***Capítulo Seis: La herencia Malfoy***
Sucede que ya he pasado, ¿cuánto tiempo? se me antoja que dos meses aquí y me alegra por fin haber logrado establecer cierta armonía con esta casa. Admito que en un principio me parecía tétrica y descolorida, y a quién no, lo que no quiere decir que aún no piense que así es. Será que estoy más acostumbrada al movimiento dentro y fuera de ella, más que nada dentro porque no tengo permitido salir a menos que sea al patio trasero.
Los primeros días los pasé de pura holgazana, sí, que pena pero bueno, no encontraba mucho que hacer más que recorrer la casa libremente. No es broma, ojalá si lo fuera... Draco ha estado tan ocupado durante las últimas seis semanas que no ha puesto un pie en la mansión, tan solo para cenar y volverse a dormir, está ocupado en el tedioso trabajo de hacerse cargo de las cosas de la familias. Negocios que atender, contactos que mantener, porque con Lucius prófugo y su madre muerta él es el último Malfoy en pie, salvo por sus abuelos maternos Germid y Marcus Black, pero ellos no son Malfoy. Me ha explicado, y concuerdo con él, que es muy riesgoso ser el único heredero de una familia, sobre todo una con tantos enemigos como la suya. Rezo y espero que no le suceda nada, pero es que las probabilidades de estar vivo dentro de treinta años se está volviendo remota con tantas actividades peligrosas en las que Draco se ve envuelto. Pienso que es masoquista enamorarse de alguien que corre tanto peligro como él.
¡Ah! Y por si no fuera poco, el profesor Severus Snape se aparece en la casa por lo menos tres veces a la semana para someter a mi amor a tres o cuatro desgraciadas horas de oclumancia. ¿Cómo estoy yo ante eso? Al principio aburrida como ya he dicho, pero me alegro al pensar que mis días se están volviendo más ocupados.
He logrado establecer confianza con Felda, pasamos casi todo el día juntas, no está mal un poco de compañía femenina, por sobre todo si se trata de dicha mujer a la que encuentro muy graciosa y ocurrente. A veces lanza comentarios ácidos que me dan gracia, otras veces me hace preguntas sobre mi relación con Draco un poco... subidas de tono... ejep.. sí, pues, generalmente le contesto balbuceante y con la cara teñida de bermellón; refuta que el pudor se pierde con los años... y si me lo prueba así le creo rotundamente.
Además está ese divertido odio deportivo que tiene para con el profesor Snape. No estoy segura de por qué ella lo deteste, pero cada vez que pregunto (y no han sido muchas) evade el tema, refunfuñando por lo bajo.
Snape ha aparecido mucho por esta casa, como ya he dicho, solo que para mi sorpresa no se ha limitado solo a estar con Draco para sus sesiones, sino que también ha intentado mantener el herbario que Narcisa Malfoy dejó a merced de nadie después de morir. Sí, así como digo, en el patio trasero hay un perfecto y bien surtido herbario que tuve el honor de visitar contadas veces durante estos dos meses. Digo el honor porque es sencillamente bellísimo y huele genial, ni podrías imaginar las cantidades de plantas mágicas y no mágicas que he encontrado.
Lo descubrí desde la terraza, y enseguida le manifesté a Draco mi inquietud por entrar. Por supuesto que aceptó, aunque vacilante, porque solo existe una persona capaz de entrar allí, y es Severus Snape, gracias a la contraseña. ¿Raro? Merlín, sí que lo considero raro, todo en esta familia es raro.
Aún así, mi curiosidad me ganó, y le pedí al profesor que me dejara entrar con él la próxima vez que lo hiciera, y aunque me trató de fisgona y todo lo demás, acabó por aceptar a regañadientes. Esa fue la primera vez que logré entrar, para mi sorpresa en compañía de Felda (quién en principio de negaba a dejarme sola con el profesor del cual tanto desconfía). INCREIBLE, merecedor de cada letra. Descubrí que lo que Snape realmente hacía era un inventario de las especies, que ahora a veces utilizaba para pociones.
Cabe destacar la frialdad con la que me trató el primer día. Pero comenzó a relajarse más cuando el seguirlo al herbario se me hizo una costumbre, y Felda dejó de hacerme de chaperona... jaja.
Ya por la cuarta o quinta visita me pidió que hiciera algo y lo ayudara, quizás con un poco de dureza pero a mi me sonó a gloria, con el aburrimiento que tenía me pareció lo mejor que me habían dicho en días. Y así, más o menos comenzamos a hablar, quizás porque las cosas se dieron así, quizás porque Draco lo obligó a tratarme bien, ah! me he enterado hace muy poco que él es su padrino... todavía estoy estupefacta pero no sorprendida.
Como iba diciendo, comenzamos a soltar frases débiles que nunca ambicionaron ser una calurosa charla, por supuesto, pero era más de lo que había esperado nunca. Incluso llegó a preguntarme a qué me dedicaría luego de salir del colegio. Siempre he soñado ser una sanadora (NdA: es así?? o curandera, como diantre se llaman los doctores en el mundo mágico?? que alguien me lo diga please.) en San Mungo. Al parecer un poco sorprendido, me dijo que debía aplicarme mucho más en pociones, que aunque en mi TIMO de dicha materia había aprobado con "E" , este año me había venido abajo totalmente. No me ofendí, después de todo él tenía razón. Pero me resultaba inútil pensar en eso cuando Hogwarts no daba indicios de querer volver a abrir.
Oh sorpresa, cuando la semana siguiente a esa Snape me trajo el programa de estudio de lo que quedaba del año. ¿Sorprendida? ¡Horrorizada! Y agradecida, así al menos no iba a retrazarme, e iba a lograr distraerme en algo productivo. Draco estuvo deacuerdo con eso, y me aseguró que la biblioteca de la mansión tenía sus libros del curso pasado por algún lado, que me sintiera libre de usarlos en cuanto gustase.
Me sorprendió mucho el entender por qué Draco admiraba tanto a su padrino, y más cuando comprendí exactamente de qué estaba hablando cuando admitió que siempre lo había sentido como a un padre.
Pero eso no era posible, porque aunque Draco intentara olvidarse completamente de él, ya tenía un padre verdadero, y ese era Lucius. Del cual comencé a sentir desde lástima hasta pavor en el trayecto de mi estancia. No me vi obligada a circular por la zona de su cuarto mucho tiempo, a decir verdad intentaba evitarla, y Felda me hizo un gran favor al trasladar mis cosas a una habitación más pequeña y reconfortable en el mismo piso que el cuarto de Draco.
Volviendo al tema Lucius, él pasa casi todo el tiempo solo, por lo poco que he logrado sacarle a Draco, está enfermo. No sé bien de qué, pero parece ser que no puede mover sus piernas... resulta imposible llevarlo a San Mungo porque sería capturado, y él no quiere ver a nadie, es lo que Draco siempre masculla cuando cree que no lo escucho. No me sorprendería, yo de ser él ya habría enloquecido hace bastante tiempo. Sólo me pregunto qué será lo que Draco siente hacia su padre. Mi hipótesis es que siente lo mismo que yo, lástima.
Cambiando de tema, y llegando a la mejor noticia de todas, por fin he conseguido que el profesor Snape me diese la contraseña del herbario... ni pienses que voy a decirte cuál es, me costó mucho conseguirla. Ni modo. Por eso mismo estoy aquí dentro, los aromas que me embargan siempre me provocan perderme en mis pensamientos. Ahora mismo se supone que tengo que reconocer cuál es una Miglelia Azur con semillas rojas, pero no la puedo encontrar. Traje uno de los libros de la surtida biblioteca Malfoy, con una foto de la misma, pero es que hay tantas que no logro encontrarla. Y según el inventario que Snape hizo (y que no ha acabado) deben haber por lo menos cinco unidades de esta.
Ginny sintió una perturbadora sensación de estar siendo observada, cosa a la que ya estaba acostumbrada dentro de la mansión, pero no el herbario, donde usualmente sentía una inmensa paz. Se giró para ver en dirección de la entrada.
- ¿Te interrumpo? - oyó decir a Draco, que estaba de pie apoyado en el umbral. Tenía una mirada cálida y a la vez seductora en el rostro. Ginny, entre alegre y sorprendida de verlo tan temprano (¡nunca llegaba en mediodía!!) negó con un movimiento de cabeza.- En serio, si estás ocupada vuelvo en otro momento.- afirmó, aunque su cuerpo no parecía responder a ello, porque cada vez se iba acercando más a su novia.
- Para nada, ya me di por vencida de cualquier forma.- argumentó encogiéndose de hombros. - ¿Por qué llegaste tan temprano?
- Vine a comer contigo, ¿o es que no me quieres aquí?
Ginny negó frenéticamente otra vez.
- No es eso, solo que me sorprende ver que Snape te gaya liberado tan pronto. - estudió pensativa. De ponto sus ojos se iluminaron.- ¡Ah! Es porque mañana es tu cumpleaños, ¿verdad?
Draco se encogió de hombros . - No entiendo cuál es tu interés casi enfermizo por este herbario, puedo entender a Severus pero a ti... - sonrió desconcertado. Ginny entornó los ojos, intentando buscar una respuesta a aquella pregunta.
- Es una actividad muy divertida, cuando no tienes el quidditch, ni haces las cosas que comúnmente harías. Lo siento.- se retractó al ver la pena en el rostro de Draco.- No quise que lo malinterpretaras, me está gustando estar aquí.
- De eso quería hablarte.- aseveró con seriedad guardando ambas manos en los bolsillos, gesto que solo hacía al estar nervioso- Lamento que tengas que pasar tanto tiempo sola, o en compañía impuesta por mi, también lamento que tengas que estar prácticamente encerrada.
Ginny enarcó las cejas, en una total incertidumbre.
- ¿Compañía impuesta? Me gusta Felda Mortmain, es una excelente mujer, y Snape... bueno, él no está siendo tan desagradable conmigo como de costumbre.
- ¿Ves? a eso me refiero... que tengas que ser condescendiente.
- Estás loco...- bufó la pelirroja.- Mira, no te voy a negar que me encantaría estar durmiendo en mi cama, y que al cuando despierte en la mañana mi madre me recibiera con mi desayuno favorito, para después jugar quidditch con mis hermanos, desgnomizar el patio con Ron o soportar las bromas pesadas de Fred y George, sí eso me encantaría...Pero teniendo en cuenta las circunstancias en que estamos no puedo exigir tanto... sí, quiero estar con mi familia, pero si hay un segundo lugar donde me agradaría estar es aquí. En compañía tuya... lo único malo es que no sé si es que soy una carga para ti... si sería mejor estar en otra parte...
- No digas eso.- la interrumpió con sorna.- ¿Cómo puedes dudar que me guste que estés aquí? Verte es la única razón por la que vuelvo a esta casa donde tengo tan malos recuerdos.
Apenada, Ginny se acercó a él y le tomó el rostro con ambas manos buscando sus ojos.
- Sólo me hacía falta escucharlo.- aseguró, antes de que él le robara un beso.
- Ella pasaba todo el tiempo que le quedaba libre después de sus obligaciones aquí adentro.-recordó, hablándole al oído, mientras pasaba su brazo a través de la cintura de Ginny para atraerla hacia él.
- ¿Tu madre?- Draco asintió imperceptiblemente.
- Recuerdo que- narró entre risas- yo jugaba por allá- señaló un punto cerca de los estantes con unas pociones que Snape salvaguardaba ahí y que había prohibido a Ginny tocar. - Pero cuando era muy pequeño, cinco años creo... porque después mi padre me compró mi primera escoba de quidditch y no volví por aquí más veces de las necesarias. Luego entré a Hogwarts y me olvidé por completo de que este lugar existía... hasta ahora.
- ¿Y qué hacía tu mamá aquí?
- Pociones... a Lucius no le gustaba, pero ella seguía haciéndolas.
- ¿Pociones? ¿Es broma?
- No- negó rotundamente- es cierto, lo juro.
- No creí que tu madre tuviera algo en común con el profesor Snape.- confesó con asombro.
- Más de lo que te imaginas... no estoy seguro de cuál sea la historia completa, pero sé que mi madre era buena amiga de la hermana mayor de Severus, Elfled... no sé mucho sobre ella, murió creo, y a Severus no le resulta grato recordarla, se llevaban muy mal.
- No tenía idea de aquello...
- No esperaba lo contrario. Es más, hay parte de la historia que he logrado deducir por detalles que se le escapan a Felda.
- ¿En serio? ¿Cómo qué?
Draco pareció pensarlo bien antes aceptar.
- Bien, pero no lo repitas. - Ginny le aseguró que no lo haría con creciente interés.- Creo que Snape y mi madre tuvieron un romance antes de que ella se casara.
- ¿¿¿En cierto eso???
- No lo sé, por eso no lo repitas. - Ginny parecía escandalizada, hasta el punto que Draco comenzaba a arrepentirse de habérselo contado.
- Y al profesor Snape aún le gusta tu madre, o que?
