Tatsuha era una persona de contactos, pero aun así, le había costado mucho trabajo el tener un pista clara de donde podrían hospedarse los cantantes.

Cierta parte de él, a cada paso que daba, se la estaban corroyendo los celos. No los clásicos celos posesivos que poseen las personas normales, sino celos que en el moreno consistían en que su mente era capaz de concebir muchas cosas, que le provocaban serios dolores de estomago al no verse invitado a participar. Al margen de eso, podría decir que tampoco le importaba demasiado lo que hubiera pasado entre los cantantes (si es que al final había sucedido algo, sino le daba lo mismo). Él nunca exigiría fidelidad, del mismo modo que sabia que no podía ofrecerla. Si esperaba en cambio dedicación, cierto grado de cariño y pasión, en la misma cantidad que fuese capaz de ofrecer.

Su concepto de amor se había limitado durante mucho tiempo a exponerlo como un problema de disponibilidad, que simplificado y expresado en palabras semejantes a las suyas podría ser "me da igual con quien estés, mientras que siempre que te desee, estés disponible para mi"

Así pues, dejandose llevar por lo que para él era normal, había pretendido pasarse la vida entera con cientos de amantes, hombres, mujeres, relaciones fugaces o mínimamnte estables, pero en su corazón adorando por siempre a una sola persona, para la cual, siempre tendría todo el tiempo disponible que ella le pidiese.

Esa era la razón para que no siéntese en ese momento remordimientos ni dudas en sus planes e intenciones para con Shindou.

Se retocó el peinado frente a un espejo, escrutándose tras las oscuras gafas de sol, intentando que el parecido con su hermano fuera extremo. Se lamentó por los morados y la sangre coagulada de su labio, eso reducía parte de su atractivo, no obstante, tendría que jugar con esa desventaja.

Acercándose hasta la recepción del hotel, esperó en un borde al lado de una planta decorativa, a que llegase su contacto dentro de las instalaciones.

Un antiguo amigo de colegio, que casualmente había dejado los estudios, y había terminado metido como empleado del edificio, le había dado el chivatazo de que allí se habían hospedado dos hombres que se parecían bastante a algunos de los cantantes que dejaban ver sus videoclip en las cadenas de música locales.

Pensando que no perdía nada por probar, y en cambio si podía ganar mucho, siguió esperando hasta que su amigo apareció, pareciendo no reconocerlo a primera vista, hasta que el "rubio" le cogió del brazo apartándole hacia un rincón para hablar.

-¿Tienes las copias de las llaves? -murmuró en tono confidencial. El joven lo miró sin comprender, hasta que Tatsuha se quitó molesto las gafas e insistió nuevamente- ¿Tienes las llaves o no?, ¿No me habrás echo venir para nada?

El joven sonrió, señalándole bobaliconamente con el dedo.

-Joder macho, con estas pintas no te había conocido. ¿De que tienda de Armany te has caído?- se rió por lo bajo- Menuda pinta de pijis que nos traes...

El moreno farfullo colocándose nuevamente las gafas de sol, se apartó un poco más de la vista del publico, que empezaba a reunirse en grupos en el Hool para ir a cenar.

-Mira que no estoy de humor para bromitas y tengo prisa. ¿Tienes las llaves o no?

A su espalda, Shuichi que salía del ascensor cabizbajo, esquivó a un par de ancianos ociosos, antes de poder salir a la calle.

-Tranqui, tranqui- el trabajador del hotel miró a todos lados antes de sacar una llave del bolsillo y tendérsela con discreción a Tatsuha- Toma, pero recuerda que si la pierdes o te pillan, yo me lavo las manos de asunto.

El joven dio unas palmaditas animosas al rubio antes de despedirse para seguir con su turno.

Venga, y divierte, o lo que sea que vayas a hacer.

Se perdió entre los demás empleados, dejando a Tatsuha con una sonrisa amplia hacia la resplandeciente llave de su mano.

Siguiendo las escaleras, y en algunos momentos haciendo uso de los ascensores, Yuki Eiri se desplazó con dignidad por todo el hotel, tratando de parecer ajeno a algunos de los cuchicheos desdeñosos, provenientes de los otros clientes del hotel que habían visto aquel día las noticias.

Tatsuha se detuvo delante de una puerta, mirando nuevamente el pequeño numero serigrafiado en la llave para cerciorarse que estaba frente a la habitación adecuada, suspirando sonoramente al comprobarlo.

Se toco la nuca nervio, rezando, primero por no haberse confundido de hotel y que su amigo le hubiera mandado a un cuarto de un "vetetuasaberquienes" y segundo, no se encontrase de entrada en una situación embarazosa de la que difícilmente pudiera salir después, que tiempo tenia para complicarse la vida, como para entrar ya con mala predisposición.

Metió la llave en la cerradura, y esta le permitió fácilmente la entrada en la habitación, cediendo la puerta hacia dentro sin producir ningún tipo de ruido. El cuarto estaba vacío en apariencias, pero había un montón de ropa tirada sobre una cama revuelta, envoltorios de dulces esparcidos por el suelo, y un conejo rosa apoyado junto a una de las ventanas que daban a la calle.

Acercándose hacia el conejo, el moreno sonrió con aire triunfal. No podía creerse la suerte que tenia. Con la cantidad de hoteles que había, y Sakuma y Shindou habían terminado en el que trabajaba un viejo amigo.

En un gesto puede que tachable de fetiche, Tatsuha se llevó el conejo hasta la nariz, aspirando profundamente el olor que de él emanaba. Sonrió, pero su sonrisa se cambio en una mueca rara cuando el sonido de la ducha que había estado pasando por alto desde que llegó se corto bajo el chirrido agudo de la llave al cortar el paso del agua.

-¿Shuichi eres tu?, ¿ya has vuelto noda?

Miró a todos los sitios nervioso, pensando debajo o dentro de que podía esconderse. No era (por una vez), a Sakuma quien buscaba. Pero por más que se desespero, se encontró en mitad de la sala dormitorio, con el conejo rosa aun en la mano, cuando Ryuichi, con una escueta toalla cubriéndole la cintura, salió a ver que pasaba con todo el cuerpo chorreando agua y emanando una leve cortina de vapor, qué rápidamente se diluyo en al aire.

El cantante se paso una mano por el cabello mojado apartándose el flequillo que se le había pegado a los ojos.

Rápidamente la sonrisa que había traído en su cara se borró siendo sustituida por una austera mueca de incomodidad.

-Eiri... ¿A qué has venido?

Apretó a Kumagoro con fuerza, nervioso al darse cuenta en la situación más delicada que se había metido. El se había teñido de rubio para tener más posibilidades de acercarse a Shuichi, pero de igual modo, ahora delante de Sakuma, el era "el enemigo".

********************

Sus ojos parecían perdidos en la noche, una noche demasiado bonita para ser desperdiciada. Una de esas noches en las que los amantes entrelazan sus manos haciendo planes futuros que seguramente nunca lleguen a cumplirse. Una noche para soñar.

Shuichi suspiró sentándose en un columpio de un parque infantil que le salió al paso.

De la misma manera que sentía arder su pecho con emociones contenidas, sabia a ciencia cierta que como volviera a romper a llorar, podría tirarse en aquella situación horas. Trató de columpiarse sin mucho interés, pensando en su casa, tanto la suya (la de sus padres), como la del escritor. A continuación pensó en Hiro.

