¿Qué creen? ¡Todos estos personajes son de JKR! ¡No he inventado a ninguno! ¡Ninguno me pertenece (excepto Susan, y si quieres usarla, no hay problema)!
La idea de Draco dibujando dragones pertenece a PikaCheeka. Lo siento, olvidé mencionarlo en el primer capítulo. Creo que adopté la idea en forma subconsciente.
El cuervo de Severus pertence a los fics de J. L. Matthews. Sólo lo tomé prestado porque es una mascota perfecta para Sevi y prometo regresarlo sin que le haya pasado nada malo.
Nota:
Lamento mucho haberme tardado tanto, pero tuve una semana muy ocupada en el trabajo.
Nota de la traductora:Silverfox es de Austria (no confundir con Australia) y su lengua materna es el alemán, pero escribió "My name is Severus" en inglés, si deseas leer la versión original, puedes encontrarla en fanfiction.net Y si deseas escribirle (en alemán o inglés, preferentemente), esta es su dirección: Silverfox@kabsi.at
Capítulo ocho: REGISTRANDO BAÚLES
Draco volvió a su dormitorio después del desayuno del lunes para encontrar a
Vincent y Gregory arrodillados en el piso y lanzando cosas fuera del baúl de
Vincent. Ropa, libros y toda clase de cosas estaban tiradas por toda la
habitación
Severus retrocedió rápidamente para evitar ser golpeado por un calcetín sin pareja que Gregory acababa de lanzar por encima de su hombro y salió de la habitación sonriendo alegremente.
Draco se detuvo por un momento para mirarlo. Esa era la misma sonrisa que tenía usualmente después de haber tenido éxito en una de sus jugarretas. ¿Qué estaba pasando? ¿Había otro petardo a punto de explotar? ¿O estaba a punto de pisar otra ratonera? ¿Si era así, por qué había dejado Severus la habitación? Usualmente se quedaba cerca para observar el resultado de sus pequeñas trampas.
Draco decidió que el dormitorio era bastante seguro y volvió su atención a Vincent y Gregory, que todavía estaban luchando con varias prendas.
-¿Qué es lo que buscan? –preguntó mientras se dirigía a su cama, donde había dejado su mochila.
-Mi ensayo para Transfiguraciones –suspiró Vincent-. MacGonagall me hizo reescribir la mayor parte y ahora no puedo encontrarlo. Estoy seguro de que lo puse hasta arriba dentro de mi baúl y ahora no está.
Draco paseó una mirada por el caos en la habitación.
-¿Estás seguro de que no lo tiraste fuera junto con todo lo demás? –preguntó, dudoso.
-Bueno... tal vez –admitió Vincent humildemente, luego de seguir la mirada de Draco.
Draco levantó una túnica de Vincent y otro calcetín sin pareja (¿o sería el par del primero?) de encima de su mochila y los tiró de vuelta al baúl, donde aterrizaron sobre la cabeza de Gregory.
¡Bump!
-¡Ow!
Gregory debía haberse golpeado la cabeza con la pared del baúl. Sacó su cabeza, todavía cubierta con la túnica, del baúl y trató de guiarse palpando como un ciego.
"Me pregunto qué estará buscando" –pensó Draco.
-Te sugiero que vuelvas a guardarlo todo más despacio y si aún así no lo encuentras, empieza a buscar debajo de las camas –aconsejó a Vincent.
Vicent le quitó a Gregory su túnica de encima de la cabeza y empezó a doblarla.
-¡Gracias! –murmuró Gregory cuando la luz volvió a él tan rápido como había desaparecido. Se palpó cuidadosamente el chichón que le estaba creciendo en la cabeza luego de golpearse dentro del baúl.
Draco se sintió ligeramente culpable por un momento, pero entonces decidió que no podía hacerse mucho daño a la cabeza de Gregory.
"No hay nada dentro, de todos modos" pensó.
-Será mejor que continúes la búsqueda después de Historia de la Magia, Vince –sonrió ya en la puerta-. O llegarás tarde.
Tanto Draco como Severus pasaron Historia de la Magia dibujando, por supuesto, para entonces ya Draco se había dado cuenta de que no era buena ida continuar dibujando durante Encantamientos.
