¿Qué creen? ¡Todos estos personajes son de JKR! ¡No he inventado a ninguno! ¡Ninguno me pertenece (excepto Susan, y si quieres usarla, no hay problema)!

La idea de Draco dibujando dragones pertenece a PikaCheeka. Lo siento, olvidé mencionarlo en el primer capítulo. Creo que adopté la idea en forma subconsciente.

El cuervo de Severus pertence a los fics de J. L. Matthews. Sólo lo tomé prestado porque es una mascota perfecta para Sevi y prometo regresarlo sin que le haya pasado nada malo.

Los catar, sin embargo, son completamente míos y los amo, así que, por favor, no los uses sin preguntarme primero.

Notas de la autora:

Ok, otro capítulo atrasado, pero este es el más largo que he hecho y algunas de las escenas no fueron fáciles de escribir en un principio. Apuesto a que no se esperan el giro que va a dar la confrontación Severus-Remus. ¡Final angustioso en la última parte! Así que están advertidos. Ojalá y les guste.

Nota de la traductora:

Silverfox es de Austria (no confundir con Australia) y su lengua materna es el alemán, pero escribió "My name is Severus" en inglés, si deseas leer la versión original, puedes encontrarla en  fanfiction.net Y si deseas escribirle (en alemán o inglés, preferentemente), esta es su dirección: Silverfox@kabsi.at

Capítulo diez: MALAS NOTICIAS

Severus llegó demasiado tarde para Herbología. Entró, sonriendo a modo de disculpa a la profesora Sprout y se acomodó junto a Draco, que estaba haciendo equipo con Vincent, Gregory y Blaise.

-¡Hola!

Draco lo miró inquisitivo.

-¿"Hola"? –preguntó-. ¿Qué está mal contigo?

-Le prometí al director que sería amable –sonrió Severus.

-¿Amable? ¿Tú? –rió Draco-. No deberías hacer promesas que no puedes cumplir.

-Tal vez sí pueda.

-¿Tú? Ni siquiera sabes lo que significa la palabra "amable" –declaró Vincent.

-Como si tú lo supieras –gruñó Severus, enojado.

-Creo que ustedes dos deberían trabajar en silencio –les recordó severamente la profesora Sprout-. Severus, llegaste tarde. ¿Tienes alguna excusa?

-Estaba con el director –sonrió Severus-. Puede preguntarle, si lo desea.

La profesora Sprout suspiró. No podía quitarle puntos a Severus por hablar con Dumbledore. A pesar de su comportamiento insolente.

-Estamos trabajando en grupos de cuatro hoy, Severus, y, como puedes ver, ya hay cuatro miembros en este grupo. Sé amable y únete a ese otro grupo –ordenó, señalando a  un grupo de Ravenclaw al otro lado del invernadero.

Severus obedeció lentamente y se reunió con el grupo señalado. Los Ravenclaw no lucían exactamente felices de verlo y rehusaron hablar con él.

Después de tratar de romper su silencio por un rato, Seveurs se rindió y buscó a la profesora Sprout.

-El grupo que me asignó no parece quererme –se quejó-. No me dejan hacer nada del trabajo. ¿Puedo trabajar con otro grupo? Estoy aburrido.

Sprout lo miró por un momento. ¿Qué clase de truco era ese?

-¡No, no puedes! Vuelve con tu grupo y ayúdalos.

-¡Pero no me dejan ayudar!

-No me preocupa lo que hagas, Severus, en tanto permanezcas con tu grupo. ¡Ahora, ve! –ordenó Sprout.

Severus regresó a sentarse cerca de su grupo y observó a Greenie desenterrar y devorar una lombriz. El erizo masticaba ruidosamente. Obviamente las lombrices eran muy sabrosas.

Severus escarbó en la suave tierra de las macetas y sacó algunas lombrices más para alimentar a Greenie. El erizo las comió alegremente de sus  manos.

-¡Ejem! –escuchó detrás de él.

Severus dio la vuelta. Era la profesora Sprout y se veía muy enojada.

-Dijo que podía hacer lo que fuera mientras estuviera con mi grupo. Bueno, quiero alimentar a mi erizo y estoy con mi grupo.

-Los erizos no pertenecen a los invernaderos, Severus. Ellos comen lombrices.

-Sí, eso noté –dijo Severus, dándole otra lombriz a Greenie.

-Las lombrices pertenecen a los invernaderos –continuó Sprout, imperturbable-. Aflojan la tierra y permiten que las raíces crezcan bien. Lo cual es muy importante.

-Greenie piensa que son importantes también –dijo Severus-. Dice que son muy sabrosas.

Sprout miró al erizo. El erizo miró a Sprout.

-¡Sniff! –comentó Greenie.

-¡Quita ese erizo de ahí y ponlo en su jaula, Severus! –ordenó Sprout.

-Pero...

-No quiero que mis lombrices sean devoradas por un erizo. Por favor, encuentra otra comida para él o ponlo en su jaula.

Severus obedeció apretando los dientes. Regresó para observar a los tres Ravenclaw trabajando. Seguían ignorándolo. Esto seguía siendo aburrido.

Cinco minutos después estalló el primer petardo, dentro de un jarrón que Sprout usaba para plantas acuáticas.

Los Slytherin, consecuentemente, dejaron el invernadero con treinta puntos menos que cuando habían entrado (y eso les dejaba alrededor de –400) y de muy mal humor.

