Capítulo 22:

La estantería de libros


Lorien estuvo ocupada durante gran parte de la tarde con otros pacientes, y acababa de ver al último irse cuando fue consciente de las voces altas en el vestíbulo. La puerta de la enfermería se abrió de golpe y dos estudiantes entraron discutiendo animadamente.

Atheis y Aeris Gainsborough eran un par de segundo año hermanas en diferentes casas, Atheis era Slytherin y Aeris Gryffindor. Las dos chicas se detuvieron ante ella cubiertas por rezumantes forúnculos, después de haber discutido y haberse embrujado la una a la otra.

Por lo que pudo entender de la discusión, fue porque Atheis se las había apañado otra vez para tener una detención y al ritmo que iba, sobrepasaría el record actual de Fred y George Weasley cuando llegase al mismo curso.

-Dejadme que os dé algo para el picor y entonces empezaremos con esas llagas – dijo Lorien, guiándolas hasta la mesa de estudio y dejándolas momentáneamente para ir a buscar la poción necesaria.

Aeris echó un buen vistazo alrededor y entonces le susurró a su hermana enfadada:

-Ves. Te lo dije, ¡él no está aquí! ¡Hiciste que nos embrujásemos para nada y que nos detuvieran para echarnos!

Atheis puso los ojos en blanco y le lanzó su mejor mirada "idiota" a su hermana.

-Tiene las cortinas echadas – dijo, indicando la parte más grande de la sala -. Por supuesto que está aquí, así que lo apuesta continúa.

La joven Gryffindor suspiró con exasperación.

-Vas a meternos en un problema más grande – le dijo mientras su hermana se movía sigilosamente hacia la cortina que atravesaba parte de la habitación -. ¡Volverá en un minuto!

-¡Es todo lo que necesito! – susurró Atheis, cerca de la cortina -. Además, una detención de parte de ÉL sería el glaseado del pastel.

-No gracias – dijo Aeris a nadie en particular y observó a su hermana acercándose sigilosamente para intentar echar una ojeada tras la cortina.

Lorien regresó con dos frascos de pociones en la mano y contempló desconcertada a la estudiante sola sentada allí.

-¿Dónde está tu hermana? – preguntó frunciendo el entrecejo, lo que se volvió en una expresión de horror al darse cuenta de que la joven Slytherin estaba tratando de espiar a su más infame paciente.


-¡Señorita Gainsborough! – dijo severamente -. ¿Sería tan amable de reunirse con nosotras? – esperó hasta que la chica fijase un mohín en su rostro y fuera a sentarse al lado de su hermana.

-Aquí, bebeos esto – les ordenó -. ¿Puedo preguntaros que es lo que pensabais hacer hace un rato?

Atheis se encogió de hombros.

-Está tratando de ver quién va a ganar la apuesta – respondió Aeris tragando la poción.

-¡Cállate! – le espetó Atheis.

-¿Apuesta? ¿Qué apuesta? – preguntó Lorien.

La bruja de Gryffindor desveló felizmente el secreto sabiendo que eso era una detención que probablemente no compartiría.

-Ella hizo una apuesta con una compañera de clase sobre de qué color era el camisón del profesor Snape – dijo Aeris alegremente.

Atheis se sentó en silencio enfurruñada, sin beberse la poción.

-¿Le estabais espiando? – preguntó Lorien si saber si reírse o asustarse.

La estudiante acusada le lanzó una mirada sin decir nada y su hermana continuó:

-Atheis pierde si no lo averigua.

-¡Dije que te callaras! – le silbó Atéis a su hermana, quien le sacó la lengua como respuesta.

Lorien contempló a la huraña Slytherin con cuidado.

-Probablemente no quiera saber lo que ocurra si pierdes la apuesta ¿no?

Atheis agitó su cabeza y Aeris se abstuvo de comentar nada.

