Finalmente, respondí todos sus maravillosos revius, ahora: A Leer!!!!
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Capítulo 7
Se sobresalto un poco al percatarse que estaba desnudo, y que lo único que lo tapaba era una sabana, incluso tapar era mucho decir, y casi saltó al sentir una mano en su torso, pero de inmediato sonrío y recordó todo al ver a Galadwen. Ella dormía tranquilamente, con una leve sonrisa en su rostro. Legolas le acarició la cara y la besó sutilmente, la chica despertó un poco asustada
- ¿Qué... ? - Preguntó Galadwen sentándose en la cama, olvidando que estaba desnuda. Cuando se percato de eso y de la mirada divertida de Legolas, enrojeció completamente y se tapo lo más posible
- Buenos días, Gal - saludo el elfo con una sonrisa
- Hola... - respondió ella. Al ver a Legolas sonriéndole, recordó todo lo que habían pasado y olvidó su vergüenza. Se abrazó a él y le dijo - Me siento tan feliz...
- Yo también, y espero que con la noticia que te voy a dar, te sigas sintiendo contenta...
- ¿Qué pasa?
- ¿Te mencione que debo ir a Rivendell?
- ¿¡Qué!? - Casi gritó asustada la joven - ¿Te vas... te vas a ir después... después de esto?
- Ahora viene la noticia que te va a poner contenta...
- Espero, por que lo que me dijiste, solo logró angustiarme mas...
- Tranquila... escucha, un amigo mío me acompañara a Rivendell y me dio la solución...
- ¿Le contaste a un amigo sobre lo nuestro? - Pregunto sorprendida la chica - ¿Y que te dijo?
- Bueno, se sorprendió en un principio, pero al final me apoyó. ¡Incluso me ayudo para ver que podía hacer contigo!... no quería dejarte aquí sola...
- ¿Cuál es la solución? - Preguntó Gal con una sonrisa. Le encantaba notar como Legolas se preocupaba por ella. Pensó que tenía mucha razón cuando le dijo a su padre que ella no tendría miedo de nada si Legolas estaba a su lado, él siempre la protegería, ahora lo sabía bien.
- Acompáñame a Rivendell... - el elfo miró temeroso a la chica. Tal vez que pasaría por la cabeza de Gal en esos momentos...
- Yo... - Galadwen dudó por un segundo - ¡Qué increíble idea! - No tenía por que dudar, si estaba con Legolas estaría mucho mejor que con su propio padre. Así no tendría que aguantar al pesado de Arad, ni tener que arrancar de él, antes de que su padre la obligara a casarse, ¡Era la mejor idea que había escuchado!
- Entonces, ¿Estas de acuerdo?
- ¡Si! Me parece fantástico ¿Cuándo nos iremos?
- Mira, Vorthôn y yo partiremos mañana, pero pienso que tu deberías adelantarte y partir hoy al anochecer - le dijo Legolas y al ver la cara de la joven le explicó - lo que pasa es Vorthôn le dijo a mi padre que un 'amigo' nos acompañaría, y es que si le decía a mi padre que una amiga nos acompañaría tal vez me metería en problemas y tu tendrías líos con padre también... ¿tienes algún problema con eso?...
- La verdad... es que me da un poco de miedo... - confeso Galadwen ocultándose bajo la sabana
- Si quieres te vienes para acá con todas tus cosas... y a la tarde te vengo a acompañar. Le pedimos a Vorthôn que nos venga a buscar aquí... así pasamos la noche juntitos - propuso Legolas, besando a la joven en el cuello
- Ya... - aceptó ella sonriendo, pero se percató de algo y preguntó - ¿Dónde estamos? No puse atención ayer...
- ¡Claro que no pusiste atención! Yo tampoco... - le dijo maliciosamente el elfo, abrazándola y acercando su boca a la de Gal - Pero si te interesa saber, estamos en un flet, ubicado en lo que sería las afueras de la 'ciudad'...
- Ya no me interesa tanto... - susurró Galadwen al sentir las manos de Legolas recorrer, casi sin tocar, su cuerpo - Por ahora me interesas tú...
Legolas le cerró de golpe la boca con un apasionado beso y la estrechó entre sus brazos. Desde ese mismo instante olvidaron todo, para dejarse llevar. Para ser solo dos como uno, sin diferencias, sin ser elfo y mortal... solo Legolas y Gal.