Cuando Draco volvió a su dormitorio, sin embargo, encontró su caja de dulces inocentemente acomodada en su cama. Revisó el contenido y descubrió que sólo faltaban algunas ranas de chocolate y una caja de grageas de todos los sabores. Y veinte galleons.

"Me pregunto qué habrá comprado Severus" pensó mientras devolvía la caja a su lugar habitual dentro de su baúl "No puede haber sido sólo una ratonera"

Consideró buscar un sitio más seguro para esconder sus dulces y su dinero, pero decidió mejor no hacerlo. Severus los había devuelto. No parecía que fuera a robarle otra vez. ¿Tal vez Severus sí sabía cómo ser amable, después de todo?

***

El miércoles fue un mal día para el profesor Binns. Ya estaba de mal humor cuando flotó a su salón para la lección de Historia de la Magia de los quintos años y sólo se puso peor a partir de ese momento.

Otra vez encontró la puerta cerrada. Con una mirada rápida, se aseguró de que nadie podía verlo. Entonces trató de sujetar la manija y abrir la puerta. Por supuesto, su mano la atravesó.

Tuvo que flotar a través de la puerta una vez más. ¡Oh, pero qué indignidad! Odiaba el no ser capaz de tocar las cosas y odiaba cuando sus alumnos reían cuando se veía forzado a caminar a través de los objetos.

Esto venía sucediendo con demasiada frecuencia en las últimas dos semanas, decidió. Nunca había tenido que recordarle a los alumnos de quinto año que dejaran la puerta abierta. ¿Cómo podían olvidarlo si lo habían estado haciendo durante cuatro años?

Abandonando la pequeña esperanza de alguien todavía fuera a abrir la puerta para él, reunió tanta dignidad como pudo bajo las circunstancias y flotó dentro del salón.

Fue recibido con risitas y sonidos de burla, justo como esperaba. Lanzando una mirada enojada al salón, captó la burlona sonrisa de triunfo en la cara de Severus Snape. ¡Ajá! Ahí estaba la razón de sus problemas.

Le dirigió a Severus una mirada de reprimenda.

Severus le devolvió una sonrisa angelical.

Tenía que hablarle a Dumbledore sobre Severus. Con un suspiro mental, Binns empezó a pasar lista.

Como siempre, algunos alumnos insistieron en que decía mal sus nombres. ¿Cómo podía ser posible? Siempre se lo preguntaba. Tenía todos sus nombres escritos en la lista y se enorgullecía de poder recordar el nombre de cada estudiante que había tenido en casi trescientos años de enseñanza, lo cual realmente era un montón de gente.

Ignoró sus quejas, como siempre. Algunas veces se preguntaba por qué los chicos no pensaban nunca en otra manera de divertirse en sus lecciones. Ya deberían haber hecho distinto del juego de "dijo mal mi nombre".

Pero no tenía tiempo para eso en cualquier caso. Necesitaba tener listo al menos la mitad del tema sobre las guerras entre hombres lobos y vampiros para la semana siguiente o nunca terminarían todo sobre Ya-sabes-quién antes de los OWLS.

Dejó el registró y empezó con el monólogo. Los alumnos se dedicaron a escuchar. Como siempre, algunos de ellos no entendían la importancia de lo que estaba enseñando o simplemente no podían mantener la concentración por tanto tiempo.

Bueno, eran muy jóvenes, después de todo. No podía esperar que todo entendiera esas cosas. Binns ignoró sus susurros, como siempre.

Pero el susurrar se hizo más alto. Binns tuvo que concentrarse para bloquearlo. No, no iba a reaccionar por un chismorreo sin importancia.

¿De qué se trataba, en cualquier caso? Escuchó a medias por un momento y captó algo como "... padre ... death eater... Voldemort..."

¡Voldemort! Sería mejor mantenerse aparte de eso.

Pero después de un rato sintió curiosidad otra vez. La conversación se había hecho aún más ruidosa y casi había pasado a los gritos.

Se volvió para escribir en la pizarra (estaba encantada especialmente, de modo que podía escribir en ella sin tener que sostener una tiza, cosa que le era imposible) y escuchó una vez más. ¿Algo acerca de dulces, dinero, puntos y una pelea? Extraña combinación.

Bueno, no era asunto suyo.

Volvió a concentrar su atención en la pizarra y los nombres de los más importantes líderes vampiros durante la primera guerra entre hombres lobos y vampiros.

Repentinamente hubo un fuerte escándalo detrás de él, seguido por algunos objetos cayendo en rápida sucesión y gritos excitados de muchos estudiantes.

Ahora, esto se estaba pasando un poco demasiado de la raya. Binns dio la vuelta para ver qué estaba pasando.

Dos muchachos rodaban por el suelo, peleando. Algunos otros parecían a punto de unírseles.

Por un momento Binns se quedó mirándolos. Nunca antes en sus casi trescientos años como profesor había habido una pelea en su clase (nota: los estudiantes siempre habían estado demasiado soñolientos por sus aburridos sermones).

Gritando enojado a los niños, corrió y trató de separar a los que peleaban.

La súbita reacción del usualmente flemático fantasma fue suficiente para detener a Gregory, Vincent, Blaise y las chicas de unirse a la pelea. Permanecieron inmóviles mirando boquiabiertos cómo Binns trataba de separar a Draco y Severus.

