¿Qué creen? ¡Todos estos personajes son de JKR! ¡No he inventado a ninguno! ¡Ninguno me pertenece (excepto Susan, y si quieres usarla, no hay problema)!
Nota de la autora:
Esto está tomando más tiempo de lo que pensé originalmente, lo que me da oportunidad de solicitar opiniones: ¿les parece que deba volver a Snape a la normalidad o dejarlo así? Por favor, hagan comentarios y díganme (no voy a contar votos o algo por el estilo, pero los buenos argumentos me ayudan a pensar).
He leído una historia en la que algo parecido le ocurre a Draco ("Redemption", de Al), pero no es de ahí de donde saqué la idea. Pensé que sería agradable leer una historia en la que Draco y Severus se conocieran como iguales ¡y de repente todo esto surgió en mi cabeza y exigió ser escrito!
Nota de la traductora:Silverfox es de Austria (no confundir con Australia) y su lengua materna es el alemán, pero escribió "My name is Severus" en inglés, si deseas leer la versión original, puedes encontrarla en fanfiction.net. Y si deseas escribirle (en alemán o inglés, preferentemente), esta es su dirección: silverfox@kabsi.at
Hace ya algún tiempo, Silverfox me sugirió que subiera mis traducciones de sus fics a ff.net en mi propia cuenta. En ese entonces no me pareció necesario porque ya contaba con mi página y además temía que al colocarlas bajo mi nombre alguien pudiera confundirse y pensar que la autora era yo, cuando nada más soy la traductora. Sin embargo, debido que tres o cuatro veces han aparecido personitas que tratan de atribuirse la obra de Silverfox, decidí finalmente seguir su consejo y abrí una cuenta en ff.net para la versión en español de sus fics de Harry Potter. Probablemente me tarde un poco en aprender a manejar esto, pero espero poder colocar aquí todo lo que he traducido hasta el momento.
En la sección de "autores favoritos" e "historias favoritas" que acompaña a esta cuenta, encontrarán links a la versión original de este fic y a las traducciones a otros idiomas que se encuentran dentro de ff.net (francés y ruso). En su página de autora, Silverfox ha colocado además links a las versiones en alemán y portugués. Todas estas traducciones han sido hechas por diversas personas, pero contando siempre en primer lugar con la autorización de la autora.
MI NOMBRE ES SEVERUSpor Silverfox
traducido al español por DagaCapítulo uno: UN ACCIDENTE EN LA CLASE DE POCIONES TIENE CONSECUENCIAS
Neville Longbotton estaba mirando las patas de araña que estaban en su
escritorio. ¿Cuándo tenía que agregar las patas de araña a su poción? ¿Cuántas
patas de araña tenía que ponerle a su poción? A todo esto, ¿tenía que ponerle
patas de araña a su poción?
No podía recordar. Neville siempre tendía a olvidar las cosas más importantes, y cuando estaba asustado eso sólo empeoraba todo.
Y justo ahora Neville no sólo estaba asustado, estaba aterrorizado. Siempre lo estaba en la clase de Pociones. Le aterrorizaba cometer un error y fallar en Pociones. Le aterrorizaba lo que le sucedería si otra de sus pociones explotaba (la última vez había sido lanzado contra el escritorio más cercano y casi se había roto un brazo). Estaba aterrorizado por los Slytherin de la clase (este año eran todavía peores que en los cuatro años anteriores: ¡ahora los Gryffindor incluso tenían Transfiguraciones con los Slytherin!). pero lo que tenía más aterrorizado a Neville era el profesor Snape.
¡O lo que haría Snape si lo atrapaba en otro error! ¿Qué cosas horribles haría o diría? Neville temblaba con la sola idea.
¿Patas de araña, ahora, después o del todo no? Bueno, ya que estaban en el escritorio, tenían que ser parte de la poción, decidió finalmente.
Entonces, ¿ahora o después? Bueno, tenía que agregarlas en algún momento. ¡Mejor que fuera ahora! Probablemente ni siquiera importaba cuándo.
¿Pero cuántas? Decidió simplemente usarlas todas. Su poción no iba a funcionar de cualquier manera. Ninguna de sus pociones lo hacía.
"¡Dios, por favor, no dejes que explote!" pensó mientras reunía todo su valor y echaba las patas de araña en el líquido verde y burbujeante en su caldero.
¡Listo! ¿Estaba bien? ¡¿O tendría que haberlas cortado primero?!
Neville se quedó mirando su caldero como si tratara de hipnotizar su poción. "¡Por favor, por favor, no explotes! ¡haz lo que quieras, pero no explotes!"
La poción de Neville obedeció. Lentamente se volvió blanca y clara como agua.
¿Qué se suponía que tenía que pasar? Neville miró rápidamente al resto de la clase. ¡Las pociones de todos los demás eran verdes! ¡Oh, no! Y Snape iba hacia él con los ojos brillantes.
Las rodillas de Neville empezaban a doblarse, sus piernas temblaban sin control. Se sujetó del escritorio para no caerse.
-¡Longbottom! –exclamó Snape-. ¿Qué significa este color?
"¡Por favor, que alguien me salve!" gritó Neville con el pensamiento mientras el profesor se aproximaba a su escritorio. ¡Y de nuevo la poción obedeció!
Un pequeño remolino blanco apareció dentro del caldero, creciendo y creciendo.
Neville casi se cayó cuando Snape se acercó más, examinando la poción.
-¿Qué fue lo que hiciste, Longbottom? ¡Jamás había visto una poción sanadora que hiciera algo así!
-N...n…no… l...l...o… s...s...sé s...s...señor –logró decir Neville en un susurro casi inaudible.
