¿Qué creen? ¡Todos estos personajes son de JKR! ¡No he inventado a ninguno! ¡Ninguno me pertenece (excepto Susan, y si quieres usarla, no hay problema)!.
La idea de Draco dibujando dragones pertenece a PikaCheeka. Lo siento, olvidé mencionarlo en el primer capítulo. Creo que adopté la idea en forma subconsciente.
El cuervo de Severus pertenece a los fics de J. L. Matthews. Sólo lo tomé prestado porque es una mascota perfecta para Sevi y prometo regresarlo sin que le haya pasado nada malo.
Notas de la autora:
Aquí se presenta un nuevo personaje. El Erizo. Originalmente no lo iba a mantener por ahí después de Transfiguraciones, pero creo que me enamoré de él mientras lo escribía y él simplemente pinchaba (¡ouch!) por ahí. Espero que les guste. Díganme si no y trataré de reducir su participación durante los siguientes capítulos. Creo que ya me decidí por lo que va a pasar con Severus al final, pero no voy a decirles todavía. Por supuesto, pueden continuar enviándome sus opiniones. Una realmente buena podría hacerme cambiar de opinión todavía.
Y tengo una nueva pregunta: ha habido algunas solicitudes para que incluya algo de romance en mi historia, pero tengo que decirles que no se me da muy bien. Aún así, tengo una idea para eso. ¿Quieren que lo intente? (podría fallar miserablemente si lo hago). ¡Por favor, ayúdenme a decidir!
Nota de la traductora:
Silverfox es de Austria (no confundir con Australia) y su lengua materna es el alemán, pero escribió "My name is Severus" en inglés, si deseas leer la versión original, puedes encontrarla en fanfiction.net. Y si deseas escribirle (en alemán o inglés, preferentemente), esta es su dirección: Silverfox@kabsi.at
Capítulo tres: PROBLEMAS DE ERIZOSeverus entró a la clase de Transfiguraciones con un muy mal presentimiento. ¿Le había prometido a Minerva no hacer que nada se volviera verde? ¿Cómo había prometido eso? Nunca había sido capaz de transfigurar cosa alguna sin volverla verde. Usualmente, hacer que se volviera verde el objeto que debía transformar era lo único que conseguía hacer en clase. Y no había intentado trasfigurar una sola cosa desde su graduación. ¡Haría un completo ridículo! ¡Ante toda la clase! ¡Ante sus Slytherin! ¡Ante esos horribles Gryffindor! ¡Ante Harry Potter!... ¡Ante Draco!
Bueno, quizá eso animaría a Draco un poco. Se veía miserable desde que había perdido esos puntos con Flitwick. Se preguntó qué habría estado haciendo Draco durante la lección. "Desearía poder preguntarle" pensó "Pero nunca me lo diría. Me odia, justo como los demás. Al menos él tiene amigos con quiénes hablar. Quizá yo podría conversar con Albus. Pero él no entendería. Draco sí entendería. Pero él me odia. Soy simplemente el chico que ganó una detención para todos. ¿Por qué hice eso? Albus tiene razón. Sé comportarme mejor. Es sólo que resulta tan sencillo, tan tentador para la mente de un joven. Creo que ellos simplemente no entienden hasta qué punto soy un niño otra vez. Ya no calzo entre los adultos y tampoco entre los niños. Estoy completamente solo. Soy el único de mi especie en todo el mundo. Al menos ya no tengo la marca oscura. Eso se siente bien. Si tan solo uno de los muchachos me hablara y fuera mi amigo. Dios, ¡cómo se reirían mis amigos si les dijera eso! Podría contárselo a Albus. ¿Me ayudaría él? No, se reiría también. Y realmente está estresado, todo por mi culpa. Porque tiene que hacer mi trabajo y porque está tratando de encontrar el antídoto para mí. ¡No puedo molestarlo con esto! Estoy solo"
Minerva MacGonagall entró acompañada por una caja de madera, grande y que flotaba en el aire. Después de considerarlo mucho, decidió no cambiar sus planes para la clase por causa de Severus. Como había dicho Dumbledore: Sirius Black no estaba por ahí. Severus no era un niño realmente y no sería capaz de hacer lo que había hecho la última vez que tuvo que intentar ese hechizo. En aquel entonces había habido una gran cantidad de coincidencias que contribuyeron al caos en que se convirtió la clase.
-¡Muy bien, todos ustedes! ¡Acérquense y tomen un erizo cada uno! –ordenó.
¡Erizo! Esa palabra en contexto con Transfiguraciones trajo malos recuerdos a Severus. "¡Por favor, Minerva, no nos hagas convertir erizos en ceniceros!" pensó mientras se dirigía al frente por su erizo.
Al momento en que tomó al pequeño animal, éste inmediatamente se convirtió en una bolita espinosa. "¡Sería adorable si no pinchara tanto!"