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- ¡¡Cómo es posible que esa desvergonzada no aparezca aun!! - se oía vociferar al padre de Galadwen por todo el lugar
- ¡Arassuil, cálmate por favor! - le pidió su esposa
- 'Arassuil, cálmate por favor' - remedó Arassuil bastante molesto - ¿cómo quieres que me calme si desde ayer en la tarde no sabemos nada de ella? ¡Es tú culpa, Lothriel! Siempre malcriaste a tus hijas...
- ¿¡Tus hijas!? ¡¡Nuestras, querrás decir!! - Replicó la mujer enojada - además, no sé por que te preocupas tanto. Galadwen se ha demorado mas en volver otras veces...
- ¿Ya ves? ¿Ya ves por que digo que es tu culpa? Por eso Galadwen hace lo que quiere, la malcriaste igual que a Lothriel...
- Basta, no me quedare aquí a escuchar tus ridiculeces - dijo Lothriel saliendo de la sala.
- Dama Lothriel - saludó Arad inclinando la cabeza, recibiendo un bufido por respuesta lo que lo hizo pensar - "ya están discutiendo"
- ¿Y que piensas de esto Arad? - preguntó Arassuil
- Que ya están discutiendo - respondió Arad demasiado apresurado, y al notar lo que había dicho, gracias a lo fruncido del ceño de Arassuil, de inmediato agrego - Es todo culpa del elfo al que Galadwen esta viendo, señor - Se podía advertir claramente el resentimiento del joven con solo oír su voz - lo mas seguro es que este con él...
- ¿Qué podremos hacer? Esa mocosa cree que se manda sola... y yo ya no se como podré controlarla...
- Con el perdón de usted, creo que debería adelantar el matrimonio...
- ¿Estas seguro? Por que la verdad es que creo que ella se mostraría más reacia a acercarse a nosotros. Además, veo que tu interés va mas allá de preocuparte del bienestar de mi hija, tu deseas casarte con ella cuanto antes, lo que me parece bien, porque es algo que yo también deseo. Pero no puedo dejar de pensar en la felicidad de mi hija... y es que yo sé que va a sufrir mucho con ese elfo...
- No le voy a negar que deseo profundamente casarme con su hija - contestó él - pero también es mi deseo que ella sea feliz... recuerde que yo le advertí a usted sobre ese elfo que se estaba aprovechando de Galadwen...
- Lo sé, eres un hombre bueno... - dijo Arassuil. Se quedo pensando unos segundos y le dijo - pero empiezo a creer que ella no será feliz contigo...
- ¡...! ¿po-porque dice eso? - tartamudeo Arad alarmado - yo amo a Galadwen y sé que la haré feliz...
- ¡Oh! No te alarmes, Arad, no cancelare el matrimonio - respondió él - es solo una idea que esa mocosa me ha hecho tener, además, casi nunca los matrimonios son, en un principio, felices. Tu le iras haciendo la felicidad a mi hija...
- ¿Quién me hará la felicidad? - Entró preguntando Galadwen, asustando a su padre y a Arad - ¿no me digan que ya están planeando mi vida? ¡Uy, empiezo a pensar que es su pasatiempo favorito!
- Veo que vienes con demasiado buen humor si consideramos que desde ayer en la mañana que no das señales de vida - respondió bruscamente, y sorprendentemente, Arad
- ¿Perdón? - Galadwen estaba asombrada, generalmente era su padre el que le hablaba así, no Arad, le pareció divertido y bastante molesto, abandono su buen humor y le espetó - ¡qué fácilmente pueden amargarme la vida ustedes dos! Sobretodo tu, mi querido Arad, ¡qué no tienes ningún derecho a hablarme así!
- ¡Claro que tengo derecho! ¡Voy a ser tu esposo y exijo tu respeto! ¡No tolerare que digan que no lo tengo ni siquiera de mi esposa!