Todos estaban mirando la poción. El remolino llenaba ahora todo el caldero, volviendo la poción de un blanco lechoso. Un fuerte burbujeo y siseo podía escucharse con claridad.
Algunos de los demás alumnos empezaron a alejarse, sospechando que no tardaría en ocurrir otra explosión "a la Neville".
Snape probablemente albergaba dudas semejantes cuando extinguió el fuego bajo el caldero con un movimiento de su varita.
¡Demasiado tarde! Con un resonante estallido, el caldero de Neville explotó en mil pequeños pedazos bañando a Snape con la misteriosa poción.
Snape gritó de dolor cuando la poción quemó su piel.
Neville gimió aterrado. ¡Oh, no! ¡Su poción había lastimado a la persona más desagradable de Hogwarts! ¡Podía darse por muerto!
Los otros estudiantes miraban espantados. Los Slytherin preocupados por Snape, los Gryffindor por Neville. Algunos de los más valientes se acercaron para ayudar.
Snape, evidentemente todavía bajo los efectos de un dolor intenso, los detuvo con una mirada.
-¡No, no toquen eso! No sé qué hace, pero definitivamente hace algo. Limpien el calabozo y este desastre, ¡pero no toquen la poción! Usen lo que quede de la lección para estudiar. ¡No habrá tarea por hoy! –con eso, dio la vuelta y salió del calabozo.
Los Gryffindor y Slytherin de quinto año lo siguieron con la mirada.
-¿No habrá tarea? –repitió Harry Potter, sin poder creer lo que había oído.
-No habrá tarea –respondió Draco Malfoy, mirando incrédulo a su rival, olvidándose en su sorpresa de lo mucho que le disgustaba Harry.
No dejar tarea era tan inusual en Snape que les tomó casi cinco minutos aceptar el simple hecho de que había pasado.
-Debe estar muy lastimado para salir así –recalcó Hermione cuando finalmente empezaron a limpiar, como Snape les había ordenado.
-Quizá deberíamos ir a la enfermería y averiguar cómo se encuentra –sugirió Harry.
-¡Averiguar cómo se encuentra! –dijo Ron, horrorizado-. ¡Harry, es de Snape de quien estamos hablando! ¿A quién le importa cómo esté? ¡Más bien espero que esto lo mate!
-No creo que lo haga –murmuró Hermione-. La poción todavía estaba caliente. Probablemente sólo tiene quemaduras.
-¡Pero él dijo que estaba haciendo algo! –sollozó Neville, todavía temeroso de la venganza de Snape.
-Aw, Neville, él estará bien –respondió Harry-. Tan pronto como se limpie la poción no tendrá nada más grave que un bronceado excesivo.
-¿Y si no se quita? –gimió Neville, temblando una vez más.
-¡Por supuesto que se quitará! –declaró Ron-. ¡Todas las pociones lo hacen! ¿No es así, Hermione?
-¡En realidad no! La poción sanadora que estábamos haciendo, por ejemplo, sería completamente inútil si así fuera. Es muy posible que la poción de Neville, lo que sea que fuera, necesite un antídoto.
Neville empezó a llorar, mientras Ron saltaba y agitaba un puño en el aire mientras gritaba con entusiasmo.
-¡Sí! ¡Podríamos estar sin profesor de Pociones por casi un mes si les lleva tiempo encontrar un antídoto! –pero el resto de los Gryffindor no estaban tan alegres. Estaban demasiado ocupados tratando de tranquilizar a Neville.
Los Slytherin, en el otro lado del salón, había llegado a conclusiones similares, pero a diferencia de los Gryffindor, estaban más preocupados por ellos mismos. Snape era la cabeza de Slytherin, después de todo. ¿Qué le pasaría a su Casa si no se recuperaba pronto?
Tan pronto como el calabozo de Pociones quedó limpio y los Gryffindor huyeron alegremente (con la posible excepción de Hermione, ninguno tenía intención de quedarse a estudiar), los Slytherin fueron a la enfermería para averiguar qué le había pasado a su maestro.
No pudieron llegar muy lejos, sin embargo. ¡Madame Pomfrey no los dejó entrar! ¡No a todos! ¡Ni siquiera a uno solo! ¡No, no les iba a decir qué estaba mal con Snape! ¡No, ella no pensaba que pudiera volver a dar clases al día siguiente!
Y entonces simplemente cerró la puerta frente a ellos. Estuvieron llamando por un rato, pero ella los ignoró.
Simplemente no sabía cómo decirles que tenía un problema bastante grande entre manos en ese momento. Neville Longbottom, al parecer, había inventado en forma accidental una poción rejuvenecedora. Severus Snape se estaba volviendo más y más joven y ella era incapaz de hacer algo al respecto. Intentó hechizos, pociones y combinaciones de ambos, pero nada hacía efecto.
Madame Pomfrey estaba seriamente preocupada de que el proceso pudiera matar a Snape y ni siquiera dejaba de ser doloroso. Severus tampoco estaba a gusto. Estaba revolviendo sus ingredientes para pociones, tratando de encontrar alguna combinación que no hubieran intentado todavía.
Repentinamente dio vuelta, sacó un libro de su estante y fue hasta donde estaba ella, todavía junto a la puerta.
-Esto –dijo, sorprendentemente calmado, considerando las circunstancias-. Creo que esto puede funcionar.
Ella miró la receta en el libro. Él tenía razón. Podía funcionar, pero no quedaba mucho tiempo para prepararla, y si no servía...
Algunas horas más tarde, Madame Pomfrey estaba sentada en la oficina del director, donde había sido convocada una reunión de emergencia a petición suya.
