Nakano regresó a su apartamento pasada la media tarde. Las bolsas que traía entre sus manos cayeron a sus pies y apoyándose contra la puerta, comenzó a resbalar hasta quedar sentado en el suelo
-Me mueroooooooooo- gimió con la cabeza ladeada a un lado- ¡¿Shuichi?!, Shuichi compre unas hamburguesas de camino, ¿Quieres cenar ahora?
En su apartamento el silencio tan sólo era anulado por el sonido de un grifo corriendo de fondo. El corazón del pelirrojo dio un vuelco poniéndose en pie, corriendo hasta el baño. Al llegar allí suspiró con resignación.
-Se ducha, y me lo deja todo así, este se entera cuando vuelva.
Cerró el grifo de la bañera. Se entretuvo ordenando todas aquellas cosas que había traído en la bolsas hasta que la puerta de su apartamento se abrió y entró el cantante con media sonrisa, la ropa de ese mismo día y la mochila al hombro.
-Ah, Hiro. Ya llegaste. Te cogí la llave de reserva porque tenia que hacer unas cosas.
Nakano lo contemplo con mueca dubitativa. El cantante parecía encontrarse mucho mejor que por la mañana pero sabía que mucho era fingido.
-Traje hamburguesas, ¿quieres cenar?
-Bueno- Shindou se quitó tanto la cazadora como la mochila y entró en la cocina. Cuando Hiroshi le paso una hamburguesa y una caja de patas, no pudo evitar notar que el cantante de pelo rosado tenia todos los dedos llenos de tiritas.
-¿Dónde has estado toda la tarde? Se supone que debías estar en casa descansando, no por ahí de juerga- le regaño el pelirrojo pero sin demasiado énfasis. El aludido sonrió débilmente hablando con toda la boca llena.
-Guui a fhacer guna ... visita a mi hermana, coincidió que me llamó al móvil a la hora de comer y bueno, pues me auto invite, total, deberías estarme agradecido, gracias a eso tu cocina sigue intacta. Yuki me lo decía a menudo, que los cuchillos y yo no nos levábamos bien, y que cualquier día le prendía fuego a la casa intentado cocinar algo...
Una sonrisa melancólica se plantó en sus labios. Shuichi se había quedado parado con expresión solemne hacia la bombona de butano. Hiroshi le dio un codazo para sacarlo del trance.
-Ya será menos, recuerdo que algunas veces tu llevabas la comida al instituto y no estaba tan mala...
-Eh... en realidad me llevaba la de Maiko, o me apropiaba de alguna que quedara "olvidada" en algún cajón, ya sabes...
-Je, si ya se- confirmó el pelirrojo con media sonrisa en los labios.
Terminaron de comerse la "fast food" más o menos en silencio. Cuando Nakano iba a sacar los postres de la bolsa, alguien comenzó a aporrear la puerta de la entrada.
-¿Pero ahora quién demonio es?
El guitarrista no tuvo más remedio que levantarse para abrir la puerta. Un joven poco más alto que él, con el pelo corto y las orejas llenas de pendientes, entró con la respiración agitada, cerrando la puerta tras él, y pegándose a ésta como si en ello le fuera la vida.
Lo que me faltaba
-¿Quién es?- preguntó Shuichi curioso por si era Yuki pero sin demasiadas esperanzas hacia el tema- ah, tu hermano. Hola!
-¡¡Me persiguen!!
-¿Quienes?- preguntó el pelirrojo hacia el recién llegado.
-¡Ellos!
Ni siquiera trató de entender lo que el descastado de su hermano trataba de decirle, se dio la vuelta y regreso con Shuichi a la cocina.
-A los locos, es mejor ignorarlos- le comentó a su amigo por lo bajo- así, tienden a desaparecer. Seguro que viene a pedirme dinero. Tu disimula, di que ahora vives conmigo, que estamos muy pobres y no tenemos ni para agua caliente.
Shindou se limitó a asentir con la cabeza de forma obediente, mirando con curiosidad al hermano del guitarrista, que seguía pegado a la puerta mirando con desconfianza a su alrededor.
-¡¡Mirad por la ventana por mi!!¡Por favor!
Por falta de quizá, otro entretenimiento mejor, el cantante se puso de pie y se asomó a una de las ventanas.
¿Qué ves?
-Pues lo de siempre, calle, una señora en bicicleta, un perro, más calle. Ah si, mira, ahí hay un ovni...¿debería de ver algo en especial?
El chico abrió la puerta minimamente y con un sólo ojo se puso a escudriñar el exterior.
-Tendría que haber estudiado medicina- se lamentó Nakano desde la cocina- así me podría haber ido lejos, muy lejos!!
-Bueno, nos veremos próximamente. Si sobrevivo. Id con cuidado.
El hermano del guitarrista hizo una señal de despedida muy vista en los años 80, en la vieja serie de Star Trek y salió corriendo por la puerta. Shuichi se quedó estático en la puerta con una mueca de perplejidad generaliza.
-Tu hermano es divertido- se rió un poco por lo bajo sentándose junto a Nakano en la cocina- Pues al final no vino a pedirte dinero ¿no?
-Tu espera que ese seguro que vuelve- se mofó Hiroshi. La puerta volvió a sonar nuevamente- Ves, seguro que es él. Casi que paso de abrirle.
-No seas así- le reprendió el cantante. Se puso de pie para abrir él.
-Nakano nanoda??? -Sakuma lo miraba con mueca perpleja que se convirtió en una sonrisa- Shuichi!!! ¿qué haces aquí noda?
Con sumo interés, el guitarrista se acercó a la puerta.
-¿Cómo conseguiste mi dirección Sakuma?
-Estaba en los archivos. Vine porque necesitaba hablar contigo noda- miró a Shindou con una sonrisa y ojillos expectantes- pero he pensado que mejor vamos a comer helado si no tenéis nada que hacer nanoda!!!
El cantante de Bad Luck se sentía mal por no poder corresponder aquella sonrisa, pero en ese momento no se veía con demasiadas fuerzas para festejar nada. Ryuichi se dio cuenta. Se puso en cuclillas con cara de niño que ha sido muy bueno pero le han castigado y observó fijamente al joven.
-¿Qué pasa Shuichi noda?
-Nada en especial, no he tenido un buen día- el cantante trató de esbozar una sonrisa- ah, se me olvidaba.
Con una expresión un poco más alegre, Shindou rebuscó en su mochila bajo la vigilancia constante de los dos otros hombres. Extrajo un paquete envuelto de regalo de tamaño considerable, con un gran y recargado perifollo en uno de los lados.
Para ti Sakuma-san. Espero que te guste y no te enfades.
-¿Para mi noda?, ¿Un regalo?
Los ojos de Ryuchi brillaron de la emoción, pegando saltitos con el regalo en los brazos.
-¡¡Un regalo de Shu-chan!!, ¡Regalo de Shu-chan! -canturreaba pegando brinquitos por el suelo. Nakano le dedico una expresión desconcertada al cantante de cabellos rosados que se limitó a sonreír y guiñarle un ojo.
-¡¡Regalo de Shuchan noda!!- gritó por ultima vez antes de estarse quieto y abrir el paquete. Sus ojos parecieron hacerse por un momento más pequeños y redonditos, llenándose de lágrimas.
Entre las manos tenia a Kumagoro, completamente reconstruido. Por algunos sitios estaba un poco desgarrado, pero el trabajo de restauración había sido sublime, casi ni se notaba en que estado había pasado los últimos días. Sakuma se lo llevo a la cara, se restregó contra él aspirando un agradable olor a fresas, y finalmente le mordió una oreja sumamente risueño.
-¿Pero cómo?- le comentó el pelirrojo a su espalda en un leve susurro. Shuichi se limitó a enseñarle las tiritas de los dedos que había visto anteriormente.
-También a eso me ayudo Maiko, sino hubiera sido por ella te aseguro que le abría cosido una oreja a la altura de la pata- comentó nerviosamente mientras se frotaba la cabeza.
Sakuma se volvió hacia él en un grandísimo abrazo que los tiró al suelo a ambos.
-Gracias Shuichi noda!!!! -se colocó a Kumagoro sobre la cabeza. La sonrisa de Ryuichi no podría ser más amplia que en aquel momento- Gracias!!!
Shindou no pudo hacer otra cosa que enrojecer nerviosamente mientras Sakuma seguía tirado en plancha sobre él abrazándole extasiado.
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Su esposa le hablaba de las nuevas reformas que quería hacer el la sala de estar, pero el rubio a penas le estaba prestando atención. Finalmente la mujer bufó molesta, cruzándose de brazos.
-Tohma. ¿Me estas escuchando?- era una pregunta claramente retórica, que se limitaba a informar que era plenamente consciente de que se la estaba ignorando y requería atención. El antiguo componente de Nittle Grasper sonrió dulcemente a modo de disculpa.
-Mika, estoy un poco cansado, ¿podríamos hablarlo luego?
Con resignación, la mujer se puso de pie y se perdió en alguna habitación contigua. Seguchi se quedó pensativamente callado. A veces tenía remordimientos, como en el momento en que Ryuichi había ido a hablar con él aquel mismo día y pedirle que dejara la insensata idea de hacer todo el disco en un mes. Seguchi se limitó a mantenerse en su fría postura y con el único pensamiento de "lo hago por Eiri", no cedió ante los ruegos casi hasta caprichosos de Sakuma, que terminaron siendo pataletas en toda regla. Prefería que no lo obligaran a elegir, él tenia muy claro por quien se iba a decantar.
-Podría intentar quedar con Eiri un día de estos...
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Si antes había estado recluido en su casa, ahora parecía que el resto de habitaciones a excepción del estudio ni existían.
Yuki Eiri había sufrido otra crisis apenas una hora después de que el cantante de cabellos rosados se marchase llorando de la casa. Cuando pensaba que había conseguido calmarse sintió un fuerte pinchazo en el estómago y una nausea violenta le llenó toda la boca de sangre. Respiró agitadamente y vomitó un par de veces más en el baño, obligándose posteriormente a ir al médico a que le hiciesen una rápida revisión. El medico le subió la dosis de los fármacos que ya tenia preescritos anteriormente, y le obligó a tomar otro del hacía unos pocos meses había conseguido prescindir.
"Los disgustos y el estrés, son posiblemente causantes al ochenta y cinco por ciento, de que su estado haya vuelto a empeorar. Evite las situaciones angustiosas para usted y cuídese, sino tendremos que hospitalizarle nuevamente"
El escritor había agradecido las atenciones con una inclinación formal de cabeza, y se había fumado medio paquete de cigarrillos a continuación, casi de forma simultanea.
Evitar situaciones de estrés y disgustos, eso era algo demasiado fácil de decir.
De igual forma se obligó a ir a la tienda donde había comprado su ultimo portátil, para que le vendiesen otro del mismo modelo. Ni se había molestado en retirar del suelo de la calle lo que había quedado del otro, se había limitado a pasar por encima con su coche.
