¿Qué creen? ¡Todos estos personajes pertenecen a JKR! ¡No he inventado a ninguno! ¡Ninguno me pertenece!

Nota de la autora:

De acuerdo, la última vez ff.net trabajó por alrededor de una hora y luego murió otra vez. Tengo la esperanza de poder enviar esto y ver algunos comentarios esta vez (eso puede ser un poco demasiado optimista, ya sé).

Nota de la traductora:

Silverfox es de Austria (no confundir con Australia) y su lengua materna es el alemán, pero escribió "Harry Potter, Caretaker of Hogwarts" en inglés, si deseas leer la versión original, puedes encontrarla en fanfiction.net y si deseas escribirle (en alemán o inglés, preferentemente) su dirección es silverfox@kabsi.at


Capítulo 5: ALBUS

Harry siguió a Albus Dumbledore hasta su oficina sin decir palabra. ¿Qué podría haber dicho? Probablemente debería haberle dado las gracias por darle una oportunidad y un nuevo empleo, pero justo ahora, luego de su encuentro con Lavender y viendo con quiénes tendría que trabajar, no se sentía del todo contento por trabajar en Hogwarts.

Dumbledore no dijo nada tampoco. Caminó adelante, sonriéndole ocasionalmente a Harry como si esperara que él iniciara la conversación. Harry permaneció silencioso.

Alumnos cansados los adelantaron en grandes grupos camino de sus dormitories. Harry recordó la primera vez que había visto la sala común de Gryffindor oculta detrás del retrato de la dama gorda y lo impresionado que había estado. También se las había arreglado para entrar a la sala común de Slytherin una vez y recordó haberse preguntado cómo serían las de Hufflepuff y Ravenclaw. Bueno, lo sabría muy pronto. Tendría que limpiarlas, después de todo.

Se preguntó cómo se suponía que iba a mantener limpio todo el castillo él solo. ¿O habría algún hechizo que se suponía debía usar para ayudarse? Pero Filch era un squib. No habría podido hacer hechizos. ¿Entonces, cómo se las arreglaba el viejo conserje? ¿Equipo mágico?

Dumbledore guió a Harry dentro de la oficina y cerró la puerta detrás de ellos.

-Te hemos extrañado, Harry –dijo suavemente.

Harry no respondió. Sí, seguro. Lavender Brown obviamente lo había extrañado. Era por eso que no había querido sentarse junto a él durante el banquete. Neville y Charlie, sin embargo, habían parecido realmente contentos de verlo y Neville incluso había estado esperando verlo. Bueno, tal vez tenía un amigo entre el personal. Neville era tan nuevo como él. Eso podría hacer que quisiera estar con Harry sin importar lo que había hecho.

Oh, seguro, Neville el héroe de guerra. ¿Por qué habría de querer eso? Había sido bien recibido por el personal como si siempre hubiera pertenecido ahí. Por supuesto que así era. Ellos compartían muchos recuerdos. Recuerdos de la gran batalla que habían peleado juntos mientras Harry había estado sentado en su pequeña celda de Azkaban preguntándose qué había sido de las personas a las que una vez había llamado amigos. Tal vez debería haber tratado de encontrarlos luego de que lo dejaran libre. Tal vez debería haber vuelto, sólo para decir algunos adioses.

-Te permití desaparecer en el mundo muggle porque pensé que eso era lo que querías, tú estarías bien ahí. Fuiste criado por muggles, después de todo. Esperaba que supieras lo que estabas haciendo, pero no era así, ¿verdad?

Harry no dijo nada tampoco. ¿Qué había que decir? Había ido a la deriva desde que había salido de Azkaban. Casi había recorrido el mundo entero, huyendo de sí mismo, huyendo de lo que había hecho, huyendo de lo que toda la gente del mundo mágico pensaría de él. Bueno, ahora estaba aquí. No más huida. No había a dónde huir.

-Siempre me mantuve a distancia de ti, ya sabes –suspiró Dumbledore-. Pensé que te calmarías después de un tiempo, que encontrarías un lugar donde te gustaría estar, pero siempre te mantuviste en movimiento yendo de un trabajo aquí esta semana a otro la semana siguiente. Me hiciste realmente difícil el seguir tus movimientos. Casi te perdí un par de veces.

-No le pedí que me siguiera –contestó Harry, su voz temblando ligeramente a pesar de su mejor esfuerzo por sonar casual-. No quería ser seguido. Quería que me dejaran solo, apartarme del mundo mágico.