Mientras trataba de explicar lo que había pasado a Severus Snape, definitivamente deseaba estar en algún otro sitio, donde fuera. ¡Sentía que le había fallado a todos! A todos, no sólo a Severus, ¡pero principalmente a Dumbledore! Sabía que el director consideraba a Severus como un amigo cercano, a pesar de que cómo alguien podía realmente apreciar al maestro de Pociones era algo que estaba fuera de su alcance. Aunque ella quizá lo abrazaría en ese mismo momento si entrara a la oficina sano y salvo.
-¿Pero dices que pudiste parar el proceso, Poppy? –preguntó Dumbledore, sus normalmente alegres y chispeantes ojos no mostraban nada excepto preocupación.
-¡Sí, Albus, pero no tengo absolutamente ninguna idea de cómo revertirlo! -¡oh, cómo odiaba decepcionarlos a todos!
-¿Estás completamente segura de que se detuvo? ¿No está en peligro?
-No ha habido más cambios desde que tomó la última poción y eso fue hace más de tres horas. Si la medicina fue efectiva o si la otra poción dejó de actuar, no puedo decirlo. Pero no sé... ¡no tengo absolutamente ninguna idea de cómo volverlo a la normalidad! –ella estaba casi llorando en ese momento.
Dumbledore, sin embargo, parecía sentirse un poco más esperanzado.
-¡Bueno, bueno, Poppy! –dijo rápidamente-. Si no está en peligro, tendremos suficiente tiempo para encontrar una solución. Tú te las arreglaste para salvar su vida y me atrevería a decir que eso no es poca cosa considerando que no sabías que era esa poción. Sugiero que empecemos a buscar un antídoto. Vamos a llamar al señor Longbottom y le preguntaremos cómo hizo la poción.
-Iré a buscarlo –ofreció la profesora Sprout-. Debe estar en el invernadero justo ahora. Le encanta ayudarme con las plantas –añadió al notar las miradas sorprendidas de los demás.
-Pero, Albus, ¡podría tomar semanas encontrar el antídoto –gimió el profesor Flitwick-. ¿Quién enseñará Pociones y vigilará a los Slytherin mientras tanto?
-Bueno –dijo Dumbledore, con el brillo de regreso en sus ojos-, parece que tendré que encargarme yo mismo.
Madame Pomfrey recordó el tiempo en que Dumbledore había sido cabeza de Gryffindor y lo mucho que había disfrutado sus deberes, pero...
-Albus –dijo ella, tentativamente-, estás consciente de que los Slytherin no son los Gryffindor, ¿verdad? Son mucho más difíciles de manejar, mucho más volátiles, desconfiados y agresivos. Y a muchos no les simpatizas, tú sabes. Todavía te ven como a un Gryffindor y, por lo tanto, como a un enemigo.
-¡No te preocupes, Poppy! Seré capaz de manejarlos por un tiempito. ¡No puede ser difícil. Severus siempre los ha tenido en la palma de la mano y él no es exactamente bueno con la gente, ¿o me equivoco?
Madame Pomfrey tuvo que estar de acuerdo con eso, pero aún así estaba esa disgustante vocecita en su cabeza recordándole lo diferente que era Dumbledore de Snape, y si no habrían subestimado algunas veces la habilidad del profesor de Pociones para manejar la más difícil de las Casas.
-Hablando de Severus –intervino la profesora MacGonagall-, ¿qué vamos a hacer con él? ¡No podemos simplemente dejarlo encerrado en la enfermería por quién sabe cuánto tiempo!
-Bueno –Dumbledore meditó por un momento-. ¿Qué edad tiene ahora, Poppy?
-¿Qué edad? ¡La poción no da fechas! ¿Cómo podría saberlo?
-Una aproximación será suficiente, Poppy –dijo Dumbledore con gentileza.
-Hm, aparenta doce o trece, pero recordando lo pequeño que era cuando muchacho, diría que tiene alrededor de catorce o quince. ¿Y eso en qué puede ayudar, de cualquier manera?
-En ese caso, simplemente vamos a ponerlo con los Slytherin de quinto año –decidió Dumbledore-. Estará bien con ellos. ¡Apuesto a que se divertirá mucho reviviendo su infancia!
-¡Albus! –chilló la profesora MacGonagall ante la sorpresa de todos-. ¡No puedes dejar que asista a clases!
-¡Por supuesto que puedo! Un ligero refrescamiento no lo lastimará. ¡Veamos qué tanto ha olvidado con los años! –rió Dumbledore.
-¡Pero, Albus! –insistió MacGonagall-. ¡No recuerdas cómo era Severus a los quince años! ¡Tenerlo en la misma clase con Harry, Hermione, el chico Malfoy y Neville Longbottom! ¡Eso será como enseñar en un manicomio! ¡Albus, no me hagas esto! ¡Te lo suplico!
-Minerva, cálmate. Él no era tan malo. No será el mismo muchacho de entonces. Harry no es James y Sirius Black no está por aquí. Y, si recuerdo bien, Transfiguraciones era su peor materia. Sólo mantenlo ocupado con tareas difíciles y no podrá causar problemas.
-Bueno, yo debería enseñarle algo de transfiguraciones básicas, después de todo –murmuró la profesora MacGonagall-. Ya había perdido completamente la esperanza de poder hacerlo.
-¿Pero qué hay de las lecciones de vuelo? –preguntó Madame Hootch-. ¿Recuerdas todos los daños que causó en las lecciones de vuelo? ¡Ya nos quedan muy pocas escobas gracias a Neville! ¡No necesito otro Neville en mi clase!
-Tengo que admitir que eso saldría caro –suspiró Dumbledore-. Muy bien, estará dispensado las lecciones de vuelo. Después de todo, los jugadores de Quidditch también lo están.
-Si era tan mal estudiante –preguntó el profesor Flitwick, sorprendido-, ¿cómo es que llegó a ser profesor?
