¡He vuelto! ¡Y con un capi de 10 paginas! Es una forma de recompensarles el atraso, del cual no me justificare, pues bien dicen que la excusa agrava la falta. Decirles que este capi esta dedicado para ustedes por la paciencia infinita que me han tenido ^_____^
Esta vez no podré contestar los revius, por que hoy en la mañana me entere de que mi papá pidió a la compañía que retirara el Internet T____T así que estoy desde un cybercafe… pero no se preocupen, si es que subo el próximo capi (leer explicaciones al final del capi), que sería el sábado que viene a mas tardar, les contesto sus revius.
Y ahora ¡a leer!
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Capitulo 8Todo, pero absolutamente todo, había salido endemoniadamente mal. A estas alturas ya era más que evidente que Erú creía que esa relación no era conveniente.
- Arwen, ¿tú crees qué se pondrá bien? – pregunto el elfo
- Claro que si, dentro de unas semanas se habrá repuesto del todo
- Estupendo – suspiró él – hacía tiempo que no oía una buena noticia...
- ¿Por qué no vas a descansar? Recuerda que tú también resultaste herido... – le dijo Arwen, acercándose a él y tomándole las manos dulcemente – no te has tomado un solo minuto de descanso
- No puedo descansar, Arwen – replicó él rápidamente, aunque con un tono abatido – ya sabes como está la situación, no puedo…
- Shhh – le interrumpió ella. Lo abrazó y lo besó. Se paró, lo tomó de la mano y se lo llevó a la habitación de al lado – Descansa, no te pido mas que unas horas… - el testarudo elfo iba a reclamar, pero Arwen lo calló poniendo sus dedos en los labios de él – shhh, ya sé que eres un elfo muy fuerte… pero hazlo por mí ¿quieres? … - dijo mientras se alejaba hacia la puerta – en un rato mas será el concilio, y además, ella te necesita con todas tus fuerzas y en perfectas condiciones, Legolas…
Arwen cerró la puerta tras de sí y se dirigió a cuidar a Vorthôn. Legolas la vio salir y cerró los ojos. De inmediato sus pensamientos se fueron con Galadwen ¿Cómo había pasado todo eso? ¿Era posible que la suerte se ensañara tanto con ellos?
Rabia. Nada mas que eso podía sentir. Lo que más lo enfurecía era que Vorthôn se había visto envuelto en todo eso y que había salido muy perjudicado… y la perdida de Gal…
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El viento era helado y parecía como cientos de cuchillos clavándose en su piel. Con tanto frío ya era imposible seguir durmiendo. Aunque de cualquier manera ya estaba cansada de estar tendida en el duro suelo, y de boca, posición que le incomodaba muchisimo, pues aunque aun no sabia donde se encontraba, al menos sabía a la perfección que el suelo era rocoso y que le hería el rostro. Trato de girarse y tenderse de espaldas, pero un agudo dolor la detuvo, al parecer tenía una herida. Como quedarse acostada no era una opción se levantó, y descubrió que aparte del dolor de su espalda, también le dolía el cuerpo y la cabeza, de tal manera que le entorpecía los movimientos. Miró a su alrededor y comprendió que estaba en una cueva. Por encontrarse débil, pronto se sintió mareada, así que se apoyó en una de paredes a descansar y ahí aprovechó de mirarse el vestido y descubrió horrorizada que estaba roto, y además, sucio. Siguió la revisión y notó también el desastre que tenía en el cabello, que gracias al barro, la sangre y el polvo, estaba hecho una autentica ruina.
- "¡Un segundo! ¿Sangre?" – Pensó la joven aterrada, pasándose la mano por la frente. Al llegar al nacimiento del pelo, se dio cuenta que tenia un corte, que, si bien no era muy profundo, era bastante largo. En cuanto se tocó la herida recordó todo – "oh no... Legolas…"
Galadwen caminó hacia la salida de la cueva, apenas se repuso del mareo, pero aún conservaba el susto y el aturdimiento. Lo único que quería era tomar un poco de aire, y con suerte, encontrar un poco de agua en donde beber y lavarse, que era lo que necesitaba con mas urgencia. Después de asearse y recuperarse un poco, Galadwen tenía la intención de salir de ahí, para poder ir a Rivendel, lo que era bastante imposible, dado el hecho de que la joven no tenía la más mínima idea de donde estaba parada. Pero antes de que ella pudiera notar eso, se fijo que había un joven sentando fuera de la cueva. Supuestamente su misión era vigilar, pues tenía un arco y una espada a su lado, pero se notaba en su palidez enfermiza y en su mirada ida, que no lo estaba haciendo. Galadwen lo miró mas atentamente, ese joven se parecía mucho a uno de los peones de su padre, su pelo castaño y los ojos pardos le recordaban vivamente a uno de ellos
- ¿Andoni? – Preguntó sorprendida, al ver que el joven no respondía, repitió - ¡Andoni!
