Era un cementerio bastante bonito, algo pequeño pero acogedor a las afueras.

Yuki caminó cabizbajo, como las ultimas veces que había ido a visitar aquella tumba. No era algo frecuente, a menudo prefería olvidar, era algo mucho menos doloroso que estar recordando continuamente un pasado que te hiere.

Con delicadeza, poso unas flores sobre el tupido césped junto a la lapida. En tan pocos años el tiempo había echo estragos en ella, el nombre se veía ahora bastante diluido e irreconocible. No obstante al escritor no le era necesario leerlo, sabia perfectamente a quien pertenecía.

Rozó la lapida, con suavidad, casi como una caricia que se le regala a un amante.

Trató de sonreír, pero la sonrisa murió en sus labios, incapaz de ver la luz del día.

-Hacia mucho que no venia a verte, perdóname, quizá he estado demasiado ocupado, han pasado muchas cosas en mi vida últimamente...

El rubio sacó un cigarrillo del bolsillo y se lo llevo a la boca, buscando insistentemente el mechero por alguno de sus bolsillos. Al sacarlo e ir a prender el cigarrillo, sus ojos se quedaron estáticos sobre una foto-pegatina, antigua, desgastada, en la que el dibujo era difícilmente reconocible.

-... si, muchas cosas...- se quitó el cigarro de la boca, e intacto, volvió a guardarlo en la caja.

Acarició la foto-pegatina antes de volver a introducir el mechero en el pantalón.

Se volvió a observar a Tohma que lo esperaba distanciado. Una mueca de incomodidad se extendió por su rostro. Hubiera preferido ir él sólo, pero Seguchi parecía mucho más atento de lo habitual desde... bueno, desde el accidente, y eso ya suponía demasiada atención, a veces necesitaba tiempo para pensar. Preferiblemente el sólo. Pensar en toda la vida que había dejado atrás, en la vida que ahora le esperaba por delante.

-Yo... -prosiguió de nuevo hacia la tumba- me costo mucho reconocerlo... el que llegue a quererte en el tiempo que estuve contigo. Me hiciste sentir muchas cosas...- el rubio sonrió- ... aunque la verdad no es que todas fueran muy buenas ... pero puedo afirmar que el tiempo que estuve a tu lado fui feliz. Abriste para mi sensaciones desconocidas hasta ese momento...

Ahora... -el rubio miró el cielo, azul y brillante, dejándose arrullar por el silencio- ...Ahora ya ha pasado mucho tiempo, y por fin he decidido olvidarte. Quiero rehacer mi vida junto a otra persona, ser feliz- el escritor se acaricio la barbilla como si la ultima idea se le antojase extraña, o chocante- me siento bien a su lado, me da algo de esa seguridad y ese cariño que veía en tus ojos. Puede que esta vez me salga bien, estoy intentando cambiar, ser un poco más abierto, aunque no me esta resultando sencillo...

El rubio acario una ultima vez la lápida, dejando que la nostalgia le invadiera.

-Por todo eso he venido a despedirme. He dejado de sentirme culpable al pensar en todo lo que te quite por estar a mi lado, por conocerme. Espero que desde donde estés, puedas comprenderlo.

En una inclinación de cabeza, dio por finalizada sus palabras. Tohma se acercó a él, con aquella sonrisa delicada sobre sus labios, tomando la mano del rubio para hacerle saber que estaba ahí, que sabia por lo que estaba pasando.

-Veámonos Eiri, es lo mejor que puedes hacer...

Salieron del cementerio, y Yuki arrancó su elegante automóvil para que les llevara hasta el centro. Seguchi le observo en silencio, pensando en las posibles cavilaciones del rubio.

-¿Vas a ir ahora buscarle?

-Si, me dijo que saldría en un par de horas, y seguramente allí estén deseando perderlo de vista.

Tohma rió ante el comentario.

-Sinceramente -comentó el presidente sorprendiéndose a si mismo por su atrevimiento- nunca pensé que terminaras con alguien como él. Creí que habrías aprendido de experiencias pasadas a librarte de ese tipo de personas problemáticas y conflictivas. Puede ser interesante trabajar con ellas, o contarlas entre tus amistades, pero algo más ...- el rubio dejo la frase en el aire, procurando no ser demasiado punzante. No le gustaba mostrar esa faceta suya delante del rubio.

