Capítulo Siete: "Nos casamos, ¿y ahora...?"
La puerta de su habitación se abrió, ¿quién era ahora? ¡¿Acaso no podían dejarla en paz ese maldito día al menos?! Había exigido que la dejaran sola aunque sea por un par de horas, pero nunca dejaban de molestarla. Que si es la ropa, o la comida, los papeles para firmar, no dejaban de necesitarla nunca.
Al levantar la vista lo encontró sonriendo con expresión divertida.
- ¿¿Qué??- soltó, con bronca. Draco se echó a reír de la forma en la que ella se encontraba. Sentada sobre la cama, con la cabeza gacha y perdida entre sus dos manos, sus ojos asustados, llenos de ira.
- Me dicen que estás histérica- comentó, sin dejar que el humor se desvaneciera.
- ¡Y cómo no estarlo! Nunca en mi vida estuve tan estresada como en estas dos semanas. ¡Nunca! ¿Me oíste? En mis diecisiete años...
- Por cierto, feliz cumpleaños.
- Gracias...- contestó, disminuyendo su ira.
- ¿Por qué maltratas a los sirvientes? ¿Se te estará subiendo el apellido Malfoy a la cabeza?
- ¡No! ¡¡¡Pero no me dejan en paz!!! O los amenazaba o no me dejan hacer nada por mi misma. Me acosan con detalles de la fiesta que me importan un bledo, y tu abogado me dejó los papeles. Si vienes por ellos están arriba de esa cómoda.
Draco asintió agradecido, y se dirigió hasta la misma para tomarlos.
- ¿Qué se supone que son?- preguntó Ginny, derrumbándose sobre la cama.
- El papel que nos casa legalmente- explicó tranquilamente, sacando una pluma de su bolsillo y adjuntando su firma junto a la de Virginia.
- ¿Qué? Eso quiere decir que... - advirtió, incorporándose inmediatamente, con la cara ensombrecida.
- Sí, que ya eres Virginia Malfoy, legalmente claro. ¿Asustada?- preguntó, divertido por la expresión en el rostro de Ginny- Te dije que te arrepentirías, leo en su cara que ya quieres divorciarte de mí.
- ¡No! No es eso... solo que... me resulta tan extraño todo esto.
- ¿Estás feliz?- interrogó, seriamente.
- Mucho.
- ¿Entonces qué más importa?
El buen humor de Draco, su sonrisa tan sincera, llegó a tranquilizarla de sobremanera. Ella también le sonrió y saltó de la cama hasta él, colgándose de su esposo.
- ¡Estamos casados! ¿Puedes creerlo?- lo abrazó fuertemente, llena de emoción.
- Dudo que pueda asimilar todo lo que ha pasado desde el comienzo del día hasta mañana a la mañana...- le murmuró al oído, besándole la mejilla consecutivas veces.
- Cuando amanezcamos juntos... - agregó de la misma manera, Ginny.
- Por Merlín Ginny tus hormonas son más inquietas incluso que las mías, ¡Y eso qué soy hombre!- se burló.
- Soy virgen, tengo diecisiete años y un esposo que está muy bueno, ¿puedes culparme?
- Es verdad, quién puede culparte cuando se tiene en cuenta que soy yo tu esposo...
- Nah... que no se te suba a la cabeza Malfoy.
- ¡Pero si eres tú la que empiezas!
Ginny hizo un puchero infantil, y éste le guiñó un ojo como respuesta.
- No te preocupes- la besó en los labios- ya no hay promesa a la cual faltar- musitó para él mismo, pero aún así fue escuchado.
- ¿Promesa?- rompió el beso- ¿Cuál promesa?
- ¿Promesa dije?- se sorprendió al delatarse- No... no lo hice- Ginny frunció el ceño-. ¿Eso que está en la cama es tu vestido?
Ignorando el evidente cambio abrupto de tema, Ginny volvió al suelo y le mostró el vestido. Uno precioso, blanco y con unos detalles en azul cielo y plateado.
- Quedó bien- convino- se te verá estupendo.
- Más vale, después de que me fastidiaron tanto con las medidas y los detalles que tuvieron que cambiar porque no me gustaban...
- ¿Ya estás más relajada? Tengo que ir a entregar estos papeles.
- Más o menos... no es fácil, discúlpame no poder tener tu tranquilidad, pero esta es la primera vez que me caso, aparezco en una fiesta llena de personas a las que les caigo mal en mi cumpleaños. Perdón si estoy tan nerviosa- manifestó con un limpio sarcásmo.
- Ante cualquier signo de debilidad te matan. ¿Me entendiste? Sólo que no olvides sonreír, una sonrisa intimidante a veces ayuda. Ya sabes cuales son supongo, te la he mostrado un par de veces en Hogwarts.
- Ni que me lo digas, me la conozco de memoria- Draco le sonrió complacido.
- Me lo imaginaba, ya me voy. ¡Ah!- se volvió antes de salir por la puerta- Christina te manda saludos, está ansiosa por hablar contigo esta noche. No tenía idea de que fueran tan amigas- confesó el rubio.
- Muy buenas, ahora, mi única aliada. Yo también estoy ansiosa de verla.
- Puedes confiar en ella, una de las pocas personas en las que sí puedes - y se fue.
Ginny se tumbó en la cama una vez más, dormir, dormir estaría bien. La puerta se abrió y Felda dejó entrar a varias sirvientas más, unos ayudantes que sólo contrataban periódicamente, cuando Narcisa organizaba sus fiestas.
- ¡Noooooooo! - alcanzó su varita, la cual había dejado sobre la cama y se la acomodó en el cuello- Si sólo supiera cómo suicidarme...- sollozó, nerviosa.
* * *
Revoloteaba por toda la habitación, dando vueltas, caminando de un lado a otro sin poder contenerse. Desgastaba la alfombra azul de la habitación de Draco bajo sus pies, él se la había cedido para poder arreglarse antes de la fiesta con mayor comodidad, después de todo, ese cuarto ya no le pertenecía. Ahora ambos pasarían a ocupar la habitación más grande de la casa, alcoba que Ginny no conocía aún.
Ya estaba vestida, maquillada, peinada, habían hecho todo un cambio con ella. Draco no quería que se enterasen que ella sólo tenía diecisiete años cumplidos ese mismo día, por lo que le había pedido a Felda que tratara que Ginny se viera mayor. Los estilistas la habían visitado y pasado toda la tarde con ella, le habían cortado el cabello para comenzar, y ahora lo traía recogido, dejando la nuca despejada, con unas aplicaciones de flores y broches de plata y oro blanco, muy finos. Su vestido tenía decorados muy similares a esos. Además poseía aros, brazaletes y una gargantilla de diseños homólogos.
Respiró hondo, haciendo un repaso mental de todo lo que debía mentir. Había llegado a la mansión Malfoy la semana pasada, esa misma mañana ambos se había casado en una ceremonia donde sólo estuvo presente la familia. Jugaba con su sortija de matrimonio, que ponía y sacaba a casa segundo sólo por jugar.
- Vas a perder tu alianza- la regañó Felda, quien se encontraba sentada con expresión agotada después de haber trabajado todo el día supervisando. Sí, pensó Ginny, ella se quejaba pero Felda se había llevado la peor parte. Supervisar la comida, la limpieza, a sus estilistas, el vestido, todo... se había hecho cargo de todo-. O peor, vas a arruinar tu vestido. ¡Quédate quieta!
- ¡No puedo! - gimió Ginny- Lo voy a arruinar, ya ves que la voy a joder... no sé como hacer esto, me voy a sentir nadando sola en un mar de pirañas. Medio mundo allá abajo me odia Felda.
- No, no te odian... sólo tienen curiosidad por saber quién es la joven esposa del heredero Malfoy, la chiquilla que logró atrapar al más codiciado- expresó la anciana, con una sonrisita.
Ginny contorsionó su rostro en una sonrisa nerviosa que sólo aprisionaba sus ganas de vomitar.
- Pero saben que soy Weasley, saben que soy pobre... - se acercó y apoyó en el tocador, mirando su reflejo en el espejo. La imagen le devolvió una sonrisa de victoria y un "Tu puedes hacerlo" bien bajito- Sé como son, me van a comer viva.
- No si eres fuerte, déjame preguntarte algo señorita Virginia Weasley - su voz se agravó, tornándose potente e intimidante-, ¿Eres una persona fuerte?
"Somos fuertes, tú lo eres", le murmuró su imagen del espejo. Sí, ella se lo había prometido a Draco, qué clase de novia.... o esposa, era si no lo apoyaba en este momento. Sí, se lo había jurado, soportaría todo y más, sólo por verlo feliz.
- Sí, tienes razón. Soy fuerte, soy una Weasley y le prometí a Draco hacer de mi parte- se giró para quedar enfrentada visualmente a Felda-. No le voy a fallar, jamás.
La anciana mujer sonrió complacida y le guiñó un ojo.
- ¿Dónde está él?
- Abajo, se supone que ya debería bajar y ayudarlo a recibir a los invitados. No le dejes la peor parte a él.
- Ssí...- susurró, frotándose ambas manos, comenzaba a enloquecer, pero tenía que hacerle frente a la cuestión. Ahora o nunca.
Alguien golpeó la puerta, provocando que Ginny se sobresaltara.
- ¿Sí? Puede pasar- invitó la mayor.
La puerta se abrió, dejando entrar a una jovencita delgada y pálida, de nariz aguileña y ojos muy pequeños. La sirvienta cerró la puerta tras ella y miró con expresión embelesada la apariencia de la pelirroja.
- ¿Te parece que me veo bien?- consultó la menor de los Weasley.
- Oh, muy bien señorita.... quiero decir señora, ay... es usted tan joven que me confunde... no logro decirle señora...- se rió bajito- Se ve preciosísima, va a encantar a todos allí abajo.
Ginny le sonrió agradecida por el apoyo moral tan necesitado.
- Gracias, necesitaba oírlo.
- ¿Qué venías a decirnos, Agatha?- intervino Felda.
- Ah- se despabiló la sirvienta-. Sí, el joven señor Malfoy dice que es hora de que baje la señorita... señora- repuso inmediatamente- su esposa.
- Bien- asintió-, dile que la señorita bajara en un minuto.
- Claro, ya me voy a... hacer mis cosas- continuaba con la vista pegada en el deslumbrante ejemplar textil que poseía la actual señora Malfoy-. Suerte, señora, le deseo la mejor suerte, va a deslumbrarlos.... a todos...
Y se fue.
- Que amable...
- Esa niña, campesinas... se impresionan fácilmente, no te dejes llevar- Ginny sentía como que el valor recientemente adquirido se esparcía como humo hasta abandonarla-. Pero te ves encantadora.
- ¿Muy mayor?
- Una joven.
- ¿Que tanto?- cuestionó.
- Dos... quizás con suerte tres años más.
- Veinte... nada mal entonces- sonrió confiada-. Es hora ya- caminó decidida hasta la puerta, pero antes de abrirla se volvió hacia Felda con una mirada suplicante- ¿Tengo que ir yo sola?
- Eso me temo.
Ginny asintió silenciosamente, resignada, abrió la puerta y comenzó su difícil trayecto. No vomitar... no vomitar... no vomitar... mirada dura, altiva, ser fuerte, no dejarse avasallar, fuerte, una Weasley... una Malfoy... llevar el orgullo de ambas familias... respiró profundamente antes de empezar a bajar las escaleras.
Previamente a su llegada al primer piso, ya pudo oír la música suave sonar desde la sala. Unos escalones más, descubrió la sala llena de invitados (más incluso que la última vez) y a un soberbio Draco, de pie junto a las escaleras, entablando diálogo con una pareja de edad media. Por fortuna, él se percató rápidamente de su presencia antes de poner un pie en la sala.
Lo vio sorprenderse, contemplar absorto su imagen, quizás no era mentira que ella se veía bien. Pero él, él se veía formidable. Tan apuesto, varonil, con su vestimenta soléenme. Estaba vestido con su color favorito, un negro que no se veía tan tétrico, sino más bien elegante con todos los broches de plata que lo adornaban.
Intuyó que ya había llamado la atención de muchas de las otras personas, podía sentir sus miradas, los murmullos, pero no los miraría. Sólo vería a Draco a los ojos, esos preciosos ojos que la habían enamorado. Sólo ellos dos, y nadie más. Cuando estuvo por descender, Malfoy (n/a: uhg... que frío que ha sonado llamarlo así...) la tomó por la cintura, y ayudó a bajar el último escalón.
Ginny le regaló una exigua sonrisa, la que él correspondió con una un poco más natural.
- Oh... Draco, querido...- se acercó una mujer de aspecto decrépito y cabellera sostenida toda en un apretado rodete. Ginny no recordaba haberla visto antes, ni en la anterior fiesta-. De modo que esta... dama- sonó como si se hubiese esforzado en buscar el sustantivo correcto-, es tu prometida.
- Esposa, Madeline, te presento a Virginia Malfoy, mi esposa.
Ante la seriedad y solenmidad con la que Draco pronunció estas palabras, la vieja Madeline exhaló bochornosamente. El brazo se Draco alrededor de su cintura, presionó más fuerte, como recordándole su presencia ahí. Cosa que Ginny agradecía enormemente. Lo sintió como un gesto tan reconfortante y necesario que de haberla soltado, Ginny no habría sido capaz de sostener su peso y sus rodillas hubieran flaqueado sin igual.
- Ella es mi tía segunda, Madeline D´Eon.
Con eso le había dejado claro que se trataba de la madre de esa viborita rubia, la cual seguro que estaba por algún lado. Comprimió una sonrisa educada, pero fría.
- Es un placer conocerla.
- También el mío, discúlpame querida, pero es que no tenía idea de que ya estaban casados.
La mujer se dio vuelta y salió hacia uno de los balcones con relevante velocidad.
- Lo haz hecho bien, sólo mantente así toda la noche y lo habremos logrado, ¿sí?- le dijo Draco.
Ginny asintió, le era imposible hablar con el abominable nudo que tenía en su garganta.
- Otra cosa más- se acercó más a ella para murmurarle al oído-, cuando te he visto bajar por las escaleras me dejaste sin aliento, estás soberbia, bellísima.
Asintió, sin siquiera sonreír, no le dio tiempo a sentirse complacida y ya la estaba conduciendo a otro punto de la sala. Las sensaciones de miles de miradas sobre ella no disminuyeron con los minutos, por lo contrario se hicieron más potentes. Sus pasos iban ganando seguridad, al menos ya podía sentir el piso debajo suyo. Solo esperaba no enredarse y caer, eso sí haría del resto de la noche una pesadilla más traumatizante.
- ¿Adónde me llevas?- cuestionó, con una vocecita asustada. Estaba entrando en pánico, algo que no debía dejar que lo notasen.
- A que te conozcan... te voy a presentar a Edmund Cynric, ya debes saber quién es, y no estés tan nerviosa. Actúa con naturalidad, relájate, nadie va a hacerte daño mientras yo esté contigo.
Al abrirse paso entre la gente, Ginny se encontró visualmente con el caballero llamado Cynric que ya había conocido, junto a su cuarta esposa mucho menor que él. Estaban charlando con un hombre alto y delgado, de cabello negro y rostro malicioso. Claro que sabía que ese era Bey Woodham... tan desagradable como la última vez.
Cynric descubrió la llegada repentina de la joven pareja, pero se detuvo en un estudio visual muy minucioso de la imagen de cierta pelirroja. Igualmente su esposa, y más tarde Bey, quien no había reparado en ellos hasta que se encontró hablando sólo.
El estómago de Ginny dio un vuelco abrupto, pero al menos las ganas de vomitar ya habían desaparecido.
- Oh, pero si aquí está, la mujer de la noche. Estaba muy ansiosa por conocerla Virginia, Draco ya me había hablado de usted pero jamás me dijo que era tan hermosa. Déjeme decirle que la encuentro despampanante... aunque claro, no tanto como mi esposa- reparó Cynric, guiñándole un ojo.
Para su sorpresa misma, se encontró riendo junto a los demás, a excepción de Woodham... quien cauto y silencioso, la observaba expectante.
Ginny comprendió que no podía quedarse en silencio muy tiempo más, debía contestar algo.
- Es un gusto para mí conocerlo, Draco me ha hablado muy bien de usted y créame que nunca ostentaría ser tan bella como su esposa.
Sonrisa cínica hacia la dama, claro que nunca ostentaría ser como ella, no era su tipo de modelo a seguir. Más no le parecía desagradable del todo, al menos le sonrió cortésmente sin parecer una hipócrita.
Draco la miró apremiadoramente, había dado un paso certero. Pero él ya le había advertido que tratara de ser cortés con Cynric y con su esposa. Esperó hacerlo bien, y por la forma en la que él la miró, descubrió que sí lo había hecho.
