¿Qué creen? ¡Todos estos personajes pertenecen a JKR! ¡No he inventado a ninguno! ¡Ninguno me pertenece!
Nota de la autora:
En esta ocasión hay una cara amigable para recoger al pobre Harry y finalmente sabremos lo que pasó con Ron.
Nota de la traductora:
Silverfox es de Austria (no confundir con Australia)
y su lengua materna es el alemán, pero escribió "Harry Potter, Hogwarts'
Caretaker" en inglés, si deseas leer la versión original, puedes encontrarla
en fanfiction.net y si deseas escribirle (en
alemán o inglés, preferentemente), su dirección es silverfox@kabsi.at
Harry escuchó la puerta abrirse otra vez. Pasos apresurados.
-¡Harry! –una voz femenina-. ¿Estás bien, Harry?
Por un breve momento se atrevió a esperar que Cho hubiera regresado, pero no era su voz. Sonaba mucho más suave y amable. Ella se arrodilló junto a él y una mano tocó gentilmente su hombro.
Harry miró hacia arriba. Una cara joven y bonita rodeada por cabello rojo suavemente ondulado lo miraba a él.
-Ginny –dijo sorprendido-. ¿Qué estás haciendo aquí?
-Estaba bajando las escaleras cuando vi a Cho entrar y cerrar la puerta de golpe detrás de ella. Se veía tan enojada que decidí mirar afuera y ver qué había pasado... ¡Oh, no! ¡Estás sangrando! Déjame ayudarte a levantarte –Ginny le ofreció una mano.
Harry la aceptó y se puso en pie. Le dolía la rodilla derecha. Debía habérsela raspado al caer en el camino lastrado. Sus manos estaban ensangrentadas por sus intentos de detener la caída con las palmas y también tenía algunos feos arañazos en los brazos. Su ropa estaba sucia y desgarrada.
-Oh, grandioso. Este era mi mejor pantalón –gimió.
Ginny le sonrió.
-Si esa es tu peor preocupación, al menos no puedes estar muy lastimado. ¿Qué te pasó?
-Cho –dijo Harry pretendiendo estar ocupado examinando su rodilla sangrante a través de un agujero en su pantalón. No quería mirar a Ginny a los ojos. ¿Por qué era tan amable con él? Él no lo merecía. Cho lo había dejado muy claro.
-¿Cho? ¿Qué fue lo que te hizo? ¡Dímelo!
-Fue mi culpa. No debí haberla molestado. Dejó muy claro que no quería hablarme, pero no pude dejarla ir. Ella corrió. Traté de detenerla. Me empujó y caí por la escalinata.
-Oh, esa bestia. Pobre Harry. Vamos, vamos a curarte eso a mi habitación. Eso hará que todo mejore –dijo Ginny, como si le hablara a un niño lastimado.
En alguna parte en lo profundo de sí mismo, Harry tuvo que sonreír. Probablemente había aprendido eso de su madre. ¿O había sido por curar niños lastimados en clase? Pero Fred había dicho que ella enseñaba Encantamientos. Eso no era peligroso. ¿Tal vez Ginny había convertido en un hábito el recoger las víctimas de Cho?
-Déjalo así. No estoy lastimado realmente. Estaré bien –le aseguró.
-Para nada. Puedo ver que estás sangrando –insistió Ginny, sujetando su brazo y tirando de él hacia la escuela.
-No es tan malo, puedo cuidar de unos pocos arañazos yo mismo –protestó.
-Y será mucho más fácil si te ayudo. No va a tomar ni cinco minutos y te sentirás mucho mejor después. Ya verás. Y también puedo arreglar tu ropa. Soy buena remendando.
Ginny no se rindió y Harry tuvo que aceptar ser arrastrado hasta su oficina. El lugar lucía muy diferente de cómo lo recordaba Harry en la época de Flitwick. Le recordó la oficina de Fred, pero había algunos pequeños detalles decorativos que mostraban que estaba en los dominios de una mujer. Todo lucía limpio y confortable.
Ginny hizo que Harry se sentara en un muy cómodo sillón, justo como los de Fred, y desapareció en su habitación por un momento. Volvió con el desinfectante, una toalla y una botella llenad de agua caliente. Harry tuvo que quitarse la camisa y Ginny empezó a lavar sus brazos raspados y manos heridas.
-Creí que Fred había dicho que eras la profesora de Encantamientos, no la enfermera escolar –comentó cuando Ginny atendía un arañazo particularmente sucio.
-Sí, soy la profesora de Encantamientos, pero sé bastante de medicina como para decirte que una herida sucia tiene el riesgo de infectarse. Ahora, ¡quédate quieto para que pueda limpiarla! –respondió Ginny.
-¿Una herida sucia? Es sólo un pequeño arañazo, no una herida mayor. Sanará por sí solo. En serio. Sólo déjalo así.
