¿Qué creen? ¡Todos estos personajes son de
JKR! ¡No he inventado a ninguno! ¡No soy dueña de nadie (excepto de Susan, y si
quieres usarla, no hay problema)!.
La idea de Draco dibujando dragones pertenece a PikaCheeka. Lo siento, olvidé
mencionarlo en el primer capítulo. Creo que adopté la idea en forma
subconsciente.
El cuervo de Severus pertenece a los fics de J. L. Matthews. Sólo lo tomé
prestado porque es una mascota perfecta para Sevi y prometo regresarlo sin que
le haya pasado nada malo.
Los catar, sin embargo, son completamente míos y los amo, así que, por favor,
no los uses sin preguntarme primero.
Nota:
De acuerdo, este es el grande. Este es el
capítulo en el que el suceso más importante de esta historia tiene lugar.
Espero que les guste.
Mención honoraria especial para mis cuatro detectives, que adivinaron
correctamente quién era el ladrón: Ludi, Debra, Fleur y Sphinx. Un aplauso
especial para ustedes.
Nota de la traductora:
Silverfox es de Austria (no confundir con
Australia) y su lengua materna es el alemán, pero escribió "My name is Severus"
en inglés, si deseas leer la versión original, puedes encontrarla en fanfiction.net
Y si deseas escribirle (en alemán o inglés, preferentemente) su dirección es: Silverfox@kabsi.at
Capítulo once: EN BUSCA DE SEVERUS
Albus Dubledore corrió a los calabozos e irrumpió en la sala común a toda velocidad.
Estaba vacía. No había rastro de Severus ni de nadie más.
"Deben haber ido a desayunar" pensó Albus, mirando su reloj.
Debería estar ahí también. Vigilarlos. Pero primero tenía que calmar a Severus. Minerva MacGonagall podía vigilar a los Slytherin en cualquier caso. Tenía que admitir además que ella era mejor lidiando con ellos.
"Necesito una nueva cabeza para Slytherin pronto. Y un nuevo maestro de Pociones también"
Albus subió corriendo las escaleras y revisó los dormitorios de los muchachos. Nada otra vez. Procedió a revisar velozmente los baños. Sólo encontró a Greenie el erizo, que parpadeó hacia él por entre los barrotes de su jaula. Normalmente se habría detenido para decirle unas cuantas palabras amistosas al animalito, pero no tenía tiempo para eso ahora. Tenía que encontrar al dueño de Greenie.
Decidió revisar también los dormitorios y baños de las chicas. Excepto por suficiente perfume en el aire como para hacerle contener la respiración, no encontró nada.
Volvió a la sala común y tomó aire profundamente varias veces. ¿Cómo hacían las niñas para no sofocarse ahí? ¿Y a dónde había ido Severus? Los calabozos eran el único hogar que conocía el muchacho y por tanto Albus había estado seguro de que lo encontraría en alguna parte de la Casa de Slytherin.
Pero la Casa de Slytherin no era todo lo que podía encontrarse en los calabozos. ¡El salón de Pociones! ¿Por qué no lo había pensado antes?
Albus regresó por la puerta secreta, dejándola abierta en su prisa. Corrió por los pasillos y pronto se acercó al ahora familiar calabozo. Nunca le había gustado ese lugar y estaba convencido de que nunca le gustaría. Era demasiado lóbrego para su gusto, pero encajaba perfectamente con Severus. De hecho, Severus había elegido su salón él mismo. Podrían haber adaptado cualquiera de los salones más grandes del colegio para cubrir sus necesidades aún a pesar de que era una tradición antigua el enseñar Pociones en los calabozos. A decir verdad, recordaba que había habido profesores que habían preferido enseñar Pociones en las torres o en los salones cercanos a la biblioteca. Pero a Severus le gustaba ese calabozo-salón oscuro y frío. Combinaba con su personalidad.
Pero, nuevamente, Severus no estaba ahí ni en la oficina de la puerta siguiente.
Mientras Albus paseaba la mirada por la oficina, sus ojos se detuvieron en una de las altas estanterías que siempre estaba vacía de ingredientes de pociones. Albus la había dejado así porque era incómodamente alta, Severus porque era percha favorita de su cuervo.
¡El cuervo! ¡Tal vez Severus había ido a llorar en las suaves plumas de su pájaro! Albus corrió hasta la oficina de Filch...
El conserje, por supuesto, no estaba ahí. Estaba desayunando con todos los demás y la puerta estaba cerrada. Albus ni siquiera consideró dirigirse al Gran Salón y pedirle las llaves. Abrió la oficina con una rápido "alohomora".
El cuervo lanzó un sorprendido "¡squawk!" al verlo entrar y se alejó del montón de papeles con el que había estado jugando. Albus sonrió cuando se dio cuenta de que eran los archivos del conserje acerca de los gemelos Weasley. Filch probablemente nunca se daría cuenta de que habían desaparecido si el cuervo terminaba con ellos antes de que regresara.
Pero rápidamente se puso serio otra vez. Severus no estaba ahí y tenía que correr y buscarlo.
Tenía que ir al Gran Salón e informarle al plantel. Tal vez tuvieran algunas sugerencias. Suspiró profundamente cuando recordó que ni siquiera les había avisado que Severus tendría que permanecer como niño. Sería un fuerte shock para muchos de ellos.
Tenía que pensar en Hagrid, que no podía seguir fingiéndose enfermo hasta que Severus se graduara, y en Minerva, que se había quejado tanto sobre su incompetencia durante sus lecciones.
Por otro lado, sabía que todos ellos querían a Severus y sentirían pena por él. Ciertamente ayudarían a buscar.