Dejémoslo en que te merecías algo mejor.

Yuki arrugó el ceño molesto. Seguchi mostraba esa actitud desde que había echo oficial su compromiso. Opinaba que se había precipitado demasiado. Que estaba cometiendo una locura.

-Creo que estoy en disposición de elegir lo que es mejor para mi- acotó el escritor molesto, sacando un cigarrillo mientras que sujetaba el volante con una sola mano- ¿o que debería hacer?, ¿Dejar que fueras tu quien me cuidara durante toda la vida?

Dejo caer la pregunta de forma mordaz, pero en cambio recibió una profunda y tergiversable mirada por parte de su cuñado, como si se lo estuviera afirmando, pero no se atreviese a decírselo claramente. El rubio prefirió dejar el tema, y cambiar rápidamente los derroteros de la conversación, por otra de la que todavía no estaba muy conforme.

-¿Y Tatsuha?, ¿Donde esta?

-Donde estaba

-Fuimos demasiado blandos con él, a eso no se le puede llamar castigo, es su cielo en tierra ¡seguro!- reprocho el escritor con el cigarrillo en la boca. No podía evitarlo, pensar en su hermano todavía lo hacia enrojecer de cólera- ¡¡Maldito carbón!!, cuando salí del hospital y llegue a mi casa, tenia en el buzón lleno de cartas del banco en las que me anulaban todas las tarjetas de crédito, e incluso tenia amenazas.

Tohma escucho en silencio hasta que llegaron hasta un edificio alto, lustroso, y en su gran mayoría acristalado.

-¿Seguro que no quieres que te lleve a algún otro sitio?

-No Eiri, gracias. Mika me espera en una cafetería cerca de aquí.

Se bajaron del coche y cada uno tomo una dirección distinta. El escritor entro en el edificio, atestado de gente de todas las edades, conduciendo sus pasos hasta la tercera planta, a un extremo de esta. Al no ver a nadie esperándole en la pequeña sala, se quedó allí de pie, expectante.

Tras unos pocos minutos de silencio, se empezaron a escuchar ruidos sordos y metálicos, como si alguien hubiera tirado un monto de artilugios al suelo, e incluso hubiera roto alguna cosa.

-¡¡Perdón!!- se escucho una voz amortiguada por encima del estruendo. Eiri sonrió divertido.

La puerta finalmente se abrió, dejando salir a un joven de unos veinte años, con ceñidas prendas de aire juvenil, y un brazo escayolado hasta el codo.

El chico parecía avergonzado, y tenia las cejas fruncidas en una mueca dispar, que se hacia cómica a ojos ajenos. No obstante, si había algo reseñable a primera vista del muchacho no era su expresión ceñuda, sino su llamativo y peculiar cabello rosa.

El chico sonrió al darse cuenta de la presencia del rubio.

-¡¡YUKIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!!

Corrió alegremente hasta él, y con el brazo sano se agarró a la cintura del escritor, que esbozó una mueca ufana.

-¿Qué te han dicho?¿Cómo va tu brazo?

El cantante sonrió avergonzado, soltándose de la cintura de su amante.

-Pues es que la verdad, sigo sin comprender muy bien el ingles, a si que me he enterado sólo de la mitad...-se rió avergonzado- pero creo que me dijo algo de que iba bien, y que ya me quitarían los hierros cuando volviéramos a Japón.

Afirmando satisfecho, el rubio sacó un cigarrillo

-Venga, vamos, te invito a comer...-

Los ojos de Shuichi brillaron el la expectación

-¡¡KFC!! ¡¡Por favor!! ¡¡KFC!! ¡¡Vamos a comer pollo estilo picante extra crujiente!!

El escritor frunció el ceño, arqueando una ceja a la par que le soltaba un sonoro collejon al joven de cabellos rosados.

-¡¡A comer algo decente estúpido!!, ¡¡Todavía no te has curado de la anemia!!, ¡¡¿A quien se le ocurre pasarse semanas alimentándose sólo de basura y dulces?!!

Shuichi lloriqueó, acariciándose el cuello, aun aturdido por la reacción del escritor, aunque todo fuera dicho, el rubio en los últimos meses, parecía haberse vuelto incluso un poco cariñoso... aunque muy a su manera.

