Capítulo 20:
Maestra de
las Artes Curativas
Remus y Sirius se miraron el uno al otro y tragaron saliva. Lorien no estaba
bromeando.
-No os molestéis en decidir quién. Decidid cuál será el primero – miró a Remus -. Él morirá si esperamos.
Remus inspiró profundamente y dio un paso adelante.
-Quítate la túnica. Remángate la manga. El brazo derecho. Tú también, Sirius. Te necesitaré a ti después. Ron, coge una silla – Lorien los dirigió hacia donde los necesitaba.
Remus rápidamente hizo lo que ella le había dicho y se colocó al lado de Lorien. Se encogió cuando vio la diminuta y afilada hoja que tenía en la mano.
Lorien sujetó el
brazo izquierdo de Snape mientras cogía el derecho. Le indicó a Remus que se
sentara de cara y que agarrase el brazo izquierdo de Snape con el suyo, sus
muñecas presionadas juntas como si acabase de derrotar al Slytherin con una
llave de lucha libre.
-¿Listo? – le peguntó, sujetando su muñeca de cara para arriba.
Él asintió y se preparó.
Lorien pronunció palabras que no pudo reconocer mientras hacía un pequeño corte en su muñeca. Podía asegurar que había sido profundo pero no había sangre, y sólo le dolía un poco. Lo soltó y le hizo lo mismo a Snape.
-Bien, ahora – indicó el brazo de Snape.
Remus volvió a sentirse avergonzado con los brazos junto a los del hombre en la mesa. No le gustó la idea de estar en contacto con la Marca Tenebrosa que seguía negra en el antebrazo de Snape.
Lorien pasó sus manos alrededor de sus muñecas y habló de nuevo. Un encantamiento de tierra; estabalidad, unión y renovación. Remus sintió que ahora estaba mágicamente unido a Snape.
-Lo sentirás ir cuando acabe – le dijo Lorien a Remus.
Se volvió hacia Harry.
-Toma, cámbialas – le entregó gasas limpias y se deshizo de las empapadas de sangre.
Volvió a revisarle el pulso. Todavía rápido y débil. Aún perdía mucha sangre.
-Me encargaré yo ahora, Harry – puso sus propias manos donde él las había tenido y Harry retrocedió dando gracias, para quedarse junto a Ron y Dumbledore. Observó sus manos, cubiertas con las sangre de Snape. Dumbledore pronunció una palabra y la sangre desapareció.
-Gracias - croó Harry débilmente.
Lorien le habló a Remus.
-Hazme saber si su respiración cambia. Lo que sea.
Cerró sus ojos y se centró en la herida, buscando en su interior. Atravesó la piel y el músculo de debajo, pero buscaba la fuente de la hemorragia. Se concentró y examinó más profundo.
-Vamos, ¿dónde está? – se dijo a sí misma en alto.
Continuó
escaneando, buscando más profundamente. Los ojos de un águila en el aire.
Lo encontró.
La puñalada
había penetrado lo suficientemente profundo como para herir parte del lóbulo
derecho de su hígado. Podía sentir la sangre saliendo constantemente de la
herida.
Inspiró varias veces y empezó la curación.
Los hombres en la habitación observaban cómo Lorien se concentraba con sus manos
en Snape. Cuanto más se concentraba, más rápida se volvía su respiración.
El sudor había aparecido en su frente.
Lorien pudo sentir que la herida del hígado se estaba cerrando pero algo estaba mal. Pudo percibir el pulso de Snape volviéndose muy irregular.
-Vamos, Severus. Quédate conmigo – mandó.
Redobló sus esfuerzos, mareada por los mismos.
-¡Lorien! – la voz de Lupin era de alarma -. No respira.
Lorien abrió los ojos. No pudo sentir nada más que un casi imperceptible pulso.
-¡Severus! – gritó.
Súbitamente, estaba encima de la mesa, sentada a horcajadas sobre el hombre moribundo.
-¡Albus! – gritó.
El director habló en un tono que era mucho más calmado de lo que él sentía.
-Está en camino – fue todo lo que dijo.
Todos en la habitación hicieron una mueca de dolor cuando Lorien comprimió el pecho de Snape con fuerza, varias veces en una rápida sucesión. Le echó la cabeza hacia atrás para abrir más el paso del aire y presionó su boca sobre la de él, respirando por él. Repitió la secuencia otra vez y luego comprobó el pulso. Nada.
-¡Vamos! – cerró las manos sobre su pecho de nuevo, y una vez más llenó sus pulmones de aire.