Severus, sin embargo, no parecía haber aprendido nada del desastre de la semana anterior y el profesor Flittwick terminó confiscándole su retrato de Greenie sentado en su libro de Encantamientos y quitándole otros diez puntos a Slyterin.
Draco no pensó en el incidente de la mañana otra vez hasta la lección de Transfiguraciones, cuando Vincent tuvo que explicar a la Profesora MacGonagall que no tenía la tarea. MacGonagall le quitó cinco puntos a Slytherin y amenazó a Vincent con una detención si no tenía el ensayo para el miércoles.
En ese momento, Severus se acercó y calmadamente le entregó un pergamino.
Repentinamente, Draco recordó a Severus arrojando otro pergamino al fuego y diciendo que no era suyo. ¿Y Vincent no podía encontrar su tarea? Pero había estado en su baúl. Otro recuerdo apareció: Severus entregándole a Susan un petardo y diciendo que lo había robado del baúl de Blaise. "¡¿Qué?! ¡¿Registraste nuestros baúles?! Había dicho Crabbe, furioso. "¡No, sólo el de Blaise! No he tenido tiempo para registrar los del resto de ustedes... ¡todavía!" Y Severus diciendo que había estado "trabajando" cuando salieron a jugar quidditch y cuando regresaron estaba casi terminando su tarea...
-Bueno, veo que finalmente decidiste hacer tu tarea –dijo MacGonagall sarcásticamente a Severus-. ¿Pero la próxima vez podrías llegar a tiempo?
-Tuve que ir a guardar a Greenie –protestó Severus-. Déjeme traerlo a clase y no tendré problemas para llegar a tiempo.
MacGonagall esperaba que hiciera un pucherito y se preparó para resistir, pero él no lo hizo.
-Conviértelo en un cenicero y será muy bienvenido en mi clase –dijo ella firmemente-. De otro modo no hay nada que negociar aquí. ¡Diez puntos menos para Slytherin por llegar tarde!
Entonces entregó a cada alumno un par de piedras para que las transformaran en zapatillas.
Draco no lo hizo muy bien en esa lección. No podía concentrarse en sus piedras. Su mente vagaba hacia Severus, tareas, baúles y petardos. Al final sus zapatillas eran todavía grises y bastante duras e incómodas.
Severus, entretanto, había sido inusualmente exitoso en la clase de Transfiguraciones.
Con una sonrisa de disculpa, entregó sus productos a MacGonagall al final de la lección.
-¿Botas verdes, Severus? –preguntó Minerva, incrédula-. ¿Una muy grande y otra pequeña? Y ni siquiera son un par. Las dos son izquierdas.
-Pero son calzado e hice cambiar el material –argumentó Severus-. Tiene que admitir que estoy mejorando.
-Normalmente te daría una F, pero sabiendo que lo has intentado y como hiciste la tarea... –ella escribió una gran E en su cuaderno.
Severus sonrió orgulloso y caminó hacia el gran salón sintiéndose casi perfectamente feliz. Su triunfo no duró mucho, sin embargo.
Sus compañeros lo miraron enojados cuando se sentó a almorzar.
-¿Qué está mal? –preguntó, fingiendo inocencia.
-¿Realmente quemaste mi tarea? –preguntó Vincent, apenas logrando contener su furia.
-Sí –contestó Severus tranquilamente.
-¡Registraste mi baúl y robaste mi tarea! Y entonces simplemente la tiraste al fuego –exclamó Vincent.
-No, primero la copié –contestó Severus. Entonces repentinamente cambió a su personalidad fría-. ¿Quieres hacer algo al respecto?
Vincent le tiró su jugo de calabaza a la cara. Severus contestó con un tazón de sopa todavía muy caliente. Vincent gritó y Gregory tomó su plato… y otra guerra de comida se inició en la mesa de Slytherin.
La profesora MacGonagall todavía no había llegado al Gran Salón. Así que el trabajo de detener la pelea le correspondió a Dumbledore.