-Eso es lo que me imagino. Te diré una cosa, bébete la poción y déjame curarte esas llagas y me aseguraré de que tengas tu respuesta sin invadir la intimidad del profesor. ¿Trato hecho? – preguntó Lorien.

Atheis entrecerró los ojos.

-¿Y qué sacará usted a cambio? – hizo la primera pregunta que vino a su mente Slytherin.

Lorien se encogió de hombros como respuesta.

-Digamos que me deberás una.

Atheis miró a la bruja por un largo rato y luego sonrió.

-Trato hecho – dijo con expresión expectante.

-Primero la poción – dijo Lorien.


Atheis se bebió la poción, haciendo muecas entre trago y trago mientras Lorien curaba los forúnculos de su hermana. Le permitió a la curandera que la curara a ella también.

-Bueno, dime qué crees – dijo Lorien encargándose de llevar a las hermanas hasta la puerta de la enfermería.

-Pues las demás dicen que lo lleva verde, pero yo creo que se equivocan – respondió Atheis -. Yo digo que es negro, como de costumbre.

Lorien sonrió.

-Bueno, entonces estás en lo cierto, señorita Gainsborough – dijo contemplando a la chica sonriendo ampliamente y corriendo para reunirse con su hermana en el vestíbulo.

Lorien sacudió la cabeza, sabiendo que el profesor de Pociones la mataría si se enterase alguna vez de que ella había pasado aquella información.




No mucho más tarde de que las hermanas Gainsboroug se marcharan, Cho Chang fue a la enfermería a hablar con Lorien. Parecía cansada.

-Hola, Cho. ¿Cómo estás? – le preguntó Lorien de un modo preocupado.

-No muy bien – respondió la chica.

-¿Todavía sigues teniendo pesadillas?

-Sí – respondió ella, algo desanimada.

Lorien continuó con su interrogatorio.

-¿No se han hecho menos frecuentes con la última poción?

-Um, sí un poco – respondió Cho.

-Bien. Vamos por buen camino – Lorien cogió una nueva botella y se la entregó a Cho -. Apuesto a que es ésta. Lo mismo que antes, dos tragos veinte minutos antes de irte a la cama, y pon esto debajo de tu almohada – le entregó dos pequeños saquitos llenos de lavanda seca -. ¿Me harás saber si te ayuda dentro de varias noches?

-Sí. Muchas gracias, señorita Lorien – respondió Cho agradecida.

La guapa buscadora de Ravenclaw se marchó.





Cuando tuvo la oportunidad, Lorien volvió a comprobar cómo estaba Snape y se sorprendió al encontrarle no sólo despierto, sino sintado y leyendo.

-¿Cómo estás? – le preguntó acercándose.

-Mejor – levantó la vista del número de la RAMBM que había cogido de donde ella lo había dejado al lado de su cama, y entonces lo dejó -. ¿Qué fue todo eso? – preguntó, refiriéndose al alboroto causado por las hermanas Gainsborough.

-Oh nada. Estudiantes enfermos – respondió ella y cambió de tema -. ¿Quieres ir a dar un pequeño paseo? – le preguntó, esperando ver si se sentía más fuerte.

-Me encantaría – dijo él.

Lorien le dejó levantarse por sí solo, manteniéndose cerca en caso de que él vacilara. No lo hizo. Definitivamente, estaba más fuerte aquella tarde.

Él la miró interrogadoramente cuando le guió fuera de la enfermería y bajaron hasta las dos puertas del vestíbulo. Se imaginó que la primera puerta sería la habitación de Poppy y que la segunda debía de ser su habitación. Era lógico que el personal médico estuviera uno al lado del otro.

-Quiero enseñarte algo – le sonrió y atravesó la puerta delante de él. Él la siguió.

-Pensé que te interesaría esto – dijo cruzando el pequeño salón.