- No creo. Ellos comenzaron a llevarse mal desde que Severus se convirtió en "uno de los buenos", ¿entiendes?
- Sip. Lo que no entiendo es por qué se casó con Lucius Malfoy si estaba saliendo con Snape.
Draco le sonrió con compasión y le acarició la cabeza.
- A veces olvido lo ingenua que puedes ser.- murmuró.
- ¿Ingenua?- se defendió un poco molesta por el comentario.
- El matrimonio siempre está arreglado en las familias como las mías, mi madre sabía que tendría que casarse con un heredero Malfoy desde niña. Igualmente sus hermanas, aunque Andrómeda renegó su apellido y contrajo matrimonio con un tal Ted Tonks...
-Siento un poco de lástima por ellas, casarse con alguien por obligación.
Pero él no parecía escucharla, estaba tan adentrado en sus pensamientos que si Ginny no sintiera con tanta intensidad sus brazos alrededor de su cintura, creería que él ya no estaba presente.
- La vida de las mujeres Malfoy nunca ha sido sencilla, ni muy feliz, siempre sometidas a los caprichos de sus esposos...
- Draco... ey, Draco, ¿me escuchas?- la pelirroja osciló su mano frente al rostro de este para llamar su atención. - ¿Draco, qué haces?
- ¿Sucede algo?- volvió a insistir Ginny, pero éste no le respondía con palabras, solo estaba ahí, de pie, mirándola intensamente a los ojos, tanto que Ginny sintió que la sangre le presionaba con furia en las mejillas. Su cabeza parecía calcular intranquilamente con velocidad, ¿qué estaba mal con él?
- Yo...- balbuceó no muy decidido.
- ¿Tu....?- lo instó a seguir.
- No. Olvídalo, no es nada.- se separó de ella, y bajó la cabeza, clavando su mirada en el piso.
- No, diste tantos rodeos- argumentó poniendo los ojos en blanco- ¿qué ibas a decir?
- Que no es nada.- rebatió alzando la voz.
- Dimeee...- gimió con inocencia.
- No... bueno, es que... - volvió a mirarla a los ojos, tomando más decisión- Yo...
La puerta del herbario se sacudió, provocando un susto de muerta a Ginny. Ambos se voltearon a ver qué había causado tan alboroto, y ahí estaba, pálida, ausente, con los ojos bien abierto y el sudor frío recorriéndole el rostro. Estaba agitada, como si hubiese corrido para llegar, incluso Draco se alarmó al verla.
- Joven Draco... hay algo... algo ha sucedido, monstruoso... - habló jadeante.
- ¿Qué dices Felda?- preguntó Ginny. La mujer la miró sorprendida, como si recién se diera cuenta de que ella estaba allí. Pero inmediatamente volvió sus ojos a Draco.
- Ven conmigo.- balbuceó. Ginny comprendió que le hablaba directamente al rubio, quién enseguida salió del herbario y se marchó con el ama de llaves.
Ginny no se quedó inmóvil por mucho tiempo, entre curiosa y asustada corrió tras los otros dos, que habían entrado directamente a la mansión. ¿Qué cosa tan grave habría pasado para poner a Felda en ese estado?
Cuando su persecución comenzó a verse dirigida al primer piso, tuvo una leve impresión de lo que podía estar sucediendo. Llevaba poco tiempo en la mansión, pero lo suficiente como para saber que lo único interesante en el primer piso era la habitación de huéspedes que ella había conocido al llegar, y el cuarto donde se albergaba Lucius Malfoy. En efecto, al ver que Felda sacaba las llaves de la habitación del padre de Draco y se apresuraba a abrir la puerta, supo que su instinto no había fallado.
Lo que vio en el rostro del menor de los Malfoy no fue muy alentador, Ginny vio algo más grande que el miedo, una chispa de algo que acostumbradamente no poblaban esos ojos grises y a veces fríos... lo que ella vio fue espanto y pena.
Quiso acercarse para ver lo que pasaba dentro, y lo hizo, a pesar de los reclamos de Felda. Lo siguiente que vio fue algo peor aún, lo más horroroso que habría de ver en toda su vida, una imagen que la impresionó tanto como fue posible; la imagen de Lucius Malfoy desparramado en su lecho, envuelto en su propia sangre y totalmente muerto.
Con nauseas y asombro, se llevó una mano a la boca, quizás para evitar gemir de espanto o para no vomitar, cualquiera de las dos opciones eran poco convenientes en ese instante.
Volvió su mirada a Draco, para evitar continuar viendo el cadáver, éste ahora tenía los puños presionados con tanta fuerza que sus nudillos estaban blancos y tensos. Su rostro ahora demostraba una emoción más fuerte, era odio, un infernal odio que Ginny encontró atemorizante. Se hizo para atrás, con miedo de la reacción siguiente de Draco.
- Maldito... eres un maldito...- masculló con bronca.
Ginny continuó retrocediendo, hasta que empezó a correr, salió corriendo de la escena ante la piadosa mirada de Felda. El muy maldito de Lucius Malfoy se había quitado la vida.
* * *
Abrió la puerta, de nada servía golpear, sabía muy bien que ella estaba dormida y no quería despertarla.¿Pero entonces para qué diablos iba a su habitación? Sencillo, iba a verla. Importara o no si estaba dormida, con solo verla le bastaba. Era lo único que podía inspirarle fuerzas, mirarla hasta el cansancio y repetirse mentalmente que todo el sacrificio valía solo por ella.
Era temprano, pero al menos la luz diurna entraba tímidamente por la ventana semi abierta de su cuarto. Cerró la puerta tras él tan cuidadosamente como le fue posible. Caminó hasta el centro de la habitación, ella estaba tan dormida que no hizo reacción alguna que demostrara que había sentido cuando Draco se sentó en el borde de su cama.
No podía mirarla directamente, no podía ahora que esas palabras resonaban con más fuerza en su cabeza. Se obligó a hacerlo, tenía que, porque si llegaba a vacilar en mantenerle la mirada cuando ella estuviera conciente entonces se daría cuenta de que algo malo estaba pasando.
La imagen que tenía en ese momento frente a él parecía ser la de un ángel, o una diosa, con todo ese cabello rojo desparramado por la almohada, y esos labios tan deliciosamente tentadores.
La veía y por milésima vez no podía creer ser tan afortunado, tener junto a él cada día a la mujer que más amaba en el mundo. Sí, en verdad la amaba, y sabía que era correspondido porque ella se lo había dicho tantas veces, a diferencia suya que encontraba tan difícil pronunciar esas palabras. Felda se lo había dicho más que un par de veces, la perdería si no se lo decía. "Pero ella sabe que la quiero" le había contestado cada vez, y ella le respondía siempre con lo mismo "A veces es bueno recordárselo". Perderla, eso sería doloroso, lo volvería débil y tonto, y eso es lo que menos necesitaba ahora. Necesitaba ser fuerte y tener todas las agallas posible para enfrentar lo que estaba viniendo, y no solo se refería a Voldemort y su guerra, sino a la inconveniente muerte de ese bastardo que se hacía llamar su padre.
El maldito lo había hecho, había cumplido su promesa justo al día anterior de su cumpleaños número dieciocho, justo cuando la maldita cláusula de matrimonio comenzaba a hacer efecto. Malditas todas las reglas de su familia, y malditos sus antepasados.
¿Qué debía hacer ahora? ¿Decírselo? No, la pondría en una situación muy incómoda. Pero entonces, ¿qué más podía hacer? Los abogados no daban opciones posibles, y Severus tampoco, aunque había prometido estudiar su caso y ver si era posible hacer algo al respecto.
Pero viéndolo del lado positivo, al menos ya había roto el compromiso que lo unía a Pansy Parkinson. Gracias a Merlín no debía casarse con ella. Todavía recordaba el día de su compromiso, tenía solo diez años, y en un principio esperaban comprometerlo con su hermanita menor que solo tenía cuatro años, le dio horror de solo imaginarlo... pero finalmente acabó comprometido con Pansy que tenía su misma edad, aunque aparentaba el intelecto de una persona varios años menor y muy estúpida.
Siempre había visto la opción de casarse como algo tan inevitablemente molesto, tener que soportar a Pansy o cualquier otra esposa elegida por su familia "hasta que la muerte los separe" era una opción tan poco tentadora que esperaba morir joven. Pero ahora, las viejas opciones de deshilachaban y aparecían nuevas, mucho muy interesantes y hasta emocionantes.... No, no debía emocionarse, no debía hacerlo.
Continuó mirándola, era muy frustrante estar ahí sin hacer nada, sin besarla ni tocarla. ¿Pero en qué estaba pensando? Debía controlarse, debía cumplir la única promesa hecha a la familia de la chica. Si ella estaba allí con él era solo y gracias a esa estúpida promesa de "no tocarle ni un pelo" a su preciosa novia... sabía que iba a ser difícil, pero descubrió que era mucho más que eso, era tortuoso, casi imposible. Pero recordaba bien las palabras intercambiadas con Dumbledore el día de Navidad, se habían prometido algo. Dumbledore le había prometido que Ginny se quedaría con él, pero a cambio tuvo que prometer que él no haría nada con ella... ¿qué clase de absurda condición era esa? ¿Y si era ella quién quería acostarse con él? Y no era inverosímil, porque ella ya había manifestado esa inquietud, ¿entonces qué en ese caso? ¿Estaba autorizado a romper dicha promesa?
Acarició su suave mejilla, tenía tantas cosas que decirle, pero no quería alarmarla. Quería que continuara tan ausente a todo lo que sucedía afuera de su mundo como hasta ahora, así al menos ella estaría feliz. Pero no se sentía bien al ocultarle cosas que a ella también le concernían. Suspiró sonoramente, tenía un tremendo agotamiento mental.
Guiada de vuelta de país de los sueños por una caricia, Ginny comenzó a despertarse. Abrió los ojos y sintió una agradable sorpresa al verlo junto a ella y percatarse que esa caricia era suya.
- Perdón, no quería despertarte.
- ¿Qué hora es? ¿Es muy tarde?- preguntó con voz ligeramente ronca. Draco negó con la cabeza.
- No tanto.- sonrió- Es... estoy muy feliz de que estés aquí conmigo hoy.- aseveró con tranquilidad. Ginny pareció caer en cuenta de algo enseguida.
- Casi lo olvidó, ¡Feliz cumpleaños!- lo abrazó y besó varias partes de su rostro con alegría inagotable.- Ah... pero no te tengo un regalo, bueno... con todo lo que ha pasado.- se excusó apenada, ahora al ver su rostro reaccionar se admitió a sí misma que la muerte de Lucius Malfoy no había sido un sueño, realmente había sucedido.
- Ya te lo dije,- replicó- me encanta tenerte aquí conmigo y ese es el mejor regalo que pudieras hacerme.
Ginny se ruborizó ante la confesión, sin atreverse a continuarle la mirada solo atinó a quedarse cabizbaja y sonriente mientras él la llenaba de esporádicos besos en los labios.
- ¿Quieres decirme algo?- inquirió la pelirroja, él estaba muy cariñoso y generalmente estaba así cuando necesitaba fuerzas suficientes para decirle o hacer algo.
Draco se separó sorprendido por la capacidad intuitiva de Ginny.
- Ah... sí, tienes que saber que esta noche habrá una reunión en la casa... es sólo una aburrida cena.
- ¿Por tu cumpleaños?
- Entre otras razones, sí- admitió- y algunos amigos de la familia vendrán, no muchos realmente...
- ¿Así que una fiesta, eh?
- No lo creo, es más bien una reunión. Pero será mejor que no te muestres en toda la noche, no sería seguro porque... digamos que estos amigos... bueno...
- ¿Son mortífagos?- contestó tranquilamente.
- De hecho, sí... algunos, no todos.
- Lo sé, lo sé, no me apareceré en toda la noche, lo juro.-Draco se puso de pie, en aparente plan de marcharse.
- Me alegra que entendieras.
- Sólo que...
- ¿Sólo que qué?- preguntó extrañado.
- Eso no era lo que quería saber precisamente... sino lo de tu padre... ¿cómo te fue con eso?
Maldición, ella era más perspicaz que una maldita adivina. Pero se leía sincera preocupación e interés en sus ojos, se merecía saber lo que pasaba, aunque estaría bien si omitía ciertos detalles. Volvió a sentarse en la cama.
- Salí impune, mi padre tenía más amistades en el ministerio de lo que pensé, aunque creo que principalmente fue gracias a Dumbledore. Ahora que está muerto por fin dejarán de acosarme como antes. Eso por un lado, por otro... como ya sabrás soy el único Malfoy legítimo con vida.- explicó con paciencia y Ginny recibía con fascinación cada palabra.
- ¿Qué quiere decir legítimo?- interrumpió.
- Estoy seguro de que deben haber más de un hijo bastardo de mi padre o abuelo por ahí, no fueron precisamente unos santos.- Ginny parecía pasmada, tan poco acostumbrada a declaraciones como esas.
- Oh... ya veo.
