¿Qué creen? ¡Todos estos personajes son de JKR! ¡No he inventado a ninguno! ¡Ninguno me pertenece (excepto Susan, y si quieres usarla, no hay problema)!.

La idea de Draco dibujando dragones pertenece a PikaCheeka. Lo siento, olvidé mencionarlo en el primer capítulo. Creo que adopté la idea en forma subconsciente.

El cuervo de Severus pertenece a los fics de J. L. Matthews. Sólo lo tomé prestado porque es una mascota perfecta para Sevi y prometo regresarlo sin que le haya pasado nada malo.

Notas de la autora:

Inventé otro personaje, pero sólo para que pueda irse. No creo que vaya a regresar. No logro recordar si JKR nos ha dicho quién enseña Runas Antiguas, así que inventé a alguien. Si alguno de ustedes sabe quién enseña esta materia, imaginemos que ese profesor se retiró y que la profesora Calligra es nueva este año. Gracias por sus muchos comentarios, me encantan los comentarios.

Tengo muchas preguntas esta vez y muchas no se relacionan directamente con la historia. Leí en otro fic que Harry pasa tres meses con los Dursley cada verano. Torpe de mí, asumí que las vacaciones de verano duran dos meses en todas partes porque así es en Austria. ¿Puede alguien informarme cuánto duran las vacaciones en Inglaterra? Sé que las escuelas inglesas inician clases a las 9:00 (no a las 8:00 como nosotros) y que tienen clase en las tardes todos los días. ¿Pero cuántas lecciones se dan por día? ¿Cuántas antes del almuerzo y cuántas después? ¿Cuánto duran los recreos? (he oído que en Francia no tienen). ¿Hay clases los sábados?  Si es así, ¿cuánto tiempo? Estaré muy agradecida con quien pueda ayudarme. Si no saben las respuestas, háblenme de cualquier otra cosa. Me gusta todo lo que venga de ustedes.

Nota de la traductora:

Silverfox es de Austria (no confundir con Australia) y su lengua materna es el alemán, pero escribió "My name is Severus" en inglés, si deseas leer la versión original, puedes encontrarla en  fanfiction.net Y si deseas escribirle (en alemán o inglés, preferentemente), esta es su dirección: Silverfox@kabsi.at

Capítulo seis: MÁS PROBLEMAS PARA DUMBLEDORE

Fue una buena idea por parte de Dumbledore darle a Severus la receta. Severus pasó la mayor parte del viernes y el fin de semana siguiente en la biblioteca, ocupando una mesa entera con muchos libros de pociones y estudiando. Sus esfuerzos fueron en vano, sin embargo. No había nada en esos libros que no supiera ya. Tenía que buscar sus propios libros o al menos la sección prohibida, pero ambas peticiones le fueron denegadas.

Aún así continuó investigando libro tras libro y eso lo tuvo demasiado ocupado para hacer demasiado desorden. Sólo hubo unas pocas peleas con daños menores durante el fin de semana y unos cuantos petardos volaron aquí y allá. Dumbledore ni siquiera estaba seguro de que el último tuviera algo que ver con Severus. También podrían haber sido los Weasley.

Sí, todo habría estado bien, excepto por lo que sucedió durante la última lección de la semana. Dumbledore estaba tratando de explicar la receta de una poción encogedora a un Hufflepuff de primer año particularmente lento cuando de repente la puerta se abrió y la profesora Callisto Calligra entró a la clase.

-¡Albus, renuncio! –anunció por toda explicación.

Dumbledore miró sorpredido a la maestra de Runas Antiguas. Lo mismo hicieron los alumnos de primer año. Algunos de ellos recordaban vagamente haber vist a esa mujer en la mesa de profesores durante las comidas, pero la mayor parte no tenían idea de quién era. ¿Qué era lo que hacía en su clase?

-¿Renunciar, Callisto? –preguntó Dumbledore-. ¿Renunciar a qué?

-¡Renuncio a este empleo! –gritó la profesora Calligra (ndt sí, sé que suena raro, pero el nombre griego Callisto –"la más bella"- es femenino, aunque en español es más frecuente encontrarlo como "Calixta").-. ¡Me voy de Hogwarts esta noche!