Dejó la bola de erizo en su escritorio y escuchó con creciente temor mientras la profesora MacGonagall explicaba cómo transformar un erizo en un cenicero. Entonces ella les dijo que lo hicieran.
Severus tragó saliva, tomó la varita y miró a su erizo. El pequeño amigo se había desenroscado cautelosamente y exploraba el escritorio. Era un muy ordinario pequeño erizo, decidió Severus. Tenía algo de pelaje castaño amarillento en la parte inferior. Parpadeó mirando al muchacho con ojos redondos y negros y movió la pequeña nariz negra. Nada especial, pero siempre más bonito que un estúpido cenicero. ¿Por qué la gente necesitaba saber cómo convertir erizos en ceniceros?
Bueno, no podía remediarlo. Severus tenía que tratar de convertirlo en un cenicero. Levantó la varita y...
Severus miró, sintiéndose miserable, al ya no tan ordinario pequeño erizo color verde Slytherin. Tenía algo de pelaje verde claro en la parte inferior. Parpadeó mirando al muchacho con ojos redondos y verde oscuro y movió la pequeña nariz verde. Ya no era un erizo ordinario de ninguna manera, ¡pero definitivamente no era un cenicero! ¿Por qué la gente necesitaba saber cómo convertir erizos en ceniceros?
Severus lo intentó otra vez… y otra vez… y otra vez…
Finalmente apoyó un codo en el escritorio, acomodando la mejilla en la mano y miró al ofensivo pequeño erizo con disgusto. El erizo movía su linda naricita verde y caminaba por el escritorio, moviendo su pequeña colita verde.
-Hum… ¿por qué su erizo se volvió verde, señor? –preguntó un muy confuso Harry Potter.
Severus levantó la mirada para encontrarse siendo el centro de la atención de varios Gryffindor. Memorias desagradables relacionadas con los Gryffindor se abrieron paso en su mente: Sirius y James revolcándose de la risa. Remus y Peter señalándolo sonrientes.
-¡Mi nombre es Severus! ¿Por qué nadie parece poder recordarlo? –siseó.
-¡De acuerdo, Severus! –dijo Ron Weasley, poniendo los ojos en blanco de la exasperación-. ¿Por qué tu erizo se volvió verde, Severus?
-Me parece –Severus se volvió frío como el hielo, como siempre que estaba atemorizado de la gente- que se volvió verde porque quería ser verde.
Neville sonrió triunfante.
-¡No puede hacerlo! ¡Snape cometió un error! ¡Y yo lo hice bien! –casi cantó.
Severus sujetó la primera cosa que encontró, la cual resultó ser un erizo verde, y la tiró a la cara de Neville.
Neville gritó sorprendido y se apartó de la trayectoria. El erizo pasó por su lado e impactó contra la oreja de la profesora MacGonagall, donde dejó algunos pequeños pinchazos sangrantes y afortunadamente aterrizó en una pila de almohadas que los estudiantes de sétimo año debían transformar en botas.
Los Gryffindor inmediatamente empezaron a lanzar sus ceniceros contra Severus. Cuando Lavender Brown hacía su brazo hacia atrás, golpeó accidentalmente en la cabeza a Millicent Bulstrode, que estaba pasando detrás de ella. Millicent gritó de dolor y los Slytherin se unieron a la pelea.
Le tomó a la profesora MacGonagall dos minutos enteros reestablecer el orden en su clase. Hizo que los alumnos limpiaran el desastre, guardaran los materiales y se sentaran en sus sillas. Entonces miró a Severus con ojos relampagueantes.
-¿Cuántos puntos te quité la última vez que me golpeaste por lanzar un erizo verde contra tus compañeros, Severus Snape? –preguntó, apenas capaz de contenerse a sí misma y no darle una bofetada.
-¡Fue un accidente! –exclamó Severus-. Quería tirárselo a...
-¿A Sirius Black otra vez? ¡Él ni siquiera está ya en esta escuela! –replicó Minerva MacGonagall.
-¡Honestamente, Minerva! ¡No pretendía golpearte, no pretendía iniciar una pelea y no pretendía volverlo verde! ¡Tienes que creerme! –suplicó Severus.
-¡No me importa si pretendías hacerlo o no! ¡Lo que importa es que lo hiciste! ¿Cuántos puntos fueron, Severus?
Nadie en la clase se atrevía a respirar. "Deben haber escuchado esto hasta en la torre de Astronomía" pensaban.
-V... veinte –susurró Severus.
-¡Mas fuerte! ¡No puedo oírte! –demandó la profesora.
-¡Veinte puntos menos y una detención! –respondió Severus, luchando contra lágrimas de humillación.
-¡Bien, ya que eso no bastó para enseñarte a no arrojar erizos verdes en clase, esta vez serán treinta puntos menos para Slytherin y una detención! –decidió la profesora MacGonagall.
