¿Qué creen? ¡Todos estos personajes pertenecen a JKR! ¡No he inventado a ninguno! ¡Ninguno me pertenece!

Nota de la autora:

Y aquí está. El largamente esperado capítulo siete. Finalmente descubriremos lo que hizo Harry.

Nota de la traductora:

Silverfox es de Austria (no confundir con Australia) y su lengua materna es el alemán, pero escribió "Harry Potter, Hogwarts' Caretaker" en inglés, si deseas leer la versión original, puedes encontrarla en fanfiction.net y si deseas escribirle (en alemán o inglés, preferentemente) su dirección es silverfox@kabsi.at



Capítulo 7: CHO

De nuevo la cena fue mejor de lo esperado. Neville, Charlie y Fred estaban tratando todavía de ser amables con Harry e intentaron hacerlo participar de su conversación. Eso quizá habría sido realmente agradable si Harry no se hubiera sentido tan desubicado en el mundo mágico. Una y otra vez se encontró a sí mismo preguntándose sobre eventos y gente de los que hablaban los otros. No quería hacer muchas preguntas aún si ellos deseaban contestarlas. Eso habría ayudado mucho en la conversación.

Después de la comida, Harry fue a buscar a Dobby y se sentaron a trabajar en el horario para los martes. Para cuando finalmente terminaron con eso, Harry además sabía con qué frecuencia y por cuánto tiempo iba el señor Filch al baño, cuanto tiempo dormía y cuántos pares de zapatos tenía.

Luego de toda esa útil información, Harry sintió que necesitaba otro descanso y le dijo a Dobby que continuarían con el horario a la mañana siguiente.

Una vez que se marchó el elfo doméstico, Harry se recostó y relajó en su silla por un rato. Dobby era probablemente el único amigo real que tenía en el castillo, pero tratar de sacarle alguna información específica era realmente tedioso. Ahora, ¿qué podía hacer con el resto del día?

Harry decidió volver a su exploración del castillo, pero pronto se aburrió. Los elfos parecían tenerlo todo en perfecto orden. Mirando por las ventanas pudo darse cuenta de que era un día perfecto. El sol brillaba sobre el campo de quidditch. No quedaban muchos días como ese antes del inicio del invierno. Pronto las tormentas de otoño se presentarían y enviarían lejos los últimos restos del otoño.

Harry decidió dar un paseo por los jardines. Era un día demasiado hermoso como para desperdiciarlo. Durante los cinco años que había pasado en Azkaban nunca había tenido el lujo de salir y disfrutar el sol y desde que había salido había sentido la necesidad de hacerlo. Simplemente no tenía bastante de aire fresco y luz de sol.

"¿Tal vez guardabosque habría sido un mejor trabajo para mí que conserje?" pensó. Entonces habría podido pasar la mayor parte del tiempo viviendo en esa pequeña cabaña que había sido de Hagrid y permanecer lejos de la gente. Por supuesto esa era la verdadera razón por la que Dumbledore le había dado ese trabajo. Así estaría rodeado de gente que podría vigilarlo por si acaso trataba de suicidarse otra vez.

Caminó por la orilla del lago durante un rato pensando en lo mucho mejor que era eso a encontrarse en su pequeña celda de Azkaban. No había tenido que lidiar con los dementores, afortunadamente, ya que se habían pasado del lado de Voldemort dos años antes de su arresto, pero aún así era deprimente estar encerrado en un cuarto pequeño sin luz de sol.

Cada paso en el camino traía a la superficie recuerdos de su infancia y amigos. Todas las horas felices que había pasado ahí, todas las aventuras que había tenido. Pero había sido mucho tiempo atrás. Ya no tenía amigos con quienes compartir aventuras y realmente ya no quería más aventuras tampoco. Las cosas por las que había pasado eran suficientes. Más que suficientes. Podría haber vivido sin la experiencia de Azkaban.

Sus piernas lo alejaron del lago, pero difícilmente lo notó. Vagó distraídamente por un rato, perdido en sus recuerdos.

Su mente regresó al presente cuando, más por coincidencia que por un designio consciente, arribó al campo de quiddtich. Había gente volando ahí. Harry se acercó para mirar con curiosidad.

No era una práctica de quidditch, notó pronto. Había demasiadas personas ahí y parecían estar volando en formaciones. Acercándose un poco más, reconoció a Cho Chang en su escoba gritando instrucciones.

Tenía que ser una lección de vuelo. Y Cho era obviamente la nueva profesora de vuelo e instructora de quidditch. Bueno, podía haberlo imaginado. Cho nunca había sido del tipo académico, pero siempre había sido una gran jugadora de quidditch. ¿Qué más podía enseñar?

Se detuvo en el borde del campo y observó la lección. Cho parecía ser una buena maestra. Sus pupilos estaban realizando sus maniobras aéreas con exactitud y habilidad. Algunos de ellos parecían ser excelentes. La competencia por lugares en los equipos de quidditch debía ser fuerte a pesar del escaso número de estudiantes en la escuela en ese momento.