- ... ¡Señorita! – Contestó él después de unos segundos, estaban tan ido que le costo oír la voz de la chica. Se paró un poco asustado y le dijo - no debería salir... entre, por favor...
- ¿Dónde estamos? – Preguntó ella ignorando la petición del joven. Lo observó mejor y se percato del lamentable estado en que encontraba, se veía bastante mal, un vendaje mal hecho en su frente revelaba que estaba herido, debería haber ido en su frente, pues se había caído y le colgaba lastimosamente hasta el cuello - ¡Te ves fatal! ¡Mira esa herida!
- ¡No importa! ¡Por favor entre, señorita Galadwen! – Exclamó Andoni tomándola del brazo y tirándola en dirección a la cueva
- ¡Suéltame, no entraré!... – le respondió, liberándose de un tirón. La joven lo miró... pobre Andoni, estaba como un loco, Galadwen ya se encargaría de curarle esa horrorosa herida en la frente, pero por ahora necesitaba una sola cosa de él - ¡dime dónde estamos!... por favor...
Andoni la miró aturdido, Gal suspiró, era seguro que él apenas recordaba su nombre, tendría que seguir intentándolo, no se rendiría
- Andoni, por favor haz memoria... dime, ¿dónde estamos?...
- ¿Y para qué? No me digas que pretendes huir... aunque conociendo tu carácter de cría es mas que probable...
Esa voz... Galadwen se volvió rápidamente...
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El resultado era positivo, a pesar de las bajas sufridas. Él tenía tan solo una herida en el torso, nada muy grave eso si. Su compañero, Andoni, estaba peor, tenía una fea contusión en la frente, que había sido malamente vendada por él. El tercero, Nasar, si se lo pensaba bien, se podía creer que le había ido mejor, al menos ya no le dolía nada, y es que claro, Nasar había muerto.
Arad sacudió la cabeza. A pesar de la muerte de Nasar, le había ido estupendo, tenía a Gal, al fin se la llevaría de vuelta a casa, de donde nunca debía haber salido, se casarían, ella olvidaría sus sueños de niña chica y al fin lo amaría a él. No a un elfo ridículo. El joven frunció el ceño y caminó más deprisa. Esa mañana había decidido que él haría la guardia, así, Andoni podía quedarse en el 'campamento'. Arad estaba algo preocupado por la salud de su compañero, eso retrasaba la partida, además, no quería volver solo a casa, necesitaba ayuda para manejar a Galadwen, la joven podría intentar escapar. No, definitivamente necesitaba a Andoni, sería muy inconveniente que él enfermara muy gravemente. Sumido de esta manera en sus pensamientos, Arad volvió a la cueva, vio con agrado que Gal ya se había levantado, se apoyó en un árbol y la observó mientras hablaba con Andoni. Le gustaba mirar a la joven, espiarla y ver sus reacciones, que generalmente eran explosivas, ya sea para bien o mal. La amaba por eso, por su carácter tan particular...
- Andoni, por favor haz memoria... dime, ¿dónde estamos?...
Arad frunció el ceño nuevamente, he ahí otra muestra del temperamento de Galadwen, testaruda... sonrió y decidió que era tiempo de aparecer, así que le respondió a la joven:
- ¿Y para qué? No me digas que pretendes huir... aunque conociendo tu carácter de cría es mas que probable...
Observó divertido como ella se daba vuelta rápidamente
- ¿Me esperabas, querida? – Le saludó Arad sonriéndole torcidamente, apoyado en un árbol, y aunque parecía postura preparada para lucir bien, era tan solo por el hecho de que aun andaba medio mal de su encuentro con Legolas, testigo de eso era la venda que cubría su estomago
- Te ves estupendo, 'querido' – ironizó ella – el verdor de tu rostro combina muy bien con tus ojos...
- ¿Ya ves? Cuándo nos tratamos bien, todo marcha maravilloso ¿no crees?
- Basta, déjate de este juego estúpido ¿Dónde estamos? ¿Dónde esta Legolas? ¿Qué quieres de mí? ¿Te mandó mi padre? ¿Cuándo me largo de aquí?