- De modo que fui a hablar con los consejeros y abogados de mi padre para encontrarme conque no puedo recibir más que el 20% de los ingresos que los negocios de mi familia aporten a esta casa solo porque debo cumplir con una maldita cláusula que es efectiva a partir de la mayoría de edad, o sea el día de mi cumpleaños número dieciocho.
- ¿Dieciocho? Pensé que la mayoría de edad era a los diecisiete.
- Seguro, pero esa ley del ministerio es muy nueva, mis ancestros impusieron las leyes de herencia hace mucho tiempo, todavía la mayoría de edad sigue siendo a los dieciocho como hace años.
- Esas leyes de herencia que dices, parecen todo un problema. ¿No puedes cambiarlas ahora que eres el único miembro de la familia "legítimo"?
- Puedo- convino- pero sólo cuando prueben que soy realmente el heredero, y eso será cuando pase todas las reglas de herencia. No son sencillas, están hechas particularmente complicadas de modo que si un hijo bastardo llegara a presentarse para querer heredar algo que teóricamente le pertenece, no tenga oportunidad de triunfar.
- Y esta cláusula, ¿dijiste que tu padre la puso?- Draco asintió.
- Y solo él es capaz de quitarla, por eso se quitó la vida. Para que esa cláusula fuera inquebrantable... ese maldito...- sus puños volvían a tensarse, como si quiera golpear algo ahí mismo.
- Todo va a estar bien, por el momento- sonrió- disfruta tu cumpleaños.
* * *
- ¿Se ve muy apuesto, no?- comentó Felda con una risita socarrona.
- Siempre lo ha sido.- contestó Ginny como hipnotizada, la mujer mayor festejó con una risa más abierta. Al darse cuenta de lo que había dicho, Ginny también rió.
No podía ir a la "fiesta", bien, eso lo tenía muy claro, pero de ninguna manera iba a evitar querer curiosear a escondidas... era demasiado tentador. Ahora los invitados recién llegados estaban en la sala, de modo que le era posible espiar desde la puerta entreabierta de la cocina. Pero la noche avanzaba, y la cena ya casi estaba lista según la misma Felda se lo dijo. No tardarían en pasar al comedor principal, donde no conocía un lugar para poder inmiscuirse libremente sin ser notada. De modo que solo podía conformarse con ver llegar a los invitados. No conocía a nadie, no esperaba realmente hacerlo, todos, o mejor dicho la mayoría, eran sujetos de avanzada edad que llegaban acompañados de sus elegantes esposas.
- Es más gente de la que me imaginaba, Draco dijo que solo eran unas cuantas pero ya han llegado bastantes.
- Bueno, son muy pocas teniendo en cuenta la cantidad de personas invitadas a las celebraciones de Navidad y de Año Nuevo que se solían organizar en la mansión. - atribuyó el ama de llaves, inspeccionando que la cena fuera correctamente preparada y servida por los elfos domésticos que se movían de un lado a otro trabajando en la ciclópea cocina de piedra.
- ¿Fiestas? - preguntó volviendo la cabeza hacia Felda con el ceno fruncido.
- Es una especie de tradición comenzada por Estrude, la abuela de Draco, y seguida con entusiasmo por Narcisa. Sabes- contó con indiscreción- era una mujer sin muchas obligaciones, y con su único hijo tan poco dependiente de ella... solo ansiaba esperar las festividades para realizar sus fiestas que eran organizadas con muchos meses de anticipación.
- De modo... ¿Draco siempre volvía a casa para las fiestas, no?
- Tenía que, era una de sus obligaciones. No creo que él las disfrutara mucho, siempre que volvía a casa no sabía esperar la hora de regresar al colegio.
Se detuvo a mirar a Ginny con una sonrisa conspiradora.
- Esta noche estás particularmente bonita, ese vestido, el peinado.... ¿qué tramas muchachita?
- ¿Uh?- la sacó de sus pensamientos con rudeza- ¿A qué te refieres? Estoy igual que siempre... este no es un vestido, tan solo es una solera que compré antes de navidad que no había tenido oportunidad de estrenar... es muy estilo chemise, muy corriente.- se burló.- Como exageras...
Quizás Felda exageraba, o quizás Ginny también lo hacía, solo que ese color azul claro, y la forma en la que gracias a los botones traseros ubicados sobre la espalda, la solera se ajustaba a su forma realzándola. No esperaba que él notara la diferencia, con tanta agitación por la fiesta, y su cabello... tan solo lo traía suelto (cosa que no había hecho desde hacía medio año), se sorprendió al ver cuán largo había crecido ahora, cerca sus codos, tampoco esperaba que fuese notado. Pero era su cumpleaños, al menos quería verse distinta, un poco especial.
- Voy a ver quién más ha llegado.- convino la pelirroja. Curioseó a través de la puerta entreabierta. Ahí estaba él, tan prolijo y elegante como siempre lo había sido, esta noche particularmente más honorable. Tenía túnica y capa de un color azul rey, acompañada por hebillas y pequeñas ornamentaciones de plata brillante, de un gris casi tan penetrante como el de sus ojos.
Saludaba a los recién llegados, con una sonrisa cínica, Ginny lo sabía porque lo había visto numerosas veces reírse en verdad como para hacer la distinción. Daba igual, los invitados también se veían de los más cínicos... gracias a Merlín que no debía estar en esa fiesta porque de otro modo habría estado de lo más incómoda con solo respirar el mismo oxígeno que esas personas.
Los recién llegados eran un hombre bajo y retacón, de cejas bien pobladas y rasgos fuertes, tenía una barba perfectamente recortada. Venía acompañado por una mujer delgada y un par de centímetros más alta que él, tenía los ojos críticos y el cabello castaño sostenido en un rodete muy ajustado. Draco los saludó como a los demás, el hombre fue muy caluroso, le dio la mano y un abrazo mientras que la mujer solo asintió con la cabeza.
- Llegó un hombre, bajo, de barba...- informó Ginny sin dejar de ver.
- Ese debe ser Edmund Cynric, era muy amigo de su abuelo... ¿quién lo acompaña?- preguntó interesada.
- Una mujer, paliducha, delgada, desagradablemente presuntuosa... no sé... ¿quién es, su hija?
Felda lanzó una risa lánguida al oírla.
- Su cuarta esposa querida, ¿es tan joven?
- Podría ser mi madre pero a la par del viejo parece muy joven.- se burló y ambas empezaron a reír.
- ¿Alguien más llegó?
- Sí... una pareja joven... no veo sus rostros... ah... ya, es un muchacho alto y muy serio... tiene el cabello negro y es un poco atractivo... no sé quién sea. Oh! Draco y él se saludan muy amistosamente, incluso ellos sonríen y parecen sinceros... ¿tienes ideas de quién sea Felda? Se ve un poco mayor que Draco.- se volteó para ver a la mujer, que en ese momento regañaba a uno de los elfos por la forma inadecuada de doblar las servilletas, haciéndolo a un lado y tomando ella su lugar.
- ¿Eh? ¿Un hombre joven dices?- Ginny asintió.- ¿Será Bryght Warrington?
- ¿Bryght Warrington? No sé quién sea...-se frotó la barbilla en un acto inconsciente por tratar de hacer memoria.- Su apellido me... ¡Ah! Claro- dio una palmada suave sobre su cabeza- El antiguo cazador de Slytherin tenía ese apellido... aunque no recuerdo que fuese él, ni siquiera el parecido...
- Bruce Warrington es el nombre del hermano menor de Bryght, y estaba en el equipo con Draco aunque no recuerdo que fuesen amigos. Bryght es mucho mayor que ustedes niña, ya debe estar rondado los 23 o 24 años... cuando Draco entró a Hogwarts Bryht estaba en el último año. No es de tu generación. Es extraño que Draco no te hablara de él, siempre fueron amigos, quizás el hermano que sus padres nunca le dieron.
- ¿¿Tan así?? El nunca me habló de eso...- contestó con un hilo de voz. Tan pronto volvió la vista hacia la sala, se encontró con una persona que quizás figurara entre las últimas que ella pensaba en encontrarse en la mansión Malfoy. Al fin una cara conocida. Se le atoró la voz... - ¡Felda! La acompañante de Bryght Warrington, la conozco, está en mi curso pero va en Slytherin, Felda ella es Chritina Mannerly!!! ¡Ven a ver!
La vieja mujer fue hasta la puerta, donde Ginny le hizo un lugar para que pudiera espiar con ella.
- ¿Ves? Es esa chica de cabello castaño, la de pecas... ¿la ves?
- Sí, sí la veo, sé quién es... pero nunca la había visto por aquí. ¿Será...? No... no creo.
- ¿Qué cosa? ¿Qué será?- interrogó impaciente de saber qué estaba sucediendo.
- Tan solo me pareció joven para ser la esposa de Bryght... aunque si tu no sabes nada y dices que es tu amiga...
- No precisamente... hemos intercambiado palabras pero nunca confiado GRANDES secretos. ¿Dices que está casada?
Felda volvió a su tarea de doblar servilletas a lo que Ginny seguía sin poder dejar de ver a la joven pareja. Hacían una linda pareja, y ella no se veía triste y melancólica como en Hogwarts. Todo lo contrario, Ginny la veía conversar con Draco y su supuesto esposo. Se reía relajada. Además, estaba totalmente cambiada. Su cabello, lo había cortado de modo que parecía mayor, y estaba muy bien maquillada. Nadie creería que solo tenía dieciséis años al verla.
En ese instante, la vio fijar su vista en dirección a ella. Draco también lo hacía pero con más disimulo. ¿Estaría viendo hacia ella realmente? ¿Acaso hablaban de ella? Pero no tardó en cambiar la mirada y volver hacia Bryght para hablar con él.
Otro nuevo invitado llegó, y por el alboroto era uno importante. Ginny vio excusarse a Draco para recibir al... a la invitada?? Sí, era una mujer... una muchacha, muy joven, preciosa, de ojos verdes y cabello tan claro como el del mismo Draco Malfoy. ¿Serían familia? Draco la saludó con cierta distancia, pero ella le sonreía amplia y seductoramente. Incluso la vio guiñarle un ojo... ¡¡Qué se suponía que estaba ocurriendo!! ¡¡Esa viborita estaba coqueteando con SU novio!!
- ¡¡Felddaaa!!- gimió con nerviosismo.- ¿Felda quién es la tipa esa?
Felda volvió a dirigirse hacia la puerta para ficharla.
- Oh..- su gesto de estupefacción no hacía más que empeorar a la pelirroja- ¿Qué hace ella aquí? Se supone que... a menos que haya venido en representación de su madre.
- ¡Felda deja de sacar tus propias conclusiones y dime quién es ella!
- Rosaline D´Eon, prima segunda de Draco.- explicó serenamente.
- ¿Es alguien de quién debo preocuparme?
Felda la miró a los ojos, ya le había dicho todo, esa Rosaline no era de confiar.
- Draco no la soporta, no debe estar muy feliz de que ella esté aquí.
Pues no lo parecía, él la saludaba con indiferencia sí, pero no parecía desagradarle del todo su presencia. Por primera vez en toda su vida Ginny sintió una sensación que le subía por la garganta, le punzaba en el pecho y le provocaba apretar con fuerza la mandíbula y los nudillos: por primera vez Ginny sentía los verdaderos celos.
- Felda, tiene que haber una forma de que yo pueda ver esa cena sin ser notada.- reclamó con decisión.
- La hay... aunque puede ser riesgosa.- advirtió con la misma decisión reflejada en sus ojos.
- Vale la pena.- Felda asintió, gustosa de oír eso.
* * *
Rosaline D´Eon fue la última invitada en llegar, minutos antes de que todos pasaran al comedor y se sirviera la mesa. No sabía mucho de ella, tan solo lo que Felda había logrado contarle mientras iban rumbo al primer piso, donde al parecer estaba escondido el "modo" de ver la cena sin ser notadas.
Según el ama de llaves de la mansión, Rosaline solía pasar los veranos en Wiltshire con Draco desde que eran niños. Tenía solo quince años, y asistía a Beauxbatons.
- ¿Por qué no Hogwarts?- doblaron a la izquierda, y Felda no le respondió hasta que ambas hubieron entrado.
- Ella protestó mucho, hubo gran alboroto por eso.
El cuarto en sí era pequeño, con unos pocos muebles viejos y papeles amarillentos y llenos de polvo dando vuelta. En una de las esquinas había una sábana que en un mejor estado sería blanca, que Felda corrió revelando un espejo enterizo oval que no llamó particular atención de Ginny.
- ¿Y ahora qué?- preguntó.
- Revela comedor principal.- oró con voz potente. Enseguida la cara del espejo comenzó a aguarse y a girar como si alguien revolviera una especie de sopa. La imagen de volvió clara, mostrando desde una perspectiva muy cercana el comedor, con su larga mesa donde ya estaban ubicados todos los invitados. Felda sonrió satisfecha limpiándose la manos.
- Conozco estos... ¿pueden mostrar cualquier parte de la casa, verdad?- la mujer asintió.