Y tal vez Severus estuviera en el Gran Salón con los demás. Tal vez se había calmado ya por sí solo y se había reunido con sus compañeros.
El director entró al Gran Salón inmediatamente, buscando con la mirada en la mesa de Slytherin.
Sus esperanzas se hundieron ante la vista de la silla vacía junto a Draco. Otra vez, Severus obviamente no estaba ahí.
Draco miró expectante hacia la puerta detrás del director. La última vez que había visto a Severus había sido cuando Dumbledore lo había llamado a su oficina. Eso había sido hacía ya un buen rato. Esos dos debían haber tenido una muy larga charla.
Esperaba que Severus no estuviera en problemas por alguna de sus pequeñas jugarretas. ¿Tal vez habían encontrado una forma de hacerlo olver a la normalidad? ¿Quizá era por eso que no estaba ahí? De alguna manera, Draco sentía que extrañaría a Seveurs, aunque estaría contento de tener a Snape de vuelta. Se sentía más seguro con el sarcástico profesor de Pociones cerca de él para protegerlo.
Draco observó a Dumbledore acercarse a MacGonagall y susurrar algo a su oído. Ella lo siguió a la mesa de los profesores y se sentó en su silla de costumbre. No lo había hecho en algún tiempo, comprendió Draco de repente. Siempre había estado cerca de los Slytherin para evitar que pelearan desde que Snape se había "ido".
Dumbledore debía haberle dicho a MacGonagall
que lo acompañara a la mesa. Eso significaba que tenía algo importante que
decirle a los profesores. Draco los observó atentamente.
La mesa de los profesores quedó silenciosa de repente y Dumbledore habló.
Hagrid se puso pálido, Filch tenía la mirada fija en su plato, MacGonagall
tenía los labios fuertemente apretados...
Dumbledore se quedó callado, pero no comía. Parecía perdido en sus pensamientos. Los otros profesores no continuaron comiendo. La profesora Sprout dejó la cuchara en la mesa silenciosamente, se levantó y salió. Algunos de los profesores volvieron las cabezas para verla pasar, pero no hablaron ni hicieron intento alguno por detenerla. La mesa entera estaba en completo silencio.
Después de algunos minutos de contemplar la silla vacía de Snape en la mesa de profesores, MacGonagall se puso en pie y regresó a su lugar cerca de la mesa de Slytherin.
Draco la miró y los ojos de ambos se encontraron. Por una vez no desvió la mirada para romper el contacto. Quería saber dónde estaba Severus. ¿Qué estaba mal?
MacGonagall suspiró y le hizo señas de que continuara desayunando.
Pero Draco ya no tenía hambre. Tal vez Severus estaba de vuelta en la sala común. Se levantó y dejó el Gran Salón sin decir palabra. Gregory, Vincent y Blaise lo miraron sorprendidos.
Gregory y Vincent ni siquiera habían notado la pequeña escena en la mesa de los profesores y estaban demasiado hambrientos para preocuparse, en cualquier caso.
Blaise, sin embargo, decidió que era mejor seguir a Draco. No podía permitirle que empezara a preocuparse por Severus. Podría empezar a sentir aprecio por la pequeña rata y eso no debía suceder.
-¡Hey, Draco! –lo llamó-. ¿Por qué corres así? ¡Espérame!
Draco se detuvo y dejó que Blaise lo alcanzara, pero no contestó.
-¿Qué está mal contigo? –preguntó Blaise-. No me digas que estás preocupado por Severus. Algunas veces se podría pensar que te agrada el pequeño ladrón.
-Bueno, en realidad no me agrada, pero creo que debemos encontrarlo y averiguar qué pasa con él ahora –explicó Draco-. Viste cómo reaccionaron los profesores cuando Dumbledore les habló. ¿Y por qué no está desayunando Severus? No puede estar todavía con Dumbledore porque Dumbledore está allá. Entonces, ¿dónde está él?
-Probablemente registrando tu baúl en busca de más dinero qué robar –comentó Blaise secamente.
-Tal vez, pero no lo creo –respondió Draco-. Aún así, es una razón más para averiguar dónde está.
Pero no encontraron a nadie en la sala común o en el dormitorio. La mochila de Severus estaba abierta, en su cama, tal y como la había dejado cunado lo llamaron a la oficina del director.
-No parece que haya estado aquí del todo –dijo Draco, decepcionado.
-¡Hey, es una gran oportunidad para vengarse! –sugirió Blaise-. Veamos si podemos robar algo de su mochila.
Draco miró la mochila con sospecha.
-No, gracias, meter los dedos en ratoneras no me gusta tanto como a ti.
Esa respuesta hizo que Blaise se pusiera serio de inmediato. Lanzó una última mirada deseosa a la mochila de Severus y fue hacia su cama.
-Tal vez sólo busque mis libros para la clase, entonces –decidió.
Draco miró su reloj para comprobar cuánto tiempo tenían antes de la primera lección. La mayor parte de la escuela estaría desayunando todavía, así que no había razón para que Blaise se apurara tan de repente. Pero el reloj no estaba ahí.
"Debo haberlo olvidado en el baño" decidió, y fue a buscarlo.
Ahí estaba. Justo en el estante sobre el lavatorio, donde lo había dejado. Lo tomó, se lo puso y cuando estaba a punto de salir notó la jaula en la última esquina del baño.
¡Así que Severus sí había estado ahí después de todo! Draco estaba seguro de que había llevado el erizo consigo cuando fue a ver a Dumbledore. Ahora la jaula estaba de vuelta en su sitio usual para la noche.