El director estaba de muy mal humor. Había despertado con un resfriado todavía peor que el de la última vez y Madame Pomfrey no había podido curarlo completamente. Su nariz no goteaba ya después del tratamiento, pero todavía tenía tos y un terrible dolor de cabeza y, por supuesto, sus orejas estaban humeando por la poción... y aún no sabía cómo manejar a los Slytherin.
Trató de gritarles, pero su garganta irritada no lo ayudó mucho y pronto estaba tosiendo más que gritando y el ruido de los Slytherin peleando ahogaba su voz casi completamente.
Los alumnos de las otras Casas empezaron a sonreír e incluso a reír a la vista de su director con la cara roja de furia, gritando a todo lo que daban sus pulmones (cuando no estaba tosiendo) y con humo saliéndole de las orejas.
Los otros profesores se acercaron a ayudarlo y cuando MacGonagall finalmente llegó, ella y Hagrid se las arreglaron para separar a los Slytyerin.
-¿Qué... cough, cough... está pasando aquí? –tosió Dumbledore cuando Hagrid sujetó con uno de sus brazos a Gregory y con el otro a Vincent, y MacGonagall pudo sujetar a Severus.
-¡Ese pequeño ladrón registró mi baúl! –gritó Vincent, todavía furioso.
Dumbledore no necesitó preguntar quién era el "pequeño ladrón". Suspiró profundamente. "¡No de nuevo!"
-¡Cincuenta... cough... puntos menos para Slytherin por... cough... pelear y desperdiciar... cough, cough... comida! –anunció-. Severus,... cough... por favor acompáñame... cough, cough... a mi… cough… oficina.
Severus lo siguió sin protestar. Sabía que Dumbledore estaba realmente enojado esta vez. Tenía todo el derecho de estarlo.
Albus le indicó a Severus que se sentara frente a su escritorio y fue a sentarse del otro lado. Conjuró una copa de té caliente para calmar su tos y ambos permanecieron en silencio mientras lo bebía. Severus miraba sus manos, abriéndolas y cerrándolas repetidamente en su regazo, rehusándose a mirar directamente al director.
-Así que registraste el baúl del señor Crabbe –empezó Dumbledore, tan pronto como confió en sí mismo lo suficiente como para hablar otra vez.
-El de Draco también –admitió Severus tan suavemente que Albus apenas alcanzó a escucharlo.
-¿No habías prometido no robar otra vez?
-Sólo si me dabas permiso de ir a Hogsmeade y no fue realmente robar. Fue sólo una broma –Severus seguía con la mirada fija en sus manos.
-Robar no es una broma, Severus –dijo Dumbledore, tan gentilmente como se lo permitió su garganta irritada-. Y realmente no deberías hacerle estas bromas a tus amigos.
-¡Yo no tengo amigos! –siseó Severus.
Eso dolió. Buscando la forma de conseguir que Severus se relajara y también de conseguir más control sobre su voz, el director conjuró dos tazas más de té, pero Severus ignoró la suya y continuó mirando sus manos.
-Severus, estás yendo muy lejos con tus bromas. Puedo aceptar e incluso esperar un petardo ocasional o una copa mordelona, pero no puedes dejar a la gente atada durante toda la noche o meterte con la propiedad privada de los demás.
-Ellos te soltaron, ¿o no? –preguntó Severus-. Quiero decir, esperaba que lo hicieran. No te habría dejado solo por completo, tú sabes, pero ellos estaban allí. No te abandonaron.
-¿Y acerca de robar? Te dije que acudieras a mí si necesitabas algo.
-Fue una broma –repitió Severus-. No necesito nada.
Dumbledore suspiró. Continuó intentando hacer razonar a Severus durante toda la hora de la comida, pero Severus sólo continuó con la mirada baja y difícilmente dijo nada más. Albus no podía imaginar qué estaría pensando.
Finalmente lo dejó ir, porque la siguiente lección estaba a punto de empezar. Severus no le recordó que su siguiente clase habría sido Vuelo, la cual no tenía que tomar.
-No almorcé –murmuró en cambio.
-Bueno, no deberías haberle tirado la comida a tus amigos –respondió Dumbledore-. Considéralo tu castigo.