-Oh, él era terrible en Transfiguraciones y Vuelo, pero siempre fue el primero de la clase en todas las demás materias. Era peor que Hermione algunas veces, ¿sabes? –sonrió Dumbledore, obviamente perdido en sus recuerdos.
En ese momento regresó la profesora Sprout, con un verdaderamente asustado Neville acompañándola. Luego de escuchar exactamente qué le había hecho su poción al profesor Snape, Neville empezó a llorar y asegurar que todo había sido un accidente. Tuvieron que calmarlo antes de que pudiera contarles todo lo que había pasado, lo cual no fue muy productivo. Al parecer, realmente no podía recordar qué ingredientes había puesto en la poción, en qué orden ni en qué cantidades.
Al final decidieron pedir ayuda a los profesores de Pociones de Beauxbattons y Durmstrang.
Severus tendría que quedarse en la enfermería dos días, mientras sanaban sus quemaduras y entonces se mudaría al dormitorio de los Slytherin de quinto año, donde sería agregada una cama para él.
Neville salió de la oficina del director con una historia para contarle a sus compañeros, y pronto la noticia corrió como un incendio por Hogwarts.
-¿Te das cuenta de que esto significa que tendremos a un profesor en nuestro dormitorio? –gruñó Blaise Zabini mientras regresaban a su sala común luego de la última lección del miércoles.
-¡No será por mucho tiempo, Blaise! –trató de calmarlo Draco, esforzándose por conseguir que saliera de su mal humor. Zabini era desesperante la mayor parte del tiempo, pero Draco raramente encontraba nadie más con quien hablar. Al menos nadie que realmente entendiera lo que pensaba o sentía. Y no era que Blaise entendiera mucho. Solamente era un poco más inteligente que Crabbe y Goyle, quienes lo convertían en el confidente de Draco por eliminación. "¡Desearía tener un verdadero amigo!" pensó "Alguien a quien realmente pudiera decirle lo que pienso y me entendiera".
-¡Tendremos que estar siempre atentos! –respondió Blaise-. ¡Apuesto a que vigilará que nos acostemos a las diez! ¡Y no nos dejará copiar la tarea!
-¡Sí, y no podremos tener luchas hasta que el se vaya! –añadió Vincent Crabbe.
-¡Tal vez deberíamos golpearlo a él! –sugirió Gregory Goyle.
Luchar y golpear gente era el hobby favorito de Vincent y Gregory. En realidad, Draco no sabía que tuvieran ningún otro hobby. Bueno, eso era por lo que toleraba su compañía, después de todo. Eran buenos guardaespaldas, a pesar de que no resultaban nada estimulantes, intelectualmente hablando.
-Creo que sería mejor sólo observar y esperar a que se vaya –explicó-. Él sólo tendría que avisarle a Dumbledore si lo maltratamos de cualquier manera. Y entonces estaríamos en verdaderos problemas.
Esa idea hizo callar a Vincent y Gregory, pero Blaise estaba buscando todavía una forma de ventilar su cólera.
-¡Al menos vamos a demostrarle que no es bienvenido! –dijo-. ¡Tú sabes, sólo ser desagradables y todo eso! ¡Eres muy bueno en eso, Draco! ¡Tú puedes enseñarle!
-Sí, tal vez –Draco siempre había sido hábil para los insultos y normalmente disfrutaba esas cosas en grande, pero de alguna manera esa vez no estaba buscando la oportunidad de demostrar su talento. Tenía que pensar en todas las veces que Snape lo había dejado sin castigo luego de iniciar peleas con Potter y sus consortes, olvidar la tarea o simplemente llegar tarde a clases.
Snape favorecía a Draco más que al resto de los Slytherin. La escuela entera lo sabía, pero Snape nunca parecía preocuparse por lo que pensaran. Draco los había escuchado murmurar a sus espaldas, diciendo que Snape trataba de adular a su padre, o que Lucius lo extorsionaba de alguna manera.
Draco nunca contestó a esos rumores. Nadie sabía mejor que él lo falsos que eran en realidad. Lucius Malfoy odiaba a Snape con pasión, Draco no sabía exactamente por qué, y no deseaba nada más que tenerlo lo más lejos posible de su único hijo.
No, Draco no tenía idea de por qué Snape parecía apreciarlo tanto, pero lo encontraba agradable de alguna manera. ¡¿Qué?! ¿Estaba empezando realmente a agradarle un profesor? ¡De ninguna manera! ¿En qué estaba pensando?
-Me pregunto si ya estará aquí –dijo mientras entraban al salón común y subían a su dormitorio. "Y también me pregunto qué aspecto tendrá" pensó.
Un chico pequeño estaba hecho un ovillo en la quinta cama que había sido puesta en el cuarto, para disgusto de Vincent y Gregory, que acostumbraban usar todo ese lado del cuarto para sus frecuentes encuentros de lucha ("entrenamiento" decían ellos). Debía haber estado leyendo, ya que tenía un gran libro en las manos, pero se detuvo y se sentó cuando entraron.
Los cuatro Slytherin se detuvieron en la puerta, mirándolo por un momento. ¡Era pequeño! Quizá todavía más pequeño que Draco, quien era, junto con Harry Potter, el chico más pequeño de su nivel.
Viendo eso, Gregory, por mucho el muchacho más alto del grupo, hinchó el pecho y entró al cuarto, deteniéndose, brazos en jarras, justo frente al chico nuevo. Sonrió burlonamente y preguntó:
-Así que, ¿cómo debemos llamarte? ¿Mini-profe?
Los otros empezaron a reír.
El muchacho ni siquiera parpadeó. Miró a Gregory a la cara, tranquilo y determinado, sus ojos negros fríos como el hielo.