-¡No! ¡No puede hacer eso! –gritó Draco sin pensar-. ¡Sólo nos dejará siete puntos!
-¿Quiere perder esos siete por gritarle a su profesora, señor Malfoy? –preguntó Minerva.
-Lo siento, profesora.
-¡Muy bien, volvamos al tema! –ordenó la profesora MacGonagall-. ¡Muéstrenme los ceniceros!
-¡El mío se rompió en la pelea! –dijo Harry.
-¡El mío también!
-¡Y el mío!
-¡Alguien pisó el mío!
-Sólo pónganlos en sus escritorios y reparen los que estén dañados –suspiró MacGonagall.
Repentinamente Pansy Parkinson dio un salto atrás, alejándose del muro donde estaban apiladas las almohadas.
-¡Esa almohada se está moviendo! –gritó señalándola.
-¡Un ratón! –chilló Lavender Brown y se trepó al escritorio.
Varias chicas y Neville gritaron.
La profesora MacGonagall se acercó calmadamente y levantó la almohada. Debajo había algo que lucía como una castaña sobredesarrollada. Lo levantó y lo puso en el escritorio de Severus.
-Tu cenicero, supongo –fue su único comentario.
La clase estalló en carcajadas. Severus se refugió detrás de su libro, tratando de esconderse lo mejor que pudo. La bola verde, lenta, cautelosamente, se desenrolló y movió la pequeña naricita verde.
-Bueno, según puedo ver, todos ustedes hicieron muy bien este ejercicio –anunció MacGonagall al final de la lección-. ¡Todos excepto Severus! -otra vez la clase entera rió. Severus se estremeció y trató de encogerse todavía más detrás de su libro-. Esto es muy afortunado porque tendrán que hacerlo para sus OWLS. ¡Sigan practicando!
Severus esperó hasta que la mayoría de sus compañeros se habían marchado para acercarse a MacGonagall con el erizo en las manos.
-¿Minerva? –preguntó cuidadosamente-. ¿Podrías... hum... podrías por favor... hum... volverlo a la normalidad?
MacGonagall lo miró por encima de los anteojos.
-Parece que es poco natural para él ser verde, tú sabes –explicó él-. Podría hacerle daño, ¿no crees?
-Eres tú el que lo volvió verde en primer lugar. ¿Lo quieres normal otra vez? ¡Hazlo tú mismo! ¡Ahora, piérdete! Ya he sido demasiado paciente contigo. ¡Y en sólo una lección!
-En verdad no lo hice a propósito –dijo Severus mientras abandonaba el salón.
Sus compañeros de Slytherin lo estaban esperando con miradas acusadoras. Inmediatamente se volvió frío.
-¿Qué? –demandó mirando a Draco a los ojos. Draco era el líder. Si podía asustar a Draco los otros lo dejarían tranquilo. Pero Draco le devolvió la mirada con la misma frialdad. Conocía ese juego a la perfección. Severus supo que no tenía oportunidad.
Draco miró a Severus. Había protestado por la pérdida de puntos en clase. Todos lo habían escuchado hacerlo. Ahora todos esperaban de él que hiciera algo al respecto. Severus necesitaba recibir una lección. Eso era lo que los demás pensaban y esperaban que él se la diera. O todos se volverían en contra suya. Necesitaba asustar a Severus hasta volverlo sumiso. Pero Severus era tan frío como Draco siempre había pretendido llegar a ser. Draco supo que no tenía oportunidad.
-¡Esta es una advertencia, Severus! –dijo con una sonrisa-. ¡Pierde más de nuestros puntos y realmente estarás en problemas! ¿Entendido?
-Eres tú el que estará en problemas si intentas pelear conmigo. Ya te dije que soy más peligroso que cualquiera y que todos ustedes juntos. ¡Ahora, fuera de mi camino!
Severus avanzó hacia el muro de estudiantes de Slytherin como si esperara que se hicieran a un lado. Una pequeña parte de él lo esperaba, pero sabía que no iba a suceder. Mantuvo su mirada fría en Draco mientras caminaba desafiante, sin romper el contacto visual. "¡No les dejes ver que estás asustado!" Cuando el primer puñetazo lo alcanzó, no fue una sorpresa.
***
El profesor Lupin, nuevamente encargado de Defensa contra las Artes Oscuras en Hogwarts, estaba en camino a la última lección del día cuando encontró a Dumbledore y la profesora MacGonagall discutiendo frente a los grandes marcadores que indicaban los puntos que correspondían a cada una de las Casas.
-¿Albus? ¿Minerva? ¿Pasa algo malo? –preguntó sorprendido.