Para cuando entraba de regreso por la puerta de su casa, ya era media mañana. La sensación de vació en el estomago y la moral en decadencia eran sus únicos rasgos reseñables al cerrar la puerta de la vivienda.
Plantó el nuevo portátil sobre la mesa del estudio, esperando enfurruñado a que éste terminase de hacer el registro de usuario. No tardó demasiado en encontrar un disco brillante sin inscripciones en él. El tener una copia de seguridad de todos sus archivos era algo lógico y necesario, más cuando se asumían ciertas compañías que fomentan los desastres.
Eso, sumado al echo de él parecía atraer a los problemas y a las eventualidades, daba como resultado que procurara curarse en males por adelantado. Por ello no se lamentaba de haber perdido mucho trabajo, en realidad no podía lamentarse de nada en absoluto.
Respiró profundamente y la imagen del cantante de cabellos rosados entró inoportunamente en su mente, agitando nuevamente sus entrañas: su rostro blanquecino bañado en lágrimas, sus labios entre abiertos temblando en expectación, ese ruego silencioso por ser perdonado... tanta culpabilidad y arrepentimiento en sus trasparentes y sinceros ojos violeta.
Eiri terminó de instalar en a penas una hora todos los componentes y dejar el ordenador como antes del desastre, entonces ¿por qué había sido tan violento?. Con el nuevo ordenador intacto sobre la mesa, sus acciones le parecieron un tanto exageradas incluso a él. No había perdido nada, y un PC nuevo para su sobrada nomina no le hacia ninguna mella en especial.
Sentía cargazón en la sienes. Prendió un nuevo cigarrillo observando la pantalla del portátil. Sinceramente y sin remordimientos, reconoció que en aquel momento deseó hacerle daño, deseó verle llorar como en el momento de marcharse. Se llevó el cigarrillo hasta la altura de los labios pero lo mantuvo a esa distancia murmurando de forma soliviantada.
"Sakuma-san por aquí , Sakuma-san por allá... Si tanto le gusta el idiota ese que se vaya a vivir con él y me deje a mi de una puta vez en paz. Yo no le he dicho nunca que se quede, es él en que se empeña siempre en volver..."
Las cenizas consumidas de lo que antes había sido el cigarrillo cayeron a sus pies. Se sentía mal, se sentía vacío, pero ese hueco lo estaba tratando de tapar forzosamente con el resentimiento.
Sus manos habían obrado de forma independiente y ahora sus ojos estaban fijos en aquella fotografía que tan celosamente había guardado durante más tiempo del que quería admitir. Shuichi le seguía sonriendo desde allí, con aquella sonrisa limpia y tan inocente que a veces le hacia parecer tonto.
-Simple- dijo entre dientes de forma desdeñosa. Sus ojos eran una película de hielo. Cerró la imagen y abrió la novela. Tenia un trabajo que entregar. Lo demás era secundario.
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-¿Me queréis dejar algo de manta?, ¡¡Por si no lo sabéis esta cama es mía!!- pidió exasperado Nakano a los otros dos cantantes que dormían placidamente acaparando prácticamente todo el colchón- no podía ninguno dormir en el sofá, no. Tenían que venir los dos a la cama, para echarme a mi...
El guitarrista se puso de pie con el entrecejo fruncido, arrancó una almohada que Shuichi no parecía querer soltar y se la llevó al sofá con sentimiento de santo sacrificado. Al final Ryuichi, al ver que Shindou estaba pasando allí unos días por razones desconocidas en las que él no iba a indagar, decidió hacer como que le habían invitado a él también y quedarse.
Se escucho un gemido ahogado en el dormitorio. Hiroshi asomó la cabeza alzando una ceja al ver el cuadro; los dos cantantes despatarrados en la cama, Sakuma mordiéndole un brazo a Shuichi, y este ultimo medio caído de la cama con un rió de baba junto a su cabeza.
-Si es que son tal para cual- se lamento el dueño del inmueble, recostándose en el sofá.
Cuando apenas había conseguido quedarse dormido, el despertador de su cuarto saltó con un irritable sonido que le taladró los tímpanos.
¿Por qué?...-gimió a modo de súplica poniéndose en pie, sintiendo las consecuencias de aquella noche reflejadas en los dolores musculares de todo su cuerpo. Se fue al dormitorio y levantó la persiana al máximo con una sonrisa sádica en su labios.
-Ehh, ahhh.... luz!!!!- Shindou metió perezosamente la cabeza bajo la almohada. Sakuma ni siquiera se daba por aludido.
-¡¡Arriba los dos!!
- Mnnsgeete- dijo con toda la boca llena Ryuichi. En un posterior alarde de movilidad, Sakuma soltó el brazo de Shindou, cogiendo mecánicamente a Kumagoro, comenzando a roerle la cabeza con los ojos todavía cerrados.
Nakano se frotó la cabeza decidiendo pasar y darse primero una ducha.
Un cuarto de hora después Shuichi habría perezosamente los ojos y trataba de ponerse en pie.
-Toma Shu, una toalla y una de mis camisetas.
El cantante la cogió con los ojos entrecerrados, el cabello revuelto de una forma cómica, y la ropa toda arrugada y desechurada. Hiroshi rió.
Tienes pinta de venir de una fiesta bakaleta de pastilleros y haberte puesto ciego de todo.
Como toda respuesta el cantante puso los ojos en blanco entrando en el baño. El guitarrista tras vestirse, se dispuso a hacer de buen anfitrión y preparar unos excelentes desayunos.
-Buenos días ... ¿ y Shuichi noda?
Sakuma se presentó por la puerta de la cocina en similares circunstancias que las del otro cantante. Nakano a veces tenia la sensación de estar viviendo con un par de gemelos.
-En la ducha... Sakuma que quieres desayu?- se interrumpió el joven al darse cuenta que estaba hablando sólo.
Tras una cortina de vapor, el cantante de Bad Luck terminaba de eliminar los restos de jabón de su cuerpo cuando unas manos tibias se posaron delicadamente en sus hombros.
-¿Me pasas el jabón noda?
-Eh, ¿qué?, a si, toma Sakuma-san- Shuichi le paso con toda la naturalidad del mundo el jabón al otro hombre, inmediatamente se giró aturdido- ¡¿Sakuma-san?!
Shuichi se frotó los ojos para comprobar que realmente se encontraba allí el otro cantante, completamente desnudo, jabonándose tranquilamente mientras cantaba alguna tonadilla. El joven de cabellos rosados se ruborizó, poniéndose hasta tal punto nervioso que trató de retroceder o volverse, obteniendo como consecuencia un resbalón dentro del plato de ducha que le hizo caer de culo. Sakuma se volvió hacia él con expresión infantilmente preocupada, tendiéndole la mano sin pudor alguno hacia su cuerpo.-¿Te has echo daño noda?
- Eh no..., no!- El cantante cerró los ojos avergonzado, sintiendo como le quemaban las mejillas y su cuerpo temblaba en una leve excitación. Sakuma le había ayudado a levantarse y ahora le había puesto de espaldas para ver si tenia alguna magulladura en el trasero.
-¿Seguro que estas bien? - le preguntó preocupado acariciando parte de la humedecia piel para cerciorarse
-Si...- Shuichi, debido a las caricias, sintió un escalofrió placentero por toda su espalda. Cogió la toalla que Nakano le había dado para él y apartándose de las manos de Sakuma que todavía tocaban su cuerpo, salió corriendo del cuarto de baño dejando un rastro de huellas de agua hasta el dormitorio. Allí Shuichi se parapeto contra la puerta respirando agitadamente, cubriéndose avergonzado la zona de la entrepierna al ver lo que casi le ocurre a su cuerpo de haberse quedado un poco más en el baño.
-Buuuuuuuuuaaaaaaaaaaaaaa Yuuukiiiiiiiiiiiiiiiii- lloriqueó encerrado en la alcoba aun con las mejillas furiosamente rojas y en corazón latiéndole el corazón aceleradamente.
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K miraba impaciente el reloj, tenían mucho trabajo que hacer, el día anterior se había malogrado bastante y tenían que sacar el máximo partido de aquel. Sakano ya se había encargado de acondicionar un cuarto libre en aquella misma planta para que Bad Luck depositase sus objetos personales y descansase, pero sólo cuando era estrictamente necesario. Para sacar aquel disco adelante en el poco tiempo que les había dado Tohma tendrían que hacer auténticos milagros.
-Lalihoooo! -comentó Shuichi luciendo como siempre de buen humor al entrar en el estudio. El manager desenfundó su mágnum y le pego un tiro nada más entrar por la puerta.
-¡Eso es por no venir ayer a trabajar!- subrayó fríamente al cantante sentado en el suelo que miraba aterrado un agujero de bala a escasos dos centímetros de su cabeza- la próxima vez será entre ceja y ceja, ¡¡así que te quiero ver cantando hasta que te salga sangre por la boca!!.
Hiroshi rió nerviosamente aligerando el paso hasta tener la guitarra entre las manos. Suguru por su parte les miró a todos con indiferencia, él hacia rato que ya estaba practicando con las partituras en el teclado.
Shindou. ¿Te puso Nakano al corriente de los nuevos planes del disco?
El aludido se limitó a afirmar sin mucho sentimiento.
-¿Podrás hacerlo?- k le miraba fijamente, pero su mueca era comprensiva, estaba claro que en aquel estudio todos pensaban que aquello era una locura.
-Supongo, al menos por el momento- Shuichi miró tristemente a Hiroshi que le sonrió para tratar de subirle el ánimo.
"Estarás distraído un par de días hasta que a Yuki se le pase el enfado, ten en cuenta que K no te va a dejar mucho tiempo para que te aburras" Eso es lo que le había dicho el guitarrista en su casa antes de hacer un fardo con un montón de cosas y salir todos hacia la discográfica. No volverían al apartamento en días, quizá incluso semanas si se daba bien la cosa.
Sólo hay un problema, yo no he traído ropa para poder "vivir" aquí.
-No Problem!, yo iré a buscarla a tu casa, dime lo que quieres y te lo traigo.
-No, eh, la verdad preferiría comprar algo nuevo- sugirió Shindou tratando de parecer casual. El manager se cruzó de brazos receloso- ¡¡puedes descontármelo de la nómina!!- se apresuro a añadir el cantante de rosados cabellos por si eso era el inconveniente, ante todo no quería que nadie fuera a casa del escritor por si empeoraba la situación.
-Ok, como tu prefieras- se limitó a comentar el manager encogiéndose de hombros- pero no te preocupes por el dinero, eso corre de cuenta de la empresa.