- Son muchas preguntas para un hombre herido, querida... – respondió él – te las responderé en casa ¿te parece? Aunque si te puedo decir algo... tu adorado elfo esta muy, muy bien, tan bien que pienso que no deberías preocuparte mas de él...
- Aún no entiendes que con tratar de hacerme creer que Legolas esta muerto yo no lo voy a dejar de amar ¿verdad? – comentó Gal con una seguridad que estaba muy lejos de sentir
- Va en ti si me crees o no, yo solo te digo lo que sé – gruñó Arad incapaz de disimular la rabia que le daba ver a Galadwen hablando con tanto amor de ese elfo estúpido
- ... Necesito saber donde estamos, Andoni... – le repitió ella al joven, ignorando deliberadamente a Arad. Había percibido la rabia de él, y por eso suponía que era mentira que algo malo le había pasado a Legolas, al contrario de lo que él había dejado entrever
- ¡¡Déjate de preguntar!! No te va a decir nada ¿oíste? ¡¡Nada!! – Le gritó Arad, se había molestado mucho, le irritaba darse cuenta que ella quería saberlo todo solo para volver a juntarse con ese elfo ¿Es qué siempre tenía que pensar en él? ¿Nunca lo dejaba de amar? ¿¡Por qué no él!?
- ... Ahhhh – Galadwen suspiró, ahí estaba Arad de nuevo, fingiendo tener un carácter lo suficientemente fuerte como para doblegarla. Ella no había notado como Arad había cambiado así que aun el joven no lograba intimidarla. Lo miró sarcástica y le dijo – Mira... 'cariño'... lo único que quiero el agua donde asearme... ¿o prefieres que me quede así de sucia... 'amorcito'?
- ... Ahhhh – suspiró Arad molesto – Andoni, ve con ella al río...
- Si, señor – respondió él levantándose velozmente, pero con suerte dio dos pasos, se tambaleaba y se tuvo que sentar
- ¡Mira como esta! Andoni no puede acompañarme...
- Tienes razón, querida. Yo iré contigo. Andoni, tu quédate aquí y descansa...
- Uy, no te molestes, 'querido' yo puedo ir perfectamente sola...
- Si, tal vez... pero No...
- ¿Pretendes espiarme? – pregunto Galadwen, mirándolo desconfiadamente
- ¡Oh! ¡Claro que no! – Dijo él, remarcando sus palabras con un exagerado movimiento de manos. La miró apreciativamente y agregó – no querría arruinar por nada del mundo la sorpresa para nuestra luna de miel, cielo
Para su pesar, Galadwen se sonrojó vivamente. Las palabras de Arad le habían recordado su noche con Legolas.
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- Bien, creo que ahora podemos hablar en paz, Legolas. Me alegro mucho de que desearas participar en la comunidad...
- No, no tengo ningún problema – respondió él. Miraba con fijeza la pared, era claro que no había escuchado a Elrond
- Legolas, tal vez debiéramos hablar del incidente que tuviste antes de llegar a Rivendel...
Legolas no respondió, pensaba en las opciones que tenía. Al menos no había pasado mucho tiempo. Hacía tan solo una 24 horas desde que había perdido a Galadwen. Aún había tiempo...
- Legolas, mi hija me ha contado que además de la herida de tu amigo, sufriste otra baja importante, es decir, perdiste a alguien más. Arwen no me quiso contar mas, dijo que era algo que debía hablar contigo ¿Qué paso Legolas?
- "¿Una baja? Erú, que frío suena eso... no, Gal no es una baja"...
Elrond suspiró, al parece era mas grave de lo que creía. Miró al impasible elfo y decidió intentar una vez más...
- Todo el incidente fue con algunos edains ¿verdad? – Le preguntó, y al ver como asentía distraídamente, no pudo contener una exclamación de asombro - ¡eran dos elfos armados contra tres edains! ¡Ustedes tenían la ventaja! ¿Cómo ellos pudieron...?
- Suerte, Elrond... el factor mas importante e imprevisto...
- Erú, ¿tanta?...
Legolas sonrió tristemente
- ¿Arwen no te comentó que nosotros también eramos tres?
- ¿Qué...?
- Así es, Elrond. Vorthôn y yo veníamos con un tercer compañero, compañera a decir verdad
- ¿Compañera? ¿Qué...? ¿Quién? – Elrond esta muy sorprendido, no entendía nada
- Si, se llama Galadwen... una edain...
- ¿¡Y qué hacían con ustedes una edain!?
