¡Hola!
¡Vamos con el capítulo 11! [No puedo creer que este diciendo esto.]
Los personajes por todos conocidos no me pertenecen a mí, sino a Rumiko Takahashi & Distribuidores. Los demás son 100% de mi propiedad.
El tiempo pasa, las cosas cambian...
Un bazar extraño y un jardín florido
Los pensamientos de Sango solo dejaron momentáneamente de vagar por Galadar cuando entraron a una aldea donde se encontraba un mercado.
Kagóme y Syipo, mucho menos preocupados que los otros, entraron con curiosidad e impaciencia, observando todo cuanto tenían a la vista.
La exterminadora, con bastante desgano, recorrió los distintos puestos hasta que se detuvo frente a uno donde se vendían pinturas y elementos decorativos.
Lo que vio alejó El Bosque Fuerte de su mente.
En el puesto en el que se había detenido inconscientemente había dos tablillas de arcilla, ya endurecidas. Eran unas pinturas de brillantes colores. Pero lo que le llamo la atención a Sango fue el dibujo grabado en la arcilla.
En él estaba Kirará, sobre ella sentada Sango con traje de exterminadora y su boomerang, detrás del youkai se encontraba Miroku, con su habitual sonrisa encantadora. Y en casi primer plano, sin ocupar toda la visión ni obstaculizar la de Sango ni la de Miroku, Kagóme e Inuyasha.
Hi... Hinoki.- lo llamó Sango, un poco turbada.
¿Qué sucede?- pregunto el hanyou acercandosé.
Mira.- señalo la mujer, con mano temblorosa, la tabla de arcilla.
Inuyasha abrió desmesuradamente los ojos y tomo el grabado en sus manos.
Lo lamento, Joven.- dijo el hombre que estaba sentando detrás de los objetos.- Eso no esta a la venta.-
Yo... solo quería verlo.- balbuceo Inuyasha.
Sí, es una pintura hermosa.- asintió el hombre.- La hizo mi hija cuando tenía unos once años, hace tres años aproximadamente.- El aldeano trato de recordar.- También hay una profecía detrás.-
¿Una profecía?- preguntó Sango.
Sí, ella tiene una gran visión.- aseguro el hombre.- Lo hizo cuando unos extranjeros muy particulares pasaron por aquí. Pero ella me prohibió que se lo diera a nadie que no fueran ellos.-
El mitad youkai dio vuelta la tablilla y encontró la profecía mencionada.
Syicón
"Temed, enemigos de Syicón.
Porque aquí el poder esta a resguardo.
Aunque lo ignores, viajero.
Cinco poderes hay.
El agujero negro pronto se consumirá
Y con él, el poder sacerdotal.
Serás solo un simple humano.
Tu exterminadora, recuerdo de Bean Sidhe,
La vida en ti has de llevar.
Cuida mucho a tu princesa.
Porque por ella, miles la vida
Darán o ganaran.
El hijo se teje desde que
Su madre lo piensa por primera vez.
Ten mucho cuidado con para
Lo que ese ser desees.
A ustedes dos no tengo que decirle,
Solo recuerden su misión.
Dú Lelith les dará vida,
Pero también puede causarles dolor."
Inuyasha miro perplejo a Sango, ese texto describía varias cosas que aún no habían pasado hacía tres años, era más, aún faltaban seis meses para que Inuyasha se deshiciera de su sello. La exterminadora le miro con la misma expresión de ingenuidad. Además... nuevamente ese nombre Dú Lelith ¿Qué significaba?
Pero allí no termina.- prosiguió el hombre.- Mi hija hizo dos tablillas más.- les alcanzo el segundo grabado.
Esta imagen era más borrosa, pero igualmente clara. De fondo se perfilaba ¿Naraku? Con su apariencia humana. El paisaje era del lugar circundante al pozo, sentada en él, Kagóme. Quién sostenía a una niña de ojos marrones brillantes como los de Sango.
¿También tiene profecía?- pregunto casi con miedo Sango.
El hombre asintió con la cabeza.
El hanyou giro la tabla, quedando a la vista otra inscripción.
El Sello
Él desaparecerá.
Y con eso los sellos se crearan.
La persecución esperará su momento.
Por un tiempo será la tranquilidad.
Los viajes se sucederán.
Pero cuando el último sello sea concencebido,
Los otros se destrabaran.
