Capítulo 8:
Visitas sorpresa
Lorien esperaba con ganas
el fin de semana. Remus estaba ocupado con las clases y se alegraría de que
tuviese un poco de tiempo libre para poder pasarlo juntos. Estuvo pensando en la
conversación con él la otra noche, y fue sólo cuando la gran lechuza encima de
su escritorio le pellizcó amablemente en el dedo cuando se dio cuenta del pájaro
y la carta.
Era de Poppy. Como era normal, contenía varios recordatorios y sugerencias, pero esta vez también había una fotografía. Dos pequeños bebés pataleaban ante ella.
Anotó mentalmente enseñarle la fotografía a McGonagall y Sprout en la cena.
Se volvió para actualizar algunos expedientes médicos cuando el segundo pájaro entró en su habitación. No era una lechuza.
-Fawkes – saludó al llamativo pájaro -. ¿Qué puedo hacer por ti?
El fénix alzó su pata y deposito una pequeña nota en su mano.
La abrió y frunció en entrecejo un poco.
-¿Quiere que vaya ahora?
El pájaro la observó con unos brillantes ojos.
-De acuerdo.
Se levantó y fue a ver al director.
-Adelante – escuchó responder al director a su llamada en la puerta.
Lorien entró.
-Lorien, querida.
¿Cómo estás?
-Bien, gracias. ¿Quería verme, director?
-Sí. Parece que tienes una visita – sus ojos azules centellearon.
Lorien se giró para ver mirar detrás de ella y sus ojos se abrieron al ver la simple túnica verde y el cabello gris acero.
-Sylvani Ator - inclinó la cabeza en señal de respeto hacia su mentor -. ¡Qué
gran sorpresa!
Perth Taber sonrió a su antigua aprendiz.
-Sylvanesti – bajó la cabeza en reconocimiento -. Ven aquí.
La abrazó cálidamente como un padre abrazaría a su hija.
-¿Estás bien? – le preguntó.
-Lo estoy.
-¿Se está comportando? – Taber la dejó ir y se volvió hacia el director.
-Por ahora – los dos ancianos estaban bromeando.
-¿Qué le trae hasta aquí? ¿No me estará vigilando, no? – le preguntó Lorien a su mentor.
-Puede que un poco. El profesor Dumbledore y yo tenemos asuntos de negocio – la contemplaba con pacientes ojos castaños.
Lorien sabía que sería rudo preguntar, así que no lo hizo. Su antiguo maestro se lo explicaría más tarde si creía que debía saberlo.
-¿Estás libre ahora?
-Sí.
-Bien. Tu director y yo hemos acabado, creo, y pienso que
podríamos ir a dar un paseo antes de que me vaya.
Ella accedió.
-¿Nos disculpas?
El brujo Nemorosi se inclinó levemente ante el mago de pelo blanco.
-Por su puesto. Gracias por venir – Dumbledore se levantó y le devolvió una pequeña reverencia.
Perth Taber caminaba con Lorien por las afueras. El aire era fresco y sugería el frío que estaba por venir.
-Así que, dime, Sylvanesti, ¿verdaderamente las cosas van bien?
-Sí, nunca fueron mejor – respondió Lorien.
-¿De verdad? – preguntó.
-Sí – ella asintió y sonrió.
El la interrogó más.
-¿Disfrutas de tu trabajo aquí?
-Sí. Me divierto con los alumnos mucho – respondió ella.
-Sí.
-¿Y los profesores?
-Son maravillosos. Son un grupo de brujos con mucho talento. Tengo mucha suerte de estar trabando junto a ellos – le explicó.
Parecía contento con sus respuestas.
-Bien. Aunque hay algo más ¿no es así?
Sus ojos castaños se clavaron en ella.
-¿Alguien? – realmente no era una pregunta.
Lorien sonrió. Él la conocía muy bien.
-Quizás.
-Ya veo – dijo suavemente, pero decidió no entrometerse en ese asunto.
El anciano brujo se detuvo en el césped a una considerada distancia del castillo.
-No me has preguntado por qué estoy aquí – dijo mirando a Lorien de lado.
-Me lo explicará si necesito saberlo – respondió pacientemente.
El mago Nemorosi se rió.
-Te lo explicaré.
-¡Gracias a Dios! No podría soportarlo si me decía que no.
Los dos se rieron.
Taber se puso serio después de un momento y la miró con decisión.
-Es sobre Voldemort – comenzó.
-¿Voldemort? ¿Qué ha dicho el director? – Lorien estaba sorprendida.
-Preguntó si los Nemorosi se unirían a él contra Voldemort cuando llegase el
momento – explicó Taber.
-Ya veo.
¿Y que le dijo usted?