- Siempre ha estado aquí, incluso antes de que yo llegara.
Tomaron dos sillas prestadas y se sentaron para ver y oír detalladamente lo que estaba sucediéndose en ese mismo instante.
En la cabecera podían ver sentado a Edmund Cynric, el hombre más viejo de la reunión, a su derecha estaba Draco, a su izquierda su extraña esposa. Junto a dicha mujer estaba Bryght Warrington con Christina a su lado. Y para desagrado total de Ginny, Rosaline estaba peligrosamente ubicada junto a Draco.
- ¿Por qué ella no pudo entrar a Hogwarts?- quiso saber Ginny, sin dejar de hacer un minucioso estudio de cada movimiento y mirada de la preciosa rubia.
- Bueno, ella siempre fue apegada a su primo...- recalcó con sutileza- por lo que imaginarás que quería entrar al mismo colegio que Draco. Pero como él estaría en Dumstrang... y al ser un colegio solo de hombres, Rosaline tuvo que conformarse con ir a Beauxbatons. No fue hasta que fue muy tarde que se enteró donde realmente había entrado su primo. Hizo gran alboroto, hizo mover cielo y tierra con sus gritos de protesta, es una niña caprichosa. Y puede que la veas como a una muchacha hermosa ahora, pero ella es y será siempre solo eso, una niña.
Aún así eso no mermaba los celos que afligían su pecho. Se hizo silencio, para alcanzar la charla sostenida entre las otras personas.
- Draco, primo, lamento lo de la muerte de tu padre.- Ginny escuchó comentar a un muchacho sentado junto a Rosaline. Tenía el cabello negro y lacio cayéndole sobre los ojos, escondidos tras unos anteojos. Llevaba una sonrisa confiada que a Ginny no le agradó en lo absoluto, menos aún la forma fría en que hizo el comentario.
Draco solo asintió con la cabeza.
- La muerte de tío Lucius, según me dijeron, fue algo extraña... ¿podrías explicarme con fue?- pidió el mismo muchacho. Draco no mostró exaltación, aunque sin duda se trataba de un tema del cual no prefería hacer referencia. Pero Bryght parecía enojado, estudiando con desagrado al joven de lentes.
- Bey Woodham, no es un tema que debas tratar en la mesa.- objetó Cynric, al parecer Bryght no era el único que lo encontraba desagradable. Bey lanzó una sonrisa complaciente y volvió a su comida.
- Es una pena, no debe ser fácil para ti festejar así tu cumpleaños querido Draco.- Rosaline usaba una voz tan fingidamente inofensiva que dio nauseas a la pelirroja.
- Dieciocho años, te haz convertido en un hombre en un abrir y cerrar de los ojos de este viejo.- dijo Cynric. Bryght también convino eso.- Sinceramente, esperaba llegar y verte con una prometida. Pero al parecer eres igual que tu padre, él tampoco se casó enseguida, decidió dedicarse a los asuntos de trabajo que encontraba más relevantes.
Draco no se veía muy a gusto al ser comparado de alguna forma a la figura de su padre. Sencillamente él no se sentía honrado con eso, sino todo lo contrario. Le gustaba pensar que era un hombre muy diferente a su padre.
- Tampoco veo que tengas una esposa Bey.- replicó Bryght, tomando venganza por el anterior comentario.
- ¡Y no debería atreverse!- protestó Cynric- Ni siquiera tiene propiedades para heredar más que ese rancho americano que su madre le dejó. Ninguna familia respetable dejaría a sus hijas o hermanas casarse con un hombre sin herencia como él.
Ginny observó a Bey sonrojarse furiosamente. El no dijo nada, pero tanto Draco como Bryght intercambiaron sonrisas cómplices.
- Sin embargo, les recuerdo que Draco Malfoy no es aún propietario de la herencia... según me han dicho por ahí, todavía hay cláusulas que no te permiten heredar como es debido. No me sorprende que Wally Parkinson haya roto el compromiso de matrimonio que tenías con su hija mayor.
Draco le mandó a Bey una mirada asesina.
- ¿Es eso cierto Draco? ¿Estás teniendo algunas dificultades? Deberías haberme pedido ayuda, o a tu abuelo Marcus, sabes que él entiende de estas cosas.
- No es un problema importante, no tardaré en encontrar la solución. Aún así gracias por tu ofrecimiento, lo tendré en cuenta para otra ocasión si me lo permites.
- Por favor.
- Y, con respecto a los rumores que hayas oído Woodham, yo fui quien rompió mi compromiso con Pansy Parkinson. Pero no espero que me creas, si solo te dejas llevar por chismes...
Todos los que estaban a su alrededor comenzaron a reír. Pero Bey lucía tranquilo, demasiado relajado para su gusto.
- En serio... pero claro que te creo, solo que teniendo en cuenta las circunstancias en las que estás primito me resulta extraño...
- ¿A qué te refieres?- interrogó Bryght ceñudo.
- Sé que tienes impuesta una cláusula de matrimonio obligado para heredar, tienes que casarte ya mismo para hacerlo, o de otro modo la herencia pasa a los parientes más cercanos. Que en este caso son tus primos.
El testimonio causó gran revuelo entre los oyentes, todos parecían estupefactos ante tal descubrimiento, incluso Ginny se encontraba anonadada. ¿Era cierto todo eso?
- ¿Yo? Estás diciendo que puede ser una candidata a heredera de la fortuna Malfoy??- preguntó Rosaline con entusiasmo.
- Tu o yo querida, cualquiera de los dos... a menos que nuestro adorado primito sea capaz de encontrar a una mujer que desee casarse con él. No te será difícil supongo... ¿tal vez tu noviecita del colegio? Oí que andabas con varias, pero que al final te decidiste por una, aunque nunca la presentaste formalmente. Esperaba encontrarla aquí el día de hoy pero...- miró de un lado a otro- no la veo.
Ginny se tensó, sabían de ella, estaban hablando de ella. Draco se veía perplejo y Rosaline sencillamente parecía horrorizada.
- ¿Es cierto eso, Draco?- murmuró molesta.
- ¿Y cómo es tu novia Draco? Si no la presentas es porque será fea, o sangre sucia... jaja, eso debe ser...
- ¡Ya guarda silencio Woodham!- protestó Cynric, que hasta entonces había oído todo atentamente. Bey se asustó y paró de reírse.
Ginny no quiso escuchar el resto de la cena, con lo oído ya tenía suficiente. Se puso de pie, dispuesta a salir de la habitación. Cuando lo hizo, Felda la imitó, no sin antes cubrir el espejo nuevamente.
* * *
Bebió un nuevo sorbo de la copa, el líquido espeso y color ámbar se deshizo a través de su garganta. Oyó unas pisadas y supo enseguida quién era sin la necesidad de hacer contacto visual. Unos sonidos suaves y delicados sobre la madera del piso.
Su mirada de deslizó desde una absorta contemplación al licor, a cierta pelirroja de ojos inciertos y figura hermosa. Ginny lo encontró, lo observaba desde el umbral de la puerta enorme que daba entrada a la sala de la mansión de Wiltshire.
Draco estaba sentado en uno de los sillones, con una mirada agotada y perdida, una copa de licor semi vacía en la mano y una botella con más, descansando en una mesita junto al sillón.
La luz era débil, apenas unos rayos lunares porque él no se había molestado en encender ninguna otra. Draco encontró su mirada, ¿qué hacía ella ahí? No podía librarse de ella ni un maldito segundo... ¿por qué tenía que hacérselo más difícil? Esa noche más que nunca tenía la necesidad de estar con ella, la amaba, pero sobre todo la deseaba, sin embargo estaba esa promesa maldita hecha a su familia..
Además sabía que ella estaba enterada de aquel problema que no dejaba de atormentarlo. Justamente esa noche, no quería discutirlo con ella, por eso mismo no había regresado a su habitación.
- Draco... ¿podemos hablar?- le preguntó con una voz tan suave como su aspecto mismo.
- Claro- respondió, tratando de sonar normal. Pero su voz se arrastraba a causa del alcohol.
Maldición... ella comenzó a acercársele hasta quedar de pie a corta distancia suya. Estaba seria, con todo ese cabello rojo suelto, tan largo como nunca lo había visto. Vestida en su ropa de dormir, ese camisón tan corto e infantil que se le antojaba demasiado sexy, dejando desnudas sus largas y perfectas piernas. Apartó la mirada, depositándola lejos de Ginny.
- Yo escuché todo lo que hablaron en la cena- confesó.
- Lo sé- respondió despreocupadamente. Con la actitud de desenfrenada curiosidad que Felda poseía eso no le parecía increíble de ningún modo.
Silencio, sentía la mirada de ojos confundidos que le profesaba ella, no la miraría, no la miraría... con tal cercanía ya podía hasta sentir su aroma. Bebió un trago más, para apartar esa sensación en la amargura del líquido. ¿Qué se suponía que debía decirle? ¿Qué debía hacer, mejor dicho? Quizás hacerse el mártir del amor y prometerle que viviría en la pobreza solo por no engañarla. O tal ves decirle que buscaría alguien más para casarse sólo para heredar. De cualquiera de las dos formas, él se sentiría insatisfecho. ¿De qué le serviría quedarse con ella cuando no podía ofrecerle nada?
- Era eso- continuó Ginny, arrodillándose en el piso, sin perder nunca él contacto visual con él.
¿Eso? ¿De qué estaba hablando ella?
- ¿Qué cosa era "eso"?- preguntó, confundido.
- Lo que querías decirme ayer, en el herbario, incluso esta mañana cuando acudiste a mi habitación. Buscabas decirme eso, ¿o me equivoco?
Draco apartó la mirada, sin decir nada.
- No- sonrió la pelirroja-. No me equivoco.
- ¿Entonces qué quieres?- inquirió con brusquedad, volviendo a clavar su fría mirada en los ojos castaños de la chica.
- ¿Yo? ¿Por qué habría de querer algo más de todo lo que ya me haz dado?
-Porque últimamente todos quieren algo de mí...
- Al contrario, no vine a pedirte nada- tomó una de sus manos y la presionó levemente-, vine a ofrecerte algo.
- ¿A ofrecerme?- espetó Draco, con incredulidad.
- Mi ayuda, porque si me la pides sabes que voy a dártela. Me haz ayudado mucho, por eso te debo demasiado.
- No quiero...-denegó, con apagada- No hagas nada porque te sientes en deuda conmigo, no me debes nada.
- Lo haría porque te amo.
- Son muchas las consecuencias.
- ¿No es hora de que yo también tome alguna?
- Te vas a arrepentir.
- Lo dudo, pero quiero intentarlo.
- No... yo... yo te... quiero demasiado como para pedírtelo, soy un Malfoy, voy a hacerte sufrir... a la larga vas a decepcionarte de mi... créeme.
Le decía todo esto sin poder mirarla, pero acabó por hacerlo cuando ella se echó a reír.
- ¿Decepcionarme? ¡Si ya me haz dado a conocer tu peor parte! ¿Recuerdas, todos los años que hiciste mi vida escolar un infierno? No sé si puedas hacer algo más que sea capaz de superar a todo eso.
- Gin... no.
- Entonces no quieres, bueno, mañana mismo vuelvo a mi casa para que te sea más sencillo la búsqueda de tu prometida- se puso de pie, dándole la espalda, pero antes de dar un paso más, se sintió jalada hacia atrás. Cayendo sentada sobre el regazo de Draco.
- No quiero a ninguna otra - indicó, con algo de timidez casi infantil en su hablar.
- Pero tampoco me quieres a mí, ¿cierto?
- Falso.
- ¿Entonces...?- lo impulsó para que siguiera.
- Quédate y cásate conmigo.
La pelirroja sonrió ampliamente, y le dio un beso en los labios.
- ¿Ves? No era tan difícil.
- Estás loca.
Y la acercó más a él, para poder besarla. ¿Ella había aceptado? ¿Él había desistido sólo por ella? ¡Por qué todo había sido tan fácil! No podía caer en conciencia de lo que estaba pasando. ¿Ellos estaban... comprometidos? ¿Así nada más?
Draco se separó para mirarla otra vez, tan radiante de alegría, ¿por él? ¿porque iban a casarse? Todavía no podía creer que eso le pasara a él, que siempre había visto al matrimonio como una especie de muerte prematura.
- No es tan fácil tampoco, todavía eres menor de edad y necesitamos el permiso de tus padres, y no creo que ellos te lo den.
- Uhm...- lo meditó ella, con el ceño fruncido- Pero cumplo la mayoría de edad en un mes y medio, si pudiéramos esperar para entonces no habría problema.
- ¿Serías capaz de soportar absolutamente todo?
- Todo y más.
Draco le sonrió, sinceramente aliviado y feliz, antes de volver a besarla.
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N/A: Sí... se van a casar... que cosas... esa Ginny suertuda, ya me gustaría atrapar a un bombón como ese. Atino a que este fic tiene dos capítulos más y ya me dedico a vacacionar.... besos, escriban para decirme si les gustó o qué.
