***Capítulo número Cinco: "El inolvidable día de Navidad"***

Particularmente esa mañana amaneció más cálido, se despertó gracias a las voces de sus compañeras de habitación, que animosamente enseñaban sus regalos de navidad recientemente descubiertos.
Se incorporó en su cama y liberó de su edredón. A los pies de misma, junto a su baúl, se encontraba la acostumbrada pila de regalos envueltos en numerosos colores. Todavía adormecida, gateó hacia ellos para comenzar a abrirlos.
Tomó el primer paquete, era cuadrado de poco tamaño, rompió la envoltura... se trataba de un preciosa cajita música color blanco, con detalles en rosa y dorado. Ese regalo se lo había mandado Harry.
Otro de sus regalos parecía un libro, por lo que dedujo Hermione se lo había mandado. Era una novela romántica, muy larga que sin duda antojaba leer en las vacaciones, cuando escaseaban las cosas que hacer.
Lo demás vino de parte de su familia: su mamá le había mandado el acostumbrado suéter tejido, color verde manzana; Fred y George la había provisto de una buena dotación de golosinas y artículos de su tienda de bromas que dudaba llegar a utilizarlas en alguna ocasión; su hermano Ron le dio un anotador con dibujos de escobas de quidditch volando al rededor de su nombre grabado en letras doradas brillantes; sus hermanos mayores Bill y Charlie se las había arreglado para darle un diario nuevo y un juego de plumas que hacían juego con él.
Por unos momentos pensó que eso era todo, se dispuso a ordenar sus regalos y recoger los envoltorios que en la excitación había regado por el piso. En ese instante Ginny se topó con un paquete chico y cuadrangular que había caído al suelo. ¡Tenía otro regalo más! (NdA: pequeñas cosas de la vida que traen gran felicidad.) Se apresuró a recogerlo y abrirlo, fue tanta la conmoción que casi no podía respirar. Era un reloj, uno precioso y muy fino, era bastante obvio de quién se trataba. Buscó una tarjeta o algo semejante, no había nada.. Aún así se había acordado de ella, lo estrechó con fuerza en su pecho, quería tanto estar con él. Anhelaba todo lo que él representaba, todo lo que él era, extrañaba su aroma, sus besos, la forma obstinada y celosa en qué la tomaba por la cintura, o cómo le hablaba al oído, o simplemente su forma de mirarla... ¡quería verlo más que nunca!

- Ginny, ¿no te importa si ya bajamos a desayunar?- preguntó una de sus compañeras de habitación.

- ¿Eh? No, no importa yo bajo en un momento.- respondió con una gran sonrisa que desconcertó a sus compañeras.

- Estas muy feliz!! eso por qué???

- ¡Es Navidad! ¡El baile! ¡Hay que estar feliz!- repuso con un entusiasmo desbordante.

- ¡Es cierto!- admitió la chica, - no tardes, quieres??
Ginny asintió antes de ver que quedaba sola en la habitación. ¡Era Navidad! Saltó de su cama, ¿Su querido Draco ya estaría en el castillo? Posiblemente, después de todo iba a ir al baile con ella... aunque no había figurado por ninguna parte en las últimas horas.
Se cambió lo más rápido que pudo, haciendo aparición en la sala común unos minutos después. ¡Estaba totalmente abarrotada! Nadie había vuelto a casa al parecer, este año incluso los menores andaban divagando por ahí.
Encontró a su hermano en compañía de Hermione y Harry para variar.

- ¡Buenos días todo el mundo! ¡Feliz Navidad!

- Buenos días Ginny.- la saludó Hermione.

- Feliz Navidad a ti también. ¿Te gustó tu regalo?- preguntó Harry.

- ¡Mucho! Gracias Harry- le dio un abrazo arrebatado.

- Ey, ey... vas a lograr que me encele Ginny.

- Disculpa...- se separó avergonzada. Hermione comenzó a reír al ver el rostro sonrojado de la chica.

- Estaba haciendo una broma, no seas tonta.

- ¡Hermanita! ¿Por qué estás tan alegre el día de hoy? - inquirió Ron.

- ¿De qué hablas? Es porque es Navidad, Ronnie tonto...

- ¿Solo eso?

- ¿Qué insinúas?

- Que te traes algo sospechoso... -se frotó la barbilla.- Y lo voy a averiguar Virginia Weasley.- le amenazó apuntándola con su dedo.

- Ron, que paranoico estás.

- Hermione tiene razón Ron- completó Harry.- deja en paz a Ginny, si mal no recuerdo eras el que estaba preocupado por su estado de ánimo tan malo... te contradices!!!

Ron se sintió atacado, abrió la boca para comenzar una pelea.

- YO...

- ¡Vamos a desayunar!- interrumpió Hermione, previniendo el escarmiento de su amigo pelirrojo.
Afortunadamente, todos aceptaron, incluso Ron. Poco a poco el gran comedor comenzó a llenarse, las otras casas ya estaban allí. Había un cambio notable, la mesa Slytherin estaba repentinamente más poblada.

- ¿Vieron eso?- preguntó Hermione con sequedad al tomar asiento.- Han vuelto, Zabini, Crabbe, Goyle, Nott, ahí están todos...

- ¿Creen que ya sean...?- comentó Ron con inquietud.

- No lo sé, Dumbledore no tendría que haber dejado que volvieran.- aseguró Hermione con acidez.

Instintivamente Ginny lo buscó con la mirada, nada... ¿cómo podía ser que no estuviese? Ya estaban todos los que se habían marchado con él. Volvió a su lugar con gran decepción.

- Malfoy no está- dijo Harry.- ¿Qué creen que le habrá pasado?

- Quién sabe... vamos a comer.- concluyó Ron con desdén.

- No tengo un buen presentimiento de esto.- murmuró Hermione desdoblando la edición del Profeta.- Es lo que más necesita ahora, seguidores que puedan moverse libremente dentro de la comunidad mágica.

- Es cierto, muchos de sus viejos mortífagos están fugitivos y si los ven filtrándose dentro del ministerio créanme que los aurores no se quedarán con los brazos cruzados.

- Ron tiene razón, pero hijos de mortífagos como Nott o Malfoy??? Estos están muy vigilados hoy en día, aquí el Hogwarts es casi imposible que ellos siquiera hagan comunicación con sus hijos...

- Que no te sorprenda que hayan encontrado otra forma para comunicarse, Hermione.

- No sé Harry- se encogió de hombros- incluso Voldemort tiene sus limitaciones aquí en Hogwarts.

- Por cierto Ginny- su hermano reclamó su atención, la pelirroja se sobresaltó, se encontraba pensando en la aterradora posibilidad de que Draco jamás se presentara al baile, o que algo malo le hubiese pasado.- Hermione me dijo que irías al baile- mordió un pedazo de pan.

- Sí...

- ¿Se puede saber con quién?

- Con nadie... - ahora, seriamente, estaba pensando que a la larga así sería.

- ¡Nadie! ¿Crees que me chupo el dedo Virginia?- la amenazó con una cuchara.

- Estás loco...- acusó Hermione, Ginny ni siquiera le contestó.

- Desayuna Ron, no molestes.- pidió Harry, como si estuviera a punto de dolerle la cabeza. Ron le hizo caso, pero aún no terminaba de ver acusadoramente a su hermana menor.

* * *

Se encontraba casi en soledad en medio de su sala común, frente a ella tenía el diario que sus hermanos mayores le habían obsequiado. Tomó una de sus plumas y comenzó a garabatear en él, hasta que se le ocurriera la forma de empezar a escribirlo.

Como si fuera una ráfaga ventosa, sintió pasar corriendo a un par de chicas junto a ella. La puerta de la sala común era abierta nuevamente y más féminas ingresaban paulatinamente.

- Ginny, ¿quieres empezar a prepararte?- preguntó Hermione, mirando por arriba de su hombro lo que Ginny hacía.- ¿Te regalaron un diario?- preguntó enseguida.

- Ah...ssí.- lo cerró inmediatamente.- ¿Qué me decías?

- Faltan un par de horas para el baile...

- ¿Ya te vas a preparar?

- Sí-admitió con pereza.- Tengo que alisarme mi cabello, aunque sospecho que este año se hará más sencillo, está menos rebelde.

- Está bien.- dijo poniéndose de pie.- Y si quieres te ayudo...