Eso sin embargo probó ser imposible mientras sus manos atravesaban a ambos muchachos, que ni siquiera parecían notarlo en medio del combate.

Binns intentó gritarles, amenazarles con detención y se desesperó más y más cuando continuaron ignorándolo.

Comprendió por primera vez que estar muerto podía ser una desventaja para un profesor. ¿Qué debía hacer? ¿Qué podía hacer?

Entonces comprendió que había cosas que podía hacer que una persona viva no podía. Flotó a través del cielorraso y de algunos muros hasta que pasó la cabeza a través del actual salón de clase de Dumbledore.

Los alumnos de Dumbledore gritaron entusiasmados. Teoría de Pociones había sido extremadamente aburrida hasta ese momento, casi tanto como Historia de la Magia.

-¡Ayuda! –dijo Binns al sorprendido director-. Están peleando en mi clase y todo lo que puedo hacer es caminar a través de ellos.

Por un momento Dumbledore se quedó confundido. Entonces recordó cuál clase debía estar dando Binns.

Miró a sus alumnos y tomó una decisión.

-Se suspende la clase –anunció.

Gritos de aprobación surgieron por todo el salón y cada quién corrió hacia la puerta. El director todavía se las arregló para ser el primero en salir.

Corrió hasta el salón de Binns, implantando un nuevo récord escolar de velocidad dentro del edificio e irrumpió en el salón.

No se trataba, como había temido, de todos los Slytherin peleando. Sólo Draco y Severus estaban rodando en el suelo mientras el resto estaba animando a Draco.

Draco podía usar todo el ánimo que quisieran darle, además. Obviamente estaba perdiendo la pelea. Al parecer era rabia pura lo único que le impedía rendirse del todo.

-¡SEVERUS! –gritó Dumbledore, sujetando el brazo del muchacho y tirando de él tan fuerte como pudo-. ¡Suéltalo!

Severus obedeció inmediatamente. Se puso en pie, mirando al director con aire apenado.

-Lo siento –dijo suavemente.

Draco se levantó con algo de dificultad. Debía haberse lastimado una pierna en la pelea. Afortunadamente Dumbledore consiguió sujetarlo por un brazo con su mano libre antes de que se lanzara contra Severus otra vez.

"¿Y ahora qué voy a hacer con ellos" pensó Albus "¡Bien! Enviarlos a los dos a la oficina del director... un momento... Yo soy el director"

-De acuerdo, ustedes dos, acompáñenme a mi oficina. El resto de ustedes, siéntese. Puede continuar su lección, profesor Binns –dijo, asintiendo hacia el fantasma, que había estado observando sus acciones y parecía un tanto avergonzado-. Me encargaré de los problemáticos.

Severus y Draco siguieron a Dumbledore intercambiando rápidas miradas nerviosas y cada uno desviando la mirada cuando el otro lo notaba. Después de todo, no se hablaban el uno al otro. El otro ni siquiera existía. No.

-¿Señor?

-¿Qué? –demandó Dumbledore, imperturbable.

-Olvidé mi erizo en clase. ¿Puedo ir a recogerlo, Señor?

-No, puedes ir a buscarlo después.

-¿Pero y si el profesor Binns cierra el salón? Greenie podría quedar encerrado toda la noche. Se asustará.

-Él no pude cerrar el salón. Ustedes dos dejaron sus libros dentro –les recordó Dumbledore.

Llegaron a la oficina y Albus le dijo a los muchachos que se sentara. Eso hicieron, otra vez cada uno mirando nerviosamente al otro cuando pensaba que el otro no lo notaría.

Dumbledore tuvo que esconder una sonrisa. Tal vez hubiera una oportunidad de que esos dos se hicieran amigos después de todo.

-Severus, ¿no me habías prometido ser más amable con Draco? ¿No me dijiste que tratarías de hacer amistad con él?

Draco miró a Dumbledore sorprendido y luego a Severus. Había pensado que Severus había prometido ser más amable en general, al menos con el resto de los Slytherin. ¿Por qué Dumbledore le había hecho prometer ser más amable con él específicamente? ¿Acaso pensaba que era él quien estaba detrás de los ataques a Severus? ¡Pero si por lo general era Blaise!

¿Y qué entendía Dumbledore por "hacer amistad"? Draco sabía que no era precisamente la persona más agradable. Severus ciertamente nunca querría ser su amigo. Y sin embargo siempre había sido sorprendentemente amable con Draco.

Severus miraba sus pies, incapaz de mirar a Dumbledore a los ojos. Ni siquiera sabía con exactitud qué era lo que había hecho mal.

-Lo intenté –dijo suavemente, dirigiéndose a sus pies-. Realmente traté de ser agradable, pero no funcionó.

Dumbledore empezó a desear haberle dado permiso de regresar por el erizo. Tal vez si Severus pudiera tener consigo su mascota sería capaz de hablarle realmente. Suspirando, volvió su atención a Draco, un muchacho al que nunca había sabido realmente cómo manejar.

Sabía que no debía ser fácil ser hijo de Lucius Malfoy y sentía pena por el muchacho a causa de eso, pero, comprendió repentinamente, nunca se había tomado el tiempo ni el esfuerzo de realmente intentar conocer a Draco. Había ignorado a la mayoría de los Slytherin a favor de los Gryffindor. ¿Y ÉL siempre acusaba a Snape de ser injusto? Al menos Snape había hecho eso concientemente y por su propia decisión.

