¡Holas! ^_^

Acá estoy de nuevo con el capítulo 19. [La tortura continua. Pero no por mucho tiempo más ;_;] En este capítulo se van a aclarar muchas cosas. [O al menos eso pretendo.] Si les queda alguna duda pueden dejar un Rewiens.

El tiempo pasa, las cosas cambian...

No importa el tiempo que paso; sino... lo que paso en ese tiempo.

El despertador sonó, despertando a Kagóme en su décimo octavo cumpleaños.

La chica permaneció un momento en la cama, luego se levanto lentamente y se acercó a la ventana.

Abajo su abuelo barría el empedrado del templo Higurasyi. El verano estaba cerca y el sol doraba todo a esa hora temprana.

Todo le recordaba a aquel mismo día, hacia ya tres años, el día que había cambiado su vida para siempre. El día que su existencia había dejado de ser pacífica.

Se sentó frente a su tocador y deslizo su fina mano hacía una foto.

En ella se veía un gigantesco y añejo árbol. Apoyados contra él estaban una mujer de 16 años, con una gatita café y blanca en sus brazos. Un monje con un rosario en su mano derecha y los ojos azulinos. Y un extraño muchacho de abultada ropa rojiza, los ojos dorados y el cabello blanco. Sobre el hombro del chico estaba sentado un pequeño kitsune de seis años.

Kagóme sonrió con melancolía ante la imagen, y susurró, al tiempo que descuidadamente su mano tomaba un anillo de plata de dentro de un alhajero de porcelana.

Hace ya tres años de eso.- sus ojos se humedecieron.- Y dos de esto.- desvió su mirada al anillo, lo hizo rodar por su mano y luego se lo colocó en el índice. Se deslizo lentamente hasta llegar a la base.

Contacto.

(No. No ahora.)- pensó la chica.- Elbereth, reina de las estrellas. Te pido fuerzas.- [Bueno, es que ya era mucho sin sacarle nada a Tolkien.]

El anillo brilló. Y el brillo subió por la mano izquierda de la chica y la llenó de una luz plateada.

Kagóme parpadeo, se quito la joya lo más rápidamente posible y recordó que se le había hecho tarde. Una vez más.

Quizás su vida empezaba a recuperar la normalidad después de todo.

Después de un año y medio de vagabundeo y de otro año y medio de dolor y depresión.

Ese día cortaría su contacto con el pasado.

¡Hermana!- gritó un niño de 12 años, quién entro a la habitación de la mujer, seguido por Syipo en su forma verdadera.- ¡Buenos días!-

¡Feliz cumpleaños, Kagóme!- dijo muy emocionado el kitsune.

¡Hola chicos!- saludo alegremente la chica, saliendo del baño totalmente vestida y atandosé el cabello.- ¡Vaya, muchas gracias!-

Syipo y su hermano le regalaron un objeto que logro arrancarle lágrimas que solo mucho más tarde Syipo entendió. Un collar de perlas negras. [No pregunten de donde sacaron el dinero.]

¿Qué te pasa hermana? ¿Por qué lloras?- pregunto preocupado Souta.

¿Acaso no te gusto, mamá?- preguntó incrédulamente Syipo, pues así le llamaba a Kagóme desde que vivía en la casa de la mujer.

Claro que sí me gusto. Es precioso.- sonrió melancólicamente la mujer, abrazando a ambos niños. - Bajen que mamá ya debe de tener el desayuno. Yo iré en un momento.-

Kagóme los oyó bajar la escalera bromeando. Observó por última vez la fotografía y tomo su bolso antes de seguirlos.

Respiro hondo antes de entrar en el comedor, enarbolo su mejor sonrisa y dio el paso decisivo.

¡Feliz cumpleaños, hija!- saludo su abuelo.

Buenos días, gracias.- respondió lo mejor que pudo la chica, encaminandosé a su asiento habitual. Pero en el camino fue interceptada por su madre. Quién la abrazó con fuerza y le susurró el oído.

Sé que es doloroso para ti. Pero se fuerte, sabes que él hubiera querido verte bien en tu cumpleaños. Yo siempre estaré para apoyarte.-

Kagóme le devolvió el abrazo y contuvo las lágrimas.

(No. Yo me dije que no lloraría. Eso ya es parte de mi pasado. Ahora Syipo, el abuelo, mamá, y Souta son mi familia. Y tengo un trabajo y amigos. Y el año entrante iré a la universidad. Eso ya es parte de lo que fue.) Sí, mamá. Gracias por la comida.-

Cuando todos terminaron de comer se hizo un minuto de silencio y la Sra. Higurasyi habló:

Bueno, tenía preparado un pastel. Pero como creo que Kagóme ya debe irse lo comeremos luego.-

Todos dirigieron la mirada a la chica, quién estaba perdida en la ventana. Su rostro se veía más triste de lo habitual, aún cuando a diario intentara ocultarlo. Al sentir todas las miradas en ella, parpadeo y se fijo en el reloj.

