Capítulo cuarto: "Y no estás aquí..."
Incluso este lugar, el cuarto de Hermione, y estando en su compañía, donde más a gusto me siento, no puedo estar tranquila. Me encuentro devastada, como si eso bastara para explicar cuan mal estoy.
La causa, es simple, te extraño, te extraño muchísimo, tanto que no sé cuanto más pueda resistir. Era verdad, en estos momentos lo recuerdo, asusta tanto depender de otra persona... me siento afligida, preocupada, aterrorizada, porque los rostros deprimidos ya se han expandido como epidemia; y no sé de ti, no sé qué estarás pasando ahora.
No pude despedirme, quizás eso sea lo que más me mortifica, o que no te hayas comunicado conmigo cuando es lo que me prometiste, me da temor pensar que romperás una promesa como esa porque entonces no sé si puedas mantener las más difíciles de cumplir.
Me acabo de dar cuenta de algo, te amo, es enserio. Y yo que pensaba que esto iba a quedar como esos cortos romances de adolescencia, parece que no, ¿qué pensarás al respecto? Pero no me miento, realmente estoy enamorada de ti y esto va más allá cualquier cosa.
Han pasado semana y media semanas, hace frío (mucho en verdad) y la navidad se acerca, pronto tendré que volver a casa para las celebraciones y estoy segura de que entonces ya no podré saber nada de ti.
Hermione estaba tan pensativa como ella, no lo notó enseguida, en forma egoísta solo en su mente oscilaban sus propios problemas. Pero lo notó, la muchacha de largo cabello castaño y rizado tenía algo, un no sé qué en sus facciones, su preocupación se distorsionaba en dolor y eso se hacía visible a leguas, ¿cómo es que no lo había notado? Ella era prácticamente su mejor amiga, ahora además pesaba el cargo de conciencia.
Mione leía, sentada en su cama al igual que Ginny (aunque esta en realidad más bien estaba acostada), la nueva edición del diario El Profeta; recientemente la pelirroja había descubierto una imagen en movimiento que mostraba las ruinas de una construcción en la portada.
- ¿De qué se trata esto?- señaló la fotografía. Hermione reaccionó como si acabase de ser despertada de un transe con la voz de Ginny.
- ¿Qué cosa?- giró el periódico para ver la imagen claramente.- Un ataque, los vasallos de Voldemort destruyeron la casa de Fudge y de otros hombres importantes en el ministerio, no es que sea muy grave, creo que no hay muertos; solamente lo consideran una advertencia como que algo peor va a venir. A decir verdad yo creo lo mismo.
- Deprimente, me siento tan impotente en este tipo de situaciones...
- Se aproxima una guerra muy cruenta...- murmuró con la mirada perdida.- ¿Lo sabes, verdad?
- Me temo que sí.
Advirtió que los ojos que Hermione se aguaban lentamente. - No es el momento indicado, soy muy imprudente...- se llevó ambas manos al rostro y las lágrimas comenzaron a caer. El ejemplar de El Profeta quedó olvidado en el piso, y Ginny se acercó para recoger en sus brazos a su amiga que ahora lloraba silenciosamente.
- ¿De qué hablas Hermione? Algo te sucede, cuéntamelo por favor, sea lo que sea te ayudaré a sobrellevarlo, te lo juro... Hermione.
- No Ginny, no... es algo estúpido y no sé como puedo estar pensando en eso ahora, no tiene importancia. Mejor dejo de llorar.- pero a pesar de eso, no parecía hacer ningún esfuerzo por cumplir sus palabras, se abrazó más fuerte a su joven amiga y lloró con más intensidad, dando a entender a Ginny que estaba descargando todo el dolor acumulado de semanas o quien sabe cuanto tiempo más.
- Mione por favor, tienes que decirme que te pasa para que pueda ayudarte, no soporto verte así.- Ginny se separó y fue limpiando las lágrimas acumuladas en las ahora empapadas y sonrojadas mejillas de Hermione. La respiración de la chica iba volviendo a la normalidad, comenzaba a tranquilizar.
- Es Harry... ¿Ginny es verdad que ya no estás interesado en él? ¡Por favor tengo que saberlo! La pura verdad, por favor, la pura verdad.- tenía sus ojos castaños clavados con obstinación en los de ella.
- La pura verdad es que no Hermione, Harry no me interesa desde hace algún tiempo ya, estoy... interesada en otra persona.
- ¿En quién?- preguntó, claramente sorprendida.
- Nah... un muchacho de Ravenclaw, nada más, un imposible porque tiene novia, pero no es importante. Aún así Luna me está ayudando.- mintió.- ¿Por qué me lo preguntas? Harry, tiene que ver con lo que te sucede, supongo...
- Él me gusta, mucho, quiero decir creo que lo amo, pero no...- se le enrojecieron las mejillas.- ¡Pero es algo insensato! Más ahora, no puedo...
- ¡No, no lo es! No es insensato Hermione!! Es fantástico!!! ¿A él le gustas? - la chica tardó en contestar, pero la respuesta fue un tímido asentir de cabeza.- ¡¿Entonces cuál es el problema?! Es grandioso estar enamorada, te puedo jurar eso, - el entusiasmo creciente en Ginny la hacían casi dar saltos en la cama.
- Me da envidia- se secó las lágrimas con la palma de una de sus manos- que puedas pensar con tanta ligereza, pero yo no, mi conciencia me mata. Además Harry no me ha estado prestando mucha atención que digamos, me esquiva y trata fríamente desde hace casi un mes, cuando me besó y yo le dije que era un error y que no sentía más que una intensa amistad por él. Mentí, tuve mucho miedo de perderte como mi amiga Ginny, y de causar problemas, y aún temo.
- De perder mi amistad eso no lo deberías temer más, yo siempre seré tu amiga Mione, pase lo que pase, y créeme, pasará mucho. Ya sé...- bajó la mirada con preocupación.- puede que solo sea una niña tonta, que se toma todo con ligereza como dices...
- No, Ginny, disculpa no es lo que quise decir...
- No importa, yo sí lo pienso,- le sonrió con algo de pesar.- pero mi vida no ha sido tan feliz como crees, no pienses que no agradezco el amor que mis padres y mis hermanos me dan, y nunca me faltó lo verdaderamente importante durante mi niñez; pero en el ámbito personal siempre he tenido ese gran problema de sentirme a menos, no resalto en nada, ni un solo premio, no soy prefecta ni la mejor de mi clase, nunca he sido muy popular y tengo los amigos en cantidades justas. Es mi vida, no creas que me quejo, pero si hay algo que he aprendido es que si la oportunidad de tener un poco de felicidad está latente, hay que exprimirla y aferrarse a ella. ¿Me entiendes? Y ahora tienes esta oportunidad de ser amada y amar y veo que la desperdicias, ¿cómo crees que debo de reaccionar? Hermione ¡pensé que eras más inteligente y menos racional!
Unos golpecitos torpes llegaron desde la puerta, obligando a Hermione a enderezarse y limpiar su rostro de cualquier nota visible de que había estado llorando.
- Pase.- dijo Ginny.
- ¿Qué quieres Parvati?- preguntó Hermione secándose las lágrimas con la palma de su mano.
- Tu hermano y tu ex-novio están abajo en la sala común y pide que bajen, háganlo de una vez porque no quiero tener que subir nuevamente...- contestó con sorna.
- Si, en un momento.- respondió Ginny. Ginny, con gran energía y vigorosidad, saltó sobre la cama y al piso nuevamente llevando de un jalón a Hermione consigo.
- Ginny, despacio que hay tiempo. - reprochó cariñosamente la mayor.
- ¿Bromeas? ¿Con Harry allí abajo? De ninguna manera, yo que tu me apresuraría. - y aumentó la velocidad, perdiéndose a través del pasillo que conducía a la sala común de Gryffindor.
- ¿Qué sucede con Ginny? - preguntó Ron, totalmente mareado cuando su hermana menor pasó por su lado a velocidad match 5.
- Trata de sobreponerse llevando una actitud positiva.- explicó Hermione, como si acabara de deducirlo. Ron desvió su mirada por donde se había perdido su hermana menor, e hizo un largo silencio antes de contestar.
- Si tan solo todos fueran tan listos como ella. Últimamente no he visto una cara feliz en todo Hogwarts.
- Tu hermana es muy especial Ronald, si tan solo se lo dijeran a menudo, seguramente ella se lo creería.
- ¡Por supuesto que es muy especial! Es una Weasley después de todo.
- Oh no, comienza la hora del orgullo familiar por Ronald Weasley, ¿no vas a narrarme esa vieja historia de tu tío abuelo Edgar de nuevo, o sí amorcito?- se colgó de su brazo.
- Chistosa, mejor vamos a comer.-le dio unos golpecitos en la cabeza antes de encaminarse.
- Hay cierto aire de excitación, ¿no notas lo diferente Ron?- preguntó Hermione al llegar al gran comedor. Cuchicheos incesantes se asimilaban al sonido de un enjambre de avispas en primavera, curioso.
- Sí, vamos a preguntarle a Harry qué sucede.- desde la mesa de Gryffindor Ginny hacía señas con la mano para indicarles que se sentaran con ella y con Harry, que desde una actitud más pasiva pedía lo mismo.
El pelirrojo y la chica ocuparon los lugares disponibles frente a Ginny y el muchacho de lentes. Desde su inocente pero observadora posición, Ginny no pudo evitar notar el sonrojo de Hermione al estar con Harry, ni la tensión que había entre ambos. ¿Es que había estado tan retraída en su propio desliz amoroso como para no notarlo antes? ¿Y Ron, acaso él no lo notaba? Si lo había hecho, entonces lo disimulaba muy bien. Aunque recientemente el año anterior Ginny había descubierto que su hermano no era tan tonto como parecía, minuciosamente él espiaba para sí y sabía fingir bien, engañaba con facilidad cuando se lo proponía seriamente. Pero claro, él no se tomaba las cosas con seriedad muy a menudo.
- ¿Qué pasa que todos están tan bulliciosos?- quiso saber Hermione.
- Se rumorea sobre un nuevo baile de navidad.- explicó Harry con algo de sequedad.
- Solo especulan, no hemos tenido un baile de navidad desde nuestro cuarto año, y eso fue solo una excusa para socializar con los estudiantes de las otras casas.
- Oh cierto... recuerdo como "socializaste" con Vicky esa noche...- exclamó
- Quiere decir hermanito, que por lógica, si en su cuarto año tuvieron baile, en su quinto año tuvieron baile, en su sexto año hubo baile, entonces por deducción, este año habrá baile también.
- Aún así no entiendo Ginny, por qué tienen esa fascinación por complicar las cosas. - dijo a regañadientes el pelirrojo.
Dumbledore se paró de su asiento en la tarima, y llamó la atención de sus estudiantes. Parvati Patil saltó de su asiento y golpeó en la mesa para hacer callar a sus compañeros.
- Aquí viene.- predijo Harry.
- Alumnos, solo un minuto para hacerles un anuncio. - "se los dije, de los dije" repetía incesantemente Lavender.- Como pueden ver, la navidad está cerca, y ante tales sucesos que estamos viviendo lo más recomendable sería enviarlos a sus casas a pasar con sus familias una fecha tan importante como puede ser esta.
- Ohhh...- se escuchó a nivel general de protesta. Reiniciaron los rumores algo molestos.
- Pero.- todos hicieron silencio repentinamente.- Como se me han acercado alumnos durante todo el año pidiéndomelo, y visto que el baile fue más fuerte que el aire depresivo vivido en los últimos días, tanto como para hacer renacer el entusiasmo fresco y encantador de los jóvenes, la profesora McGonagall y yo hemos quedado deacuerdo tras discutir que el baile de Navidad se realizará este año también.
Vítores y hurras se alzaron entusiasmados a lo largo de las cuatro mesas en el salón.
- Aunque claro, este año estarán deacuerdo conmigo cuando digo que no solo los alumnos de cuarto en adelante pueden asistir, los menores también lo tienes permitido.- más entusiasmo por parte de los menores.- Así que ya saben, inviten a esa persona especial en quien pensaron durante todo el año, y mucha suerte.
- ¿Creen que si invito a esa chica de Hufflepuff que está allá junto a Terry Bott me dirá que sí?- consultó Ron esperanzado, señalando a una bonita muchacha de cabello claro con un llamativo mechón rosado.
Silencio, absolutamente nadie había contestado su pregunta.
- ¡Eh! ¿Me escucharon? Harry...-agitó una mano frente a los ojos de su mejor amigo, que al parecer se había perdido totalmente en sus pensamientos.
- ¿Eh? Me... me voy a dormir, estoy cansado por la práctica de quidditch.- atisbó a decir nervioso, se puso de pie largándose de ahí.
- Pero si hoy no hubo práctica, ¿qué le sucede?- preguntó a Hermione, ella no le contestó, solo encogió sus hombros y escondió su rostro de Ron.- ¿Ginny? ¿Ginny por qué estás tan callada?
- ¿Uhm?- se sobresaltó, evidentemente también ella había quedado pensativa.- Yo me voy también, a dormir ya saben.- se puso de pie y se marchó con paso acelerado.
- Anda qué esperas...- musitó de malhumor.
- ¿De qué hablas?
- ¿No te vas a ir como ellos Hermione?