¿Pero dónde había ido Severus sin llevar a su mascota? Las únicas veces que no lo llevaba consigo era cuando tenía que ir a ver a MacGonagall. Pero ella había estado en el Gran Salón durante el desayuno. ¿Habría llegado Severus unos segundos después de que él se marchara?
Se arrodilló frente a la jaula por un momento.
-Hola, Greenie.
-¡Sniff! –saludó el erizo.
Draco sonrió.
-¿Dónde está tu dueño, Greenie? No es propio de él dejarte solo. ¿Sabes a dónde se fue?
-¿Sniff? –dijo Greenie, confundido.
Estaba aburrido y con hambre. Nadie lo había alimentado todavía y algo le decía que era tiempo de hojuelas de maíz. ¿Tal vez el rubio le prepararía otra vez un plato para él solito?
Pero Draco no estaba pensando en alimentar erizos. Decidió que Greenie no tenía manera de decirle dónde estaba Severus y que tendría que decirle a Blaise lo que había encontrado. Tal vez el otro muchacho tendría una idea de lo que significaba.
Draco volvió al dormitorio y vio a Blaise inclinado sobre la mochila de Draco. Estaba sacando algo de su propia mochila y ya iba a meterlo dentro de la de Severus cuando Draco apareció repentinamente junto a él.
Blaise se asustó y dejó caer el pergamino. Draco se inclinó para recogérselo.
-¡No, no lo hagas! –dijo Blaise, un poco demasiado rápido.
Pero Draco ya lo había recogido.
-¿Decidiste arriesgarte a encontrar una ratonera, Blaise? –preguntó sonriendo.
¿Pero por qué Blaise iba a meter algo en la mochila de Severus en lugar de sacar algo? ¿Y por qué no quería que Draco lo recogiera?
Blaise se arrojó por el pergamino. Draco retrocedió rápidamente y lo mantuvo fuera de su alcance.
¿Qué había en el pergamino que Blaise no quería que Draco viera? Draco lo miró y luego miró a Blaise, todo el buen humor había desaparecido de su cara.
-Esta es mi tarea de Transfiguraciones –dijo, sorprendido-. ¿Qué estabas haciendo con mi tarea, Blaise?
-¿Tuya? ¿Es la tuya? –dijo Blaise, rápidamente-. No lo sabía.
-Oh, ¿de veras? –preguntó Draco sarcásticamente-. ¿Entonces por qué no querías que la viera? ¿De dónde sacaste mi tarea, Blaise?
-La encontré en la mochila de Severus, por supuesto –replicó Blaise, calmándose-. ¿No es obvio?
-¡No me mientas, Blaise! –dijo Draco, cortante-. Te vi sacarla de tu propia mochila. Ibas a meterla dentro de la de Severus y culparlo del robo. ¿Correcto?
-De acuerdo, era una pequeña broma –admitió Blaise, encogiéndose ante la mirada enojada de Draco.
-No es sólo una pequeña broma –siseó Draco-. Querías que me vengara de Severus por algo que ni siquiera había hecho. ¿Cuántas más de "sus" jugarretas hiciste tú? ¿Por qué? ¿Qué ganas con esto?
-De acuerdo, robé tu tarea. Lo admito. Pero tú eres demasiado amigable con la pequeña rata. Sólo estaba tratando de hacerte ver cómo es en realidad –respondió Blaise-. No puedes hacer amistad con ese, Draco. No es uno de los nuestros. No pertenece aquí y necesitamos tu ayuda para deshacernos de él.
Draco no dijo nada. Tenía que elegir bando, pero aún no sabía de qué lado estaba. Al parecer, a Severus no le interesaría en lo más mínimo su elección. Pero estaba la promesa que le había hecho al director de ser su amigo. Por otro lado, Severus no era confiable y si Draco elegía su lado podría perder a todos sus demás aliados.
¿Y qué pasaría cuando Severus volviera a ser adulto? Draco quedaría completamente solo. En la situación en la que Severus estaba ahora. Pero realmente se sentía furioso con Blaise. ¿Cómo se atrevía a robar la tarea de un amigo sólo para culpar a alguien más? ¿Quién de ellos era el traidor ahí? Draco ya no estaba seguro.
-Tú eres el experto –continuó Blaise al ver que Draco no reaccionaba-. Podrías acabar con Severus fácilmente si tan solo hicieras un buen esfuerzo. Pero te contienes. ¿Qué está mal? ¿Tienes miedo de lo que pueda hacer cuando sea nuestro profesor otra vez? No creo que vaya a hacer nada. Está pidiendo problemas. Empezó a pelear con nosotros desde el primer momento. ¿Recuerdas cómo atacó a Gregory la primera vez que lo vimos?
-Gregory lo provocó. Él aceptó el desafío –respondió Draco, calmadamente-. A mí tampoco me agrada Severus, Blaise, pero me simpatiza Snape. No quiero lastimarlo. No tiene nada que ver con tener miedo. No lo tengo. Pero estoy agradecido por todos los pequeños favores que me ha hecho a lo largo de los años. No podemos simplemente tratarlo como a un enemigo de repente. No es justo de nuestra parte.
-¡Él se lo está buscando! –insistió Blaise.
-¡No es así! –gritó Draco.
Tomó su mochila y los libros que necesitaría para las clases de esa mañana y pasó frente a Blaise, azotando la puerta detrás de sí.
Draco se detuvo en la sala común y tomó aire profundamente para calmarse. Había conseguido un enemigo, y uno peligroso además. Blaise era uno de sus compañeros de dormitorio y el que más posibilidades tenía de volver a los demás en su contra. Tenía que convencer a sus compañeros de que estaba enojado con Blaise por robar su tarea y que eso no tenía nada que ver con Severus.