-Hablo el señor don cervezaytabaco- se quejó el cantante cabizbajo ante la reprimenda, pero a si mismo buscando pegarse un poco al cuerpo del novelista.

-Si, pero al menos no me voy cayendo de decimos pisos por ahí.

Las palabras provocaron una mueca compungida en el joven de cabellos rosados. El escritor ante la reacción, dio el tema por zanjado, y comentó con afabilidad.

Demasiada suerte tuviste de romperte sólo el brazo baka.

El cantante lo meditó, y tras pensar en lo que podía haber pasado, afirmó enérgicamente con la cabeza. No todos los días se tenia la suerte de que estuvieran haciendo practicas de incendios, y tuviesen la zona acordonada y con gigantescas colchonetas de aire, esperándole a uno justo debajo.

Romperse el brazo había sido una caricia comparada con la posibilidad de haber quedado echo una masa sanguinolenta en el asfalto. Además, había sido al tenerle que operar, cuando al hacerle nuevos análisis de sangre se había descubierto que Shuichi no padecía ningún tipo de cáncer terminal, pero en cambio si tenia una importante Anemia por falta de hierro y todo tipo de vitaminas. "Pésima alimentación" les había dicho el doctor cuando Shindou todavía estaba en cuidados intensivos tras la operación de huesos, "por lo demás perfectamente sano". Una explicación bastante lógica a los mareos y dolores de cabeza constantes que había tenido el cantante si alguien le hubiera prestado la debida atención.

Tras la valoración del medico, varias miradas se volvieron acusadoras hacia Hiro, que las devolvió nervioso alegando "a mi lo que me dijeron".

Un posterior visita a primer hospital aclaró muchas cosas...



~Un rato después, en algún restaurante tradicional del centro~

-Shuichi, hay algo que he querido preguntarte varias veces...

El aludido, con los palillos en la boca, le miró interrogante.

... pero siempre que te saco el tema me sales con evasivas y no me quieres contestar...

Yuki, se puso todo lo serio de lo que era capaz, provocando que Shindou empezase a poner cara de cachorrito abandonado ante la pregunta inminente.

¿Qué fue lo que hiciste con Sakuma?

-Ya te lo dije... - murmuró con un hilo de voz apenas audible el cantante, dejando el tazón de Udon sobre la mesa así como los palillos.

Si, pero quiero los detalles

El rostro de Shuichi adquirió un tinte rojizo, con una mirada avergonzada que desvió hacia una esquina de la mesa.

-Shuichi....

Haciéndose el casual, el cantante miró distraídamente el reloj analógico que traía en la pulsera.

-Y hablando de Sakuma-san... ¡¡Mira que hora es!!, ¡¡Vamos a llegar tarde a su casa!!

Se puso de pie, bebiéndose de un trago la poca sopa de miso que quedaba. Para cuando el rubio reaccionó, Shindou ya estaba en la puerta haciéndole señas con la mano.

El rubio se pregunto que era lo que le empujaba a ir a la actual residencia en América del antiguo vocalista de Nittle Grasper.

-¡¡¡YUKIII!!! ¡¡Date prisa!! ¡¡Sakuma-san nos espera!!

Si, esa era una buena razón, el saberse "cornudo" una vez ya le era suficiente, no quería una segunda. No era que desconfiara de Shuichi, pero no se fiaba un ápice de Ryuichi. Seguía viendo en los ojos del antiguo cantante aquel brillo especial, tan sólo presente cuando Shindou estaba presente. El brillo propio de un amor o una pasión que no has sido consumadas, o al menos no por completo, y la hacia por lo tanto, de las peores, pues podías pasarte una vida entera sumergido en dudas y pensamientos melancólicos de lo que pudo haber sido y no fue.

Se levantó pesadamente de la mesa, empezando a realizar ejercicios de respiración, para no romperle la cara a Sakuma cuando lo tuviese delante.

******

Sakuma estaba comiendo palomitas delante de la televisión. El salón estaba desordenado, con varias revistas de música tiradas sobre la mesa y algunos videojuegos regados por la alfombra. Kumagoro por su parte estaba sobre una mesa auxiliar, junto a un marco de cristal donde se encontraban Shindou y el mismo abrazados, en uno de los últimos conciertos que habían cantado juntos. Era una de las pocas fotos que el cantante tenia por su casa.