- Yo. No. Soy. Tú esposa... - dijo ella. Estaba tan furiosa que casi no podía hablar
- ¡Pero lo serás! - Interrumpió Arad. Se sentía bastante orgulloso, al fin había podido 'controlar' a su rebelde esposa. O eso creía
- ¡Cállate! - gritó Galadwen. Odiaba que dispusieran de ella como si fuera un mueble - ¡yo jamás!, Óyeme bien, ¡yo jamás seré tu esposa! ¡Te odio! Eres patético - la voz se le quebraba de la rabia que tenía, y más encima, se percato de que estaba llorando ¿¡por qué!? Se paso la manga del vestido por la cara con rabia ¡qué tonta podía llegar a ser! Esas lagrimas no tenían sentido. No lloraría más - ¡Me persigues y me molestas, consciente que yo no te amo!... yo quise que fuéramos amigos ¿te acuerdas? ¡Pero ni siquiera me dejaste intentarlo! En la primera noche... pero tú... tú fuiste arrogante e hiriente... te aseguraste mi amor y además me dijiste cosas horribles que pusieron en peligro mi relación... yo te demostré mi rechazo, esa noche y todas las demás y, y aun así insistes... ¿es que no tienes una vida?
Galadwen sintió un hormigueo en el rostro y el silencio aplastante que siguió al brutal golpe. La mejilla le ardía y los ojos también, pero no lloraría. Lentamente alzo la cabeza. Se fijo en su padre. Estaba echado en un sillón, rojo, transpiraba y era evidente que respirar se le estaba haciendo muy difícil. Para variar estaba furioso. Galadwen levantó mas la cabeza y fijo su mirada en los ojos verdes de Arad. Brillaban de ira. Su rostro estaba desencajado y temblaba.
- ¡Permíteme recordarte que no fui yo el que hizo esto! - Le gritó, tomándole el brazo bruscamente y tirándole la manga del vestido hacia atrás con violencia, dejando al descubierto la fina, y casi imperceptible, marca que había en su blanco brazo - ¡si soy yo el que no tiene una vida, explícame por que tú trataste de acabar con la tuya cuando yo me fui! ¡¡Volví solo por que te amaba!! Aun después de tanto tiempo... créeme que me habría retirado cuando me dijiste que amabas a otro ¡pero, Gal, por Erú! ¡Me cambiabas por un elfo! Te juro que en un principio no te creí, pense que me estabas mintiendo... y me sentí muy mal... ¡cambiabas mi amor por una utopía! ¡Por un mero cuento de hadas! ¡El típico amor imposible!... pero al notar que te ofendías cuando yo dude, me di cuenta que en verdad estabas con un elfo... y quise abrirte los ojos... ¡y te dije lo que pasaría! ¡Y tu no comprendiste! ¡Te obstinaste! ¡Y me golpeaste y me insultaste!... poco me importó... ¿y sabes por qué? ¡Porque quise estar a tu lado cuando lo comprendieras! ¡Cuándo ese maldito elfo te dejara de lado! ¡Cuándo te olvidara y te desechara! Y si querer tanto a una persona es igual a no tener una vida, esta bien, no tengo vida ¡¡pero pienso que es mucho mejor que malgastarla en pos de una estupidez!! ¡¡De un sueño imposible!!... No puedo competir con un elfo, Gal, y eso me supera, me enferma. Por eso hable con tu padre, por eso hice todo esto ¡además, sé que eres un juguete para ese elfo!, ¡Uno que abandonara en cuanto se rompa!... o se ponga viejo...
Las palabras de Arad habían helada a Galadwen. El desgraciado la había hecho sentir tonta y caprichosa. ¡¡Pero, hey!! Si la amaba tanto como decía, tenia que entender. El corazón le pesaba tanto a Galadwen, mas que nunca deseaba estar lejos de ahí, en Rivendel, con Legolas. Legolas... Gal nada veía y ya nada escuchaba, con la mirada perdida en el vacío para poder verlo a él. Sus ojos, su pelo, su boca... sus manos, esas manos perfectas que habían aprendido a conocer su cuerpo y hacerlo temblar. Su rostro. Sereno y hermoso. Galadwen cerro los ojos y se perdió en sus pensamientos.