Sucede que ya he pasado, ¿cuánto tiempo? se me antoja que dos meses aquí y me alegra por fin haber logrado establecer cierta armonía con esta casa. Admito que en un principio me parecía tétrica y descolorida, y a quién no, lo que no quiere decir que aún no piense que así es. Será que estoy más acostumbrada al movimiento dentro y fuera de ella, más que nada dentro porque no tengo permitido salir a menos que sea al patio trasero.
Los primeros días los pasé de pura holgazana, sí, que pena pero bueno, no encontraba mucho que hacer más que recorrer la casa libremente. No es broma, ojalá si lo fuera... Draco ha estado tan ocupado durante las últimas seis semanas que no ha puesto un pie en la mansión, tan solo para cenar y volverse a dormir, está ocupado en el tedioso trabajo de hacerse cargo de las cosas de la familias. Negocios que atender, contactos que mantener, porque con Lucius prófugo y su madre muerta él es el último Malfoy en pie, salvo por sus abuelos maternos Germid y Marcus Black, pero ellos no son Malfoy. Me ha explicado, y concuerdo con él, que es muy riesgoso ser el único heredero de una familia, sobre todo una con tantos enemigos como la suya. Rezo y espero que no le suceda nada, pero es que las probabilidades de estar vivo dentro de treinta años se está volviendo remota con tantas actividades peligrosas en las que Draco se ve envuelto. Pienso que es masoquista enamorarse de alguien que corre tanto peligro como él.
¡Ah! Y por si no fuera poco, el profesor Severus Snape se aparece en la casa por lo menos tres veces a la semana para someter a mi amor a tres o cuatro desgraciadas horas de oclumancia. ¿Cómo estoy yo ante eso? Al principio aburrida como ya he dicho, pero me alegro al pensar que mis días se están volviendo más ocupados.
He logrado establecer confianza con Felda, pasamos casi todo el día juntas, no está mal un poco de compañía femenina, por sobre todo si se trata de dicha mujer a la que encuentro muy graciosa y ocurrente. A veces lanza comentarios ácidos que me dan gracia, otras veces me hace preguntas sobre mi relación con Draco un poco... subidas de tono... ejep.. sí, pues, generalmente le contesto balbuceante y con la cara teñida de bermellón; refuta que el pudor se pierde con los años... y si me lo prueba así le creo rotundamente.
Además está ese divertido odio deportivo que tiene para con el profesor Snape. No estoy segura de por qué ella lo deteste, pero cada vez que pregunto (y no han sido muchas) evade el tema, refunfuñando por lo bajo.
Snape ha aparecido mucho por esta casa, como ya he dicho, solo que para mi sorpresa no se ha limitado solo a estar con Draco para sus sesiones, sino que también ha intentado mantener el herbario que Narcisa Malfoy dejó a merced de nadie después de morir. Sí, así como digo, en el patio trasero hay un perfecto y bien surtido herbario que tuve el honor de visitar contadas veces durante estos dos meses. Digo el honor porque es sencillamente bellísimo y huele genial, ni podrías imaginar las cantidades de plantas mágicas y no mágicas que he encontrado.
Lo descubrí desde la terraza, y enseguida le manifesté a Draco mi inquietud por entrar. Por supuesto que aceptó, aunque vacilante, porque solo existe una persona capaz de entrar allí, y es Severus Snape, gracias a la contraseña. ¿Raro? Merlín, sí que lo considero raro, todo en esta familia es raro.
Aún así, mi curiosidad me ganó, y le pedí al profesor que me dejara entrar con él la próxima vez que lo hiciera, y aunque me trató de fisgona y todo lo demás, acabó por aceptar a regañadientes. Esa fue la primera vez que logré entrar, para mi sorpresa en compañía de Felda (quién en principio de negaba a dejarme sola con el profesor del cual tanto desconfía). INCREIBLE, merecedor de cada letra. Descubrí que lo que Snape realmente hacía era un inventario de las especies, que ahora a veces utilizaba para pociones.
Cabe destacar la frialdad con la que me trató el primer día. Pero comenzó a relajarse más cuando el seguirlo al herbario se me hizo una costumbre, y Felda dejó de hacerme de chaperona... jaja.
Ya por la cuarta o quinta visita me pidió que hiciera algo y lo ayudara, quizás con un poco de dureza pero a mi me sonó a gloria, con el aburrimiento que tenía me pareció lo mejor que me habían dicho en días. Y así, más o menos comenzamos a hablar, quizás porque las cosas se dieron así, quizás porque Draco lo obligó a tratarme bien, ah! me he enterado hace muy poco que él es su padrino... todavía estoy estupefacta pero no sorprendida.
Como iba diciendo, comenzamos a soltar frases débiles que nunca ambicionaron ser una calurosa charla, por supuesto, pero era más de lo que había esperado nunca. Incluso llegó a preguntarme a qué me dedicaría luego de salir del colegio. Siempre he soñado ser una sanadora (NdA: es así?? o curandera, como diantre se llaman los doctores en el mundo mágico?? que alguien me lo diga please.) en San Mungo. Al parecer un poco sorprendido, me dijo que debía aplicarme mucho más en pociones, que aunque en mi TIMO de dicha materia había aprobado con "E" , este año me había venido abajo totalmente. No me ofendí, después de todo él tenía razón. Pero me resultaba inútil pensar en eso cuando Hogwarts no daba indicios de querer volver a abrir.
Oh sorpresa, cuando la semana siguiente a esa Snape me trajo el programa de estudio de lo que quedaba del año. ¿Sorprendida? ¡Horrorizada! Y agradecida, así al menos no iba a retrazarme, e iba a lograr distraerme en algo productivo. Draco estuvo deacuerdo con eso, y me aseguró que la biblioteca de la mansión tenía sus libros del curso pasado por algún lado, que me sintiera libre de usarlos en cuanto gustase.
Me sorprendió mucho el entender por qué Draco admiraba tanto a su padrino, y más cuando comprendí exactamente de qué estaba hablando cuando admitió que siempre lo había sentido como a un padre.
Pero eso no era posible, porque aunque Draco intentara olvidarse completamente de él, ya tenía un padre verdadero, y ese era Lucius. Del cual comencé a sentir desde lástima hasta pavor en el trayecto de mi estancia. No me vi obligada a circular por la zona de su cuarto mucho tiempo, a decir verdad intentaba evitarla, y Felda me hizo un gran favor al trasladar mis cosas a una habitación más pequeña y reconfortable en el mismo piso que el cuarto de Draco.
Volviendo al tema Lucius, él pasa casi todo el tiempo solo, por lo poco que he logrado sacarle a Draco, está enfermo. No sé bien de qué, pero parece ser que no puede mover sus piernas... resulta imposible llevarlo a San Mungo porque sería capturado, y él no quiere ver a nadie, es lo que Draco siempre masculla cuando cree que no lo escucho. No me sorprendería, yo de ser él ya habría enloquecido hace bastante tiempo. Sólo me pregunto qué será lo que Draco siente hacia su padre. Mi hipótesis es que siente lo mismo que yo, lástima.
Cambiando de tema, y llegando a la mejor noticia de todas, por fin he conseguido que el profesor Snape me diese la contraseña del herbario... ni pienses que voy a decirte cuál es, me costó mucho conseguirla. Ni modo. Por eso mismo estoy aquí dentro, los aromas que me embargan siempre me provocan perderme en mis pensamientos. Ahora mismo se supone que tengo que reconocer cuál es una Miglelia Azur con semillas rojas, pero no la puedo encontrar. Traje uno de los libros de la surtida biblioteca Malfoy, con una foto de la misma, pero es que hay tantas que no logro encontrarla. Y según el inventario que Snape hizo (y que no ha acabado) deben haber por lo menos cinco unidades de esta.
Ginny sintió una perturbadora sensación de estar siendo observada, cosa a la que ya estaba acostumbrada dentro de la mansión, pero no el herbario, donde usualmente sentía una inmensa paz. Se giró para ver en dirección de la entrada.
- ¿Te interrumpo? - oyó decir a Draco, que estaba de pie apoyado en el umbral. Tenía una mirada cálida y a la vez seductora en el rostro. Ginny, entre alegre y sorprendida de verlo tan temprano (¡nunca llegaba en mediodía!!) negó con un movimiento de cabeza.- En serio, si estás ocupada vuelvo en otro momento.- afirmó, aunque su cuerpo no parecía responder a ello, porque cada vez se iba acercando más a su novia.
- Para nada, ya me di por vencida de cualquier forma.- argumentó encogiéndose de hombros. - ¿Por qué llegaste tan temprano?
- Vine a comer contigo, ¿o es que no me quieres aquí?
Ginny negó frenéticamente otra vez.
- No es eso, solo que me sorprende ver que Snape te gaya liberado tan pronto. - estudió pensativa. De ponto sus ojos se iluminaron.- ¡Ah! Es porque mañana es tu cumpleaños, ¿verdad?
Draco se encogió de hombros . - No entiendo cuál es tu interés casi enfermizo por este herbario, puedo entender a Severus pero a ti... - sonrió desconcertado. Ginny entornó los ojos, intentando buscar una respuesta a aquella pregunta.
- Es una actividad muy divertida, cuando no tienes el quidditch, ni haces las cosas que comúnmente harías. Lo siento.- se retractó al ver la pena en el rostro de Draco.- No quise que lo malinterpretaras, me está gustando estar aquí.
- De eso quería hablarte.- aseveró con seriedad guardando ambas manos en los bolsillos, gesto que solo hacía al estar nervioso- Lamento que tengas que pasar tanto tiempo sola, o en compañía impuesta por mi, también lamento que tengas que estar prácticamente encerrada.
Ginny enarcó las cejas, en una total incertidumbre.
- ¿Compañía impuesta? Me gusta Felda Mortmain, es una excelente mujer, y Snape... bueno, él no está siendo tan desagradable conmigo como de costumbre.
- ¿Ves? a eso me refiero... que tengas que ser condescendiente.
- Estás loco...- bufó la pelirroja.- Mira, no te voy a negar que me encantaría estar durmiendo en mi cama, y que al cuando despierte en la mañana mi madre me recibiera con mi desayuno favorito, para después jugar quidditch con mis hermanos, desgnomizar el patio con Ron o soportar las bromas pesadas de Fred y George, sí eso me encantaría...Pero teniendo en cuenta las circunstancias en que estamos no puedo exigir tanto... sí, quiero estar con mi familia, pero si hay un segundo lugar donde me agradaría estar es aquí. En compañía tuya... lo único malo es que no sé si es que soy una carga para ti... si sería mejor estar en otra parte...
- No digas eso.- la interrumpió con sorna.- ¿Cómo puedes dudar que me guste que estés aquí? Verte es la única razón por la que vuelvo a esta casa donde tengo tan malos recuerdos.
Apenada, Ginny se acercó a él y le tomó el rostro con ambas manos buscando sus ojos.
- Sólo me hacía falta escucharlo.- aseguró, antes de que él le robara un beso.
- Ella pasaba todo el tiempo que le quedaba libre después de sus obligaciones aquí adentro.-recordó, hablándole al oído, mientras pasaba su brazo a través de la cintura de Ginny para atraerla hacia él.
- ¿Tu madre?- Draco asintió imperceptiblemente.
- Recuerdo que- narró entre risas- yo jugaba por allá- señaló un punto cerca de los estantes con unas pociones que Snape salvaguardaba ahí y que había prohibido a Ginny tocar. - Pero cuando era muy pequeño, cinco años creo... porque después mi padre me compró mi primera escoba de quidditch y no volví por aquí más veces de las necesarias. Luego entré a Hogwarts y me olvidé por completo de que este lugar existía... hasta ahora.
- ¿Y qué hacía tu mamá aquí?
- Pociones... a Lucius no le gustaba, pero ella seguía haciéndolas.
- ¿Pociones? ¿Es broma?
- No- negó rotundamente- es cierto, lo juro.
- No creí que tu madre tuviera algo en común con el profesor Snape.- confesó con asombro.
- Más de lo que te imaginas... no estoy seguro de cuál sea la historia completa, pero sé que mi madre era buena amiga de la hermana mayor de Severus, Elfled... no sé mucho sobre ella, murió creo, y a Severus no le resulta grato recordarla, se llevaban muy mal.
- No tenía idea de aquello...
- No esperaba lo contrario. Es más, hay parte de la historia que he logrado deducir por detalles que se le escapan a Felda.
- ¿En serio? ¿Cómo qué?
Draco pareció pensarlo bien antes aceptar.
- Bien, pero no lo repitas. - Ginny le aseguró que no lo haría con creciente interés.- Creo que Snape y mi madre tuvieron un romance antes de que ella se casara.
- ¿¿¿En cierto eso???
- No lo sé, por eso no lo repitas. - Ginny parecía escandalizada, hasta el punto que Draco comenzaba a arrepentirse de habérselo contado.
- Y al profesor Snape aún le gusta tu madre, o que?
