Capítulo 2:

Primer encuentro



Los días siguientes a la entrevista mantuvieron a Lorien bastante ocupada. Pasó mucho tiempo con Poppy, haciendo el inventario de la sala de suministros médicos y preparando el nuevo año escolar. La bruja era meticulosa y muy organizada, y Lorien estaba impresionada con el conocimiento que demostraba en lo concerniente a las artes curativas. Continuamente tejía increíbles e interesantes historias sobre los apuros en los que los alumnos de Hogwarts se habían encontrado, y Lorien se vio llena de ganas ante el desafío de cuidarlos ella ese año.

Para Lorien también era una oportunidad para pasar tiempo en los invernaderos y así familiarizarse con las casi infinitas variedades de hierbas, flores y plantas que crecían allí. La profesora Sprout le pareció un ser alegre y exigente. le gustaba intercambiar sugerencias sobre técnicas de cultivo con ella.

-¿Ya ha acabado de deshacer el equipaje? – le preguntó Sprout.

-Casi. La mayoría está guardado. Sólo tengo unas cuantas tonterías para poner. Aunque, parezca un poco raro.


-¿Y eso? – preguntó Sprout.

-Bueno, no traje todas mis cosas a Hogwarts ¡y tengo mucho espacio libre! Supongo que es mejor que si fuera pequeño – se rió Lorien.

-Tome. Esto la ayudará un poco – la profesora Sprout sacó de debajo del banco en el que estaban trabajando un pequeña y bonita maceta de cerámica y se la dio a Lorien.

-¡Muchísimas gracias! – Lorien observó las pobladas y serradas hojas de la extraña planta que contenía la maceta.

-Sé exactamente dónde ponerla. ¿Pero qué es? No estoy familiarizada con esta clase.

La profesora Sprout sonrió para sí misma, contenta de haber sido capaz de sorprender a la joven bruja. Sabía que Lorien era una amante de la tradición sobre las plantas y que sobresalía en herbología, y era divertido ver a la enfermera excitarse ante un nuevo descubrimiento.

-Se llama Planta de la Suerte – le explicó Sprout -. Trae buena suerte a todo aquel que vive en donde crece. Es pariente de la más mundana kalanchoe, pero su magia es más sutil y fuerte.

Lorien sonrió a la mujer.

-Me encanta. Eso fue muy dulce de su parte ser tan amable.

-¡Recuerda eso cuando la llame para que me ayude a transplantar la primera tanda de mandrágoras! - respondió Sprout con una malvada sonrisa.

Lorien pasó el tiempo intentando aprenderse los caminos de gran parte del castillo para poder arreglárselas y moverse bastante bien por ellos sin perderse tan a menudo. También se puso como objetivo aprovechar el tiempo antes de que el bullicio de estudiantes llegara para explorar la extensa biblioteca y vagar por los alrededores mientras el tiempo fuera bueno.

Las tardes de la semana antes al primer día de clase eran deprimentes. Lorien estaba sentada en la mesa del hospital, leyendo un pasaje sobre plantas del hogar en un grueso libro. Madame Pomfrey se sentó a su lado inquietándose sobre los detalles y haciendo una lista de cosas por hacer en el último minuto.

-¿Echará un ojo al suministro de Poción Pepper-Up? – en realidad no era una pregunta.

-Sí, Poppy.

-¿Y a los polvos para bajar la fiebre?

-Sí, Poppy.

-¿Y sabrá enviarme a una lechuza si tienes alguna pregunta?


-Poppy, por favor. Deje de inquietarse – Lorien la cogió de la mano -. Irá bien. Todo está listo. Yo estaré bien. Ahora sólo tiene que preocuparte por su hermana. Ella va a necesitar mucho más.

-Lo sé. No quería olvidarme de nada antes de irme mañana – dijo Pomfrey distraídamente.

-Probablemente debería acabar de hacer el equipaje, Poppy – dijo Lorien.

-Lo sé. Sólo hay una cosa más que quiero hacer – dijo la bruja.

-¿Qué es? A lo mejor puedo ayudarla. Así no tendrá que estar preocupada toda la noche sobre el equipaje.