Snape no la siguió inmediatamente, pero la curiosidad le obligó a tomarse un momento para permitir a sus ojos deambular por la habitación. El mobiliario era simple pero de buen gusto, y varios grandes y bellos trabajos de costura decoraban la pared. Particularmente una detallada pieza que retrataba un ramo de lirios captó su atención. Se acercó y lo admiró por un momento donde colgaba, en un lugar de honor en la chimenea.

Se acercó a la gran y coloreada estantería de libros y estudió sus contenidos. Textos médicos, revistas, libros de anatomía. Miró más allá. Libros de pociones médicas, herbología y un número de libros de cocina. La última estantería contenía un gran montón de literatura clásica, mágica y muggle.


Miró a su alrededor y se fijó en el gran número de plantas que tenía en su habitación, y entonces se dio cuenta que ella le estaba esperando pacientemente para que la siguiera. Se dirigió hacia donde ella estaba al lado de un complicadamente elaborado mueble para vinos. Había sido construido para que pareciese como si las botellas de vino estuvieran acomodadas en una vid hecha de hierro forjado. Unas veinte botellas de vino colgaban de sus respectivos sitios.

-¿Y bien? – le preguntó ella sonriendo.

-Es exquisito – dijo él, admirando el mueble -. Parece bastante viejo.

-Ha pertenecido a mi familia por generaciones – respondió ella.

Snape descolgó algunas botellas de vino, curioso sobre lo que tenía en su colección. Ninguna botella era de vino blanco, y sonrió por un momento cuando se fijó el la etiqueta española en su mano.

-Bastante impresionante, señorita Lorien – dijo colocando la botella en un pequeño ángulo de vuelta a su sitio.

-Gracias, profesor Snape – bromeó ella -. Sabía que serías capaz de apreciarlo. ¿Y bien, qué opina? – señaló alrededor de la habitación -. ¿Ha sido capaz de sacar más información siendo entrometido?

Él bufó poniendo una mueca de mofa.

-Curioso, no entrometido, y sí, creo que lo he sido.

Ella le miró expectantemente.

-¿Y bien?

Snape habló con un tono tranquilo.

-Tienes un gusto sencillo pero caro, a juzgar por el hecho de que su mobiliario es igual que mi sillón favorito. Preferiría estar fuera a juzgar por la pequeña jungla que has creado aquí. Te gustan las rosas, pero tu flor favorita es el lirio… El lirio siberiano para ser específico, y tu libro favorito está escrito por un autor muggle – Snape hizo el pronunciamiento final con un ademán de su mano y un aire satisfecho de sí mismo.

Ella se rió.

-Muy impresionante, profesor. ¿Adivina el libro?

-No.

Fue hacia la estantería y cogió su libro favorito.

-¿Kipling?

Ella miró el libro que le alargaba y luego a él.

-¿Cómo…?

-Hay varias cosas sobre un libro que puedes juzgar por su cubierta – respondió Snape.

Ella sonrió al darse cuenta de lo usado que parecía y lo puso de nuevo en su lugar en la estantería. Se volvió para mirarle a la cara y dio un salto al ver lo mucho que se había acercado cuando estaba vuelta de espaldas.

-Me has asustado – dijo con la mano sobre su corazón.

-Obviamente – su voz era suave.

Sus negros ojos estaban fijos en los de ella y súbitamente recordó la primera vez que lo vio en las mazmorras.

Retrocedió un paso y se rió un poco nerviosa.

-Bueno, probablemente deberíamos regresar – dijo.

-Probablemente – él avanzó un paso más cerca, todavía mirándola a los ojos.

-En verdad necesitas descansar un poco – insistió ella retrocediendo otro paso.

-Casualmente – avanzó otro paso.

-Severus, no... – su espalda chocó con la estantería y cayó en la cuenta de que estaba otra vez en problemas cuando él se puso inmediatamente frente a ella. Apoyó una mano en la estantería y otra al otro lado y estuvo atrapada. Lorien apartó la mirada rápidamente.