- Bueno, Vorthôn nada, yo... ehhh, varías cosas... – respondió Legolas, serenamente
- ¿Estas... estas in... involucrado con una... con una edain? – Elrond apenas creía en lo que estaba preguntando
- Si, y me temo que la amo...
- ¿La am...? Ahhhhhhhhhh…
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- ¡Eres de una ternura impensable para la magnitud de tus rabietas, cariño!...
- ¡Estás muy cerca! ¡Vete! – grito Galadwen, mirando hacía el bosque, donde estaba Arad
- ¡No te preocupes! ¡Te dije que no arruinaría la sorpresa de nuestra luna de miel!
- ¡Lamento decepcionarte! ¡Pero jamás habrá una luna de miel entre nosotros!... imbécil engreído...
- ¡Oh! ¡Entonces tal vez debiera aprovechar ahora! – gritó Arad, mientras se acercaba
- ¿Qué? No... – Gal tomó el vestido que había dejado en la orilla, nadó mas hacia el medio del río, y se lo puso encima - ¡no te acerques! ¡Te prohibo...!
- ¡Ups! Ya estoy aquí... – dijo él, sentándose a la sombra de un árbol cercano, demasiado para el gusto de Gal, a la orilla del río
- ¡A-ándate!... – gritó ella, nerviosa, y tratando de ponerse el vestido bajo el agua
- ¡Oh, pero que bien, cariño! Estas absolutamente equipada para la luna de miel…
De nuevo las mejillas de la joven se tiñeron de rojo al recordar a Legolas y a su luna de miel particular
- ¿Ya ves por que te digo que eres tierna? Te sonrojaste...
- ¡Ten la seguridad de que no fue por ti!
- ¿A no?...
- ¡No! ¡Jamás me sonrojaría por ti!... Bueno, tal vez si me enojara...
- ¿Entonces por que te has sonrojado? - le pregunto Arad ansioso. Se temía lo peor, las dos veces en que Gal se había sonrojado tenían relación a algo con un leve sentido sexual que él había dicho, lo que le decía que algo había "experimentado" la joven, Galadwen no era de esas chicas que se sonrojaban ante cualquier comentario, algo le había pasado... algo con… Arad temblaba de rabia al pensarlo, ¡Siempre tenía que aparecer él!... algo con ese elfo - ¡Respóndeme!
- ¡Ándate! ¡No te pienso responder! - le gritó Gal, asustada. Le había dado miedo el brusco cambio de tono en sus palabras - ¡Déjame sola! ¡Quiero bañarme en PAZ!
- ¿Por qué tenía que enamorarme de ti? ¡De ti, precisamente! ¡De una suelta!
- ¡Te prohíbo que me insultes!
- ¡OH! ¡CÁLLATE, QUIERES! 'Te prohíbo, cállate, ándate, te odio... blah, blah, blah'... ¿Sabes, querida? Además de suelta, te has puesto insoportable, tus rabietas de niñita rebelde hago-lo-que-quiero, tu obstinación... uf... pobre de mí que tengo que soportarte...
- ¿PERDÓN? ¿Oí bien? ¿Me tienes que aguantar? Eres muy descarado, Arad... No sé por que has cambiado, pero te digo, no fue para mejor. Fíjate, si ya ni te arrugas para mentir. No sé si notaste que TU me SECUESTRASTE, ¿Qué pretendías? ¿Qué me quedara tranquila, sumisa y sin reclamar? ¡Pues claro que no! Así que escucha bien, si hay alguien aquí que tiene que soportar a otra persona, ¡Esa soy YO! ¡Y el único obstinado eres TÚ! ¿Qué más obstinado que SEGUIR insistiendo con alguien a la que NO le interesas? - respondió Gal, casi sin respirar
- ¡Exacto! ¡Es justamente eso a lo que me refiero! Es casi como amor-odio
- ¿De QUÉ estas hablando?...
- Déjame explicarte, en verdad que me gustas...
- Si, claro...
- ¡No me interrumpas! Bueno, como te iba diciendo, me encantas, toda tu, eres linda, y me gusta tu carácter, que irónico ¿No? Por eso lo llamo amor-odio, porque por otro lado ODIO tus arrebatos de niñita caprichosa y malcriada, de niñita yo-me-creo-grande, y, por supuesto, tu increíble testarudez, esas cosas me enferman, de verdad que me dan ganas de... Ahhhh, en fin, pero de esa misma personalidad amo tu valentía y fortaleza, porque a pesar de que pareces tan delicada como un pajarito vaya si eres fuerte... Bueno, supongo que ha todo eso se le llama amor ¿Verdad?