Sonó el timbre de la puerta. Ryuichi la miró de reojo, sin dejar de engullir palomitas, esperando que fuera otro el que la abriera, pero al ver que llamaban una segunda vez y nadie abría. Se puso de pie, y sorteando los obstáculos del suelo, abrió la plancha de madera.

Una cara sonriente le esperaba tras ella.

-¡¡Hola!!

-¡¡Shuichi!!

El antiguo cantante de Nittle Grasper, abrazó al joven con efusividad, ignorando la figura alta e imponente que suponía el rubio a su lado, sacándole más de cabeza y media, y dedicándole una gélida mirada.

Sakuma soltó al cantante y sonrió ampliamente, dejándoles entrar en la casa. Shuichi revoloteó por el salón, maravillándose con la cantidad de videojuegos que veía, Yuki en cambio se apoyó en una pared, lo más próxima a la puerta, con los brazos cruzados y el ceño fruncido en su rostro.

-¿Qué tal Sakuma-san?, ¿cómo te ha ido?- preguntó el joven de cabellos rosados con una sonrisa- Siento no haber venido antes a verte, pero entre el disco, que no veas lo que costó al final terminarlo..., y el brazo... pues bueno, la cosa se alargó.

-¡¡Bastante bien nanoda!!, ¿queréis algo de beber?

El vocalista de Bad Luck afirmó, y Ryuichi salió al pasillo de la casa y le grito a una cuarta persona que trajera unos refrescos o algo de café.

-¿Qué estas haciendo últimamente por aquí?, ¿Estas trabajando en algo?- inquirió sumamente interesado Shuichi, sentándose en un asiento pequeño que había junto al sofá.

-Pues la verdad es que ahora yo-

Un joven moreno entro en la habitación portando una bandeja de bebidas

-No quedaba más Pepsi en la nevera, así que traje lo que había...

Se produjo un silencio en la sala, con todas las miradas convergiendo en él. Incluso Yuki, que iba con la clara disposición, de mantener cara de "perro" durante todo lo que durase la tediosa visita, se le resbalaron las gafas de sol y no puso suprimir una carcajada.

-¿Qué tal te va el castigo Tatsuha?

Pregunto jocoso el rubio a su hermano, al verle de arriba abajo con pinta de chacha domestica, con todos sus complementos. (delantal de cuadros, pañuelo de flores en la cabeza, guantes de goma de fregar, el plumero saliendo por uno de sus bolsillos...)

El moreno no respondió, se limito a bufar molesto, depositando las bebidas sobre la mesa. Y regresando todo digno por donde había venido.

-Coge lo que quieras noda!- pidió Ryuichi cordial.

De las latas sobrantes de la bandeja, Sakuma tomó una y esbozando una gran sonrisa, la agitó enérgicamente antes de abrirla, rociando intencionadamente con ella todo el sofá.

-¡¡Tatsuha!!- gritó el cantante- se manchó el sofá noda!!

Shuichi sonrió, se notaba que Sakuma todavía estaba enfadado. Y eso que todo el mundo había fruncido el ceño en desaprobación cuando Tohma había sugerido que la mejor lección ejemplar era dejar al menor de los Uesugi en manos de Ryuichi a modo de sirviente.

Tatsuha regresó hastiado, con una caldero de agua y una esponja para frotar. Todos lo miraron con una sonrisa divertida, mientras el rostro del moreno enrojecía en la vergüenza y la impotencia.

Podía negarse, claro que podía, pero las consecuencias serian mucho peores que tener que hacer cuatro faenas domesticas, y complacer algún que otro capricho del cantante a las tantas de la mañana, como el día anterior cuando a las cinco, tuvo que ir al otro lado de la ciudad, tan sólo para traerle un determinado tipo de dulce que sólo vendían en un supermercado de veinticuatro horas.

Además siempre le quedaba la esperanza de que su Honey Ryuichi, le requiriese para algo más que todas esas indeseables tareas.

Continuaron conversando, pero Shuichi tampoco pudo quedarse durante mucho más, pues no dejaba de sentirse incomodo por Yuki, y como les miraba a los dos.

Se despidieron con un nuevo abrazo, prometiendo visitarse cuando el uno fuera nuevamente al país del otro y viceversa.