El olvido caerá sobre los dos.
Y la persecución apenas habrá comenzado.
La salvación es el último sello.
Inuyasha levanto la vista y la fijo en el hombre.
¿Y la tercer tablilla?- dijo estremecido y con la voz entrecortada.
Lo lamento, pero esta fue robada.- dijo pausadamente el hombre.- Una noche ladrones entraron en mi casa y me la arrebataron. Lo lamento.-
¿Cuánto pide por estas dos?- pregunto Sango.
Ya le dije, no puedo venderlas.-
¿Entonces para que las presenta?-
Es que muchos viajeros han intentado descifrar las palabras, ninguno lo ha logrado. Como sus parecidos con los retratados son asombrosos, pense que lo iban a lograr... -
Son parecidos porque son los mismos.- dijo la voz de una muchacha detrás de su padre.
Tenía el cabello largo hasta los tobillos, grisáceo, y los ojos marrones rojizos.
¡Aiko!- protestó su padre.- No deberías haber salido. Puedes empeorar.-
Haciendo caso omiso de las protestas de su padre, la chica tomo las dos tablillas y se las dio a Inuyasha.
Ténganlas, les pertenecen. Lamento no poder darles la tercer tabla, pero me la han quitado.- dijo con pena en la mirada. Pero su voz sonó extremamente amable.
¿Y no recuerdas como era la tercer tabla?- pregunto Sango.
Un poco tenía el dibujo de un hombre rubio con brillantes ojos verdes. Y detrás decía: "Reencarnación y retorno no siempre son lo mismo. La hora del primero esta determinada y la del segundo se da en el momento apropiado. Pero algo tienen en común; el lugar es cuidadosamente escogido."- Lo pensó un momento.- Desde luego perdí varias cosas. Lo lamento.- Luego se fijo en Inuyasha.- Y lamento que se halla cumplido también.-
Mientras Syipo continuaba curioseado por los puestos y Hinoki y Sango hablaban con un aldeano, Kagóme decidió caminar un poco por los alrededores de la aldea y despejar su mente.
Así que esa era la historia de la familia de Sango, penso como al descuido. Era un poco trágica, pero incluso le parecía bonita. Le hubiera gustado por decir "Yo la pase peor." O mejor, porque no, pero no tenía recuerdos prácticamente, excepto ese sueño donde caí por un pozo, que se repetía con mayor frecuencia cada vez.
Sin darse cuenta había caminado hasta un hermoso jardín. A pesar de ser invierno había rosas de todos los colores, jazmines y claveles. En el centro se alzaba un gigantesco árbol, que desde la lejanía aparentaba ser un cerezo.
Pero cuando llegó debajo se dio cuenta de que no era un árbol que ella conociera. En vez de follaje verde de cada rama pendían una multitud de racimos de pequeños brillantes cristales; que hacían que árbol brillará e irisara con los colores más bellos que nunca había visto en su vida.
Al pie del árbol, sobre el césped verde brillante había un letrero con tinta dorada:
"Árbol Nirnaeth Arnoediad"
¿De Las lágrimas Innumerables?- susurró Kagóme en voz baja.- ¿Qué querrá decir? Árbol de las Lágrimas Innumerables.- repitió al mismo tiempo que acariciaba el tronco naranja- amarronado.
Todo fue muy rápido.
Kagóme abrió los ojos, se paro protestando por el golpe que se había dado al caer en el duro suelo. Y miro alrededor.
Estaba muy oscuro, parecía ser un cobertizo o algo así. Esta como sobre una tarima, con barandas detrás de ella. Una escalera de madera partía la continuidad de la plataforma. Había una multitud de amuletos y pergaminos con formulas sagradas en las paredes de madera.
El silencio era profundo y tétrico. De improvisto una puerta chirriante se abrió frente a Kagóme y casi muere del susto al verse a ella misma del otro lado.
Tenía una ropa que se le hacía extraña y familiar a la vez. Verde y blanca. La chica aparentaba unos 16 años, aproximadamente. Sin dejar de refunfuñar la Kagóme recién llegada saco un carcaj con flechas, un arco y varios pergaminos en tinta roja, azul y dorada.
Sin darse por aludida de su otra presencia, la Kagóme de 16 años traspaso al semitransparente fantasma que le observaba perpleja y bajo las escaleras.