- Gal... - susurró Arad, dejando caer el brazo de la joven, y acercándose lentamente a ella. Ya podía sentir el perfume y la respiración de la chica... como antes... como debía ser...- Galadwen... - llamó él, pero ella no salía de su ensoñación. Es mas, parecía que se refugiaba en eso. Pero él la sacaría de ahí. Tomo el rostro de la joven y lo atrajo hacia si. Galadwen no respondía, Arad penso que se dejaba querer. Pensó que por fin había entendido, que por fin abandonaría esos sueños locos que tenía con el elfo. Sin dejar de mirarla, a pesar de que ella tenía los ojos firmemente cerrados, Arad presionó sus labios contra los de Galadwen. No duro un segundo el suave contacto, cuando vio los ojos castaños de la chica abrirse...
- "Legolas" - pensaba ella, ignorando todo lo que la rodeaba - " te necesito tanto... a pesar de todo te amo... Legolas" - la reconfortaba tanto pensar en él. Todo era perfecto si pensaba en él. De pronto sintió fuego en sus labios y la imagen de Legolas se desvaneció. Abrió los ojos y se encontró con la mirada de Arad. Sintió mucha rabia. Legolas le había dicho que solo él la podía tocar, y así sería. Aparto al joven empujándolo.
- Me largo de aquí - dijo sencillamente. Sin dramatizar más. Le dedico una ultima mirada a Arad. Una mirada fría y molesta. ¡Se había atrevido a tocar lo que era de Legolas! Bueno, lo que la tranquilizaba un poco, era que pronto se iría a Rivendel y allí Arad no la tocaría más. También miro a su padre. Y se pregunto si ese señor de ahí en verdad era su papá. La respuesta fue inmediata. No, su padre era ese que la llevaba a caballito, y que solo la regañaba cuando manchaba sus vestidos o cuando no quería comer. No era este que la obligaba a casarse, que la había llegado a insultar y a golpear. Salió de ahí rápidamente, sentía que era una extraña, que no era parte de nada de eso. Camino hasta la parte de atrás del castillo, buscando su caballo, y ahí se topo con la única cosa que la hacia pertenecer a ese lugar.
- Lothriel... - susurró - ahora es cuando más te necesito... sé que me apoyarías... - tomó de uno de los jardines que había ahí, una cala, blanca y perfecta, la deposito en la tumba y se arrodilló - Hermana, tu eres lo único que me hace sentir en casa... jamás te olvidare, hermanita...
Galadwen se incorporó, silbó fuerte y claro. Pronto se diviso al caballo. Montó y se alejó al galope de una parte de su vida.
Le costó mucho menos de lo que había pensado ubicar el flet. Pero estaba ahí, y con solo verlo sintió una felicidad tan grande, que comprendió enseguida por que no se le había hecho difícil abandonar el que antes fuera su hogar. Y es que había encontrado uno nuevo. Ver el flet, y percibir que Legolas estaba adentro, era lo mismo que sentirse en casa. La sensación aumentó y se comprobó, cuando vio asomarse a una cabecita rubia
- ¿Tan pronto de vuelta? - le pregunto Legolas con una sonrisa - pense que querrías estar con tu familia, en tu casa - dijo, ayudándola a subir
- Esa no era mi familia - contesto Galadwen
El elfo la miro sorprendido y preocupado, la frialdad con que se había expresado la joven, lo afligió un poco
- Ahora estoy en mi casa, y con mi familia - le dijo Gal, dándole un cálido beso, al entrar al flet, haciendo que Legolas se asombrara aun más, cuando vio la sonrisa de la chica. Pensó que tal vez estaría triste por dejar a los suyos. Se acerco a ella y la abrazo fuerte, aunque no demostrara nada, él podía sentir que algo se había perdido dentro de ella, que de alguna manera muy abrupta, se acababa de desligar, de forma definitiva, de su familia
- Gal, volveré al atardecer - le dijo, cambiando de tema radicalmente
- ¡Tan pronto te vas!
- Asumo que no trajiste ropa, y además, necesitamos comer ¿verdad? O al menos tu
- Tienes razón, ¿pero que haré yo? Voy a estar sola gran parte del día...
- Mira, lo mejor es que descanses, te aseguro que el viaje no es corto, y partiremos al amanecer...
- Esta bien...
