Capítulo 6:
Confesiones de luna llena
Lorien se apoyó contra la puerta. Estaba sorprendida de lo protectiva que se
sentía con Remus. Era incapaz de hacer algo para detener aquello y eso la
frustraba.
-¿Lorien?
Podía decir que él estaba cerca al otro lado de la puerta.
-Estoy aquí – dijo, hablando cerca de su lado de la puerta.
-Prométame que no abrirá la puerta, pase lo que pase – dijo.
-Lo prometo. ¿Falta mucho?
-Poco, pero no todavía – fue la respuesta.
-Oh.
-¿Lorien? – dijo de nuevo -. Gracias.
-No hay de qué – respondió ella.
Hizo una pausa y luego dijo:
-Es usted una ayuda.
-Me alegro – dijo ella suavemente.
Súbitamente, Remus se encontró a sí mismo contándole lo mucho que ayudaba no hacer aquello solo, el tiempo que había pasado desde que tenía amigos que lo rodeaban entendiéndole y aceptando la maldición de su transformación. Habló de lo frustrante que era ser un paria, siempre observado con sospecha cuando la gente descubría la verdad sobre él.
-Como si tuviera alguna elección – la voz de Lorien era calmada pero habían lágrimas en sus ojos. Se incrementaron en silencio-. ¿Remus?
-¿Remus? – repitió.
-Estoy aquí – respondió él finalmente.
-Va a ir bien – le dijo -. Lo entiendo mejor de lo que cree. Quiero explicarle
algo.
-¿Qué? – parecía curioso.
-¿Sabe qué son los Nemorosi? – le preguntó.
-Eso creo.
Lorien se lo explicó:
-Los Nemorosi son un grupo de brujas y magos que se dedican a practicar el arte la magia sin varita. Ellos creen que la habilidad mágica se encuentra únicamente en el interior del individuo y el poder que el individuo posee deriva del mundo natural que nos rodea. La filosofía Nemorosi dicta que cuanto más fuerte sea el enlace con la naturaleza y la comprensión de sus propias capacidades mentales, más fuerte será la bruja o el mago.
-Ya veo – dijo Remus desde el otro lado.
-Varios de los magos más poderosos han sido Nemorosi o, al menos, han estudiado la filosofía Nemorosi. Encuentro una desgracia que muchas personas no acepten como mínimo los conceptos como válidos, y algunos tratan a los Nemorosi con desprecio. Creo que la mitad de los magos piensan en nosotros como en un grupo de chiflados abraza-árboles inofensivos – se rió un poco.
-¿Es usted una Nemorosi? – preguntó él, algo sorprendido.
-Sí, ¿cree que soy una chiflada? – ella se reía, aunque no estaba segura de cómo reaccionaría Remus.
-Me hizo desaparecer la migraña sin una varita o poción – observó.
-Sí – dijo ella.
-¿Magia Nemorosi? – preguntó.
-Sí. Creo que se combina bien con la práctica médica tradicional. Una no es
necesariamente mejor que la otra. Es cuestión de encontrar el equilibrio
correcto – Lorien advirtió que hablaba igual que su tutor, Perth Taber.
-¿Lorien? – la voz de Lupin sonaba cansada.
-¿Sí? – respondió.
-Si puede hacerme desaparecer el dolor de cabeza que voy a tener mañana, me pondré a abrazar a cualquier árbol que usted quieras.
Lorien apoyó su frente contra la puerta y sonrió.
Un gemido vino del otro lado de la puerta.
-¿Remus? – levantó la cabeza.
No hubo respuesta. Silencio.
-¿Remus? – repitió.
Más gemidos, más altos, más intensos. Remus dejó ir un grito agudo.
-¡Remus! – Lorien se estaba poniendo frenética.
Más gritos. Un estrépito.
-¡Por las barbas de Merlín! ¡Remus! – se apretó contra la puerta,
luchando contra la urgencia de abrirla.
Un largo aullido.
Otro largo aullido.
Silencio.
-¿Remus? – preguntó tentativamente.
Dio un salto ante el largo y desgarrador alarido que destrozó la calma.
Había pasado. Podía oír al lobo moviéndose por la habitación. Los arañazos cuando se acercaba a la puerta. Lo escuchó aspirar cuando olfateaba su aroma por debajo de la puerta.
-Acabará en unas horas – dijo suavemente -. Te dejaré descansar un poco.
Lorien se volvió para marcharse.
Un pequeño gimoteo.
Se dio la vuelta.
-Está bien. Me quedaré.
No hubo respuesta, pero Lorien se sentó en el suelo con la espalda contra la puerta. Apoyó la cabeza y cerró los ojos.