¡AHHH! ¡¡SE ME VOLVIÓ A HACER TARDE!! ¡¡LLEGARÉ RETRASADA DE NUEVO!!-

Kagóme bajo a toda prisa del autobús y entro en el WacDonals [Creo que así figura en la serie el lugar donde come con sus amigas.] Donde trabajaba. Patino ante el mostrador, derribo una silla en la carrera y llegó a su puesto de trabajo, con delantal incluido, escasos segundos antes de que el gerente entrará de la calle céntrica.

Vaya, Kagóme. Un nuevo récord.- dijo Eri, una de sus compañeras de trabajo y amiga de Kagóme.

Je, sí ^_^u Es que hoy estoy muy distraída.-

Es cierto. Hace tres años para estas fechas empezaste a tener una serie de extrañas enfermedades.- notó Eri.

Pero el intencionado carraspeo de un cliente saco a Kagóme del apuro.

Buenos días. ¿En qué puedo ayudarlo?- recitó Kagóme, comenzando a voltearse.

Buenos días. Quisiera un panqueque de ananá y un café con crema.- El chico de ojos grises le sonrió a Kagóme y sacudió el cabello negro, esperando alguna respuesta por parte de la chica, quién había enmudecido.

No... No hay panqueques de ananá.- balbuceo la chica, enrojeciendo.

Bueno... ¿Con manzana?- probo amablemente el chico.

Lo lamento, joven tampoco hay.- siguió Kagóme.

Soy Yuko Tanhashi. Pero puedes decirme Yuko.-

Bueno, Yuko.- dijo Kagóme sacando una lista y comenzando a buscar en una lista.- Tenemos para ofrecerte medialunas [¿Comen medialunas los japoneses ^_^u?] y... -

¿Cómo esta tu tarde? ¿La tienes libre?-

¿Qué? Bueno... No, en realidad.-

Ya veo. Que pena. Bueno, ten mi teléfono.- sonrió Yuko deslizando un papel con unos números garabateados.- Entonces solo quiero el café con crema.- esbozo una sonrisa aún más amplia y espero la bebida.

- Así que aquí es.- susurró un joven de ojos grises, quien al momento siguiente escudriño todo a su alrededor con unos centelleantes ojos verde esmeralda.

El viento soplo sobre el templo Higurasyi e hizo que los papeles que mostraban la divinidad del árbol sagrado frente al muchacho se agitaran.

De veras lamento hacer esto. Pero si no ocasionaran muchos problemas. Sango jamás debe recibir la ayuda de la miko. O su hija quedará fuera de nuestro alcance. Todo ese precioso poder se perderá guardado dentro de un humano.- Acercó su mano hacia el árbol. Y una energía dorada salió de ella.

Todo vibró y por un momento hubo inmovilidad total. El viento retrocedió y el polvo se arremolino y luego la tranquilidad se volvió soporífica.

La nueva y común vida de Kagóme había acabado de cambiar otra vez.

En ese instante en el Segonku

Inuyasha suspiró una vez más y volvió con sus amigos.

Sango le dirigió una reprochante mirada desde el pecho del Monje Miroku. La misma mirada que le dirigía hacia ya un año y medio, cada vez que, silenciosamente, con alguna especia de pacto tácito, recordaban a Kagóme.

Miroku dejo de acariciar los cabellos de la exterminadora y levanto la vista hacia el hanyou, quien se concentraba en el piso.

Lo lamento Inuyasha, nosotros te entendemos.- dijo pausadamente Miroku, aunque sabía que eso era mentira. Sabía que la desesperación que invadía a su amigo, la angustia que lo carcomía, jamás la entenderían exactamente igual.

No.- dijo al fin Inuyasha, poniendosé de pie.- Nunca lo entenderán. No hay absolutamente nadie que pueda hacerlo.-

Te equivocas, bestia.-

Kouga, el hombre lobo, se acercó hacia el grupo.

¿Qué demonios haces aquí?- le gruño Inuyasha.- No estoy de ánimo para recibir visitas.-

¿Y yo qué debería de decir? ¡Mi mujer es la que esta lejos y no vuelve!- replico Kouga.

Ella... -

Pero Inuyasha no alcanzo a terminar. El pozo despidió una energía extraña.

Inuyasha no lo penso dos veces y se lanzo por él. Los minutos pasaban y al no ver volver el mitad demonio los otros se asomaron.

No se molesten.- gruño el hanyou, molesto y saliendo del pozo.- Falsa alarma.-

Época actual...