Harry continuó observando, tratando de imaginar cómo serían los juegos. Recordaba sus propios juegos en la escuela, sus sueños de ser un jugador profesional de quidditch y ganar la Copa Mundial para Inglaterra. Había tenido una verdadera oportunidad para lograrlo. Tenía talento y algunos equipos profesionales realmente habían mostrado interés en él durante su sexto año en Hogwarts. Pero había tirado todo estúpidamente y había terminado en Azkaban en cambio. Si sólo se hubiera quedado en la escuela y hubiera continuado jugando. Podría ser el que estuviera gritando instrucciones a esos alumnos ese día si lo hubiera hecho. O tal vez sería el héroe que ellos estaban tratando de imitar. Podría haber sido el hombre que había ganado la Copa Mundial de Quidditch para Inglaterra. En cambio era el miserable conserje. Un exconvicto con el que nadie quería tener nada que ver, y que se encontraba ahí porque Dumbledore le tenía lástima.

Harry suspiró, observando a Cho descender con gracia sin siquiera esforzarse. Su atención estaba enfocada en los alumnos y dirigía su escoba sin pensarlo mucho. Él había volado así de bien alguna vez, pero ahora dudaba que pudiera hacerlo. No había estado en una escoba en casi diez años.

Cho seguía teniendo una bella forma de deslizarse por el aire, girando aquí y allá para dar consejo a diferentes pupilos. Harry recordaba cómo la había amado en su quinto y sexto año escolar. Ella había sido su primer amor y la única novia estable que había tenido. Había habido otra chica después de que abandonara la escuela, pero no habían ido más allá de unas pocas conversaciones e invitaciones para cenar. Entonces lo habían arrestado, juzgado, enviado a Azkaban y nunca más había sabido más de ella. Difícilmente recordaba su nombre a fin de cuentas. ¿Tal vez sólo había salido con ella para apartar su mente del recuerdo de Cho?

Cho y sus alumnos estaban empezando a aterrizar. Todos ellos bajaban con gracia. Harry se preguntó si habría sido capaz de enseñarles así de bien.

Se acercó a donde estaban aterrizando, no muy seguro realmente de por qué lo estaba haciendo. Quería estar ahí. Verlos aterrizar.

Los alumnos le dirigieron miradas de incomodidad mientras desmontaban de sus escobas y las llevaban al cobertizo. Probablemente estaría pensando qué habrían hecho mal para que el conserje llegara a supervisarlos. ¿O se sentían incómodos porque sabían que había estado en Azkaban?

Cho permanecía en pie en el sitio exacto donde había aterrizado, mirando a Harry con ojos entrecerrados.

-Es una buena clase, Cho. Realmente les has enseñado bien. Felicitaciones –le dijo Harry sonriendo.

Cho lo miró enojada.

-¿Qué estás tratando de decir, exactamente? –demandó.

-Nada. Sólo pasaba por aquí y noté lo bien que vuelan tus alumnos. Pensé que debería mencionarte que estoy seguro de que has trabajado duro para enseñarles así de bien.

-No necesito tus comentarios sobre mis alumnos. Sé muy bien cuáles son sus fuerzas y sus debilidades –Cho recogió su escoba y se alejó de Harry dirigiéndose al cobertizo de las escobas.

-No estaba aconsejándote. ¿No puedes recibir un cumplido? –Harry corrió tras ella. No era así como quería que sucedieran las cosas. Una voz en el fondo de su mente le decía que mejor lo dejara así. Cho obviamente no estaba de humor como para hablar con él, pero algo le hizo seguirla de todos modos. ¿Podría ser que aún estuviera enamorado de ella después de todo lo que había pasado?

-No necesito ningún cumplido de los que son como tú –siseó Cho.

Harry sostuvo abierta la puerta del cobertizo para ella. Ella lo miró al entrar. Algunos de los alumnos todavía estaban charlando adentro. Se quedaron callados inmediatamente que vieron a Harry y Cho entrar. Sintiendo la tensión entre ambos, los niños se apresuraron a dejarlos solos.

Cho guardó cuidadosamente su escoba y revisó las escobas de la escuela por cualquier daño. La mayor parte de los niños habían usado sus propias escobas durante la lección, pero unos cuantos habían usado las de la escuela y Cho siempre las revisaba después de clase.

Harry la observó con un sentimiento de incomodidad. Cómo le hubiera gustado ayudarla con las escobas. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que había volado. Pero no se atrevía a ponerse en el camino de Cho, no con la forma en que estaba mirándolo ahora. ¿Tal vez debería irse? ¿Volver a hablarle en algún momento más oportuno? Pero sabía que nunca tendría una oportunidad mejor que la que tenía justo ahora. Estaban solos en el cobertizo. Nadie alrededor para molestarlos. El hecho de que Cho hubiera guardado su escoba indicaba que no tenía otra clase justo ahora así que no llegarían estudiantes a interrumpirlos. Tenía tiempo para escucharlo ahora. Si solo supiera qué era lo mejor que podía decir.