Snape se inclinó hacia ella.

-¿No qué, Lorien?

-No creo que esto sea una buena idea – susurró.

-¿Por qué? – su voz tenía un rastro de diversión.

-Porque… - se interrumpió.

-¿Por qué? – preguntó él otra vez muy suavemente.

Una docena de razones vinieron a su mente pero no pudo decir ninguna en voz alta en ese momento.

Snape respondió por ella.

-Porque las cosas no estarían ni bien ni ordenadas ¿no? – la riñó él suavemente, con un toque de sarcasmo-. ¿Porqué las cosas serían difíciles? ¿Caóticas?

Ella asintió sin mirarle a los ojos.

Snape habló suavemente cerca de su oído, mientras sus dedos le apartaban el cabello de la cara.

-¿Y tú crees que me preocupo por lo difícil y lo caótico, Lorien?

-No – vio que era bastante aparente que no lo hacía.

Sus dedos descendieron de su cabello hasta su hombro, a lo largo de su brazo hasta que encontraron sus dedos y delicadamente le levantó la mano.

-Tú tampoco deberías.

Cuando ella le miró, los ojos de Snape continuaban mirándola y llevó su mano hasta sus propios labios por un momento y luego la soltó.

La observó por un largo rato.

-¿Nos vamos? – señaló hacia la puerta.

Ella asintió y con un suspiró interno de alivio, escapó de su propia habitación.




El lunes y el martes fueron días confusos para muchos de los estudiantes y los profesores en Hogwarts. Aunque Lorien había liberado a Snape de la enfermería, él no había vuelto aún a dar clases, y era difícil para los estudiantes figurarse a qué clase se suponía que debían ir.

Harry, Ron y Hermione estaban en la clase doble de Defensa, que ahora era genial, pero el pensamiento de volver a tener clases dobles de Pociones al final de la semana era un poco descorazonador.

-Espero que Snape vuelva al final de la semana – susurró Ron -. Podríamos acabar pasando toda la semana que viene haciendo Pociones si él no vuelve pronto – exageró.

Lupin terminó la clase y los tres alumnos recogieron sus libros. Hermione se acercó al profesor de Defensa.

-Profesor ¿puedo hacerle una pregunta?

-Si tiene que ver con la clase – Lupin miró a su alrededor indicando a los otros estudiantes que todavía seguían dentro del aula.

-Bueno, tiene que ver con hombres lobo – pudo ver la cara que le puso Seamos Finnigan y frunció el ceño. Había varios estudiantes que obviamente no se sentían cómodos todavía hablando de ese tema particular con Lupin.

Lupin sonrió socarronamente a la joven bruja. Había anticipado su pregunta pero dejó que ella la hiciera.

-¿Qué es, señorita Granger?

-¿Hay algún otro modo además de la mordedura de un hombre lobo para transmitir la enfermedad? ¿Contacto con la sangre, por ejemplo?

Él negó con la cabeza.

-No que yo sepa. Puedo darte una excelente referencia si quieres.

Ella asintió y él escribió el volumen y el número de páginas de una revista médica del año anterior. Descubrí este estudio hace sólo un corto tiempo – le entregó el trozo de pergamino y Hermione advirtió la persistente sonrisa cuando se lo dio.

-Esto debería darte la información que estás buscando.

-Gracias, profesor – dijo Hermione con una sonrisa.

-De nada, señorita Granger.

Alcanzó a Ron y a Harry.

-¿Y bien? – preguntaron los dos juntos.

-Snape está limpio – susurró ella.

-¿Así que no lo puedes coger por la sangre? – preguntó Harry.

-No – respondió Hermione.

-Y sabemos que no puedes contagiarte besando a un hombre lobo – dijo Ron, poniendo el blanco sus ojos. Titubeó y frunció el ceño -. Ey, ¿creéis que es un problema si... bueno, si...

-¿Qué? – preguntaron Harry y Hermione.