Deseo tanto tenerlo allí y poder hablar con alguien todo lo que le estaba torturando por dentro. Pero Hiro seguía en Tokyo, seguramente con Suguru, trabajando completamente esclavizados por Seguchi.

-Seguchi-san - el nombre le hizo esbozar una sonrisa amarga. El presidente le habría faltado tiempo para organizar una fiesta y tirar confeti al ver que Yuki finalmente le había dejado de una vez por todas. No podía evitar, tener la sensación de que el rubio prestaba demasiada atención al novelista, para tratarse sólo de su cuñado. Volvió a sonreír abatido. Esa era una de tantas cosas que tendría que aprender, le fueran indiferentes a partir de ese momento.

De cualquier manera daba igual lo que se dijera o en lo que tratara de pensar, nada arrancaría el vacío doloroso de su pecho, como tampoco nada conseguiría que esos sentimientos de abandono, engaño y por que no decirlo, celos incontrolables, desaparecieran así sin más. Nunca se imagino que todo iba a terminar de aquella manera. Tras la discusión , él se había marchado, pensando en una inocentes vacaciones, para dar tiempo al escritor a tranquilizarse y reordenarse las ideas. En definitiva a calmarse, para posteriormente volver a intentarlo de nuevo. Shuichi no era la primera vez que utilizaba este recurso.

El novelista ya le había dejado muy claro en anteriores ocasiones que su continua presencia le agobiaba, y por ello, el tener que separarse de él durante temporadas, se había convertido en un sacrificio doloroso, pero necesario por su parte, para tratar de aliviar la irritabilidad, ofuscaciones y síndromes varios que sufría de vez en cuando el rubio. Los conciertos, los viajes promociónales, cualquier cosa. Él era el primero en aceptar con una sonrisa... todo por Eiri, por hacer feliz a Eiri, con el dulce sueño en el corazón, de que alguna vez, cuando volviera de alguno de esos viajes, seria recibido por una cálida sonrisa y un abrazo protector... al final había sido de Ryuichi de quien había recibido esas dos cosas. También le había regalado una tercera, una declaración, un "te quiero" por el que se vio ahogado al no poderle responder.

Se ruborizo de nuevo, poniéndose nervioso en su soledad, empezando a juguetear con los dedos, no sabiendo muy bien como debía de comportarse desde aquel momento. Por un lado se sentía tan agradecido con Sakuma... y por otro tan culpable. Culpabilidad por haber sido infiel a Yuki, pues pese a todo su corazón era a él a quien pertenecía (aunque toda lógica existente le gritara que ya nada los ataba), y culpabilidad por ver en los sentimientos de Sakuma, un reflejo de los suyos propios, machacados, mancillados y cruelmente burlados por aquel a quien se los habían entregado. No quería hacerle a Ryuichi lo mismo que le habían hecho a él...

... y era ahora cuando entendía, cuanta carga debía haber sido para el escritor. Cuan embarazosa eran esas palabras "te quiero", cuando no eran compartidas, y no podían ser devueltas, ni siquiera por mera condescendencia o engaño.

Shuichi lo vio claro, había sido él el único que se había mentido a si mismo, Yuki nunca le correspondió sus sentimientos... simplemente se había dejado llevar.

-... por eso no me contestabas nunca... tan poco te importe desde el principio...

La cabeza le dolía demasiado en un vano intento de asimilar al completo todo lo que en tan poco tiempo le había ocurrido, suspirando al verse desbordado por emociones contradictorias, pero en su gran mayoría dolorosas.

-Yuki... ¿Por qué mi amor nunca fue lo suficientemente bueno para ti?

Cerró los ojos y unas silenciosas lagrimas hasta entonces cautivas, escaparon velozmente de su prisión, humedeciendo sus mejillas. Se secó rápidamente con el dorso de la mano con una expresión furiosa en la cara.

¡¡¿Pero por qué no me pudo resignar?!!. Aunque hayas estado con todas esas personas después de echarme, aunque me estés diciendo continuamente que te estorbo cuando estoy a tu lado... ¡¡No puedo!!, ¡¡No puedo simplemente dejarlo, como si nunca te hubiera conocido!! ¡Aunque yo no te importe! ... ¡¡TE QUIERO!!

Shuichi se puso en pie, volviéndose hacia el columpio con los ojos inyectados en sangre para darle de patadas, hasta que al final inevitablemente se terminó haciendo daño en los dedos.

-ARGGG, estúpido cacharro- y amarrándose la puntera del zapato, empezó a dar saltitos a la pata coja mientras continuaba maldiciendo el artilugio.

Un par de minutos después, respirando agitadamente tras su intento por desquitarse, se rascó el dorso de la mano nervioso.

-Lo mejor será que vuelva al hotel... a ver que cara le pongo a Sakuma-san ahora... -se cubrió el rostro con la manos- que vergüenza...

Trató de parecer normal, pero cuanto más lo pensaba más nervioso se ponía.

Ante la ineludible obligación de tener que volver al hotel tarde o temprano se desesperó, y presa de uno de sus mejores ataques de histeria se marchó corriendo calle abajo a la par que se tiraba de los pelos llamándose así mismo de forma insistente "baka".

**************

K indiferente, se metio un bollito de chocolate a la boca.

Llevaban todo el día buscando, y por lo que habían obtenido, hubiera sido mejor que se pasaran la tarde durmiendo la siesta o leyendo una revista junto a un café con pastas.

En realidad algo si habían sacado en claro, pero no había sido gracias a sus propias investigaciones: Posteriormente de que Mika viese por casualidad las noticias desde la sala de espera del hospital en Tokyo, había ido al encuentro de Tohma echando fuego por los ojos, maldiciendo a su hermano pequeño, y llorando desconsoladamente junto a la cama donde el escritor, ajeno a todo, yacía dormido a causa de los fármacos y demás medicamentos que se le estaban administrando vía suero.

Seguchi Tohma, obtuvo con sólo una llamada, que todos los medios de comunicación terminaran silenciándose en las dos horas siguientes, dejando de azuzar el escandaloso asunto del novelista.

Así mismo aquella madrugada, el presidente organizó una breve rueda de prensa a la puerta del hospital. Con tan sólo las cadenas más importantes y renombradas de la urbe, desmintió las acusaciones con voz firme, confiada, y aquella sempiterna sonrisa que siempre acompañaba su rostro cordial. Incrementó los argumentos de valoración del medico, con papeles que certificaban que el escritor ya se encontraba ingresado cuando se produjo el escándalo. Y por ultimo recriminó al causante de la broma "soez y carente de gusto" como la definió, omitiendo en todo momento la identidad del perpetuador, como si aquel dato no fuera de importancia o simplemente se estuviese haciendo el desentendido.

Los medios de comunicación quedaron satisfechos, el hambre de "carnaza" ceso en las bocas de los ciudadanos adictos a las noticias de actualidad, y el nombre de Yuki Eiri quedó limpio y restaurado tan rápido como se había mancillado.

Fue en ese momento, cuando en el silencio del cuarto del hospital, Tohma se había permitido suspirar y dejando entrever su fatiga y agotamiento, había tomado el móvil para hacer la última llamada del día.

"Tatsuha esta ahí. Y tiene ganas de jugar"

Eso era lo único que había dicho el presidente al manager antes de colgar y refugiarse en los brazos de su esposa, que como siempre, lo recibió con ternura.