-Ah, pero te dejé solo. Únicamente estaba vigilando, nunca interfiriendo. Te dejé seguir tu camino. Pensé que tenías edad suficiente como para saber lo que estabas haciendo. Confié en que serías capaz de manejarlo y entonces... –Dumbledore se detuvo y miró a Harry por un momento-. ¿Harry, por qué trataste de suicidarte? –preguntó suavemente-. ¿Por qué no me pediste ayuda si estabas tan desesperado?¿No hice siempre mi mejor esfuerzo por ayudarte siempre que estuviste en problemas? ¿Por qué habrías de preferir la muerte antes que dirigirte a mí?

Harry miró hacia el piso. Dumbledore sonaba tan triste, tan decepcionado. ¿Pero no habría estado decepcionado desde un largo tiempo antes de que Harry terminara en aquel hospital muggle luego de cortarse las venas? ¿Y qué estaba esperando que dijera al respecto?

-Pero yo no quería su ayuda. No quería volver aquí. ¿Todo el tiempo que estuve viajando, moviéndome? Estaba buscando un lugar donde no pudiera recordar, donde pudiera simplemente ser un muggle cualquiera y nunca tener nada que ver con el mundo mágico otra vez. Pero no pude encontrarlo. No existe ese lugar. Demasiadas de mis memorias están atadas al mundo mágico y todas me llevan de vuelta a lo que hice. Los decepcioné a todos. ¿Cómo podría volver? Ya no pertenezco aquí. ¿Por qué me hizo regresar?

-Porque no quiero que mueras, Harry. Porque pienso que puedo ayudarte, que esto es lo mejor para ti. Aquí es a donde perteneces, Harry. Este es tu hogar. Como te dije: todos te hemos extrañado. Te queremos de vuelta y tú nos necesitas.

-Oh, seguro. ¿Como me quiere Lavender? ¿O MacGonagall? Oh, sí, MacGonagall está pretendiendo que todo está bien, pero no puede mirarme realmente a los ojos cuando me habla. Está demasiado decepcionada y con una buena razón.

-Aún te extraña. No sabe cómo hablarte después de que has estado ausente por tanto tiempo, pero eso cambiará con el tiempo. Lavender, lo admito, no está muy impresionado por verte de nuevo, pero ustedes dos nunca fueron muy cercanos. Siempre habrá gente a la que no le gustarás. No puedes ser amigo de todos. Los otros te aceptarán. Dales una oportunidad y ellos incluso serán tus amigos.

-Oh, ¿en serio? ¿Qué le hace pensar que van a perdonarme? –Harry rió amargamente.

-Perdonaron a Severus –dijo Dumbledore calmadamente-. ¿Por qué no habrían de hacer lo mismo por ti?

Harry miró al director.

-Snape es el héroe de todos. Por supuesto que lo perdonaron después de lo que hizo por redimirse.

-Lo perdonaron mucho antes de eso, Harry –dijo Dumbledore con seriedad-. Fue difícil para él aceptarlo, sin embargo –sonrió-. El resto del mundo perdonó a Severus mucho antes de que él se perdonara a sí mismo. Deberías hablar con él, Harry. Si alguien puede darte consejo sobre cómo manejar tus recuerdos, es Severus.

-Oh, ¿en serio? ¿Piensa que él sabe cómo me siento?

-¿Piensas que él nunca quiso morir? –respondió Dumbledore, imitando su tono de desafío-. No tienes idea de lo que pasé con Severus. Él está bien ahora, pero nos tomó un largo tiempo llegar hasta aquí. Él puede ayudarte a encontrar el camino también. Por favor, Harry, lo digo en serio. Habla con Severus. Dile cómo te sientes. Él te ayudará.

Harry suspiró. ¿Hablarle a Severus Snape sobre sus sentimientos? ¿Sobre las cosas que había hecho? ¿Sobre los errores que había cometido? ¿Sobre Azkaban? ¿Sobre tratar de suicidarse? ¿A Severus Snape de entre toda la gente? ¿Snape, quien era tan fuerte? ¿Quien arriesgó su vida por enmendar sus errores mientras Harry huía de los suyos? ¿Severus Snape, el gran héroe? No, imposible. Ni siquiera podía mirar a Snape a los ojos después de lo que había hecho. Al menos él no sabía de intento por abandonar la vida. ¿O sí sabía?