-Él sabe que debo consultarlo con los demás Ancianos, pero le aseguré que era
muy probable que lo hiciéramos – dijo Taber.
-¿De verdad? Los Nemorosi siempre han intentado permanecer neutrales ¿no?
-Siempre hemos intentado mantener la balanza, Sylvanesti. Normalmente, esto se consigue mejor cuando permanecemos fuera del camino. Esta vez la balanza se ha desplazado demasiado. Es nuestro deber ayudar a que vuelva el dominio del equilibrio – Taber estaba muy serio -. ¿Qué es lo que tú piensas?
Lorien reflesionó su respuesta cuidadosamente.
-Creo que es una elección sabia.
-¿Te unirías al director? Bien. Les explicaré a los Ancianos también esto.
El mago de cabello gris la miró más cercanamente.
-Debo partir pronto, pero hay algo más que querría preguntarte.
Lorien alzó una ceja.
-¿No has resuelto tu conflicto todavía, Sylvanesti? – la miró fijamente.
-Estoy indecisa en un asunto – respondió ella.
-Ya veo. No hay prisa. Decidirás lo que es mejor para ti cuando llegue el momento. ¿Quizás mientras estés aquí? – señaló el castillo.
-Quizás – dijo ella con tranquilidad.
-Debo partir. Por favor, dirígele mis agradecimientos a Albus. Te veré pronto, espero – dijo.
-Doth artou, Sylvani Ator – Lorien inclinó la cabeza.
-Doth artou, Sylvanesti – él se inclinó levemente en respuesta.
Lorien lo vio caminar hacia el borde de la explanada de la escuela y entonces desapareció.
Snape había visto a Lorien salir del despacho de Dumbledore cogida del brazo de un mago anciano, bajando hacia el vestíbulo.
Le preocupó que el hombre de la túnica verde le pareciera tan familiar pero no podía ponerle nombre a su cara. La maestra en Artes Curativas obviamente conocía al hombre bien ¿pero por qué?
Se maldijo a sí mismo cuando la respuesta que buscaba no vino a su mente.
Bueno, vendría finalmente.
Remus se reunió con ella en su despacho después de cenar.
-Hola – estaba contento y se sentó en la silla al lado de ella.
-Hola – parecía distraída.
-¿Todo va bien? – le preguntó.
-¿Umm? Oh, sí – se despejó y se volvió para mirar al profesor de Defensa -. ¿Qué tal tus clases?
-Bien – le sonrió -. ¿Cómo te fue el día, querida? – sonrío tomándole el pelo.
-Bien. Bueno, interesante – dijo Lorien.
-¿Interesante? –
preguntó.
-Te lo explicaré enseguida.
Necesito comprobar algo primero – Lorien estaba seria.
-¿Qué es? – Remus tuvo miedo de que algo fuera mal.
-Esto - Lorien se levantó, se inclinó y le besó en la boca.
Remus se había quedado sin aire cuando ella se separó.
-¿Y bien?
-Todavía no me importa – le sonreía abiertamente ahora.
-¿Es eso lo mejor que puedo sacarte? ¿Sólo "no me importa"? – intentó mostrarse dolido pero no pudo evitar reírse.
-Creo que me gusta – dijo de un modo titubeante para hacerle una broma.
-¿No estás segura? – con una maliciosa sonrisa.
-No.
-Déjame ayudarte a que te decidas – la cogió y la atrajo hacia su
regazo. Lorien dejó escapar un pequeño grito y se rió. Las risas rápidamente
amainaron cuando presionó su boca contra la suya y la besó profundamente.
-De… Definitivamente… me gusta – dijo, casi sin respiración, cuando él se
apartó. Lo miró con travesura-. Definitivamente me gustas.
-¿De verdad? – estaba serio.
-Sí.
-¿En serio? –
Remus se inclinaba hacia ella otra vez.
Ella le respondió con ternura.
-Sí.
Estaba a punto de besarla otra vez cuando escucharon la puerta de la enfermería abrirse fuera del despacho cerrado. Lorien recobró la compostura levantándose. Podía ser un alumno.
-Eso es definitivamente lo que estaba buscando – habló un poco más alto de lo normal -. Muchas gracias por su ayuda, profesor Lupin.
Él le guió un ojo antes de salir del despacho.
-Me alegro de haber ayudado. Por favor, hágame saber si puedo serle de más ayuda, Srta. Lorien... – se interrumpió cuando sus ojos se toparon con el director, el cual estaba obviamente disfrutando. A Remus se le puso la cara roja.
-Buenas tardes, Remus. Ya entendí que Lorien está en su despacho – sonrió al joven brujo.
Remus sólo fue capaz de asentir.
La cara colorada de Lorien apareció en el tramo de la puerta.