-Escucha, Cho, todo lo que estoy tratando de hacer es ser amable con una vieja amiga a la que no había visto en mucho tiempo. No estoy tratando de que volvamos a ser amantes. ¿Podemos ser amigos otra vez? –sugirió en lo que esperaba que fuera un tono razonable, pero temiendo sonar más bien como si suplicara.

"Bueno, es justo lo que estoy haciendo" pensó "Estoy suplicándole que sea mi amiga otra vez. Por favor, Cho, di que sí"

Cho giró para enfrentarlo.

-¿Ser amigos? ¡No soy y nunca fui amiga tuya, Death Eater! –gritó.

Harry retrocedió. Era la peor cosa que podía haberle dicho. Cho lo rozó al pasar junto a él casi corriendo hacia la puerta y dirigirse al castillo. Harry se apresuró a seguirla.

-Ex Death Eater, Cho –aclaró-. Nunca volveré a eso. Vamos, tú me conoces, Cho. Sólo tenía dieciséis años cuando hice esa elección. Era un niño, Cho, y cometí un error terrible. Tú sabes que jamás maté a nadie. Me rendí ante esos aurors aunque pude haber escapado. Me rendí porque comprendí mi error y quise volver al lado de la luz.

-Como si eso hiciera diferencia –dijo Cho mirándolo por encima del hombro-. Nos traicionaste a todos cuando te uniste a Voldemort. Todos creíamos en ti. Pensábamos que eras un héroe. ¡Él mató a tus padres y tú simplemente te encogiste de hombros y fuiste a ayudarlo!

-Te dije que sólo era un niño. Él me hizo creer que no había otra salida, ninguna otra oportunidad de sobrevivir. Sólo quería vivir, Cho. Nunca creí realmente en él.

-Eso no cambia nada de lo que hiciste a su servicio. ¿Estás orgulloso de no haber matado a nadie? Bueno, ¿qué hay de toda la gente a la que traicionaste? ¿Qué hay de los que torturaste? ¿Los que capturaste para que otros asesinaran? ¿Vas a negar tu responsabilidad en esas muertes? Eres igual de malo que cualquier otro Death Eater. Esa marca en tu brazo nunca desaparecerá. Te señala por lo que hiciste, por lo que eres. Un Death Eater. No hay forma de negarlo.

-Pagué por mis crímenes, Cho. Pasé cinco largos y horribles años en Azkaban para pagar por las cosas que hice. Fui ahí en forma voluntaria para expiar mis crímenes. ¿No crees que odio esta marca desfigurante en mi brazo tanto como tú la odias? En aquel entonces creí que no tenía ninguna oportunidad, Cho. Era sólo un niño que no podía ver otra salida. Yo no quería hacer todas esas horribles cosas.

Habían llegado al castillo. Cho se apresuró a subir las escaleras hacia el portal con Harry a poca distancia de ella, casi corriendo para mantener el ritmo. Cho adelantó una mano para abrir la puerta y de alguna manera Harry supo que en el momento en que ella cruzara la puerta la habría perdido para siempre. La sujetó por el hombro, haciéndola volverse para enfrentarlo.

-Por favor, Cho, perdóname –logró decir, luchando contra lágrimas de desesperación. Si tan solo dijera que sí. Si tan solo le diera una oportunidad, pero sabía que no iba a hacerlo. No debería tener esperanza de que dijera que sí. Debería dejarla ir y volver al mundo muggle, donde pertenecía, donde nadie sabía quién era, donde nadie sabía lo que había hecho.

-Por favor, Cho –sintió una lágrima bajar por su mejilla.

Cho Chang se estremeció con el contacto. Trató de soltarse, pero en su miedo él la estaba sujetando dolorosamente fuerte. Con un movimiento repentino, ella lo empujó con ambas manos tan fuerte como pudo y se desembarazó de él empujándolo fuera del escalón.

Harry cayó demasiado impactado como para sentir nada cuando se raspó manos y piernas en la dura piedra de las escaleras y finalmente aterrizó en el camino de grava que conducía la portal. Escuchó la puerta abrirse y cerrarse y supo que Cho se había ido, que nunca lo perdonaría y que se lo merecía. ¿Por qué siquiera había intentado hablarle? No tenía el derecho, no tenía el derecho de hablarle a nadie ahí. Nunca debería haber venido.

Se quedó tendido ahí, incapaz de encontrar la voluntad para moverse. ¿Por qué le había dado empleo Dumbledore? ¿Por qué esos muggles lo habían salvado luego de cortarse las venas? ¿No podían ver que su única salida era la muerte?

continuará...

En el próximo capítulo:

Sabremos qué pasó con Ron, alguien ayudará a Harry y él beberá un poco más de té.

Notas de la autora:

¿Todavía no están en shock? Por favor, comenten.