¡De acuerdo! ¡Esta vez inventé todos los personajes, pero el mundo en el que viven todavía pertenece a JKR!

La idea de Draco dibujando dragones pertenece a PikaCheeka. Lo siento, olvidé mencionarlo en el primer capítulo. Creo que adopté la idea en forma subconsciente.

El cuervo de Severus pertenece a los fics de J. L. Matthews. Sólo lo tomé prestado porque es una mascota perfecta para Sevi y prometo regresarlo sin que le haya pasado nada malo.


Los catar, sin embargo, son completamente míos y los amo, así que, por favor, no los uses sin preguntarme primero.

Notas:

Esta es definitivamente la última parte de este fic. No se preocupen, habrá una secuela.

Nota de la traductora:

Silverfox es de Austria (no confundir con Australia) y su lengua materna es el alemán, pero escribió "My name is Severus" en inglés, si deseas leer la versión original, puedes encontrarla en fanfiction.net. Y si deseas escribirle (en alemán o inglés, preferentemente), esta es su dirección: silverfox@kabsi.at


Epílogo

¡Toc, toc, toc!

-¡Profesora Potter!¡Profesora Potter!

Sabrina Potter suspiró y dejó de cepillar su revuelto cabello castaño. El cabello rebelde era algo un rasgo familiar típico de los Potter. Parecía ser que ningún Potter podía jamás darle a su cabello alguna apariencia de orden. Tal vez era alguna antigua maldición que pesaba sobre la familia.

Toc, toc, toctoctoc...

Y no tener jamás tiempo para uno mismo parecía ser una antigua maldición para la cabeza de la Casa de Gryffindor. Sabrina suspiró otra vez y fue hasta la puerta. Era el 8 de setiembre del año 2345 y sólo había tenido esa posición desde hacía una semana. Justo en ese momento deseaba no haber aceptado cuando el director Lee se la ofreció. Realmente tenía suficiente trabajo cuando solamente se encargaba de Encantamientos.

-¡Profesora Potter! ¡Profesora Potter!

Sabrina abrió la puerta y gruñó para sus adentros. Quienquiera que hubiera nombrado Prefecta a Lisa Lockhart tenía que haber estado ebrio o completamente loco. La chica rubia era la peor cabeza hueca que Sabrina había conocido en su vida y era casi imposible hacer que se callara. Ni siquiera dejaba de charlar alegremente cuando se le hacía una pregunta durante un examen. Y nada de lo que decía tenía la menor conexión con el tema.

-Señorita Lockhart, es casi medianoche. ¿Podría explicarme qué está haciendo fuera de la cama a esta hora? –demandó enojada.

-¡Oh, profesora Potter, profesora Potter!

-Sí, ese es mi nombre. Ahora, por favor, dígame por qué no está durmiendo. Se supone que usted debe ser un buen ejemplo para los estudiantes más jóvenes.

-¡Oh, es horrible, tan horrible! ¡No sé qué hacer!

-¿Qué tal decirme cuál es el problema o volver a la cama? –sugirió Sabrina, luchando contra la urgencia de darle una bofetada a la chica.

-¡No puedo encontrarlas! ¡Se fueron! Oh, profesora Potter, tiene que ayudarme.

-¿Qué no puede encontrar esta vez? ¿Su maquillaje? ¿Sus túnicas favoritas? ¿Sus zapatos? ¡No, espere! Son sus tareas y libros de texto otra vez, ¿correcto?

-¡Fui a su dormitorio a asegurarme de que estuvieran durmiendo y todas se habían ido!

-Revisar que duerman no es su trabajo, señorita Lockhart. Es el mío y puedo asegurarle que todos estaban durmiendo hace media hora.

-¡Pero ahora se han ido! –sollozó Lisa.

-¿Quién? ¿Quién se fue? –exclamó Sabrina.

Eso pareció ser comprensible para Lisa.

-¡Las de primer año! ¡Oh, he perdido a las de primer año!

-¿Cuáles? –preguntó Sabrina alarmada-. ¿Todos?

-No, sólo tres de las chicas. Oh, es tan horrible, horrible. ¿Qué voy a hacer?

-¿Cuáles tres? ¡Dígame sus nombres! –ordenó Sabrina.

-No los sé. Sólo han estado aquí por una semana. No me he molestado en aprender sus nombres todavía. ¿Oh, qué hacer? ¿Qué hacer?

-¿Puede describírmelas? –intentó Sabrina.

-¡Nooooo! Sus compañeras de dormitorio dijeron que iban hacia el Bosque Prohibido. ¡Oh, no, no, nononono!

¿Era legal sujetar a una estudiante por los hombros y sacudirla? Probablemente no y Sabrina además dudaba que eso tuviera algún efecto en Lisa. Lisa no estaba histérica. Sólo estaba siendo ella misma. Sacudirla no conseguiría nada lógico de ella si no había lógica en ella en primer lugar. Entonces comprendió sus palabras de repente.