Por ello ahora Hiro se encontraba de un particular mal humor, teniendo muy claro que cuando encontrase a Tatsuha, la visita al dentista y al traumatólogo iban a ser de carácter obligado cuando terminase con él, si es que quería seguir pudiendo andar sobre sus piernas y comer sin ayuda de aparatos artificiales.

¡Teñirse el pelo de rubio!. Se le desencajaba de rabia la cara sólo de pensarlo, conjeturando donde podría estar el pobre Shuichi y rogando porque no cayera en manos de ese desgraciado.

Así estaba Nakano, maldiciendo enfurruñado por la frustración de no saber que hacer y verse impotente, cuando escucho un improperio cuya voz le resulto alarmantemente familiar. Hiroshi se volvió al tiempo de ver a un joven de cabellos rosas, pegar una patada al suelo y salir corriendo por una de las calles.

Sonrió agradecido a cualquiera que hubiese obrado el milagro, y volviéndose hacia K, le señalo la dirección.

-Lo he visto!!, ¡¡Era Shuichi!!

-¿Lo dices por el grito?, A mi me pareció más el sonido de un gato cuando le pisan la cola.

Nakano bufó echando a correr por esa misma calle. El manager tras él, terminó de tragar el bollito de chocolate y le siguió.

**********

-¡¡Sueltame!!- exigió Sakuma furioso, tirando con todas sus fuerzas de las telas que lo habían atado a la cabecera de la cama. "Yuki" lejos de prestarle atención, se limpió el labio donde el cantante le había golpeado y lamió la sangre de forma presuntuosa.

Tatsuha había decido, ante la inminente situación, dar un giro de trescientos sesenta grados a sus planes: El echo de no saber como reaccionar ante el cantante, y el que éste estuviese cubierto sólo con aquella ridiculez de toalla anudada a la cintura, había provocado que su libido alcanzase cuotas insospechadas.

Incapaz de controlarse, había arrinconado a Sakuma contra la cama, maniatándolo en la cabecera. Su hermano tenia razón, era un sádico sin remedio. No podía evitar, el pensar embelesadamente en todas las cosas que le gustaría hacerle al vocalista de Nittle Grasper. Teniéndolo así, lo que él veía era a un hombre indefenso, que se retorcía provocativamente ante él.

-¡¡He dicho que me sueltes noda!!- exigió nuevamente, frustrado desde su faceta infantil, próxima al berrinche. Tatsuha contuvo una hemorragia nasal, pues había sido el propio Sakuma el que al revolverse, había terminado desanudándose la toalla, y ahora todo su cuerpo estaba expuesto a los lujuriosos ojos del moreno.

-Claro que te soltare, dentro de un ratito... - murmuró "Yuki" sentándose junto a la cadera del cantante, pasando uno de sus brazos por encima, en busca de apoyo al otro lado del colchón. Se desabotonó los primeros dos botones de la cabeza, quitándose las gafas de sol, olvidando en la emoción del momento, el porque de llevar los opacos cristales.

Sakuma lo miró sorprendido, mucho más cuando el novelista, se acercó a su oído para susurrarle con voz melosa.

... pero ahora relájate y disfruta...

Acompañó sus palabras de un beso húmedo en su cuello.

Sakuma cerró los ojos, ladeando la cabeza a un lado, dejando más cuello expuesto, mientras que en su cara aparecían los primeros síntomas de una clara turbación.

Contento con el resultado de la primera tentativa, Tatsuha siguió bajando con sus labios, recorriendo el marcado hueso de la clavícula con sus labios.

Ryuichi lloriqueaba, tratando vanamente de soltarse de sus ataduras.

El moreno sonrió sobre la piel del pecho del cantante. Pese a los lloriqueos del hombre sabia que sus caricias eran placenteras, el mismo cuerpo de éste se lo indicaba al estremecerse y erizarse bajo sus manos.

- No... suéltame...

Con soltura, acarició su cadera, para después pasar sus uñas marcando, pero sin herir sobre sus muslos. Ryuichi jadeó nervioso, con las lagrimas en la comisura de los ojos. Había dejado atrás los débiles en inseguros "no", y ahora se retorcía bajo las caricias del "rubio". Tatsuha no pudo evitar una sonrisa de satisfacción. Se soltó tres botones más de la camisa azul marino oscura, y cambiando rápidamente de posición, quedó arrodillado entre las piernas del cantante, obligándole a abrirlas para acogerle entre ellas. Ryuichi le miró con un ruego implícito en su mirada. Unas tímidas lagrimas surcaron sus mejillas, que fueron interpretadas como un "por favor sigue" a los ojos del moreno, independientemente de lo que quisieran decir en realidad. Tatsuha, se desabotonó el elegante pantalón, buscando aliviar la opresión sobre su miembro que la tela prieta ejercía. No obstante se detuvo ahí, no se lo quitó. Tenia otros planes en mente. Quería producirle a su amor, el mayor de los placeres en su primera vez "no oficial" juntos, luego ya se vería...

El rubio se inclinó hacia delante, rozando el miembro del cantante que se había ido irguiendo tímidamente ante las caricias anteriormente recibidas. Lo rozo con los labios, ante de lamer la punta suavemente, como una caricia, para introducírselo todo en la boca a continuación. Sakuma gimió, y se revolvió, pero sin saber con que propósito.

Tatsuha tras conseguir que la parte más intima de Ryuichi se irguiera completamente, lo soltó de su boca, para contemplar pos unos segundos su obra de arte. Sakuma le observaba jadeante, con los ojos entornados, y las mejillas un poco humedecidas sobre un adorable sonrojo. El moreno deseo tanto tener una cámara de fotos allí, para preservar para siempre ese rostro que deseo comerse con los labios.

-...por favor... -rogó Ryuichi, y esta vez la petición fue acompañada con un débil movimiento de cadera, posiblemente accidental, pero al moreno le hizo hervir la sangre.

Cegado, pues en el estado en el que estaba conservaba bastante poco de su lucidez mental habitual, se volvió a inclinar sobre Sakuma, retomando sus atenciones cuidados, arrancando leves aspiraciones y suspiros que trataba de reprimir el cantante.

Sus movimientos cambiaron de intensidad, volviéndose un poco más exigentes. Intercaló lamidas y succiones profundas, con alunas mordidas suaves, y caricias en su base.

Sakuma terminó gimiendo sin control, Tatsuha no cabía en si de gozo por ello.

Sonrió sin dejar por ello lo que estaba haciendo. Tantas mamadas de practica tenían que haber servido para algo...

*****************

Entró en el hotel nervioso, sin decidirse del todo a subir hasta su habitación.

Shuichi pulsó varias veces el botón del ascensor, pues cuando llegaba lo dejaba marchar al sentirse agobiado. Se sintió estúpido, así no iba a llegar a ninguna parte. Además ya se había sincerado con Ryuichi, y aunque le daba muchísima vergüenza mirarle a los ojos tras lo que había sucedido, no creía que volviera a haber malos entendidos entre ellos. Entonces ¿por qué ese agobio que sentía?.

Se enfadó, optando finalmente por las escaleras para subir las ocho plantas que lo separaban de su habitación. Así tendría más tiempo para pensar por el camino, o al menos eso se dijo.