-Espera, espera, Callisto. ¡Cálmate! –exclamó Dumbledore-. ¿Qué puede haber sido tan terrible como para...?

No tuvo tiempo ni para terminar la frase.

-¿Qué pudo ser tan terrible? –gritó la profesora Calligra-. ¡¿Qué tal el chico Malfoy?! ¡Me insultó delante de toda la clase! Y entonces los Slytherin empezaron a tirar sus libros a los Ravenclaw y los Hufflepuff estaban sentados en medio y se asustaron y tuve que seguirlos afuera y convencerlos de que era seguro volver a la clase. Y entonces Severus y la chica Granger empezaron a discutir sobre cómo interpretar el texto y lo siguiente que supe era que ellos dos estaban enseñando mi clase. ¡Eso es, Albus! Voy a empacar mis cosas y tomaré el próximo tren a londres. ¡No esperes verme aquí para la hora de la cena!

Antes de que Albus pudiera decir nada, ella había dado media vuelta y abandonado el salón. Todos se quedaron mirándola. Albus parpadeó unas cuantas veces. Las palabras de Minerva MacGonagall hacían eco en su mente "será como enseñar en un manicomio". Y Neville y Harry ni siquiera tomaban Runas Antiguas.

Consideró la posibilidad de correr detrás de la enfurecida profesora, pero sabía que no había oportunidad de que cambiara de opinión. Cuando Callisto Calligra decidía hacer algo lo hacía, sin importar qué pasara. Necesitaría un reemplazo... Y sería mejor que le echara un vistazo a la clase.

Albus Dumbledore dejó marchar temprano a los estudiantes de primer año, que vitorearon bastante alegres, y se apresuró a llegar a la clase de Runas Antiguas sin siquiera limpiar el pizarrón adicional que había tenido que conseguir ya que, por alguna extraña razón, ya no había manera de escribir sobre el original.

Por una vez no encontró a los estudiantes de quinto año peleando o gritando. La puerta del salón estaba completamente abierta y la primera cosa que vio al entrar sin ser notado fue a los Ravenclaw, que estaban estudiando sus libros. Los Hufflepuff estaban reunidos en el centro del salón, conversado en voz baja. Los Gryffindor jugaban snap explosivo en el fondo del salón, todos excepto Hermione, que estaba en pie cerca del escritorio de la profesora, junto con Severus. Esos dos parecían estar discutiendo sobre sus traducciones.

Cuando el director fue al frente del salón, Greenie, que había estado olfateando por el escritorio de la profesora Calligra, lo miró y movió la nariz al reconocerlo. "Ah, el sujeto chistoso otra vez".

Severus volteó entonces y vio a Dumbledore.

-¡Hola, Albus! –saludó distraídamente y volvió al texto.

-¿Hm? –fue la única reacción de Hermione. Estaba demasiado concentrada en su trabajo como para ser distraída por trivialidades tales como la llegada del director.

Albus miró de nuevo la clase, con más atención. ¿Dónde estaban los otros Slytherin? Descubrió a Draco sentado silencioso cerca de la ventana, escribiendo. ¿Draco Malfoy estaba trabajando? ¿Y si así era, por qué estaba usando lápices de colores? Dumbledore no perdió mucho tiempo pensando en Draco, sin embargo. Siguió buscando a los otros Slytherin, pero no los encontró. Trató de recordar cuáles Slytherin tenían que estar ahí. ¿Tal vez Severus y Draco eran los únicos? No, eran sólo los únicos varones, pero debería haber dos o tres chicas también.

-¡¿Dónde está el resto de los Slytherin?! –demandó enojado.

La clase se detuvo y todos lo miraron con sorpresa. ¿De dónde había salido el director tan de repente?

-Salieron –dijo Hanna Abbot, de Hufflepuff, luego de un momento.

-Sí, dijeron que tenían mejores cosas que hacer que esperar a que una profesora histérica se calmara –explicó un Ravenclaw de cabello oscuro, cuyo nombre, si Dumbledore recordaba correctamente, era Boot, Terry o Tommy Boot, o algo así.

-Bueno, normalmente no debería ser, pero esta vez les sugiero que todos sigan su ejemplo. La profesora Calligra acaba de anunciar que deja Hogwarts. Les prometo tratar de conseguir un reemplazo temporal antes del lunes, pero la lección de hoy no puede continuar.