- Te presento a mi primo, Bey Woodham- expresó Draco, con una peligrosa cordialidad coronada por una mirada fulminante hacia el joven de lentes-. Mi esposa, Virginia, como puedes ver ella existe y no es una mera especulación tuya. Seguramente estás feliz de conocerla finalmente, con anterioridad ya habías manifestado tu curiosidad por ella... primito- censuró.
Bey asintió imperceptiblemente a modo de saludo para Ginny.
- Si me disculpan- se dio la vuelta, perdiéndose entre la figura de algunas otras personas que observaban la charla desde cerca.
Entre aquellas personas, Ginny observó algunas caras conocidas, aparte de unas cuatro personas más, a quienes Ginny no recordaba haber visto antes, encontró dos rostros jóvenes que le otorgaron gran alivio de ver. Brythg Warrington traía una copa en su mano, la cual alzó a modo se saludo dirigido a Draco. Muy junto a él, su esposa, Christina Mannerly, le dio la bienvenida con una sonrisa de sorpresa y gran contento. Ginny pensó, nunca la había visto así de feliz, la había conocido envuelta en un aire melancólico indescifrable y misterioso que en Hogwarts nunca la abandonó. Más ahora, la veía radiante, con una chispa en sus ojos avellana de la cual carecía en el colegio, lo cual acentuaba su muy particular belleza.
Ginny le respondió el gesto con una sonrisa que intentó verse tan alegre como la suya, pero salió cargada de alivio, un sentimiento que después de todo no estaba tan mal. Apenas Draco vio lo que sucedía, la incentivó a acercarse, acompañándola también. Le murmuró al oído que no se dejara intimidar por los extraños.
Cuando ella y Christina estuvieron a una distancia corta, se saludaron con un abrazo que llegó a sorprender a muchos a su alrededor. Incluyendo Brythg.
Nunca fueron las mejores amigas, apenas si se veían en el colegio, pero Ginny no podía olvidar la ayuda y el apoyo dado por Christina, la apreciaba por eso. Además supo mantener su secreto romance, y ahora verla le provocaba sentir que un poco de todo ese apoyo que todos sus familiares y amigos siempre le había dado, regresaba a ella en esta forma tan tímida. Fue un gesto impulsivo, eso no lo negaba, pero Christina lo respondió con igual intensidad.
- Ginny...- le murmuró- Me alegra verte bien.
- A mí también, pensé que no volvería a verte... hasta hace unas semanas...
- ¿Ésta es ella? - oyó a Brythg preguntar a Draco- ¿Ya estás feliz?- interrogó a Christina- Estaba impaciente por verla, más que cualquiera de estas personas aquí presente- anunció, con una pizca de humor que a Ginny le cayó agradable.
- ¿No va a presentármela señor Malfoy?- reprochó una anciana muy vieja, quizás la más vieja y encorvada de toda la fiesta.
- Sí, claro...- contestó. Pero la desconcertante forma en la que su mirada cambió, asustó a Ginny. Ante la relajada expresión apareció una nueva, precavida, como atento a algo malo. Ginny observó hacia el lugar donde Draco estuvo viendo, no encontraba nada preocupante que fuere de su conocimiento...
- Draco, ve a atender ese asunto mientras que yo las presento- pidió Brytgh, al parecer, al tanto de lo que estaba sucediendo.
Draco asintió y se retiró silenciosamente, sin siquiera mirar a Ginny, lo que preocupó más a la pelirroja, que ahora no podía dejar de verse angustiada.
Se deslizó entre la gente, los había visto, podía jurar haberlos visto llegar y entrar como si nada. ¿Qué querían? Esos idiotas, solo complicaban las cosas. Y si Ginny llegaba a verlos... no, ni pensarlo, no necesitaba más tensiones para ella.
Tardó en encontrarlos, pero lo hizo, estaban junto bastante excluidos de la escena, parecían observarlo todo con cuidado. Zabini, Nott, Crabbe y Goyle... ¿qué se suponía que habían llegado a hacer?
Blaise fue el primero en notarlo llegar, con una copa en la mano, la alzó al igual que Brythg lo había hecho segundos atrás, sólo que en una pantomima burda y burlista.
- Draco... amiguito mío, linda fiesta... un poco llena de cadáveres pero linda... - expresó con voz lenta y pesada. Estaba ebrio, encima eso, y su aspecto desaliñado de cabello despeinado y ropas arrugadas no le ayudaban a dar mejor impresión- Al menos el alcohol es bueno... no me quejo, ¿y ustedes?- preguntó a los demás. Los otros sólo sonrieron maliciosamente (aunque el efecto de Crabbe y Goyle era más bien una sonrisa estúpida).
- ¿Qué haces aquí Zabini? Si mal no recuerdo, no te he invitado- dijo con dureza.
- No... es cierto, pero estábamos por el vecindario y decidimos pasar a ver... ya sabes, como que te casas con la Weasley y eso, quería ver si era verdad... ahora ya lo vi.
- Entonces acabó tu misión, ¿no?- proyectó, mofándose- Puedes irte ya.
- Uhm...- lo meditó, dando un nuevo trago a su bebida- La Comadreja está buena... mucho muyyyy buena... jajaa... siempre me tentó saber que tal era, pero no lo hice, que mal ¿no? Y ahora, te me adelantaste... quien lo diría, una Weasley y un Malfoy- comentó con ironía.
- ¿A qué vinieron?- insistió, preguntándole a los otros esta vez.
- Cosa de trabajo... ya sabes... ¿Ey, y qué tal es en la cama? ¿Vale la pena o es una tonta?
Sintió la sangre hervirle bajo la piel, hasta tal punto que irrigaba al cerebro con ideas de cómo matar dolorosamente a Blaise. Metió la mano en su bolsillo para palpar su varita. Sí, un simple Crucio y ya... Pero no, se contuvo, soltó su varita y por en cambio agarró fuertemente a Zabini por el cuello de su camisa.
- Dime a qué viniste o vete de inmediato.
- Cálmate Dragoncito... cálmate... Sólo pase a dar mi bendición a la feliz pareja de parte del señor oscuro, quien por cierto, dice que te va a tener vigilado.
Lo sostuvo con más presión.
- No te miento Dragoncito, pero bueno... son riegos que valen la pena, insisto, la Weasley está buenísima...
Imposible de contenerse más, sacó su varita y la empuñó sobre el cuello de Blaise. Como reflejo, Nott, Crabbe y Goyle también lo hicieron, le apuntaron a Draco.
- Escúchame, no quiero que vuelvas a hablar así de mi esposa, ¿está claro? Te voy a hacer que te arrepientas... lo juro.
- Es una pobretona protectora de muggles... ella te ha cambiado, te has dejado dominar Dragoncito- comentó, en un murmullo grave e intimidante.
- Vete ya mismo...
Lo soltó con brusquedad, y guardó su varita. Blaise se tocó el cuello adolorido, he hizo un gesto de dolor que no despertó ni un sentimiento de remordimiento en Draco Malfoy.
- Por cierto, no he visto a Pansy por aquí... me dijeron que los Parkinson están ofendidos y muy enojados contigo, por lo del compromiso roto y eso...
- Ellos devolvieron su invitación, Wally no dejaría que Pansy viniese sola... ahora váyanse.
Zabini acabó el resto del contenido de su trago en un único sorbo, y se deshizo de él.
- Recuerda Dragoncito...- advirtió antes de irse- Te está observando...
- No le he dado motivos para que desconfíe de mi lealtad.
- Éste- y señaló a Ginny, al otro lado de la sala, conversando con Christina-, es uno muy poderoso.
* * *
- Ambos estábamos comprometidos desde que él estaba en el colegio y yo era una niña, al crecer me enamoré de él y a Brytgh igualmente le sucedió conmigo, y pues... estamos casados como eres capas de apreciar. Una situación mucho más sencilla....
-... que la mía- agregó Ginny, viendo a qué hacía referencia su amiga.
- Sí- convino- en principio, pero los creo más afortunados... en todos los sentidos- explicó, con una repentina angustia aprisionada en su garganta. Ginny no comprendió que podía significar eso, si en su rostro todavía se registraba una sonrisa apacible.
- Sinceramente, al principio me preocupé por ti... habías desaparecido antes de Navidad, sin decir a donde ibas, pero te vi feliz así que no le di más vueltas al asunto. Ahora comprendo que era porque ibas a ver a Brygth, él era ese novio tuyo del cual me hablaste una vez... cuando admitiste que la navidad te ponía nostálgica.
- Sí, en parte estaba muy feliz de volverlo a ver después de unos cuatro meses, pero él me sacó del colegio sólo por una razón... sabía del ataque, al igual que Draco- comentó, bajando la voz hasta que sólo Ginny fue capaz de oírla.
- ¿Cómo...? ¿Él es.... también?- preguntó envuelta en una total incredulidad. La chica afirmó con tristeza.
- Pero no es algo que debamos hablar aquí... seguramente ya tendremos mejor oportunidad de charlar. Vendré a visitarte- propuso, animándose otra vez.
- Claro, cuando quieras. Christina, tengo una duda, ¿Sabías de la amistad entre Draco y Brygth, no es cierto?
- Claro- confirmó, con una sonrisita de diversión, que al son de las pecas en su nariz, la hicieron verse más joven.- Le debo a Draco Malfoy muchos favores, él me ayudó a escaparme unas cuantas veces para verlo... cosas así, pero no te las contaré hoy, no es el momento. Por eso mismo busqué conocerte... si eras la chica que comenzaba a enloquecer al Dragón de Slytherin yo debía conocerte...
- ¿Comenzaba a enloquecerlo? - buscó enterarse, sonrojada-¿Él te dijo eso?
- Él me dijo muchas cosas Ginny...- se rió, luego de darle tal evasiva.
- Por eso me ayudaste... Pero- reprochó-, al tratar de encubrirlo se te fue un detalle que descubrí hace muy poco.
- ¿Detalle? ¿Yo encubrirlo?
- Cuándo él se fue del castillo... no pudo irse con su padre, porque éste no podía caminar y además aquella mañana habló con Dumbledore, no creo que pudiera hacerlo si su padre hubiera estado ahí como tu dices...
- Ah... sí, soy mala mentirosa supongo, Brygth dice lo mismo... Pero si te contaba que lo había visto irse más tarde, luego de haber hablado con Dumbledore no estaba segura de que me creerías y seguramente te habrías enojado con él por lo despedirse de ti como lo había prometido.
- Tiene sentido...- meditó.
En aquel preciso momento Ginny vio pasar a ese prototipo de veela llamada Rosaline, con el cabello suelto y vestida en un color rojo muy sensual... La prima de Draco le sonrió con cinismo y acomodó un mechón de flequillo con movimientos gráciles y bien cuidados, lo que provocó la atención de varios hombres a su alrededor.
- ¿Qué miras? Ah... veo que ya conociste a Rosaline D´Eon, no te preocupes por ella- aconsejó-, después de todo sólo es una niña y ves...- la señaló disimuladamente- al parecer ya se va.
¿Se iba? ¿Así tan pronto? Pero antes de salir, se dirigió a Draco, a quien Ginny encontró de pie antes de la salida, con expresión preocupada. Rosaline, a modo de despedida, intercambió algunas palabras con su querido Draco y ante la mirada atónita de Ginny, quién por suerte fue la única en ver lo sucedido, se alzó en puntitas de pie para besar en los labios a Draco. Un beso rápido, seco, y que no fue correspondido, pero un beso al fin y al cabo. Draco se separó, empujándola con cuidado, le dijo unas palabras que Ginny mataría por haber oído. Y ella le sonrió y se fue, no sin antes contestarle algo más.
Un horrible gusto subió desde su estómago hasta su boca... las lágrimas de rabia e impotencia se encasillaron en sus ojos, no las iba a soltar, por su orgullo que no las soltaría.
- ¿Pasa algo?- inquirió, preocupada la adolescente frente a ella.
- No... no pasa nada- sonrió,
*********************************************************************** N/A: sí, yo, ¿y qué? que trola la escena de la fiesta... nunca debí meterla... que cosa seria.... un pecado, pero ya lo cometí no la voy a sacar. Este fic se me hace medio porquería, tuve muy pocos reviews... lamentable, pero bueno, debo asimilar eso... ¡_¡ No voy a escribir más... sí... eso... si después de todo a nadie le interesa.... buaaaa.... salvo a Arwen-chan que nunca dejó de fastidiarme (en le buen sentido, eh amiga, me encanta que me fastidies, gracias por tomarte el tiempo). ***********************************************************************
Se sentó al borde de la ampulosa cama, que en un principio le había parecido tétrica y demasiado para ella. Sintió su cuerpo cansado rebotar sobre el colchón, una sensación muy agradable y que inspiraba suavidad. Algo tentador, pues estaba cansada después de la agitada noche.
La fiesta, la cena (muy deliciosa pero que apenas si había probado), toda esa gente que por fin había decidido irse. No estuvo tan mal, casi hasta podía jurar que se relajó por unos cuantos minutos y pudo ser ella misma... claro que fueron los minutos en los que estuvo con Christina, la única persona con la cual bajó la guardia.
La puerta de la habitación se abrió y cerró tan rápido que no tuvo tiempo a reparar de ello, no necesitó ver quién había entrado para saber su identidad. Con pasos lentos, Draco llegó a la cama y se tumbó de su lado, Ginny sintió el colchón saltar bajo su peso, provocando que ella también lo hiciera.
Se encontraba dándole la espalda, comenzó a sacarse las joyas, no quería arruinarlas, y las iba colocando sobre la mesa de noche junto a su lado de la cama. Lo oyó exhalar ruidosamente detrás de si, como si hubiese estado aguantado la respiración toda la noche, o se hubiera librado un gran peso de encima. Optó por imaginar que se trataba de lo segundo.
- Ya terminó todo, ¿no estás contenta?- comenzó por decir él.
- Contenta no es la palabra que usaría- le respondió Ginny, con sequedad.
- ¿Te pasa algo? Suenas rara...- por el movimiento que la cama tuvo, atinó a pensar que él se había sentado.
- Estoy cansada... eso es todo- le respondió, sin aminorar su agresividad.
Tomó los broches y demás adornos que sostenían su peinado, y comenzó a quitarlos, uno a uno, depositándolos dentro de una cajita de madera que Felda le había traído para ese uso específico. Acabó por soltarse el cabello, estaba corto, apenas abajo de sus hombros, pero de alguna forma así parecía más prolijo y le quitaba ese aspecto de niña.
Sintió un escalofrío bajarle por la columna vertebral, él se había acercado a ella en algún momento y le besó en su hombro, un lugar muy próximo a su cuello. Cerró sus ojos al sentir más contactos de sus labios por su piel, subiendo por su cuello, lentamente.
- ¿Ya estás más dócil....?- preguntó, en un murmullo que predicó junto a su oído, provocando que una confundida y ofendida Ginny se separara de él.- ¿Qué te sucede? No sé que te hice, creo que me he portado bien contigo toda la noche... no me merezco esto... ¿o sí? Dime qué te sucede.
Tímidamente, Ginny bajó la mirada y comenzó a jugar nerviosamente con su anillo. No, no era justo... pero...
- Sé sincero conmigo, por favor...- pidió, escuchándose muy diferente, ahora encogida, vulnerable...
- Trato de serlo siempre.
- Bien... ésta ves quiero que lo seas totalmente.
- Está bien - aceptó.
- Te... ¿te parezco... atractiva?
Si Ginny hubiese estado viendo a Draco en ese momento, habría visto la sorpresa dibujada en su rostro. ¿Qué acaso no lo había dejado claro ya? La encontraba hermosísima. ¿Por qué esa duda justamente entonces?
Agarró a Ginny por ambos hombros y la obligó a girarse, hasta quedar frente a frente con él. La pelirroja bajó la mirada, pero él la mantuvo en sus ojos al tomarla por la barbilla.
- Me extraña esa pregunta...
- Contéstame.
- Eres perfecta Gin, preciosa, la chica más hermosa con la que me he tenido el placer de topar. Tienes el rostro de un ángel, no sé como no encontrarte atractiva.
Al menos para él, esa fue una gran respuesta. Pero por el rostro de su pequeña pecosa no era lo que ella quería oír. ¿Si no, entonces qué quería escucharlo decir? ¿¡Por qué las mujeres tenían que ser tan difíciles de complacer!?
- Bueno... pero yo quiero saber si es que tu me encuentras... ya sabes, si te atraigo... físicamente hablando- las mejillas de la chica se pusieron rojizas, y su mirada esquiva.
