Shuichi casi se ahoga en la bañera cuando, el novelista cansado de esperar a que se despertara sólo y con la desagradable sensación de tener todo el cuerpo con la piel arrugada, se puso en pie.
El cantante emergió del agua tosiendo, maldiciendo y lloriqueando, todo a la vez. El rubio lejos de prestarle atención, se dio una ducha rápida para sacarse la poca suciedad que pudiera quedarle encima y con una toalla anudada en su cintura y otra en su cabello, abandonó el baño. Shindou se arrastro fuera de la bañera, diciendo de forma dolida que ya le parecía raro que aquel día el trato para con él fuera a ser especial, sólo por el echo de haber estado fuera más días que de costumbre.
De forma resignada, el cantante tomó asiento en una pequeña silla de plástico y aun adormilado comenzó a lavarse la cabeza.
Tras secarse y acomodarse con su pijama habitual, el novelista entró en la cocina revisando algunos armarios con desgana, comprobando una vez más, que cuando el cantante no estaba para remediarlo, la cantidad y la calidad de comida disponible bajaban de forma alarmante. Shuichi entró tras él en la cocina cuando Eiri había descubierto una lata perdida en un rincón de albóndigas a la jardinera y se disponía a calentarla.
-Yuki yo... estuve leyendo tu novela, siento realmente lo del ordenador, espero que pudieses salvar algo...
-Olvídate de eso ahora, no tengo ganas de hablar de ello.
Se sentó en la mesa de la cocina, observando con admiración como el rubio se desenvolvía con soltura entre los cacharros. Ese era uno de tantos detalles de su independencia, de que llevaba tanto tiempo defendiéndose por él mismo que no necesitaba a nadie para nada.
Shuichi sonrió de modo un poco triste ante el conocimiento.
-Mañana tendré que volver al estudio, no creo que Seguchi me deje volver hasta que terminemos con todo el asunto del disco, cosa que por lo visto nos llevara algo más de un mes...,¿Me vendrás a ver algún día?
Su pregunta era claramente un ruego lastimero de inseguridad. Eiri dejó frente a él un plato con la mitad de las albóndigas precocinadas.
-Estarás trabajando, no tendrás tiempo para nada.
-Pero Yuki, ¡un mes entero ahí encerrado!, ¡Me puedo morir de asco antes!
El comentario había sido una broma, Shuichi se había llenado la boca de albóndigas y masticaba con las cejas enarcadas en una de sus clásicas muecas de cuando consideraba que le estaban sometiendo a una gran injusticia. Yuki en cambió miró la bolas de carne con renovado interés, partió una por la mitad y pregunto con frialdad.
-¿Me estas ocultando algo?
El cantante abrió la boca sin emitir ningún sonido. El novelista se metió la comida en la boca y volteó los ojos hacia él.
-¿Hay alguna cosa que debas decirme y aun no lo hayas echo?
-Ehh ...yo... no... creo que no...
-¿Seguro?, ¿no te estarás olvidando algo importante?
-...- el vocalista de cabellos rosados estaba desconcertado. Hacía un esfuerzo por recordar todo lo que había echo desde la ultima vez que había visto al escritor, llegando a la conclusión de que la situación más atípica y vergonzosa que había tenido en ese periodo de tiempo, había sido la noche en casa de Hiro cuando se había "duchado" con Sakuma.
Yo no... no se porque me preguntas eso- Shindou enrojeció inevitablemente- pero no me ha pasado nada en especial...
Terminó de comerse lo que había en su plato. Eiri sacó un cigarrillo mientras el joven de cabellos rosados parecía ruborizarse más por momentos, tratando de desviar su atención hacia cualquier punto de la cocina.
-¿Y como llevas el trabajo?- le inquirió el novelista recargándose en el respaldo de la silla con el cigarrillo prendido entre los dedos.
-Bien.
-¿Dónde has estado durmiendo?
-En la compañía, K nos acondiciono un antiguo estudio que estaba vació para que dejásemos allí todas nuestras cosas. Allí dormíamos las cinco horas de descanso que nos daban por la noche...- el joven de cabellos rosados se tensó ante la idea de confesarle que se había pasado más de la mitad de aquellas noches a en la puerta de aquel mismo edificio, pero prefirió callarse no fuera a irritar al rubio con el comentario.
-¿Sólo estabais vosotros?
-Si
Soltando una bocanada de humo, el escritor tiró lo que le restaba del cigarrillo en el plato vació de la cena. Veía a Shuichi tensó, rígido, temeroso de contestar a sus preguntas. Le daba la sensación de no estar hablando con la misma persona con la que llevaba viviendo ya tantos meses. Molesto por ello, por pensar que el carácter explosivo del cantante podía cambiar tan fácilmente en apenas unos días, frunció el ceño antes de ponerse de pie dándole la espalda a éste.
-Te lo dije una vez, pero creo que por lo visto se te ha olvidado. Cuando tratas de ser sofisticado eres muy aburrido.
El novelista abandono la cocina dejando a Shuichi con la boca abierta, completamente desarmado de argumentos. Se sentó en sofá del salón, y encendiendo otro nuevo cigarrillo, retomó el habito adquirido en los últimos días de conectar la televisión y dedicarse a pasar canales sin ver nada en concreto.
Se escuchó un grito agónico en la cocina. Shindou irrumpió en la estancia con una mueca dispar, por la que no se sabia si estaba enfadado o era un infructuoso intento por no empezar a llorar. Se sentó ahorcajadas sobre las piernas del rubio y cogiendole fuertemente por el cuello de la camisa le besó los labios con hambre. Yuki, sin abandonar su fría compostura, siguió mirando la televisión por encima de su hombro, hasta que el joven de cabellos rosados le arrancó el mando de la tele y lo tiró al suelo.
-¡Yuki eres cruel!, te pasas el día diciéndome cosas contradictorias. Si hablo mucho porque no me cayo y hago el idiota, si intento complacerte me dices que te aburro y que carezco de interés. ¡¡Sabes lo mal que lo he pasado todos estos días!!- cristalinas lágrimas comenzaron a brotar de los ojos violetas del cantante- No quería decírtelo, ¡pero llevo sin dormir casi desde que me marche de aquí!, en las horas que nos daban de descanso yo me escapaba por un conducto de aire que estaba fuera de servicio, y venia aquí, ¡a esperarte!.
De forma temblorosa, el joven cantante rodeó con los brazos el cuello del rubio, enterrando el rostro en una camisa que ya sufría las primeras consecuencias del llanto, oscureciéndose ante la humedad de las lagrimas.
No ha habido un sólo día que no haya pensado en ti, estaba tan asustado, ¡Tan asustado de que una vez más te hubieras marchado y me hubieras dejado sólo de nuevo!. Yuki yo te quiero, se que muchas veces te molesto, se que soy un engorro, que tu trabajarías mucho mejor si yo no estuviese aquí contigo. ¡¡Pero necesito estar a tu lado!!. Me da igual que me insultes, y que te metas conmigo. Me da igual si no soy el tipo de persona con el que tu preferirías estar. Pero por favor... ¡déjame quererte!- agonizó entre lagrimas cuando sus palabras empezaron a morir en su boca- ¡déjame estar a tu lado!.
Las lagrimas se perpetuaron mientras Shuichi mantenía el rostro enterrado en el pecho del escritor. Eiri observaba la cabellera rosada agitarse en temblores violentos acompañados por una respiración rota. Su expresión se ablandó posando una mano sobre esos mismos cabellos.
El cantante alzó la cabeza mostrando su contraída expresión, que fue suavizada cuando el escritor secó con los pulgares, las lágrimas de las mejillas enrojecidas por el llanto.
Se perdía en aquellos ojos, grandes, expresivos, de un color que muy poca gente poseía. Yuki sonrió al recordar que la primera vez que los vio pensó que llevaba lentillas.
Acarició aquellas mejillas enrojecidas, obteniendo como resultado que el cantante tímidamente entornara los ojos y dejara escapar un suspiro placentero.
-Yuki...- susurró entre abriendo los labios, gesto que aprovechó el rubio para inclinarse sobre él y besarle.
Ahora estaba tranquilo, Eiri estaba tranquilo. A pesar de los acontecimientos, de todas las cosas por las que estaban continuamente pasando, Shuichi no había cambiado. Seguía siendo el mismo niño llorón... que tantas sonrisas le había arrancado; más que ninguna otra persona. Con ambas manos tomó su barbilla profundizando el beso, haciéndolo mas intenso y húmedo.
-Yuki te he echado mucho de menos- susurró tras el prolongado beso.
El escritor recostó a Shuichi en el sofá, el chico le devolvió la mirada nervioso y ruborizado. Dejó de agarrarle con fuerza el pijama para relajarse bajo él, sintiendo el cuerpo del rubio rozar sutilmente con el suyo.
Eiri volvió a besarle mientras deslizaba una mano bajo la camisa del pijama, acariciándole con la yema de los dedos su costado. A Shindou se le escapó una risita cuando sintió como toda su piel se erizaba debido a los placenteros escalofríos que aquella mano le proporcionaba con cada roce.
Su cuerpo se tensaba y se relajaba con la misma facilidad; Shuichi se excitaba con mucha rapidez, apenas le había puesto una mano encima y el rubio ya sentía el miembro del cantante erguido presionando contra su muslo. Aquello siempre le había hecho gracia. El cantante le sonrió tímidamente, de cierta manera avergonzado como si supiese los pensamientos que estaba teniendo el escritor. Yuki se enderezó, para poder observas más cómodamente al joven cuyos cabellos rosados se arremolinaban de forma descuidada sobre el sofá. Respiraba agitadamente, sus ojos estaban llenos de un brillo incitante y la piel que el pijama medio desabrochado dejaba ver parecía clamar por se tocada. Shuichi era la representación encarnada de la juventud sana y deseable.
El escritor decidió quitarse de una vez por todas aquellas dudas iniciales, sobre las que había empezado a especular, llegando interiormente al pleno convencimiento, de que se trataba de un ardid del manager para que al reconciliarse con el cantante, pudiesen sacar más rápido el disco.
Volvió a inclinarse sobre el vocalista, que extendió los brazos para recibirle, ensortijando los rubios mechones entre sus dedos. De nuevo sus labios se unieron en un beso deseoso de mas.
-Shuichi- murmuró quedamente Eiri entre beso y beso- ¿estas enfermo?
-¿Qué?- alzó una ceja extrañado
-¿Estas enfermo?- repitió nuevamente, proyectando sus carias hacia el vientre del joven sin dejar de rozar la suave piel con la yema de los dedos.
Abrió la boca para coger aire, con el rubor haciéndose más visible en sus mejillas. Llevaba demasiado tiempo si sentir el calor de aquel cuerpo que para él se había convertido en una necesidad.
-No, por supuesto que no- contentó con inocencia a la pregunta que no entendía. Yuki nunca se había preocupado por sus resfriados, ni siquiera porque se los pegase otras veces que se habían acostado, por lo tanto menos entendió aun cuando ante su escueta respuesta, una sonrisa ancha de satisfacción bañada en prepotencia iluminó la cara del escritor.
¿Qué ocurre?, ¿Por qué me preguntas eso?
-Nada importante, tan sólo que yo tenia razón.
-¿Razón de qué?- inquirió cada vez más confuso el cantante. Pero no recibió respuesta, el escritor se había volcado en su caricias y volvía a besar esta vez con mas ganas aquellos labios que se entre abrían intentando dejar escapar mas de un suspiro.
Shuichi se aferró con fuerza a la espalda del rubio, sujetando con sus manos la tela que la cubría apretándola mas fuertemente a la vez que la excitación aumentaba al igual que el beso y el contacto entre sus cuerpos aun cubiertos. El cantante trató de romper el beso para respirar profundamente, Eiri comenzaba a moverse sobre su cuerpo con leves movimientos que lo hacían enloquecer cada vez mas. Sentir el cuerpo de su amante de esa manera sobre el suyo sabiendo lo que después vendría, provocaba en el pequeño una impaciencia que resultaba obvia para el rubio. Eiri sonrió ante lo evidente apartándose un poco de sus labios para mirarlo a los ojos que brillaban acompañados por las mejillas sonrojadas.
-Vamos a la cama.- El corazón de Shuichi dio un vuelco ante las palabras de su amante, deseaba sentirlo, se sentía impaciente por ello. Con una tímida sonrisa asintió con la cabeza sentándose en el sofá a la vez que el otro se ponía de pie.
Yuki le extendió una mano indicándole que se levantara de allí, Shuichi la sujeto, pero enseguida sintió como el escritor tiró de él para acercarlo a su cuerpo. Volvió a cerrar los ojos cuando la lengua de Yuki entró en su boca con ansias, a la vez que su estrecha cintura era envuelta por esos fuertes brazos.