- Ehhhhh... – Gal puso una fingida cara de pensar muy seriamente y le contestó - NO… estúpido
Dicho esto, la joven se paró, al fin se había logrado poner el vestido, y salió del río con algo de dificultad, pues la corriente era fuerte. Al verla salir, Arad la tomó del brazo
- ¿Adónde piensas que vas? Estamos conversando…
- Tu estarás conversando, yo ya acabe… y suéltame por favor
- Te dije que estabamos conversando… - le susurró Arad, acercándose a ella peligrosamente
- Y yo te dije que yo no… - respondió ella, incapaz de disimular el temor que Arad le producía, se dijo que se controlaría y susurró – y aléjate de mí inmediatamente
- ¿Y que pasa si no lo hago? - murmuró suavemente en el oído de la joven y tomándole las manos
- Te, te arrepentirás…
- ¿Sí? ¿Es que acaso tu elfo vendrá por ti? – La miró indecentemente, el mojado vestido se pegaba al cuerpo de Galadwen, Arad lo había notado y se sonreía. Acarició el cuello de la joven y le dijo - ¿sabes? Pienso que después de todo el trabajo que me he tomado por ti debo al menos tomarme esta pequeña recompensa
- Arad, por favor no, por lo que más quieras... – suplicó con la voz quebrada de susto, intentando con la última posibilidad que tenía
- Mmmm, ¡pero en que predicamento me hallo! – Contestó él teatralmente – me pides no hacer lo que quiero hacer por lo que más quiero ¿verdad? Pero ¡Oh, ironías del destino! Lo que mas quiero eres tu ¿entonces que haré?
Galadwen nada respondió, lamentaba andar con ese vestido mojado que le dificultaba los movimientos, hubiese estado mejor con las ropas de Legolas. Legolas ¿cómo estaría él? ¿Y Vorthôn? Ella había oído su grito de dolor, lo más probable es que estuviese gravemente herido. Y todo eso había sido por detenerse para que la perla se pusiera el maldito vestido que ahora la metía problemas más grandes aun
- Tan sólo te estoy pidiendo que no lo hagas, que me dejes en paz ¿no se supone que me amas?
- ¡No me vengas con esas estupideces de 'sí me amas déjame ir'! – respondió él empujándola enfurecido – esa es la mayor idiotez que he oído en mi vida…
Arad la miró enojado, pero al ver la cara de horror de la chica sonrió torcidamente y se le acerco
- ¡Oh, cariño! No estoy enojado contigo, y te lo demostrare… - le dijo Arad rodeó su cintura con una mano y con la otra la tomó de la barbilla atrayendo a la joven hacía él para besarla.
Galadwen gritó aterrada, pero no se quedaría tranquila, lucharía. Se agitó violentamente, provocando sólo risas de parte de Arad, lo que la desespero aun más, por lo que le empezó a lanzar arañazos y patadas, sin preocuparse si le daba a su objetivo, lo importante era pelear, y liberarse.
Un aullido de dolor le dijo que había dado en el blanco, eso y el hecho de que Arad la empujara al suelo bruscamente. Galadwen sentía un dolor terrible en la espalda, pero lo ignoró, su objetivo principal era huir de ahí. Se giró, y con un poco de dificultad logró ponerse en pie, su intención era huir hacía el bosque, pero no alcanzó a avanzar mucho cuando sintió que Arad la agarraba de los cabellos y la tiraba de nuevo al suelo. Él se sentó arriba de su estomago y con las rodillas le apretó los brazos al cuerpo
- ¡Puta! ¡Eres una maldita perra! – Le gritaba, mientras la golpeaba en el rostro ferozmente. Sus manos ya se estaban llenando con la sangre de la chica, y ella aterrorizada y a un paso de la inconsciencia sólo atinaba a llorar y a moverse, para tratar de evitar los golpes.
De pronto Arad se detuvo. Miró a Galadwen, la nariz ensangrentada, el labio roto y los ojos hinchados de tanto llorar, y le comenzó a acariciar suavemente la mejilla y a darle besos en los labios. Sin quitarse de encima de ella, se corrió hacía atrás para poder levantarla y darle un abrazo
- ¿Por qué te amo tanto? ¿Por qué me haces hacerte esto? ¡Todo sería tan fácil si te olvidaras de lo imposible! ¡Si me amaras! – susurró Arad al oído de la joven y le comenzó a acariciar la espalda hasta que se topó con los broches mal cerrados del vestido, los termino de abrir y le dijo – pero no te preocupes, a pesar de lo que digas, haré que me ames...
