Harry Potter y El Misterio de PUMAS.
Everything goes to the Devil.
I mean, J. K. Rowling.
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3.- Ataques I.
(O El Archivo de Casos Registrados Como Relacionados Con PUMAS)
Primero: El Caso del Unicornio Halado.
La mayor parte de las personas adultas que habitan el mundo mágico, conocen lo que es un Animago. Los magos que no lo saben, o que lo sabían pero lo olvidaron, probablemente se encuentren en dos lugares: El Hospital San Mungo, o cierta prisión llamada Azkaban.
Como tú y yo sabemos, los Animagos tienen que estar registrados por el Ministerio, porque si no, todo fuera un gran descontrol: "¡Un León Roba Un Banco!", sería el encabezado de periódicos muggles alrededor de todo el mundo. Y nadie quiere ese tipo de problemas en las relaciones magos - muggles, ¿verdad?
Hoy por hoy, la lista de personas que pueden convertirse en algún animal no es muy amplia. Unos cuantos felinos, otros caninos, y varios bichos. Pero hay una bruja que resalta en esa lista, y ella recibe el nombre de Vivian Di Luna.
Vivian Di Luna era una bruja bastante reconocida. Era la editora de la revista de modas más 'in' del mundo mágico: M! Magic Entertainment. Contaba con gran prestigio, porque además de su alto estatus social, tenía a su nombre la forma de Animago más especial del mundo mágico: Vivian se podía transformar en un unicornio halado.
Era un espectáculo único ver su forma animal. Aquella bestia fantástica era de un color blanco muy brillante, con reflejos en color lila. Y sus alas... qué alas. Eran tan amplias, tan grandes, tan elegantes... todo el mundo se fijaba en ella.
Pero ya no más.
Hace ya varias horas había pasado la medianoche. Di Luna salía de una discoteque en Francia, exclusiva para la elite de la sociedad mágica. Se había divertido de lo lindo en ese lugar, y había arreglado una cita para salir a cenar el Viernes, con... sí, el mismísimo ¡Christian Bayona! El baladista masculino con más fans que ningún otro, entre los magos.
Caminó hacia su BMW rojo –porque había pedido registro en el Departamento de Artefactos Muggles para poder usarlo, modificado mágicamente para hacerlo flotar en forma invisible-, y después entró en él. Introdujo las llaves, y arrancó el auto.
-Hola, señorita Di Luna.
Vivian volteó alarmada al asiento trasero, donde lo último que alcanzó a ver fue un rostro femenino, cubierto por unos lentes negros, y una varita apuntando a su rostro.
- Expletus Pupa.
El automóvil fue encontrado en una zona no-muggle, con el cuerpo intacto de Vivian Di Luna en el asiento del conductor. Una rosa roja en el volante, con la nota de PUMAS.
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Segundo: El Caso de la Mente Maestra.
Marina Fudge era una especie de súper héroe. Al menos, cumplía con las dos características principales: ayudar a los demás, y trabajar de forma encubierta.
Merecía mucho más reconocimiento que el que tenía, pero para ella era suficiente. Su largo cabello negro que de alguna forma tenía destellos azulados, combinaba con su blanca piel y sus ojos azules como cristales. Era delgada, y con unas facciones de dama en peligro, o sea, bastante frágiles.
Por lo único que era conocida Marina en sociedad era por ser hija de el Ministro de Magia: Cornelius Fudge. Pero no pasaba de ser una chica de apenas 20 años, mirada angelical y unos perfectos modales. Cuando salía de su residencia, era para ir a alguna fiesta de alta clase, donde solamente iban los Ministros y encargados de distintas secciones del Ministerio de Magia. Los más altos encargos, claro está.
Pero eso era lo que era visto por todos. Era solamente una pantalla, una imagen para aparentar la realidad.
La verdad, la que contadas personas sabían, era que sin Marina, Cornelius no sería nadie. Cornelius era la persona encargada de gobernar y regular todo lo que se desarrollara en el mundo mágico, pero Marina era la mente maestra detrás de todo esto.
Marina Fudge, a su corta edad, era una prodigio para la política, para tomar decisiones importantes, para los parlamentos y para cuando tenía que salir a público. Casi siempre su padre le preguntaba personalmente, pero en varias ocasiones, ella tuvo que salir a escena con una poción Multijugos encima, porque Cornelius sabía tanto de gobernar como Snape de amabilidad.
Y ya era hora de que empezara a aprender de ello.
Marina se encontraba en su amplia habitación, frente a un montón de periódicos de distintas partes del mundo: tenía que estar enterada de qué era lo que estaba a su alrededor para poder trabajar bien, y tomar las decisiones correctas.
Y un gatito pardo con manchas cafés se metió por la ventana.
-¡Minino, minino...! –dijo, parándose de la cama, y dirigiéndose hacia una silla en la que se había sentado el pequeño animal.
-Miau –gruñó, y saltó hacia la puerta de la habitación. Y en ese salto, su cuerpo se transformó para dar lugar a un hombre.
Marina pudo observar que el hombre tenia el cabello castaño hacia los hombros, y llevaba gafas negras, cubriendo sus ojos.
-¿Quién eres? –preguntó alarmada Marina, retrocediendo.
-Me puedes llamar Avery. O Agente Avery, si le deseas dar formalidad –respondió él, avanzando lentamente.
-¿Qué quieres de mí? –gritó, haciéndose para atrás, quedando acorralada entre la pared y Avery.
-¿Sabes qué es PUMAS? –dijo, con una sonrisa maliciosa en su rostro.
-Claro... es un grupo que –pausó-... Oh, Merlín...
- Expletus Pupa.
-Marina, hija, mañana tengo junta con—
Cornelius quedó estupefacto al acercarse a la cama de su hija, y verla acostada con una rosa entre sus manos. La acostumbrada nota estaba ahí.
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¿A qué se deben todas esas muertes?
¿Quién es responsable?
¿Qué le han hecho al mundo para ser asesinadas?
Todo esto lo sabremos en capítulos siguientes.
Adam.
