¿Qué creen? ¡Todos estos personajes pertenecen a JKR! ¡No he inventado a ninguno! ¡Ninguno me pertenece!
Nota de la autora: ¡Sniff! Ya no hay más Review Alert. Espero no haberme saltado alguno de sus comentarios ahora que ya no me entero de cuando llegan. Si me han enviado mensajes y no están en la sección de agradecimientos, lo lamento profundamente. Por favor, avísenme y les responderé en el siguiente capítulo.
Nota de la traductora: Silverfox es de Austria (no confundir con Australia) y su lengua materna es el alemán, pero escribió "Harry Potter, Hogwarts' Caretaker" en inglés, si deseas leer la versión original, puedes encontrarla en fanfiction.net y si deseas escribirle (en alemán o inglés, preferentemente), su dirección es silverfox@kabsi.at
Capítulo 9: HERMIONE
El día siguiente Harry lo pasó en su mayor parte en su oficina y concentrado en interrogar a Dobby. Pronto aprendió los nombres de todos los elfos domésticos a pesar de que no conocía las caras que correspondían.
Inició un pequeño expediente para cada uno de ellos con sus nombres, deberes y talentos especiales de acuerdo con Dobby. Había decidido tomar todo lo que le dijera Dobby con una pizca de duda, a pesar de que Dobby aseguraba ser muy bueno resolviendo problemas. Recordando su segundo año en la escuela, Harry tenía buenas razones para dudar al respecto. Cuando Dobby dijo que Winky era muy buena calmando niños asustados, Harry encontró eso bastante plausible sin embargo y lo escribió en su expediente.
Los horarios estaba progresando agradablemente también y Harry estaba comenzando a ver un patrón ahora que tenía ya tres días completos. También aprendió a hacer sus preguntas más precisas y conseguir de Dobby las respuestas que realmente quería la mayor parte del tiempo. Aún así era fatigoso conseguir información útil del elfo doméstico. ¿Tal vez Dumbledore le había hecho preguntarle a Dobby para mantenerlo ocupado y apartar su mente de su pasado?
-¿Harry Potter, señor? Dobby prometió a Winky ayudarla a cuidar a Blinky después del almuerzo. ¿Puede Dobby volver en la tarde y responder preguntas, Harry Potter, señor?
Le tomó un momento a Harry figurarse qué era lo que el elfo quería.
-Seguro... ¡Espera un minuto, Dobby! ¿Quién es Blinky? No me parece que tenga ningún expediente con nadie llamado Winky aún –dijo Harry, buscando por entre todos los pergaminos garrapateados en su escritorio.
-Blinky hija de Dobby y Winky. Blinky no sabe cómo trabajar todavía. Blinky bebé.
-¿Tienes una hijita, Dobby?
Dobby asintió orgulloso.
-Oh, eso es maravilloso. Felicitaciones, Dobby. Por supuesto, toma la tarde y pásala con tu familia. Es realmente importante que los padres pasen tanto tiempo con sus hijos como sea posible.
Dobby sonrió alegremente y abrazó a Harry.
-Oh, gracias, Harry Potter, señor, gracias, gracias, gracias. Harry Potter señor es taaaan bueno con Dobby. Dobby promete trabar extra duro para Harry Potter señor. Harry Potter señor es taaaan amable.
Una vez que el elfo finalmente se marchó todavía murmurando agradecimientos, Harry empezó a acomodar los pergaminos en su escritorio. Colocó los horarios en el muro donde siempre pudiera verlos y ordenó los expedientes de los elfos domésticos en forma alfabética. Tuvo que dejarlos en el escritorio por el momento, ya que aún no había removido los archivos viejos que ocupaban todas las estanterías.
Debería haberle preguntado a Dobby dónde iban a almacenarlos antes de que se marchara. Así podría haber empezado a cambiarlos de lugar justo ahora. Bueno, tendría que esperar a otro día.
¿Quizá debería reasumir su exploración del castillo¡ ¿O bajar a la cocina y conseguir otro elfo que lo ayudara con los horarios? ¿O tal vez darle una mirada más cercana a los viejos expedientes de Filch? Podría ir escogiendo cuáles iba a almacenar y cuáles todavía necesitaban estar a mano.
Algo se dejó caer desde una ventila y aterrizó en su hombro. Algo blanco, peludo y con ojos grises.