¡Eso! ¿Eso era lo que ella quería saber? ¿Si la encontraba sexy? Por favor, si nunca se había sentido tan atraído por nadie, pero su deseo por ella no era sólo sexual, sino también ansias de llenar su vacío espiritual que a su lado, lo hacían sentir como un hombre completo. Deslizó sus brazos, cerrándolos sobre su cintura, y atrayéndola hacia él.
- Eres la pelirroja más sexy que he visto...- confesó. Se acercó más a ella, para hablarle al oído- Y te deseo tanto... desde el primer día en que te vi realmente, aquella ves en el campo de quidditch. Te deseo de verdad...
Ginny no pudo contener una sonrisa de alivio, Draco buscó sus labios, los besó lentamente y en varias ocasiones, hasta acabar con un beso más profundo, buscando un contacto más íntimo, adentrándose más a su boca hasta que la oyó gemir.
Se separó de ella suavemente.
- ¿Por qué preguntaste eso? ¿Qué hizo que te entrara la inseguridad de momento?- quiso saber.
- Rosaline... vi como ella te...
- No quise...- intentó defenderse, pero Ginny le impidió que continuara.
- No, no fue tu culpa. Lo vi todo, fue ella. Pero... no sé, ella es muy linda... no me mires así, ya sé que es una tontería pero... me afectó. No sé...
- Nunca cambiaría un minuto contigo por mil años con esa cualquiera trepadora.
Feliz de lo que acababa de escuchar, Ginny rodeó a Draco por su cuello con ambos brazos y comenzó a besarlo. Lo besaba con necesidad, quería estar cerca de él, tan cerca como fuera posible, no quería que la abandonara nunca, jamás.
Las manos de Draco, al rededor de su cintura, comenzaron a subir con tranquilidad, hasta llegar a los botones que cerraban su vestido. Uno a uno los fue desprendiendo, y Ginny no cayó en cuenta de eso hasta que sintió sus varoniles manos jugando en la piel de su espalda desnuda.
Sujetando la parte de los hombros del vestido, comenzó a jalarlo hacia abajo, y con ayuda de Ginny logró quitarlo hasta la cintura, dejándola completamente desnuda en la parte superior. La pelirroja sintió nervios, ansias, pero sobre todo nervios, estaba consiente de lo que pasaba, de lo que pasaría, pero no se sentía intimidada. Sólo le bastó ver la fascinación con la que su querido Draco la miraba para que obtuviera energía renovada. La ropa de él comenzó a desaparecer también, se la quitó con dificultad, pero al fin él quedaba sólo en sus pantalones, en la misma forma que ella ya lo había visto una vez. La marca en su brazo no fue menos vistosa contra su blanca piel que aquella vez, pero trató de ignorarla, de concentrarse en él. Y así las manos que tenía en su cuello comenzaron a bajar por su pecho, hasta abajo, cuando se encontraron con sus pantalones. Trató de armarse de valor y comenzar a desprendérselos, cosa que con su inexperiencia no fue tarea sencilla.
- Pensé... que... estabas... cansada....- dijo él al romper el beso, con la respiración entrecortada.
Ginny negó frenéticamente con la cabeza, recostándose en el lecho, y dejándose vencer ante un nuevo beso de su amante. En algún momento de poca lucidez de ella, Draco debiera haber sacado el resto de su vestido, que sorprendida, contempló en el piso de la habitación.
Una de las manos del muchacho se deslizó por su pierna, por ambas, hasta conocerlas de memoria. Se sintió envuelta en una extraña nube de desconocido placer, perdida entre caricias y besos expertos en partes de su cuerpo que nunca antes se había detenido en reparar de su presencia. Mareada entre sudor, aquellos toques delicados, sensibles y gloriosos, entre sus propios gemidos, la respiración agitada de él, sus voces debilitadas... se encontró cuerpo con cuerpo bajo las sábanas, completamente desnudos, y extasiados... estaban justos, nunca habían estado más unidos, ambos demasiado vulnerables, imperfectos, felices...
Lo sintió con más necesidad, lo quiso más cerca, su cuerpo hervía de esa necesidad que debía saciarse cuanto antes. Separó sus piernas como instándolo a hacerlo de una buena vez. "El dolor sólo será los primeros segundos... luego se irá, te lo prometo", le oyó decirle, ella asintió confiada. No le importaba tener que sufrir si eso acababa con aquel deseo que la doblegaba tan fácilmente. Ambos pulgares en su cintura, y lo sintió entrar. Su pecho se comprimió, al igual que su rostro mostraba una mueca de dolor que fue dejando lugar a una de extremo placer con cada movimiento de vaivén.
Una punzada profunda hirió su vientre, que fue agudizándose rápidamente hasta obligarla a hincarse y gemir tan fuerte que sonara como un grito, igualmente lo oyó a él hacer lo mismo. Hasta que la sensación se acabó, quedando en un hormigueo suave, y tumbándola sobre la cama, con Draco a su lado.
El muchacho la rodeó con uno de sus brazos y la atrajo hacia él, volviéndola a besar, bajando por su cuello... estaba claro, de que esto acababa de dar por empezado...
* * *
La mañana con toda su plenitud de colores y olores se filtró por la ventana abierta. Las cortinas bailoteaban a causa del viento, la sensación era refrescante en todos los sentidos posibles.
Se despertó cuando el sol ya hubo estado en una posición muy alta, con una extraña sensación en el cuerpo, un peso sobre su pecho. Se espabiló bien, aclarándose la vista. Una mata de cabello rojo descansaba sobre sí, intentó moverse para salir de la cama sin despertarla, pero a cada movimiento ella parecía estar a punto de abrir los ojos.
Borrosas imágenes de la noche anterior llegaban con una claridad que mejoraba conforme le volvía la conciencia y lucidez. Era extraño, todo aquello le parecía muy raro. Por supuesto que la había pasado muy bien, demasiado, pero nunca le había pasado como lo que ahora le sucedía. Jamás había despertado una mañana, con una chica durmiendo a su lado, y se había sentido feliz con sólo verla cómo ahora veía a su pequeña pelirroja. Le acarició el cabello, despejándolo suavemente de su rostro para poder apreciarlo mejor. Se veía tan tierna, muy dulce, si bien anoche, en la fiesta y mientras estaban juntos la había sentido una mujer muy adulta, ahora la veía convertida en una niña delicada, una muñequita frágil.
No quería levantarse, quizás debía pero no quería hacerlo. Se recostó a su misma altura y la abrazó por la cintura, quedando frente a frente... comenzó a quedarse dormido ante el embriagador perfume de su piel, que con mucha suerte, había podido trasladar a la suya propia en pequeñas dosis. Cerró los ojos y buscó conciliar el sueño junto a ella, por una hora más al menos.
Ya casi lo estaba logrando cuando un peculiar sonido lo abrigó a despertarse otra vez. Un aleteo sereno pero ruidoso, y un ulular urgente. Una lechuza gris y blanca, de tamaño mediano, se había depositado en el alféizar de su ventana. ¿Qué hacía ese animal ahí? Traía una carta obviamente, pero se suponía que no entraran en su habitación nunca. Estaban entrenadas para no hacerlo, a menos que tuvieran estrictas órdenes de entregarle personalmente alguna correspondencia. ¿Pero quién querría darle algo urgente? Ni siquiera necesitó pensarlo demasiado y el nombre Dumbledore le surgió de repente.
Se levantó cuidadosamente, tratando de no sobresaltarla con su movimiento, y caminó hasta la ventana, donde tomó la carta. La abrió y encontró una hoja de pergamino sin nada escrito. Trató de hacer memoria, se suponía que tenía un hechizo, Severus se lo había advertido. Caminó hacia la mesa de noche que flanqueaba su lado de la cama, abrió uno de los cajones buscando su varita. Cuando la tuvo en mano, rogó que el hechizo le saliera bien, era algo complicado.
- Revela - murmuró, y las letras comenzaron a aparecer una a una.
El mensaje no era muy largo, pero tampoco tan reducido como podía esperar. Como lo había adivinado provenía de Dumbledore, lo llamaba, quería que fuese a verlo a Hogwarts ya mismo, la misiva era de carácter inminente, debía salir cuando antes. Y, leyó más abajo, llevar a Ginny con él.
Destruyó la carta, cuyas inscripciones se borraron cuando él acabó de leerla. Fue hasta la cama y sacudió débilmente su hombro. Odiaba tener que despertarla pero no había tiempo que perder.
- Ginny... Gin mi amor, despierta.
La menor de los Weasley abrió los ojos, entre confundida y somnolienta aún.
- ¿Qué sucede?- preguntó desorientada.
- Tenemos que irnos, ya mismo.
Ginny abrió los ojos con preocupación, y asintió callada.
* * *
Se sentía maravilloso todo aquello, la libertad, su libertad. Contenta, disfrutaba del aire fresco y la brisa colorida de primavera golpearle en la cara, en cada parte de su cuerpo. Se sentía cómoda con ella misma y con el resto de la ciudad. No podía creer que al fin había podido salir de la mansión de los Malfoy, y ahora se encontraba caminando tranquilamente por el Londres muggle en compañía de Draco.
Reía divertida, y a la vez encantada con la expresión de pocos amigos en su pareja. Lo encontraba tan tierno.
Se abrazó a uno de sus brazos para caminar a su ritmo. Quizás podía levantarle los ánimos. Ginny lo miró a la cara y le sonrió, todo lo que pudo. Trató de poner su cara más dulce de todas para encantarlo. Finalmente logró que esa cara de ogro quedara olvidada en una media sonrisa.
- ¿Por qué estás tan serio? - le preguntó- ¿Es que no te gusta el Londres muggle, verdad?
- No... lo encuentro tan... simple.
- Es lindo, es diferente.
- Pero me gusta el Londres mágico- sentenció.
- ¿Entonces por qué venimos por aquí? Hay formas más rápidas de llegar a Hogwarts, y ni siquiera habríamos necesitado vestir como muggles.
- No te vi muy molesta esta mañana cuando no sabías por cual modelo decidir. Todo lo contrario.
- No me quejo, la ropa muggle es muy bonita. A mí me encanta lo que traigo puesto. ¿No crees que me veo bonita?
Se puso delante de él y giró sobre sí misma. Draco le sonrió y negó con la cabeza, sentenciando que ella era un caso perdido.
- Preciosa. Pero te ves lindísima con cualquier cosa que uses.
A ella también le gustaba lo que traía puesto, había tardado en decidirse pero al fin supo que eso era lo indicado para ella. Llevaba puesta una pollera de jean corta y tableada, ya arriba se cubría con una remera sin mangas de un color amarillo suave. Acompañando todo eso, y esperó no ser exagerada, se peinó usando unos broches del mismo color amarillo, que quedaban muy bien en su cabello.
No tenía idea de por qué Draco se quejaba tanto, a él esa ropa que traía puesta no le quedaba nada mal. Unos pantalones de jean y una camisa gris que acentuaba enormemente el color de sus ojos.
- Yo pensaba,- comenzó a decir Ginny, una vez que habían entrado a la estación de trenes- que el expreso de Hogwarts sólo andaba dos veces al año.
- Y cuando Dumbledore lo dispone, como ésta vez.
- Uhm...- musitó, siguiéndolo muy de cerca hasta llegar al espacio entre el andén 9 y el 10.
Los muggles iban y venían sin reparar en su presencia, lo que haría más sencilla la tarea de cruzar el portal.
- Ve primero- le oyó decir a Draco.
Sin reparar ni quejarse, atravesó el umbral, llegando al andén 9 3/4. Sorprendentemente para ella, el expreso estaba ahí, con el aspecto de partir en cualquier momento. Segundos después Draco apareció por detrás. La tomó por los hombros y la obligó a subir de una vez. Se veía muy apresurado.
Ya dentro, notó la ausencia de la sensación expectante y de emoción contenida que albergaba al subir, cada primer día de clases. Como era de suponerse. Y eso se debía en mayor parte al completo vacío de vagón. No como de costumbre, cuando solía sentirlo lleno de vida y movimiento. Ahora lo veía frío y hasta le llegó a parecer un triste tren sin ningún chiste. El expreso comenzó a moverse, volvería a Hogwarts.
- Este tren no tiene chiste si no es 1° de septiembre.
- Supongo que no, vamos a buscar un lugar donde sentarnos.
Él no le dio importancia, que frío que era a veces. Con una mueca de hastío, Ginny lo siguió hasta un compartimiento.
Abrió una de las puertas y se encontró con que había dos personas más en el vagón. Ginny las reconoció casi enseguida. La chica esta vez tenía el pelo de un color rubio y los ojos cambiados a azules profundos. Pero aún así, la reconoció.
- ¡Tonks! - exclamó, mientras entraba al compartimiento. Draco parecía fastidiado con el encuentro, claramente él quería estar sólo pero a pesar de eso terminó entrando y cerrando la puerta del compartimiento tras él.
- ¡Ginny! La más pequeña de los Weasley... ¿cómo haz estado?- preguntó muy sorprendida de verlos y más emocionada todavía.
- Profesor...- musitó, al ver por quién iba acompañada. Sentada junto a Tonks, con su usual aspecto enfermizo y deplorable, se encontraba Remus Lupin.
- Ya no soy tu profesor, puedes llamarme Remus, - contestó, hablándole a la pelirroja pero sin dejar de inspeccionar a su compañero, parecía caer en cuenta de algo importante al verlo ahí- ¿Cómo estás Ginny?- preguntó, cambiando la mirada por una sonrisa dirigida a ambos.
- Ah... muy bien, sí.
Ella se sentó frente a los dos adultos, como Draco ya lo había hecho. Por desgracia él se tomó la ventana primero.
- ¿Qué hacen aquí?- quiso saber Ginny, dirigiendo miradas intercaladas a ambos.
- Este...- vaciló Tonks-, cosas... cosas de la orden- le guiñó un ojo-. Supongo que si podemos decirles eso. Es seguro ¿no?- inquirió, mirando nerviosamente a Lupin. Era claro para Ginny que ella se sentía incómoda con la presencia de Draco ahí. Por su parte, él los ignoraba totalmente y tan sólo se dedicaba a mirar el paisaje.
- No creo que haya problemas- aceptó, sonriente-. Me ha sorprendido verte aquí, en compañía del señor Malfoy- se sinceró el licántropo.
- Bueno con respecto a eso...- balbuceó nerviosa. Miró a Draco, tratando de recibir algo de apoyo de su parte pero él no le hacía caso, parecía pensar que se lo merecía por entablar diálogo con esas personas. Nerviosa, comenzó con su tic recientemente adquirido, empezó a poner y sacar su sortija del dedo.
No esperó que alguien reparara en ello, pero Draco se dio cuenta, y también Tonks. La aurora abrió grandes sus ojos azules y su rostro tomó formas divertidas por un buen tiempo. Parecía querer gritar, reír, llorar, hacer mil cosas al mismo tiempo, preguntar, quedarse sin decir nada... Al final se decidió por señalar el dedo de Ginny.
- ¿Qué...? ¿Qué quiere decir eso?- preguntó, pero más que nada a Lupin y no a Ginny. El mago observó todo atónito, e inmediatamente la misma sortija apareció en el dedo del muchacho rubio, ni siquiera se había molestado en ocultarla.
- Me alegra ver que haz estado sana y salva, he visto a tus padres y ellos se veían preocupados por su bienestar- interrumpió Remus.
- He estado muy bien estos últimos meses... me han cuidado bien- aseguró, con un ligero rubor en las mejillas.
Tonks continuaba sin habla, observaba a Draco, hasta un determinado momento en el cual ella sonrió minuciosamente, y más tarde su sonrisa se hizo amplia y soñadora.
- Te conozco, eres el hizo de Narcisa, eres mi primo ¿cierto?.
Draco salió de su ensimismamiento y vio a Tonks con una expresión sin emoción.
- Nymphadora, la hija de Andrómeda...
- Esa misma, pero llámame Tonks como todo el mundo.- pidió, feliz de que sí la reconociera- No te había visto nunca, pero escuché hablar de ti. Eres Malfoy...
Draco profirió una sonrisa irónica, obviamente era un Malfoy.
- Un Malfoy... y una Weasley...- meditó, provocando que el cuerpo de Ginny se tensara ante la seriedad del planteamiento- Caramba, hasta yo sé que eso no está bien.- sin embargo sonrió con una expresión soñadora.- Que romántico... ¿no lo crees?
Lupin no contestó nada, tan sólo se limitó a sonreír parejamente a Tonks.
- Mejor nos vamos, tenemos que preparar...- indicó Remus después de mirar su reloj.
- ¡Cierto! Chicos, un gusto de verlos- se puso de pie de un salto-. Cosas de la orden... ya saben. Adioooosss....
Se despidió afablemente la joven. Remus Lupin se puso de pie con un poco más de lentitud, pero los saludó con amabilidad también.