Goyle tuvo que luchar consigo mismo para no retroceder por la sorpresa. ¡Ese chico tenía la misma mirada que Draco! ¡Siempre había pensado que era por ser grises que los ojos de Draco resultaban tan fríos!
-Mi nombre es Severus, por si lo has olvidado.
¡Incluso su voz era fría como hielo! Enteramente calmada y compuesta, justo como en el salón de clase. No parecía intimidado en lo más mínimo por Goyle, alto como una torre frente a él.
Vincent se acercó para ayudar a su amigo en caso de que fuera necesario.
-¡Sólo quédate fuera de nuestro camino! –gruñó Gregory, en su tono más amenazador-. ¡No queremos nada con una insignificancia como tú, pero si nos molestas, Vince y yo te haremos pedacitos!
Draco debió parpadear en ese momento, porque nunca vio a Severus moverse. El muchacho estaba todavía sentado en la cama, con el inicio de una cruel sonrisa en sus labios, mientras Gregory estaba sujetándose la nariz con ambas manos, y la sangre goteaba por entre sus dedos.
-¡No me molesten! –dijo Severus, en el mismo tono frío que había usado antes-. ¡Soy mucho más peligroso que cualquiera y que todos ustedes juntos!
Vincent lo sujetó por el cuello de la túnica y lo estampó contra el muro, con toda su fuerza. Draco escuchó un ligero sonido cuando el golpe le sacó el aire a Severus, pero la sonrisa de éste ni siquiera se debilitó.
Severus pateó a Vincent en la rodilla, haciendo que el grandulón lo soltara y retrocediera. Se apartó de Crabbe y llegó al centro del cuanto, justo en medio de sus cuatro enemigos.
-¿Quieren pelear, muchachos? ¡De acuerdo, vengan! –dijo, levantando su fría mirada para enfrentar a Blaise.
Draco paseó una mirada desde Gregory, que todavía estaba sujetando su ensangrentada nariz, luchando sin éxito contra las lágrimas de dolor, hasta Vincent Crabbe, que estaba frotándose la pierna con una mano y mirando a Severus con un toque de precaución en la mirada. Detrás de él podía sentir a Blaise, que inconscientemente había retrocedido ante la mirada en esos ojos negros y fríos y estaba temblando ligeramente.
"¡Sí, y no podremos tener luchas hasta que el se vaya!" las palabras que Vincent había dicho antes sonaron como un eco en sus pensamientos. "¿No podremos tener peleas? Rayos, ¡él está desafiándonos a pelear!" ¡Y estaba increíblemente calmado además! ¡Como si supiera exactamente que no había manera en que pudiera perder!
Sus ojos se fijaron el reloj del muro contrario a la cama, como si se tratara de una cuerda de salvación. ¡Como si el reloj pudiera ayudarlo a salir de ese problema! ¡Un momento! ¡El reloj sí podía ayudarlo! ¡El reloj lo había ayudado!
-No hay tiempo para una pelea –declaró, deseando que su voz sonara igual de calmada que la de Severus-. Debemos bajar a cenar en cinco minutos. Vámonos.
Tiró su mochila en su cama y se sintió aliviado de ver que Vincent y Blaise lo imitaban. Severus empezó a acomodar sus arrugadas ropas, mientras Gregory simplemente soltaba sus cosas ahí donde estaba y salía del cuarto murmurando algo como "...Pomfrey... nariz... rota..."
Severus pensó que no llamaría la atención llegando al comedor junto con los otros cuatro. No pareció notar el súbito silencio que se hizo cuando entraba, tampoco las miradas que lo siguieron mientras caminaba hasta la mesa de Slytherin y se acomodaba en la silla que habitualmente ocupaba Gregory Goyle, a la derecha de Draco.
Draco lo miró cuidadosamente por el rabillo del ojo, preguntándose qué pasaría cuando Gregory volviera de la enfermería y lo encontrara en su silla. Severus no sabía a quién le había quitado el asiento o, más probablemente, pensó Draco, simplemente no le importaba. Parecía bastante satisfecho consigo mismo habiendo enfrentado a sus compañeros de dormitorio y dedicándole a todos los demás en la mesa su fría mirada cada vez que los atrapaba mirándolo.
La mesa de Slytherin estaba inusualmente callada. Por algún rato, nadie se atrevió a ser el primero en dirigirse al frío extraño. Probablemente sentían la hostilidad emanando de Severus hacia la mesa de Gryffindor al otro lado del gran salón, pensó Draco. Se preguntó si había alguna oportunidad de que los otros estudiantes se convencieran, como él y su pandilla lo habían hecho, de lo que Severus sería capaz de hacerles si rompían cualquier regla.
Draco no temía al maestro en Severus Snape. El muchacho, decidió, era mucho más difícil de manejar.
La cena transcurrió mejor de lo que había esperado. Severus se las arregló para insultar a todos los que se atrevieron a hablarle, pero ninguno intentó devolvérselo en ninguna forma física. Intentos de responderle verbalmente probaron ser completamente fútiles, ¡pero quién en sus cinco sentidos podría esperar seriamente ser capaz de superar en sarcasmo a Snape!
La esperada confrontación entre Severus y Gregory fue evitada fácilmente debido al hecho de que Goyle ni siquiera se presentó a cenar. Quizá Severus sabía que no regresaría de la enfermería a tiempo. Era él quien había aplastado la nariz de Gregory, después de todo. Probablemente sabía con exactitud cuánto daño había hecho.