Tan pronto subieron a las habitaciones, se encontró con que lo mejor era cambiarse en el cuarto de Hermione, después de todo ella era mejor opción que aguantar la presión de sus compañeras que intentaban sacarle a toda costa el nombre de su pareja secreta. Ellas decían no tragarse la excusa de que iría sola.
Agradecería eternamente la ayuda prestada por Mione esa tarde, la túnica de gala que le había regalado (que sus padres le habían mandado pero que le quedaba muy chica) era de un color plateado tan brillante como la sangre de un unicornio. Totalmente espléndido a sus ojos, además tenía pequeñas incrustaciones de piedras en un rosa suave, formando flores diminutas.

- Es encantador.- volvió a halagarlo, al volver la mirada por el espejo y verlo colgado.

- Estate quieta Ginny.- pidió Hermione, mientras trabajaba con su peinado.- ¿Nunca antes te habías alisado el cabello?

- No...

- Y mejor así, eso daña el pelo.- advirtió Lavender Brown desde la puerta, donde con magia secaba su cabello.

- Ya me lo haz dicho cientos de veces, ¿no?

- Y te lo recuerdo nuevamente Hermione, pero jamás me escuchas.

- Harías lo mismo en mi lugar, si tu pelo se viera como una pesadilla todo el tiempo. - Lavender sacudió su larga y sedosa cabellera rubia

- Le dedico más tiempo que tú al cuidado, está bien querer ser inteligente pero nunca está de más preocuparse por el aspecto personal. Sobre todo si eres una chica.- opinó con cierto recelo.

- Lav, no molestes a Hermione con eso.- criticó Parvati Patil, saliendo del baño envuelta en toallas. Acababa de terminar de bañarse.- Ella ya tiene a Harry, que la quiere tal y como es.

- ¡No estoy celosa por eso si es lo que me intentas decir Parvati!- se defendió su mejor amiga, buscando en uno de los cajones de su mesa de noche su maquillaje.- ¿No vieron el lápiz labial cereza?

- No.- contestaron a coro Hermione y Parvati.

- Maldición... como sea, ¡yo solo estoy diciendo que estaría mejor si cuidara más su aspecto personal! Nada más. Hermione no se ha sentido ofendida, ¿verdad que no?

- No...- contestó vagamente, peinando un semi recogido con broches plateados en el cabello de la pelirroja.

- ¿Ves?... ¡¿Dónde está ese maldito labial?!- gritó exasperada.

- Puedes usar mi rosa claro si quieres.- ofreció Parvati, secándose el largo y oscuro cabello, tan bien cuidado como el de su amiga.

- ¡No! Mi túnica de gala es color cereza con rosa pálido, la sombra es cereza, los broches y accesorios son del mismo color, ¡necesito ese maldito labial!

- ¿No es este que está aquí?- preguntó Ginny, tomando uno sobre la mesa que enfrentaba al espejo.

- ¡Sí! Ese es, ¿dónde estaba?

- Junto a los maquillajes de Parvati.

Antes de que Lavender estallara, Hermione interrumpió.

- Listo Ginny, cámbiate si quieres.

- Mi turno, necesito el espejo para maquillarme yo, ¡Yo primera Parvati!- amenazó Lavender.

- Que carácter... no puedo creer que Alec Fitz te haya invitado al baile, si antes ni te prestaba atención... me huele a que hay algún tipo de magia de por medio. - Lavender presionó los labios con fuerzas y comenzó a ponerse la sombra en los ojos.- Dime Lav, ¿le pusiste una poción de enamoramiento temporal en su bebida?

- ¡No! Yo por el contrario tuyo no necesito esas artimañas para ser invitada a un baile, como te lo dije, tarde o temprano caería rendido ante mis encantos naturales.- se jactó la aludida.

- Sí claro como digas... - Parvati comenzaba primero por ponerse su túnica de gala, de un color índigo y con sobretela de seda.- Hermione, sabes si Harry finalmente aprendió a bailar??. Porque si no, te digo por experiencia que vayas preparándote para un horrible dolor de pies que sufrirás toda la noche.

- Eh... creo que sí, no lo sé realmente.- admitió ligeramente preocupada. Por un lado sabía que Ron finalmente sí había aprendido a bailar, pero no tenía idea de sí Harry lo había hecho. Borrando con las manos los recientes pliegues formados en su túnica, dio un vistazo en el espejo para ver si el problema estaba solucionado.

- Ey... nada mal.- aprobó Lavender.

- Es verdad, Mione, te queda precioso el color turquesa.- corroboró Ginny, haciendo que la chica se sonrojada levemente.

- Debiste comprar esa túnica hace mucho, yo no conseguí en ese color la última vez en Hogsmeade.- apreció Parvati.

- Ginny, déjame verte.- pidió Hermione. La pelirroja salió de atrás del cambiador que había estado usando. Estaba roja, totalmente expectante. Cuando hizo aparición todas la miraron y quedaron calladas.

- y..¿Y? ¿Cómo me... me queda?- balbució.

- Woww... - porfió Parvati.

- ¡Te queda muy bien Ginny!- festejó Hermione con una gran sonrisa complaciente en el rostro.

- ¿Se puede saber para quién te estás poniendo tan bonita, niña?- preguntó Lavender, acabando con su maquillaje y continuando por su cabello.

- Es cierto, no nos haz dicho con quién vas Ginny. - cayó en cuenta Parvati.

- Este... con nadie...- mintió.

- ¿Nadie te invitó? Pensé que Seamus lo había hecho.

- No te creo.- dijo Lavender.

- Bueno, no hay que molestar a Ginny.- se interpuso Hermione ante la mirada se auxilio que la pelirroja le mandaba.- Ella sabrá lo que hace.

- Tienes una pareja secreta, yo lo seee...- canturreó Parvati.

- ¡Parvati!

- ¡Está bien Hermione!- se disculpó.

- Y Parvati, ¿con quién vas al baile? - preguntó Ginny para alejarse del tema de su pareja.

- ¿No lo sabes? Con Doug Hurl, de Ravenclaw.- declaró con sequedad.

- Lo conozco, ¿no está en sexto año?- señaló Ginny, a lo que Lavender comenzaba a reír descaradamente.

- Parvati es una corruptora de menores, pero hay que admitir que el chico está muy bien.-Lavender le guiñó el ojo al Ginny desde su reflejo en el espejo.

- Es verdad.- aceptó Parvati desganada.- Pero no era mi primera opción, tuve que conformarme.

- ¿Y quién era tu primera opción Parvati?- quiso saber Hermione.

- Draco Malfoy.

- ¿¿QUE??- exhalaron Hermione y Ginny al mismo tiempo.

- Como oyen, será todo un bastardo pero tienen que admitir que está como quiere.

- Es cierto amiguita.- ratificó Lavender con una sonrisa pícara.

- Yo creo que te volviste loca Parvati, ¿no haz pensado que él podría ser un mortífago en este momento? - la enfrentó una abochornada Hermione.

- Tranquila Hermione, por eso dijo que es todo un maldito bastardo... pero es solo un baile, nada más. Y de todas formas él no ha mostrado su preciosa carita por todo el colegio durante todo el mes, así que acepté ir con Douglas.

- Aún así, no estoy deacuerdo.- Hermione se cruzó de brazos, dejando muda a Ginny, quien para entonces trataba de asimilar lo sucedido.

- Estoy lista.- anunció Lavender, dando una vueltita. Ella tampoco estaba nada mal. Hasta tenía pendientes que combinaban con su vestuario.- ¿Vamos?

- Sí, ya estamos listas también. Aguarda, - Hermione se puso un poco de perfume y roció otro poco sobre Ginny.- Listo.

- Vamos a matar o morir en el intento.- advirtió Parvati con aire de mujer fatal, a medida que salía de la habitación.

- ¿Saben quién era mi primera opción? (No se rían)- preguntó Lavender con algo de timidez.- Ron Weasley.

- Nooo... ¿En serio? Pero si te burlaste de mi hermana Padma todo el quinto año por haber ido con él al baile de cuarto.

- Eso era entonces, esto es ahora. Tienen que admitir que se ha puesto muy bueno con los años. Y Padma me apoya cuando digo esto. Pero según sé, va a ir con una Hufflepuff de sexto.