-¡Son los Slytherin! –explicó Dumbledore-. ¡Los de quinto año se reunieron y golpearon a Severus! El señor Filch los atrapó y les quitó cinco puntos por cada uno de los que se involucraron en la pelea. Eso hace cincuenta y cinco puntos menos, pero resulta que sólo tienen siete. Así que sugerí ponerles un cero, pero Minerva piensa que se volverán imposibles si piensan que ya no pueden perder más puntos. Ella insiste en que tenemos que ponerles puntuación negativa.
-¿Por qué no dejas el marcador vacío y pones un signo de "menos" en los números correspondientes? –sugirió Remus sonriendo. "Slytherin con puntuación negativa. ¡Ja, toma eso, Severus Snape!" pensó.
-Bueno, parece que eso es lo que tendremos que hacer –dijo Dumbledore tristemente.
Remus recordó de pronto lo mucho que apreciaba Dumbledore a Severus. Y los Slytherin se había puesto de acuerdo para golpearlo. ¿Todos ellos? ¿Diez contra uno?
-Tengo que irme ya –le dijo a Dumbledore y MaGonagall-. Debo dar clase a esos mismos chicos de quinto año y hay demasiada tensión entre ellos, será mejor que no llegue tarde o empezarán de nuevo.
Apresurarse fue una decisión sabia, pensó remus cuando entró al salón y vio a los Slytherin. Todos lucían un tanto maltratados, algunos heridos, y Pansy Parkinson llevaba el brazo izquierdo en cabestrillo. Draco tenía un feo raspón en la mejilla y Severus, que estaba sentado en el lado Hufflepuff del salón, tenía un ojo morado y un labio partido.
De improviso, Remus se sintió incómodo con respecto a tener a Severus en su clase. Era su compañero profesor, después de todo. Y lo había ayudado mucho con la poción de wolfsbane. ¡Y por otro lado estaban todas las sucias jugarretas que ese mismo muchacho le había hecho a él y a sus amigos!
¿Cómo se suponía que debía tratar a su nuevo "alumno"? Decidió evitar el problema. No lo iba a tratar del todo. En cuanto a él concernía, Severus Snape no estaba en clase. ¡Y definitivamente no había un erizo verde en su escritorio!
El único problema con esa solución era que a Severus no le gustaba ser ignorado. Por el contrario, parecía muy ansioso de participar en la lección, levantando la mano en cada oportunidad. Remus lo ignoró, pero se dio cuenta de que Severus se veía más y más disgustado a medida que la lección progresaba. Remus evitó mirar en su dirección lo mejor que pudo, pero eso significa ignorar también a los Hufflepuff.
¡Ah, qué alivio cuando la lección terminó finalmente y Severus no había causado ningún disturbio! Pero tenía el incómodo sentimiento de que quizá no sería tan afortunado la próxima vez. ¿Y si tal vez Severus no causara ningún desastre si lo dejaba participar? Tenía mucho conocimiento y podía contribuir a la clase si quería y Remus se lo permitía.
***
Severus contemplaba su cena. No conseguía obligarse a comer. ¡Menos 48 puntos! ¡Y todo era su culpa!
La única cosa que evitaba que sus compañeros lo golpearan de nuevo era la presencia de los profesores.
La profesora MacGonagall estaba otra vez sentada cerca de la mesa de Slytherin, lanzándole miradas enojadas a Severus cada pocos minutos, pero por una vez Severus no parecía estar dispuesto a dar problemas. Jugaba con su comida sin probarla. ¿Estaba todavía lastimado por la paliza que había recibido después de la lección? Ella pensó que se lo tenía merecido por el asunto del erizo verde, pero ahora empezaba a sentir pena por él. Parecía que nadie le hablaba y no había progresos en la búsqueda de un antídoto. Ni siquiera habían sido capaces de reconstruir la receta para esa desdichada poción rejuvenecedora todavía.
"Creo que Albus tendrá que decirle que va a continuar siendo un niño por algún tiempo" pensó.
El erizo verde, entretanto, exploraba la mesa, parpadeando y olfateando ese extraño nuevo ambiente. ¡Algo olía delicioso ahí cerca! El erizo estaba hambriento. MacGonagall no los había alimentado antes de dárselos a los estudiantes. Los ceniceros no sienten hambre, después de todo.
Siguió el aroma hasta un curioso objeto blanco sobre el cual había distintas clases de cosas que olían bien. ¡Mmm! Mordió la más cercana: un poco caliente para su gusto, ¡pero nada mal! Dio otro mordisco.
-¡Hey, esta es mi comida! –protestó Draco, apartando al ladronzuelo verde, que inmediatamente se enroscó de nuevo frente al plato de Severus.
Severus lo miró distraídamente.
-¡Oh, lo siento! –murmuró.
Draco lo miró.
-¿Qué?
-¡Lo siento! –repitió Severus, todavía distraído por sus propios míseros pensamientos-. No debí dejarlo escaparse así.