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Había terminado le novela en el plazo indicado, es más, le había sobrado un día. Incluso con todos los inconvenientes y problemas que había tenido, entregaría en manuscrito según lo acordado. Yuki Eiri se permitió el lujo de levantarse del asiento del estudio después de dos días casi sin dormir. El cenicero estaba rebosado de colillas y la ceniza caída se había ido acumulando despreocupadamente junto a la pata de la mesa. La ventana todavía estaba resquebrajada y los cristales rotos aun se encontraban desperdigados por el suelo haciéndoles compañía a una veintena de latas vacías de cerveza. En aquel cuarto no parecía haber pasado las horas desde que el cantante lo abandonara a excepción de la basura que se había ido acumulando. El auténtico cambio tan sólo se reflejaba en el escritor, más serio y taciturno de lo ya acostumbrado. Se paseó por la casa como un incubo hasta llegar a la nevera, de la que sacó una de las pocas cervezas que quedaban y se la llevó hasta la mesa del salón.
En aquellos dos días su vida se había limitado a escribir, dormir apenas cuatro horas en total, y haberse mantenido en pie a base del dorado liquido... Y se vanagloriaba de querer llevar esa vida.
Ni una llamada, ni nadie incordiando a su puerta, parecía que de un día a otro el resto del mundo se hubiera olvidado de él.
Aquello que en un principio debió reconfortarle y hacerle sentir mejor, le estaba irritando en sobre manera.
Miraba continuamente a la puerta preguntándose porque todavía no había venido. Tenia que volver, él siempre volvía. ¿Acaso eso no era una de las cosas que más le gustaban de él?, ¿su constancia?. Pero de Shuichi, ni siquiera una llamada. El escritor miró a su alrededor, para cerciorarse de que las pertenencias del cantante se encontraban todavía en su piso, eso le tranquilizaba. Regresaría, y entonces... bueno entonces volverían a hacer como "el que no ha pasado nada" y regresarían a su rutina cotidiana en la que se incluían por su parte los insultos, el trato poco cariñoso, la poca comprensión y el sexo, mucho sexo. Hasta que conoció a Shuichi, él era de la firme creencia que todas las palabras cariñosas y los gestos amables podían ser sustituidos por un buen polvo.
-Estará en casa de Nakano, siempre termina en su casa, lo raro ha sido que esta vez él no ha venido a verme.
La lata de cerveza se quedó rápidamente vacía, olvidada sobre la mesa, mientras el escritor encendía nuevamente un cigarrillo y perdía su vista en las inmensidades del techo.
Al día siguiente llegó la editora a por el manuscrito para llevarlo a la editorial. En menos de una semana, el escrito vería posiblemente la luz en las librerías.
Eiri se encontró sólo en casa sin saber en que invertir su tiempo. Durante tres días se dedicó a mirar la tele cambiando constantemente de canal, volvía a la nevera cada diez minutos por si esta había criado alguna extraña variedad de alimento en su interior desde la ultima vez que había estado. Se sentaba delante del ordenador pero se quedaba mirando la pantalla sin saber que hacer con ella. Un día se puso a navegar por Internet, y a los veinte minutos se dio cuenta de que estaba mirando paginas de Bad Luck. Aquello lo estaba molestando, toda la situación en general.
La quinta noche, aburrido de estar en casa, decidió salir a dar una vuelta por el centro. Caminó por algunas calles, se tomó un par de copas en algunos de los bares de actualidad, costándole mucho trabajo posteriormente el que compañías indeseables no se le pegasen (mujeres jóvenes demasiado desinhibidas por causa probablemente del alcohol, que veían en el rubio novelista el perfecto galán con cierto toque de misterio).
Yuki se sentó en un banco del parque, de aquel parque donde hacia ya tanto tiempo un golpe de viento había arrastrado hasta sus pies una hoja de papel con unas letras que parecían escritas por un niño de primaria inexperto en aquello que quería transmitir. Una bocanada de humo salió de entre sus labios que se curvaron en una sonrisa.
La ciudad tenia un brillo especial aquella noche.
-Eh tu!, tío pijo de armany!- vino una voz hosca desde su espalda y el escritor sintió el frió de algo metálico pellizcándole el cuello por detrás- tienes pinta de tener mucha guita, ya puedes ir dándomela si no quieres que te habrá otro "urifizio"!!
Eiri con el cigarrillo en su boca medio caído, alzando una ceja por encima de las gafas de sol que llevaba, se preguntaba porque siempre le tocaban a él todos los pringados y yonkis.
Se iba a dar la vuelta para encararlo cuando escuchó un ruido de cerámica rota, y la navaja que había estado rozándole el cuello desapareció. Al volverse, el rubio comprobó sorprendido como el ladrón, posiblemente también colgado, yacía en el suelo inconsciente cubierto de tierra con un tiesto de un geranio roto sobre él.
Un joven de cabellos rosados miraba al extraño con el enojo y rabia característicos que reservaba tan sólo para aquellos que trataban de meterse o propasarse con el novelista que en su dia reclamó como propiedad.
El escritor se veía desorientado.
-¿Shuichi?
El aludido alzó la cabeza y le devolvió la mirada horrorizado, limitándose a volverse y salir corriendo tan deprisa que al rubio le fue imposible hacer ninguna otra cosa, al margen de mirar con estupor la nube de graba que había dejado tras de si.
Una fina brisa nocturna revolvió sus cabellos tenuemente iluminados por la escasa luz de las farolas.
Una vez más en soledad, el escritor sonrió regodeándose como hacia días que no se permitía el lujo de hacer.
*******************
Suguru, con mueca hastiada, comía con palillos un tazón de ramén de los que se compran en máquinas expendedoras. Parecía increíble como, alguien que en teoría poseía el suficiente dinero para vivir por encima de la media, a veces tenia que soportar situaciones de los más denigrante. Nakano roncaba a su lado, echo un ovillo en una esquina del cuarto, en un hortera saco de dormir color naranja chillón con rallas azul marino. Shuichi entró por la puerta con todos sus rasgos faciales desencajados, parecía que no hubiese descansado en años, levantó la mano a forma de saludo.
-¿Otra vez con una de tus escapaditas?- inquirió de forma recriminatoria el más joven del grupo. Shindou rió nerviosamente con expresión angelical.
-¿Escapaditas?, ¿Yo?, no que va, sólo estaba en el baño.
-Si claro, durante casi cuatro horas, te debiste de colar por el servicio porque sino...- Fujisaki terminó el tazón de cartón donde venía el ramen. Lo tiró a una bolsa de plástico que circulaba por allí.- Allá tu, si no aprovechas en poco tiempo que nos dan para descansar.
Aquel día fue un agradable cambio de la rutina, no hubo ensayos, dedicaron todo el día a las sesiones de fotos, por lo que se cambiaron tantas veces de ropa que ya no recordaban con que habían empezado la mañana.
Shuichi se dejaba hacer pacientemente cuando las peluqueras trataban de prepararle. Estaban encantadas con el pequeño cambio, pues el joven siempre se mostraba inquieto e hiperactivo. Lo que no sabían era que entre colorete y colorete, Shindou pegaba pequeñas cabezadas en la silla.
El publico posterior, apreciaría de forma cómica, como en todas las fotos que se vieron aquella temporada, Shindou Shuichi parecía tener un aspecto somnoliento.
El libro de Yuki Eiri acababa de ver la luz pública. Muchas mujeres se habían visto involucradas en una épica batalla para conseguir el primer ejemplar, aquello había sido casi peor que las ultimas rebajas de otoño donde muchas mujeres terminaron hospitalizadas con roturas de huesos varios. Shuichi de forma confidencial, había llorado y suplicado al manager para que fuera a comprar uno de aquellos ejemplares para él. K se había mostrado divertido pues no entendía como, siendo en teoría el amante del autor, tenía que ir a pegarse a una tienda de las afueras con un montón de desconocidas para conseguir uno de sus libros. Shuichi se había limitado a tirarse a sus pies, abrazarle una pierna y jurarle obediencia eterna (o hasta que se cansase), mientras le rogaba a grito pelao que le consiguiese el dichoso libro mientras no dejaba de patalear.
El manager estaba comenzado a entrever muchas cosas, entre ellas el echo de que Ryuichi se pasase el día rondando el estudio en especial en los momentos de descanso, para no dejar ni a sol ni sombra al cantante de cabellos rosados. Eso sin incluir el echo de que ahora también veía de vez en cuando hablar a Nakano con Sakuma, y aquel detalle tampoco le había pasado desapercibido.
Ahora mismo estaba observando a una distancia prudencial una de aquellas conversaciones: La hora de comer, en la cafetería. Por lo menos todavía gozaban de cuarenta y cinco minutos de descanso a esa hora del día.
Nakano hablaba y Sakuma se limitaba a asentir con aire ausente mientras abrazaba fuertemente su conejito rosa de peluche y le mordisqueaba una oreja. K pasó disimuladamente tras ellos con una bandeja de comida intentando poner un poco la oreja.
-...y me preocupa que Shuichi este malgastando el poco tiempo que le queda encerrando aquí, se que el disco es importante, y que sin él nos veríamos mal para acabarlo. Pero todo esto... no sé. Seguchi es realmente cruel, debería de pensar un poco más en Shu, es la poca vida que le queda, y se la va hacer pasar entre estas cuatro paredes. Yo pensé que era bueno para él cuando vi que se había enfadado con Yuki, porque así no estaría vagando por ahí lloriqueando, sino que estaría aquí distrayéndose con algo que ama, pero creo que si esta situación se prolonga....
El manager dejó su bandeja de comida unas pocas de mesas más allá. Su expresión se había vuelto una mascara indescifrable. Aquello era mucho peor de lo que podía imaginarse, su intuición le había dicho muchas cosas, pero eso no era ninguna de ellas. K tomó asiento y comenzó a remover la comida con el tenedor de forma escéptica. Había días que había que tener mucho hambre para comerse lo que allí servían, y a él, se le había pasado por completo.
***************
-No Tatsuha, Shuichi no esta aquí.
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-No, tampoco se cuando volverá
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-Si, sus cosas siguen en mi piso.
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-No tengo ni la más remota idea de con quién esta ni me interesa. No es problema mío si su móvil no esta activo
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-No me importa si el móvil de Sakuma tampoco te da señal
El rubio frunció los labios en una mueca de disgusto hacia el interrogatorio, miró el reloj de su muñeca y vio que ya era media tarde
-Si tan mal estas en Kyoto, vuelve a venir aquí, pero ya sabes que en mi piso no te puedes quedar.
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-Deja de protestar por todo como un niño estúpido, si quieres algo trabaja por ello. Cuelgo adiós.
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Con frialdad el novelista colgó la llamada mientras su hermano seguía pegando gritos histéricos a través del móvil. Guardo el aparato en uno de sus bolsillos y se quedó observando fríamente una librería que tenia todo el escaparate llamativamente decorado con sus libros como última y solicitada novedad. Sólo habían pasado un par de días y en todos aquellos tomos tenían impreso en un borde la serigrafía de "2ª edicion". El novelista no se sentía ni satisfecho ni emocionado, desvió la mirada aquello no le interesase lo más mínimo.