Por segunda vez en el día, contempló estudiantes vitoreando y salir corriendo del salón. Ahora tenía que convocar otra reunión de emergencia en su oficina.

-¡Oh, Albus! –se oyó una voz detrás de él-. ¿Podrías echarle una mirada a este texto y explicarnos...?

-¡No, Severus, no puedo! No enseño Runas Antiguas. Por favor, recoge tus libros y erizo y sal antes de que cierre el salón. Usted también, señorita Granger. ¡Tomen sus cosas y váyanse!

Gruñendo por su falta de cooperación, los dos se marcharon.

Albus se dirigió a la puerta, entonces decidió dar una última mirada al salón antes de cerrar. Tal vez alguno de los Ravenclaw todavía se encontraba ahí...

-¡Señor Malfoy!

No hubo reacción.

Albus volvió a entrar al salón y se acercó al muchacho.

-¡Señor Malfoy! –exclamó-. ¿Piensa quedarse encerrado en el salón durante el fin de semana?

-¿Huh?

-¿Qué es tan interesante que no quiere dejar la clase, a todo esto? –preguntó Dumbledore examinando la pieza de pergamino en la que Draco estaba trabajando.

-¡N... n... nada! –tartamudeó Draco, sonrojándose y recogiendo todo rápidamente para escapar a toda carrera.

Pero Dumbledore había podido darle una rápida mirada al pergamino. ¿Un retrato? ¿De Ginny Weasley?

***

La reunión de personal no fue agradable tampoco. Casi todos los profesores tenían alguna queja contra Severus. Sólo madame Hooch y la profesora Trellawney estaban sonriendo y bien acomodadas en sus sillas. Por supuesto, Severus no era alumno de ninguna de ellas.

Cuando Dumbledore les habló de la profesora Calligra se quedaron en shock. Por un momento nadie habló y Dumbledore pudo ver a Hagrid inclinándose para decir algo al oído de Madame Pomfrey. Madame Pomfrey sacudió la cabeza y le susurró a su vez. Entonces Hagrid susurró otra vez. Parecía estar suplicando.

Finalmente Madame Pince aceptó tomar el lugar de la profesora Calligra hasta que fuera encontrado un reemplazo, con la condición de que alguien tomara su lugar en la biblioteca durante las lecciones para que no tuviera que cerrarla del todo.

¿Pero quién podía hacerse cargo de eso? Todos los profesores estarían en clases también, Dumbledore estaba enseñando Pociones además. Filch se negó alegando que no tenía tiempo. Madame Pomfrey no podía dejar la enfermería por tanto tiempo, ya que podía surgir una emergencia.

Al final aceptaron, reluctantes, a preguntarle a los elfos domésticos si podían ayudar y al día siguiente una muy preocupada Madame Pince explicaba a un muy excitado Dobby cómo manejar la biblioteca.

Sólo una hora después de la reunión, Dumbledore recibió una nota de Madame Pomfrey indicándole que Hagrid estaba resfriado y no podría dar clases por una semana o dos.

Extraño. Hagrid se veía bien durante la reunión.

***

Ya que no había tenido oportunidad de terminar el retrato de Ginny, Draco decidió buscar al original. Sabía en qué salón se encontraba en ese momento y tenía tiempo más que suficiente para esconderse cerca de la puerta.

Tenía que ser cuidadoso para que no lo descubrieran siguiendo a Ginny. Ella había desarrollado el hábito de permanecer muy cerca de sus amigos cuando él andaba cerca. Era por eso que no había tenido oportunidad de encontrarla sola otra vez desde su intento de conversación en la biblioteca.

Pero esta vez tuvo suerte. Nadie lo notó siguiéndola. Bueno, tal vez no fuera sólo suerte. Después de todo la práctica hace al maestro y Draco tenía ya un montón de práctica.

Era cerca de la hora de comer cuando vio a Ginny entrar al baño de las chicas en el tercer piso. Sus amigos continuaron en dirección al Gran Salón. El corredor estaba desierto.

¡Sí, la tenía! Pero no podía seguirla dentro del baño. Tenía que esperar afuera y rogar que nadie llegara antes de que ella saliera y él tuviera su oportunidad de hablarle.