- ¿Quieres que me vaya?- enarcó una ceja.
- Para lo que me ayudan.- se volteó sosteniéndose sobre sus codos en la mesa.- ¿Cuál es su problema? No crean que no lo he notado, Harry y tu, ¿qué sucede entre ustedes?
- ¿Qué quieres decir?- contestó esquiva.
- Te gusta, lo veo en tus ojos- tomó un trozo de pan y se lo llevó a la boca con una sonrisita altanera que hizo sonrojar a la chica.
- ¡No inventes! ¡Qué sabes tu!
- También le gustas a él, ¿cuál es el problema? ¿Quieres ayuda? A veces Harry puede ser muy estúpido, no puede dejarte escapar así, yo no lo hice y estoy muy orgulloso de ello.
- ¿En... realmente piensas eso Ron?- preguntó con timidez.
- Eres bonita, inteligente, y aunque te enfadas con facilidad eso es mínimo. No eres una chica común Hermione, eres muy especial.
Inmediatamente los ojos se le aguaban nuevamente.
- No llores, hazme ese favor.- le pidió con una ligera sonrisa.
- Yo solo... gracias Ron, ¿te he dicho últimamente cuánto te quiero?
- Naahh... pero podrías recordármelo si quieres.- entre risas atontas, Hermione se puso de pie y lo jaló por el cuello para darle un beso en la mejilla.
- Ahí tienes.- dijo, volviendo a su lugar. Había sido un arrancón impulsivo, atrayendo la atención de varios alumnos, incluso habían logrado apenar al pelirrojo que para entonces tenía las mejillas color carmesí.
- Eso está bien para mí. Le preguntaré a Harry qué es lo que sucede, ¿bien?
- Y yo te presentaré a la chica de Hufflepuff que quieres invitar al baile, por supuesto que no va a resistirse a tus encantos, no lo dudes.
- No lo hacía, solo quería escucharlo de ti.
- Payaso...- Ron le guiñó un ojo.
* * * * * * * * * * * *
Probablemente no muchos recuerden con exactitud cuál fue el momento justo en que los días de transformaron de rutinas ordinarias a días de terror. Quizás unos cuantos, los menos, piensen que fue instantáneo, que los tomó por sorpresa. Pero otros, los más cautos, quizás los que estábamos más en contacto con la realidad, podemos determinar ahora que todo fue un proceso que paulatinamente desembocó en el gran final.
Poco a poco las noches se volvían más solitarias y frías, y los días más grises y terroríficamente tranquilos, todos caíamos en cuenta de que cada vez faltaba menos.
Esa noche, no estoy segura de cuántos lograron dormir y cuántos no, yo no pude, sé que Harry tampoco pudo, lo sentimos en el ambiente, quizás él con más intensidad. Sé que hubo varios que pasaron la noche en vela, acostados en sus camas, inmóviles e intentando no respirar, como queriendo dejar de existir. Otros intentaron distraerse haciendo algún tipo de actividad, como acabar una tarea de herbología o pociones, no estoy segura de que alguien estuviese lo suficientemente loco o fuese tan valiente como para salir de su lecho... si hubo alguno, solo Dios lo sabrá.
Lo único que quiero decir con esto, es que esa fue una noche de guerra fría, mi noche más solitaria, pensé en muchas personas esa noche, sobre todo en miembros de mi familia. Pero sobre todo pensé en ti, nunca me lo dijiste pero estoy segura de que esa noche la pesadilla comenzó para ti también. Y solo me quedó pedir para que esto acabara pronto...
A la mañana siguiente nos despertamos, todo se dio tan sorpresivo, pero en el fondo lo sabíamos. El ataque de esa misma noche se conocería más tarde como uno de los más memorables de la historia. Todo, completamente todo el Hospital San Mungo de enfermedades y heridas mágicas había sido destruido. Cerca de tres mil personas muertas, incluyendo los muggles de una comunidad cercana.
¿Qué era lo que se pretendía? Muchos perdieron a familiares y conocidos esa noche, entre ellos Neville Longbottom, el caso más cercano y que tocó los corazones de todos, sus padres que se encontraban internados ya estaba muertos, habían sido asesinados cruelmente. No recuerdo que Neville bajara a comer o fuera a clases durante toda la semana siguiente.
El caso más cercano a nuestra familia fue la muerte del tío abuelo Henry. Ron recibió una carta de mamá dos días después, yo no lo recuerdo, Ron explicó que si lo recordaba aunque vagamente, que lo habíamos conocido cuando éramos niños, yo muy pequeña entonces para acordarme de él. Pero el caso era que quizás a mi no me afectó tanto, puede ser que a mi hermano lo haya tocado un poco porque sí lo recordaba, y después de todo era familia.
Lo siguiente que supimos fue que estábamos invitados a su funeral, pero al no tratarse de un pariente cercano no nos obligaron a asistir; Bill, mamá y papá están dispuestos a ir, los gemelos odian esas cosas tristes así que ni lo pensaron antes de negarse, pero hubo quién si quiso ir. Ese fue mi hermano Ron, extraño, pero él sentía que debía hacerlo, le dijo a Hermione que le había parecido un hombre agradable, que recordaba que le había regalado unos caramelos. En nuestra niñez nunca nos regalaban muchas cosas, menos a Ron, desde mi punto de vista y aunque fuese solo por agradecerle ese pequeño detalle él quería ir. Hermione y Harry aceptaron acompañarlo, pero recuerdo que solo ella pudo, en ese entonces Harry tenía prohibida la salida del colegio.
* * * * * * * * * * * *
Su preocupación a veces la absorbía tanto que llegaba a aislarla de la realidad. Primero se iba el sonido, y lo único que quedaba era una profesora frente suyo que movía sus labios pero no emitía palabras. Luego desaparecía la imagen, y solo quedaba volando en sus cavilaciones. Eso solía sucederle, y esa clase de historia de la magia no fue la excepción, al contrario, no parecía ser la única que volaba.
Sus miedos seguían latentes, lo extrañaba más de lo que era humano aguantar y no tenía noticias suyas. Era exasperante y desgarrados porque Draco le había prometido estar comunicados. Él tenía que regresar pronto, se había marchado un par de semanas atrás, no podía perder tantas clases, Lucius no lo permitiría, ¿cierto?
Aunque entonces pensó que lo único más importante para Lucius que sus estudios serían sus propios planes y los del Señor Oscuro. Involuntariamente jugaba con una de sus plumas, la agitaba entre sus dedos con nerviosismo, y en un descuido ésta cayó al suelo.
Como despertándose de un gran transe mental, se dio cuenta de ello y se agachó para buscarla abajo de la mesa.
- ¿Es tuya?- le habló en voz baja una muchacha pecosa, se había agachado antes y tomado su pluma para devolvérsela.
- Eh.. ¡Ah! - quedó estupefacta- Sí, es mía, gracias...
- Eso pensé- le sonrió levemente.- ¿Te molesta si me siento contigo?, también estoy sola allá.- señaló uno de los bancos más alejados del salón de clase de Binns. Ni siquiera se había percatado de eso, que estaba sola. Era una Slytherin, no podía olvidar eso, las mujeres de Slytherin tenían fama de ser peores que los muchachos, pero la conocía, ella la había ayudado antes.
- Puedes hacerlo si eso es lo que quieres.- contestó. - Tú eres Mannerly, ¿no?
- Christina,- le extendió la mano, Ginny la estrechó insegura de sí confiar tan rápido era lo correcto. Su voz tenía esa tonalidad melancólica que en cierta forma le recordaron a la de un fantasma, pero al mismo tiempo sonaba angelical, un precioso timbre de voz.
- Virginia Weasley.
- Lo sé, eres hermana del mejor amigo de Harry Potter, ¿no es cierto? Y también de los gemelos, eran muy graciosos cuando estaban aquí.
- Sí, esa soy. Tu me ayudaste en pociones, gracias por eso.- la chica chistó la lengua restándole importancia.
- No te fue de mucha ayuda de todas formas- se encogió de hombros.
Binns continuó explicando y se produjo un silencio profundo entre ambas.
- ¿Puedo hacerte una pregunta personal?- Mannerly suavizó su voz, sonaba algo así como el susurro desganado.
- Ssí... supongo.- casi se encogió en su asiento.
- Te ves preocupada, ¿puedo ayudarte en algo?
- ¿Qué? No... no, no es nada estoy bien, solo que ya sabes... todo lo que sucede me tiene distraída. - mintió, aunque en cierta forma no todo era mentira.
- Aja... también estoy algo sorprendida por lo que pasó, mi abuela estaba internada en San Mungo cuando todo pasó.
- Oh... lo siento. Yo ni siquiera conocía a este pariente que murió...
- Ella era una mujer muy vivaz para su edad, siempre decía: Christina, si dejas de moverte te paras.
- ¿Qué quiso decir con eso?
- Supongo que hizo una referencia a toda su actividad cuando ya era anciana, siempre decía eso, que se moriría el día que se detuviera. Estaba ahí para sus chequeos médicos anuales cuando todo pasó...
- Yo... lo lamento, no sé qué decir...- admitió incómoda.
- No te sientas obligada a darme consuelo, - sonrió.- los Gryffindor son tan corteses...
- Eso creo.
- Pero de todas las cosas solo rescato ese consejo, hacer algo antes que esperar quieta que te llegue la muerte... tomar las riendas en vez de quedarte soportando que todo pase... hacer algo, ¿sabes a lo que me refiero?- suavizó más su voz, como si implícitamente intentase decirle algo.
* * *
- ¿No se les hace un poco tarde a ustedes dos?- intervino Bill, al ver que su hermano menor era asfixiado por los calurosos abrazos de su madre.
- Es cierto, señora Weasley Ron y yo tenemos que volver a Hogwarts en este instante.- saltó Hermione como auxiliar.
- Mamá, ya, déjame...- se separó bruscamente el pelirrojo, estaba totalmente despeinado y con el rostro enrojecido por el sofocamiento.
- Ron Weasley, no te veo en casi todo un año y no tendría noticias tuyas sino fuera porque yo te escribo, ¿cómo quieres que me ponga? - se defendió la señora Weasley.
- ¡Pero no me abochornes frente a todos!- reclamó Ron.- Además no creo que este sea un lugar para hacer estas cosas...
- Ron, ya no seas tan escandaloso...- reprochó Hermione con una insipiente sonrisita.
- Hermione...- Ron le lanzó una mirada amenazante.
- Está bien, tienes razón Billie, ya es tarde así que mejor se van, gracias por acompañar a mi hijo Ron, Hermione.
- Ron es un buen amigo.
- Eso me temía.- contestó la señora Weasley como si lo lamentara.- Nosotros nos vamos también, tu padre debe estar esperándonos.
Tras una rápida despedida, Bill, y la señora Weasley los dejaron solos, lo que realmente no era un inconveniente ya que estaban muy cercanos al Londres muggle, donde podían conseguir tomar el autobús noctámbulo para volver a Hogwarts.
- ¿Realmente tenemos que irnos ya?- siseó el pelirrojo a medida que avanzaban caminando.-
- ¿Qué pretendes?- preguntó Hermione, tomándose de su brazo para poder caminar más juntos.
- No me gusta viajar en el autobús noctángulo, no le hace bien en mi estómago..- siseó Ron. - Además, quiero contarte algo acerca de Harry, si estás dispuesta a escuchar, claro...
- Ah... ¿y?- murmuró con sequedad.
- Fue algo que pasó, no es tu culpa pero creo que tienes que saberlo. - Hermione lo miró extrañada y asintió pidiéndole que prosiguiese.- Hace un par de noches me desperté durante la madrugada por los gritos de Harry, estaba teniendo pesadillas... lo ayudé a levantarse, su cicatriz le dolía mucho, y como ya no pudo volverse a dormir bajamos a la sala común, yo me quedé haciéndole compañía. Estaba muy silencioso...
Flashback.
- Déjame adivinar, tus pesadillas otra vez...- aventuró Ron con cierta palidez en el rostro, y era que le incomodaba tanto hablar del tema.
Harry, sentado apenas a unos centímetros suyos, parecía más alejado que solo eso, como si se encontrase en otro mundo totalmente diferente al que Ron conocía. No le dio una respuesta directa, pero su silencio lo dijo todo.
- Esta bien, no hablemos de eso, pero si permanezco en silencio mucho tiempo voy a dormirme...- advirtió con voz ronca.
- ¿Qué quieres decirme Ron?- le preguntó, clavando directamente sus ojos verdes en los del pelirrojo.- Te conozco bien como para saber que quieres preguntarme algo y no lo haces.
- Bien...- se ruborizó al ser descubierto.- Tienes algo de razón...
- ¿Y bien? ¿Qué es?
- Es Hermione.- Harry se sobresaltó al oír su nombre, de pronto esa valentía amenazante en su fisonomía iba desapareciendo lentamente, apartó la mirada y la puso sobre el muro opuesto a ellos.
- Uhm...
- ¿Eso es todo lo que vas a decir? ¿Un simple "uhmm"? - reclamó Ron, elevando la voz. - Por un momento pensé que ella significaba más que un simple "uhm" en nuestras vidas. ¿No te parece así? Después de todo fue la primera amiga que tuve... y sé bien que también la tuya Harry...
- ¿A qué viene todo esto?- lo enfrentó con algo de decisión inventada.