Tan pronto como terminó de comer, Draco regresó al dormitorio, tomó su ropa de quidditch y salió para practicar. Para cuando llegó al campo de quidditch, finalmente consiguió relajarse. No Blaise, no Vincent, no Gregory y, lo mejor de todo, ¡no Severus! ¡Podría conseguir realmente algo de paz y quietud mientras cazaba la snitch y esquivaba bludgers! Al menos eso parecería paz y quietud comparado con lo que estaría sucediendo en el dormitorio en ese momento.
Draco volvió al salón común diez minutos antes de la hora de acostarse. Deseó haberse quedado afuera hasta que todos los demás se hubieran dormido, pero no quería arriesgarse a una detención si lo atrapaban afuera.
Mientras se deslizaba por la puerta secreta, esperaba escuchar voces de mucha gente hablando o, probablemente, incluso discutiendo. Se detuvo cuando lo recibió un extraño silencio. ¡Eso era muy inusual! Normalmente la mayoría de los Slytherin se quedaban despiertos hasta caer rendidos de sueño o que alguien los enviara a la cama (ese alguien, por supuesto, generalmente era Snape).
¡A primera vista, el salón común parecía estar vacío! Una segunda mirada reveló a Severus felizmente acomodado en la mejor silla cerca del fuego, la cual estaba reservada por lo general para los de sétimo año. Parecía haber estado escribiendo algo, pero ahora miraba a Draco con una sonrisa burlona en su cara. ¡Bueno, al menos no le estaba dirigiendo esa mirada de hielo!
-Ey, ¿dónde están los demás? –preguntó Draco, confundido.
-Se fueron todos a dormir, por lo que parece. Tal vez temían que Dumbledore viniera a inspeccionar a la hora de dormir o tal vez no les gustó la compañía. ¡Más probablemente lo segundo! Me imagino que tú también te vas a ir a dormir, ¿no?
Severus sonaba bastante divertido, no tan frío como antes. Si Draco no lo hubiera visto peleando con Gregory y Vincent o insultando a todos los demás durante la cena, realmente habría pensado que se trataba de un chico agradable. ¿Quizá debería sentarse y charlar un rato con él?
Recordó justo a tiempo lo que dirían sus amigos si trataba de ser agradable con el profesor y le lanzó a Severus una mirada indiferente antes de marcharse al dormitorio. Lo encontró a oscuras y todos allí estaban evidentemente dormidos. ¡Qué aburrido! Bueno, al menos no lo molestarían de ninguna manera. ¡Podría dibujar un poco y terminar la canción que estaba escribiendo! Pero para eso necesitaba una mesa, lo cual significaría ir abajo, al salón común. ¡Lo cual significaba que Severus se daría cuenta de lo que estaba haciendo!
¡No, eso quedaba fuera de consideración! ¡Jamás permitiría que nadie, y menos que nadie, Severus, se enterara de cualquiera de esos dos hobbies suyos!
No quedaba nada más que hacer que dormir, como todos los demás.
Draco fue arrancado de sus sueños por un fuerte ruido metálico y algo como de agua. Se sentó en la cama.
-¿Qué co...?
Albus Dumbledore estaba parado en el umbral, en un charco de agua. Estaba empapado y tenía un balde en la cabeza.
"¿Uh?" y "¿Quién?" eran los comentarios de sus igualmente confundidos amigos.
Severus, sin embargo, estaba revolcándose de la risa en su cama, al otro lado del cuarto.
Dumbledore, lenta y deliberadamente, se quitó el balde de la cabeza. Recorrió el cuarto con la vista, mirando uno por uno a cada muchacho con aire muy disgustado.
-¡Oh, nunca pensé que realmente fueras a caer en ese viejo truco! –rió Severus cuando le llegó el turno.
-¿De quién fue la brillante idea? –preguntó Dumbledore después de un largo rato.
Severus nuevamente se deshizo en carcajadas mientras los demás simplemente miraban a Dumbledore inexpresivos. ¿Qué era lo que estaba pasando?
-¡Ustedes cinco se reportarán a mi oficina para detención justo después del desayuno, mañana por la mañana! –anunció el director mientras salía del cuarto, balde en mano y todavía chorreando agua, y cerró la puerta al salir.
-¿Qué fue lo que acaba de pasar? –dijo Blaise.
Una desagradable sospecha apareció en la mente de Draco.
-Severus, ¿qué fue lo que hiciste? –preguntó con voz átona.
-Puse un balde con agua sobre la puerta medio cerrada. ¿Qué más? –fue la tranquila respuesta.
-¡Nos has conseguido una detención a todos, pequeña rata! –gritó Blaise.
-Sí, creo que lo hice –la segunda respuesta también era muy tranquila.
-¡Ve con él y dile que fuiste tú solo! ¡Nosotros no tuvimos nada que ver! ¡No es justo que nos castigue a todos! –ordenó Vincent.
-¡Es culpa de ustedes por ser tan lentos! –sonrió Severus-. ¡No se dieron cuenta a tiempo! ¡Ahora sufran las consecuencias!
Blaise y Vincent protestaron gritando e insultando a Severus, que simplemente dio la vuelta y fingió seguir durmiendo. Draco, por su parte, se quedó mirando a Gregory, que estaba extrañamente quieto en su cama, tocándose la nariz. No, Gregory no podía estar asustado de ese adorable pequeño Severus, ¿o sí?
El desayuno fue un desastre.
Severus fue el primero de los Slytherin de quinto año en llegar y otra vez se sentó en la silla de Gregory. Gregory llegó poco después y encontró su lugar ocupado. Sus protestas y quejas chocaron contra la usual reacción helada de Severus. Vincent, temiendo que su amigo sufriera una nueva rotura de nariz, se apresuró a apartarlo, lo que permitió a Severus saltar sobre la silla y vaciar un vaso de leche sobre la cabeza de Gregory.