Rápidamente revisó su mochila y sacó las dos tareas de Transfiguraciones. ¿Cuál debía entregar? La vieja era más detallada y estaba mejor escrita. Había tenido tiempo para hacer la investigación necesaria. La nueva había sido hecha a toda prisa usando el ensayo de Millicent como base (se lo había devuelto a la chica asegurándole que lo había encontrado en el suelo en la sala común, ella había debido dejarlo caer).
La vieja era definitivamente mejor, pero se había arrugado mucho durante la confrontación con Blaise y estaba muy maltratada. Alisó el pergamino todo lo que pudo.
Debía entregar los dos pergaminos y explicarle la situación a MacGonagall. ¡Y lo haría frente a toda la clase! Eso significaría, por supuesto, incriminar a Blaise frente a una profesora, pero le probaría a sus compañeros qué tan enojado estaba por el robo de su tarea y le dificultaría a Blaise el manipular a los otros Slytherin contra él. Que los Gryffindor pensaran lo que les viniera en gana. No tenían una buena opinión sobre la lealtad de los Slytherin, a fin de cuentas.
***
El profesor Binns era probablemente el único profesor, aparte de Trellawney, que no había llegado a desayunar y por lo tanto no sabía de la desaparición de Severus.
Estaba contento de ver que la puerta del salón había sido dejado abierta para él por una vez y empezó la lección de buen humor.
Cuando empezó a
pasar lista notó que faltaba Severus, pero asumió que simplemente iba a llegar
tarde.
Cuando Severus todavía no había llegado después de diez minutos, preguntó a la
clase dónde estaba., pero nadie parecía saber. Así que continuó con la lección.
Los estudiantes estaban muy quietos ese día. No había gritos ni peleas interrumpiendo su lección. Incluso susurraban menos de lo usual.
Binns no notó que los ojos de los alumnos se volvían a cada instante hacia silla vacía en el fondo donde Severus se sentaba habitualmente. Estaba demasiado contento de que estuvieran tan calmados.
***
Flittwick reaccionó de una manera muy diferente. Ni siquiera pasó lista.
-¿Alguno de ustedes tiene idea de dónde está Severus? –preguntó, en lugar de su saludo de siempre.
Draco se sintió preocupado de repente. Si Flittwick se había dado cuenta de que faltaba Severus aún sin pasar lista, eso significaba que lo sabía de antemano. Los profesores obviamente estaban preocupados por Severus. Pero si los profesores mismos no sabían dónde estaba...
Como nadie respondió, Flittwick procedió a preguntarle individualmente a cada Slytherin.
Todos insistieron en que no tenían ni la menor idea de dónde podía estar Severus; y Blaise, Gregory, Pansy y algunos otros dejaron claro que no les importaba tampoco.
Draco notó que Flittwick parecía casi lastimado con sus respuestas. Era un nuevo punto para considerar. Siempre había asumido que Snape y los otros profesores no congeniaban en realidad más que Slytherin con las otras Casas, pero ahora parecía ser que los profesores realmente se preocupaban por la falta de amigos de Severus. Dumbledore había dejado claro que le agrada Severus y MacGonagall le había mostrado una sorpresiva amabilidad algunas veces también. Y además estaba Filch que incluso lo había protegido de los otros Slytherin en algunas ocasiones.
¿Podría ser que Snape no fuera tan malo como parecía en el exterior, una vez que empezabas a conocerlo bien? El personal de Hogwarts lo había conocido durante muchos años.
Pero si Snape no era tan malo como parecía al principio, ¿no debería ser lo mismo con Severus también? Eran la misma persona, después de todo.
Flittwick incluso preguntó a algunos Ravenclaw, pero ellos no tenían más idea de dónde podía estar Severus que los propios Slytherin.
Con un suspiro, regresó a enseñar Encantamientos, pero todos notaban que su mente no estaba en eso. La lección pareció alargarse imposiblemente para todos los participantes.
***
Estaban a la mitad de una muy aburrida lección de Transfiguraciones con una al parecer muy nerviosa profesora MacGonagall. Blaise había terminado de convertir su maceta en un conejo y estaba tratando de captar la atención de Vincent sin atraer la de MacGonagall también.
Había pasado las últimas dos horas antes de Transfiguraciones convenciendo a Gregory de que Draco era un traidor y necesitaba ser castigado. ¿Quién se habría imaginado que Gregory resultaría tan tercamente leal? Bueno, Blaise finalmente lo había convencido y ahora era el turno de Vincent.
MacGonagall finalmente dejó de pasearse por el salón mirado todo y nada a la vez, y dedicó su atención a las tareas.
Blaise tocó ligeramente el hombro de Vincent con su varita. Ninguna reacción.
Golpeó un poco más fuerte. Vincent seguía sin notarlo.
Blaise lo golpeó en la cabeza. Con fuerza. Vincent volteó a mirarlo.
-¿Qué pasa? –preguntó-. Estoy muy ocupado. Mi conejo sigue escapándose.
-¡Olvida al estúpido conejo! –siseó Blaise-. Tenemos un problema más grande.
-¿Problema? ¿Qué clase de problema?
-Draco y Severus –susurró Blaise.
-¿Pelearon otra vez? –preguntó Vincent, confundido-. Ni siquiera he visto a la pequeña rata hoy. Nada más golpeémoslo cuando regrese. ¿De acuerdo?
-No pelearon, Vince. Es mucho más serio. Draco ha...
-¡Señor Malfoy! –la voz de MacGonagall lo interrumpió-. ¿Dónde está su tarea?
-Bueno, verá, tengo que explicarle un asunto –dijo Draco, levantándose y caminando hasta el escritorio de la profesora con dos rollos de pergamino en sus manos.