Entre besos e intentos por despojarse de sus prendas, llegaron a la habitación. Eiri había conseguido deshacerse de la camisa de su pijama, dejando al descubierto la pálida piel de su cuerpo, se sentó sobre la cama atrayendo a Shuichi con él, haciendo que este quedase sobre él, a la vez que terminaba de desnudar el torso del chico con manos hábiles y repartiendo besos por la piel que iba quedando al descubierto.
-Yuki...- Un nuevo suspiro escapo de sus labios al sentir aquellas manos cálidas viajando por su cuerpo, proporcionándole placenteras caricias.
El cantante comenzó a moverse sobre Eiri, a la vez que inclinaba hacia atrás su cabeza para dejar expuesto su cuello a los besos que su amante le ofrecía.
Las manos de Yuki se deslizaron por la espalda del cantante hasta encontrar en su camino el borde de los pantalones. Sin mas impedimento que ese, metió sus manos dentro de la ropa, traspasando incluso al ropa interior. Acarició la suave piel con ansias de mas, provocando que Shuichi se abrazara con fuerza a su cuello, hundiendo a su vez su rostro entre este y el hombro del escritor.
-Ah Yuki...- su voz sonó como un susurro, jadeante ante las caricias que su amante le estaba ofreciendo. Su pequeño cuerpo se movió sobre el otro, a la vez que el rubio apretaba suavemente la piel de las nalgas entre sus manos, acompañándolo en su movimiento.
Con impaciencia lo tumbó sobre la cama, dejándolo aprisionado con su cuerpo, elevando levemente las caderas del chico hacia las suyas sujetándolo con solo una mano de su trasero, a la vez que la otra la apoyaba sobre la cama para sostenerse.
Mordisqueó los labios del cantante enrojeciéndolos, recogiendo en su boca los suspiros que escapaban de aquella boca que permanecía entre abierta, dispuesta a aceptar su lengua en cualquier momento. Dejó caer el cuerpo del chico totalmente sobre la cama, posicionándose a un costado de este, dejándose caer casi por completo sobre el chico a la vez que besaba su cuello. Las manos de Shuichi se movían recorriendo con nerviosismo la espalda del escritor, clavando sus dedos sobre aquella piel con cada mordisco que Eiri depositaba en la sensible piel de su cuello.
La mano del rubio se movió dentro de los pantalones del cantante hasta llegar a la entrepierna de este, hallando la dolorosa y humedecida erección del chico. Shuichi dejó escapar el nombre del rubio entre jadeos en el momento en que sintió como aquella mano envolvía su miembro comenzando a masajearlo.
-Deseabas esto verdad?- Susurró en el oído de Shuichi, haciéndole deslizar entre su labios un suave "si".
Shuichi cerró los ojos con fuerza a la vez que su boca se abrió para coger aire y dejar salir unos suaves gemidos que se incrementaban con cada caricia que Yuki ejercía sobre su sexo.
Eiri bajó por aquel cuerpo besando y acariciando la piel que se exponía ante él, llegando de esta forma al vientre del chico donde se entretuvo para jugar con su ombligo, produciéndole al cantante un agradable cosquilleo que conseguía ocasionarle mas de un escalofrió cuando sentía la mezcla de esa sensación con las placenteras caricias sobre su erección.
Shuichi se quejó en un suave lloriqueo cuando el rubio sacó la mano de sus pantalones. ¿Por qué siempre tenia que detenerse en el mejor momento? Sus sentidos se volvieron a agudizar cuando sintió como su amante posaba ambas manos en sus caderas para deshacerse de los pantalones junto a la ropa interior, dejando al descubierto la evidencia de su excitación. El cantante sintió como su corazón comenzaba a latir desbocado consiguiendo a su vez una respiración mas profunda cuando la boca del rubio se acercó peligrosamente a su miembro palpitante, sintiendo la respiración de este sumamente cerca.
Movió sus caderas ofreciéndose a él, impaciente por sentir aquella cálida boca envolver la erección que clamaba por ser atendida. Eiri pasó la lengua a lo largo del miembro, llegando a la punta, envolviéndola con sus labios humedecidos por la saliva, dejando que esta se mezclara con el templado liquido que hacia rato goteaba.
-Oh si! Yuki...- Con sus manos empujó la cabeza del escritor, consiguiendo que este deslizara su boca por la longitud endurecida, produciéndole una caricia sumamente placentera.
Eiri desvió la mirada hasta hallar el rostro sofocado del chico; le encantaba verlo así, le encantaba saber que reaccionaba así debido a él, debido a sus caricias. Con orgullo comenzó a deslizar la erección en su boca, sacándola y metiendola, ejerciendo una presión perfecta sobre la sensible piel a la vez que una de sus manos acompañaba el movimiento, consiguiendo deslizar la saliva que escapaba de su boca a lo largo del miembro, hasta conducirla con sus dedos a la entrada de Shuichi.
Una vez allí comenzó a extender la saliva por la superficie, haciendo penetrar levemente un par de dedos que poco a poco acabaron por introducirse lo mas profundo que su longitud le permitía. Su boca seguía con sus caricias, notando cada vez mas el sabor que escapaba de la erección, siendo esta vez la otra mano la que lo sujetaba en su base.
Shuichi se revolvió sobre la cama, sentía como todas esas caricias hacían responder a su cuerpo mas deprisa de lo normal. El nombre del rubio salió de su boca en un tono suplicante. Yuki lo sintió, sabia que Shuichi estaba al limite, que no tardaría en llegar al final. En otro momento se hubiera detenido para continuar después de unos besos y caricias mas suaves, pero esta vez no lo haría. Deseaba sentir aquel flujo de placer morir en su boca, al igual que había hecho tantas otras veces.
Relentizó el movimiento que su boca ejercía sobre el miembro del chico, deslizando sus labios despacio sobre este, presionando lo justo con ellos. A su vez sus dedos de movían dentro al mismo ritmo, profundizando lo mas que podían, consiguiendo en respuesta que Shuichi separase sus piernas todo lo que estas le permitían.
Los dedos del cantante se enredaron entre los cabellos dorados, sus caderas se mecieron bruscamente, desesperado por aquella tortura, desesperado por soltar aquel doloroso placer. Entonces Eiri lo hizo, mordisqueó suavemente la sensible piel, seguidamente deslizó su lengua por la punta a la vez que sus labios succionaron con fuerza.
El escritor escucho como su nombre salió entre gemidos de los labios de Shuichi a la vez que le chico se retorcía de placer bajo su cuerpo, acabando por llenar su boca con aquel cálido sabor.
Shuichi dejó caer sus brazos sobre la cama, respirando agitadamente, sentía como las mejillas le ardían, como aquella presión en su sexo iba descendiendo a la vez que era abandonado por los labios de Eiri, quien dejó escapar de su boca parte del liquido, llegando a gotear por su barbilla.
Sacó ambos dedos del interior del cantante, se tumbó sobre él sin dejar caer todo su peso sobre el pequeño cuerpo, provocándole un gemido ahogado al contacto de su sensible piel contra la cadera del rubio. Shuichi ni siquiera se dio cuenta de en que momento Eiri se había quitado los pantalones, tan solo sabia que era la suave piel del escritor la que lo estaba rozando en ese momento.
Yuki besó de nuevo sus labios, entorpeciendo una vez mas la agitada respiración que luchaba por normalizarse. Se movió despacio, consiguiendo que el miembro del cantante se irguiera nuevamente. Con una mano dirigió su propia erección hasta la entrada, comenzando a penetrar en Shuichi despacio, con movimientos lentos y precisos, acariciando a su paso cada rincón, recogiendo con sus labios los suaves jadeos que escapaban de aquellos labios que rozaban con los suyos en ese momento, sintiendo como el chico se aferraba cada vez con mas fuerza a su espalda, y como aquel cálido interior le iba envolviendo a cada centímetro que profundizaba en él. Como había extrañado aquello... sentirse dueño de ese cuerpo, de esas reacciones, de esa calidez...
El cantante abrió los ojos, los enfocó en Eiri, este lo besó ahogando el débil lloriqueo que escapó de la boca del chico en el momento en que la penetración se hizo mas profunda. Yuki se detuvo un momento, disfrutando de aquel calor a la vez que daba tiempo para que el interior de Shuichi se relajara sobre su miembro que estaba impaciente por moverse en aquel interior tan estrecho. Comenzó con un ritmo pausado, consiguiendo que el cantante se acostumbrara a tenerlo dentro, a la vez que los mudos quejidos se iban convirtiendo en tímidos gemidos de placer con cada movimiento que realizaba.
Shuichi jadeaba bajo él. Había cerrado los ojos nuevamente, arqueándose ante las envestidas del rubio. Su respiración había quedado reducida a un jadeo roto. Yuki a pesar de su propia excitación y lujuria, lo observaba pensativo. Toda aquella piel que brillaba sudorosa, su pecho subiendo y bajando exaltado, algunas lágrimas escapando por la comisura de sus ojos mientras el cantante jadeaba su nombre.
La incertidumbre, así como la preocupación que había sentido aquel día cuando el manager le había contado aquella falacia, habían desaparecido por completo. Estaba tranquilo, Shuichi no se iría a ninguna parte, al menos de momento. Le resulto incomodo tener aquel tipo de pensamiento, algo similar a los primeros deseos de posesión de toda su vida sumado a la necesidad de estar con aquel joven, de ser él la única persona que tocase aquella piel. Y pese a todo, besó aquel pecho sintiéndose completo, satisfecho con el conocimiento de haber sido el primero en haber arrancado aquellos jadeos de placer de aquel cuerpo.
No obstante, el eco de una duda, producida por la inseguridad que había anidado en su alma durante aquellos días, fomentada por aquellas nuevas sensaciones que estaba experimentando, comenzó a corroerle, más aun cuando al desviar la vista, descubrió olvidado sobre un borde de la mesita un cd de Nittle Grasper con Sakuma Ryuichi en la portada. Él obviamente no había sacado el disco, y todo ese material era del cantante de cabellos rosados.
Yuki se mordió un labio en lo más parecido a los celos que había sentido en su vida. Había sido el primero, de eso no le cabía duda, pero, ¿había sido el único?.
Eiri tomo una posición mas erguida, colocando las piernas del chico alrededor de su cintura, posando seguidamente ambas manos sobre la cadera de Shuichi para ayudar en el movimiento, consiguiendo que sus envestidas se volvieran más agresivas, provocando que el cantante abriera los ojos sorprendido.
-Shuichi- preguntó el rubio con una calma impropia de la situación- ¿eres Gay?
El cantante enrojeció hasta las orejas turbado
-¡¿Cómo me preguntas algo así en un momento como éste?!- sus palabras se entrecortaban por la agitada respiración y el cansancio del momento, a la vez que intentaba mantener sus sentidos puestos en lo que estaba haciendo.
-¿Lo eres o no?- inquirió el rubio sin disminuir el ritmo, perturbando más al cantante cuando tomo con una mano su miembro para acariciarlo al mismo ritmo que sus embestidas.- Cuando nos conocimos te lo pregunte pero no me respondiste.
-Yo...- Shindou se arqueó más en la cama, abriendo la boca para tomar una bocanada de aire. Estaba sorprendido, tanto por la pregunta del rubio como por su forma de moverse. Si era cierto que la mayoría de las veces la pasión lo desbordaba, pero esta vez sintió que había algo mas, no era solo pasión.
El rubio contempló la reacción, no había un sólo espacio en el rostro del cantante que no estuviera encendido, no sabía distinguir si por la excitación o la vergüenza ante la pregunta.
-¿Te has acostado con alguien más que conmigo?- Salió de el para volver a entrar en una profunda envestida que hizo que el cuerpo del chico se estremeciera dejando escapar un leve quejido.
Sorpresa se reflejo en los ojos violáceos del cantante, no podía creerse que la pregunta fuera en serio, hizo un amago de sonrisa pensando que aquello se trataba de una broma... hasta que recordó que Yuki nunca le hacia bromas.
-¿Cómo puedes preguntarme eso?- Trataba de normalizar su voz, en el estado en que estaba no conseguía que sus palabras salieran sin dejar escapar mas de un jadeo entre ellas.
-Es una pregunta, nada más, sabes que yo no voy a enfadarme, ya te dije que soy partidario de las relaciones abiertas.
-¿Entonces de verdad te da igual con quien me acueste?