Draco esperó mirando a un lado y otro del corredor nerviosamente. Nadie llegó. Casi todos debían estar cenando ya. Era una oportunidad perfecta.

¿Por qué Ginny tardaba tanto? Probablemente cepillaba su cabello para lucir linda en la cena. Tal vez fuera a usarlo suelto otra vez. Era así como lucía más bella, decidió Draco. Aunque siempre se veía bella.

Finalmente la puerta se abrió y Ginny salió.

-¡Hola, Ginny!

Ginny se sorprendió y retrocedió hasta una esquina.

¡Sí! Draco la siguió rápidamente. Ahora no tenía a dónde correr. Esta vez tendría que hablarle.

-Escucha... um... Ginny... –grandioso, estaba balbuceando otra vez.

"¡Vamos, Draco! ¿Qué era lo que querías decirle?"

-... um... Ginny… yo… um… Ginny…

"¡Idiota, todo lo que estás haciendo es repetir su nombre! ¡Di algo interesante para que ella pueda responder!"

-Ginny… yo… quería… um…

"¡Pregúntale algo! Ella responderá si le preguntas algo" ¡Eso era! Le preguntaría si quería ir a Hogsmeade con él.

-Ginny, yo... quería preguntarte... um... si tú querrías...

Ginny había retrocedido más y más en la esquina. Ahora estaba presionada fuertemente contra el muro sin posibilidad de escape. Tendría que pasar por encima de Draco para poder irse. ¿Cómo podía hacer que se alejara?

-¡Déjame tranquila o llamaré a mis hermanos! –amenazó.

Draco la miró sorprendido por un momento.

-¿Tus hermanos? No me importan tus hermanos –dijo-. ¡Tú ME GUSTAS!

¡SLAP!

Draco retrocedió sorprendido cuando la mano de ella se estrelló contra su mejilla.

Ginny aprovechó la oportunidad, pasó junto a él y corrió hacia el Gran Salón.

Draco la miró, tocándose la adolorida mejilla con la punta de los dedos. ¿Qué había salido mal? ¿Por qué ella había huido corriendo otra vez? Él en realidad había conseguido decirle algo. ¡Algo agradable, además! ¿Y ella lo abofeteaba y salía corriendo?

Debía haber hecho algo incorrecto. ¿Pero qué? ¿Cómo se convence a una chica de que uno desea salir con ella? Necesitaba pedirle consejo a alguien. Un amigo que pudiera ayudarlo con su problema.

¿Pero quién?

Usualmente hablaba de cosas complicadas con Zabini. Era el más inteligente de sus amigos. Pero Blaise era un cero absoluto en cuestión de problemas emocionales y de alguna manera Ginny abofeteándolo parecía ser algo bastante emocional.

Blaise no, entonces. Eso dejaba sólo a Crabbe y Goyle. Gregory era tan estúpido que nadie en su sano juicio se arriesgaría a preguntarle nada. Sólo lo miraría sin comprender o le sugeriría que le devolviera el golpe a Ginny. Esa no parecía la solución que Draco estaba buscando.

Gregory no. Entonces, Vincent. Vincent era más inteligente que Gregory, y tenía un poco más de corazón que Blaise, lo cual no era mucho decir. Aún así, Vincent no dejaba de ser un gran estúpido. ¿Y qué sabía acerca de chicas? Nada. Cuando oyera que a Draco le gustaba una chica se burlaría de él sin piedad. Y entonces toda la escuela lo sabría.

No, no podía preguntarle a Vincent. ¿Pero entonces a quién? ¿A quién conocía? "¡Las chicas no deben enterarse! Pueden ser peores que Vincent" Definitivamente no podía preguntarle a un profesor. ¿Quién más había en la escuela? ¿El erizo de Severus?... ¡Severus! Severus tenía que saber acerca de chicas. Tomando en cuenta su edad, debía haber tenido ya bastantes novias. Definitivamente debía saber cómo hablarles. Sí, tendría que preguntarle a Severus.