No obstante al llegar a su planta, esta igual o más nervioso que si hubiera subido rápidamente por el ascensor, y terminó remoloneando por el pasillo, hasta que las señoras encargadas de la limpieza del hotel empezaron a mirarlo raro, y una de ellas se acerco para preguntarle textualmente. "¿Te has perdido pequeño? Si quieres te ayudo a buscar a tus padres?"

Aquello fue la gota que colmó el baso, vale que desde que se había cortado el pelo y teñido de rosa, mucha gente se desorientaba con su edad y le calculaban una edad inferior a la que realmente tenia, pero decirle de esa manera tan directa, que tenía pinta de crío de primaria, hizo que malhumorado caminara a grandes zancadas hasta su habitación, y abriera la puerta de golpe.

La escena le dejo secó, y por un momento prefirió que le hubiesen arrancado el corazón para venderlo en el mercado negro de órganos, antes que le hubieran permitido ver lo que encontró.

Sakuma estaba extendido en la cama, con los brazos por encima de la cabeza, desnudo, jadeante y sudoroso. Por su parte Yuki, el hombre al que había procesado un amor incondicional desde el primer momento en que entró en su vida, estaba arrodillado entre sus piernas, con el miembro del cantante aun en su boca.

-...Yu... Yuki ... ¿Pero? ... ¿Por qué?

Ante la intrusión, el novelista se irguió volviéndose hacia Shindou, con un fino hilo de semen resbalando desde la comisura de sus labios hasta la barbilla.

Shuichi lo miró sin ver durante unos segundos, con el corazón encogido, y lagrimas silenciosas brotando inconteniblemente de sus ojos.

Su ultima esperanza se había roto por completo.

-¡¡YUKI!! ¡¡ERES CRUEL!! ¡¡TE ODIOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!- Rompió a llorar de forma sonora gritándole al cuarto entero, antes de volverse y salir frenético por el pasillo. Bajo las escaleras corriendo (el último tramo rodando de cabeza tras haberse tropezado) y salió berreando como no había berreado en toda su vida, asustando a todos los clientes del hotel a su paso.

Tatsuha, se limpió la barbilla con el dorso de la mano, en un "ya la cague", para abrocharse el pantalón y salir corriendo detrás del cantante de cabellos rosados, dejando a Sakuma desnudo, aun atado a la cama.

Corrió hasta ver a Shuichi, que en su carrera desenfrenada había salido a una carretera nacional, e iba a meterse debajo de la rueda de un camión. El moreno llegó a tiempo de alcanzarle, y tirar de él para apartarle de la calzada, abrazándole desde detrás, asustado al ver como el automóvil de gran tonelaje había pasado rozándolos a ambos.

Shuichi sollozo, tratando de soltarse, pero el "novelista" lo tenia muy fuertemente cogido.

-¡¡¿Por qué Yuki?!!, ¡¡¿Por qué??!!- gimió entre lagrimas el cantante- ¡¡Aun puedo notar como estas em-!! - se ruborizo furiosamente, sin dejar de llorar al notar el miembro erguido de su acompañante bajo el pantalón de tela espesa

El moreno frunció el ceño, las cosas se le habían torcido de mala manera. Y aunque no se arrepentía de lo que había echo, casi la prepara gorda si deja que pillen al vocalista de Bad Luck. Además en el fondo el chico le caía bien, le apreciaba en el modo en que él podía apreciar a la gente.

-¡¡Te odiooooo!!- continuo profiriendo Shindou, que había dejado de forcejear, bajo los brazos del supuesto novelista.

No sabia que hacer, el nunca se había encontrado en la situación "comporte como un padrazo y consuélame un poco", así que hizo lo que siempre hacia, pero de una forma más delicada; cercó el abrazo hasta anular por completo el espacio entre los dos, y deposito un beso en el cuello del joven mucho más pequeño que él.

Shuichi lloriqueó, pero esta vez más levemente, dejándose hasta cierto punto arrullar por los brazos del que creía su amor, sintiendo otro delicado beso posarse en su mejilla, buscando su boca.

-¡¡APARTATE DE SHUICHI CABRON!!

Con un tirón seco, Shindou se vio brutalmente separado de los brazos que lo sustentaban, siendo sujetado por otros brazos más fuertes y firmes, que el cantante al levantar la cabeza se sorprendió al ver que pertenecían a su manager.

-Heeeellooooo!!- apuntó con una sonrisa amistosa- ¿Quieres un bollito de chocolate?

Shuichi negó desconcertado, desbordado por lo que estaba ocurriendo, más aun cuando al volverse donde creia que esta el rubio, vio a Nakano sobre él, regándole de puñetazos el estomago.

-¡¡HIRO!!... ¡¡YUKI!!... ¡¡PARAD!!

Se soltó de K, y con desesperación trató de meterse en medio de los dos, ahora que Tatsuha recuperado del susto inicial y de haber sido pillado por sorpresa, le estaba devolviendo algunos de los golpes al guitarrista consiguiendo buenos resultados en su propósito.

-¡¡PARAD!!

El cantante de cabellos rosados entre lagrimas, consiguió finalmente interponerse, aferrándose a la cintura del rubio, tirándolo al suelo, y enterrando el rostro en su pecho.

-¡¡Hiro por favor para!!, ¡¡No pegues más a Yuki!!

-¡El no es Yuki, Shuichi! ¡Es su hermano! ¡Es Tatsuha!

Con la sorpresa y la incomprensión marcado cada una de sus facciones, Shindou fue soltando su abrazo a medida que observaba detenidamente ese rostro, tan parecido al del escritor, pero apreciando desde tan cerca por primera vez las diferencias. Especialmente en el momento en que llegó a los ojos. Unos ojos de un azul marino celeste.

El cantante monto en cólera.

-Esto... hola cuñadin... -rió de forma nerviosa el moreno al verse descubierto e irreversiblemente perdido- antes de que digas nada, déjame recordarte que acabo de salvarte la vida de ese camión, y que todo tiene una explicación muy fácil y ... completamente inocente...- añadió sin mucha convicción.

************

Necesito un baso de tila concentrada (véase cantidad para diez personas o así), cuando todos se sentaron en la cafetería del aeropuerto a esperar el avión que en poco más de media hora despegaría hacia Tokyo. Shuichi durante un buen rato no pudo parar de llorar. K le acababa de aclarar el asunto del "falso Yuki" junto con el escándalo que había preparado en la televisión.

Tatsuha miraba al techo molesto e irritado, con varios moratones así como contusiones en la cara y el cuerpo, y un diente menos en la dentadura cuando abría la boca. El se excusaba, ponía evasivas a todo... opinaba que lo ocurrido no era para tanto.

Y Shuichi seguía llorando, y llamándose estúpido, lanzando largas miradas de odio al moreno desde el pecho de Hiroshi que lo tenia abrazado dándole palmaditas tranquilizadoras, pero claro, el guitarrista no sabia todo lo que había pasado, en realidad lo desconocía casi todo salvo el echo de haberse encontrado al moreno con Shindou en brazos.

En una esquina de la mesa, Sakuma bebía un batido de chocolate en silencio, tenia a Kumagoro entre las piernas, pero no parecía muy animado ni a jugar, ni a añadir su opinión. "Demasiado serio", pensó K, que en un futuro no muy lejano, hurgaría para procurar enterarse que era lo que había pasado. Shuichi había insistido demasiado en ser él, el único en irle a buscar.