-Me quedaré aquí, Remus.
Sintió la puerta temblar un poco cuando el gran lobo se tumbó
detrás de ella con un suspiro.
Los primeros rayos de luz se introdujeron por las ventanas del final del
vestíbulo. Lentamente, atravesaron el suelo a la vez que el sol se disponía a
hacer su jornada del día.
Lorien se movió cuando la luz la alcanzó y miró hacia el vestíbulo. Todo estaba en calma.
Rígidamente, se levantó de donde se había quedado dormida, apoyándose contra la puerta detrás de ella.
"Ya debe haber acabado."
Al principio vio que la puerta se movía con dificultad, como si se hubiera hecho mucho más pesada durante l anoche, pero cuando pudo abrirla lo suficiente para entrar dentro se dio cuenta de por qué. Remus estaba acurrucado en el suelo, dormido con la espalda presionada contra la puerta.
Lorien se abrió paso a través de la estrecha obertura y se arrodilló a su lado.
Su
respiración era levemente andrajosa y estaba muy pálido. Se inclinó y puso sus
dedos en su garganta.
Un fuerte y estable pulso se encontró con sus yemas.
Sus ojos se abrieron ante el contacto y gimió. Le llevó un minuto centrarse en
dónde estaba y después en ella.
-Hola – dijo débilmente.
-Hola – respondió ella con suavidad -. ¿Cómo está tu cabeza?
-No muy bien. Parece que tu magia ha dejado de funcionar.
-Déjame ver qué podemos hacer.
Lo ayudó a ponerse de rodillas y entonces a levantarse, él se apoyó pesadamente en ella mientras lo guiaba hasta la cama. Lo ayudó a sentarse en el borde y entonces fue a por agua. Remus tomó agradecidamente el vaso que le traía y lo vació.
-Gracias – dijo.
-¿Listo? – preguntó ella.
-Sí – su voz sonó exhausta.
-Cierra los ojos y relájate.
Se acercó y puso sus manos sobre sus sienes.
Él advirtió la cálida sensación que irradiaba de sus dedos y sintió el dolor
retroceder más y más.
-Esto está mucho me…
-Shh – le cortó.
Quitando las manos de sus sienes puso una en su frente y la otra
en la base de su cráneo. Sintió que presionaba sus dedos firmemente en cada
rincón de su cuello y entonces los condujo lentamente hacia sus hombros. La
rigidez en su cuello fue reemplazada por la ahora familiar calidez curativa.
-Ahora – dijo apartando sus manos – debes descansar.
Él abrió los ojos y la miró.
-Lorien… Gracias.
-No hay de qué. Ahora duerme – estaba sonriendo aunque insistía -. Volveré más tarde, pero de momento tengo que ir a preparar la clase.
-Está bien.
Se volvió para marcharse.
-¿Lorien?
-¿Sí? – se giró.
-Me alegra que me dijeses lo que dijiste anoche. Me hace sentir que confías en mí – dijo Remus.
-Lo hago. Tú también compartiste mucho conmigo – respondió Lorien.
-Sí, pero tuviste más de una elección. Pudiste elegir no decir
nada – apuntó Remus.
-No tengo que ocultar nada, Remus. Es como yo soy – dijo.
-Me gustaría saber más de ti, Lorien – dijo sin apartar la mirada.
Lorien sonrió y él se dio cuenta de que estaba colorada cuando se marchaba.
-Descansa. Te veré más tarde.
-De acuerdo – respondió con una sonrisa débil.
Dejó caer su cabeza en la almohada después de que ella hubiera
cerrado la puerta, sonriendo para sí mismo.
Lorien regresó a su propia habitación para prepararse para el resto del día.
Intentó repasar los temas que necesitaba para cubrir las clases, pero su mente
no dejaba de volver a la anterior noche.
"¿Por qué le conté tanto? Supongo que fue porque quería que lo escuchase de mí.
Se dio cuenta entonces, cuando pensó sobre ellos, de que eran amigos.
Lo conocía de apenas dos
semanas, pero ya confiaba en él y sabía que se había forjado una conexión entre
ellos.
Se dirigió hacia el aula de su primera clase del día.
-¿Qué? – preguntó Ron, caminando con Harry y Hermione hacia la última clase.
-He dicho que creo que tenemos un problema con Defensa Contra las Artes Oscuras esta tarde – repitió Hermione.
-¿Por qué?
-Porque anoche hubo luna llena.
-¿Y que pasa con la luna llena… ¡Oh no! – Ron se dio cuenta de lo que se refería.
Harry estaba pálido.