¡Preguntarle a Severus! ¿En qué estaba pensando? Severus planeaba tenderle una trampa. Eso había dicho. "Te haré una la próxima vez", había dicho porque no le quedaban ratoneras. No podía permitir que Severus supiera sobre él y Ginny. Se aprovecharía del dato para avergonzarlo frente a toda la escuela. Sería todavía peor que Vincent y las chicas juntos.

Y entonces Draco cayó en la cuenta de que Severus ya lo sabía. Se había dado cuenta desde el primer momento cuando él contemplaba a Ginny en el Gran Salón. ¡Oh, no! ¿Qué podía hacer? Si tan solo tuviera un amigo con quién hablar.

***

-Whoa, se ve enojada –recalcó Vincent cuando Ginny irrumpió en el Gran Salón y pasó frente a la mesa de Slytherin.

-Espero que no lo haya matado –dijo Severus, colocando otro pedacito de bistec frente a la nariz de Greenie. Al erizo parecía gustarle el bistec. Lo cual era afortunado para ambos, ya que a Severus no le gustaba.

-¿Matarlo? –preguntó Gregory, al escuchar una de sus palabras favoritas-. ¿Matar a quién?

-A Draco. ¿Quién más podría hacerla enojar? –respondió Severus y continuó cortando su bistec en pedacitos tamaño boca de erizo.

-¿No crees que un bistec completo es demasiado para un erizo? -preguntó Vincent-. Me comería el resto yo mismo, si fuera tú.

-Sólo voy a darle tanto como quiera y pondré el resto en su jaula para bocadillos de medianoche –explicó Severus-. Definitivamente no voy a comerme ESO.

-¿Qué tiene de malo comer bistec? –preguntó Gregory, metiendo la mitad de su porción de carne en su boca de una sola mordida.

-Nada –declaró Vincent, siguiendo el ejemplo de sus amigos.

Severus decidió no mirarlos mientras estuvieran comiendo. Bueno, al menos Vincent no hablaba con la boca llena.

-A diferencia de ustedes, cabezas huecas, yo no como cualquier basura que me pongan enfrente –gruñó.

-El bistec no es basura –declaró Blaise.

-Sabe a basura.

-No 's isí –respondió Gregory con la boca llena.

La estudiante de cuarto año sentada cerca de él empezó a reírse. Gregory habría iniciado con ella otra guerra de comida si no hubiera sido distraído por la entrada de Draco.

Draco todavía tenía la mano en la mejilla cuando se sentó a la mesa.

-¿Dónde has estado todo este tiempo? –preguntó Gregory.

-Sí, no te hemos visto desde Cuidado de Criaturas Mágicas –añadió Vincent.

-No lo sé –murmuró Draco distraídamente.

-¿Van a hablar de Ginny otra vez? –preguntó Gregory a Severus.

Severus asintió y le guiñó un ojo. Gregory sonrió abiertamente. Había comprendido algo: cuando Draco daba respuestas extrañas, Severus siempre empezaba a hablar acerca de Ginny. ¿No era un descubrimiento del cual estar orgulloso?

-¿Te duele una muela? –preguntó Blaise a Draco.

-Mmm... no.

-¿Entonces por qué te sostienes la mejilla?

Draco bajó la mano rápidamente y empezó a comer.

-Hum, definitivamente es una bonita huella de un manotazo lo que tienes ahí –sonrió Severus, inspeccionando la mejilla de Draco.

La mano de Draco regresó a la mejilla.

-La pequeña Ginny de verdad es una chica con carácter –continuó Severus, imperturbable-. No me extraña, con esa cabellera roja. ¿Debo suponer que ella no saldrá contigo esta semana?

Draco se sintió enrojecer. Se inclinó sobre su plato, deseando que Severus se callara si él no reaccionaba. Entonces vio la gran sonrisa de Vincent. "¡Oh, no! Aquí vamos"

-¿Saben qué? –sonrió Vincent-. Draco está enamorado de una Weasley.

-¡Congratulaciones, Vincent! –gruñó Severus sonriendo de la manera que era habitual en Draco-. Sólo te tomó una semana descubrirlo. Y era tan obvio, además.

Draco tomó su vaso de jugo de calabaza y lo volcó sobre la cabeza de Severus. Esa probablemente no era la cosa más inteligente que podía hacer, pero fue lo que le nació en ese momento. Se preguntó qué estaría mal consigo mismo. No era propio de él perder el control de esa manera o avergonzarse cuando hablaban de una chica ordinaria. Bueno, Ginny no era ordinaria.