La visita se marchó, dejando a Sakuma con expresión ambigua, contemplando como Tatsuha seguía frotando el sofá con aire de mártir resignado.

Se puso de pie a su lado, tirando de él hacia atrás por medio de un pequeño collar de cuero que a simple vista pasaba desapercibido, para murmurarle artificiosamente al oído.

-Y déjalo bien limpio pues sino, a lo mejor es hoy cuando me tomo la venganza de aquel día en el hotel... y créeme, no seria delicado...

Al moreno se le erizo la nuca, ante el cálido aliento, y el roce de los labios de Ryuichi en su piel, que sonrió oscuramente a la par que le soltaba de un brusco empujón. Tatsuha se encontró por un momento sólo en la sala con la esponja en la mano y mirando con expresión vacía el sofá. Tras un casi inexistente instante de vacilación, se volvió hacia la mesa donde quedaban los refrescos que habían sobrado, y cogiendo el primero que tuvo a mano lo vertió por completo sobre las manchas de anterior, asegurándose pues, de que la mancha se quedaría allí para los restos.

*******

El rubio contemplaba en silencio el reflejo del pálido rostro del cantante tras la cena. Parecía ausente. Shuichi no solía mostrarse de aquella manera. Necesitaba preguntarle nuevamente, pero sabia que no obtendría respuesta.

Había algo en su interior que no se quedaría tranquilo hasta saberlo todo. Y ya había probado prácticamente todo para intentar sacarle la información. El cantante sabia guardar muy bien un secreto cuando se lo proponía.

Pese a todo no pensaba darse por vencido, todavía le quedaba por probar un par de cosas...

-Mañana regresamos a casa- comentó el rubio con indiferencia. El cantante cabeceo.

Podríamos celebrarlo.

El escritor llamo a un camarero y le pidió que le subieran a la habitación del hotel una botella de champán, así como otros licores varios, asegurándose de que fueran de sabor dulce y agradable, pero no por ello, no estar bien cargados en grados.

Deberías aprovechar, las bebidas de aquí son muy distintas a las de Japón.

Shuichi miró al escritor confuso, más cuando al estar ya en su habitación, se soltó los botones de la camisa, y echando un poco de ese licor en un baso se lo metió en la boca, para luego compartir el líquido en un húmedo beso donde el licor escapó por entre sus labios. Shindou se encontró guiado rápidamente hasta la cama, ruborizado y confuso, tomando torpemente con la mano sana los vasos de licores dulces que el escritor seguidamente le tendía. Le gustaban, eran suaves, y el rubio lamía los finos hilos de bebida, cuando a él, en la torpeza de tenerse que valer sólo con un brazo, se le caía accidentalmente algo del contenido por su boca hasta su cuello.

El cantante abrió la boca en busca de aire, ligeramente embriagado, el calor se extendía más rápidamente por su cuerpo. Yuki termino de desabotonar los botones de la camisa del cantante, y le tendió varias copas más que serian aproximadamente media botella larga más de licor.

-Yukiii- gimió Shuichi acariciando suavemente el pelo del rubio, que le besaba y mordisqueaba el vientre.

Satisfecho al ver que la embriaguez del cantante empezaba a estar a la altura de sus necesidades, el escritor serpenteó por el cuerpo del joven hasta llegar a su cuello, morderlo y después conducir su lengua lamiendo hasta el lóbulo de la oreja, pequeña y rosada.

-Shuichi... - murmuró el rubio junto a él, dejando que sus manos continuaran con pequeños juegos insinuadores, que bajaron hasta el borde del pantalón- estaba pensando... que porque no...

Una mano traviesa desabotonó la prenda, acariciando las nalgas para luego apretarlas con fuerza y clavar la erección del cantante contra la pierna del escritor.

Shindou jadeó, con la movilidad diezmada por su brazo escayolado. Acariciaba lo que podía con su única mano libre. Estaba porque no decirlo, muy borracho. No sabia ni cuanto le había dado de beber el escritor, ahora se limitaba a saborear la sensación sofocante del cuerpo del rubio sobre él, sus caricias, y esa necesidad de responderlas y exigir más.

-¿Por qué no me lo cuentas?

Escuchaba ansioso, aquella voz que lo enloquecía, más ahora que parecía haberse vuelto ligeramente melosa. El cantante sonrió, encontrándolo divertido en el rubio y riéndose débilmente.