-Ah, buenas tardes,
Lorien. ¿Puedo
robarte un poco de tu tiempo? ¿Ya has acabado de ayudarla, profesor Remus¿
Remus hizo otro asentimiento, Dumbledore se acercó a él y puso una mano sobre el
hombro del joven.
-¿Le ha pedido que vaya a tomar un té con usted?
Los ojos azules centellearon cuando la cara del hombre lobo se puso aún más roja.
-No seas tímido, hijo – Dumbledore hablaba en un susurro conspirativo -. Creo que le gustas.
Lorien fue a buscar a Remus después de que Dumbledore se
marchara. El director había ido a hablarle sobre su visita con Perth Taber y
ella le aseguró que parecía que los Nemorosi le apoyarían contra Voldemort.
-Yo lo haré. Creo casi con certeza que Perth convencerá a los Ancianos que
muestren pequeños problemas de que esto es lo correcto – le había informado
Lorien.
Se detuvo, una vez más, en su puerta.
Llamó.
-Adelante – dijo la voz de Remus.
Estaba sentado en su escritorio con una pila de pergaminos delante de él y se puso en pie cuando ella entró.
-Lorien, siento lo de…
-¿El qué? No sabíamos que Dumbledore estuviera allí. Además, obviamente lo encontró todo muy divertido – a ella también le divertía ahora.
-Supongo. Ha estado tratando de emparejarme contigo desde el momento en que puse un pie en Hogwarts – le explicó.
-¡No! – dijo ella
incrédulamente.
Remus alzó su mano derecha.
-Lo juro.
Lorien se rió ante la idea de Dumbledore haciendo de celestina.
-Sabes, él no es la única persona que nos está espiando. Tuve un encuentro con la profesora Sinistra después de que nos encontrara.
Lorien le contó su conversación con Sinistra y su posterior colisión con Snape.
-¿Está bien? – preguntó Remus, sonando preocupado.
-Sí. Snape me trajo a la enfermería y examinó mi tobillo para ver...
-Espera. ¿Snape te ayudó? – preguntó Remus.
Lorien asintió.
Remus arrugó la nariz.
-¿Quieres decir que te tocó en el tobillo?
Lorien percibió una extraña nota en la voz de Lupin.
-Sí. Me dolía mucho para hacerlo yo misma hasta después de que él me diera la poción – le explicó.
-¿Qué poción?
Lorien balanceó sus ojos.
-La poción para el dolor. La tengo en la enfermería.
-Oh.
Lorien sabía que Remus albergaba inquietudes sobre Snape, así que le describió en incidente siendo un poco sobreprotectora. Decidió no mencionarle la apuesta sobre el partido de Quidditch, no obstante, y cambió de tema.
Se sentó con él durante un rato, relatándole su conversación con Perth Taber.
-Espero sinceramente que se unan a nosotros – dijo Remus.
-Estoy segura de que lo harán – dijo Lorien con tranquilidad.
-¿Lorien, qué más hay?
Remus la rodeó con sus brazos al sentir que había algo más que la preocupaba. Cuando ella le miró había lágrimas en sus ojos.
-¿Es algo que dije? - le preguntó.
Ella negó con la cabeza.
-No. Es algo de lo que Perth y yo hablemos.
Remus la atrajo hacia él y la abrazó.
-¿Quieres hablar sobre ello?
Asintió.
-Ven aquí – Remus la condujo hacia un pequeño sofá e hizo que se sentara delicadamente a su lado. Esperó a que hablara.
Ella dejó ir un profundo suspiro y lo soltó.
-Ya sabes lo que te he contado sobre los Nemorosi. Pero hay otras cosas que no te he dicho – empezó -. Estoy segura de que sabes lo que es un animago, y estoy segura de que te has dado cuenta de que hay un claro número fuera de aquí que no están registrados.
Remus asintió, sonriendo con gravedad para sí mismo.
"Sé de unos cuantos", pensó.
-Algunos Nemorosi tienen la capacidad de ser animagos. Es bastante obvio,
supongo, cuando piensas en nuestros lazos con la naturaleza – dijo Lorien.
Remus la interrogó:
-Lorien, ¿tú eres...
-No... Ehm... Sí... eso es...
Sintió que su brazo resbalaba por sus hombros y respiró hondamente otra vez.
-Creo que tengo la habilidad, pero nunca he completado la transformación.
-Bueno, es un tipo de transformación muy difícil después de todo – Remus pensó que estaba siendo muy comprensivo -. Lleva años que alguien…
-No, Remus. Me has malentendido. Yo creo que puedo completar la transformación. Es sólo que he escogido no hacerlo.
Remus empezaba a sentir una sensación extraña.