-¡El Bosque Prohibido! ¡Tenemos que alertar al director ahora mismo! ¡Venga!

-¡No! –chilló Lisa-. ¡No puedo! ¡No tengo puesto nada de lápiz labial! Tengo que ir a maquillarme primero.

-Está bien. Iré a ver al profesor Lee sola. Vuelva a la cama y… vigile que no perdamos más alumnos.

Sabrina salió hacia la oficina del director esperando que por una vez Lisa hubiera entendido lo que se suponía que tenía que hacer. "Tres años más. Sólo tres años más hasta que se gradúe y ella será la última Lockhart por un tiempo" se recordó a sí misma.

Media hora después todo el personal estaba sobre aviso y registraban el Bosque Prohibido en equipos. Sabrina, para su desesperación, había sido emparejada con el profesor de Defensa y cabeza de Slytherin.

Algunas veces deseaba simplemente poder estrangular a Lazarus Longbottom. Odiaba a esos sarcásticos Slytherin. Desafortunadamente, el profesor Lognbottom era también el subdirector, lo cual hacía que el ataque físico no fuera una opción.

"Apuesto a que es a esas niñas Slytherin a quienes estamos buscando por todas partes" pensó.

El hecho de que una Malfoy hubiera sido enviada por el Sombrero Seleccionador a Gryffindor ese año no era del todo inusual. Eso pasaba cada cierto tiempo. Según la leyenda, había un ancestro Weasley en alguna parte del árbol familiar de los Malfoy. Sabrina suponía que eso debía ser correcto. Al menos servía para explicar por qué tanto los Weasley como los Malfoy eran notorios bromistas y el ocasional pelirrojo entre los tradicionalmente rubios platino Malfoy.

Lo que sí resultaba sorprendente era que una Snape había ido a dar a Gryffindor ese año también. Los Snape eran Slytherin, aún cuando la familia era conocida por producir un Ravenclaw ocasional cada cierto tiempo. Hasta donde sabía Sabrina Potter, nunca había habido un solo Snape en Gryffindor. Simplemente no encajaban ahí.

Por supuesto, los Snape eran parientes muy cercanos de los Malfoy. Eran bromistas todavía peores que los Weasley y mucho más difíciles de controlar debido a su famosa inteligencia. No era que los Malfoy no fueran inteligentes también, sino que tenían que trabajar para conseguir buenas notas. Los Snape siempre aprobaban los exámenes con facilidad. Sabrina odiaba a ambas familias. Eran Slytherin, después de todo.

Y ahora una Malfoy y una Snape habían sido enviadas a su Casa y enseguida se habían perdido. Tenían que ser ellas. ¿Quién más se metería en algo tan arriesgado a tan solo una semana de haber empezado la escuela? Estaba preguntándose quién sería la tercera niña. Había una Weasley en el segundo año. ¿Tal vez sería ella? Pero, de acuerdo con Lisa, eran tres de primer año las que faltaban y además había dicho que no sabía sus nombres. Lisa podría ser una cabeza hueca, pero sabía quién era Jessie Weasley.

Lazarus se quejaba a cada paso del camino. ¿Por qué no podía simplemente callarse?

-¿No podías vigilar mejor a esas mocosas? ¿De dónde sacan estas ideas? –gruñó él.

-Creo que TUS gemelos Malfoy son quienes las han metido en esto –siseó Sabrina.

-¿Los gemelos Malfoy? ¿Por qué ellos?

-¿Porque pensaron que era una buena travesura? El récord por causar problemas es bien conocido por todos en esta escuela.

-¿Y qué harían ellos con unas Gryffindor de primer año? ¿Con sólo una semana de escuela?

-La hermana de ellos es una de esas de primer año. Por supuesto que deben saber cómo manipularla.

-¡Jah! Simplemente estás tratando de excusar tu incompetencia. Admítelo. La posición de cabeza de la Casa es un poco demasiado para ti. Eres demasiado joven.

Sabrina buscó su varita.

-¡¿Demasiado joven?! Yo te enseñaré...

-¡LAS ENCONTRAMOS!

Ambos profesores olvidaron inmediatamente su pelea y corrieron hacia la dirección de donde provenía la voz.

-¡ESTÁN AQUÍ!

Ahora que estaban más cerca, Sabrina reconoció la voz del profesor Morpheus Lupin, el maestro de Herbología. ¡Otro Slytherin! Lo habían puesto a hacer equipo con Michael MacGonagall, el prefecto, recordó.

¡Grandioso! Sabrina puso los ojos en blanco. Ahora estaba en deuda con un Slytherin y un Hufflepuff por encontrar a sus estudiantes.

Siguiendo la llamada de Morpheus, llegaron a un pequeño claro no muy lejos del borde del bosque. Al menos las niñas habían sido lo suficientemente cautelosas como para no adentrarse demasiado.