Yuki frunció el ceño, pero no dejo que su atención fuese desviada de su propósito inicial, soltó sus nalgas, y condujo una de las manos hasta el miembro del cantante, haciéndole convulsionar al sentir su mano sobre éste.

Bebió de su boca. Shuichi se arqueaba como podía, abriendo la boca en un jadeo continuo, dando la bienvenida a la lengua que en ella se introducía. Por fin el escritor cuando creyó que Shuichi ya estaba suficientemente embotargado y fuera de si, volvió a preguntarle al oído, sin dejar de lado sus caricias placenteras.

-¿No me vas a decir lo que hiciste con Sakuma?

Puede que se ruborizase más, o también puede que ya hubiera estado si desde el principio. Lo cierto es que el rostro de Shuichi era un cuadro para admirar, así como su pecho que se movía agitadamente.

-Yo...

Entre cerró los ojos, arqueándose ligeramente hacia atrás, moviendo la cadera en busca de un contacto más profundo con la mano del rubio.

-Yo ... eh... -las palabras se le cortaban en la boca, sentía la cabeza volada y todo aquello tenia más apariencia de fantasía que de realidad en su cabeza.

Le pareció que Yuki le ronroneaba al oído. Divertido con ello, dejándose llevar tras la cortina del alcohol que todo lo desinhibe, susurró al oído de forma entrecortada y sin mucha coherencia las cosas más reseñables que había hecho con el cantante de Nittle Grasper.

Eiri escuchó con atención, con celos si cabe, hasta que llegados a cierto punto, su rostro adquirió una expresión dispar que a los pocos segundos muto en una carcajada limpia y sonora.

Yuki se vio incapaz de seguir con lo que estaba haciendo, pues era mirar a Shuichi reirse de nuevo, hasta el punto de que se le saltaban las lagrimas. Con ese tipo de risa que una vez que empiezas te ves incapaz de parar.

Perturbado, el joven de rosados cabellos lo observo durante unos segundos, que fue el tiempo que necesito para que el alcohol le permitiese razonar que el escritor se estaba riendo de él.

-¡¡¿QUÉ?!!- preguntó enfadado.

-¡¡Que no te veo haciendo eso!!

Yuki se llevó la mano al estomago, ignorando la mueca malhumorada y vengativa que estaba tomando el rostro del cantante.

-¡¡¿Cómo qué no?!!, ¡¿A qué te lo demuestro?!- Shuichi con el alcohol, podía llegar a comportarse de una forma muy cabezota y obstinada. El escritor le ignoró, y cuando quiso darse cuenta, Shindou con una fuerza que utilizaba a veces, sacada a saber de donde, le presiono sobre la cama, arrancándole los pantalones de un tirón secó.

El escritor se dejo de reír, mirando con los ojos desencajados al joven de cabellos rosados, y como si inclinaba hacia él.

-¡¡Shuichi no!!, ¡¡Ni se te ocurra!!

Pero se dio tardíamente cuenta de que el cantante estaba borracho, y cuando estaba así, tenia la mala costumbre de no escucharle y hacer lo que le venia en gana. Intentó moverse, pero Shuichi le volvió a empujar contra la cama, utilizando para ello parte de su peso.

¡¡PARA!! -el escritor se empezó a ponerse histérico, aquello no era ni de lejos lo que había pensado.

Shuichi sonrió con las mejillas enrojecidas en una mirada maliciosa y picara cuando, con torpeza primeriza, logro introducir un dedo en la entrada del escritor. A este se le saltaron las lagrimas.

-¡¡TE CREO SHUICHI PERO PARA!!

-¡¡SHUIIIIICHIIIIIIIIIIIIIIIIII!!

************Game Over

Hasta aquí llegamos, este si es el verdadero final. No quise subirlo todo de un tiron para intentar dar un poco más de emoción... no si lo he conseguido o simplemente despertar miradas airosas de todos vosotros ^^UUU .

Espero que la historia haya gustado a todos los que la han estado leyendo. Muchas gracias por acopañarme hasta aqui. Tambien gracias a todos los que se han moletado en darme u opinion y me han estado apoyando.

Nos veremos en otros esperimentos ^^UUU

Ja-ne!