- A que no le hablas, la estas tratando con mucha frialdad para ser la chica en quien piensas todo el tiempo. Y ella te quiere tanto que está sufriendo mucho... bien, eso es todo, ya lo dije.
- No sabes nada...- musitó con aspereza, evitando verlo.
- ¿No sé? Entonces me lo explicas, me lo merezco, ¿no? Después de todo soy tu amigo de casi toda la vida y siempre fuiste el primero en saber todo lo que me sucedía, me gustaría que confiaras más en mi.
- Está bien, me merezco que estés a la defensiva, no he sido honesto contigo. Pero no pienses que sabes todo acerca de todo Ron Weasley. Ella no está sufriendo tanto como yo, porque ella no me...
- ¿Ama? Claro que sí lo hace, ¿sorprendido?- de hecho, parecía más que extrañado.- Te lo hubiese dicho ella misma si tan solo la hubieses escuchado.
- Pero... no es lo que ella me dijo.- comentó meditativo, se veía a la legua que no era capaz de contener la felicidad en su interior.
- Ve y pregúntaselo, yo ya hice mi parte.- le dio una palmadita en el hombro. Se puso de pie para marcharse.- Me voy a dormir...
- No puedo. No voy a hablar con ella...
- ¿¡Qué!?- se volvió a sentar. La repentina alegría de Harry se había esfumado en cuestión de segundos- ¿Por qué?- exigió saber.
- Porque así es mejor.- trató de explicar con amargura.
- ¿Cómo puede ser mejor si tu no estás con ella ni ella está contigo, Potter?- por un segundo Harry pudo jurar que oía al despectivo Draco Malfoy hablar con él, pero no, era Ron su mejor amigo, sumamente enfadado con él.
- Tu no la haz oído Ron,- murmuró en forma sombría.- No sabes lo que significa para mí tener que oír los lamentos de mi propia madre muerta en estas malditas pesadillas que noche tras noche tengo.- cerró sus puños con fuerza, presionándolos tanto que sus nudillos de volvían totalmente blancos. Ron no fue capaz de contestarle nada, aunque no comprendía bien lo que estaba tratando de explicar.- Mi padre tratando de que nada le suceda, ni a mí, porque Voldemort iba tras él, eso es lo que me han dicho.
"Ahora viene por mí, y no quiero que Hermione pase por lo mismo. No importa si tengo que estar lejos de ella, o llegar a ganarme su odio, cualquier cosa antes de verla muerta por mi culpa. ¿Ahora me entiendes?"
- No lo sé Harry, sinceramente no lo sé.- admitió Ron, impactado por la reciente confesión.
Fin Flashback
- ¿Esa es la razón?- preguntó Hermione, temblando y con el rostro empapado en lágrimas que esporádicamente se escapaban de sus ojos avellana.
- Me temo que sí.- la chica se abrazó a Ron con todas sus fuerzas, y se echó a llorar en un llanto más uniforme y exhaustivo.
- ¿Cómo puede ser mejor no estar con él, Ron? Si la peor forma de sufrir es estar sentada junto a la persona que se ama y no poder tenerla, preferiría la muerte a esto... ¿No se lo dijiste? ¡No se lo dijiste Ron!
* * *
"No estoy muy segura de lo que Mannerly haya querido decirme la última vez, pero me dio una buena idea. Muy bien, quizás no sea muy buena, pero sí es desesperado y mi única opción.
Ya han pasado dos semanas y media, la Navidad está muy cerca y me estoy volviendo loca sin tener noticias tuyas. Por eso es que voy a tomar esta desesperada decisión, me acercaré a Pansy Parkinson."
Ya estaba casi todo listo, lo tenía planeado, pero el momento adecuado para ejecutar su plan no llegaba nunca. Como una especie de espía aguardaba el momento justo, Pansy Parkinson debía estar sola, y no había momento en que su guardilla de seguidoras la dejaran sola.
Pensó en darse por vencida, pero Ginny no lo hizo, un par de días después, tras seguirla casi toda una semana, Pansy se quedó sin compañía. Fue en la biblioteca, la estaba vigilando por sobre un libro desde unas mesas alejadas de la Slytherin. Sus compañeras la habían dejado, quien sabe por cuanto tiempo así que tenía que ser rápida y convincente.
Se puso de pie y tratando de parecer natural se acercó hacia la mesa de Parkinson; en ese lapso de cinco segundos o más, repasó el plan que por cierto, ya no se le antojaba tan bueno. Era muy directo, así que lo mejor era improvisar, después de todo no perdía nada.
Al ponerse en presencia de la chica con rostro de bulldog, esta alzó la vista de su libro, la vio despectivamente.
- ¿Qué quieres Weasley? - preguntó amenazante.- Por cierto, te ves horrible (más de lo usual)... - posiblemente no mentía, había dormido muy mal últimamente, y en su distracción matinal puso haberse no peinado tan bien como de costumbre. Las ojeras no ayudaban por cierto.
- Estee... Parkinson... solo quiero pedirte algo...
- ¿Tú a mí?- porfió incrédula. - No tendrás nada de mi parte comadreja.- contestó secamente, regresando a su tarea.
- Es sobre Draco Malfoy...- Pansy dejó su pluma y el libro que usaba como apoyo caer con brusquedad sobre la mesa.
- ¿Qué sabes sobre Draco?- ahora su rostro estaba más tenebroso que antes, había logrado provocarla con pronunciar un simple nombre.
- Nada.- se apresuró a añadir antes de salir herida.- Por eso recurrí a ti, todos comentan que estas recibiendo correspondencia suya.- mentira, nadie comentaba eso pero por la sonrisa de sorpresa y satisfacción de Pansy, Ginny sintió que había anotado un punto a su favor.
- ¿Así que eso comentan? Pues es claro, después de todo soy su novia para todo Hogwarts.- menos para ella misma, pobre y tonta Pansy, Ginny comenzaba a sentir pena por ella.
- ¡Por supuesto! Y dime, ¿es verdad?
- Sí, he recibido una carta suya cada dos días, no puede escribir tan a menudo porque está ocupado en... asuntos, ya sabes. - explicó con aire de grandeza.-¿Pero por qué estás interesada en eso? Draco nunca te ha caído bien desde que tengo memoria.
- ¡No! No, claro. Solo me entró curiosidad, ya sabes, como hacía tiempo que no lo veía rondar por aquí, con la nariz metida en todos los asuntos de Harry y eso... jajajaaa...- rió con nerviosismo.
- ¿ Curiosidad? No te creo Weasley... debes tener una razón oculta...
- Este... uhmm... bien, te lo diré, pero no se lo digas a nadie.- hizo una pausa interminable. Pansy alzó una ceja impacientemente.- Él... Draco Malfoy.... él... me gusta, pero nunca me ha prestado atención y yo no me atrevo a acercarme porque sé que no puedo competir contigo y eso...- argumentó sin aire, era el último recurso que tenía, si no se tragaba eso iba perdida.
Pansy sonrió maliciosamente, y esperó un momento antes de contestar.
- ¿Es verdad Weasley? Bueno, si es así veo que vas mejorando tus gustos, pero está claro que mi Draco nunca se fijaría en una mocosa como tu, y eres lista al no querer competir conmigo... está bien, te diré un poco. - Ginny sonrió con victoria, había logrado que la gorda se tragara su mentira después de todo.
- Gracias...
- Está en casa de sus abuelos, su abuela Germid está enferma... ¡y es todo lo que te diré!- advirtió violentamente. Cerró el libro, y recogió sus cosas.- Ya es tarde.- concluyó, y con una sonrisa altanera y burlista se marchó sin despedirse.
No era que realmente esperara que Pansy Parkinson se despidiera de ella, solo que le perturbaba porque Pansy no pareció mentirle al confirmarle que sí había recibido noticias de Draco. Un perturbador vacío llenó su pecho.
Caminó de regreso a la mesa de inicio, donde había dejado su mochila. Se encontró con que alguien más ya había tomado su lugar, ni siquiera le importó ver de quien se trataba, solo quería tomar sus cosas y largarse a su sala común de una buena vez.
- Virginia.- la detuvo una voz. Se volvió para ver de quién se trataba, no se había percatado que era Mannerly la que se había sentado en su puesto.
- Ah, ¿cómo estás?- la saludó desganada, no tenía ganas de hablar con nadie en ese preciso momento. Ella le respondió con un movimiento de cabeza y una semi sonrisa.
- Ella miente, solo ha recibido una carta y de eso ya ha pasado mucho tiempo, además viene de la madre de Malfoy y no de él. ¿Era eso lo que te preocupaba no?- Ginny la observó con obsoleta admiración, tomó asiento frente a la chica.
- ¿Escuchaste todo?
- Un poco. No te miento, Parkinson alardeó mucho cuando esa carta llegó, y confío en que andaría pavoneándose por toda la sala común si realmente él le hubiese escrito más de una carta, ni siquiera pienses en esa mentira de que "le está escribiendo cada dos días".
- ¿En verdad lo dices?
- ¿Estás más tranquila ahora?
- Eso creo.- admitió dudosa.
- Además, él te escribiría primero a ti, ¿eres su novia, no?- a Ginny le tembló el labio inferior, tenía los ojos abiertos de par en par, ¿cómo es que aquella chica hablaba tan convencida de sus palabras? - Los vi, no te preocupes porque no se lo he dicho a nadie, a decir verdad Malfoy no me cae tan mal, y tu me pareces mucho más simpática que Pansy Parkinson.
- Tu Mannerly... ¿nos viste?- la chica asintió con una sonrisa.
- Pero llámame Christina; comprendo por lo que estás pasando, hace mucho tiempo que no veo a mi novio y ahora que está cerca la navidad me encuentro muy nostálgica...
De pronto Ginny se sensibilizó, no sabía si confiar o no en esta muchacha, pero ahí estaba, haciéndole promesas de amistad y abriéndole su corazón...
- Gracias por todo Christina, y no quiero decir lo de hoy nada más, me haz ayudado en otras ocasiones, ahora veo que solo querías ser mi amiga y me comporté muy descortés.
- Es natural, soy una Slytherin y tu una Gryffindor después de todo, ¿no? Pero me acerqué porque confiaba en que no te preocupaba eso, ya que estabas saliendo con Malfoy...
- ¿Tu no sabes nada de él verdad?- preguntó en voz baja. Christina negó con la cabeza.
- Menos que tu. Pero hay mucha incertidumbre, en la sala común de Slytherin todos están tensos, quizás seamos los que estamos en mayor contacto con lo que sucede, todos parecen saber algo y a la vez nada... estamos concientes como todos los demás, de que algo grande está cerca, y el incidente de San Mungo solo fue la punta de iceberg.- a Ginny se le heló la sangre, sonaba todo tan cierto y a la vez como una profecía tenebrosa...
- Tengo que irme.- se puso de pie, tomando sus cosas. Christina le sonrió con más calidez esta vez.
- Tengo algo más que decirte Virginia.
- ¿Algo más?- preguntó sorprendida.
- La última vez que vi a Malfoy, él salía de la oficina de Dumbledore, su padre se lo llevó a la fuerza y él solo le pedía que lo dejara despedirse de alguien. Ese alguien eras tu, supongo. ¿Te ayuda eso?
- Mucho, - sonrió satisfecha.- eres una buena amiga, me ayudaste mucho en verdad.
*| * *
Unos golpes en la puerta del despacho le indicaron que él ya estaba allí.
- Puedes pasar Harry.- dijo el director. Harry abrió la puerta, estaba agitado y un poco pálido. A simple vista podía predecir que había venido corriendo, con una sonrisa tranquilizadora le hizo señas para que tomara asiento. El también lo hizo.
- ¿Cómo haz estado Harry? Se te ve agotado.
- ¿A sucedido algo? ¿Le pasó algo a Sirius? - comenzó a bombardear preguntas, con nerviosismo y tensión.
- No que yo sepa, ¿por qué preguntas?- preguntó con naturalidad desconcertante que tomó por sorpresa a Harry.
- P-porque usted... me ha llamado y...
- ¿Y qué acaso no puedo llamarte para hablar tranquilamente de temas triviales? - Dumbledore sonrió.
- Eso quiere decir que nada malo ha pasado, ¿verdad?
- Nada sucedió Harry, hay una inaudita paz, ¿sabes que estaría bien hacer ahora?
- ¿Estar alerta?
- También, siempre es bueno estar alerta, pero sería mejor si nos relajáramos un poco. Por ejemplo, ayer me he dado un lujo que hace mucho no me daba, tomé un largo baño de burbujas hasta que encontré arrugas en mis arrugas.- comentó con ojos soñadores. - ¿Te has dado algún lujo últimamente Harry?
- Estem... - comenzó a meditar, realmente no había estado al tanto de eso con la tensión que tenía acumulada en su cuerpo adolescente. A decir verdad, hacía largo tiempo que no hacía algo divertido, los entrenamientos de quidditch estaban suspendidos por la abundante nieve.
- ¿Haz pensado en el baile de navidad? - inquirió con una mirada llena de picardía.-¿Llevarás a alguien?
- No señor, de hecho no estaba pensando en ir.
- ¿No?- aguardó en silencio con la mirada fija en el joven.- Tu sabes Harry, que hubo un tiempo en el que tu padre quiso separarse de tu madre?