-¡Me debes una papa! –reclamó Draco, curioso por la reacción.
Severus empujó su plato hacia él.
-¡Tómala!
Draco obedeció.
El erizo asomó cautelosamente su naricita verde, olfateando más papas y resolvió volver a su comida. Severus lo observó mientras comía otra papa de su plato.
-¿No se supone que deberías ser carnívoro? –preguntó.
(Draco le dirigió una mirada de extrañeza. ¿Ahora hablaba con los erizos?).
El erizo lo miró, decidió que Severus no iba a comérselo (no sabía qué era el plato y realmente no le habría hecho modificar sus opiniones) y movió su naricita verde en dirección a él mientras comía otra papa.
Severus suspiró. No debería haberse olvidado de alimentar a su nueva mascota. ¡Mascota! ¡Rayos, todos los demás tenían animales útiles, como gatos o lechuzas y él tenía un erizo! ¡Y uno verde, además!
Y ya que estaba pensando en mascotas: ¿qué habría pasado con su cuervo? (Nota: ¡Lo siento, J. L. Matthews, secuestré a Corvus! ¡Prometo devolvértelo en buen estado!).
Los estudiantes de Hogwarts no tenían permiso de tener cuervos, porque podían ser muy difíciles y causar cantidad de problemas. Pero alguien tenía que cuidar de su ave. Albus Dumbledore debería saber.
Severus recogió gentilmente su erizo del plato y fue hacia la mesa de los profesores, dando un gran rodeo para evitar a Minerva MacGonagall, sólo por si acaso. Podría tener hambre en la noche, pero no podía remediarlo.
Minerva notó la maniobra evasiva con algo de preocupación. ¿Severus estaba empezando a tener miedo de ella? Muchos de los Slytherin lo tenían. Estaba muy consciente de eso. ¡Pero Severus no era un alumno! Bueno, no uno normal, de cualquier manera. "¿Debería hablar con él?" se preguntó. Pero aquí y ahora no eran el momento ni el lugar para una conversación privada.
El director levantó la mirada y sonrió al ver a Severus.
-¿Encontraste un nuevo amigo? –preguntó, señalando al erizo.
-¡Más bien un Nuevo problema! ¡Minerva dice que no quiere desenverdecerlo! –respondió Severus.
-¿No quiere desenverdecerlo? –repitió Dumbledore-. Creo que se ve bonito así. Muy especial, tú sabes.
Severus consideró esa respuesta. No parecía que fuera a encontrar ayuda ahí.
-Sólo quería preguntarte qué hiciste con mi cuervo. Necesita alguien que lo cuide hasta que yo esté de regreso.
-¡Ah, sí, el cuervo! –sonrió Dumbledore-. No podíamos enviarlo a la lechucería...
-¡Los cuervos odian a las lechuzas! –explicó Severus-. No pueden estar juntos.
-Bueno, el señor Filch aceptó amablemente hacerse cargo de él. Pienso que te dejará visitarlo si se lo pides con educación.
Severus agradeció a Dumbledore y abandonó el gran salón. El director lo observó preguntándose qué estaría mal. Tenía la impresión de que había algo más sobre lo que Severus necesitaba hablar, pero de alguna manera no era capaz de decírselo. ¿Estaba perdiendo la confianza de su amigo?
***
Severus temía otro ataque de sus compañeros de Slytherin y salió del colegio tan pronto como estuvo fuera de la vista de los profesores.
El clima era sorprendentemente cálido para esa época del año y estaba lloviznando. Bueno, eso significaba que los demás preferirían estar adentro.
Severus sonrió. Le gustaba la lluvia. Especialmente cuando estaba deprimido. Había algo pacífico y calmante en la lluvia que siempre lo había ayudado a relajarse.
Se sentó en un banco cercano al muro, empapándose y disfrutando la frescura del aire y el suave sonido de las gotas. Tal vez la lluvia pudiera lavar la nieve y tuvieran una primavera temprana. Sabía que era demasiado pronto para eso, pero le gustaba pretender que así lo creía.
Durante un rato sólo cerró los ojos y escuchó y sintió la lluvia. Su mente vagaba analizando sus problemas sin buscar soluciones. Sabía que eran grandes, pero en ese momento se sentía extrañamente contento. El efecto combinado de la lluvia y la soledad.
Abrió los ojos otra vez y sostuvo al erizo un poco más cerca de él en sus brazos. El pequeño amigo estaba acostumbrándose a ser cargado de esa manera. Ni siquiera se había convertido en una bola completamente esa vez, lo cual significaba que no pinchaba demasiado tampoco.
Severus gentilmente lo volvió hasta poder mirarlo cara a cara. ¿Algo se había movido en su cabeza? ¡También había algo pequeño moviéndose entre las púas! Severus lo levantó y lo miró más de cerca.