Una nota clara sonó en el aire detrás de ella, pero no se detuvo en lo que
estaba haciendo.
Sabía que el fénix había llegado.
-¡Fawkes! – gritó -. ¡Aquí!
Sintió el peso del pájaro en su hombro mientras se inclinaba y contemplaba al hombre delante de ellos con ojos brillantes.
-Ayúdame – le rogó.
El pájaro de
plumas de colores inclinó su cabeza y parpadeó. Varias lágrimas cayeron para
humedecer la piel sobre el corazón de Snape. Lorien colocó sus manos en el mismo
lugar y se concentró por todo lo que valía la pena. Era un nacimiento mágico del
fuego; expandiéndose, seguro y lleno de fuerza de voluntad y fuerza de vivir.
Pudo escuchar la bella canción del fénix incrementándose a su lado para
animarle. Era lo único de lo que podía ser consciente.
Remus sintió la unión mágica entre él y Snape perderse.
Apartó su brazo y se puso en pie, retrocediendo un paso para observar a la bruja
delante de él.
Lorien parecía que fuera a desplomarse en cualquier momento y
tuvo miedo de que así fuera. Remus miró fijamente a su brazo y se sorprendió de
ver tan sólo un pequeño rastro de sangre en la herida.
Lorien estaba en la oscuridad, rodeada por las llamas del fuego que conjuró en su mente. Sólo era consciente de la unión entre ella, el hombre y el pájaro, y se agarró a ella con la última onza de fuerza que poseía. Se sintió a sí misma cayendo, notando que su agarre se iba resbalando.
-¡No! – dijo en
un grito ahogado, y al hacerse la canción del fénix más brillante se obligó a sí
misma a hacer un último tremendo esfuerzo. El fuego en su mente ardió por un
instante más alto, y entonces se apagó.
Remus saltó para sujetarla cuando ella casi cayó de la mesa.
Snape dejó ir un
grito apagado en busca de aire cuando el fénix se lanzó al vuelo.
Cada par de ojos de la habitación se abrió cuando vio la chispa de vida en el hombre de la mesa.
-Ayúdame – le dijo Lorien a Remus suavemente. Él la ayudó a bajar de la mesa y la agarró con firmeza.
-¿Sirius? – su voz era débil y sus ojos le suplicaron al verle titubear -. ¿Por favor?
Sirius miró a Lorien y a Remus que asintió con ánimos. Asintió en silencio y dio un paso hacia delante. Por segunda vez aquella noche estaba intentando salvar la vida de Snape. Algo que nunca se imaginó que haría.
Se sentó y miró al suelo incómodo cuando ella hizo la conexión. Remus se acercó
a su lado cuando ella se movió hacia el otro lado de la mesa y cogió la segunda
botella que Ron le había traído.
Colocó su mano en el cuello de Snape. Su pulso ahora era regular. Se permitió a sí misma sentir un poco de alivio y volvió a la herida. Pudo asegurar que gran parte del daño interno había sido reparado, pero no supo si tendría la suficiente fuerza para acabar de cerrarla. Fawkes aterrizó sobre Snape y resolvió su problema dejando caer varias lágrimas más en la herida.
-Gracias – le
sonrió ella débilmente mirando al bello pájaro a los ojos. Éste la contempló
pensativamente por un rato y se lanzó de nuevo hacia el aire, volando hacia el
hombro de Dumbledore.
Sus ojos fueron del pájaro al director.
-¿Lorien? –
preguntó.
-Está estable de momento, pero tiene un largo camino que recorrer – sonaba
exhausta.
Dumbledore se aproximó a la bruja y puso sus manos sobre los hombros de ella.
-Irá bien. Severus es un mago muy poderoso – sus azules ojos se encontraron con los de ella mientras hablaba -. Le has dado una oportunidad, y era todo lo que él necesitaba.
Se volvió hacia Harry y Ron siguieron con reticencia al director.
-Vamos, caballeros. Creo que todos necesitamos un chocolate caliente. De lo que habían sigo testigos había sido absolutamente increíble, y estaban sorprendidos de darse cuenta de lo preocupados que habían estado de Snape.
Lorien llevó la cuenta del pulso de Snape que se fortalecía firmemente hasta que la unión con Sirius se deshizo. Se dirigió hacia los suministros de la estantería y regresó con dos potes de líquido rosa claro. Le entregó uno a cada uno de los hombres.
-Bebed esto – les dijo -. Os compensará por la sangre perdida. Ahora, necesitáis ir a descansar.
-Nos quedaremos contigo – se ofreció Remus. Sirius asintió de acuerdo.