- ¿En verdad?- eso lo tomó desprevenido, era una gran sorpresa después de tantos años de creer que sus padres habían conformado el matrimonio perfecto.
- De hecho la pobre Lily ya estaba embarazada de ti, que poco considerado, ¿no crees?
No contestó nada, estaba presionado por la confusión de toda esta nueva y shockeante información para él.
- ¿Y por qué no lo hizo?- su voz sonaba ronca.
- Porque lo convencí de que no era una buena idea. El vino a mí, así como estás tu aquí ahora mismo, y me dijo lo que tenía pensado hacer. Temía por Lily y por ti, Voldemort solo lo buscaba a él, de modo que pensó que alejándose de ustedes podría evitar que les hicieran daño. Aparentemente un buen plan, ¿no? Pero sucedió que la buena Lily hizo un gran alboroto, no iba a permitir que su esposo la abandonara, porque ella quería afrontar todo con él... James no pudo hacerla cambiar de opinión... No sé si haya hecho bien o mal, Harry, pero sí puedo decirte que ese tiempo que pasaron juntos, que sería el último que pasarían en vida, ambos tuvieron enormes momentos de felicidad.
- ¿Por... por qué me cuenta esto a mí?
- Muchos dirán que este momento es el menos apropiado para enamorarse. ¿Sabes qué pienso yo al respecto? No hay mejor momento que el ahora, nunca es mal momento para el amor Harry. Sin duda esta guerra que es real, y que ya ha comenzado, ha separado parejas ahora... así como hace diecisiete lo hizo. Muchos de sus propios compañeros de casa darían cualquier cosa por tener tu oportunidad Harry, no la desaproveches...
Harry asintió, con mucho que pensar, Dumbledore le había dado justamente el permiso que él mismo no había querido concederse.
- Ahora bien, vete de mi oficina e invita a la pobre señorita Granger, ¿me entiendes?
- Gracias por el consejo...
- Solo es un buen consejo que tu padrino te hubiese dado de no ser porque está lejos de aquí, y muy bien.- le guiñó el ojo antes de verlo salir, corriendo, como había llegado.
* * *
- Ah, por cierto, quería presentarte a un muy buen amigo mío, él es Ronald.- dijo Hermione. La bonita muchacha enfrente de él quedó sorprendida con la casi repentina aparición por sobre el hombro de Hermione de Ron, él pelirrojo le brindó una de sus mejores sonrisas, y para su fortuna tuvo una buena respuesta de la chica.
- Hola, te conozco, eres el guardián del equipo de quidditch de Gryffindor. - admiró la jovencita de voz dulce y con un ligero seseo.
- Así es, ¿te gusta el quidditch?- preguntó Ron, animado.
- ¡Mucho! Aunque soy de padres muggles, y quizás no sepa tanto como los demás, pero me gusta mucho.
Por lo visto, en esa conversación que cada vez se animaba más, Hermione salía sobrando. Así que optó por una silenciosa retirada hacia la sala común, con suerte encontraría algo en qué distraer su atención.
Esa chica de Hufflepuff le había caído muy simpática y dulce, Ron se merecía a alguien así a su lado, era un muchacho muy bueno, ahora su mejor amigo.
Caminó arrastrando los pies lo que quedaba del camino, la escasa gente con que se topaba la veía de manera extraña, pero no les prestaba mucha atención... hasta que a la vuelta de una esquina la profesora McGonagall le preguntó si se encontraba bien. Con una sonrisa débil le aseguró que sí, aunque no creyó convencerla totalmente.
Continuó su camino, esperando no toparse con nadie más que le pidiese explicaciones. Se detuvo de golpe, al chocar con un cuerpo mayor al suyo. El chico había estado corriendo, y no se había percatado de su presencia.
Su primera reacción su abrir la boca para insultarlo o algo así, pero al ver quién era le fue imposible hacerlo. El también se sorprendió, Hermione pensó que iba a eludirla o algo así...
Mucha fue su decepción al ver que no lo hacía, se acercó a ella con decisión para enfrentarla.
- Hermione, te estaba buscando. No me digas nada, solamente quiero que sepas que acabo de hablar con Dumbledore y me ha hecho recapacitar y darme cuenta que hemos estado perdiendo mucho tiempo valioso, así que quieras o no haré que aprovechemos el que aún nos queda...- ¿de qué diablos hablaba él? Muy tarde, Harry la había tomado por los hombros y obligado a besarle.
Quiso evitarlo, pero no lo haría, eso era lo que ella estaba buscando después de todo. Involuntariamente su cuerpo respondió, correspondió su beso con todo el amor que tenía contenido, pero el beso fue breve, Harry se separó de ella quedando a pocos centímetros de distancia.
- ¿Eso quiere decir que estás deacuerdo conmigo?- preguntó sonriendo. Hermione asintió, con los ojos nublados por insipientes lágrimas de felicidad.- ¿Y que me perdonas por todo?
- Solo... no lo hagas de nuevo.- suplicó con voz ronca. Un tanto dolido Harry la encerró entre sus brazos, no se había dado cuenta que ella sufría tanto por su culpa.
- Nunca.- le prometió con toda la sincera solemnidad que tenía en el corazón.- Otra cosa más, ¿vienes al baile conmi--- - Hermione lo calló con un nuevo beso.
* * *
- Este... Ginny.- Seamus carraspeó para llamar su atención. La pelirroja, estaba a punto de ponerse de pie para marcharse a su habitación, era un poco temprano para dormir, pero estaba tan aburrida que no encontró mejor opción.
- Seamus, ¿qué pasa?- preguntó interesada, el muchacho se veía ligeramente nervioso, y distante al tratarla. Si no hubiese sido porque sonreía, Ginny hubiese pensado que algo malo había pasado. En vista de que quería hablar de algo importante, volvió a tomar asiento frente a la chimenea de la sala común.
- ¿Irías al baile conmigo?- pidió directamente, dejando sorprendida a su interlocutora. ¿Seamus Finnigan la estaba invitando? ¿Por qué? El chico comenzó a incomodarse por lo que tardaba en responder, pero aún así Ginny no se apresuró. Ya estaba harta de ese baile, faltaban dos días para navidad y era de lo único que hablaban.
- Esteee... veamos, Seamus no puedo.- comenzó a decir. En el rostro del muchacho se plantó una gran decepción.
- ¿Ya te han invitado? Yo pensé que no...
- No, no es eso Seamus. Tu me agradas mucho, ¿lo sabes, verdad? Y normalmente te hubiese dicho sí, pero sucede que no quiero ir...
- ¿No? - sonsacó, extrañado.- Pero pensé que todas las chicas adoraban los bailes de Hogwarts...
- Como te digo, normalmente sí me interesaría... pero ahora no.
- ¿Por qué no?
- Porque no.
- ¿Pero por qué?- insistió. Ginny comenzaba a hastiarse del comportamiento pesado de Finnigan.
- Cosas de mujeres... -inmediatamente lo vio echarse para atrás, solo aceptó con un débil "ah" y se fue. Dio resultado, a todos les funcionaba eso, su hermano Ron siempre dejaba de molestar cuando le atribuía todo a las "cosas de mujeres". Quizás por medio, o por total ignorancia sobre el tema, eso era, temían hacer el ridículo. Sonrió débilmente, y recogió sus piernas con ambos brazos.
Nuevamente el día de navidad le era recordado, maldita sea su suerte, se sentía tan sola sin que él estuviese presente. Lo necesitaba, y mucho. Claro que la insipiente amistad con Christina le había ayudado por momentos, pero era entonces, cuando quedaba completamente sola, que temía no volver a verlo nuevamente. No tenía noticias suyas, y esa particular carta a Pansy Parkinson no era más que un engaño, y sin embargo no sabía con certeza que era real y que no.
Sintió un peso muerto caer junto a ella en el sillón, y recostarse en su hombro. Ese cabello rojo en su mejilla, no podía ser otro que su hermano mayor.
- Ron... ¿qué tienes?- se agachó para verle el rostro, poseía una sonrisa llena de satisfacción en él.
- Dijo que sí.- musitó con la risita de un maniático.
- ¿Quién dijo que sí a qué? Explícate.
- Marianne McGinty aceptó ir al baile conmigo.
- Oh, felicidades. Eh... te refieres a esa chica de Hufflepuff que ha estado contigo los últimos días, ¿no?
- La misma. - se sentó bien, quedando frente a frente con Ginny.- ¿Tienes idea de lo bien que me siento?
- Hermanito, tus ojos brillan mucho- comentó cariñosamente.- Estoy feliz por ti.
- Gracias... ¿tu ya tienes pareja? Me dijeron que Seamus iba a invitarte, ¿lo hizo?
- Ya. - contestó con incomodidad.
- Y le dijiste que sí??
- No...
- ¿Acaso vas con alguien más?- lo que menos necesitaba ahora, un arranque de celos de su protector hermano. Negó con la cabeza frenéticamente.
- Para nada...- Ron suspiró aliviado.- ¿Por qué te alegras?
- No me alegro, me tranquilizo... no quiero que mi hermana pequeña salga con cualquier tipo sin que yo lo apruebe... ¿está claro?
- Sí, sí, sí, sí... como digas... - se burló, pero Ron ya no la escuchaba.
- ¡Ey! Mira quienes están aquí, la pareja feliz... sepan que ya tengo con quien salir así que no estoy encelado, pueden hacer lo que se les plazca.- informó Ron, acababa de llegar Hermione y Harry, este último abrazándola por la cintura. La noticia de su noviazgo se había esparcido más rápido de lo que Hermione hubiese querido.
Harry, siempre en vista de todos no se sentía extrañado por nada, pero Hermione que nunca había recibido tanta atención, ahora era acosada por esas mirada gélidas o burlonas en los pasillos, tenía que soportar las murmuraciones y risitas, estaba tan estresada como feliz.
- Me alegra Ron, ¿cómo estás Ginny?- la saludó Hermione, ella solo sonrió y se encogió de hombros. Una sensación extraña afloró en su estómago, como punzadas... ¿eran celos? Sí, esos debiesen ser. No por Harry, él ya era tema del pasado, pero es que la felicidad que irradiaban juntos creaba tanta envidia.
- ¿Así que ya tienes pareja?- preguntó Harry, a Ron. El pelirrojo asintió con una sonrisa victoriosa.- ¡Bien!
- Tengo que ir a mi habitación, vuelvo en un rato, ¿sí?- interrumpió Hermione. Se despidió de su novio con un suave beso sobre los labios.
- Sí, como sea... Harry, ¿te quedas?
El muchacho de la cicatriz aceptó, aunque en sus facciones podía verse que se moría de ganas por salir corriendo detrás de su novia.
- Yo me voy también.- anunció Ginny, despidiéndose con un leve movimiento de mano.
Esperaba llegar a su cuarto y desplomarse sobre su cama sin que ningún problema la asediara más, si era posible dormir mejor aún. A lo largo del corredizo solo empeoraba su humor el toparse con otras chicas de su curso o incluso menores, que comentaba cuan afortunadas eran al salir con sus respectivas citas de baile. Patético...
Cerró con un fuerte golpe la puerta tras ella, y cayó pesadamente sobre su cama.
"Solo eres una envidiosa Ginny Weasley, no puedes ver felices a los demás porque tu no lo eres."
Cerró los ojos, dormir, dormir, dormir, era lo único que estaba dispuesta a pensar. El silencio y la paz de la soledad tan solo le duraron minutos; comenzó a oír un ruidito extraño en el cuarto. En principio no pudo detectar de donde venía, pero pronto vio en su ventaba un enorme búho de plumaje oscuro. Su primera razón fue asustarse, pero luego sintió intriga por la carta que traía el búho.
La tomó y leyó su nombre en ella, esa carta era dedicada a ella misma... la abrió y leyó rápidamente. Estaba escrita con desprolijidad, pero con una caligrafía bien elaborada, esa letra era imposible de no reconocer, unas lágrimas de emoción fluyeron por las cuencas de sus ojos.
"Mi amor, espero que esta navidad no rehúses ser mi pareja para el baile. DM" Aunque solo fuese una línea, y tan solo figuraran sus iniciales, fue la carta más romántica, increíble, conmovedora y sorprendente que jamás había recibido.
Se llevó la mano a la boca, no tenía tiempo para arreglarse, ni tenía que ponerse.
Dobló con cuidado el trozo de pergamino y lo guardó en su bolsillo. Salió corriendo de su habitación directa al cuarto de Hermione, ella era su última esperanza.
Ni siquiera esperó a que le respondieran, abrió la puerta y entró corriendo al cuarto.
- Ey, podrías tocar ¿no?- se quejó Lavender. Hermione, que se encontraba sentada sobre su cama, se puso de pie ligeramente al verla entrar tan apresurada.
- ¿Sucede algo malo Ginny?- con la respiración entrecortada, el pecho agitado y el rostro todo rojo, negó eufóricamente. Se aproximó a Hermione y la tomó por los hombros.
- Necesito tu ayuda, he decidido ir al baile.- pronuncio con la voz hecha jirones.
- Claro, ¿estás bien Ginny?
- ¡Muy bien!- se abrazó a su amiga con fuerza.- Ahora muy bien.
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"Dedicado a Yessica Medina, que ella desde su corazón siempre va a esperar el regreso de su novio Martín. Gracias a vos amiga, y mucha suerte."