- Al fin se fueron...- musitó Draco.
- ¿Por qué no te agradan? Si son muy amigables, el profesor Lupin y Tonks son unas de las pocas personas en las que se puede confiar.
- Ella no para de hablar nunca, me cae pesada.
- ¿Te haz puesto a pensar que ahora ella le irá a contar a mis padres?
- Se iban a enterar de todas formas.
- ¡Qué fácil es todo para ti! ¿No?
- Cierto, todo porque soy huérfano, las cosas han sido demasiado fáciles para mí- expuso con sarcásmo.
Detectó cierta amargura en sus palabras. - No... perdón, no es lo que pienso, sólo lo dije.- hubo un período de silencio en el que él solo se dedicó a mirar por la ventanilla otra vez.- Pero yo tengo que enfrentarme a toda mi familia.
- Sabias que te exponías a eso cuando me rogaste que te pidiera matrimonio.
- ¡¿Yo rogarte?! ¡Yo jamás te rogaría nada! Sólo quería ayudarte maldito desagradecido- Draco volteó para verla, tenía la mirada llena de furia-. Seguramente quieres dejarme aquí, ya tuviste todo lo que querías ¿no? Tu fortuna, me acosté contigo...
Draco escuchaba escéptico toda esa sarta de estupideces, ¿cómo podía ella decirle eso? Él nunca le haría eso, él la amaba, la amaba con todas sus fuerzas, ¿cómo podía decir que ya se había cansado de ella? Los ojos de la pelirroja se aguaron en cuestión de segundos, ante el silencio del muchacho, el cual tomaba como una confirmación de todo lo que estaba diciendo.
- ¿No vas a decir nada? ¡¡Bien!! Me voy...- se paró y abrió la puerta del compartimiento, demasiado dispuesta a irse.
- Te amo.
Su cuerpo se congeló en la posición que tenía, se detuvo con ambas manos apoyada en el marco de la puerta. ¿Había escuchado bien?
- Te amo- le confirmó la voz del muchacho-, me duele que tu pienses que puedo hacerte daño. Nunca lo haría, no a mi dulce pelirroja.
Ginny giró, para volver a verlo a los ojos. Se secó las escasas lágrimas que había dejado escapar. ¿Él se lo había dicho? ¿Le había dicho que la amaba? ¿Finalmente?
- Si te parece que no soy sincero con lo que digo entonces eres tú la que me decepciona Virginia.- a pesar de la dureza de sus palabras se veía demasiado vulnerable, expectante a una reacción, como si tuviera miedo.
Ginny le sonrió tímidamente.
- Pocas veces no haz sido sincero conmigo, y todas esas por mi bien. No creo que estés mintiendo.- se volvió a sentar.
Apresuradamente Draco se acercó y le robó un beso sencillo, apenas un roce de labios, pero suficiente como para hacerla estremecer. Le había dicho que la amaba, ese era uno de los momentos más felices de su vida. La angustia de la última pelea quedó olvidada y reemplazada por un sentimiento de alegría albergado en su pecho.
- Seriamente hablando- movilizó su mano hacia la de Draco, y comenzó a garabatear dibujos imaginarios en su palma. Draco observaba detenidamente ésta caricia, prestándole atención aún así a sus palabras.
- Seriamente hablando...- la instó a seguir.
- Va a ser difícil que mis hermanos te acepten, quizás no con mis padres pero sí mis hermanos. Y son mi familia, no puedes ser tan apáticos con ellos porque si mal no recuerdo cuando me casé, me casé con un miembro de la familia Malfoy, tuve que soportar las extrañas amistades de tu familia. Así mismo espero que enfrentes a la mía, no te pido que seas el yerno y cuñado perfecto, pero un poco de diplomacia al menos... Sabes de qué hablo supongo.
- Es justo. Haré lo posible por no estrangular a tu hermano Ron cuando lo vea, pero sólo una cosa.
- ¿Cuál?
- No me pidas que me lleve con Potter, porque no sé si eso puedo concedértelo.
- Pero Harry es como de la familia...- se quejó.
- Corrección, no es de tu familia. Cuando me casé contigo me casé con una Weasley, no con Potter. ¿Bien?
Ginny acabó por aceptar, tampoco le exigiría llevarse bien con Harry si tanto lo odiaba.
- ¿Y Hermione?- aventuró.
- ¿La rata de biblioteca?
- ¡No le digas así! Ella me ayudó a aprobar pociones, que no se te olvide.
- Pero- recordó, con una sonrisa jactanciosa- que no se te olvide que volviste a hacer el examen sólo por que yo quise.
- Bueno pero qué hay de ella, ¿te cae mal?
- Me molestaba cuando mi padre me decía que no podía permitir que una sangre sucia fuese mejor que yo en las notas. Pero... es la más pasable de los tres... Aunque NO voy a hacer el esfuerzo de llevarme bien con ella.
- ¿Luna?
- ¿Lovegood?
- La misma.
- Me cae rara.
- ¿Pero...?
- Ella está bien. Me es indiferente a decir verdad. ¿Debo elegir a uno de tus amigos para llevarme bien?
Ginny lo afirmó con ojos suplicantes.
- Está bien- aceptó, derrotado- Supongo que escojo a Lovegood. Pero tú, te tendrás que llevar bien con mis amigos.
-¿ Brygth Warrington y Christina Mannerly no son suficientes?
- ¿Qué me dices de Pansy?- preguntó con una sonrisa juguetona.
- ¿Parkinson? ¡Sueña!- espetó con repugnancia. Draco comenzó a reír y le acarició la misma mano con la que estaban jugando desde hacía minutos.
- Es broma, está bien así.
- ¿Es serio?- dijo aliviada- Perfecto. No puedo esperar para volver a Hogwarts, a nuestra vida normal. Ir a clases, practicar quidditch...
- Quidditch... en verdad que extraño el quidditch. Estaba pensando en comprarme una escoba nueva, pero el año casi acaba y es mi último.
- ¡Hazlo! ¡Yo te acompañaré a elegirla!- expresó, entusiasmada- No importa si no puedes jugar en Hogwarts, siempre puedes practicar, ¡es más! Hasta podríamos practicar juntos.
- Te ganaría fácilmente- aseguró para tratar de picarla.-Así no es divertido.
- ¿Me ganarías? Disculpa, soy yo la que se jacta ahora, ¿recuerdas gracias a quien venciste a Potter a principio de la temporada?
- Yo sólo por supuesto- bromeó.
- Sí claaarrroooo... Una pelirroja no tuvo nada que ver ,¿cierto?
- No que yo recuerde.
- Está bien.- sonrió con expresión victoriosa- Entonces, si me consideras aburrida, siempre puedes jugar en la madriguera, con todos mis hermanos... te quiero ver tratando de ganarle a Charlie. Él es el mejor.
- Acepto el reto. Además está el Mundial de Quidditch, éste año es en Francia.
- Sí, ¿qué con eso?
- Blaise y yo habíamos estado planeando ir. Pero, dadas las circunstancia, me gustaría que fuésemos juntos- propuso.
- ¡Seguro! Me parece una idea fantástica, nunca he conocido Francia.
- Te encantará, a las mujeres le encanta, no sé que tiene esa ciudad. Siempre prefiero Londres o América.
(N/A: como detesto que llamen al EEUU como América... pero bueno....)
- Pero no sé...- su entusiasmo pareció agotarse de repente- No sé si está bien hacer planes a largo plazo.
- Eso siempre está bien, si no planificas el futuro te deprimes con el presente. No quiero que te deprimas.
Ginny se abrazó a él, y mientras veía por la ventanilla, encontró el castillo de Hogwarts frente a sus ojos. Su estado era lamentable, se asustó de verlo así. La torre norte había caído parcialmente, y los daños se veían a la lejanía.
- Está mucho mejor que la última vez que lo vi, se nota que han estado trabajando en su reconstrucción. ¿Ves? La torre sur ya está completa, antes estaba totalmente acabada. Los mortífagos sólo se dedicaron destruir el castillo, vieron que ante tantos aurores era difícil matar personas.
* * *
La profesora McGonagall fue quien los acompañó al despacho de Dumbledore, el aspecto de la mujer no era nada agradable, se veía pálida y más anciana que cualquier otra vez que Ginny la hubiese mirado.
Cuando llegaron, el director de Hogwarts estaba sentado en su sillón, enfocado en su pensadero que descansaba sobre la mesa.
- Profesor Dumbledore, Albus... ellos están aquí.
El viejo director sonrió a medias, por supuesto que ya se había dado cuenta de ello. Les hizo seña para que se acercaran a él.
- Gracias Minerva, por favor ¿podrías decirles a los demás que ya están aquí?
- Sí, eso haré- y se despachó.
- ¿Desean tomar asiento?- preguntó el anciano, con cara cansada y un aspecto que no era mucho mejor que el de la profesora McGonagall.
- Así está bien, gracias- denegó Draco-. ¿Para qué quería vernos?
- Esa es una pregunta que responderé cuando sea necesario... sólo esperen a que ellos lleguen.
- ¿Quiénes son ellos... director?- quiso saber Ginny.
- Ya lo verá señorita Weasley, paciencia. - la misma asintió cabizbaja.- Entonces señor Malfoy, espero que haya cumplido con nuestra promesa.
- Ah... es que...- Dumbledore sonrió ampliamente.
- Pierde cuidado muchacho, hiciste todo lo que pudiste, no esperé que ni el mejor de los magos cumpliese tal promesa. Me da gusto saber que al menos has cuidado bien de la señorita Weasley, eso sí me interesa.
¿De qué promesa estaban hablando? ¿Y por qué Draco palideció por unos segundos al hablar de ella?
- Felicidades, les enviaré mi presente cuando las cosas se normalicen un poco.- informó con una sonrisa atiborrada de picardía- Han tomado una decisión peligrosa, pero certera, muy valiente, ¿lo saben?
- Sí, señor. Pero estamos consiente de todo lo que implica haber hecho lo que hicimos- argumentó el dragón de Slytherin.
- ¿Usted también lo cree así señorita Weasley?
- Sí, señor. No me arrepiento- dijo con decisión.
- Bien por ustedes entonces, que sean felices, sinceramente.
La puerta del despacho volvió a abrirse.
- Aquí están ellos- informó el anciano.
- ¡GINNY!- exclamaron los tres al mismo tiempo. Draco articuló un gesto de descontento cuando entraron Ron, Harry y Hermione de repente.
- Hermanita- prorrumpió Ron, abalanzándose sobre ella y encerrándola en un fuerte abrazo. Ginny le respondió de igual manera, estaba contenta de ver bien a su hermano mayor.
- Ginny, que bueno que estés bien- intervino Harry.
- Igual pienso de ti- le respondió, mirando de soslayo la expresión de tedio en cierto rubio.
Hermione se acercó y la abrazó, dejando salir unas lágrimas de sus ojos.
- Te extrañé mucho. - Yo también Hermione, lo juro.
- ¿Qué hace él acá? ¿Por qué trajo él a mi hermanita?- protestó Ron, provocando alarma en su hermana.
- Ron, Draco y yo... déjame explicarte- se interpuso entre su esposo y su hermano.
- ¿Draco? ¿Le dices Draco a este malnacido? ¡Draco!- se quejó, comenzando a levantar la voz.
- Ron...- intentó mediar Hermione.
- ¡Tu no te metas!- clamó, comenzando a enfurecer.
- ¡No le hables así a Hermione!- la defendió el muchacho de la cicatriz.
- Weasley no hagas una escena...- recomendó Draco, retomando su usual ironía.
- ¡No me digas que no haga una escena! ¡¿Alguien puede explicarme que hacía mi hermanita con este cretino?! ¡Le prometieron a mis padres que ella estaría en un buen lugar a salvo!
- Sus padres, señor Weasley, estaban al tanto del traslado de la señorita Weasley a la mansión Malfoy, se los he dicho hace unas semanas atrás. Ellos lo aceptaron.- lo instruyó Dumbledore.
- ¿¿Quéee?? ¡Voy a matarte!- Ron se lanzó sobre Draco para intentar golpearlo. Harry intentó oponerse pero, considerando el tamaño del pelirrojo, no fue tarea fácil.
- ¡Señor Weasley! ¡Contrólese!- bramó McGonagall, logrando con la ayuda de Harry separar a Ron de Malfoy, quien ni siquiera había intentado golpearlo. Sólo en consideración a lo prometido a su hermana.
- Ven, mejor esperamos afuera- le dijo Hermione, tomando a Ginny por el brazo.
- Es una buena idea Hermione- opinó Dumbledore.
Sin estar muy segura, Ginny se abandonó a seguir a Hermione. Salieron del despacho, cerrando la puerta, y se quedaron afuera. La luz era poca, pero podía ver con exactitud el rostro de la mayor.
- ¿Por qué me sacaste?
- Las cosas están muy tensas allá adentro Ginny, además no es una charla que nos concierna del todo, prefería hablar a solas contigo.
- Ahora estamos solas- convino, encogiéndose de hombros- ¿Qué me quieres decir?
- Más bien preguntar. Hablé con Tonks antes de verte, y me dijo algo que no supe si creer...
- ¿Esto?- levantó su mano izquierda relevando el brillo de un metal sobre su dedo, un precioso anillo de oro con una pequeña y fina piedra. Hermione Granger inspiró con fuerza y sus ojos se abrieron más de lo normal, desorbitándose.
- Entonces era verdad... tu y él están...
- Sí.- confirmó, sin un ápice de vergüenza.
- ¡Merlín, Ginny eso es... sorprendente! Era él, ahora comprendo que era él quien te tenía tan feliz los últimos meses. No sé como, ni siquiera puedo imaginarme lo que ves en él pero... si estás feliz, entonces está bien.
- ¿Crees que le tome mucho tiempo a mi hermano aceptarlo?- preguntó, tratando de que, con su sola respuesta, Hermione lograra aligerar aquella tensión.
- Lo hará, tarde o temprano.
La puerta del despacho volvió a abrirse, Harry, Draco, Ron y McGonagall salieron. Ron todavía le miraba con resentimiento, como si con sólo haber estado con Draco hubiera matado su orgullo. Y mancillado el de su familia.
- Deben irse, lo antes posible.- les dijo Harry.
- ¿A dónde?
- A un lugar seguro Ginny- le contestó Draco.
- Dumbledore recomendó la casa de tus padres Hermione, ahí estarán los tuyos también Ginny.
- Harry...- vaciló Hermione. No quería separarse de ellos, pero lo haría, aunque sólo fuese por acompañar a Ginny.
Draco se acercó a Ginny y presionó una de sus manos con suavidad.
- Es lo más seguro, por lo pronto.
- Está bien. Lo haré si me lo pides.
El rubio se acercó más y la besó a modo de despedida, lo que casi hace que Ron se lance sobre él para golpearlo.
- Nos veremos pronto.
- Prométeme que esta será nuestra última despedida- le pidió Ginny con toda la seriedad que pudo.
- Lo juro por mi vida.
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N/A: ni sé para qué me molesto tanto en hacer un capítulo largo si dudo que esté gustando este fic. De todas formas GRACIAS a todos los que si me mandaron reviews que son importantes para mí, me dan la pauta para saber si al menos vale la pena perder mi tiempo para escribir tanto... Por cierto PROXIMO CAPITULO CHAPTER FINAL, no se lo pierdan... trateré de acabarlo tan pronto como con el séptimo.
Aqui vamos, tengo que cumplir con las personas que realmente me animaron y contestar sus reviews, aquellas buenas personas que me hacen no querer suicidarme.
Arwen-chan: si yo escribi "she´s leaving home" no me mates... ¿Te inspiraste en mi? Genial, me siendo mas que muy hagalada... realmente. Sobre todo porque sos muy buena escribiendo. Ni idea como hago para hacerlos largos... me copo escribiendo y se me pasa el tiempo sin darme cuenta.
Nisa: ¡Gracias por tu review! Que bueno que haya quedado en suspenso, se me hacia medio chafa la forma te de terminarlo pero me alegro que pienses que no es así. Aquí te mando la continuación, espero que la hayas disfrutado.
Hermione de Malfoy: que bien que pienses que mi fic es el mejor D/G que hayas leido. Pero me temo que no se si es asi, he leido unos bastante buenos. Igual muchas gracias.
Angy y Draco: A mi también me ha gustado la forma de actuar de Draco... jeje, créeme, me encanta. Gracias por tu review, besos.
Ysdel: aquí los continuo, besos y gracias.
Luciana: aquí continuo este, con un tiempo bastante bueno, y que bueno que te gusten mis fics, me alegra. Ya se casaron como podes ver, y que bueno que haya gente como vos que me haya insistido para continuarlos. Besos!!
AtHeNs FeLtOn: gracias por todos los adjetivos, muy bonitos, me han gustado... jeje.