Kagóme volvió cansada. Ya eran las cinco de la tarde y el sol empezaba a bajar. Al otro día sería domingo. El calor era sofocante y mientras pensaba en la refrescante ducha, chocó con alguien. Que extraño, no esperaba encontrar a nadie en el templo a esa hora.

Nos volvemos a ver ¿Qué haces aquí?-

Kagóme tardo un instante en reconocer al chico. Definitivamente estaba muy lenta ese día.

Hola Yuko. Yo vivo aquí.- respondió cuando reconoció al chico de cabello oscuro. - ¿Y tú?-

Así que vives en el templo. Disculpa, pero... Aún no me dijiste como te llamas.-

Kagóme. Kagóme Higurasyi.-

Ah. Ya veo, tu abuelo es el anciano que vende amuletos.-

Sí n_n u.-

Eh... Bueno... No quiero que lo tomes a mal... ni nada de eso... pero... ¿No saldrías conmigo mañana?-

Eh... Yo... supongo que sí.-

¡Kagóme!- grito el abuelo, acercandosé.- ¡Ay! Lo lamento no sabía que tenías compañía.- se disculpo el anciano.

No, esta bien n_n u-

Tu madre te esta esperando con el pastel. Pero mira ¡Allí viene!-

Efectivamente, la Sra. Higurasyi se dirigía a ellos, seguida por Souta.

Ya veo que llegaste. Empezaba a preocuparme.- saludo su madre. Mientras le daba la lista de compras a Souta. - Trajiste a un amigo.- sonrió amablemente.

En realidad... -

¿No te gustaría quedarte a comer con nosotros? Hoy es el cumpleaños de Kagóme y... -

¿Es tu cumpleaños?- preguntó incrédulo Yuko.

¿No lo sabías?- se asombro el abuelo.

Bueno, en realidad él... -

Es extraño, generalmente los amigos saben sus fechas de cumpleaños.- interrumpió la Sra. Higurasyi.

Es que... - intentó continuar Kagóme.

Bueno... ¡Feliz cumpleaños!- Yuko le plantó un beso en la mejilla a Kagóme y luego pregunto.- ¿Cuántos años cumples?-

Die... dieciocho... - tartamudeo sorprendida la chica, y bastante sonrojada.

El muchacho tomo una de las orejas de la mujer y tiro de ella 18 veces.

Al sentir las miradas de todos, se disculpo;

Eh... Lo lamento, es que... estuve viviendo en América y allí se saluda así para los cumpleaños n_nu.-

¡Entonces ya vamos a comer el pastel!- grito Souta, quién volvió cargado con las compras.

Sí ^_^ Dame eso, te ayudaré.- accedió Kagóme.

Las sombras de la noche cubrían todo el templo. Yuko caminaba despacio y tranquilo. En unos minutos sería medianoche, se acercó al Árbol sagrado y observo la luna llena.

Al minuto siguiente el cabello dorado de Ethir refulgió bajo la Luna y los ojos verdes centellearon.

En nombre de la hechicería secreta, todo lo que paso hace dos años y que marco la vida de Kagóme e Inuyasha será borrado de sus memorias. El curso fue alterado y en sus existir nunca debieron haberse salido de sus destinos. Si lo recuerdan que la ruina caiga sobre Goldurfuin, sobre la hechicería secreta.- [Este es literalmente el significado de Goldurfuin.]

El Árbol brillo con un fuego súbito y rápidamente se apago. La luz de la luna reflejandosé plata refulgió en el sueño de Kagóme. Inuyasha se agitó dormido y Colmillo de Acero se opaco por un momento.

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Inuyasha sentía como que le habían dado una paliza, todo su cuerpo le dolía y sentía frío. Excepto en su mano derecha. Esta se sentía tibia y confortada.

¿Crees que Inuyasha se pondrá bien, Sango?- la voz de Kagóme sonaba preocupada.

Inuyasha abrió bruscamente los ojos, se enderezo y miro perplejo a Kagóme.

¡Ya estas bien! ¡No sabes que gusto me da, Inuyasha!- sonrió alegremente la chica.

¿¿Cómo me llamaste??-

¿Inuyasha?- probo de nuevo Kagóme.

El hanyou sonrió y abrazo con fuerza a Kagóme.

A mi también me da gusto.- dijo casi ahogada la chica.

Inuyasha la separo de sí y la miro un momento, le aparto el cabello de la cara, y dijo:

Volviste, sabía que no me ibas a dejar solo... Porque... Me lo prometiste.-

Kagóme asintió con la cabeza y se puso de pie.

- Sí. Iré a preparar el desayuno. ¡Enseguida vuelvo!-

¿Kagóme?-

¿Uhmm?- respondió la chica, levantando la cabeza y mirando al hanyou, ambos estaban recargados en un árbol.