-¿Por qué no?
Lorien habló con un poco de vacilación.
-Hay una vieja leyenda que dice que un día una gran Serpiente con poder Nemorosi será la perdición del estilo de vida de los Nemorosi.
-¿Qué tiene que ver eso con tu transformación? – quiso él saber.
-Tú estás familiarizado con las transformaciones de animagos, ¿sabes que algunos de los primeros intentos son sólo parciales?
-Sí – asintió.
Ella suspiró y miró hacia un lado.
-La primera vez que intenté una transformación parcial... Remus… Había escamas – su voz era un susurro ahogado.
-Lorien, eso no significa que la leyenda tenga algo que ver contigo – dijo él.
-Puede que no... Pero puede que sí – respondió ella un poco temblorosa.
-¿Así que decidiste no completar la transformación para impedir
que la leyenda se hiciera realidad? – le preguntó.
-Algo
así – volvió a mirarle -. ¿Suena estúpido?
-No, para nada – dijo él suavemente, acercándola a él. La abrazó por un rato y entonces habló de nuevo.
-¿No hay una parte de ti que quiera completar la transformación?
– Remus tenía curiosidad.
-Ése es mi dilema – dijo Lorien y suspiró.
-¿Qué dice Taber sobre ello?
Lorien sonrió un poco.
-Dice que estoy siendo falsa conmigo misma, mis habilidades y mi verdadera naturaleza si renuncio a que esa parte de mi exista. Él dice que leyenda es meramente eso.
-Creo que estoy de acuerdo con él – dijo Remus con seriedad.
-¿Así que piensas que debería hacerlo? – preguntó.
-Creo que debes decidirlo por ti misma – Remus la miró a los ojos.
-Te pareces a Perth – sonrió ella.
-En serio, ser una serpiente no puede ser tan malo.
Remus pensó en cierta rata a la que le gustaría que ella viese.
-¿Lo crees?
Remus se estremeció pero continuó:
-Claro. Puedes ser algo tan magnífico como una cobra o una enorme pitón.
Ella sabía que le estaba diciendo una gran mentira.
-Las odias ¿a que sí?
-Completamente. Serpientes dadme fuerzas – admitió Remus con una sonrisa.
Ella finalmente se rió.
-Al menos eres honesto. ¿Me besarás igualmente?
-¿Si eres una serpiente? No – sacudió su cabeza con vigor.
Ella le dio un puñetazo.
-Si soy una animago serpiente, me refiero.
-Oh, bueno. Supongo – todavía sonaba reacio.
-¿Qué?
Remus balanceó los ojos hacia ella.
-¿Qué es lo que crees? – intentó besarla, pero empezó a reír antes de haberse acercado lo suficiente.
Sus ojos se entrecerraron.
-¿Qué es tan divertido?
-Podrás acompañarme durante la luna llena – le informó.
-No había pensado en eso – admitió ella.
Remus se rió de nuevo.
-Sólo piensa en la bonita pareja que haríamos a la luz de la luna.
Lorien no pudo dejar de reírse con él cuando se imaginó al lobo y a la serpiente
juntos.
Notas de la autora:
Sobre los Nemorosi; son extremadamente respetuosos la mayor parte del tiempo. Están muy cercanos a la naturaleza (de ahí el nombre de Lorien [ NdTraductora: A todos os sonará el bosque de Lorien de "El Señor de los Anillos" ;) ]. Nemorosus en Latín es bosque o cubierto de árboles, Sylvanesty es un nombre empleado para dirigirse a los miembros de la orden, hombres o mujeres (significa alguien semejante a la naturaleza). También puede utilizarse como término de cariño hacia alguien. Sylvani es un término similar reservado a los Nemorosi mayores. Ator significa mentor o maestro. Doth artou es como los Nemorosi se suelen despedir. Traducido literalmente significa "Dios cazando", pero se refiere más a una cuestión de conocimiento, o a un deseo de buena suerte.
Maika Yugi: No, no... yo me quedaría con
los DOS (sería incapaz de decidirme....). ¡Gracias por escribir de nuevo!^^
Windy Wolf/Moon Dragon (^^): La verdad es que es
una obsesión lo de traducir una historia que te gusta, porque además disfrutas
con ello. Me alegra muchísimo que te guste mi traducción, intento ser lo más
fiel posible al estilo de la autora original ^__^
Moonlight Rose: La respuesta es sí y MUCHO. Ya verás, ya... (quizás lo que más me gustó de este fic es que te hace sufrir de lo lindo XD) ¡Gracias por tus felicitaciones!
Nyaar: Yo también quiero verlos... creo que no hay nada que me dé más morbo que ver a dos hombres (que son mis mitos eróticos jejeje) pelearse XDD