***********

La lámpara alógena de la sala de espera terminó por fundirse después de más de tres días de estar tintineando amenazadoramente.

Mika, se frotó los ojos con gesto cansado en la penumbra de la sala, sintiendo el agotamiento de una larga vigilia junto a su hermano.

Al final del pasillo, un eco de unas playeras que echaban a correr, pero que luego con la misma rapidez se paraban y a minoraban el paso, le llamó la atención. Cuando el ruido fue aproximándose más, los chirridos contra los azulejos deslustrados de suelo fueron acompañados de varias voces recriminatorias que la esposa de Seguchi Tohma reconoció con rapidez.

-...¡Y párate quieto porque en este hospital son una panda de estirados y como te pillen corriendo por los pasillos seguro que te echan!

-¡¡Ne Hiro, perdóname, pero no puedo evitarlo!!, ¡¿Dónde estaba Yuki?!

-JAJAJA, You are soo hiperactive!! Ya te hemos dicho que da igual que te des prisa, sigue inconsciente, le han metido demasiados medicamentos.

El trío llegó hasta la altura de la mujer, y ésta observó con severidad al joven de cabellos rosados, que avergonzado bajó la cabeza.

Mika se puso de pie, caminando hasta situarse a la altura del cantante, al cual estirando la mano le dio un sonoro bofetón.

-¡¡No vuelvas a desaparecer así!!, ¡¡Casi matas a Eiri!!- la mujer flaqueó, notando como la debilidad empezaba a manifestarse en ella a través de débiles temblores y lagrimas en sus ojos.

Shuichi se tocó la mejilla enrojecida cohibido, silencioso, incapaz de reaccionar.

Vacilando en su trató para con el joven, la mujer ocultó las lagrimas tras sus manos, buscando serenarse antes de continuar.

-Yo... lo siento Shindou, han pasado demasiadas cosas aquí. Eiri hace dos días que no se despierta, su operación es casi un echo... todavía estoy furiosa por lo de Tatsuha... perdóname, no pretendía ensañarme contigo.

Y limpiándose el rostro con presteza, trató de sonreír todo lo amablemente posible en aquella circunstancia.

Tohma esta con Eiri, se alegrara de verte.

Entró solo en la habitación. Era amplia y estaba bien iluminada. A primera vista parecía vacia.

Shuichi con la impresión de que el estomago en cualquier momento se le iba a salir por la boca, caminó hacia la ventana descubriendo tras un biombo de tela, la cama ocupada por el escritor. Sentado a su lado se encontraba el presidente de Nittle Grasper.

-Buenos días Seguchi-san

El aludido se volvió, con una sonrisa triste en los labios.

-Ah, Shindou-san. Me alegra mucho que por fin hayas vuelto.

Se puso de pie y con reticencia, Seguchi soltó la pálida y fría mano del escritor que había estado sujetando. Shuichi se puso nervioso, no le gustaba estar sólo con Tohma. Después de conocerlo había cierta parte de él que lo asustaba. El presidente se acercó hasta él, introduciendo una mano dentro del bolsillo del abrigo.

-Extiende la mano- le pidió el hombre. Shindou desconcertado, hizo lo que se le pedía. Tohma deposito en ella, varios frascos vacíos de fármacos, algunos incluso de marcas irreconocibles.

Cuando te marchaste...-comentó Seguchi con frialdad- Eiri empeoro. El mismo sin contar con la prescripción medica, decidió duplicarse la dosis de sus medicinas. Incluso tomo algunas que no debía de tomar por las contraindicaciones. Todo para buscarte. No quiso venir al hospital, y para cuando conseguimos traerlo, casi se muere por el camino...

Shuichi escuchaba asustado, con la boca abierta y los ojos desencajados de la impresión. Más la sonrisa fría de Seguchi no desapareció, sino que tomó la mano del cantante de cabellos rosados y la cerró, provocando que él mismo se clavase dolorosamente los bordes de los recipientes.

... le aconsejo por lo tanto Shindou-san, que la próxima vez que piense en hacer algo semejante, tenga muy en cuenta las consecuencias- el presidente camino por la amplia habitación, deteniéndose frente a la puerta- A veces las personas nos importan demasiado para perderlas aunque no sepamos expresarlo. Los sentimientos no cambian porque no sean dichos a viva voz... lo sé por experiencia

Y salió del cuarto dejándolo a solas con el novelista. Shuichi miró los frascos de fármacos vacíos, y el estómago le dio otro vuelco. Hiroshi le había contado la versión "ligth" del tema. Si, le había dicho que Yuki había salido a buscarle poco después de que el escapase a la compañía, y posteriormente huyera con la furgoneta, también le había comentado que Eiri se había puesto un poco malo y que por seguridad lo habían tenido que ingresar. Y que ahora estaba descansando.

Había estado tan feliz ante el conocimiento de que Yuki lo había estado buscando durante todo el tiempo. Luego habían llegado los remordimientos. Ahora, ante la versión de Tohma, se había hundido por completo.

Shuichi deposito los fármacos sobre la cama, y sentándose en la misma silla donde había estado Seguchi, observó el rostro impasible del escritor.

Tenia un brazo extendido conectado a una botella de suero. Se le veía tan débil y desprotegido de esa manera. Tras quitarle su fría expresión, el humo del tabaco tras el cual siempre se refugiaba, esos trajes caros de marca que tanto de su personalidad decía... ahora parecía un hombre desamparado que incluso en sueños estuviese pidiendo un poco comprensión, de cariño, de ternura.

Sintiéndose no merecedor incluso de estar a su lado, el cantante de rosados cabellos acarició los mechones rubios revueltos y sobados que descansaban sobre la almohada del hospital. Los apartó de la frente del escritor, rozando el rostro con delicadeza, temeroso que incluso con ese simple gesto pudiera dañarle.

Se sentía tan miserable.

Cogió una de sus manos, la que estaba libre de cables, y con dedos vacilantes la recorrió, llevándosela finalmente a su propia mejilla tras depositarle un dulce beso en los nudillos.

Cerró los ojos, intentando encontrar algo de su calor.

-... ui...chi?...

Fue un suave murmullo, más una exhalación en un intento fallido por hablar. El cantante abrió los ojos asustado, para ver como el escritor había despertado y los observaba silenciosamente desde la cama.

¿Shuichi?...

Shindou empezó a llorar, sintiéndose responsable de todo lo que había pasado, de la pelea, de haberse escapado, de su infidelidad, de que Yuki se encontrara así por su culpa.

Entre lágrimas apoyó la cabeza sobre el vientre del escritor, terminando en pocos segundos de rodillas en el suelo, con tan sólo la mano del rubio sujeta.

Movía desorientado la cabeza pestañeando mucho. Eiri estaba mareado y no había una sola parte de su cuerpo que no le doliese. Tenia la boca pastosa y el recuerdo de como había llegado allí era vago, casi inexistente.

Sabia que Shuichi estaba llorando en el suelo, pero se veía incapaz de moverse, todavía estaba demasiado aturdido por la medicación. Si hubiera despertado un poco antes, puede que incluso le hubiera costado trabajo recordar quien era y cuantos años tenia.

Apretó la mano del cantante, todo lo que sus limitadas fuerzas le permitieron, volviéndole a llamar.

-Shuichi... ¿qué?... ¿ha pasado algo?...¿Shuichi estas bien?