Incluso este lugar, el cuarto de Hermione, y estando en su compañía, donde más a gusto me siento, no puedo estar tranquila. Me encuentro devastada, como si eso bastara para explicar cuan mal estoy.
La causa, es simple, te extraño, te extraño muchísimo, tanto que no sé cuanto más pueda resistir. Era verdad, en estos momentos lo recuerdo, asusta tanto depender de otra persona... me siento afligida, preocupada, aterrorizada, porque los rostros deprimidos ya se han expandido como epidemia; y no sé de ti, no sé qué estarás pasando ahora.
No pude despedirme, quizás eso sea lo que más me mortifica, o que no te hayas comunicado conmigo cuando es lo que me prometiste, me da temor pensar que romperás una promesa como esa porque entonces no sé si puedas mantener las más difíciles de cumplir.
Me acabo de dar cuenta de algo, te amo, es enserio. Y yo que pensaba que esto iba a quedar como esos cortos romances de adolescencia, parece que no, ¿qué pensarás al respecto? Pero no me miento, realmente estoy enamorada de ti y esto va más allá cualquier cosa.
Han pasado semana y media semanas, hace frío (mucho en verdad) y la navidad se acerca, pronto tendré que volver a casa para las celebraciones y estoy segura de que entonces ya no podré saber nada de ti.
Hermione estaba tan pensativa como ella, no lo notó enseguida, en forma egoísta solo en su mente oscilaban sus propios problemas. Pero lo notó, la muchacha de largo cabello castaño y rizado tenía algo, un no sé qué en sus facciones, su preocupación se distorsionaba en dolor y eso se hacía visible a leguas, ¿cómo es que no lo había notado? Ella era prácticamente su mejor amiga, ahora además pesaba el cargo de conciencia.
Mione leía, sentada en su cama al igual que Ginny (aunque esta en realidad más bien estaba acostada), la nueva edición del diario El Profeta; recientemente la pelirroja había descubierto una imagen en movimiento que mostraba las ruinas de una construcción en la portada.
- ¿De qué se trata esto?- señaló la fotografía. Hermione reaccionó como si acabase de ser despertada de un transe con la voz de Ginny.
- ¿Qué cosa?- giró el periódico para ver la imagen claramente.- Un ataque, los vasallos de Voldemort destruyeron la casa de Fudge y de otros hombres importantes en el ministerio, no es que sea muy grave, creo que no hay muertos; solamente lo consideran una advertencia como que algo peor va a venir. A decir verdad yo creo lo mismo.
- Deprimente, me siento tan impotente en este tipo de situaciones...
- Se aproxima una guerra muy cruenta...- murmuró con la mirada perdida.- ¿Lo sabes, verdad?
- Me temo que sí.
Advirtió que los ojos que Hermione se aguaban lentamente. - No es el momento indicado, soy muy imprudente...- se llevó ambas manos al rostro y las lágrimas comenzaron a caer. El ejemplar de El Profeta quedó olvidado en el piso, y Ginny se acercó para recoger en sus brazos a su amiga que ahora lloraba silenciosamente.
- ¿De qué hablas Hermione? Algo te sucede, cuéntamelo por favor, sea lo que sea te ayudaré a sobrellevarlo, te lo juro... Hermione.
- No Ginny, no... es algo estúpido y no sé como puedo estar pensando en eso ahora, no tiene importancia. Mejor dejo de llorar.- pero a pesar de eso, no parecía hacer ningún esfuerzo por cumplir sus palabras, se abrazó más fuerte a su joven amiga y lloró con más intensidad, dando a entender a Ginny que estaba descargando todo el dolor acumulado de semanas o quien sabe cuanto tiempo más.
- Mione por favor, tienes que decirme que te pasa para que pueda ayudarte, no soporto verte así.- Ginny se separó y fue limpiando las lágrimas acumuladas en las ahora empapadas y sonrojadas mejillas de Hermione. La respiración de la chica iba volviendo a la normalidad, comenzaba a tranquilizar.
- Es Harry... ¿Ginny es verdad que ya no estás interesado en él? ¡Por favor tengo que saberlo! La pura verdad, por favor, la pura verdad.- tenía sus ojos castaños clavados con obstinación en los de ella.
- La pura verdad es que no Hermione, Harry no me interesa desde hace algún tiempo ya, estoy... interesada en otra persona.
- ¿En quién?- preguntó, claramente sorprendida.
- Nah... un muchacho de Ravenclaw, nada más, un imposible porque tiene novia, pero no es importante. Aún así Luna me está ayudando.- mintió.- ¿Por qué me lo preguntas? Harry, tiene que ver con lo que te sucede, supongo...
- Él me gusta, mucho, quiero decir creo que lo amo, pero no...- se le enrojecieron las mejillas.- ¡Pero es algo insensato! Más ahora, no puedo...
- ¡No, no lo es! No es insensato Hermione!! Es fantástico!!! ¿A él le gustas? - la chica tardó en contestar, pero la respuesta fue un tímido asentir de cabeza.- ¡¿Entonces cuál es el problema?! Es grandioso estar enamorada, te puedo jurar eso, - el entusiasmo creciente en Ginny la hacían casi dar saltos en la cama.
- Me da envidia- se secó las lágrimas con la palma de una de sus manos- que puedas pensar con tanta ligereza, pero yo no, mi conciencia me mata. Además Harry no me ha estado prestando mucha atención que digamos, me esquiva y trata fríamente desde hace casi un mes, cuando me besó y yo le dije que era un error y que no sentía más que una intensa amistad por él. Mentí, tuve mucho miedo de perderte como mi amiga Ginny, y de causar problemas, y aún temo.
- De perder mi amistad eso no lo deberías temer más, yo siempre seré tu amiga Mione, pase lo que pase, y créeme, pasará mucho. Ya sé...- bajó la mirada con preocupación.- puede que solo sea una niña tonta, que se toma todo con ligereza como dices...
- No, Ginny, disculpa no es lo que quise decir...
- No importa, yo sí lo pienso,- le sonrió con algo de pesar.- pero mi vida no ha sido tan feliz como crees, no pienses que no agradezco el amor que mis padres y mis hermanos me dan, y nunca me faltó lo verdaderamente importante durante mi niñez; pero en el ámbito personal siempre he tenido ese gran problema de sentirme a menos, no resalto en nada, ni un solo premio, no soy prefecta ni la mejor de mi clase, nunca he sido muy popular y tengo los amigos en cantidades justas. Es mi vida, no creas que me quejo, pero si hay algo que he aprendido es que si la oportunidad de tener un poco de felicidad está latente, hay que exprimirla y aferrarse a ella. ¿Me entiendes? Y ahora tienes esta oportunidad de ser amada y amar y veo que la desperdicias, ¿cómo crees que debo de reaccionar? Hermione ¡pensé que eras más inteligente y menos racional!
Unos golpecitos torpes llegaron desde la puerta, obligando a Hermione a enderezarse y limpiar su rostro de cualquier nota visible de que había estado llorando.
- Pase.- dijo Ginny.
- ¿Qué quieres Parvati?- preguntó Hermione secándose las lágrimas con la palma de su mano.
- Tu hermano y tu ex-novio están abajo en la sala común y pide que bajen, háganlo de una vez porque no quiero tener que subir nuevamente...- contestó con sorna.
- Si, en un momento.- respondió Ginny. Ginny, con gran energía y vigorosidad, saltó sobre la cama y al piso nuevamente llevando de un jalón a Hermione consigo.
- Ginny, despacio que hay tiempo. - reprochó cariñosamente la mayor.
- ¿Bromeas? ¿Con Harry allí abajo? De ninguna manera, yo que tu me apresuraría. - y aumentó la velocidad, perdiéndose a través del pasillo que conducía a la sala común de Gryffindor.
- ¿Qué sucede con Ginny? - preguntó Ron, totalmente mareado cuando su hermana menor pasó por su lado a velocidad match 5.
- Trata de sobreponerse llevando una actitud positiva.- explicó Hermione, como si acabara de deducirlo. Ron desvió su mirada por donde se había perdido su hermana menor, e hizo un largo silencio antes de contestar.
- Si tan solo todos fueran tan listos como ella. Últimamente no he visto una cara feliz en todo Hogwarts.
- Tu hermana es muy especial Ronald, si tan solo se lo dijeran a menudo, seguramente ella se lo creería.
- ¡Por supuesto que es muy especial! Es una Weasley después de todo.
- Oh no, comienza la hora del orgullo familiar por Ronald Weasley, ¿no vas a narrarme esa vieja historia de tu tío abuelo Edgar de nuevo, o sí amorcito?- se colgó de su brazo.
- Chistosa, mejor vamos a comer.-le dio unos golpecitos en la cabeza antes de encaminarse.
- Hay cierto aire de excitación, ¿no notas lo diferente Ron?- preguntó Hermione al llegar al gran comedor. Cuchicheos incesantes se asimilaban al sonido de un enjambre de avispas en primavera, curioso.
- Sí, vamos a preguntarle a Harry qué sucede.- desde la mesa de Gryffindor Ginny hacía señas con la mano para indicarles que se sentaran con ella y con Harry, que desde una actitud más pasiva pedía lo mismo.
El pelirrojo y la chica ocuparon los lugares disponibles frente a Ginny y el muchacho de lentes. Desde su inocente pero observadora posición, Ginny no pudo evitar notar el sonrojo de Hermione al estar con Harry, ni la tensión que había entre ambos. ¿Es que había estado tan retraída en su propio desliz amoroso como para no notarlo antes? ¿Y Ron, acaso él no lo notaba? Si lo había hecho, entonces lo disimulaba muy bien. Aunque recientemente el año anterior Ginny había descubierto que su hermano no era tan tonto como parecía, minuciosamente él espiaba para sí y sabía fingir bien, engañaba con facilidad cuando se lo proponía seriamente. Pero claro, él no se tomaba las cosas con seriedad muy a menudo.
- ¿Qué pasa que todos están tan bulliciosos?- quiso saber Hermione.
- Se rumorea sobre un nuevo baile de navidad.- explicó Harry con algo de sequedad.
- Solo especulan, no hemos tenido un baile de navidad desde nuestro cuarto año, y eso fue solo una excusa para socializar con los estudiantes de las otras casas.
- Oh cierto... recuerdo como "socializaste" con Vicky esa noche...- exclamó
- Quiere decir hermanito, que por lógica, si en su cuarto año tuvieron baile, en su quinto año tuvieron baile, en su sexto año hubo baile, entonces por deducción, este año habrá baile también.
- Aún así no entiendo Ginny, por qué tienen esa fascinación por complicar las cosas. - dijo a regañadientes el pelirrojo.
Dumbledore se paró de su asiento en la tarima, y llamó la atención de sus estudiantes. Parvati Patil saltó de su asiento y golpeó en la mesa para hacer callar a sus compañeros.
- Aquí viene.- predijo Harry.
- Alumnos, solo un minuto para hacerles un anuncio. - "se los dije, de los dije" repetía incesantemente Lavender.- Como pueden ver, la navidad está cerca, y ante tales sucesos que estamos viviendo lo más recomendable sería enviarlos a sus casas a pasar con sus familias una fecha tan importante como puede ser esta.
- Ohhh...- se escuchó a nivel general de protesta. Reiniciaron los rumores algo molestos.
- Pero.- todos hicieron silencio repentinamente.- Como se me han acercado alumnos durante todo el año pidiéndomelo, y visto que el baile fue más fuerte que el aire depresivo vivido en los últimos días, tanto como para hacer renacer el entusiasmo fresco y encantador de los jóvenes, la profesora McGonagall y yo hemos quedado deacuerdo tras discutir que el baile de Navidad se realizará este año también.
Vítores y hurras se alzaron entusiasmados a lo largo de las cuatro mesas en el salón.
- Aunque claro, este año estarán deacuerdo conmigo cuando digo que no solo los alumnos de cuarto en adelante pueden asistir, los menores también lo tienes permitido.- más entusiasmo por parte de los menores.- Así que ya saben, inviten a esa persona especial en quien pensaron durante todo el año, y mucha suerte.
- ¿Creen que si invito a esa chica de Hufflepuff que está allá junto a Terry Bott me dirá que sí?- consultó Ron esperanzado, señalando a una bonita muchacha de cabello claro con un llamativo mechón rosado.
Silencio, absolutamente nadie había contestado su pregunta.
- ¡Eh! ¿Me escucharon? Harry...-agitó una mano frente a los ojos de su mejor amigo, que al parecer se había perdido totalmente en sus pensamientos.
- ¿Eh? Me... me voy a dormir, estoy cansado por la práctica de quidditch.- atisbó a decir nervioso, se puso de pie largándose de ahí.
- Pero si hoy no hubo práctica, ¿qué le sucede?- preguntó a Hermione, ella no le contestó, solo encogió sus hombros y escondió su rostro de Ron.- ¿Ginny? ¿Ginny por qué estás tan callada?
- ¿Uhm?- se sobresaltó, evidentemente también ella había quedado pensativa.- Yo me voy también, a dormir ya saben.- se puso de pie y se marchó con paso acelerado.
- Anda qué esperas...- musitó de malhumor.
- ¿De qué hablas?
- ¿No te vas a ir como ellos Hermione?
- ¿Quieres que me vaya?- enarcó una ceja.