La guerra de comida que siguió a continuación envolvió pronto al resto de la Casa y terminó logrando que la profesora MacGonagall tuviera un encuentro de miradas frías con Severus (¡y ganó él!), y otra detención para el grupo.
Gregory finalmente resolvió echar al chico de cuarto año que estaba sentado junto a Blaise y frente a Vincent. Draco quedó sentado entre Vincent y Severus y empezó a preguntarse qué podría hacer si lo obligaban a actuar como pacificador. Ese era un rol en el que no tenía ninguna experiencia y que realmente no se sentía inclinado a aprender. En su opinión, incluso el mejor de los pacificadores se habría rendido al contemplar las miradas que intercambiaban Severus y Gregory en todo momento.
Dumbledore no llegó a desayunar. Se rumoraba que había pescado un resfrío y había decidido quedarse en cama. De alguna manera, Draco se encontró a sí mismo pensando en ropas mojadas y en lo frío que era la sala común. Estaban a la mitad de enero y hasta los dormitorios de Slytherin eran incómodamente fríos.
Justo después del desayuno, los cinco jóvenes fueron la oficina del director (Severus, por supuesto, sabía la clave para entrar ahí).
Contrario al rumor, Dumbledore estaba sentado detrás de su escritorio, pero tenía la nariz bastante roja, indicando que al menos una parte de la historia era cierta, después de todo.
-Ah, sí, creo que están aquí por su detención –sonrió.
¡A Draco definitivamente no le gustó esa sonrisa!
-He estado hablando con el señor Filch acerca de esto y pensamos que hemos encontrado el trabajo perfecto para ustedes. ¡Ya que parece que les gusta mucho el agua, les daremos una oportunidad única para pasar la mañana trapeando el piso de todo el salón de entrada! ¡Sin magia, por supuesto!
¡Oh, no! El suelo de todo el salón estaba enteramente café por la nieve derretida y el barro proveniente de las botas de los estudiantes. ¡Estarían trapeando durante horas!
-¡Pero no hicimos nada! –gritó Blaise, que tenía todavía algunos restos de potaje en su cabello por la guerra de comida-. ¡Fue Severus!
-¡Sí, vamos, Severus, dile la verdad! –lo urgió Draco, mientras se limpiaba una mancha de mermelada que estaba en su manga derecha.
-¿Cuál verdad? –preguntó Severus, inocentemente, mientras le dedicaba a Dumbledore su más encantadora sonrisa. Hasta Draco tuvo que admitir que parecía un ángel a pesar de estar cubierto de hojuelas de maíz y jugo de naranja-. ¡Todos ustedes se la pasan molestándome porque soy el chico nuevo! –esto último fue acompañado por un igualmente encantador puchero.
Dumbledore le lanzó a Draco una mirada acusadora y lo envió a buscar trapeadores y baldes ("¡Ya debes saber dónde están!") y ponerse a trabajar.
Limpiar el salón de entrada resultó ser todavía más difícil de lo que Draco esperaba. Había habido una guerra de bolas de nieve entre los Hufflepuff de tercer año y los Gryffindor de segundo, justo ante la puerta, y bolas de nieve perdidas habían caído dentro. Algunos de los participantes habían entrado corriendo y gritando con deleite y dejando grandes rastros de nieve y suciedad.
Uno de ellos, un Gryffindor particularmente disgustante, resbaló en el trapeador de Severus, que había sido encantado para trabajar por sí solo, chocó contra el balde de Vincent y accidentalmente bañó a Draco con agua sucia. Sacudiéndose el agua, cubierto de burbujas grises por el barro, Draco se levantó, tomó el trapeador encantado, que estaba tan sucio como él, y lo puso en manos de Severus.
-¡Basta! –gritó-. ¡Se supone que tienes que hacerlo sin magia! ¡Así que ponte a trapear! ¡Esto es, después de todo, SOLAMENTE CULPA TUYA!
-¡No! ¡No tengo ganas de lucir como tú, Ricitos de Oro! –el Severus helado había vuelto.
-¿A qué te refieres? ¿Cómo luzco? –preguntó Draco, en shock.
-¡Como un gato ahogado! ¡Recién sacado de un río, para que me entiendas!
La señora Norris se levantó de su sitio en el tercer escalón de las escaleras principales, el cual había elegido porque estaba completamente seco y razonablemente lejos de la pelea de bolas de nieve, lanzó a los muchachos un sonido burlón y fue a buscar a Filch. ¡Como si ella pudiera ser comparada con algo tan mojado como lo que era Draco en ese momento!
Draco se lanzó contra Severus con su balde de agua.
-¡Voy a enseñarte lo que se siente estar todo mojado!
Gregory y Blaise inmediatamente tomaron sus baldes y lo siguieron a la batalla. Vincent dudó un momento, contemplando su balde vacío, luego simplemente tomó el de Severus y se les unió.
Para cuando Filch llegó a detener la pelea, los cinco estaban completamente mojados y Severus por una vez estaba perdiendo la pelea. Cuando oponentes, tres de los cuales eran mucho más grandes que él, eran demasiado como para que pudiera manejarlos. A pesar de lo cual los otros cuatro habían sufrido algunas desagradables patadas y mordiscos.
Filch los miró por un momento. ¡Nunca, desde los días de los Merodeadores, había visto una simple detención convertirse en un caos semejante! Confiscó las varitas de los muchachos, diciéndole a Severus con una sonrisa malévola que era por usar magia en su trapeador y los envió a su dormitorio para que se cambiaran de ropa y comieran algo antes de empezar otra vez a limpiar el piso, el cual se veía considerablemente peor que al principio.
Entonces fue a reportarle el incidente a Dumbledore.