El cantante rompió a llorar con más fuerza. Preguntándose por que el rubio venia a demostrar tanto interés, a mostrarse tan cariñoso, cuando el menos creía merecérselo.

Ante la imposibilidad de arrancar del cantante algo más que jadeos rotos y balbuceos, Yuki lentamente se fue incorporando, haciendo varias muecas de dolor en el proceso. Se apoyó en la cama y trató de tirar del joven hacia arriba. Shuichi humilde, obedeció el silencioso mandato del rubio, poniéndose de pie a su lado, esperando algún tipo de reprimenda o guantazo como recibió de su hermana.

En lugar de eso se encontró rodeado por los cálidos brazos de escritor, pese a lo aparatoso de los cables, y de los sueros.

- Shuichi estas aquí...... - la voz del rubio sonaba tan calmada, tan agradecida. Nunca había escuchado ese registro en el novelista, puede que fuera a causa de la medicación, que todavía lo tenia mareado y confuso, pero el cantante se hubiera mordido y tragado la lengua si con ello hubiera podido borrar todo lo que había pasado, y el actual estado del novelista-... por favor no te marches...

Aquello era demasiado. Yuki, su Yuki no le hablaría nunca de esa manera, nunca seria tan cariñoso, nunca le pediría que se quedara. Sintió que le estaban tomando el pelo, y no le pareció justo, después de todo, el también lo había pasado mal. Se deshizo del abrazo, para observar conmocionado el rostro del novelista contraído, con una solitaria lagrima resbalando en su mejilla.

-Shuichi perdóname- alzo su mano y acaricio la tersa mejilla del muchacho de cabellos rosados, sobrecogiéndole, arrancándole más lagrimas silenciosas- yo..., se que fue mi culpa que te marcharas... no te lo quería decir, estaba celoso. Pensaba que un día te aburrirías de mi... se que no soy una persona divertida precisamente... y Sakuma siempre te estaba haciendo reír... no podía competir con eso, yo no soy así...

Las mejillas del rubio estaban pálidas, parecían trozos de mármol bañados por la lluvia. Shindou cerró los ojos, dejándose mecer por aquellas palabras. Aquello era un sueño, tenia que serlo. Nada semejante podría ocurrirle en la realidad. Se dejó abrazar nuevamente, olvidándolo todo absolutamente a excepción de las palabras del escritor, de sus brazos rodeando su cuerpo, de su fragancia, reconocible a pesar de estar entremezclada con el olor típico de los hospitales.

Sabes que me cuesta mucho sincerarme y decir lo que realmente siento- susurró a su oído, dentro de aquel abrazo posesivo en el que Shuichi se sentía tan bien- y yo... yo tenia miedo que en el momento que reconociera que te quiero, fueras a cambiar, de la misma manera que lo hizo Yuki. Tenia miedo a que me hicieras daño...

Con manos temblorosas, Shindou respondió el abrazo, llorando silenciosamente en el pecho del rubio, empapándole toda la bata hospitalaria, ya no sabia si lloraba de felicidad, de tristeza o de miedo. Ahora que Yuki por fin le había declarado lo que tanto tiempo deseo escuchar, tenía aun más pavor de perderlo completamente cuando le confesara lo que había pasado. Se sentía demasiado culpable como para ocultárselo.

-Yuki yo...- tragó, aquello le estaba resultando muy duro- ... tengo que decirte algo, de estos días que he estado fuera... yo... yo no puedo seguir contigo así. Necesito decirte que yo...

El rubio se tenso sobre él, y el cantante de rosados cabellos se abrazó con todas sus fuerzas a aquella espalda, temiendo que si se soltaba el sueño desvanecería y se quedaría nuevamente sólo.

Bueno, yooo... todo paso muy rápido, me deprimí mucho, luego vi las noticias de la tele... la culpa fue mía, no tenia que habérmelo creído, debí de confiar más en ti... pero además me acorde de nuestra discusión y ...

Yuki enterró el rostro en el cuello del cantante. Había dejado de llorar, y se limitaba a escuchar sumergido en un taciturno silencio.

Me acosté con Sakuma-san en Kyoto.

Cerró los ojos, no atreviéndose a abrirlos, ni a moverse un ápice, por miedo a la explosión emocional del rubio cuando esta se produjese. Pero no hubo nada, tan sólo silencio.

-¿Y qué más?- preguntó el escritor con voz monocorde, habiendo retomado por completo su frialdad habitual, quedando tan sólo de su anterior actitud los brazos que todavía rodeaban al cantante- Continua.

Shindou tartamudeó desconcertado aflojando el abrazo que hacia ya mucho que había dejado de ser conmovedor, para volverse un tanto incomodo.

-¿Como qué continué?

-Vas a decirme que me dejas. Que te marchas con él- Eiri soltó a Shuichi, empujándolo hacia un lado a modo de rechazo, volviendo su cara hacia la ventana- Lo sabia, sabia que esto pasaría. Vete. No quiero verte. Márchate.

-Pero yo no...- esta no era la reacción que se esperaba. Enfado si, rechazo también, pero no esa indiferencia ni esas palabras- Yo no he dicho nada de eso.

-Si ya, pero lo ibas a decir, o alguna de esas cosas de- el escritor adultero su registro de voz para hablar cínicamente- "lo nuestro se ha enfriado, ya no siento lo mismo, o he conocido a alguien". Déjalo. Yo he hecho lo mismo cientos de veces. Ahórrame la vergüenza y vete.

-¡¡¿Por qué me dices eso?!!, ¡¡Yuki yo te quiero a ti!!, ¡¡Siempre te he querido a ti!!

El escritor frunció el ceño, cubriéndose los ojos con una mano, en un gesto cansado y hastiado.

-Por favor Shuichi, si alguna vez te importe, y no has sido tu el que todo este tiempo ha estado jugando conmigo. Te pido por favor que te vallas. Aprecio mucho el que me mientas porque estoy en el hospital y no quieras que vuelva a tener "recaídas", pero no te preocupes por eso, son mi problema... Ah y una cosa más, por favor, recoge todo lo que hay tuyo en mi piso, me gustaría encontrarlo vacío cuando me den el alta, tampoco te supondrá demasiados problemas porque ya tienes a donde mudarte... Tampoco necesitas porque hacerme visitas, es más, preferiría que no vinieras en absoluto.

-¡¡YUKI!!, yo... si es por lo de Sakuma-san, ¡¡lo siento!!, ¡me ofusque!, pero por favor dame otra oportunidad- el cantante se acercó al escritor que le retiro la mirada. Le tiró de la manga de la bata hospitalaria, pero le rehuyó el contacto- ¡¡Yukiiiiii!!

El novelista miró por la ventana, aparentemente ajeno a los ruegos del cantante.

-Era todo una gran mentira. Lo sabía, sabia que me pasaría. Demasiado bonito para ser verdad. Maldita sea mi suerte.

Shuichi lo miró sin comprender. Retrocedió un poco. Tanta presión. Empezó a dolerle la cabeza, a sentirse mal, e incluso marearse. Perdió el equilibrio y se calló de culo en el suelo. El escritor se volvió con una expresión jocosa hacia él.

-¿Qué?, otra vez con el cuento de que estas enfermo. ¿Me quieres dar pena? ¿Para qué?, ya tienes lo que querías, ya puedes gritarle a los cuatro vientos que conseguiste que el gran escritor Yuki Eiri rogara por ti... eres como los demás...-dijo de forma despectiva volviendo nuevamente la vista hacia el cristal- Enamórate Eiri y sufre... es lo único que sabes hacer bien- concluyo para si.