- Para lo que me ayudan.- se volteó sosteniéndose sobre sus codos en la mesa.- ¿Cuál es su problema? No crean que no lo he notado, Harry y tu, ¿qué sucede entre ustedes?
- ¿Qué quieres decir?- contestó esquiva.
- Te gusta, lo veo en tus ojos- tomó un trozo de pan y se lo llevó a la boca con una sonrisita altanera que hizo sonrojar a la chica.
- ¡No inventes! ¡Qué sabes tu!
- También le gustas a él, ¿cuál es el problema? ¿Quieres ayuda? A veces Harry puede ser muy estúpido, no puede dejarte escapar así, yo no lo hice y estoy muy orgulloso de ello.
- ¿En... realmente piensas eso Ron?- preguntó con timidez.
- Eres bonita, inteligente, y aunque te enfadas con facilidad eso es mínimo. No eres una chica común Hermione, eres muy especial.
Inmediatamente los ojos se le aguaban nuevamente.
- No llores, hazme ese favor.- le pidió con una ligera sonrisa.
- Yo solo... gracias Ron, ¿te he dicho últimamente cuánto te quiero?
- Naahh... pero podrías recordármelo si quieres.- entre risas atontas, Hermione se puso de pie y lo jaló por el cuello para darle un beso en la mejilla.
- Ahí tienes.- dijo, volviendo a su lugar. Había sido un arrancón impulsivo, atrayendo la atención de varios alumnos, incluso habían logrado apenar al pelirrojo que para entonces tenía las mejillas color carmesí.
- Eso está bien para mí. Le preguntaré a Harry qué es lo que sucede, ¿bien?
- Y yo te presentaré a la chica de Hufflepuff que quieres invitar al baile, por supuesto que no va a resistirse a tus encantos, no lo dudes.
- No lo hacía, solo quería escucharlo de ti.
- Payaso...- Ron le guiñó un ojo.
* * * * * * * * * * * *
Probablemente no muchos recuerden con exactitud cuál fue el momento justo en que los días de transformaron de rutinas ordinarias a días de terror. Quizás unos cuantos, los menos, piensen que fue instantáneo, que los tomó por sorpresa. Pero otros, los más cautos, quizás los que estábamos más en contacto con la realidad, podemos determinar ahora que todo fue un proceso que paulatinamente desembocó en el gran final.
Poco a poco las noches se volvían más solitarias y frías, y los días más grises y terroríficamente tranquilos, todos caíamos en cuenta de que cada vez faltaba menos.
Esa noche, no estoy segura de cuántos lograron dormir y cuántos no, yo no pude, sé que Harry tampoco pudo, lo sentimos en el ambiente, quizás él con más intensidad. Sé que hubo varios que pasaron la noche en vela, acostados en sus camas, inmóviles e intentando no respirar, como queriendo dejar de existir. Otros intentaron distraerse haciendo algún tipo de actividad, como acabar una tarea de herbología o pociones, no estoy segura de que alguien estuviese lo suficientemente loco o fuese tan valiente como para salir de su lecho... si hubo alguno, solo Dios lo sabrá.
Lo único que quiero decir con esto, es que esa fue una noche de guerra fría, mi noche más solitaria, pensé en muchas personas esa noche, sobre todo en miembros de mi familia. Pero sobre todo pensé en ti, nunca me lo dijiste pero estoy segura de que esa noche la pesadilla comenzó para ti también. Y solo me quedó pedir para que esto acabara pronto...
A la mañana siguiente nos despertamos, todo se dio tan sorpresivo, pero en el fondo lo sabíamos. El ataque de esa misma noche se conocería más tarde como uno de los más memorables de la historia. Todo, completamente todo el Hospital San Mungo de enfermedades y heridas mágicas había sido destruido. Cerca de tres mil personas muertas, incluyendo los muggles de una comunidad cercana.
¿Qué era lo que se pretendía? Muchos perdieron a familiares y conocidos esa noche, entre ellos Neville Longbottom, el caso más cercano y que tocó los corazones de todos, sus padres que se encontraban internados ya estaba muertos, habían sido asesinados cruelmente. No recuerdo que Neville bajara a comer o fuera a clases durante toda la semana siguiente.
El caso más cercano a nuestra familia fue la muerte del tío abuelo Henry. Ron recibió una carta de mamá dos días después, yo no lo recuerdo, Ron explicó que si lo recordaba aunque vagamente, que lo habíamos conocido cuando éramos niños, yo muy pequeña entonces para acordarme de él. Pero el caso era que quizás a mi no me afectó tanto, puede ser que a mi hermano lo haya tocado un poco porque sí lo recordaba, y después de todo era familia.
Lo siguiente que supimos fue que estábamos invitados a su funeral, pero al no tratarse de un pariente cercano no nos obligaron a asistir; Bill, mamá y papá están dispuestos a ir, los gemelos odian esas cosas tristes así que ni lo pensaron antes de negarse, pero hubo quién si quiso ir. Ese fue mi hermano Ron, extraño, pero él sentía que debía hacerlo, le dijo a Hermione que le había parecido un hombre agradable, que recordaba que le había regalado unos caramelos. En nuestra niñez nunca nos regalaban muchas cosas, menos a Ron, desde mi punto de vista y aunque fuese solo por agradecerle ese pequeño detalle él quería ir. Hermione y Harry aceptaron acompañarlo, pero recuerdo que solo ella pudo, en ese entonces Harry tenía prohibida la salida del colegio.
* * * * * * * * * * * *
Su preocupación a veces la absorbía tanto que llegaba a aislarla de la realidad. Primero se iba el sonido, y lo único que quedaba era una profesora frente suyo que movía sus labios pero no emitía palabras. Luego desaparecía la imagen, y solo quedaba volando en sus cavilaciones. Eso solía sucederle, y esa clase de historia de la magia no fue la excepción, al contrario, no parecía ser la única que volaba.
Sus miedos seguían latentes, lo extrañaba más de lo que era humano aguantar y no tenía noticias suyas. Era exasperante y desgarrados porque Draco le había prometido estar comunicados. Él tenía que regresar pronto, se había marchado un par de semanas atrás, no podía perder tantas clases, Lucius no lo permitiría, ¿cierto?
Aunque entonces pensó que lo único más importante para Lucius que sus estudios serían sus propios planes y los del Señor Oscuro. Involuntariamente jugaba con una de sus plumas, la agitaba entre sus dedos con nerviosismo, y en un descuido ésta cayó al suelo.
Como despertándose de un gran transe mental, se dio cuenta de ello y se agachó para buscarla abajo de la mesa.
- ¿Es tuya?- le habló en voz baja una muchacha pecosa, se había agachado antes y tomado su pluma para devolvérsela.
- Eh.. ¡Ah! - quedó estupefacta- Sí, es mía, gracias...
- Eso pensé- le sonrió levemente.- ¿Te molesta si me siento contigo?, también estoy sola allá.- señaló uno de los bancos más alejados del salón de clase de Binns. Ni siquiera se había percatado de eso, que estaba sola. Era una Slytherin, no podía olvidar eso, las mujeres de Slytherin tenían fama de ser peores que los muchachos, pero la conocía, ella la había ayudado antes.
- Puedes hacerlo si eso es lo que quieres.- contestó. - Tú eres Mannerly, ¿no?
- Christina,- le extendió la mano, Ginny la estrechó insegura de sí confiar tan rápido era lo correcto. Su voz tenía esa tonalidad melancólica que en cierta forma le recordaron a la de un fantasma, pero al mismo tiempo sonaba angelical, un precioso timbre de voz.
- Virginia Weasley.
- Lo sé, eres hermana del mejor amigo de Harry Potter, ¿no es cierto? Y también de los gemelos, eran muy graciosos cuando estaban aquí.
- Sí, esa soy. Tu me ayudaste en pociones, gracias por eso.- la chica chistó la lengua restándole importancia.
- No te fue de mucha ayuda de todas formas- se encogió de hombros.
Binns continuó explicando y se produjo un silencio profundo entre ambas.
- ¿Puedo hacerte una pregunta personal?- Mannerly suavizó su voz, sonaba algo así como el susurro desganado.
- Ssí... supongo.- casi se encogió en su asiento.
- Te ves preocupada, ¿puedo ayudarte en algo?
- ¿Qué? No... no, no es nada estoy bien, solo que ya sabes... todo lo que sucede me tiene distraída. - mintió, aunque en cierta forma no todo era mentira.
- Aja... también estoy algo sorprendida por lo que pasó, mi abuela estaba internada en San Mungo cuando todo pasó.
- Oh... lo siento. Yo ni siquiera conocía a este pariente que murió...
- Ella era una mujer muy vivaz para su edad, siempre decía: Christina, si dejas de moverte te paras.
- ¿Qué quiso decir con eso?
- Supongo que hizo una referencia a toda su actividad cuando ya era anciana, siempre decía eso, que se moriría el día que se detuviera. Estaba ahí para sus chequeos médicos anuales cuando todo pasó...
- Yo... lo lamento, no sé qué decir...- admitió incómoda.
- No te sientas obligada a darme consuelo, - sonrió.- los Gryffindor son tan corteses...
- Eso creo.
- Pero de todas las cosas solo rescato ese consejo, hacer algo antes que esperar quieta que te llegue la muerte... tomar las riendas en vez de quedarte soportando que todo pase... hacer algo, ¿sabes a lo que me refiero?- suavizó más su voz, como si implícitamente intentase decirle algo.
* * *
- ¿No se les hace un poco tarde a ustedes dos?- intervino Bill, al ver que su hermano menor era asfixiado por los calurosos abrazos de su madre.
- Es cierto, señora Weasley Ron y yo tenemos que volver a Hogwarts en este instante.- saltó Hermione como auxiliar.
- Mamá, ya, déjame...- se separó bruscamente el pelirrojo, estaba totalmente despeinado y con el rostro enrojecido por el sofocamiento.
- Ron Weasley, no te veo en casi todo un año y no tendría noticias tuyas sino fuera porque yo te escribo, ¿cómo quieres que me ponga? - se defendió la señora Weasley.
- ¡Pero no me abochornes frente a todos!- reclamó Ron.- Además no creo que este sea un lugar para hacer estas cosas...
- Ron, ya no seas tan escandaloso...- reprochó Hermione con una insipiente sonrisita.
- Hermione...- Ron le lanzó una mirada amenazante.
- Está bien, tienes razón Billie, ya es tarde así que mejor se van, gracias por acompañar a mi hijo Ron, Hermione.
- Ron es un buen amigo.
- Eso me temía.- contestó la señora Weasley como si lo lamentara.- Nosotros nos vamos también, tu padre debe estar esperándonos.
Tras una rápida despedida, Bill, y la señora Weasley los dejaron solos, lo que realmente no era un inconveniente ya que estaban muy cercanos al Londres muggle, donde podían conseguir tomar el autobús noctámbulo para volver a Hogwarts.
- ¿Realmente tenemos que irnos ya?- siseó el pelirrojo a medida que avanzaban caminando.-
- ¿Qué pretendes?- preguntó Hermione, tomándose de su brazo para poder caminar más juntos.
- No me gusta viajar en el autobús noctángulo, no le hace bien en mi estómago..- siseó Ron. - Además, quiero contarte algo acerca de Harry, si estás dispuesta a escuchar, claro...
- Ah... ¿y?- murmuró con sequedad.
- Fue algo que pasó, no es tu culpa pero creo que tienes que saberlo. - Hermione lo miró extrañada y asintió pidiéndole que prosiguiese.- Hace un par de noches me desperté durante la madrugada por los gritos de Harry, estaba teniendo pesadillas... lo ayudé a levantarse, su cicatriz le dolía mucho, y como ya no pudo volverse a dormir bajamos a la sala común, yo me quedé haciéndole compañía. Estaba muy silencioso...
Flashback.
- Déjame adivinar, tus pesadillas otra vez...- aventuró Ron con cierta palidez en el rostro, y era que le incomodaba tanto hablar del tema.
Harry, sentado apenas a unos centímetros suyos, parecía más alejado que solo eso, como si se encontrase en otro mundo totalmente diferente al que Ron conocía. No le dio una respuesta directa, pero su silencio lo dijo todo.
- Esta bien, no hablemos de eso, pero si permanezco en silencio mucho tiempo voy a dormirme...- advirtió con voz ronca.
- ¿Qué quieres decirme Ron?- le preguntó, clavando directamente sus ojos verdes en los del pelirrojo.- Te conozco bien como para saber que quieres preguntarme algo y no lo haces.
- Bien...- se ruborizó al ser descubierto.- Tienes algo de razón...
- ¿Y bien? ¿Qué es?
- Es Hermione.- Harry se sobresaltó al oír su nombre, de pronto esa valentía amenazante en su fisonomía iba desapareciendo lentamente, apartó la mirada y la puso sobre el muro opuesto a ellos.
- Uhm...
- ¿Eso es todo lo que vas a decir? ¿Un simple "uhmm"? - reclamó Ron, elevando la voz. - Por un momento pensé que ella significaba más que un simple "uhm" en nuestras vidas. ¿No te parece así? Después de todo fue la primera amiga que tuve... y sé bien que también la tuya Harry...
- ¿A qué viene todo esto?- lo enfrentó con algo de decisión inventada.