-No. Vosotros habéis hecho suficiente – puso una mano sobre el hombro de cada uno -. Gracias. Probablemente le habéis salvado la vida.
Sirius habló con tranquilidad.
-Lo que hicimos sólo fue una pequeña parte, Lorien. Tú eres la razón de que él viva.
Ella se encogió de hombros y suspiró cansadamente.
-De acuerdo. Vosotros dos, FUERA – les sonrió débilmente.
-En serio, no… - empezó Remus.
-Fuera. Él necesita descansar. Podéis volver más tarde – dijo con severidad.
Remus estaba levemente divertido de lo que ella le recordaba a Poppy.
-Eres increíble
– suspiró y entonces la besó en la mejilla y se volvió para marcharse con Sirius.
Lorien no se sentía increíble en ese momento. Vio a los dos amigos marcharse y
se volvió hacia Severus. Recogió la mesa y luego le limpió toda la sangre.
Lorien echó una manta sobre la quieta figura. Fue y se sentó en una silla a su
lado y colocó sus manos cerca de la Marca Tenebrosa.
Su
pulso era regular y fuerte. Asintió para sí misma.
Se sentó en
silencio durante un rato, el único sonido de la habitación era la suave y
regular respiración proveniente del hombre delante de ella.
Se dio cuenta cuando se sentó que él viviría. Que estaría bien.
Lentamente, pudo sentir cómo su comportamiento médico se iba. Se retiró y la
dejó allí sentada con nada más que sus emociones que, ahora que todos se habían
ido, la sumergieron en una intensa inundación.
Lorien ocultó el
rostro en el hombro de Severus y empezó a llorar.
Aproximadamente una hora más tarde, Dumbledore regresó a la enfermería. Caminó hasta donde Lorien estaba sentada, despierta al lado de Severus, y se movió hacia el lado opuesto en la mesa. Sus ojos se fijaron brevemente en le director y después volvieron a Severus. No dijo nada.
El director se dio cuenta que parecía extremadamente cansada y que sus ojos estaban rojos. Había estado llorando. Probablemente, la magnitud de lo que había pasado finalmente pudo con ella.
-¿Cómo está? – preguntó el mago del pelo blanco.
-Bien.
Mejor – respondió ella con suavidad.
-¿Cómo estás tú? – preguntó.
-Bien. Un poco cansada, eso es todo – le sonrió.
-¿Quieres tomarte un respiro? – le ofreció -. Yo me quedaré con él.
-No, gracias. Yo me quedaré – su mirada volvió al hombre inconsciente.
El director probó una estrategia diferente.
-¿Imagino que falta bastante para que él se despierte? – preguntó Dumbledore.
-Sí – respondió Lorien.
-Probablemente querrás estar aquí cuando lo haga. ¿Por qué no duermes un rato para que descanses si él necesita algo? – le sugirió Dumbledore.
Ella abrió la boca para protestar y entonces la cerró otra vez. Dumbledore pudo ver que ella sabía que debía hacerlo, pero que no quería irse. Sus ojos se dirigieron significativamente hacia una cama de hospital cercana.
-Puedes descansar ahí, y de ese modo puedo despertarte inmediatamente si es necesario.
Ella sonrió cansinamente y asintió. Le dio al director su sitio y fue a tumbarse en la cama. Desde donde estaba pudo ver al anciano tomar la mano del mago entre la suya y empezar su guardia.
-Se preocupa por él mucho - dijo suavemente.
-Sí, Lorien. Mucho – respondió él sin apartar la vista de Severus.
-¿Le conoce desde hace tiempo? – preguntó con voz calmada.
-Desde que era un niño – respondió Dumbledore.
-Es difícil de entender – dijo Lorien, sofocando un bostezo.
El director sonrió un poco.
-Difícil, pero no imposible.
Ella le devolvió la sonrisa medio dormida.
-No, no imposible.
-Descansa ahora. Estará contento de que estés aquí cuando despierte – dijo Dumbledore con suavidad.
-¿Seguro? – sus ojos estaban cerrados y su voz se iba desvaneciendo.
-Sí, Lorien –
dijo él a la bruja dormida -. Creo que lo encontrará sumamente agradable.
Hermione asumió que Ron y Harry estaban todavía durmiendo el sábado por la mañana temprano. Nunca imaginó que estuvieran despiertos antes que ella, y no pudo creérselo cuando atravesaron la entrada del retrato hacia la sala común. Se llevó una doble sorpresa al darse cuenta que llevaban los pijamas debajo de sus túnicas.
Entrecerró los ojos cuando ellos se aproximaron.