-¿Por qué habría de importarme?, Además de seguro que ya lo has echo... con Sakuma. Me he dado cuanta de como te mira, y por como estabas tu al principio con él, deduzco que no te desagradaba en absoluto. Seguro que os acostasteis el día que tu fuiste a dormir a su casa, y también durante estas semanas, no me creo que no hayas echo nada con él. Te costó empezar, y aunque te gusta hacerte de rogar se que ahora no puedes pasar sin el sexo.
Shuichi no podía creer lo que oía, estaba totalmente sorprendido, se incorporó sobre la cama como pudo, empujando al rubio con todas sus fuerzas, consiguiendo que saliera fuera de él, haciéndolo caer de la cama.
Con el rostro encendido en cólera, vergüenza y ultraje, el cantante se anudó la sabana a la cintura y salió corriendo al cuarto de baño. El rubio se colocó un pantalón y salió detrás de él, golpeando la puerta del servicio con un puño.
-¿Qué pasa? ¿Por qué simplemente no lo admites?. ¿Crees que me voy a enfadar?, me da lo mismo, tu puedes hacer lo que quieras, eres libre de marcharte con él cuando te apetezca. Ni siquiera eres buen amante. ¿Qué quieres, qué me pelee por ti? ¡Vete con Sakuma a que te enseñe algo que merezca la pena!, ¡¡Es más, te lo estoy pidiendo!! ¡¡Márchate con él y déjame en paz!!
Desde el otro lado de la puerta, Shuichi se había dejado caer sentándose en el suelo, tapándose los oídos con las manos mientras las lágrimas caían sin control por su rostro y las fosas nasales se le obstruían. No entendía, Shindou no podía entender el arrebato del rubio, siempre era frió, le gustaba hacer daño con su frialdad, con su indiferencia, pero ahora era mordaz e injurioso, y le estaba haciendo mucho más daño de esta manera. Primero por sus dudas, ¿cómo podía realmente pensar eso de él?, y por ultimo ese desdén, esa frialdad malsana en la que le decía que se fuera con él. ¿Acaso le importaba tan poco como para echarlo en brazos de otro?
En el momento que Yuki iba a golpear la puerta nuevamente comenzó a sonar el teléfono. Irritado, el novelista descolgó.
-¿Diga?
-Soy Tohma, Eiri, ¿te ocurre algo?, te noto agitado...
Shuichi aprovechó ese momento para salir a hurtadillas del baño y tras adecentarse como pudo, se vistió a la carrera y salió corriendo por la puerta. El rubio tan sólo se volvió al portazo al fondo del pasillo.
Colgó a su cuñado maldiciendo entre dientes.
Respiró agitadamente, entrando en el dormitorio, para coger aquel cd de música que había desatado todo su caos emocional de la mesita.
Observó aquel rostro de la foto con odio. Shuichi siempre le contemplaba con una expresión embobada, como si estuviese viendo un dios o algo por el estilo, pero para él, era un cretino miserable... y ahora él era más cretino todavía por habérselo lanzado, prácticamente a los brazos.
Frustrado, tiró el cd al suelo y lo pisó.
Tibias gotas cristalinas mojaron el pie desnudo del escritor. Siempre había hecho lo mismo, cuanto más amor pudiera llegar a sentir hacia una persona, más daño la haría para alejarla de él.
Con Shuichi la táctica parecía no haber funcionado desde el principio. Shindou se había revelado, lo había perseguido, acosado inclusive, hasta convertirse en parte de su vida, en un pilar sin el cual no podría sostenerse, o al menos no de la manera que lo había echo hasta antes de conocerlo. Inevitablemente había marcado una clara diferencia entre el "antes" y el "después".
Durante tanto tiempo había tratado de evitar constituir vínculos que luego le costase romper. Por no encariñarse, por miedo a que volviesen a hacerle daño, había tratado de alejarse, aislándose de los sentimientos. Reprimir todo lo que sentía, pisarlo y acallarlo, para hacerse fuerte y frió. Una persona que no sentía nada más haya de la mera cordialidad que se pone en las relaciones básicas humanas de la sociedad. Pero el daño estaba echo, había caído en su propia tela de araña: separar a los demás para no le hicieran daño. Ahora era esa separación lo que más daño de todo le hacia.
En la soledad de su alcoba, el escritor no se reprimió cuando las lágrimas inundaron sus ojos.
Fue consciente de su error, de lo que su comportamiento mezquino le estaba haciendo. No podía seguir viviendo toda la vida con el pensamiento constante de que en cualquier momento lo traicionarían, que cuando por fin encontrase alguien en quien confiar, por el que se enamorase, sería el momento de terminar lo que empezó Yuki en New York cuando le vendió: Matar lo poco de persona que le quedaba.
Recordó una de las razones por las que se había enfadado una de tantas veces con su hermano, y por la que le había prohibido orgullosamente volver a quedarse en su casa. Ahora las palabras del moreno no le parecían tan descabelladas, quizá si se había vuelto un poco loco después de lo que le había ocurrido en New York. Quizá le había traumado mucho más de lo que quería admitir para si mismo. Eso o simplemente era un completo idiota.
Su interior se agitaba en sensaciones que trataba de acallar, pero le era difícil reprimir una vez que habían visto finalmente la luz después de tanto tiempo.
El nunca había sido celoso, por la sencilla razón de que nadie nunca le había importado lo suficiente como para serlo. Sus lagrimas bañaron su pecho desnudo que tembló agitándose.
Shuichi siempre había vuelto a su lado, pero temía lo que tanto le había advertido el moreno: el día que cansado de sus desplantes, se marchara con Sakuma, aquel otro hombre que parecía comprenderlo infinitamente mejor que su propio amante.
Cubriéndose los ojos con una mano, respiró de forma rota. No sabia que hacer para evitarlo. No sabia como debía proteger ese pequeño vinculo entre los dos que ya creía roto para siempre.
Yuki se sentó en el borde de la cama, y dejó que todo su dolor fluyera a través de las lagrimas.
-Yo de verdad que quería estar contigo Shuichi. Era lo que más deseaba en el mundo... perdóname por no sabértelo expresar.
****************
Kumagoro trotaba por toda la sede de Nittle Grasper. El personal en su mayoría, siendo contratos ya viejos y de confianza, tenían la delicadeza de no mostrarse sorprendidos cuando el conejo rosa se les acercaba a la altura de la cintura hablándoles, teniendo por igual detalle el echo de ignorar por completo la mano seguida del resto del joven que lo sujetaba.
-No, Shindou todavía no ha regresado al estudio. Pero si lo veo le avisare que has preguntado por él.
Sakuma se quedó sólo en el pasillo, mordisqueando distraídamente una de las orejas del peluche, cuestionándose que es lo que haría a continuación.
-BUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU
UUUUUUUUUUUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
Una silueta que parecía más bien la sirena de una ambulancia por la sonoridad que traía consigo, pasó corriendo por un pasillo contiguo. Ryuichi se volvió asustado, y tras corroborar que se trataba de Shuichi salió corriendo tras él.
El cantante de Bad Luck entró a la carrera en la habitación donde Fujisaki y Nakado dormitaban en sus últimos minutos de sueño, antes de retomar la estresante jornada laboral. Se detuvo junto a la bola anaranjada que era su mejor amigo y a lagrima viva se arrodillo para abrazarse a él.
-¡HIROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!
El guitarrista empezó a abrir los ojos y a pestañear haciendo muecas extrañas resultado del sueño, la incomprensión, y el dolor de oídos que estaba sufriendo. Incluso Fujisaki desde el lado contrario del cuarto empezaba a revolverse, para lentamente incorporarse y observar la escena con preocupación teñida de molestia.
-HIROOOOO ¡¡YUKI ES HORRIBLE!!
Un poco más despierto, más por el susto que otra cosa, pero sin tener aun toda su lucidez metal a punto, Nakano devolvió el abrazó al cantante de cabellos rosados.
-Vamos Shu, tranquilo. ¿Qué ha pasado?
La pregunta tan sólo arrancó llantos más sonoros del cantante. Hiroshi miró a Suguru que empezaba a fruncir el ceño, sonriéndole nerviosamente a modo de disculpa.
-¿Quieres hablar de ello?
-¡¡ME PREGUNTO SI YO ERA GAY!!
-Eh, ¿qué?- el guitarrista se había quedado un poco descolocado. De entre todas las supuestas cosas que le podían pasar a su amigo esa es la que menos se esperaba. Miró a todos los lados nervioso, sin saber muy bien como tenia que enfocar la respuesta, cohibido ante la inquisitiva mirada de Fujisaki que se había puesto de pie, y le hacia señales con la cabeza, indicándole que se marchaba para dejarlos solos.
Bueno Shu, ya hablamos esto al principio. Tu estas llevando una vida de pareja con él y los dos sois hombres...
-¡¡Y luego me dijo que me había acostado con Sakuma-san!! ¡¡Que no le importaba y que me fuera con él!!
Suguru se había quedado parado junto a la puerta del estudio, pues cuando iba a salir, había sido Sakuma el que había entrado, a tiempo de escuchar las últimas frases del vocalista de cabellos rosados.
-...
Se volvió hacia la puerta. Hiroshi sentado sobre el saco de dormir naranja chillón, observó con expresión seria desde el suelo al recién llegado. El cantante de cabellos rosados, ajeno a todo, seguía llorando en su regazo.
-Yo... creo que iré a avisar a K de que hoy empezaremos con un poco de retraso...- Suguru abandonó la habitación tropezando por el camino.
A excepción del llanto, se extendió un silencio en la sala, en la que los dos hombres centraron su atención en Shindou.
-Shuichi, Sakuma esta aquí.
El cantante enmudeció en el acto, lanzando una mirada de pánico hacia su amigo de la infancia, que se limitó a sonreírle de forma reconfortante mientras le acariciaba los cabellos.
Quizá quieras hablar a solas con él.
Se tensó bajo sus brazos. El guitarrista pensó que quizá no era tan buena idea dejarlos solos después de todo. Sakuma seguía de pie, en el mismo lugar desde que había entrado, manteniéndose en silencio y con la cabeza gacha, como si se sintiese culpable por algo.
-What it is it that this happening?
Con la energía que lo caracterizaba, el manager hizo acto de presencia, mirando dubitativo a los tres jóvenes de la sala. Fujisaki apareció tras él, con claro malestar, pidiendo disculpas silenciosas debido a que las cosas no habían salido como él tenia previsto.
-K ¿Podemos hablar un momento?- pidió de pronto el guitarrista sorprendiendo a todos- Nos han surgido unas dudas con el disco, y claro, no sabemos como seguir.
Con afabilidad, Nakano se puso de pie, lanzándole una mirada significativa a Sakuma al pasar a su lado.
-Pues si, yo también tenia algunas dudas- corroboró Suguru tratando de ayudar a Nakano a sacar a K del cuarto- ¿Por qué no aprovechamos para aclararlo ahora en un momento?
El manager frunció el ceño no muy convencido, pero se encogió de hombros dispuesto a acompañar a los dos componentes de Bad Luck, no sin antes volverse hacia Shindou que aun le daba la espalda y amenazarle con el dedo.
-Te quiero en diez minutos en el estudio de grabación. Y tu- dijo refiriéndose a Ryuichi- no lo distraigas, que bastante mal vamos ya, para andarnos con tonterías.
Se marcharon dejando al par de cantantes solos en la habitación. Sakuma se sentó de espaldas a Shuichi y con cariño lo abrazó por detrás.
-No estés triste. Sino Kumagoro se pondrá triste también nanoda
El cantante se volvió, con los ojos aun enrojecidos por el llanto, demasiado avergonzado para preguntar que es lo que había escuchado de su conversación con Hiroshi.
-Sakuma-san yo no-
-Psssss no digas nada solo descansa
-¡Pero es importante!
-¡¡No quiero saberlo!!
Shindou se sorprendió cuando Sakuma le soltó para taparse lo oídos y hacerse una bola en el suelo.
-¿Sakuma-san?
-¡¡No quiero escuchar!!, ¡¡Shu-chan esta enfadado con Ryuichi!!
Para total desconcierto de Shindou, el cantante Nittle Grasper empezó a berrear tan o incluso más alto que él mismo hacia escasos minutos.
-¡¡SHUICHUI ME ODIA!! ¡¡BUUUUUUUUUUUUUUUUUUUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!
-¿Qué yo qué?. oh! no, yo no...-el joven de cabellos rosados gateó hasta Ryuichi y le arrancó a duras penas las manos de los oídos tras hacer un esfuerzo sobrehumano- Sakuma-san, yo iba a decirte que ya no puedo más, que no puedo con el disco.
Se dejó caer en el suelo, de rodillas, a su lado, clavando la vista en su propias piernas.