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- … Y así, sin ningún inconveniente, hasta que llegamos a las orillas del río…
- ¡Pero como no se percataron antes de que los seguían! ¡Por Erú, son elfos!…
- ¡Lo sé! ¡Me lo he reprochado desde que llegamos aquí! – Exclamó Legolas, molesto. Se levanto del asiento y comenzó a pasearse mientras hablaba – pero íbamos relajados, ¡el viaje había sido perfecto! ¡y estabamos tan cerca de Rivendel!…
- ¿Y que paso cuando llegaron al río? ¿Por qué se detuvieron estando tan cerca?
- Gal deseaba cambiarse de ropa…
- ¿¡Qué!? ¿Cambiarse…?
- Si, recuerda que la habíamos disfrazado… para poder huir… y ella… ella no quería llegar en ese estado a Rivendel…
- No puedo creerlo… - susurró Elrond incapaz de comprender – pero… sus armas, supongo que viajaron con sus armas ¿dónde las tenían en ese momento?
- Las habíamos dejado junto con los caballos… no había necesidad de estar en guardia, ¡ya estabamos aquí! ¡ya habíamos llegado!…
- Cálmate, veamos… la chica, Galadwen, estaba en el bosque cambiándose, tu estabas con ella, por lo tanto, ninguno de los dos pudo haber visto a los que venían, pero ¿y Vorthôn? ¿Dónde estaba? ¿Cómo no los vio?
- Vorthôn estaba con los caballos…
- ¡Y las armas!…
- Si, y las armas… no sé muy bien lo que le pasó a él, o como fue que no se percato de que venían… con Gal ya veníamos de vuelta cuando lo escuchamos gritar… recién ahí vi a uno de los hombres, él que había herido a Vorthôn, y mas allá, a caballo, a Arad…
- Ya, y… ¿cómo perdiste a la chica? ¿no se supone que estabas con ella?…
- Si, pero al ver a Arad, ella no lo alcanzó a ver, la obligue a que volviera al bosque, le pase una daga y la obligue… ese fue otro de mis tantos errores… - suspiró Legolas, sentándose de nuevo – dejar a Gal sola en el bosque… y no pensar que podía haber otro hombre en el bosque…
- Ahí fue cuando perdiste a Galadwen…
- Así es, nunca imagine que el hombre al que maté era solo una distracción… esa era la idea. Herir a Vorthôn, hacer que yo fuera en su ayuda… dejar sola a Gal…
- ¿Cuando te diste cuenta que habías perdido a la chiquilla? ¿Por qué no fuiste en su ayuda?
- Acababa de matar al hombre que había atacado a Vorthôn, que de paso me hirió el hombro, pero fue la nada misma… me deshice del cadáver y me agache a ver a Vorthôn, me di cuenta que la herida no era peligrosa, pero si que lo dejaba inutilizado por el momento. Miré a mí alrededor para ver si alguien mas, se acercaba a atacar y me sorprendí al descubrir que Arad seguía en su lugar… o sea, no pensaba atacar… eso me confundió un poco… me levante y fue ahí cuando escuche a otro hombre gritar desde el bosque: 'la tengo, vámonos'… me horrorice… Arad… ese desgraciado… se dio vuelta y me sonrió triunfante, para después alejarse al galope… tomé… tome mi arco y le dispare, no sé que tan bien le di, pues aunque lo vi tambalearse un poco, mi tiro fue pésimo, mi hombro herido no me permitió hacerlo mejor… se alejo rápido, y mas allá se encontró con su compañero, que llevaba a Gal al hombro… pense en seguirlos, pero oí a Vorthôn quejarse… a los 5 minutos llego Arwen y me ayudo… eso fue todo…
- … No puedo evitar sentir cierto sentimiento de culpa, Legolas – confeso Elrond
- ¿¡Por qué!?
- Percibí el peligro en esa área, pero no mande a nadie a tiempo…
- ¡QUÉ! – Gritó Legolas - ¿lo sabías?
- No exactamente, tan solo sabía que habían problemas en esa parte del río, no de que tipo ni nada de eso, pero como ya tu sabes, en esos instantes el portador estaba llegando por la otra orilla, y estaba siendo perseguido por los Nazgûl… fue un problema de prioridades… al final, Arwen decidió ir… hubiese mandado a Glorfindel, pero él estaba ocupado con Frodo…
- … Lo comprendo – contestó Legolas lentamente, al oír a Elrond su rabia se había calmado…
- Supongo que ahora iras a buscarla…
- Supones bien, pero te tengo que pedir un par de favores…
- Si, claro ¿qué deseas?…
- Bueno, no le digas a Vorthôn, querrá ir conmigo y no lo permitiré…
- Esta bien, ¿y el otro?