-¡No son mis amigos! –protestó Severus.
***
Severus quería correr a su sala común y llorar en su cama, pero encontró a Draco ahí y definitivamente no quería llorar frente a él. Así que sólo tomó su mochila y decidió realizar su plan original para la tarde.
Fue a la biblioteca y miró hacia el escritorio de la bibliotecaria. Como había esperado, Dobby estaba solo.
-Dobby, necesito unos libros de la sección prohibida –anunció, como si tuviera todo el derecho de tomarlos.
El elfo doméstico levantó la mirada del calcetín que estaba remendando.
-Dobby no puerde darle al señor libros de la sección prohibida, señor –dijo, sacudiendo su cabeza tristemente.
-Oh, vamos, Dobby, soy un profesor. No necesito un permiso. Puedo escribir uno yo mismo.
-Dobby no puede darle al señor libros de la sección prohibida, señor –repitió el elfo doméstico-. Dobby no puede darle a nadie libros de la sección prohibida. No sin un permiso. Ni siquiera a un profesor. Dobby no tiene permiso. Si el señor necesita libros de la sección prohibida, el señor tendrá que volver más tarde y pedírselos a Madame Pince. Dobby no tiene permiso, señor. Dobby realmente quisiera, pero no puede. No.
Severus abandonó la biblioteca refunfuñando y volvió a la sala común donde encontró a Draco sentado cerca del fuego, escribiendo (en realidad estaba escribiendo otra canción para su dragón bardo, pero Severus no podía saberlo. Draco nunca se lo había mostrado).
Severus se sentó en el extremo opuesto del cuarto y sacó sus lápices y su pergamino para dibujar. Permaneció la mayor parte del tiempo mirando enojado a nada en particular, sin embargo.
Draco lo miró sorprendido. ¿Qué estaba mal con Severus? Nunca lo había visto tan inalcanzable cuando estaban a solas antes.
***
Defensa Contra las Artes Oscuras fue igual que la semana anterior. Remus Lupin ignoró tanto a Severus como a los Hufflepuff mientras explicaba la diferencia entre los hombres lobos y los catar, a quienes se llamaba erróneamente "hombres gato".
Severus fue enfadándose más y más. El profesor Lupin sin duda era un experto en hombres lobo, pero Severus podría haber agregado mucho a lo que decía sobre los catar. Eran uno de sus temas favoritos.
Levantó la mano casi constantemente, pero Remus fingió no verlo.
Incluso Greenie el erizo parecía un tanto disgustado cuando los Slytherin salieron al final de la clase.
Severus decidió enseñarle una lección a Lupin. Que Dumbledore dijera lo que quisiera. El hombre lobo merecía que le recordaran la existencia de Severus con medidas extremas.
***
Draco decidió comer algo de sus grageas de todos los sabores antes de acostarse. Abrió su baúl y... ¿Dónde estaban sus dulces?
Draco estaba acostumbrado a que sus dulces desaparecieran. Gregory y Vincent no podía resistir la tentación de robarle algunos, pero no podía recordar que se hubieran llevado tantos de una sola vez o que se llevaran además la caja. Y nunca habían tocado su monedero antes.
-¡Muy bien! ¡Vincent! ¡Gregory! ¿Cuál de ustedes abrió mi baúl? –demandó. Podían quedarse con los dulces, pero necesitaba su dinero.
-¿Qué? ¿Tu baúl? –preguntó Vincent, confundido-. ¿Por qué iba a hacerlo yo?
-¿Para tomar algunos de mis dulces, como haces siempre? –respondió Draco sarcásticamente-. ¿Bueno, lo hiciste?
-Oh, sí, algunas veces lo hago –admitió Vincent-. Pero no esta vez, honestamente.
Draco se volvió hacia Gregory.
-Entonces fuiste tú.
-Sólo tomé dos ranas de chocolate –dijo Gregory-. Realmente lo siento. No pensé que fueras a darte cuenta.
-¿Sólo tomaste dos ranas de chocolate? ¿Y, Vincent, tú no tomaste nada del todo? –preguntó Draco, confundido.
Los dos asintieron.