Bueno, no tenía caso lamentarse por las oportunidades perdidas. Sólo podía tratar de hacerlo mejor en el futuro.

"¡Y vas a empezar hablando con Draco justo ahora!" se ordenó a sí mismo.

-Así que, ¿por qué peleaban ustedes dos, si se puede saber?

-¡El pequeño ladrón robó mi ensayo para Transfiguraciones! –exclamó Draco, enojado.

-¡No lo hice! –protestó Severus.

-Y luego llamó a mi padre "Death Eater".

-Tú me llamaste "ladrón".

-¡Bueno, pues tú eres un ladrón! ¡Todo el mundo lo sabe!

Repentinamente, Severus sonrió.

-Nunca dije que no lo fuera. Lo soy. Sólo que no me gusta que la gente lo diga, y tu padre es un Death Eater y tú lo sabes. Sólo que a él tampoco le gusta que la gente lo diga.

Dumbledore suspiró profundamente.

-De acuerdo, ¿podrían dejar de insultarse el uno al otro? –preguntó.

Silencio.

Decidió interpretar eso como un "sí".

-Ahora, ¿Severus robó su ensayo de Transfiguraciones, señor Malfoy?

-Sí –dijo Draco, calmadamente.

-¡No! –exclamó Severus-. Sólo robé el de Millicent. Nunca te he robado a ti.

-¡Sí que lo has hecho! –gritó Draco, enfurecido.

-No querías compartir tus dulces. Y, en todo caso, te los devolví.

-¿Oh? ¿Y qué hay de mi dinero?

-¿Dinero? –preguntó Dumbledore, alarmado.

-De acuerdo, te lo quedo debiendo. Te lo pagaré.

-¡Severus! ¿Robaste dinero a tus compañeros de dormitorio? –casi gritó Dumbledore a pesar de su resolución de permanecer calmado.

-Sólo una vez, y voy a pagarlo. Lo prometo.

Dumbledore miró a Severus, luchando contra su cólera y sin confiar en sí mismo lo suficiente como para hablar.

-No es como si Draco no pudiera sobrevivir a eso –protestó Severus, haciendo un puchero.

-¿Cuánto robaste, Severus? –preguntó Dumbledore con forzada calma.

-Veinte galleons –admitió Severus suavemente, otra vez hablándole a sus pies.

Albus entregó silenciosamente veinte galleons de su propio monedero a Draco, pero continuó mirando enojadamente a Severus.

Severus no se movió.

-Señor Malfoy, debería irse, ahora. Sin embargo, restaré diez puntos a Slytherin por iniciar una pelea en clase.

Draco miró a Dumbledore, que estaba obviamente resistiendo una furia apenas controlada, y luego a Severus, que estaba encogiéndose tanto como podía, todavía mirando fijamente sus pies.

Tal vez no era una buena idea marcharse y dejar a esos dos solos justo ahora.

"No debí haber mencionado el dinero" pensó.

¿Se podía expulsar a alguien por robar? ¿Podía Severus ser expulsado, en cualquier caso? Y si lo expulsaban, ¿dónde iba a vivir hasta que pudieran volverlo a la normalidad?

¿Podía Draco rehusarse a salir? Probablemente no.

-Gracias, Señor –murmuró, apenado.

Sólo podía desear que Severus estuviera bien. ¿Debería esperarlo afuera? No, no podía hacer eso. Después de todo, odiaba a Severus.

¿Pero a dónde iría estando solo? Entonces se dio cuenta: era un momento perfecto para hablar con Ginny sin que sus compañeros se dieran cuenta.

Draco casi corrió fuera de la oficina del director hacia la torre de Gryffindor. Esperaría cerca de la entrada hasta que Ginny pasara y finalmente podría hacer que lo escuchara.

Dumbledore permaneció en silencio hasta que la puerta se cerró detrás de Draco. Entonces explotó.

-¡¿Te has vuelto completamente loco?! ¡Robarle a los alumnos!

Severus bloqueó su voz recitando mentalmente complicadas recetas de pociones...

Finalmente Dumbledore consiguió calmarse.

-Estarás en detención con Minerva por el resto de la semana –anunció, más calmado.

-Sí, Señor –murmuró Severus, todavía con la mirada baja.

-Y devolverás al señor Malfoy su tarea.

-¡Pero si no la tomé! –exclamó Severus-. Te lo estoy diciendo: yo no toqué ese ensayo. Probablemente lo traspapeló.

-¡No me mientas, Severus!

-¡No estoy mintiendo!

-¡Severus! Ya tuve suficiente. Estoy muy decepcionado. ¡Ahora, fuera de mi vista!

Severus no dijo nada. Se levantó y salió de la oficina tan silenciosamente como fue posible. ¿Cómo se suponía que iba a saber dónde estaba la tarea de Draco? Sólo deseaba tener a Greenie consigo.

Regresó al salon de Binns y lo encontró todavía abierto.

Binns lo miró enojado mientras tomaba a Greenie y lo sostenía cerca de sí.

-Sólo toma tus cosas y las de tu amigo y cierra la puerta –siseó Binns.

-No es mi amigo –dijo Severus, sin mirar a Binns-. No tengo amigos.