-Quería asegurarme de que nos quedaban suministros del Elixir de Freloux fresco. Ya sabe que pierde su potencia cuando pasa un tiempo – respondió Poppy.

-Poppy, tiene que ir a hacer el equipaje. No se preocupe más de eso, yo me encargaré – le aseguró Lorien a la mujer de aspecto cansado.

-¿Está segura?

-No hay problema. Es una fórmula sencilla. Además, tengo mucho tiempo en los próximos días. Puedo hacerlo mañana.

Poppy parecía aliviada.

-Gracias, Lorien. Oh, eso me recuerda – dijo Pomfrey súbitamente, quitándose una fina cadena de oro del cuello y entregándosela a Lorien. Al final de la cadena había una pequeña y extraña llave.

-Esto abre los dos armarios de suministros de la escuela que guardan sustancias controladas. Uno es el blanco de mi despacho y el otro es uno grande de adornos lacados que hay en la habitación pequeña de suministros de la mazmorra.

-¿La mazmorra? Oh, el laboratorio de pociones – dijo Lorien, recordando lo que McGonagall le había dicho.

-Sí. Los contrahechizos para abrir la clase de Pociones y la habitación de suministros los cambia cada semana el profesor Snape y siempre los encontrarás en el cajón superior derecho de mi escritorio. Raramente los necesito, pero en caso de emergencia o que las medicinas se gasten puede encontrar más allí abajo.


-Es bueno saberlo. Ahora por favor, deje de preocuparse y vaya a prepararse para ir a ver a su hermana – dijo Lorien.

Se puso la cadena con la pequeña llave alrededor de su cuello.

A la mañana siguiente, Lorien se levantó temprano para despedir a Poppy. Después de abrazarla y de asegurarle que todo iría bien, Lorien la vio dar un paso atrás, echar una última mirada al castillo y desaparecer con sus maletas.

Después de que Pomfrey desapareciese, Lorien caminó de vuelta a la escuela. Las nubes de ayer fueron escasas y hoy el día prometía ser cálido y claro.

Cuando llegó al castillo, se dirigió a la enfermería y pasó media hora haciendo algunos pequeños ajustes a la manera en que las cosas estaban organizadas. Después de todo, si iba a pasar los siguientes meses trabajando allí, las cosas deberían estar de un modo en que ella las pudiese encontrar.

Finalmente, decidió que tenía hambre y se dirigió hacia el gran salón. Sentados en una mesa pequeña estaban Flitwick y McGonagall con una mujer a la que aún no había conocido. Tuvo una fugaz impresión de estar mirando a un gran insecto cuando miró las enormes gafas y las ropas coloridas

-Buenos días, Srta. Lorien – la llamó Filias Flitwick.

-Ah, sí. La enfermera. He previsto que mi camino se cruzaría con el suyo hoy – la mujer de las gafas sonando su voz de un modo ensoñador.

"Trelawney", su nombre amaneció en Lorien. Notó que McGonagall y Flitwick tenían una expresión extraña cuando ella se sentó a la mesa.

-¿De veras? – le dijo a la vidente -. Entonces usted debe ser la profesora Trelawney.

-Sybil – la mujer extendió una mano cubierta de anillos y pulseras. Lorien se presentó y estrechó la mano que le ofrecía.

-Querida – empezó Trelawney, cogiéndola por la muñeca -, qué interesante línea de la vida tiene usted – comenzó a estudiar su palma -. ¿Por qué no me deja que se la lea?

-Sybill, olvídelo. Deje a la pobre mujer desayunar – le regañó McGonagall.

-Perdóneme – dijo Trelawney soltándole la mano -. A menudo me dejo llevar cuando la Señal viene a mí. ¿Quizás más tarde podamos tener una lectura en condiciones?

-Eso sería, uhm, agradable – dijo Lorien con una rápida sonrisa. Le envió a McGonagall una agradecida mirada mientras Trelawney estaba ocupada con su taza de té. Por supuesto, Pomfrey y Sprout ya la habían informado sobre la excéntrica adivina.