La puerta de su habitación se abrió, ¿quién era ahora? ¡¿Acaso no podían dejarla en paz ese maldito día al menos?! Había exigido que la dejaran sola aunque sea por un par de horas, pero nunca dejaban de molestarla. Que si es la ropa, o la comida, los papeles para firmar, no dejaban de necesitarla nunca.
Al levantar la vista lo encontró sonriendo con expresión divertida.
- ¿¿Qué??- soltó, con bronca. Draco se echó a reír de la forma en la que ella se encontraba. Sentada sobre la cama, con la cabeza gacha y perdida entre sus dos manos, sus ojos asustados, llenos de ira.
- Me dicen que estás histérica- comentó, sin dejar que el humor se desvaneciera.
- ¡Y cómo no estarlo! Nunca en mi vida estuve tan estresada como en estas dos semanas. ¡Nunca! ¿Me oíste? En mis diecisiete años...
- Por cierto, feliz cumpleaños.
- Gracias...- contestó, disminuyendo su ira.
- ¿Por qué maltratas a los sirvientes? ¿Se te estará subiendo el apellido Malfoy a la cabeza?
- ¡No! ¡¡¡Pero no me dejan en paz!!! O los amenazaba o no me dejan hacer nada por mi misma. Me acosan con detalles de la fiesta que me importan un bledo, y tu abogado me dejó los papeles. Si vienes por ellos están arriba de esa cómoda.
Draco asintió agradecido, y se dirigió hasta la misma para tomarlos.
- ¿Qué se supone que son?- preguntó Ginny, derrumbándose sobre la cama.
- El papel que nos casa legalmente- explicó tranquilamente, sacando una pluma de su bolsillo y adjuntando su firma junto a la de Virginia.
- ¿Qué? Eso quiere decir que... - advirtió, incorporándose inmediatamente, con la cara ensombrecida.
- Sí, que ya eres Virginia Malfoy, legalmente claro. ¿Asustada?- preguntó, divertido por la expresión en el rostro de Ginny- Te dije que te arrepentirías, leo en su cara que ya quieres divorciarte de mí.
- ¡No! No es eso... solo que... me resulta tan extraño todo esto.
- ¿Estás feliz?- interrogó, seriamente.
- Mucho.
- ¿Entonces qué más importa?
El buen humor de Draco, su sonrisa tan sincera, llegó a tranquilizarla de sobremanera. Ella también le sonrió y saltó de la cama hasta él, colgándose de su esposo.
- ¡Estamos casados! ¿Puedes creerlo?- lo abrazó fuertemente, llena de emoción.
- Dudo que pueda asimilar todo lo que ha pasado desde el comienzo del día hasta mañana a la mañana...- le murmuró al oído, besándole la mejilla consecutivas veces.
- Cuando amanezcamos juntos... - agregó de la misma manera, Ginny.
- Por Merlín Ginny tus hormonas son más inquietas incluso que las mías, ¡Y eso qué soy hombre!- se burló.
- Soy virgen, tengo diecisiete años y un esposo que está muy bueno, ¿puedes culparme?
- Es verdad, quién puede culparte cuando se tiene en cuenta que soy yo tu esposo...
- Nah... que no se te suba a la cabeza Malfoy.
- ¡Pero si eres tú la que empiezas!
Ginny hizo un puchero infantil, y éste le guiñó un ojo como respuesta.
- No te preocupes- la besó en los labios- ya no hay promesa a la cual faltar- musitó para él mismo, pero aún así fue escuchado.
- ¿Promesa?- rompió el beso- ¿Cuál promesa?
- ¿Promesa dije?- se sorprendió al delatarse- No... no lo hice- Ginny frunció el ceño-. ¿Eso que está en la cama es tu vestido?
Ignorando el evidente cambio abrupto de tema, Ginny volvió al suelo y le mostró el vestido. Uno precioso, blanco y con unos detalles en azul cielo y plateado.
- Quedó bien- convino- se te verá estupendo.
- Más vale, después de que me fastidiaron tanto con las medidas y los detalles que tuvieron que cambiar porque no me gustaban...
- ¿Ya estás más relajada? Tengo que ir a entregar estos papeles.
- Más o menos... no es fácil, discúlpame no poder tener tu tranquilidad, pero esta es la primera vez que me caso, aparezco en una fiesta llena de personas a las que les caigo mal en mi cumpleaños. Perdón si estoy tan nerviosa- manifestó con un limpio sarcásmo.
- Ante cualquier signo de debilidad te matan. ¿Me entendiste? Sólo que no olvides sonreír, una sonrisa intimidante a veces ayuda. Ya sabes cuales son supongo, te la he mostrado un par de veces en Hogwarts.
- Ni que me lo digas, me la conozco de memoria- Draco le sonrió complacido.
- Me lo imaginaba, ya me voy. ¡Ah!- se volvió antes de salir por la puerta- Christina te manda saludos, está ansiosa por hablar contigo esta noche. No tenía idea de que fueran tan amigas- confesó el rubio.
- Muy buenas, ahora, mi única aliada. Yo también estoy ansiosa de verla.
- Puedes confiar en ella, una de las pocas personas en las que sí puedes - y se fue.
Ginny se tumbó en la cama una vez más, dormir, dormir estaría bien. La puerta se abrió y Felda dejó entrar a varias sirvientas más, unos ayudantes que sólo contrataban periódicamente, cuando Narcisa organizaba sus fiestas.
- ¡Noooooooo! - alcanzó su varita, la cual había dejado sobre la cama y se la acomodó en el cuello- Si sólo supiera cómo suicidarme...- sollozó, nerviosa.
* * *
Revoloteaba por toda la habitación, dando vueltas, caminando de un lado a otro sin poder contenerse. Desgastaba la alfombra azul de la habitación de Draco bajo sus pies, él se la había cedido para poder arreglarse antes de la fiesta con mayor comodidad, después de todo, ese cuarto ya no le pertenecía. Ahora ambos pasarían a ocupar la habitación más grande de la casa, alcoba que Ginny no conocía aún.
Ya estaba vestida, maquillada, peinada, habían hecho todo un cambio con ella. Draco no quería que se enterasen que ella sólo tenía diecisiete años cumplidos ese mismo día, por lo que le había pedido a Felda que tratara que Ginny se viera mayor. Los estilistas la habían visitado y pasado toda la tarde con ella, le habían cortado el cabello para comenzar, y ahora lo traía recogido, dejando la nuca despejada, con unas aplicaciones de flores y broches de plata y oro blanco, muy finos. Su vestido tenía decorados muy similares a esos. Además poseía aros, brazaletes y una gargantilla de diseños homólogos.
Respiró hondo, haciendo un repaso mental de todo lo que debía mentir. Había llegado a la mansión Malfoy la semana pasada, esa misma mañana ambos se había casado en una ceremonia donde sólo estuvo presente la familia. Jugaba con su sortija de matrimonio, que ponía y sacaba a casa segundo sólo por jugar.
- Vas a perder tu alianza- la regañó Felda, quien se encontraba sentada con expresión agotada después de haber trabajado todo el día supervisando. Sí, pensó Ginny, ella se quejaba pero Felda se había llevado la peor parte. Supervisar la comida, la limpieza, a sus estilistas, el vestido, todo... se había hecho cargo de todo-. O peor, vas a arruinar tu vestido. ¡Quédate quieta!
- ¡No puedo! - gimió Ginny- Lo voy a arruinar, ya ves que la voy a joder... no sé como hacer esto, me voy a sentir nadando sola en un mar de pirañas. Medio mundo allá abajo me odia Felda.
- No, no te odian... sólo tienen curiosidad por saber quién es la joven esposa del heredero Malfoy, la chiquilla que logró atrapar al más codiciado- expresó la anciana, con una sonrisita.
Ginny contorsionó su rostro en una sonrisa nerviosa que sólo aprisionaba sus ganas de vomitar.
- Pero saben que soy Weasley, saben que soy pobre... - se acercó y apoyó en el tocador, mirando su reflejo en el espejo. La imagen le devolvió una sonrisa de victoria y un "Tu puedes hacerlo" bien bajito- Sé como son, me van a comer viva.
- No si eres fuerte, déjame preguntarte algo señorita Virginia Weasley - su voz se agravó, tornándose potente e intimidante-, ¿Eres una persona fuerte?
"Somos fuertes, tú lo eres", le murmuró su imagen del espejo. Sí, ella se lo había prometido a Draco, qué clase de novia.... o esposa, era si no lo apoyaba en este momento. Sí, se lo había jurado, soportaría todo y más, sólo por verlo feliz.
- Sí, tienes razón. Soy fuerte, soy una Weasley y le prometí a Draco hacer de mi parte- se giró para quedar enfrentada visualmente a Felda-. No le voy a fallar, jamás.
La anciana mujer sonrió complacida y le guiñó un ojo.
- ¿Dónde está él?
- Abajo, se supone que ya debería bajar y ayudarlo a recibir a los invitados. No le dejes la peor parte a él.
- Ssí...- susurró, frotándose ambas manos, comenzaba a enloquecer, pero tenía que hacerle frente a la cuestión. Ahora o nunca.
Alguien golpeó la puerta, provocando que Ginny se sobresaltara.
- ¿Sí? Puede pasar- invitó la mayor.
La puerta se abrió, dejando entrar a una jovencita delgada y pálida, de nariz aguileña y ojos muy pequeños. La sirvienta cerró la puerta tras ella y miró con expresión embelesada la apariencia de la pelirroja.
- ¿Te parece que me veo bien?- consultó la menor de los Weasley.
- Oh, muy bien señorita.... quiero decir señora, ay... es usted tan joven que me confunde... no logro decirle señora...- se rió bajito- Se ve preciosísima, va a encantar a todos allí abajo.
Ginny le sonrió agradecida por el apoyo moral tan necesitado.
- Gracias, necesitaba oírlo.
- ¿Qué venías a decirnos, Agatha?- intervino Felda.
- Ah- se despabiló la sirvienta-. Sí, el joven señor Malfoy dice que es hora de que baje la señorita... señora- repuso inmediatamente- su esposa.
- Bien- asintió-, dile que la señorita bajara en un minuto.
- Claro, ya me voy a... hacer mis cosas- continuaba con la vista pegada en el deslumbrante ejemplar textil que poseía la actual señora Malfoy-. Suerte, señora, le deseo la mejor suerte, va a deslumbrarlos.... a todos...
Y se fue.
- Que amable...
- Esa niña, campesinas... se impresionan fácilmente, no te dejes llevar- Ginny sentía como que el valor recientemente adquirido se esparcía como humo hasta abandonarla-. Pero te ves encantadora.
- ¿Muy mayor?
- Una joven.
- ¿Que tanto?- cuestionó.
- Dos... quizás con suerte tres años más.
- Veinte... nada mal entonces- sonrió confiada-. Es hora ya- caminó decidida hasta la puerta, pero antes de abrirla se volvió hacia Felda con una mirada suplicante- ¿Tengo que ir yo sola?
- Eso me temo.
Ginny asintió silenciosamente, resignada, abrió la puerta y comenzó su difícil trayecto. No vomitar... no vomitar... no vomitar... mirada dura, altiva, ser fuerte, no dejarse avasallar, fuerte, una Weasley... una Malfoy... llevar el orgullo de ambas familias... respiró profundamente antes de empezar a bajar las escaleras.
Previamente a su llegada al primer piso, ya pudo oír la música suave sonar desde la sala. Unos escalones más, descubrió la sala llena de invitados (más incluso que la última vez) y a un soberbio Draco, de pie junto a las escaleras, entablando diálogo con una pareja de edad media. Por fortuna, él se percató rápidamente de su presencia antes de poner un pie en la sala.
Lo vio sorprenderse, contemplar absorto su imagen, quizás no era mentira que ella se veía bien. Pero él, él se veía formidable. Tan apuesto, varonil, con su vestimenta soléenme. Estaba vestido con su color favorito, un negro que no se veía tan tétrico, sino más bien elegante con todos los broches de plata que lo adornaban.
Intuyó que ya había llamado la atención de muchas de las otras personas, podía sentir sus miradas, los murmullos, pero no los miraría. Sólo vería a Draco a los ojos, esos preciosos ojos que la habían enamorado. Sólo ellos dos, y nadie más. Cuando estuvo por descender, Malfoy (n/a: uhg... que frío que ha sonado llamarlo así...) la tomó por la cintura, y ayudó a bajar el último escalón.
Ginny le regaló una exigua sonrisa, la que él correspondió con una un poco más natural.
- Oh... Draco, querido...- se acercó una mujer de aspecto decrépito y cabellera sostenida toda en un apretado rodete. Ginny no recordaba haberla visto antes, ni en la anterior fiesta-. De modo que esta... dama- sonó como si se hubiese esforzado en buscar el sustantivo correcto-, es tu prometida.
- Esposa, Madeline, te presento a Virginia Malfoy, mi esposa.
Ante la seriedad y solenmidad con la que Draco pronunció estas palabras, la vieja Madeline exhaló bochornosamente. El brazo se Draco alrededor de su cintura, presionó más fuerte, como recordándole su presencia ahí. Cosa que Ginny agradecía enormemente. Lo sintió como un gesto tan reconfortante y necesario que de haberla soltado, Ginny no habría sido capaz de sostener su peso y sus rodillas hubieran flaqueado sin igual.
- Ella es mi tía segunda, Madeline D´Eon.
Con eso le había dejado claro que se trataba de la madre de esa viborita rubia, la cual seguro que estaba por algún lado. Comprimió una sonrisa educada, pero fría.
- Es un placer conocerla.
- También el mío, discúlpame querida, pero es que no tenía idea de que ya estaban casados.
La mujer se dio vuelta y salió hacia uno de los balcones con relevante velocidad.
- Lo haz hecho bien, sólo mantente así toda la noche y lo habremos logrado, ¿sí?- le dijo Draco.
Ginny asintió, le era imposible hablar con el abominable nudo que tenía en su garganta.
- Otra cosa más- se acercó más a ella para murmurarle al oído-, cuando te he visto bajar por las escaleras me dejaste sin aliento, estás soberbia, bellísima.
Asintió, sin siquiera sonreír, no le dio tiempo a sentirse complacida y ya la estaba conduciendo a otro punto de la sala. Las sensaciones de miles de miradas sobre ella no disminuyeron con los minutos, por lo contrario se hicieron más potentes. Sus pasos iban ganando seguridad, al menos ya podía sentir el piso debajo suyo. Solo esperaba no enredarse y caer, eso sí haría del resto de la noche una pesadilla más traumatizante.
- ¿Adónde me llevas?- cuestionó, con una vocecita asustada. Estaba entrando en pánico, algo que no debía dejar que lo notasen.
- A que te conozcan... te voy a presentar a Edmund Cynric, ya debes saber quién es, y no estés tan nerviosa. Actúa con naturalidad, relájate, nadie va a hacerte daño mientras yo esté contigo.
Al abrirse paso entre la gente, Ginny se encontró visualmente con el caballero llamado Cynric que ya había conocido, junto a su cuarta esposa mucho menor que él. Estaban charlando con un hombre alto y delgado, de cabello negro y rostro malicioso. Claro que sabía que ese era Bey Woodham... tan desagradable como la última vez.
Cynric descubrió la llegada repentina de la joven pareja, pero se detuvo en un estudio visual muy minucioso de la imagen de cierta pelirroja. Igualmente su esposa, y más tarde Bey, quien no había reparado en ellos hasta que se encontró hablando sólo.
El estómago de Ginny dio un vuelco abrupto, pero al menos las ganas de vomitar ya habían desaparecido.
- Oh, pero si aquí está, la mujer de la noche. Estaba muy ansiosa por conocerla Virginia, Draco ya me había hablado de usted pero jamás me dijo que era tan hermosa. Déjeme decirle que la encuentro despampanante... aunque claro, no tanto como mi esposa- reparó Cynric, guiñándole un ojo.
Para su sorpresa misma, se encontró riendo junto a los demás, a excepción de Woodham... quien cauto y silencioso, la observaba expectante.
Ginny comprendió que no podía quedarse en silencio muy tiempo más, debía contestar algo.
- Es un gusto para mí conocerlo, Draco me ha hablado muy bien de usted y créame que nunca ostentaría ser tan bella como su esposa.
Sonrisa cínica hacia la dama, claro que nunca ostentaría ser como ella, no era su tipo de modelo a seguir. Más no le parecía desagradable del todo, al menos le sonrió cortésmente sin parecer una hipócrita.
Draco la miró apremiadoramente, había dado un paso certero. Pero él ya le había advertido que tratara de ser cortés con Cynric y con su esposa. Esperó hacerlo bien, y por la forma en la que él la miró, descubrió que sí lo había hecho.