Todo esto, esta acabando conmigo. Yuki no hace más que enfadarse, tengo demasiado trabajo y me siento muy mal...- las lágrimas volvieron a acudir a los ojos del cantante de Bad Luck, que de alguna manera avivaron a las que ya había en los ojos de Sakuma- todo esto, me esta destrozando. Siento que ... me muero, me estoy muriendo poco a poco, y a nadie le importa!!
Shindou retomó su berreo, tenia toda la cara empapada e incluso ya le pendía un moquillo por la nariz. Sakuma lejos de recobrar la compostura, también imitó el sonoro llanto de su amigo, y así, terminaron abrazados el uno al otro poniéndose mutuamente pringados.
-Shuichi, vamonos de aquí. ¡Escapémonos juntos!- pidió entre balbuceos el hombre de cabellos castaños- ¡¡A cualquier sitio nanoda!!
-¿Pero y el disco?, ¿qué hago con el disco?- alegó entre lágrimas el joven de cabellos rosados, presa de la frustración y el anhelo- ¡Si me marcho ahora Seguchi me mata!, ¡¡No tenemos tiempo!! y ¡Yuki! ¡¿Qué va a pasar con Yuki?!
-¡Olvídalo todo!, ¡¡Tenemos poco tiempo!!, ¡¡Vive sin reprimirte na no da!!
Poniéndose en pie, Sakuma se limpió las lágrimas en la manga de su cazadora. Le tendió una mano al joven que seguía tirado de rodillas en el suelo, levantándole de un tirón.
-¡Vamonos ahora Shuichi!, ¡Vamonos donde nadie nos encuentre!
El cantante dudó, por un lado tenia el disco, pero por otro la presión agobiante y el vació. Se sentía tan mal, tenia tantas ganas de llorar. Tan sólo quería estar con Yuki, pero ese mismo hombre le había echado, e incluso le había rogado que se marchara con la persona que estaba en ese momento.
Sus labios se curvaron en una amarga sonrisa.
-Vamonos- confirmó tomando la mano de Sakuma
Por una vez en toda su vida haría caso de lo que le había dicho su amante. Si Yuki quería que se fuera, se iría.
Se marcharía con Sakuma Ryuichi.
******************
Se desperezó de forma remolona. Tatsuha abrió los ojos sin levantarse aun de la cama, emitiendo un sonoro suspiro. Bueno, las cosas podían haberle ido peor, reflexionó mientras se levantaba perezosamente y bostezaba de camino a la cocina.
Desayuno algo ligero, pues aunque lo hubiera deseado, no habría encontrado cantidades ingentes de nada en aquella nevera, mucho menos propias de ser dignamente llamadas "desayuno".
Poco tiempo después, el moreno se dirigía al centro comercial de la zona con una sonrisa, llevando una nueva llave a copiar para su colección. No, definitivamente las cosas no le habían salido tan mal después de todo.
Terminó con sus asuntos pendientes. Pensó por un momento volver corriendo a casa de Sakuma, no fuera a regresar. Sin embargo recapacitándolo mejor, decidió ir a hacer una visita a su hermano. Con suerte todavía estaría acompañado por Shindou y podría hablar con él.
El moreno tocó al timbre, pero no obtuvo repuesta. Volvió a llamar con iguales consecuencias. Quizá volviese a buscarse problemas, pero hizo uso de otra de sus copias y entró fácilmente en la casa del escritor.
Su primera reacción fue una mueca de desconcierto. El apartamento se veía bastante revuelto y descuidado en un sólo día. Asomó la cabeza en el dormitorio, esperando de cierta manera encontrarse a la pareja todavía durmiendo a pierna suelta. No obstante en lugar de eso, Eiri esta sentado en el suelo, con la cabeza apoyada en la cama desecha, mirando de forma vacía el techo de la estancia.
-¿Qué a pasado aquí?- pregunto extrañado el moreno ante la atípica situación.
Entró en la habitación intentando no pisar las cosas desperdigadas que cubrían casi la totalidad de la superficie útil para tal fin
¿Dónde esta Shindou y qué haces tu con todas esas pastillas?, ¿No me vendrás a decir ahora que te drogas?
Yuki le miró con expresión perdida, antes de volver a dejar caer la cabeza en la cama.
-¿Qué haces aquí?, Creí haberte quitado la llave.
-Tan agradable como siempre. La puerta estaba abierta- mintió con maestría profesional el menor de los Uesugi- Pero dime, ¿Qué se supone que haces?
Tatsuha le dio una patada a un bote de fármacos que había a los pies del escritor, abierto y medio vació tras haber regado el suelo con más de la mitad de su contenido.
-¿Te has dopado?
-Deja de decir estupideces
-¿Dónde esta Shindou?
-Se fue, y esta vez no creo que vuelva- una sonrisa cínica cruzo sus labios- lo siento por ti, creo que te quedaste sin el idiota ese de Sakuma.
El moreno reaccionó de forma violenta, se arrodillo a la altura del rubio y le zarandeó por el hombro.
-Definitivamente tu eres estúpido. ¿Qué has echo esta vez?
Con una mirada furiosa, Eiri se soltó de su hermano poniéndose de pie, tropezando con unas latas vacías de cerveza. Pisó de nuevo el disco de Nittle Grasper que todavía estaba en el suelo.
-No me toques. Y tampoco me juzgues. Tu no eres quien para hacer ninguna de esas dos cosas.
El moreno estaba perdiendo la paciencia. Con la poca que le quedaba, observó a su hermano mientras recogía precipitadamente todas las cosas que había tiradas de Sakuma por el suelo, las metía en una caja y las llevaba hasta el cubo de la basura.
Siguió al escritor hasta el estudio. Una vez acomodado allí, sacó un cigarrillo y lo encendió con calma.
-Ayer le pregunte algunas cosas, y por lo visto no le sentó muy bien que lo hiciera.
-¿Qué cosas?
-Dudas que tenia. Como si era gay y cosas por el estilo.
Tatsuha, se llevó una mano a la cara para cubrirse los ojos, emitiendo un largo suspiro de cansancio moral.
-¿Y por qué le preguntas semejante idiotez?, ¿Acaso importa?, ¿Ha importado todos estos meses que él ha estado contigo?
-Si, si que importa- comentó el rubio con serenidad apoyando los codos sobre la mesa- No me gustan los gays
El moreno buscaba un lugar duro en el que poder darse cabezazos. Finalmente se colocó frente a su hermano, aporreando la mesa furioso.
-¡¡A ver, explícame semejante gilí pollez, porque de verdad que no la entiendo!!
-No tengo porque explicarte nada.
-Oh claro que si- miró al rubio. La indeferencia y frialdad que mostraba y decidió cambiar de conducta- o bueno como quieras. ¿Tu ya con Shindou no vuelves no?, entonces no tendrás ningún inconveniente en que me lo tire ¿verdad?
En un acto reflejo, el rubio frunció el ceño molesto ante la idea. Después de limito a añadir.
-Haz lo que quieras.
-Oh vale, entonces me marchare a buscarlo.
-Pues date prisa, no se te adelante vuestro querido Sakuma Ryuichi- dijo con un retintín que no pudo evitar. El moreno se volvió hacia él señalándole con un dedo deforma enérgica y acusatoria
-¡¡Lo sabia!!, ¡¡Sabia que algún día te pasaría!!, ¡¡Todo el problemas es que estas que te muerdes los huevos de los celos que tienes!!
El rubio ladeó la cabeza a un lado tratando de parecer indiferente.
-No se de que me hablas.
-¡¡Por eso acabas de tirar todas sus cosas!!, ¡No soportas que Shuichi le admire de la manera que lo hace!
-¡¡La culpa es suya por estar todo el día pendiente del estúpido ese!!- estalló el rubio apagando el cigarrillo directamente en la mesa- todo el día con sus discos de un lugar a otro, dejándolos tirados por la casa, y hablando de él como si fuese un jodido dios. ¡¡Pues si tanto le quiere que se vaya con él!!
El moreno lanzó una mirada de reojo a la puerta, para cerciorase que estaba más cerca de ella que el rubio.
-Hermanito... ayer estuve aquí. Fui yo el que dejo todas las cosas de Sakuma tiradas por ahí. Llegasteis muy pronto y no me dio tiempo a recogerlas...
Tuvo que soportar la gélida mirada del rubio.
-Me da lo mismo, no es sólo eso, son muchas más cosas.
-¿Como qué?, ¿Como si es gay o no?. Tu estabas con él y no te importaba. ¿Cual es el problema?
-Sakuma, creo que, bueno mejor dicho sé, que a Sakuma le gusta Shuichi. Y si Shuichi es gay, pues tarde o temprano...o seguramente ellos dos ya...- terminó sincerándose el novelista, antes de pegar un golpe a la mesa y ponerse de pie para apoyarse contra una pared.
-Lo de Sakuma ya lo sabia- confirmó el moreno con completa parsimonia. El rubio se sorprendió pues esperaba la clásica pataleta de su hermano, en vez de esa aceptación adulta que estaba mostrando- me lo dijo anoche cuando fui a dormir a su casa.
Yuki le miró desconcertado por un momento.
Y no, para mi desgracia no paso nada, si te interesa. Sakuma me dejo su piso para dormir y se marchó. Me dijo que se iba a buscar a Shindou.
Malhumorado, el escritor hundió la cabeza en su propio pecho. Tatsuha se apartó el cabello de la frente con desidia.
Y a pesar de que Sakuma me lo confirmo, yo se que Shuichi no te ha sido "infiel", ni siquiera lo ha intentado. Demasiada suerte tienes de que sea tan inocente... (o no sabría si llamarlo bobo), porque de ser yo, ya...
-Si, Tatsuha, ya sé lo que habrías echo tu...
-Lo que quiero decirte es que Shindou te quiere por encima de todo, puede que sienta admiración hacia Sakuma, pero te quiere a ti. ¿Por qué te es tan difícil de creer?, ¿Por qué eres tan desconfiado?, Siempre pensando que en cuanto te descuides te van a dar una puñalada por la espalda
El rubio enmudeció, afirmando de alguna manera con ese silencio.
-¿Vas a dejar que de verdad se marche de tu vida?- inquirió el moreno nervioso mirando el reloj
-Yo no puedo, ni quiero obligar a nadie a estar conmigo. Si quiere ya volverá- espetó el rubio, cruzándose de brazos, desviando a un lado la mirada como si por el diese por finalizada la conversación. Tatsuha caminó hasta detenerse justo enfrente de él, para captar toda su atención.
-Hermano, ¿Cuantas veces ha regresado ya?, ¿No te ha demostrado ya suficiente?, ¿Acaso tu no piensas hacer nunca nada? ¿Tan poco vale para ti la felicidad que ni luchas por ella?- el rubio abrió la boca como si fuera a protestar, pero su hermano lo acallo con un gesto- Me da igual lo que me digas, pero piénsalo fríamente. ¿Qué pasaría si lo perdieras para siempre?
-¿Pero y si después él ...
-Él no es Yuki, hermano. No hagas que los demás paguen por sus pecados... y si sale mal... pues le metes otro tiro y en paz.
El rubio se separó del joven moreno disgustado por la broma. Se sentía cohibido, nervioso y exaltado, una difícil mezcla de emociones. Sacó un cigarrillo, encendiéndolo mientras daba vueltas nerviosas por el cuarto. Finalmente se detuvo ante Tatsuha, y tras lanzarle una mirada furiosa se volvió abandonado el cuarto.
Le invadió una cálida sensación de victoria. El menor de los Uesugi agradeció a los dioses que, por una vez, los discursos soporíferos que le había soltado su hermana en la pubertad, le hubieran servido para algo (sino de donde iba a sacar tanta palabrería cursi e información). Suspiró nervioso. Ya había conseguido lo más difícil: convencer al testarudo y cabezón de su hermano para que dejase su orgullo atrás e hiciese algo.
Ahora sólo le quedaba rezar, para que en ese pequeño periodo de tiempo no hubiera ocurrido nada entre los cantantes que le alejara definitivamente de su deseado Sakuma.
-Las cosas que me veo obligado a hacer- farfullo entre dientes siguiendo al rubio, que tras vestirse se había colocado un abrigo y cogía las llaves de la calle.
**********************************New Continue??
Lo primero y más importante. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Gracias Saiyiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Sin tu ayuda no habría podido con éste capitulo. La parte lemon del principio (lo mejor y más reseñable del capitulo ^^) es toda suya. Muchas gracias!!!!!!!!! me ha hecho muchísima ilusión que me ayudases con este capitulo, pero cuidado!! Que luego me malacostumbro! XD.