Todavía seguía en el suelo, mareado, confuso.

La puerta de la sala se abrió y entraron varias enfermeras de uniformes inmaculados acompañando a un par de médicos.

-Oh vaya, parece que nuestro paciente a despertado. Bueno entonces podremos hacerle las pruebas pendientes- Las enfermeras prepararon la camilla donde el escritor permanecía en silencio, mirando ausente hacia cualquier lugar, para conducir al rubio a la primera orden de los médicos fuera de la sala.

-Shuichi... -entró Hiró con una mueca de preocupación en la cara, a la par que el cantante se ponía torpemente en pie- ¿pero que ha pasado?. La cara de Yuki, tu aspecto... No lo entiendo- el guitarrista parecía frustrado.

-Hirooooo, es que hay algo que no sabes, que le acabo de decir a Yuki...- lloriqueó débilmente el vocalista de Bad Luck, todavía conmocionado- yooooo, con Sakuma-san...en Kyoto....

El guitarrista se pasó la mano por el pelo, con una clara expresión de "ya me lo imaginaba" al ver el fuerte sonrojo en el rostro de su amigo. Le dio unas palmadas amigables en la espalda.

-Bueno, es normal que Yuki se haya molestado por eso. Créeme, el día que te marchaste estaba frenético. Pero bueno- Nakano sonrió intentando quitarle importancia al asunto- ya se le pasara el enfado tarde o temprano.

-Es que....- Shuichi empezó a poner expresión de perrito abandonado- me ha dicho que me lleve todo lo mío que hay en su casa, que no vuelva... y es que además creo que no se ha enfadado por eso, sino porque se ha creído que le estaba dejando... todo después de haberme dicho que me quería... ¡¡por primera vez!!

Volvió a apartarse el flequillo de los ojos. Nakano ya no sabia que hacer. Las situaciones con ellos o eran conflictivas, o se las hacían. Debían de aburrirse mucho. Le revolvió el pelo a Shuichi, que hacia circulitos con la punta del zapato en el suelo.

-No te desanimes, hemos salido de cosas peores ¿no?. Por lo menos esta vez te ha dicho algo bueno.

Pareció meditarlo, y entre toda aquella amalgama de pensamientos, pareció encontrar algo bueno pues el cantante sonrió tímidamente, aun inseguro de lanzar muchas campanas al vuelo.

-¿Quieres irte a casa?

-Ehh no Hiro gracias, prefiero estar por aquí, no dejo de sentirme culpable por lo sucedido- se llevo una mano a la cabeza- aunque la verdad es que no me encuentro muy bien. Estoy mareado, se me nubla la vista. Quizá es del hambre. Iré a comer algo

-Será- aseveró el guitarrista con una mueca funesta al ver salir al cantante dando tumbos.

-Oh well, ¿Qué tal les ha ido el rencuentro a nuestra parejita de tórtolos?- inquirió K con una sonrisa ufana, obstruyendo la puerta de salida de la estancia cuando el guitarrista trataba de marcarse. Nakano suspiró negando apesadumbrado.

-No sé como lo hacen, parece que les gusta complicarse la vida. Yuki al igual que Shuichi algunas veces, paren escuchar lo que les viene en gana. Deberé de hablar con él cuando lo traigan de regreso.

-No lo entiendo- sentencio el manager, descruzándose de brazos, acortando la distancia que lo separaba del guitarrista- ¡Con lo fácil que es hacer esto!... -simultáneamente a sus palabras tomó la barbilla de Nakano, levantándola hacia arriba, para robarle un beso. Hiroshi en la sorpresa, abrió la boca permitiendo que la lengua de K jugara divertida dentro de su boca unos segundos- ... y dejarse de tantas tonterías- concluyo al finalizar el beso y el juego de lenguas.

Nakano con un profundo rubor de mejillas, contempló a su manager, que lejos de darse por aludido, rompió en sonoras carcajadas, dándose la vuelta por el pasillo.

-Veremos que dice Sakano de esto. El pobre, lo vamos a matar disgustos...

*********

-Así que has decidido volver a América- Tohma dejo la taza de café sobre la mesa. Apoyó los codos sobre ésta, manteniendo una sonrisa superficial en los labios.

-Creo que será lo mejor. Ya termine con todos mis asuntos pendientes por aquí- eludió la mirada del rubio, jugueteando con la oreja rosa de su conejo. Estaba muy serio y Seguchi lo conocía demasiado bien, dos factores a tener en cuenta.

-¿Te diste por vencido con Shindou-san?, ¿O es que ya te cansaste de él durante los días que os escapasteis? ¿No es buen amante?

-No tiene gracia

-Yo no dije que la tuviera.

Sakuma adopto una mueca de desagrado e incomodidad. Posando una de sus manos sobre la mesa, para tamborilear con los dedos cerca del codo del rubio.

-¿Por qué me preguntas eso?. No me gusta que me ataques Tohma.

-Entiéndelo, no me importa lo que hagáis, por mi como si te pierdes con él y no vuelves... -al ver la mueca de desconcierto del cantante añadió solemne- ... ya sabes a lo que me refiero, no me mires así...

Pero lo que no puedo permitir es que Eiri se ponga peor de lo que esta.

-No es problema tuyo sino de él. Deja de interferir. Tu no eres nada suyo.

-Al igual que tu.

-Pero al menos fui algo más de lo que tu serás para él.

-¿Y tu que sabes?

-No me lo creo.

-No te lo creas.

Sakuma se cubrió el rostro con las manos, frustrándose ante la conversación. Se apartó el cabello hastiado.

-No he venido a discutir Tohma, solamente a habar.

-Pues entonces no toques temas delicados. Ya sabes como suelo reaccionar.

El presidente tomó nuevamente la taza de café, y en silencio vació su contenido.

-¿Estas completamente seguro de quererte marchar?

-...-

-Ya veo.

-Pero no puedo hacer otra cosa. Shuichi hizo su elección...-el cantante sonrió de forma amarga-... en realidad no sé porque digo algo así, yo ya sabia muy bien desde el principio como estaban las cosas solo que...

-Te engañaste

Afirmó, pero inmediatamente después negó con la cabeza, afirmando a continuación otra vez.

-No quería que Shu lo pasara mal sus últimos meses... pero supongo que él estará bien aquí. Además si me quedara sería incomodo para él. Volveré dentro de un tiempo, quizás cuando él...- dejo la frase en el aire- o cuando me vea con fuerzas para hacerlo.

-¿Por qué no tratas de encontrar a "alguien más"?

Ante la pregunta del rubio, Sakuma estuvo apunto de replicar furiosamente "tu podrías hacer lo mismo", pero decidió callarse antes de empezar una nueva discusión. No podía evitar pensar que Seguchi estaba cual buitre carroñero, esperando a que Shindou cayera para abalanzarse sobre el escritor.

Después sus pensamientos le llevaron hasta Tatsuha, y lo que había pasado con él hacia apenas unas horas. El cantante pareció enojarse de nuevo.

-Si, podría hacerlo...-dijo en un tono que dejaba muy claro que no pensaba llevar acabo sus palabras.