- A que no le hablas, la estas tratando con mucha frialdad para ser la chica en quien piensas todo el tiempo. Y ella te quiere tanto que está sufriendo mucho... bien, eso es todo, ya lo dije.
- No sabes nada...- musitó con aspereza, evitando verlo.
- ¿No sé? Entonces me lo explicas, me lo merezco, ¿no? Después de todo soy tu amigo de casi toda la vida y siempre fuiste el primero en saber todo lo que me sucedía, me gustaría que confiaras más en mi.
- Está bien, me merezco que estés a la defensiva, no he sido honesto contigo. Pero no pienses que sabes todo acerca de todo Ron Weasley. Ella no está sufriendo tanto como yo, porque ella no me...
- ¿Ama? Claro que sí lo hace, ¿sorprendido?- de hecho, parecía más que extrañado.- Te lo hubiese dicho ella misma si tan solo la hubieses escuchado.
- Pero... no es lo que ella me dijo.- comentó meditativo, se veía a la legua que no era capaz de contener la felicidad en su interior.
- Ve y pregúntaselo, yo ya hice mi parte.- le dio una palmadita en el hombro. Se puso de pie para marcharse.- Me voy a dormir...
- No puedo. No voy a hablar con ella...
- ¿¡Qué!?- se volvió a sentar. La repentina alegría de Harry se había esfumado en cuestión de segundos- ¿Por qué?- exigió saber.
- Porque así es mejor.- trató de explicar con amargura.
- ¿Cómo puede ser mejor si tu no estás con ella ni ella está contigo, Potter?- por un segundo Harry pudo jurar que oía al despectivo Draco Malfoy hablar con él, pero no, era Ron su mejor amigo, sumamente enfadado con él.
- Tu no la haz oído Ron,- murmuró en forma sombría.- No sabes lo que significa para mí tener que oír los lamentos de mi propia madre muerta en estas malditas pesadillas que noche tras noche tengo.- cerró sus puños con fuerza, presionándolos tanto que sus nudillos de volvían totalmente blancos. Ron no fue capaz de contestarle nada, aunque no comprendía bien lo que estaba tratando de explicar.- Mi padre tratando de que nada le suceda, ni a mí, porque Voldemort iba tras él, eso es lo que me han dicho.
"Ahora viene por mí, y no quiero que Hermione pase por lo mismo. No importa si tengo que estar lejos de ella, o llegar a ganarme su odio, cualquier cosa antes de verla muerta por mi culpa. ¿Ahora me entiendes?"
- No lo sé Harry, sinceramente no lo sé.- admitió Ron, impactado por la reciente confesión.
Fin Flashback
- ¿Esa es la razón?- preguntó Hermione, temblando y con el rostro empapado en lágrimas que esporádicamente se escapaban de sus ojos avellana.
- Me temo que sí.- la chica se abrazó a Ron con todas sus fuerzas, y se echó a llorar en un llanto más uniforme y exhaustivo.
- ¿Cómo puede ser mejor no estar con él, Ron? Si la peor forma de sufrir es estar sentada junto a la persona que se ama y no poder tenerla, preferiría la muerte a esto... ¿No se lo dijiste? ¡No se lo dijiste Ron!
* * *
"No estoy muy segura de lo que Mannerly haya querido decirme la última vez, pero me dio una buena idea. Muy bien, quizás no sea muy buena, pero sí es desesperado y mi única opción.
Ya han pasado dos semanas y media, la Navidad está muy cerca y me estoy volviendo loca sin tener noticias tuyas. Por eso es que voy a tomar esta desesperada decisión, me acercaré a Pansy Parkinson."
Ya estaba casi todo listo, lo tenía planeado, pero el momento adecuado para ejecutar su plan no llegaba nunca. Como una especie de espía aguardaba el momento justo, Pansy Parkinson debía estar sola, y no había momento en que su guardilla de seguidoras la dejaran sola.
Pensó en darse por vencida, pero Ginny no lo hizo, un par de días después, tras seguirla casi toda una semana, Pansy se quedó sin compañía. Fue en la biblioteca, la estaba vigilando por sobre un libro desde unas mesas alejadas de la Slytherin. Sus compañeras la habían dejado, quien sabe por cuanto tiempo así que tenía que ser rápida y convincente.
Se puso de pie y tratando de parecer natural se acercó hacia la mesa de Parkinson; en ese lapso de cinco segundos o más, repasó el plan que por cierto, ya no se le antojaba tan bueno. Era muy directo, así que lo mejor era improvisar, después de todo no perdía nada.
Al ponerse en presencia de la chica con rostro de bulldog, esta alzó la vista de su libro, la vio despectivamente.
- ¿Qué quieres Weasley? - preguntó amenazante.- Por cierto, te ves horrible (más de lo usual)... - posiblemente no mentía, había dormido muy mal últimamente, y en su distracción matinal puso haberse no peinado tan bien como de costumbre. Las ojeras no ayudaban por cierto.
- Estee... Parkinson... solo quiero pedirte algo...
- ¿Tú a mí?- porfió incrédula. - No tendrás nada de mi parte comadreja.- contestó secamente, regresando a su tarea.
- Es sobre Draco Malfoy...- Pansy dejó su pluma y el libro que usaba como apoyo caer con brusquedad sobre la mesa.
- ¿Qué sabes sobre Draco?- ahora su rostro estaba más tenebroso que antes, había logrado provocarla con pronunciar un simple nombre.
- Nada.- se apresuró a añadir antes de salir herida.- Por eso recurrí a ti, todos comentan que estas recibiendo correspondencia suya.- mentira, nadie comentaba eso pero por la sonrisa de sorpresa y satisfacción de Pansy, Ginny sintió que había anotado un punto a su favor.
- ¿Así que eso comentan? Pues es claro, después de todo soy su novia para todo Hogwarts.- menos para ella misma, pobre y tonta Pansy, Ginny comenzaba a sentir pena por ella.
- ¡Por supuesto! Y dime, ¿es verdad?
- Sí, he recibido una carta suya cada dos días, no puede escribir tan a menudo porque está ocupado en... asuntos, ya sabes. - explicó con aire de grandeza.-¿Pero por qué estás interesada en eso? Draco nunca te ha caído bien desde que tengo memoria.
- ¡No! No, claro. Solo me entró curiosidad, ya sabes, como hacía tiempo que no lo veía rondar por aquí, con la nariz metida en todos los asuntos de Harry y eso... jajajaaa...- rió con nerviosismo.
- ¿ Curiosidad? No te creo Weasley... debes tener una razón oculta...
- Este... uhmm... bien, te lo diré, pero no se lo digas a nadie.- hizo una pausa interminable. Pansy alzó una ceja impacientemente.- Él... Draco Malfoy.... él... me gusta, pero nunca me ha prestado atención y yo no me atrevo a acercarme porque sé que no puedo competir contigo y eso...- argumentó sin aire, era el último recurso que tenía, si no se tragaba eso iba perdida.
Pansy sonrió maliciosamente, y esperó un momento antes de contestar.
- ¿Es verdad Weasley? Bueno, si es así veo que vas mejorando tus gustos, pero está claro que mi Draco nunca se fijaría en una mocosa como tu, y eres lista al no querer competir conmigo... está bien, te diré un poco. - Ginny sonrió con victoria, había logrado que la gorda se tragara su mentira después de todo.
- Gracias...
- Está en casa de sus abuelos, su abuela Germid está enferma... ¡y es todo lo que te diré!- advirtió violentamente. Cerró el libro, y recogió sus cosas.- Ya es tarde.- concluyó, y con una sonrisa altanera y burlista se marchó sin despedirse.
No era que realmente esperara que Pansy Parkinson se despidiera de ella, solo que le perturbaba porque Pansy no pareció mentirle al confirmarle que sí había recibido noticias de Draco. Un perturbador vacío llenó su pecho.
Caminó de regreso a la mesa de inicio, donde había dejado su mochila. Se encontró con que alguien más ya había tomado su lugar, ni siquiera le importó ver de quien se trataba, solo quería tomar sus cosas y largarse a su sala común de una buena vez.
- Virginia.- la detuvo una voz. Se volvió para ver de quién se trataba, no se había percatado que era Mannerly la que se había sentado en su puesto.
- Ah, ¿cómo estás?- la saludó desganada, no tenía ganas de hablar con nadie en ese preciso momento. Ella le respondió con un movimiento de cabeza y una semi sonrisa.
- Ella miente, solo ha recibido una carta y de eso ya ha pasado mucho tiempo, además viene de la madre de Malfoy y no de él. ¿Era eso lo que te preocupaba no?- Ginny la observó con obsoleta admiración, tomó asiento frente a la chica.
- ¿Escuchaste todo?
- Un poco. No te miento, Parkinson alardeó mucho cuando esa carta llegó, y confío en que andaría pavoneándose por toda la sala común si realmente él le hubiese escrito más de una carta, ni siquiera pienses en esa mentira de que "le está escribiendo cada dos días".
- ¿En verdad lo dices?
- ¿Estás más tranquila ahora?
- Eso creo.- admitió dudosa.
- Además, él te escribiría primero a ti, ¿eres su novia, no?- a Ginny le tembló el labio inferior, tenía los ojos abiertos de par en par, ¿cómo es que aquella chica hablaba tan convencida de sus palabras? - Los vi, no te preocupes porque no se lo he dicho a nadie, a decir verdad Malfoy no me cae tan mal, y tu me pareces mucho más simpática que Pansy Parkinson.
- Tu Mannerly... ¿nos viste?- la chica asintió con una sonrisa.
- Pero llámame Christina; comprendo por lo que estás pasando, hace mucho tiempo que no veo a mi novio y ahora que está cerca la navidad me encuentro muy nostálgica...
De pronto Ginny se sensibilizó, no sabía si confiar o no en esta muchacha, pero ahí estaba, haciéndole promesas de amistad y abriéndole su corazón...
- Gracias por todo Christina, y no quiero decir lo de hoy nada más, me haz ayudado en otras ocasiones, ahora veo que solo querías ser mi amiga y me comporté muy descortés.
- Es natural, soy una Slytherin y tu una Gryffindor después de todo, ¿no? Pero me acerqué porque confiaba en que no te preocupaba eso, ya que estabas saliendo con Malfoy...
- ¿Tu no sabes nada de él verdad?- preguntó en voz baja. Christina negó con la cabeza.
- Menos que tu. Pero hay mucha incertidumbre, en la sala común de Slytherin todos están tensos, quizás seamos los que estamos en mayor contacto con lo que sucede, todos parecen saber algo y a la vez nada... estamos concientes como todos los demás, de que algo grande está cerca, y el incidente de San Mungo solo fue la punta de iceberg.- a Ginny se le heló la sangre, sonaba todo tan cierto y a la vez como una profecía tenebrosa...
- Tengo que irme.- se puso de pie, tomando sus cosas. Christina le sonrió con más calidez esta vez.
- Tengo algo más que decirte Virginia.
- ¿Algo más?- preguntó sorprendida.
- La última vez que vi a Malfoy, él salía de la oficina de Dumbledore, su padre se lo llevó a la fuerza y él solo le pedía que lo dejara despedirse de alguien. Ese alguien eras tu, supongo. ¿Te ayuda eso?
- Mucho, - sonrió satisfecha.- eres una buena amiga, me ayudaste mucho en verdad.
*| * *
Unos golpes en la puerta del despacho le indicaron que él ya estaba allí.
- Puedes pasar Harry.- dijo el director. Harry abrió la puerta, estaba agitado y un poco pálido. A simple vista podía predecir que había venido corriendo, con una sonrisa tranquilizadora le hizo señas para que tomara asiento. El también lo hizo.
- ¿Cómo haz estado Harry? Se te ve agotado.
- ¿A sucedido algo? ¿Le pasó algo a Sirius? - comenzó a bombardear preguntas, con nerviosismo y tensión.
- No que yo sepa, ¿por qué preguntas?- preguntó con naturalidad desconcertante que tomó por sorpresa a Harry.
- P-porque usted... me ha llamado y...
- ¿Y qué acaso no puedo llamarte para hablar tranquilamente de temas triviales? - Dumbledore sonrió.
- Eso quiere decir que nada malo ha pasado, ¿verdad?
- Nada sucedió Harry, hay una inaudita paz, ¿sabes que estaría bien hacer ahora?
- ¿Estar alerta?
- También, siempre es bueno estar alerta, pero sería mejor si nos relajáramos un poco. Por ejemplo, ayer me he dado un lujo que hace mucho no me daba, tomé un largo baño de burbujas hasta que encontré arrugas en mis arrugas.- comentó con ojos soñadores. - ¿Te has dado algún lujo últimamente Harry?
- Estem... - comenzó a meditar, realmente no había estado al tanto de eso con la tensión que tenía acumulada en su cuerpo adolescente. A decir verdad, hacía largo tiempo que no hacía algo divertido, los entrenamientos de quidditch estaban suspendidos por la abundante nieve.
- ¿Haz pensado en el baile de navidad? - inquirió con una mirada llena de picardía.-¿Llevarás a alguien?
- No señor, de hecho no estaba pensando en ir.
- ¿No?- aguardó en silencio con la mirada fija en el joven.- Tu sabes Harry, que hubo un tiempo en el que tu padre quiso separarse de tu madre?