Bueno, creo que nada más, si hay dudas preguntad :P.
El cantante emergió del agua tosiendo, maldiciendo y lloriqueando, todo a la vez. El rubio lejos de prestarle atención, se dio una ducha rápida para sacarse la poca suciedad que pudiera quedarle encima y con una toalla anudada en su cintura y otra en su cabello, abandonó el baño. Shindou se arrastro fuera de la bañera, diciendo de forma dolida que ya le parecía raro que aquel día el trato para con él fuera a ser especial, sólo por el echo de haber estado fuera más días que de costumbre.
De forma resignada, el cantante tomó asiento en una pequeña silla de plástico y aun adormilado comenzó a lavarse la cabeza.
Tras secarse y acomodarse con su pijama habitual, el novelista entró en la cocina revisando algunos armarios con desgana, comprobando una vez más, que cuando el cantante no estaba para remediarlo, la cantidad y la calidad de comida disponible bajaban de forma alarmante. Shuichi entró tras él en la cocina cuando Eiri había descubierto una lata perdida en un rincón de albóndigas a la jardinera y se disponía a calentarla.
-Yuki yo... estuve leyendo tu novela, siento realmente lo del ordenador, espero que pudieses salvar algo...
-Olvídate de eso ahora, no tengo ganas de hablar de ello.
Se sentó en la mesa de la cocina, observando con admiración como el rubio se desenvolvía con soltura entre los cacharros. Ese era uno de tantos detalles de su independencia, de que llevaba tanto tiempo defendiéndose por él mismo que no necesitaba a nadie para nada.
Shuichi sonrió de modo un poco triste ante el conocimiento.
-Mañana tendré que volver al estudio, no creo que Seguchi me deje volver hasta que terminemos con todo el asunto del disco, cosa que por lo visto nos llevara algo más de un mes...,¿Me vendrás a ver algún día?
Su pregunta era claramente un ruego lastimero de inseguridad. Eiri dejó frente a él un plato con la mitad de las albóndigas precocinadas.
-Estarás trabajando, no tendrás tiempo para nada.
-Pero Yuki, ¡un mes entero ahí encerrado!, ¡Me puedo morir de asco antes!
El comentario había sido una broma, Shuichi se había llenado la boca de albóndigas y masticaba con las cejas enarcadas en una de sus clásicas muecas de cuando consideraba que le estaban sometiendo a una gran injusticia. Yuki en cambió miró la bolas de carne con renovado interés, partió una por la mitad y pregunto con frialdad.
-¿Me estas ocultando algo?
El cantante abrió la boca sin emitir ningún sonido. El novelista se metió la comida en la boca y volteó los ojos hacia él.
-¿Hay alguna cosa que debas decirme y aun no lo hayas echo?
-Ehh ...yo... no... creo que no...
-¿Seguro?, ¿no te estarás olvidando algo importante?
-...- el vocalista de cabellos rosados estaba desconcertado. Hacía un esfuerzo por recordar todo lo que había echo desde la ultima vez que había visto al escritor, llegando a la conclusión de que la situación más atípica y vergonzosa que había tenido en ese periodo de tiempo, había sido la noche en casa de Hiro cuando se había "duchado" con Sakuma.
Yo no... no se porque me preguntas eso- Shindou enrojeció inevitablemente- pero no me ha pasado nada en especial...
Terminó de comerse lo que había en su plato. Eiri sacó un cigarrillo mientras el joven de cabellos rosados parecía ruborizarse más por momentos, tratando de desviar su atención hacia cualquier punto de la cocina.
-¿Y como llevas el trabajo?- le inquirió el novelista recargándose en el respaldo de la silla con el cigarrillo prendido entre los dedos.
-Bien.
-¿Dónde has estado durmiendo?
-En la compañía, K nos acondiciono un antiguo estudio que estaba vació para que dejásemos allí todas nuestras cosas. Allí dormíamos las cinco horas de descanso que nos daban por la noche...- el joven de cabellos rosados se tensó ante la idea de confesarle que se había pasado más de la mitad de aquellas noches a en la puerta de aquel mismo edificio, pero prefirió callarse no fuera a irritar al rubio con el comentario.
-¿Sólo estabais vosotros?
-Si
Soltando una bocanada de humo, el escritor tiró lo que le restaba del cigarrillo en el plato vació de la cena. Veía a Shuichi tensó, rígido, temeroso de contestar a sus preguntas. Le daba la sensación de no estar hablando con la misma persona con la que llevaba viviendo ya tantos meses. Molesto por ello, por pensar que el carácter explosivo del cantante podía cambiar tan fácilmente en apenas unos días, frunció el ceño antes de ponerse de pie dándole la espalda a éste.
-Te lo dije una vez, pero creo que por lo visto se te ha olvidado. Cuando tratas de ser sofisticado eres muy aburrido.
El novelista abandono la cocina dejando a Shuichi con la boca abierta, completamente desarmado de argumentos. Se sentó en sofá del salón, y encendiendo otro nuevo cigarrillo, retomó el habito adquirido en los últimos días de conectar la televisión y dedicarse a pasar canales sin ver nada en concreto.
Se escuchó un grito agónico en la cocina. Shindou irrumpió en la estancia con una mueca dispar, por la que no se sabia si estaba enfadado o era un infructuoso intento por no empezar a llorar. Se sentó ahorcajadas sobre las piernas del rubio y cogiendole fuertemente por el cuello de la camisa le besó los labios con hambre. Yuki, sin abandonar su fría compostura, siguió mirando la televisión por encima de su hombro, hasta que el joven de cabellos rosados le arrancó el mando de la tele y lo tiró al suelo.
-¡Yuki eres cruel!, te pasas el día diciéndome cosas contradictorias. Si hablo mucho porque no me cayo y hago el idiota, si intento complacerte me dices que te aburro y que carezco de interés. ¡¡Sabes lo mal que lo he pasado todos estos días!!- cristalinas lágrimas comenzaron a brotar de los ojos violetas del cantante- No quería decírtelo, ¡pero llevo sin dormir casi desde que me marche de aquí!, en las horas que nos daban de descanso yo me escapaba por un conducto de aire que estaba fuera de servicio, y venia aquí, ¡a esperarte!.
De forma temblorosa, el joven cantante rodeó con los brazos el cuello del rubio, enterrando el rostro en una camisa que ya sufría las primeras consecuencias del llanto, oscureciéndose ante la humedad de las lagrimas.
No ha habido un sólo día que no haya pensado en ti, estaba tan asustado, ¡Tan asustado de que una vez más te hubieras marchado y me hubieras dejado sólo de nuevo!. Yuki yo te quiero, se que muchas veces te molesto, se que soy un engorro, que tu trabajarías mucho mejor si yo no estuviese aquí contigo. ¡¡Pero necesito estar a tu lado!!. Me da igual que me insultes, y que te metas conmigo. Me da igual si no soy el tipo de persona con el que tu preferirías estar. Pero por favor... ¡déjame quererte!- agonizó entre lagrimas cuando sus palabras empezaron a morir en su boca- ¡déjame estar a tu lado!.
Las lagrimas se perpetuaron mientras Shuichi mantenía el rostro enterrado en el pecho del escritor. Eiri observaba la cabellera rosada agitarse en temblores violentos acompañados por una respiración rota. Su expresión se ablandó posando una mano sobre esos mismos cabellos.
El cantante alzó la cabeza mostrando su contraída expresión, que fue suavizada cuando el escritor secó con los pulgares, las lágrimas de las mejillas enrojecidas por el llanto.
Se perdía en aquellos ojos, grandes, expresivos, de un color que muy poca gente poseía. Yuki sonrió al recordar que la primera vez que los vio pensó que llevaba lentillas.
Acarició aquellas mejillas enrojecidas, obteniendo como resultado que el cantante tímidamente entornara los ojos y dejara escapar un suspiro placentero.
-Yuki...- susurró entre abriendo los labios, gesto que aprovechó el rubio para inclinarse sobre él y besarle.
Ahora estaba tranquilo, Eiri estaba tranquilo. A pesar de los acontecimientos, de todas las cosas por las que estaban continuamente pasando, Shuichi no había cambiado. Seguía siendo el mismo niño llorón... que tantas sonrisas le había arrancado; más que ninguna otra persona. Con ambas manos tomó su barbilla profundizando el beso, haciéndolo mas intenso y húmedo.
-Yuki te he echado mucho de menos- susurró tras el prolongado beso.
El escritor recostó a Shuichi en el sofá, el chico le devolvió la mirada nervioso y ruborizado. Dejó de agarrarle con fuerza el pijama para relajarse bajo él, sintiendo el cuerpo del rubio rozar sutilmente con el suyo.
Eiri volvió a besarle mientras deslizaba una mano bajo la camisa del pijama, acariciándole con la yema de los dedos su costado. A Shindou se le escapó una risita cuando sintió como toda su piel se erizaba debido a los placenteros escalofríos que aquella mano le proporcionaba con cada roce.
Su cuerpo se tensaba y se relajaba con la misma facilidad; Shuichi se excitaba con mucha rapidez, apenas le había puesto una mano encima y el rubio ya sentía el miembro del cantante erguido presionando contra su muslo. Aquello siempre le había hecho gracia. El cantante le sonrió tímidamente, de cierta manera avergonzado como si supiese los pensamientos que estaba teniendo el escritor. Yuki se enderezó, para poder observas más cómodamente al joven cuyos cabellos rosados se arremolinaban de forma descuidada sobre el sofá. Respiraba agitadamente, sus ojos estaban llenos de un brillo incitante y la piel que el pijama medio desabrochado dejaba ver parecía clamar por se tocada. Shuichi era la representación encarnada de la juventud sana y deseable.
El escritor decidió quitarse de una vez por todas aquellas dudas iniciales, sobre las que había empezado a especular, llegando interiormente al pleno convencimiento, de que se trataba de un ardid del manager para que al reconciliarse con el cantante, pudiesen sacar más rápido el disco.
Volvió a inclinarse sobre el vocalista, que extendió los brazos para recibirle, ensortijando los rubios mechones entre sus dedos. De nuevo sus labios se unieron en un beso deseoso de mas.
-Shuichi- murmuró quedamente Eiri entre beso y beso- ¿estas enfermo?
-¿Qué?- alzó una ceja extrañado
-¿Estas enfermo?- repitió nuevamente, proyectando sus carias hacia el vientre del joven sin dejar de rozar la suave piel con la yema de los dedos.
Abrió la boca para coger aire, con el rubor haciéndose más visible en sus mejillas. Llevaba demasiado tiempo si sentir el calor de aquel cuerpo que para él se había convertido en una necesidad.
-No, por supuesto que no- contentó con inocencia a la pregunta que no entendía. Yuki nunca se había preocupado por sus resfriados, ni siquiera porque se los pegase otras veces que se habían acostado, por lo tanto menos entendió aun cuando ante su escueta respuesta, una sonrisa ancha de satisfacción bañada en prepotencia iluminó la cara del escritor.
¿Qué ocurre?, ¿Por qué me preguntas eso?
-Nada importante, tan sólo que yo tenia razón.
-¿Razón de qué?- inquirió cada vez más confuso el cantante. Pero no recibió respuesta, el escritor se había volcado en su caricias y volvía a besar esta vez con mas ganas aquellos labios que se entre abrían intentando dejar escapar mas de un suspiro.
Shuichi se aferró con fuerza a la espalda del rubio, sujetando con sus manos la tela que la cubría apretándola mas fuertemente a la vez que la excitación aumentaba al igual que el beso y el contacto entre sus cuerpos aun cubiertos. El cantante trató de romper el beso para respirar profundamente, Eiri comenzaba a moverse sobre su cuerpo con leves movimientos que lo hacían enloquecer cada vez mas. Sentir el cuerpo de su amante de esa manera sobre el suyo sabiendo lo que después vendría, provocaba en el pequeño una impaciencia que resultaba obvia para el rubio. Eiri sonrió ante lo evidente apartándose un poco de sus labios para mirarlo a los ojos que brillaban acompañados por las mejillas sonrojadas.
-Vamos a la cama.- El corazón de Shuichi dio un vuelco ante las palabras de su amante, deseaba sentirlo, se sentía impaciente por ello. Con una tímida sonrisa asintió con la cabeza sentándose en el sofá a la vez que el otro se ponía de pie.
Yuki le extendió una mano indicándole que se levantara de allí, Shuichi la sujeto, pero enseguida sintió como el escritor tiró de él para acercarlo a su cuerpo. Volvió a cerrar los ojos cuando la lengua de Yuki entró en su boca con ansias, a la vez que su estrecha cintura era envuelta por esos fuertes brazos.