- No creo. Ellos comenzaron a llevarse mal desde que Severus se convirtió en "uno de los buenos", ¿entiendes?
- Sip. Lo que no entiendo es por qué se casó con Lucius Malfoy si estaba saliendo con Snape.
Draco le sonrió con compasión y le acarició la cabeza.
- A veces olvido lo ingenua que puedes ser.- murmuró.
- ¿Ingenua?- se defendió un poco molesta por el comentario.
- El matrimonio siempre está arreglado en las familias como las mías, mi madre sabía que tendría que casarse con un heredero Malfoy desde niña. Igualmente sus hermanas, aunque Andrómeda renegó su apellido y contrajo matrimonio con un tal Ted Tonks...
-Siento un poco de lástima por ellas, casarse con alguien por obligación.
Pero él no parecía escucharla, estaba tan adentrado en sus pensamientos que si Ginny no sintiera con tanta intensidad sus brazos alrededor de su cintura, creería que él ya no estaba presente.
- La vida de las mujeres Malfoy nunca ha sido sencilla, ni muy feliz, siempre sometidas a los caprichos de sus esposos...
- Draco... ey, Draco, ¿me escuchas?- la pelirroja osciló su mano frente al rostro de este para llamar su atención. - ¿Draco, qué haces?
- ¿Sucede algo?- volvió a insistir Ginny, pero éste no le respondía con palabras, solo estaba ahí, de pie, mirándola intensamente a los ojos, tanto que Ginny sintió que la sangre le presionaba con furia en las mejillas. Su cabeza parecía calcular intranquilamente con velocidad, ¿qué estaba mal con él?
- Yo...- balbuceó no muy decidido.
- ¿Tu....?- lo instó a seguir.
- No. Olvídalo, no es nada.- se separó de ella, y bajó la cabeza, clavando su mirada en el piso.
- No, diste tantos rodeos- argumentó poniendo los ojos en blanco- ¿qué ibas a decir?
- Que no es nada.- rebatió alzando la voz.
- Dimeee...- gimió con inocencia.
- No... bueno, es que... - volvió a mirarla a los ojos, tomando más decisión- Yo...
La puerta del herbario se sacudió, provocando un susto de muerta a Ginny. Ambos se voltearon a ver qué había causado tan alboroto, y ahí estaba, pálida, ausente, con los ojos bien abierto y el sudor frío recorriéndole el rostro. Estaba agitada, como si hubiese corrido para llegar, incluso Draco se alarmó al verla.
- Joven Draco... hay algo... algo ha sucedido, monstruoso... - habló jadeante.
- ¿Qué dices Felda?- preguntó Ginny. La mujer la miró sorprendida, como si recién se diera cuenta de que ella estaba allí. Pero inmediatamente volvió sus ojos a Draco.
- Ven conmigo.- balbuceó. Ginny comprendió que le hablaba directamente al rubio, quién enseguida salió del herbario y se marchó con el ama de llaves.
Ginny no se quedó inmóvil por mucho tiempo, entre curiosa y asustada corrió tras los otros dos, que habían entrado directamente a la mansión. ¿Qué cosa tan grave habría pasado para poner a Felda en ese estado?
Cuando su persecución comenzó a verse dirigida al primer piso, tuvo una leve impresión de lo que podía estar sucediendo. Llevaba poco tiempo en la mansión, pero lo suficiente como para saber que lo único interesante en el primer piso era la habitación de huéspedes que ella había conocido al llegar, y el cuarto donde se albergaba Lucius Malfoy. En efecto, al ver que Felda sacaba las llaves de la habitación del padre de Draco y se apresuraba a abrir la puerta, supo que su instinto no había fallado.
Lo que vio en el rostro del menor de los Malfoy no fue muy alentador, Ginny vio algo más grande que el miedo, una chispa de algo que acostumbradamente no poblaban esos ojos grises y a veces fríos... lo que ella vio fue espanto y pena.
Quiso acercarse para ver lo que pasaba dentro, y lo hizo, a pesar de los reclamos de Felda. Lo siguiente que vio fue algo peor aún, lo más horroroso que habría de ver en toda su vida, una imagen que la impresionó tanto como fue posible; la imagen de Lucius Malfoy desparramado en su lecho, envuelto en su propia sangre y totalmente muerto.
Con nauseas y asombro, se llevó una mano a la boca, quizás para evitar gemir de espanto o para no vomitar, cualquiera de las dos opciones eran poco convenientes en ese instante.
Volvió su mirada a Draco, para evitar continuar viendo el cadáver, éste ahora tenía los puños presionados con tanta fuerza que sus nudillos estaban blancos y tensos. Su rostro ahora demostraba una emoción más fuerte, era odio, un infernal odio que Ginny encontró atemorizante. Se hizo para atrás, con miedo de la reacción siguiente de Draco.
- Maldito... eres un maldito...- masculló con bronca.
Ginny continuó retrocediendo, hasta que empezó a correr, salió corriendo de la escena ante la piadosa mirada de Felda. El muy maldito de Lucius Malfoy se había quitado la vida.
* * *
Abrió la puerta, de nada servía golpear, sabía muy bien que ella estaba dormida y no quería despertarla.¿Pero entonces para qué diablos iba a su habitación? Sencillo, iba a verla. Importara o no si estaba dormida, con solo verla le bastaba. Era lo único que podía inspirarle fuerzas, mirarla hasta el cansancio y repetirse mentalmente que todo el sacrificio valía solo por ella.
Era temprano, pero al menos la luz diurna entraba tímidamente por la ventana semi abierta de su cuarto. Cerró la puerta tras él tan cuidadosamente como le fue posible. Caminó hasta el centro de la habitación, ella estaba tan dormida que no hizo reacción alguna que demostrara que había sentido cuando Draco se sentó en el borde de su cama.
No podía mirarla directamente, no podía ahora que esas palabras resonaban con más fuerza en su cabeza. Se obligó a hacerlo, tenía que, porque si llegaba a vacilar en mantenerle la mirada cuando ella estuviera conciente entonces se daría cuenta de que algo malo estaba pasando.
La imagen que tenía en ese momento frente a él parecía ser la de un ángel, o una diosa, con todo ese cabello rojo desparramado por la almohada, y esos labios tan deliciosamente tentadores.
La veía y por milésima vez no podía creer ser tan afortunado, tener junto a él cada día a la mujer que más amaba en el mundo. Sí, en verdad la amaba, y sabía que era correspondido porque ella se lo había dicho tantas veces, a diferencia suya que encontraba tan difícil pronunciar esas palabras. Felda se lo había dicho más que un par de veces, la perdería si no se lo decía. "Pero ella sabe que la quiero" le había contestado cada vez, y ella le respondía siempre con lo mismo "A veces es bueno recordárselo". Perderla, eso sería doloroso, lo volvería débil y tonto, y eso es lo que menos necesitaba ahora. Necesitaba ser fuerte y tener todas las agallas posible para enfrentar lo que estaba viniendo, y no solo se refería a Voldemort y su guerra, sino a la inconveniente muerte de ese bastardo que se hacía llamar su padre.
El maldito lo había hecho, había cumplido su promesa justo al día anterior de su cumpleaños número dieciocho, justo cuando la maldita cláusula de matrimonio comenzaba a hacer efecto. Malditas todas las reglas de su familia, y malditos sus antepasados.
¿Qué debía hacer ahora? ¿Decírselo? No, la pondría en una situación muy incómoda. Pero entonces, ¿qué más podía hacer? Los abogados no daban opciones posibles, y Severus tampoco, aunque había prometido estudiar su caso y ver si era posible hacer algo al respecto.
Pero viéndolo del lado positivo, al menos ya había roto el compromiso que lo unía a Pansy Parkinson. Gracias a Merlín no debía casarse con ella. Todavía recordaba el día de su compromiso, tenía solo diez años, y en un principio esperaban comprometerlo con su hermanita menor que solo tenía cuatro años, le dio horror de solo imaginarlo... pero finalmente acabó comprometido con Pansy que tenía su misma edad, aunque aparentaba el intelecto de una persona varios años menor y muy estúpida.
Siempre había visto la opción de casarse como algo tan inevitablemente molesto, tener que soportar a Pansy o cualquier otra esposa elegida por su familia "hasta que la muerte los separe" era una opción tan poco tentadora que esperaba morir joven. Pero ahora, las viejas opciones de deshilachaban y aparecían nuevas, mucho muy interesantes y hasta emocionantes.... No, no debía emocionarse, no debía hacerlo.
Continuó mirándola, era muy frustrante estar ahí sin hacer nada, sin besarla ni tocarla. ¿Pero en qué estaba pensando? Debía controlarse, debía cumplir la única promesa hecha a la familia de la chica. Si ella estaba allí con él era solo y gracias a esa estúpida promesa de "no tocarle ni un pelo" a su preciosa novia... sabía que iba a ser difícil, pero descubrió que era mucho más que eso, era tortuoso, casi imposible. Pero recordaba bien las palabras intercambiadas con Dumbledore el día de Navidad, se habían prometido algo. Dumbledore le había prometido que Ginny se quedaría con él, pero a cambio tuvo que prometer que él no haría nada con ella... ¿qué clase de absurda condición era esa? ¿Y si era ella quién quería acostarse con él? Y no era inverosímil, porque ella ya había manifestado esa inquietud, ¿entonces qué en ese caso? ¿Estaba autorizado a romper dicha promesa?
Acarició su suave mejilla, tenía tantas cosas que decirle, pero no quería alarmarla. Quería que continuara tan ausente a todo lo que sucedía afuera de su mundo como hasta ahora, así al menos ella estaría feliz. Pero no se sentía bien al ocultarle cosas que a ella también le concernían. Suspiró sonoramente, tenía un tremendo agotamiento mental.
Guiada de vuelta de país de los sueños por una caricia, Ginny comenzó a despertarse. Abrió los ojos y sintió una agradable sorpresa al verlo junto a ella y percatarse que esa caricia era suya.
- Perdón, no quería despertarte.
- ¿Qué hora es? ¿Es muy tarde?- preguntó con voz ligeramente ronca. Draco negó con la cabeza.
- No tanto.- sonrió- Es... estoy muy feliz de que estés aquí conmigo hoy.- aseveró con tranquilidad. Ginny pareció caer en cuenta de algo enseguida.
- Casi lo olvidó, ¡Feliz cumpleaños!- lo abrazó y besó varias partes de su rostro con alegría inagotable.- Ah... pero no te tengo un regalo, bueno... con todo lo que ha pasado.- se excusó apenada, ahora al ver su rostro reaccionar se admitió a sí misma que la muerte de Lucius Malfoy no había sido un sueño, realmente había sucedido.
- Ya te lo dije,- replicó- me encanta tenerte aquí conmigo y ese es el mejor regalo que pudieras hacerme.
Ginny se ruborizó ante la confesión, sin atreverse a continuarle la mirada solo atinó a quedarse cabizbaja y sonriente mientras él la llenaba de esporádicos besos en los labios.
- ¿Quieres decirme algo?- inquirió la pelirroja, él estaba muy cariñoso y generalmente estaba así cuando necesitaba fuerzas suficientes para decirle o hacer algo.
Draco se separó sorprendido por la capacidad intuitiva de Ginny.
- Ah... sí, tienes que saber que esta noche habrá una reunión en la casa... es sólo una aburrida cena.
- ¿Por tu cumpleaños?
- Entre otras razones, sí- admitió- y algunos amigos de la familia vendrán, no muchos realmente...
- ¿Así que una fiesta, eh?
- No lo creo, es más bien una reunión. Pero será mejor que no te muestres en toda la noche, no sería seguro porque... digamos que estos amigos... bueno...
- ¿Son mortífagos?- contestó tranquilamente.
- De hecho, sí... algunos, no todos.
- Lo sé, lo sé, no me apareceré en toda la noche, lo juro.-Draco se puso de pie, en aparente plan de marcharse.
- Me alegra que entendieras.
- Sólo que...
- ¿Sólo que qué?- preguntó extrañado.
- Eso no era lo que quería saber precisamente... sino lo de tu padre... ¿cómo te fue con eso?
Maldición, ella era más perspicaz que una maldita adivina. Pero se leía sincera preocupación e interés en sus ojos, se merecía saber lo que pasaba, aunque estaría bien si omitía ciertos detalles. Volvió a sentarse en la cama.
- Salí impune, mi padre tenía más amistades en el ministerio de lo que pensé, aunque creo que principalmente fue gracias a Dumbledore. Ahora que está muerto por fin dejarán de acosarme como antes. Eso por un lado, por otro... como ya sabrás soy el único Malfoy legítimo con vida.- explicó con paciencia y Ginny recibía con fascinación cada palabra.
- ¿Qué quiere decir legítimo?- interrumpió.
- Estoy seguro de que deben haber más de un hijo bastardo de mi padre o abuelo por ahí, no fueron precisamente unos santos.- Ginny parecía pasmada, tan poco acostumbrada a declaraciones como esas.
- Oh... ya veo.