Pero recogió la mochila y los libros de Draco, los acomodó y los llevó al dormitorio.

***

Draco se presentó la sala común un rato después, luciendo bastante apabullado.

-Hey, ¿qué pasó contigo? –lo saludó Severus-. Yo no te puse ese ojo morado.

Draco tocó cuidadosamente su ojo derecho, el cual estaba empezando a ponerse morado y miró a Severus.

-Nada que te importe –le dijo.

Blaise sonrió triunfante. Finalmente Draco estaba peleando con Severus sin necesidad de que lo empujaran a hacerlo. Había estado preocupado por su falta de interés en esa batalla.

-¡Oh, vamos, Draco! –dijo Vincent desde el otro extremo del cuarto-. Todos podemos ver que alguien te pegó. Dinos quién.

Draco no dijo nada, obviamente se sentía incómodo.

-Somos tus amigos, Draco –le recordó Gregory-. Dinos lo que pasó y te ayudaremos a vengarte.

-¡Sí, vamos a golpear a ese tipo! –exclamó Vincent, con un brillo entusiasta en los ojos.

-De acuerdo, les diré –aceptó Draco, sentándose entre sus dos guardaespaldas-. Pero prometan que no se reirán de mí.

-¿Reírnos de ti? ¡Nunca! –prometió Gregory de inmediato.

Draco sonrió a pesar del hecho de que eso hacía que le doliera un labio magullado. El buen viejo Gregory. Estúpido, pero leal.

-Fueron Potty y los "weasels" (ndt: se trata de un juego de palabras entre el apellido Weasley y la palabra "weasel", "comadreja") –dijo rápidamente, para salir de eso.

-¿No era que te agradaban los Weasley? –bromeó Severus, que se había unido al grupo sin ser invitado, como de costumbre-. Especialmente la menor.

-No fue Ginny. Fueron sus hermanos –respondió Draco-. Yo sólo trataba de hablarle, pero ella siguió caminando. Así que la tomé por un brazo para que se detuviera. Ella chilló y Potty y los pelirrojos llegaron corriendo y casi me matan. Ni que la hubiera lastimado.

Blaise, Vincent y Gregory miraron expectantes a Draco, esperando algo más, pero no tenía ninguna otra cosa que contarles.

-La asustaste –explicó Severus, calmadamente.

-¿Asustarla? –preguntó Draco-. Ella me gusta, Severus. ¿Por qué iba a asustarla?

-¿Porque eres un Slytherin? ¿Y quizá el hecho de que has estado burlándote de ella y de sus hermanos durante años habrá tenido algo que ver? –preguntó Severus irónicamente-. Oh, y no debiste haberla sujetado. Mucha gente reacciona mal si es sujetada y retenida por alguien más fuerte. Los hace sentir indefensos, ¿sabes?

-¡Oh! –fue todo lo que Draco pudo decir.

Recordó cómo lo había abofeteado Ginny cuando la acorraló en los corredores. De repente tenía sentido.

-¿Entonces cómo hago que una chica se quede quieta el tiempo suficiente como para preguntarle si quiere salir conmigo? –preguntó a Severus luego de un rato.

Severus estalló en carcajadas.

-No me digas que todas salen huyendo en cuanto te ven –rió-. No sabía que fueras así de feo.

Draco rechinó los dientes con furia. Realmente no debería haberle pedido consejo a Severus.

-No huyen de mí. Algunas incluso me persiguen. Pansy está siguiéndome casi todo el tiempo. Pero no quiero salir con ninguna de ellas. Quiero a Ginny. Y Ginny sigue huyendo.

-Bueno, en ese caso tendrás que convenceral primero de que no eres peligroso –dijo Severus-. ¡Buena suerte!

-De acuerdo –dijo Gregory-. Ahora que ya está aclarado eso, vamos a darle una paliza a los Weasley.

Gregory, Vincent y Blaise se pusieron en pie, ansiosos, pero Severus sacudió la cabeza.

-Mala idea –le dijo a Draco-. Si quieres gustarle a Ginny, será mejor que seas amable con su familia.

-¿Con todos? ¡¿Incluso con Ron?! –exclamó Draco, horrorizado.

-Eso me temo –asintió Severus.

-Bueno, está bien –decidió Draco, reluctante-. Si es la única manera. Vamos, muchachos. Busquemos mis libros en el aula de Binns, mejor.

Otra vez Severus sacudió la cabeza.

-¿Por qué no? ¿Qué está mal con ir a recoger mis libros?

-Nada, sólo que no puedes hacerlo...

-¿Por qué no? –exclamó Draco.

-¡Pero déjame terminar la frase! ¿Quieres? No puedes ir a recogerlos porque ya los traje.

Draco se quedó mirando a Severus.

-¿Los trajiste? ¡¿Qué les hiciste?! –exclamó, temiendo lo peor.

-Nada. Binns sólo quería librarse de ellos y yo tenía que recoger a Greenie de todos modos. Están en el dormitorio, en tu cama.

Draco inmediatamente corrió a revisar en qué condición estaban sus libros. Encontró todo acomodado en su cama, en perfecto orden. No faltaba nada. De hecho, había un objeto de más.

-Severus, este no es mi ensayo de Transfiguraciones.

-Lo sé. Es el de Millicent. No sé dónde está el tuyo. Así que pensé que podías copiar este si no lo encuentras.