-Me he perdido algo ¿no? – parecía desconcertada.
-¡Yo te lo diré! – exclamó Ron -. Tenemos una historia para ti – empezó excitado mirando alrededor de la sala vacía. Se reunieron alrededor de una mesa en una esquina y los chicos comenzaron a explicarle lo que les había pasado aquella madrugada. Los ojos de Hermione se pusieron como platos cuando ellos le dijeron lo de Remus y Sirius.
-¿No creéis que eso es un problema? – preguntó ella.
-¿El qué? – dijo Harry.
Hermione pensó que era obvio.
-La sangre… ¡de Remus!
-¡Vaya! ¡Nunca pensé en eso! – dijo Ron.
-Lorien no le habría pedido ayuda a Remus si fuera a haber un problema ¿no? – preguntó Harry.
Hermione lo consideró por un momento. ¿Sería la licantropía mejor que la muerte? Supuso que probablemente sí.
-Puede si las cosas no fueran tan mal como vosotros habéis dicho que fueron.
-Tendremos que preguntárselo más tarde – dijo Ron.
-¿Más tarde? – preguntó ella.
-Sí. Dumbledore dijo que podíamos volver más tarde para ver cómo habían ido las cosas – dijo Harry.
Hermione sonrió a sus amigos.
-Esperad, ¿me estáis diciendo que estáis preocupados por Snape?
-Bueno… Uhm… - empezaron.
-¿Después de todo lo que nos ha hecho? – estaba todavia sonriendo.
-Hermione, el hombre casi muere – dijo Ron.
-Lo entiendo. Sólo... bueno, es en cierto modo divertido.
-No pensarías que es divertido si hubieses tenido las manos llenas de su sangre – dijo Haryy.
-No, imagino que
no lo haría – Hermione se compadecía ahora de su amigo -. Iré con vosotros más
tarde.
Lorien estaba todavía dormida, y Dumbledore todavía hacía guardia cuando Remus
regresó a la enfermería una hora más tarde.
Se
dirigió al anciano primero.
-¿Cómo está? – le preguntó al director.
Dumbledore miró a Remus.
-Estable. Lorien está descansando.
-Bien – su mirada fue hacia la mujer durmiendo.
-¿Remus? – dijo el viejo mago.
-¿Sí? – preguntó Remus distraídamente mientras contemplaba a Lorien.
-Lo que hiciste hoy fue algo noble. Tú y Sirius – dijo Dumbledore sonando solemne.
Remus miró al director.
-Se estaba muriendo, Albus – dijo.
-Lo sé, y nunca dudé de que ninguno de vosotros hiciera lo correcto – el director finalmente sonrió al hombre.
-Sí, bueno estoy contento de que al menos uno de nosotros estuviera tan seguro – admitió Remus.
-Sé que vosotros dos y Severus no os lleváis bien. Quizás ésta sea la oportunidad de cerrar varias heridas – dijo Dumbledore esperanzadoramente.
Remus miró a Lorien y volvió a mirar al viejo mago. Suspiró.
-No lo sé.
Dumbledore asintió. Evidentemente las cosas eran como él suponía.
Remus se acercó hasta donde estaba Lorien acurrucada durmiendo. La observó por un momento y entonces le apartó un mechón de cabello de la cara.
-Es difícil de creer que ella ofrecería abiertamente su amistad a un hombre lobo y a un mortífago. Nos ha aceptado por lo que somos, con defectos y todo – respondió Remus.
-Es simplemente la marca de un verdadero amigo, Remus. Creo que en parte es porque ella aprecia ser aceptada por vosotros dos por lo que es – especuló Dumbledore.
El hombre lobo asintió y caminó para quedarse al lado de Dumbedore. Echó un vistazo a Snape.
-Severus se va a poner bien ¿no es así? – preguntó.
-Sí. Creo que tendrá una recuperación completa, dándole tiempo y con la ayuda de Lorien – respondió Dumbledore observando la reacción de Lupin.
-Bien. Sé que se sentiría mal si algo le pasara a él – Remus se quedó allí, serio por un minuto, y luego se marchó.
Notas
de la traductora:
Gracias por todos los reviews hasta ahora, como veis llevo un par de capítulos sin comentar ninguno pero prometo hacerlo más adelante. El contestar reviews también me quita mi tiempo ^^UU
Sólo quiero recordaros una cosa y es que
esta historia NO es mía: varios de vosotros me habéis escrito felicitándome
como si fuera yo la autora, que no lo soy. Recordad que este fic es obra de Nytd
y que yo sólo lo traduzco al castellano.