- De modo que fui a hablar con los consejeros y abogados de mi padre para encontrarme conque no puedo recibir más que el 20% de los ingresos que los negocios de mi familia aporten a esta casa solo porque debo cumplir con una maldita cláusula que es efectiva a partir de la mayoría de edad, o sea el día de mi cumpleaños número dieciocho.
- ¿Dieciocho? Pensé que la mayoría de edad era a los diecisiete.
- Seguro, pero esa ley del ministerio es muy nueva, mis ancestros impusieron las leyes de herencia hace mucho tiempo, todavía la mayoría de edad sigue siendo a los dieciocho como hace años.
- Esas leyes de herencia que dices, parecen todo un problema. ¿No puedes cambiarlas ahora que eres el único miembro de la familia "legítimo"?
- Puedo- convino- pero sólo cuando prueben que soy realmente el heredero, y eso será cuando pase todas las reglas de herencia. No son sencillas, están hechas particularmente complicadas de modo que si un hijo bastardo llegara a presentarse para querer heredar algo que teóricamente le pertenece, no tenga oportunidad de triunfar.
- Y esta cláusula, ¿dijiste que tu padre la puso?- Draco asintió.
- Y solo él es capaz de quitarla, por eso se quitó la vida. Para que esa cláusula fuera inquebrantable... ese maldito...- sus puños volvían a tensarse, como si quiera golpear algo ahí mismo.
- Todo va a estar bien, por el momento- sonrió- disfruta tu cumpleaños.
* * *
- ¿Se ve muy apuesto, no?- comentó Felda con una risita socarrona.
- Siempre lo ha sido.- contestó Ginny como hipnotizada, la mujer mayor festejó con una risa más abierta. Al darse cuenta de lo que había dicho, Ginny también rió.
No podía ir a la "fiesta", bien, eso lo tenía muy claro, pero de ninguna manera iba a evitar querer curiosear a escondidas... era demasiado tentador. Ahora los invitados recién llegados estaban en la sala, de modo que le era posible espiar desde la puerta entreabierta de la cocina. Pero la noche avanzaba, y la cena ya casi estaba lista según la misma Felda se lo dijo. No tardarían en pasar al comedor principal, donde no conocía un lugar para poder inmiscuirse libremente sin ser notada. De modo que solo podía conformarse con ver llegar a los invitados. No conocía a nadie, no esperaba realmente hacerlo, todos, o mejor dicho la mayoría, eran sujetos de avanzada edad que llegaban acompañados de sus elegantes esposas.
- Es más gente de la que me imaginaba, Draco dijo que solo eran unas cuantas pero ya han llegado bastantes.
- Bueno, son muy pocas teniendo en cuenta la cantidad de personas invitadas a las celebraciones de Navidad y de Año Nuevo que se solían organizar en la mansión. - atribuyó el ama de llaves, inspeccionando que la cena fuera correctamente preparada y servida por los elfos domésticos que se movían de un lado a otro trabajando en la ciclópea cocina de piedra.
- ¿Fiestas? - preguntó volviendo la cabeza hacia Felda con el ceno fruncido.
- Es una especie de tradición comenzada por Estrude, la abuela de Draco, y seguida con entusiasmo por Narcisa. Sabes- contó con indiscreción- era una mujer sin muchas obligaciones, y con su único hijo tan poco dependiente de ella... solo ansiaba esperar las festividades para realizar sus fiestas que eran organizadas con muchos meses de anticipación.
- De modo... ¿Draco siempre volvía a casa para las fiestas, no?
- Tenía que, era una de sus obligaciones. No creo que él las disfrutara mucho, siempre que volvía a casa no sabía esperar la hora de regresar al colegio.
Se detuvo a mirar a Ginny con una sonrisa conspiradora.
- Esta noche estás particularmente bonita, ese vestido, el peinado.... ¿qué tramas muchachita?
- ¿Uh?- la sacó de sus pensamientos con rudeza- ¿A qué te refieres? Estoy igual que siempre... este no es un vestido, tan solo es una solera que compré antes de navidad que no había tenido oportunidad de estrenar... es muy estilo chemise, muy corriente.- se burló.- Como exageras...
Quizás Felda exageraba, o quizás Ginny también lo hacía, solo que ese color azul claro, y la forma en la que gracias a los botones traseros ubicados sobre la espalda, la solera se ajustaba a su forma realzándola. No esperaba que él notara la diferencia, con tanta agitación por la fiesta, y su cabello... tan solo lo traía suelto (cosa que no había hecho desde hacía medio año), se sorprendió al ver cuán largo había crecido ahora, cerca sus codos, tampoco esperaba que fuese notado. Pero era su cumpleaños, al menos quería verse distinta, un poco especial.
- Voy a ver quién más ha llegado.- convino la pelirroja. Curioseó a través de la puerta entreabierta. Ahí estaba él, tan prolijo y elegante como siempre lo había sido, esta noche particularmente más honorable. Tenía túnica y capa de un color azul rey, acompañada por hebillas y pequeñas ornamentaciones de plata brillante, de un gris casi tan penetrante como el de sus ojos.
Saludaba a los recién llegados, con una sonrisa cínica, Ginny lo sabía porque lo había visto numerosas veces reírse en verdad como para hacer la distinción. Daba igual, los invitados también se veían de los más cínicos... gracias a Merlín que no debía estar en esa fiesta porque de otro modo habría estado de lo más incómoda con solo respirar el mismo oxígeno que esas personas.
Los recién llegados eran un hombre bajo y retacón, de cejas bien pobladas y rasgos fuertes, tenía una barba perfectamente recortada. Venía acompañado por una mujer delgada y un par de centímetros más alta que él, tenía los ojos críticos y el cabello castaño sostenido en un rodete muy ajustado. Draco los saludó como a los demás, el hombre fue muy caluroso, le dio la mano y un abrazo mientras que la mujer solo asintió con la cabeza.
- Llegó un hombre, bajo, de barba...- informó Ginny sin dejar de ver.
- Ese debe ser Edmund Cynric, era muy amigo de su abuelo... ¿quién lo acompaña?- preguntó interesada.
- Una mujer, paliducha, delgada, desagradablemente presuntuosa... no sé... ¿quién es, su hija?
Felda lanzó una risa lánguida al oírla.
- Su cuarta esposa querida, ¿es tan joven?
- Podría ser mi madre pero a la par del viejo parece muy joven.- se burló y ambas empezaron a reír.
- ¿Alguien más llegó?
- Sí... una pareja joven... no veo sus rostros... ah... ya, es un muchacho alto y muy serio... tiene el cabello negro y es un poco atractivo... no sé quién sea. Oh! Draco y él se saludan muy amistosamente, incluso ellos sonríen y parecen sinceros... ¿tienes ideas de quién sea Felda? Se ve un poco mayor que Draco.- se volteó para ver a la mujer, que en ese momento regañaba a uno de los elfos por la forma inadecuada de doblar las servilletas, haciéndolo a un lado y tomando ella su lugar.
- ¿Eh? ¿Un hombre joven dices?- Ginny asintió.- ¿Será Bryght Warrington?
- ¿Bryght Warrington? No sé quién sea...-se frotó la barbilla en un acto inconsciente por tratar de hacer memoria.- Su apellido me... ¡Ah! Claro- dio una palmada suave sobre su cabeza- El antiguo cazador de Slytherin tenía ese apellido... aunque no recuerdo que fuese él, ni siquiera el parecido...
- Bruce Warrington es el nombre del hermano menor de Bryght, y estaba en el equipo con Draco aunque no recuerdo que fuesen amigos. Bryght es mucho mayor que ustedes niña, ya debe estar rondado los 23 o 24 años... cuando Draco entró a Hogwarts Bryht estaba en el último año. No es de tu generación. Es extraño que Draco no te hablara de él, siempre fueron amigos, quizás el hermano que sus padres nunca le dieron.
- ¿¿Tan así?? El nunca me habló de eso...- contestó con un hilo de voz. Tan pronto volvió la vista hacia la sala, se encontró con una persona que quizás figurara entre las últimas que ella pensaba en encontrarse en la mansión Malfoy. Al fin una cara conocida. Se le atoró la voz... - ¡Felda! La acompañante de Bryght Warrington, la conozco, está en mi curso pero va en Slytherin, Felda ella es Chritina Mannerly!!! ¡Ven a ver!
La vieja mujer fue hasta la puerta, donde Ginny le hizo un lugar para que pudiera espiar con ella.
- ¿Ves? Es esa chica de cabello castaño, la de pecas... ¿la ves?
- Sí, sí la veo, sé quién es... pero nunca la había visto por aquí. ¿Será...? No... no creo.
- ¿Qué cosa? ¿Qué será?- interrogó impaciente de saber qué estaba sucediendo.
- Tan solo me pareció joven para ser la esposa de Bryght... aunque si tu no sabes nada y dices que es tu amiga...
- No precisamente... hemos intercambiado palabras pero nunca confiado GRANDES secretos. ¿Dices que está casada?
Felda volvió a su tarea de doblar servilletas a lo que Ginny seguía sin poder dejar de ver a la joven pareja. Hacían una linda pareja, y ella no se veía triste y melancólica como en Hogwarts. Todo lo contrario, Ginny la veía conversar con Draco y su supuesto esposo. Se reía relajada. Además, estaba totalmente cambiada. Su cabello, lo había cortado de modo que parecía mayor, y estaba muy bien maquillada. Nadie creería que solo tenía dieciséis años al verla.
En ese instante, la vio fijar su vista en dirección a ella. Draco también lo hacía pero con más disimulo. ¿Estaría viendo hacia ella realmente? ¿Acaso hablaban de ella? Pero no tardó en cambiar la mirada y volver hacia Bryght para hablar con él.
Otro nuevo invitado llegó, y por el alboroto era uno importante. Ginny vio excusarse a Draco para recibir al... a la invitada?? Sí, era una mujer... una muchacha, muy joven, preciosa, de ojos verdes y cabello tan claro como el del mismo Draco Malfoy. ¿Serían familia? Draco la saludó con cierta distancia, pero ella le sonreía amplia y seductoramente. Incluso la vio guiñarle un ojo... ¡¡Qué se suponía que estaba ocurriendo!! ¡¡Esa viborita estaba coqueteando con SU novio!!
- ¡¡Felddaaa!!- gimió con nerviosismo.- ¿Felda quién es la tipa esa?
Felda volvió a dirigirse hacia la puerta para ficharla.
- Oh..- su gesto de estupefacción no hacía más que empeorar a la pelirroja- ¿Qué hace ella aquí? Se supone que... a menos que haya venido en representación de su madre.
- ¡Felda deja de sacar tus propias conclusiones y dime quién es ella!
- Rosaline D´Eon, prima segunda de Draco.- explicó serenamente.
- ¿Es alguien de quién debo preocuparme?
Felda la miró a los ojos, ya le había dicho todo, esa Rosaline no era de confiar.
- Draco no la soporta, no debe estar muy feliz de que ella esté aquí.
Pues no lo parecía, él la saludaba con indiferencia sí, pero no parecía desagradarle del todo su presencia. Por primera vez en toda su vida Ginny sintió una sensación que le subía por la garganta, le punzaba en el pecho y le provocaba apretar con fuerza la mandíbula y los nudillos: por primera vez Ginny sentía los verdaderos celos.
- Felda, tiene que haber una forma de que yo pueda ver esa cena sin ser notada.- reclamó con decisión.
- La hay... aunque puede ser riesgosa.- advirtió con la misma decisión reflejada en sus ojos.
- Vale la pena.- Felda asintió, gustosa de oír eso.
* * *
Rosaline D´Eon fue la última invitada en llegar, minutos antes de que todos pasaran al comedor y se sirviera la mesa. No sabía mucho de ella, tan solo lo que Felda había logrado contarle mientras iban rumbo al primer piso, donde al parecer estaba escondido el "modo" de ver la cena sin ser notadas.
Según el ama de llaves de la mansión, Rosaline solía pasar los veranos en Wiltshire con Draco desde que eran niños. Tenía solo quince años, y asistía a Beauxbatons.
- ¿Por qué no Hogwarts?- doblaron a la izquierda, y Felda no le respondió hasta que ambas hubieron entrado.
- Ella protestó mucho, hubo gran alboroto por eso.
El cuarto en sí era pequeño, con unos pocos muebles viejos y papeles amarillentos y llenos de polvo dando vuelta. En una de las esquinas había una sábana que en un mejor estado sería blanca, que Felda corrió revelando un espejo enterizo oval que no llamó particular atención de Ginny.
- ¿Y ahora qué?- preguntó.
- Revela comedor principal.- oró con voz potente. Enseguida la cara del espejo comenzó a aguarse y a girar como si alguien revolviera una especie de sopa. La imagen de volvió clara, mostrando desde una perspectiva muy cercana el comedor, con su larga mesa donde ya estaban ubicados todos los invitados. Felda sonrió satisfecha limpiándose la manos.
- Conozco estos... ¿pueden mostrar cualquier parte de la casa, verdad?- la mujer asintió.