-¿Sabes qué, Greenie? ¡Tienes pulgas verdes! –le dijo al erizo.
El erizo movió la nariz como diciendo "¿Qué hay con eso? ¿No las tiene todo el mundo?"
-Tendremos que hacer algo al respecto. ¡Vamos!
***
Nerviosamente, Severus llamó a la puerta de Argus Filch. Filch abrió y lo miró, entonces sonrió.
-Ah, sí, el profesor Dumbledore dijo que usted vendría ver a su pájaro. Esta justo sobre la mesa, picoteando mi reportes.
-¡Oh, lo siento! –Severus se disculpó rápidamente-. Es sólo que es muy curioso. Piensa que todo lo que se deje mal puesto es un juguete, usted sabe.
-Hmm... –dijo Filch, intrigado-. ¡Eso podría ser útil! ¿Piensa que podría entrenarlo para recoger papeles caídos y plumas extraviadas?
-¡Seguro! Sólo aliméntelo cada vez que le entregue algo y él le llevará todo lo que encuentre. Aunque podría empezar a robar también –sonrió Severus-. Todavía es mi cuervo, después de todo, las mascotas tienden a imitar los hábitos de sus dueños, usted sabe.
-Sí, he escuchado acerca de ese incidente –gruñó el señor Flich, ya sin sonreír.
Severus caminó dentro de la habitación y el cuervo inmediatamente dejó los papeles que estaba picoteando y voló para pararse en su hombro y que lo acariciara. Severus lo acarició gentilmente. ¡Se sentía tan bien que al menos alguien lo reconociera todavía!
-¿No tendría algo de talco matapulgas, de casualidad? –preguntó a Filch.
-¿Por qué tendría que tenerlo? ¡Usted sabe que soy un squib! ¡Y no le daría nada aunque tuviera! ¡Usted no tiene permiso de abandonar Hogwarts, recuérdelo! –exclamó Filch.
-¡No polvos flu! ¡Talco matapulgas! Para mi erizo –explicó Severus, mostrándole su pequeño amigo verde-. ¡Tiene pulgas! (ndt: se trata de un juego de palabras entre "flea powder" -"talco antipulgas"- y "floo powder" -"polvos flu"- lo que ocasiona la confusión de Filch).
Filch miró al erizo. El erizo miró a Filch y movió la nariz desdeñosamente.
-Yo le daría un buen baño si fuera usted –recomendó Filch luego de un momento-. ¡Pero póngase ropa seca primero! ¡Va a enfermarse andando así con este clima!
-¡Lo haré! –sonrió Severus-. ¡Gracias!
Devolvió al disgustado cuervo a Filch y se dirigió a la salida, pero se detuvo en la puerta.
-¿Puedo venir a visitarlo de nuevo alguna vez?
-Seguro, cuando quiera. ¡Sólo venga y llame a la puerta!
Severus sonrió y con otro "¡Gracias!" se dirigió al salón común.
***
Draco entró al baño para encontrarse con un muy mojado y jabonoso Severus, arrastrándose para tratar de atrapar algo que estaba en la esquina más alejada. ¡Había agua por todas partes! ¡A juzgar por lo mojado que estaba Severus, debía haber estado así durante horas!
Draco se acercó cuidadosamente, esquivando los charcos más grandes lo mejor que pudo. Aún así el agua entró en sus zapatos, mojando sus medias. Disgustado, consideró la posibilidad de dar media vuelta y hacer que los de primer año le prestaran su baño, pero era demasiado tarde y ya estaba mojado, y tenía demasiada curiosidad por averiguar lo que fuera que estuviera haciendo Severus. Decidió que ya no tenía caso esquivar el agua, caminó por el enorme charco que lo separaba de Severus y espió lo que estaba tratando de atrapar.
¡Vio a un erizo verde cubierto de jabón!
-Er... Severus, no creo que consigas quitarle lo verde de esa manera –dijo, tratando de mantener una expresión neutra. ¿Qué tan desesperado estaba Severus? ¿Por qué simplemente no usaba el contrahechizo?
-¡No es eso! –explicó Severus con voz tranquila-. ¡Sólo trato de ahogar las pulgas!
-¡¿Esa cosa tiene pulgas?! –Draco retrocedió de un salto-. ¡Que no se me acerque!
-Pulgas de erizo –aclaró Severus, todavía con voz tranquila-. No les gusta la sangre humana.
-¿Por qué nada más no lo conviertes en un cenicero y se lo das a MacGonagall? –preguntó Draco-. Con eso ya no tendrías problemas.
-¡Ya traté de convertirlo en cenicero, "Ricitos de Oro"! ¡Sólo se volvió verde!