Una vez que ambas estaban abajo. La Kagóme de 17 años vio que estaban junto a un pozo de piedra. Su otro yo estaba clavando la última tabla, un extraño poder irradiaba de dentro del pozo y llenaba la atmósfera.
La chica se paso la mano por la frente, secandosé el sudor. Tomo aire, se enderezó y cargo el arco.
No dejes que ningún espíritu pase.- dijo apretando los dientes y lanzando la flecha. El proyectil dio en medio de su objetivo y una multitud de ondas rosas se expandieron por la oscura superficie durante unos momentos.
Yo no quería hacerlo.- La adolescente de 16 años bajo la mirada, mientras el cabello le ensombrecía el rostro.- En realidad nunca quise que todo eso ocurriera.- la voz empezaba a sonar entrecortada.- ¡Por qué demonios me ocurrió esto a mí! ¡Yo era feliz! ¡Yo tenía una vida normal! Hasta que te conocí... Inuyasha.- la chica suspiró con melancolía.- ¡Ojalá nunca te hubiera conocido! ¡Te odio!- Perfectamente sincronizada en ambas mujeres renació la imagen de Inuyasha y Kykio besandosé.
La Kagóme de 17 años solo veía el rostro de Kykio, ya que Inuyasha estaba de espalda.
¡No quiero verte nunca más! ¡Ojalá jamás hubiera atravesado el pozo! ¡Adiós, Inuyasha!- exclamo con refulgentes lágrimas cayéndole por la mejilla la Kagóme de uniforme, al tiempo que sellaba el pozo con pergaminos mientras recitaba un conjuro.
No... eso no puede ser cierto.- grito la fantasmal Kagóme. El olor a sal la mareo de tal modo que perdió el equilibrio. Y junto con el, la conciencia.
- ¿Estás bien?-
La voz de Inuyasha la trajo de vuelta a la realidad. Estaba tendida sobre el pasto, debajo del Árbol Nirnaeth Arnoediad. Sentía la tierra y a ella misma mojada.
¿Esta lloviendo?- dijo la suave voz de Syipo, detrás de ella.
Kagóme se incorporo rápidamente y miro hacia arriba.
No llovía. El árbol se estaba ¿Deshojando? Los racimos que ella había tomado por cristales eran miles de gotas de agua que pendían delicadamente de las ramas, cual follaje.
No esta lloviendo.- dijo Inuyasha, ayudando a la chica a pararse. El olor lo estaba mareando.- Son lágrimas.-
El Árbol de las Lágrimas Innumerables.- susurró suavemente Kagóme.
¡Alejensé!- grito un aldeano, sobresaltándolos.
Disculpe... No sabíamos... Quiero decir que este árbol... -
¿Quién de ustedes toco El Árbol Nirnaeth Arnoediad, mientras pronunciaba su nombre?- pregunto el aldeano viendo la inusual lluvia.
Yo... Lo lamento... No pensé... - dijo atropelladamente Kagóme.
¿Fuiste tú? ¿Y te encuentras bien?-
¿Qué? ¿Por qué no se encontraría bien?- pregunto Sango, quien llegaba en ese momento.
Aquel que toque el Árbol de las Lágrimas Innumerables mientras pronuncia su nombre revivirá el peor recuerdo de su vida.-
¿El peor recuerdo? ¿De su vida?- pregunto asombrada Kagóme.
Las tres miradas; la de Syipo, la de Inuyasha y la de Sango, se clavaron en Kagóme.
¿Qué?- La chica los miro, debutativa. No muy dispuesta a soltar palabra.
CONTINUARÁ...
Bueno ¡Eso es todo por este capítulo! ^_^ [¿Cuántos están diciendo "Gracias a Kami- sama; O a Dios?]
Si les gustan las cosas sin sentido, con este capítulo están de para bienes ^_^u En fin, espero que les haya gustado. [A mí me gusto escribirlo, al menos.]
El nombre del árbol [Si sacan lo de "árbol") es sacado de la mitología de Tolkien. Se usa para designar una antigua batalla.
Respondiendo a Sheyla K- Chan; ¡Muchas gracias por el rewien! No me canso de agradecértelos. [Espero que no te canses de escribirlos ¬_¬U] Me creas o no, ya llevo un tiempo pensado hacer una historia original. Así que ya lo saben por un tiempo no se den una vuelta por FictionPress, no sea cosas de que me encuentren.
¡Hasta la próxima!