- Entonces nos vemos mas tarde, Namárië - se despidió Legolas, lanzándole un beso
- Namárië, ¡vuelve pronto! - respondió la joven
Bien... ahora estaba sola ¿qué haría? Bueno, lo mejor sería hacerle caso a Legolas. Desde la mañana anterior que no dormía, no lo lamentaba, de ninguna manera, pero de pronto tenia muchas ganas de acostarse a descansar. Se acomodo en la cama, que ahora le parecía mucho más grande, vacía y fría sin él. Pero Galadwen notaba que de alguna manera él estaba ahí, pues su aroma se podía sentir por toda la habitación. Se tapo bien, sonrío y pensando en él y en el día de ayer, se quedó dormida.
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Vaya. Desde que le dijo que iría a hablar con su dama que no aparecía. Había dos opciones que explicaban su ausencia: o le había ido muy bien, o muy mal. Y no era por subestimar a su amigo, pero era más probable la segunda opción. ¡Pero no era por que Legolas fuera feo!. De hecho, era más fácil encontrar un enano sin barba que a un elfo feo. Iba más por el lado de la timidez, y Legolas si que era tímido, se podría pensar que por ser príncipe no lo sería, pero era todo lo contrario. El ser príncipe lo cohibía un poco, y es que las elfas se le tiraban encima. Vorthôn podía recordar aquella vez en que esa elfa (y hay que decir que no se esperaba ese comportamiento en ella, pues era la hija de un respetado consejero del rey) se le tiro encima a Legolas, pero de verdad, el príncipe, obviamente, huyo de ella, dejando el pastelito envenenado, que Vorthôn, como buen amigo, se tuvo que comer
- Ahhhh, lo que hay que hacer por los amigos - suspiró él, y pensó - "Veamos, sí le fue mal lo más probable es que este en el flet..." - y con ese pensamiento dirigió hacia allá sus pasos. El flet era su escondite. Siempre, fuera bueno o malo lo que les sucediera, se refugiaban ahí, y solo ellos los dos lo conocían. Y bueno, las aventurillas que Vorthôn solía llevar, pero era como si no estuvieran. Por que llegaban en un estado muy dudoso y se iban en uno igual.
Pobre Legolas, estaría triste por una edain ¡una muy especial! Si se había atrevido a rechazar a su amigo. Con esto que le había pasado a Legolas, podía comprobar, que sin importar la raza, las mujeres eran igual de complicadas y difíciles de entender. Vorthôn sonrío. Sin importar lo que pensara, él se declaraba un adicto a las elfas.
De cualquier modo, eso no tenía relevancia ahora. Tenía un amigo con el corazón roto, y su deber era distraerlo. Pero... ¿qué tan mal estaría? Subió al flet bastante preocupado, estaba todo muy silencioso. Demasiado. Entro al cuartito...
- ¡Pero que...! - Exclamo Vorthôn, sorprendido ¡si que había subestimado a Legolas! La joven que dormía en la cama no se veía nada de mal - "¿será esta la edain?" - Se acerco mas y vio algo que lo hizo exclamar de nuevo, pero esta vez extrañado - ¡pero que...! ¡Está con ropa!
Al parecer, Vorthôn había exclamado muy fuerte, pues la joven se había movido y también había balbuceado algo. el elfo trato de ser más sigiloso, pero ya era demasiado tarde
- ¿Qué...? - Murmuró la joven, sentándose en la cama prontamente y mirando atontada a su alrededor. Se veía que estaba bien dormida antes de que Vorthôn llegara, porque recién a la cuarta vez que miraba en torno a ella, se percato de la presencia del elfo, asustada le preguntó - ¿Qui-quien eees uusteeed?
- ¿Yo? ehhh ¡ah! Soy amigo de Legolas
- ¿Qué amigo? ¿El amigo?
- ¿Cómo?
- Es que él me dijo que le había contado a un amigo sobre... sobre lo nu-nuestro...
- ¡Ah! Si, soy yo - respondió Vorthôn, sonriéndole como a una elfita pequeña, pues la chica se había sonrojado al referirse a su relación con Legolas como "lo nuestro", y eso le parecía ingenuo y enternecedor - tú eres... ¿Gal... Galadwen?
- Si - contesto ella - ¿y el tuyo...?
- ¿El mío que? ¡Ah!... Vorthôn, me llamo Vorthôn...