-Lo que significa que Remus no dará clases hoy. Y eso quiere decir que…
-Snape – gimió Ron.
-Ugh – se unió Harry.
-Es una situación sin ganadores – protestó Hermione -. Si hacemos campana, Snape nos quitará puntos, y si vamos a clase seguramente encuentra alguna razón para quitarnos puntos también.
-Acabemos con esto – gimió Harry.
Los tres amigos entraron al aula y ocuparon sus asientos.
-¡Mira! – susurró Ron -. Echa un vistazo a Malfoy.
Harry se volvió para ver a los estudiantes de Slytherin alrededor del aula.
Draco Malfoy y compañía parecían más engreídos de lo normal.
-Se muere de ganas de que Snape se abalance sobre Gryffindor –
Ron parecía triste cuando la puesta se abrió.
-Buenas tardes – saludó Lorien a la clase.
Ron sonrió de oreja a oreja a Harry.
-¡Estamos salvados! – susurró feliz.
Al cruzar el aula, la sonrisa de Draco se había descompuesto.
-Estoy segura de que todos habréis advertido que el profesor Lupin no está. Puedo aseguraros que se encuentra bien y que volverá a dar clases mañana. Mientras tanto, yo le sustituiré esta tarde.
-¡Genial!
Malfoy se reclinó en su silla, cruzando los brazos sobre el pecho. Estuvo haciendo un mohín durante gran parte de la clase, durante la cual Lorien explicó parte de la historia sobre la leyenda del vampiro.
-El profesor Lupin seguirá donde lo hemos dejado en la siguiente clase. Por favor, aseguraros de leer las primeras veinte páginas sobre los vampiros para entonces.
Harry y Hermione pasaron por delante de Malfoy, Crabble y Goyle al dejar el aula.
-¡Fue una clase estupenda! ¿No crees? – dio Harry en voz alta.
-¡Estupenda! Absolutamente fenomenal – corroboró Ron en alto, lanzándoles una angelical sonrisa a los de Slytherin.
-Una clase fascinante ¿verdad, Draco? – Hermione se rió cuando les pasaron por delante.
Él se burló de ella.
-¿Y qué? Tú te crees que ellos son fascinantes, sangre sucia sabelotodo.
-Señor Malfoy, ¿puedo hablar con usted un momento?
Por la expresión severa de la cara de Lorien era de suponer que había estado escuchando.
Harry, Ron y Herminone salieron del aula riéndose.
-¡Qué clase tan genial! – repitió Ron mientras se dirigían hacia el vestíbulo juntos.
-Señor Malfoy, espero no volver a escucharle repetir lo que he le he escuchado decir ahora mismo. Tanto en la clase como en la enfermería. Espero que no hable así delante de los chicos de Slytherin más jóvenes. Debe dar un mejor ejemplo. Me temo que tendré que descontarle 5 puntos a Slytherin.
-¿Qué? Usted no puede hacer eso. ¡No es profesora! – Drago la miró incrédulamente.
-Estoy actuando en nombre del profesor Lupin y puedo descontarle
puntos como estime necesario. Si cree que estoy siendo injusta, tenga presente
que el profesor Lupin sin lugar a dudas le hubiera descontado 5 puntos por su
comentario, mientras que si fuera yo le hubiera descontado 10.
La amargada expresión volvió cuando Draco dio la vuelta y salió de la clase.
Durante la cena, Ron y Harry les explicaron a Fred y a George lo que había ocurrido en Defensa.
-¿Y es buena como profesora? – preguntó Fred.
-No es mala, pero lo mejor de todo es que le quitó puntos a Slytherin – dijo Ron.
-¿De veras? – preguntó George.
-Sí, por Malfoy – intervino Harry.
-¿Por qué se los quitó? – preguntó George.
Ron estaba sonriendo abiertamente.
-Llamó a Hermione sangre sucia. Slytherin tiene 5 menos.
-Estupendo – dijeron Fred y George a la vez.
Después de cenar Hermione fue a la biblioteca, y Harry siguió a Ron de vuelta a la torre de Gryffindor. Cuando llegaron al dormitorio, Harry encontró una lechuza esperándole.
-Qué raro – dijo Harry -. No se suele recibir correr después de cenar – cogió la carta del enorme pájaro y la abrió.
-¿Qué es? – preguntó ron cuando vio que la cara de Harry resplandecía.
Harry le miró y le alargó la carta.
Querido Harry,
Espero que todo te vaya bien. Las cosas me están yendo bien aquí. Recibí una lechuza de Lupin diciendo que volvía a Hogwarts. Me hizo sentir mejor saber que está allí contigo. Envíame una lechuza informándome que fin de semana será la primera salida a Hogsmeade. Creo que a Snuffles le gustaría hacer una visita.