-¿Cómo estaba Poppy cuando se marchó? - inquirió Minerva -. ¿Todo bien?

-Sí, pero sé que fue difícil para ella marcharse – respondió Lorien.

-Estará de vuelta tan pronto como nazcan los bebés. Está muy emocionada con los gemelos.

-Tendrán mucho trabajo – añadió Flitwick -. Estoy seguro que su hermana no puede esperar a que ella llegue.

Lorien se levantó de la mesa después de varios minutos más, llevándose una magdalena con ella.

-Si me disculpan – dijo -, tengo varias cosas que hacer así que será mejor que empiece ahora. Les veré más tarde.

Se encaminó hacia la enfermería, esperando empezar con la tarea que habían relegado en ella. Le había prometido a Poppy que prepararía un lote de Elixir de Freloux fresco (que se utilizaba para controlar el dolor y para sedar) y quería tenerlo listo.

Era una simple poción y Lorien conocía la fórmula muy bien, pero sabía que se consumía con el tiempo y le llevaría varias horas prepararlo.


Dispuso una caldera y comenzó a agrupar los ingredientes que necesitaba. Después de tenerlo todo encima de la mesa empezaría a trabajar, estudió lo que había cogido. Satisfecha de que lo tenía todo menos el último y más potente ingrediente, se dirigió al despacho.

Arrodillándose frente al pequeño armario blanco, Lorien se quitó la cadena del cuello. La extraña llave pareció vibrar levemente cuando la cerradura se abrió y volvió a colocarse la cadena alrededor del cuello.

Un momento después su frente se arrugó un poco. No había un amplio número de paquetes y viales en las estanterías, por lo que era fácil ver que no quedaban vainas de morfia entre ellos.

"Hmm. Poppy debía utilizar las últimas y se olvidó de volver a poner."

Se dio cuenta de que tendría que aventurarse a la habitación de suministros del laboratorio de pociones si quería tenerlo listo hoy.

Lorien se encaminó hacia la mazmorra.

La mazmorra de Hogwarts estaba tranquila durante el verano. Muy tranquila. Habían varios despachos para usar, y como los estudiantes aún no habían regresado, las clases y los dormitorios de Slytherin permanecían en silencio.

Lorien encontró que la temperatura del pasillo por el que caminaba era más baja que la de los pisos superiores. Sus suaves pisadas eran el único ruido que escuchaba mientras caminaba hasta llegar frente a la puerta de la clase de Pociones.

-Umbra – le habló a la puerta.

Hubo un suave clic y le puerta chirrió abriéndose una pulgada. Las antorchas de la pared de la clase parpadearon cuando ella entró y sintió el tenue olor que siempre persistía en la habitación. Reconoció algunos olores, otros no y de otros estaba segura de que no quería ni hacerlo.


Se detuvo un momento, mirando fijamente a su alrededor, deteniéndose en todo, desde las mesas de trabajo hasta la cabeza de gárgola apoyada en la enorme barreño de piedra de la esquina. A un lado de la clase había otra puerta.

"Ésa debe de ser la habitación de suministros."

Lorien atravesó la clase y se detuvo delante de la gran puerta de madera. También estaba cerrada.

-Caligo – pronunció el segundo contrahechizo.

Vislumbró el oscuro y lacado armario cuando las antorchas de la pequeña habitación chisporrotearon y se encendieron.

"Allí está."

Se sacó la cadena de debajo de la toga y la deslizó por encima de su cabeza. Otra vez advirtió la suave vibración que emitió cuando la llave giró en la cerradora y sintió el click. Volviendo a poner la llave bajo su toga tiró de la manilla de la puerta.

Nada.

Tiró con más fuerza.

Ningún movimiento.

"Creía que funcionaba."

Lorien se acercó para examinar la puerta del armario.

-¿¡QUÉ, si puedo preguntar, está usted haciendo!?

Lorien dio un salto de unos diez pies ante el sonido de aquella voz detrás de ella. Volviéndose se encontró a sí misma cara a cara ante el hombre de cabello negro que había hablado. Era más alto que ella y llevaba una túnica ébano que arrastraba por el suelo.