- Mucho gusto, Vorthôn - le saludó Galadwen con una sonrisa. Ahora se veía más tranquila, pero aun cohibida. Se quedo en silencio un rato, hasta que exclamó - ¡uy! ¡Tu ahí de pie y yo aun acostada!, Te pido que me disculpes, me levantare enseguida... ¡vas a pensar que soy una pésima anfitriona! Lo que pasa es que desde ayer en la mañana que no dormía, por eso... - Gal se detuvo. Vio la sonrisa maliciosa del elfo y se dio cuenta de lo que había dicho. La sangre fluyó hacía sus mejillas con una rapidez increíble, logrando que su cara se tiñera de un color rojo encendido
Vorthôn río abiertamente. Ella se puso más colorada
- No te preocupes, si hay alguna visita aquí, esa eres tu. - le dijo él, y declaró con aire de entendido - Además, se porque no has dormido, es mas, lo entiendo perfectamente bien...
- ¡No sigas! Haces que me sonroje aun más - respondió Galadwen, ya completamente relajada
Con el hielo roto, comenzaron una agradable conversación. En la cual, Vorthôn, le contó a la joven un montón de cosas de Legolas, de las aventuras y travesuras que hacían cuando eran pequeños, y de las 'travesuras' que hacían ya más grandecitos.
Las horas se habían pasado volando con la charla, de modo que Galadwen no se alcanzó a sentir sola. El atardecer había llegado, y con él, Legolas. Cuando lo sintieron subir, Vorthôn se metió en la cama y fingió dormir, abrazando a Galadwen.
- Si no los conociera a los dos como los conozco, tal vez me molestaría - dijo Legolas, absolutamente indiferente
- ¡Que aburrido eres! - exclamo Vorthôn - deberías haber hecho una escena de celos... además de aburrido, eres un mal amigo...
- ¡Aburrido y mal amigo! Ya vez, Gal. Así es como mi 'amigo' me trata
- Legolas, Vorthôn es muy simpático - manifestó ella
- Y tú eres un mal amigo, no me dijiste lo linda que era tu dama - terminó de decir Vorthôn, seriamente
En el castillo de Galadwen
Arad hervía de rabia. No dejaría escapar a Galadwen. No ahora que la había tenido tan cerca. Se paseó como un loco por el salón. Arassuil lo miraba asombrado, este Arad no se parecía en nada con el otro que conocía, ese joven tranquilo y pacífico que aguantaba todo. De pronto el joven 'pacífico' se detuvo
- Si no es mía, no es de nadie. Si no será mía, no será de nadie - mascullaba entre dientes, al tiempo que se aprestaba a salir
- ¡Hey! Espera... - le detuvo Arassuil - no sé que estabas planeando. Pero te digo, no es bueno planear nada con la cabeza caliente...
- La voy a seguir, y la voy a traer aquí, a mi lado... aunque sea amarrada... y la voy a casar conmigo, ¡y tendrá que aprender a amarme! - gruñó Arad, torvamente
- Esta bien... pero no lograras nada si vas así, solo y sin prever nada - exclamo Arassuil y agrego más preocupado - temo que Galadwen huya...
- Pero ella no dijo nada de eso, debe estar en ese bosque...
- ¡Oye! - Gritó Arassuil, visiblemente afectado - conozco a mi hija. Además, yo ya he visto esa misma expresión, esa misma resolución antes, en... en...
- En Lothriel... - susurró Arad
- ¡Si! ¡Y ella no volvió! ¡Por eso, esta vez se harán las cosas bien! ¿¡Oíste!? - Rugió Arassuil, con furia. Pero le duro muy poco. Pronto cambio su aspecto, de la rabia paso al abatimiento. Se dejo caer al sillón, cubriéndose la cara con las manos. Ahora se veía como en verdad era. Un hombre abatido por la culpa. Esa misma que la había martillado la cabeza durante años. Esa misma que se presentaba cada noche y le decía: 'Tú... Si, tú mataste a tu hija... Y a la que más querías... Fue tu culpa. Si no hubiese sido por ti y tu orgullo estúpido que te decía que no tenías que buscarla, que cuando entrara en razón volvería. Pero ya vez, jamás volvió... Fue tu culpa... Cuando advertiste que algo andaba mal, fue muy tarde. Dos de tus peones la encontraron, herida, moribunda... Si se hubiese dando la orden de buscarla antes... Si tú hubieses vencido a tu orgullo antes... Ella estaría viva... Feliz... Contigo. Desde un principio fue tu culpa, ¿Recuerdas por qué huyó? Porque tú no querías que se casara con el hombre que ella amaba... ya vez, siempre fue tú culpa'. El hombre se estremeció. Pensó, cansado, en su suerte. Se paso las manos por los ojos. Tratando de dejar atrás esos pensamientos, y aprovechando de secar alguna lagrima furtiva. Miro a Arad, que parecía mas calmado - Mañana saldrás a buscarla, mañana al mediodía. Mandare a preparar caballos, y ordenare a dos de mis hombres que te acompañen. También tienen que preparar algo para defenderse... armas...