Hermione no acabó de reírse por lo recientemente dicho de Ron hasta que llegó a la sala común, y quedó de hielo al ver a Harry esperándola al borde de la escalera. Estaba vestido con una túnica de gala de un color bordeau muy oscuro, junto a él, se encontraba un desconforme Ron, vestido con una túnica color azul rey y con el cabello bien peinado.
Lo primero que Ginny hizo fue caminar hasta su hermano mientras que Harry salía de su shock al ver a su novia.

- ¿Nos vamos ya?- interrumpió Ron.- Tengo que ir a buscar a Marianne a la sala común de Hufflepuff y eso está hasta el primer piso, sería genial si se dieran prisa.

- Está bien.- concluyó Hermione un poco resentida con Ron.

- Estás muy linda Hermione, muy linda.- dijo Ron antes de salir de la sala común. - También tu hermanita... pero quiero que sepas que voy a estar vigilándote durante todo el baile, no me creo eso de que vas completamente sola.
Al abrirse el retrato, salieron todos en un gran grupo. Un poco más adelante Parvati y Lavender encontraron a dos chicos muy bien parecidos y elegantes que reconocieron como Alec y Doug. Ginny tuvo que aceptar que Alec era mucho, incluso para una chica tan atractiva como Lavender, por lo que la idea de la poción de enamoramiento ya no le resultó una posibilidad tan remota.
Las chicas se separaron del grupo, y ellos cuatro tuvieron que acompañar a Ron hasta la sala común de Hufflepuff por insistencia de este. A decir verdad, ya era algo tarde. Porque cuando llegaron, Marianne McGinty ya estaba esperándolo en compañía de una amiga y su pareja.
Ginny vio claramente el rostro de alivio expresado en la hermosa pareja de su hermano, seguramente había pensado que la dejaría plantada esa noche. Ella estaba radiante, muy bonita, con una túnica de gala celeste claro y un chal sobre los hombros. Traía el cabello castaño claro, suelto y resbalándose sobre la espalda.

- H-hola.- dijo Ron, con las orejas rojas por la vergüenza.- Lamento haber llegado tarde.- La chica negó con la cabeza, utilizando una serena sonrisa en sus labios.

- Sabía que no me dejarías...- argumentó. Tenía una voz suave y angelical, como la de una niña pequeña.

- ¿Nos vamos?- Ron le ofreció su brazo, y Marianne lo aceptó gustosa.- Ellos son mis amigos, ya conoces a Hermione y a Harry.- Marianne asintió a modo de saludo.- Y ella es mi hermana menor, Ginny.

- Hola.

* * *

-Seguramente este año el profesor Flitwick se ha encargado de la decoración otra vez.- fue lo primero que Hermione dijo al entrar al gran salón. Todo estaba impactante, magnífico. Luces blancas brillaban en el cielo, como si fuese brillantina que suavemente caía, pero que al hacer contacto con alguna superficie desaparecía.

-¡Genial!- exclamó Ron.

Ginny, sin embargo, no perdió tiempo en ver los pequeños detalles de la decoración. Lo primero que hizo fue buscarlo entre un grupo de Slytherins ya ubicados en unas mesas junto al escenario que habían levantado. Eso quería decir que este año un grupo musical se presentaría también. Entre el grupo de personas descubrió a Crabbe, Goyle, Zabini, Pansy que al parecer había encontrado pareja en un muchacho de Slytherin no muy bien parecido, que ciertamente Ginny no conocía por nombre.
Pero él no figuraba por ningún lado... no estaba, no se había presentado... la había abandonado...

- ¿Ginny estás bien?- preguntó Hermione.

- S-sí.- mentira, tenía una gran opresión en el estómago y un nudo en la garganta. No podía estar peor.

- ¿Te sientes mal? ¿Quieres que te acompañemos a la enfermería?- ofreció Harry, también preocupado por su apariencia.

- No, estoy bien.- más mentiras. Se sentía tan humillada y despreciable que quería volver a su habitación, ponerse su pijama e intentar dormir como si de un día normal se tratase.
Eso era lo que iba a hacer, cuando Hermione la tomó por la muñeca y la llevó hasta una mesa, donde las dos parejas obligaron a Ginny a acompañarlos.

-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*- *-*-*-* N/A: Perdón que interrumpa su lectura, solo quiero hacer un comentario extra. Estas últimas escenas están basadas en mi vida real por desgracia. La parte en donde las chicas se preparan para el baile, me gustó escribirla porque básicamente mis amigas y yo hacemos eso cada vez que salimos a bailar o a un recital de rock. Además me recordó el baile de gala que hubo en mi colegio este año, a mediados de Junio . Se suponía que al no ser un colegio mixto, las chicas teníamos que invitar chicos de otros colegios... bien, pues me dejé estar y al final todos los chicos conocidos míos ya tenían parejas o compromisos... acabé siendo la única en mi curso sin pareja (loser...) y ni bien entré al baile, opté por salirme (porque mis amigas que juraron estar conmigo durante el baile fueron a un rinconcito oscuro a intercambiar saliva con sus parejas... en fin) e irme a una súper fiesta organizada por un amigo skater donde tomamos tanto vodka con jugo baggio de pera que acabó por ser el mejor final para mi velada. Moraleja: yo no sirvo para fiestas de gala. Moraleja Dos: invitar a los chicos más guapos lo con varios meses de anticipación al baile de fin de año. Bien, sigamos con el fic y esperemos más suerte para el baile de diciembre de despedida de clases.. *-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*- *-*-*-

La cena comenzó con un anuncio de Dumbledore, apenas fueron unas palabras y la comida apareció sobre sus platos. Simplemente debió llevarse dos o tres bocados pequeños a la boca, no tenía apetito, pero por suerte los demás no lo notaron.
Después de la comida, se anunció la apertura del baile. Todos tomaron a sus parejas, y comenzaron a poblar la pisa de baile. La profesora McGonagall hizo desaparecer las mesas, y dejó las sillas, todas sobre la pared.
La banda invitada resultó ser la de Alice Ellen Guiley, una popular bruja cantante en el mundo mágico. Inmediatamente comenzó la música y todos empezaron a bailar al ritmo de ésta. No se había percatado de cuántas personas sin parejas habían ido al baile, se sorprendió al toparse con unos cuantos solitarios que comenzaban a armar pareja en ese preciso instante. Tenía ganas de llorar, de gritar, estaba muy enojada, totalmente resentida con él.
Al menos, pensó, los demás se estaban divirtiendo mucho. Harry y Hermione no se quitaban los ojos de encima, se veía a la legua cuan enamorado estaban esos dos (y al pareces Harry sí había aprendido a bailar, para tranquilidad de Mione.). Por otra parte, su hermano parecía disfrutar de la compañía de Marianne, pero por desgracia tampoco le quitaba un ojo de encima a su hermana menor. Cerca de ellos vio como Neville, más animado, bailaba (o al menos eso intentaba) con Susan Bones... incluso la gorda cara de bulldog Pansy Parkinson parecía estar disfrutando el baile...
Demasiado desconsolada como para seguir ahí, se puso de pie y buscó marcharse de una buena vez... debió haber imaginado que él no la acompañaría al baile. Que tonta había sido. Corrió hacia la salida, con la mirada baja intentando ocultar sus incipientes lágrimas. No llamó la atención de muchas personas, solo de Neville a quien casi atropella.
Salió y caminó rápidamente por el pasillo, totalmente desierto para entonces.
Su frente colapsó contra algo sólido, que la obligó a tambalear. Pudo ver que se trataba de alguien, había chocado con otra persona más.

- Disculpa.- dijo, e intentó seguir su camino sin averiguar de quién se trataba. Cuando quiso continuar, sintió que era detenida por el brazo.

- ¿Te hice esperar mucho?- se volvió al oír su voz, no podía ser cierto lo que veía frente a sus ojos.

- Draco...- musitó, llevándose una mano a la boca. Él le dio una media sonrisa...(N/A: que sexy este chico...=) ¡Definitivamente era él! Estaba vestido con una túnica de gala color verde muy oscuro, demasiada espléndida. No recordaba haberlo visto así nunca, su buen porte, su cabello bien peinado, esos ojos excitantes que ahora la miraban de pie a cabeza.