Entre besos e intentos por despojarse de sus prendas, llegaron a la habitación. Eiri había conseguido deshacerse de la camisa de su pijama, dejando al descubierto la pálida piel de su cuerpo, se sentó sobre la cama atrayendo a Shuichi con él, haciendo que este quedase sobre él, a la vez que terminaba de desnudar el torso del chico con manos hábiles y repartiendo besos por la piel que iba quedando al descubierto.
-Yuki...- Un nuevo suspiro escapo de sus labios al sentir aquellas manos cálidas viajando por su cuerpo, proporcionándole placenteras caricias.
El cantante comenzó a moverse sobre Eiri, a la vez que inclinaba hacia atrás su cabeza para dejar expuesto su cuello a los besos que su amante le ofrecía.
Las manos de Yuki se deslizaron por la espalda del cantante hasta encontrar en su camino el borde de los pantalones. Sin mas impedimento que ese, metió sus manos dentro de la ropa, traspasando incluso al ropa interior. Acarició la suave piel con ansias de mas, provocando que Shuichi se abrazara con fuerza a su cuello, hundiendo a su vez su rostro entre este y el hombro del escritor.
-Ah Yuki...- su voz sonó como un susurro, jadeante ante las caricias que su amante le estaba ofreciendo. Su pequeño cuerpo se movió sobre el otro, a la vez que el rubio apretaba suavemente la piel de las nalgas entre sus manos, acompañándolo en su movimiento.
Con impaciencia lo tumbó sobre la cama, dejándolo aprisionado con su cuerpo, elevando levemente las caderas del chico hacia las suyas sujetándolo con solo una mano de su trasero, a la vez que la otra la apoyaba sobre la cama para sostenerse.
Mordisqueó los labios del cantante enrojeciéndolos, recogiendo en su boca los suspiros que escapaban de aquella boca que permanecía entre abierta, dispuesta a aceptar su lengua en cualquier momento. Dejó caer el cuerpo del chico totalmente sobre la cama, posicionándose a un costado de este, dejándose caer casi por completo sobre el chico a la vez que besaba su cuello. Las manos de Shuichi se movían recorriendo con nerviosismo la espalda del escritor, clavando sus dedos sobre aquella piel con cada mordisco que Eiri depositaba en la sensible piel de su cuello.
La mano del rubio se movió dentro de los pantalones del cantante hasta llegar a la entrepierna de este, hallando la dolorosa y humedecida erección del chico. Shuichi dejó escapar el nombre del rubio entre jadeos en el momento en que sintió como aquella mano envolvía su miembro comenzando a masajearlo.
-Deseabas esto verdad?- Susurró en el oído de Shuichi, haciéndole deslizar entre su labios un suave "si".
Shuichi cerró los ojos con fuerza a la vez que su boca se abrió para coger aire y dejar salir unos suaves gemidos que se incrementaban con cada caricia que Yuki ejercía sobre su sexo.
Eiri bajó por aquel cuerpo besando y acariciando la piel que se exponía ante él, llegando de esta forma al vientre del chico donde se entretuvo para jugar con su ombligo, produciéndole al cantante un agradable cosquilleo que conseguía ocasionarle mas de un escalofrió cuando sentía la mezcla de esa sensación con las placenteras caricias sobre su erección.
Shuichi se quejó en un suave lloriqueo cuando el rubio sacó la mano de sus pantalones. ¿Por qué siempre tenia que detenerse en el mejor momento? Sus sentidos se volvieron a agudizar cuando sintió como su amante posaba ambas manos en sus caderas para deshacerse de los pantalones junto a la ropa interior, dejando al descubierto la evidencia de su excitación. El cantante sintió como su corazón comenzaba a latir desbocado consiguiendo a su vez una respiración mas profunda cuando la boca del rubio se acercó peligrosamente a su miembro palpitante, sintiendo la respiración de este sumamente cerca.
Movió sus caderas ofreciéndose a él, impaciente por sentir aquella cálida boca envolver la erección que clamaba por ser atendida. Eiri pasó la lengua a lo largo del miembro, llegando a la punta, envolviéndola con sus labios humedecidos por la saliva, dejando que esta se mezclara con el templado liquido que hacia rato goteaba.
-Oh si! Yuki...- Con sus manos empujó la cabeza del escritor, consiguiendo que este deslizara su boca por la longitud endurecida, produciéndole una caricia sumamente placentera.
Eiri desvió la mirada hasta hallar el rostro sofocado del chico; le encantaba verlo así, le encantaba saber que reaccionaba así debido a él, debido a sus caricias. Con orgullo comenzó a deslizar la erección en su boca, sacándola y metiendola, ejerciendo una presión perfecta sobre la sensible piel a la vez que una de sus manos acompañaba el movimiento, consiguiendo deslizar la saliva que escapaba de su boca a lo largo del miembro, hasta conducirla con sus dedos a la entrada de Shuichi.
Una vez allí comenzó a extender la saliva por la superficie, haciendo penetrar levemente un par de dedos que poco a poco acabaron por introducirse lo mas profundo que su longitud le permitía. Su boca seguía con sus caricias, notando cada vez mas el sabor que escapaba de la erección, siendo esta vez la otra mano la que lo sujetaba en su base.
Shuichi se revolvió sobre la cama, sentía como todas esas caricias hacían responder a su cuerpo mas deprisa de lo normal. El nombre del rubio salió de su boca en un tono suplicante. Yuki lo sintió, sabia que Shuichi estaba al limite, que no tardaría en llegar al final. En otro momento se hubiera detenido para continuar después de unos besos y caricias mas suaves, pero esta vez no lo haría. Deseaba sentir aquel flujo de placer morir en su boca, al igual que había hecho tantas otras veces.
Relentizó el movimiento que su boca ejercía sobre el miembro del chico, deslizando sus labios despacio sobre este, presionando lo justo con ellos. A su vez sus dedos de movían dentro al mismo ritmo, profundizando lo mas que podían, consiguiendo en respuesta que Shuichi separase sus piernas todo lo que estas le permitían.
Los dedos del cantante se enredaron entre los cabellos dorados, sus caderas se mecieron bruscamente, desesperado por aquella tortura, desesperado por soltar aquel doloroso placer. Entonces Eiri lo hizo, mordisqueó suavemente la sensible piel, seguidamente deslizó su lengua por la punta a la vez que sus labios succionaron con fuerza.
El escritor escucho como su nombre salió entre gemidos de los labios de Shuichi a la vez que le chico se retorcía de placer bajo su cuerpo, acabando por llenar su boca con aquel cálido sabor.
Shuichi dejó caer sus brazos sobre la cama, respirando agitadamente, sentía como las mejillas le ardían, como aquella presión en su sexo iba descendiendo a la vez que era abandonado por los labios de Eiri, quien dejó escapar de su boca parte del liquido, llegando a gotear por su barbilla.
Sacó ambos dedos del interior del cantante, se tumbó sobre él sin dejar caer todo su peso sobre el pequeño cuerpo, provocándole un gemido ahogado al contacto de su sensible piel contra la cadera del rubio. Shuichi ni siquiera se dio cuenta de en que momento Eiri se había quitado los pantalones, tan solo sabia que era la suave piel del escritor la que lo estaba rozando en ese momento.
Yuki besó de nuevo sus labios, entorpeciendo una vez mas la agitada respiración que luchaba por normalizarse. Se movió despacio, consiguiendo que el miembro del cantante se irguiera nuevamente. Con una mano dirigió su propia erección hasta la entrada, comenzando a penetrar en Shuichi despacio, con movimientos lentos y precisos, acariciando a su paso cada rincón, recogiendo con sus labios los suaves jadeos que escapaban de aquellos labios que rozaban con los suyos en ese momento, sintiendo como el chico se aferraba cada vez con mas fuerza a su espalda, y como aquel cálido interior le iba envolviendo a cada centímetro que profundizaba en él. Como había extrañado aquello... sentirse dueño de ese cuerpo, de esas reacciones, de esa calidez...
El cantante abrió los ojos, los enfocó en Eiri, este lo besó ahogando el débil lloriqueo que escapó de la boca del chico en el momento en que la penetración se hizo mas profunda. Yuki se detuvo un momento, disfrutando de aquel calor a la vez que daba tiempo para que el interior de Shuichi se relajara sobre su miembro que estaba impaciente por moverse en aquel interior tan estrecho. Comenzó con un ritmo pausado, consiguiendo que el cantante se acostumbrara a tenerlo dentro, a la vez que los mudos quejidos se iban convirtiendo en tímidos gemidos de placer con cada movimiento que realizaba.
Shuichi jadeaba bajo él. Había cerrado los ojos nuevamente, arqueándose ante las envestidas del rubio. Su respiración había quedado reducida a un jadeo roto. Yuki a pesar de su propia excitación y lujuria, lo observaba pensativo. Toda aquella piel que brillaba sudorosa, su pecho subiendo y bajando exaltado, algunas lágrimas escapando por la comisura de sus ojos mientras el cantante jadeaba su nombre.
La incertidumbre, así como la preocupación que había sentido aquel día cuando el manager le había contado aquella falacia, habían desaparecido por completo. Estaba tranquilo, Shuichi no se iría a ninguna parte, al menos de momento. Le resulto incomodo tener aquel tipo de pensamiento, algo similar a los primeros deseos de posesión de toda su vida sumado a la necesidad de estar con aquel joven, de ser él la única persona que tocase aquella piel. Y pese a todo, besó aquel pecho sintiéndose completo, satisfecho con el conocimiento de haber sido el primero en haber arrancado aquellos jadeos de placer de aquel cuerpo.
No obstante, el eco de una duda, producida por la inseguridad que había anidado en su alma durante aquellos días, fomentada por aquellas nuevas sensaciones que estaba experimentando, comenzó a corroerle, más aun cuando al desviar la vista, descubrió olvidado sobre un borde de la mesita un cd de Nittle Grasper con Sakuma Ryuichi en la portada. Él obviamente no había sacado el disco, y todo ese material era del cantante de cabellos rosados.
Yuki se mordió un labio en lo más parecido a los celos que había sentido en su vida. Había sido el primero, de eso no le cabía duda, pero, ¿había sido el único?.
Eiri tomo una posición mas erguida, colocando las piernas del chico alrededor de su cintura, posando seguidamente ambas manos sobre la cadera de Shuichi para ayudar en el movimiento, consiguiendo que sus envestidas se volvieran más agresivas, provocando que el cantante abriera los ojos sorprendido.
-Shuichi- preguntó el rubio con una calma impropia de la situación- ¿eres Gay?
El cantante enrojeció hasta las orejas turbado
-¡¿Cómo me preguntas algo así en un momento como éste?!- sus palabras se entrecortaban por la agitada respiración y el cansancio del momento, a la vez que intentaba mantener sus sentidos puestos en lo que estaba haciendo.
-¿Lo eres o no?- inquirió el rubio sin disminuir el ritmo, perturbando más al cantante cuando tomo con una mano su miembro para acariciarlo al mismo ritmo que sus embestidas.- Cuando nos conocimos te lo pregunte pero no me respondiste.
-Yo...- Shindou se arqueó más en la cama, abriendo la boca para tomar una bocanada de aire. Estaba sorprendido, tanto por la pregunta del rubio como por su forma de moverse. Si era cierto que la mayoría de las veces la pasión lo desbordaba, pero esta vez sintió que había algo mas, no era solo pasión.
El rubio contempló la reacción, no había un sólo espacio en el rostro del cantante que no estuviera encendido, no sabía distinguir si por la excitación o la vergüenza ante la pregunta.
-¿Te has acostado con alguien más que conmigo?- Salió de el para volver a entrar en una profunda envestida que hizo que el cuerpo del chico se estremeciera dejando escapar un leve quejido.
Sorpresa se reflejo en los ojos violáceos del cantante, no podía creerse que la pregunta fuera en serio, hizo un amago de sonrisa pensando que aquello se trataba de una broma... hasta que recordó que Yuki nunca le hacia bromas.
-¿Cómo puedes preguntarme eso?- Trataba de normalizar su voz, en el estado en que estaba no conseguía que sus palabras salieran sin dejar escapar mas de un jadeo entre ellas.
-Es una pregunta, nada más, sabes que yo no voy a enfadarme, ya te dije que soy partidario de las relaciones abiertas.
-¿Entonces de verdad te da igual con quien me acueste?