-¿Explicar qué? –dijo MacGonagall, cortante-. Lo escucho.
Y también toda la clase. Algunos conejos habían salido saltando sin ser notados. Los Gryffindor estaban sonriendo con burla pensando que Draco estaba en problemas. Los Slytherin estaban preguntándose qué pasaba y ligeramente preocupados. Sólo Blaise estaba completamente confundido. El sabía que Draco había escrito un nuevo ensayo y ahora tenía el original de vuelta. ¿Por qué simplemente no entregaba uno de los dos?
Draco sonrió inocentemente a MacGonagall. Podía lucir tan adorable como Severus cuando se lo proponía. Simplemente había pensado que no era bueno para su imagen de chico malo hasta que vio que funcionaba para el otro muchacho.
-Bueno, verá, lo tuve que escribir dos veces, porque Blaise robó el primero y sólo lo recuperé esta mañana, y ahora no sé cuál entregarle. El primero estaba todo arrugado y feo cuando finalmente lo recuperé, pero tuve que hacer el segundo sin suficiente tiempo para una buena investigación y creo que el primero está mejor hecho.
Los Slytherin voltearon a mirar a Blaise.
-¿TÚ robaste su tarea? –preguntó Vincent, incrédulo-. ¿No había sido Severus? ¿Qué pensabas hacer con eso?
Blaise miró a Draco. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué se lo decía a una profesora? Tenía que saber que sería considerado un traidor por eso.
-Muéstremelos –demandó MacGonagall.
Draco le entregó los dos pergaminos. MacGonagall miró el arrugado con duda.
-¡Es culpa de Blaise! –acusó Draco, tratando de imitar el adorable pucherito de Severus.
Pareció funcionar, porque MacGonagall volvió su atención hacia Blaise.
-¿Señor Zabini? ¿Robó usted la tarea de su amigo?
-¡No somos amigos! –anunció Draco-. ¡Nunca más!
Blaise miró hacia el suelo. Nunca había sido un buen mentiroso. Al menos no tratándose de inventar una mentira rápida. Asintió con aire derrotado. Ta vez si mostraba suficiente arrepentimiento...
-¿Y por qué lo hizo? ¿Qué ganaba con eso? –preguntó MacGonagall, que claramente no entendía qué se podía hacer con una tarea ajena.
-Yo… yo… -balbuceó Blaise. Si le decía la verdad estaría un auténtico problema. Era bastante obvio que a MacGonagall le agradaba Severus y estaba preocupada por él justo ahora.
-Lo atrapé tratando de meterla en la mochila de Severus –explicó Draco, como si no le importara el porqué de eso-. Iba a culpar a Severus para empezar otra pelea entre nosotros. Sólo por divertirse. ¡Y tuve que reescribir todo el ensayo!
-¿Es verdad eso, señor Zabini? –preguntó MacGonagall, enfandándose-. ¡¿Robó el ensayo del señor Malfoy sólo para culpar a Severus?!
-N...no. –dijo Blaise, sabiendo lo obvia que resultaba la mentira.
-¿Entonces por qué lo robó?
Blaise seguía mirando hacia el piso. Necesitaba una explicación plausible y rápido, pero no podía pensar en nada.
MacGonagall esperó casi un minuto por una respuesta, pero no obtuvo ninguna. Toda la clase miraba a Blaise en incrédulo silencio.
-Venga a verme después de clase para hablar de su detención, señor Zabini –decidió MacGonagall, recogiendo uno de los conejos fugitivos-. ¿De quién es este conejo? ¡Sus patas todavía están hechas de arcilla!
-Creo que debe ser el mío, profesora –anunció Neville, sonriendo mansamente-. No había terminado cuando saltó.
MacGonagall le entregó el conejo a Neville con una pequeña sonrisa.
-Tienes cinco minutos para completar la transformación –le recordó.
Por todo el salón los estudiantes empezaron a buscar frenéticamente sus conejos perdidos. Blaise parecía haber quedado olvidado, pero sabía que ese no era el caso. Podía escuchar a Gregory y Vincent discutir sobre el derecho de Draco a traicionar a Blaise después de lo que le había hecho. Los Slytherin estaban obviamente divididos en ese punto, pero todos coincidían en que lo que había hecho Blaise era peor que lo que había hecho Draco.
Con un gran suspiro, se dejó caer en su silla, con la mirada perdida por el resto de la lección. Su conejo había escapado también, pero no le importaba. Los otros Slytherin nunca lo seguirían después de eso.
¿Pero quién los lideraría si Draco les daba la espalda ahora?
***
Finalmente era la hora del almuerzo y Draco se dirigió al Gran Salón. La primera lección después del almuerzo sería Vuelo, la cual no tenía que tomar porque estaba en el equipo de quidditch. Deció apurarse a almorzar y entonces pasar el tiempo hasta Defensa buscando a Severus. Tal vez estaba en la biblioteca. Era a donde iba usualmente cuando tenía algún tiempo libre.
Draco casi había terminado su apresurada comida cuando el director apareció inesperadamente junto a la mesa de Slytherin. Albus Dumbledore se detuvo detrás de la silla vacía de Severus y miró a los muchachos curiosamente.
-Necesito su ayuda –dijo de pronto.
Se miraron unos a otros inseguros sobre quién debería hablar en nombre del grupo. Greogory no calificaba, Vincent sabía que no sería aceptado ya por Draco o ya por Blaise, Blaise sabía que después de la escena en Transfiguraciones su autoridad sería desafiada sin duda alguna, y Draco realmente no quería verse envuelto en nada que lo apartara de su plan de buscar a Severus.