- Sobervia... estás bellísima. Por unos momentos pensé que me había chocado con un ángel...
Ginny intentó sonreír, pero solo logró dejar escapar un quejido y algo más de llanto por la emoción. El chico pareció precipitarse, se acercó a ella con algo de vergüenza.

- Perdón, debí avisarte que llegaría un poco tarde.- le tocó la mejilla.
Imposible de contener más sus ganas, Ginny se echó sobre él y lo abrazó. Enseguida fue correspondida.

- Ya no importa... pensé que te habías olvidado de mí.- admitió Ginny, mirándolo a los ojos.

- ¿Olvidarte? ¡Por Merlín no! No sabes lo que ha sido tenerte en mi cabeza durante las últimas semanas, casi me vuelvo loco.- la tomó por la cintura y se colocó casi a su altura, acercando sus rostros. Su mirada había cambiado, sus ojos brillantes de alegría, ahora contenían un brillo distinto, él se había puesto serio de momento a otro.
Sin poder esperar ni un segundo más, unió sus labios con los suyos en un beso anhelado, que fue respondido con igual o mayor intensidad. Sus bocas se fundieron en una entrega total, en la que Ginny sintió perder su alma. Nunca lo había sentido así, él estaba besándola como si nada en el mundo fuera más importante en ese momento... como si la deseara. Acabó con la espalda apoyada a la pared, él tenía una mano en su cintura y otra en su mejilla. Instintivamente sintió como le mordía el labio inferior, y lanzó un gemido involuntario, que provocó una confiada risita de parte de Draco. Se separaron, solo por la falta de aire que por otra causa.

- Vámonos de aquí.- le pidió Ginny depositando unos besos sobre su boca.

- ¿No quieres ir al baile?- cuestionó besándole ininterrumpiblemente el cuello, Ginny negó con la cabeza.

- Quiero estar contigo tranquilamente, sin tantas personas viéndonos.

- La sala común de Slytherin está vacía, solo que tendrás que disculparme por el desorden en mi cuarto.- se escuzó. Ginny sonrió y le plantó un fugáz beso en los labios, dejándolo sorprendido.- Extrañaba eso...

Tal y como él lo había predicho, el camino hacia la sala común de Slytherin estaba poco transcurrido, por no decir totalmente despejado. Ni un alma rondaba por ahí, quizás su único inconveniente fue el creciente frío que aumentaba conforme bajaban hacia las mazmorras.

- ¿Siempre hace tanto frío en su sala común?- preguntó Ginny, abrazandose para tratar de retener el calor.

- Uno se acostumbra.- le contestó sin mirarla, pero la rodeó por la cintura para acercarla más a su cuerpo. De modo que sí fue una gran mejora, Ginny podía sentir gran calidez proveniente del cuerpo de Draco, se abrazó más a él.- Ya casi llegamos.
Provablemente un par de segundos después, la puerta de entrada a la sala común ya era visible. Realmente no era tan así, solo se veía un muro gris y helado, pero ella sabía perfectamente que tras él se encontraba albergada la muy poco cálida sala común de las serpientes.

- Muerte a los sangre sucia ... - pronunció con incomodidad, y la pared cedió, dejando libre el camino de entrada.

- Bonita contraceña...- comentó Ginny con sarcasmo.

- Yo no la pongo.- contrerestó con seriedad.- Camino despejado... vamos.

- Esto está muy solitario, eso la hace lúgubre.- dijo Ginny, mientras atravezada la ya conocida sala común. Incluso hacía más frío allí adentro, como si eso fuera posible. Su voz se oía amplificada, estaba terrorificamente desierta.

- No hace falta que esto esté solitario para ser lúgubre.- contestó con una sonrisa cargada de ironía. Entraron al pasillo, zona de acceso a las habitaciones.- ¿Sientes el frío?- le preguntó al mantener abierta la puerta de su habitación para dejarla pasar.

- ¿Bromeas? ¡Me estoy helando!- le respondió una vez adentro.

- La sala común de Slytherin ha estado expuesta a magia oscura por más de mil años, esa senzación de frío nunca se va, ni aunque fuera del castillo hiciera 50° de calor.- explicó, cerrando la puerta tras él.- Es más,- continuó, al ver el rostro fascinado de la pelirroja.- magos más sencibles no pueden ser expuestos aquí abajo por mucho tiempo, comienzan a tener malestares o pierden la conciencia por toda la fuerza negativa cargada en estos muros.

- Oh... ¿en verdad? - preguntó, sentandose instintivamente sobre la cama, ligeramente deshecha.

- Si te traje aquí la primera vez fue solo porque estaba seguro de que podías soportarlo. Supuse que tu cuerpo estaría acostumbrado siendo que ya ha sentido los poderes oscuros durante tu primer año en Hogwarts... si no me equivoco.

Ginny asintió, cambiandole la mirada, todavía le incomodaba hablar al respecto. Después de todo, el mismo Lucius Malfoy había causado todo aquello, que se convertiría en el peor de sus recuerdos.
Ageno a sus pensamientos, Draco se acomodó junto a ella, rodeandola con los brazos, Ginny apoyó la cabeza contra su pecho.

- ¿Qué fue lo que sucedió mientras no estuve aquí?- le murmuró al oído.

- Nada... por el contrario, soy yo la que debe preguntarte qué sucedió mientras no estabas aquí.- respondió con una voz profunda, y mirandolo a los ojos con el semblante ensombresido.

- Han pasado muchas cosas...- musitó débilmente, como hablándose a sí mismo más que a ella.

- ¿Vas a decirmelas?- preguntó con desición, manteniendole la mirada. Draco pareció meditarlo por unos momentos, pero finalmente asintió con un movimiento de cabeza.

- Las noticas más importante se reducen a dos, una buena y otra mala, ¿cuál quieres saber primero?

- La buena... supongo.- se encogió de hombros.

- Bien. La buena, es que logré hacer mi voluntad y no la de mi padre, eso en cierta forma está bastante bien. Aunque no niego que tengo temor de lo que pueda pasar de ahora en adelante...- comezó a divagar, con la mirada en un punto fijo de la pared.- Debo agradecerle a Dumbledore por ello...

- No estoy segura de entender lo que acabas de decirme.- agurmentó Ginny, visiblemente confundida, pero deseosa de saber lo que sucedía allá afuera.

- Aquí es donde la noticias mala aparece.- confesó un hilo de voz llena de amargura. Tomándola por los hombros, la obligó a incorporarse en la cama.

- ¿Qué pasa? Me estás asustando...

- Antes que nada, quiero que me aclares algo.- Ginny asintió, pero aún estaba confundida.- Quiero que me digas con exactitud qué es lo que sientes por mí.

- ¿Qué?- se sobresaltó, su rostro parecía teñido de bermellón.

- Eso, Virginia por favor.- por unos segundos pensó que iba a derrumbarse ahí mismo, sentía esos cálidos y grises ojos perforando su corazón con cada mirada. Se veía inquieto, aunque fuerte podía sentir la vulnerabilidad en esos momentos. Tomó valor, y comenzó a hablar.

- Desde que te marchaste,- bajó la vista, no podía confesar sus sentimientos con él mirándola tan intensamente.- he tenido tiempo de pensar mucho. Y... y me di cuenta de lo importante que eres para mí, y durante todo ese tiempo- levantó la mirada y lo enfrentó- me sentía completamente sola aunque tenía mucha gente a mi arededor. Me sorprendí al darme cuenta de que eras lo más importante para mi, más que cualquier otra cosa... me di cuenta de que te amo. Te amo, con todas las consecuencias que eso implique. No importa lo que pase.

Ginny, desde lo más profundo de su mente, no esperó que él lo tomara tan en serio. Ginny suponía que él debía de haber pasado por muchas chicas que le declarasen su amor tan abiertamente, por lo que estaría acostumbrado. Pero, para su propia sorpresa, él parecía más que asombrado, totalmente atontado.

- Y bien??- indagó Ginny, con impaciencia. El se tranquilizó por un lado, pero nuevas y aterradoras posibilidades florecieron en su mente.

- Dijiste que con todas las consecuencuas que se impliquen...no importa lo que pase. Está bien, voy a enseñarte algo que quiero que guarde en secreto total. ¿Me entiendes? Nadie más que nosotros dos puede saberlo.- Ginny aceptó, tratando de parecer desidida.