- Te presento a mi primo, Bey Woodham- expresó Draco, con una peligrosa cordialidad coronada por una mirada fulminante hacia el joven de lentes-. Mi esposa, Virginia, como puedes ver ella existe y no es una mera especulación tuya. Seguramente estás feliz de conocerla finalmente, con anterioridad ya habías manifestado tu curiosidad por ella... primito- censuró.
Bey asintió imperceptiblemente a modo de saludo para Ginny.
- Si me disculpan- se dio la vuelta, perdiéndose entre la figura de algunas otras personas que observaban la charla desde cerca.
Entre aquellas personas, Ginny observó algunas caras conocidas, aparte de unas cuatro personas más, a quienes Ginny no recordaba haber visto antes, encontró dos rostros jóvenes que le otorgaron gran alivio de ver. Brythg Warrington traía una copa en su mano, la cual alzó a modo se saludo dirigido a Draco. Muy junto a él, su esposa, Christina Mannerly, le dio la bienvenida con una sonrisa de sorpresa y gran contento. Ginny pensó, nunca la había visto así de feliz, la había conocido envuelta en un aire melancólico indescifrable y misterioso que en Hogwarts nunca la abandonó. Más ahora, la veía radiante, con una chispa en sus ojos avellana de la cual carecía en el colegio, lo cual acentuaba su muy particular belleza.
Ginny le respondió el gesto con una sonrisa que intentó verse tan alegre como la suya, pero salió cargada de alivio, un sentimiento que después de todo no estaba tan mal. Apenas Draco vio lo que sucedía, la incentivó a acercarse, acompañándola también. Le murmuró al oído que no se dejara intimidar por los extraños.
Cuando ella y Christina estuvieron a una distancia corta, se saludaron con un abrazo que llegó a sorprender a muchos a su alrededor. Incluyendo Brythg.
Nunca fueron las mejores amigas, apenas si se veían en el colegio, pero Ginny no podía olvidar la ayuda y el apoyo dado por Christina, la apreciaba por eso. Además supo mantener su secreto romance, y ahora verla le provocaba sentir que un poco de todo ese apoyo que todos sus familiares y amigos siempre le había dado, regresaba a ella en esta forma tan tímida. Fue un gesto impulsivo, eso no lo negaba, pero Christina lo respondió con igual intensidad.
- Ginny...- le murmuró- Me alegra verte bien.
- A mí también, pensé que no volvería a verte... hasta hace unas semanas...
- ¿Ésta es ella? - oyó a Brythg preguntar a Draco- ¿Ya estás feliz?- interrogó a Christina- Estaba impaciente por verla, más que cualquiera de estas personas aquí presente- anunció, con una pizca de humor que a Ginny le cayó agradable.
- ¿No va a presentármela señor Malfoy?- reprochó una anciana muy vieja, quizás la más vieja y encorvada de toda la fiesta.
- Sí, claro...- contestó. Pero la desconcertante forma en la que su mirada cambió, asustó a Ginny. Ante la relajada expresión apareció una nueva, precavida, como atento a algo malo. Ginny observó hacia el lugar donde Draco estuvo viendo, no encontraba nada preocupante que fuere de su conocimiento...
- Draco, ve a atender ese asunto mientras que yo las presento- pidió Brytgh, al parecer, al tanto de lo que estaba sucediendo.
Draco asintió y se retiró silenciosamente, sin siquiera mirar a Ginny, lo que preocupó más a la pelirroja, que ahora no podía dejar de verse angustiada.
Se deslizó entre la gente, los había visto, podía jurar haberlos visto llegar y entrar como si nada. ¿Qué querían? Esos idiotas, solo complicaban las cosas. Y si Ginny llegaba a verlos... no, ni pensarlo, no necesitaba más tensiones para ella.
Tardó en encontrarlos, pero lo hizo, estaban junto bastante excluidos de la escena, parecían observarlo todo con cuidado. Zabini, Nott, Crabbe y Goyle... ¿qué se suponía que habían llegado a hacer?
Blaise fue el primero en notarlo llegar, con una copa en la mano, la alzó al igual que Brythg lo había hecho segundos atrás, sólo que en una pantomima burda y burlista.
- Draco... amiguito mío, linda fiesta... un poco llena de cadáveres pero linda... - expresó con voz lenta y pesada. Estaba ebrio, encima eso, y su aspecto desaliñado de cabello despeinado y ropas arrugadas no le ayudaban a dar mejor impresión- Al menos el alcohol es bueno... no me quejo, ¿y ustedes?- preguntó a los demás. Los otros sólo sonrieron maliciosamente (aunque el efecto de Crabbe y Goyle era más bien una sonrisa estúpida).
- ¿Qué haces aquí Zabini? Si mal no recuerdo, no te he invitado- dijo con dureza.
- No... es cierto, pero estábamos por el vecindario y decidimos pasar a ver... ya sabes, como que te casas con la Weasley y eso, quería ver si era verdad... ahora ya lo vi.
- Entonces acabó tu misión, ¿no?- proyectó, mofándose- Puedes irte ya.
- Uhm...- lo meditó, dando un nuevo trago a su bebida- La Comadreja está buena... mucho muyyyy buena... jajaa... siempre me tentó saber que tal era, pero no lo hice, que mal ¿no? Y ahora, te me adelantaste... quien lo diría, una Weasley y un Malfoy- comentó con ironía.
- ¿A qué vinieron?- insistió, preguntándole a los otros esta vez.
- Cosa de trabajo... ya sabes... ¿Ey, y qué tal es en la cama? ¿Vale la pena o es una tonta?
Sintió la sangre hervirle bajo la piel, hasta tal punto que irrigaba al cerebro con ideas de cómo matar dolorosamente a Blaise. Metió la mano en su bolsillo para palpar su varita. Sí, un simple Crucio y ya... Pero no, se contuvo, soltó su varita y por en cambio agarró fuertemente a Zabini por el cuello de su camisa.
- Dime a qué viniste o vete de inmediato.
- Cálmate Dragoncito... cálmate... Sólo pase a dar mi bendición a la feliz pareja de parte del señor oscuro, quien por cierto, dice que te va a tener vigilado.
Lo sostuvo con más presión.
- No te miento Dragoncito, pero bueno... son riegos que valen la pena, insisto, la Weasley está buenísima...
Imposible de contenerse más, sacó su varita y la empuñó sobre el cuello de Blaise. Como reflejo, Nott, Crabbe y Goyle también lo hicieron, le apuntaron a Draco.
- Escúchame, no quiero que vuelvas a hablar así de mi esposa, ¿está claro? Te voy a hacer que te arrepientas... lo juro.
- Es una pobretona protectora de muggles... ella te ha cambiado, te has dejado dominar Dragoncito- comentó, en un murmullo grave e intimidante.
- Vete ya mismo...
Lo soltó con brusquedad, y guardó su varita. Blaise se tocó el cuello adolorido, he hizo un gesto de dolor que no despertó ni un sentimiento de remordimiento en Draco Malfoy.
- Por cierto, no he visto a Pansy por aquí... me dijeron que los Parkinson están ofendidos y muy enojados contigo, por lo del compromiso roto y eso...
- Ellos devolvieron su invitación, Wally no dejaría que Pansy viniese sola... ahora váyanse.
Zabini acabó el resto del contenido de su trago en un único sorbo, y se deshizo de él.
- Recuerda Dragoncito...- advirtió antes de irse- Te está observando...
- No le he dado motivos para que desconfíe de mi lealtad.
- Éste- y señaló a Ginny, al otro lado de la sala, conversando con Christina-, es uno muy poderoso.
* * *
- Ambos estábamos comprometidos desde que él estaba en el colegio y yo era una niña, al crecer me enamoré de él y a Brytgh igualmente le sucedió conmigo, y pues... estamos casados como eres capas de apreciar. Una situación mucho más sencilla....
-... que la mía- agregó Ginny, viendo a qué hacía referencia su amiga.
- Sí- convino- en principio, pero los creo más afortunados... en todos los sentidos- explicó, con una repentina angustia aprisionada en su garganta. Ginny no comprendió que podía significar eso, si en su rostro todavía se registraba una sonrisa apacible.
- Sinceramente, al principio me preocupé por ti... habías desaparecido antes de Navidad, sin decir a donde ibas, pero te vi feliz así que no le di más vueltas al asunto. Ahora comprendo que era porque ibas a ver a Brygth, él era ese novio tuyo del cual me hablaste una vez... cuando admitiste que la navidad te ponía nostálgica.
- Sí, en parte estaba muy feliz de volverlo a ver después de unos cuatro meses, pero él me sacó del colegio sólo por una razón... sabía del ataque, al igual que Draco- comentó, bajando la voz hasta que sólo Ginny fue capaz de oírla.
- ¿Cómo...? ¿Él es.... también?- preguntó envuelta en una total incredulidad. La chica afirmó con tristeza.
- Pero no es algo que debamos hablar aquí... seguramente ya tendremos mejor oportunidad de charlar. Vendré a visitarte- propuso, animándose otra vez.
- Claro, cuando quieras. Christina, tengo una duda, ¿Sabías de la amistad entre Draco y Brygth, no es cierto?
- Claro- confirmó, con una sonrisita de diversión, que al son de las pecas en su nariz, la hicieron verse más joven.- Le debo a Draco Malfoy muchos favores, él me ayudó a escaparme unas cuantas veces para verlo... cosas así, pero no te las contaré hoy, no es el momento. Por eso mismo busqué conocerte... si eras la chica que comenzaba a enloquecer al Dragón de Slytherin yo debía conocerte...
- ¿Comenzaba a enloquecerlo? - buscó enterarse, sonrojada-¿Él te dijo eso?
- Él me dijo muchas cosas Ginny...- se rió, luego de darle tal evasiva.
- Por eso me ayudaste... Pero- reprochó-, al tratar de encubrirlo se te fue un detalle que descubrí hace muy poco.
- ¿Detalle? ¿Yo encubrirlo?
- Cuándo él se fue del castillo... no pudo irse con su padre, porque éste no podía caminar y además aquella mañana habló con Dumbledore, no creo que pudiera hacerlo si su padre hubiera estado ahí como tu dices...
- Ah... sí, soy mala mentirosa supongo, Brygth dice lo mismo... Pero si te contaba que lo había visto irse más tarde, luego de haber hablado con Dumbledore no estaba segura de que me creerías y seguramente te habrías enojado con él por lo despedirse de ti como lo había prometido.
- Tiene sentido...- meditó.
En aquel preciso momento Ginny vio pasar a ese prototipo de veela llamada Rosaline, con el cabello suelto y vestida en un color rojo muy sensual... La prima de Draco le sonrió con cinismo y acomodó un mechón de flequillo con movimientos gráciles y bien cuidados, lo que provocó la atención de varios hombres a su alrededor.
- ¿Qué miras? Ah... veo que ya conociste a Rosaline D´Eon, no te preocupes por ella- aconsejó-, después de todo sólo es una niña y ves...- la señaló disimuladamente- al parecer ya se va.
¿Se iba? ¿Así tan pronto? Pero antes de salir, se dirigió a Draco, a quien Ginny encontró de pie antes de la salida, con expresión preocupada. Rosaline, a modo de despedida, intercambió algunas palabras con su querido Draco y ante la mirada atónita de Ginny, quién por suerte fue la única en ver lo sucedido, se alzó en puntitas de pie para besar en los labios a Draco. Un beso rápido, seco, y que no fue correspondido, pero un beso al fin y al cabo. Draco se separó, empujándola con cuidado, le dijo unas palabras que Ginny mataría por haber oído. Y ella le sonrió y se fue, no sin antes contestarle algo más.
Un horrible gusto subió desde su estómago hasta su boca... las lágrimas de rabia e impotencia se encasillaron en sus ojos, no las iba a soltar, por su orgullo que no las soltaría.
- ¿Pasa algo?- inquirió, preocupada la adolescente frente a ella.
- No... no pasa nada- sonrió,
*********************************************************************** N/A: sí, yo, ¿y qué? que trola la escena de la fiesta... nunca debí meterla... que cosa seria.... un pecado, pero ya lo cometí no la voy a sacar. Este fic se me hace medio porquería, tuve muy pocos reviews... lamentable, pero bueno, debo asimilar eso... ¡_¡ No voy a escribir más... sí... eso... si después de todo a nadie le interesa.... buaaaa.... salvo a Arwen-chan que nunca dejó de fastidiarme (en le buen sentido, eh amiga, me encanta que me fastidies, gracias por tomarte el tiempo). ***********************************************************************
Se sentó al borde de la ampulosa cama, que en un principio le había parecido tétrica y demasiado para ella. Sintió su cuerpo cansado rebotar sobre el colchón, una sensación muy agradable y que inspiraba suavidad. Algo tentador, pues estaba cansada después de la agitada noche.
La fiesta, la cena (muy deliciosa pero que apenas si había probado), toda esa gente que por fin había decidido irse. No estuvo tan mal, casi hasta podía jurar que se relajó por unos cuantos minutos y pudo ser ella misma... claro que fueron los minutos en los que estuvo con Christina, la única persona con la cual bajó la guardia.
La puerta de la habitación se abrió y cerró tan rápido que no tuvo tiempo a reparar de ello, no necesitó ver quién había entrado para saber su identidad. Con pasos lentos, Draco llegó a la cama y se tumbó de su lado, Ginny sintió el colchón saltar bajo su peso, provocando que ella también lo hiciera.
Se encontraba dándole la espalda, comenzó a sacarse las joyas, no quería arruinarlas, y las iba colocando sobre la mesa de noche junto a su lado de la cama. Lo oyó exhalar ruidosamente detrás de si, como si hubiese estado aguantado la respiración toda la noche, o se hubiera librado un gran peso de encima. Optó por imaginar que se trataba de lo segundo.
- Ya terminó todo, ¿no estás contenta?- comenzó por decir él.
- Contenta no es la palabra que usaría- le respondió Ginny, con sequedad.
- ¿Te pasa algo? Suenas rara...- por el movimiento que la cama tuvo, atinó a pensar que él se había sentado.
- Estoy cansada... eso es todo- le respondió, sin aminorar su agresividad.
Tomó los broches y demás adornos que sostenían su peinado, y comenzó a quitarlos, uno a uno, depositándolos dentro de una cajita de madera que Felda le había traído para ese uso específico. Acabó por soltarse el cabello, estaba corto, apenas abajo de sus hombros, pero de alguna forma así parecía más prolijo y le quitaba ese aspecto de niña.
Sintió un escalofrío bajarle por la columna vertebral, él se había acercado a ella en algún momento y le besó en su hombro, un lugar muy próximo a su cuello. Cerró sus ojos al sentir más contactos de sus labios por su piel, subiendo por su cuello, lentamente.
- ¿Ya estás más dócil....?- preguntó, en un murmullo que predicó junto a su oído, provocando que una confundida y ofendida Ginny se separara de él.- ¿Qué te sucede? No sé que te hice, creo que me he portado bien contigo toda la noche... no me merezco esto... ¿o sí? Dime qué te sucede.
Tímidamente, Ginny bajó la mirada y comenzó a jugar nerviosamente con su anillo. No, no era justo... pero...
- Sé sincero conmigo, por favor...- pidió, escuchándose muy diferente, ahora encogida, vulnerable...
- Trato de serlo siempre.
- Bien... ésta ves quiero que lo seas totalmente.
- Está bien - aceptó.
- Te... ¿te parezco... atractiva?
Si Ginny hubiese estado viendo a Draco en ese momento, habría visto la sorpresa dibujada en su rostro. ¿Qué acaso no lo había dejado claro ya? La encontraba hermosísima. ¿Por qué esa duda justamente entonces?
Agarró a Ginny por ambos hombros y la obligó a girarse, hasta quedar frente a frente con él. La pelirroja bajó la mirada, pero él la mantuvo en sus ojos al tomarla por la barbilla.
- Me extraña esa pregunta...
- Contéstame.
- Eres perfecta Gin, preciosa, la chica más hermosa con la que me he tenido el placer de topar. Tienes el rostro de un ángel, no sé como no encontrarte atractiva.
Al menos para él, esa fue una gran respuesta. Pero por el rostro de su pequeña pecosa no era lo que ella quería oír. ¿Si no, entonces qué quería escucharlo decir? ¿¡Por qué las mujeres tenían que ser tan difíciles de complacer!?
- Bueno... pero yo quiero saber si es que tu me encuentras... ya sabes, si te atraigo... físicamente hablando- las mejillas de la chica se pusieron rojizas, y su mirada esquiva.