-¿No les dijo lo que hice, o sí? No les contó que yo... que yo... –Harry no pudo continuar. No podía decirlo.

-¿Que trataste de suicidarte? –completó Dumbledore por él.

Harry asintió, incapaz de hablar.

-Por supuesto que lo hice. Tenían que saber lo que había pasado. Por qué decidí involucrarme en tu vida otra vez de repente. Y necesitaban saberlo si iban a ayudarte a lidiar con eso. Son tus amigos, Harry. Muchos de ellos están cerca de ti otra vez.

"Demasiado cerca" pensó Harry, pero decidió no decirlo. Dumbledore no lo aceptaría.

-Desearía que no lo hubiera hecho. No deseo hablar sobre esas cosas. No con ellos y tampoco con usted. Es mi problema y voy a manejarlo como lo crea mejor.

"Quédese fuera de mi vida" pensó "Ya es suficientemente duro y no quiero pensar en usted recordándomelo constantemente"

-Muy bien –dijo Dumbledore-. Si eso es lo que quieres. Aquí están tus llaves. Ya sabes dónde están tu habitación y tu oficina. Podría tratar de explicarte tus deberes, pero te sugiero que mejor le preguntes a tu amigo Dobby acerca de eso. Fue el asistente de Argus durante los últimos cinco años y conoce el asunto mejor que yo. En realidad los elfos domésticos conocen sus trabajos muy bien y difícilmente necesitan supervisión alguna. Así que te sugiero que empieces a leer los expedientes de los estudiantes y que hables con Dobby para lo demás. Si tienes más preguntas después de eso no dudes en acudir a mí. De hecho, no dudes en acudir a mí aunque no tengas preguntas. Me encantará simplemente sentarme y charlar cada vez que quieras hacerlo.

Harry tomó las llaves que le ofrecía y se dirigió a la puerta. Se sentía agradecido de poder marcharse. ¿Volver a charlar? No, gracias.

-Gracias, director. Estoy seguro de que podré arreglármelas.

-¡Y, Harry!

Harry dio vuelta y miró al director sorprendido.

-Por favor, llámame Albus. Todo el personal lo hace. Somos una gran familia, tú sabes –Dumbledore sonrió para animarlo.

-Sí, señor. Lo intentaré –contestó Harry y se deslizó fuera tan rápido como pudo.

En el momento en que Harry salió, algo blanco se precipitó hacia él, se detuvo en seco ante la vista de su ropa otra vez y rápidamente trepó hasta su hombro.

-Hola, Twichy –Harry ya no se sorprendería más ante la súbita aparición del hurón-. ¿Dónde estabas? Pensé que  me habías abandonado.

Twichy le hizo cosquillas en la oreja izquierda. Luego corrió hasta el hombro derecho. Harry hizo un medio intento por atraparlo y quedó completamente sorprendido al sentir algo suave y peludo en su mano. Apartó un poco a Twichy para una breve inspección. El hurón era lindo, con su espeso pelaje, inquieta nariz y gentiles ojos grises.

¿Ojos grises? ¿No se suponía que los hurones blancos debían tener ojos rojos, como los ratones blancos? Obviamente, no. Harry sonrió a su peludo nuevo amigo.

-Estás preguntándote por qué no uso túnicas como todos los demás, ¿no es así? Deben ser más fáciles para trepar por ellas. Bueno, verás, no tengo ninguna túnica ni dinero para comprar una.

El hurón lo miró una expresión repentinamente triste, tanto que casi parecía que hubiera entendido y sintiera pena por Harry.

-Está bien, pequeño amigo. Compraré algunas con mi primer sueldo. Entonces podrás trepar y bajar por mí tanto como quieras... Aunque probablemente lo harás de todos modos.

¿Era sólo la imaginación de Harry o el hurón había asentido?

-¿Sabes algo? Tengo elfos domésticos que trabajarán para mí –continuó, acariciando gentilmente el suave pelaje blanco-. Y me estaba preguntando cómo se suponía que iba a mantener limpio el castillo entero yo solo.

Twichy pareció poner los ojos en blanco como si dijera "por supuesto que los tienes. Yo sabía eso. ¿Tú no?"

-Honestamente, no tenía idea. Nunca pensé mucho acerca de Filch y de su trabajo –puso al hurón de nuevo en su hombro-. Vamos, exploremos mi nueva habitación juntos.