-¿Quieres decir que de verdad fue un accidente? –preguntó Draco sorprendido-. Pensé que... –se detuvo. Entonces empezó a reírse. Eso era hilarante. Severus Snape, el gran maestro de Hogwarts era incapaz de transformar un simple erizo en un cenicero. ¡Un hechizo que hasta Neville Longbottom podía hacer sin mucha dificultad!
Severus lo escuchó reír y se enfadó. Le tiró el enjabonado cepillo que había estado usando con el erizo, Draco lo esquivó rápidamente y salió del baño.
Draco corrió, incapaz de pelear porque estaba riendo con demasiada fuerza.
-¡Esto es invaluable! –logró decir en medio de las carcajadas-. ¡Nuestro profesor de Pociones apesta en Transfiguración! ¡Esperen a que se lo cuente a todos!
Draco llegó al dormitorio para decírselo a sus amigos, pero estaba riéndose tanto que sólo pudo dejarse caer en la cama y revolcarse de la risa, muy similarmente a como lo había hecho Severus durante su primera noche ahí, cuando Dumbledore estaba con aquel balde en la cabeza.
Gregory, Vincent y Blaise estaban alrededor de su cama, mirándose entre ellos, inseguros de qué hacer. ¿Draco estaba bajo alguna clase de hechizo? ¿Deberían pedirle ayuda a un profesor?
-Tal vez deberíamos llamar a Madam Pomfrey –sugirió Gregory.
-¡No! ¡Estoy bien! –consiguió decir Draco.
Los otros tres se quedaron frente a él por casi un minuto hasta que Draco pudo controlarse lo suficiente como para sentarse y explicar.
-¡No era una jugarreta! –dijo, y se disolvió en carcajadas otra vez.
-¿Qué? ¿De qué estás hablando? –preguntó Vincent, mientras Gregory y Blaise intercambiaban miradas de confusión-. ¿Qué cosa no era una jugarreta?
Draco trató de hablar con todas sus fuerzas, pero no podía. Finalmente logró decir:
-...Erizo... no puede transformar...
-¿Te refieres a Severus? –gritó Gregory con deleite-. ¿No puede transformar un erizo en un cenicero?
Draco asintió. Eso era más fácil que hablar.
Gregory y Vincent empezaron a reír también. Blaise los miraba.
-No veo dónde está lo gracioso. ¡Todavía tenemos el récord por la puntuación más baja jamás lograda en la Copa de las Casas! –declaró-. ¡Pero es algo que podemos usar para atormentar a Severus –añadió, sonriendo malévolamente.
Cuando Severus volvió del baño, con su erizo confortablemente envuelto en una toalla grande y suave, el salón común al completo lo recibió con sonrisas burlonas y risitas ocasionales. Sería una tarde realmente mala, comprendió, pero todos modos buscó asiento. Si retrocedía ahora sería peor que en la mañana. Si luchaba ahora, se cansarían por algún tiempo.
Se dejó caer en su silla favorita, dejó el erizo en la toalla sobre la mesa y empezó a hacer la tarea (un poco de la de Susan, otro poco de otras personas con las que había hecho tratos y un muy poco de sus propias tareas, ya que copiaba todo lo que no fuera de Pociones o Defensa tan pronto como encontraba alguien que lo dejara hacerlo). Resistió las burlas lo mejor que pudo usando la versión helada de su personalidad y esperando que nadie comprendiera que se comportaba así justo porque sí estaban logrando lastimarlo.
***
Un ruidoso rascar y luego un olfateo sacaron a Draco de su sueño.
-¿Huh, qué es eso? –murmuró un adormilado Vincent desde la cama siguiente.
-¿Qué es todo ese ruido? –bostezó Gregory.
-Debe haber algo en el cuarto –dijo Blaise.
-Bueno, ¿qué crees que sea? –preguntó Draco, sintiéndose un poco nervioso. ¿Y si era una serpiente venenosa o algo así?
-¿Cómo podría saberlo? –replicó Blaise-. No puedo ver nada en esta oscuridad.
-¡Lumos! –dijo Severus, calmadamente.
Su varita brilló inmediatamente y los cinco muchachos vieron al erizo verde explorando cerca de uno de los muros, olfateando y haciendo ruidos.
-¡Severus, mantén esa cosa encerrada! –ordenó Draco con impaciencia-. Estoy cansado. Debe ser alrededor de la una de la mañana.
-Sí, el pequeño fenómeno debería dormir –añadió Gregory.
-¡No es un fenómeno! –replicó Severus sin pensar-. Sólo es verde. Y me parece que los erizos son de hábitos nocturnos por naturaleza.
-Lo que sea. Sólo ponlo en una caja o algo antes de que use en él el hechizo para matar –dijo Blaise-. Quiero seguir durmiendo.
-No te atreverías a tocarlo –gruñó Severus, pero bajó de su cama y recogió al erizo-. Ven Greenie, tienes que dormir.