Ron continuó tartamudeando:

-Quiero decir si pensáis... como a él le gusta mucho Lorien… Bueno, nunca se me había ocurrido antes.

Los ojos de Harry se pusieron como platos. A él tampoco se le había ocurrido.

-Lupin dijo que no hay otro modo que ser mordido para contagiarse – declaró Hermione enfáticamente, era obvio que no había entendido a qué se estaba refiriendo Ron.

-¿Entonces quieres decir que él sólo lo sabe por el artículo o que LO SABE?

Hermione entendió.

-¡Ron Weasley! Eso no es asunto tuyo – le regañó pasando por delante de ellos.

Era normal que un chico pensara en algo como eso. Se dirigió hacia la biblioteca.

Madame Pince le señaló a Hermione la dirección de las estanterías en las que habían las revistas de muchas disciplinas enseñadas en Hogwarts. Hermione le dio las gracias y empezó a tejer el camino hacia el montón. Encontró los números anteriores de la RAMBM en una estantería inferior y empezó a trazar el número de volúmenes hasta el final de la hilera y alrededor de la esquina hasta el siguiente pasillo. Estaba ahora flexionada y absorvida en su búsqueda que dio un salto cuando escuchó una voz familiar.

-Señorita Granger – la llamó Snape en voz baja. Estaba de pie a su lado.

-P-profesor Snape. No le había visto – tartamudeó Hermione, levantándose inmediatamente.

-Obviamente – dijo él, su respuesta ribeteada con sarcasmo.

-¿Cómo... cómo se encuentra, señor? – preguntó, sin saber qué otra cosa decir.

-Mejor – sus ojos negros se cruzaron con los de ella -. Creo que es esto lo que estaba buscando ¿no? – levantó una revista que tenía el número de volumen que Lupin le había dado.

Hermione abrió la boca pero no hubo respuesta.

-Asumo que como yo, tenía que leerlo por usted misma ¿no es así? – preguntó, pero en su voz no había malicia.

Ella asintió en silencio, incapaz de discutir el hecho de que había estado fisgoneando si él había contraído la licantropía.

-Yo he terminado con el artículo – le ofreció la revista y la vio vacilando sobre si cogerlo o no -. Señorita Granger, no es mi intención permanecer aquí todo el día – dijo Snape un poco más agudamente.

Hermione tomó el libro.

-Gracias.

Él asintió y para sorpresa de Hermione, continuó hablándole.

-Es un artículo fascinante.

Ella levantó la vista hacia él otra vez.

-¿De veras?

-Sí. Un estudio retrospectivo de un caso. Diez años – dijo él casualmente.

-¿Diez años? ¿Y fueron capaces de concluir que el contacto con la sangre era seguro?

Hermione se vio interesada inmediatamente.

-Sí. Es un estudio bastante amplio y concluyeron que no hay conocimiento de otro modo de transmisión de la licantropía que no fuera el mordisco de un hombre lobo – continuó.

Hermione asintió ante el profesor de Pociones.

-Gracias. Lo leeré. Estoy, um, contenta de que las cosas estén... mejor, profesor.

Snape asintió ligeramente.

-Señorita Granger – dijo.

Hermione advirtió que se movió un poco más lento de lo normal cuando se dio la vuelta y se marchó. Miró la revista y otra vez hacia el mago que se retiraba. Se dio cuenta en ese momento que estaba empezando a comprender cómo alguien podía hacerse amigo del irritable jefe de Slytherin.




Remus estaba contento de que Snape hubiera salido de la enfermería. Eso no sólo significaba que estaría alejado de Lorien, sin que también significaba que ella tendría más tiempo libre. Estaba sentado en su habitación junto a Sirius después de haber dado su última clase cuando ella llegó.

-Hola – les dijo.

Ellos las saludaron.

-Cuánto tiempo sin vernos – le tomó el pelo Sirius.