-Cualquier herida puede infectarse, si no es limpiada apropiadamente. No hace ninguna diferencia el qué tan grande o profunda sea. Listo, está limpio, ¡Ahora, muéstrame tu otro brazo!
Harry suspiró y le mostró el otro brazo para inspección.
-¡Oh, no! ¡Aquí hay otra profunda! –exclamó Ginny, ya humedeciendo la toalla otra vez-. Oh, esa Cho. Cuando la atrape voy a... voy a... voy a...
-No es culpa de Cho –declaró Harry-. Tiene todo el derecho de odiarme después de lo que hice. No debí molestarla. Me lo merezco.
-Oh, no, no es así. Ella debería al menos ser educada como para escuchar lo que tengas que decir. No puede ir por ahí tirando a la gente por las escaleras sólo porque está de mal humor.
-Ella no me empujó porque estuviera de mal humor. Yo estaba molestándola. Me dijo que no quería nada con un Death Eater, ex o no. Debí haber escuchado su advertencia y dejarla sola.
-No tenía derecho a llamarte Death Eater. Ya no hay Death Eaters de todos modos. Voldemort está muerto y todos los Death Eaters sobrevivientes estarán en Azkaban por el resto de sus vidas. No te habrían dejado salir si aún fueras uno de ellos.
Pero Harry había visto cómo se estremecía Ginny mientras lavaba la marca oscura en su brazo. Esa marca estaría ahí por el resto de su vida. La marca de un Death Eater. La marca del mal.
Harry continuó mirando el tatuaje hasta que Ginny se puso en pie y le ordenó que se quitara los pantalones.
-¡¿Qué?! –exclamó él en shock.
-¡Quítate los pantalones! –repitió Ginny-. No puedes esperar que limpie tu rodilla a través del agujero. ¿Y cómo se supone que voy a remendarlos contigo dentro?
-De verdad puedo encargarme de eso yo solo –protestó él, sonrojándose.
-Oh, seguro, ¿justo como me dijiste que no limpiara el raspón en tu brazo? De ninguna manera. Estoy atendiendo esas heridas por ti. No puedo imaginar cómo te las arreglaste para sobrevivir en el mundo muggle tú solo por tanto tiempo.
-No son heridas –insistió Harry-. Son sólo arañazos.
-Muy bien, arañazos. Estoy curando esos arañazos. ¡Ahora, quítate los pantalones!
Sonrojándose todavía más, Harry obedeció. Entregó sus pantalones a Ginny y se sentó de nuevo, con las manos cruzadas en el regazo para ocultar sus boxes de la vista de ella lo mejor que pudo.
Ginny, sin embargo, no parecía estar interesada en lo más mínimo en su ropa interior, lo cual era un alivio. Inmediatamente empezó a trabajar en los raspones de sus piernas.
-¡Oh, cielos! Mira tu pobre rodilla. Está toda ensangrentada. En serio, ¿cómo pudo ella? Le enseñaré a Cho a no empujar gente inocente por las escaleras.
-No soy inocente –comentó Harry-. Fui un Death Eater. ¿Ves la marca en mi brazo? Dice Death Eater. Soy un Death Eater.
-No lo eres –dijo Ginny sin levantar la mirada.
-Sí lo soy. Es lo que dice este tatuaje –casi gritó Harry.
Ginny había terminado de limpiar sus piernas y se puso en pie para alcanzar el ungüento desinfectante. Lo tomó, desenroscó la tapa y metió un dedo.
-Ese tatuaje no dice nada –comenzó, aplicando el ungüento a sus arañazos.
-Sí lo hace. Me marca como un Death Eater y eso es lo que seré el resto de mi vida.
-¿Entonces, todo el que tiene este tatuaje es un Death Eater? –preguntó Ginny, todavía ocupada con los arañazos y el ungüento, todavía sin mirarlo directamente.
Harry se preguntó qué estaría pensando. ¿A dónde quería llegar con sus argumentos?
-Sí, por supuesto. Eso es lo que significa. Para eso es. Es un hecho. Todo niño lo sabe -¿qué podría contestar ella a eso?
-Hm... ¿Y qué hay de Severus? ¿Es un Death Eater?
-¿Snape? –preguntó Harry confundido.
-Sí, Severus. Severus Snape. ¿es un Death Eater? –repitió ella, empezando a atender su otro brazo.
-¡Por supuesto que no! ¿Acaso no fue esencial en la derrota de Quien-tú-sabes? ¿Cómo podría ser un Death Eater si ayudó a destruirlos?
-De hecho incluso dio una mano en el hechizo que mató a Voldemort. Albus nunca habría podido hacerlo solo.
-Ya ves. ¿Entonces, cómo podría ser un Death Eater? –preguntó Harry, todavía confundido.