*************

Las enfermeras trajeron de regreso al escritor un par de horas después. Sedado, pero despierto. Y a pesar de no traer buena cara, Nakano las había visto mucho peores.

-Yuki, tenemos que hablar

El rubio se volvió hacia él. Por la expresión que puso, se diría que ni siquiera lo había escuchado acercarse.

-No tengo que hablar nada contigo. Tampoco vengas a disculparte por él. Me pone enfermo esa manía suya de necesitar ayuda absolutamente para todo. Nunca puede hacer nada por el mismo.

Espero pacientemente a que el novelista dejase de hablar. Tras cerciorarse de que estaban solos, el guitarrista se aproximo a la cabecera de la cama.

-Respeto tu opinión, pero antes de que empieces a hacerte ideas equivocadas, debo de decirte que han pasado algunas cosas mientras tu estabas aquí en el hospital, que afectaron mucho a Shuichi, y que creo, deberías conocer....

Algunos minutos después, el escritor abría bruscamente la puerta de su habitación, tras haberse arrancado de cuajo el gotero y las demás maquinas a las que estaba conectado. Miraba a todo su alrededor con odio, que fue concentrado en una sola persona, que casualmente en ese momento llegaba temblorosa, remolcada por las orejas por la esposa de Seguchi Tohma.

-¡¡TATSUUUUUUUUUUHAAAAAAAAAAAA!!

El moreno reacciono al instante, pegando un vote en el suelo, acojonado al ver a su hermano salir por la puerta hacia él. Cualquiera que lo hubiera visto en ese momento, se habría negado a creer que el novelista estaba hospitalizado y gravemente enfermo.

¡¡¡VOY A MAATAAAAAAAARTEEEEEEEEEEEEEEEEE!!

***************

Shuichi tras haber echo una breve visita a la cafetería, había terminado en la azotea del hospital, con un par de donut de chocolate en el bolsillo. Se seguía sintiendo mareado, pero empezaba a pensar que no se trataba de la comida como le había dicho a Hiro, pues en realidad no tenia ni hambre. El cantante se acercó hasta el borde de una de las barandillas, para recrearse en el poco paisaje de Tokyo que desde allí podía a preciar. Temerariamente paso por encima de la barandilla, y terminó sentado en el mismo borde del edificio, con la espalda cómodamente apoyada en la barra, mientras sacaba uno de los dulces y se lo comía.

-Mira que como me cayera de aquí... jeje- le hacia gracia, pero la altura le hacia tener vértigo y prefería no mirar mucho hacia abajo desde allí.

- Hace un día bonito...

Empezó a sonar su móvil. Al descolgarlo vio que era Nakano. Al volver de Kyoto se lo había devuelto y ahora volvían a tener sus cosas.

-¿Si?... en la terraza si... necesitaba tomar el aire... no, no pensaba moverme de aquí... si ya me encuentro un poco mejor gracias... vale espero... si, venga, adiós.

El joven de cabellos rosados balanceó las piernas en la cornisa. Con una sonrisa suave en la boca. A pesar de tener muchas frases hirientes en la cabeza, en ese momento prefirió quedarse tan sólo con las buenas. Saborearlas en su mente durante un momento. Se permitió un débil rubor al recordar como el escritor le había abrazado y le había pedido que se quedara a su lado, así como cuando le había confesado el ansiado "te quiero".

Algo se le derritió dentro del pecho bañándole los ojos en agüilla.

Escucho cerrarse la puerta de la azotea y se volvió sonriendo mansamente esperando encontrarse a su amigo de la infancia. En lugar de él estaba el escritor.

- ¿Yuki?...

Shuichi se puso de pie, al otro lado de la barandilla, con el cuerpo comenzando a temblarle de la emoción de ver al rubio allí, con el pijama hospitalario, el pelo revuelto y en apariencia tan nervioso como él.

Dio unos pasos y se paro guardando las distancias.

- Yukiiiiiii - sonrió Shuichi cada vez más embelesado

-Shuichi... -el aludido ladeo la cabeza curioso- ... No saltes!!

El cantante miró sin comprender, pero derritiendose como siempre al escuchar su nombre del labios del novelista

-¡¡Por favor no saltes!!, ¡¡Tenemos que hablar!!

Empezando a comprender, el joven de cabellos rosados miro que se encontraba al otro lado de la valla de seguridad de la azotea. Eiri pensaba que se había vuelto un suicida. Se enfado.

-Tu eres tonto

Se quedó congelado. Yuki empezó a arquear una ceja a la par que fruncía el ceño.

-¡¿Qué yo soy tonto?!, ¡¡No soy yo el que se va a tirar desde un décimo piso idiota!!

-¡Y si de verdad me fuera a tirar, ¿tu crees que llamándome idiota ibas a solucionar tu mucho?! ¡¡¿Eh? Señor don tacto!!

-¡¡Pues tampoco creo que de eso a ti te sobre mucho!!

Ambos se miraron con furia durante unos segundos, Eiri crispado y Shuichi señalándole con el dedo pareciendo un gato con el bello erizado.

-Vamos... ven aquí- Exigió el rubio tratando de parecer calmado. Intentando por todos los medios que su irritación no fuera visible, al menos por el momento.

-¡Pues ahora no quiero!- Shindou se cruzo de brazos, y haciendo pucheros se sentó nuevamente en el borde del edificio.

-Deja de hacer el idiota- el escritor estaba perdiendo los nervios, enfadándose de nuevo- grandísimo estúpido!!

El novelista se acercó un poco más a la barandilla, tratando de sonreír de forma amable. El resultado no fue muy convincente.

Venga Shuichi. Vamos a bajo. Nakano me dijo que estabas mareado y tenias hambre. ¿Has comido algo? Podíamos ir juntos a la cafetería.

Guardó silencio. El escritor observó la espalda inmóvil del cantante hasta que este, con movimientos lentos, se volvió revelando una expresión embobada, donde el rubor de mejillas y los ojos vidriosos de felicidad, siempre estaban presentes.

-¿De verdad?, ¿No me mientes?, ¿Lo estas diciendo en serio?, ¿De verdad quieres ir conmigo?

Eiri no pudo evitar el sonreír. Allí estaba Shuichi, el que creía haber perdido. Estaba allí, para él.

-Si, de verdad. Vamos

-¡¡¿Pero de verdad de verdad?!! ¡¡¿De verdad de la buena?!!

-Shuichi, en este momento me estabas pareciendo adorable. No lo estropees...

Con una sonrisa amplia en el rostro, la más grande de las felicidades allí reflejada. Shindou se puso de pie, posando las manos sobre la barandilla para saltar de nuevo.

La vista se le nubló de nuevo. Ignoro el vértigo, y afianzó uno de sus pies en el metal. En el momento de cruzar, sus manos en un movimiento torpe se desprendieron de la baranda y el pie se le resbaló. Se vio cayendo a cámara lenta hacia atrás. Yuki palideció, corriendo descalzo hasta la barandilla, alcanzando a sujetar a Shuichi por el puño de la manga de su niki, pero este no resistió. Cedió por el peso, y Shuichi resbaló del borde del edificio.

Eiri grito, gritó con todos sus pulmones. Pero Shuichi se había caído por la cornisa.

*********New Continue??

Bueno, pues este es el ultimo capitulo. ¿Qué les pareció?. Espero los comentarios y que haya resultado interesante. Muchas gracias a todos por haberlo leído. Un saludo.

Ja-ne!