La charla lo había irritado. No había vuelto a ver a Shuichi desde aquella noche en el parque, y ni siquiera había hablado con él. Por la forma en la que había huido, el cantante tendría miedo a seguir llevando represarías por lo que había echo con su ordenador.
Yuki de forma distraída se encaminó a la calle donde residía el guitarrista. Estudió las casas por encima de sus oscuras gafas de sol con prepotencia.
Llegó al barrio y lo recorrió de arriba a bajo un par de veces, intentando parecer que su presencia por allí era totalmente casual. Pero en la actual residencia del amigo de la infancia del cantante no había movimiento alguno.
Irritado, pues de alguna manera había creído que con pasar simplemente por delante, Shuichi saltaría por una ventana si era necesario y saldría corriendo detrás suyo, decidió acercarse al apartamento y llamar a la puerta. Pero nadie respondió aquella llamada. Miró su reloj y por la hora, se suponía que los componente de Bad Luck habrían terminado su turno de trabajo un día normal. Pero allí no había nadie.
Yuki bufó, retirándose rápidamente de la puerta con dignidad.
Cuando ya se alejaba del piso, una anciana mujer que barría la cera se le acercó.
-¿Venia usted a buscar al joven que vive en esa casa?
Eiri no sabía que responder, le molestaba el tipo de gente que trataba de enterarse de todo, pero aquella anciana no parecía del tipo "Chismosa" así que meramente afirmó con la cabeza mientras sacaba el paquete de tabaco y cogía un cigarrillo.
El joven que vivía aquí, hará más de una semana que no vuelve. Yo lo sé porque escuchaba su moto desde mi casa, pero esto a estado muy tranquilo desde que él, y los otros dos niños se marcharon- la anciana rió débilmente, al parecer porque recordaba algo gracioso- estos jóvenes ya no saben que hacer para llamar la atención, recuerdo que uno tenia el pelo rosa, y el otro llevaba un peluche muy grande entre los bazos de un conejo...
El escritor lanzó una mirada de odio a la anciana aunque esta ni lo notó, siguió barriendo tranquilamente cuando el escritor, murmuró un improperio entre los dientes y se marcho irascible por donde había venido. Pocos tíos andaban con un peluche en brazos todo el día, no había que ser un lince para deducir de quien se trataba.
Su móvil volvió a sonar. Descolgó.
-Diga
-Hermano voy dentro de dos días, aprovecho que nuestro padre tiene que hacer unos tramites para acompañarlo. ¡¡Por favor vigila a Shuichi!!
No quiso escuchar más, el rubio apagó con un gruñido
El teléfono sonó nuevamente.
-Tatsuha vete a tomar por el- el rubio se detuvo al escuchar la tímida voz de su editora. Se pasó la mano por el pelo avergonzado- dime.
-Siento estar continuamente molestando, pero debido al éxito de ventas de la ultima novela con lo de la firma de libros, y a la euforia que se esta desatando con ésta, los directivos quieren otra firma publicitaria en el centro y ...
*************
Gimió de forma contenida. Sus ojos estaban cerrados y sus mejillas ardiendo por la excitación. Shuichi sentía su pecho apunto de estallar por tratar de reprimir los jadeos. Su mano ejerció más fuerza sobre su miembro a la par que se mordía los labios hasta dejarlos blancos bajo la presión. Inconscientemente, acompasó los movimientos de su mano con los de su cadera para incrementar el ritmo. El cantante abrió la boca para tomar aire en un jadeo silencioso cuando un estremecimiento le hizo convulsionar y su mano quedó cubierta del perlado liquido.
Shindou espero a que su respiración se regularizase un poco antes de abrir los ojos y coger un pedazo del rollo de papel higiénico que había junto a la taza del servicio donde estaba sentado.
Se limpió con tristeza, intentando contener las lagrimas y los pensamientos negativos.
-Quiero irme a mi casa...- murmuró con las mejillas aun rojas
Alguien entró en los lavabos. El cantante se tensó nervioso, más cuando los pasos se detuvieron delante de la puerta de su servicio y golpearon la hoja.
-Shu, se acabo el descanso. K no tardara en venir a buscarte como no te espabiles.
El cantante enrojeció cohibido.
-Si, ahora mismo voy Hiro. Dame un par de minutos.
El Guitarrista salió de los lavabos y Shuichi abrió la puerta poco a poco para cerciorase que se encontraba sólo. Suspiró.
Con mueca compungida, se acercó al espejo y se miró disgustado: Tenia las ojeras más pronunciadas de toda su vida, le dolía el estomago de tanto picotear cosas de las maquinas expendedoras y no recordaba la última vez que había dormido más de una hora seguida.
Con parsimonia comenzó a lavarse las manos y refrescarse el rostro.
Suguru era de las pocas personas que se habían dado cuenta de que él "desaparecía" durante las horas de descanso en las que se suponía que tenían que dormir, pero era el único momento a lo largo de todo el día, que tenia el tiempo suficiente para ir hasta casa de Yuki y esperar. Esperar a la puerta por si el novelista bajaba y podía verlo, rogando porque lo dejaba regresar con él a su casa. Por eso había comprado la ultima novela, quería saber como había quedado después de lo que él creía, haber sido un daño irreparable.
Pero Yuki no parecía molestarse en querer contactar con él, y por su parte estaba demasiado asustado para intentarlo todavía. Tampoco podía llamarlo al móvil o enviarle algún mensaje. Shuichi puso expresión compungida al recordar como el primer día de haber llegado allí, K había cogido todos sus aparatos eléctricos, los había metido sin permiso en una caja de cartón llena de foros pan, y los habían enviado por correo a Malasia. Todo porque al manager le parecía que disminuían la capacidad de concentración. Shindou había salvado el walkman de milagro, pero se lamentaba de que su Tamagochi a aquellas alturas ya estaría bien muerto.
-Te doy cinco segundos para salir por la puerta
El cantante se volvió desde la pila del lavabo para ver a K apuntándole con su mágnum. Puso cara de pánico.
-One, Two, Three...
Tuvo que apartarse a un lado para que el vocalista de rosados cabellos no le arrollara en su carrera desenfrenada por salvar la vida. Se guardo el arma con satisfacción.
-Muy bien a trabajar!
********************
Tatsuha no paraba quieto. En el estrés que sufría, no dejaba de darle pataditas al asiento que tenia frente a él, y el boxeador que tenia delante estaba empezando a perder la poca paciencia y civismo que le quedaba.
-¿Desea algo señor? -preguntó de forma cordial una azafata al moreno justo en el momento el que el boxeador se iba a dar la vuelta para meterle un guantazo a quien fuera el gracioso.
-Si yo quiero....- el menor de los Uesugi pareció turbado al fijarse bien en la chica. Sus mejillas se tornaron carmesíes y una mueca babeante se extendió en sus facciones. Aquella chica de ojos grandes, cabello castaño corto y mueca infantil, se parecía tanto a su Honey Ryuichi....
-¿Señor?
- jejeeeeee ... -el moreno parecía haberse perdido en su propio mundo interior.
****************
Con un buen trago de cerveza, Yuki pasó todos los antibióticos de una vez. Tenía tantos frascos y pastillas de diferentes colores sobre la mesa, que cualquiera podría haberle comentado de forma sarcástica que si se consideraba una farmacia ambulante.
Su estomago no parecía mejorar del todo, el era consciente de que su estrés, pese haber terminado la novela, no remitía.
No quería admitirlo, pero estaba intranquilo y expectante. Nunca pensó que el no tener al cantante en casa le produciría tanta ansiedad.
Salió del baño con la lata todavía en la mano y entró en la terraza.
Nakano siempre iba a hablar con él cuando las discusiones entre los dos eran lo suficientemente importantes como para que el joven de rosados cabellos se marchara, pero ésta vez parecía no haberse molestado en tratar de verle. Y cuando Shuichi aparece de la nada para "salvarle" de un atracador de tres al cuarto, en vez de quedarse para hablar huye con el rabo entre las piernas. Luego se entera posteriormente que los dos junto a Sakuma han estado unos días viviendo en casa del guitarrista y se han marchado para no volver. Aquel asunto lo tenía desconcertado, pero ante todo molesto y ofuscado. ¿Acaso su hermano tenia razón y su relación podía peligrar de tal modo?. Yuki sabia que los lazos de aquella débil unión habían salido principalmente del cantante, él no había aportado prácticamene nada. Pero de cierta forma había terminado confiando ciegamente en Shuichi, él había echo tantas cosas para tratar de estar a su lado, cada día era una muestra de amor por su parte y cada lágrima, cada rabieta...era otra forma de demostrarle lo mucho que le importaba. Le parecía difícil que aquello fuera a cambiar de un día para otro, pero ultimamente el asunto de Sakuma le hacía hervir la sangre.
Las cosas habían variado en muy poco tiempo. En realidad no había sido consciente del cambio en si, sino que se habían encontrado con la detestable situación cuando ya estaba metido de lleno en ella.
No era como antes, que los cantantes se vehían muy de vez en cuando, sino que ahora el vocalista de NG se había convertido en la sombra de su amante. Era como si entre los dos se estuviesen burlando de él. Eso, o simplemente Sakuma encontraba divertido tomarse ciertas "libertades".
Tuvo un vuelco en el estomago al concebir por primera vez que Sakuma, detrás de todo ese barniz de inocencia infantil rozando la estupidez, ocultase un claro sentimiento de deseo hacia el cantante de cabellos rosados.
Yuki se maldijo mentalmente, aquello aclaraba muchas cosas.
Tomó lo que quedaba de cerveza de un golpe, casi atragantándose, para perderse observando la calle en aquel atardecer avanzado, con el silencio proveniente de dentro de su vivienda rodeándole.
Una vez que el fuego de la furia había quedado reducido a simples ascuas a merced de ser dispersadas por el viento, el sentimiento de vació emergió nuevamente haciéndose difícil de ignorar.
Con pesadumbre, el escritor deseó que el "latoso niño molesto" estuviese allí con alguna de sus tonterías para intentar arrancarle una sonrisa.
Quizá, en su desconfianza, había pedido demasiadas pruebas, demasiados sacrificios, sin dar nunca nada a cambio...
El novelista cerró los ojos como pretendiendo con ello, cerrar aquella grieta que Shuichi había abierto al llegar a su vida, y ahora trataba cruelmente de abrirse sin importar el dolor que con ello pudiera producirle.
-Yo nunca quise enamorarme- murmuró quedamente a la nada.
**************************** New continue????
Este capitulo salió largo eh?. Iba a serlo más todavía, porque quería meter unas cosillas más, pero era demasiado extendido y lo dejo para el siguiente. Ya no diré lo de los comentarios porque seria repetirse demasiado :P . Tambien pido disculpas si alguna parte ha parecido un poco liosa, la verdad es que me esta costando un poco abarcar toda la idea que tiende a expandirse... ^^UUU, pero si hay algo que deje demasiado rayaos no dudeis en preguntar!.