¡Eso! ¿Eso era lo que ella quería saber? ¿Si la encontraba sexy? Por favor, si nunca se había sentido tan atraído por nadie, pero su deseo por ella no era sólo sexual, sino también ansias de llenar su vacío espiritual que a su lado, lo hacían sentir como un hombre completo. Deslizó sus brazos, cerrándolos sobre su cintura, y atrayéndola hacia él.
- Eres la pelirroja más sexy que he visto...- confesó. Se acercó más a ella, para hablarle al oído- Y te deseo tanto... desde el primer día en que te vi realmente, aquella ves en el campo de quidditch. Te deseo de verdad...
Ginny no pudo contener una sonrisa de alivio, Draco buscó sus labios, los besó lentamente y en varias ocasiones, hasta acabar con un beso más profundo, buscando un contacto más íntimo, adentrándose más a su boca hasta que la oyó gemir.
Se separó de ella suavemente.
- ¿Por qué preguntaste eso? ¿Qué hizo que te entrara la inseguridad de momento?- quiso saber.
- Rosaline... vi como ella te...
- No quise...- intentó defenderse, pero Ginny le impidió que continuara.
- No, no fue tu culpa. Lo vi todo, fue ella. Pero... no sé, ella es muy linda... no me mires así, ya sé que es una tontería pero... me afectó. No sé...
- Nunca cambiaría un minuto contigo por mil años con esa cualquiera trepadora.
Feliz de lo que acababa de escuchar, Ginny rodeó a Draco por su cuello con ambos brazos y comenzó a besarlo. Lo besaba con necesidad, quería estar cerca de él, tan cerca como fuera posible, no quería que la abandonara nunca, jamás.
Las manos de Draco, al rededor de su cintura, comenzaron a subir con tranquilidad, hasta llegar a los botones que cerraban su vestido. Uno a uno los fue desprendiendo, y Ginny no cayó en cuenta de eso hasta que sintió sus varoniles manos jugando en la piel de su espalda desnuda.
Sujetando la parte de los hombros del vestido, comenzó a jalarlo hacia abajo, y con ayuda de Ginny logró quitarlo hasta la cintura, dejándola completamente desnuda en la parte superior. La pelirroja sintió nervios, ansias, pero sobre todo nervios, estaba consiente de lo que pasaba, de lo que pasaría, pero no se sentía intimidada. Sólo le bastó ver la fascinación con la que su querido Draco la miraba para que obtuviera energía renovada. La ropa de él comenzó a desaparecer también, se la quitó con dificultad, pero al fin él quedaba sólo en sus pantalones, en la misma forma que ella ya lo había visto una vez. La marca en su brazo no fue menos vistosa contra su blanca piel que aquella vez, pero trató de ignorarla, de concentrarse en él. Y así las manos que tenía en su cuello comenzaron a bajar por su pecho, hasta abajo, cuando se encontraron con sus pantalones. Trató de armarse de valor y comenzar a desprendérselos, cosa que con su inexperiencia no fue tarea sencilla.
- Pensé... que... estabas... cansada....- dijo él al romper el beso, con la respiración entrecortada.
Ginny negó frenéticamente con la cabeza, recostándose en el lecho, y dejándose vencer ante un nuevo beso de su amante. En algún momento de poca lucidez de ella, Draco debiera haber sacado el resto de su vestido, que sorprendida, contempló en el piso de la habitación.
Una de las manos del muchacho se deslizó por su pierna, por ambas, hasta conocerlas de memoria. Se sintió envuelta en una extraña nube de desconocido placer, perdida entre caricias y besos expertos en partes de su cuerpo que nunca antes se había detenido en reparar de su presencia. Mareada entre sudor, aquellos toques delicados, sensibles y gloriosos, entre sus propios gemidos, la respiración agitada de él, sus voces debilitadas... se encontró cuerpo con cuerpo bajo las sábanas, completamente desnudos, y extasiados... estaban justos, nunca habían estado más unidos, ambos demasiado vulnerables, imperfectos, felices...
Lo sintió con más necesidad, lo quiso más cerca, su cuerpo hervía de esa necesidad que debía saciarse cuanto antes. Separó sus piernas como instándolo a hacerlo de una buena vez. "El dolor sólo será los primeros segundos... luego se irá, te lo prometo", le oyó decirle, ella asintió confiada. No le importaba tener que sufrir si eso acababa con aquel deseo que la doblegaba tan fácilmente. Ambos pulgares en su cintura, y lo sintió entrar. Su pecho se comprimió, al igual que su rostro mostraba una mueca de dolor que fue dejando lugar a una de extremo placer con cada movimiento de vaivén.
Una punzada profunda hirió su vientre, que fue agudizándose rápidamente hasta obligarla a hincarse y gemir tan fuerte que sonara como un grito, igualmente lo oyó a él hacer lo mismo. Hasta que la sensación se acabó, quedando en un hormigueo suave, y tumbándola sobre la cama, con Draco a su lado.
El muchacho la rodeó con uno de sus brazos y la atrajo hacia él, volviéndola a besar, bajando por su cuello... estaba claro, de que esto acababa de dar por empezado...
* * *
La mañana con toda su plenitud de colores y olores se filtró por la ventana abierta. Las cortinas bailoteaban a causa del viento, la sensación era refrescante en todos los sentidos posibles.
Se despertó cuando el sol ya hubo estado en una posición muy alta, con una extraña sensación en el cuerpo, un peso sobre su pecho. Se espabiló bien, aclarándose la vista. Una mata de cabello rojo descansaba sobre sí, intentó moverse para salir de la cama sin despertarla, pero a cada movimiento ella parecía estar a punto de abrir los ojos.
Borrosas imágenes de la noche anterior llegaban con una claridad que mejoraba conforme le volvía la conciencia y lucidez. Era extraño, todo aquello le parecía muy raro. Por supuesto que la había pasado muy bien, demasiado, pero nunca le había pasado como lo que ahora le sucedía. Jamás había despertado una mañana, con una chica durmiendo a su lado, y se había sentido feliz con sólo verla cómo ahora veía a su pequeña pelirroja. Le acarició el cabello, despejándolo suavemente de su rostro para poder apreciarlo mejor. Se veía tan tierna, muy dulce, si bien anoche, en la fiesta y mientras estaban juntos la había sentido una mujer muy adulta, ahora la veía convertida en una niña delicada, una muñequita frágil.
No quería levantarse, quizás debía pero no quería hacerlo. Se recostó a su misma altura y la abrazó por la cintura, quedando frente a frente... comenzó a quedarse dormido ante el embriagador perfume de su piel, que con mucha suerte, había podido trasladar a la suya propia en pequeñas dosis. Cerró los ojos y buscó conciliar el sueño junto a ella, por una hora más al menos.
Ya casi lo estaba logrando cuando un peculiar sonido lo abrigó a despertarse otra vez. Un aleteo sereno pero ruidoso, y un ulular urgente. Una lechuza gris y blanca, de tamaño mediano, se había depositado en el alféizar de su ventana. ¿Qué hacía ese animal ahí? Traía una carta obviamente, pero se suponía que no entraran en su habitación nunca. Estaban entrenadas para no hacerlo, a menos que tuvieran estrictas órdenes de entregarle personalmente alguna correspondencia. ¿Pero quién querría darle algo urgente? Ni siquiera necesitó pensarlo demasiado y el nombre Dumbledore le surgió de repente.
Se levantó cuidadosamente, tratando de no sobresaltarla con su movimiento, y caminó hasta la ventana, donde tomó la carta. La abrió y encontró una hoja de pergamino sin nada escrito. Trató de hacer memoria, se suponía que tenía un hechizo, Severus se lo había advertido. Caminó hacia la mesa de noche que flanqueaba su lado de la cama, abrió uno de los cajones buscando su varita. Cuando la tuvo en mano, rogó que el hechizo le saliera bien, era algo complicado.
- Revela - murmuró, y las letras comenzaron a aparecer una a una.
El mensaje no era muy largo, pero tampoco tan reducido como podía esperar. Como lo había adivinado provenía de Dumbledore, lo llamaba, quería que fuese a verlo a Hogwarts ya mismo, la misiva era de carácter inminente, debía salir cuando antes. Y, leyó más abajo, llevar a Ginny con él.
Destruyó la carta, cuyas inscripciones se borraron cuando él acabó de leerla. Fue hasta la cama y sacudió débilmente su hombro. Odiaba tener que despertarla pero no había tiempo que perder.
- Ginny... Gin mi amor, despierta.
La menor de los Weasley abrió los ojos, entre confundida y somnolienta aún.
- ¿Qué sucede?- preguntó desorientada.
- Tenemos que irnos, ya mismo.
Ginny abrió los ojos con preocupación, y asintió callada.
* * *
Se sentía maravilloso todo aquello, la libertad, su libertad. Contenta, disfrutaba del aire fresco y la brisa colorida de primavera golpearle en la cara, en cada parte de su cuerpo. Se sentía cómoda con ella misma y con el resto de la ciudad. No podía creer que al fin había podido salir de la mansión de los Malfoy, y ahora se encontraba caminando tranquilamente por el Londres muggle en compañía de Draco.
Reía divertida, y a la vez encantada con la expresión de pocos amigos en su pareja. Lo encontraba tan tierno.
Se abrazó a uno de sus brazos para caminar a su ritmo. Quizás podía levantarle los ánimos. Ginny lo miró a la cara y le sonrió, todo lo que pudo. Trató de poner su cara más dulce de todas para encantarlo. Finalmente logró que esa cara de ogro quedara olvidada en una media sonrisa.
- ¿Por qué estás tan serio? - le preguntó- ¿Es que no te gusta el Londres muggle, verdad?
- No... lo encuentro tan... simple.
- Es lindo, es diferente.
- Pero me gusta el Londres mágico- sentenció.
- ¿Entonces por qué venimos por aquí? Hay formas más rápidas de llegar a Hogwarts, y ni siquiera habríamos necesitado vestir como muggles.
- No te vi muy molesta esta mañana cuando no sabías por cual modelo decidir. Todo lo contrario.
- No me quejo, la ropa muggle es muy bonita. A mí me encanta lo que traigo puesto. ¿No crees que me veo bonita?
Se puso delante de él y giró sobre sí misma. Draco le sonrió y negó con la cabeza, sentenciando que ella era un caso perdido.
- Preciosa. Pero te ves lindísima con cualquier cosa que uses.
A ella también le gustaba lo que traía puesto, había tardado en decidirse pero al fin supo que eso era lo indicado para ella. Llevaba puesta una pollera de jean corta y tableada, ya arriba se cubría con una remera sin mangas de un color amarillo suave. Acompañando todo eso, y esperó no ser exagerada, se peinó usando unos broches del mismo color amarillo, que quedaban muy bien en su cabello.
No tenía idea de por qué Draco se quejaba tanto, a él esa ropa que traía puesta no le quedaba nada mal. Unos pantalones de jean y una camisa gris que acentuaba enormemente el color de sus ojos.
- Yo pensaba,- comenzó a decir Ginny, una vez que habían entrado a la estación de trenes- que el expreso de Hogwarts sólo andaba dos veces al año.
- Y cuando Dumbledore lo dispone, como ésta vez.
- Uhm...- musitó, siguiéndolo muy de cerca hasta llegar al espacio entre el andén 9 y el 10.
Los muggles iban y venían sin reparar en su presencia, lo que haría más sencilla la tarea de cruzar el portal.
- Ve primero- le oyó decir a Draco.
Sin reparar ni quejarse, atravesó el umbral, llegando al andén 9 3/4. Sorprendentemente para ella, el expreso estaba ahí, con el aspecto de partir en cualquier momento. Segundos después Draco apareció por detrás. La tomó por los hombros y la obligó a subir de una vez. Se veía muy apresurado.
Ya dentro, notó la ausencia de la sensación expectante y de emoción contenida que albergaba al subir, cada primer día de clases. Como era de suponerse. Y eso se debía en mayor parte al completo vacío de vagón. No como de costumbre, cuando solía sentirlo lleno de vida y movimiento. Ahora lo veía frío y hasta le llegó a parecer un triste tren sin ningún chiste. El expreso comenzó a moverse, volvería a Hogwarts.
- Este tren no tiene chiste si no es 1° de septiembre.
- Supongo que no, vamos a buscar un lugar donde sentarnos.
Él no le dio importancia, que frío que era a veces. Con una mueca de hastío, Ginny lo siguió hasta un compartimiento.
Abrió una de las puertas y se encontró con que había dos personas más en el vagón. Ginny las reconoció casi enseguida. La chica esta vez tenía el pelo de un color rubio y los ojos cambiados a azules profundos. Pero aún así, la reconoció.
- ¡Tonks! - exclamó, mientras entraba al compartimiento. Draco parecía fastidiado con el encuentro, claramente él quería estar sólo pero a pesar de eso terminó entrando y cerrando la puerta del compartimiento tras él.
- ¡Ginny! La más pequeña de los Weasley... ¿cómo haz estado?- preguntó muy sorprendida de verlos y más emocionada todavía.
- Profesor...- musitó, al ver por quién iba acompañada. Sentada junto a Tonks, con su usual aspecto enfermizo y deplorable, se encontraba Remus Lupin.
- Ya no soy tu profesor, puedes llamarme Remus, - contestó, hablándole a la pelirroja pero sin dejar de inspeccionar a su compañero, parecía caer en cuenta de algo importante al verlo ahí- ¿Cómo estás Ginny?- preguntó, cambiando la mirada por una sonrisa dirigida a ambos.
- Ah... muy bien, sí.
Ella se sentó frente a los dos adultos, como Draco ya lo había hecho. Por desgracia él se tomó la ventana primero.
- ¿Qué hacen aquí?- quiso saber Ginny, dirigiendo miradas intercaladas a ambos.
- Este...- vaciló Tonks-, cosas... cosas de la orden- le guiñó un ojo-. Supongo que si podemos decirles eso. Es seguro ¿no?- inquirió, mirando nerviosamente a Lupin. Era claro para Ginny que ella se sentía incómoda con la presencia de Draco ahí. Por su parte, él los ignoraba totalmente y tan sólo se dedicaba a mirar el paisaje.
- No creo que haya problemas- aceptó, sonriente-. Me ha sorprendido verte aquí, en compañía del señor Malfoy- se sinceró el licántropo.
- Bueno con respecto a eso...- balbuceó nerviosa. Miró a Draco, tratando de recibir algo de apoyo de su parte pero él no le hacía caso, parecía pensar que se lo merecía por entablar diálogo con esas personas. Nerviosa, comenzó con su tic recientemente adquirido, empezó a poner y sacar su sortija del dedo.
No esperó que alguien reparara en ello, pero Draco se dio cuenta, y también Tonks. La aurora abrió grandes sus ojos azules y su rostro tomó formas divertidas por un buen tiempo. Parecía querer gritar, reír, llorar, hacer mil cosas al mismo tiempo, preguntar, quedarse sin decir nada... Al final se decidió por señalar el dedo de Ginny.
- ¿Qué...? ¿Qué quiere decir eso?- preguntó, pero más que nada a Lupin y no a Ginny. El mago observó todo atónito, e inmediatamente la misma sortija apareció en el dedo del muchacho rubio, ni siquiera se había molestado en ocultarla.
- Me alegra ver que haz estado sana y salva, he visto a tus padres y ellos se veían preocupados por su bienestar- interrumpió Remus.
- He estado muy bien estos últimos meses... me han cuidado bien- aseguró, con un ligero rubor en las mejillas.
Tonks continuaba sin habla, observaba a Draco, hasta un determinado momento en el cual ella sonrió minuciosamente, y más tarde su sonrisa se hizo amplia y soñadora.
- Te conozco, eres el hizo de Narcisa, eres mi primo ¿cierto?.
Draco salió de su ensimismamiento y vio a Tonks con una expresión sin emoción.
- Nymphadora, la hija de Andrómeda...
- Esa misma, pero llámame Tonks como todo el mundo.- pidió, feliz de que sí la reconociera- No te había visto nunca, pero escuché hablar de ti. Eres Malfoy...
Draco profirió una sonrisa irónica, obviamente era un Malfoy.
- Un Malfoy... y una Weasley...- meditó, provocando que el cuerpo de Ginny se tensara ante la seriedad del planteamiento- Caramba, hasta yo sé que eso no está bien.- sin embargo sonrió con una expresión soñadora.- Que romántico... ¿no lo crees?
Lupin no contestó nada, tan sólo se limitó a sonreír parejamente a Tonks.
- Mejor nos vamos, tenemos que preparar...- indicó Remus después de mirar su reloj.
- ¡Cierto! Chicos, un gusto de verlos- se puso de pie de un salto-. Cosas de la orden... ya saben. Adioooosss....
Se despidió afablemente la joven. Remus Lupin se puso de pie con un poco más de lentitud, pero los saludó con amabilidad también.
- Al fin se fueron...- musitó Draco.