Me da gusto que estés de vuelta con... nosotros.-

Pero si nunca me fui del todo.-

Lo sé, pero no es cierto.-

La chica miro tímidamente de reojo al sonrojado hanyou antes de continuar:

Yo... quiero darte las gracias... Por que... hiciste mucho por mí- balbuceó con esfuezo la mujer.

Lo hice con gusto.-

... -

Silencio total.

¿Puedo preguntarte algo?- inquirió Inuyasha, observando el cielo.

Puedes preguntarme dos cosas más.- concedió la mujer.

Bueno ¿Realmente llegaste a encariñarte con Yuko?-

¿Era solo un hechizo lo sabías?- contestó divertida la chica.

Ah.- silencio.- ¿Y viste a Kouga?-

Sí.-

¿Y qué sucedió?-

Bueno... - Kagóme dudo un momento, pero continuo.- Aclaramos una vieja confusión.-

¿Qué vieja confusión?- preguntó inmediatamente el mitad demonio.

¿Recuerdas qué desde el día que me rescataste de ellos, Kouga te tomo odio porque sostenía que tú estabas enamorado de mí?-

Claro que sí.-

¿Nunca te preguntaste por qué?-

Claro que no. Es un estúpido lobo rabioso. Probablemente solo lo imagino.-

Pues no n_nu.- confesó Kagóme.

¿Qué quieres decir?- Inuyasha abrió los ojos desmesuradamente.

Yo solo estuve secuestrada un día.- narró la chica.- Pero, en la mañana anterior al ataque, intente escapar. Los hombres de Kouga me descubrieron e iban a matarme cuando Kouga me salvo y les dijo que yo sería su mujer y que el que se atreviera a tocarme lo mataría.- Ante la mirada fulminante de Inuyasha, prosiguió rápidamente.- Yo me desesperé.- intentó contener la risa. - Y como último acto de resistencia le solté..., aún sabiendo que tú amabas a Kykio, que tú y yo... eramos novios.- termino, soltando la carcajada.

¿El estúpido lobo creyó que tú y yo eramos pareja?- repitió sin poder creerlo el hanyou.

Así es.- Kagóme asintió.- Y por eso desde el momento en que llegaste a la batalla con las aves del paraíso insiste en que eres un obstáculo.-

¿Pero... como arreglaste todo al fin?-

Hace una semana que estas inconsciente. Hace tres días fui a hablar con él y le aclaré que tú y yo no eramos nada, pero que tampoco era correspondido. Él me preguntó si yo amaba a alguien más, pero enmudecí. De todos modos no insistió y me dijo que si alguna vez lo necesitaba podría ir a buscarlo.- finalizo el relato Kagóme.

Una última pregunta.- finalizo Inuyasha.- ¿Cómo sobreviví?-

¿Eso qué importa? Estás vivo.- Kagóme dio por finalizada la conversación. - Ahora voy a pedirte otro favor. Tengo asuntos que arreglar en mí tiempo. No podré venir por un tiempo. Miroku se esta recuperando, obtuvimos sus almas al desaparecer Goldurfuin, y Sango pronto dará a luz. Syipo piensa quedarse aquí por un período y no sería mala idea que lo entrenes un poco. Cuídalos mucho por favor. Te prometo que regresaré pronto.-

Inuyasha acompaño a Kagóme hasta el pozo y la ayudo con su mochila.

- Cuídate mucho.- dijo sonriendolé el hanyou. - Prometo no ir a entrometerme.-

Kagóme le devolvió una última sonrisa y se arrojo por el pozo.

CONTINUARÁ...

¡Snif ;_; Snif ;_; Snif ;_;! [¡Por Dios el teclado, se está mojando.] Ya terminamos con este capítulo. [Si lo escribo yo sola pero tengo complejo de Gollum.] Eso me recuerda, Elbereth es una especie de Diosa que creo las estrellas, en la mitología de Tolkien, de ahí la denominación de "Reina de las estrellas."

Les agradezco mucho a los que leen, y me dejan Rewiens. Y a los que solo leen también.

¡Contestando Rewiens!

Quiero resaltar un hecho que me sorprende. Después de seis meses escribiendo esto me dejan Rewiens diciendomé que se están leyendo tres o más capítulos de corrido. A eso le llamo tener fuerza de voluntad.

Rain: Bueno, tú eres uno de los citados arriba ¡Once capítulos de casi un tirón es una barbaridad! Y sobre como le hago, simplemente me encanta escribir [Lo haga bien o mal, queda a juicio personal eso.] Ahora yo te pregunto ¿Cómo le haces para leer más de cuatro capítulos seguidos?

Bueno, es todo por ahora. Tengo planeado que el próximo capítulo sea el último. (Al fin luego de seis meses, ya era hora, Sheila.) Si no se me hace muy largo.

Hasta la próxima y si tienen alguna duda dejen Rewiens. Y si no también que no me ofendo.