-¿Ayuda con qué? –preguntó Draco finalmente, ya que ninguno de los otros habló.
-Encontrando a Severus –empezó Dumbledore.
Eso captó el interés de Draco, pero los otros tres gruñeron.
-No queremos encontrarlo. Estamos contentos de que no esté por aquí –explicó Blaise.
-¿Aún si corre peligro? –le preguntó Dumbledore calmadamente y con una mirada inusualmente seria.
-¿Peligro? –preguntó Draco-. ¿Por qué debería estar en peligro? ¿Dónde está?
-No sé dónde está. Es por eso que necesito que me ayuden –suspiró Dumbledore y Draco pudo ver la preocupación en sus ojos-. Tuve que darle malas noticias esta mañana. No las tomó muy bien y salió corriendo. De la gente a la que he preguntado por él lo ha visto desde entonces y tengo miedo de que haya huido.
-Es adulto por dentro, Señor –dijo Draco gentilmente-. Puede cuidarse a sí mismo.
-No ha estado actuando como adulto últimamente –argumentó Dumbledore-. No tenemos manera de saber cómo influenció su mente esa poción, pero ciertamente lo hizo. A juzgar por su comportamiento actual, me pregunto si no sobreestimé su edad cuando lo puse en quinto año. No es suficientemente maduro como para sobrevivir solo. Especialmente si Voldemort lo está buscando, como sospecho que debe estar haciéndolo.
-¿Voldemort? –preguntó Draco sorprendido-. ¿Por qué Ya-sabe-quién estaría buscando a Seveurs? Es sólo un muchacho.
-Sí, pero Voldemort querría poner sus dedos en el adulto y no creo que un pequeño detalle tal como una poción rejuvenecedora vaya a detenerlo –Albus no se atrevía a decirle a aquellos niños de su temor de que Voldemort pudiera estar interesado en estudiar los efectos de la poción. Venían de familias de Death Eaters, después de todo-. Necesito saber si lo han visto o a dónde va usualmente cuando quiere estar solo. ¿Alguna idea de dónde puede estar?
-Pasa mucho tiempo en la biblioteca –dijo Draco.
-Ya revisé la biblioteca, el salón de Pociones y la oficina, la oficina del señor Filch, todos los dormitorios de Slytherin y todos los calabozos –le informó Dumbledore de una vez-. ¿Alguna otra idea?... ¿Por favor?
-No realmente –dijo Draco sintiéndose muy decepcionado. No se había dado cuenta de lo seguro que había estado de encontrar a Severus en la biblioteca hasta ese momento-. Pero le prometemos que le informaremos en caso de que lo veamos.
-Gracias –dijo Dumbledore simplemente, pero la sonrisa que acompañó esa palabra le dijo a Draco mucho más claramente lo que Dumbledore realmente quería dar a entender.
Y Draco se descubrió a sí mismo sonriéndole también. ¿Qué estaba haciendo? ¿Tratando de fraternizar con el enemigo? ¿Por qué de repente significaba tanto para él lo que Dumbledore pensaba y cómo se sentía? Dumbledore era sólo un viejo tonto. ¿Cómo podía Draco sentir esa extraña urgencia de hacerlo sentirse orgulloso?
Draco trató de sacudirse esa sensación, pero volvía a cada intento.
Dumbledore fue al frente del Salón y anunció a los sorprendidos alumnos que Severus había desaparecido y que no habría lecciones esa tarde para darle tiempo a los profesores de buscar cuidadosamente por todo el castillo.
Los prefectos inmediatamente ofrecieron su asistencia y muchos de los alumnos ayudaron también.
Draco estaba sorprendido de ver cuántos Gryffindor se ofrecieron como voluntarios para ayudar. Él mismo y su pandilla, exceptuando a Blaise, se unieron a la búsqueda y pronto estaban registrando todo el castillo desde los techos de las torres hasta el más profundo de los calabozos.
El señor Filch, Harry Potter y los gemelos Weasley aseguraron a Dumbledore que había revisado hasta el último pasaje secreto también, pero Severus continuaba sin ser hallado.
Entonces procedieron a buscar en los terrenos del castillo y Hagrid fue enviado a Hogsmeade para informar a los pobladores que un estudiante de Hogwarts estaba perdido y darles la descripción de Severus.
Aún así Severus seguía extraviado. Revisaron los terrenos al completo y regresaron con las manos vacías. Al empezar la puesta del sol, Hagrid volvió para reportar que había hablado personalmente con cada habitante de Hogsmeade y nadie había visto a un muchacho solitario por ningún lado.
Dumbledore finalmente envió a los muchachos a la escuela para que cenaran mientras conjuraba algunos sandwiches para los profesores y los guiaba a iniciar una búsqueda en el Bosque Prohibido.
***
Draco miraba tristemente su cena. Había estado tan seguro de encontrar a Severus en alguna parte del castillo. ¿Por qué había tenido que escapar? No tenía a dónde ir. Hogwarts era el único hogar que tenía.
"Severus debería estar sentado aquí, burlándose de todos nosotros" pensó, jugueteando distraídamente con una papa "A Greenie le encantarían estas. Si Severus estuviera aquí, el erizo estaría en su plato justo ahora olfateando y masticando y disfrutando las papas"
¿Habría recordado alguien alimentar a Greenie, por cierto? No, no le parecía que lo hubieran hecho. El pobre animal no había tenido nada que comer en todo el día.
Draco envolvió rápidamente algunas de sus papas en una servilleta, se puso en pie de un salto y se dirigió hacia la puerta.
-Hey, Draco, ¿a dónde vas? –lo llamó Gregory, pero Draco no reaccionó.