Draco dejó de ejercer fuerza en sus hombros y la soltó, comenzó entonces a quitarse su túnica y la parte superior, dejándo al descubierto su cuerpo. En la primera instancia, Ginny solo atinó a ruborizarse y tragar saliva por lo que estaba viendo (recién entonces comenzó a sentir el pánico de estar tan solos en una habitación, más que nada por miedo a no poder contener sus impulsos). Pero cuando su atención fue traída por una marca en especial, ostentada en su brazo derecho, sus pensamientos cambiaron drásticamente.
El tatuaje con la calabera, estaba tan oscuro que ocasionaba un gran contraste entre la piel blanca del muchacho. Draco permaneció inmóvil, esperando la reacción que llegaría en cualquier momento. Ginny lo vio en sus ojos, ese momento no era fácil para él, pero estaba un poco más aliviado por haberselo dicho ya.

- Eres un...- comenzó a balbucear la pelirroja. Draco asintió en silencio.

- Descubrí que no puedo escapar de mi destino, solo que puedo cambiar los resultados.

- Explícame, no entiendo nada...

- Fue la única opción de Dumbledore pudo darme cuando fui a pedirle ayuda, la misma mañana en que me fuí.

- Oh... no.- le angustió Ginny, al parecer acababa de comprender todo.- Eres espía para la orden del fénix... ¡Draco eso es muy peligroso! Todos los espías acaban muertos, Draco... ¡Draco me estas escuchando!??

- Sí, ya sé que es peligroso, pero es mi única salvación... - argumentó dolido.-Esperaba que lo entendieras...- se hizo un gran silencio.

Ginny se acercó, y lo abrazó y besó en los labios.

- Te amo. - le dijo una vez más.

- ¿No importa lo que pase?

- No importa lo que pase.- confirmó, y él le sonrió, estrechándola más contra él. Ginny se sintió embestida, por un nuevo beso, que cortó a los segundos.- ¿Pero por qué tu "noviecita" Parkinson recibió noticias tuyas y yo no?
Draco sonrió sensualmente.

- ¿Estás celosa?- preguntó, jugueteando con ella.

- Tengo que. ¿Por qué?

- Porque me encanta que te enceles por mí.- admitió, bajando por su cuello que comenzaba a llenar de besos. Aún así, se detuvo, y separó levemente de ella.

- ¿Su-- cede algo?- cuestionó incómoda, ¿por qué se había detenido? Su corazón aceleraba a mil, y su cuerpo solo le pedía estar con él y sentirlo cerca suyo, pero de pronto él se detuvo. Era bastante extraño, teniendo en cuenta su reputación de Malfoy, quién no perdía oportunidad de llevarse bajo sábanas a nadie siempre que pudiese. Tal vez... no la creía atractiva??? era eso?? Observó como un gesto de dolor surcó el rostro de su novio, Draco se llevó la mano izquierda al hombro que poseía el tatuaje, que para entonces, Ginny había lo había visto palpitar y brillar al rojo vivo.

- Me está llamando...- anunció cauteloso, conforme el alivio al dolor físico iba llegando. Ginny abrió los ojos de par en par, en un estado se enfriamiento total.

- ¿Cómo dices?- Draco se puso de pie, y fue hasta su mueble de madera de roble, abriendo uno de los cajones sacó un ropaje teñido en negro mortecino.

- Esta noche... planea atacar Hogwarts, es por eso que llegué tarde, debía alertar a Dumbledore y ayudar en todo lo que fuese posible, ¿me entiendes?

- ¿¿¡¡QUE!!?? ¡¿QUE VA A PASAR AHORA?!- se puso de pie en un sobresalto, mientras que Malfoy se vestía con el atuendo de los seguidores del Señor Oscuro. El se acercó a ella y la tomó por los hombros, en un intento de tranquilizarla.

- A ti nada, y con suerte a los demás tampoco.

- Pero... pero... ¿que va a pasarte?- balbuceó con voz nerviosa. El muchacho se acercó, le dio un último beso en los labios, y la abrazó. En ese abrazo, sintió su respiración correr más aprisa de lo normal en su oreja.

- Hubiese deseado que esto no sucediera hoy, y que ninguno de los dos tuviera que abandonar este cuarto hasta la mañana en la mañana, ¿me entiendes?
Ginny asintió ruborizada, cuando él se separó y la miró directamente a los ojos.

- Y créeme, no me moriré hasta cumplirme a mi mismo esa promesa.- le guiñó el ojo, el rojo en el rostro de la menor de los Weasley tomó un color furioso y brillante.

- Está bien, iré con...- mencionó decidida.

- No.- le cortó.- No vas a abandonar esta habitación.

- ¿Cómo? Pero si tengo que ir con mi hermano, y Hermione, Harry... que pasará con ellos???

- Te quedarás aquí.- interpeló tranquilamente, pero con inexorable tono de voz.

- Que terco... ¡te digo que voy a irme con mi hermano y...!
En menos de unos segundos, él ya había sacado su varita y lanzado un ligero hechizo de sueño sobre la chica, que cayó inconsciente sobre la cama adoselada.

- Perdón...- murmuró en el silencio, cubriéndose la cabeza con la capucha antes de salir, las explosiones ya se oían, los gritos también, el Ataque del Día de Navidad había comenzado.

*-¨*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*- *-*-*-*-´*- N/A: okis, aquí paramos, esto es lo que yo llamo en entretiempo de este capítulo... dejen de leer por el amor de Dios! vayan al baño, a la cocina por un sándwich y una gaseosa, o simplemente abran la ventana del cuarto y respiren profundamente... ¿es relajante no? Bien, solamente decidí parar porque si es que ustedes son como yo (leedores compulsivos) necesitan un descanso... *-¨*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*- *-*-*-*-´*-

El dolor en su cabeza era punzante, pero parecía ir disminuyendo al cabo que abría sus ojos y su visión aclaraba. ¡Augh! El dolor se había vuelto más fuerte de pronto (N/A: si sabré yo de esos dolores...).

- Ourg...- su voz se oía como si no hubiese hablado en días.

- ¿Quieres que te consiga algo para el dolor? - oyó decir a alguien a su lado. Intento aclarar su vista para verla.- Aunque no sé si sea conveniente mezclar tantas pociones- la mujer ya de avanzada edad arrugó la nariz en señal de desagrado.- Ese hombre llega aquí y luego...- refunfuñó en voz baja.- meterse con mis excelentes pociones...

- ¿D-dónde estoy?- balbuceó Ginny, echando un vistazo a la habitación. Enormes proporciones, techos altos, una gran puerta de madera lustrosa enfrentando la cama adoselada donde estaba recostada... escasos muebles, mucho lujo. No recordaba haber estado en ese lugar con anterioridad, y estaba segura de que eso no era Hogwarts.

- Oh... sí, llamaré al joven. - la mujer ya anciana, se puso de pie con dificultad, había permanecido todo el tiempo sentada en una silla dispuesta junto a su cama. - Me dijo que le avisara cuando usted recuperara la conciencia.
Al momento que dicha mujer comenzó a caminar con un sutil rengueo, la puerta se abrió, Draco había aparecido y se vio bastante asombrado al encontrarse con que Ginny ya había despertado. Sonrió aliviado, y caminó hasta llegar a su lado. Ginny sonrió aliviada también, finalmente encontraba algo que ella sí conocía.

- Aquí está ya, que coincidencia tan conveniente... - murmuró como hablando para sí misma con voz cansada.- En este momento preciso iba a...- comenzó a decir, levantando más su voz, pero dejó la frase inconclusa.

- ¿Te sientes bien, Gin?- preguntó con un dejo de agotamiento en su hablar, pero como siempre él se veía como si estuviera en su mejor momento.

- Me duele un poco la cabeza... - admitió. - ¿Dónde estoy? ¿Qué pasó?

- ¡Uyy niña! - exclamó exageradamente la mujer.- Mejor así estás, sin saber nada.

Draco le lanzó una mirada de reproche.

- Claro que no, tiene el derecho a saber.
En esos momentos, en los que su paciencia de agotaba, la atención de todos en la habitación fue retenida por un estruendoso sonido de objetos metálicos estrellándose contra el piso. Se oía provenir de su izquierda, relativamente lejano. El rostro del muchacho se ensombreció por unos instantes.