***
Llegaron al comedor temprano y de mal humor, lo cual no fue bueno para los otros estudiantes. Draco ya no sentía la más mínima necesidad de actuar como pacificador. "Más bien" pensó "creo que voy a ser yo quien inicie la guerra"
Se contuvo de atacar a Severus desde que la profesora MacGonagall por alguna razón desconocida para él había decidido sentarse cerca de la mesa de Slytherin y vigilaba constantemente a los de quinto año, dejando a los Gryffindor completamente sin supervisión.
Susan, una tímida Slytherin de tercer año, se acercó a Severus cautelosamente.
-Ahm... ¿Profesor Snape, señor? –dijo, con voz ligeramente temblorosa.
Severus la miró.
-¡Mi nombre es Severus! –dijo, duramente.
Susan retrocedió y casi huyó, pero se contuvo y habló de nuevo.
-Me preguntaba si podría ayudarme con mi tarea de Pociones. Creo que no entiendo este texto en mi libro, señor... ¡quiero decir, Severus!
-¿Por qué debería ayudarte? ¿En qué me beneficia? –preguntó Severus fríamente.
Susan estaba blanca como papel y temblaba visiblemente al decir en forma casi inaudible:
-¿Qué es lo que quiere?
-Hum... ¡Ya sé! ¡Haré tu tarea si pones esto en la sopa de Neville Longbottom! –sonrió Severus, entregándole un petardo Filibustero.
-Ey, ¿de dónde sacaste eso? –dijo Draco, sorprendido.
-¡Lo encontré en el baúl de Blaise! –respondió Severus con tono tranquilo.
-¡¿Qué?! ¡¿Has estado registrando nuestros baúles?! –exclamó Crabbe.
-¡No, sólo el de Blaise! No he tenido tiempo de registrar los de ustedes... ¡todavía!
En ese punto, la profesora MacGonagall tuvo que ponerse en pie para prevenir otra pelea mayor.
Susan vio su oportunidad y reunió todo su coraje para usar ese momento de distracción para atravesar el salón y echar expertamente el petardo en el plato de Neville. ¡BUM! ¡Esta vez los Gryffindor quedaron cubiertos de comida!
La pobre, tímida, pequeña Susan sin embargo no logró llegar muy lejos. Hagrid la atrapó por el hombro y la obligó a enfrentar a Dumbledore.
-¡El profesor Snape prometió ayudarme con la tarea si lo hacía! –sollozó por toda explicación.
-¡Veinte puntos de Slytherin! –logró decir Dumbledore pese a su garganta irritada, y se sonó la nariz. Entonces escondió la cara entre las manos. ¿Qué estaba pasando con Severus? ¡Estaba comportándose como si fuera un niño realmente! "¡Sólo espero que nada más estuviera tratando de vengarse de Neville! Los Slytherin probablemente sí lo han estado molestando. ¡Que Dios nos ayude si empieza a pelear con todos y a causar disturbios en las clases! ¡Y si empieza a...! ¡No, él definitivamente no lo haría de nuevo! ¡De ninguna manera!"
Draco sonrió y sacó la lengua al tiempo que Harry y sus amigos salían del gran salón cubiertos de sopa, y con fideos en su cabello. Harry le devolvió la mirada y repentinamente Draco tuvo la desagradable sospecha de que sufriría la venganza de los Gryffindor.
¡Por supuesto! comprendió con sorpresa. ¡¿Quién iba a imaginarse siquiera que el profesor Severus Snape estaba detrás de esos sucios trucos?! ¡Ellos nunca sospecharían de él y culparían en cambio al resto de los Slytherin!
Sin su varita, Severus se vio forzado a participar realmente en el trapeo del piso. Lo hizo sin mucho entusiasmo, mientras los otros trabajaban furiosamente. ¡Si no terminaban ese día, probablemente tendrían que continuar a la mañana siguiente, mientras todos los demás iban a Hogsmeade! ¡No iban a permitir que eso pasara!
Severus lentamente empezó a dibujar patrones en la suciedad del piso con su trapeador: arriba y abajo, una onda, un círculo, una cruz, un rombo... un árbol, otro, un lago con nubes sobre él, un perro corriendo cerca del lago...
Draco se detuvo con la boca abierta, contemplando el dibujo. ¿Qué estaba haciendo Severus? ¡Realmente se podía hacer dibujos con barro! Él habría hecho un dragón, no un perro, pero ese realmente era un perro bien hecho. ¿Quizá se podría añadir un dragón persiguiendo al perro? ¡Tal vez Severus no dibujaba dragones demasiado bien! ¿Y si lo ayudaba? ¿Qué tal si dibujaba el dragón para él?
-¡SEVERUS! ¡¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?! ¡TENEMOS QUE LIMPIAR ESTO! -¡ese fue Blaise! Por un momento Draco no supo quién estaba gritando. Entonces recordó la salida a Hogsmeade.
-¿Por qué? ¿No les gusta mi dibujo? –preguntó Severus inocentemente.
-¡NO! –le gritaron cuatro muchachos furiosos.
-¿No quieren que dibuje algo más para ustedes?
-¡NO!
Arriba en el primer piso, sin ser visto por los muchachos, Albus Dumbledore se alejó sacudiendo la cabeza con preocupación. ¿Qué le haría Severus de su escuela hasta que encontraran la forma de volverlo a la normalidad? O, mejor dicho, ¿qué sería lo que no haría?
Continuará...
En próximos capítulos:
¡Dumbledore tendrá que castigar a Severus! (¿pero por qué?), algo desaparecerá, un dragón cantando, un erizo verde. Severus usará los calcetines de Dumbledore ¡y qué es lo que pasa cuando pierdes más puntos que los que tiene tu casa!