Miró a su alrededor buscando algo en dónde poner al erizo. No tenía una jaula para él ni había cajas vacías por ahí cerca. Así que lo puso en una gaveta vacía de su mesita de noche y la dejó un poco abierta para que pudiera respirar.
Aliviados, todos volvieron a dormir.
Sólo segundos después, un fuerte arañar y gruñir se pudo escuchar emanando de la gaveta.
-¡Oh, no! –exclamó Draco-. ¡Ahora es peor que antes!
-Cállalo, Severus, o voy a matarlo –dijo Blaise, buscando su varita.
-Se dormirá tan pronto como se dé cuenta de que no puede salir –respondió Severus, fríamente-. Sólo esperen unos minutos.
Alrededor de media hora después, Severus finalmente bajó de su cama, abrió la gaveta, sacó al pequeño y ruidoso erizo verde y salió del dormitorio. Sólo segundos después, regresó y volvió a su cama.
-¿Qué le hiciste? –preguntó Draco, soñoliento.
-Lo encerré en el baño. Nadie lo oirá ahí. Sólo tenemos que cuidar de no pisarlo mañana –explicó Severus.
***
A la mañana siguiente, Gregory fue el primero en entrar al baño. Los otros todavía estaban en el cuarto, reacios a abandonar sus camas luego de la noche interrumpida por el erizo.
Pero el repentino alarido de Gregory los hizo levantarse y correr al baño en menos de un segundo. Encontraron a Gregory sentado en el suelo, sujetándose el pie izquierdo con ambas manos.
-¿Qué pasó? –preguntó Vincent mientras se arrodillaba para examinar el pie de Gregory.
-Pisé a ese maldito erizo –replicó Gregory, casi llorando.
-¡Greenie! –gritó Severus y corrió hasta una esquina, donde una sospechosa bola verde yacía inmóvil.
Levantó al asustado erizo y luego de comprobar que no estaba herido, volvió su atención a Gregory.
-¿No puedes tú, inmenso idiota, fijarte por dónde caminas? –preguntó, acusador-. Casi lo matas del susto.
Gregory, que acababa de descubrir que no podía caminar con su pie lastimado, le lanzó una mirada furiosa y declaró:
-Apuesto a que lo hizo a propósito. Siempre me está molestando. Primero fue mi nariz, luego la ducha y ahora su erizo.
-¿Quieres pelear otra vez? –preguntó el Severus frío.
Draco decidió rápidamente que tenía que intervenir antes de que la situación degenerara en una pelea.
-Oh, vamos, Greg, los erizos no atacan a la gente –dijo a su amigo con calma-. Y todos sabíamos que estaba aquí. Simplemente no lo viste y ocurrió un accidente.
-¿Oh, sí? ¿Entonces por qué lo encierra en su caja o algo? –demandó Gregory.
-Porque todavía no tiene caja –declaró Severus-. Pensaba conseguir una hoy –añadió, un poco menos fríamente.
-¿Lo ves? Fue un accidente –dijo Draco rápidamente, antes de que Gregory pudiera contestar con algo que Severus pudiera considerar un desafío-. Ahora, pon un brazo alrededor de los hombros de Vincent y otro alrededor de los de Blaise y ellos te ayudarán a llegar a la enfermería. Madame Pomfrey curará tu pie en un momento, lo apuesto.
-¿Por qué no llevas tú mismo? –gruñó Blaise mientras él y Vincent se acercaban a ayudar a Gregory.
-Porque –sonrió Draco- soy demasiado bajo. Tú y Vincent son casi del mismo tamaño. Eso hará que Gregory esté mucho más cómodo.
-¡Ja! Apuesto a que ni siquiera podrías soportar el peso –rió Blaise, sujetó el brazo de Gregory y lo colocó alrededor de sus hombros.
Draco se encogió de hombros, todavía sonriendo, y los observó cargarlo fuera del dormitorio.
***
Como había predicho Draco, Madame Pomfrey curó a Gregory fácilmente. Regresó a tiempo de mirar con disgusto a Severus durante el desayuno. Severus contraatacaba con su usual mirada fría. Draco, quien se sentía bastante incómodo entre esos dos, hizo lo mejor que pudo por mantener todos los alimentos pegajosos fuera del alcance de ambos, pero afortunadamente no hubo otra guerra de comida (la inquietante presencia de Minerva MacGonagall a sólo unos pasos detrás de ello quizá tuvo algo que ver con eso).
La clase doble de Pociones era la primera lección del día.
Continuará...
Notas:
Okey, ¿les agrada Greenie o no? ¿Debería incluir algo de romance? Por favor, comenten.
En próximos capítulos:
¡Dumbledore enseña Pociones! ¡Severus trabaja con Harry! Problemas con la tarea, trampas para ratones, más transfiguraciones, y algunas aventuras nocturnas.