- Ve a ver qué quiere.- ordenó a la mujer, ésta simplemente asintió y sin decir una palabra salió de cuarto a paso lento.

- ¿Qué fue eso?- quiso saber Ginny. Draco le esquivó la mirada, hasta que se hubo sentado en la cama junto a ella.

- ¿No querías saber dónde estás?- Ginny asintió, sintiéndose molesta de que él ignorara tan descaradamente su pregunta.- Wiltshire, Malfoy Manor.

- ¿En tu casa?- advirtió con incredulidad.

- Sí, estás aquí desde hace dos noches, haz estado inconsciente desde que llegamos. - narró con tranquilidad.

- ¿Desde que llegamos? ¿Llegamos de dónde?

- Hogwarts preciosa, ¿no recuerdas? El golpe fue peor de lo que imaginé entonces.- intentó reír, pero aún sonaba nervioso. Ginny tanteó su frente, tenía un pequeño relieve que ella interpretó como una cicatriz por debajo de su rojo flequillo.

- ¿Me golpeé? ¿En qué momento? ¡No recuerdo nada! ¡¡Explícame Draco!!

- Está bien, no te exaltes. - la tranquilizó, tomándola por los hombros como ya antes lo había hecho. - Te contaré lo sucedido...

- ¿Por qué estoy aquí?- preguntó con más tranquilidad.

- Hogwarts fue desalojado, todos los que están bien regresaron a sus casas, el castillo está parcialmente destruido, no creo que fuese un gran impedimento para Dumbledore restaurarlo en poco tiempo. Pero para más seguridad...

- ¿Destruido?? Es cierto... recuerdo que dijiste algo sobre un ataque, pero luego ¡me lanzaste un conjuro y no recuerdo qué paso!!- Draco sonrió con picardía casi infantil, lo que Ginny no encontró gracioso (NdA: si claaarrooo no me vengas...!).

- Era por tu seguridad, gracias a eso pude esconderte en mi cuarto y sacarte sin...- miró la cicatriz en la frente de la chica.- casi sin ningún problema.- argumentó.- Los miembros de la orden superaron en número a los demás mortífagos, eso fue de mucha ayuda pero por desgracia no fue decisivo. Muchos miembros de la orden están gravemente heridos, y algunos alumnos... desaparecidos... todo es muy confuso. Los dos últimos días han sido un total caos, he pasado por el ministerio y por San Mungo, nunca he visto tanto desconcierto.

- ¿Qué quieres decir? ¿Mi hermano está bien? ¿Mi familia?

- Ellos están bien... eso creo. Uno de tus hermanos mayores... no sé cuál sea, lo he visto en San Mungo recuperándose, tus padres están sorprendentemente bien, y no estoy seguro de dónde se encuentre tu hermano Ronald.

- ¿Qué quieres decir con eso?- preguntó asustada.

- Dumbledore lo tiene oculto supongo, también se desconoce el paradero de Potter, Granger y Longbottom. Deben estar escondidos como te digo, es lo que he logrado sacara Severus pero no me dijo nada concreto.

- ¿Mi madre sabe que estoy aquí, verdad?- Draco negó con algo de incomodidad.

- No creo que lo aceptaría, ¿ o sí? Supongo que deberá bastarle con que Dumbledore le haya dicho que estás sana y salva en un lugar seguro.

- Oh...- se incorporó en el lecho.- De modo que, me trajiste a tu casa por que según dices es un "lugar seguro"... ¿tu familia? ¿acaso piensas ocultarme de ellos? No creo que le haga gracia tener a una Weasley en su mansión..

- No creo que les importe. - tragó saliva.- Mi madre está muerta por si no te lo he dicho, no estoy seguro de quién la mató durante el combate pero no quiero saberlo.

- Lo siento.- él no parecía muy contento de dar tal noticia, ojalá su hubiera quedado callada. Sabía que la relación de Draco con su madre no era muy estrecha, pero era su madre después de todo, y seguramente le resultaría una pérdida grande.

- Y mi padre- dijo más relajado.- está como a unos cincuenta metros de tu puerta en su habitación... por cierto, este es el cuarto de huéspedes.

- ¿Está aquí? ¿TU padre?- gimió con miedo.

- No creo que merezca mucho de tu miedo en el estado en que se encuentra, muerto estaría mejor. No quedó bien en combate, Potter hizo un buen trabajo, odio admitirlo pero es bueno con los contramaleficios, y lo vi resistirse a un Imperius casi perfectamente.

- Harry siempre fue bueno en defensa contra las artes oscuras...- musito pensativa.

- Tengo que dejarte- concluyó ojeando su reloj.- He estado muy ocupado últimamente, el ministerio ha revisado la casa tres veces y mi padre hace lo imposible por ocultarse...ya estoy deseando que lo atrapen... Además tengo un visitante que me dio unos minutos para ver como estabas y nada más, tengo que volver con él.

- Pero... pero, ¿y yo qué hago?

- Descansa.- puntualizó, poniéndose de pie y dándole un beso en los labios antes de irse.- Necesitas reposo... ¿tienes hambre? Le voy a decir a Felda que traiga algo para que cenes.. ahí están tus cosas- señaló su baúl que había pasado por desapercibido en un rincón- Las mandaron esta mañana de Hogwarts. Prometo volver cuando me desocupe, adiós.
Y desapareció tras la puerta.

- A-dioss... - se tumbó en la cama con fastidio.
¿Qué diablos se supone que haría ahora? ¿Esperar hasta que él regresara? Que él estaba loco a algo así???
Bueno, enloquecer estaba bien, después de considerar la situación de Draco por unos momentos pensó que no debía esperar menos. Su madre muerta por quién sabe quién, su padre hecho un harapo humano a unas habitaciones de distancia, el ministerio acosándolo por ello, sin contar con el hecho de que era un mortífago y a la vez espía para la orden, por lo cual su vida estaba en constante peligro... y además cargando con la responsabilidad de tener que cuidarla a ella. Debía de estar bajo mucha presión, pero él nunca se desploma, siempre parece fuerte. Realmente era envidiable en eso, ella misma tendía a ser débil y llorona con frecuencia.
Encontró su reloj de pulsera depositado sobre la mesa de luz, y su baúl aún cerrado a unos metros suyo. Se levantó de la cama, sintiendo como si su columna fuese a quebrarse, caminó hasta él para abrirlo. Estaría bien al menos cambiarse y tomar su varita.
Se puso lo primero que encontró, un pantalón de jean y el suéter que su madre le había dado en navidad... Navidad se sentía tan lejana ahora... como si esa noche del baile todo hubiese sido un sueño hermoso.
Tanteó dentro de su baúl en la inútil búsqueda de su varita, no estaba. Buscó más profundamente, sacando libros, plumas, tinteros... nada. No estaba por ningún lado. El mismo ruido de metales oído minutos atrás la distrajo de su búsqueda.
Curiosa, abrió la puerta y salió al corredor, que era mucho más largo de lo que había imaginado. Hacia su derecha dos escaleras, una subiendo y otra bajando, por lo que intuyó estaba en el segundo piso. Y hacia su izquierda, un largo pasillo que acababa en un muro amplio con un impresionante retrato que a la distancia no podía ver con claridad. En total, a lo largo del corredor, solo habían tres puertas. Cerró la suya, y caminó hacia el final del pasillo, convencida de que solo quería ver el retrato.
La dichosa puerta al final, resultó ser la más alta y ancha, de madera bellísima y espléndidos grabados en relieve. Aunque al detenerse a verlo, resultaron un tanto escalofriantes, parecían serpientes enrolladas en un rosal.
Platt. El ruido metálico se oyó prácticamente delante de sus narices, tan cerca que estaba segura de que provenían de la habitación que tenía en frente. Unos gritos débiles se escucharon, esa voz que arrastraba las palabras, era imposible no reconocer en ella a Lucius Malfoy.
Se sobresaltó al ver como la puerta se abría, y para su alivio aparecía la misma mujer anciana que había visto al despertar, llevando una bandeja con platos sucios. En ese pequeño lapso que la puerta estuvo abierta, creyó ver a un hombre que no se asimilaba ni en lo más mínimo a lo Lucius Malfoy fue alguna vez. Flaco y paliducho, de cabello largo y sucio y barba de días... La puerta se cerró otra vez.
La anciana abrió sus pequeños ojos azules y alzó la vista para verla correctamente. No le dijo nada, y continuó su paso. A unos metros ya, se volteó para verla.