Vincent y Blaise levantaron la vista de sus platos cuando escucharon el grito de Gregory y vieron a Draco abandonar el Gran Salón sin siquiera mirar atrás.
-¿No vas a seguirlo? –preguntó Vincent a Blaise, sorprendido cuando éste siguió comiendo sin hacer comentarios.
-No.
-Por qué no? –preguntó Gregory-. Normalmente lo haces.
-Porque Draco decidió que ya no quiere ser mi amigo nunca más. Prefiere estar con Severus –gruñó Blaise.
-Porque está enojado contigo por robar su tarea –tradujo Vincent-. Él odia a Severus tanto como nosotros.
-Si estás tan seguro de eso, ¿por qué no vas con él en lugar mío? –sugirió Blaise, sonriendo desagradablemente.
Vincent miró su plato medio lelno, luego hacia la puerta y de nuevo su plato.
-Porque tengo demasiada hambre –decidió, y volvió a su comida.
-¿Y qué hay de ti, Gregory? –sonrió Blaise-. ¿Quieres seguir a nuestro pequeño traidor? ¿Averiguar qué está haciendo?
-¿Mmhmmph? –respondió Gregory con la boca llena, y metiéndose más comida al mismo tiempo.
-Tomaré eso como un "no" –interpretó Blaise, contento con su pequeña victoria.
Draco podría haberlos convencido de su lealtad por el momento, pero ellos estaban desertando de su lado por pura pereza, y si Blaise jugaba sus cartas sabiamente, sería capaz de volverlos en su contra.
***
Draco entró al baño con la respiración ligeramente agitada. Había corrido todo el camino desde el Gran Salón hasta la sala común de Slytherin a toda velocidad como si pudiera resarcir al erizo por dos comidas olvidadas llevándole la cena especialmente rápido.
Se dejó caer de rodillas junto a la jaula y desdobló la servilleta frente a Greenie.
-Aquí tienes, mi pequeño amigo. Te traje algo para comer –explicó, innecesariamente, ya que Greenie se encontraba ya comiendo con todo entusiasmo-. Perdón por no haberte alimentado más temprano.
Draco se sentó tratando de normalizar su respiración y observó al erizo comer. Debería regresar al Gran Salón para terminar su cena, pero por alguna razón no sentía hambre con la duda de no saber dónde estaba Severus y qué podía haberle pasado. ¿Y tal vez Greenie se estaría sintiendo solo también?
Decidió quedarse un poco más y hacerle compañía al erizo. Si se perdía la cena siempre podía comerse el resto de sus dulces más tarde.
Greenie gruñía y olfateaba con alegría mientras comía. Draco sonrió. Que ruidoso compañerito.
¡Pero un momento! ¿Ese último "sniff" no había venido de algún lugar a sus espaldas? No, tenía que estar equivocado. Greenie estaba frente a él, después de todo.
Pero entonces lo escuchó otra vez. Un sonido apagado desde algún lugar detrás de él.
Draco dio vuelta y no vio nada, excepto las duchas.
Entonces escuchó el sonido otra vez. Ni siquiera sonaba como los curiosos pequeños "sniff" de Greenie. Se escuchaba más bien como un sollozo.
Draco se levantó lentamente. Esta vez estaba seguro. El sonido venía de la última ducha. La que no se usaba, porque no funcionaba y nunca lo había hecho en el tiempo que Draco llevaba en Hogwarts.
¿Por qué estaba cerrada la cortina justo ahora? Normalmente estaba abierta e ignorada.
-¿Severus? –preguntó Draco suavemente.
No hubo respuesta. Draco corrió gentilmente la cortina un poquito y espió dentro.
-Hey, Severus, ¿te encuentras bien?
Severus no contestó, pero no era realmente necesario, ya que obviamente no se encontraba bien. Estaba acurrucado en una esquina de la ducha, llorando.
Draco se quedó quieto por un momento, sin saber qué hacer. Nunca había tratado de confortar a nadie antes. ¿Quizá debería salir y buscar a un profesor? Pero todos estaban en el Bosque Prohibido.
Exceptuando a Hagrid, que estaba demasiado cansado luego de su excursión a Hogsmeade y había vuelto al castillo para vigilar a los niños. ¿Pero podría esperar que Hagrid pudiera manejar esa situación? De ninguna manera.
Podía, por supuesto, ir y buscar al prefecto, pero el prefecto era un Gryffindor. No podía dejar que un Gryffindor entrara a la sala común. Severus no querría eso tampoco. Y si salía a buscar a alguien tendría que dejar a Severus solo. Eso no parecía una buena idea por el momento.
Trató de recordar qué hacían sus padres cuando él lloraba. No fue fácil, porque no había llorado en frente de nadie desde que era muy pequeño y aún entonces lo había hecho muy pocas veces.
Lo que había hecho su padre... Oh, sí, le había pegado... esa no parecía ser una buena idea tampoco.
Entonces recordó cómo su madre lo había encontrado llorando en su habitación luego de que su padre le pegara. Debía haber sido muy, muy pequeño entonces, porque apenas sí podía recordarlo vagamente, pero su madre lo había abrazado y le había dicho que todo estaría bien, y él habría abrazado con fuerza su osito de peluche. Eso se había sentido bien.
Pero Severus parecía un poco demasiado mayor como para ser abrazado y ni siquiera tenía un osito. Eso le recordó a Draco la noche después de su pelea, cuando durmió con su osito y Severus con Greenie.
¡Eso era! Severus se sentiría mejor si tuviera a Greenie en sus brazos.