Gracias a todos aquellos que estan leyendo ésto y me dejan sus opiniones.
Ja-ne!!
-Me mueroooooooooo- gimió con la cabeza ladeada a un lado- ¡¿Shuichi?!, Shuichi compre unas hamburguesas de camino, ¿Quieres cenar ahora?
En su apartamento el silencio tan sólo era anulado por el sonido de un grifo corriendo de fondo. El corazón del pelirrojo dio un vuelco poniéndose en pie, corriendo hasta el baño. Al llegar allí suspiró con resignación.
-Se ducha, y me lo deja todo así, este se entera cuando vuelva.
Cerró el grifo de la bañera. Se entretuvo ordenando todas aquellas cosas que había traído en la bolsas hasta que la puerta de su apartamento se abrió y entró el cantante con media sonrisa, la ropa de ese mismo día y la mochila al hombro.
-Ah, Hiro. Ya llegaste. Te cogí la llave de reserva porque tenia que hacer unas cosas.
Nakano lo contemplo con mueca dubitativa. El cantante parecía encontrarse mucho mejor que por la mañana pero sabía que mucho era fingido.
-Traje hamburguesas, ¿quieres cenar?
-Bueno- Shindou se quitó tanto la cazadora como la mochila y entró en la cocina. Cuando Hiroshi le paso una hamburguesa y una caja de patas, no pudo evitar notar que el cantante de pelo rosado tenia todos los dedos llenos de tiritas.
-¿Dónde has estado toda la tarde? Se supone que debías estar en casa descansando, no por ahí de juerga- le regaño el pelirrojo pero sin demasiado énfasis. El aludido sonrió débilmente hablando con toda la boca llena.
-Guui a fhacer guna ... visita a mi hermana, coincidió que me llamó al móvil a la hora de comer y bueno, pues me auto invite, total, deberías estarme agradecido, gracias a eso tu cocina sigue intacta. Yuki me lo decía a menudo, que los cuchillos y yo no nos levábamos bien, y que cualquier día le prendía fuego a la casa intentado cocinar algo...
Una sonrisa melancólica se plantó en sus labios. Shuichi se había quedado parado con expresión solemne hacia la bombona de butano. Hiroshi le dio un codazo para sacarlo del trance.
-Ya será menos, recuerdo que algunas veces tu llevabas la comida al instituto y no estaba tan mala...
-Eh... en realidad me llevaba la de Maiko, o me apropiaba de alguna que quedara "olvidada" en algún cajón, ya sabes...
-Je, si ya se- confirmó el pelirrojo con media sonrisa en los labios.
Terminaron de comerse la "fast food" más o menos en silencio. Cuando Nakano iba a sacar los postres de la bolsa, alguien comenzó a aporrear la puerta de la entrada.
-¿Pero ahora quién demonio es?
El guitarrista no tuvo más remedio que levantarse para abrir la puerta. Un joven poco más alto que él, con el pelo corto y las orejas llenas de pendientes, entró con la respiración agitada, cerrando la puerta tras él, y pegándose a ésta como si en ello le fuera la vida.
Lo que me faltaba
-¿Quién es?- preguntó Shuichi curioso por si era Yuki pero sin demasiadas esperanzas hacia el tema- ah, tu hermano. Hola!
-¡¡Me persiguen!!
-¿Quienes?- preguntó el pelirrojo hacia el recién llegado.
-¡Ellos!
Ni siquiera trató de entender lo que el descastado de su hermano trataba de decirle, se dio la vuelta y regreso con Shuichi a la cocina.
-A los locos, es mejor ignorarlos- le comentó a su amigo por lo bajo- así, tienden a desaparecer. Seguro que viene a pedirme dinero. Tu disimula, di que ahora vives conmigo, que estamos muy pobres y no tenemos ni para agua caliente.
Shindou se limitó a asentir con la cabeza de forma obediente, mirando con curiosidad al hermano del guitarrista, que seguía pegado a la puerta mirando con desconfianza a su alrededor.
-¡¡Mirad por la ventana por mi!!¡Por favor!
Por falta de quizá, otro entretenimiento mejor, el cantante se puso de pie y se asomó a una de las ventanas.
¿Qué ves?
-Pues lo de siempre, calle, una señora en bicicleta, un perro, más calle. Ah si, mira, ahí hay un ovni...¿debería de ver algo en especial?
El chico abrió la puerta minimamente y con un sólo ojo se puso a escudriñar el exterior.
-Tendría que haber estudiado medicina- se lamentó Nakano desde la cocina- así me podría haber ido lejos, muy lejos!!
-Bueno, nos veremos próximamente. Si sobrevivo. Id con cuidado.
El hermano del guitarrista hizo una señal de despedida muy vista en los años 80, en la vieja serie de Star Trek y salió corriendo por la puerta. Shuichi se quedó estático en la puerta con una mueca de perplejidad generaliza.
-Tu hermano es divertido- se rió un poco por lo bajo sentándose junto a Nakano en la cocina- Pues al final no vino a pedirte dinero ¿no?
-Tu espera que ese seguro que vuelve- se mofó Hiroshi. La puerta volvió a sonar nuevamente- Ves, seguro que es él. Casi que paso de abrirle.
-No seas así- le reprendió el cantante. Se puso de pie para abrir él.
-Nakano nanoda??? -Sakuma lo miraba con mueca perpleja que se convirtió en una sonrisa- Shuichi!!! ¿qué haces aquí noda?
Con sumo interés, el guitarrista se acercó a la puerta.
-¿Cómo conseguiste mi dirección Sakuma?
-Estaba en los archivos. Vine porque necesitaba hablar contigo noda- miró a Shindou con una sonrisa y ojillos expectantes- pero he pensado que mejor vamos a comer helado si no tenéis nada que hacer nanoda!!!
El cantante de Bad Luck se sentía mal por no poder corresponder aquella sonrisa, pero en ese momento no se veía con demasiadas fuerzas para festejar nada. Ryuichi se dio cuenta. Se puso en cuclillas con cara de niño que ha sido muy bueno pero le han castigado y observó fijamente al joven.
-¿Qué pasa Shuichi noda?
-Nada en especial, no he tenido un buen día- el cantante trató de esbozar una sonrisa- ah, se me olvidaba.
Con una expresión un poco más alegre, Shindou rebuscó en su mochila bajo la vigilancia constante de los dos otros hombres. Extrajo un paquete envuelto de regalo de tamaño considerable, con un gran y recargado perifollo en uno de los lados.
Para ti Sakuma-san. Espero que te guste y no te enfades.
-¿Para mi noda?, ¿Un regalo?
Los ojos de Ryuchi brillaron de la emoción, pegando saltitos con el regalo en los brazos.
-¡¡Un regalo de Shu-chan!!, ¡Regalo de Shu-chan! -canturreaba pegando brinquitos por el suelo. Nakano le dedico una expresión desconcertada al cantante de cabellos rosados que se limitó a sonreír y guiñarle un ojo.
-¡¡Regalo de Shuchan noda!!- gritó por ultima vez antes de estarse quieto y abrir el paquete. Sus ojos parecieron hacerse por un momento más pequeños y redonditos, llenándose de lágrimas.
Entre las manos tenia a Kumagoro, completamente reconstruido. Por algunos sitios estaba un poco desgarrado, pero el trabajo de restauración había sido sublime, casi ni se notaba en que estado había pasado los últimos días. Sakuma se lo llevo a la cara, se restregó contra él aspirando un agradable olor a fresas, y finalmente le mordió una oreja sumamente risueño.
-¿Pero cómo?- le comentó el pelirrojo a su espalda en un leve susurro. Shuichi se limitó a enseñarle las tiritas de los dedos que había visto anteriormente.
-También a eso me ayudo Maiko, sino hubiera sido por ella te aseguro que le abría cosido una oreja a la altura de la pata- comentó nerviosamente mientras se frotaba la cabeza.
Sakuma se volvió hacia él en un grandísimo abrazo que los tiró al suelo a ambos.
-Gracias Shuichi noda!!!! -se colocó a Kumagoro sobre la cabeza. La sonrisa de Ryuichi no podría ser más amplia que en aquel momento- Gracias!!!
Shindou no pudo hacer otra cosa que enrojecer nerviosamente mientras Sakuma seguía tirado en plancha sobre él abrazándole extasiado.
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Su esposa le hablaba de las nuevas reformas que quería hacer el la sala de estar, pero el rubio a penas le estaba prestando atención. Finalmente la mujer bufó molesta, cruzándose de brazos.
-Tohma. ¿Me estas escuchando?- era una pregunta claramente retórica, que se limitaba a informar que era plenamente consciente de que se la estaba ignorando y requería atención. El antiguo componente de Nittle Grasper sonrió dulcemente a modo de disculpa.
-Mika, estoy un poco cansado, ¿podríamos hablarlo luego?
Con resignación, la mujer se puso de pie y se perdió en alguna habitación contigua. Seguchi se quedó pensativamente callado. A veces tenía remordimientos, como en el momento en que Ryuichi había ido a hablar con él aquel mismo día y pedirle que dejara la insensata idea de hacer todo el disco en un mes. Seguchi se limitó a mantenerse en su fría postura y con el único pensamiento de "lo hago por Eiri", no cedió ante los ruegos casi hasta caprichosos de Sakuma, que terminaron siendo pataletas en toda regla. Prefería que no lo obligaran a elegir, él tenia muy claro por quien se iba a decantar.
-Podría intentar quedar con Eiri un día de estos...
*************
Si antes había estado recluido en su casa, ahora parecía que el resto de habitaciones a excepción del estudio ni existían.
Yuki Eiri había sufrido otra crisis apenas una hora después de que el cantante de cabellos rosados se marchase llorando de la casa. Cuando pensaba que había conseguido calmarse sintió un fuerte pinchazo en el estómago y una nausea violenta le llenó toda la boca de sangre. Respiró agitadamente y vomitó un par de veces más en el baño, obligándose posteriormente a ir al médico a que le hiciesen una rápida revisión. El medico le subió la dosis de los fármacos que ya tenia preescritos anteriormente, y le obligó a tomar otro del hacía unos pocos meses había conseguido prescindir.
"Los disgustos y el estrés, son posiblemente causantes al ochenta y cinco por ciento, de que su estado haya vuelto a empeorar. Evite las situaciones angustiosas para usted y cuídese, sino tendremos que hospitalizarle nuevamente"
El escritor había agradecido las atenciones con una inclinación formal de cabeza, y se había fumado medio paquete de cigarrillos a continuación, casi de forma simultanea.
Evitar situaciones de estrés y disgustos, eso era algo demasiado fácil de decir.
De igual forma se obligó a ir a la tienda donde había comprado su ultimo portátil, para que le vendiesen otro del mismo modelo. Ni se había molestado en retirar del suelo de la calle lo que había quedado del otro, se había limitado a pasar por encima con su coche.