- ¿No vienes?- dijo.
Sin contestar nada y olvidándose de lo que acababa de ver, Ginny se apresuró a seguirla.

- ¿Quiere que cargue eso por usted?- ofreció amablemente, al ver el paso lento y cansado de la mujer.

- Llevo haciendo esto por más tiempo del que me atrevo a recordar, pero debo admitir que ya hasta yo tengo mis limitaciones.- contó con una voz suave y adormecedora.- Me serviría tu ayuda con las escaleras.- le sonrió.

- Por supuesto.- cuando llegaron a la misma, bajaron, Ginny cargando la pesada bandeja y tomando del brazo a la mujer.

- Oh... gracias.- exhaló la señora al acabar de bajar. La planta baja, la recibió con un paisaje espléndido, una sala de proporciones colosales y gran elegancia aunque con ese aspecto impersonal y lúgubre. La mujer continuó su camino, doblando por detrás de la escalera y perdiéndose dentro de un pasillo angosto y menos elegante, hasta llegar a la cocina.
La cocina desentonaba un poco al estilo del resto de la casa, era más bien estilo medieval, mesadas de piedra, techo más bajo y pisos rústicos. Numerosos elfos domésticos la miraron con sus enormes ojos con algo de temor al entrar.

- Continúen su trabajo, solo es una visitante.- ordenó la anciana con voz más potente pero seca. Los elfos continuaron, mirándola con desconfianza, como asustados. - Treichs toma la bandeja de la señorita y métela a lavar.
Inmediatamente un elfo delgado y de aspecto inofensivo se acercó y llevó la bandeja con algo de problemas.

- Eres una Weasley.- dijo la mujer, mirándola de pies a cabeza con una sonrisa.

- ¿Cómo?

- Eres una Weasley, ¿no es cierto? Vaya... no creí volver a ver a uno de los tuyos por aquí nunca más. Ven siéntate- palmeó una silla junto a la pequeña mesa de piedra- ¿tienes hambre? - Ginny asintió con timidez y tomó asiento.- Oh... rayos, todo ese cabello rojo, jeje... ¿Cómo es tu nombre niña?

- Virginia... me dicen Ginny.

- ¿Así que Ginny, eh? Claro, claro... ahora entiendo.- asintió con la cabeza, la sonrisa no se iba de su rostro.

- ¿Ahora entiende qué cosa?- preguntó.

- El te estaba llamando Gin todo el tiempo, toda la noche se quedó a tu lado y no dejaba de repetir tu nombre de dormido... jeje.

- ¿A quién se refiere?- inquirió ruborizada, aunque ya tenía una idea de a quién se refería.

- Oh, al joven Draco por supuesto. El no me lo ha querido decir, pero Felda sabe bien que está enamorado... jeje... - esa sonrisita pícara estaba poniéndola nerviosa. - ¿Va a hacerme el honor de cenar conmigo? Esta cocina estará vieja y fea, pero no he salido de ella por muchos años como para tomarle cariño.

- ¿Cenar? Eso estaría bien.-admitió sonriéndole, tenía verdadera hambre.- Siento como que no he comido en años.

- Jeje.. sabe que es temprano para cenar, pero yo siempre ceno temprano... cosas de viejos... jeje, y tu estás muerta de hambre... jeje. ¡Loki trae algo de comida para la señorita Ginny y para mi, viejo elfo!
Un elfo viejo y medio ciego trajo algo de comer, Felda tomó asiento frente a Ginny, sin dejar de sonreír.

- Mi nombre es Felda Mortmain, soy el ama de llaves de los Malfoy desde hace 76 años... jeje... ¿mucho tiempo no crees? Lo suficiente para ver nacer cuatro generaciones ...

- Entonces, ¿usted vio nacer a Draco?- preguntó un tanto cohibida, pero la mujer pareció animada con la pregunta.

- ¿Verlo nacer? Oh claro que lo hice!! Vi crecer a ese pequeño malandrín... jeje... Toda una dulzura, toda una dulzura- se decía entre risas- pero su padre, por Merlín!! su padre, a quién también vi nacer... Pero bueno, no hay que amargarse...

- Usted dijo que conocía a otro Weasley...- recordó como para cambiar de tema, Felda se vio agradecida por eso.

- ¡Oh, Dragones! Sí... la vieja Babys ¿cómo está ella? La conocí hace tiempo, cuando aún era partera, no volví a saber de ella nunca más, ya ves que no ha habido muchos nacimientos por aquí...

- Estee...- hasta que pareció caer en cuenta- ¡Oh claro! Usted se refiere a mi bisabuela Bárbara, pero ella ya murió cuando yo era niña, señora...- admitió con pena.

- Oh... sí, pues, suele suceder.- se encogió de hombros y continuó comiendo.

Los elfos se agitaron nuevamente, la puerta de la cocina era abierta mostrando a quizás la última persona en el mundo que Ginny había pensado en encontrarse ahí y ahora. La señora Mortmain respiró sonoramente, claramente disgustada con la repentina aparición del hombre de pelo grasiento y renegrido.
Snape observó sin inmutarse a la vieja mujer, a la cual saludó con un leve movimiento de cabeza. Pasó su mirada a Ginny, inspeccionándola objetivamente. En ese preciso instante Draco llegó por detrás de su profesor, ligeramente pálido y agitado.

- ¡Ginny!- exclamó sorprendido al verla sentada junto a la anciana ama de llaves.- ¿Qué haces aquí? Se supone que descanses...- su voz estaba apagada, se oía derrotada. En el momento que abrió la boca para decir algo en su defensa, la señora Mortmain intercedió.

- Ella está muy bien, además tenía hambre y aceptó cenar conmigo, hacía tiempo que no tenía compañía para comer.- Draco no encontró excusa para rebatir eso, solo negó con la cabeza en señal de indesacuerdo.

- Es tarde, será mejor que me vaya.- habló Snape por primera vez, con su extraña voz que parecía más bien un susurro.

- El señor no va a quedarse a cenar??- preguntó la anciana con cinismo.

- No hoy, debo irme.- se giró para volver sobre sus pasos.

- Pensé que querías buscar...

- Lo dejaré para otro día Draco, como ya te dije estoy tarde.- replicó con un tono que a Ginny se le antojó más amable.- Buenas noches.- se dirigió a las mujeres antes de salir.

- Te acompaño hasta la salida.- intervino Draco.

- Sé donde queda.- recalcó Snape con verdadera ganas de salir de ahí.

- Buenas noches.- la señora contestó con sequedad mirando a otro lado.

- Buenas noches profesor...- se apresuró a responder. Muy tarde, él ya se había ido.

- ¿El va a venir muy seguido de ahora en más?-

- ¿Por qué te molesta tanto su presencia, Felda?- quiso saber Draco, perturbado, parecía descontento con el comportamiento de su ama de llaves.

- Te hice una pregunta.- rebatió la anciana de nombre Felda con autoridad.

- Y yo una a ti... pero por lo visto no hay caso. Y sí, él va a venir seguido por aquí, así que modula tu comportamiento frente a mis invitados.

- ¿Va a cenar algo?- habló como si hubiese hecho oídos sordos a la petición del joven.

- No, voy a tomar un baño y a dormir... estoy cansado.

- No te ves bien, deberías comer un poco.- respaldó Ginny, interviniendo por primera vez en la charla. Draco se negó, con una dulce sonrisa, en verdad no parecía mentir cuando decía estar agotado.

- Ya no causes problemas con Severus, ¿quieres Felda? - pidió, luego pasó directamente en dirección a Ginny y le dio un beso en los labios.- No me sorprende que ambas se lleven bien.-confesó con una sonrisa. Y se marchó.
Recién cuando se hubo ido, los elfos asomaron sus pequeñas cabezas a través de los escondites improvisados. Ginny no se percató de su anterior desaparición.

- No le agrada mucho el profesor Snape ¿cierto?- cuestionó lentamente.

- ¿Ya no comes más? Bien.- contestó con cierta violencia que ocasionó que Ginny prefiera estar callada.- ¡Loki encárgate de esto! Yo también estoy cansada, me voy a dormir eso es...quizás a leer una revista y luego a la cama, sí eso haré.