- Siempre ha estado aquí, incluso antes de que yo llegara.
Tomaron dos sillas prestadas y se sentaron para ver y oír detalladamente lo que estaba sucediéndose en ese mismo instante.
En la cabecera podían ver sentado a Edmund Cynric, el hombre más viejo de la reunión, a su derecha estaba Draco, a su izquierda su extraña esposa. Junto a dicha mujer estaba Bryght Warrington con Christina a su lado. Y para desagrado total de Ginny, Rosaline estaba peligrosamente ubicada junto a Draco.
- ¿Por qué ella no pudo entrar a Hogwarts?- quiso saber Ginny, sin dejar de hacer un minucioso estudio de cada movimiento y mirada de la preciosa rubia.
- Bueno, ella siempre fue apegada a su primo...- recalcó con sutileza- por lo que imaginarás que quería entrar al mismo colegio que Draco. Pero como él estaría en Dumstrang... y al ser un colegio solo de hombres, Rosaline tuvo que conformarse con ir a Beauxbatons. No fue hasta que fue muy tarde que se enteró donde realmente había entrado su primo. Hizo gran alboroto, hizo mover cielo y tierra con sus gritos de protesta, es una niña caprichosa. Y puede que la veas como a una muchacha hermosa ahora, pero ella es y será siempre solo eso, una niña.
Aún así eso no mermaba los celos que afligían su pecho. Se hizo silencio, para alcanzar la charla sostenida entre las otras personas.
- Draco, primo, lamento lo de la muerte de tu padre.- Ginny escuchó comentar a un muchacho sentado junto a Rosaline. Tenía el cabello negro y lacio cayéndole sobre los ojos, escondidos tras unos anteojos. Llevaba una sonrisa confiada que a Ginny no le agradó en lo absoluto, menos aún la forma fría en que hizo el comentario.
Draco solo asintió con la cabeza.
- La muerte de tío Lucius, según me dijeron, fue algo extraña... ¿podrías explicarme con fue?- pidió el mismo muchacho. Draco no mostró exaltación, aunque sin duda se trataba de un tema del cual no prefería hacer referencia. Pero Bryght parecía enojado, estudiando con desagrado al joven de lentes.
- Bey Woodham, no es un tema que debas tratar en la mesa.- objetó Cynric, al parecer Bryght no era el único que lo encontraba desagradable. Bey lanzó una sonrisa complaciente y volvió a su comida.
- Es una pena, no debe ser fácil para ti festejar así tu cumpleaños querido Draco.- Rosaline usaba una voz tan fingidamente inofensiva que dio nauseas a la pelirroja.
- Dieciocho años, te haz convertido en un hombre en un abrir y cerrar de los ojos de este viejo.- dijo Cynric. Bryght también convino eso.- Sinceramente, esperaba llegar y verte con una prometida. Pero al parecer eres igual que tu padre, él tampoco se casó enseguida, decidió dedicarse a los asuntos de trabajo que encontraba más relevantes.
Draco no se veía muy a gusto al ser comparado de alguna forma a la figura de su padre. Sencillamente él no se sentía honrado con eso, sino todo lo contrario. Le gustaba pensar que era un hombre muy diferente a su padre.
- Tampoco veo que tengas una esposa Bey.- replicó Bryght, tomando venganza por el anterior comentario.
- ¡Y no debería atreverse!- protestó Cynric- Ni siquiera tiene propiedades para heredar más que ese rancho americano que su madre le dejó. Ninguna familia respetable dejaría a sus hijas o hermanas casarse con un hombre sin herencia como él.
Ginny observó a Bey sonrojarse furiosamente. El no dijo nada, pero tanto Draco como Bryght intercambiaron sonrisas cómplices.
- Sin embargo, les recuerdo que Draco Malfoy no es aún propietario de la herencia... según me han dicho por ahí, todavía hay cláusulas que no te permiten heredar como es debido. No me sorprende que Wally Parkinson haya roto el compromiso de matrimonio que tenías con su hija mayor.
Draco le mandó a Bey una mirada asesina.
- ¿Es eso cierto Draco? ¿Estás teniendo algunas dificultades? Deberías haberme pedido ayuda, o a tu abuelo Marcus, sabes que él entiende de estas cosas.
- No es un problema importante, no tardaré en encontrar la solución. Aún así gracias por tu ofrecimiento, lo tendré en cuenta para otra ocasión si me lo permites.
- Por favor.
- Y, con respecto a los rumores que hayas oído Woodham, yo fui quien rompió mi compromiso con Pansy Parkinson. Pero no espero que me creas, si solo te dejas llevar por chismes...
Todos los que estaban a su alrededor comenzaron a reír. Pero Bey lucía tranquilo, demasiado relajado para su gusto.
- En serio... pero claro que te creo, solo que teniendo en cuenta las circunstancias en las que estás primito me resulta extraño...
- ¿A qué te refieres?- interrogó Bryght ceñudo.
- Sé que tienes impuesta una cláusula de matrimonio obligado para heredar, tienes que casarte ya mismo para hacerlo, o de otro modo la herencia pasa a los parientes más cercanos. Que en este caso son tus primos.
El testimonio causó gran revuelo entre los oyentes, todos parecían estupefactos ante tal descubrimiento, incluso Ginny se encontraba anonadada. ¿Era cierto todo eso?
- ¿Yo? Estás diciendo que puede ser una candidata a heredera de la fortuna Malfoy??- preguntó Rosaline con entusiasmo.
- Tu o yo querida, cualquiera de los dos... a menos que nuestro adorado primito sea capaz de encontrar a una mujer que desee casarse con él. No te será difícil supongo... ¿tal vez tu noviecita del colegio? Oí que andabas con varias, pero que al final te decidiste por una, aunque nunca la presentaste formalmente. Esperaba encontrarla aquí el día de hoy pero...- miró de un lado a otro- no la veo.
Ginny se tensó, sabían de ella, estaban hablando de ella. Draco se veía perplejo y Rosaline sencillamente parecía horrorizada.
- ¿Es cierto eso, Draco?- murmuró molesta.
- ¿Y cómo es tu novia Draco? Si no la presentas es porque será fea, o sangre sucia... jaja, eso debe ser...
- ¡Ya guarda silencio Woodham!- protestó Cynric, que hasta entonces había oído todo atentamente. Bey se asustó y paró de reírse.
Ginny no quiso escuchar el resto de la cena, con lo oído ya tenía suficiente. Se puso de pie, dispuesta a salir de la habitación. Cuando lo hizo, Felda la imitó, no sin antes cubrir el espejo nuevamente.
* * *
Bebió un nuevo sorbo de la copa, el líquido espeso y color ámbar se deshizo a través de su garganta. Oyó unas pisadas y supo enseguida quién era sin la necesidad de hacer contacto visual. Unos sonidos suaves y delicados sobre la madera del piso.
Su mirada de deslizó desde una absorta contemplación al licor, a cierta pelirroja de ojos inciertos y figura hermosa. Ginny lo encontró, lo observaba desde el umbral de la puerta enorme que daba entrada a la sala de la mansión de Wiltshire.
Draco estaba sentado en uno de los sillones, con una mirada agotada y perdida, una copa de licor semi vacía en la mano y una botella con más, descansando en una mesita junto al sillón.
La luz era débil, apenas unos rayos lunares porque él no se había molestado en encender ninguna otra. Draco encontró su mirada, ¿qué hacía ella ahí? No podía librarse de ella ni un maldito segundo... ¿por qué tenía que hacérselo más difícil? Esa noche más que nunca tenía la necesidad de estar con ella, la amaba, pero sobre todo la deseaba, sin embargo estaba esa promesa maldita hecha a su familia..
Además sabía que ella estaba enterada de aquel problema que no dejaba de atormentarlo. Justamente esa noche, no quería discutirlo con ella, por eso mismo no había regresado a su habitación.
- Draco... ¿podemos hablar?- le preguntó con una voz tan suave como su aspecto mismo.
- Claro- respondió, tratando de sonar normal. Pero su voz se arrastraba a causa del alcohol.
Maldición... ella comenzó a acercársele hasta quedar de pie a corta distancia suya. Estaba seria, con todo ese cabello rojo suelto, tan largo como nunca lo había visto. Vestida en su ropa de dormir, ese camisón tan corto e infantil que se le antojaba demasiado sexy, dejando desnudas sus largas y perfectas piernas. Apartó la mirada, depositándola lejos de Ginny.
- Yo escuché todo lo que hablaron en la cena- confesó.
- Lo sé- respondió despreocupadamente. Con la actitud de desenfrenada curiosidad que Felda poseía eso no le parecía increíble de ningún modo.
Silencio, sentía la mirada de ojos confundidos que le profesaba ella, no la miraría, no la miraría... con tal cercanía ya podía hasta sentir su aroma. Bebió un trago más, para apartar esa sensación en la amargura del líquido. ¿Qué se suponía que debía decirle? ¿Qué debía hacer, mejor dicho? Quizás hacerse el mártir del amor y prometerle que viviría en la pobreza solo por no engañarla. O tal ves decirle que buscaría alguien más para casarse sólo para heredar. De cualquiera de las dos formas, él se sentiría insatisfecho. ¿De qué le serviría quedarse con ella cuando no podía ofrecerle nada?
- Era eso- continuó Ginny, arrodillándose en el piso, sin perder nunca él contacto visual con él.
¿Eso? ¿De qué estaba hablando ella?
- ¿Qué cosa era "eso"?- preguntó, confundido.
- Lo que querías decirme ayer, en el herbario, incluso esta mañana cuando acudiste a mi habitación. Buscabas decirme eso, ¿o me equivoco?
Draco apartó la mirada, sin decir nada.
- No- sonrió la pelirroja-. No me equivoco.
- ¿Entonces qué quieres?- inquirió con brusquedad, volviendo a clavar su fría mirada en los ojos castaños de la chica.
- ¿Yo? ¿Por qué habría de querer algo más de todo lo que ya me haz dado?
-Porque últimamente todos quieren algo de mí...
- Al contrario, no vine a pedirte nada- tomó una de sus manos y la presionó levemente-, vine a ofrecerte algo.
- ¿A ofrecerme?- espetó Draco, con incredulidad.
- Mi ayuda, porque si me la pides sabes que voy a dártela. Me haz ayudado mucho, por eso te debo demasiado.
- No quiero...-denegó, con apagada- No hagas nada porque te sientes en deuda conmigo, no me debes nada.
- Lo haría porque te amo.
- Son muchas las consecuencias.
- ¿No es hora de que yo también tome alguna?
- Te vas a arrepentir.
- Lo dudo, pero quiero intentarlo.
- No... yo... yo te... quiero demasiado como para pedírtelo, soy un Malfoy, voy a hacerte sufrir... a la larga vas a decepcionarte de mi... créeme.
Le decía todo esto sin poder mirarla, pero acabó por hacerlo cuando ella se echó a reír.
- ¿Decepcionarme? ¡Si ya me haz dado a conocer tu peor parte! ¿Recuerdas, todos los años que hiciste mi vida escolar un infierno? No sé si puedas hacer algo más que sea capaz de superar a todo eso.
- Gin... no.
- Entonces no quieres, bueno, mañana mismo vuelvo a mi casa para que te sea más sencillo la búsqueda de tu prometida- se puso de pie, dándole la espalda, pero antes de dar un paso más, se sintió jalada hacia atrás. Cayendo sentada sobre el regazo de Draco.
- No quiero a ninguna otra - indicó, con algo de timidez casi infantil en su hablar.
- Pero tampoco me quieres a mí, ¿cierto?
- Falso.
- ¿Entonces...?- lo impulsó para que siguiera.
- Quédate y cásate conmigo.
La pelirroja sonrió ampliamente, y le dio un beso en los labios.
- ¿Ves? No era tan difícil.
- Estás loca.
Y la acercó más a él, para poder besarla. ¿Ella había aceptado? ¿Él había desistido sólo por ella? ¡Por qué todo había sido tan fácil! No podía caer en conciencia de lo que estaba pasando. ¿Ellos estaban... comprometidos? ¿Así nada más?
Draco se separó para mirarla otra vez, tan radiante de alegría, ¿por él? ¿porque iban a casarse? Todavía no podía creer que eso le pasara a él, que siempre había visto al matrimonio como una especie de muerte prematura.
- No es tan fácil tampoco, todavía eres menor de edad y necesitamos el permiso de tus padres, y no creo que ellos te lo den.
- Uhm...- lo meditó ella, con el ceño fruncido- Pero cumplo la mayoría de edad en un mes y medio, si pudiéramos esperar para entonces no habría problema.
- ¿Serías capaz de soportar absolutamente todo?
- Todo y más.
Draco le sonrió, sinceramente aliviado y feliz, antes de volver a besarla.
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N/A: Sí... se van a casar... que cosas... esa Ginny suertuda, ya me gustaría atrapar a un bombón como ese. Atino a que este fic tiene dos capítulos más y ya me dedico a vacacionar.... besos, escriban para decirme si les gustó o qué.