Severus se quedó quieto, balanceando el vaso volcado sobre su cabeza y luchando contra la risa. ¡Pobre Draco! Pero se veía tan gracioso todo sonrojado.

Minerva MacGonagall corrió hasta la mesa de Slytherin para evitar otra guerra de comida. Afortunadamente Severus no había contraatacado aún, pero ella no iba a esperar mucho tiempo.

-¿Qué está pasando aquí? –demandó con su voz más severa.

-Tengo una corona de cristal –respondió Severus, fingiendo seriedad.

Minerva le quitó el vaso de la cabeza y lo puso otra vez en la mesa, luchando para no reírse.

-¿Y por qué fue eso? –preguntó luego de recuperar la compostura.

-Draco está enamorado –rió Vincent.

-¿Lo está? ¿De verdad? –le preguntó Gregory a MacGonagall. Ella era profesora. Tenía que saber.

-Sí, lo está –sonrió Vincent.

Draco tomó otro vaso de jugo de calabaza y habría "coronado" a Vincent también, pero Minerva lo sujetó por el cuello de la túnica y lo obligó a sentarse de nuevo.

-¡Señor Malfoy, serán diez puntos menos para Slytherin por atacar a sus compañeros! ¡Ahora coma, antes de que le una detención también! –la profesora MacGonagall cruzó los brazos sobre el pecho y resolvió permanecer en pie detrás de Draco por el resto de la cena.

Draco la miró tercamente.

-No tengo hambre –declaró, se puso en pie y abandonó el Gran Salón.

***

El sábado por la noche, cuando estuvo seguro de que sus compañeros estaban dormidos, Severus se deslizó silenciosamente fuera de la cama y se puso su capa y calcetines. Decidió no ponerse zapatos, sin embargo. Podría escabullirse más cómodamente si no usaba zapatos ruidosos. Sólo tenía que cuidarse de no resbalar, y lidiar con el frío una hora o dos.

Se deslizó al baño y rápidamente sacó a Greenie de su jaula. El erizo era un animal nocturno después de todo y parecía estar muy excitado por el prospecto de una aventura nocturna y parpadeó alegremente.

En silencio, caminó por el salón común. Habían pasado sólo diez minutos desde que Dumbledore había revisado su dormitorio y si hubiera habido algo inusual en los otros dormitorios, ya lo habría notado. La última persona que Severus deseaba que lo descubriera escabulléndose era el director.

Filch, él sabía, no sería muy estricto con él y MacGonagall no andaría por los calabozos en cualquier caso. Probablemente ella nunca había estado ahí desde su última lección de Pociones. No, Dumbledore era lo más peligroso que podía pasarle esa noche.

Gentilmente, empujó la puerta secreta. Sabía exactamente cuánto podía abrirla antes de que rechinara. Sonriendo, la cerró detrás de él otra vez sin el menor sonido. Se preguntaba cuántos chicos serían capaces de lograr algo así. Draco tal vez. Pero dudaba que sus otros tres compañeros de habitación pudieran siquiera abrirla sin hacer ruido.

Fue hasta la siguiente esquina del corredor y observó cuidadosamente los alrededores antes de continuar.

Severus llegó al calabozo de Pociones sin incidentes, una sombra en la oscuridad, y encontró la puerta abierta. "Confía en Albus para olvidar cerrar la clase, de modo que hasta el último tonto pueda entrar y robar mis ingredientes. Sólo esperemos que ninguno de ellos sepa cómo preparar drogas" Hermione probablemente sabría, pero no parecía alguien que fuera a hacer algo así. Potter y compañía no parecían capaces de terminar haciendo algo explosivo o que los volviera invisibles permanentemente. ¿Pero qué tal sus propios Slytherin de sétimo año? Ellos podrían experimentar con drogas. Tal vez no para su propio consumo, sino para vendérselas a tontos estudiantes más jóvenes.

"Tengo que advertirle a Albus acerca de dejar esta puerta abierta por la noche. Es demasiado peligroso" Pero no podría admitir que había estado ahí "Bueno, tal vez sólo un comentario general acerca de lo peligrosos que pueden ser algunos de mis materiales y que deben permanecer bajo llave"

Sonrió mientras entraba al familiar salón. Estaba en casa.