-¿Por qué habría de importarme?, Además de seguro que ya lo has echo... con Sakuma. Me he dado cuanta de como te mira, y por como estabas tu al principio con él, deduzco que no te desagradaba en absoluto. Seguro que os acostasteis el día que tu fuiste a dormir a su casa, y también durante estas semanas, no me creo que no hayas echo nada con él. Te costó empezar, y aunque te gusta hacerte de rogar se que ahora no puedes pasar sin el sexo.
Shuichi no podía creer lo que oía, estaba totalmente sorprendido, se incorporó sobre la cama como pudo, empujando al rubio con todas sus fuerzas, consiguiendo que saliera fuera de él, haciéndolo caer de la cama.
Con el rostro encendido en cólera, vergüenza y ultraje, el cantante se anudó la sabana a la cintura y salió corriendo al cuarto de baño. El rubio se colocó un pantalón y salió detrás de él, golpeando la puerta del servicio con un puño.
-¿Qué pasa? ¿Por qué simplemente no lo admites?. ¿Crees que me voy a enfadar?, me da lo mismo, tu puedes hacer lo que quieras, eres libre de marcharte con él cuando te apetezca. Ni siquiera eres buen amante. ¿Qué quieres, qué me pelee por ti? ¡Vete con Sakuma a que te enseñe algo que merezca la pena!, ¡¡Es más, te lo estoy pidiendo!! ¡¡Márchate con él y déjame en paz!!
Desde el otro lado de la puerta, Shuichi se había dejado caer sentándose en el suelo, tapándose los oídos con las manos mientras las lágrimas caían sin control por su rostro y las fosas nasales se le obstruían. No entendía, Shindou no podía entender el arrebato del rubio, siempre era frió, le gustaba hacer daño con su frialdad, con su indiferencia, pero ahora era mordaz e injurioso, y le estaba haciendo mucho más daño de esta manera. Primero por sus dudas, ¿cómo podía realmente pensar eso de él?, y por ultimo ese desdén, esa frialdad malsana en la que le decía que se fuera con él. ¿Acaso le importaba tan poco como para echarlo en brazos de otro?
En el momento que Yuki iba a golpear la puerta nuevamente comenzó a sonar el teléfono. Irritado, el novelista descolgó.
-¿Diga?
-Soy Tohma, Eiri, ¿te ocurre algo?, te noto agitado...
Shuichi aprovechó ese momento para salir a hurtadillas del baño y tras adecentarse como pudo, se vistió a la carrera y salió corriendo por la puerta. El rubio tan sólo se volvió al portazo al fondo del pasillo.
Colgó a su cuñado maldiciendo entre dientes.
Respiró agitadamente, entrando en el dormitorio, para coger aquel cd de música que había desatado todo su caos emocional de la mesita.
Observó aquel rostro de la foto con odio. Shuichi siempre le contemplaba con una expresión embobada, como si estuviese viendo un dios o algo por el estilo, pero para él, era un cretino miserable... y ahora él era más cretino todavía por habérselo lanzado, prácticamente a los brazos.
Frustrado, tiró el cd al suelo y lo pisó.
Tibias gotas cristalinas mojaron el pie desnudo del escritor. Siempre había hecho lo mismo, cuanto más amor pudiera llegar a sentir hacia una persona, más daño la haría para alejarla de él.
Con Shuichi la táctica parecía no haber funcionado desde el principio. Shindou se había revelado, lo había perseguido, acosado inclusive, hasta convertirse en parte de su vida, en un pilar sin el cual no podría sostenerse, o al menos no de la manera que lo había echo hasta antes de conocerlo. Inevitablemente había marcado una clara diferencia entre el "antes" y el "después".
Durante tanto tiempo había tratado de evitar constituir vínculos que luego le costase romper. Por no encariñarse, por miedo a que volviesen a hacerle daño, había tratado de alejarse, aislándose de los sentimientos. Reprimir todo lo que sentía, pisarlo y acallarlo, para hacerse fuerte y frió. Una persona que no sentía nada más haya de la mera cordialidad que se pone en las relaciones básicas humanas de la sociedad. Pero el daño estaba echo, había caído en su propia tela de araña: separar a los demás para no le hicieran daño. Ahora era esa separación lo que más daño de todo le hacia.
En la soledad de su alcoba, el escritor no se reprimió cuando las lágrimas inundaron sus ojos.
Fue consciente de su error, de lo que su comportamiento mezquino le estaba haciendo. No podía seguir viviendo toda la vida con el pensamiento constante de que en cualquier momento lo traicionarían, que cuando por fin encontrase alguien en quien confiar, por el que se enamorase, sería el momento de terminar lo que empezó Yuki en New York cuando le vendió: Matar lo poco de persona que le quedaba.
Recordó una de las razones por las que se había enfadado una de tantas veces con su hermano, y por la que le había prohibido orgullosamente volver a quedarse en su casa. Ahora las palabras del moreno no le parecían tan descabelladas, quizá si se había vuelto un poco loco después de lo que le había ocurrido en New York. Quizá le había traumado mucho más de lo que quería admitir para si mismo. Eso o simplemente era un completo idiota.
Su interior se agitaba en sensaciones que trataba de acallar, pero le era difícil reprimir una vez que habían visto finalmente la luz después de tanto tiempo.
El nunca había sido celoso, por la sencilla razón de que nadie nunca le había importado lo suficiente como para serlo. Sus lagrimas bañaron su pecho desnudo que tembló agitándose.
Shuichi siempre había vuelto a su lado, pero temía lo que tanto le había advertido el moreno: el día que cansado de sus desplantes, se marchara con Sakuma, aquel otro hombre que parecía comprenderlo infinitamente mejor que su propio amante.
Cubriéndose los ojos con una mano, respiró de forma rota. No sabia que hacer para evitarlo. No sabia como debía proteger ese pequeño vinculo entre los dos que ya creía roto para siempre.
Yuki se sentó en el borde de la cama, y dejó que todo su dolor fluyera a través de las lagrimas.
-Yo de verdad que quería estar contigo Shuichi. Era lo que más deseaba en el mundo... perdóname por no sabértelo expresar.
****************
Kumagoro trotaba por toda la sede de Nittle Grasper. El personal en su mayoría, siendo contratos ya viejos y de confianza, tenían la delicadeza de no mostrarse sorprendidos cuando el conejo rosa se les acercaba a la altura de la cintura hablándoles, teniendo por igual detalle el echo de ignorar por completo la mano seguida del resto del joven que lo sujetaba.
-No, Shindou todavía no ha regresado al estudio. Pero si lo veo le avisare que has preguntado por él.
Sakuma se quedó sólo en el pasillo, mordisqueando distraídamente una de las orejas del peluche, cuestionándose que es lo que haría a continuación.
-BUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU
UUUUUUUUUUUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
Una silueta que parecía más bien la sirena de una ambulancia por la sonoridad que traía consigo, pasó corriendo por un pasillo contiguo. Ryuichi se volvió asustado, y tras corroborar que se trataba de Shuichi salió corriendo tras él.
El cantante de Bad Luck entró a la carrera en la habitación donde Fujisaki y Nakado dormitaban en sus últimos minutos de sueño, antes de retomar la estresante jornada laboral. Se detuvo junto a la bola anaranjada que era su mejor amigo y a lagrima viva se arrodillo para abrazarse a él.
-¡HIROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!
El guitarrista empezó a abrir los ojos y a pestañear haciendo muecas extrañas resultado del sueño, la incomprensión, y el dolor de oídos que estaba sufriendo. Incluso Fujisaki desde el lado contrario del cuarto empezaba a revolverse, para lentamente incorporarse y observar la escena con preocupación teñida de molestia.
-HIROOOOO ¡¡YUKI ES HORRIBLE!!
Un poco más despierto, más por el susto que otra cosa, pero sin tener aun toda su lucidez metal a punto, Nakano devolvió el abrazó al cantante de cabellos rosados.
-Vamos Shu, tranquilo. ¿Qué ha pasado?
La pregunta tan sólo arrancó llantos más sonoros del cantante. Hiroshi miró a Suguru que empezaba a fruncir el ceño, sonriéndole nerviosamente a modo de disculpa.
-¿Quieres hablar de ello?
-¡¡ME PREGUNTO SI YO ERA GAY!!
-Eh, ¿qué?- el guitarrista se había quedado un poco descolocado. De entre todas las supuestas cosas que le podían pasar a su amigo esa es la que menos se esperaba. Miró a todos los lados nervioso, sin saber muy bien como tenia que enfocar la respuesta, cohibido ante la inquisitiva mirada de Fujisaki que se había puesto de pie, y le hacia señales con la cabeza, indicándole que se marchaba para dejarlos solos.
Bueno Shu, ya hablamos esto al principio. Tu estas llevando una vida de pareja con él y los dos sois hombres...
-¡¡Y luego me dijo que me había acostado con Sakuma-san!! ¡¡Que no le importaba y que me fuera con él!!
Suguru se había quedado parado junto a la puerta del estudio, pues cuando iba a salir, había sido Sakuma el que había entrado, a tiempo de escuchar las últimas frases del vocalista de cabellos rosados.
-...
Se volvió hacia la puerta. Hiroshi sentado sobre el saco de dormir naranja chillón, observó con expresión seria desde el suelo al recién llegado. El cantante de cabellos rosados, ajeno a todo, seguía llorando en su regazo.
-Yo... creo que iré a avisar a K de que hoy empezaremos con un poco de retraso...- Suguru abandonó la habitación tropezando por el camino.
A excepción del llanto, se extendió un silencio en la sala, en la que los dos hombres centraron su atención en Shindou.
-Shuichi, Sakuma esta aquí.
El cantante enmudeció en el acto, lanzando una mirada de pánico hacia su amigo de la infancia, que se limitó a sonreírle de forma reconfortante mientras le acariciaba los cabellos.
Quizá quieras hablar a solas con él.
Se tensó bajo sus brazos. El guitarrista pensó que quizá no era tan buena idea dejarlos solos después de todo. Sakuma seguía de pie, en el mismo lugar desde que había entrado, manteniéndose en silencio y con la cabeza gacha, como si se sintiese culpable por algo.
-What it is it that this happening?
Con la energía que lo caracterizaba, el manager hizo acto de presencia, mirando dubitativo a los tres jóvenes de la sala. Fujisaki apareció tras él, con claro malestar, pidiendo disculpas silenciosas debido a que las cosas no habían salido como él tenia previsto.
-K ¿Podemos hablar un momento?- pidió de pronto el guitarrista sorprendiendo a todos- Nos han surgido unas dudas con el disco, y claro, no sabemos como seguir.
Con afabilidad, Nakano se puso de pie, lanzándole una mirada significativa a Sakuma al pasar a su lado.
-Pues si, yo también tenia algunas dudas- corroboró Suguru tratando de ayudar a Nakano a sacar a K del cuarto- ¿Por qué no aprovechamos para aclararlo ahora en un momento?
El manager frunció el ceño no muy convencido, pero se encogió de hombros dispuesto a acompañar a los dos componentes de Bad Luck, no sin antes volverse hacia Shindou que aun le daba la espalda y amenazarle con el dedo.
-Te quiero en diez minutos en el estudio de grabación. Y tu- dijo refiriéndose a Ryuichi- no lo distraigas, que bastante mal vamos ya, para andarnos con tonterías.
Se marcharon dejando al par de cantantes solos en la habitación. Sakuma se sentó de espaldas a Shuichi y con cariño lo abrazó por detrás.
-No estés triste. Sino Kumagoro se pondrá triste también nanoda
El cantante se volvió, con los ojos aun enrojecidos por el llanto, demasiado avergonzado para preguntar que es lo que había escuchado de su conversación con Hiroshi.
-Sakuma-san yo no-
-Psssss no digas nada solo descansa
-¡Pero es importante!
-¡¡No quiero saberlo!!
Shindou se sorprendió cuando Sakuma le soltó para taparse lo oídos y hacerse una bola en el suelo.
-¿Sakuma-san?
-¡¡No quiero escuchar!!, ¡¡Shu-chan esta enfadado con Ryuichi!!
Para total desconcierto de Shindou, el cantante Nittle Grasper empezó a berrear tan o incluso más alto que él mismo hacia escasos minutos.
-¡¡SHUICHUI ME ODIA!! ¡¡BUUUUUUUUUUUUUUUUUUUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!
-¿Qué yo qué?. oh! no, yo no...-el joven de cabellos rosados gateó hasta Ryuichi y le arrancó a duras penas las manos de los oídos tras hacer un esfuerzo sobrehumano- Sakuma-san, yo iba a decirte que ya no puedo más, que no puedo con el disco.
Se dejó caer en el suelo, de rodillas, a su lado, clavando la vista en su propias piernas.