-¡Hola, profesora! –la saludó Arria Snape con una gran sonrisa-. Es un honor encontrarla aquí. Especialmente cuando he escuchado que todos ustedes están aquí sólo por nosotras.

Sabrina miró a la chica confundida. Era exactamente por eso que odiaba a los Snape. No sentían respeto por nadie. Como no tenía idea de qué decir, volvió su atención hacia la próxima delincuente.

-¡Tengo uno! –anunció orgullosa Haley Malfoy, presentándole una pequeña bola espinosa que tenía en las manos.

-¿Tienes un qué? –preguntó Sabrina, completamente confundida.

-Un erizo verde. ¿Para qué otra cosa piensa usted que habríamos venido al bosque?

Sabrina rechinó los dientes. Odiaba esa molesta tradición de los Slytherin de tener esas extrañas e inútiles criaturas a las que se referían como "greenies" en calidad de mascotas. Nadia sabía cómo había empezado eso.

Había rumores según los cuales un antiguo cabeza de Slytherin había creado originalmente los erizos verdes con el solo propósito de que fueran mascotas. Algunos incluso aseguraban que había sido Severus Snape en persona. Eso era ridículo, por supuesto, cuando todos sabían que la mascota de Severus Snape había sido un cuervo del cual se valió para enviar mensajes a Albus Dumbledore durante la guerra contra Voldemort. ¡No habría sido dueño de algo tan risible como un erizo verde!

Lo cual por supuesto no impedía que los Slytherin continuaran manteniendo las raras criaturas que sólo se encontraban en los alrededores de Hogwarts como sus mascotas tradicionales, afirmando que era el segundo animal emblemático de su Casa.

¡Y ahora se lo estaban transfiriendo a sus Gryffindors!

-¿Un erizo verde? ¿Para qué quieren un erizo verde? Sólo los Slytherin tienen erizos verdes. Ustedes son Gryffindor.

-¡No, no lo soy! –protestó Arria de inmediato-. El Sombrero Seleccionador cometió una equivocación. Yo debería estar en Slytherin y también Haley.

Sabrina concordó secretamente con ella. Una Snape no pertenecía a Gryffindor.

-Bueno, ustedes son Gryffindor ahora y tienen que vivir con eso. Y los Gryffindor no tienen erizos verdes.

-No está prohibido –protestó Haley-. ¡No puede quitármelo!

-Cierto, si no podemos ser Slytherin, al menos podemos tener mascotas Slytherin –confirmó Arria.

-Tal vez, pero yo puedo enviarles lechuzas a sus padres acerca de su insoportable comportamiento.

-Buena suerte –dijo la tercera niña, sonando un tanto deprimida-. Mi familia vive en la luna. No creo que las lechuzas puedan localizarlos ahí, ¿o sí pueden?

"Oh, grandioso. Una hija de muggles nacida en la colonia lunar y con mal de patria. Justo lo que necesitaba encontrar con mis dos rebeldes Slytherin" Sabrina trató de recordar el nombre de la niña. Harker o algo parecido. No, no, era Harper. Althea Harper.

-Bueno, señorita Harper, puede estar segura de que encontraré alguna manera de contactar a sus padres y puedo asegurar que no estarán complacidos.

-Sí, profesora, lo siento –murmuró Althea-. ¿Cree que haya una forma de que pueda localizarlos yo también?

-No creo que esté usted en posición de pedir favores, señorita Harper –dijo Sabrina severamente.

Tenía que mantener intacta su autoridad luego de perder sus pequeñas batallas contra Arria y Haley.

-Y si quieren erizos verdes, tendrán que esperar a que uno de los Slytherin mayores tenga crías para regalar. No habrá más excursiones al Bosque Prohibido para capturar animales silvestres. ¿Entendieron?

Las tres niñas asintieron. Arria y Haley tenían los dedos cruzados detrás de la espalda.

-No llores, Thea –susurró Arria al oído de su nueva amiga en el camino de regreso al castillo-. Encontraremos tu erizo la próxima vez.

Puso su brazo confortablemente alrededor de los hombros de la otra chica.

-Mi papá puede comunicarse con tus padres por ti –susurró en su otra oreja Haley, que todavía estaba acariciando alegremente a su erizo-. Es dueño de la mayor parte de los transbordadores lunares, después de todo.

-¡Wow, tu familia debe ser adinerada!

-Por supuesto que somos ricos. Somos Malfoy.

-¡Sniff! –dijo el pequeño erizo verde de Haley.

Notas:

Eso es todo. Ahora tengo que decir adiós a esta historia, a Greenie y a la mayor parte de sus comentarios por algún tiempo. Mi nuevo fic no es tan divertido y sospecho que a algunos de ustedes no va a gustarles. Está bien. Lo entiendo. Sólo espero que no se olviden de mí y regresen cuando empiece con la secuela. Greenie definitivamente volverá entonces y tengo la esperanza de que todos ustedes también.  Hasta entonces: adiós, y por favor, comenten.