Severus caminó hacia la oficina en completa oscuridad. Podía encontrar fácilmente su camino con los ojos cerrados en la mayor parte de los calabozos y ese era su salón, después de todo. Caminó tan tranquilamente como si el salón estuviera completamente vacío. Pero necesitaría luz para escoger los libros que llevaría al dormitorio con él. "No puedo tomar demasiados o Albus se dará cuenta" Y ciertamente sabría quién se los había llevado.

-Lumos! –susurró a su varita y empujó la puerta de su oficina.

Una luz enceguecedora surgía del salón iluminando al muchachito y su ligeramente luminosa varita. Albus Dumbledore volteó a mirarlo desde la estantería donde estaba acomodando los ingredientes de pociones.

Severus todavía parpadeaba contra la cegadora luz cuando comprendió que sus preciosos materiales habían sido sacados de sus lugares y estaban ahora en desorden cubriendo el escritorio y el suelo.

El polvo danzaba por el lugar y hacía estornudar a Greenie, que movía desdeñosamente su naricita en dirección a Dumbledore, desde su seguro lugar en el brazo de Severus.

-¿Qué estás haciendo aquí? –preguntó Severus, contemplando horrorizado la escena.

-Ordenando alfabéticamente los... –empezó Dumbledore, entonces cayó en la cuenta-. ¡¿Qué estás haciendo tú aquí?! ¡Deberías estar en la cama!

Ups. Atrapado.

-¿Sonambuleando? –adorable mirada de cachorrito. Sabía que no iba a funcionar, pero valía la pena intentarlo.

-¡Severus!

-No podía dormir –sonrisa malévola. Le salía muy bien como imitación de la de Draco. Tal vez podría hacer que Albus riera.

-¡Severus!

-¡Es la verdad! –Severus hizo un pucherito. "¡Vamos, Albus!" Si el puchero no funcionaba, nada lo haría.  

-¡Severus!

-¿Qué le estás haciendo a mi oficina? ¡No voy a poder encontrar nada! –algunas veces el ataque es la mejor defensa.

-¡Justo ahora es mi oficina y no soy capaz de encontrar nada, así que estoy ordenando sistemáticamente el desorden que hiciste aquí!

-¡Eres tú quien está haciendo un desorden! ¡No puedes ordenarlos por sus nombres! ¡Tienes que mantenerlos de acuerdo a su uso y requerimientos! ¡Algunos deben mantenerse calientes, otros fríos, algunos secos, otros húmedos y algunos son peligrosos y tienen que estar guardados aparte! No puedes ponerlos en el suelo como... como...

-¡Puedo hacer lo que quiera y no es asunto tuyo! –gritó Dumbledore, furioso.

Estaba agotado y tenía demasiadas cosas en la cabeza y sólo recordaba que no había limpiado el salón de Pociones cuando fue a chequear los dormitorios de los Slytherin esa noche. Se había apresurado a ir con la intención de limpiar rápidamente la pizarra y guardar los ingredientes que había dejado en su escritorio, pero no podía recordar por que había empezado a reordenar los ingredientes según sus propias ideas en un arranque de cólera y frustración; cuando por fin se dio cuenta de lo que estaba haciendo, lo único que deseaba era irse a la cama y dormir por una semana cuando menos. Y entonces Severus había entrado claramente con la intención de hacer algún experimento con esa peligrosa sustancia que casi lo había matado ¡y empezaba a acusarlo a ÉL de crear caos en su desordenada oficina!

Albus sujetó a Severus por un hombro con una mano, tomó a Greenie con la otra y los sacó del salón para llevarlos de vuelta a su sala común.

Greenie se enrolló en una bola inmediatamente. ¡Estaba en poder del sujeto chistoso! Y no lo llevaba muy gentilmente. Greenie quería volver con el chico agradable. Ese sujeto chistoso era peligroso probablemente.

Encontrar sus dedos pinchados por una asustada bola de erizo no mejoró precisamente el humor de Albus.

Cuando Severus trató de decir algo para defenderse a sí mismo y a su erizo, él sólo gritó "¡Cállate!" y Severus no se atrevió a discutir más. Parecía que realmente había perdido a su único amigo esta vez.