Todo esto, esta acabando conmigo. Yuki no hace más que enfadarse, tengo demasiado trabajo y me siento muy mal...- las lágrimas volvieron a acudir a los ojos del cantante de Bad Luck, que de alguna manera avivaron a las que ya había en los ojos de Sakuma- todo esto, me esta destrozando. Siento que ... me muero, me estoy muriendo poco a poco, y a nadie le importa!!
Shindou retomó su berreo, tenia toda la cara empapada e incluso ya le pendía un moquillo por la nariz. Sakuma lejos de recobrar la compostura, también imitó el sonoro llanto de su amigo, y así, terminaron abrazados el uno al otro poniéndose mutuamente pringados.
-Shuichi, vamonos de aquí. ¡Escapémonos juntos!- pidió entre balbuceos el hombre de cabellos castaños- ¡¡A cualquier sitio nanoda!!
-¿Pero y el disco?, ¿qué hago con el disco?- alegó entre lágrimas el joven de cabellos rosados, presa de la frustración y el anhelo- ¡Si me marcho ahora Seguchi me mata!, ¡¡No tenemos tiempo!! y ¡Yuki! ¡¿Qué va a pasar con Yuki?!
-¡Olvídalo todo!, ¡¡Tenemos poco tiempo!!, ¡¡Vive sin reprimirte na no da!!
Poniéndose en pie, Sakuma se limpió las lágrimas en la manga de su cazadora. Le tendió una mano al joven que seguía tirado de rodillas en el suelo, levantándole de un tirón.
-¡Vamonos ahora Shuichi!, ¡Vamonos donde nadie nos encuentre!
El cantante dudó, por un lado tenia el disco, pero por otro la presión agobiante y el vació. Se sentía tan mal, tenia tantas ganas de llorar. Tan sólo quería estar con Yuki, pero ese mismo hombre le había echado, e incluso le había rogado que se marchara con la persona que estaba en ese momento.
Sus labios se curvaron en una amarga sonrisa.
-Vamonos- confirmó tomando la mano de Sakuma
Por una vez en toda su vida haría caso de lo que le había dicho su amante. Si Yuki quería que se fuera, se iría.
Se marcharía con Sakuma Ryuichi.
******************
Se desperezó de forma remolona. Tatsuha abrió los ojos sin levantarse aun de la cama, emitiendo un sonoro suspiro. Bueno, las cosas podían haberle ido peor, reflexionó mientras se levantaba perezosamente y bostezaba de camino a la cocina.
Desayuno algo ligero, pues aunque lo hubiera deseado, no habría encontrado cantidades ingentes de nada en aquella nevera, mucho menos propias de ser dignamente llamadas "desayuno".
Poco tiempo después, el moreno se dirigía al centro comercial de la zona con una sonrisa, llevando una nueva llave a copiar para su colección. No, definitivamente las cosas no le habían salido tan mal después de todo.
Terminó con sus asuntos pendientes. Pensó por un momento volver corriendo a casa de Sakuma, no fuera a regresar. Sin embargo recapacitándolo mejor, decidió ir a hacer una visita a su hermano. Con suerte todavía estaría acompañado por Shindou y podría hablar con él.
El moreno tocó al timbre, pero no obtuvo repuesta. Volvió a llamar con iguales consecuencias. Quizá volviese a buscarse problemas, pero hizo uso de otra de sus copias y entró fácilmente en la casa del escritor.
Su primera reacción fue una mueca de desconcierto. El apartamento se veía bastante revuelto y descuidado en un sólo día. Asomó la cabeza en el dormitorio, esperando de cierta manera encontrarse a la pareja todavía durmiendo a pierna suelta. No obstante en lugar de eso, Eiri esta sentado en el suelo, con la cabeza apoyada en la cama desecha, mirando de forma vacía el techo de la estancia.
-¿Qué a pasado aquí?- pregunto extrañado el moreno ante la atípica situación.
Entró en la habitación intentando no pisar las cosas desperdigadas que cubrían casi la totalidad de la superficie útil para tal fin
¿Dónde esta Shindou y qué haces tu con todas esas pastillas?, ¿No me vendrás a decir ahora que te drogas?
Yuki le miró con expresión perdida, antes de volver a dejar caer la cabeza en la cama.
-¿Qué haces aquí?, Creí haberte quitado la llave.
-Tan agradable como siempre. La puerta estaba abierta- mintió con maestría profesional el menor de los Uesugi- Pero dime, ¿Qué se supone que haces?
Tatsuha le dio una patada a un bote de fármacos que había a los pies del escritor, abierto y medio vació tras haber regado el suelo con más de la mitad de su contenido.
-¿Te has dopado?
-Deja de decir estupideces
-¿Dónde esta Shindou?
-Se fue, y esta vez no creo que vuelva- una sonrisa cínica cruzo sus labios- lo siento por ti, creo que te quedaste sin el idiota ese de Sakuma.
El moreno reaccionó de forma violenta, se arrodillo a la altura del rubio y le zarandeó por el hombro.
-Definitivamente tu eres estúpido. ¿Qué has echo esta vez?
Con una mirada furiosa, Eiri se soltó de su hermano poniéndose de pie, tropezando con unas latas vacías de cerveza. Pisó de nuevo el disco de Nittle Grasper que todavía estaba en el suelo.
-No me toques. Y tampoco me juzgues. Tu no eres quien para hacer ninguna de esas dos cosas.
El moreno estaba perdiendo la paciencia. Con la poca que le quedaba, observó a su hermano mientras recogía precipitadamente todas las cosas que había tiradas de Sakuma por el suelo, las metía en una caja y las llevaba hasta el cubo de la basura.
Siguió al escritor hasta el estudio. Una vez acomodado allí, sacó un cigarrillo y lo encendió con calma.
-Ayer le pregunte algunas cosas, y por lo visto no le sentó muy bien que lo hiciera.
-¿Qué cosas?
-Dudas que tenia. Como si era gay y cosas por el estilo.
Tatsuha, se llevó una mano a la cara para cubrirse los ojos, emitiendo un largo suspiro de cansancio moral.
-¿Y por qué le preguntas semejante idiotez?, ¿Acaso importa?, ¿Ha importado todos estos meses que él ha estado contigo?
-Si, si que importa- comentó el rubio con serenidad apoyando los codos sobre la mesa- No me gustan los gays
El moreno buscaba un lugar duro en el que poder darse cabezazos. Finalmente se colocó frente a su hermano, aporreando la mesa furioso.
-¡¡A ver, explícame semejante gilí pollez, porque de verdad que no la entiendo!!
-No tengo porque explicarte nada.
-Oh claro que si- miró al rubio. La indeferencia y frialdad que mostraba y decidió cambiar de conducta- o bueno como quieras. ¿Tu ya con Shindou no vuelves no?, entonces no tendrás ningún inconveniente en que me lo tire ¿verdad?
En un acto reflejo, el rubio frunció el ceño molesto ante la idea. Después de limito a añadir.
-Haz lo que quieras.
-Oh vale, entonces me marchare a buscarlo.
-Pues date prisa, no se te adelante vuestro querido Sakuma Ryuichi- dijo con un retintín que no pudo evitar. El moreno se volvió hacia él señalándole con un dedo deforma enérgica y acusatoria
-¡¡Lo sabia!!, ¡¡Sabia que algún día te pasaría!!, ¡¡Todo el problemas es que estas que te muerdes los huevos de los celos que tienes!!
El rubio ladeó la cabeza a un lado tratando de parecer indiferente.
-No se de que me hablas.
-¡¡Por eso acabas de tirar todas sus cosas!!, ¡No soportas que Shuichi le admire de la manera que lo hace!
-¡¡La culpa es suya por estar todo el día pendiente del estúpido ese!!- estalló el rubio apagando el cigarrillo directamente en la mesa- todo el día con sus discos de un lugar a otro, dejándolos tirados por la casa, y hablando de él como si fuese un jodido dios. ¡¡Pues si tanto le quiere que se vaya con él!!
El moreno lanzó una mirada de reojo a la puerta, para cerciorase que estaba más cerca de ella que el rubio.
-Hermanito... ayer estuve aquí. Fui yo el que dejo todas las cosas de Sakuma tiradas por ahí. Llegasteis muy pronto y no me dio tiempo a recogerlas...
Tuvo que soportar la gélida mirada del rubio.
-Me da lo mismo, no es sólo eso, son muchas más cosas.
-¿Como qué?, ¿Como si es gay o no?. Tu estabas con él y no te importaba. ¿Cual es el problema?
-Sakuma, creo que, bueno mejor dicho sé, que a Sakuma le gusta Shuichi. Y si Shuichi es gay, pues tarde o temprano...o seguramente ellos dos ya...- terminó sincerándose el novelista, antes de pegar un golpe a la mesa y ponerse de pie para apoyarse contra una pared.
-Lo de Sakuma ya lo sabia- confirmó el moreno con completa parsimonia. El rubio se sorprendió pues esperaba la clásica pataleta de su hermano, en vez de esa aceptación adulta que estaba mostrando- me lo dijo anoche cuando fui a dormir a su casa.
Yuki le miró desconcertado por un momento.
Y no, para mi desgracia no paso nada, si te interesa. Sakuma me dejo su piso para dormir y se marchó. Me dijo que se iba a buscar a Shindou.
Malhumorado, el escritor hundió la cabeza en su propio pecho. Tatsuha se apartó el cabello de la frente con desidia.
Y a pesar de que Sakuma me lo confirmo, yo se que Shuichi no te ha sido "infiel", ni siquiera lo ha intentado. Demasiada suerte tienes de que sea tan inocente... (o no sabría si llamarlo bobo), porque de ser yo, ya...
-Si, Tatsuha, ya sé lo que habrías echo tu...
-Lo que quiero decirte es que Shindou te quiere por encima de todo, puede que sienta admiración hacia Sakuma, pero te quiere a ti. ¿Por qué te es tan difícil de creer?, ¿Por qué eres tan desconfiado?, Siempre pensando que en cuanto te descuides te van a dar una puñalada por la espalda
El rubio enmudeció, afirmando de alguna manera con ese silencio.
-¿Vas a dejar que de verdad se marche de tu vida?- inquirió el moreno nervioso mirando el reloj
-Yo no puedo, ni quiero obligar a nadie a estar conmigo. Si quiere ya volverá- espetó el rubio, cruzándose de brazos, desviando a un lado la mirada como si por el diese por finalizada la conversación. Tatsuha caminó hasta detenerse justo enfrente de él, para captar toda su atención.
-Hermano, ¿Cuantas veces ha regresado ya?, ¿No te ha demostrado ya suficiente?, ¿Acaso tu no piensas hacer nunca nada? ¿Tan poco vale para ti la felicidad que ni luchas por ella?- el rubio abrió la boca como si fuera a protestar, pero su hermano lo acallo con un gesto- Me da igual lo que me digas, pero piénsalo fríamente. ¿Qué pasaría si lo perdieras para siempre?
-¿Pero y si después él ...
-Él no es Yuki, hermano. No hagas que los demás paguen por sus pecados... y si sale mal... pues le metes otro tiro y en paz.
El rubio se separó del joven moreno disgustado por la broma. Se sentía cohibido, nervioso y exaltado, una difícil mezcla de emociones. Sacó un cigarrillo, encendiéndolo mientras daba vueltas nerviosas por el cuarto. Finalmente se detuvo ante Tatsuha, y tras lanzarle una mirada furiosa se volvió abandonado el cuarto.
Le invadió una cálida sensación de victoria. El menor de los Uesugi agradeció a los dioses que, por una vez, los discursos soporíferos que le había soltado su hermana en la pubertad, le hubieran servido para algo (sino de donde iba a sacar tanta palabrería cursi e información). Suspiró nervioso. Ya había conseguido lo más difícil: convencer al testarudo y cabezón de su hermano para que dejase su orgullo atrás e hiciese algo.
Ahora sólo le quedaba rezar, para que en ese pequeño periodo de tiempo no hubiera ocurrido nada entre los cantantes que le alejara definitivamente de su deseado Sakuma.
-Las cosas que me veo obligado a hacer- farfullo entre dientes siguiendo al rubio, que tras vestirse se había colocado un abrigo y cogía las llaves de la calle.
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Lo primero y más importante. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Gracias Saiyiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Sin tu ayuda no habría podido con éste capitulo. La parte lemon del principio (lo mejor y más reseñable del capitulo ^^) es toda suya. Muchas gracias!!!!!!!!! me ha hecho muchísima ilusión que me ayudases con este capitulo, pero cuidado!! Que luego me malacostumbro! XD.
Bueno, creo que nada más, si hay dudas preguntad :P.