- Esta bien - dijo Arad, inclinando la cabeza. No se atrevió a rebatir nada al hombre, pues, a pesar de su abatimiento, se hacia respetar. Emanaba dignidad con su voz y sus movimientos. El joven noto que era un hombre noble, pero acabado por el remordimiento y el dolor.
Al amanecer del día siguiente, en el flet.
Los dos elfos estudiaban atentamente su obra de arte
- Mmmm... si no fuera por que estas con mi amigo, ya me habría lanzado sobre ti, te vez taaan sexy...
- ¡¡Por supuesto!! ¡Sobretodo por el hecho de que me queda todo enorme! - Exclamó Galadwen. Le habían pasado ropa de Legolas para que se disfrazara, pero se veía francamente ridícula, todo le quedaba grande. Habían intentado con ropa de Vorthôn primero, pero les fue peor, pues Vorthôn era mas alto que Legolas.
- Nooo, si te vez preciosa, Gal - la consoló él, sonriéndole, y aguantando a duras penas una carcajada - ¡pero no te aflijas! Tengo una linda capa que te cubrirá entera
- Gracias, te pasaste... por eso te amo tanto ¬¬* - murmuro la joven sarcástica
- ¡Pero bueno! El asunto es que estés cómoda... y por favor vamos, que ya esta bueno de berrinches... - dijo Vorthôn
- Es verdad, vámonos Gal, lleva tu ropa por ahí si quieres. La idea del disfraz es que salgas de aquí, antes de llegar a Rivendel puedes cambiarte...
- ¡Bueno!
- ¡Al fin! Bajémonos y vámonos pronto... - dijo Vorthôn, bajando ágilmente del flet
- ¡Allá va, Vorthôn, atrápala! - exclamo Legolas, lanzando a Galadwen hacia abajo suavemente
- ¡Oye! - chilló ella desde los brazos de Vorthôn
- ¡Perdóname! - pidió Legolas, con una tierna y sexy sonrisa de niño arrepentido
- ¿Cómo no perdonarte? - respondió la joven con una sonrisita tonta
- ¡Uy, tanto amooooor! - exclamo con voz envidiosa, Vorthôn, fingiendo asco, y dejando caer teatralmente a Galadwen - claro, ellos se aman y nada para el pobre Vorthôn, que se quede solo... y que muera de frío durante las noches, mientras que ellos dos la pasan bien, se dan calor y hacen...
- ¡Vámonos mejor! - Interrumpió Galadwen sonrojándose, y montando su caballo, gesto que fue imitado por los dos elfos. Uno de ellos sonreía y el otro estaba serio y colorado. Este último se adelantó
- Que el favor del Valar nos proteja, roguemos que Elbereth nos acompañe durante al viaje
- Esperemos que así sea - contesto Vorthôn, poniéndose serio
- ... Muy bien... ¡En marcha, hacia Rivendel! - Exclamó Legolas
Y así, se alejaron al galope del Bosque Negro.
Galadwen, aunque no quiso darse cuenta. Sintió un leve resquemor en el corazón.
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Eso es totototodo amigos!!!! Espero que el capi les haya sido de su agrado y espero que me dejen un lindo reviu y espero, como siempre, que Orlando Bloom venga a pedirme que me case con él. Y les prometo no tardar tanto con el 8° capi... uy, ya va en el 8°... sniff, falta poco para que termine mi primer fic T_______T Buaaaaaa!!! Me estoy poniendo lagrimogena, mejor me voy...
Bessssosss
Eärwen!