"Snape."

-Me ha asustado – rió tensamente.

-Obviamente – dijo él con desdén.

La tenue sonrisa desapareció de sus labios cuando él dio un paso hacia ella, sus negros ojos fijos en los de ella.

-¿Debo repetirme? – su voz era baja pero impaciente.

Lorien intentó recomponerse, su corazón aún palpitando por haber sido sobresaltada.

-Lo siento, aún no nos hemos presentado. Usted debe de ser el profesor Snape. Yo soy Lorien Desjardins, la nueva...

-Sé quién es, Srta. Desjardins. ¿Exactamente qué está haciendo en mi clase?

Los ojos de Snape continuaban fijos en los suyos.

"Poppy me advirtió."

-Se nos han acabado las vainas de morfia y Madame Pomfrey me informó que muchas de las sustancias controladas están también almacenadas aquí abajo.

Lorien balanceó la llave y la cadena.

-¿Y para qué las necesita?

La mirada de Snape nunca vaciló, pero caminó hasta pasarla y se detuvo ante el armario lacado.

Lorien estaba irritada, pero se negó a darlo a demostrar.

-Necesito hacer un lote de Elixir de Freloux fresco para tenerlo a mano en caso de que…

-¿Y por eso asalta mis reservas? – la interrumpió Snape de nuevo.

-Disculpe – Lorien hablaba lentamente para mantener la compostura -. Estaba siguiendo instrucciones de Madame Pomfrey y no fui advertida de que fueran suyas.

-Hmm. ¿Y supongo que usted va a intentar elaborarla por sí misma? – preguntó Snape, un matiz de sarcasmo se deslizó en su voz.

-Bueno, claro que sí. Es una fórmula sencilla – respondió Lorien.

-Soy consciente de ello – por su tono daba la impresión de que estaba siendo infinitamente paciente con ella -. ¿La ha hecho antes?

-Sí – asintió.

-¿Es consciente de que debe añadir la morfia al final y en pequeñas cantidades? – preguntó.

-Sí.

-Ya veo.

Snape rompió el contacto ocular y se giró hacia el armario. Aplicó un poco de presión a la puerta, dándole un pequeño empujón hacia adentro. Y entonces se abrió.

Se volvió hacia ella.

-Sra. Desjardins, en el futuro por favor hágame saber si hay algo que necesite antes de agotar mi almacén.

-Absolutamente – respondió Lorien amablemente.

-¿Será suficiente? – le preguntó.

Snape depositó una bolsita de terciopelo en su mano.

-Sí. Gracias, profesor – Lorien le dirigió una pequeña sonrisa.

Él simplemente asintió y Lorien sintió que debía marcharse. Se volvió y caminó con calma a través de la clase y del vestíbulo y no fue hasta que llegó al piso superior que pudo mostrar sus emociones.

"¡Fiu! Poppy no me preparó para esto."


Lorien se apoyó contra la pared del pasillo. Madame Pomfrey le había explicado que el profesor de Pociones era un "un poco serio".

"¡Se quedaba corta!"

Agitó su cabeza y finalmente ser rió del encuentro.

Con la bolsita de terciopelo en su mano se dirigió hacia el hospital para elaborar la poción.



Snape la observó marcharse.

Se dio cuenta cuando se iba que poseía el sentido de silenciosa confianza típico de aquellos versados en las Artes Curativas.

Se había dado cuenta de su medio largo cabello rubio y de la esbelta figura oculta bajo la toga hecha a medida que llevaba.

Había notado los pendientes que llevaba, pequeños pájaros de presa dorados.

Sobre todo, se había dado cuenta de que la actual enfermera de Hogwarts estaba dispuesta a elaborar sus propias pociones.

"Con el tiempo", se burló Snape para sí mismo.

Cerró el armario y después la puerta, pronunciando el hechizo para cerrarla.

Sus pensamientos regresaron al poco rato a su encuentro con aquella mujer.

"Interesante."

La sacó de su cabeza y volvió a sus otros asuntos.


Nota de la autora:

Sobre los contrahechizos... Umbra – sombra; Caligo – oscurecerse.