era posible que se quedara dormida en una habitación ajena? No recordaba en qué momento lo habría hecho, para su "fortuna" iba a ser la segunda vez que iba a clases con el uniforme y su túnica hecha un desastre total. No iba a ser agradable aguantar todas las bromas pesadas que le harían al respecto.
Al salir como él había prometido, la sala estaba más solitaria que en la tarde anterior, todavía quedaba ese mal sabor de boca que la estaba torturando, él se iría en un par de horas, y no había nada que hacer para impedirlo. Se le oprimió el corazón, tenía un muy mal presentimiento de todo aquello.
Llegaron a la puerta de salida, que bajo la misma contraseña se abrió.
- ¿Nos vamos a ver antes de que te vayas? Por favor, quiero despedirme de ti.- argumentó algo cohibida. Iba a darle una respuesta, pero movimiento y voces comenzaron a llegar desde la sala común, no debía dejar que nadie la viera.- Claro.- se agachó y entre una media sonrisa le dio un fugaz beso en los labios antes de que ella se fuera corriendo. Por alguna razón sintió que el corazón se había ido en ese pequeño beso.
* * *
- Ginny, ¿vas a desayunar?- preguntó Neville extrañado desde la mesa de Gryffindor, al ver que Ginny acababa de hacer presencia en ella. No se veía bien, estaba conciente de ello, a penas había tenido el tiempo suficiente como para cepillarse el cabello y arreglarse un poco la ropa, nada más.
- A decir verdad sí, estoy famélica.- cayó pesadamente en una silla junto a la de Longbottom. Neville sonrió por el comentario y volvió a su desayuno.- Neville, ¿no haz visto a mi hermano Ron, y a Hermione?... tampoco Harry está por aquí... ¿sucedió algo?- preguntó palideciendo casi por completo al ver en la expresión del chico que había acertado.
- ¿No te enteraste? Raro, casi todo el mundo lo sabe a estas alturas.
- ¿Qué pasó Neville? ¡Habla! ¿Harry y mi hermano están bien? O Hermione... ¿que pasó?- interrogó con los ojos acuosos y una expresión fría en sus facciones.
- Fue Harry, anoche... fue muy extraño a decir verdad. - hizo una pausa, al parecer, tratando de recordar claramente.- Nos hizo despertar a la medianoche con sus gritos, parecía tener pesadillas, algo sucedía con su cicatriz, le dolía mucho al parecer porque tenía ambas manos presionadas sobre frente.
Ginny abrió más sus ojos llorosos, despavorida.
-¿ El está bien, Neville?
- Eso creo, está en la enfermería. Ron y Hermione le hacen compañía desde anoche pe... ¿a donde vas Ginny?- preguntó cuando, a gran velocidad, la pelirroja desaparecía por la puerta del comedor.- ¡Ginny no vas a poder verlo! Seamus y yo... no pudimos.
Era caso perdido, la chica ya había despegado rumbo a la enfermería sin escuchar explicaciones ni advertencias. Tan testaruda como todos los Weasley.- ¡Ginny!- exclamó su hermano Ron al verla llegar corriendo, agitada se detuvo ante la puerta de la enfermería, cerrada; Ron se encontraba afuera en el pasillo, por lo visto no lo habrían dejado entrar, y su rostro fatigado le indicaban que estaría ahí desde la noche anterior.
- Ron..ahg... cómo... ahg... está... Harry??- preguntó con agitación, la respiración entrecortada era exagerada, parecía que sus pulmones saldrían por su boca de un instante a otro.
Ron la tomó por lo hombros para tranquilizarla, y la miró fijamente.
- Ya... gracias. ¡Qué pasó con Harry! ¿Dónde está Hermione?
- Adentro, Harry está bien, no fue nada serio. Dumbledore acaba de irse, dice que esas pesadillas son como las de siempre, solo que provocan mucho cansancio a Harry. Madam Pomfrey le dio una poción para dormir sin soñar... ya sabes- se encogió de hombros con el rostro triste- para que logre descansar un poco. Hermione está adentro, lo acompañó toda la noche. Yo tuve que quedarme afuera, ¿pero donde estabas tu? Fui a tu cuarto y no te encontré.
- Est... en... la biblioteca.- inventó rápidamente- Me dormí estudiando.
- Con razón te ves tan mal...- comentó.
- Tu no te ves mucho mejor Ronald Weasley.- rebatió con sorna. Ron solo asintió tajantemente.
- Como sea... estas pesadillas son de las peores, dijo Dumbledore.
- ¿De la peores? ¿Y cuáles son esas?
- Para Harry lo son, ha soñado una y otra vez sobre la muerte de sus padres, cada vez es más vívido, anoche se sobrepasó.
- Pobre Harry... debe ser muy duro para él, ver como ese maldito mató a sus padres.
- Además...- presionó los puños con furia creciente.
- ¿Además qué Ron?
- Esos malditos Slytherin, esta mañana he visto que se iban unos cuantos de último curso, se rumorea que ya-sabes.-quien los ha llamado para una especie de iniciación como mortífagos... ¿puedes creerlo? Y Dumbledore los ha dejado irse, todos han puesto un pretexto más tonto que el anterior, por supuesto que Dumbledore se dio cuenta pero no entiendo por qué no hizo nada.
- ¿Slytherins? ¿De quienes precisamente estás hablando Ron? - preguntó con voz trémula y confusa. Por suerte Ron no se dio cuenta de su nerviosismo y cambio de actitud tan repentina.
- Zabini, Crabbe, Goyle, Nott los más obvios... y Malfoy por supuesto, lo he visto marcharse hace un rato.
- ¿Dices que ya se fue?- inquirió turbada, entonces su hermano sí se percató de que algo andaba mal.
- Sí... ¿pero por qué te preocupas tanto? Era bastante obvio en Malfoy, ¿o acaso esperabas
que de pronto se hiciera uno de los buenos?- comenzó a levantar la voz.- Todos en esa familia son así, no sé si sabías que Bellatrix Lestrange es su tía...
- Ron no me grites...- pidió con la mirada fija en el aire.- Y Percy resultó ser un maldito bastardo pero no por eso yo también lo soy...
El ya se había marchado, y sin decir adiós.
Nota: quizás este romance se está desarrollando muy rápido, quién sabe... pero si lo retrazo más no lograré enfocarme en la parte más impactante de la historia, ¿me comprenden? De todas formas no estoy satisfecha.
Como sea, espero que les haya gustado, amo a Draco y quiero mucho a Ginny por eso estoy tratando de que esta historia contenga reflejado todo mi cariño hacia estos personajes.
Dedico este capitulo a mis dos mejores amigas, Mariana y Ada Luz, gracias chicas por apoyarme en todo momento, son una gran inspiración para mi.