-¡Twichy! -¡así era como lo hacía el hurón! Viajaba por el sistema de ventilación. No era de sorprenderse que siempre apareciera en cuartos cerrados aún a pesar de que era demasiado pequeño como para abrir puertas.
Harry sujetó al pequeño animal y lo abrazó.
-Hola, Twichy. Qué agradable el que te dejes caer por aquí. Me encanta este suave pelaje tuyo, ¿sabes?
Harry jugó con el hurón por un rato más, luego decidió que era tiempo de hacer algo productivo otra vez y fue a revisar la vieja caja de herramientas de Filch. La mayor parte de las herramientas estaba todavía en buena condición, pero unas pocas necesitaban ser reemplazadas. Harry empezó a separarlas.
Twichy saltó a la tapa abierta de la caja y observó con curiosidad. Harry pronto se encontró a sí mismo mostrándole al hurón cada herramienta que revisaba y explicándole su uso y por qué era mejor que los pequeños hurones permanecieran lejos de algunas.
-Esto se llama martillo, Twichy. Es muy útil para toda clase de trabajos. Su propósito es meter clavos dentro de cosas. En los muros para colgar cuadros, en los muebles para mantenerlos unidos...
Twichy se dirigió hacia el martillo, alargó una de sus patas delanteras hacia él y lo olfateó. Harry lo bajó un poco para que estuviera a su alcance y observó la inspección del hurón.
-También es muy pesado y causa dolor si cae en un pie o una cola. Los pequeños hurones deberían tener cuidado de los martillos –le aconsejó a Twichy.
Twichy movió su pequeña nariz rosa en respuesta, sin lucir para nada preocupado. En esa luz se veía más rubio que blanco, notó Harry. En realidad era de color platino, no blanco como había pensado Harry en un principio. Debía ser por eso que tenía ojos grises en lugar de rubios. No era albino, sólo de un color muy claro. ¿Quizá era el resultado de una cruza especial por parte de un muy inteligente dueño de una tienda de mascotas? Era un hurón de muy buena apariencia, ciertamente.
Harry dejó el martillo junto con las otras herramientas todavía funcionales y estaba a punto de tomar la siguiente cuando escuchó un golpe en la puerta.
-¡Adelante! –indicó, preguntándose quién además de Twichy y Dobby querría visitarlo en su aburrida pequeña oficina.
La puerta se abrió y Albus Dumbledore entró.
-¿Director? –preguntó Harry sorprendido-. ¿Qué lo trae a mi oficina?
-Hola, Harry. ¿Ya te acomodaste aquí? Muy bien. Ah, y Twichy. ¿Aburrido, mi joven amigo?
Harry miró a Twichy. Casi podría jurar que el hurón acababa de sacudir la cabeza en respuesta a la pregunta de Dumbledore. Pero eso no podía ser. Lo más probable era que algo le hubiera hecho cosquillas en la oreja y hubiera estado tratando de sacudírselo.
-Realmente debes agradarle a Twichy. Usualmente sólo muestra esta intimidad con sus amigos cercanos –comentó el director.
-Bueno, tal vez es la ropa muggle lo que encuentra tan interesante. ¿Qué puedo hacer por usted, director?
-Primero que todo, llámame Albus. Como te dije antes, todo el personal lo hace y a mí me gusta el nombre. Segundo, me temo que Peeves se volvió loco en el salón de Aritmancia y puedo ver que ya tienes tus herramientas afuera. También te sugeriría que lleves a algunos elfos domésticos contigo para ayudar con la limpieza. El salón es realmente un desastre. Tendré que hacer algo con respecto a ese poltergeist algún día –el último comentario parecía ir dirigido más para sí mismo que para Harry.
Harry metió rápidamente aquellas herramientas que trabajaban bien de vuelta en su caja, la tomó y se apresuró a ir a la cocina.
Afortunadamente todos los elfos domésticos, con excepción de Dobby y Winky, estaban ahí en ese momento ya que era casi hora del almuerzo y estaban ocupados preparando la comida.
Twichy saltó del hombro de Harry, donde había permanecido hasta entonces y fue a inspeccionar las ollas. Harry notó con algo de sorpresa que ninguno de los elfos intentaba detener al hurón. ¿No corría peligro tan cerca de sopa hirviendo? ¿No temían que robara algo de comida?