Albus metió a Greenie de vuelta en su jaula (pasó un buen rato antes de que el pobre amiguito se atreviera a asomar de nuevo la nariz) y cerró de golpe la puerta del baño, con tanta fuerza que el sonido despertó a toda la Casa.

Cuatro muchachos muy confundidos y sorprendidos los contemplaron cuando Albus empujó a Severus dentro del dormitorio.

-¡Ahora ve a tu cama y quédate ahí! –gritó Dumbledore, tan alto que cada palabra pudo ser escuchada desde los otros dormitorios-. ¡Cincuenta puntos menos para Slytherin y si llego a atraparte otra vez en la oficina de alguno de tus profesores, serán cien puntos y tú pasarás el resto de tu vida en detención!

-¡Esa es mi oficina! –protestó Severus, luchando contra las lágrimas-. No puedes reordenar mi oficina sin siquiera preguntarme primero.

Pero Dumbledore ya había salido y cerrado la puerta.

-¡Albus! –llamó Severus, atrapado repentinamente por un miedo irracional a no verlo de nuevo nunca más-. ¿Albus?

Si Dumbledore llegó a oírlo, no reaccionó. Ese era su único amigo, la única persona en la que confiaba, el único con quien contaba. ¿Era su culpa? ¿Qué había hecho? Nada que Harry Potter y cientos de otros estudiantes no hubieran hecho antes. Y Dumbledore los había perdonado a todos, jamás había descargado su cólera en ellos, incluso continuaba favoreciendo a Harry por encima de los demás.

-¡Pagarás por esto, Albus! –susurró en la oscuridad sin preocuparse de que los otros pudieran oírlo.

Draco permaneció despierto por un largo rato escuchando los sollozos ahogados que venían de la cama de Severus. Había querido saber cómo reaccionaban los otros profesores a la inusual situación de Severus. Ahora lo sabía. Dumbledore en verdad había reordenado la oficina del maestro de Pociones. ¡Cómo había podido hacerlo! Sólo iba a estar enseñando por unas pocas semanas. Seguía siendo la oficina de Snape. Y Dumbledore obviamente no tenía idea sobre enseñar Pociones. ¿Cómo podía hacerle eso a Severus? Y Snape jamás había tratado así a un estudiante, sin importar lo que hubiera hecho. No debería haber despertado la Casa entera sólo para humillarlo delante de sus compañeros. ¿Y Dumbledore no se había dado cuenta de que a ellos no les agradaba Severus? ¿No podía darse cuenta de cómo lo tratarían los otros después de eso?

¿Y no había sido principalmente el temor a los otros profesores lo que les había impedido lastimar a Severus? Pero MacGonagall había demostrado claramente que a ella no le agradaba Severus, ¿o no? Bueno, tampoco lo había defendido de ninguna manera. Lupin lo ignoraba. Y los otros profesores no importaban realmente. Sólo esos dos realmente atemorizaban a los Slytherin. Esos dos y Dumbledore. Había sido su temor hacia Dumbledore lo que los había mantenido a distancia. Pero ahora Dumbledore les había arrojado a Severus. Severus había perdido a su protector.

Todo lo que quedaba era su temor a Severus mismo. Era bueno peleando y podía ser realmente desagradable, pero también era muy pequeño y estaba solo. Los solitarios no se las arreglaban bien en Slytherin. Era por eso que Draco estaba atado a esos idiotas de Crabble y Goyle. Debería ser capaz de ayudar a Severus, de defenderlo, pero si lo hacía sus propios aliados se volverían en su contra. Y si eso pasaba, ¿realmente podía confiar en Severus para defenderlo a él? No, parecía que no. Terminaría usando la siguiente ratonera.

Continuará…


Notas:

¿Qué les pareció? Dos tercios de todo esto originalmente iban a ser sólo un párrafo, pero entonces la inspiración me golpeó. Tener un bloqueo en la escena en la que Severus entra a su oficina realmente ayudó con eso, pero odié estar así.

En próximos capítulos:

Más problemas con la tarea, la última ratonera, más aventuras nocturnas, un problema con dulces y dinero y Severus promete conseguir un amigo.