- ¿Por qué no te agradan? Si son muy amigables, el profesor Lupin y Tonks son unas de las pocas personas en las que se puede confiar.
- Ella no para de hablar nunca, me cae pesada.
- ¿Te haz puesto a pensar que ahora ella le irá a contar a mis padres?
- Se iban a enterar de todas formas.
- ¡Qué fácil es todo para ti! ¿No?
- Cierto, todo porque soy huérfano, las cosas han sido demasiado fáciles para mí- expuso con sarcásmo.
Detectó cierta amargura en sus palabras. - No... perdón, no es lo que pienso, sólo lo dije.- hubo un período de silencio en el que él solo se dedicó a mirar por la ventanilla otra vez.- Pero yo tengo que enfrentarme a toda mi familia.
- Sabias que te exponías a eso cuando me rogaste que te pidiera matrimonio.
- ¡¿Yo rogarte?! ¡Yo jamás te rogaría nada! Sólo quería ayudarte maldito desagradecido- Draco volteó para verla, tenía la mirada llena de furia-. Seguramente quieres dejarme aquí, ya tuviste todo lo que querías ¿no? Tu fortuna, me acosté contigo...
Draco escuchaba escéptico toda esa sarta de estupideces, ¿cómo podía ella decirle eso? Él nunca le haría eso, él la amaba, la amaba con todas sus fuerzas, ¿cómo podía decir que ya se había cansado de ella? Los ojos de la pelirroja se aguaron en cuestión de segundos, ante el silencio del muchacho, el cual tomaba como una confirmación de todo lo que estaba diciendo.
- ¿No vas a decir nada? ¡¡Bien!! Me voy...- se paró y abrió la puerta del compartimiento, demasiado dispuesta a irse.
- Te amo.
Su cuerpo se congeló en la posición que tenía, se detuvo con ambas manos apoyada en el marco de la puerta. ¿Había escuchado bien?
- Te amo- le confirmó la voz del muchacho-, me duele que tu pienses que puedo hacerte daño. Nunca lo haría, no a mi dulce pelirroja.
Ginny giró, para volver a verlo a los ojos. Se secó las escasas lágrimas que había dejado escapar. ¿Él se lo había dicho? ¿Le había dicho que la amaba? ¿Finalmente?
- Si te parece que no soy sincero con lo que digo entonces eres tú la que me decepciona Virginia.- a pesar de la dureza de sus palabras se veía demasiado vulnerable, expectante a una reacción, como si tuviera miedo.
Ginny le sonrió tímidamente.
- Pocas veces no haz sido sincero conmigo, y todas esas por mi bien. No creo que estés mintiendo.- se volvió a sentar.
Apresuradamente Draco se acercó y le robó un beso sencillo, apenas un roce de labios, pero suficiente como para hacerla estremecer. Le había dicho que la amaba, ese era uno de los momentos más felices de su vida. La angustia de la última pelea quedó olvidada y reemplazada por un sentimiento de alegría albergado en su pecho.
- Seriamente hablando- movilizó su mano hacia la de Draco, y comenzó a garabatear dibujos imaginarios en su palma. Draco observaba detenidamente ésta caricia, prestándole atención aún así a sus palabras.
- Seriamente hablando...- la instó a seguir.
- Va a ser difícil que mis hermanos te acepten, quizás no con mis padres pero sí mis hermanos. Y son mi familia, no puedes ser tan apáticos con ellos porque si mal no recuerdo cuando me casé, me casé con un miembro de la familia Malfoy, tuve que soportar las extrañas amistades de tu familia. Así mismo espero que enfrentes a la mía, no te pido que seas el yerno y cuñado perfecto, pero un poco de diplomacia al menos... Sabes de qué hablo supongo.
- Es justo. Haré lo posible por no estrangular a tu hermano Ron cuando lo vea, pero sólo una cosa.
- ¿Cuál?
- No me pidas que me lleve con Potter, porque no sé si eso puedo concedértelo.
- Pero Harry es como de la familia...- se quejó.
- Corrección, no es de tu familia. Cuando me casé contigo me casé con una Weasley, no con Potter. ¿Bien?
Ginny acabó por aceptar, tampoco le exigiría llevarse bien con Harry si tanto lo odiaba.
- ¿Y Hermione?- aventuró.
- ¿La rata de biblioteca?
- ¡No le digas así! Ella me ayudó a aprobar pociones, que no se te olvide.
- Pero- recordó, con una sonrisa jactanciosa- que no se te olvide que volviste a hacer el examen sólo por que yo quise.
- Bueno pero qué hay de ella, ¿te cae mal?
- Me molestaba cuando mi padre me decía que no podía permitir que una sangre sucia fuese mejor que yo en las notas. Pero... es la más pasable de los tres... Aunque NO voy a hacer el esfuerzo de llevarme bien con ella.
- ¿Luna?
- ¿Lovegood?
- La misma.
- Me cae rara.
- ¿Pero...?
- Ella está bien. Me es indiferente a decir verdad. ¿Debo elegir a uno de tus amigos para llevarme bien?
Ginny lo afirmó con ojos suplicantes.
- Está bien- aceptó, derrotado- Supongo que escojo a Lovegood. Pero tú, te tendrás que llevar bien con mis amigos.
-¿ Brygth Warrington y Christina Mannerly no son suficientes?
- ¿Qué me dices de Pansy?- preguntó con una sonrisa juguetona.
- ¿Parkinson? ¡Sueña!- espetó con repugnancia. Draco comenzó a reír y le acarició la misma mano con la que estaban jugando desde hacía minutos.
- Es broma, está bien así.
- ¿Es serio?- dijo aliviada- Perfecto. No puedo esperar para volver a Hogwarts, a nuestra vida normal. Ir a clases, practicar quidditch...
- Quidditch... en verdad que extraño el quidditch. Estaba pensando en comprarme una escoba nueva, pero el año casi acaba y es mi último.
- ¡Hazlo! ¡Yo te acompañaré a elegirla!- expresó, entusiasmada- No importa si no puedes jugar en Hogwarts, siempre puedes practicar, ¡es más! Hasta podríamos practicar juntos.
- Te ganaría fácilmente- aseguró para tratar de picarla.-Así no es divertido.
- ¿Me ganarías? Disculpa, soy yo la que se jacta ahora, ¿recuerdas gracias a quien venciste a Potter a principio de la temporada?
- Yo sólo por supuesto- bromeó.
- Sí claaarrroooo... Una pelirroja no tuvo nada que ver ,¿cierto?
- No que yo recuerde.
- Está bien.- sonrió con expresión victoriosa- Entonces, si me consideras aburrida, siempre puedes jugar en la madriguera, con todos mis hermanos... te quiero ver tratando de ganarle a Charlie. Él es el mejor.
- Acepto el reto. Además está el Mundial de Quidditch, éste año es en Francia.
- Sí, ¿qué con eso?
- Blaise y yo habíamos estado planeando ir. Pero, dadas las circunstancia, me gustaría que fuésemos juntos- propuso.
- ¡Seguro! Me parece una idea fantástica, nunca he conocido Francia.
- Te encantará, a las mujeres le encanta, no sé que tiene esa ciudad. Siempre prefiero Londres o América.
(N/A: como detesto que llamen al EEUU como América... pero bueno....)
- Pero no sé...- su entusiasmo pareció agotarse de repente- No sé si está bien hacer planes a largo plazo.
- Eso siempre está bien, si no planificas el futuro te deprimes con el presente. No quiero que te deprimas.
Ginny se abrazó a él, y mientras veía por la ventanilla, encontró el castillo de Hogwarts frente a sus ojos. Su estado era lamentable, se asustó de verlo así. La torre norte había caído parcialmente, y los daños se veían a la lejanía.
- Está mucho mejor que la última vez que lo vi, se nota que han estado trabajando en su reconstrucción. ¿Ves? La torre sur ya está completa, antes estaba totalmente acabada. Los mortífagos sólo se dedicaron destruir el castillo, vieron que ante tantos aurores era difícil matar personas.
* * *
La profesora McGonagall fue quien los acompañó al despacho de Dumbledore, el aspecto de la mujer no era nada agradable, se veía pálida y más anciana que cualquier otra vez que Ginny la hubiese mirado.
Cuando llegaron, el director de Hogwarts estaba sentado en su sillón, enfocado en su pensadero que descansaba sobre la mesa.
- Profesor Dumbledore, Albus... ellos están aquí.
El viejo director sonrió a medias, por supuesto que ya se había dado cuenta de ello. Les hizo seña para que se acercaran a él.
- Gracias Minerva, por favor ¿podrías decirles a los demás que ya están aquí?
- Sí, eso haré- y se despachó.
- ¿Desean tomar asiento?- preguntó el anciano, con cara cansada y un aspecto que no era mucho mejor que el de la profesora McGonagall.
- Así está bien, gracias- denegó Draco-. ¿Para qué quería vernos?
- Esa es una pregunta que responderé cuando sea necesario... sólo esperen a que ellos lleguen.
- ¿Quiénes son ellos... director?- quiso saber Ginny.
- Ya lo verá señorita Weasley, paciencia. - la misma asintió cabizbaja.- Entonces señor Malfoy, espero que haya cumplido con nuestra promesa.
- Ah... es que...- Dumbledore sonrió ampliamente.
- Pierde cuidado muchacho, hiciste todo lo que pudiste, no esperé que ni el mejor de los magos cumpliese tal promesa. Me da gusto saber que al menos has cuidado bien de la señorita Weasley, eso sí me interesa.
¿De qué promesa estaban hablando? ¿Y por qué Draco palideció por unos segundos al hablar de ella?
- Felicidades, les enviaré mi presente cuando las cosas se normalicen un poco.- informó con una sonrisa atiborrada de picardía- Han tomado una decisión peligrosa, pero certera, muy valiente, ¿lo saben?
- Sí, señor. Pero estamos consiente de todo lo que implica haber hecho lo que hicimos- argumentó el dragón de Slytherin.
- ¿Usted también lo cree así señorita Weasley?
- Sí, señor. No me arrepiento- dijo con decisión.
- Bien por ustedes entonces, que sean felices, sinceramente.
La puerta del despacho volvió a abrirse.
- Aquí están ellos- informó el anciano.
- ¡GINNY!- exclamaron los tres al mismo tiempo. Draco articuló un gesto de descontento cuando entraron Ron, Harry y Hermione de repente.
- Hermanita- prorrumpió Ron, abalanzándose sobre ella y encerrándola en un fuerte abrazo. Ginny le respondió de igual manera, estaba contenta de ver bien a su hermano mayor.
- Ginny, que bueno que estés bien- intervino Harry.
- Igual pienso de ti- le respondió, mirando de soslayo la expresión de tedio en cierto rubio.
Hermione se acercó y la abrazó, dejando salir unas lágrimas de sus ojos.
- Te extrañé mucho. - Yo también Hermione, lo juro.
- ¿Qué hace él acá? ¿Por qué trajo él a mi hermanita?- protestó Ron, provocando alarma en su hermana.
- Ron, Draco y yo... déjame explicarte- se interpuso entre su esposo y su hermano.
- ¿Draco? ¿Le dices Draco a este malnacido? ¡Draco!- se quejó, comenzando a levantar la voz.
- Ron...- intentó mediar Hermione.
- ¡Tu no te metas!- clamó, comenzando a enfurecer.
- ¡No le hables así a Hermione!- la defendió el muchacho de la cicatriz.
- Weasley no hagas una escena...- recomendó Draco, retomando su usual ironía.
- ¡No me digas que no haga una escena! ¡¿Alguien puede explicarme que hacía mi hermanita con este cretino?! ¡Le prometieron a mis padres que ella estaría en un buen lugar a salvo!
- Sus padres, señor Weasley, estaban al tanto del traslado de la señorita Weasley a la mansión Malfoy, se los he dicho hace unas semanas atrás. Ellos lo aceptaron.- lo instruyó Dumbledore.
- ¿¿Quéee?? ¡Voy a matarte!- Ron se lanzó sobre Draco para intentar golpearlo. Harry intentó oponerse pero, considerando el tamaño del pelirrojo, no fue tarea fácil.
- ¡Señor Weasley! ¡Contrólese!- bramó McGonagall, logrando con la ayuda de Harry separar a Ron de Malfoy, quien ni siquiera había intentado golpearlo. Sólo en consideración a lo prometido a su hermana.
- Ven, mejor esperamos afuera- le dijo Hermione, tomando a Ginny por el brazo.
- Es una buena idea Hermione- opinó Dumbledore.
Sin estar muy segura, Ginny se abandonó a seguir a Hermione. Salieron del despacho, cerrando la puerta, y se quedaron afuera. La luz era poca, pero podía ver con exactitud el rostro de la mayor.
- ¿Por qué me sacaste?
- Las cosas están muy tensas allá adentro Ginny, además no es una charla que nos concierna del todo, prefería hablar a solas contigo.
- Ahora estamos solas- convino, encogiéndose de hombros- ¿Qué me quieres decir?
- Más bien preguntar. Hablé con Tonks antes de verte, y me dijo algo que no supe si creer...
- ¿Esto?- levantó su mano izquierda relevando el brillo de un metal sobre su dedo, un precioso anillo de oro con una pequeña y fina piedra. Hermione Granger inspiró con fuerza y sus ojos se abrieron más de lo normal, desorbitándose.
- Entonces era verdad... tu y él están...
- Sí.- confirmó, sin un ápice de vergüenza.
- ¡Merlín, Ginny eso es... sorprendente! Era él, ahora comprendo que era él quien te tenía tan feliz los últimos meses. No sé como, ni siquiera puedo imaginarme lo que ves en él pero... si estás feliz, entonces está bien.
- ¿Crees que le tome mucho tiempo a mi hermano aceptarlo?- preguntó, tratando de que, con su sola respuesta, Hermione lograra aligerar aquella tensión.
- Lo hará, tarde o temprano.
La puerta del despacho volvió a abrirse, Harry, Draco, Ron y McGonagall salieron. Ron todavía le miraba con resentimiento, como si con sólo haber estado con Draco hubiera matado su orgullo. Y mancillado el de su familia.
- Deben irse, lo antes posible.- les dijo Harry.
- ¿A dónde?
- A un lugar seguro Ginny- le contestó Draco.
- Dumbledore recomendó la casa de tus padres Hermione, ahí estarán los tuyos también Ginny.
- Harry...- vaciló Hermione. No quería separarse de ellos, pero lo haría, aunque sólo fuese por acompañar a Ginny.
Draco se acercó a Ginny y presionó una de sus manos con suavidad.
- Es lo más seguro, por lo pronto.
- Está bien. Lo haré si me lo pides.
El rubio se acercó más y la besó a modo de despedida, lo que casi hace que Ron se lance sobre él para golpearlo.
- Nos veremos pronto.
- Prométeme que esta será nuestra última despedida- le pidió Ginny con toda la seriedad que pudo.
- Lo juro por mi vida.
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N/A: ni sé para qué me molesto tanto en hacer un capítulo largo si dudo que esté gustando este fic. De todas formas GRACIAS a todos los que si me mandaron reviews que son importantes para mí, me dan la pauta para saber si al menos vale la pena perder mi tiempo para escribir tanto... Por cierto PROXIMO CAPITULO CHAPTER FINAL, no se lo pierdan... trateré de acabarlo tan pronto como con el séptimo.
Aqui vamos, tengo que cumplir con las personas que realmente me animaron y contestar sus reviews, aquellas buenas personas que me hacen no querer suicidarme.
Arwen-chan: si yo escribi "she´s leaving home" no me mates... ¿Te inspiraste en mi? Genial, me siendo mas que muy hagalada... realmente. Sobre todo porque sos muy buena escribiendo. Ni idea como hago para hacerlos largos... me copo escribiendo y se me pasa el tiempo sin darme cuenta.
Nisa: ¡Gracias por tu review! Que bueno que haya quedado en suspenso, se me hacia medio chafa la forma te de terminarlo pero me alegro que pienses que no es así. Aquí te mando la continuación, espero que la hayas disfrutado.
Hermione de Malfoy: que bien que pienses que mi fic es el mejor D/G que hayas leido. Pero me temo que no se si es asi, he leido unos bastante buenos. Igual muchas gracias.
Angy y Draco: A mi también me ha gustado la forma de actuar de Draco... jeje, créeme, me encanta. Gracias por tu review, besos.
Ysdel: aquí los continuo, besos y gracias.
Luciana: aquí continuo este, con un tiempo bastante bueno, y que bueno que te gusten mis fics, me alegra. Ya se casaron como podes ver, y que bueno que haya gente como vos que me haya insistido para continuarlos. Besos!!
AtHeNs FeLtOn: gracias por todos los adjetivos, muy bonitos, me han gustado... jeje.