Fue al lugar donde Filch tenía su oficina y entró un poco tímidamente aún a pesar de que sabía que no habría nadie adentro. La habitación aún lucía igual que como Harry la recordaba. Tendría que deshacerse de los grilletes en primer lugar a la mañana siguiente. Todos los expedientes polvosos estaban ahí también. Harry decidió que sólo necesitaba leer y conservar aquellos que pertenecieran a alumnos que todavía estaban en Hogwarts. Tal vez podría encontrar un salón vacío para almacenar aquellos que no tenían uso para él.

Rápidamente pasó por la oficina y entró al cuarto que estaba detrás. Estaba escasamente amueblado y lucía vacío y sin uso. Bueno, ¿qué había esperado? Filch por supuesto se había llevado todas sus cosas con él al mudarse.

Twichy saltó de su hombro a la cama y observó con curiosidad mientras Harry desempacaba sus pocas pertenencias. Le tomó menos de cinco minutos.

Harry se preguntó si el hurón y Filch habían sido amigos. No le parecía probable, recordando a la Señora Norris y la velocidad con que sus filosas garras atrapaban cualquier cosa pequeña e inquieta.

-¿Huele a gato aquí? –le preguntó al hurón-. No te preocupes, no tengo ninguna molesta mascota que vaya a cazarte. Solía tener una lechuza, pero no sé qué fue de ella cuando me arrestaron. Probablemente no me recordará de todos modos. Fue hace casi diez años.

Twichy miró a Harry con simpatía y Harry se sentó en la cama junto a él. Twichy inmediatamente saltó a su regazo.

-No me gusta hablar de esas cosas, ¿sabes?, pero decepcioné a todos. A todos esos grandes humanos que andan por ahí con largas túnicas para que trepes por ellas –dijo suavemente-. Deben odiarme ahora, pero algunos sienten pena por mí. Es por eso que estoy acá. Porque Albus Dumbledore me tiene lástima... Él dice que quiere que vaya y hable con él de mis problemas. Como si simplemente pudiera ir y decirle que no quiero estar aquí y que preferiría estar muerto.

El hurón dejó escapar un chillido alarmado. Harry se sorprendió. ¿Había maltratado alguna parte delicada de su cuerpo? Levantó a Twichy y lo examinó cuidadosamente. El hurón se retorció, se deslizó de su mano y regresó a su hombro, donde procedió a hacerle cosquillas en la oreja.

-¿Estás bien, Twichy? No era mi intención lastimarte. Es sólo que no sé sujetar correctamente a un hurón. Nunca había conocido uno antes.

Pero Twichy parecía estar bien. Continuó corriendo sobre Harry alegremente, haciéndole cosquillas aquí y allá y haciéndolo reír. Eso se sentía bien. Harry no había reído en mucho tiempo. Qué mal que Twichy no le perteneciera. Realmente estaba haciéndolo sentir mejor. ¿Tal vez debería comprarse una mascota cuando fuera a comprar túnicas? ¿Algo pequeño y cariñoso, justo como Twichy? Sería agradable tener un compañero propio cuando Twichy se aburriera y volviera a casa con su dueño. ¿Era por eso que Filch conservaba a aquella desagradable gata? ¿Porqué no había tenido otros amigos? Harry estaba empezando a sentir pena por el antiguo conserje, pero era demasiado tarde para hacer enmiendas ahora.

El hurón se quedó hasta que Harry empezó a prepararse para dormir. Entonces de repente saltó de la cama y desapareció dentro de una ventila.

-¡Hey, espera! –lo llamó Harry-. Puedes dormir aquí si quieres. Te prepararé una agradable cama en un gaveta abierta o algo.

Pero Twichy no parecía querer dormir en una gaveta de Harry. Eso o ya estaba fuera de alcance. No regresó.

Así que Harry se acostó sintiéndose solitario otra vez y pronto se durmió. Tenía mucho que hacer en la mañana. Si tan solo la totalidad del personal no estuviera enterada de su intento de suicidio. Esa era una cosa que hubiera querido guardar para sí mismo.

Continuará…


En el próximo capítulo:

Hablaremos con el profesor de Estudios Muggles, sabremos sobre el destino de la mayoría de los Weasley y Dobby hará una aparición (¿Cómo lo logró? No había planeado incluirlo en este fic).

Notas de la autora:

Por favor, comenten.