- ¿En verdad?- eso lo tomó desprevenido, era una gran sorpresa después de tantos años de creer que sus padres habían conformado el matrimonio perfecto.
- De hecho la pobre Lily ya estaba embarazada de ti, que poco considerado, ¿no crees?
No contestó nada, estaba presionado por la confusión de toda esta nueva y shockeante información para él.
- ¿Y por qué no lo hizo?- su voz sonaba ronca.
- Porque lo convencí de que no era una buena idea. El vino a mí, así como estás tu aquí ahora mismo, y me dijo lo que tenía pensado hacer. Temía por Lily y por ti, Voldemort solo lo buscaba a él, de modo que pensó que alejándose de ustedes podría evitar que les hicieran daño. Aparentemente un buen plan, ¿no? Pero sucedió que la buena Lily hizo un gran alboroto, no iba a permitir que su esposo la abandonara, porque ella quería afrontar todo con él... James no pudo hacerla cambiar de opinión... No sé si haya hecho bien o mal, Harry, pero sí puedo decirte que ese tiempo que pasaron juntos, que sería el último que pasarían en vida, ambos tuvieron enormes momentos de felicidad.
- ¿Por... por qué me cuenta esto a mí?
- Muchos dirán que este momento es el menos apropiado para enamorarse. ¿Sabes qué pienso yo al respecto? No hay mejor momento que el ahora, nunca es mal momento para el amor Harry. Sin duda esta guerra que es real, y que ya ha comenzado, ha separado parejas ahora... así como hace diecisiete lo hizo. Muchos de sus propios compañeros de casa darían cualquier cosa por tener tu oportunidad Harry, no la desaproveches...
Harry asintió, con mucho que pensar, Dumbledore le había dado justamente el permiso que él mismo no había querido concederse.
- Ahora bien, vete de mi oficina e invita a la pobre señorita Granger, ¿me entiendes?
- Gracias por el consejo...
- Solo es un buen consejo que tu padrino te hubiese dado de no ser porque está lejos de aquí, y muy bien.- le guiñó el ojo antes de verlo salir, corriendo, como había llegado.
* * *
- Ah, por cierto, quería presentarte a un muy buen amigo mío, él es Ronald.- dijo Hermione. La bonita muchacha enfrente de él quedó sorprendida con la casi repentina aparición por sobre el hombro de Hermione de Ron, él pelirrojo le brindó una de sus mejores sonrisas, y para su fortuna tuvo una buena respuesta de la chica.
- Hola, te conozco, eres el guardián del equipo de quidditch de Gryffindor. - admiró la jovencita de voz dulce y con un ligero seseo.
- Así es, ¿te gusta el quidditch?- preguntó Ron, animado.
- ¡Mucho! Aunque soy de padres muggles, y quizás no sepa tanto como los demás, pero me gusta mucho.
Por lo visto, en esa conversación que cada vez se animaba más, Hermione salía sobrando. Así que optó por una silenciosa retirada hacia la sala común, con suerte encontraría algo en qué distraer su atención.
Esa chica de Hufflepuff le había caído muy simpática y dulce, Ron se merecía a alguien así a su lado, era un muchacho muy bueno, ahora su mejor amigo.
Caminó arrastrando los pies lo que quedaba del camino, la escasa gente con que se topaba la veía de manera extraña, pero no les prestaba mucha atención... hasta que a la vuelta de una esquina la profesora McGonagall le preguntó si se encontraba bien. Con una sonrisa débil le aseguró que sí, aunque no creyó convencerla totalmente.
Continuó su camino, esperando no toparse con nadie más que le pidiese explicaciones. Se detuvo de golpe, al chocar con un cuerpo mayor al suyo. El chico había estado corriendo, y no se había percatado de su presencia.
Su primera reacción su abrir la boca para insultarlo o algo así, pero al ver quién era le fue imposible hacerlo. El también se sorprendió, Hermione pensó que iba a eludirla o algo así...
Mucha fue su decepción al ver que no lo hacía, se acercó a ella con decisión para enfrentarla.
- Hermione, te estaba buscando. No me digas nada, solamente quiero que sepas que acabo de hablar con Dumbledore y me ha hecho recapacitar y darme cuenta que hemos estado perdiendo mucho tiempo valioso, así que quieras o no haré que aprovechemos el que aún nos queda...- ¿de qué diablos hablaba él? Muy tarde, Harry la había tomado por los hombros y obligado a besarle.
Quiso evitarlo, pero no lo haría, eso era lo que ella estaba buscando después de todo. Involuntariamente su cuerpo respondió, correspondió su beso con todo el amor que tenía contenido, pero el beso fue breve, Harry se separó de ella quedando a pocos centímetros de distancia.
- ¿Eso quiere decir que estás deacuerdo conmigo?- preguntó sonriendo. Hermione asintió, con los ojos nublados por insipientes lágrimas de felicidad.- ¿Y que me perdonas por todo?
- Solo... no lo hagas de nuevo.- suplicó con voz ronca. Un tanto dolido Harry la encerró entre sus brazos, no se había dado cuenta que ella sufría tanto por su culpa.
- Nunca.- le prometió con toda la sincera solemnidad que tenía en el corazón.- Otra cosa más, ¿vienes al baile conmi--- - Hermione lo calló con un nuevo beso.
* * *
- Este... Ginny.- Seamus carraspeó para llamar su atención. La pelirroja, estaba a punto de ponerse de pie para marcharse a su habitación, era un poco temprano para dormir, pero estaba tan aburrida que no encontró mejor opción.
- Seamus, ¿qué pasa?- preguntó interesada, el muchacho se veía ligeramente nervioso, y distante al tratarla. Si no hubiese sido porque sonreía, Ginny hubiese pensado que algo malo había pasado. En vista de que quería hablar de algo importante, volvió a tomar asiento frente a la chimenea de la sala común.
- ¿Irías al baile conmigo?- pidió directamente, dejando sorprendida a su interlocutora. ¿Seamus Finnigan la estaba invitando? ¿Por qué? El chico comenzó a incomodarse por lo que tardaba en responder, pero aún así Ginny no se apresuró. Ya estaba harta de ese baile, faltaban dos días para navidad y era de lo único que hablaban.
- Esteee... veamos, Seamus no puedo.- comenzó a decir. En el rostro del muchacho se plantó una gran decepción.
- ¿Ya te han invitado? Yo pensé que no...
- No, no es eso Seamus. Tu me agradas mucho, ¿lo sabes, verdad? Y normalmente te hubiese dicho sí, pero sucede que no quiero ir...
- ¿No? - sonsacó, extrañado.- Pero pensé que todas las chicas adoraban los bailes de Hogwarts...
- Como te digo, normalmente sí me interesaría... pero ahora no.
- ¿Por qué no?
- Porque no.
- ¿Pero por qué?- insistió. Ginny comenzaba a hastiarse del comportamiento pesado de Finnigan.
- Cosas de mujeres... -inmediatamente lo vio echarse para atrás, solo aceptó con un débil "ah" y se fue. Dio resultado, a todos les funcionaba eso, su hermano Ron siempre dejaba de molestar cuando le atribuía todo a las "cosas de mujeres". Quizás por medio, o por total ignorancia sobre el tema, eso era, temían hacer el ridículo. Sonrió débilmente, y recogió sus piernas con ambos brazos.
Nuevamente el día de navidad le era recordado, maldita sea su suerte, se sentía tan sola sin que él estuviese presente. Lo necesitaba, y mucho. Claro que la insipiente amistad con Christina le había ayudado por momentos, pero era entonces, cuando quedaba completamente sola, que temía no volver a verlo nuevamente. No tenía noticias suyas, y esa particular carta a Pansy Parkinson no era más que un engaño, y sin embargo no sabía con certeza que era real y que no.
Sintió un peso muerto caer junto a ella en el sillón, y recostarse en su hombro. Ese cabello rojo en su mejilla, no podía ser otro que su hermano mayor.
- Ron... ¿qué tienes?- se agachó para verle el rostro, poseía una sonrisa llena de satisfacción en él.
- Dijo que sí.- musitó con la risita de un maniático.
- ¿Quién dijo que sí a qué? Explícate.
- Marianne McGinty aceptó ir al baile conmigo.
- Oh, felicidades. Eh... te refieres a esa chica de Hufflepuff que ha estado contigo los últimos días, ¿no?
- La misma. - se sentó bien, quedando frente a frente con Ginny.- ¿Tienes idea de lo bien que me siento?
- Hermanito, tus ojos brillan mucho- comentó cariñosamente.- Estoy feliz por ti.
- Gracias... ¿tu ya tienes pareja? Me dijeron que Seamus iba a invitarte, ¿lo hizo?
- Ya. - contestó con incomodidad.
- Y le dijiste que sí??
- No...
- ¿Acaso vas con alguien más?- lo que menos necesitaba ahora, un arranque de celos de su protector hermano. Negó con la cabeza frenéticamente.
- Para nada...- Ron suspiró aliviado.- ¿Por qué te alegras?
- No me alegro, me tranquilizo... no quiero que mi hermana pequeña salga con cualquier tipo sin que yo lo apruebe... ¿está claro?
- Sí, sí, sí, sí... como digas... - se burló, pero Ron ya no la escuchaba.
- ¡Ey! Mira quienes están aquí, la pareja feliz... sepan que ya tengo con quien salir así que no estoy encelado, pueden hacer lo que se les plazca.- informó Ron, acababa de llegar Hermione y Harry, este último abrazándola por la cintura. La noticia de su noviazgo se había esparcido más rápido de lo que Hermione hubiese querido.
Harry, siempre en vista de todos no se sentía extrañado por nada, pero Hermione que nunca había recibido tanta atención, ahora era acosada por esas mirada gélidas o burlonas en los pasillos, tenía que soportar las murmuraciones y risitas, estaba tan estresada como feliz.
- Me alegra Ron, ¿cómo estás Ginny?- la saludó Hermione, ella solo sonrió y se encogió de hombros. Una sensación extraña afloró en su estómago, como punzadas... ¿eran celos? Sí, esos debiesen ser. No por Harry, él ya era tema del pasado, pero es que la felicidad que irradiaban juntos creaba tanta envidia.
- ¿Así que ya tienes pareja?- preguntó Harry, a Ron. El pelirrojo asintió con una sonrisa victoriosa.- ¡Bien!
- Tengo que ir a mi habitación, vuelvo en un rato, ¿sí?- interrumpió Hermione. Se despidió de su novio con un suave beso sobre los labios.
- Sí, como sea... Harry, ¿te quedas?
El muchacho de la cicatriz aceptó, aunque en sus facciones podía verse que se moría de ganas por salir corriendo detrás de su novia.
- Yo me voy también.- anunció Ginny, despidiéndose con un leve movimiento de mano.
Esperaba llegar a su cuarto y desplomarse sobre su cama sin que ningún problema la asediara más, si era posible dormir mejor aún. A lo largo del corredizo solo empeoraba su humor el toparse con otras chicas de su curso o incluso menores, que comentaba cuan afortunadas eran al salir con sus respectivas citas de baile. Patético...
Cerró con un fuerte golpe la puerta tras ella, y cayó pesadamente sobre su cama.
"Solo eres una envidiosa Ginny Weasley, no puedes ver felices a los demás porque tu no lo eres."
Cerró los ojos, dormir, dormir, dormir, era lo único que estaba dispuesta a pensar. El silencio y la paz de la soledad tan solo le duraron minutos; comenzó a oír un ruidito extraño en el cuarto. En principio no pudo detectar de donde venía, pero pronto vio en su ventaba un enorme búho de plumaje oscuro. Su primera razón fue asustarse, pero luego sintió intriga por la carta que traía el búho.
La tomó y leyó su nombre en ella, esa carta era dedicada a ella misma... la abrió y leyó rápidamente. Estaba escrita con desprolijidad, pero con una caligrafía bien elaborada, esa letra era imposible de no reconocer, unas lágrimas de emoción fluyeron por las cuencas de sus ojos.
"Mi amor, espero que esta navidad no rehúses ser mi pareja para el baile. DM" Aunque solo fuese una línea, y tan solo figuraran sus iniciales, fue la carta más romántica, increíble, conmovedora y sorprendente que jamás había recibido.
Se llevó la mano a la boca, no tenía tiempo para arreglarse, ni tenía que ponerse.
Dobló con cuidado el trozo de pergamino y lo guardó en su bolsillo. Salió corriendo de su habitación directa al cuarto de Hermione, ella era su última esperanza.
Ni siquiera esperó a que le respondieran, abrió la puerta y entró corriendo al cuarto.
- Ey, podrías tocar ¿no?- se quejó Lavender. Hermione, que se encontraba sentada sobre su cama, se puso de pie ligeramente al verla entrar tan apresurada.
- ¿Sucede algo malo Ginny?- con la respiración entrecortada, el pecho agitado y el rostro todo rojo, negó eufóricamente. Se aproximó a Hermione y la tomó por los hombros.
- Necesito tu ayuda, he decidido ir al baile.- pronuncio con la voz hecha jirones.
- Claro, ¿estás bien Ginny?
- ¡Muy bien!- se abrazó a su amiga con fuerza.- Ahora muy bien.
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"Dedicado a Yessica Medina, que ella desde su corazón siempre va a esperar el regreso de su novio Martín. Gracias a vos amiga, y mucha suerte."