Sirius.
Harry y Ron se sonrieron el uno al otro. No podían esperar a
contárselo a Hermione.
Lorien llevaba una bandeja de comida con ella cuando fue a visitar a Remus
después de cenar.
-Adelante – respondió él cuando ella tocó.
Notó, al entrar, que parecía un poco cansado pero no mucho.
-Hola.
-Hola. ¿Tienes
hambre? – le preguntó Lorien.
-Un poco. ¿Cómo fueron las clases? – preguntó Remus con curiosidad.
-Bien – contestó ella.
-Eso es bueno – estaba aliviado de que todo aparentemente hubiera ido bien.
-Sería mejor que comieras algo – dijo.
-Lo haré dentro de un rato. Lo que realmente necesito es algo de aire fresco
después de haber estado encerrado todo el día.
-¿Quieres que vayamos a pasear afuera? – le ofreció Lorien.
-No. Tengo una idea mejor. Ven conmigo – la tomó por el codo y la guió hasta la puerta.
-¿A dónde vamos?
Él sonrió maliciosamente.
-Ya lo verás.
Le siguió por varios pasillos, y después por un largo tramo de escaleras hasta una gran puerta de madera. Sintió una fuerte brisa cuando él abrió la puerta y le hizo señas para que le siguiera.
Estaban en la torre de astronomía.
No había muchas estrellas visibles todavía en el crepúsculo, pero la luna menguante se alzaba en el horizonte.
Remus se detuvo ante la pared que rodeaba el perímetro de la torre y la miró
fijamente.
Lorien se movió para acercarse él cuando habló:
-Sabes, hace ya mucho tiempo desde la última vez que vi la luna llena. Quiero decir así – se señaló a sí mismo.
-¿Cuántos años tenías cuando ocurrió?
-Unos ocho – le explicó la historia, hablando en con una voz suave mientras la brisa removía sus cabellos de un lado a otro.
-Remus… Yo… Lo siento – Lorien el tocó el hombro delicadamente.
-No tienes que sentirle por mí – se preocupó de que ella pudiera sentir lástima por él.
-No es eso. Sólo es que es triste que algo tan difícil haya pasado en tu vida.
-Ya. También me han pasado cosas buenas – Remus sonreía -. Especialmente más
tarde.
-¿Sí? ¿Cómo qué? – Lorien le estaba tomando el pelo y él fue muy consciente de
la mano que descansaba en su muñeca.
-Como volver a Hogwarts. Ser capaz de volver a enseñar otra vez…
conocerte… - se detuvo mirándola.
Ella no dejaba de mirarle y Remus sintió una agitación llenándole tanto como si
pudiese aprovechar esa oportunidad o no.
¿Y si ella le
disgustaba? No quería asustarla.
"Bien, Lupin. ¿Dónde está ese coraje de Gryffindor?"
Se decidió.
-Lorien – dijo su nombre suavemente mientras daba un paso más cerca. Cuando estuvo frente a ella le acarició ligeramente la mejilla, y deslizó su mano bajo su cabello para acercar su rostro. Lorien no se resistió y sintió que le asía del brazo con firmeza.
Se inclinó, con sus ojos grises fijos en los de ella. Su mirada fue hacia sus labios atrayéndola.
Bang.
Los dos dieron un salto cuando la gran puerta de madera se abrió de golpe y una docena o más de estudiantes gritando entraron en la torre.
Remus balanceó los ojos de una exagerada manera al empujarle Lorien y detenerse discretamente varios pies más lejos.
La profesora Sinistra seguía a su clase.
Lorien le envió a Remus una tímida sonrisa y emprendió su camino a través de los excitados estudiantes hacia la escalera.
-Buenas tardes – la saludó Sinistra.
-Hola.
Sinistra observó fijamente a la bruja retirarse bajando las escaleras y luego miró a Lupin.
-Buenas tardes, profesor Lupin – una sonrisa ladina cruzó su rostro -. Disfrutando de la noche ¿no?
-Ya me marchaba – le sonrió él al pasar delante de ella.
No había rastro de Lorien. Al principio estaba decepcionado, pero de repente se dio cuenta de lo que casi había pasado. Remus saltó alegremente el resto de los escalones.
Notas de la traductora:
¿Os habéis fijado en el cambio de trato entre Lorien y Remus? Me pareció que era necesario que justo en ese momento dejasen de tratarse de usted para pasar a tutearse ^_~ En inglés ya sabéis que el you de usted es el mismo que el you de tú... ^^UU