Bueno, tal vez los elfos sabían más sobre hurones que él. Tal vez Twichy sabía evitar agua hirviendo. Y tal vez los elfos pensaban que estaba bien que Twichy robara algo de comida de la misma manera que pensaban que estaba bien que los alumnos robaran comida. Probablemente estarían contentos de ofrecerle al hurón una deliciosa comida extra.
Ya que Harry no tenía idea de quién era quién, simplemente gritó los nombres de cuatro elfos domésticos que Dobby había mencionado repetidamente durante sus explicaciones y él había asumido que eran el equipo usual de limpieza de Filch.
Los cuatro elfos inmediatamente se acercaron a toda prisa, radiantes de orgullo por haber sido elegidos para cualquier trabajo que Harry fuera a asignarles. Harry tuvo que admitir que era agradable contar con un equipo tan entusiasta. Rápidamente les explicó la situación y descubrió que apenas podía mantener el paso de los elfos mientras corrían a conseguir trapeadores y baldes. Mientras salían corriendo de la cocina, Harry sintió el impacto de algo pequeño contra su brazo y segundos después algo estaba haciéndole cosquillas en la oreja. Twichy había regresado tan inesperadamente que lo sorprendió.
Harry nunca había estado en el salón de Artimancia antes y no sabía cómo lucía normalmente. La devastación que Peeves había dejado atrás no le permitía formarse mucha idea al respecto. A primera vista parecía ser que nada había quedado entero. Los muebles habían sido reducidos a astillas de madera, los libros yacían en feos montones con algunas páginas arrancadas y todo estaba cubierto con algo que casi parecía nieve.
Harry se agachó para investigar. Corriendo sus dedos por el piso, descubrió que aquello se sentí más como talco que como nieve. Levantó la mano para examinarlo más de cerca. ¡Tiza! Peeves debía haber encontrado las reservas de tiza de la escuela y las había pulverizado sobre los restos del salón.
"Deben haber sido las reservas para todo un año" pensó Harry poniéndose en pie y paseando otra mirada por el salón. Hermione y algunos estudiantes que le parecía haber visto en la mesa de Hufflepuff durante las comidas estaba tratando de salvar cualquier cosa que Peeves hubiera dejado completa o poco dañada. ¿Hufflepuffs? ¿Qué estaban haciendo ahí los Hufflepuffs?
Hermione alzó las manos con frustración y caminó hacia él.
-Oh, Harry, qué bueno que viniste rápido. Como puedes ver, se trata de una emergencia. No puedo enseñar en este salón en la forma que se encuentra ahora.
-Se ve realmente mal –admitió Harry-. Me temo que hará falta un milagro para tenerlo limpio a tiempo para las lecciones de la tarde. Ni siquiera estoy seguro de que podamos tenerlo en condiciones de funcionar para mañana.
En realidad no sabía por dónde comenzar. Todo lucía completamente más allá de toda reparación, hasta donde alcanzaba la vista.
-Hemos tratado de usar el encantamiento reparo en algunos de los muebles, pero no hizo mucho efecto. Me temo que están demasiado dañados. ¿Hay algo que puedas hacer con esa caja de herramientas? –preguntó Hermione esperanzada.
Harry tomó otra astilla de madera y la miró preguntándose de qué clase de objeto habría formado parte alguna vez. ¿Una silla? ¿Una mesa? ¿Quizá una parte del pizarrón? Sacudió la cabeza.
-Sólo puedo ayudar a los elfos domésticos a limpiar todo esto y traer nuevos muebles de alguno de los salones sin uso. Tal vez incluso sería una mejor idea que simplemente te mudaras a uno de ellos. Entonces podrías empezar a dar clase de inmediato.
Hermione sacudió la cabeza tristemente.
-Me he encariñado con este salón a través de los años –murmuró.
Harry recordó cómo había amado ella Aritmancia en sus años escolares. Recordó su amistad, sus muchas aventuras juntos...
-De acuerdo, sólo escríbeme una lista de lo que quieres y trataré de ponerte esto en condición en una semana. Puedes mudarte de vuelta tan pronto como esté hecho y usar el salón de al lado hasta entonces.
-Gracias, eso haré –Hermione le sonrió tímidamente, como si no estuviera segura de cómo hablarle.
-¿Sabes? Cuando estábamos en la escuela pensaba que algún día seguirías los pasos de MacGonagall. Que te convertirías en profesora de Transfiguraciones y Cabeza de Gryffindor –trató él de iniciar una conversación.