-¿Esperas que copie el ensayo para Transfiguraciones de Millicent? Millicent apesta en Transfiguraciones. ¿No podías haber robado el ensayo de alguien que fuera bueno en la materia?

-MacGonagall no creería que yo lo escribí si lo hiciera.

-Oh. Bueno, tal vez pueda usarlo como base para un nuevo ensayo. Podré escribir más rápido si uso –decidió Draco-. Sólo hay una cosa que no entiendo –dijo después de unos minutos-. Si tú no robaste mi tarea, ¿quién lo hizo?

***

Era cerca de la media noche cuando Severus se levantó y salió con un excitado pequeño erizo verde en su brazo.

Se deslizó por los oscuros, fríos corredores escuchando cuidadosamente por cualquier sonido que pudiera alertarlo sobre profesores patrullando o la cercanía de Filch. El pequeño cuerpo espinoso de Greenie se sentía cálido y confortable. Aún a pesar de que Severus temía que un sniff en un momento inoportuno podía delatarlo, era una buena sensación el no estar completamente solo en esa aventura.

Esta ocasión era mucho más arriesgada que cuando trató de entrar en su propia oficina. Esta vez tenía que ir más lejos y pasar por regiones más populares en el castillo. A muchos profesores les desagradaban los calabozos y permanecían lejos del salón de Pociones, pero la biblioteca era un lugar muy confortable y el peligro de tropezar con un profesor era mucho más grande.

Todavía después de su encuentro nocturno con el director, Severus no se atrevía a volver a su oficina si podía evitarlo y el veneno en el salón lo hacía imposible de todos modos.

Severus escuchó cuidadosamente antes de doblar otra esquina y...

... tropezar con la Señora Norris.

La gata le lanzó una mirada enojada. En cualquier momento empezaría a correr para buscar a Filch. ¿Por qué no había recordado que la Señora Norris podía moverse sin hacer el menor ruido? Debería haber preparado un plan para el caso de que se encontrara con ella.

Una idea repentina le llegó justo cuando la gata empezaba a alejarse. Rápidamente sacó su varita.

-Infante –susurró.

La Señora Norris volteó, vio su propia cola y empezó a perseguirla. Daba vueltas y se dejaba caer al piso con sus cuatro patas tratando de alcanzar la punta de la cola.

Severus sonrió a la gata que rodaba en el piso tratando de cazar su propia cola.

-Ahí tienes, vuelve a tu infancia por un rato. ¡Adiós, gatita! –y Severus se marchó antes de que llegara alguien más y lo atrapara.

El hechizo en la Señora Norris sólo permanecería por unas horas, pero no quería encontrarse con Filch después de haber hechizado a su gata. Una semana de detención con MacGonagall era todo lo que podía soportar y si Filch lo llevaba a la oficina de Dumbledore en mitad de la noche y despertaba al director, esa sentencia podría duplicarse.

Qué extraño, como adulto le había agradado MacGonagall, casi la había considerado una amiga. Por supuesto, habían tenido sus pequeñas rivalidades amistosas, pero se habían llevado bien. Ahora ella lo tenía terriblemente atemorizado.

Finalmente llegó a la puerta de la biblioteca. No se veía luz por la rendija.

-Bien –susurró-. Lo hicimos, Greenie. Busquemos los libros que necesitamos y con un poco de suerte estaremos de vuelta en la cama en poco tiempo.

-¿Sniff? –dijo Greenie.

-Seguro, no te preocupes. Entremos.

Severus abrió la puerta y entró. La luz de su varita cayó sobre la cara de Dobby. ¿Por qué estaba el elfo doméstico durmiendo en un escritorio en la biblioteca?

Desafortunadamente, Dobby probó tener el sueño ligero. La luz lo despertó instantáneamente.

-¿Ya... ajuuum... es de día? –preguntó adormilado.

-No, no. vuelve a dormir –respondió Severus, con la leve esperanza de que el elfo no estuviera completamente despierto.

Pero Dobby se puso alerta repentinamente al recordar dónde estaba y cuáles eran sus deberes.

-¿Qué hace el señor en la biblioteca durante la noche?

-Nada, no podíamos dormir –trató de explicar Severus mientras retrocedía hacia la puerta.

-¿Quiénes nosotros? –preguntó Dobby, confundido.

-Yo y Greenie –Severus señaló al erizo en su brazo.

-Los señores no tienen permiso de estar en la biblioteca durante la noche. ¡Dobby debería activar la alarma!

-¡No, Dobby! ¡No lo hagas! –exclamó Severus, corriendo hasta el escritorio de la bibliotecaria en un intento desesperado por alcanzar el pisapapeles-alarma antes que Dobby.

Dobby, por supuesto, estaba más cerca y era más rápido. Saltó sobre el escritorio y tomó la pequeña rana esculpida. Un ruidoso croar se escuchó por toda la biblioteca y, como Severus sabía muy bien, en las habitaciones de cada profesor.

Dumbledore apareció en la biblioteca vistiendo sólo su bata de dormir.

"¡Oh, no!" pensó Severus "Dos semanas con MacGonagall"

-¿Qué pasó? –preguntó Dumbledore, todavía un poco desorientado por haber sido despertado tan abruptamente-. ¿Dobby?