- Me gustaría que Galadwen se quedará aquí… mientras yo viajo con la comunidad y el portador… se que es una edain… pero no puede volver a su hogar…
- … - Elrond nada respondió, suspiró. En realidad no estaba del todo cómodo con la idea, pero el sentimiento de culpa que tenía lo hizo decidirse… - claro, se puede quedar…
- Bien, muchas gracias, yo partiré enseguida. Los encontrare fácilmente, estoy seguro de eso…
- ¿Cómo que partirás enseguida? Tienes que organizar…
- Arwen ya arregló todo… volveré pronto…
Legolas salió rápidamente de la sala, dejando a Elrond pensativo…
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Hacía rato que los dos habían vuelto del río. Andoni estaba preocupado, durante la primera media hora la señorita se había dejado caer al suelo a la entrada de la cueva y no había parado de llorar desesperadamente, y Arad se paseaba por los alrededores. En la segunda media hora la señorita se había calmado bruscamente y parecía un fantasma, Arad, en cambio, seguía sin aparecer.
- ¿Señorita, desea comer algo? – Preguntó Andoni, al no obtener respuesta alguna se sentó frente a ella y le preguntó - ¿se encuentra bien?
Galadwen lo miró sin responder. Rodeo sus rodillas con los brazos y escondió la cabeza en ellas. Estuvo así un buen rato. Cuando levanto la cabeza, parecía otra a juicio de Andoni. Se le habían endurecido los rasgos a un gesto de permanente frialdad y sus ojos habían perdido su brillo bondadoso, para volverse fríos también
- Te ves terrible… - le comentó la joven, con la voz algo enronquecida de tanto llorar, pero ya sin el interés de la primera vez. Tan solo lo mencionó. Se sacudió las manos y le dijo – te curaré…
- Gracias, ¿qué paso señorita? ¿por qué tiene el labio hinchado? ¡y su nariz!
- Nada grave, tan solo Arad me aclaro algunas cosas – respondió irónicamente, e igual de fría. Comenzó a revisar la herida de Andoni y mientras lo hacía le preguntó - ¿cómo te hiciste eso?
- Fue usted… - contestó Andoni, y la miro de reojo para ver su reacción, la cual fue de absoluta indiferencia - ¿no lo recuerda?
- No…
- Ehhh, bien… - Andoni parecía incomodo. Por alguna razón desconocida le habían ordenado a Nasar y a él acompañar a Arad y ayudarlo a recuperar a la señorita. Los dos habían aceptado inmediatamente, pensaban que habían raptado a la joven, sí había que "recuperarla". Pero al llegar ahí… Nasar había muerto… y lo peor era que la señorita no quería ser rescatada… y ahora había llorado mucho. Andoni no estaba conforme. Se había involucrado en algo malo. Suspiró nervioso y siguió - Los veníamos persiguiendo desde hacía varías noches, pero solo al llegar al río les dimos alcance. Allí el joven Arad me ordenó seguir por el bosque, a buscarla. Él se fue con Nasar… yo, yo me aleje, pero no fui donde él me había ordenado inmediatamente… sino que me quede mirando un momento, quería saber que haría Nasar… él era mi hermano menor, señorita, yo debía cuidarlo. Cuando los vi alejarse a los dos junto pense que el señor Arad iría con él y me tranquilice, claro, no sabía que Arad lo mandaría solo a pelear… ¡tenía tan sólo 18 años, señorita! - Andoni carraspeó nervioso y acongojado, miró a Galadwen. A pesar de su indiferencia se le veía mas interesada – Perdóneme. Bueno, yo no lo vi morir, tan sólo vi como iba al encuentro de alguien. Un elfo que estaba de espaldas. Después, entré al bosque y la vi a usted. Me acerque y le toque el hombro. Se asustó mucho y comenzó a gritar y a patalear, yo le pedía que se calmara, pero no me oía, en ese momento fue cuando me hirió la frente con una daga que tenía en la mano y que no dejaba de mover. Como pude se la arrebate, pero me volvió a herir. Así que, usted tendrá que perdonarme pero la empuje y usted tropezó y cayó encima de un tronco caído, por suerte no era un tronco muy grueso, en ese momento temí que se hubiese dañado la espalda seriamente, pero tan sólo se aturdió, la cargue y le grite al señor Arad, tal como habíamos acordado, 'la tengo, vámonos'. Corrí por el linde del bosque hasta que oí el galope del señor Arad y me dio alcance. No vi a mi hermano por ninguna parte, pero supuse que después se nos uniría, al llegar acá me di cuenta de la verdad… eso fue todo, después de que llegamos, el señor Arad me vendó y me pidió que la vigilará, y se fue… al rato usted despertó…
- Lo lamento por tu hermano… - dijo Galadwen sin sentirlo mucho, pestañeó un par de veces y le preguntó - ¿Y los caballos? ¿Por qué no fueron todos a caballo?