Para cuando entraba de regreso por la puerta de su casa, ya era media mañana. La sensación de vació en el estomago y la moral en decadencia eran sus únicos rasgos reseñables al cerrar la puerta de la vivienda.
Plantó el nuevo portátil sobre la mesa del estudio, esperando enfurruñado a que éste terminase de hacer el registro de usuario. No tardó demasiado en encontrar un disco brillante sin inscripciones en él. El tener una copia de seguridad de todos sus archivos era algo lógico y necesario, más cuando se asumían ciertas compañías que fomentan los desastres.
Eso, sumado al echo de él parecía atraer a los problemas y a las eventualidades, daba como resultado que procurara curarse en males por adelantado. Por ello no se lamentaba de haber perdido mucho trabajo, en realidad no podía lamentarse de nada en absoluto.
Respiró profundamente y la imagen del cantante de cabellos rosados entró inoportunamente en su mente, agitando nuevamente sus entrañas: su rostro blanquecino bañado en lágrimas, sus labios entre abiertos temblando en expectación, ese ruego silencioso por ser perdonado... tanta culpabilidad y arrepentimiento en sus trasparentes y sinceros ojos violeta.
Eiri terminó de instalar en a penas una hora todos los componentes y dejar el ordenador como antes del desastre, entonces ¿por qué había sido tan violento?. Con el nuevo ordenador intacto sobre la mesa, sus acciones le parecieron un tanto exageradas incluso a él. No había perdido nada, y un PC nuevo para su sobrada nomina no le hacia ninguna mella en especial.
Sentía cargazón en la sienes. Prendió un nuevo cigarrillo observando la pantalla del portátil. Sinceramente y sin remordimientos, reconoció que en aquel momento deseó hacerle daño, deseó verle llorar como en el momento de marcharse. Se llevó el cigarrillo hasta la altura de los labios pero lo mantuvo a esa distancia murmurando de forma soliviantada.
"Sakuma-san por aquí , Sakuma-san por allá... Si tanto le gusta el idiota ese que se vaya a vivir con él y me deje a mi de una puta vez en paz. Yo no le he dicho nunca que se quede, es él en que se empeña siempre en volver..."
Las cenizas consumidas de lo que antes había sido el cigarrillo cayeron a sus pies. Se sentía mal, se sentía vacío, pero ese hueco lo estaba tratando de tapar forzosamente con el resentimiento.
Sus manos habían obrado de forma independiente y ahora sus ojos estaban fijos en aquella fotografía que tan celosamente había guardado durante más tiempo del que quería admitir. Shuichi le seguía sonriendo desde allí, con aquella sonrisa limpia y tan inocente que a veces le hacia parecer tonto.
-Simple- dijo entre dientes de forma desdeñosa. Sus ojos eran una película de hielo. Cerró la imagen y abrió la novela. Tenia un trabajo que entregar. Lo demás era secundario.
******************
-¿Me queréis dejar algo de manta?, ¡¡Por si no lo sabéis esta cama es mía!!- pidió exasperado Nakano a los otros dos cantantes que dormían placidamente acaparando prácticamente todo el colchón- no podía ninguno dormir en el sofá, no. Tenían que venir los dos a la cama, para echarme a mi...
El guitarrista se puso de pie con el entrecejo fruncido, arrancó una almohada que Shuichi no parecía querer soltar y se la llevó al sofá con sentimiento de santo sacrificado. Al final Ryuichi, al ver que Shindou estaba pasando allí unos días por razones desconocidas en las que él no iba a indagar, decidió hacer como que le habían invitado a él también y quedarse.
Se escucho un gemido ahogado en el dormitorio. Hiroshi asomó la cabeza alzando una ceja al ver el cuadro; los dos cantantes despatarrados en la cama, Sakuma mordiéndole un brazo a Shuichi, y este ultimo medio caído de la cama con un rió de baba junto a su cabeza.
-Si es que son tal para cual- se lamento el dueño del inmueble, recostándose en el sofá.
Cuando apenas había conseguido quedarse dormido, el despertador de su cuarto saltó con un irritable sonido que le taladró los tímpanos.
¿Por qué?...-gimió a modo de súplica poniéndose en pie, sintiendo las consecuencias de aquella noche reflejadas en los dolores musculares de todo su cuerpo. Se fue al dormitorio y levantó la persiana al máximo con una sonrisa sádica en su labios.
-Ehh, ahhh.... luz!!!!- Shindou metió perezosamente la cabeza bajo la almohada. Sakuma ni siquiera se daba por aludido.
-¡¡Arriba los dos!!
- Mnnsgeete- dijo con toda la boca llena Ryuichi. En un posterior alarde de movilidad, Sakuma soltó el brazo de Shindou, cogiendo mecánicamente a Kumagoro, comenzando a roerle la cabeza con los ojos todavía cerrados.
Nakano se frotó la cabeza decidiendo pasar y darse primero una ducha.
Un cuarto de hora después Shuichi habría perezosamente los ojos y trataba de ponerse en pie.
-Toma Shu, una toalla y una de mis camisetas.
El cantante la cogió con los ojos entrecerrados, el cabello revuelto de una forma cómica, y la ropa toda arrugada y desechurada. Hiroshi rió.
Tienes pinta de venir de una fiesta bakaleta de pastilleros y haberte puesto ciego de todo.
Como toda respuesta el cantante puso los ojos en blanco entrando en el baño. El guitarrista tras vestirse, se dispuso a hacer de buen anfitrión y preparar unos excelentes desayunos.
-Buenos días ... ¿ y Shuichi noda?
Sakuma se presentó por la puerta de la cocina en similares circunstancias que las del otro cantante. Nakano a veces tenia la sensación de estar viviendo con un par de gemelos.
-En la ducha... Sakuma que quieres desayu?- se interrumpió el joven al darse cuenta que estaba hablando sólo.
Tras una cortina de vapor, el cantante de Bad Luck terminaba de eliminar los restos de jabón de su cuerpo cuando unas manos tibias se posaron delicadamente en sus hombros.
-¿Me pasas el jabón noda?
-Eh, ¿qué?, a si, toma Sakuma-san- Shuichi le paso con toda la naturalidad del mundo el jabón al otro hombre, inmediatamente se giró aturdido- ¡¿Sakuma-san?!
Shuichi se frotó los ojos para comprobar que realmente se encontraba allí el otro cantante, completamente desnudo, jabonándose tranquilamente mientras cantaba alguna tonadilla. El joven de cabellos rosados se ruborizó, poniéndose hasta tal punto nervioso que trató de retroceder o volverse, obteniendo como consecuencia un resbalón dentro del plato de ducha que le hizo caer de culo. Sakuma se volvió hacia él con expresión infantilmente preocupada, tendiéndole la mano sin pudor alguno hacia su cuerpo.-¿Te has echo daño noda?
- Eh no..., no!- El cantante cerró los ojos avergonzado, sintiendo como le quemaban las mejillas y su cuerpo temblaba en una leve excitación. Sakuma le había ayudado a levantarse y ahora le había puesto de espaldas para ver si tenia alguna magulladura en el trasero.
-¿Seguro que estas bien? - le preguntó preocupado acariciando parte de la humedecia piel para cerciorarse
-Si...- Shuichi, debido a las caricias, sintió un escalofrió placentero por toda su espalda. Cogió la toalla que Nakano le había dado para él y apartándose de las manos de Sakuma que todavía tocaban su cuerpo, salió corriendo del cuarto de baño dejando un rastro de huellas de agua hasta el dormitorio. Allí Shuichi se parapeto contra la puerta respirando agitadamente, cubriéndose avergonzado la zona de la entrepierna al ver lo que casi le ocurre a su cuerpo de haberse quedado un poco más en el baño.
-Buuuuuuuuuaaaaaaaaaaaaaa Yuuukiiiiiiiiiiiiiiiii- lloriqueó encerrado en la alcoba aun con las mejillas furiosamente rojas y en corazón latiéndole el corazón aceleradamente.
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K miraba impaciente el reloj, tenían mucho trabajo que hacer, el día anterior se había malogrado bastante y tenían que sacar el máximo partido de aquel. Sakano ya se había encargado de acondicionar un cuarto libre en aquella misma planta para que Bad Luck depositase sus objetos personales y descansase, pero sólo cuando era estrictamente necesario. Para sacar aquel disco adelante en el poco tiempo que les había dado Tohma tendrían que hacer auténticos milagros.
-Lalihoooo! -comentó Shuichi luciendo como siempre de buen humor al entrar en el estudio. El manager desenfundó su mágnum y le pego un tiro nada más entrar por la puerta.
-¡Eso es por no venir ayer a trabajar!- subrayó fríamente al cantante sentado en el suelo que miraba aterrado un agujero de bala a escasos dos centímetros de su cabeza- la próxima vez será entre ceja y ceja, ¡¡así que te quiero ver cantando hasta que te salga sangre por la boca!!.
Hiroshi rió nerviosamente aligerando el paso hasta tener la guitarra entre las manos. Suguru por su parte les miró a todos con indiferencia, él hacia rato que ya estaba practicando con las partituras en el teclado.
Shindou. ¿Te puso Nakano al corriente de los nuevos planes del disco?
El aludido se limitó a afirmar sin mucho sentimiento.
-¿Podrás hacerlo?- k le miraba fijamente, pero su mueca era comprensiva, estaba claro que en aquel estudio todos pensaban que aquello era una locura.
-Supongo, al menos por el momento- Shuichi miró tristemente a Hiroshi que le sonrió para tratar de subirle el ánimo.
"Estarás distraído un par de días hasta que a Yuki se le pase el enfado, ten en cuenta que K no te va a dejar mucho tiempo para que te aburras" Eso es lo que le había dicho el guitarrista en su casa antes de hacer un fardo con un montón de cosas y salir todos hacia la discográfica. No volverían al apartamento en días, quizá incluso semanas si se daba bien la cosa.
Sólo hay un problema, yo no he traído ropa para poder "vivir" aquí.
-No Problem!, yo iré a buscarla a tu casa, dime lo que quieres y te lo traigo.
-No, eh, la verdad preferiría comprar algo nuevo- sugirió Shindou tratando de parecer casual. El manager se cruzó de brazos receloso- ¡¡puedes descontármelo de la nómina!!- se apresuro a añadir el cantante de rosados cabellos por si eso era el inconveniente, ante todo no quería que nadie fuera a casa del escritor por si empeoraba la situación.
-Ok, como tu prefieras- se limitó a comentar el manager encogiéndose de hombros- pero no te preocupes por el dinero, eso corre de cuenta de la empresa.