-¿Entonces por qué desapareció toda la caja y dónde está mi monedero?
Gregory y Vincent intercambiaron una mirada.
-Nosotros no los tomamos –respondió Vincent por ambos.
-¿Pero si no fueron ustedes, quién?
Los dos se encogieron de hombros.
-Bueno –dijo Blaise, sonriendo maliciosamente-, seamos lógicos al respecto. ¿Quién en este dormitorio es un ladrón conocido?
Cuatro pares de ojos miraron acusadores hacia donde se encontraba Severus, acurrucado en su cama, leyendo. Severus se sentó.
-¿Qué? –demandó.
-¿Registraste mi baúl, pequeña rata? –gritó Draco.
-Por supuesto que lo hice. ¿No esperabas que lo hiciera? –dijo Severus calmadamente-. Creí haberte dicho que lo haría en algún momento.
-Muy bien, ¿dónde están mis dulces? –preguntó Draco, con los dientes apretados.
Severus se lamió los labios demostrativamente.
-Comidos.
-¡Los quiero de vuelta! –gritó Draco.
Severus le arrojó un envoltorio de rana de chocolate.
-Oh, vamos, tendrás otra caja llena el próximo fin de semana. ¿Cuál es el gran problema? No quisiste compartirlos conmigo, así que los tomé todos. Ahora estamos a mano.
-¿Y qué hay de mi dinero? Había cincuenta galleons en mi baúl.
-Demasiado tarde, ya los gasté.
-¿Los gastaste? ¿En qué? ¿Ratoneras?
-Tal vez –sonrió Severus.
-¿Gastaste cincuenta galleons en ratoneras? –dijo Draco con sarcasmo-. No te creo. ¡Aún debes tener ese dinero y quiero que me lo regreses!
-No lo tendrás –anunció Severus fríamente.
Cinco minutos después, Vincent, Gregory y Blaise estaban otra vez camino de la enfermería. Draco estaba en el baño, con la esperanza de que el agua fría fuera suficiente para detener la hemorragia de su nariz.
Severus entró luego de un rato y fue hacia el rincón del baño donde guardaba la jaula de Greenie. Draco lo observó abrir la jaula, tomar el erizo y salir de nuevo sin decir palabra.
Cuando su nariz finalmente dejó de sangrar, Draco volvió al dormitorio. Severus estaba en su cama, abrazando a Greenie tanto como podía sin lastimarse con las púas.
Draco subió a su cama y se tendió ahí por un rato, esperando. No pasó nada. El silencio empezaba a resultar opresivo.
-¿Dónde están los otros? –preguntó finalmente, sin dirigirse a nadie. Definitivamente no iba a mirar a Severus.
-Se quedarán en la enfermería esta noche, apuesto. Por la forma en que quedaron, Poppy no los dejará volver hasta mañana por la mañana –dijo Severus calmadamente.
-Tú también luces muy mal –murmuró Draco.
-Pero no voy a dejar que me vea la enfermera.
Draco se preguntó si Severus estaba sonriendo. Sin embargo, no iba a mirar.
Lentamente, con cuidado de no lastimarse más ninguno de los moretones y raspones de su cuerpo, se levantó y abrió su baúl. Buscó en el mismo fondo. Severus sin duda había visto todo lo que guardaba ahí, en cualquier caso. Draco sacó su viejo osito de peluche y regresó a la cama, abrazando al osito. Eso lo hizo sentirse mejor.
-Oh, Greenie, si tan solo fueras un poco menos espinoso –escuchó murmurar a Severus justo antes de quedarse dormido.
Continuará...
Notas:
¿Estuve en lo correcto al asignarle a Severus una E o los estudiantes ingleses tiene notas de 1, 2,… 6 como los alemanes o 1, 2,… 5 como los austriacos? ¿O calificaciones completamente diferentes?
En próximos capítulos:
La última ratonera (en el capítulo nueve, lo prometo), algunas aventuras más por la noche, Severus promete hacer un amigo, pero termina peleando otra vez, Neville comete otro error en la clase de Pociones y Blaise y Vincent tratan de vengarse de Severus.