La mujer tenía algo de chiflada, eso era imposible de no ver.

- Severus Snape, a quién engaña...no me agrada, oh no señor, él no me agrada... ¡cobarde! Sí, un maldito cobarde... justo cuando es necesario que se porte como un hombre... no, señor no me agrada... quién se cree...
La mujer marchó hacia la puerta y Ginny le siguió en procesión, salieron y cerró la puerta tras ellas.

- Tu debes dormir en el cuarto de huéspedes allá arriba, tu memoria es mejor que la mía así que no espero que hayas olvidado como llegar... y escúchame bien- advirtió la mujer- NO molestes al joven ¿me entiendes? Tu No debes ir a su habitación que está en el segundo piso, primera puerta a la izquierda junto al cuadro del escudo familiar... ¿si?- guiñó un ojo antes de perderse camino a otro pasillo delgado y más oscuro aún que el que conducía a la cocina.
Ginny sonrió ligeramente, no tenía sueño y Draco... seguramente a él no le molestaría su compañía, ¿o sí?
Subió a cansadas las escaleras, esa casa le daba una mala sensación, como si alguien la estuviese observando, era tenebrosa al verse tan vacía. Llegó al primer piso, y continuó subiendo, oyendo sus pasos retumbar sobre el piso de parqués.
Segundo piso, perfecto... habían tres direcciones que seguir... izquierda: puertas y más puertas hasta el cansancio; derecha: solo dos puertas y la sensación de que una era como la de una gran biblioteca; en frente: lo que al inspeccionar mejor dio la pauta de ser un balcón bastante grande...
Como sea, tomó la izquierda, y junto a la primera puerta encontró el dichoso escudo familiar que no se detuvo a mirar para abrir la puerta.

- Ja ja... esperaba que vinieras, imagino que Felda te dijo dónde estaba mi habitación, ¿cierto?- aventuró Draco, o más bien su voz, porque Ginny podía oírlo pero no verlo. Entonces se dio cuenta de la puerta semi abierta a su derecha, y el sonido del agua cayendo, dedujo se estaba bañando aún.

- Sí, adivinaste.- contestó, recorriendo con la mirada la habitación. Era espaciosa, pero se veía más cálida que el resto de la casa. Había una cama grande, un escritorio apoyado contra un conspicuo ventanal cubierto por una cortina azul noche, además podía ver que su baúl de Hogwarts también le había sido mandado, y junto a él estaba posada su escoba.

- En un momento salgo, pero mientras deberías ver lo que hay en el escritorio, quizás te interese.
Caminó hasta el escritorio y tomó la edición del Profeta de la fecha, al desdoblarlo encontró la desgarrante fotografía del castillo en su actual y lamentable estado. Una de las torres de había venido abajo. Pero lo más impactante le pasó al leer más abajo, donde detallaban los alumnos muertos y desaparecidos.
La leyó rápidamente hasta encontrarse con algún nombre conocido.

" Walgrave Dorothy - inconsciente, internada en San Mungo con secuelas de una maldición crucio. Crevey Dennis - fallecido. Crevey Colin- gravemente herido. Patil Padma- fallecida. Longbottom Neville- desaparecido. Marianne McGinty- fallecida el día de ayer en el hospital San Mungo. Mannerly Christina- desaparecida. Potter Harry- desaparecido.
Granger Hermione- desaparecida.
Weasley Ronald- desaparecido.
Weasley Virginia- desaparecida."

Y dejó de leer, la lista continuaba pero los nombres que para ella realmente significaban algo ya estaba leídos. Se sorprendió por la cantidad de desaparecidos en la lista, aunque tenía una idea de donde podía estar algunos de ellos. Sin embargo la muerte de tres personas la habían conmocionado, Dennis el hermano menor de uno de sus mejores amigos, Padma la hermana de Parvati, y Marianne... pensó en Ron en esos momentos, y se imaginó lo mal que la estaría pasando. No la había conocido mucho, solo lo suficiente como para ver que era una chica amable, alguien que definitivamente no merecía morir... No, nadie de esa lista merecía morir. Solo sintió alivio de ver que la gran parte del alumnado estaba perfectamente bien, o con ligeros daños. Por suerte los casos de Marianne o Dennis habían sido desafortunadas excepciones.

- La mayor parte está bien, pero hay casos raros que... bueno, no tuvieron tanta suerte.- oyó la voz de Draco sobre su hombro. Se giró arrebatadamente con el profeta aún en sus manos.- Perdón por la cicatriz, le pregunté a Severus si puede preparar algo para removerla.- se excusó, mirándole la frente con ojos de culpa.
Quizás no era el momento, y en el fondo Ginny se sentía despreciable por hacerlo, pero al verlo delante suyo, cambiado con un pijama desprendido en la parte superior y ese cabello tenuemente húmedo, solo pudo pensar en lo sexy que su novio podía ser a veces. (NdA: a veces? siempre!!!)

- ¿Me estás escuchando?

- Ah... la cicatriz, sí, está bien así... ni siquiera he podido verla. - confesó saliendo del encanto. Draco le señaló el espejo enterizo a unos pies de distancia. Ginny se acercó y contempló al fin su aspecto. Detalladamente revisó su cicatriz en la frente... era pequeña, Draco estaba haciendo demasiado escándalo por eso, y además quedaba disfrazada bajo su rojo flequillo.- No hay problema- aseguró volviéndose a él, que estaba sentado en su cama.- ¿Pero cómo me la hice? No recuerdo que...

- Fue mi culpa, te lo he estado diciendo. Cuando intentaba sacarte del castillo ilesa, accidentalmente me resbalé y caímos... - admitió avergonzado. Ginny sonrió para tranquilizarlo.
Entonces, Ginny hizo la cosa más valiente de toda su vida, se acercó a la cama y se puso delante de él, se sentó sobre sus piernas rodeando su cintura y le beso. Lo había hecho porque había recordado súbitamente lo que sintió todo el tiempo sin tenerlo cerca. Al principio Draco no atinó a responderle, estaba sorprendido. Hasta que cayó en cuenta de lo que estaba sucediendo, la rodeó con un brazo y respondió al beso con todas las energías que aún le quedaban en su cuerpo. Ginny abrió la boca al sentir la lengua del muchacho, sentía como se estremecía con ese contacto tan íntimo que estaban teniendo. Tomó la mano libre de Draco y la condujo hasta los botones que ceñían su pantalón, logró desprenderse uno, pero cuando iba a continuar con el segundo él se detuvo.

- No, Ginny... mejor no.- se separó bruscamente, dejándola avergonzada, ofendida, y dolida con su actitud.

- ¿Por qué?- objetó con violencia.

- Porque estoy cansado, de comenzar ahora me quedaría dormido en media hora, y a menos que quieras que sea la cosa más corta, rápida y menos romántica que hayas tenido sugiero que dejes para otra vez.
Ginny se sonrojó, a aceptó que él tenía razón. Porque ella hubiese dormido casi dos días enteros no significaba que él también. Se sentó correctamente sobre la cama mientras que él caía rendido sobre la misma cerrando los ojos.

- ¿Puedo preguntar algo?- él contestó con un sonido de aceptación, sin abrir los ojos.- ¿Tiene algo que ver que Snape haya venido hoy con tu cansancio?

- Me está dando clases de occlumencia... siento que la cabeza va a estallarme. - se llevó una mano a la frente.

- ¿El sabe que yo soy tu...?

- Siempre lo supo- admitió con una sonrisa.- Es demasiado inteligente.
Ginny se acurrucó junto a él, y lo abrazó.

- Te admiro, eres muy valiente.- confesó con el rostro perdido en su pecho.
Draco la abrazó para tenerla más cerca suyo aún.

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N/A: eso es todo, este es el quinto capitulo... ¿cómo va? bien, mal?? muy romántico? muy poco romántico? Estuvo largo, no puedo creer que lo acabe, me parece increíble... Okis, lean el próximo, ¿si? ADVERTENCIA: Yo escribo MUY LENTO por lo tanto puede que pase algún tiempo antes de que pueda actualizar. NO me presionen please, quizás ahora pueda agilizar trabajo puesto que me falta una semana para comenzar vacaciones de verano. PLEASE díganme si les gustó y eso, no me atormenten ni amenacen, ni se quejen, les estoy advirtiendo... por favor.