-El señor Snape, señor, y el señor Greenie, señor, no tienen permiso de estar en la biblioteca durante la noche, profesor director, señor –explicó el elfo doméstico-. Dobby hizo sonar la alarma, profesor director, señor.

-¿"El señor Greenie, señor"? –repitió Dumbledore mirando al erizo con una sonrisa divertida.

Severus se sintió aliviado al ver esa sonrisa. Tal vez el castigo no fuera a ser tan malo después de todo.

-Sí, profesor director, señor –confirmó Dobby.

-Bueno, señor Snape y señor Greenie, serán 100 puntos menos para Slytherin. Por cada uno –anunció Dumbledore.

-¿Por cada uno? ¡Pero Greenie ni siquiera es un Slytherin! –protestó Severus.

-Vive en la Casa de Slytherin y es verde Slytherin –explicó Dumbledore, guiñando un ojo-. Eso me parece bastante Slytherin-. Dobby, por favor asegúrate que la biblioteca permanezca cerrada mágicamente durante las noches a partir de ahora. Y tú, Severus: si vuelves a colarte aquí, voy a confiscar tu varita, ¿está claro?

-Sí, Señor –murmuró Severus.

Bueno, al menos no había recibido más detenciones.

Una vez más los muchachos de quinto año de Slytherin fueron despertados en mitad de la noche por Dumbledore entrando a los dormitorios para regresar a Severus a la cama. Sólo que esta vez era Severus quien llevaba al erizo.

-Hey, no irá a dejarlo tener consigo esa escandalosa bola de púas en la cama, ¿o sí? –protestó un muy adormilado Blaise cuando Dumbledore simplemente se dio la vuelta y salió luego de arropar a Severus.

-Es mi erizo. ¡Puedo tenerlo donde yo quiera! –protestó Severus.

-¡No, no puedes! –exclamó Vincent.

Dumbledore miró las enojadas caras de los tres muchachos y dedició salir y cerrar la puerta. Sería mejor dejarlos arreglarse como pudieran. Estaba demasiado cansado para eso.

***

-Como le expliqué la semana pasada, los catar, al igual que los hombres lobo, son creaciones de Salazar Slytherin –dijo Remus Lupin a su clase al principio de la última lección del jueves en la tarde-. Como los hombres lobo, son capaces de transformarse en animales, como el nombre lo indica, en grandes gatos salvajes, como panteras y leopardos..."

Severus de pronto se levantó y marchó sin disimulo hasta la papelera del salón, donde dejó caer algo dentro. Dio vuelta y regresó a su sitio.

-... Slytherin los creó con el propósito de tener mejores soldados en su ejército, los hombres lobo eran para él un experimento fallido. Sólo se transformaban en lobos durante la luna llena y entonces no podían ser controlados...

La papelera estalló lanzando luces multicolores que volaron a través del salón dejando manchas coloridas en todo lo que tocaban.

Draco miró a Severus sorprendido. ¿Un petardo de fosforescencia? ¿Quién había escuchado de eso jamás? ¿Sería invención de Severus? ¿Qué otras cosas podría hacer alguien ducho en Pociones?

-... Así que creó otra raza. Una que pudiera transformarse a voluntad y no perdiera su mente al transformarse. Los catar sin embargo no son muy diferentes de los animagos...

-¡Sí lo son! –exclamó Severus, enojado-. ¡El gato es parte de su personalidad y tienen sus instintos, lo cual no ocurre con los animagos!

-... No son muy diferentes de los animagos, excepto por el hecho de que tienen garras retráctiles incluso en su forma humana. Esas garras sin embargo están bien escondidas. No puedes reconocer a un catar en su forma humana sólo por su apariencia...

El vecino de Severus se puso en pie de repente, gritando al descubrir que su cabello se había vuelto púrpura brillante.

-... De hecho, es imposible reconocerlos a menos que se realice un examen médico y aún entonces sólo si se sabe qué es lo que hay que buscar. Con todo, es difícil definir si los catar son o no criaturas de la Oscuridad...

La chica sentada frente a Severus chilló y empezó a rascarse la espalda.

"¿Polvo pica-pica?" pensó Draco "¿Dónde lo habrá conseguido?"

-... Fueron creados originalmente con Magia Oscura, pero no son criaturas malignas por naturaleza. Su mordida no es más peligrosa que la de cualquier otro gato de su tamaño y usualmente no son agresivos a menos que se sientan amenazados...

Un gran avión de papel verde se estrelló contra la cara de Remus, dejando una mancha verde en su nariz.

-… Son conocidos por su extraordinaria paciencia y curiosidad. Pueden tener hijos con humanos, tanto muggles como magos, pero esos niños siempre son catar. No son diferentes de los catar de sangre pura. La razón de una dominancia tan extrema por parte de los genes catar no ha sido completamente explicada aún...

Con un fuerte ruido, el libro de texto de Remus se estrelló contra el muro en el lado opuesto el salón.

-... La Iglesia Católica Romana sin embargo define a los catar como monstruos de la Oscuridad y los cazó y quemó al igual que a las brujas y magos. A diferencia de su actitud hacia nosotros, su punto de vista sobre los catar no ha cambiado y los pocos que fueron capaces de escapar a la persecución permanecen ocutos...

Justin Finch-Fletchley trató de bajar su libro del aire y ponerlo de vuelta en su sitio, pero el hechizo de Severus era más fuerte. El libro flotó hasta el escritorio del profesor, flotó sobre la cabeza de Remus por un momento y entonces cayó. Remus se hizo a un lado justo a tiempo.