- Ordenes. El caballo de Nasar y el mío están por acá, los lleve a un lugar más apto para ellos…
Se quedaron en silencio. La joven terminó de curar a Andoni y volvió a su mutismo. De vez en cuando se tocaba el labio y suspiraba. Al cabo de unos 15 minutos llegó Arad. Andoni se levantó, pero Arad no dijo nada, se paseó un par de veces frente a Galadwen que no se había movida de su posición. De pronto de detuvo y sonrió contento
- Partiremos al atardecer…
- Si señor – contestó Andoni. Se estaba acomodando la espada al cinto cuando de pronto cayo de bruces
- ¡Andoni! – Exclamó Arad. Agachándose. Sospechaba algo…
Galadwen pensó que Arad en era un ridículo, lo ignoro y se acercó sin interés a Andoni. Al verlo contuvo la respiración, tenía una flecha clavada en el corazón. Legolas estaba cerca. Palideció. De pronto tuvo una idea, y tomó la espada de Andoni…
- ¡Legolas!… - gritó, y mientras lo hacía pudo sentir la mirada de odio que le dedico Arad - ¡Legolas, Asómate! ¡Déjate ver! ¡O te juro que me corto el cuello!
Arad la miro asombrado ¿qué pretendía ahora? Verla con una espada rozándole el cuello era escalofriante. Lo mismo parecía pensar Legolas cuando se acercó, miró a Galadwen sin comprender. Y sin reconocerla…
- ¿¡Qué te paso en el rostro!? – Gritó Legolas - ¡fue este enfermo! Él te pegó ¿verdad?… ¡Lo mataré!
- ¡No! – Gritó ella, dejando caer la espada y tomando el arco de Andoni. Con algo de dificultad logro apuntar en dirección al elfo – ¡suelta ese arco! no le harás nada a Arad, Legolas…
- ¿Qué pasa, Gal? – Preguntó Legolas desconcertado - ¿por qué lo defiendes?
- Me iré con él, y tu no nos seguirás – respondió ella impasible, sin perder el aire de duro desinterés que había tenido en todo momento – Arad trae los caballos… ¡ya!
Arad no se hizo repetir la orden. No entendía a que estaba jugando Gal, pero sin duda lo beneficiaba mucho. Pronto estuvo de vuelta con los caballos
- Galadwen, por Erú… ¿qué esta pasando?… - Legolas se veía confundido y triste
- Nada… - respondió ella soltando la flecha
Legolas cayó al suelo.
- "Adiós, Legolas…" – pensó Galadwen. El corazón le dolía como nunca. Se dijo así misma que ella debía haber muerto, pero de inmediato se contradijo… viviría. viviría para él…
De un salto, la joven montó y se alejo al galope seguida por Arad.
- ¿Qué haremos ahora, Gal? – Preguntó Arad. No estaba muy tranquilo después de lo que había pasado. No sabía a que atenerse
- Nos iremos a casa. Nos casaremos y seremos felices hasta que la muerte nos separe…
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MWHAHAHAHAHAHAHAHAHA…
Me encanta hacer cosas que los demás ni se imaginan. Espero que no se hayan imaginado esto, por que de verdad que yo lo considero mas que original. De cualquier manera les aviso que este puede, o no puede, que sea el último capi, tengo otras cosillas escritas, pero a mí me gusta esto. Si quieren que suba eso, me lo dicen en sus lindos revius, y les juro que lo subo mas que rápido, el próximo sábado, pues ya lo tengo escrito. Eso, espero que les guste, espero sus revius, espero que la Vero de señales de vida ¬¬, y espero, como siempre, a Orlando Bloom en mi puerta pidiéndome que sea la madre de sus hijos.
Adieu!
Eärwen Holly!