Si le hablaba normalmente, tal vez podrían ser amigos otra vez. Se preguntó si ella podría llegar a perdonarlo por haber sido un Death Eater. Probablemente no, pero ella estaba haciendo un esfuerzo y él debería también.
-Aritmancia –Hermione sonrió, pero Harry pudo ver que era una sonrisa forzada-. Aritmancia y Hufflepuff.
-¿Hufflepuff? –preguntó Harry completamente confundido.
-Bueno, Michael es el único antiguo Hufflepuff que queda en la escuela ahora y no está calificado. Así que me ofrecieron la posición, ya que Neville todavía es nuevo y querían a alguien con experiencia –explicó Hermione.
-¿Eres la Cabeza de Hufflepuff? Siempre pensé que Ravenclaw te quedaría mucho mejor.
-No tenía de dónde escoger. Draco ha sido Cabeza de Ravenclaw durante años y los niños lo adoran.
En ese momento, Twichy hizo un leve chillido desde el hombro derecho de Harry. Sonó casi como si estuviera protestando contra algo. Tal vez el polvo de tiza le hacía cosquillas en la nariz.
-Hola, Twichy –continuó Hermione-. No, Ravenclaw está en buenas manos. Hufflepuff necesitaba una nueva Cabeza, así que Hufflepuff fue lo que tomé.
-¡Pero Malfoy estaba en Slytherin! –protestó Harry-. Cho era Ravenclaw. ¿Por qué no le dieron el trabajo a Cho?
-Ella declinó. No quiso la responsabilidad. Draco es mucho más competente de todos modos y los chicos están orgullosos de tener una Cabeza Slytherin. Cho ni siquiera participó en la guerra. Simplemente se escondió en su pequeña casa de campo y esperó. Los niños quieren que sus cabezas de Casa sean verdaderos héroes de guerra, no sólo sobrevivientes.
Harry tragó saliva. La guerra. La guerra en la que había elegido el lado equivocado. Los había traicionado a todos. Y obviamente Hermione también había sido una de los defensores de Hogwarts. Bueno, por supuesto que lo había sido. Siempre había estado por lo que era correcto, como todos los Griffindors. Todos exceptuando a Harry. Miró hacia el piso cubierto de tiza, incapaz de mirarla a los ojos. El silencio se alargó. Ninguno de los dos sabía qué decir.
-¡Profesora Weasley! Mire lo que le hizo a este pobre libro –una prefecta Hufflepuff se acercó mostrándole a Hermione un libro terriblemente mutilado.
Obviamente Peeves no había usado la tiza sólo para fabricar nieve. También había tratado de escribir con ella. Las tapas del libro estaban cubiertas de obscenidades.
-Tendré que hablar con el director. Hay que hacer algo con este poltergeist –decidió Hermione-. Nina, este libro está arruinado en cualquier caso. Por favor, tíralo.
-Sí, profesora Weasley –contestó la prefecta.
-¿Profesora WEASLEY? –repitió Harry sin poder creerle a sus orejas.
Hermione cambió su peso de un pie al otro, mostrándose claramente incómoda.
-Ron y yo nos casamos un año después de terminar la escuela. Realmente queríamos invitarte a la boda, pero no quisimos esperar tanto tiempo. Ya sabes, contigo en Azkaban y... bueno…
-Está bien. Lo entiendo –dijo Harry, mirando otra vez hacia el piso.
Así que se había perdido la boda de sus dos mejores amigos. Bueno, no podía esperar que esperaran hasta que saliera de prisión. Había sido él quien había desertado de ellos después de todo, no al revés. Debería decirle algo más a Hermione. Demostrarle que no no estaba enojado, que aún era su amigo. Pero justo en ese momento no nada que pudiera pensar en decir y ella no dijo nada tampoco.
Con un suspiro, Harry tomó una escoba y empezó a limpiar el polvo de tiza. Estaba ahí para trabajar y no para conversar, a fin de cuentas.
Continuará…
En el próximo capítulo:
Encontraremos a uno de los antiguos amigos del padre de Harry, Harry tendrá un problema con sillas y otra invitación más para tomar el té.
Nota de la autora:
¿Qué piensan de Hermione como Cabeza de Hufflepuff? ¿Sorprendidos? Por favor, comenten.