Justin saltó sobre Severus y lo acorraló contra el muro.

-¡Justin, por favor, suelta a Severus y recoge tu libro! –ordenó Remus para sorpresa de todos-. Clase, abran sus libros en la página 346 y empiecen a leer. Severus, por favor, acompáñame a mi oficina.

-¡La página 346 es una imagen! –le informó Pansy Parkinson a Remus.         

-Entonces lean la página 347.

-Severus, ¿qué estaba pasando ahí? –preguntó Remus tan pronto como cerró la puerta detrás de ellos.

-Estabas ignorándome –explicó Severus con calma-. Y tengo cosas que decir. ¿Alguna vez has visto un catar? Creo que no, porque algunos de tus datos son incorrectos. Pero yo sí he visto uno. Sé mucho sobre ellos. ¡Déjame contarles!

-No eres un alumno, Severus. No veo por qué debería enseñarte. Albus puede exigir que estés en mis clases, pero no veo por qué tengas que ser forzado a participar.

-Porque quiero hacerlo. Porque estoy aburrido y porque es de mala educación ignorar a la gente –exclamó Severus.

Remus lo miró, considerando sus palabras.

-¿Te sientes abandonado?

-¡Sí!

-Y si te dejo ayudarme, ser mi compañero, dejarás de interrumpir mi clase.

-¡Sí!

-De acuerdo, compañero, entremos.

La clase los miró mientras regresaban al salón, caminando uno al lado del otro. ¿Qué le habría hecho el profesor Lupin a Severus? ¿Le habría dado una detención? ¿Habría restado puntos a Slytherin? ¿Le habría hablado al director? ¿Le habría dado tarea extra?

Remus miró las caras silenciosas y asustadas. Sonrió.

-Bien, clase, Severus acaba de decirme que él conoció a un catar. Como les dije, son muy raros y se esconden muy bien, así que muy poca gente ha tenido la oportunidad de conocerlos y Severus ha prometido contarnos al respecto –anunció alegremente.

Habría podido escucharse la caída de un alfiler cuando Severus se acercó al escritorio del profesor, se sentó y empezó a contar su historia.

***

El siguiente lunes por la mañana Albus Dumbledore llamó a Severus a su oficina antes del desayuno.

Severus estaba preocupado. ¿Qué habría hecho esta vez? No podía recordar ninguna broma particularmente mala que hubiera hecho durante la semana. Cuando entró a la oficina descubrió que la cara del director estaba inusualmente seria.

-Lo que haya sido, yo no lo hice –anunció, con la esperanza de poder convencer a Dumbledore de su inocencia.

-No, no has hecho nada. Eso está bien –dijo Dumbledore gentilmente.

Eso no sonaba bien.

-¿Qué está mal, entonces? ¿Encontraron la cura, finalmente? –preguntó, pero sabía que Dumbledore tendría una expresión muy diferente si ese fuera el caso.

-No. Um... ¿Cómo está mi pequeño amigo Greenie?

-Greenie está bien –dijo Severus, mirando al pequeño compañero, que estaba dentro de su jaula en el regazo del muchacho-. Deja de andarte por las ramas. Dime qué es lo que pasa... Señor.

Albus sintió una pequeña chispa de alegría al ver que Severus casi había olvidado que estaba enojado con él. Quizá en algún tiempo las cosas volverían a la normalidad. Entonces recordó por qué estaba Severus ahí.

-Así que… ¿disfrutas ser un niño otra vez? Debe ser divertido.

-No, no lo es –respondió Severus sin dudar un momento-. Estaré feliz de volver a mi vieja vida.

-Pero te has librado de la Marca Oscura y puedes tener una nueva oportunidad en la vida. Podrías empezar de nuevo. Hacer las cosas diferente, si tú quieres.

Ambos sabían de qué "cosas" estaba hablando.

-¿Estás tratando de convencerme de que no quiero volver a la normalidad? –preguntó Severus, cortante.

-Bueno, hay ciertas ventajas en tu nueva vida y... –Dumbledore se interrumpió de repente.

Severus lo miró con los ojos entrecerrados.

-No hay antídoto, ¿es eso? –dijo, la voz temblorosa de miedo.

-Bueno, en Durmstrang todavía están trabajando, pero sospecho que sólo están experimentando con las cualidades mortales de la poción. Todos los demás están de acuerdo en que no hay solución, pero crecerás en forma natural –explicó Dumbledore gentilmente-. Severus, yo...

-¡NOOO! –gritó Severus, las lágrimas corrían por su cara.

Sujetó la jaula de Greenie fuertemente con una mano y salió corriendo.

Dumbledore se puso en pie de un salto y corrió para alcanzarlo, pero para cuando rodeó su escritorio y llegó a la puerta, Severus ya no estaba a la vista. ¿A dónde podría haber ido?

Albus sabía que tenía que encontrarlo y calmarlo, ¿pero dónde buscarlo?

Continuará...

Notas:

Así que... ¿quién piensan que pudo haber robado la tarea de Draco y por qué? (admito que es una pregunta difícil y sólo hay una pequeña pista).

No habrá sección de "en próximos capítulos" porque no quiero contarles todavía lo que va a pasar (para no arruinar el final angustiante de este capítulo).