****************
Había terminado le novela en el plazo indicado, es más, le había sobrado un día. Incluso con todos los inconvenientes y problemas que había tenido, entregaría en manuscrito según lo acordado. Yuki Eiri se permitió el lujo de levantarse del asiento del estudio después de dos días casi sin dormir. El cenicero estaba rebosado de colillas y la ceniza caída se había ido acumulando despreocupadamente junto a la pata de la mesa. La ventana todavía estaba resquebrajada y los cristales rotos aun se encontraban desperdigados por el suelo haciéndoles compañía a una veintena de latas vacías de cerveza. En aquel cuarto no parecía haber pasado las horas desde que el cantante lo abandonara a excepción de la basura que se había ido acumulando. El auténtico cambio tan sólo se reflejaba en el escritor, más serio y taciturno de lo ya acostumbrado. Se paseó por la casa como un incubo hasta llegar a la nevera, de la que sacó una de las pocas cervezas que quedaban y se la llevó hasta la mesa del salón.
En aquellos dos días su vida se había limitado a escribir, dormir apenas cuatro horas en total, y haberse mantenido en pie a base del dorado liquido... Y se vanagloriaba de querer llevar esa vida.
Ni una llamada, ni nadie incordiando a su puerta, parecía que de un día a otro el resto del mundo se hubiera olvidado de él.
Aquello que en un principio debió reconfortarle y hacerle sentir mejor, le estaba irritando en sobre manera.
Miraba continuamente a la puerta preguntándose porque todavía no había venido. Tenia que volver, él siempre volvía. ¿Acaso eso no era una de las cosas que más le gustaban de él?, ¿su constancia?. Pero de Shuichi, ni siquiera una llamada. El escritor miró a su alrededor, para cerciorarse de que las pertenencias del cantante se encontraban todavía en su piso, eso le tranquilizaba. Regresaría, y entonces... bueno entonces volverían a hacer como "el que no ha pasado nada" y regresarían a su rutina cotidiana en la que se incluían por su parte los insultos, el trato poco cariñoso, la poca comprensión y el sexo, mucho sexo. Hasta que conoció a Shuichi, él era de la firme creencia que todas las palabras cariñosas y los gestos amables podían ser sustituidos por un buen polvo.
-Estará en casa de Nakano, siempre termina en su casa, lo raro ha sido que esta vez él no ha venido a verme.
La lata de cerveza se quedó rápidamente vacía, olvidada sobre la mesa, mientras el escritor encendía nuevamente un cigarrillo y perdía su vista en las inmensidades del techo.
Al día siguiente llegó la editora a por el manuscrito para llevarlo a la editorial. En menos de una semana, el escrito vería posiblemente la luz en las librerías.
Eiri se encontró sólo en casa sin saber en que invertir su tiempo. Durante tres días se dedicó a mirar la tele cambiando constantemente de canal, volvía a la nevera cada diez minutos por si esta había criado alguna extraña variedad de alimento en su interior desde la ultima vez que había estado. Se sentaba delante del ordenador pero se quedaba mirando la pantalla sin saber que hacer con ella. Un día se puso a navegar por Internet, y a los veinte minutos se dio cuenta de que estaba mirando paginas de Bad Luck. Aquello lo estaba molestando, toda la situación en general.
La quinta noche, aburrido de estar en casa, decidió salir a dar una vuelta por el centro. Caminó por algunas calles, se tomó un par de copas en algunos de los bares de actualidad, costándole mucho trabajo posteriormente el que compañías indeseables no se le pegasen (mujeres jóvenes demasiado desinhibidas por causa probablemente del alcohol, que veían en el rubio novelista el perfecto galán con cierto toque de misterio).
Yuki se sentó en un banco del parque, de aquel parque donde hacia ya tanto tiempo un golpe de viento había arrastrado hasta sus pies una hoja de papel con unas letras que parecían escritas por un niño de primaria inexperto en aquello que quería transmitir. Una bocanada de humo salió de entre sus labios que se curvaron en una sonrisa.
La ciudad tenia un brillo especial aquella noche.
-Eh tu!, tío pijo de armany!- vino una voz hosca desde su espalda y el escritor sintió el frió de algo metálico pellizcándole el cuello por detrás- tienes pinta de tener mucha guita, ya puedes ir dándomela si no quieres que te habrá otro "urifizio"!!
Eiri con el cigarrillo en su boca medio caído, alzando una ceja por encima de las gafas de sol que llevaba, se preguntaba porque siempre le tocaban a él todos los pringados y yonkis.
Se iba a dar la vuelta para encararlo cuando escuchó un ruido de cerámica rota, y la navaja que había estado rozándole el cuello desapareció. Al volverse, el rubio comprobó sorprendido como el ladrón, posiblemente también colgado, yacía en el suelo inconsciente cubierto de tierra con un tiesto de un geranio roto sobre él.
Un joven de cabellos rosados miraba al extraño con el enojo y rabia característicos que reservaba tan sólo para aquellos que trataban de meterse o propasarse con el novelista que en su dia reclamó como propiedad.
El escritor se veía desorientado.
-¿Shuichi?
El aludido alzó la cabeza y le devolvió la mirada horrorizado, limitándose a volverse y salir corriendo tan deprisa que al rubio le fue imposible hacer ninguna otra cosa, al margen de mirar con estupor la nube de graba que había dejado tras de si.
Una fina brisa nocturna revolvió sus cabellos tenuemente iluminados por la escasa luz de las farolas.
Una vez más en soledad, el escritor sonrió regodeándose como hacia días que no se permitía el lujo de hacer.
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Suguru, con mueca hastiada, comía con palillos un tazón de ramén de los que se compran en máquinas expendedoras. Parecía increíble como, alguien que en teoría poseía el suficiente dinero para vivir por encima de la media, a veces tenia que soportar situaciones de los más denigrante. Nakano roncaba a su lado, echo un ovillo en una esquina del cuarto, en un hortera saco de dormir color naranja chillón con rallas azul marino. Shuichi entró por la puerta con todos sus rasgos faciales desencajados, parecía que no hubiese descansado en años, levantó la mano a forma de saludo.
-¿Otra vez con una de tus escapaditas?- inquirió de forma recriminatoria el más joven del grupo. Shindou rió nerviosamente con expresión angelical.
-¿Escapaditas?, ¿Yo?, no que va, sólo estaba en el baño.
-Si claro, durante casi cuatro horas, te debiste de colar por el servicio porque sino...- Fujisaki terminó el tazón de cartón donde venía el ramen. Lo tiró a una bolsa de plástico que circulaba por allí.- Allá tu, si no aprovechas en poco tiempo que nos dan para descansar.
Aquel día fue un agradable cambio de la rutina, no hubo ensayos, dedicaron todo el día a las sesiones de fotos, por lo que se cambiaron tantas veces de ropa que ya no recordaban con que habían empezado la mañana.
Shuichi se dejaba hacer pacientemente cuando las peluqueras trataban de prepararle. Estaban encantadas con el pequeño cambio, pues el joven siempre se mostraba inquieto e hiperactivo. Lo que no sabían era que entre colorete y colorete, Shindou pegaba pequeñas cabezadas en la silla.
El publico posterior, apreciaría de forma cómica, como en todas las fotos que se vieron aquella temporada, Shindou Shuichi parecía tener un aspecto somnoliento.
El libro de Yuki Eiri acababa de ver la luz pública. Muchas mujeres se habían visto involucradas en una épica batalla para conseguir el primer ejemplar, aquello había sido casi peor que las ultimas rebajas de otoño donde muchas mujeres terminaron hospitalizadas con roturas de huesos varios. Shuichi de forma confidencial, había llorado y suplicado al manager para que fuera a comprar uno de aquellos ejemplares para él. K se había mostrado divertido pues no entendía como, siendo en teoría el amante del autor, tenía que ir a pegarse a una tienda de las afueras con un montón de desconocidas para conseguir uno de sus libros. Shuichi se había limitado a tirarse a sus pies, abrazarle una pierna y jurarle obediencia eterna (o hasta que se cansase), mientras le rogaba a grito pelao que le consiguiese el dichoso libro mientras no dejaba de patalear.
El manager estaba comenzado a entrever muchas cosas, entre ellas el echo de que Ryuichi se pasase el día rondando el estudio en especial en los momentos de descanso, para no dejar ni a sol ni sombra al cantante de cabellos rosados. Eso sin incluir el echo de que ahora también veía de vez en cuando hablar a Nakano con Sakuma, y aquel detalle tampoco le había pasado desapercibido.
Ahora mismo estaba observando a una distancia prudencial una de aquellas conversaciones: La hora de comer, en la cafetería. Por lo menos todavía gozaban de cuarenta y cinco minutos de descanso a esa hora del día.
Nakano hablaba y Sakuma se limitaba a asentir con aire ausente mientras abrazaba fuertemente su conejito rosa de peluche y le mordisqueaba una oreja. K pasó disimuladamente tras ellos con una bandeja de comida intentando poner un poco la oreja.
-...y me preocupa que Shuichi este malgastando el poco tiempo que le queda encerrando aquí, se que el disco es importante, y que sin él nos veríamos mal para acabarlo. Pero todo esto... no sé. Seguchi es realmente cruel, debería de pensar un poco más en Shu, es la poca vida que le queda, y se la va hacer pasar entre estas cuatro paredes. Yo pensé que era bueno para él cuando vi que se había enfadado con Yuki, porque así no estaría vagando por ahí lloriqueando, sino que estaría aquí distrayéndose con algo que ama, pero creo que si esta situación se prolonga....
El manager dejó su bandeja de comida unas pocas de mesas más allá. Su expresión se había vuelto una mascara indescifrable. Aquello era mucho peor de lo que podía imaginarse, su intuición le había dicho muchas cosas, pero eso no era ninguna de ellas. K tomó asiento y comenzó a remover la comida con el tenedor de forma escéptica. Había días que había que tener mucho hambre para comerse lo que allí servían, y a él, se le había pasado por completo.
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-No Tatsuha, Shuichi no esta aquí.
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-No, tampoco se cuando volverá
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-Si, sus cosas siguen en mi piso.
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-No tengo ni la más remota idea de con quién esta ni me interesa. No es problema mío si su móvil no esta activo
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-No me importa si el móvil de Sakuma tampoco te da señal
El rubio frunció los labios en una mueca de disgusto hacia el interrogatorio, miró el reloj de su muñeca y vio que ya era media tarde
-Si tan mal estas en Kyoto, vuelve a venir aquí, pero ya sabes que en mi piso no te puedes quedar.
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-Deja de protestar por todo como un niño estúpido, si quieres algo trabaja por ello. Cuelgo adiós.
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Con frialdad el novelista colgó la llamada mientras su hermano seguía pegando gritos histéricos a través del móvil. Guardo el aparato en uno de sus bolsillos y se quedó observando fríamente una librería que tenia todo el escaparate llamativamente decorado con sus libros como última y solicitada novedad. Sólo habían pasado un par de días y en todos aquellos tomos tenían impreso en un borde la serigrafía de "2ª edicion". El novelista no se sentía ni satisfecho ni emocionado, desvió la mirada aquello no le interesase lo más mínimo.
La charla lo había irritado. No había vuelto a ver a Shuichi desde aquella noche en el parque, y ni siquiera había hablado con él. Por la forma en la que había huido, el cantante tendría miedo a seguir llevando represarías por lo que había echo con su ordenador.