-Porque él también tiene la Marca Oscura –dijo ella, señalando el tatuaje en su brazo-. Dijiste que todos los que la tienen son Death Eaters. Si es cierto, Severus es un Death Eater.
-Todos exceptuando a Snape –decidió Harry-. Snape es especial.
-Entonces tú eres especial también. No eres un Death Eater a menos que quieras serlo, Harry. Ahora vamos a lavar tu ropa y nos prepararé algo de té mientras esperamos a que se seque.
-¿Lavarla? ¿Cuánto tiempo esperas que esté aquí sentado en ropa interior?
-Hasta que haya remendado tu ropa –sonrió Ginny.
-Bueno, ¿no podrías remendarla sin lavarla primero?
-¡Por supuesto que no! No quiero coser toda la suciedad. Ten un poco de paciencia. Mis hechizos de secado son muy rápidos.
Harry suspiró. Obviamente este iba a ser el día de tomar té con los Weasleys. Sólo esperaba que Charlie no apareciera también para invitarlo a tomar té.
El té de Ginny era muy bueno, sin embargo, y ella no parecía notar que Harry estaba casi desnudo. Simplemente seguía charlando naturalmente y Harry empezó a relajarse. Tanto sus hechizos de secado como su habilidad para remendar eran muy buenos y Harry se sintió aliviado de ver que podría ponerse sus pantalones al poco rato. Eso era necesario porque sólo tenía dos pares y no tenía dinero para comprar más.
"Creo que es por eso que Ginny sabe remendar así de bien. Los Weasleys nunca gastaron en ropa extra si la vieja todavía podía usarse" recordó cómo se quejaba Ron de eso. Ron. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había visto a su antiguo mejor amigo.
¿Qué pensaría Ron de él ahora? Un ex Death Eater sin una educación apropiada que había pasado cinco años en Azkaban y ni siquiera tenía dinero para comprar unos pantalones.
Pero los Weasleys siempre habían sido muy buenos con él. bueno, Percy se había convertido en un Death Eater y había ido a Azkaban también. Tal vez era por eso que deseaban darle una segunda oportunidad. Porque desearían haber podido dársela a Percy. Y a los Weasleys no les importaba tampoco el que fuera pobre. Habían sido pobres ellos mismos. Draco Malfoy siempre se burlaba de ellos por eso.
Harry se estremeció ligeramente al pensar en Malfoy. Sería mejor que se mantuviera alejado de él. Héroe de guerra o no, Harry no dudaba que Draco no perdería la oportunidad de maltratar y burlarse de un antiguo enemigo que además tenía la Marca Oscura... No, Harry no quería averiguar cómo reaccionaría Draco ante su presencia en la escuela. Ya había sido suficientemente malo con Ron.
Eso le recordó sus preocupaciones de la mañana luego de hablar con Fred. Decidió preguntarle a Ginny acerca de Ron. Si había malas noticias, esto era mejor que forzar a Fred a contárselas luego de lo que le había dicho sobre Bill, George y Percy.
-Oh, Ginny, he estado preguntándome acerca de Ron. Fred me contó sobre el resto de tu familia, pero de alguna manera Ron nunca salió en la conversación. ¿Dónde anda en estos días? –la miró a los ojos esperanzado, rogando para no ver lágrimas ahí.
Para su alivio, Ginny sonrió.
-Oh, Ron está haciendo investigación para sus estudios en alguna parte de Egipto en este momento. No hablamos mucho de él porque mamá y papá están muy enojados con él por no conseguir un trabajo auténtico, como dicen ellos. Es probablemente por eso que Fred no lo mencionó.
-¿Estudios? ¿Qué clase de estudios? –preguntó Harry intrigado.
-Oh, sobre culturas. Está planeando escribir un libro comparando los diferentes estilos de vida de los magos en diferentes países. Dice que ganará un montón de dinero una vez que el libro esté escrito, pero de momento sólo está viajando alrededor del mundo gastando los ahorros de la familia en boletos de autobús y hoteles y sin ganar un solo knut. Puedes imaginarte por qué no están muy contentos con eso.
-Bueno, eso creo -contestó Harry, pero pensando que la situación financiera de los Weasley había mejorado mucho para permitirle a Ron esos lujos. Era bueno saberlo-. Bueno, gracias por coser mi ropa y también por el té.
-Cuando quieras, Harry, cuando quieras. Para eso están los amigos.
Harry regresó a su oficina con una sonrisa en la cara. Al menos alguien todavía quería su amistad a pesar de todo lo que había hecho.
Continuará...
En el próximo capítulo:
Encontraremos a otro de los antiguos amigos de Harry (¿quién podrá ser?), alguien llamado Blinky será mencionado, Twichy hace otra visita y Peeves causa algunos problemas.
Nota de la autora:
Ahí tienen. Creo que este fue agradable para variar. ¿O alguno de ustedes se siente deprimido ahora? Por favor, comenten.