La interceptó cuando se dirigía a Remus y la envolvió entre sus brazos. Lo siguiente que supo fue que él la había inclinado hacia atrás pretendiendo fundirse en ella en un apasionado beso. Ella le siguió la corriente por un minuto hasta que no pudo evitar reírse. Sirius pretendió dejarla caer y Remus se rió cuando ella dejó ir un pequeño grito de sorpresa. Finalmente, la puso derecha y la dejó ir.

Finalmente, Lorien pudo ir hacia Remus, que la embrazó cálidamente y la besó en verdad.

-¿Querrá acompañarme a cenar, señorita Desjardins? – le preguntó.

-Lo haré, profesor Lupin – sonrió Lorien.

Lorien y Remus entraron en el Gran Comedor juntos, y Lorien se sintió aliviada al ver que Snape no estaba. Apostó a que pasaría otra noche o dos antes de que él volviera a aparecer. Remus le dio un pequeño tirón de la manga cuando ella se dirigió hacia su lugar al final de la mesa, y sonrió siguiéndole a él hasta el suyo. La profesora Hooch los vio venir y desalojó el sitio que solía ocupar entre Snape y Lupin para que pudieran sentarse juntos. Le dirigió una sonrisa cálida a Lupin y él asintió.

Fue divertido comer y charlar con Remus para variar, aunque tuvo la impresión de que estuvieron siendo estudiados al sentarse juntos. No le importó.

Ella volvió a la enfermería y él a sus habitaciones después de cenar, pero acordaron que él se reuniría con ella en su habitación en un par de horas. Lorien acababa de abrir la puerta con un montón de textos médicos en las manos cuando él vino del vestíbulo hacia ella.

-Llevé esto a la enfermería y olvidé traerlo de vuelta – dijo mientras él la ayudaba con la pila de libros. La siguió hasta la salita y hacia la estantería -. Aquí, dame esos.

Remus le entregó los enormes libros uno por uno y ella los fue colocando en su sitio.

Cuando terminó y se volvió él se había acercado más y puso sus manos sobre los brazos de ella, empujándola delicada pero firmemente contra la estantería de libros. Remus se apretó contra ella la mantuvo donde estaba con su cuerpo, besándola duramente. Lorien estaba un poco sorprendida por ese acercamiento más agresivo, pero su pulso se aceleró como siempre y se encontró a sí misma besándole de la misma forma.

Él se separó después de un momento y se inclinó para susurrarle en el oído:

-Te he echado de menos las últimas noches.

No tuvo el efecto que estaba esperando.

Una sensación de dejà vu la golpeó cuando él se inclinó y le susurró al oído y súbitamente se puso tensa al recordar su último encuentro cerca de la estantería. Culpa y confusión apagaron repentinamente la chispa romántica que Remus había encendido.

-¿Qué ocurre, Lorien? – sintió sus tensión y habló suavemente.

-Nada, Remus. No es nada. Sólo estoy... cansada, eso es todo.

-Has estado trabajando mucho – la acusó él con una sonrisa.

-Quizás, pero no controlo mucho cuando estoy ocupada o cuando no ¿verdad? – se rió un poco -. Remus, lo siento. Sé que…

Remus alzó una mano hacia sus labios para callarla.

-Está bien. Quiero que descanses un poco ¿de acuerdo?

Ella asintió, agradecida de que no se hubiera dado cuenta de su agitación interior.



Notas de la traductora:

Sigo sin responder reviews como buena maleducada que soy ^^U Pero quería avanzar en la traducción antes de que mi ordenador se decidiera a ex-plo-tar *cof-cof* Para la semana que viene subiré otro capi de "Oscuridad y Luz" de RJAnderson.

Y sigo agradeciendo a los nuevos secuestrad -¡digooo!- lectores que compartan sus opiniones conmigo; no recuerdo los nombres para saludaros a todos (puesto que mi memoria es notablemente corta) pero ¡gracias! ^__^