Draco dio vuelta rápidamente y sacó a Greenie de su caja. El erizo protestó ligeramente. No había terminado con las papas todavía. Pero Draco lo ignoró. Se deslizó dentro de la ducha, agazapándose frente a Severus y gentilmente puso al erizo en sus manos.
Severus levantó
la mirada, las lágrimas corriendo por su cara y sollozó. Greenie respondió con
un "sniff".
Draco sacó un pañuelo de su bolsillo y se lo ofreció a Severus. Entonces se
sentó, apoyando la espalda contra el muro y esperó.
Severus se limpió la nariz unas cuantas veces, entonces lo miró de nuevo.
-¿Draco?
-Presente, Señor –sonrió Draco.
Severus sonrió ligeramente a través de las lágrimas.
-¿Qué estás haciendo aquí?
-Hey, este es nuestro baño. Tengo permiso de estar aquí, tú sabes.
Esta vez la sonrisa fue un poco más grande y permaneció por un momento más. Draco sonrió a su vez.
-¿Me estabas buscando? –preguntó Severus, incrédulo.
-Bueno, en realidad justo ahora estaba alimentando a Greenie. Pero sí, antes estaba buscándote. Junto con media escuela –Draco ladeó un poco la cabeza y le dedicó a Severus una mirada interrogadora-. ¿Estuviste aquí escondido todo este tiempo?
-Aquí he estado. ¿Qué quieres decir con "todo este tiempo"? ¿Qué hora es?
-¿Estuviste aquí en la ducha todo el tiempo desde que hablaste con Dumbledore?
-Sí, necesitaba estar solo por un rato y nadie entra aquí. ¿Qué está mal con eso?
-Nada. Es sólo que pensamos que habíamos buscado en todas partes. Y, respondiendo a tu primera pregunta, es hora de cenar. ¿Quieres comer algo?
Severus sacudió la cabeza.
-No tenía idea de haber estado aquí tanto tiempo. Me figuro que algunos se habrán preocupado un poco. ¿Verdad?
-¿Un poco? Mejor di que están enfermos de preocupación. Todos están en el Bosque Prohibido pensando que huiste y te comieron los hombres lobo.
-No es luna llena esta noche –recalcó Severus, secándose las lágrimas con la manga de la túnica.
-Bueno, que algo te comió, en todo caso –sonrió Draco.
Severus sonrió también, ya no lloraba.
De alguna manera, eso hizo que Draco se sintiera bien, como si hubiera recibido algo realmente especial. Ni siquiera enviar a Harry Potter a detención se sentía así de bien.
-Todavía creo que deberíamos salir de aquí y comer algo. Y tal vez decirle a los demás que pueden dejar de buscar –sugirió.
Severus asintió suavemente, pero no se levantó.
-¿Draco?
-¿Sí?
-No pueden volverme a la normalidad.
-¿Qué? Pero esa poción... fue sólo un estúpido accidente. ¿Cómo puede algo hecho por Neville ser tan difícil de reparar?
Por un momento pareció como si Severus fuera a echarse a llorar otra vez.
-No es difícil poner algunos ingredientes juntos y lograr algún tipo de reacción. Es lograr un resultado predefinido lo que resulta problemático. Y convertirme de nuevo en adulto es un resultado que no pueden conseguir.
-¡Bueno, eso es grandioso! –exclamó Draco de repente, sorprendiéndose incluso a sí mismo.
-¿Lo es? –preguntó Severus, tan confundido que hasta se olvidó de que estaba a punto de llorar otra vez.
-¡Sí, lo es! Ahora podemos crecer juntos. Vamos a mandar en esta escuela, seremos peores que los gemelos Weasley. Vamos a volver locos a los profesores. Y podemos dibujar juntos. Te puedo enseñar a dibujar dragones. Soy realmente bueno dibujando dragones. Y a veces escribo canciones también. Podemos hacer muchas cosas, tener toneladas de diversión.
Severus se puso en pie, totalmente sorprendido.
-¿Querrías eso?
-Por supuesto que es lo que quiero.
-Pensé que no te agradaba. Que querías deshacerte de mí lo más pronto posible.
-Me estás confundiendo con Blaise. Yo sólo le seguía la corriente porque no quería perder a mis amigos.
-¿Pero no vas a perderlos ahora? –preguntó Severus mientras seguía a Draco fuera de la ducha.
-No te preocupes por eso. No son verdaderos amigos. Nunca nos llevamos bien realmente. Tal vez tú podrías ser mi verdadero amigo.
-¿Eso piensas?
-Tal vez. No puede hacernos daño intentarlo –sonrió Draco.
Severus sonrió también.
-De acuerdo, en ese caso, creo que comeré algo ahora. Veamos si queda algo de comida por ahí. ¡Vamos!
-Um... Severus.
-¿Qué pasa? Vamos.
-Tal vez sería mejor que te lavaras la cara primero –sugirió Draco, sonriendo abiertamente-. No querrás que todos se den cuenta de que estuviste llorando todo el día.
-¿Quién? ¿Yo? Yo nunca lloro –sonrió Severus, pero regresó a lavarse las huellas de las lágrimas.
Continuará...
Notas:
¿Lo hice bien? Es el capítulo más importante de este fic en mi opinión. Por favor, comenten.
En próximos capítulos:
¿Cómo reaccionará Dumbledore cuando Severus se deje ver otra vez? ¿Los profesores buscarán en el Bosque Prohibido toda la noche? ¿Cómo reaccionarán los Slytherin ante la repentina amistad entre Draco y Severus? ¿Se dará por vencido Blaise?¿Y qué uso tiene este fic para Mary Sue? (no, ese no es el nombre de la mejor amiga de Susan).