Yuki de forma distraída se encaminó a la calle donde residía el guitarrista. Estudió las casas por encima de sus oscuras gafas de sol con prepotencia.
Llegó al barrio y lo recorrió de arriba a bajo un par de veces, intentando parecer que su presencia por allí era totalmente casual. Pero en la actual residencia del amigo de la infancia del cantante no había movimiento alguno.
Irritado, pues de alguna manera había creído que con pasar simplemente por delante, Shuichi saltaría por una ventana si era necesario y saldría corriendo detrás suyo, decidió acercarse al apartamento y llamar a la puerta. Pero nadie respondió aquella llamada. Miró su reloj y por la hora, se suponía que los componente de Bad Luck habrían terminado su turno de trabajo un día normal. Pero allí no había nadie.
Yuki bufó, retirándose rápidamente de la puerta con dignidad.
Cuando ya se alejaba del piso, una anciana mujer que barría la cera se le acercó.
-¿Venia usted a buscar al joven que vive en esa casa?
Eiri no sabía que responder, le molestaba el tipo de gente que trataba de enterarse de todo, pero aquella anciana no parecía del tipo "Chismosa" así que meramente afirmó con la cabeza mientras sacaba el paquete de tabaco y cogía un cigarrillo.
El joven que vivía aquí, hará más de una semana que no vuelve. Yo lo sé porque escuchaba su moto desde mi casa, pero esto a estado muy tranquilo desde que él, y los otros dos niños se marcharon- la anciana rió débilmente, al parecer porque recordaba algo gracioso- estos jóvenes ya no saben que hacer para llamar la atención, recuerdo que uno tenia el pelo rosa, y el otro llevaba un peluche muy grande entre los bazos de un conejo...
El escritor lanzó una mirada de odio a la anciana aunque esta ni lo notó, siguió barriendo tranquilamente cuando el escritor, murmuró un improperio entre los dientes y se marcho irascible por donde había venido. Pocos tíos andaban con un peluche en brazos todo el día, no había que ser un lince para deducir de quien se trataba.
Su móvil volvió a sonar. Descolgó.
-Diga
-Hermano voy dentro de dos días, aprovecho que nuestro padre tiene que hacer unos tramites para acompañarlo. ¡¡Por favor vigila a Shuichi!!
No quiso escuchar más, el rubio apagó con un gruñido
El teléfono sonó nuevamente.
-Tatsuha vete a tomar por el- el rubio se detuvo al escuchar la tímida voz de su editora. Se pasó la mano por el pelo avergonzado- dime.
-Siento estar continuamente molestando, pero debido al éxito de ventas de la ultima novela con lo de la firma de libros, y a la euforia que se esta desatando con ésta, los directivos quieren otra firma publicitaria en el centro y ...
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Gimió de forma contenida. Sus ojos estaban cerrados y sus mejillas ardiendo por la excitación. Shuichi sentía su pecho apunto de estallar por tratar de reprimir los jadeos. Su mano ejerció más fuerza sobre su miembro a la par que se mordía los labios hasta dejarlos blancos bajo la presión. Inconscientemente, acompasó los movimientos de su mano con los de su cadera para incrementar el ritmo. El cantante abrió la boca para tomar aire en un jadeo silencioso cuando un estremecimiento le hizo convulsionar y su mano quedó cubierta del perlado liquido.
Shindou espero a que su respiración se regularizase un poco antes de abrir los ojos y coger un pedazo del rollo de papel higiénico que había junto a la taza del servicio donde estaba sentado.
Se limpió con tristeza, intentando contener las lagrimas y los pensamientos negativos.
-Quiero irme a mi casa...- murmuró con las mejillas aun rojas
Alguien entró en los lavabos. El cantante se tensó nervioso, más cuando los pasos se detuvieron delante de la puerta de su servicio y golpearon la hoja.
-Shu, se acabo el descanso. K no tardara en venir a buscarte como no te espabiles.
El cantante enrojeció cohibido.
-Si, ahora mismo voy Hiro. Dame un par de minutos.
El Guitarrista salió de los lavabos y Shuichi abrió la puerta poco a poco para cerciorase que se encontraba sólo. Suspiró.
Con mueca compungida, se acercó al espejo y se miró disgustado: Tenia las ojeras más pronunciadas de toda su vida, le dolía el estomago de tanto picotear cosas de las maquinas expendedoras y no recordaba la última vez que había dormido más de una hora seguida.
Con parsimonia comenzó a lavarse las manos y refrescarse el rostro.
Suguru era de las pocas personas que se habían dado cuenta de que él "desaparecía" durante las horas de descanso en las que se suponía que tenían que dormir, pero era el único momento a lo largo de todo el día, que tenia el tiempo suficiente para ir hasta casa de Yuki y esperar. Esperar a la puerta por si el novelista bajaba y podía verlo, rogando porque lo dejaba regresar con él a su casa. Por eso había comprado la ultima novela, quería saber como había quedado después de lo que él creía, haber sido un daño irreparable.
Pero Yuki no parecía molestarse en querer contactar con él, y por su parte estaba demasiado asustado para intentarlo todavía. Tampoco podía llamarlo al móvil o enviarle algún mensaje. Shuichi puso expresión compungida al recordar como el primer día de haber llegado allí, K había cogido todos sus aparatos eléctricos, los había metido sin permiso en una caja de cartón llena de foros pan, y los habían enviado por correo a Malasia. Todo porque al manager le parecía que disminuían la capacidad de concentración. Shindou había salvado el walkman de milagro, pero se lamentaba de que su Tamagochi a aquellas alturas ya estaría bien muerto.
-Te doy cinco segundos para salir por la puerta
El cantante se volvió desde la pila del lavabo para ver a K apuntándole con su mágnum. Puso cara de pánico.
-One, Two, Three...
Tuvo que apartarse a un lado para que el vocalista de rosados cabellos no le arrollara en su carrera desenfrenada por salvar la vida. Se guardo el arma con satisfacción.
-Muy bien a trabajar!
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Tatsuha no paraba quieto. En el estrés que sufría, no dejaba de darle pataditas al asiento que tenia frente a él, y el boxeador que tenia delante estaba empezando a perder la poca paciencia y civismo que le quedaba.
-¿Desea algo señor? -preguntó de forma cordial una azafata al moreno justo en el momento el que el boxeador se iba a dar la vuelta para meterle un guantazo a quien fuera el gracioso.
-Si yo quiero....- el menor de los Uesugi pareció turbado al fijarse bien en la chica. Sus mejillas se tornaron carmesíes y una mueca babeante se extendió en sus facciones. Aquella chica de ojos grandes, cabello castaño corto y mueca infantil, se parecía tanto a su Honey Ryuichi....
-¿Señor?
- jejeeeeee ... -el moreno parecía haberse perdido en su propio mundo interior.
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Con un buen trago de cerveza, Yuki pasó todos los antibióticos de una vez. Tenía tantos frascos y pastillas de diferentes colores sobre la mesa, que cualquiera podría haberle comentado de forma sarcástica que si se consideraba una farmacia ambulante.
Su estomago no parecía mejorar del todo, el era consciente de que su estrés, pese haber terminado la novela, no remitía.
No quería admitirlo, pero estaba intranquilo y expectante. Nunca pensó que el no tener al cantante en casa le produciría tanta ansiedad.
Salió del baño con la lata todavía en la mano y entró en la terraza.
Nakano siempre iba a hablar con él cuando las discusiones entre los dos eran lo suficientemente importantes como para que el joven de rosados cabellos se marchara, pero ésta vez parecía no haberse molestado en tratar de verle. Y cuando Shuichi aparece de la nada para "salvarle" de un atracador de tres al cuarto, en vez de quedarse para hablar huye con el rabo entre las piernas. Luego se entera posteriormente que los dos junto a Sakuma han estado unos días viviendo en casa del guitarrista y se han marchado para no volver. Aquel asunto lo tenía desconcertado, pero ante todo molesto y ofuscado. ¿Acaso su hermano tenia razón y su relación podía peligrar de tal modo?. Yuki sabia que los lazos de aquella débil unión habían salido principalmente del cantante, él no había aportado prácticamene nada. Pero de cierta forma había terminado confiando ciegamente en Shuichi, él había echo tantas cosas para tratar de estar a su lado, cada día era una muestra de amor por su parte y cada lágrima, cada rabieta...era otra forma de demostrarle lo mucho que le importaba. Le parecía difícil que aquello fuera a cambiar de un día para otro, pero ultimamente el asunto de Sakuma le hacía hervir la sangre.
Las cosas habían variado en muy poco tiempo. En realidad no había sido consciente del cambio en si, sino que se habían encontrado con la detestable situación cuando ya estaba metido de lleno en ella.
No era como antes, que los cantantes se vehían muy de vez en cuando, sino que ahora el vocalista de NG se había convertido en la sombra de su amante. Era como si entre los dos se estuviesen burlando de él. Eso, o simplemente Sakuma encontraba divertido tomarse ciertas "libertades".
Tuvo un vuelco en el estomago al concebir por primera vez que Sakuma, detrás de todo ese barniz de inocencia infantil rozando la estupidez, ocultase un claro sentimiento de deseo hacia el cantante de cabellos rosados.
Yuki se maldijo mentalmente, aquello aclaraba muchas cosas.
Tomó lo que quedaba de cerveza de un golpe, casi atragantándose, para perderse observando la calle en aquel atardecer avanzado, con el silencio proveniente de dentro de su vivienda rodeándole.
Una vez que el fuego de la furia había quedado reducido a simples ascuas a merced de ser dispersadas por el viento, el sentimiento de vació emergió nuevamente haciéndose difícil de ignorar.
Con pesadumbre, el escritor deseó que el "latoso niño molesto" estuviese allí con alguna de sus tonterías para intentar arrancarle una sonrisa.
Quizá, en su desconfianza, había pedido demasiadas pruebas, demasiados sacrificios, sin dar nunca nada a cambio...
El novelista cerró los ojos como pretendiendo con ello, cerrar aquella grieta que Shuichi había abierto al llegar a su vida, y ahora trataba cruelmente de abrirse sin importar el dolor que con ello pudiera producirle.
-Yo nunca quise enamorarme- murmuró quedamente a la nada.
**************************** New continue????
Este capitulo salió largo eh?. Iba a serlo más todavía, porque quería meter unas cosillas más, pero era demasiado extendido y lo dejo para el siguiente. Ya no diré lo de los comentarios porque seria repetirse demasiado :P . Tambien pido disculpas si alguna parte ha parecido un poco liosa, la verdad es que me esta costando un poco abarcar toda la idea que tiende a expandirse... ^^UUU, pero si hay algo que deje demasiado rayaos no dudeis en preguntar!.
Gracias a todos aquellos que estan leyendo ésto y me dejan sus opiniones.
Ja-ne!!
